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en España
2a Edición
MANUEL ALCÁNTARA
ANTONIA MARTÍNEZ
(Eds.)
tirant lo blllanch
Valencia, 2001
LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS
Caries Ramió
L
a Administración pública española que hoy conocemos es el resultado de
un dilatado proceso de desarrollo histórico cuyo punto de inicio puede ser
incluso dificil de determinar. De todos modos, es a partir del siglo XIX
cuando se hace extensa e intensa la presencia de la Administración pública en
nuestra sociedad. En efecto, el desarrollo del Estado liberal confiere a la
Administración pública un papel relevante en lo que viene a ser un diseño
institucional y social moderno. Las administraciones públicas en esta época, a
pesar de que se les confiere un papel limitado y subsidiario, alcanzan un
impacto creciente y unos volúmenes organizativos considerables en aquellas
funciones denominadas de soberanía, a saber: relaciones exteriores, defensa,
orden público, justicia y hacienda, a las que debemos añadir la competencia
sobre las obras públicas. Ya en nuestro siglo la Administración pública va
abordando en las sociedades más modernas nuevas competencias, entre las
que destacan por su impacto y extensión, la sanidad y la educación. Este
proceso se acelera una vez acabada la segunda guerra mundial, que al calor
de unos nuevos postulados económicos y de la presión de la clase obrera, se
genera un nuevo modelo de estado (Estado del bienestar) y de su mano un
espectacular crecimiento de la presencia de la Administración pública en
nuestra sociedad. Las administraciones públicas españolas actuales son el
resultado de varias décadas de crecimiento ininterrumpido suavizado
actualmente por el impacto de los críticos desajustes de la economía mundial
de hace unos años y de la influencia de los postulados neoliberales. A pesar de
estas últimas circunstancias, que nos está obligando a replantear el papel del
sector público en nuestra sociedad, las administraciones públicas tienen unas
dimensiones espectaculares (ver cuadro 1) y unas competencias muy amplias y
profundas.
532 CARLES RAMIÓ
Fuente: OCDE (1997): OCDE Economic Outlook, n" 61, June y OCDE (1999): Education at a
Glance: Database.
GnÁFico I
Administración Pública y Sistema Político
1 Para comprender con detalle esta evolución véase Mariano Baena (2000): Curso de
Ciencia de la Administración, Cuarta Edición Reformada, Tecnos, Madrid; José A.
Olmeda y Santiago Parrado (2000): Ciencia de la Administración. Los Sistemas Admi-
nistrativos, UNED, Madrid; Xavier Ballart y Caries Ramió (2000): Manual de Ciencia de
la Administración, Tirant lo Blanch, Valencia.
1. Diseños organizativos
GRÁFICO II
La Administración General del Estado y su entorno institucional
TRIBUNAL
REY
CONSTITUCIONAL
CORTES PODER
GOBIERNO
GENERALES JUDICIAL
1
MINISTERIO MINISTERIO MINISTERIO
SECRETARÍA
1
DE
ESTADO
SECRETARÍA
SUBSECRETARÍA
GENERAL
1
DIRECCIONES GENERALES
central. Los consejeros son el punto de unión entre ambas dimensiones (política
y administrativa) y son los máximos responsables de las distintas consejerías
o departamentos en que se divide la administración de la Comunidad. Los altos
cargos de las consejerías varían en cada comunidad aunque en todas aparece,
por supuesto, la figura del Consejero y la de los Directores Generales como
responsables de las unidades básicas de las consejerías. Algunas administra-
ciones autonómicas incorporan la figura del Viceconsejero como segundo
escalón más político que administrativo y en todas figura una instancia que se
encarga de la gestión interna de los recursos materiales, personales, financieros
y jurídicos de las consejerías. En algunas comunidades esta figura se denomina
Secretaría General y en otras Secretaría General Técnica. La organización de
los órganos inferiores es idéntica a la de la Administración central: subdirección
general (en algunas autonomías, como Valencia y Murcia, se denomina área),
servicio, sección y negociado aunque hay algunas diferencias entre las diversas
comunidades autónomas, desde la que se organiza de un modo totalmente
distinto a lo que aquí se ha comentado (País Vasco), las que no poseen
subdirecciones generales, hasta la que incorpora un nivel jerárquico más (las
subsecciones en Madrid) 2.
2
Para tener una visión completa de la configuración organizativa de la administración de
las Comunidades Autónomas véase Xavier Ballart y Caries Ramió (2000): Manual de
Ciencia de la Administración, Valencia, Tirant lo Blanch, Valencia.
3
En Cataluña, hay 41 comarcas que se han constituido en 1987 en un nuevo nivel de
gobierno supramunicipal amparándose en un precepto constitucional (artículo 141.3)
que permite la creación de administraciones supramunicipales con una extensión
inferior a la provincia. Las Comarcas están gobernadas por un Consejo Comarcal cuyos
miembros son elegidos de forma indirecta (similar a la comentada en el caso de las
Diputaciones). Además existe una figura unipersonal administrativa fuerte que es el
gerente de la Comarca el cual tiene un contenido más profesional que político.
GRÁFico III
La Administración Autonómica y su entorno institucional
Viceconsejería
Secretaría General
o
S. G. Técnica
Direcciones Generales
G~co IV
La organización de la Administración Local
CORPORACIÓN EN PLENO
COMISION DE GOBIERNO
PRESIDENTE CORPORACIÓN
SECRETARIO
1
OFICIAL MAYOR INTERVENTOR TESORERO
5
Los puestos a elegir son los Diputados provinciales, que a efectos de representación se
agrupan por Partidos Judiciales. En las provincias pequeñas, menos de medio millón de
habitantes, hay 25 Diputados y en las de más de un millón 31. La elección de los
Diputados correspondientes a cada Partido Judicial se realiza entre los Concejales
electos de los Municipios que comprende dicho territorio, reunidos al efecto. Celebrada
la elección y proclamados los candidatos elegidos, se celebra la primera sesión del Pleno
de la Diputación en la que los Diputados eligen entre ellos al Presidente, requiriéndose
en primera votación mayoría absoluta y en segunda votación mayoría simple.
otro tipo de normas, que tienen sus propios presupuestos, recursos y autonomía
de gestión. A pesar de estas diferencias, estamos ante unas instancias formal-
mente públicas, sujetas al derecho público, y con unos vínculos formales y
materiales estrechos con la Administración nuclear. Las empresas públicas, en
cambio, son organizaciones en forma de sociedad mercantil (normalmente
sociedades anónimas). Son, por lo tanto, sujetos formalmente privados que
pueden actuar jurídicamente como cualquier empresa normal lo que los
configuran como unas organizaciones muy ágiles a la hora de intervenir en la
economía o en la prestación de bienes y servicios.
Por último, se encuentra la Paraadministración. En los últimos tiempos ha
aparecido con fuerza una nueva dinámica que se caracteriza por la circunstan-
cia que determinadas funciones públicas son desempeñadas por organizaciones
privadas. Así por ejemplo, parte de la prestación sanitaria o educativa sufraga-
da por el erario público es dispensada por hospitales y centros educativos
privados. Sanidad y educación son dos de los sectores donde tradicionalmente
más ha operado lo que podríamos calificar como externalización de los servicios
públicos. En los últimos años esta dinámica se ha extendido a otros sectores
como la prestación de servicios sociales, actividades de inspección (por ejemplo
las conocidas Inspecciones Técnicas de Vehículos), etc. A todas estas organiza-
ciones privadas con ánimo de lucro (empresas privadas) o sin ánimo de lucro
(fundaciones, ONGs, etc.) prestadoras de servicios públicos es lo que denomina-
mos paraadministración y que viene a configurar buena parte de lo que se
conoce como el archipiélago administrativo. Pero ¿por qué el sector público
difiere actividades que le son propias al sector privado? La respuesta teórica es
que determinadas organizaciones privadas son más eficaces (prestan servicios
de mayor calidad) y más eficientes (resultan más económicas) que las organi-
zaciones públicas. Esto puede ser cierto en algunas circunstancias y no resulta
tan evidente en otras. De todos modos, que efectivamente la paraadministración
preste servicios a la sociedad de mejor calidad y con menores costes dependerá
siempre del grado de control que ejerzan los organismos públicos sobre este
sector. Sin control no hay garantías de calidad y se pueden perder las supuestas
ventajas económicas.
6 Si se desea tener una visión más amplia de este apartado véase Manuel Villoria y Ernesto
del Pino (1997): Manual de Gestión de Recursos Humanos en las Administraciones
Públicas, Tecnos, Madrid; Xavier Ballart y Carles Ramió (2000): Manual de Ciencia de
la Administración, Tirant lo Blanch, Valencia.
Hay dos grandes modelos de función pública: el que considera que el
funcionario va a estar vinculado de por vida a la Administración, a la que
prestará sus servicios en diferentes puestos de trabajo de un mismo ámbito,
configurándose de esta manera, su carrera profesional. Es decir, se parte de la
polivalencia de los funcionarios para ocupar diferentes puestos y en una
vinculación vitalicia con la Administración. Este es el sistema empleado en
Francia y en España (basado en cuerpos) o en el Reino Unido (estructurado en
clases de funcionarios). Otro modelo se basa en la diferenciación radical de los
diferentes puestos de trabajo de la Administración, lo que supone hacer un
estudio detallado de cada uno de los puestos de trabajo con el objetivo de
reclutar a las personas más idóneas para cada uno de dichos puestos. Ello ha
dado lugar a la formación del slogan la búsqueda del mejor hombre para cada
puesto. Estamos, entonces, ante un sistema basado en la especialización. Este
es el sistema que funciona, en términos generales, en los Estados Unidos.
Estos dos modelos hacen referencia a la estructura de la función pública,
pero además debe tenerse en cuenta la variable política que nos permite
vislumbrar el grado de neutralidad de un sistema de reclutamiento de personal,
es decir, si el personal de la Administración es seleccionado únicamente en
función de su capacidad profesional, o el grado de politización, en el caso de que
el personal público sea reclutado bajo criterios de confianza política. En la
mayoría de los modelos administrativos predomina el sistema neutral, es decir,
los empleados públicos son reclutados en función de su capacidad profesional.
Esto suele ser así excepto en el caso de los altos cargos de las diferentes
organizaciones públicas que normalmente son ocupados por políticos o perso-
nas seleccionadas bajo criterios de confianza política (eventuales). En estos
casos su vinculación con la Administración es sólo temporal. Este es el sistema
de Francia y de España. Hay algunos países, como por ejemplo el Reino Unido,
que reducen al máximo este espacio político existiendo altísimos cargos no
políticos sino profesionales. El sistema opuesto, la politización de la mayor
parte de la Administración, lo encontramos en la Administración de los Estados
Unidos del siglo XIX (spoil system) o en la propia experiencia española también
en el siglo XIX (las cesantías). El sistema de botín o de cesantías consistía en que
los empleados públicos se renovaban después de las elecciones cuando el partido
vencedor en las mismas recompensaba a algunos de sus seguidores nombrán-
dolos para los puestos públicos. Este sistema está actualmente en desuso en los
países avanzados.
Veamos seguidamente en la práctica como se estructura la función pública
en España relatando lo que vendría a ser la vida de un funcionario (ver el gráfico
V): una persona accede a la condición de funcionario una vez que ha superado
una oposición o concurso-oposición que se basa en el conocimiento de un temario
o en la retención y demostración de un conjunto de habilidades. Una vez que
adquiere la condición de funcionario se integra en una estructura matricial en
base a los denominados grupos, en función de los estudios mínimos exigidos
para su acceso, y en base a los cuerpos, atendiendo a los contenidos técnicos del
puesto que esté previsto ocupar.
Hay cinco tipos de grupos: A (son los técnicos superiores y sólo lo pueden
ocupar los licenciados universitarios o equivalentes), B (técnicos medios o de
gestión ocupados por diplomados universitarios o equivalentes), C (administra-
tivos que se les exige el título de bachiller), D (auxiliares administrativos, se
requiere el título de graduado escolar) y E (subalternos, es necesario el
certificado de escolaridad).
Existen muchos cuerpos ya que la Administración requiere muchos perfiles
profesionales distintos: el espectro abarca desde los cuerpos generales, que se
encargan de la gestión administrativa, a una gran variedad de cuerpos especia-
les: profesores de EGB, médicos, letrados, ingenieros especializados, etc.
La carrera administrativa se desarrolla a través de la asunción de niveles
personales cada vez más elevados (van del 1 al 30), dentro de un intervalo más
acotado definido para cada grupo, en función de la ocupación de diferentes
puestos de trabajo. La consecución con el tiempo de mayores responsabilidades
requiere, además de la experiencia, unos conocimientos específicos que el
funcionario puede ir adquiriendo en los cursos de formación permanente
organizados por las unidades internas especializadas en capacitación. El nivel
retributivo depende del nivel del puesto de trabajo ocupado. En la Administra-
ción la parte que predomina del sueldo de los funcionarios es fija quedando
reducida la parte variable a la mínima expresión (complementos de producti-
vidad en algunas administraciones). Esta homogeneidad en las retribuciones
genera ciertos problemas en las relaciones laborales de los empleados públicos
ya que, a igual categoría, todos cobran más o menos lo mismo con independencia
de la cantidad y calidad de su trabajo.
En nuestras administraciones públicas no sólo prestan sus servicios los
funcionarios ya que también se pueden encontrar a funcionarios interinos (que
ocupan un puesto de trabajo de manera temporal a la espera de una próxima
convocatoria de oposiciones), a contratados laborales que están regulados por
la legislación laboral ordinaria. Dentro de los laborales cabe distinguir a los
laborales indefinidos (que a efectos prácticos tienen, al igual que los funciona-
rios, una vinculación vitalicia) y los laborales temporales los cuales al vencer el
tiempo de su contrato tienen que dejar su puesto de trabajo.
Actualmente la distribución de los empleados públicos españoles por niveles
administrativos es la siguiente: el 41,7 % prestan sus servicios en la Adminis-
tración General del Estado, el 32 % en las Comunidades Autónomas y el 21,3%
en la Administración local -el 4% restante se incluye en la categoría Univer-
sidades. Las previsiones de cara a un escenario futuro bastante próximo
apuntan que las Comunidades Autónomas serán, con mucho, el principal
empleador público del país con más del 45% de los empleos, en tanto que la
Administración General del Estado supondrá una cifra inferior al 30% y la
Administración local se aproximará al 25%.
GRÁFICO V
Parámetros y estructura de la función pública española
Oferta Pública
SELECCIÓN
Oposición INCORPORACIÓN
Cocurso-Oposición
Formación Entrada
Grupo
A B C D E
General ESTRUCTURA
0
BÁSICA
Especial 1
v
o
FUNCIÓN PÚBLICA
Especial n
Formación
permanente Ocupación puestos
de trabajo Retribución CARRERA
Niveles 6 a 30 ADMINISTRATIVA
Régimen
disciplinario
CUADRO V
Empleados públicos por niveles de administración
N° de Efectivos %
Administración General del Estado 882.007* 41,7
Comunidades Autónomas 690.270 32,6
Entes Locales 450.710 21,3
Universidades 92.857 4,4
Total 2.115.944 100
* Se incluyen las Fuerzas Armadas (106.734), las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
(122.768) y la Administración de Justicia (24.250).
Fuente: Web del MAP.
7
Para tener una visión más detallada de esta apartado se recomienda el estudio de Rafael
Bañón y Manuel Tamayo (1995): Las Relaciones Intergubernamentales en España: el
Nuevo Papel de la Administración Central en el Modelo de Relaciones
Intergubernamentales, Papeles de Trabajo del Instituto Universitario Ortega y Gasset,
Madrid; y el trabajo de José A. Ramos (1995): Comunidades Autónomas y Cambio
Político-administrativo: Papeles y Legitimidad del nivel Intermedio de Gobierno en
España, Papeles de Trabajo del Instituto Universitario Ortega y Gasset, Madrid.
8 CORAME (1994): Una Nueva Organización para una Nueva Etapa del Gobierno Vasco.
47 Medidas para Renovar la Estructura Organizativa del Gobierno y la Administración
del País Vasco, NAP, Vitoria.