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VISIÓN DE GÉNERO
EN LA DOCTRINA
DE LA SALA
CONSTITUCIONAL
KHW2921
V635
VISIÓN DE GÉNERO
EN LA DOCTRINA
DE LA SALA
CONSTITUCIONAL
Dra. Luisa Estella Morales Lamuño Dra. Evelyn Margarita Marrero Ortiz
Presidenta del Tribunal Presidenta de la Sala
y Presidenta de la Sala Dra. Yolanda Jaimes Guerrero
Dr. Jesús Eduardo Cabrera Vicepresidenta de la Sala
Vicepresidente de la Sala Dr. Levis Ignacio Zerpa
Dr. Pedro Rafael Rondón Haaz Dr. Hadel Mostafá Paolini
Dr. Francisco Antonio Carrasquero López Dr. Emiro Antonio García Rosas
Dr. Marcos Tulio Dugarte Padrón
Dra. Carmen Zuleta de Merchán
Dr. Arcadio Delgado Rosales
Dr. Luis Alfredo Sucre Cuba Dra. Yris Armenia Peña Espinoza
Segundo Vicepresidente del Tribunal Presidente de la Sala
y Presidente de la Sala Dra. Isbelia Josefina Pérez Velásquez
Dr. Luis Martínez Hernández Vicepresidenta de la Sala
Vicepresidente de la Sala Dr. Antonio Ramírez Jiménez
Dr. Rafael Arístides Rengifo Camacaro Dr. Carlos Oberto Vélez
Dr. Juan José Núñez Calderón Dr. Luis Antonio Ortiz Hernández
Dr. Fernando Ramón Vegas Torrealba
Palabras Preliminares
esta visión, afirma, “la legislación pre-constitucional que las mujeres ve-
nezolanas habían logrado en poco más de medio siglo (...devino...) ele-
mental, desarticulada, ineficaz, dispersa y, sobre todo, inconclusa”.
Se espera que esta obra sea tan bien acogida como las anteriores de
nuestro sello editorial, especialmente, por quienes integran el sistema de
justicia, tal como es definido en el Texto Constitucional vigente, artículo
253, esto es, “el Tribunal Supremo de Justicia, los demás tribunales que
determine la ley, el Ministerio Público, la Defensoría Pública, los órga-
nos de investigación penal, los o las auxiliares y funcionarios o funcio-
narias de justicia, el sistema penitenciario, los medios alternativos de
justicia, los ciudadanos o ciudadanas que participan en la administración
de justicia conforme a la ley y los abogados autorizados o abogadas
autorizadas para el ejercicio”.
Contenido
I PARTE
II PARTE
III PARTE
Índice de Artículos
CÓDIGO CIVIL
Artículo 70 .............................................................. 46
Artículo 137 ............................................................ 46
Artículo 168 ............................................................ 46
Artículo 171 ............................................................ 46
Artículo 174 ............................................................ 46
Artículo 201 ............................................................ 201
Artículo 202 ............................................................ 201
Artículo 204 ............................................................ 201
Artículo 211 ............................................................ 46
Artículo 285 ............................................................ 46
Artículo 427 ............................................................ 46
Artículo 507 ............................................................ 46
Artículo 767 ............................................................ 46
Artículo 807 ............................................................ 46
Artículo 809 ............................................................ 201
Artículo 810 ............................................................ 46
Artículo 823 ............................................................ 46
Artículo 824 ............................................................ 46
Artículo 825 ............................................................ 46
Artículo 883 ............................................................ 46
Artículo 1.264 ......................................................... 201
Artículo 1.394 ......................................................... 174, 261
Artículo 1.196 ......................................................... 426
12 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
CÓDIGO PENAL
Artículo 77 .............................................................. 312
Artículo 84 .............................................................. 312
Artículo 99 .............................................................. 312
Artículo 222 ............................................................ 66
Artículo 225 ............................................................ 66
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 13
CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA
BOLIVARIANA DE VENEZUELA
Artículo 2 ................................................................ 312, 341
Artículo 6 ................................................................ 341
Artículo 15 .............................................................. 341
Artículo 16 .............................................................. 341
Artículo 19 .............................................................. 291
Artículo 20 .............................................................. 201
14 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
LEY DE ABOGADOS
Artículo 61 .............................................................. 438
Artículo 70 .............................................................. 438
s
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 19
Abreviaturas
CONV.
Nº 183 OIT: Convenio Nº 183 de la Organización Mundial del Trabajo
I PARTE
CONSTITUCIÓN Y GÉNERO
22 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
S
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 23
CONSTITUCIÓN Y GÉNERO
II PARTE
SELECCIÓN DE LAS SENTENCIAS
CON PERSPECTIVAS DE GÉNERO
DE LA SALA CONSTITUCIONAL
DEL TRIBUNAL SUPREMO
DE JUSTICIA, POR ORDEN
CRONOLÓGICO
40 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
S
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 41
Sentencia: Nº 259 del veintiuno de febrero de 2001.
Caso: Acción de Amparo Constitucional intentada por el ciu-
dadano Carlos Manuel Díaz Reyes, contra el acto ad-
ministrativo de efectos particulares, Nº F-760, dictado
por el Ministro de Finanzas, el 13 de julio de 2000.
Normativa citada en el fallo:
CRBV: Artículo 335.
LOASDGC: Artículos 8 y 28.
Texto del fallo:
En fecha 31 de octubre de 2000 fue presentado por el ciudadano CAR-
LOS MANUEL DÍAZ REYES, titular de la cédula de identidad N°
1
El 20 de septiembre de 2007, mediante Gaceta Oficial de la República Bolivariana de
Venezuela Nº 38.773, entró en vigencia la “Ley para la Protección de las Familias, la Mater-
nidad y la Paternidad”, la cual en su artículo 8 dispuso la inmovilidad del padre hasta un año,
luego del nacimiento de su hija o hijo, extendiendo con esto el fuero maternal establecido en la
Ley Orgánica del Trabajo ahora al padre.
42 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
4.054.805, asistido por la abogada MARÍA FÁTIMA MONTENEGRO
DE DÍAZ, inscrita en el Inpreabogado bajo el N° 55.595, Acción de
Amparo Constitucional, contra acto administrativo de efectos particula-
res dictado por el ciudadano Ministro de Finanzas, JOSÉ ALEJANDRO
ROJAS RAMÍREZ, en fecha 13 de julio del 2000.
En esta misma fecha se dio cuenta a esta Sala Constitucional y se de-
signó ponente al Magistrado JOSÉ MANUEL DELGADO OCANDO,
quien con tal carácter suscribe el presente fallo y pasa la Sala a decidir,
previas las siguientes consideraciones:
I
ANTECEDENTES
En fecha 19 de marzo de 1999, el ciudadano CARLOS MANUEL DÍAZ
REYES, comienza a ejercer labores como Gerente de la Aduana Subal-
terna El Yaque, ubicada en el Aeropuerto Internacional Santiago Mari-
ño, Estado Nueva Esparta, adscrito al Servicio Nacional Integrado de
Administración Aduanera y Tributaria (SENIAT).
En fecha 13 de julio del 2000, el ciudadano Ministro de Finanzas, JOSÉ
ALEJANDRO ROJAS RAMÍREZ, designado por el ciudadano Presi-
dente de la República, mediante Decreto N° 288 de fecha 31 de agosto
de 1999, publicado en la Gaceta Oficial N° 36779 del 03 de septiembre
de 1999, suscribe oficio N° F-760, por el que es removido del cargo el
accionante, el cual es de libre nombramiento y remoción. Posteriormen-
te fue retirado del Servicio Nacional Integrado de Administración Adua-
nera y Tributaria (SENIAT). De dicha decisión, el ciudadano en
referencia fue notificado el día 10 de agosto de 2000.
En fecha 31 de octubre de 2000, CARLOS MANUEL DÍAZ REYES,
interpone acción de amparo por ante esta Sala, contra la decisión ema-
nada del Ministro de Finanzas, “... como quiera que la novedosa y
recientemente aprobada Constitución Bolivariana de la República
de Venezuela establece como garantía constitucional la protección
integral de la maternidad y la paternidad, desde el momento mismo
de la concepción, entendiéndose consecuencialmente, que el pa-
dre goza en igualdad de condiciones de los mismos derechos y obli-
gaciones que la madre, es por lo que ocurro ante usted como máximo
garante de la justicia de nuestro país para solicitar fundamentado
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 43
II
COMPETENCIA
Debe previamente esta Sala determinar su competencia para conocer
de la presente acción de amparo constitucional, y a tal efecto observa:
En este caso se hace necesario reiterar que en sentencia de fecha 20
de enero de 2000 (caso Emery Mata Millán vs el Ministro y el Vice-
Ministro del Interior y Justicia), esta Sala dictaminó: “...Corresponde a
la Sala Constitucional, por su esencia, al ser la máxima protectora
de la Constitución y además ser el garante de la supremacía y efec-
tividad de las normas y principios constitucionales, de acuerdo con
el artículo 335 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, el conocimiento directo, en única instancia, de las ac-
ciones de amparo a que se refiere el artículo 8 de la Ley Orgánica
de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, incoadas
contra los altos funcionarios a que se refiere dicho artículo, así
como contra los funcionarios que actúen por delegación de las
atribuciones de los anteriores...”.
La solicitud de amparo constitucional interpuesta ha sido dirigida contra
la resolución del Ministro de Finanzas, ciudadano JOSÉ ALEJANDRO
ROJAS RAMÍREZ, motivo por el cual esta Sala se declara competente
para conocer del presente Amparo Constitucional, y así se decide.
44 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
III
MOTIVACIÓN PARA DECIDIR
La acción de amparo se configura como un medio de protección del goce y
ejercicio de todos los derechos y garantías que la Constitución establece.
Para que proceda la acción de amparo es menester que el acto, hecho u
omisión, haya producido una perturbación real y manifiesta al derecho
constitucional cuya protección jurisdiccional se solicita. Así, en caso
contrario, no se dará origen ni por lo tanto procederá la orden judicial de
amparo, en razón de la inexistencia de una situación jurídico-constitu-
cional infringida.
En el caso que nos ocupa, el accionante, ciudadano CARLOS MA-
NUEL DÍAZ REYES, alega que “...cuando fui removido del cargo en
referencia, mi esposa se encontraba con aproximadamente veinte (20)
semanas de gestación, como puede apreciarse en el examen médico
adjunto...” . Y con base en ello solicita que “...sean restituidos los dere-
chos constitucionales que me han sido lesionados, en virtud de que por
disposición de las normas Constitucionales antes citadas gozo en los
actuales momentos de un fuero especial equiparable en cuanto a sus
efectos al fuero maternal...’’.
Sin duda, la expuesta por el promovente, es una versión excéntrica acerca
de la jerarquía y protección especial que el orden jurídico, constitucional
y legal, confiere a la maternidad. Sin embargo, ella puede llevar a una
grave distorsión del sentido y alcance del conjunto normativo instituido
en salvaguarda de la familia, y de la trascendente función social que ella
cumple. Tal orden también se expresa en disposiciones que, por su con-
tenido teleológico y naturaleza de la materia regulada, tiene sujetos o
fines específicos, a los cuales están constreñidas las disposiciones que
lo integran. La Constitución, al igual que cualquier otro instrumento jurí-
dico-normativo, debe ser analizada y entendida dentro del marco del
principio de armonía y coherencia de sus disposiciones. Así, las atinen-
tes a los derechos y garantías constitucionales, integran un sistema de
variables interdependientes que debe mantenerse en permanente equili-
brio en aras del bien común. De manera que la interpretación y aplica-
ción de preceptos de rango constitucional referentes, de manera directa,
a un orden de cosas, no puede derivar en detrimento de garantías o
privación de derechos de igual rango en otro ámbito de lo social.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 45
Analizados los elementos expuestos por el accionante en el escrito
contentivo de la acción de amparo constitucional, la Sala observa que
el accionante aduce que goza de un fuero especial equiparable, en
cuanto a sus efectos, al fuero maternal previsto en la Ley Orgánica
del Trabajo vigente, por la circunstancia de que su esposa se encon-
traba embarazada, motivo por el cual pretende disfrutar de un dere-
cho que corresponde a ésta. Ahora bien, aun cuando es cierto que
nuestra Constitución establece la igualdad y la prohibición de todo tipo
de discriminación por razones de política, edad, raza, sexo o credo, o
por cualquier otra condición, el accionante no puede pretender una
protección laboral que corresponde a la categoría de género para el
que ha sido legalmente instituida.
En razón de que las pretendidas violaciones constitucionales atribuidas al
oficio Nº F-760 de fecha 13 de julio del año 2000, emanado del Ministro
de Finanzas, mediante el cual fue removido el accionante del cargo de
Gerente de la Aduana Subalterna “El Yaque”, ubicado en el Estado Nue-
va Esparta, no son subsumibles en la esfera del derecho constitucional
alegado como vulnerado, la pretensión del accionante resulta manifiesta-
mente contraria a derecho, la Sala la declara improcedente in limine, y
amonesta al quejoso y a la abogada asistente por su temeridad e insólita
acción, conforme lo dispone el artículo 28 de la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales. Así se decide.
IV
DECISIÓN
Por los razonamientos antes expuestos, esta Sala Constitucional, admi-
nistrando Justicia en nombre la República y por autoridad de la Ley,
declara IMPROCEDENTE la acción de amparo constitucional inter-
puesta por el ciudadano CARLOS MANUEL DÍAZ REYES, en contra
de la decisión tomada por el ciudadano JOSÉ ALEJANDRO ROJAS
RAMÍREZ, en su carácter de Ministro de Finanzas, de fecha 13 de julio
de 2000, mediante la cual aquél fue removido del cargo el Gerente de la
Aduana Subalterna El Yaque. Y así se declara.
Publíquese, regístrese y archívese el expediente. Cúmplase lo ordenado.
Dada, firmada y sellada, en el Salón de Despacho de la Sala Constitu-
cional del Tribunal Supremo de Justicia, a los 21 días del mes de FE-
46 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
BRERO del año dos mil uno. Años: 190° de la Independencia y 141° de
la Federación.
(...)
Sentencia: Nº 1.682 del quince de julio de 2005.
Caso: Solicitud de Interpretación del Artículo 77 de la Cons-
titución de la República Bolivariana de Venezuela,
intentada por el apoderado judicial de la ciudadana
Carmela Mampieri Giuliani.
Normativa citada en el fallo:
CC: Artículos 70, 137, 168, 171, 174, 211, 285,
427, 507, 767, 807, 810, 823, 824, 825
y 883.
CRBV: Artículos 49 y 77.
Texto del fallo:
En la misma oportunidad, se designó como ponente al Magistrado que,
con tal carácter, suscribe el presente fallo.
Mediante decisión dictada el 22 de abril de 2005, esta Sala admitió re-
curso de interpretación interpuesto y, en consecuencia, ordenó notificar
al Fiscal del Ministerio Público, para que, en el lapso de cinco (5) días
de despacho siguientes a dicha notificación, consignara –si lo conside-
raba necesario– escrito contentivo de los argumentos en torno al senti-
do e interpretación que ha de brindarse al artículo 77 constitucional.
Igualmente, se acordó no efectuar audiencia oral, en virtud de que la
Sala decidirá exclusivamente con base en lo cursante en autos.
Practicada la notificación ordenada y cumplido el lapso establecido en
la decisión antes indicada, la Sala pasa a decidir sobre el fondo del pre-
sente recurso, en los términos siguientes:
DE LA SOLICITUD DE INTERPRETACIÓN
El apoderado judicial de la solicitante fundamentó su recurso en lo siguiente:
1.- Que le fue reconocido por el Juzgado Noveno de Primera Instancia
de Familia y Menores de la Circunscripción Judicial del Área Metropo-
litana de Caracas el 7 de marzo de 1995, a su representada el carácter
de concubina del ciudadano SOIL ACKOSKI, con quien mantuvo una
unión no matrimonial durante 23 años.
2.- Que en virtud de que el artículo 77 de la Constitución extiende los efec-
tos del matrimonio a las uniones estables de hecho y dichos efectos son
regulados por el Código Civil, siendo uno de los efectos civiles del matrimo-
nio, el derecho potestativo de la mujer a utilizar el apellido de su esposo
mientras no contraiga nuevas nupcias en caso de quedar viuda, indicó, que
sí podría en su carácter de concubina utilizar el apellido de su concubino y
proceder a cambiar su documento de identificación conforme a lo estable-
cido en los artículos 11 y 12 de la Ley Orgánica de Identificación.
3.- Que el artículo 77 de la Constitución, equipara al matrimonio a las
uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer, que cumplan
con los requisitos de la ley, estableciendo que ambas instituciones al
unísono, entendidas como familia tendrán y producirán respecto de sus
miembros los efectos establecidos en la Ley. Indicó que, “(p)revio al
48 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
en permanente concubinato con el hombre contra quien hace va-
ler la presunción a su favor establecida por el artículo 767 eius-
dem. La formación o aumento del patrimonio es cosa real, los
bienes en comunidad, no importa que existan documentados a
nombre de uno solo de los concubinos, es parte de lo que se pide;
basta por tanto, evidenciar su existencia, tal como lo hizo la recu-
rrida. La causa, es decir, el porqué se pide, consiste en la unión
concubinaria permanente, respecto de la cual existe en autos el
alegato de hechos y la prueba respectiva, pero que no fueron ana-
lizados exhaustivamente por la recurrida.
7.- Que, “(...) como señaló igualmente el Constituyente, todos estos
derechos (es decir, los derechos sociales y de las familias referidos
en el Capítulo V), constituyen la base fundamental del nuevo orde-
namiento jurídico en el que la vida, la ética, la libertad, la justicia,
la dignidad, la igualdad, la solidaridad, el compromiso, los debe-
res ciudadanos y la seguridad jurídica, son valores que concurren
en la acción transformadora del Estado”. Para luego afirmar, que
“artículo 77 de la Constitución es de aplicación preeminente a cual-
quier norma subordinada y como tal, la norma subordinada re-
quiere de una interpretación acorde con la finalidad expresada en
dicha disposición”.
8.- Que, “(c)omo la finalidad de esta acción es esclarecedora y
completiva, como lo ha sentado esta Sala en el fallo citado (2077/
2002), y en ningún momento puede invadir la reserva legal que es
competencia exclusiva del Poder Legislativo, es necesario que se
interprete el artículo 77 en concordancia con las leyes preconstitu-
cionales que desarrollan los efectos del matrimonio, en especifico
el CC, ya que las dudas que surgen de su interpretación, al exten-
derse estos efectos a las uniones estables de hecho, deben encon-
trar un cauce procesal adecuado para su deducción en sede
judicial, toda vez que este no se encuentra predeterminado para
los concubinos, y tal y como están concebidas las normas precons-
titucionales, marcan un problema para el ejercicio de los derechos
fundamentales y para el mantenimiento del orden público y la paz
social, estableciendo en la práctica una desigualdad entre aque-
llos miembros de una familia que hayan celebrado el matrimonio y
aquéllos que no lo hayan hecho”.
50 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
9.- Que, al establecer el contenido del artículo 77 de la Constitución,
que las uniones estables de hecho que cumplan los requisitos estable-
cidos en la ley, producirán los mismos efectos del matrimonio, caben
l as i nterrogantes si gui entes: “¿Corresponde a los concubinos la to-
talidad de los efectos civiles del matrimonio establecidos en el
CC y en otras leyes de la República? ¿A que efectos se esta refi-
riendo la disposición Constitucional, a aquellos derechos y car-
gas entre las personas o sólo respecto a sus bienes? ¿Cuáles son
y como se aplican?”.
10.- Que, “(e)n atención al fallo de fecha 22/09/2000 (Servio Tulio
León) en el cual se exige al que incoa esta acción expresar con
precisión en qué consiste la interpretación, a los fines de precisar
en que supuesto se encuentra el solicitante, y como se señaló al
principio de este escrito, la presente acción versa sobre el alcance
de este dispositivo constitucional, en relación a las normas legales
preconstitucionales que regulan los efectos del matrimonio civil,
que no incluyen dentro de sus supuestos de hecho, a las uniones
estables de hecho no matrimoniales, motivo por el cual se requiere
conocer el alcance del artículo 77 de la CRBV, para que su imple-
mentación de la vida practica y jurídica de todas las personas que
se encuentren en la situación allí concebida, sea uniforme y se evi-
ten fallos contradictorios”.
11.- Que “...el matrimonio civil es el único que produce efectos le-
gales, respecto de las personas como de sus bienes, y para poder
reclamar esos efectos civiles, se requiere de la prueba escrita (do-
cumento público) donde conste la celebración del acto. Resulta
entonces evidente, de la lectura de la disposición del artículo 113
del CC, que la misma constituye una limitante del precepto estable-
cido en el artículo 77 constitucional”.
12.- Que, a partir del artículo 137 del Código Civil, se regulan los efectos
del matrimonio, en cuanto a las personas y sus bienes, ya que en cuan-
to a las personas, este artículo coloca en cabeza de los cónyuges la
obligación de vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamen-
te, siendo optativo para la mujer utilizar el apellido de su esposo, lo
que es un derecho a su favor, que subsistirá después de disuelto el
vínculo por la muerte de su cónyuge y mientras no contraiga nuevas
nupcias. Adujo, que los cónyuges están obligados a contribuir en la
medida de sus recursos, al cuidado y mantenimiento del hogar común
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 51
y a las demás cargas matrimoniales, pudiendo ser obligado judicial-
mente el cónyuge que sin causa justificada dejare de cumplir con di-
chas obligaciones, de allí que “¿Estos efectos son extensibles a las
uniones no matrimoniales, en cuanto a la obligación de contri-
buir al cuidado y mantenimiento del hogar común y las cargas de
la comunidad previstas en el CC?”.
13.- Que “(...) las uniones estables de hecho, en sus efectos legales
se equiparan al matrimonio por mandato constitucional; pero res-
pecto a los efectos reconocidos en el CC, ¿cómo se les aplicará a
estas uniones no matrimoniales, si los concubinos no pueden disol-
ver el vinculo que los une mediante divorcio, nulidad o separación
judicial de bienes por vía jurisdiccional, toda vez que no han cele-
brado el matrimonio como tal, pero de hecho funcionan exacta-
mente igual?”.
14.- Que “(p)areciera que la respuesta se encuentra en el artículo
767 del mismo texto legal, que establece: (...). Del análisis de este
artículo, no cabe la mejor duda que lo regulado para este tipo de
uniones en el CC, se limita a la comunidad ordinaria de bienes,
surtiendo esta comunidad sólo efectos entre ellos y sus herederos,
sin importar a nombre de quien estén documentados los bienes.
Visto de una manera simple, lo allí preceptuado no viola el dere-
cho de propiedad de los concubinos o los derechos sucesorales
de sus herederos, si deciden finalizar su relación no matrimonial;
pero esta comunidad no existirá si uno de ellos está casado. De
alguna manera, este artículo se equipara en sus efectos al artícu-
lo 148 del CC, que expresa que entre marido y mujer, si no hubie-
re convención en contrario, son comunes de por mitad, las
ganancias o beneficios que se obtengan durante el matrimonio,
comunidad que comienza precisamente el día de la celebración
del matrimonio (art. 149 del CC), pero surge la pregunta de que si
en esta separación de la comunidad que existe entre ellos, entra-
rá a discutirse el valor de la plusvalía de los bienes propios que
tenían antes de unirse de hecho”.
15.- Que, al disolverse el vínculo de hecho que los une por la muerte de
uno de los cónyuges, el artículo 767 del Código Civil limita al concubino
o concubina en los derechos que se le otorgan al cónyuge en la sucesión
de su causante, ya que esta norma en específico, no reconoce la comu-
nidad universal concedida a los que sí contraen matrimonio, existiendo
52 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
contradicción entre lo que dispone esta norma legal y el artículo 77 de la
Constitución, el cual extiende los efectos legales que nacen del matri-
monio a las uniones establecidas de hecho.
16.- Que surge la necesidad de conocer si los concubinos que decidan
disolver su unión estable de hecho, podrán a los fines de preservar el
caudal común, tener acceso a las normativas legales que amparan a los
cónyuges para resguardar su patrimonio, tales como las establecidas en
los artículos 191 al 196 del Código Civil que sólo proceden en caso de
divorcio. Señaló el solicitante, que “(...) para los que están casados y
tienen la prueba de la celebración de esa unión, en materia de
disolución y liquidación de la comunidad, el artículo 174 faculta
al Juez para dictar las providencias que estimare convenientes a la
seguridad de los bienes comunes, mientras dure el juicio. En el
caso de los concubinos no puede hablarse de separación de cuer-
pos o divorcio como tales, entonces, de surgir una separación de
cuerpos de hecho que finalice la relación concubinaria, ¿cómo se
regularía lo concerniente tanto a la disolución y liquidación de la
comunidad, y cómo haría el cónyuge que se vea afectado para pre-
servar ese patrimonio común? ¿Podría solicitar al Juez la cautela
prevista en el artículo 174 o la del 191? ¿Podría el concubino ha-
cer extensibles a él los efectos del artículo 195 del CC, sobre acor-
dar pensión de alimentos al concubino que se encuentre
incapacitado para trabajar y carezca de otros medios para sufra-
gar sus necesidades?”.
17.- Que, el artículo 175 del Código Civil dispone que acordada la sepa-
ración queda extinguida la comunidad y se hará la liquidación de ésta;
en consecuencia, “¿A partir de qué momento cesa la comunidad en
una unión estable de hecho al ser imposible que medie una separa-
ción judicial que determine de manera precisa el momento en que
la misma cesa?, ello debido a que en el fallo mero declarativo que
da certeza de la relación concubinaria, sólo abarca ese hecho, al
ser esa la función de los fallos declarativos, que no son de la natu-
raleza de los fallos de condena o constitutivos”.
18.- Que también surge una duda en cuanto a si los concubinos pueden
celebrar capitulaciones matrimoniales válidamente, con ocasión a lo cual
“Pondré un ejemplo: A y B deciden contraer matrimonio civil y cum-
plen con todos los requisitos establecidos en la ley, pero antes de
celebrar el acto deciden suscribir un contrato de capitulaciones, el
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 53
22.- Que, “(a)l ser la muerte una de las causas de disolución del
matrimonio, en el artículo 807 se expresa que las sucesiones se
defieren por ley o por testamento y será intestada cuando en todo
o en parte falta la sucesión testamentaria. El artículo 823 estable-
ce que el matrimonio crea derechos sucesorios para el cónyuge de
la persona cuya sucesión se trate. Estos derechos cesan con la se-
paración de cuerpos y de bienes sea por mutuo consentimiento,
sea contenciosa, salvo prueba, en ambos casos, de reconciliación.
Este supuesto, ¿será aplicable a las uniones estables de hecho que
estuviesen separados por un lapso determinado de tiempo y poste-
riormente se hubieren reconciliado?”.
23.- Que, en materia sucesoral el Código Civil (artículos 796, 807,
823-825, 883-887) reconoce al cónyuge sobreviviente una serie de
derechos sobre el patrimonio de su causante, los cuales por mandato
constitucional deberían ser extendidos a los concubinos, al encontrar-
se éstos en idéntica situación con los que han contraído matrimonio.
Señaló que, además, el artículo 1.481 del Código Civil establece que
entre marido y mujer no puede haber venta de bienes, como conse-
cuencia de lo cual surgió la interrogante de ¿cómo opera esa prohibi-
ción legal, si los efectos de esa unión de hecho son exactos al
matrimonio? ¿puede ser alegado por uno de los concubinos o por un
tercero que fue afectado por la venta realizada?
24.- Que el Código Civil regula otros efectos del matrimonio que “...no
se han citado en este escrito, como las causales de disolución del
vínculo matrimonial, o el delito de bigamia, pero que podrían ser
interpretados por esa Sala a la luz de lo preceptuado en el artículo
77, por considerar quien suscribe este escrito, que las uniones es-
tables de hecho sólo producen efectos si la pareja es soltera, por-
que al estar uno de ellos casado, tal extensión de los efectos se
haría inaplicable, al proteger la CRBV a la institución de la familia
fundamentada en el matrimonio y a la luz de la Constitución, estas
uniones se están protegiendo en la misma dimensión que a la fami-
lia, por ser esa su esencia”.
25.- Que como consecuencia de lo antes apuntado, “...caben las du-
das siguientes ¿En las uniones estables de hecho que se consoli-
den en contravención al CC, y en las cuales se generan las nulidades
(sic) del matrimonio (impedimentos dirimentes e impedientes) cómo
se manejan los efectos civiles que el mismo Código les reconoce?”.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 55
Finalmente, señaló que la interpretación aquí solicitada es de suma impor-
tancia, por cuanto si los efectos del matrimonio se aplican a las uniones
estables de hecho conforme a los requisitos de ley, debe determinarse su
alcance, a los fines de que todos los Tribunales de la Repúblicas apliquen
de manera uniforme estos efectos que por extensión consagró el texto
constitucional y están desarrollados en el Código Civil de 1942, reforma-
do en 1982, la cual es una ley preconstitucional que sólo regulaba lo rela-
tivo en las uniones concubinarias a la filiación de los hijos nacidos en ellas
y los bienes que pertenecían a los concubinos, pero fuera de eso no se
aplicaban ni se extendían los efectos del matrimonio consagrados en di-
cho texto legal, que ahora por extensión le son aplicables en su totalidad.
II
Corresponde a esta Sala decidir el fondo de la presente interpretación
del artículo 77 de la Constitución, para lo cual se observa:
El artículo 77 constitucional reza “Las uniones estables entre un hom-
bre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley
producirán los mismos efectos que el matrimonio”.
Resulta interesante para la Sala resaltar que dicha norma use la voz
“unión estable” entre el hombre y la mujer, y no la de concubino o con-
cubina utilizada en el artículo 49.5 eiusdem; y ello es así porque unión
estable es el género, tal como se desprende del artículo 146 del Código
Orgánico Tributario, o del artículo 13-5 de la Ley de Empresas de Segu-
ros y Reaseguros, o del artículo 785 de la Ley de Cajas de Ahorro y
Fondos de Ahorro, siendo el concubinato una de sus especies.
El concubinato es un concepto jurídico, contemplado en el artículo 767
del Código Civil, y tiene como característica –que emana del propio
Código Civil– el que se trata de una unión no matrimonial (en el sentido
de que no se han llenado las formalidades legales del matrimonio) entre
un hombre y una mujer solteros, la cual está signada por la permanencia
de la vida en común (la soltería viene a resultar un elemento decisivo en
la calificación del concubinato, tal como se desprende del artículo 767
del Código Civil y 7, letra a) de la Ley del Seguro Social).
56 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Se trata de una situación fáctica que requiere de declaración judicial y
que la califica el juez, tomando en cuenta las condiciones de lo que debe
entenderse por una vida en común.
Además de los derechos sobre los bienes comunes que nacen durante esa
unión (artículo 767 eiusdem), el artículo 211 del Código Civil, entre otros,
reconoce otros efectos jurídicos al concubinato, como sería la existencia de la
presunción pater ist est para los hijos nacidos durante su vigencia .
Dado lo expuesto, para la Sala es claro que actualmente el concubinato
que puede ser declarado tal es aquel que reúne los requisitos del artícu-
lo 767 del Código Civil, y él viene a ser una de las formas de uniones
estables contempladas en el artículo constitucional, ya que cumple los
requisitos establecidos en la ley (Código Civil), para ser reconocido como
tal unión. Por ahora –a los fines del citado artículo 77– el concubinato
es por excelencia la unión estable allí señalada, y así se declara.
Lo anterior no significa que la ley no pueda tipificar otros tipos de rela-
ciones entre hombres y mujeres como uniones estables a los efectos del
artículo 77 constitucional, tomando en cuenta la permanencia y notorie-
dad de la relación, cohabitación, etc. y, por ello, el Proyecto de Ley
Orgánica de Protección a la Familia, la Maternidad y la Paternidad,
discutida en la Asamblea Nacional, en los artículos 40 al 49, desarrolla
las uniones estables de hecho, como una figura propia mientras que el
concubinato como figura distinta a la anterior, fue desarrollado en los
artículos 50 al 53.
“Unión estable de hecho entre un hombre y una mujer”, representa un
concepto amplio que va a producir efectos jurídicos, independientemen-
te de la contribución económica de cada uno de los unidos en el incre-
mento o formación del patrimonio común o en el de uno de ellos, siendo
lo relevante para la determinación de la unión estable, la cohabitación o
vida en común, con carácter de permanencia, y que la pareja sea solte-
ra, formada por divorciados o viudos entre sí o con solteros, sin que
existan impedimentos dirimentes que impidan el matrimonio.
Pero como, al contrario del matrimonio que se perfecciona mediante el
acto matrimonial, recogido en la partida de matrimonio, no se tiene fe-
cha cierta de cuándo comienza la unión estable, ella debe ser alegada
por quien tenga interés en que se declare (parte o tercero) y probada
sus características, tales como la permanencia o estabilidad en el tiem-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 57
po, los signos exteriores de la existencia de la unión (lo que resulta
similar a la prueba de la posesión de estado en cuanto a la fama y el
trato, ya que la condición de la pareja como tal, debe ser reconocida por
el grupo social donde se desenvuelve), así como la necesidad de que la
relación sea excluyente de otra de iguales características, debido a la
propia condición de la estabilidad. Si la unión estable se equipara al
matrimonio, y la bigamia se encuentra prohibida, a juicio de esta Sala es
imposible, para que ella produzca efectos jurídicos, la coexistencia de
varias relaciones a la vez en igual plano, a menos que la Ley expresa-
mente señale excepciones. Ahora bien, corresponde conforme al artí-
culo 77 constitucional, a la reserva legal la regulación de las otras uniones
estables diversas al concubinato y, por ello, le está a la Sala vedado, aun
por la vía de la jurisdicción normativa, realizar la tipificación de estas
otras uniones, y así se declara.
Señalado lo anterior, debe la Sala señalar cuáles de los efectos del ma-
trimonio son aplicables a las “uniones estables de hecho entre hombre y
mujer”, de conformidad con la petición de la accionante, siendo necesa-
rio apuntar que aunque el concubinato es un tipo de unión estable, por
ser él la figura regulada en la Ley, a él se referirá la Sala indistintamen-
te como “unión estable” o concubinato, pero reconociendo que dentro
del concepto de unión estable pueden existir tipos diferentes al concubi-
nato. La Sala con fines de abarcar ambas clases de uniones, y por tanto
al género, utilizará el término de unión estable en este fallo, para referir-
se a todas las posibilidades, incluida el concubinato.
En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los posibles efec-
tos civiles del matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido
declarada conforme a la ley, por lo que se requiere una sentencia defi-
nitivamente firme que la reconozca.
En la actualidad, es necesaria una declaración judicial de la unión esta-
ble o del concubinato; dictada en un proceso con ese fin; la cual conten-
ga la duración del mismo, lo que facilita, en caso del concubinato, la
aplicación del artículo 211 del Código Civil, ya que la concepción de un
hijo durante la existencia del mismo, hace presumir que el concubino es
el padre del hijo o hija, por lo que la sentencia declarativa del concubi-
nato debe señalar la fecha de su inicio y de su fin, si fuera el caso; y
reconocer, igualmente, la duración de la unión, cuando ella se ha roto y
luego se ha reconstituido, computando para la determinación final, el
tiempo transcurrido desde la fecha de su inicio.
58 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Ahora bien, el matrimonio –por su carácter formal– es una institución que
nace y se prueba de manera distinta al concubinato o a cualquier otra
unión estable, y por ello estas últimas no pueden equipararse íntegramen-
te al matrimonio y, por tanto, no puede pretenderse que, automáticamen-
te, todos los efectos del matrimonio se apliquen a las “uniones estables”.
En consecuencia, no es posible una declaración general que asimile las
uniones (de cualquier tipo) al matrimonio y, por lo tanto, observa la Sala,
hay que distinguir cuáles efectos del matrimonio se aplican al concubi-
nato y a las posibles otras uniones estables.
Estas uniones (incluido el concubinato) no son necesariamente simila-
res al matrimonio, y aunque la vida en común (con hogar común) es un
indicador de la existencia de ellas, tal como se desprende del artículo 70
del Código Civil, este elemento puede obviarse siempre que la relación
permanente se traduzca en otras formas de convivencia, como visitas
constantes, socorro mutuo, ayuda económica reiterada, vida social con-
junta, hijos, etc.
Siguiendo indicadores que nacen de las propias leyes, el tiempo de dura-
ción de la unión, al menos de dos años mínimo, podrá ayudar al juez para
la calificación de la permanencia, ya que ese fue el término contempla-
do por el artículo 33 de la Ley del Seguro Social, al regular el derecho
de la concubina a la pensión de sobrevivencia.
Debido a lo expuesto, pasa la Sala a examinar los efectos del matrimo-
nio aplicables a las uniones estables y al concubinato, y ella considera
que los deberes que el artículo 137 del Código Civil impone a los cónyu-
ges y cuya violación se convierte en causales de divorcio (ver en el
artículo 185 del Código Civil los ordinales 1° y 2°), no existen en el
concubinato ni en las otras uniones.
Unión estable no significa, necesariamente, bajo un mismo techo (aun-
que esto sea un símbolo de ella), sino permanencia en una relación,
caracterizada por actos que, objetivamente, hacen presumir a las perso-
nas (terceros) que se está ante una pareja, que actúan con apariencia
de un matrimonio o, al menos, de una relación seria y compenetrada, lo
que constituye la vida en común.
Se trata de una relación permanente entre un hombre y una mujer, y no
de una entre un hombre y varias mujeres (así todas ellas estén en igual
plano) y viceversa.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 59
A juicio de la Sala, así como no existe el deber de vivir juntos, tampoco
puede existir el de fidelidad contemplado en el artículo 137 del Código
Civil, por lo que la violación de deberes como el de fidelidad o de vida
en común (artículo 137 citado) no producen efectos jurídicos, quedando
rota la “unión” por el repudio que de ella haga cualquiera de los compo-
nentes, lo que viene dado porque uno de ellos contraiga matrimonio con
otra persona, o porque, por cualquier razón, se rompió la continuidad de
la relación. Extinguida la relación, la ley, al menos en el concubinato,
reconoce la condición de ex concubino como lo hace el artículo 42 de la
Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia.
En cuanto al deber de socorrerse mutuamente, contemplado para los
cónyuges en el artículo 137 del Código Civil, la Sala considera que éste
sí existe en cualquier tipo de unión, ya que si legalmente las uniones (o
al menos el concubinato) generan derechos –como los alimentarios– los
cuales normalmente corresponden a los cónyuges mientras dure el ma-
trimonio, los componentes de estas uniones de hecho deben tener tam-
bién esos derechos, como luego se explica, y ello se corresponde con el
deber de socorro mutuo comentado.
También otorga el artículo 173 del Código Civil, el derecho optativo de
la mujer de utilizar el apellido de su marido.
A juicio de esta Sala, la utilización de apellidos distintos al propio, como
sería para la mujer el del marido, es un derecho que le nace solamente
del acto matrimonial, que conlleva a que añada algo a su identidad, y
que se ve sostenido por el acta de matrimonio que refleja un nuevo
estado civil.
El estado civil de las personas naturales, está formado por los naci-
mientos y matrimonios, y necesariamente por las mutaciones que éste
sufre (divorcio, por ejemplo), que se anotan al margen de las partidas
del estado civil.
Para la Sala, el que la unión estable en general produzca los mismos
efectos que el matrimonio, no significa –se repite– que ella se convierte
en matrimonio, sino que se le equipara; es decir, en lo que sea posible.
Sin embargo, la condición jurídica de la unión estable, en principio, no
permite a la mujer el uso del apellido del marido.
60 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
El estado civil surge de unas manifestaciones de voluntad formales con-
tenidas en las actas del estado civil, así como de las transformaciones
que éste recibe y que constan en las notas marginales de las partidas.
Se trata de una cuestión formal que permite no sólo conocer la condi-
ción de la persona, sino que resulta la piedra angular del sistema de
identificación.
No existe, en estos momentos y para esta fecha, una partida del estado
sss
civil de concubinato, u otro tipo de unión, que otorgue el estado de con-
cubino o unido y, por tanto, los símbolos que representan el estado civil,
como el uso del apellido del marido por la mujer; a juicio de la Sala, no
puede ser utilizado por quien no ha contraído matrimonio.
Ahora bien, al equipararse al matrimonio, el género “unión estable” debe
tener, al igual que éste, un régimen patrimonial, y conforme al artículo
767 del Código Civil, correspondiente al concubinato pero aplicable en
la actualidad por analogía a las uniones de hecho, éste es el de la comu-
nidad en los bienes adquiridos durante el tiempo de existencia de la
unión. Se trata de una comunidad de bienes que se rige, debido a la
equiparación, que es posible en esta materia, por las normas del régi-
men patrimonial-matrimonial.
Diversas leyes de la República otorgan a los concubinos derechos patri-
moniales y sociales en diferentes áreas de la vida, y esto, a juicio de la
Sala, es un indicador que a los concubinos se les está reconociendo
beneficios económicos como resultado de su unión, por lo que, el artícu-
lo 77 eiusdem, al considerarlas equiparadas al matrimonio, lo lógico es
pensar que sus derechos avanzan hasta alcanzar los patrimoniales del
matrimonio, reconocidos puntualmente en otras leyes.
La Ley que Regula el Subsistema de Pensiones (artículo 69-6) otorga a
los concubinos pensión de sobrevivencia; la Ley del Estatuto sobre el
Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los Funcionarios de la Adminis-
tración Pública Estadal y Municipal, otorga a la concubina derechos a la
pensión de sobrevivencia (artículo 16-3); las Normas de Operación del
Decreto con Rango y Fuerza de Ley de los Préstamos Hipotecarios a
Largo Plazo (artículo 130), así como las Normas de Operación del De-
creto con Rango y Fuerza de Ley que Regula el Subsistema de Viviendas
(artículo 34) prevén al concubinato como elegibles para los préstamos
para la obtención de vivienda; la Ley del Seguro Social (artículo 7-a)
otorga a la concubina el derecho a una asistencia médica integral; la Ley
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 61
Orgánica del Trabajo (artículo 568) da al concubino el derecho de recla-
mar las indemnizaciones que corresponderán a su pareja fallecida, e igual
derecho otorga el Estatuto de la Función Pública (artículo 31).
Se trata de beneficios económicos que surgen del patrimonio de los con-
cubinos: ahorro, seguro, inversiones del contribuyente (artículo 104 de
la Ley de Impuesto sobre la Renta lo reconoce), etc., y ello, en criterio
de la Sala, conduce a que si se va a equiparar el concubinato al matri-
monio, por mandato del artículo 77 constitucional, los efectos matrimo-
niales extensibles no pueden limitarse a los puntualmente señalados en
las leyes citadas o en otras normas, sino a todo lo que pueda conformar
el patrimonio común, ya que bastante de ese patrimonio está compro-
metido por las leyes referidas.
Tal comunidad de bienes, a diferencia del divorcio que exige declara-
ción judicial, finaliza cuando la unión se rompe, lo cual –excepto por
causa de muerte– es una cuestión de hecho que debe ser alegada y
probada por quien pretende la disolución y liquidación de la comunidad.
A juicio de la Sala, y como resultado natural de tal situación, quien de-
manda la disolución y liquidación de la comunidad, podrá pedir al juez se
dicten las providencias del artículo 174 del Código Civil, en el supuesto
en él contemplado.
Ahora bien, como no existe una acción de separación de cuerpos del
concubinato y menos una de divorcio, por tratarse la ruptura de la
unión de una situación de hecho que puede ocurrir en cualquier mo-
mento en forma unilateral, los artículos 191 y 192 del Código Civil
resultan inaplicables, y así se declara; sin embargo, en los procesos
tendentes a que se reconozca el concubinato o la unión estable, se
podrán dictar las medidas preventivas necesarias para la preserva-
ción de los hijos y bienes comunes.
Al aparecer el artículo 77 constitucional, surgen cambios profundos
en el régimen concubinario del artículo 767 del Código Civil, ya que
existiendo la unión estable o permanente, no hay necesidad de presu-
mir, legalmente, comunidad alguna, ya que ésta existe de pleno dere-
cho –si hay bienes– con respecto de lo adquirido, al igual que en el
matrimonio, durante el tiempo que duró la unión y, como comunidad,
no es que surte efectos legales entre ellos dos y entre sus respectivos
herederos, o entre uno de ellos y los herederos del otro, como lo con-
templa el artículo 767 del Código Civil, sino que, al igual que los bienes
a que se refiere el artículo 168 del Código Civil, los terceros que ten-
62 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
gan acreencias contra la comunidad podrán cobrarse de los bienes
comunes, tal como lo pauta dicha norma.
A ese fin, si la unión estable o el concubinato no ha sido declarada
judicialmente, los terceros pueden tener interés que se reconozca me-
diante sentencia, para así cobrar sus acreencias de los bienes comunes.
Para ello tendrán que alegar y probar la comunidad, demandando a ambos
concubinos o sus herederos.
No existiendo mecanismos de publicidad que comuniquen la existencia
del concubinato, ni que registren las sentencias que lo declaren, para los
terceros con interés en los bienes comunes, resulta –la mayoría de las
veces– imposible conocer previamente la existencia del concubinato y
cuáles son esos bienes comunes; motivo por el cual la Sala considera
que exigir la aplicación del artículo 168 del Código Civil resultaría con-
trario al principio de que a nadie puede pedírsele lo imposible, ya que al
no conocer la existencia de concubinato, ni estar los concubinos obliga-
dos a declarar tal condición, en las demandas que involucren los bienes
comunes, bastará demandar a aquel que aparezca como dueño de ellos,
e igualmente éste legítimamente podrá incoar las acciones contra los
terceros relativos a los bienes comunes, a menos que la propiedad sobre
ellos esté documentada a favor de ambos.
Ahora bien, declarado judicialmente el concubinato, cualquiera de los
concubinos, en defensa de sus intereses, puede incoar la acción preve-
nida en el artículo 171 del Código Civil en beneficio de los bienes comu-
nes y obtener la preservación de los mismos mediante las providencias
que decrete el juez.
Resulta importante para esta interpretación, dilucidar si es posible que
entre los concubinos o personas unidas, existe un régimen patrimonial
distinto al de la comunidad de bienes, tal como el previsto en el Código
Civil en materia de capitulaciones matrimoniales.
A juicio de esta Sala, ello es imposible, porque la esencia del concubinato
o de la unión estable no viene dada –como en el matrimonio– por un
documento que crea el vínculo, como lo es el acta de matrimonio, sino por
la unión permanente (estable) entre el hombre y la mujer, lo que requiere
un transcurso de tiempo (que ponderará el juez), el cual es el que califica
la estabilidad de la unión; y siendo ello así, a priori no puede existir una
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 63
declaración registrada de las partes constitutivas de la unión, en el sentido
de cómo manejarán los bienes que se obtengan durante ella.
Igualmente, la Sala tiene que examinar la posibilidad para uno de los
miembros de una unión o concubinato, de la existencia del concubinato
putativo, que nace cuando uno de ellos, de buena fe, desconoce la con-
dición de casado del otro. A juicio de esta Sala, en estos supuestos fun-
cionará con el concubino de buena fe, las normas sobre el matrimonio
putativo, aplicables a los bienes.
Como resultado de la equiparación reconocida en el artículo 77 consti-
tucional, en cuanto a los efectos y alcances de la unión estable (concu-
binato) con el matrimonio, la Sala interpreta que entre los sujetos que la
conforman, que ocupan rangos similares a los de los cónyuges, existen
derechos sucesorales a tenor de lo expresado en el artículo 823 del
Código Civil, siempre que el deceso de uno de ellos ocurra durante la
existencia de la unión. Una vez haya cesado, la situación es igual a la de
los cónyuges separados de cuerpos o divorciados.
Al reconocerse a cada componente de la unión derechos sucesorales
con relación al otro, el sobreviviente o supérstite, al ocupar el puesto de
un cónyuge, concurre con los otros herederos según el orden de suce-
der señalado en el Código Civil (artículos 824 y 825) en materia de
sucesión ab intestato, conforme al artículo 807 del Código Civil, y ha-
brá que respetársele su legítima (artículo 883 del Código Civil) si exis-
tiere testamento. Igualmente, las causales de indignidad que haya entre
los concubinos, se aplicarán conforme al artículo 810 del Código Civil.
Ahora bien, equiparando a los concubinos o a los unidos a los cónyuges
en lo compatible entre estas figuras y el matrimonio, considera la Sala
que mientras exista la unión, cada uno podrá exigir alimentos al otro
partícipe, a menos que carezca de recursos o bienes propios para sumi-
nistrarlos, caso en que podrá exigirlos a las personas señaladas en el
artículo 285 del Código Civil.
Igualmente, en caso de declaración de ausencia de uno de los miembros
de la unión, la otra podrá obtener una pensión alimentaria conforme al
artículo 427 del Código Civil.
En los casos en que se incoen acciones sucesorales o alimentarias, o
contra terceros, sin que existe previamente una declaración judicial de
la existencia del concubinato o la unión estable, la demanda requerirá
que se declaren éstas previamente, por lo que en la misma deberá ale-
garse y probarse tal condición.
64 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Debido a los efectos y alcances señalados, la sentencia que declare la
unión, surtirá los efectos de las sentencias a que se refiere el ordinal 2°
del artículo 507 del Código Civil, el cual se aplicará en toda su extensión,
menos en lo referente a la necesidad de registro de la sentencia, lo cual
no está previsto –y por lo tanto carece de procedimiento– en la Ley.
Esta ausencia de registro y, por tanto, de publicidad, que puede mante-
ner al concubinato oculto respecto a los terceros, plantea la pregunta de
si es nula la venta entre los concubinos, tal como lo establece el artículo
1.481 con respecto a los cónyuges.
A juicio de esta Sala, dados los efectos que se reconocen a la “unión
estable”, sería una fuente de fraude para los acreedores de cualquiera
de los concubinos, aceptar que uno vendiera al otro los bienes comunes
documentados a su nombre o poseídos por él y, en consecuencia, quien
demuestre que la venta ha ocurrido entre ellos, puede invocar la exis-
tencia de la unión y tratarlos como bienes comunes o, según los casos,
pedir la nulidad del negocio.
Debe la Sala acotar que el único concubinato que produce efectos equi-
parables al matrimonio, es el que se delinea en este fallo; y se hace tal
acotamiento porque algunas leyes denominan concubina a la mujer que
vive con un hombre, a pesar que éste tiene impedimento para contraer
matrimonio con ella, cuando en realidad tal concubinato es contrario al
artículo 767 del Código Civil y a lo que conceptualiza este fallo.
El mal uso de la palabra concubina, en el sentido inmediatamente indicado,
aparece en los artículos 397 y 399 del Código Penal, y así se declara.
También acota la Sala que diversas leyes vigentes, tales como el Có-
digo Orgánico Tributario (artículo 146-4), la Ley de Empresas de Se-
guros y Reaseguros (artículos 13-5 y 21), la Ley de Cajas de Ahorro y
Fondos de Ahorro (artículos 78-5 y 136), señalan impedimentos para
acceder a cargos para quienes mantengan uniones estables de hecho.
Igualmente, a éstos se refieren los artículos 56 de la Ley del Cuerpo
de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, y 71 de la
Ley del Contrato de Seguros.
Ahora bien, como la ley no ha determinado aún quiénes se consideran
que viven en unión estable de hecho, tal mención, en todos los casos, a
juicio de esta Sala, debe entenderse en la actualidad que se aplica por
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 65
igual a los concubinos, ya que con relación específica a ellos, existen
prohibiciones en el artículo 20 de la Ley de Minas.
Por último, y como resultado de lo interpretado, es que cuando en una
relación jurídica concreta, una de las partes actúa en su condición de
concubino, para los efectos de esa relación la existencia del concubina-
to queda reconocida por las partes y, en consecuencia, entre las partes
de la relación o el negocio, se reputará que una de ellas se vincula con
el concubinato.
Queda en los términos expuestos resuelta la interpretación solicitada,
y dado el carácter vinculante de la misma, conforme a lo establecido
en el artículo 335 de la Constitución, se ordena la publicación del pre-
sente fallo en la Gaceta Oficial, sin perjuicio que desde que entró en
vigencia la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, los
derechos de los concubinos han quedado reconocidos constitucional-
mente. Así se decide.
Igualmente, la interpretación que se hace en este fallo es sin perjuicio
de los derechos de los pueblos y comunidades indígenas, en cuanto a
su organización social, usos y costumbres, reconocidos en el artículo
119 constitucional.
DECISIÓN
Por las razones que anteceden, esta Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República y
por autoridad de la Ley, declara RESUELTA la solicitud de interpreta-
ción del artículo 77 de la Constitución en los términos expresados en la
parte motiva del presente fallo.
Dado el carácter vinculante de la misma, se ordena la publicación del
presente fallo en la Gaceta Oficial de la República, y es a partir de
dicha publicación que este fallo comenzará a surtir efectos.
Publíquese y regístrese. Cúmplase lo ordenado. Archívese el expediente.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias de la Sala Constitu-
cional del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 15 días del
mes de julio de dos mil cinco (2005). Años: 195 ° de la Independencia y
146° de la Federación.
(...)
66 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Sentencia: Nº 728 del cinco de abril de 2006.
Caso: Nulidad por razones de Inconstitucionalidad contra la
norma contenida en el artículo 421 del Código Penal,
intentada por la abogada Sonia Sgambatti.
Normativa citada en el fallo:
CPC: Artículos 272 y 1.396.
CP: Artículos 222, 225, 226, 421 y 423.
CRBV: Artículo 334.
LOTSJ: Artículo 5.
Texto del fallo:
El 7 de febrero de 2006, la abogada SONIA SGAMBATTI, inscrita en
el Inpreabogado bajo el N° 1.779, interpuso, en nombre propio, ante la
Secretaría de esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
recurso de nulidad por inconstitucionalidad contra la norma contenida
en el artículo 421 del Código Penal, publicado en la Gaceta Oficial N°
5.768, Extraordinario, del 13 de abril de 2005.
El 9 de febrero de 2006 se dio cuenta en Sala y se asignó la ponencia a
la Magistrada Carmen Zuleta de Merchán, quien, con tal carácter, sus-
cribe el presente fallo.
Realizada la lectura individual del expediente esta Sala procede a dictar
decisión, previas las siguientes consideraciones:
La ciudadana Sonia Sgambatti, en ejercicio de la acción popular
por inconstitucionalidad, solicitó de esta Sala la anulación del “ar-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 67
En aquella oportunidad, la abogada Sonia Sgambatti, también recurren-
te en el caso de autos, ejerció demanda de nulidad por inconstituciona-
lidad, la cual fue estimada por la Corte Suprema de Justicia en fallo del
5 de marzo de 1980, en el que declaró:
A) No acuerda la disposición contenida en el artículo 423 del Códi-
go Penal, un derecho a matar, sino que considera la acción del
agente como delictuosa y punible; no establece una exención de
responsabilidad, sino que aplica una pena disminuida con respecto
a las penas comunes fijadas para el homicidio y las lesiones. No
colide, por tanto, la disposición en examen con el artículo 58 de la
Constitución Nacional, que declara el derecho a la vida inviolable y
prohíbe que ninguna Ley pueda establecer pena de muerte.
B) Sin embargo, el artículo 423 del Código Penal establece una
distinción entre el marido y la esposa; puesto que establece que el
marido no incurrirá en las penas comunes de homicidio y lesiones,
cuando mate, hiera o maltrate a su mujer sorprendida en adulte-
rio, a su cómplice o a ambos y nada dice ante la acción similar de
la esposa que sorprenda en adulterio a su marido. Y el aparte
final de ese mismo artículo prevé igual mitigación de pena en los
homicidios o lesiones que los padres o abuelos ejecuten, en su
propia casa, en los hombres que sorprendan en acto carnal con
sus hijas o nietas solteras.
Razones de carácter histórico y social, entre nosotros, e inclusive
de carácter psíquico, por la diferente manera de motivarse la ac-
ción del marido o de su esposa, por las mismas razones aludidas,
pudieron aconsejar al legislador venezolano el establecimiento de
la mencionada disposición; pero ante la norma constitucional que
de manera absoluta prohíbe las discriminaciones fundadas en la
raza, el sexo, el credo o la condición social, aquellas razones del
legislador ordinario deben ceder. La última parte de la disposición
guarda relación con la anterior: por lo que hace al cálculo de la
pena y porque tiene análogo presupuesto, la afectación que pro-
duce la conducta de la mujer. El principio de la igualdad de las
personas de uno y de otro sexo, de rango constitucional, impide al
legislador ordinario establecer diferencias, ya sean privilegios,
exenciones de pena o disminución de las mismas, que signifique
discriminación en razón del sexo entre quienes se encuentren en
las mismas condiciones.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 69
Con base en esa argumentación, la extinta Corte Suprema de Justicia
en Pleno declaró “la nulidad del artículo 423 del Código Penal, por
colidir con el artículo 61 de la Constitución”. En el año 2000 la
Comisión Legislativa Nacional, en ejercicio de la atribución que le con-
fería el artículo 6, numeral 1 del Decreto de la Asamblea Nacional Cons-
tituyente mediante el cual se estableció el Régimen de Transición del
Poder Público, publicado en la Gaceta Oficial N° 36.920 de fecha 28
de marzo del año 2000, dictó un Código Penal, el cual quedó publicado
en la Gaceta Oficial Nº 5.494 Extraordinario de fecha 20 de octubre
de 2000. Los cambios principales respecto del Código de 1964 estaban
referidos a los delitos de porte ilícito y uso ilícito de armas de fuego,
desaparición forzada de personas, colocación de obstáculos en la vía
pública y asalto a unidades de transporte.
Sin embargo, ese Código repitió la atenuación de pena contenida en el
artículo 423 que había sido anulada. De hecho, la norma conservaba el
mismo número, pues, como se ha dicho, el nuevo Código fue sólo una
modificación parcial del anterior. De esa forma, las disposiciones anula-
das por la otrora Corte Suprema de Justicia fueron reeditadas en el
ordenamiento jurídico venezolano a partir del 20 de octubre de 2000,
fecha de publicación del Código Penal en la Gaceta Oficial.
En el año 2005 se produjo una nueva reforma del Código Penal, la cual
se publicó en la Gaceta Oficial Nº 5.763 Extraordinario del 16 de mar-
zo de 2005 y se reimprimió, por error material, en la Gaceta Nº 5.768
Extraordinario del 13 de abril de ese mismo año. Esa reforma no versó
sobre la atenuación de pena en caso de uxoricidio o en caso del delito
de homicidio o de lesiones de padres o abuelos contra los hombres que
fueran sorprendidos en acto carnal con sus hijas o nietas solteras; pero,
como toda reforma, la de 2005 exigió la publicación en Gaceta Oficial
tanto de la Ley de Reforma como del Código resultante. De esa mane-
ra, fue publicado el texto del vigente Código Penal, con inclusión de las
disposiciones sobre la atenuación de pena que fueron anuladas en 1980,
si bien ya el artículo no es el 423 sino el 421, pues la reforma implicó
una alteración en la numeración del articulado.
Ese artículo 421 es el impugnado en el caso de autos y es del tenor
siguiente:
No incurrirán en las penas comunes de homicidio ni en las de
lesiones, el marido que sorprendiendo en adulterio a su mujer y a
su cómplice, mate, hiera o maltrate a uno de ellos o a ambos.
70 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
En tales casos las penas de homicidio o lesiones se reducirán a
una prisión que no exceda de tres años ni baje de seis meses.
Igual mitigación de pena tendrá efecto en los homicidios o lesiones
que los padres o abuelos ejecuten, en su propia casa, en los hom-
bres que sorprendan en acto carnal con sus hijas o nietas solteras.
Como se observa, se trata de la misma norma anulada en 1980, que
había sido reeditada en el año 2000 y que, al no ser objeto de reforma en
2005, sigue figurando en el Código Penal.
Así las cosas, es evidente que la norma impugnada (contenida hoy en el
artículo 421 del Código Penal) fue objeto de anulación por la extinta
Corte Suprema de Justicia, y que la motivación de dicha sentencia anu-
latoria, aunque referida a los artículos de la Constitución de 1961, vi-
gente para aquella oportunidad, se ajusta absolutamente a lo dispuesto
en el artículo 21 de la Constitución de la República Bolivariana de Ve-
nezuela. Así se decide.
No cabe ahora iniciar un nuevo proceso que no puede más que conducir
nuevamente a la declaratoria de inconstitucionalidad del artículo del
Código Penal; lo procedente, en consecuencia, es ratificar el fallo anu-
latorio sin necesidad de procedimiento, pues debe recordarse que los
fallos anulatorios de normas tienen efecto erga omnes y nunca inter
partes, que es el supuesto de la cosa juzgada regulada por el Código
Civil. Las normas anuladas desaparecen jurídicamente y, por tanto, na-
die puede invocarlas ni aplicarlas. Esos fallos provocan verdadera cosa
juzgada, en el sentido de que el caso no es replanteable. Ello es así
incluso por razones lógicas que van más allá de la necesidad de mante-
ner el criterio adoptado por la Sala: ocurre por cuanto la anulación eli-
mina la norma como tal, le quita vigencia, y es un principio en nuestro
derecho que sólo son impugnables las normas vigentes.
No es ese el caso de autos, pues en éste existe la peculiaridad de que la
norma anulada fue reeditada, por lo que volvió a entrar en vigencia en el
año 2000, y es otra vez pasible de recurso por inconstitucionalidad y, por
tanto, objeto de anulación. Ahora bien, el pronunciamiento previo permi-
te hacer ese juzgamiento sin necesidad de procedimiento. Se trata de
entender inconstitucional no sólo un artículo concreto (con un determi-
nado número, publicado en determinada Gaceta), sino una disposición
concreta: en este caso, la atenuación de la pena en ciertos supuestos de
homicidio y/o lesiones.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 71
De ese modo, si el Tribunal ha decidido ese caso, si bien en referencia a
otro artículo, el enunciado objeto de pronunciamiento no tiene ya cabida
en el ordenamiento jurídico, lo que además trae como consecuencia que,
de ser reeditada, baste plantear el caso ante esta Sala para que ratifi-
que la decisión judicial.
Esta Sala, de hecho, en fecha reciente tuvo ocasión de pronunciarse al
respecto. En efecto, la Sala había anulado, por sentencia Nº 1.942 del
15 de julio de 2003, los artículos 223 y 226 del Código Penal del año
2000. Sin embargo, en la publicación de la reforma de 2005 (y su reim-
presión) se repitió el texto de las normas anuladas, si bien con otra nu-
meración (el artículo 223 pasó a ser 222; el artículo 226 pasó a ser 225).
Por ello, la Sala, al ser solicitada su intervención, sostuvo lo siguiente:
Conforme a la vigente Constitución y a la Ley Orgánica del Tri-
bunal Supremo de Justicia, corresponde a la Sala Constitucional
(salvo excepciones) el control concentrado de la Constitución, y
podrá declarar la nulidad de leyes y demás actos de los órganos
que ejercen el poder público dictados en ejecución directa e in-
mediata de la Constitución o que tengan rango de ley, cuando
coliden con aquélla.
Este control concentrado se ventila mediante el proceso de nuli-
dad establecido en la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Jus-
ticia y antes en la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia.
Tratándose de una actividad jurisdiccional, emanada de la juris-
dicción constitucional (artículo 334 constitucional), la declaratoria
de nulidad, así como sus alcances, son el resultado de una senten-
cia que produce efectos erga omnes, convirtiéndose en cosa juz-
gada al respecto.
Como cosa juzgada, la nulidad declarada debe ser acatada y respe-
tada por los órganos legislativos que dictaron la ley anulada total o
parcialmente, o por los órganos del poder público que produjeron el
acto, ya que la sentencia firme equivale a una ley (artículo 273 del
Código de Procedimiento Civil) y es vinculante hacia el futuro (ar-
tículo 273 del Código de Procedimiento Civil), sin que ningún juez
pueda volver a sentenciar la controversia ya decidida por un fallo
(artículo 272 del Código de Procedimiento Civil), por lo que el tema
juzgado en el proceso no es objeto de nueva discusión y la colecti-
72 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
vidad en su totalidad (personas naturales y jurídicas), deben respe-
tar la nulidad declarada sin poder alzarse contra ella.
A falta de disposiciones específicas en la Ley Orgánica del Tri-
bunal Supremo de Justicia, los caracteres de la cosa juzgada
contenida en el Código Civil y en el Código de Procedimiento
Civil (artículos 1.396 del Código Civil y 272 y 273 del Código de
Procedimiento Civil) están presentes, en lo posible, en las sen-
tencias definitivamente firmes dictadas por los jueces que ejer-
cen la jurisdicción en materia constitucional, y uno de esos
caracteres es el de la presunción legal que impide, por la autori-
dad de la cosa juzgada, que lo que ha sido objeto de la sentencia
firme, vuelva a discutirse, o pierda sus efectos, por lo que éstos
se mantienen en el tiempo.
Consecuencia de ello, es que la nulidad declarada por inconstitu-
cionalidad que indica con precisión la disposición anulada (artícu-
lo 21 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia), invalida
la ley o el acto, señalando sus efectos ex nunc o ex tunc (artículo
5 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia), pero siem-
pre partiendo de la base que hacia el futuro dejó de existir la ley
anulada total o parcialmente, sin que ella tenga vigencia alguna.
Pero ¿qué sucede si el órgano legislativo dicta de nuevo la ley
desacatando la cosa juzgada?
A juicio de esta Sala, tal violación a la cosa juzgada no produce
ningún efecto, debido a los caracteres que antes la Sala ha seña-
lado a esta institución.
La nulidad declarada sigue vigente, sin que pueda volverse a dis-
cutir a guisa de reedición de la ley o nueva aprobación por el
órgano legislativo.
De ocurrir tal situación, reedición o nueva aprobación, ¿será
necesario que se incoe nuevo juicio de nulidad contra la norma
inconstitucional?
La Sala observa que conforme a disposición expresa contenida
en el artículo 5 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Jus-
ticia, la nulidad por inconstitucionalidad es de orden público, y en
el proceso la Sala Constitucional puede suplir de oficio las defi-
ciencias o falta de técnica del recurrente.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 73
Siendo la materia de orden público, y siendo a su vez el Tribunal
Supremo de Justicia el garante de la supremacía y efectividad de
las normas y principios constitucionales (artículo 335 de la Cons-
titución de la República Bolivariana de Venezuela); estando fa-
cultado la Sala Constitucional para establecer interpretaciones
vinculantes sobre el contenido y alcance de los principios consti-
tucionales, la Sala considera que los efectos de la cosa juzgada
que declare la nulidad, operan de pleno derecho, sin que reedicio-
nes, o la aprobación de nuevas leyes que dupliquen lo anulado,
puedan menoscabar la cosa juzgada, y que por tanto, de oficio –
como aplicación de la institución de la cosa juzgada y sus efectos
extensivos– dentro del proceso donde se dictó la nulidad, puede
anular cualquier ley o acto que contradiga la cosa juzgada, limi-
tándose, sin necesidad de citar a nadie, a cotejar lo declarado en
la sentencia con las nuevas disposiciones que reproducen las anu-
ladas, una vez que por cualquier vía constate la existencia del
desacato a la nulidad declarada.
A juicio de esta Sala, ante la situación objetiva que se comprueba
con la confrontación que demuestra la identidad entre lo anulado y
lo reeditado, y como preservación de la cosa juzgada, no hace falta
citar a nadie, sino verificar su burla. (Vid. Sent. Nº 181/2006).
En el caso del fallo parcialmente transcrito, la Sala comparó las normas
anuladas con las que figuran en la publicación del Cogido en marzo y
abril de 2005 y constató que eran las mismas. Por ello, declaró que
existía “divergencia entre lo sentenciado por esta Sala Constitucio-
nal respecto de las normas anuladas del Código Penal de 2000, y
las contenidas en estos últimos artículos”. Agregó en tal sentido:
(...) la Sala no reconoce efecto alguno a los artículos 222 y 225
de la Ley de Reforma del Código Penal, toda vez que son repeti-
ción de los anulados en el fallo Nº 1.942, el cual dejó delimitado el
contenido de dichas normas como antes se apuntó, sin que pueda
entenderse la declaración de este fallo como la nulidad incidental
a que se refiere el artículo 5, segundo aparte de la Ley Orgánica
del Tribunal Supremo de Justicia, toda vez que se trata de la eje-
cución de un fallo dictado por esta Sala que ha sido contrariado
por el órgano legislativo nacional.
Como extensión y aplicación de la cosa juzgada existente, se de-
clara la reedición de las normas contenidas en los artículos 222 y
74 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
225 y, en consecuencia, nulos los artículos 223 y 226 en los térmi-
nos establecidos en la sentencia Nº 1942 de 2003
En virtud de la declaratoria anterior, los efectos de este fallo tie-
nen carácter ex tunc, es decir, desde la publicación del fallo Nº
1.942 del 15 de julio de 2003 y, de conformidad con el artículo 5
de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, se ordena la
publicación de la misma en la Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela, la cual señalará en el Sumario: “DE-
CISIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL TRIBUNAL
SUPREMO DE JUSTICIA, MEDIANTE LA CUAL SE DE-
CLARA LA REEDICIÓN DE LOS ARTÍCULOS 222 Y 225 DE
LA LEY DE REFORMA DEL CÓDIGO PENAL, PUBLICA-
DO EL 13 DE ABRIL DE 2005 EN LA GACETA OFICIAL DE
LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA N° 5.768
EXTRAORDINARIO”. (Mayúsculas del fallo citado).
Lo anterior es aplicable al caso de autos, constatada como ha sido la
identidad entre la norma anulada en 1980 y la publicada en los años
2000 y 2005, por lo que procede anularla in limine, como forma de
hacer efectivo el fallo original, cuyo efecto de cosa juzgada no sólo
implica la desaparición del acto con efectos erga omnes, sino también
la imposibilidad de incorporarlo nuevamente al ordenamiento.
Por lo expuesto, como extensión y aplicación de la cosa juzgada exis-
tente, se declara la reedición de la norma contenida en el artículo 423
del Código Penal, publicado en la Gaceta Oficial N° 915 Extraordina-
rio, del 30 de junio de 1964, en el artículo 421 del Código Penal publica-
do en la Gaceta Oficial N° 5.768, Extraordinario, del 13 de abril de
2005. En consecuencia, se declara nulo el artículo 421 del Código Pe-
nal, publicado el 13 de abril de 2005, en los términos establecidos en la
sentencia dictada por la Corte Suprema de Justicia en Pleno el 5 de
marzo de 1980. Así se decide.
En virtud de lo anterior, los efectos de este fallo tienen efectos ex tunc,
es decir, desde la publicación del fallo dictado por la Corte Suprema de
Justicia en Pleno el 5 de marzo de 1980, y de conformidad con el artícu-
lo 5 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, se ordena su
publicación en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Ve-
nezuela, la cual señalará en el sumario: “DECISIÓN DE LA SALA
CONSTITUCIONAL DEL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 75
Sentencia: Nº 742 del cinco de abril de 2006.
Normativa Citada En El Fallo:
CRBV: Artículos 75 y 76.
LOASDGC: Artículos 6 y 8.
LOT: Artículo 384.
Texto del fallo:
El 19 de diciembre de 2005, fue recibido en esta Sala Constitucional el
escrito presentado por la ciudadana WENDY COROMOTO GAR-
CÍA VERGARA, titular de la cédula de identidad número 11.111.409,
inscrita en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el número
66.891, actuando en su propio nombre y representación, contentivo de
la acción de amparo constitucional interpuesta contra “el Acto Admi-
nistrativo de efectos particulares dictado por la Dirección Ejecuti-
va de la Magistratura, quien por intermedio de la ciudadana
abogada Ana Yldicó Casanova Rosales, Jueza Rectora de la Cir-
cunscripción Judicial del Estado Táchira (...) en uso de las atribu-
ciones que le confiere la Resolución N° 4 de fecha 3 de mayo de
2001, emanada de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, por
Decreto N° 2 de fecha 07 de octubre de 2005, procedió a REMO-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 77
I
DE LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
La presunta agraviada planteó su pretensión de amparo constitucional
en los siguientes términos:
1.- Que el 10 de octubre de 2005, fue notificada personalmente del conte-
nido del Decreto N° 2, emanado del Despacho de la Juez Rectora de la
Circunscripción Judicial del Estado Táchira, mediante el cual, conforme
al Decreto N° 4 del 3 de mayo de 2001, en concordancia con los artículos
100 y 71 de la Ley del Poder Judicial, y el artículo 21 de la Ley del Esta-
tuto de la Función Pública, por aplicación del artículo 47 del Estatuto del
Personal Judicial, fue removida del cargo de Secretaria del Tribunal de
Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del
Estado Táchira, función que ejercía desde el 30 de agosto de 1999.
2.- Que una vez notificada, procedió a retirarse del cargo, situación ésta
que se mantiene por cuanto no ha sido reincorporada al mismo, “a pe-
sar que el 31 de octubre del presente año, interpuse por ante ese
despacho Recurso de Reconsideración el cual en la oportunidad
legal correspondiente no fue decidido, aun cuando lo fundamenté,
en la violación de normas de contenido constitucional y solicité la
nulidad absoluta del decreto”.
3.- Que de la lectura del referido escrito se desprende, que fue removi-
da de su cargo “con prescindencia total del procedimiento legal es-
tablecido en el Estatuto del Personal Judicial, por remisión expresa
que al mismo hace el artículo 71 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial (...) [el cual] regula las condiciones para el ingreso, per-
manencia y terminación de servicios en los distintos cargos”, por lo
que según los dichos de la accionante, no puede aplicarse el artículo 91
de Ley Orgánica del Poder Judicial de 1987, pues tal aplicación viola el
principio de irretroactividad de la Ley.
78 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
4.- Que a criterio de la solicitante, debió aplicarse el procedimiento es-
tablecido en el artículo 45 del Estatuto del Personal Judicial, por cuanto
si bien a la Juez Rectora le es dada la facultad para “conocer, admitir,
sustanciar y decidir todos los procedimientos administrativos de
carácter disciplinario de los funcionarios adscritos a los Tribuna-
les”, al no existir en el presente caso la apertura del procedimiento
establecido por la Ley, el Decreto de remoción del cargo es violatorio a
la garantía constitucional del debido proceso y el derecho a la defensa.
5.- Que al ser considerado el cargo de Secretario como de libre nom-
bramiento y remoción, se está violando la garantía constitucional de irre-
troactividad de la Ley, por cuanto era considerado como tal en la Ley
Orgánica del Poder Judicial de 1987, mas no así, en la citada Ley, pro-
mulgada en 1998, más aún, cuando el artículo 4 de la propia Ley de
Carrera Administrativa establece quiénes son funcionarios de libre nom-
bramiento y remoción, estando referidos éstos, a los cargos de alto nivel
en el Gobierno Nacional.
6.- Que igualmente, el Decreto en cuestión es violatorio, por cuanto
transgrede la protección a la maternidad consagrada en el artículo 76
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, puesto
que como consta de la copia certificada del acta de nacimiento con-
signada a los autos, la accionante es madre de una niña que actual-
mente cuenta con diez (10) meses de edad, por lo que estaba amparada
de inamovilidad.
Con fundamento a lo anteriormente expuesto, solicitó se declare con
lugar la presente acción y se decrete la inconstitucionalidad de la or-
den emanada de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, en la que
por Decreto N° 2, de fecha 7 de octubre de 2005, dictada por la Jueza
Rectora de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, que la re-
movió de su cargo, restableciéndose así su situación jurídica infringida
y sea reincorporada a su lugar de trabajo como Secretaria del Tribunal
de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judi-
cial del Estado Táchira, el pago de los salarios caídos, vacaciones
fraccionadas y todos los beneficios que correspondan en ocasión a la
relación laboral.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 79
II
DE LA COMPETENCIA
En primer lugar debe esta Sala determinar su competencia para cono-
cer de la presente acción de amparo, y a tal efecto observa, que el
artículo 5 cardinal 18 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Jus-
ticia, establece con carácter exclusivo y excluyente la competencia de
esta Sala para el conocimiento de las acciones de amparo constitucional
interpuestas contra los altos funcionarios del Estado, al efecto dispone:
“Conocer en primera y última instancia las acciones de amparo
constitucional interpuestas contra los altos funcionarios públicos”.
En este orden de ideas, deben entenderse por altos funcionarios públicos
los establecidos en el artículo 8 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Dere-
chos y Garantías Constitucionales y los establecidos en el artículo 45 de la
Ley Orgánica de la Administración Pública, los cuales disponen:
Artículo 8. La Corte Suprema de Justicia conocerá en única ins-
tancia, en la Sala de competencia afín con el derecho o garantía
constitucionales violados o amenazados de violación, de la acción
de amparo contra el hecho, acto u omisión emanados del Presi-
dente de la República, de los Ministros, del Consejo Supremo Elec-
toral y demás organismos electorales del país, del Fiscal General
de la República, del Procurador General de la República o del
Contralor General de la República.
Artículo 45. Son órganos superiores de dirección de la Adminis-
tración Pública Central, el Presidente o Presidenta de la Repúbli-
ca, el Vicepresidente Ejecutivo o la Vicepresidenta Ejecutiva, el
Consejo de Ministros, los ministros o ministras y los viceministros
o viceministras.
Son órganos superiores de consulta de la Administración Pública
Central, la Procuraduría General de la República, el Consejo de
Estado, el Consejo de Defensa de la Nación, los gabinetes secto-
riales y los gabinetes.
En ese sentido, en sentencia del 5 de octubre de 2001, caso Olivetti de
Venezuela, quedó establecido que la Dirección Ejecutiva de la Magis-
tratura se encuentra investida de tales características.
80 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Por ende, conforme a las normas citadas, esta Sala ha establecido su
control con carácter excluyente y exclusivo de los actos, hechos u omi-
siones acaecidos por los altos funcionarios públicos nacionales, indica-
dos anteriormente.
Ahora bien, visto que esta Sala ha reiterado su competencia para el cono-
cimiento contra los actos, hechos u omisiones de los altos funcionarios del
Poder Público, siendo considerada la Dirección Ejecutiva de la Magistra-
tura un ente con tal característica, le corresponde a esta Sala declarar su
competencia para conocer de la acción de amparo constitucional inter-
puesta (Vid. Sentencias N° 2.076 del 5 de agosto de 2003, caso: “José
Erasmo Gómez y otros” y N° 4.565 del 13 de diciembre de 2005, caso:
“Henry José Rangel Carmona”). Así se decide.
III
DE LA ADMISIBILIDAD
Una vez determinada la competencia de esta Sala, para conocer de la pre-
sente acción de amparo constitucional, se pasa al estudio de su admisibilidad.
En ese sentido, de los alegatos expuestos en el escrito libelar se des-
prende que la denuncia de autos está dirigida contra la Dirección Ejecu-
tiva de la Magistratura, en virtud de la presunta ilegalidad del Decreto
N° 2 del 3 de mayo de 2005, mediante el cual la Jueza Rectora de la
Circunscripción Judicial del Estado Táchira, removió del cargo de Se-
cretaria a la hoy accionante, no cumpliéndose –según sus dichos– con
el procedimiento establecido en las leyes especiales.
Ante dicha denuncia, se hace necesario analizar el contenido de la Ley
del Estatuto de la Función Pública, y así determinar la veracidad de la
omisión alegada, por lo que se requiere de un examen de la legalidad, vale
decir, revisar el cuerpo normativo de una ley, lo cual se encuentra vedado
al Juez Constitucional, por ser tal situación objeto de otros recursos, en
los cuales pueden explorarse disposiciones de rango infraconstitucional,
por no tratarse de violaciones directas a derechos consagrados en el Tex-
to Fundamental, como lo sería el recurso contencioso administrativo fun-
cionarial, establecido en los artículos 94 y 95 ejusdem.
Siendo así, visto en el caso de autos la posible causal de inadmisibilidad,
la cual se encuentra establecida en el artículo 6 de la Ley Orgánica de
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 81
Amparo Sobre Derechos y Garantías Constitucionales, puede extraerse
la prevista en el cardinal 5, en la cual textualmente se señala:
Artículo 6. No se admitirá la acción de amparo:
5) Cuando el agraviado haya optado por recurrir a las vías judi-
ciales ordinarias o hecho uso de medios judiciales preexistentes...
Ampliándose aún más dicho criterio, la jurisprudencia del Tribunal Supre-
mo de Justicia ha considerado que “...en la causal de inadmisibilidad
anterior, incurrirían también, aquellas acciones de amparo en las
que existe otro medio procesal idóneo para restablecer la situación
jurídica lesionada. Esto se debe a que la acción de amparo constitu-
cional busca la reparabilidad inmediata del daño producido por la
violación directa de algún derecho o garantía constitucional”. (Sen-
tencia del 11 de abril de 2003, Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia, Amparo Constitucional Jorge Luis Hidalgo).
Ahora bien, esta Sala en reiteradas oportunidades ha establecido, confor-
me a la citada Ley del Estatuto de la Función Pública, que el recurso
contencioso administrativo funcionarial, resulta el idóneo para el restable-
cimiento de las situaciones jurídicas subjetivas denunciadas como lesio-
nadas, en el marco de procesos en el que están involucrados los intereses
de personas que prestaron sus servicios como funcionarios públicos, tal y
como se estableció en la sentencia N° 84 del 23 de febrero de 2005 (caso:
“Reina Coromoto Morles del Moral”), en la cual se indicó que el ampa-
ro no es la vía idónea cuando la violación alegada corresponde a normas
de rango legal, señalando específicamente lo siguiente:
Ciertamente, en el caso de autos, de las actas procesales se evi-
dencia que la accionante podía optar por el ejercicio del recurso
contencioso funcionarial por ante las Cortes de lo Contencioso
Administrativo para reclamar el pago de sus prestaciones socia-
les y solicitar la desaplicación del Reglamento de Personal de la
Universidad Nacional Abierta, tal y como lo sostiene el a quo, en
razón de que el contencioso funcionarial constituye la vía proce-
sal idónea para la reclamación de sus derechos y no incoar una
acción de amparo constitucional que por su naturaleza extraordi-
naria y contralora de aspectos estrictamente constitucionales re-
sulta insuficiente para satisfacer su solicitud.
82 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Por ello, nos encontramos frente a la configuración de la causal
de inadmisibilidad contenida en el numeral 5 del artículo 6 de la
Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitu-
cionales. Dicha norma expresamente establece:
Artículo 6.- No se admitirá la acción de amparo: (...Omissis...)
5) Cuando el agraviado haya optado por recurrir a las vías judicia-
les ordinarias o hecho uso de los medios judiciales preexistentes...
De conformidad con lo anterior, esta Sala confirma la decisión del a
quo en cuanto a la inadmisibilidad de la acción de amparo constitucional
intentada, y así se decide...
En consecuencia, al ser el recurso contencioso administrativo funciona-
rial, la vía idónea para dilucidar los reclamos derivados de su condición
como funcionaria pública, y al ser éste, tan expedito como la acción de
amparo, y por lo tanto eficaz, debe declararse inadmisible la solicitud de
tutela constitucional propuesta por la ciudadana Wendy Coromoto Gar-
cía Vergara, en base a la posibilidad por vía ordinaria de obtener el
restablecimiento de su situación.
Aunado a lo expuesto, debe indicarse que si bien la accionante tenía la
posibilidad de resarcir su situación jurídica presuntamente infringida por
ante la jurisdicción contenciosa administrativa, ejerciendo el recurso
contencioso funcionarial, no puede esta Sala inadvertir, el alegato de
inamovilidad por fuero maternal expuesto en el escrito contentivo de la
acción incoada, el cual sin duda conlleva a un examen exhaustivo de la
situación invocada.
En ese sentido, la Constitución de la República Bolivariana de Venezue-
la prevé en sus artículos 75 y 76 la garantía a la protección integral de la
maternidad y de la familia “como asociación natural de la sociedad
y como el espacio fundamental para el desarrollo integral de las
personas”, el cual establece como norma rectora que, dichos derechos
serán protegidos independientemente del estado civil de la madre o del
padre y, que lejos de extenderse a los intereses particulares de la mujer
trabajadora, constituye una verdadera protección para el hijo menor,
quien tiene derecho a vivir, a criarse y a desarrollarse dentro del seno
de su familia de origen.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 83
Por su parte, el artículo 384 de la Ley Orgánica del Trabajo, establece:
La mujer trabajadora en estado de gravidez gozará de inamovilidad
durante el embarazo y hasta un (1) año después del parto. (...).
A tal efecto, considera esta Sala oportuno referir que la Ley Orgánica
del Trabajo garantiza la inamovilidad de la mujer trabajadora por el tér-
mino de un (1) año, contado a partir del momento del parto o de la
adopción si fuere el caso, a fin de evitar que la mano de obra femenina
sea afectada por decisiones en las que se vea comprometida su digni-
dad humana.
En atención a la normativa expuesta, se observa que corre inserto al
folio 16 del expediente copia certificada del acta de nacimiento de una
niña, en la que se señala que es hija de la ciudadana Wendy Coromoto
García Vergara (la accionante), cuyo nacimiento ocurrió el 11 de febre-
ro de 2005, de lo que se desprende que la referida ciudadana se encon-
traba en el período de inamovilidad para el momento en que el ente
agraviante la notificó del contenido del Decreto N° 2 de fecha 7 de
octubre de 2005, en la que fue removida del cargo de “Secretaria” (el
10 de octubre de 2005), por lo que, en consecuencia, para el momento
en que interpuso la acción de amparo constitucional, estaba amparada
por la inamovilidad postnatal, al ser éste un beneficio que goza de la
protección que dispone dicha norma.
Al respecto, ha sido criterio de esta Sala que para toda remoción a
cualquier cargo o puesto de trabajo, se debe esperar que culmine el
estado de gravidez o embarazo y se hayan extinguido los correspon-
dientes permisos pre y postnatal. En otras palabras, la desvinculación
del servicio debe posponerse por el lapso que falte del embarazo, y una
vez verificado el agotamiento de los permisos que la legislación especial
prevé (vid sentencia Nº 64/2002).
Siendo ello así, esta Sala considera que la Dirección Ejecutiva de la
Magistratura debió aperturar un procedimiento administrativo si había
causa justificada de despido, o de ser el caso dejar transcurrir el perío-
do de un (1) año establecido en la Ley Orgánica del Trabajo, para luego
ponerle fin a la relación laboral, y siendo que en el caso de autos se
removió del cargo como “Secretaria del Tribunal de Protección del
Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado
Táchira”, a la accionante, sin haber expirado el tiempo citado, se le
84 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
lesionaron sus derechos constitucionales señalados como infringidos, ya
que tal proceder contraviene la protección a la maternidad, establecida
en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y en lo
dispuesto en el artículo 384 de la Ley Orgánica del Trabajo.
No obstante, si bien es evidente en el caso de autos la violación al fuero
maternal de la accionante, su situación jurídica se hace irreparable por
vía del amparo constitucional, puesto que la inamovilidad de la cual go-
zaba cesó al cumplirse el año de edad de su menor hija, vale decir, el 11
de febrero de 2006, lo que hace inadmisible la presente acción confor-
me al artículo 6 cardinal 3 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Dere-
chos y Garantías Constitucionales. Así se establece.
En consecuencia, por todo lo anteriormente expuesto resulta forzoso
para esta Sala declarar inadmisible la presente acción de amparo cons-
titucional conforme a los razonamientos señalados en la presente moti-
va. Así se decide.
Ahora bien, dado que en el presente caso concreto efectivamente la
solicitante del presente amparo, para el momento de la interposición de
la acción, tenía motivos suficientes para que procediera ésta, pues en
realidad se encontraba amparada por el fuero maternal, considera ne-
cesario esta Sala la reapertura del lapso para la interposición del recur-
so contencioso funcionarial y, de esta manera, pueda la accionante
argumentar lo necesario respecto de su despido. Así se decide.
IV
DECISIÓN
Por las razones que anteceden, este Tribunal Supremo de Justicia, en
Sala Constitucional, administrando justicia en nombre de la República
por autoridad de la Ley, declara:
PRIMERO: INADMISIBLE la acción de amparo constitucional ejerci-
da por la ciudadana WENDY COROMOTO GARCÍA VERGARA,
titular de las cédula de identidad número 11.111.409, inscrita en el Institu-
to de Previsión Social del Abogado bajo el número 66.891, actuando en su
propio nombre y representación, contentivo de la acción de amparo cons-
titucional interpuesta contra “el Acto Administrativo de efectos parti-
culares dictado por la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, quien
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 85
Sentencia Nº: 972 de nueve de mayo de 2006.
Caso: Nulidad por razones de Inconstitucionalidad e Ile-
galidad contra los artículos 32, 34 y 39 de la Ley
sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia,
intentada por el Fiscal General de la República ,
el ciudadano Julián Isaías Rodríguez Díaz.
Voto concurrente: Magistrado Francisco Antonio Carrasquero López.
Votos Salvados: Magistrada Luisa Estella Morales Lamuño
Magistrada Carmen Zuleta de Merchán.
Normativa citada en el fallo:
COPP: Artículos 64, 108, 243, 244, 246, 247, 250
256, 283, 284, 285, 315, 320 y 326.
CRBV: Artículos 21, 26, 44, 46, 47, 49, 75 y 285.
LSVCMF: Artículos 1, 3, 31, 32, 34, 36, 37, 39 y 40.
LOPA: Artículo 79.
Texto del fallo:
2
Derogada por la “Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia” publicada en Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 38.647,
el 19 de marzo de 2007, y reimpresa por error material en Gaceta Oficial Nº 38.668, el 23 de
abril del 2007.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 87
ante esta Sala, demanda de nulidad parcial, por razones de inconstitucio-
nalidad e ilegalidad, contra los artículos 3, cardinal 4, 32 y 39, cardinales 1,
3 y 5, de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, la cual fue
sancionada el 19 de agosto de 1998, quedó publicada en Gaceta Oficial
N° 36.531 del 3 de septiembre de 1998 y, posteriormente, fue reimpresa
en la Gaceta Oficial N° 36.576 del 6 de noviembre de 1998.
En el mismo escrito de demanda, la parte actora solicitó a la Sala Cons-
titucional la reducción de los lapsos procesales, de conformidad con el
artículo 135 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, y la
declaratoria de mero derecho.
El 23 de septiembre de 2003, el Juzgado de Sustanciación de la Sala
Constitucional admitió dicha demanda y ordenó la notificación del Pre-
sidente de la Asamblea Nacional y el Defensor del Pueblo, así como el
emplazamiento, mediante cartel, de los interesados, de acuerdo con el
artículo 116 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, y acor-
dó la remisión del expediente a la Sala para la decisión de la solicitud de
reducción de lapsos.
Luego de la recepción del expediente de la causa, se dio cuenta en Sala
por auto del 2 de octubre de 2000 y se designó ponente al Magistrado
Pedro Rafael Rondón Haaz.
El 8 de octubre de 2003, las ciudadanas María del Mar Álvarez de Lo-
vera y Paula Guarisco Sánchez, titulares de las cédulas de identidad Nos
1.728.335 y 5.564.177, respectivamente, en su carácter de Defensora
Nacional de los Derechos de la Mujer y Consultora Jurídica del Instituto
Nacional de la Mujer, quienes actuaron en representación de dicho or-
ganismo, presentaron escrito en el cual se dieron por citadas, pidieron
se les tuviese como partes defensoras de la constitucionalidad de los
artículos que se impugnaron en el juicio, solicitaron la declaratoria de
inadmisibilidad de la demanda de nulidad y la tramitación del procedi-
miento con la “...apertura a pruebas e informes, en virtud de que
los artículos impugnados por el Recurrente no son de mero dere-
cho, ya que su eliminación dejaría en el supuesto negado de ser
declarada con lugar, sin sistema de protección a las víctimas de
violencia, fomentando la impunidad”.
El 16 de octubre de 2003, las ciudadanas Luisa Arias, Gioconda Espina,
Magdalena Valdivieso, Sonia Sgambatti, Isolda Salvatierra y Adicea
Castillo, titulares de las cédulas de identidad Nos 3.884.707, 3.660.081,
88 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
17.270.733, 2.533.935, 1.605.396 y 1.970430, respectivamente, en su
carácter de “militantes de distintas organizaciones del movimiento
de mujeres venezolano”, con la asistencia de la abogada María Cristi-
na Parra de Rojas, con inscripción en el I.P.S.A. bajo el N° 11.632,
presentaron escrito en el cual peticionaron la declaratoria de improce-
dencia de la demanda de nulidad en cuestión.
El 30 de octubre de 2003, la abogada Elida Rosa Aponte Sánchez, con
cédula de identidad N° 4.592.921 e inscripción en el I.P.S.A. bajo el N°
13.459, en su condición de Coordinadora General de la Red Venezolana
sobre Violencia contra la Mujer (REVIMU) presentó escrito mediante el
cual requirió la declaratoria de improcedencia de la pretensión de nulidad.
Mediante sentencia N° 3366 de 3 de diciembre de 2003, la Sala declaró
la causa como asunto de mero derecho y ordenó la remisión del expe-
diente a la Secretaría para la continuación de su tramitación.
El 22 de enero de 2004, se fijó la oportunidad para que tuviera lugar el
acto de informes.
Mediante diligencia de 28 de enero de 2004, la abogado Sonia Sgambati
consignó escrito mediante el cual la Federación Venezolana de Aboga-
das (FEVA) expuso las razones de su solicitud de improcedencia de la
pretensión de autos.
En esa misma fecha, compareció ante esta Sala la ciudadana María
Bello de Guzmán, con cédula de identidad N° 81.671, quien adujo su
condición de Presidenta de la Fundación para los Derechos de la Mujer
Latinoamericana (FUNDEMUL), con la asistencia de la abogada Rosa
Virginia Cabrera Carpio, con inscripción en el I.P.S.A. bajo el N° 75.075,
quien, en atención al emplazamiento de los interesados mediante cartel,
solicitó “se nos tenga como parte defensora de la constitucionali-
dad y legalidad de los artículos que se impugnan de la Ley sobre la
Violencia contra la Mujer y la Familia, para lo cual oportunamen-
te antes de que se dicte sentencia presentaremos los informes res-
pectivos...”. En esa misma oportunidad, la referida ciudadana confirió
poder a las abogadas Irma Loaiza de Meneses, Débora Carpio de Ca-
brera, Rosa Virginia Cabrera Carpio, Silvana A. Gómez Mercado y
Nazareth Prado Soto.
Mediante auto de 29 de enero de 2004, la Secretaría de la Sala dejó sin
efecto el auto de 22 de enero del mismo año mediante el cual se fijó el
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 89
tulo Venezuela, se hicieron parte para coadyuvar con la declaratoria de
constitucionalidad de las normas que se impugnaron.
El 16 de marzo de 2004, tuvo lugar el acto de informes. En esa oportuni-
dad, se dejó constancia de la comparecencia de la representación de la
Fiscalía General de la República como parte actora, de la Defensoría del
Pueblo, del Instituto Nacional de la Mujer, de la Red Venezolana sobre
Violencia contra la Mujer, de la Federación Venezolana de Abogadas
(FEVA), de la Red Venezolana sobre Violencia contra la Mujer (REVI-
MU), del Centro de Estudios de la Mujer de la UCV y de la Asociación
Civil sin fines de lucro Casa de la Mujer Juana Ramírez “La Avanzado-
ra”. En esa ocasión, la Fiscalía General de la República, la Defensoría del
Pueblo, el Instituto Nacional de la Mujer, la Red Venezolana sobre Vio-
lencia contra la Mujer (REVIMU) y la Federación Venezolana de Aboga-
das (FEVA) presentaron sus respectivos escritos de informes.
El 17 de marzo de 2004, las abogadas Irma Loaiza de Meneses y Rosa
Virginia Cabrera, antes identificadas, consignaron escrito de conclusión
de los informes orales.
El 6 de mayo de 2004, se dijo “vistos”.
El 21 de septiembre de 2004, compareció la abogada María Cristina
Parra de Rojas, quien antes fue identificada, para la ratificación de sus
argumentos y en solicitud de decisión en esta causa.
El 23 de septiembre de 2004, compareció la parte actora quien requirió
el pronunciamiento del fallo.
El 19 de julio de 2005, la abogado Sonia Sgambatti, antes identificada,
en representación de María Gómez Rojas, cédula de identidad N°
3.255.825, Rectora de la Universidad Experimental Francisco de Mi-
randa y Coordinadora de la Cátedra Libre de la Mujer Judibana; de
Dollys Blatch de Díaz y Mélida Jordán Polanco, con cédulas de identi-
dad Nos 743.690 y 4.107.777, Presidenta y Directora Ejecutiva de la
Fundación para la promoción de la Mujer y la Familia (FUNDAPRO-
MUF); y de los abogados Lovelia María García Chirino, Freddy Villavi-
cencio Nicoliello, José Rafael Cabrera, Daily Cosi Yagua y Wladimir
Salom Guerrero, cédulas de identidad N os 1.959.609, 7.482.088,
9.525.260, 9.580.358 y 13.203.712, respectivamente, con adscripción a
la Dirección de Asesoría Jurídica de la Universidad Experimental Fran-
cisco de Miranda, consignó “escrito suscrito por (dichas) personas
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 91
El Fiscal General de la República solicitó la nulidad, por razones de in-
constitucionalidad e ilegalidad, de los artículos 3, cardinal 4; 32 y 39, car-
dinales 1, 3 y 5, de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia.
1. Para la fundamentación de su pretensión la parte actora alegó lo
siguiente:
1.1 Que “(l)as normas impugnadas violan las disposiciones consti-
tucionales relativas a la defensa y al debido proceso, en la medida
en que permiten que órganos administrativos dicten medidas que
afecten derechos esenciales del hombre (inviolabilidad del hogar
doméstico, presunción de inocencia, libertad) sin que se le conce-
da la oportunidad para alegar y defenderse”.
1.2 Que las medidas cautelares que se pueden decretar de conformidad
con la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia prescinden de
procedimiento previo, por cuanto no participan o no notifican a la parte
supuestamente agresora.
1.3 Que el procedimiento de gestión conciliatoria que establece el ar-
tículo 34 del texto legal, no es de obligatorio cumplimiento, “...sino que
ésta dependerá de la evaluación de los hechos que efectúe el órga-
no receptor de la denuncia, el cual, conforme al texto de la Ley,
procurará la conciliación de las partes; incluso del primer aparte
de la norma se advierte la posibilidad que (sic) la audiencia ni
llegue a realizarse”.
1.4 Que “...aun cuando la gestión conciliatoria tuviere lugar, ésta
podría verificarse treinta y seis (36) horas después de haber sido
92 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
1.10 Que, en criterio del Ministerio Público, las medidas en referencia,
porque son verdaderas medidas de coerción personal, debe dictarlas un
órgano jurisdiccional, específicamente un Tribunal de Primera Instancia
Penal en función de Control, de conformidad con los artículos 64, 108,
cardinal 10, 250 y 256 del Código Orgánico Procesal Penal. Que deben
ser órganos jurisdiccionales quienes impongan las medidas y no órganos
administrativos (por ser éstos quienes reciben la denuncia).
1.11 Que la medida cautelar que dispone el artículo 39, cardinal 3, de la
Ley cuya nulidad parcial se solicitó, viola el artículo 44, cardinal 1, de la
Constitución de la República, en virtud de que permite a órganos adminis-
trativos (policía, prefecturas), la imposición de una medida restrictiva de
libertad (arresto transitorio) por un lapso de setenta y dos (72) horas y,
además, sin procedimiento previo. Asimismo, dicha disposición contradi-
ce los artículos 243, 244, 246 y 247 del Código Orgánico Procesal Penal,
en relación con los principios que rigen las medidas de coerción personal.
1.12 Que, igualmente, vulnera el principio de separación de los Poderes
Públicos, ya que el artículo 39, cardinal 3, de la Ley sobre la Violencia
contra la Mujer y la Familia “...autoriza a órganos que carecen de
exclusividad del ejercicio de la potestad jurisdiccional (Potestad
de Administrar Justicia), a que emanen órdenes de privación de
libertad...” (sic), con lo cual entes administrativos usurpan funciones
propias de los órganos jurisdiccionales.
1.13 Que el artículo 32 de la Ley contraviene lo que establece el artícu-
lo 285 del Código Orgánico Procesal Penal, ya que las denuncias por la
supuesta comisión de un hecho punible deben realizarse ante el Ministe-
rio Público o ante el Cuerpo de Policía de Investigación, quien actúa
como auxiliar de aquél.
II
1. Alegatos de la representación del Instituto Nacional de la Mujer:
Luego de indicar las normas de los Tratados Internacionales que fueron
ratificados por Venezuela y de la Constitución de 1999 en las que se
fundamenta la Ley cuya nulidad se solicitó en este juicio, rechazaron los
alegatos de la parte recurrente con los siguientes argumentos:
94 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
1.1. Que no es cierto que los artículos 3, cardinal 4; 32 y 39, cardinales 1,
3 y 5, de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia violen el
artículo 49 de la Constitución, pues “la interpretación del recurrente va
más allá de la sana interpretación de la norma escrita, al decir que
las medidas cautelares se hacen (sic) sin presencia del agresor, con-
trariamente a lo expresado, las normas establecidas en la Ley sobre
la Violencia contra la Mujer y la Familia requieren necesariamente
de la presencia de la parte agresora, a los fines de poder oírlo como
siempre se hace y establecer las medidas cautelares si hubiere lu-
gar”. En este sentido agregaron que, cuando la norma que se impugnó
(artículo 3, cardinal 4) señala que las medidas cautelares podrán dictarse
inmediatamente, no está señalando necesariamente que hayan de aplicar-
se sin audiencia previa del denunciado, tal como, en su criterio, lo ha
reconocido esta Sala en sentencia de 6 de julio de 2001.
1.2. Que la parte recurrente “obvia la integralidad y el análisis con-
junto del cuerpo constitucional” y estableció una indebida suprema-
cía de algunas normas constitucionales sobre otras, desde que no tomó
en cuenta los artículos 19, 21, 22, 23 y 5 de la Constitución de 1999.
1.3. Que la parte recurrente sólo analizó la supuesta vulneración a de-
rechos del agresor, no así a los derechos de la mujer y la familia, lo que
podría concluir en una indeseable impunidad.
1.4. Que no se viola el derecho al juez natural, pues el artículo 39 de la
Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia lo que establece son
medidas cautelares provisionales que serán confirmadas o no por el Juez
de Control, de conformidad con el procedimiento abreviado que está
establecido en el Código Orgánico Procesal Penal.
1.5. Que al denunciarse la violación al derecho a la libertad personal se
olvida el artículo 21 de la Constitución “...que reconoce en su numeral
segundo que hay personas y grupos que pueden ser marginados o
discriminados y para la igualdad real y efectiva ante la ley se adop-
tarán medidas positivas ya sean administrativas, legales o judicia-
les”, lo cual se reafirma con el artículo 55 de la Constitución, en
concordancia con el artículo 7, letra d, de la Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, de 9
de junio de 1994, pues dicha norma constitucional “señala el derecho
a la protección por parte del Estado a través de los órganos de
seguridad ciudadana regulados por Ley, frente a situaciones que
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 95
2.3. Que el derecho a la libertad personal del agresor (artículo 44 de la
Constitución) ha de analizarse a la luz del artículo 55 eiusdem y “no
puede garantizarse a costas del derecho a la vida y el derecho a
que se respete la integridad física, psíquica y moral de la víctima
(artículos 43 y 46 de la Constitución)”, que es el caso de la violencia
doméstica, que termina con muerte de la víctima, como demuestran las
investigaciones y estadísticas nacionales e internacionales.
2.4. Que, con sus alegatos en relación con la inconstitucionalidad de
las medidas cautelares sin audiencia previa, el recurrente “se contra-
dice, pues él mismo acepta que las medidas cautelares son las
únicas que configuran verdaderas cautelas porque procuran evi-
tar el acaecimiento de un daño o lesión irreparable a los dere-
chos del denunciante (...) esto significa que el éxito de las medidas
cautelares o de protección radica en la oportunidad de la actua-
ción de la autoridad”.
2.5. Que en países como Venezuela, Colombia, Costa Rica, Puerto Rico
y Guatemala, las medidas cautelares u órdenes de protección “son el
procedimiento normal fundamental previsto en la Ley” y que, en
todo caso, el derecho a la defensa del agresor se garantiza con la ges-
tión conciliatoria que establece el artículo 34 de la Ley sobre la Violen-
cia contra la Mujer y la Familia.
2.6. Que en todo caso, puesto que el artículo 32 de la Ley que se
impugnó señala como órganos receptores de la denuncia a los órganos
de policía y el Ministerio Público, “en la práctica, bastaría con gi-
rar instrucciones mediante una resolución de carácter adminis-
trativo, a las prefecturas y jefaturas civiles, indicándoles la
obligación de colocar al agresor a la orden de un fiscal compe-
tente en la materia dentro de las 24 horas siguientes a la denun-
cia, para que sea este fiscal quien inicie el procedimiento ante el
juez competente” y se aplicarían las disposiciones del Código Orgáni-
co Procesal Penal sobre flagrancia.
3. La Coordinadora General de la Red Venezolana sobre Violencia con-
tra la Mujer (REVIMU) alegó lo siguiente:
3.1. En relación con el alegato de la parte demandante en el sentido de
que es inconstitucional que órganos administrativos dicten medidas cau-
telares sin previo procedimiento y que, además, impliquen lesión a los
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 97
derechos a la inviolabilidad del hogar y la libertad personal, la intervinien-
te alegó que la parte accionante obvió que “esos órganos administrati-
vos también sirven a la investigación criminal o penal, a la seguridad
ciudadana, al resguardo y protección de la integridad de las perso-
nas y al aseguramiento de los responsables de los hechos punibles,
por disposiciones expresas de leyes especiales, por lo que intervie-
nen en la investigación penal (...)”, pues, de conformidad con la Ley
de los Órganos de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas,
el Código Orgánico Procesal Penal y la Ley de Coordinación de Seguri-
dad Ciudadana, los órganos receptores de denuncias son “órganos de
apoyo a la investigación penal y órganos de seguridad ciudadana”
y, por tanto, “facultados para identificar y aprehender a los autores
de los delitos en los casos en ellas especificados...”.
3.2. Que “cuando tales órganos actúan (...) se entiende que lo ha-
cen por delegación automática del Ministerio Público en los térmi-
nos del artículo 114 del Código Orgánico Procesal Penal”.
3.3. Que “es difícil imaginar que una víctima y las víctimas en el
caso de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia so-
mos las mujeres (...) en una zona rural apartada (...) tenga que
acercarse a la urbe, a la ciudad (...) para lograr la intervención
del Ministerio Fiscal y la de un Juez o Jueza de Control, que se
dicte una medida cautelar de aprehensión de un hombre criminal...”
que atenta contra su integridad y vida, lo que estaría en contradicción
con los artículos 26 y 55 de la Constitución.
3.4. Que cuando buscan protección, las mujeres maltratadas lo que per-
siguen es la protección a sus derechos humanos y los de su familia,
derechos que no se limitan a los que enumera el artículo 2 de la Ley
sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, pues han de tenerse en
cuenta los Tratados Internacionales en la materia y la cláusula abierta
de la Constitución; asimismo, alegó que las posibles violaciones no se
limitan al recinto familiar o al hogar, sino que incluyen cualquier agre-
sión, incluso en el ámbito laboral.
3.5. Que las medidas cautelares que admite el artículo 39 de la Ley
sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia “son medidas de pro-
tección de derechos humanos de la mujer víctima de la violencia”,
que se traducen en medidas de protección anticipada, que ponen al de-
nunciado a disposición del Ministerio Público, de conformidad con los
artículos 248 y 373 del Código Orgánico Procesal Penal.
98 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Que solicita se oficie al Ministerio Público para que exhiba y agregue al
expediente dicha Circular; no obstante, anexó copia simple que obtuvo
a través de internet.
3.9. Que solicita a la Sala acuerde amparo cautelar, de conformidad
con el artículo 3 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales, contra la Circular en cuestión y, en su de-
fecto, hasta tanto se decida el proceso principal de nulidad, se acuer-
de medida cautelar innominada mediante la cual se suspendan los
efectos de dicha Circular.
3.10. Por último, pidió se declare la improcedencia de la demanda prin-
cipal de nulidad.
4. La representación de la Asociación Civil sin fines de lucro Casa de la
Mujer Juana Ramírez “La Avanzadora”, con la asistencia de abogado,
alegó lo siguiente:
4.1. Que no es procedente la nulidad que se demandó, pues “...si los
órganos receptores de denuncia (sic) que están establecidos en el
artículo 32 de la Ley cuya nulidad parcial se solicita, son órganos
de apoyo a quienes se solicita auxilio al ocurrir hechos de violen-
cia intrafamiliar, por temor a perder la vida, así como también son
los órganos que nuestra Carta Magna prevé en su artículo 55, de-
ben proteger a las personas frente a hechos que constituyan ries-
go, amenazas...” y que la falta de intervención preventiva a favor de
quienes ven amenazada su integridad física supondría una posible viola-
ción a su derecho a la vida.
4.2. Que, si se anula el artículo 39 de la Ley sobre la Violencia contra la
Mujer y la Familia, “se estarían afectando derechos esenciales de
las personas victimas (sic) de violencia intrafamiliar preceptuados
en nuestra Constitución”.
4.3. Que “es obvio que existe una errónea interpretación en cuanto
al artículo 32 de la Ley cuya nulidad parcial se solicita en razón de
que estos órganos antes de la existencia de la Ley y con mayor
soporte, después de la entrada en vigencia de la Ley han sido ór-
ganos receptores de denuncia y a su vez protectores de las víctimas
(hombre-mujer) pero en el presente caso es necesario recordar que
debido al alto índice estadístico de Mujeres víctimas de violencia
por parte de su pareja se tuvo la necesidad de crear esta Ley para
100 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
III
1. La representación del Instituto Nacional de la Mujer presentó escrito
de informes mediante el cual ratificó sus argumentos iniciales y señaló,
además, lo siguiente:
1.1. Que la parte actora no tomó en cuenta los Tratados y Convenios
Internacionales que protegen los derechos de las víctimas de violencia
doméstica, y que, por el contrario, subyacen, en los argumentos de la
demandante “...los mitos y creencias que ‘explican’ la violencia con-
tra la mujer, considerándola como un problema privado entre el
hombre y la mujer, carecen de perspectiva de género que les permi-
tiría la consideración de la situación de la mujer maltratada en sus
argumentos, así como entender que la Ley sobre la Violencia con-
tra la Mujer y la Familia tiene una visión de género, así como la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”.
1.2. Que los argumentos de la accionante persiguen la protección de los
derechos fundamentales del agresor, no así los derechos, también fun-
damentales, de la víctima, lo que “es discriminación contra la mujer”
e implica violación a los artículos 19, 22 y 23 de la Constitución.
1.3. Que cuando la actora alegó que el artículo 39, cardinal 3, de la Ley
sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia viola el principio de sepa-
ración de poderes porque otorga funciones judiciales a los órganos re-
ceptores de denuncia de violencia, “omite el contenido del artículo
55 de la Constitución”, según el cual el Estado deberá proteger la
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 10 1
integridad física de las personas a través de los órganos de seguridad
ciudadana, que son precisamente, y entre otros, los receptores de de-
nuncias de violencia que regula la Ley que se impugnó y que “conside-
rar a las Fiscalías como únicos organismos receptores de dicha
violencia (sic), es ignorar que muchas poblaciones de Venezuela
carecen de esos organismos y que algunas, se encuentran muy dis-
tantes de la comunidad donde vive la mujer...”.
1.4. Finalmente, luego de que expusieron la gravedad social que implica
el problema de violencia contra la mujer en el hogar, y la importancia de
las medidas cautelares cuya nulidad se solicitó como mecanismo que,
incluso, “salva la vida a mujeres maltratadas”, reiteraron su petición
de que se declare sin lugar esta demanda.
2. La Defensoría del Pueblo, luego de la exposición de sus considera-
ciones acerca de la importancia que en el Derecho Internacional y en el
Derecho interno tiene la prevención y control de la violencia contra la
mujer y la violencia doméstica, esgrimió los siguientes argumentos en su
escrito de informes:
2.1. En relación con la denuncia de inconstitucionalidad de las medidas
cautelares que establece el artículo 39 de la Ley sobre la Violencia
contra la Mujer y la Familia, porque éstas son dictadas por órganos
administrativos, la Defensoría del Pueblo señaló que “no coincidimos
con el escrito del Fiscal en el sentido de señalar que las medidas
cautelares no pueden ser dictadas por órganos administrativos”;
en este sentido, alegó que la razón de ser de las medidas cautelares ha
justificado que tanto el legislador, entre otras, en la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativos, la Ley Orgánica para la Protección del
Niño y del Adolescente, entre otras muchas, otorguen competencia a
los órganos administrativos para que acuerden medidas cautelares, tal
como también lo han justificado la jurisprudencia contencioso-adminis-
trativa y la jurisprudencia constitucional.
2.2. Que tampoco comparte el argumento de que las medidas cautelares
violen el derecho a la defensa porque son dictadas inaudita parte, es decir,
sin previo procedimiento, porque toda medida cautelar “supone una limi-
tación temporal del derecho a la defensa” y, además, “se desprende de
la interpretación integral de los artículos 3.2, 34, 36, 37 y 40 de la
LSVMF, que todos los procedimientos previstos en la ley, serán cono-
cidos por un órgano jurisdiccional. De hecho, el conocimiento de es-
102 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
tas causas, serán, bien desde el inicio del proceso, con la denuncia de
la o las víctimas directamente al Juez de Primera Instancia en funcio-
nes de control, una vez que el caso sea remitido al juez competente, tal
como señalan los artículos 3.2., 34, 36, 37 y 40 de la misma Ley”, de
manera que “tales medidas serán evaluadas por un Juez de Control
quien deberá, tal como lo señala el artículo 40 eiusdem, confirmar o
dictar otras medidas, pudiendo incluso suspender las mismas...”. En
consecuencia, se impone la necesidad de una “interpretación vinculante
de esta Sala que clarifique la obligatoriedad para todos los órganos
receptores previstos en la Ley, del cumplimiento de las debidas garan-
tías, para el sujeto de la medida...”.
2.3. En relación con la supuesta inconstitucionalidad del artículo 34 de
la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia porque el proce-
dimiento conciliatorio que en ella se establece no es necesariamente
previo a la medida cautelar y, además, no es obligatorio, indicó que la
gestión conciliatoria es solo una fase, no indispensable, del procedi-
miento y “no es óbice para que se realice el procedimiento penal
previsto, que es el que deberá garantizar la sanción del hecho
punible y la justicia en el caso denunciado”, de allí que “no coin-
cidimos con la apreciación fiscal, según la cual se evidencia la
violación del derecho al debido proceso y el derecho a la defensa
en la incompatibilidad temporal del momento en que se dicta la
medida y el momento en que se realiza la gestión conciliatoria,
pues como hemos señalado (...) la ley prevé procedimientos judi-
ciales que de conformidad con los principios que rigen el COPP
deben garantizar entre otros, estos derechos”.
2.4. En relación con el argumento de nulidad del artículo 39, cardinal 3,
de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, consideró que,
ciertamente, la norma contraviene los derechos constitucionales a la
libertad personal y a la presunción de inocencia, porque permite que las
autoridades receptoras de denuncias, que no siempre son órganos judi-
ciales, puedan dictar medidas de arresto transitorio. No obstante, en su
opinión, la norma no puede analizarse aisladamente, sino que debe inter-
pretarse a la luz de otras normas constitucionales, internacionales y ad-
jetivas. En este sentido, alegó que debe tenerse en cuenta el artículo 21,
cardinal 2, de la Constitución, que establece el derecho a la igualdad,
para que “aquellas personas o grupos vulnerables, que se encuen-
tren en circunstancias de debilidad manifiesta, puedan gozar de
una igualdad ante la ley real y efectiva”.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 10 3
5.3. En relación con la violación al derecho al juzgamiento por el juez
natural, alegó que tales medidas son provisionales y, como tales, serán
confirmadas o no por el Juez de Control.
5.4. En consecuencia, solicitó se declare la improcedencia de la preten-
sión de nulidad.
6. Las abogadas Irma Loaiza de Meneses y Rosa Virginia Cabrera
Carpio, alegaron lo siguiente en su escrito de conclusiones de los infor-
mes orales:
6.1. Que la facultad para que se acuerden medidas cautelares por parte
de los órganos receptores de las denuncias está reconocida no sólo en
la Ley, sino también en la jurisprudencia, y se diferencian de las medi-
das cautelares que dicten los órganos jurisdiccionales, pues aquéllas se
pronuncian “en cautela no del riesgo manifiesto que quede ilusoria
la ejecución del fallo, ante una eventual sentencia favorable, sino
que las mismas constituyen una cautela constitucional preventiva a
tenor de lo establecido en el artículo 55 de la Constitución...”.
6.2. Que el derecho al juzgamiento por el juez natural se garantiza en la
Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, “mediante la obser-
vancia de la competencia del órgano jurisdiccional o del órgano
administrativo facultado para la decisión de la controversia plan-
teada y la determinación del órgano competente debe efectuarse a
través de la aplicación de criterios previamente establecidos...”.
6.3. Que “la supremacía de la Constitución no es un derecho cons-
titucional ni un precepto constitucional, capaz de ser vulnerado
directamente por norma alguna...” y que “la infracción al princi-
pio de legalidad no puede invocarse como fundamento de una ac-
ción o recurso por lo que el mismo tampoco es susceptible de ser
violentado in abstracto por una norma”.
6.4. En consecuencia, solicitaron se declare sin lugar la demanda de nulidad.
IV
1. En este estado del proceso, corresponde a la Sala el pronunciamiento
en relación con la procedencia o no de la pretensión de nulidad que se
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 10 7
planteó contra los artículos 3, cardinal 4; 32 y 39, cardinales 1, 3 y 5, de
la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia. El texto de las
referidas normas es el siguiente:
Artículo 3. Principios procesales. En la aplicación e interpretación de
esta Ley, deberán tenerse en cuenta los siguientes principios:
(...)
4. Imposición de medidas cautelares: Los órganos receptores
de denuncia podrán dictar inmediatamente las medidas cautela-
res indicadas en el artículo 39 de esta Ley;
Artículo 32. Órganos receptores de denuncia. La denuncia a
que se refiere el artículo anterior podrá ser formulada en forma
oral o escrita, con la asistencia de abogado o sin ella ante cuales-
quiera de los siguientes organismos:
1. Juzgados de Paz y de Familia;
2. Juzgados de Primera Instancia en lo Penal
3. Prefecturas y Jefaturas Civiles;
4. Órganos de Policía;
5. Ministerio Público; y
6. Cualquier otro que se le atribuya esta competencia.
En cada una de las prefecturas y jefaturas civiles del país se crea-
rá una oficina especializada en la recepción de denuncias de los
hechos de violencia a que se refiere esta Ley.
Artículo 39. Medidas cautelares dictadas por el órgano re-
ceptor. Una vez formulada la denuncia correspondiente, el recep-
tor de la misma deberá ordenar de inmediato el examen médico de
la víctima y podrá además tomar las medidas cautelares siguientes:
1. Emitir una orden de salida de la parte agresora de la residencia
común, independientemente de su titularidad sobre la misma;
(...)
108 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
3. Arresto transitorio hasta por setenta y dos (72) horas, que se
cumplirá en la jefatura civil respectiva;
(...)
5. Prohibir el acercamiento del agresor al lugar de trabajo o estu-
dio de la víctima.
Las normas jurídicas en cuestión disponen la posibilidad de que los ór-
ganos receptores de denuncias de sucesos que podrían constituir la co-
misión de delitos o faltas tipificadas en la Ley sobre la Violencia contra
la Mujer y la Familia, puedan acordar diversas medidas cautelares, las
cuales, en criterio de la parte denunciante, son inconstitucionales por
las siguientes razones:
En primer lugar, porque lesionan el derecho a la defensa y al debido
proceso del supuesto agresor, porque se dictan sin que se acompañen
de un procedimiento y sin que se dé oportunidad de defensa previa al
supuesto agresor, lo que contradice el artículo 49, cardinales 1, 2, 3 y 4,
de la Constitución, así como el artículo 250 del Código Orgánico Proce-
sal Penal que exige la previa defensa del imputado para que se acuer-
den medidas de privación preventiva de libertad en su contra.
En segundo lugar, porque lesionan el derecho a la libertad personal, a la
presunción de inocencia y a la inviolabilidad del hogar del supuesto agresor
pues, entre los órganos receptores de denuncias, se encuentran no sólo
órganos jurisdiccionales, sino, además, órganos administrativos, los cuales
pueden acordar, incluso, medidas de arresto y, en consecuencia, viola-
rían los artículos 47 y 44 de la Constitución, este último según el cual
nadie puede ser detenido sin previa orden judicial, así como los artículos
243, 244, 246 y 247 del Código Orgánico Procesal Penal.
En tercer lugar, que violan el derecho a juzgamiento por el juez natural,
porque es al Poder Judicial, y no a órganos administrativos, a quien
corresponde –en su decir– “adoptar las medidas de carácter judi-
cial, autorizadas por Ley, tendentes a restringir el disfrute de dere-
chos constitucionales” y, en especial, cuando se trata de medidas de
coerción personal, lo que transgrede el artículo 49, cardinal 4, de la
Constitución y los artículos 64, 108, 250 y 256 del Código Orgánico
Procesal Penal.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 10 9
Por último, se alegó que las normas conculcan el principio constitucio-
nal de separación de poderes e incurren en el vicio de usurpación de
funciones, porque la Ley atribuye a órganos no jurisdiccionales com-
petencias que exclusivamente corresponden a los jueces, entre otras,
la de que acuerden medidas de privación de libertad, con lo cual “en-
tes administrativos usurpan funciones propias de los órganos ju-
risdiccionales”. Asimismo, alegaron la violación al artículo 285, cardinal
3, de la Constitución, que otorga al Ministerio Público la competencia
para la calificación y evaluación de la denuncia penal, así como el
artículo 285 del Código Orgánico Procesal Penal, que es la norma que
regula el procedimiento y la competencia para la recepción de denun-
cias de hechos punibles.
Por su parte, todas las distintas organizaciones estatales y no guberna-
mentales, así como las personas naturales, quienes en nombre propio o
en representación de otros se hicieron parte en este proceso, actuaron
como terceros opositores a la pretensión de nulidad, y argumentaron en
contra de la procedencia de la misma. En este sentido, pusieron de re-
lieve la importancia socio-cultural de las medidas cautelares cuya nuli-
dad se solicitó, así como la vigencia y necesidad de tales medidas.
Asimismo, la Defensoría del Pueblo se pronunció acerca de la improce-
dencia de la pretensión de nulidad, para lo cual se fundamentó en la
relevancia social de la protección contra la violencia doméstica, así como
también planteó una serie de argumentos jurídicos que, a su decir, con-
ducen a la desestimación de la pretensión de nulidad. Únicamente en lo
que se refiere al argumento de violación al derecho a la libertad perso-
nal, la Defensoría del Pueblo consideró que, por cuanto efectivamente
las normas que se impugnaron contradicen el Texto Fundamental, esta
Sala podría, de conformidad con su facultad interpretativa y en ejercicio
de su jurisdicción normativa, sustituir su texto por otro que garantice
debidamente los derechos fundamentales en juego. En relación con cada
uno de los argumentos jurídicos de las partes se hará oportuna mención
en esta decisión.
2. Como punto previo al pronunciamiento de fondo del asunto, esta Sala
considera necesaria la realización de las siguientes consideraciones:
2.1. La representación de la Coordinadora General de la Red Venezola-
na sobre Violencia contra la Mujer (REVIMU), quien se hizo parte en
este proceso, planteó ante la Sala solicitud de amparo cautelar contra la
110 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Circular N° DFGR/DVFGR/DGAP/DCJ/DPIF-00-2003-009, de 21 de
julio de 2003, mediante la cual el Fiscal General de la República instruyó
a sus funcionarios “para que en lo sucesivo, se abstengan de dictar
las medidas cautelares previstas en el artículo 39 de la Ley sobre la
Violencia contra la Mujer y la Familia, que requieren de orden ju-
dicial”, solicitud de amparo que persigue la suspensión de los efectos
de dicha Circular.
Al respecto, observa la Sala que la solicitud de amparo que se plantee
conjuntamente con la demanda de nulidad de actos legislativos, como
medida cautelar que es, resulta instrumental y accesoria a la pretensión
principal de nulidad. En consecuencia, y por cuanto en esta oportunidad
la Sala pasa a decidir el fondo del asunto, resultaría inoficioso cualquier
pronunciamiento acerca de la medida preventiva.
En abundancia, se observa que dicha pretensión de amparo se planteó
contra un acto de rango sublegal, que se dictó en ejecución de las nor-
mas que aquí se impugnaron, por lo que, si bien dicho acto no fue objeto
de la pretensión principal de nulidad, se verá vinculado por el fallo que
al respecto expida esta Sala en esta oportunidad, al igual que también
vinculará a cualquier otra actuación de los Poderes Públicos que se
realice en ejecución de la Ley que se impugnó. Así se decide.
2.2. Tal como se expuso anteriormente, la parte actora afincó su de-
manda de nulidad en diversos argumentos de violación al Texto Consti-
tucional, bien a derechos fundamentales que están recogidos en la
Constitución, bien a principios constitucionales que informan la estruc-
tura y organización de nuestro Poder Público. No obstante, se alegó
también la violación a una serie de normas de rango legal, específica-
mente del Código Orgánico Procesal Penal, con la argumentación de
que la Ley que se impugnó no podría contradecir o establecer un régi-
men distinto al de dicho Código adjetivo.
Al respecto, debe esta Sala señalar que puesto que se trata ésta de una
demanda de nulidad de normas de rango legal, únicamente resultan per-
tinentes los alegatos de violación a la Constitución, mientras que cual-
quier supuesta contradicción que exista entre la Ley sobre la Violencia
contra la Mujer y la Familia y el Código Orgánico Procesal Penal res-
pondería, eventualmente, a una colisión de leyes que escapa de este
debate procesal en concreto.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 11 1
En todo caso, debe partirse de la premisa de que la Ley sobre la Violencia
contra la Mujer y la Familia es una Ley que regula una materia especial y
que preceptúa un régimen específicamente dirigido a la protección de
situaciones concretas y, asimismo, especiales. Así, su finalidad, como lo
indica el artículo 1° de la Ley, es “prevenir, controlar, sancionar y erra-
dicar la violencia contra la mujer y la familia, así como asistir a las
víctimas de los hechos de violencia previstos en esta Ley”. En este
sentido, y para lograr ese fin, la Ley estableció el ámbito orgánico de
protección contra la violencia doméstica, a través de la regulación de los
órganos administrativos que están encargados de la ejecución de las polí-
ticas y programas de prevención y asistencia de casos de tales formas de
violencia; el ámbito sustantivo de la prevención y control de dichos modos
de violencia, a través de la tipificación de las conductas violentas que se
consideren delitos y faltas; y, por último, el ámbito procedimental, que
abarca los trámites o pautas mediante los cuales pueden realizarse de-
nuncias de comisión de tales conductas, que persiguen la conciliación entre
las partes y que, probablemente, den lugar al inicio de procesos penales
en los que se juzguen tales conductas.
Dentro de ese procedimiento previo a la acción penal, la Ley regula (ar-
tículos 31 y siguientes) los sujetos con legitimación para denunciar, los
órganos receptores de denuncias, la gestión conciliatoria y las medidas
cautelares que podrán dictarse de inmediato y de forma anticipada al
inicio de dicha acción. Por último, la Ley hace remisión al Código Orgáni-
co Procesal Penal –específicamente al procedimiento abreviado y al que
establece el título VI, Libro Tercero del Código Orgánico Procesal Pe-
nal–, para el juzgamiento de los delitos o faltas que tipifica la Ley.
De manera que se trata de una Ley que desarrolla, a través de un régi-
men especial, los mecanismos de protección de varios derechos funda-
mentales específicos que son, según su artículo 2, el derecho a la
integridad física, psíquica y moral de la persona, el derecho a la igual-
dad por razones de sexo y el derecho a la protección de la familia y
cada uno de sus miembros, derechos que son reconocidos en los artícu-
los 46, 21 y 75 de la Constitución.
Asimismo, se trata de una Ley que no sólo responde al desarrollo de
derechos que reconoce el Texto Fundamental, sino, además, a las obli-
gaciones que fueron contraídas por la República en atención a la Con-
vención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra
la Mujer, que adoptó la Asamblea General de las Naciones Unidas el 18
112 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
de diciembre de 1979 y entró en vigencia el 3 de septiembre de 1981, así
como a su condición de Estado Parte de la Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer “Con-
vención de Belém Do Pará”, cuya Ley Aprobatoria se publicó en Gace-
ta Oficial de la República N° 35.632 de 16 de enero de 1995, y que
impone a los Estados Partes (artículo 7) la obligación de “adoptar por
todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas
a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia” y llevar a cabo,
entre otras, las siguientes obligaciones:
b) Actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y san-
cionar la violencia contra la mujer.
(...)
d) Adoptar las medidas jurídicas para conminar al agresor a abs-
tenerse de hostigar, intimidar, amenazar, dañar o poner en peligro
la vida de la mujer de cualquier forma que atente contra su inte-
gridad o perjudique su propiedad.
(...)
f) Establecer procedimientos legales justos y eficaces para
la mujer que haya sido sometida a violencia, que incluyan,
entre otros, medidas de protección, un juicio oportuno y el
acceso efectivo a tales procedimientos. (Destacado de la Sala).
En complemento, el artículo 4, literal g de la misma Convención establece:
Toda mujer tiene derecho al reconocimiento, goce, ejercicio y pro-
tección de todos los derechos humanos y a las libertades consa-
gradas por los instrumentos regionales e internacionales sobre
derechos humanos. Estos derechos comprenden, entre otros:
(...)
g) el derecho a un recurso sencillo y rápido ante los tribunales com-
petentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos.
De manera que la existencia de un procedimiento previo a la acción
penal, mediante el cual se denuncie la existencia de conductas contra-
rias a la Ley, y en el que tal denuncia pueda ser recibida por diversos
órganos receptores, así como la posibilidad de que se dicten medidas
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 11 3
cautelares de manera inmediata, responden a un régimen o regulación
especial que no es, per se, inconstitucional, aunque implique un trata-
miento distinto al de otros ámbitos penales. Por el contrario, se insiste,
se trata de un régimen especial que responde a la necesidad de que se
cumpla con el compromiso internacional de adopción de mecanismos
legales eficaces de protección frente a la violencia contra la mujer y la
familia, así como el fácil acceso a tales procedimientos y medidas.
Evidentemente, tales consideraciones no resultan, ni mucho menos, su-
ficientes para que se sustente la adecuación a derecho de las normas
que se impugnaron; por el contrario, se hace necesario el análisis deta-
llado de si los preceptos que desarrolla el legislador venezolano para el
cumplimiento con tales compromisos internacionales se adecuan o no al
Texto Constitucional, más aún, si se tiene en cuenta que la Ley sobre la
Violencia contra la Mujer y la Familia es preconstitucional, pues data
del 3 de septiembre de 1998. Lo que se pretende observar en este punto
preliminar es que la existencia en sí de un régimen especial previo y
cautelar, antes del inicio de la acción penal en la que se juzgue la su-
puesta comisión de determinados delitos, no es, en este caso, contrario
a la Constitución venezolana.
2.3 Asimismo, y antes del pronunciamiento acerca de cada una de las
impugnaciones que se realizaron, observa la Sala que los alegatos que
se plantearon en este proceso se refieren todos, de manera directa, a la
supuesta inconstitucionalidad de las medidas cautelares que preceptúa
el artículo 39 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia,
pues son éstas las que, en definitiva, supuestamente agravian los dere-
chos fundamentales que se invocaron, mientras que los artículos 3 y 32
eiusdem –que también se impugnaron– no serían, per se, inconstitucio-
nales, al menos de conformidad con tales denuncias.
Así, el artículo 3 de la referida Ley únicamente expresa, como principio
general, la procedencia de medidas cautelares en el marco de protec-
ción de la violencia contra la mujer y la familia, cuando señala que “Los
órganos receptores de denuncia podrán dictar inmediatamente las
medidas cautelares indicadas en el artículo 39 de esta Ley”. La
posibilidad de que se dicten medidas cautelares no es más que una ga-
rantía de eficacia de la prevención y control de actos de violencia con-
tra la mujer y la familia, que es, precisamente y como se indicó, el objeto
de la Ley, y, por vía de consecuencia, persigue el aseguramiento de la
eficacia de la tutela judicial, en este caso penal, que la misma regula.
114 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Ante los posibles perjuicios y daños irreparables que la violencia impli-
caría sobre los derechos de las víctimas, la adopción preventiva de me-
didas cautelares por parte de los órganos receptores de denuncias es, si
no la única, la más importante garantía frente al riesgo que supone el
inevitable transcurso del tiempo. De manera que la norma no es incons-
titucional, sino que, por el contrario, consigue perfecto anclaje constitu-
cional en el artículo 26 del Texto Fundamental, y lo que, en todo caso,
podría implicar una violación constitucional sería su interpretación y
aplicación conjunta con el artículo 39 de la Ley, esto es, en tanto el
contenido y alcance de las medidas cautelares que preceptúa el artículo
39 fueran contrarias a la Constitución.
De otro lado, tampoco resulta contraria a la Constitución la norma que
establece el artículo 32, la cual se limita a enumerar los órganos que
pueden fungir como receptores de denuncias. Conviene así, recordar el
contenido de ese precepto:
Artículo 32. Órganos receptores de denuncia. La denuncia a
que se refiere el artículo anterior podrá ser formulada en forma
oral o escrita, con la asistencia de abogado o sin ella ante cuales-
quiera de los siguientes organismos:
1. Juzgados de Paz y de Familia;
2. Juzgados de Primera Instancia en lo Penal
3. Prefecturas y Jefaturas Civiles;
4. Órganos de Policía;
5. Ministerio Público; y
6. Cualquier otro que se le atribuya esta competencia.
En cada una de las prefecturas y jefaturas civiles del país se crea-
rá una oficina especializada en la recepción de denuncias de los
hechos de violencia a que se refiere esta Ley.
De conformidad con esa norma jurídica, los sujetos con legitimación
activa según el artículo 31 eiusdem –que son la víctima, sus parientes
consanguíneos o afines y los órganos públicos y no gubernamentales allí
establecidos– pueden denunciar la supuesta comisión de alguna de las
conductas violentas que la Ley tipifica como delitos o faltas, ante cual-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 11 5
quiera de dichos órganos. El análisis del precepto revela que los órga-
nos receptores de denuncias se agrupan en dos categorías jurídicas:
De una parte, órganos jurisdiccionales, como lo serían los Juzgados de
Primera Instancia en lo Penal y los Juzgados con competencia en mate-
ria de Familia. Incluso, en esta categoría están los Juzgados de Paz, los
cuales, según ha expuesto esta Sala reiteradamente, son “un medio
alternativo de resolución de conflictos, a través de la conciliación
y soluciones de equidad, que, por tanto, implica el ejercicio de la
función jurisdiccional, pero que orgánicamente, están fuera del
Poder Judicial” (por todas, vid. s.Sala Constitucional N° 3098 de 14-
12-04). De manera que son órganos jurisdiccionales mas no judiciales.
De otra parte, órganos administrativos en ejercicio de funciones de auxilio
a la justicia, como lo serían las Prefecturas y Jefaturas Civiles, órganos
de policía y el Ministerio Público.
Que unos u otros órganos puedan recibir denuncias de conductas supues-
tamente ilegales no es, en modo alguno, una disposición inconstitucional;
antes por el contrario, y según antes se señalaba, la urgencia que envuel-
ve el régimen de prevención y control de los casos de violencia doméstica
amerita mecanismos eficaces que respondan al principio de inmediación,
sin que sea contrario a las funciones de policía administrativa de los órga-
nos de la Administración Pública ni a la función jurisdiccional el que éstos
conozcan tales denuncias. Asimismo, tampoco es inconstitucional que di-
chos órganos acuerden medidas cautelares, pues es atributo inherente a
la eficacia del derecho fundamental a la tutela judicial que los órganos
jurisdiccionales tengan potestades cautelares, las cuales ejercen directa-
mente o mediante la colaboración de otros órganos del Poder Público,
incluso órganos administrativos y auxiliares a la justicia, lo que, en el caso
concreto de la prevención y sanción de la violencia doméstica, luce espe-
cialmente relevante pues, como se dijo, existe el compromiso internacio-
nal de la República de lograr esa eficacia.
En consecuencia, la eventual inconstitucionalidad de estas normas sólo
procedería si se determinase la contrariedad a derecho de las medidas
cautelares que dichos órganos pueden dictar, esto es, la inconstituciona-
lidad del artículo 39 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la
Familia y siempre como consecuencia de su análisis conjunto. Por ello,
esta Sala debe proceder, de inmediato, al análisis de constitucionalidad
del artículo 39 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia
116 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
y, sólo luego, determinar su incidencia respecto del resto de las normas
que se impugnaron. Así se decide.
3. Considera necesario la Sala, antes del análisis de constitucionalidad
de la norma que se impugnó, pronunciarse acerca de uno de los alega-
tos que esgrimieron las partes intervinientes en este proceso, quienes,
abogando por la constitucionalidad de la Ley, plantearon la posibilidad
de adecuación de ésta respecto del artículo 285, cardinal 3, de la Cons-
titución, pronunciamiento previo que determinará las pautas que se se-
guirán respecto de las demás impugnaciones en contra de la Ley sobre
la Violencia contra la Mujer y la Familia. Para ello, se observa que el
texto de esa norma constitucional es el siguiente:
Artículo 285. Son atribuciones del Ministerio Público:
3. Ordenar y dirigir la investigación penal de la perpetración de
los hechos punibles para hacer constar su comisión con todas las
circunstancias que puedan influir en la calificación y responsabi-
lidad de los autores o las autoras y demás participantes, así como
el aseguramiento de los objetos activos y pasivos relacionados
con la perpetración.
De conformidad con la regla que se transcribió, al Ministerio Público
corresponde la instrucción y dirección de las diligencias conducentes
para la determinación de la supuesta comisión de hechos punibles y de
todas las circunstancias que incumban a la calificación penal de los he-
chos, así como a la identificación y responsabilidad de los autores y
demás participantes, diligencias que servirán de base a la acusación
fiscal y a la defensa del imputado. De esta manera, el Constituyente
otorgó especial importancia a la investigación penal, como fase prepa-
ratoria de la acción penal.
Ahora bien, la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, Ley
que, como se dijo, es preconstitucional, omite esta fase de investigación
previa al inicio de la acción penal. Así, de conformidad con los artículos
31 y siguientes de dicha Ley, el procedimiento que se deberá seguir
para el planteamiento de una denuncia es el siguiente:
La supuesta víctima presenta la denuncia ante alguno de los órganos
receptores que establece el artículo 32 de la Ley, los cuales podrán
dictar medidas cautelares de inmediato (artículo 39) y procurarán la
conciliación de las partes a través de una audiencia de conciliación den-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 11 7
tro de las treinta y seis (36) horas siguientes a la recepción de la denun-
cia (artículo 34 eiusdem). Luego de ello, sea porque no hubo concilia-
ción, no hubo audiencia o hubo reincidencia, “si el receptor de la
denuncia no es el tribunal que conocerá de la causa, el órgano
receptor le enviará las actuaciones dentro de las cuarenta y ocho
(48) horas siguientes” (artículo 34, in fine eiusdem).
De esta manera, lo que la Ley regula es una fase prejudicial, fundamen-
talmente conciliatoria, que sirve de mecanismo de autocomposición y
de prevención respecto de la acción penal, pero no hay, no se precep-
tuó, una fase de investigación penal en la que se lleven a cabo las dili-
gencias necesarias y se califiquen los hechos que supuestamente
implicaron la comisión de alguno de los delitos que tipifica la ley.
En ausencia de esa regulación, considera la Sala –tal como lo alegaron
las partes intervinientes en este proceso– que la adaptación del proce-
dimiento de denuncia que establece la Ley sobre la Violencia contra la
Mujer y la Familia respecto de la norma constitucional, exige la aplica-
ción concatenada de las normas de aquélla con los preceptos del Códi-
go Orgánico Procesal Penal, específicamente sus artículos 283 y
siguientes, y en esa medida, una vez que los órganos a que se refiere el
artículo 32 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia
reciban una denuncia que se funde en las conductas que tipifica esa
Ley especial, deberán actuar –salvo, evidentemente, para el caso en
que el receptor de la denuncia sea el propio Ministerio Público– de con-
formidad con el artículo 284 del Código Orgánico Procesal Penal y, en
consecuencia, deberán comunicarla al Ministerio Público dentro de las
doce (12) horas siguientes “y sólo practicarán las diligencias nece-
sarias y urgentes”, diligencias que según dispone la misma norma “es-
tarán dirigidas a identificar y ubicar a los autores y demás
partícipes del hecho punible, y al aseguramiento de los objetos
activos y pasivos relacionados con la perpetración”, lo que incluye,
según se verá, el acordamiento de medidas cautelares.
De esta manera, será el Ministerio Público el que, una vez se sustancie
la investigación penal de conformidad con las normas del Código Orgá-
nico Procesal Penal, determine si procede la solicitud de desestimación
de la denuncia ante el juez (artículo 301 de dicho Código), el archivo
fiscal de la denuncia (artículo 315 eiusdem), la solicitud de sobresei-
miento (artículo 320 eiusdem) o bien la acusación (artículo 326 eius-
dem), esta última cuando estime que la investigación proporciona
fundamento serio para el enjuiciamiento público del imputado.
118 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Tal adecuación de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia
al nuevo marco constitucional, en lo que se refiere a la garantía de la
fase de investigación penal ante el Ministerio Público, obliga a declarar
la inconstitucionalidad sobrevenida del artículo 34 in fine de dicha Ley,
cuando señala que, luego de la recepción de la denuncia y si no hubo
conciliación de las partes, “el órgano receptor de la denuncia le en-
viará las actuaciones dentro de las cuarenta y ocho (48) horas
siguientes” al “tribunal de la causa”, y, en consecuencia, deben apli-
carse los artículos 283 y siguientes del Código Orgánico Procesal Penal
en los términos que antes se señaló, por ende, será el Ministerio Público
el que remita, si fuera el caso, las actuaciones al Juez. Así se decide.
En todo caso, aclara la Sala que la declaratoria de inconstitucionalidad
parcial de ese precepto no merma el resto de las facultades que la Ley
confiere al órgano receptor de la denuncia y, en consecuencia, aunque
debe comunicar la denuncia al Ministerio Público dentro de las doce
(12) horas siguientes para que éste inicie la investigación penal, el órga-
no receptor de la denuncia deberá, paralelamente, cumplir con las nor-
mas relativas a la gestión conciliatoria de las partes (artículo 34, primera
parte) y, según se dijo, comunicar posteriormente al Ministerio Público
acerca de las resultas de esa gestión, como parte de los hechos y prue-
bas que se recaben durante la investigación penal. Así se decide.
4. Observa que son tres de las medidas cautelares que dispone el ar-
tículo 39 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, las
que, en este juicio, se denunciaron como inconstitucionales. Tales cau-
telas tienen contenidos y alcances distintos e implican, además, una li-
mitación a derechos fundamentales también diferentes:
En primer lugar, el artículo 39, cardinal 1, dispone, como medida preven-
tiva, “Emitir una orden de salida de la parte agresora de la residen-
cia común, independientemente de su titularidad sobre la misma”.
En segundo lugar, el artículo 39, cardinal 3, establece, como medida
cautelar, “Arresto transitorio hasta por setenta y dos (72) horas,
que se cumplirá en la jefatura civil respectiva”.
Y en tercer lugar, el mismo artículo 39, cardinal 5, preceptúa que el órga-
no receptor de la denuncia podrá, de manera cautelar, “Prohibir el acer-
camiento del agresor al lugar de trabajo o estudio de la víctima”.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 11 9
Cada una de tales medidas cautelares supone, ciertamente, una limita-
ción legal de diferentes derechos fundamentales, derechos que no son
absolutos y que, por ende, admiten restricciones mediante norma de
rango de Ley. No obstante, ha de analizarse si, en este caso, tales limi-
taciones se ajustan o no al Texto Constitucional. Para ello, se revisarán
los argumentos relativos al contenido y alcance en particular de algunas
de dichas medidas y, luego, los argumentos de nulidad que son comunes
a todas, relativos al derecho a la defensa y debido proceso, así como el
derecho al juzgamiento por el juez natural.
4.1. Violación al derecho a la libertad personal y la presunción de inocencia.
La parte demandante en este juicio argumentó que el artículo 39, cardi-
nal 3, de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia viola el
derecho a la libertad personal que recogió el artículo 44, cardinal 1, de
la Constitución de 1999.
En este sentido, se alegó que mal puede permitirse a órganos adminis-
trativos la imposición de medidas restrictivas de libertad, específica-
mente de arresto transitorio, por un lapso de 72 horas, cuando el artículo
44, cardinal 1, reserva esa posibilidad a órganos jurisdiccionales, sin que
pueda excederse la medida de cuarenta y ocho (48) horas.
Al respecto se observa:
El artículo 44, cardinal 1, de la Constitución de 1999 dispone:
La libertad personal es inviolable, en consecuencia:
1. Ninguna persona puede ser arrestada o detenida sino en virtud
de una orden judicial, a menos que sea sorprendida in fraganti.
En este caso será llevada ante una autoridad judicial en un tiempo
no mayor de cuarenta y ocho horas a partir del momento de la
detención. Será juzgada en libertad, excepto por las razones de-
terminadas por la ley y apreciadas por el juez o jueza en cada
caso. La constitución de caución exigida por la ley para conceder
la libertad de la persona detenida no causará impuesto alguno.
La norma constitucional que se transcribió recoge expresamente el dere-
cho fundamental a la libertad personal y contiene los aspectos más rele-
vantes que garantizan el ejercicio y respeto de ese derecho. Así, de su
lectura e interpretación literal se deriva, en primer lugar, que la libertad es
la regla. Incluso las personas que sean juzgadas por la comisión de delitos
120 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
o faltas deben, en principio, serlo en libertad. En segundo lugar, y en lo
que especialmente incumbe al caso de autos, sólo se permiten arrestos o
detenciones –incluso aquellos preventivos– si existe orden judicial, salvo
que la persona sea sorprendida in fraganti. En este último caso de fla-
grancia, sí se permite detención preventiva sin orden judicial, pero sólo
temporal, para que en un plazo muy breve, no más de cuarenta y ocho
(48) horas, se conduzca a la persona ante la autoridad judicial.
De manera que la norma, tal como expuso esta Sala en anteriores oportu-
nidades (entre otras, en reciente sentencia N° 130 de 1-2-06), impone
como garantía del derecho fundamental a la libertad personal e, incluso,
como garantía del juez natural, la reserva obligada de la medida excepcio-
nal de privación de libertad a la autoridad judicial. Tal intervención implica
que estén proscritas constitucionalmente, salvo que medie el supuesto de
flagrancia, las limitaciones a la libertad personal por parte de órganos de
naturaleza administrativa, los cuales deben colaborar como órganos auxi-
liares de justicia, mas no pueden sustituirse en ciertas potestades exclusi-
vas del órgano jurisdiccional, entre otras para la imposición de limitaciones
a la libertad personal. En esa oportunidad, esta Sala estableció:
El Poder Judicial se entiende, al menos así ha sido el resultado de
la evolución de las instituciones públicas, como el garante de los
derechos, protegiéndolos del aparato administrativo del Estado, al
cual se le reservan otras tareas.
Precisamente a ese aparato administrativo, enorme y por lo ge-
neral más dotado en personal y recursos materiales que el judi-
cial, se le encomienda una labor básica en relación con la justicia:
la de colaborar con ella. Las fuerzas de policía son, en realidad,
imprescindibles en la labor de los tribunales penales. Las policías
aprehenden a personas en el mismo momento en que se les ob-
serva cometiendo el hecho tipificado como punible o investigan
para dar con los sospechosos y solicitar del tribunal que les per-
mita capturarlos y ponerlos luego a sus órdenes.
Los jueces, así, juzgan a quienes los órganos policiales suelen traer
ante ellos. Sin órganos de policía el sistema de justicia estaría
incompleto. Negar a los cuerpos policiales el poder para efectuar
detenciones cuando en sus tareas diarias observan cómo algunas
personas violan la ley o cuando se esfuerzan en investigar para
descubrir quién lo ha hecho, implicaría vaciar de contenido su
misión, en franco perjuicio para la colectividad.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 12 1
Lo que no puede permitirse es que los órganos policiales cuenten
con el poder para ser ellos mismos los que sancionen o que se les
permita alargar las detenciones antes de poner a las personas fren-
te a los jueces. Tal vez sólo en sociedades extremadamente refina-
das los cuerpos policiales pueden proporcionar garantías suficientes.
La misión de los órganos de policía es, entonces, fundamental
(la seguridad de los ciudadanos) y sus medios deben ser propor-
cionales, pero no puede ocultarse que, por su magnitud, la Ad-
ministración (de la que la policía forma parte) es la que necesita
control para evitar los excesos en que pudiera incurrir en el ejer-
cicio de sus poderes.
Ahora bien, la relevancia de las competencias de los cuerpos po-
liciales no elimina su carácter de órganos auxiliares de los órga-
nos que imparten justicia (los jurisdiccionales). Los órganos de
policía tienen competencias que no son de auxilio judicial, como la
vigilancia callejera, el control del orden público, la advertencia a
la ciudadanía sobre su proceder indebido, entre otras. Su sola pre-
sencia es motivo, cuando trabajan correctamente, para dar tran-
quilidad a la colectividad. Lo que no tienen autorizado es, so
pretexto del control del orden público y de la seguridad ciudada-
na, detener personas. Los dos únicos supuestos en que pueden
hacerlo ya se han mencionado: si son capturadas in fraganti en
la comisión de un delito o si un juez dicta una orden en tal sentido
para que sea ejecutada por la Administración.
En síntesis, y como se expuso, a partir de la Constitución de 1999 la regla
constitucional es que la privación de libertad requiere siempre de previa
orden judicial y que, sólo como excepción, los órganos policiales pueden
efectuar detenciones preventivas si el sujeto infractor es sorprendido in
fraganti o bien si han sido autorizados por un juez, y siempre que esa
medida no se extienda por más de cuarenta y ocho (48) horas.
En el caso de autos se impugnó la constitucionalidad del artículo 39,
cardinal 3, de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, que
establece la posibilidad de que los órganos receptores de denuncia acuer-
den, como medida cautelar, “Arresto transitorio hasta por setenta y
dos (72) horas, que se cumplirá en la jefatura civil respectiva”.
Si bien se trata de una detención preventiva, que se impone cautelar-
mente para evitar la perpetración o consecución de la conducta de vio-
122 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
lencia supuestamente delictiva que denunció la víctima, es evidente que
la aplicación de dicha norma, de origen preconstitucional, colide con el
nuevo Texto Fundamental.
Así, recuérdese que, de conformidad con el artículo 32 de la misma Ley,
los órganos receptores de denuncias pueden ser de naturaleza jurisdic-
cional, como lo serían el Juez de Primera Instancia Penal, el Juez con
competencia en materia de Familia y el Juez de Paz, o bien de naturale-
za administrativa, como lo serían las Prefecturas y Jefaturas Civiles, los
órganos de Policía y el Ministerio Público.
De manera que, salvo el supuesto en el que el órgano receptor de la
denuncia fuese el Juez de Primera Instancia Penal o el Juez con com-
petencia en materia de Familia, para el resto de los casos de recepción
de denuncias la aplicación del artículo 39, cardinal 3, de la Ley sobre la
Violencia contra la Mujer y la Familia implicaría, a partir de la Constitu-
ción de 1999, una abierta violación al derecho a la libertad personal,
pues dicho precepto permite una medida de privación de libertad, por
parte de órganos administrativos, sin la exigencia, siquiera, de que se
esté en el supuesto de flagrancia. Incluso, la aplicación del artículo 39,
cardinal 3, es contraria a la Constitución cuando el receptor de la de-
nuncia es un Juez de Paz, el cual, según se dijo supra en este fallo,
ejerce función jurisdiccional pero no es un órgano judicial, y de allí que
no cumpliría con el requerimiento orgánico del artículo 44, cardinal 1, de
la Constitución de 1999.
Asimismo, tal como lo alegó la parte actora, y en ello coincidieron algu-
nos de los terceros intervinientes, la simple lectura del precepto que se
cuestionó revela una segunda colisión con la norma constitucional, en
este caso rationae temporis, pues el artículo 39, cardinal 3, de la Ley
sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia establece un plazo máxi-
mo de setenta y dos (72) horas de arresto, aun cuando la norma consti-
tucional (artículo 44, cardinal 1) limita las detenciones preventivas in
fraganti a no más de cuarenta y ocho (48) horas.
En consecuencia, considera la Sala que el artículo 39, cardinal 3, de la
Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia se encuentra par-
cialmente viciado de inconstitucionalidad sobrevenida desde la entrada
en vigencia de la Constitución de 1999, pues a diferencia del Texto Fun-
damental de 1961 (artículo 60, cardinal 1), el Constituyente exige, aho-
ra, orden judicial para que se impongan medidas de privación de libertad,
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 12 3
por no más de cuarenta y ocho (48) horas. Esa inconstitucionalidad par-
cial ha de declararse respecto de los siguientes aspectos:
En primer lugar, se anula el artículo 39 in fine en lo que se refiere al
lapso máximo de setenta y dos (72) horas del arresto, porque colide con
la letra del artículo 44, cardinal 1, de la Constitución de 1999 en aten-
ción a las razones que se expusieron.
En segundo lugar, se declara la inconstitucionalidad del precepto que
surge de la aplicación conjunta de los artículos 39, cardinal 3 y 32, car-
dinales 1 (en lo que se refiere al Juez de Paz), 3, 4 y 5, de la Ley sobre
la Violencia contra la Mujer y la Familia. En este sentido, y por los
argumentos que se expusieron, son contrarias al artículo 44, cardinal 1,
las medidas privativas de libertad, aunque sean preventivas o cautela-
res, que dicten órganos no judiciales. Así se decide.
En tercer lugar, y en consecuencia, esta Sala considera acorde con la
Constitución el precepto que surge de la aplicación conjunta de los artícu-
los 39, cardinal 3 y 32, cardinales 1 y 2, de la referida Ley, esto es, la
facultad de dictar medidas de arresto por parte del Juez de Primera Ins-
tancia Penal o del Juez con competencia en materia de Familia cuando
sea uno de éstos el órgano receptor de la denuncia, siempre que se tenga
en cuenta que el plazo máximo de duración de esa medida es el que esta-
blece la Constitución, esto es, cuarenta y ocho (48) horas. Así se decide.
En cuarto lugar, y tal como se sostuvo en el fallo de esta Sala No 1204,
de 22-6-04, se advierte que esta declaratoria de inconstitucionalidad no
merma la facultad de los órganos receptores de denuncias y del Minis-
terio Público para que soliciten medidas preventivas de privación de
libertad en contra del supuesto agresor, las cuales deberán realizarse
previo cumplimiento de las normas y principios que preceptúa el Código
Orgánico Procesal Penal (artículos 243 y siguientes). En consecuencia,
la detención de los supuestos agresores requerirá que los receptores de
denuncia, a que se refieren los cardinales 1, 3, 4 y 5 de la Ley sobre la
Violencia contra la Mujer y la Familia, soliciten una orden judicial de
detención por ante el juez de control competente según el lugar de la
última residencia del sujeto agresor.
En quinto lugar, se dejan a salvo los supuestos en que opere la flagran-
cia, caso en el cual la autoridad policial podrá actuar sin previa orden
judicial, pero siempre bajo el estricto cumplimiento de las normas ordi-
narias que contiene el Código Orgánico Procesal Penal y en atención a
124 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
la interpretación restrictiva de las mismas, tal como lo expuso esta Sala
en sentencia No 1577 de 18-12-00. Así se decide.
4.2. Violación al derecho a la inviolabilidad del hogar.
La parte demandante alegó, también, que las medidas cautelares que se
impugnaron son inconstitucionales pues limitan el derecho a la inviolabili-
dad del hogar. Debe analizarse entonces, de seguidas, si tales medidas,
excepto la que establece el artículo 39, cardinal 3, que parcialmente se
anuló, limitan inconstitucionalmente ese derecho. Al respecto se observa:
El artículo 47 de la Constitución establece:
El hogar doméstico y todo recinto privado de persona son inviola-
bles. No podrán ser allanados, sino mediante orden judicial, para
impedir la perpetración de un delito o para cumplir de acuerdo
con la ley, las decisiones que dicten los tribunales, respetando
siempre la dignidad del ser humano.
Por su parte, el artículo 39, cardinales 1 y 5, de la Ley que se impugnó
disponen, como medidas cautelares que puede acordar el órgano recep-
tor de la denuncia, las siguientes:
1. Emitir una orden de salida de la parte agresora de la residencia
común, independientemente de su titularidad sobre la misma;
(...)
5. Prohibir el acercamiento del agresor al lugar de trabajo o estu-
dio de la víctima.
De la lectura de ambos preceptos legales se observa que sólo la prime-
ra de tales medidas podría implicar una afectación al derecho a la invio-
labilidad del hogar pues, de conformidad con esa medida cautelar, el
órgano receptor de la denuncia puede ordenar que la parte supuesta-
mente agresora, esto es, aquella contra la cual se presentó la denuncia
de comisión de alguno de los delitos y faltas a que hace referencia la
Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, salga de la residen-
cia común con la víctima. En cambio, la segunda de esas medidas no
alude al hogar doméstico sino que, en todo caso, se trataría de una limi-
tación legal al derecho al libre tránsito del supuesto agresor, como impe-
dimento para que se acerque al lugar de trabajo o estudio de la víctima.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 12 5
Ahora bien, se debe analizar si, efectivamente, la medida cautelar que
permite el artículo 39, cardinal 1, de la Ley sobre la Violencia contra la
Mujer y la Familia implica una limitación inconstitucional al derecho a la
inviolabilidad del hogar, especialmente cuando el órgano que la acuerda
es un ente no judicial pues, según se indicó, la norma exige de tal orden
para el allanamiento del hogar doméstico o recinto privado.
En este sentido, se observa que la correcta lectura de la norma consti-
tucional que se transcribió (artículo 47) es que ésta garantiza la inviola-
bilidad del hogar doméstico –lato sensu– lo que abarca el domicilio, la
residencia y el recinto privado de las personas. Así, ya en anteriores
oportunidades la jurisprudencia de esta Sala (específicamente en sen-
tencia N° 717 de 15-5-01) se pronunció en este sentido:
En efecto, si bien el artículo 47 constitucional, al prever la inviola-
bilidad del hogar doméstico, el domicilio y todo recinto privado,
estableció de manera categórica que “[n]o podrán ser allanados,
sino mediante orden judicial, para impedir la perpetración de un
delito o para cumplir de acuerdo con la ley las decisiones que
dicten los tribunales”. Interpretar, únicamente, que en virtud
de tal disposición, siempre para la realización de un allana-
miento a un determinado domicilio, será necesaria la exis-
tencia de una orden judicial que lo autorice, sería llegar a la
exageración de suponer que, aun hasta para el caso de fuer-
za mayor o estado de necesidad, se requiera la referida or-
den. La norma no prevé nada al respecto, pero no por ello, en el
caso de auxilio inmediato, solicitado o no, de riesgos para la vida
o seguridad de las personas, o de otros supuestos análogos, la
entrada al domicilio o recinto de que se trate, por parte de funcio-
narios policiales o cualquier otro agente de autoridad, e incluso de
un particular, debe ser considerado como una vulneración a su
inviolabilidad, pues se está ante uno de los supuestos en que es
necesario preservar unos derechos sobre otros, igualmente cons-
titucionalmente protegidos.
Debe entenderse, entonces, de acuerdo con el precepto consti-
tucional en referencia, que la orden judicial es la regla, resul-
tando sin embargo, posible su limitación dependiendo del
ámbito de que se trate (civil o penal), pues debe estudiarse
en cada caso cuándo se le debe dar supremacía a éste ante
otros derechos fundamentales, y viceversa, dado que puede
126 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
ocurrir que el mismo, como un derecho particular pretenda sobre-
ponerse a un derecho de orden colectivo, como la salud pública.
En tal sentido, debe advertirse que en el ámbito penal, el derecho
a la inviolabilidad del hogar doméstico admite excepciones, que
como tal, en principio, están contempladas en el Código Orgánico
Procesal Penal, en el artículo 225, pues existe el supuesto, como
en el caso de autos, no contemplado en dicha norma legal, en el
cual tampoco resulta necesaria la orden judicial, que es cuando la
persona que habita determinado domicilio o morada, autoriza o
consiente voluntariamente su ingreso a ella, lo cual obedece al
deber que tiene todo ciudadano de la República de colaborar con
la justicia como expresión de los principios de solidaridad y co-
rresponsabilidad social que orientan el nuevo orden institucional y
social del Estado actual, y que se encuentran previstos en el artí-
culo 135 constitucional. (Destacado de la Sala).
Ahora bien, esa inviolabilidad se traduce en que no puede haber alla-
namiento, esto es, no puede haber entrada forzosa por parte de
autoridades públicas o de particulares que no habiten en ese re-
cinto sino en los supuestos que establezca la norma constitucional
y con las condiciones que, conforme a tales supuestos, disponga la
Ley, tal como lo corrobora, además, el criterio de esta Sala que antes se
citó. De manera que esa garantía de inviolabilidad lo que proscribe es la
entrada forzosa al hogar, no así la prohibición de limitaciones relati-
vas al acercamiento, entrada o salida de éste por parte de quienes lo
habitan, limitaciones que podrían, en principio, conseguir anclaje legal.
Precisamente es ese el caso que se plantea en esta oportunidad: se
trata de una orden de salida de la parte agresora de la residencia
común, lo que no implica necesariamente el allanamiento de la morada,
salvo el supuesto de que fuera necesaria la ejecución forzosa de la
medida. En consecuencia, considera la Sala que el precepto que recoge
el artículo 39, cardinal 1, de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y
la Familia no viola el artículo 47 de la Constitución de 1999, en tanto que
no implica una orden de allanamiento al hogar doméstico. Incluso, resul-
ta acorde con el Texto Constitucional el caso en que dicha medida cau-
telar sea ordenada por alguno de los órganos administrativos a que se
refiere el artículo 32 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la
Familia, medida que, en esos casos, se expide a través de providencias
que son, orgánicamente, actos administrativos, y que, como tales, son
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 12 7
de obligatorio e inmediato cumplimiento para la parte agresora, una vez
que adquieran eficacia.
Se insiste, lo que eventualmente podría constituir violación a ese precepto
constitucional sería la necesidad de ejecución forzosa de la medida caute-
lar que se dicte de conformidad con el artículo 39, cardinal 1, de la referi-
da Ley por parte de órganos no judiciales, en los casos en que el supuesto
agresor no la cumpla voluntariamente. De manera que debe la Sala ana-
lizar en qué términos habría de realizarse esa ejecución forzosa.
Según la letra del artículo 47 constitucional, el allanamiento de la mora-
da doméstica sólo procede mediante orden judicial, y en los casos allí
determinados, uno de los cuales es cuando sea necesario evitar la per-
petración de un delito. En tales casos, según entendió esta Sala en la
sentencia que antes se citó, se justifica el allanamiento en la pondera-
ción que ha de hacer el legislador, en cada supuesto de hecho, respecto
de la prevalencia de otros derechos fundamentales frente a la inviolabi-
lidad del hogar –y viceversa–, derechos que pueden ser individuales o
bien colectivos, y cuya protección haga necesario que se ceda frente a
esa inviolabilidad.
Ahora bien, tal limitación legal debe ser siempre de interpretación res-
trictiva, bajo pena de que se lesione uno u otro derecho fundamental.
Por ello, la Sala interpreta que en resguardo del precepto del artículo 47
constitucional, en concordancia con el artículo 79 de la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativos, cuando la cautela a que se refiere el
artículo 39, cardinal 1, de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la
Familia sea alguno de los órganos administrativos que regula el artículo
32, cardinales 3, 4 y 5 eiusdem, para su ejecución forzosa se requerirá
de autorización judicial previa. Así se decide.
5. Violación al derecho a la defensa y debido proceso.
Luego del análisis de las impugnaciones relativas al contenido y alcance
de las distintas medidas cautelares cuya constitucionalidad se debate en
este juicio, pasa la Sala al análisis relativo a la conformidad a derecho
del procedimiento que se sigue para acordarlas. La parte actora alegó,
como fundamentación de la nulidad de los cardinales 1, 3 y 5 del artículo
39 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, que las
referidas medidas cautelares violan el derecho a la defensa y al debido
proceso del supuesto agresor, porque se dictan sin previo procedimiento
y sin que se permita el derecho a la defensa del supuesto infractor y,
128 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
además, sin que sea indispensable la previa gestión conciliatoria de las
partes a que hace referencia el artículo 34 de la referida Ley.
En este sentido, se observa:
De conformidad con el artículo 39 de la Ley sobre la Violencia contra la
Mujer y la Familia, el órgano receptor de denuncias deberá, una vez que
ésta se reciba, “ordenar de inmediato el examen médico de la vícti-
ma y podrá además tomar las medidas cautelares siguientes...” en-
tre las que se encuentran las tres medidas cuya nulidad se solicitó. De
manera pues, que será potestativo para los órganos receptores de de-
nuncias la adopción de medidas cautelares, en consideración a las cir-
cunstancias del caso y, evidentemente, los resultados de ese examen
médico inmediato de la víctima. En otras palabras, los órganos recepto-
res de denuncias podrán acordar inmediatamente medidas cautelares,
una vez se inicie el procedimiento por denuncia, las cuales se acorda-
rán, incluso, sin audiencia de la parte supuestamente agraviante, tal como
se deriva de la lectura del artículo 39 de la Ley.
Ahora bien, no considera la Sala contrario a la Constitución la posibili-
dad de que los órganos receptores de denuncias, sean éstos jurisdiccio-
nales o administrativos, puedan acordar medidas cautelares de manera
inmediata y sin previa audiencia de aquel contra quien obre, medidas
cuya finalidad es prevenir la perpetración o continuación de conductas
que podrían constituir alguno de los delitos y faltas a que se refiere la
Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia.
En efecto, según ya antes se expuso, tales órganos pueden ser de natu-
raleza jurisdiccional o administrativa. Así, la denuncia puede recibirla el
propio Juzgado de Primera Instancia en lo Penal, un Juzgado de Paz,
órganos de policía, el Ministerio Público, las Prefecturas y Jefaturas
Civiles o cualquier otro al que se le atribuya tal competencia.
De manera que el órgano receptor de la denuncia no es, salvo excep-
ciones, quien conocerá y decidirá el proceso penal al que probablemen-
te la misma dé lugar. En tales casos, la finalidad del artículo 39 es que,
en atención a la urgencia que exige la prevención y control de los delitos
y faltas de violencia doméstica, y en atención a los principios que esta-
blece el artículo 3 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la
Familia, los órganos receptores de denuncias puedan acordar, de inme-
diato, medidas preventivas, con el fin de garantizar, según se dijo ya, la
eficacia de la tutela judicial, medidas que implican una actuación de
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 12 9
colaboración con el Juez Penal al que corresponderá el conocimiento y
decisión del proceso.
En efecto, tales cautelas son medidas de colaboración, pues los órganos
receptores de denuncia colaboran con el tribunal al que corresponderá,
de conformidad con el artículo 36 de la Ley sobre la Violencia contra la
Mujer y la Familia, el juzgamiento de los delitos que tipifica esa Ley,
colaboración que se logra mediante el otorgamiento de medidas preven-
tivas o asegurativas del objeto litigioso, que eviten la continuación de la
comisión de la falta o delito que se denuncia o bien la perpetración de
otros nuevos por parte del supuesto agresor en contra de la víctima
denunciante y que puedan constituir un daño irreparable o de difícil re-
paración para ésta.
Asimismo, y según su naturaleza, se trata de medidas anticipadas, pues
son dictadas antes del inicio del proceso penal, y no de medidas autóno-
mas o autosatisfactivas, pues, aunque se acuerden antes del inicio del
juicio, son instrumentales de ese posterior proceso, en el cual se revisarán
y consecuentemente se ratificarán o revocarán, y porque, si éste no se
inicia oportunamente, decaerá la medida, tal como se desprende del artí-
culo 40 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, que
establece la facultad del juez penal de revisar, confirmar e incluso dictar
las medidas cautelares que preceptúa el artículo 39 eiusdem. Ese decai-
miento se desprende implícitamente también del artículo 34 de la Ley y,
en consecuencia, si no se inicia oportunamente el proceso penal, decaerá
la medida que se haya acordado en contra del supuesto agresor.
La distinción entre las medidas anticipadas y las medidas autónomas ha
sido expuesta por esta Sala en reciente sentencia N° 4223 de 9-12-05,
de la siguiente manera:
En este sentido, se observa que, en materia procedimental, la nor-
ma jurídica puede establecer la existencia de ciertas “medidas
autónomas” o “autosatisfactivas”, que son aquellas que, de ma-
nera breve, urgente y a través de un procedimiento de cognición
o contradictorio limitado, acuerdan una determinada pretensión
para evitar un daño irreparable o de difícil reparación a una de las
partes. Más que medidas cautelares, se ha entendido que se trata
de verdaderos procesos, aunque breves, sumarios y urgentes, pues
no cumplen con los requisitos de dependencia e instrumentalidad
propios de toda medida cautelar.
130 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Distinto es el caso de las medidas cautelares anticipadas, que
son aquéllas que se solicitan y acuerdan antes de la inter-
posición de una demanda o bien del inicio de un procedi-
miento administrativo, cuando el peligro en la mora haga
temer que no es posible la espera hasta el comienzo del
procedimiento, sin que se produzcan daños irreparables, y,
por tanto, se justifica el adelanto de su adopción (Vid. CA-
LAMANDREI, PIERO, Providencias Cautelares, Buenos Ai-
res, 1984, pp. 53 y ss.). No obstante, siguen siendo
accesorias e instrumentales en relación con ese procedi-
miento que ha de iniciarse con posterioridad, pues su finali-
dad es el aseguramiento de la eficacia de la decisión de fondo que
ha de dictarse en ese procedimiento principal. Además, la au-
sencia del inicio oportuno de dicho procedimiento o de la
posterior ratificación de la medida en el curso del mismo,
según disponga el ordenamiento jurídico de que se trate,
implicará el decaimiento de la medida, pues, se insiste, debe
ser aneja y dependiente del mismo, aunque se acuerde de
manera adelantada. En el ámbito del procedimiento administra-
tivo son éstas, las medidas anticipadas, las que pueden ser expe-
didas, de lo que se concluye que no hay medidas plenamente
autónomas en vía administrativa, menos aún, si son de gravamen,
pues se trataría de una limitación indefinida en el tiempo, lo cual
la haría inconstitucional. (Destacado añadido).
El carácter anticipado y de colaboración de estas medidas se justifica
con la urgencia de protección que de común presentan los casos que se
pretenden proteger a través de la Ley que se impugnó. Evidentemente,
ese carácter urgente de la tutela cautelar no es condición suficiente
para acordarla; antes por el contrario, es indispensable el cumplimiento
concurrente de los requisitos de toda medida cautelar, como lo son la
presunción grave del peligro en la mora y la presunción grave del dere-
cho que se reclama. Es por ello, precisamente, que el artículo 39 de la
Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia preceptúa que “una
vez formulada la denuncia correspondiente, el receptor de la mis-
ma deberá ordenar de inmediato el examen médico de la víctima...”
y, según las resultas de ese examen, el receptor de la denuncia podrá
dictar alguna de las medidas cautelares que permite la norma. De ese
modo, el examen médico inmediato constituiría un medio de prueba de
la veracidad de los hechos que hayan sido denunciados –esto es, del
buen derecho– y de la necesidad de evitar mayores e irreparables lesio-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 13 1
nes de la víctima como consecuencia del transcurso del tiempo, hasta
tanto se decida la causa penal que habrá de iniciarse –peligro en la
mora– inminentemente.
Ahora bien, estas medidas anticipadas no lesionan el derecho a la de-
fensa de aquel contra quien se dicten, ni aun siquiera por el hecho de
que hayan de dictarse inaudita parte, pues la Ley garantiza la existen-
cia de varios procedimientos posteriores paralelos en el que el supuesto
agresor se podrá defender. Así, tal como se expuso en la sentencia que
anteriormente se citó, las medidas cautelares anticipadas no implican
per se violación al derecho a la defensa, el cual se garantiza con la
existencia de un procedimiento administrativo o proceso judicial poste-
rior que, de inmediato, ha de iniciarse, bajo riesgo, como se dijo, de
decaimiento de la medida cautelar.
En el caso concreto, si bien la cautela se acuerda sin previa audiencia,
la Ley garantiza la existencia de un procedimiento posterior que debe
tramitar el propio órgano receptor de la denuncia con fines conciliato-
rios y en el que las partes podrán defenderse. Así, de conformidad con
el artículo 34 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia,
“Según la naturaleza de los hechos el receptor de la denuncia pro-
curará la conciliación de las partes, para lo cual convocará a una
audiencia de conciliación dentro de las treinta y seis (36) horas
siguientes a la recepción de la denuncia”.
La parte demandante alegó que esa audiencia conciliatoria no es obliga-
toria, desde que la Ley establece, de una parte, que dependerá de “la
naturaleza de los hechos” y porque, según el parágrafo único de ese
mismo artículo, si “no se realizare la audiencia conciliatoria” se en-
viarán las actuaciones al juez competente.
Ahora bien, no comparte la Sala la interpretación que realizó la parte
actora. Así, la gestión conciliatoria a que hace referencia la Ley sobre
la Violencia contra la Mujer y la Familia sí es obligatoria; de hecho, es
esa la finalidad de ese procedimiento previo ante el órgano receptor de
la denuncia, pues el control de la conducta violenta a través de su enjui-
ciamiento será objeto del proceso penal y no de esta etapa previa.
De manera que cuando la norma señala que el órgano receptor de la
denuncia procurará la conciliación de las partes “según la naturaleza de
los hechos”, lo que ha de entenderse es que la mediación del receptor de
la denuncia, durante la gestión conciliatoria, se realizará teniendo en cuenta
132 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
los hechos que ocurran en cada caso concreto, y no que según la natura-
leza de los hechos habrá o no mediación para la conciliación.
Asimismo, cuando el parágrafo único dice que “de no haber conci-
liación, no realizarse la audiencia, o en caso de reincidencia...”
se enviarán las actuaciones al tribunal de la causa, debe entenderse –
sin perjuicio de que, además, la norma fue anulada anteriormente en
esta misma sentencia– que si los resultados de la gestión conciliatoria
fueron infructuosos, hubo reincidencia o bien no hubo audiencia
porque las partes no comparecieron, se dará por concluida esta fase
previa al proceso penal.
Evidentemente, durante esa audiencia conciliatoria que es de obligatoria
celebración dentro de las treinta y seis (36) horas siguientes a la recep-
ción de la denuncia, el supuesto agresor podrá defenderse de inmediato
contra ésta y podrá hacer valer los argumentos y pruebas que considere
pertinentes en contra de la medida que sea acordada y, con fundamento
en ellas, el órgano receptor de la denuncia podría, incluso en esa misma
audiencia, revocar o, por el contrario, ratificar, la medida cautelar que
haya sido previamente acordada, de lo que dará cuenta al fiscal del Mi-
nisterio Público que esté llevando a cabo la investigación penal.
Además, y paralelamente a la tramitación de ese procedimiento conci-
liatorio, ya antes se señaló en este fallo que dentro de las doce (12)
horas siguientes a la recepción de la denuncia, el órgano receptor debe-
rá comunicar de su existencia al Ministerio Público, el cual dará inicio,
de conformidad con el Código Orgánico Procesal Penal, a la fase de
investigación de la acción penal, la cual posteriormente se seguirá, se-
gún los artículos 36 y 37 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y
la Familia, por el procedimiento abreviado que regula el Título II, Libro
Tercero del Código Orgánico Procesal Penal (si se trata de delitos) o
bien por el procedimiento que recoge el Título VI, Libro Tercero del
mismo Código (en caso de faltas).
Evidentemente, durante ese proceso la parte supuestamente agresora
también podrá defenderse frente a la medida cautelar que se hubiere
acordado en su contra, tal como se desprende, según se dijo ya, del
artículo 40 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, que
faculta al juez de la causa para que dicte o revoque las medidas que
acordó el receptor de la denuncia, de acuerdo con el artículo 39 eius-
dem. De manera que allí también la parte contra quien obre la medida
puede defenderse de tales medidas en todo estado y grado de la causa
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 13 3
pues, como toda cautela, éstas no gozan del carácter de cosa juzgada
material sino sólo formal y pueden revocarse o acordarse tardíamente,
si se modifican las circunstancias de hecho que las motivaron.
En abundancia, ha de tenerse en cuenta que proceden los diferentes
mecanismos de protección jurisdiccional que establece el ordenamiento
jurídico frente a tales providencias cautelares, bien como actos admi-
nistrativos, bien como actos jurisdiccionales, según la naturaleza del ór-
gano que los dictó.
En consecuencia, la posibilidad de que se acuerden medidas cautelares
anticipadas al proceso penal a que se refieren los artículos 32 y siguien-
tes de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia no implica
violación al derecho a la defensa y el debido proceso. Así se decide.
6. Violación al derecho al juzgamiento por el juez natural.
La parte demandante alegó también que las medidas cautelares que reco-
ge el artículo 39 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia
violan el derecho al juez natural. En este sentido, se alegó que mal pueden
los órganos administrativos receptores de denuncias acordar medidas
cautelares, pues “...es al Poder Judicial a quien corresponde adoptar
las medidas de carácter judicial, autorizadas por la Ley, tendentes a
restringir el disfrute de derechos constitucionales”.
Al respecto se observa que de conformidad con el artículo 49, cardinal
4, de la Constitución:
Toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces natura-
les en las jurisdicciones ordinarias, o especiales, con las garantías
establecidas en esta Constitución y en la ley. Ninguna persona
podrá ser sometida a juicio sin conocer la identidad de quien la
juzga, ni podrá ser procesada por tribunales de excepción o por
comisiones creadas para tal efecto.
Esta Sala ha expuesto en reiteradas oportunidades el alcance y debida
interpretación de dicha norma constitucional. Así, en sentencia no. 520
de 7-6-00, se estableció:
El derecho al juez natural consiste, básicamente, en la nece-
sidad de que el proceso sea decidido por el juez ordinario
predeterminado en la ley. Esto es, aquél al que le corresponde el
conocimiento según las normas vigentes con anterioridad. Esto su-
134 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
pone, en primer lugar, que el órgano judicial haya sido creado pre-
viamente por la norma jurídica; en segundo lugar, que ésta lo haya
investido de autoridad con anterioridad al hecho motivador de la
actuación y proceso judicial; en tercer lugar, que su régimen orgá-
nico y procesal no permita calificarlo de órgano especial o excep-
cional para el caso; y, en cuarto lugar, que la composición del órgano
jurisdiccional sea determinado en la Ley, siguiéndose en cada caso
concreto el procedimiento legalmente establecido para la designa-
ción de sus miembros, vale decir, que el Tribunal esté correctamen-
te constituido. En síntesis, la garantía del juez natural puede
expresarse diciendo que es la garantía de que la causa sea
resuelta por el juez competente o por quien funcionalmente
haga sus veces. (Destacado de esta sentencia).
En complemento de ese criterio, esta Sala señaló también, entre otras, en
sentencia N° 144 de 24-3-00, que el juez natural debe ser independiente,
imparcial, previamente determinado, idóneo y competente por la materia:
...En la persona del juez natural, además de ser un juez prede-
terminado por la ley, como lo señala el autor Vicente Gimeno
Sendra (Constitución y Proceso. Editorial Tecnos. Madrid 1988)
y de la exigencia de su constitución legítima, deben confluir va-
rios requisitos para que pueda considerarse tal. Dichos requisi-
tos, básicamente, surgen de la garantía judicial que ofrecen los
artículos 26 y 49 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, y son los siguientes: 1) Ser independiente, en el
sentido de no recibir órdenes o instrucciones de persona alguna
en el ejercicio de su magistratura; 2) ser imparcial, lo cual se
refiere a una imparcialidad consciente y objetiva, separable como
tal de las influencias psicológicas y sociales que puedan gravitar
sobre el juez y que le crean inclinaciones inconscientes. La trans-
parencia en la administración de justicia, que garantiza el ar-
tículo 26 de la vigente Constitución se encuentra ligada a la
imparcialidad del juez. La parcialidad objetiva de éste, no sólo
se emana de los tipos que conforman las causales de recusación
e inhibición, sino de otras conductas a favor de una de las par-
tes; y así una recusación hubiese sido declarada sin lugar, ello
no significa que la parte fue juzgada por un juez imparcial si los
motivos de parcialidad existieron y, en consecuencia, la parte
así lesionada careció de juez natural; 3) tratarse de una persona
identificada e identificable; 4) preexistir como juez, para ejercer
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 13 5
la jurisdicción sobre el caso, con anterioridad al acaecimiento
de los hechos que se van a juzgar, es decir, no ser un Tribunal de
excepción; 5) ser un juez idóneo, como lo garantiza el artículo
26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
de manera que en la especialidad a que se refiere su competen-
cia, el juez sea apto para juzgar; en otras palabras, sea un espe-
cialista en el área jurisdiccional donde vaya a obrar. (...) y 6)
que el juez sea competente por la materia. Se considerará com-
petente por la materia aquel que fuera declarado tal al decidirse
un conflicto de competencia, siempre que para la decisión del
conflicto se hayan tomado en cuenta todos los jueces que po-
drían ser llamados a conocer, situación que no ocurrió en este
caso; o creando en la decisión del conflicto no se haya incurrido
en un error inexcusable en las normas sobre competencia...
De manera que la garantía constitucional del juez natural implica que,
formalmente, sea un juez con competencia predeterminada en la Ley el
que administre justicia en cada caso concreto, y sustancialmente, que
ese juez sea idóneo, independiente e imparcial para que asegure que
será justa y conforme a derecho la decisión judicial. Por tanto, se trata
de una garantía jurisdiccional, es decir, inherente al ejercicio de la fun-
ción de administración de justicia.
Ahora bien, observa la Sala que las medidas cautelares no implican juz-
gamiento, pues con ellas no se administra justicia, sino que son medios
instrumentales cuya finalidad es servir de garantía de eficacia de una
decisión posterior que, en principio, será judicial en el marco de un pro-
cedimiento jurisdiccional, pero que, también, podría ser administrativa,
en el marco de un procedimiento administrativo. Pero, se insiste, incluso
cuando tales poderes cautelares son ejercidos como instrumento de la
función jurisdiccional, bien que sea el mismo juez quien la dicte, bien la
Administración por colaboración con aquél, siempre conforme a la Ley,
no implican juzgamiento alguno, aunque, evidentemente, se solicitan para
garantizar una posible decisión y para ello debe el juez o la autoridad
administrativa hacer cierto discernimiento. Así, tal como expresa Piero
CALAMANDREI “la tutela cautelar (...) más que a hacer justicia
contribuye a garantizar el eficaz funcionamiento de la justicia”
(Providencias Cautelares, cit., p. 45), y, por tanto, en sede cautelar no
corresponde a la Administración o al juez que dicta la medida cautelar
la solución de un conflicto a través de la aplicación y declaración del
136 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
derecho, sino aportar un medio de garantía que asegure una oportuna
administración de justicia ulterior.
Precisamente porque con las potestades cautelares no se administra
justicia, y según se expuso con anterioridad, no sólo los órganos juris-
diccionales, sino incluso los órganos de la Administración Pública osten-
tan, por Ley, tales potestades como instrumento de eficacia y para el
aseguramiento de las resultas del ejercicio de sus funciones jurisdiccio-
nales y administrativas e, incluso, por colaboración entre unas y otras.
En el asunto bajo estudio, y según ya se expuso, las medidas que pre-
ceptúa la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia son me-
didas anticipadas que pronuncian los órganos receptores de la denuncia
en colaboración con la causa penal que eventualmente habrá de ini-
ciarse. De este modo, los órganos receptores de denuncias no ejer-
cen, en modo alguno, función judicial, sino que tienen, en virtud de la
ley, la potestad de procurar la eficacia de la función de prevención y
control de la violencia doméstica que, a través de la administración de
justicia, realizará en definitiva el juez de la causa penal que se iniciará
como consecuencia de dicha denuncia. Por tanto, al no administrar
justicia mal pueden violar el derecho a juzgamiento por parte del juez
natural. Así se decide.
7. Por último, la parte demandante alegó la violación al principio consti-
tucional de separación de poderes y la verificación del vicio de usurpa-
ción de funciones, como consecuencia de que la Ley sobre la Violencia
contra la Mujer y la Familia “autoriza a órganos que carecen de ex-
clusividad del ejercicio de la potestad jurisdiccional (...) a que
emanen órdenes de privación de libertad”.
Al respecto, observa la Sala que en su sentencia N° 3098 de 14-12-04,
que antes se citó, se analizaron los términos y alcance con los cuales
nuestra Constitución de 1999 recoge el principio de separación de pode-
res como pilar fundamental de nuestro Estado de Derecho. En esa opor-
tunidad, y se reitera en ésta, se estableció que no se trata, en modo
alguno, de una división rígida de poderes, sino, por el contrario, de una
colaboración y control mutuo entre las distintas ramas del Poder Públi-
co, lo que implica que, en circunstancias excepcionales, siempre que lo
establezca la Ley y que no colida con alguna norma constitucional, cada
una de las ramas puede ejercer funciones de las otras:
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 13 7
...el principio de separación de poderes que recoge el artículo 136
de nuestro Texto Fundamental, de idéntica manera a como lo es-
tablecía el artículo 118 de la Constitución de 1961, no implica, ni
mucho menos, una división rígida de órganos y funciones, sino
que, como la misma norma predica, “cada una de las ramas del
Poder Público tiene sus funciones propias, pero los órganos a los
que incumbe su ejercicio colaborarán entre sí en la realización de
los fines del Estado”.
Principio de colaboración de los Poderes Públicos que lleva a un
control mutuo entre poderes y, en definitiva, admite, hasta cierto
punto, un confusión funcional entre ellos, es decir, que cada una
de las ramas del Poder Público puede ejercer excepcionalmente
competencias que, por su naturaleza, corresponderían, en princi-
pio, a las otras y de allí que la Administración Pública cuente con
potestades normativas (v.gr. la potestad reglamentaria) y juris-
diccionales (v.gr. resolución de conflictos entre particulares) y
los órganos deliberantes y judiciales cumplan ciertas funciones
típicamente administrativas (v.gr. la organización interna de sus
dependencias y la potestad disciplinaria respecto de sus funcio-
narios, entre otras).
Es en este sentido que la doctrina constitucionalista venezolana
ha entendido la esencia del principio de separación y de colabora-
ción de poderes. Entre otros, Humberto J. La Roche sostuvo que
la colaboración de poderes significa “una pequeña invasión de un
poder cualquiera en las actividades del otro” (“Derecho Constitu-
cional”, Tomo I, vigésima edición, Caracas, 1991, p. 421); “inva-
sión” que tiene dos finalidades: una, de control mutuo o contrapeso
de poderes y otra, de agilización en el ejercicio del Poder Público
cuando, por razones instrumentales u operativas, sea conveniente
que una de las ramas ejerza concretas competencias que, por
naturaleza, corresponden a las otras, ejercicio que, ha de desta-
carse, requiere de previa, expresa y suficiente habilitación legal,
tal como se exige para el ejercicio de cualquier potestad pública.
Por tanto, esa superposición o intercambio de funciones debe ser
excepcional y debe obedecer a razones instrumentales y operati-
vas concretas, so pena de que se incurra en incumplimiento del
artículo 136 constitucional que categóricamente afirma, según ya
se transcribió, que “cada una de las ramas del Poder Público tie-
138 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
ne sus funciones propias” y, en esa medida, han de ser atribuidas
por la Ley y ejercidas por sus distintos órganos.
En el caso de autos, según se estableció anteriormente, el artículo 44 de
la Constitución de 1999 fue explícito y claro cuando reservó a los órga-
nos judiciales la posibilidad de dictar medidas privativas de libertad, in-
cluso aquellas preventivas y temporales, salvo, por supuesto, los casos
de flagrancia. En atención a esa disposición, la Sala anuló el precepto
que se deriva de la aplicación conjunta del artículo 39, cardinal 3, y 32,
cardinales 1 (en lo que se refiere al juez de Paz), 3, 4 y 5 de la Ley
sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, pues éste supone el
otorgamiento a órganos administrativos de funciones que, por imperati-
vo constitucional, son exclusivas del Poder Judicial.
De manera que, por cuanto existe una norma constitucional (artículo
44) que expresamente reserva a órganos judiciales el ejercicio de deter-
minada potestad, mal puede una norma con rango de Ley, bajo pena de
violación al principio de separación de poderes, disponer que sea otra
rama del Poder Público la que la ejerza, argumento que refuerza la de-
claratoria de inconstitucionalidad de ese precepto. Así se decide.
Por el contrario, no considera la Sala que dichas normas de la Ley sobre
la Violencia contra la Mujer y la Familia, ni aún siquiera los órganos del
Poder Público que las ejecutasen, incurran en el vicio de usurpación de
funciones. Así, la usurpación de funciones es un vicio de incompetencia
constitucional, que se verifica cuando un órgano de una de las ramas del
Poder Público ejerce funciones que no le han sido asignadas y que, ex
Constitutione, corresponden a otra de las ramas del Poder Público. No
obstante, para que se verifique ese vicio de inconstitucionalidad, atribui-
ble evidentemente a las actuaciones del órgano usurpador, es necesario
el contraste y antagonismo directo entre estas actuaciones y la norma
constitucional, y de allí que se verifique como un vicio de incompetencia
manifiesta, en conculcación directa a la norma constitucional.
Ahora bien, no sería ese el caso de autos, pues no existiría aquí una
violación constitucional directa, sino precisamente indirecta, por parte
de las actuaciones de los órganos públicos que, en atención al precepto
que se anuló, pudieran ejecutarse. Así, en el caso de autos media una
norma legal que atribuye a tales órganos jurisdiccionales y administrati-
vos una competencia que no les confiere la Constitución de 1999, de
manera que es la Ley la que directamente colide con la Constitución –y
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 13 9
de allí la violación por parte de ésta del principio de separación de pode-
res–, mientras que, en aplicación de la Ley, los órganos del Poder Públi-
co sólo violarían indirectamente el Texto Constitucional. Por tanto, no
existe el vicio de usurpación de funciones en sus actuaciones, pues no
son ellos directamente, sino la Ley que ejecutan la que colide con la
Constitución. Así se decide.
8. En consecuencia, la Sala considera que procede la declaración par-
cial de la pretensión de nulidad que se planteó en el asunto sub exami-
ne, concretamente en lo que se refiere al precepto legal que surge de
la aplicación conjunta del artículo 39, cardinal 3; y 32, cardinales 1, 3,
4 y 5, de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, así
como del artículo 34 in fine eiusdem, no así en lo que respecta al
resto de las normas cuya nulidad se requirió, las cuales se ajustan al
Texto Fundamental de 1999 en atención a su correcta interpretación y
ejecución que, en síntesis, ha dispuesto esta Sala en esta decisión, de
la manera siguiente:
8.1. La Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia es una Ley
que desarrolla, a través de un régimen especial, los mecanismos de pre-
vención, control, sanción y erradicación de la violencia contra la mujer y
la familia, cuya finalidad última es la protección de los derechos funda-
mentales a la integridad física, psíquica y moral de la persona, el dere-
cho a la igualdad por razones de sexo y el derecho a la protección de la
familia y cada uno de sus miembros, que son reconocidos en los artícu-
los 46, 21 y 75 de la Constitución.
8.2. La existencia de ese régimen especial responde a los compromi-
sos contraídos por la República como Estado Parte de la Convención
sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la
Mujer y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer “Convención de Belém Do
Pará”, que imponen a los Estados, entre otras obligaciones, el estable-
cimiento de “procedimientos legales justos y eficaces para la mu-
jer que haya sido sometida a violencia, que incluyan, entre otros,
medidas de protección, un juicio oportuno y el acceso efectivo a
tales procedimientos”.
8.3. Para el cumplimiento de sus finalidades, la Ley sobre la Violencia
contra la Mujer y la Familia regula, entre otros aspectos, un procedi-
miento previo al inicio de la acción penal, el cual es de naturaleza con-
140 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
ciliatoria, cuyo objeto es la recepción de denuncias de conductas que,
conforme a la Ley, pueden traducirse en la comisión de delitos o faltas,
y la búsqueda de la autocomposición del conflicto a través de la conci-
liación. Asimismo, y en aras de la eficacia de ese procedimiento y de la
acción penal que eventualmente se sustanciará con motivo de esa de-
nuncia, la referida Ley dispone la posibilidad de que los órganos recep-
tores de denuncias acuerden diversas medidas cautelares que, per se,
no son contrarias al Texto Constitucional, sino, por el contrario, abogan
por la eficacia de la tutela judicial.
8.4. A raíz de la iniciación de la vigencia de la Constitución de 1999, se hace
necesaria la adaptación del procedimiento de denuncia que establece la Ley
sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia respecto del artículo 285, cardinal
3, del Texto Fundamental, el cual otorgó la exclusividad de la investigación penal
al Ministerio Público, lo que obliga a la anulación del parágrafo único in fine del
artículo 34 de dicha Ley. En consecuencia, es necesaria la aplicación concate-
nada de las normas de dicha Ley con los preceptos del Código Orgánico Proce-
sal Penal, y en esa medida, una vez que los órganos receptores de denuncias
reciban una denuncia que se funde en las conductas que tipifica la Ley que se
impugnó, deberán comunicarla al Ministerio Público dentro de las doce (12)
horas siguientes “y sólo practicarán las diligencias necesarias y urgen-
tes”, lo que incluye el otorgamiento de medidas cautelares.
8.5. En consecuencia, será el Ministerio Público el que, una vez sea sustan-
ciada la investigación penal de conformidad con las normas del Código
Orgánico Procesal Penal, determinará si procede la solicitud de desestima-
ción de la denuncia ante el juez, el archivo fiscal de la misma, la solicitud de
sobreseimiento o bien la acusación, esta última cuando estime que la inves-
tigación proporciona fundamento serio para el enjuiciamiento del imputado.
8.6. La referida comunicación de la denuncia al Ministerio Público no
merma las facultades conciliatorias y cautelares del órgano receptor, el
cual deberá, paralelamente, cumplir con las normas relativas a la ges-
tión conciliatoria de las partes y comunicar posteriormente, al Ministe-
rio Público, acerca de las resultas de esa gestión.
8.7. Desde la Constitución de 1999, la regla constitucional es que la
privación de libertad requiere siempre de previa orden judicial y que
sólo como excepción los órganos policiales pueden efectuar detencio-
nes preventivas si el sujeto infractor es sorprendido in franganti o bien
si han sido autorizados por un juez, y siempre que esa medida no se
extienda por más de cuarenta y ocho (48) horas. En consecuencia, con-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 14 1
sidera la Sala que la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia
se encuentra parcialmente viciada de inconstitucionalidad sobrevenida
en los siguientes aspectos: (i) en lo que se refiere al lapso máximo de
setenta y dos (72) horas del arresto que establece el artículo 39, cardi-
nal 3, de dicha Ley; y (ii) en lo que se refiere al precepto que surge de
la aplicación conjunta de los artículos 39, cardinal 3, y 32, cardinales 1
(en lo que se refiere al Juez de Paz), 3, 4 y 5, de dicha Ley, y de allí que
son contrarias al artículo 44, cardinal 1 de la Constitución las medidas
privativas de libertad, aunque sean preventivas o cautelares, que dicten
órganos no judiciales, salvo que medie el supuesto de flagrancia.
8.8. Tal declaratoria no merma la facultad de los órganos receptores de
denuncias y del Ministerio Público de solicitar al juez de control compe-
tente según el lugar de la última residencia del sujeto agresor, que dicte
medidas preventivas de privación de libertad. Asimismo, en los supues-
tos en que opere la flagrancia, la autoridad policial podrá actuar sin
previa orden judicial, pero siempre bajo el estricto cumplimiento de las
normas ordinarias que establece el Código Orgánico Procesal Penal y
en atención a la interpretación restrictiva de las mismas.
8.9. La Sala declara acorde con la Constitución el precepto que surge
de la aplicación conjunta de los artículos 39, cardinal 3, y 32, cardinales
1 y 2, de la referida Ley, esto es, la facultad para dictar medidas de
arresto por parte del Juez de Primera Instancia Penal y el Juez de Fami-
lia, cuando sea uno de éstos el órgano receptor de la denuncia, siempre
que se tenga en cuenta que el plazo máximo de duración de esa medida
es el que establece la Constitución, esto es, cuarenta y ocho (48) horas.
8.10. La Sala declara que el precepto que establece el artículo 39, car-
dinal 1 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia no viola
el artículo 47 de la Constitución de 1999, en tanto no implica una orden
de allanamiento al hogar doméstico, incluso cuando la medida cautelar
sea acordada por alguno de los órganos administrativos a que se refiere
la Ley. No obstante, en resguardo de la garantía constitucional del artí-
culo 47 constitucional, en concordancia con el artículo 79 de la Ley
Orgánica de Procedimientos Administrativos, cuando la medida caute-
lar sea dictada por órganos administrativos, su ejecución forzosa reque-
rirá de previa autorización judicial.
8.11. Las medidas cautelares que regula el artículo 39 de la Ley sobre
la Violencia contra la Mujer y la Familia son medidas de colaboración,
142 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
y que les otorga esa atribución, la que colide con la Constitución en la
forma en que se declaró supra. Así se decide.
DECISIÓN
Por los razonamientos que anteriormente fueron expuestos, esta Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara PAR-
CIALMENTE CON LUGAR la demanda de nulidad que intentó el
ciudadano JULIÁN ISAÍAS RODRÍGUEZ DÍAZ, Fiscal General de
la República, contra los artículos 3, cardinal 4; 32, y 39, cardinales 1, 3
y 5, de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, la cual se
sancionó el 19 de agosto de 1998 y publicó en Gaceta Oficial N° 36.531
del 3 de septiembre de 1998 y, posteriormente, fue reimpresa en la Ga-
ceta Oficial N° 36.576 del 6 de noviembre de 1998.
En consecuencia, se declara la NULIDAD del artículo 34 in fine y del
precepto que surge de la aplicación conjunta de los artículos 39, cardi-
nal 3, y 32, cardinales 1 (en lo que se refiere al Juez de Paz), 3, 4, 5 de
la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia.
De conformidad con el artículo 21 de la Ley Orgánica del Tribunal Su-
premo de Justicia, se ORDENA la publicación íntegra de este fallo en
la Gaceta Oficial de la República, en cuyo sumario se indicará lo si-
guiente: “Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia que anula el artículo 34 in fine y el precepto que surge
de la aplicación conjunta de los artículos 39, cardinal 3; y 32,
cardinales 1 (en lo que se refiere al Juez de Paz), 3, 4 y 5 de la Ley
sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia”.
Se ORDENA incorporar en la página principal del sitio de Internet de
este Tribunal, mención destacada de la existencia de este fallo, con re-
misión a su contenido, con el siguiente texto: “La Sala Constitucional
anuló el artículo 34 in fine y el precepto que surge de la aplicación
conjunta de los artículos 39, cardinal 3 y 32, cardinales 1 (en lo
que se refiere al Juez de Paz), 3, 4 y 5 de la Ley sobre la Violencia
contra la Mujer y la Familia”.
(...omissis...)
144 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
VOTO SALVADO
prudencial fijada por esta Sala Constitucional, declara, como garantía
del juez natural, la “(...) reserva obligada de la medida excepcional
de privación de libertad a la autoridad judicial. Tal intervención
implica que estén proscritas constitucionalmente, salvo que me-
die el supuesto de flagrancia, las limitaciones a la libertad perso-
nal por parte de los órganos de naturaleza administrativa, lo cuales
deben colaborar como órganos de justicia, mas no pueden susti-
tuirse en ciertas potestades exclusivas del órgano jurisdiccional,
entre otras para la imposición de limitaciones a la liberad perso-
nal”, dejando a salvo, claro está, los casos en que el infractor sea
sorprendido en flagrancia.
4.- Entre las consecuencias de lo anterior, se estableció que “(...) esta
declaratoria de inconstitucionalidad no merma la facultad de los
órganos receptores de denuncias y del Ministerio Público para que
soliciten medidas preventivas de privación de libertad en contra
del supuesto agresor, las cuales deberán realizarse previo cumpli-
miento de las normas y principios que preceptúa el Código Orgáni-
co Procesal Penal (artículos 243 y siguientes). En consecuencia,
la detención de los supuestos agresores requerirá que los recepto-
res de denuncia, a que se refieren los cardinales 1, 3, 4 y 5 de la
Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, soliciten una
orden judicial de detención por ante el juez de control competente
según el lugar de la última residencia del sujeto agresor”.
5.- Quien aquí disiente ha suscrito y sostenido, que existe una verda-
dera violación al principio del juez natural, cuando a una autoridad
administrativa se le reconoce la posibilidad de imponer sanciones pri-
vativas de la libertad, en consonancia con la normativa constitucional.
Sin embargo, frente a tales circunstancias es imperioso hacer una pon-
deración de derechos, lo que dependerá del hecho social que las nor-
mas pretenden regular.
6.- Como desarrollo de lo anterior, debe antes que todo hacerse refe-
rencia al derecho a la igualdad, pues que duda cabe, es este derecho el
que se encuentra íntimamente relacionado con el hecho social que da
lugar a la normativa impugnada.
Así las cosas, el artículo 21 de la Constitución de la República Boliva-
riana de Venezuela, prescribe que:
146 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Artículo 21. Todas las personas son iguales ante la ley; y en
consecuencia:
(...)
2. La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas
para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará me-
didas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser dis-
criminados, marginados o vulnerables; protegerá especialmente a
aquellas personas que por alguna de las condiciones antes espe-
cificadas, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta
y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan.
Desarrollando el derecho a la igualdad, esta Sala Constitucional, en sen-
tencia Nº 1197 del 17 de octubre de 2000 (caso: “Luis Alberto Peña”),
estableció respecto del precepto citado lo siguiente:
(...) observa esta Sala que el derecho subjetivo a la igualdad y a
la no discriminación, es entendido como la obligación de los Pode-
res Públicos de tratar de igual forma a quienes se encuentren en
análogas o similares situaciones de hecho, es decir, que este de-
recho supone, en principio, que todos los ciudadanos gocen del
derecho a ser tratados por la Ley de forma igualitaria, y se prohí-
be por tanto la discriminación.
Ahora bien, no todo trato desigual es discriminatorio, sólo lo será
el que no esté basado en causas objetivas y razonables, pero el
Legislador puede introducir diferencias de trato cuando no sean
arbitrarias, esto es, cuando estén justificadas por la situación real
de los individuos o grupos, es por ello que el derecho a la igualdad
sólo se viola cuando se trata desigualmente a los iguales; en con-
secuencia, lo constitucionalmente prohibido es el trato desigual
frente a situaciones idénticas.
Como conclusión de lo antes expuesto, esta Sala considera nece-
sario señalar que la cláusula de igualdad ante la ley no prohíbe
que se le confiera un trato desigual a un ciudadano o grupo de
ciudadanos, siempre y cuando se den las siguientes condiciones:
a) que los ciudadanos o colectivos se encuentren real y efectiva-
mente en distintas situaciones de hecho; b) que el trato desigual
persiga una finalidad específica; c) que la finalidad buscada sea
razonable, es decir, que la misma sea admisible desde la perspec-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 14 7
tiva de los derechos y principios constitucionales; y d) que la rela-
ción sea proporcionada, es decir, que la consecuencia jurídica que
constituye el trato desigual no guarde una absoluta desproporción
con las circunstancias de hecho y la finalidad que la justifica. Si
concurren las condiciones antes señaladas, el trato desigual será
admisible y por ello constitutivo de una diferenciación constitu-
cionalmente legítima.
En ese sentido, el derecho a la igualdad, aunque parezca muy evidente,
implica el brindarle el mismo trato a aquellos que se encuentran en idén-
ticas o semejantes condiciones, por lo que aquellos que no se encuen-
tran en tal similitud de condiciones deben ser sometidos a un trato
diferente, lo que hace posible, como lo estableció esta Sala, que haya
diferenciaciones legítimas.
Semejante interpretación del contenido y alcance del precepto consti-
tucional de la igualdad, ha sido establecida por esta Sala, llamada como
cúspide del sistema de justicia constitucional, al darle verdadera efi-
cacia a dicha norma, adecuando el resto de los cuerpos normativos a
sus preceptos, constituyendo así su propia jurisprudencia en verdade-
ra fuente del derecho (sentencia del 9 de marzo de 2004, caso: “Servi-
cios La Puerta”).
Hacer operativa la norma constitucional, a través del control concen-
trado de la constitucionalidad, implica hacer de este mecanismo una
constante fuente de control social, en el que el sistema normativo se
actualice constantemente.
La violencia doméstica, es sin duda, un hecho social que ha requerido,
incluso, una ley especial, como lo es la Ley sobre la Violencia contra
la Mujer y la Familia. Incluso, varios documentos tratados y pactos
enumeran una larga lista de principios que consagran la obligatoriedad
para nuestro país, con carácter constitucional, de la protección de la
mujer en todas sus vertientes, pero muy especialmente en casos de vio-
lencia contra su integridad personal. Tal obligatoriedad se establece en
el artículo 23 de la Constitución de la República Bolivariana de Vene-
zuela, el cual indica:
Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos huma-
nos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía consti-
tucional y prevalecen en el orden interno, en la medida en que
contengan normas y, sobre todo, su goce y ejercicio más favora-
148 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
– Reconocimiento de la igualdad de mujeres y hombres ante la ley.
– Igualdad en el matrimonio.
Señala esta Convención Sobre la Eliminación de Todas las For-
mas de Discriminación Contra la Mujer en sus artículos 2 y 3 que
es menester de los Estados:
Artículo 2.-
(...)
c) Establecer la protección jurídica de los derechos de la mujer
sobre una base de igualdad con los del hombre y garantizar, por
conducto de los tribunales nacionales competentes y de otras ins-
tituciones públicas, la protección efectiva de la mujer contra todo
acto de discriminación;
d) Abstenerse de incurrir en todo acto o práctica de discrimina-
ción contra la mujer y velar porque las autoridades e instituciones
públicas actúen de conformidad con esta obligación;
e) Tomar todas las medidas apropiadas para eliminar la discrimi-
nación contra la mujer practicada por cualesquiera personas, or-
ganizaciones o empresas;
f) Adoptar todas las medidas adecuadas, incluso de carácter le-
gislativo, para modificar o derogar leyes, reglamentos, usos y prác-
ticas que constituyan discriminación contra la mujer; (...).
Artículo 3.-
Los Estados Partes tomarán en todas las esferas, y en particular
en las esferas política, social, económica y cultural, todas las medi-
das apropiadas, incluso de carácter legislativo, para asegurar el pleno
desarrollo y adelanto de la mujer, con el objeto de garantizarle el
ejercicio y el goce de los derechos humanos y las libertades funda-
mentales en igualdad de condiciones con el hombre.
(...omissis...)
Artículo 14, ordinal 1°. Los Estados Partes tendrán en cuenta los
problemas especiales a que hace frente la mujer rural y el impor-
tante papel que desempeña en la supervivencia económica de su
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 15 1
familia, incluido su trabajo en los sectores no monetarios de la
economía, y tomarán todas las medidas apropiadas para asegurar
la aplicación de las disposiciones de la presente Convención a la
mujer en las zonas rurales (...).
Por su parte, el documento llamado Plataforma de Beijing en su Capí-
tulo IV establece:
112. La violencia contra las mujeres es un obstáculo para lograr
los objetivos de igualdad, desarrollo y paz, y viola y menoscaba su
disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
La permanente incapacidad de proteger y promover esos
derechos y libertades, en los casos de violencia contra las
mujeres es un problema que incumbe a todos los Estados y
exige que se adopten medidas al respecto. (...). En todas las
sociedades, en mayor o menor medida, las mujeres y las niñas
están sujetas a malos tratos de índole física, sexual y psicológica,
sin distinción en cuanto a su nivel de ingresos, clase social y cul-
tura. La baja condición social y económica de las mujeres puede
ser tanto una causa como una consecuencia de la violencia que
se ejerce contra ella.
113. La expresión ‘violencia contra las mujeres’ se refiere a todo
acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real
un daño de naturaleza física, sexual o psicológica, que incluya las
amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad para
las mujeres, ya se produzcan en la vida pública o en la privada.
Por consiguiente, la violencia contra las mujeres puede tener, en-
tre otras, las siguientes formas:
a) La violencia física, sexual y psicológica en la familia, incluidos
las agresiones físicas, el abuso sexual de las niñas en el hogar, la
violencia relacionada con la dote, la violación por el marido, la
mutilación genital y otras prácticas tradicionales que atentan con-
tra las mujeres, la violencia ejercida por personas distintas del
marido y la violencia relacionada con la explotación.
b) La violencia física, sexual y psicológica en su entorno social,
que incluya las violaciones, los abusos sexuales, el acoso y la in-
timidación sexuales en el trabajo, en las instituciones educativas y
en otros ámbitos, el tráfico de mujeres y la prostitución forzada.
152 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
c) La violencia física, sexual y psicológica perpetrada o tolerada
por el Estado, dondequiera que ocurra.
(...omissis...)
117. Los actos o las amenazas de violencia, ya se trate de los
actos que ocurren en el hogar o en el entorno social o de los actos
perpetrados o tolerados por el Estado, infunden miedo e inseguri-
dad en la vida de las mujeres e impiden lograr la igualdad, el desa-
rrollo y la paz. El miedo a la violencia, incluyendo las agresiones,
es un obstáculo constante para la movilidad de las mujeres, que
limita su acceso a los recursos y a las actividades básicas. Esta
violencia tiene altos costos sociales, sanitarios y económicos ele-
vados para las personas y la sociedad. La violencia contra las
mujeres es un mecanismo social fundamental por el cual las mu-
jeres están en una posición de subordinación respecto de los hom-
bres. En muchos casos, la violencia contra mujeres y niñas se
produce en la familia o en el hogar, donde a menudo se tolera. El
abandono, las agresiones físicas y sexuales y la violación de mu-
jeres y niñas por miembros de la familia y otros habitantes de la
casa, así como los casos de abusos cometidos por el marido u
otros familiares, no suelen denunciarse, por lo que son difíciles de
detectar. Aun cuando se denuncien, a menudo sucede que no se
protege a las víctimas ni se castiga a los agresores.
(...omissis...)
120. La falta de suficientes estadísticas y datos desagregados por
sexo sobre el alcance de la violencia dificulta la elaboración de
programas y el seguimiento de los cambios. La documentación e
investigación insuficientes de la violencia doméstica, el acoso sexual
y de la violencia contra mujeres y niñas, en privado y en público,
incluido en el lugar de trabajo, obstaculizan los esfuerzos encami-
nados a preparar estrategias concretas de intervención. La expe-
riencia obtenida en varios países demuestra que es posible movilizar
a mujeres y hombres, a fin de superar la violencia en todas sus
formas, y que pueden adoptarse medidas públicas eficaces para
hacer frente tanto a las causas como a las consecuencias de la
violencia. Son aliados necesarios para el cambio los grupos de hom-
bres que se movilizan contra la violencia de género.
(...omissis...)
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 15 3
124. Medidas que han de adoptar los gobiernos
(...)
D.- Adoptar y/o aplicar las leyes pertinentes, y revisarlas y anali-
zarlas periódicamente, a fin de asegurar su eficacia en la elimina-
ción de la violencia contra las mujeres, haciendo hincapié en la
prevención de la violencia y el enjuiciamiento de los agresores;
adoptar medidas para garantizar la protección de las muje-
res víctimas de la violencia, el acceso a compensaciones jus-
tas y eficaces, inclusive la reparación de los daños causados, la
indemnización y el tratamiento de las víctimas y la rehabilitación
de los agresores.
(...)
O.- Promulgar nuevas leyes, cuando sea necesario, y reforzar las
vigentes para que prevean penas para policías, fuerzas de seguri-
dad o cualquier otro agente del Estado que cometa actos de vio-
lencia contra las mujeres en el desempeño de sus funciones;
revisar las leyes vigentes y adoptar medidas eficaces con-
tra los agresores.
La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erra-
dicar la Violencia Contra la Mujer (también conocida como la Con-
vención de Belém Do Pará) es otro instrumento referente en la materia
ratificado por Venezuela mediante Ley Aprobatoria en fecha 24 de no-
viembre de 1994 y sancionada por el Presidente de la República en
fecha 16 de enero de 1995, publicada en Gaceta Oficial de la Repú-
blica Bolivariana de Venezuela número 35.632 en esa misma fecha,
16 de enero de 1995. La Convención de Belém Do Pará es texto
fundamental de cumplimiento en materia de protección a la mujer, espe-
cialmente en lo atinente a los hechos o circunstancias de violencia que
operen contra ella. Fue enunciada en la Organización de Estados Ame-
ricanos (OEA) y conceptualiza a la violencia como “cualquier acción
o conducta basada en su género, que cause muerte, daño o sufri-
miento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito
público como en el privado, sean considerados éstos dentro de la
familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación interper-
sonal; en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona;
acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones edu-
154 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
c) incluir en su legislación interna normas penales, civiles y admi-
nistrativas, así como las de otra naturaleza que sean necesarias
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y
adoptar las medidas administrativas apropiadas que sean del caso;
d) adoptar medidas jurídicas para conminar al agresor a abste-
nerse de hostigar, intimidar, amenazar, dañar o poner en peligro la
vida de la mujer de cualquier forma que atente contra su integri-
dad o perjudique su propiedad;
e) tomar todas las medidas apropiadas, incluyendo de tipo legislati-
vo, para modificar o abolir leyes y reglamentos vigentes, o para
modificar prácticas jurídicas o consuetudinarias que respalden la
persistencia o la tolerancia de la violencia contra la mujer;
f) establecer procedimientos legales justos y eficaces para la mujer
que haya sido sometida a violencia, que incluyan, entre otros,
medidas de protección, un juicio oportuno y el acceso efectivo a
tales procedimientos;
g) establecer los mecanismos judiciales y administrativos necesa-
rios para asegurar que la mujer objeto de violencia tenga acceso
efectivo a resarcimiento, reparación del daño u otros medios de
compensación justos y eficaces; y
h) adoptar las disposiciones legislativas o de otra índole que sean
necesarias para hacer efectiva esta Convención.
Instrumentos normativos y documentos internacionales que, unidos a la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, reconocen la
existencia de la violencia hacia la mujer y sobre todo la necesidad de su
protección. Violencia tanto en su forma intrafamiliar cuando la agresión
proviene de un miembro del mismo núcleo, como de tipo extrafamiliar,
en la que la fuente de violencia se ubica en el conglomerado social. Tal
reconocimiento implica la conciencia de la mujer como parte fundamen-
tal de la familia y la confesión de la insuficiencia de mecanismos ordina-
rios para su defensa.
De allí que no baste sólo con una ley adjetiva penal que prevea las
diferentes fases del proceso en la materia para la persecución de los
hechos perpetrados contra la mujer y la familia, ni mucho menos puede
convertirse una norma en obstáculo para la protección de la mujer, fin
último de todas las normas que apunten en esa dirección.
156 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Estamos en presencia del ámbito de una situación que imbrica un conjun-
to de relaciones, valores, percepciones y creencias que han contribuido a
establecer la conciencia y el mandato de una protección inmediata, en
muchos casos urgente, de la mujer sometida a situación de violencia, si-
tuación que desborda la formalidad de la norma y de su estricta interpre-
tación. De allí que su solución no deba encontrarse en la rigidez de la
estructura jurídica, desechando el conjunto de alternativas y recursos que
permitan superarlo, transformarlo o, de ser posible, evitarlo.
John Rawls en su estudio Teoría de la Justicia señala:
la justicia procesal imperfecta se ejemplifica mediante un juicio
penal. El resultado deseado es que el acusado sea declarado culpa-
ble si y sólo si ha cometido la falta que se le imputa. El procedi-
miento ha sido dispuesto para buscar y establecer la verdad del
caso, pero parece imposible hacer unas normas jurídicas que con-
duzcan siempre al resultado correcto. La teoría de los juicios exa-
mina qué reglas procesales de pruebas y similares, siendo compatible
con otros fines del derecho, son las que mejor pueden servir para
lograr este propósito. Se puede razonablemente esperar que, en
diversas circunstancias, diversas medidas para las audiencias con-
duzcan a resultados correctos, si no siempre, al menos la más de
las veces. Un juicio es un caso de justicia procesal imperfecta. Aun
cuando se obedezca cuidadosamente al derecho, conduciéndose el
procedimiento con equidad y corrección, puede llegarse a un resul-
tado erróneo. Un inocente puede ser declarado culpable, y un cul-
pable puede ser puesto en libertad. En tales casos hablamos de un
error de la justicia: la injusticia no surge de una falla humana, sino
de una combinación fortuita de circunstancias que hacen fracasar
el objetivo de las normas jurídicas.... (RAWLS, John; Teoría
de la justicia (A theory of justice), Fondo de Cultura Económica,
México 1997) (Negrillas de la disidente).
Es por ello que, aunque sea por la excepcionalidad que impone el respe-
to a priori de las normas, no es posible soslayar la causa o razón que da
origen a las mismas. Tal aserto cobra mayor fuerza si recordamos el
aspecto instrumental del derecho como recurso para llegar a lo que se
entiende como principio de información legal señalado por Mill, Rawls y
Novoa Monreal. Este último asiente:
(...) El Derecho tiene por objeto esencial imponer en la sociedad
un régimen determinado de ordenación; el Derecho es en sí mis-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 15 7
mo un conjunto de reglas que fuerzan a un orden dado de la so-
ciedad (...) el conjunto sistemático de reglas jurídicas obligatorias
que el Derecho aporta a la sociedad constituye sólo el medio para
que se alcance un determinado orden social. El Derecho, por con-
siguiente, es puramente instrumental y, por sí mismo, no se inte-
gra con los fines o las ideas sustanciales que inspiran la ordenación
que está encargado de sostener bajo amenaza de coacción (...)”
(NOVOA Monreal, Eduardo; El derecho como obstáculo al cam-
bio social. Siglo Veintiuno Editores, Bogotá, Colombia).
Igual Recasens Siches, quien atribuye a las normas de Derecho la cali-
dad de “(...) instrumentos prácticos, elaborados y construidos por
los hombres, para que, mediante su manejo produzcan en la reali-
dad social unos ciertos efectos, precisamente el cumplimiento de
los propósitos concebidos” (RECASENS Siches, Luis; Experiencia
jurídica, naturaleza de la cosa y lógica razonable, México. Fondo
de Cultura Económica, 1981, p. 500).
En casos como el que nos ocupa, protección efectiva de la mujer en
situación de víctima de violencia, impera la necesidad de una solución
suficiente y eficiente, lo que implica ampliar el abanico de posibilidades
con las que se pueda contar para abordar todos los elementos del pro-
blema, incluso con una mentalidad distinta a la que se haya mantenido
para su tratamiento.
Surge entonces, como se ha venido exponiendo, la necesidad de superar
las formalidades y reconocerse que el Derecho debe atender al factor
social de la realidad que pretende regular, razón primigenia de su exis-
tencia. La defensa de tan básico axioma depende del Juez, quien no
puede escudarse en la abstracción de la norma mientras deja de lado el
mandato que pesa sobre sus hombros, en el sentido de adecuar y aplicar
las normas a un marco de condiciones que rodean el hecho que justificó
el nacimiento del instrumento legal que pretende regular.
En consecuencia, no es posible obviar, como lo hace la sentencia de la
cual se disiente, los argumentos que fueran traídos a los autos, según la
narrativa de misma sentencia, por las diversas partes intervinientes opo-
sitoras al recurso ejercido por el Fiscal General de la República, pues
afirman lo que esta Sala debe siempre tener presente, la existencia de
una realidad social como es la violencia contra la mujer, traducida en la
cotidianidad en una violencia doméstica, lo que sin excluir otros supues-
tos, encuentra su nicho en los estratos más vulnerables de la sociedad,
158 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
aquéllos donde la presencia de la autoridad en la mayoría de los casos
se limita a una autoridad civil.
Razones abundan para no decretar la nulidad de autos, pero baste sólo
mencionar los casos en que semejantes violaciones de derechos funda-
mentales ocurren en zonas rurales, donde precisamente la presencia de
una autoridad jurisdiccional o del Ministerio Público no es posible con la
celeridad e inmediatez del caso. Argumento ampliamente esbozado por
los intervinientes opositores al recurso de nulidad.
Debe advertirse, además, que el articulado de la Ley sobre la Violen-
cia contra la Mujer y la Familia justifica suficientemente el permitir
no sólo la imposición de medidas privativas de libertad a las autoridades
administrativas, lo que requiere en la mayoría de los casos de un actuar
apresurado, en sentido de evitar males mayores, sino que se realicen
verdaderas actividades de investigación penal, pues ellas serían el sus-
tento de la posible imposición de una medida de ese tipo, para remitir
tales actuaciones al órgano jurisdiccional que corresponda.
Así, el artículo 1 ejusdem, establece claramente el objeto de la ley de
la siguiente manera: “Esta Ley tiene por objeto prevenir, controlar,
sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y la familia,
así como asistir a las víctimas de los hechos de violencia previs-
tos en esta Ley”.
Para cumplir con dicho cometido –de por sí difícil en virtud del límite
que implica la vida doméstica y las relaciones humanas – el artículo 2
ejusdem establece claramente cuáles son los derechos protegidos. En
tal sentido, establece lo siguiente:
Esta Ley abarca la protección de los siguientes derechos:
1. El respeto a la dignidad e integridad física, psicológica y sexual
de la persona;
2. La igualdad de derechos entre el hombre y la mujer;
3. La protección de la familia y de cada uno de sus miembros; y
4. Los demás consagrados en la Ley Aprobatoria de la Conven-
ción Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Vio-
lencia Contra la Mujer “Convención de Belém Do Pará”.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 15 9
De igual manera, para hacer efectivo el reconocimiento de tales dere-
chos, el artículo 3 ejusdem, estableció los principios procesales a seguir,
al disponer que:
En la aplicación e interpretación de esta Ley, deberán tenerse en
cuenta los siguientes principios:
1. Gratuidad de los procedimientos: Para la tramitación de las acciones
previstas en esta Ley, no se empleará papel sellado ni estampillas.
2. Celeridad: Los órganos receptores de denuncias y los tribuna-
les competentes darán preferencia al conocimiento de los hechos
previstos en esta Ley.
3. Inmediación: Los jueces que hayan de pronunciar la sentencia
deberán presenciar la incorporación de las pruebas, de las cuales
extraerán su convencimiento.
4. Imposición de medidas cautelares: Los órganos receptores de
denuncia podrán dictar inmediatamente las medidas cautelares
indicadas en el artículo 38 de esta Ley.
5. Confidencialidad: Los órganos receptores de denuncias, los fun-
cionarios de las Unidades de Atención y Tratamiento, y los tribu-
nales competentes, deberán guardar la confidencialidad de los
asuntos que se someten a su consideración; y
6. Oralidad: Todos los procedimientos previstos en esta Ley se-
rán orales, pudiéndose dejar la constancia escrita de algunas
actuaciones.
7.- Como corolario de las argumentaciones anteriores, debe concluirse
que si el derecho a la igualdad permite que se establezcan diferencia-
ciones legítimas en resguardo de sectores manifiestamente vulnerables,
como resulta en el caso de la violencia contra la mujer y la familia, los
mecanismos de protección que la Ley sobre la Violencia contra la Mu-
jer y la Familia no deben ser desconocidos en detrimento de quienes se
ven beneficiados o auxiliados por los mismos.
Las ideas que anteceden, pretenden salvaguardar el derecho a la igual-
dad de quien es sujeto pasivo de la violencia doméstica, a saber, la fami-
lia, lo que es un hecho social que sin duda ha encontrado alivio en las
normas que han sido anuladas precedentemente.
160 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Queda así expresado el criterio de la disidente.
(...omissis...)
VOTO SALVADO
los órganos de policía (artículo 32.4), o cualquier otro órgano al que se
le atribuyera esa competencia (artículo 32.6), salvo que mediara el su-
puesto de flagrancia; sin embargo, también expresó que tal nulidad no
mermaba la facultad de los órganos receptores de denuncias y del Mi-
nisterio Público de solicitar al “juez de control competente” que dicte
una medida preventiva privativa de la libertad, o de que en caso de
flagrancia la autoridad policial actúe sin previa orden judicial, pero siempre
bajo estricto cumplimiento de las normas establecidas en el Código Or-
gánica Procesal Penal.
Finalmente, entre otros fundamentos, aunque la disentida no declaró la
nulidad de la norma contenida en el numeral 1 del artículo 39 de la Ley
(referida a la orden al imputado de salir de la residencia común), sí
sujetó la ejecución forzosa de la medida cautelar por ella preceptuada a
la autorización previa de un Juez.
Tras este breve repaso de los fundamentos utilizados por la mayoría sen-
tenciadora, resulta claro que la Sala se dejó atrapar por una dogmática
positivista que impidió la comprensión cabal del problema de la violencia
doméstica, y su juzgamiento desde la perspectiva del sistema material de
principios y valores que fundamenta el texto constitucional. En efecto, la
sentencia disentida, al aplicar literalmente y de manera aislada el artículo
44.1 de la Constitución a la normativa impugnada de la Ley sobre la Vio-
lencia contra la Mujer y la Familia, empleó un razonamiento mecanicista
que elude la responsabilidad social frente al problema de la violencia do-
méstica, y que para nada tomó en cuenta el sistema de valores y princi-
pios que fundamenta el modelo de Estado Social de Derecho y de Justicia,
tal como están consagrados en el Preámbulo de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela.
En ese sentido, además del artículo 44.1 constitucional que preceptúa
que sólo por orden judicial previa se puede privar de la libertad a una
persona a menos que sea sorprendida in fraganti, el mismo texto cons-
titucional establece en su artículo 21.2 que: “...La ley garantizará las
condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad ante la ley
sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a favor de personas o
grupos que puedan ser discriminados, marginados o vulnerables; prote-
gerá especialmente a aquellas personas que por algunas de las condi-
ciones antes especificadas, se encuentren en circunstancias de debilidad
manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se co-
metan...”. De modo que el razonamiento para confrontar constitucio-
162 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
nalmente la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia resulta
mucho más complejo, y obliga al intérprete constitucional –que no es un
simple técnico– a construir una jurisprudencia más próxima con la rea-
lidad y con las necesidades sociales; y más representativa de la comple-
jidad y pluralidad de la idea de justicia tal como está siendo reclamada
socialmente. Es así como el juez no puede sustraerse de las exigencias
éticas, morales y sociales que convierten la función judicial en un poder
de legitimación democrática y, como tal, en el Estado Social funge como
órgano de representación social y protección ciudadana; por ello las
decisiones judiciales pasan permanentemente por el control de la acep-
tación ciudadana.
En el paradigma de la complejidad en la que está inmersa hoy día la
función de interpretación judicial, dado la complicación de las relacio-
nes jurídicas contemporáneas; y a diferencia de la claridad y simplici-
dad de la concepción del Derecho tradicional, los conflictos
constitucionales pocas veces se establecen bajo el esquema tradicio-
nal del ius cogens derecho-deber; por el contrario: la ley, instrumento
componedor por excelencia del Estado Social de Derecho, siempre
está ponderando los intereses sociales, económicos o políticos en con-
flicto, de manera que usualmente frente a algún ciudadano o ente que
exija la tutela de algún derecho constitucional existirá otro que por
igual reclame la tutela del suyo. Por tanto, se presentan como la con-
frontación de derechos de igual jerarquía, lo que exige, al momento de
resolverlos, tomar en cuenta que los bienes constitucionales protegi-
dos de la ilegítima inmisión del Poder Público no operan en favor de
un único interés sino de varios.
Eso explica el porqué de las denominadas acciones afirmativas o medi-
das positivas que se dictan para remediar situaciones de desigualdad, ya
que dan por sentado que la discriminación y la exclusión (negaciones
del valor de la igualdad y dignidad humana) son fenómenos sociales
basados en prácticas y pautas de pensamiento colectivo que el Derecho
debe remediar. La Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia
plantea esas acciones positivas, concebida para eliminar la brecha dis-
criminatoria que pueda existir en la sociedad venezolana entre la mujer
y el hombre a través de una inmisión expresa de la estructura estatal en
la esfera particular de hombres y mujeres para garantizar que éstas
ejerzan sus derechos constitucionales en igualdad de condiciones a como
ejercen los suyos aquéllos. De manera similar lo hace el artículo 126 de
la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente para la
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 16 3
protección del sujeto tutelado por ser vulnerable. Además, el artículo
21.2 constitucional se extiende para justificar las llamadas medidas po-
sitivas a favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, mar-
ginados o vulnerables, con lo cual comprende como sujetos de protección
o débiles jurídicos a las mujeres, niños, ancianos, discapacitados y con-
sumidores, en su caso.
De ese modo, las acciones afirmativas se hallan fundamentadas constitu-
cionalmente, y no necesitan de reforma constitucional para su validez
inmediata; además, la piedra angular de su eficacia ha sido la interpreta-
ción del Derecho conforme a valores y principios que –como dice Gusta-
vo Zagrebelsky– dan significado a la Constitución y a la ley, y los
“sostienen”; lo que significa no sólo que están fuera de esos textos, sino
que son superiores a ellos. En esta línea de la teoría de la argumentación,
el juez está autorizado incluso para dar un nuevo sentido a preceptos
concebidos con otros propósitos. Es en este sentido que la interpretación
debió recaer sobre la noción de flagrancia para determinar su alcance
en los delitos de género, y ajustar las normas legales impugnadas a lo
estatuido en el artículo 44.1 constitucional; pero este ejercicio de argu-
mentación nunca se llevó a cabo por la mayoría sentenciadora. En su
lugar, optaron por un razonamiento simplista y deductivo producto de la
lógica positivista que consistió en un mero contraste formal del artículo
32.1, 3, 4 y 5 de la Ley impugnada con el artículo 44.1 constitucional; no
se ponderaron en cambio los valores en conflicto, lo que condujo a un
proteccionismo desmesurado del agresor-victimario en los delitos de gé-
nero en desmedro de la mujer-víctima, quien, frente aquél al cual la Sala
ha tutelado su derecho constitucional a la libertad, tiene también la mujer-
víctima el derecho constitucional a que se le respete su vida e integridad
física y síquica oportunamente, y que en casos sólo se logra mediante la
limitación del derecho a la libertad del agresor. Así lo tiene previsto ex-
presamente el texto constitucional cuando establece en su artículo 55 que:
“Toda persona tiene derecho a la protección por parte del Estado a través
de los órganos de seguridad ciudadana regulados por ley, frente a situa-
ciones que constituyan amenaza, vulnerabilidad o riesgo para la integri-
dad física de las personas, sus propiedades, el disfrute de sus derechos y
el cumplimiento de sus deberes”.
En definitiva, el análisis de valores cuya ausencia se recrimina en este
voto salvado exigía adentrarse en las peculiaridades del tipo delictivo
para no descontextualizarlo de la sociedad en que se presenta, y evitar
desdibujar en el ínterin el fin último del Derecho. En ese sentido, quien
164 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
suscribe, previa aclaratoria de que no desconoce que existe una dife-
rencia sustancial entre la violencia de género o la violencia contra las
mujeres y la violencia doméstica, y de que tampoco ignora que la violen-
cia de género no se circunscribe al ámbito doméstico y que no es infrin-
gido sólo por quienes sean o fueron los cónyuges, concubinos, parejas o
similares, a fines de ejemplificar de forma más asequible las conse-
cuencias negativas del fallo disentido debido al grave riesgo de impuni-
dad que podría conllevar, se propone centrar este voto salvado en la
violencia de género verificado en el hogar doméstico e infringido por los
cónyuges, concubinos, parejas o similares.
Así, la violencia de género al que nos referimos es un tipo delictivo, con
características muy especiales, esto es, se particulariza por una conducta
en la que por definición la víctima y el victimario cohabitan; y en la que
paradójicamente aquélla tiene deberes conyugales frente a éste erigidos
por el propio ordenamiento civil. Es un ilícito que por sus peculiaridades
poco ocurre ante el público, siendo lo usual que se verifique en la intimi-
dad del hogar, teniendo por únicos testigos de ser ese el caso a los hijos,
sobre quienes psicológica o físicamente también se extiende la violencia.
La víctima y el victimario de este delito también poseen unos rasgos psi-
cológicos especiales, esto es, la mujer víctima se caracteriza por tener
una baja autoestima casi siempre a consecuencia de una agresión siste-
mática a la cual ha sido sometida, capaz de resquebrajar su voluntad al
extremo de no atreverse o sentirse apta para denunciar a su cónyuge
agresor bien por miedo, vergüenza y hasta por afecto; mientras que el
cónyuge-victimario es un reincidente que no dejará su hábito violento por-
que existan simples promesas o apercibimientos institucionales.
Esta combinación de factores requiere que cuando la mujer víctima se
decide acudir en contra del victimario se le asegure su acceso rápido a
los servicios establecidos al efecto, o sea, a las “cautelares de protec-
ción” a las que se refiere la normativa contenida en los artículos 32 y 34
de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia; y es de subra-
yar que “rápido” sólo puede traducirse en cercano. Asimismo, dado el
carácter violento del agresor y su condición de reincidente, la cohabita-
ción, una vez interpuesta la denuncia, tiene que cesar, bien de forma
drástica (privación de la libertad) o bien de forma moderada (salida del
agresor del hogar común o prohibición de acercamiento del agresor al
lugar de trabajo y/o estudio de la víctima), o una combinación de ambas,
para evitar que tome represalias contra la víctima. Si el ordenamiento
jurídico no toma en cuenta el orden en que se estructura esa situación
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 16 5
fáctica jamás se logrará, por mucho que alternativamente se haga hin-
capié en las campañas informativas, que la mujer víctima denuncie a su
agresor. Nos preguntamos entonces, ¿por qué la sentencia disentida obvió
el artículo 55 de la Constitución de la República Bolivariana de Vene-
zuela? ¿Es que acaso la norma constitucional no es fundamento sufi-
ciente para permitir que los órganos receptores de denuncias previstos
en el artículo 32 de la ley especial impugnada procedan a dictar las
cautelares del caso expeditamente y previo examen médico, como dice
la Ley? En el Estado Social se hace imprescindible que el Derecho
asuma los valores y principios básicos de convivencia ciudadana postu-
lados constitucionalmente, así como es imperativo que los poderes pú-
blicos asuman la responsabilidad social de superar los escollos de orden
social, económico y cultural que impidan su realización.
No obstante, de espalda a esta realidad, la mayoría sentenciadora de-
claró que la detención sólo puede ser efectuada previa orden judicial
emitida por un Juez de Control, sin ofrecer una brecha interpretativa de
la flagrancia en los delitos de género que protegiera efectivamente a la
mujer víctima. Ahora, ante el escenario que creó la mayoría sentencia-
dora, debe recalcarse, sin reparar mucho en el tiempo que pudiera to-
marse el trámite burocrático que implica que la medida sea ordenada
por un juez, que aparte de las capitales de las distintas entidades fede-
rales de la República sólo dieciocho (18) ciudades cuentan con tribuna-
les de control, bien en materia penal o bien en materia de protección del
niño y del adolescente (El Tigre, Guasdualito, Puerto Ordaz, Puerto
Cabello, Tucacas, Punto Fijo, Calabozo, Valle de la Pascua, Carora, El
Vigía, Ocumare, Guarenas-Guatire, Acarigua, Carúpano, San Antonio,
Valera, Cabimas y Santa Bárbara), lo que significa que la mujer víctima
que resida en un lugar equidistante tendrá que esperar a que las actua-
ciones administrativas sean remitidas al Fiscal del Ministerio Público
para que luego sea éste el que solicite al Juez la medida cautelar; con lo
cual se diluye o disipa la protección del Estado a la mujer-víctima y
“débil jurídico” sujeto de la protección jurídica a la que alude la parte in
fine del artículo 21.2 de la Constitución vigente.
Lo expuesto significa en términos fácticos que mientras se verifican los
trámites burocráticos respectivos la mujer víctima está a merced del
victimario, seguramente inflamado de rabia por el atrevimiento de quien,
en su estructura mental, considera de su propiedad, con la gravedad que
la sentencia disentida estatuyó que para ejecutar forzosamente la única
medida cautelar medianamente efectiva que pueden dictar las autorida-
166 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
des administrativas –el abandono del hogar– tiene también que contar-
se con la autorización de un Juez de Control, lo que coloca a la mujer
víctima en el mismo punto de partida: la desprotección absoluta durante
un período que aunque se quiera argumentar que es relativamente corto
(quizás un promedio de setenta y dos horas) es suficiente para que la
mujer víctima sufra nuevas y más fuertes agresiones, olvidándose que
la violencia de género mata.
Ese círculo perverso se pudo haber evitado determinando el alcance
de la flagrancia en los delitos de género. Ya esta Sala, en sentencia N°
2580/2001, justificó la denominada “flagrancia presunta” cuando se
tratan de delitos que se caracterizan por la simulación de las situacio-
nes, lo oculto de las intenciones y lo subrepticio de la actividad, expre-
sando que “[s] i la sola sospecha permi t e aprehender al
perseguido, como lo previene el artículo 248 del Código Orgáni-
co Procesal Penal, y considerar la aprehensión de dicho sospe-
choso como legítima a pesar que no se le vio cometer el delito,
con mayor razón la sola sospecha de que se está perpetrando un
delito, califica de flagrante la situación”.
Entre los supuestos que se desglosaron en esa oportunidad, se señaló
que el delito flagrante se produce cuando se sorprende a una persona a
poco de haberse cometido el hecho; pero ello no exige que el delito
acabe de cometerse, ya que no se refiere a una inmediatez en el tiempo
entre el delito y la verificación del sospechoso, dijo la Sala, sino a las
circunstancias que rodean al sospechoso (ubicación en el lugar de los
hechos, los instrumentos u objetos materiales que visiblemente posee,
etcétera) que le permiten al aprehensor establecer una relación perfec-
ta entre aquél y el delito cometido.
Aplicando ese precedente al caso de autos, las especificidades del tipo
delictivo “violencia doméstica” encuadran perfectamente en este supues-
to de flagrancia, ya que la puesta en conocimiento a la autoridad adminis-
trativa por parte de la mujer víctima de las agresiones de la que es objeto
es suficiente para considerar como sospechoso al señalado como agre-
sor, pues éste cohabita o sigue cohabitando con ella, además de que bue-
na parte del cúmulo probatorio que conforma el cuerpo del delito reside
siempre en la humanidad de la víctima y casi siempre en la humanidad del
victimario. Estos elementos en su conjunto determinaban la constitucio-
nalidad de las normas contenidas en el artículo 39.3 (en el entendido que
la privación de la libertad sólo puede extenderse hasta un máximo de 48
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 16 7
horas), 32.1, 3, 4 y 5, ponderando los bienes constitucionales en conflicto
(tanto el de la víctima a través de la preservación de las medidas cautela-
res, como el del victimario a través del requisito de flagrancia); sólo la
victimización secundaria, producto de una realidad tan aquilatada en la
sociedad que ha llegado a mermar la propia estructura estatal llamada a
contrarrestar los episodios de violencia de género, al punto que es lugar
común considerar a la violencia contra las mujeres como un problema de
la pareja y que por ella debe ser resuelto, se interpone a las soluciones
eficaces adecuadas al texto constitucional.
Finalmente, las 2.223 medidas cautelares que se otorgaron en el año
2005 en los 8.677 casos de violencia de género que se llegaron a denun-
ciar demuestra lo infundado de los temores que pudieron asaltar a la
mayoría sentenciadora cuando hizo prevalecer un proteccionismo des-
mesurado del victimario en los delitos de violencia doméstica, cuando
las estadísticas demuestran que, en la realidad, los órganos administra-
tivos han sido muy cautelosos en el ejercicio de sus atribuciones caute-
lares, al extremo que si de algo carece la ley especial impugnada es
precisamente de aplicación y plena eficacia.
No dejaremos de reconocer que si ciertamente la raíz de la violencia de
género está en la existencia de pautas culturales ligadas a la socialización, y
a la imperfecta educación de género lo cual proyecta la desigualdad social
de las mujeres y, consecuencialmente, la falta de conciencia y responsabi-
lidad social sobre su desprotección, a ello se agrega que la sentencia disen-
tida antes que denunciar la violencia doméstica la deja sin control ni
protección porque deja un mensaje negativo a las mujeres víctimas que las
empuja a engrosar cada día más la cifra negra e invisible de la criminalidad.
Seguramente la sentencia disentida sea calificada por la doctrina sobre gé-
nero como una “sentencia lamentable” (en la terminología de Ana Rubio
Castro. Las teorías de la argumentación y las sentencias lamentables) por-
que ese tipo de sentencias “no son capaces de rebatir esa forma de vida
que se demuestra cargada de desigualdad. Y ese es el objetivo para hacer
frente a las sentencias lamentables, que son más en número que los deno-
minados casos difíciles, pero a los que la Academia no muestra atención.
Esto nos coloca ante la falta de teoría alternativa. Se necesita otra forma
distinta de interpretar los conceptos indeterminados, las categorías y de
afrontar el contenido y alcance de los derechos y de deberes que encierran
las instituciones. Curiosamente la Teoría crítica que ha logrado ocupar un
puesto prestigioso en las facultades de Derecho no ha dado entrada a las
teorías feministas sobre el Derecho. No interesan dos siglos de pensamien-
168 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
to político alternativo, no interesa esa otra voz y presencia que no puede sin
más dirigirse al diálogo ideal, porque no accede a él con igual reconocimien-
to y respeto. Se incurre en el error de pensar que todos los actores del
proceso, así como los destinatarios de las decisiones están todas y todos en
las mismas condiciones sociales de igualdad y de libertad, y esta considera-
ción la adoptan como consecuencia lógica de que la ley hace abstracción
de la realidad y no establece diferencias entre unos sujetos y otros”.
Queda así expresado el criterio de la Magistrada disidente.
(...omisiss...)
VOTO CONCURRENTE
(...)
8.8. Tal declaratoria no merma la facultad de los órganos recepto-
res de denuncias y del Ministerio Público de solicitar al juez de
control competente según el lugar de la última residencia del sujeto
agresor, que dicte medidas preventivas de privación de libertad.
En este sentido, debe señalarse que en el texto de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, así como también en el del Código
Orgánico Procesal Penal, se encuentra delineado y consolidado un sis-
tema procesal penal acusatorio (institución que también se cristaliza en
la noción de principio acusatorio), en virtud del cual la persecución pe-
nal se encuentra en manos de un órgano estatal distinto al encargado
del enjuiciamiento, a saber, en el Ministerio Público. En otras palabras,
la titularidad de la acción penal le corresponde al Estado, quien la ejerce
a través del Ministerio Público, siendo entonces que el representante de
dicho órgano, el Fiscal, constituye un elemento esencial de tal sistema,
toda vez que oficializa la acción penal a través de las atribuciones que
le toca desempeñar en el proceso (sobre este tema, véase ARMENTA
DEU, Teresa. Principio acusatorio y Derecho penal. Editorial J.M.
Bosch. Barcelona, 1995).
Entonces, de lo anterior se desprende que la labor del Ministerio Públi-
co no sólo ostenta una importancia meramente jurídico-procesal, sino
también constitucional, lo cual se evidencia de la lectura del artículo 285
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el cual
desglosa el contenido del sistema acusatorio, al asignar al Ministerio
Público una serie de atribuciones irradiadas por el espíritu de dicho sis-
tema procesal penal.
Sobre este particular, DÍEZ-PICAZO señala:
...el modo en que un ordenamiento regula la titularidad y el ejerci-
cio de la acción penal posee una innegable relevancia constitucio-
nal; y ello en un doble sentido: primero, afecta a lo más profundo
de las relaciones entre el Estado y los ciudadanos; segundo, en-
traña un problema de reparto de atribuciones y control del poder
dentro del aparato estatal. Precisamente porque hace referencia
a un problema jurídico-político básico, la titularidad y el ejercicio
de la acción penal merecen ser examinados no sólo desde un pun-
to de vista procesal, sino también desde el punto de vista especí-
ficamente constitucional del fundamento, la organización y los
170 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
límites del poder .... (Cfr. DÍEZ-PICAZO. Luis María. El poder
de acusar. Ministerio Fiscal y Constitucionalismo. Editorial
Ariel. Barcelona, 2000, pp. 11 y 12).
Siendo entonces el Ministerio Público quien tiene la labor de perseguir a los
infractores de la ley penal, debe señalarse que del contenido de tal rol se
desprenden varias manifestaciones, las cuales se desarrollan en correspon-
dencia a cada fase del proceso penal. En tal sentido, en la fase preparatoria
asume la tarea, fundamentalmente, de ordenar y dirigir la investigación de
la perpetración de los hechos punibles, a los fines de hacer constar su comi-
sión, establecer la identidad de sus autores y partícipes, así como recabar
los elementos de convicción con los cuales sostendrá una ulterior acusa-
ción. Por su parte, en la fase intermedia es el órgano estatal llamado a la
formal interposición de la acusación, siempre que los elementos de convic-
ción sobre los cuales sustente dicho acto conclusivo, tengan la suficiente
entidad para generar un pronóstico de condena –también denominado esta-
do mental de probabilidad– respecto a la responsabilidad del imputado. En
la fase de juicio, en la cual se materializa el contradictorio, sostendrá y
defenderá el contenido de la acusación –junto a los medios de prueba ofre-
cidos en la fase intermedia–. Por último, en la fase de ejecución, tendrá a su
cargo, esencialmente, la vigilancia de los derechos y facultades que las
leyes penales, penitenciarias y reglamentos le otorgan al penado o a la per-
sona sometida a medida de seguridad.
Ahora bien, de esa función persecutoria que cumple el Ministerio Públi-
co en el procesal penal venezolano, se desprende, lógicamente, la nece-
sidad de que sea aquél quien monopolice la facultad de impulsar ante la
autoridad judicial correspondiente, la imposición de medidas de priva-
ción judicial preventivas de libertad contra el imputado. En otras pala-
bras, si es el Fiscal quien representa al Estado en la oficialización de la
acción penal –en virtud del principio acusatorio–, desempeñando el cú-
mulo de tareas mencionadas anteriormente, necesariamente debe ser
dicho órgano el encargado de motorizar –con exclusividad– el procedi-
miento tendiente a la imposición de medidas de privación judicial pre-
ventiva de libertad (ello no obsta a que otras personas y autoridades
puedan practicar la aprehensión en flagrancia del presunto imputado, de
conformidad con el artículo 248 del Código Orgánico Procesal Penal).
Tal facultad del Ministerio Público se encuentra contemplada en los
artículos 108.10 y 250 del Código Orgánico Procesal Penal. La primera
de dichas normas establece lo siguiente:
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 17 1
Conforme a la StPO, son competentes para intervenir en la es-
fera jurídica del individuo –por orden de importancia– el juez, el
fiscal, el funcionario auxiliar de la fiscalía, todo oficial de policía
y todo ciudadano.
1. Así, la competencia para la intervención está depositada, en
principio, en manos del juez independiente –con arreglo al carác-
ter acorde al Estado Derecho de la StPO–. (...). Para las priva-
ciones de libertad (p. ej., prisión preventiva) esto se deriva del
art. 104, II, 2, GG, según el cual sobre la admisibilidad de una
privación de libertad decide, “únicamente”, el juez (...)
2. La fiscalía, o bien sus funcionarios auxiliares, están autoriza-
dos a intervenir en la esfera jurídica del ciudadano, en principio,
sólo en caso de peligro inminente en la demora (...). El 127b. I,
representa un caso especial en el que no es necesario el peligro
inminente en la demora. (...)
3. Conforme a la StPO, los funcionarios policiales que no son
funcionarios auxiliares de la Fiscalía pueden intervenir en la esfe-
ra de libertad del ciudadano.... (Cfr. ROXIN, Claus. Derecho
Procesal Penal. Traducción de la 25ª edición alemana. Editores
del Puerto. Buenos Aires, 2000, p. 251).
En este mismo orden de ideas, GÓMEZ COLOMER, también refirién-
dose al proceso penal alemán, señala que:
La importancia de las medidas cautelares en el proceso penal
alemán es también muy relevante, no sólo por la “agresión” que
las mismas significan respecto a la persona y bienes del imputa-
do, incluso de un tercero, sino porque inciden precisamente la
mayoría de ellas en el terreno propio de significativos derechos
procesales constitucionales. (...). Conforme a la StPO, la perso-
na física que puede sufrir la injerencia en su esfera jurídica que
significa la medida cautelar o coercitiva, como consecuencia de
la actuación de un Juez, del Ministerio Fiscal, de los Ayudantes
del Ministerio Fiscal, de un funcionario de Policía, o de un ciuda-
dano particular. (Cfr. GÓMEZ COLOMER, Juan-Luis. El proce-
so penal alemán. Introducción y normas básicas. Editorial Bosch.
Barcelona, 1985, pp. 100, 101).
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 17 3
Siendo así, se evidencia que el poder de injerencia sobre la libertad perso-
nal del imputado se encuentra circunscrita en el marco del procedimiento
tendiente a la imposición de las medidas de privación judicial preventivas
de libertad, a la esfera de tres órganos estatales que cumplen específicas
funciones dentro de ese procedimiento, el Ministerio Público –solicita la
imposición de la medida privativa–, el Juez –quien ante tal solicitud de-
creta la medida–, y los órganos de policía –los cuales practican la deten-
ción del imputado–. Debe acotarse que las reglas que rigen al señalado
procedimiento cautelar deben aplicarse en todos los casos en que sea
necesario detener preventivamente a una persona, aun y cuando sea a
raíz de la interposición de una denuncia, de conformidad con el régimen
de la Ley sobre la Violencia Contra la Mujer y la Familia.
En consecuencia, considera quien suscribe el presente voto concurrente,
que no resulta acertado conferirles –sin que ninguna norma lo autorice– a
los órganos receptores de denuncias distintos al Ministerio Público, la
potestad de solicitar directamente al Juez de Control el decreto de una
medida de privación judicial preventiva de libertad contra la parte agreso-
ra, en virtud de que tales órganos no poseen ningún poder de injerencia
sobre la libertad personal del imputado –claro está, excluyendo a los ór-
ganos de policía y a los juzgados penales y de familia–, ni mucho menos
desempeñan el rol protagónico del Ministerio Público, como lo es la ofi-
cialización de la acción penal. En otras palabras, los órganos receptores
de denuncias especificados en el artículo 32 de la señalada ley, distintos al
Ministerio Público, si bien tienen potestad cautelar, la misma no puede ni
debe abarcar a las medidas de privación judicial de libertad, no sólo en lo
referido a su imposición –tal como se señaló en el fallo objeto del presen-
te voto concurrente–, sino también en cuanto a su solicitud.
Por lo tanto, el señalado argumento contenido en la motivación del fallo
y del cual se disiente en el presente voto concurrente, constituye una
situación de suma gravedad, que no sólo vulnera una norma procesal
esencial de nuestro ordenamiento jurídico, como lo es el 250 de la ley
adjetiva penal, sino que también representa un ataque contra el propio
diseño estructural del sistema procesal penal consagrado en la Consti-
tución de la República Bolivariana de Venezuela, así como en el Código
Orgánico Procesal Penal.
Queda en estos términos plasmado este voto concurrente.
(...)
174 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Sentencia: Nº 1.597 del diez de agosto de 2006.
Caso: Solicitud de Aclaratoria del fallo Nº 972/2006, dicta-
do por la Sala Constitucional, mediante el cual se de-
claró parcialmente con lugar la solicitud de Nulidad
por razones de Inconstitucionalidad e Ilegalidad, con-
tra los artículos 32, 34 y 39 de la Ley sobre la Violen-
cia contra la Mujer y la Familia, intentada por el Fiscal
General de la República.
Normativa citada en el fallo:
CC: Artículo 1.394.
COPP: Artículo 248.
CRBV: Artículos 21, 44, 75 y 285.
LSVCMF: Artículos 15, 32, 34 y 39.
LOTSJ: Artículo 252.
3
Derogada por la “Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia” publicada en Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 38.647,
el 19 de marzo de 2007, y reimpresa por error material en Gaceta Oficial Nº 38.668, el 23 de
abril del 2007.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 17 5
Texto del fallo:
Mediante sentencia N° 972 de 9 de mayo de 2006, esta Sala Constitu-
cional del Tribunal Supremo de Justicia declaró PARCIALMENTE
CON LUGAR la demanda de nulidad que intentó el ciudadano JU-
LIÁN ISAÍAS RODRÍGUEZ DÍAZ, Fiscal General de la República,
contra los artículos 3, cardinal 4; 32 y 39, cardinales 1, 3 y 5, de la Ley
sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, la cual se sancionó el 19
de agosto de 1998 y publicó en Gaceta Oficial N° 36.531 del 3 de
septiembre de 1998 y, posteriormente, fue reimpresa en la Gaceta Ofi-
cial N° 36.576 del 6 de noviembre de 1998.
En consecuencia, declaró “la NULIDAD del artículo 34 in fine y del
precepto que surge de la aplicación conjunta de los artículos 39,
cardinal 3; y 32, cardinales 1 (en lo que se refiere al Juez de Paz),
3, 4, 5 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia”.
De conformidad con el artículo 21 de la Ley Orgánica del Tribunal Su-
premo de Justicia, se ordenó, además, la publicación del fallo en la Ga-
ceta Oficial de la República y la incorporación en la página principal
del sitio de Internet de este Tribunal, con mención destacada de la exis-
tencia de esa decisión.
El 31 de mayo de 2006, compareció la ciudadana Elida Aponte Sánchez,
cédula de identidad N° 4.592.921, en su condición de Coordinadora
General de la Red Venezolana sobre Violencia contra la Mujer (REVI-
MU), quien, de conformidad con el artículo 252 del Código de Procedi-
miento Civil, presentó escrito mediante el cual solicitó aclaratoria y
ampliación de la referida sentencia de esta Sala.
El 8 de junio de 2006, fue consignado escrito que suscribió la ciudadana
Noelia Araque, en su condición de Presidenta del Instituto Merideño de
la Mujer y la Familia (IMMFA), en el cual se expresa a la Sala que
“queremos hacer de su conocimiento posiciones que manejamos de
176 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
manera interna como instituto que labora para tan noble labor”, y
en el que plantean inquietudes sobre el caso y consignan datos y esta-
dísticas que fueron recopilados por esa entidad.
El 8 de junio de 2006, un grupo de ciudadanos y ciudadanas “represen-
tadas/os por las y los firmantes en las listas de adhesión a la des-
aprobación de la sentencia...” N° 972, de 9 de mayo de 2006 –listas
que anexaron al expediente–, presentaron escrito con sello húmedo del
Instituto Nacional de la Mujer.
El 8 de junio de 2006, se consignó comunicación que suscribió la ciuda-
dana Gladis Colina, en su condición de Supervisora de la Casa Munici-
pal de la Mujer, ente con adscripción a la Dirección de Gestión Ciudadana,
Dirección de Participación Comunitaria de la Alcaldía del Municipio
Bolivariano Libertador, anexo al cual se presentó documento que esa
entidad “redactó en PROTESTA por el pronunciamiento emitido por
la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia...”, que
“recoge las firmas de mujeres de nuestra Parroquia Sucre”. El 3 de
julio de 2006, la representación del Instituto Nacional de la Mujer con-
signó nuevas firmas, y el 4 de julio del mismo año, consignó escrito de
adhesión a la solicitud de aclaratoria.
I
DE LA SOLICITUD DE ACLARATORIA
La Coordinadora General de la Red Venezolana sobre Violencia contra
la Mujer (REVIMU) planteó su petición de aclaratoria y ampliación de
la sentencia de esta Sala N° 972, de 9 de mayo de 2005, en los siguien-
tes términos:
1. Que invoca los fallos de esta Sala de 21 de febrero de 2002 y 24 de
mayo de 2002, mediante las cuales se decidieron dos solicitudes de acla-
ratoria y ampliación de la sentencia de 24 de enero de 2002, en el marco
de la demanda de derechos e intereses difusos que intentó la Asocia-
ción Civil de Deudores Hipotecarios de Vivienda Principal (ASODEVI-
PRILARA). Que en tales aclaratorias la Sala dispuso que el lapso
preclusivo que establece el artículo 252 del Código de Procedimiento
Civil para pedir aclaraciones y ampliaciones de sentencias “no puede
aplicarse estrictamente en las causas donde se ventilan derechos e
intereses difusos o colectivos”, criterio que solicitan solicitó se aplique
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 17 7
en este caso porque el mismo versa sobre un tema inherente a violacio-
nes a derechos humanos.
2. Que “dando por reproducidos en este acto los escritos consigna-
dos ante esta Sala Constitucional por la Red Venezolana sobre Vio-
lencia contra la Mujer (REVIMU)...” y “demostrando con los mismos
que se requiere una concientización y experticia sobre la materia
decidida por la sentencia de 9 de mayo de 2006 (...) insistimos en
que la aclaratoria y la ampliación que solicitamos se haga en el
marco ético-jurídico que integre conceptos y categorías sustenta-
dos en la perspectiva de género que inspiró la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, con especial referencia a la
Ley Aprobatoria de la Convención Interamericana para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres (Convención
Belém Do Pará), a la Ley Aprobatoria de la Convención sobre la
Eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer
(CEDAW)...”, las cuales tienen rango constitucional, así como la Ley
sobre Violencia contra la Mujer y la Familia, normativas que debieron
ser objeto de “interpretación sistemática” por esta Sala “para resol-
ver el asunto de estricto derecho sometido a su decisión”.
3. Que requirió aclaratoria según las siguientes premisas:
3.1 Que “siendo que los innumerables casos de violencia contra
las mujeres o violencia basada en género pueden darse tanto en el
espacio culturalmente tenido como privado como también en el es-
pacio público (...) es decir, es una violencia que –usualmente– se
consuma en el ámbito privado o doméstico y que presupone una
relación de cercanía o acceso del sujeto agente a la víctima, lo que
apareja un especial estado de vulnerabilidad de la mujer-víctima
con respecto al sujeto-agente de los delitos tipificados en la ley
especial indicada, por lo que la flagrancia en tales casos (...) toma
características atípicas...”; por tanto, pidieron a la Sala aclare “si esa
flagrancia que reclamamos para los delitos recogidos en la Ley
especial y de la cual esta Sala ya hizo interpretación en su senten-
cia número 2580/2001, puede servir de justificación para que el
órgano receptor de la denuncia –que no es un mero órgano admi-
nistrativo sino un órgano de seguridad ciudadana y auxiliar de la
administración de la justicia penal (...) pueda aplicar las medidas
cautelares previstas en los ordinales 1, 3 y 5 del artículo 39 de la
Ley sobre Violencia contra la Mujer y la Familia”.
178 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
3.2 Que la Sala aclare “por qué se limitó la revisión del RECURSO
DE NULIDAD PARCIAL propuesto, a los alegatos de violación a la
Constitución esgrimidos por el Ministerio Fiscal, sin entrar a ana-
lizar la Ley Aprobatoria de la CEDAW, la Ley Aprobatoria de la
Convención Belém Do Pará, que tienen rango constitucional (...)
poniéndolos en relación a la Ley sobre Violencia contra la Mujer y
la Familia, al Código Orgánico Procesal Penal y a otras leyes que
integran el ordenamiento jurídico venezolano (...) hubieran dado
suficientes elementos para una interpretación favorable a los de-
rechos humanos de las víctimas de violencia (...) ni tampoco tomó
en cuenta los argumentos esgrimidos en los escritos que las orga-
nizaciones de mujeres y el Instituto Nacional de la Mujer expusie-
ron en su debida oportunidad”.
3.3 Que la Sala aclare a qué se refiere la sentencia cuando afirma que
“la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia es una Ley
que regula una materia especial y que preceptúa un régimen espe-
cíficamente dirigido a la protección de situaciones concretas y,
asimismo, especiales”, en el siguiente sentido:
¿la Ley, entiende la Sala, preceptúa un régimen específicamente
dirigido a la protección de situaciones concretas y por ser con-
cretas son especiales? ¿No será que la Ley preceptúa un régi-
men específicamente dirigido a la protección de derechos, tales
como: 1) el respeto a la dignidad e integridad física, psicológica y
sexual de la persona; 2) de la igualdad de los derechos entre el
hombre y la mujer; 3) la protección de la familia y de cada uno de
sus miembros; y 4) Los demás consagrados en la ley aprobatoria
de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erra-
dicar la violencia contra la mujer ‘Convención Belém Do Pará’,
es decir, DERECHOS HUMANOS? Creemos que si la Sala se
ubica en este ámbito no tendrá inconveniente en percibir que los
contenidos de la ley especial y de las otras leyes constitucionales
no sólo establecen límites a las decisiones y comportamientos
humanos de violencia que pretenden prevenir, sancionar, contro-
lar y erradicar (...) sino que fijan modelos morales que otorgan
status axiológicos a las acciones (...) cuyo fin es conseguir cam-
bios en los comportamientos humanos (...) en el marco de la in-
terpretación sistemática que reclamamos.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 17 9
II
1. Corresponde a la Sala el pronunciamiento en relación con la solicitud de
aclaratoria de la sentencia que ella misma expidió el 9 de mayo de 2006,
bajo el N° 972. En relación con la tempestividad de esa solicitud se observa:
El artículo 252 del Código de Procedimiento Civil, aplicable por remi-
sión expresa del artículo 19, párrafo 2 de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia, establece lo siguiente:
Después de pronunciada la sentencia definitiva o la interlocutoria
sujeta a apelación, no podrá revocarla ni reformarla el Tribunal
que la haya pronunciado.
Sin embargo, el Tribunal podrá, a solicitud de parte, aclarar los
puntos dudosos, salvar omisiones y especificar los errores de co-
pia, de referencias o de cálculos numéricos, que aparecieren de
manifiesto en la misma sentencia, con tal que dichas aclaraciones
y ampliaciones las solicite alguna de las partes en el día de la
publicación o en el siguiente.
Según dispone la norma, la aclaratoria procede si la solicita alguna de
las partes en el día de la publicación de la decisión o en el siguiente.
Ahora bien, tal como ha señalado esta Sala en anteriores oportunidades
(fallos Nos 1.599 del 20-12-00 y 2876 de 29-9-05) “la condición a la
cual alude el artículo en referencia debe entenderse cuando la sen-
tencia haya sido dictada dentro del lapso establecido, y que no
amerite, por tanto, que la misma sea notificada. De manera que
(...) en el caso de que la sentencia haya sido dictada fuera del
lapso establecido para ello, las oportunidades indicadas en el ar-
tículo 252 del Código de Procedimiento Civil, deben entenderse
que son el día de la notificación de la sentencia o el día siguiente
al que ésta se haya verificado”.
En el caso de autos, la petición de aclaratoria fue planteada el 31 de
mayo de 2006, por la Coordinadora General de la Red Venezolana sobre
Violencia contra la Mujer (REVIMU), quien fue parte del proceso de
nulidad. Por cuanto fue esa la primera oportunidad en que la solicitante
actuó después de la publicación del veredicto, sin que conste notifica-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 18 1
ción alguna que haya sido practicada en su persona, la Sala estima que
el requerimiento de aclaratoria se hizo oportunamente. Así se declara.
2. Como punto previo al pronunciamiento respecto de los puntos con-
cretos de la aclaratoria que se peticionó, considera la Sala indispensable
la exposición de lo siguiente:
El acto decisorio N° 972, de 9 de mayo de 2006, declaró parcialmente
con lugar la demanda de nulidad que intentó el Fiscal General de la
República, ciudadano doctor Julián Isaías Rodríguez Díaz, contra los
artículos 3, cardinal 4; 32 y 39, cardinales 1, 3 y 5, de la Ley sobre la
Violencia contra la Mujer y la Familia; en el referido acto jurisdiccional
únicamente se anuló el artículo 34 in fine y el precepto que surge de
la aplicación conjunta de los artículos 39, cardinal 3; y 32, cardinales 1
(en lo que se refiere al Juez de Paz), 3, 4, 5, de dicha Ley.
Para el arribo a ese pronunciamiento, la Sala Constitucional concluyó, y
así lo establece expresamente en su fallo, que las medidas cautelares
que preceptúa el artículo 39 de la Ley sobre la Violencia contra la Mu-
jer y la Familia, contrariamente a la pretensión del demandante, “no son
contrarias al Texto Constitucional, sino, por el contrario, abogan
por la eficacia de la tutela judicial” (página 66 de la sentencia).
En consecuencia, el mencionado acto de juzgamiento declaró la cons-
titucionalidad –y, por ende, la plena aplicabilidad– de todas las me-
didas cautelares con las que cuentan los órganos receptores de denuncias
en el marco de esa Ley, menos una, cual es el arresto transitorio, por
parte de algunos de dichos receptores de denuncias, concretamente,
de conformidad con el artículo 44 de la Constitución, por parte de los
que no son órganos judiciales: el Juez de Paz, las Prefecturas y Jefa-
turas Civiles, los Órganos de Policía y el Ministerio Público, salvo cuando
haya flagrancia, porque, en este último caso, resulta innegable la com-
petencia de todos los órganos receptores de denuncias, incluso los no
judiciales, para la aprehensión del supuesto agresor, de acuerdo con el
artículo 248 del Código Orgánico Procesal Penal, en armonía con la
precitada norma constitucional.
De manera que, salvo la medida de arresto transitorio (parcialmente
anulada), todas las medidas que menciona el artículo 39 de la Ley
sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia tienen plena efica-
cia y pueden ser acordadas por cualquiera de los órganos recepto-
res de denuncia que menciona el artículo 32 de esa Ley, a saber:
182 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
(1) Emisión de una orden de salida de la parte agresora de la residencia
común; (2) Remisión de la víctima a uno de los refugios que incluye el
artículo 15 de la Ley; (3) Orden de restitución de la víctima al hogar del
cual hubiere sido alejada con violencia; (4) Prohibición, al agresor, de
acercamiento al lugar de trabajo o estudio de la víctima; (5) Asesora-
miento de la víctima sobre la importancia de la preservación de las evi-
dencias; y (6) Provisión, a la víctima, de información sobre los derechos
que la Ley le confiere.
Si se trata de la medida de arresto transitorio que permite el artículo 39,
cardinal 3, de la misma Ley, ésta puede ser ordenada por el órgano
receptor de denuncia, siempre que éste sea un órgano judicial, esto es,
el Juez de Familia o el Juez de Primera Instancia Penal (artículo 32,
cardinales 1 y 2). Ahora bien, en el caso de flagrancia, se ratifica que
los órganos no judiciales receptores de denuncia, esto es, el Juez de
Paz, las Prefecturas y Jefaturas Civiles, los Órganos de Policía y el
Ministerio Público continúan legitimados para la práctica de la apre-
hensión del presunto agresor, de conformidad con el ya citado artícu-
lo 248 del Código Orgánico Procesal Penal. De modo que el veredicto
dejó incólume la competencia de los referidos órganos no judiciales para
la aprehensión del sospechoso de agresión, eso sí, en caso de flagran-
cia. Tanto en uno como en otro caso, el arresto deberá adecuarse al
plazo de 48 horas que exige el artículo 44 de la Constitución de 1999.
3. En cuanto a los planteamientos de la parte que solicitó aclaratoria,
se observa:
3.1 El primero de ellos se refiere a que la Sala se pronuncie acerca de
“si esa flagrancia que reclamamos para los delitos recogidos en la
Ley especial y de la cual esta Sala ya hizo interpretación en su
sentencia número 2580/2001, puede servir de justificación para
que el órgano receptor de la denuncia (...) pueda aplicar las medi-
das cautelares previstas en los ordinales 1, 3 y 5 del artículo 39 de
la Ley sobre Violencia contra la Mujer y la Familia”. En este senti-
do, y según se expuso supra, la parte solicitante planteó que los casos
de violencia contra las mujeres “se consuma(n) en el ámbito privado
o doméstico y que presupone una relación de cercanía o acceso del
sujeto agente a la víctima, lo que apareja un especial estado de
vulnerabilidad de la mujer-víctima con respecto al sujeto-agente
de los delitos (...) por lo que la flagrancia en tales casos (...) toma
características atípicas...”.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 18 3
Al respecto, la Sala observa:
Las medidas cautelares que recogen los cardinales 1 y 5 del artículo 39 de
la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia son las siguientes:
1. Emitir una orden de salida de la parte agresora de la residencia
común, independientemente de su titularidad sobre la misma;” y
5. Prohibir el acercamiento del agresor al lugar de trabajo o estu-
dio de la víctima.
Dichas medidas, según se aclaró supra, fueron consideradas acordes al
Texto Fundamental en la sentencia N° 972/06 objeto de esta aclaratoria,
por lo que pueden dictarlas cualquiera de los órganos receptores de
denuncias que establece la misma Ley. En consecuencia, la duda que
plantea la solicitante de aclaratoria debe centrarse en lo que se refiere a
la posibilidad de que los órganos no judiciales receptores de denuncias
puedan dictar medida de arresto transitorio cuando haya flagrancia, que
es la que recoge el cardinal 3, artículo 39 de la misma Ley.
El acto de juzgamiento de esta Sala N° 2.580 de 11 de diciembre de
2001 hizo referencia a los cuatro supuestos de flagrancia que regula el
artículo 248 del Código Orgánico Procesal Penal. En este sentido, y en
relación con el cuarto de esos supuestos, el fallo señaló lo siguiente:
4. Una última situación o circunstancia para considerar que el deli-
to es flagrante, se produce cuando se sorprenda a una persona a
poco de haberse cometido el hecho, en el mismo lugar o cerca del
lugar donde ocurrió, con armas, instrumentos u otros objetos que
de alguna manera hagan presumir, con fundamento, que él es el
autor. En este caso, la determinación de la flagrancia no está rela-
cionada con el momento inmediato posterior a la realización del
delito, es decir, la flagrancia no se determina porque el delito ‘aca-
be de cometerse’, como sucede en la situación descrita en el punto
2. Esta situación no se refiere a una inmediatez en el tiempo entre
el delito y la verificación del sospechoso, sino que puede que el
delito no se haya acabado de cometer, en términos literales, pero
que por las circunstancias que rodean al sospechoso, el cual se
encuentra en el lugar o cerca del lugar donde se verificó el delito, y,
esencialmente, por las armas, instrumentos u otros objetos mate-
riales que visiblemente posee, es que el aprehensor puede estable-
cer una relación perfecta entre el sospechoso y el delito cometido.
184 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Por su parte el artículo 248 del Código Orgánico Procesal Penal establece:
Artículo 248. Definición. Para los efectos de este Capítulo se
tendrá como delito flagrante el que se esté cometiendo o el que
acaba de cometerse. También se tendrá como delito flagrante
aquel por el cual el sospechoso se vea perseguido por la autoridad
policial, por la víctima o por el clamor público, o en el que se le
sorprenda a poco de haberse cometido el hecho, en el mis-
mo lugar o cerca del lugar donde se cometió, con armas,
instrumentos u otros objetos que de alguna manera hagan
presumir con fundamento que él es el autor.
En estos casos, cualquier autoridad deberá, y cualquier particular
podrá, aprehender al sospechoso, siempre que el delito amerite
pena privativa de libertad, entregándolo a la autoridad más cerca-
na, quien lo pondrá a disposición del Ministerio Público dentro de
un lapso que no excederá de doce horas a partir del momento de
la aprehensión, sin perjuicio de lo dispuesto en la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela en relación con la inmuni-
dad de los diputados a la Asamblea Nacional y a los Consejos
Legislativos de los Estados. En todo caso, el Estado protegerá al
particular que colabore con la aprehensión del imputado. (Desta-
cado añadido).
Ahora bien, de acuerdo con el artículo 1.394 del Código Civil, debe
entenderse como presunción “las consecuencias que la Ley o el Juez
sacan de un hecho conocido para establecer uno desconocido”.
En el caso del artículo 248 del Código Orgánico Procesal Penal, se pre-
sumirá que es el autor del delito (hecho desconocido) quien haya sido
sorprendido en el lugar de comisión del hecho punible o cerca del mis-
mo, en posesión de instrumentos activos o pasivos, o ambos, del delito
(hecho conocido; por tanto, no presunto). En otros términos, la flagran-
cia no se presume (y no es ello lo que se afirmó en el fallo No 2580 de 11
de diciembre de 2001); lo que se presume es la autoría como conse-
cuencia de la actualización real, material y efectiva –ergo, no presunta–,
del cuarto de los supuestos de flagrancia a los cuales se refiere esa
decisión. De allí que, como se deduce de una correcta inteligencia de
dicha sentencia, lo que se presume no es la flagrancia sino, como clara-
mente lo preceptúa el artículo 248 del Código Orgánico Procesal Penal,
la autoría, respecto de quien haya sido sorprendido en la particular si-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 18 5
tuación de flagrancia a que se refiere la norma en último término y que
la decisión en referencia enumeró como uno de los cuatro supuestos
que desarrolla la predicha disposición legal.
Ahora bien, en el marco de la aclaratoria que se solicitó, la Sala debe
señalar que, evidentemente, si se dan cualquiera de los supuestos que
establece el artículo 248 del Código Orgánico Procesal Penal y que desa-
rrolló la dicho acto jurisdiccional N° 2580/01, puede hablarse de flagran-
cia y, en consecuencia, los órganos administrativos receptores de
denuncia pueden, sin necesidad de orden judicial, arrestar contra
los supuestos agresores, en el marco de la Ley sobre la Violencia
contra la Mujer y la Familia. Así lo estableció reiteradamente la sen-
tencia N° 972/06 objeto de esta aclaratoria, cuando dispuso que “se de-
jan a salvo los supuestos en que opere la flagrancia, caso en el cual
la autoridad policial podrá actuar sin previa orden judicial”, en apli-
cación de lo que establece el Código Orgánico Procesal Penal.
De manera que, se insiste, si se hace presente cualquiera de los supues-
tos del artículo 248 del Código Orgánico Procesal Penal, cualquier
órgano receptor de denuncias, incluidas las autoridades no judi-
ciales, deberá, y, como dice esa norma, “cualquier particular po-
drá”, aprehender al sospechoso y privarlo de su libertad, dentro de
los límites constitucionales y legales al respecto. Ahora bien, lo que no
puede entenderse ni presumirse es que en todos los casos de denuncia
de violencia de género se presuponga, de entrada, hay flagrancia.
3.2 En segundo lugar se planteó a la Sala que aclare “por qué se limitó
la revisión del RECURSO DE NULIDAD PARCIAL propuesto, a los
alegatos de violación a la Constitución esgrimidos por el Ministerio
Fiscal, sin entrar a analizar la Ley Aprobatoria de la CEDAW, la Ley
Aprobatoria de la Convención Belém Do Pará, que tienen rango
constitucional (...) poniéndolos en relación a la Ley sobre Violencia
contra la Mujer y la Familia, al Código Orgánico Procesal Penal y a
otras leyes que integran el ordenamiento jurídico venezolano...”, lo
cual habría sido suficiente “para una interpretación favorable a los
derechos humanos de las víctimas de violencia”.
Al respecto se observa:
La parte demandante, el Fiscal General de la República, el ciudadano
doctor Julián Isaías Rodríguez Díaz planteó la nulidad por razones de
inconstitucionalidad de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la
186 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Familia, con el alegato de que ésta violaba una serie de derechos del
supuesto agresor, a saber, el derecho a la defensa y debido proceso, el
derecho a la libertad personal, el derecho al juzgamiento por el juez
natural, el derecho a la presunción de inocencia y a la inviolabilidad del
hogar, así como el principio constitucional de separación de poderes. De
esta manera y como se trata de un proceso de nulidad por razones de
inconstitucionalidad de una ley nacional, el debate procesal se centró en
la adecuación o no de esa Ley al Texto Constitucional.
Ahora bien, no es cierto que la Sala no tomara en cuenta la existencia y el
contenido de las normas que están contenidas en de Acuerdos y Conven-
ciones Internacionales que han sido suscritos por la República. Antes por
el contrario, en el acto decisorio objeto de esta aclaratoria la Sala analizó
y expresamente estableció que tales Convenciones, especialmente la
Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación
contra la Mujer y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar
y Erradicar la Violencia contra la Mujer “Convención de Belém Do Pará”,
implican la existencia de una serie de obligaciones que ha contraído la
República, que consisten en la adopción de medios eficaces de preven-
ción, control, sanción y erradicación de las formas de violencia contra la
mujer, que justifican la existencia del régimen de protección, a través de
la denuncia, medidas cautelares y tipos penales que establece la Ley so-
bre la Violencia contra la Mujer y la Familia.
En ese sentido, la Sala señaló:
...se trata (la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Fami-
lia) de una Ley que no sólo responde al desarrollo de derechos
que reconoce el Texto Fundamental, sino, además, a las obli-
gaciones que fueron contraídas por la República en aten-
ción a la Convención sobre la Eliminación de todas las
formas de Discriminación contra la Mujer, que adoptó la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 18 de diciem-
bre de 1979 y entró en vigencia el 3 de septiembre de
1981, así como a su condición de Estado Parte de la Con-
vención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erra-
dicar la Violencia contra la Mujer ‘Convención de Belém
Do Pará’, cuya Ley Aprobatoria se publicó en Gaceta Oficial
de la República N° 35.632 de 16 de enero de 1995, y que impo-
ne a los Estados Partes (artículo 7) la obligación de ‘adoptar por
todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas orienta-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 18 7
das a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia’ y llevar a
cabo, entre otras, las siguientes obligaciones.... (pp. 31 y 32 de
la sentencia. Destacado añadido).
De allí que –concluyó también esta Sala en su pronunciamiento–, el
régimen de protección que regula la Ley sobre la Violencia contra la
Mujer y la Familia “responde a la necesidad de que se cumpla con
el compromiso internacional de adopción de mecanismos legales
eficaces de protección frente a la violencia contra la mujer y la
familia, así como el fácil acceso a tales procedimientos y medidas”
(p. 33 de la sentencia).
Tales afirmaciones demuestran que la Sala, no sólo tomó en cuenta la exis-
tencia de tales Convenciones Internacionales, sino que, incluso, fueron ellas
el fundamento del análisis de la constitucionalidad de la Ley que se impug-
nó. En otros términos, para la Sala, y así expresamente se estableció, la
inconstitucionalidad o no de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la
Familia debía –y así se hizo– partir de la base de la existencia de esas
Convenciones Internacionales que no sólo son fundantes sino que exigen
medios legales eficaces de protección contra la violencia de género.
Ahora bien, las disposiciones internacionales son, por su propia natura-
leza, genéricas, sirven de marco general para que cada uno de los legis-
ladores de los Estados Partes regulen las medidas que consideren más
convenientes para que se dé cumplimiento con las obligaciones interna-
cionales, sin que se incurra en colisión con la Constitución de cada Es-
tado, cúspide de cada uno de los ordenamientos internos. Precisamente
por ello, se expresó en la sentencia objeto de aclaratoria que la existen-
cia de normas internacionales que preceptúan obligaciones de preven-
ción y corrección de la violencia de género “no resultan, ni mucho
menos, suficientes para que se sustente la adecuación a derecho
de las normas que se impugnaron; por el contrario, se hace nece-
sario el análisis detallado de si los preceptos que desarrolla el le-
gislador venezolano para el cumplimiento con tales compromisos
internacionales se adecuan o no al Texto Constitucional, más aún,
si se tiene en cuenta que la Ley sobre la Violencia contra la Mujer
y la Familia es preconstitucional, pues data del 3 de septiembre de
1998” (p. 33 de la sentencia). Por ende, pasó la Sala al análisis, con
detalle, de la adecuación a derecho de la Ley sobre la Violencia contra
la Mujer y la Familia respecto de los preceptos constitucionales cuya
violación denunció la parte demandante.
188 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
En consecuencia, insiste la Sala, la sentencia sí consideró expresamen-
te que el régimen de protección que establece la Ley sobre la Violencia
contra la Mujer y la Familia responde a la existencia de las obligaciones
internacionales que recogieron la Convención sobre la Eliminación de
todas las formas de Discriminación contra la Mujer y la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia con-
tra la Mujer “Convención de Belém Do Pará”, obligaciones de imperan-
te observancia para la República y régimen de protección que debe
adecuarse, también, al marco constitucional venezolano, en tanto cúspi-
de de nuestro sistema jurídico interno. De hecho, la existencia de esas
obligaciones resultaron el hilo conductor del análisis que realizó esta
sentenciadora, consciente de la necesidad de preservación de los me-
dios de protección de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la
Familia y, por ende, de interpretarlos de la manera en que mejor se
adecuen al Texto Constitucional y a los compromisos internacionales.
3.3 En tercer lugar, se requirió a la Sala aclare a qué se refiere la sen-
tencia cuando afirmó que la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la
Familia regula una materia especial y “preceptúa un régimen especí-
ficamente dirigido a la protección de situaciones concretas y, asi-
mismo, especiales”, y, en este sentido, la solicitante planteó una serie
de interrogantes que ameritan ser nuevamente transcritas:
¿la Ley, entiende la Sala, preceptúa un régimen específicamente
dirigido a la protección de situaciones concretas y por ser con-
cretas son especiales? ¿No será que la Ley preceptúa un régi-
men específicamente dirigido a la protección de derechos, tales
como: 1) el respeto a la dignidad e integridad física, psicológica y
sexual de la persona; 2) de la igualdad de los derechos entre el
hombre y la mujer; 3) la protección de la familia y de cada uno de
sus miembros; y 4) los demás consagrados en la ley aprobatoria
de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erra-
dicar la violencia contra la mujer “Convención Belém Do Pará”?,
es decir, DERECHOS HUMANOS? Creemos que si la Sala se
ubica en este ámbito no tendrá inconveniente en percibir que los
contenidos de la ley especial y de las otras leyes constitucionales
no sólo establecen límites a las decisiones y comportamientos
humanos de violencia que pretenden prevenir, sancionar, contro-
lar y erradicar (...) sino que fijan modelos morales que otorgan
status axiológicos a las acciones (...) cuyo fin es conseguir cam-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 18 9
bios en los comportamientos humanos (...) en el marco de la in-
terpretación sistemática que reclamamos. (sic)
Concuerda plenamente la Sala con estas afirmaciones de la peticionaria
de aclaratoria, y deplora que su decisión no haya sido analizada en su
contexto. Así, ciertamente, en la decisión N° 972/06 esta Sala afirmó, en
su página 30, que en el análisis de la constitucionalidad de la Ley que se
impugnó “debe partirse de la premisa de que la Ley sobre la Violen-
cia contra la Mujer y la Familia es una Ley que regula una materia
especial y que preceptúa un régimen específicamente dirigido a la
protección de situaciones concretas y, asimismo, especiales”.
Esta afirmación sirvió de premisa fundamental para que la sentencia sos-
tuviera que es plenamente justificado y acorde con la Constitución que la
Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia establezca un régimen
procesal distinto al del Código Orgánico Procesal Penal, pues la especia-
lidad y la importancia de la materia que se protege así lo amerita: “la
existencia de un procedimiento previo a la acción penal, mediante el
cual se denuncie la existencia de conductas contrarias a la Ley, y en
el que tal denuncia pueda ser recibida por diversos órganos recep-
tores, así como la posibilidad de que se dicten medidas cautelares de
manera inmediata, responden a un régimen o regulación especial
que no es, per se, inconstitucional, aunque implique un tratamiento
distinto al de otros ámbitos penales”; tratamiento distinto, se insiste, al
del Código Orgánico Procesal Penal (P. 32 del fallo).
La protección de esas situaciones concretas, por supuesto, se refiere
directamente a la garantía de derechos fundamentales, tal como expre-
só la Sala en la misma página de la cita que trajo a colación la preten-
diente de aclaratoria: “De manera que se trata de una Ley que
desarrolla, a través de un régimen especial, los mecanismos de
protección de varios derechos fundamentales específicos que son,
según su artículo 2, el derecho a la integridad física, psíquica y
moral de la persona, el derecho a la igualdad por razones de sexo
y el derecho a la protección de la familia y cada uno de sus miem-
bros, derechos que son reconocidos en los artículos 46, 21 y 75 de
la Constitución” (p. 31 del fallo. Destacado añadido).
Por tanto, de los términos de la sentencia no queda duda alguna de que
la Sala sí entendió que ese régimen especial que recogió la Ley
sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia lo que persigue es
190 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
derecho a la protección de la familia y cada uno de sus miembros,
que son reconocidos en los artículos 46, 21 y 75 de la Constitución.
8.2 La existencia de ese régimen especial responde a los com-
promisos contraídos por la República como Estado Parte de la
Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discri-
minación contra la Mujer y la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer ‘Con-
vención de Belém Do Pará’, que imponen a los Estados, entre
otras obligaciones, el establecimiento de ‘procedimientos legales
justos y eficaces para la mujer que haya sido sometida a violen-
cia, que incluyan, entre otros, medidas de protección, un juicio
oportuno y el acceso efectivo a tales procedimientos.
3.5 Se planteó, asimismo, a la Sala que “aclare y amplíe (...) si consi-
dera que en lo que atiende al PROCEDIMIENTO que deberá se-
guirse para el planteamiento de una denuncia de violencia contra
la mujer y la familia, que la gestión conciliatoria prevista en el
artículo 34 de la Ley sobre Violencia contra la Mujer y la Familia,
debe cumplirse en todos los casos. Y si fuera así: ¿no contraviene
ello la misma disposición del artículo 34 de la ley citada?”.
En su sentencia N° 972/2006 esta Sala interpretó que, efectivamente, la
gestión conciliatoria a que se refiere el artículo 34 de la Ley sobre la
Violencia contra la Mujer y la Familia es obligatoria: “la gestión conci-
liatoria a que hace referencia la Ley sobre la Violencia contra la
Mujer y la Familia sí es obligatoria; de hecho, es esa la finalidad
de ese procedimiento previo ante el órgano receptor de la denun-
cia, pues el control de la conducta violenta a través de su enjuicia-
miento será objeto del proceso penal y no de esta etapa previa”
(pp. 55 y 56).
Ahora bien, el carácter obligatorio de la gestión conciliatoria no contra-
dice el texto de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia,
en el contexto de la interpretación que la Sala dio a la norma:
...cuando la norma señala que el órgano receptor de la denuncia
procurará la conciliación de las partes “según la naturaleza de
los hechos”, lo que ha de entenderse es que la mediación del
receptor de la denuncia, durante la gestión conciliatoria,
se realizará teniendo en cuenta los hechos que ocurran en
192 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
el artículo 39, cardinal 3, de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y
la Familia, cuando no haya flagrancia, pero, se insiste, puede emitir
cualesquiera de las otras medidas cautelares que recoge el artículo 39
de la Ley, y pueden aprehender al agresor cuando opere alguno de los
supuestos de flagrancia a que hace referencia el artículo 248 del Código
Orgánico Procesal Penal.
4.2 En el mismo escrito (P. 6), se afirma que “es cierto que la medida
del artículo 39, ordinal 3 de la Ley sobre la Violencia contra la
Mujer y la Familia, establecía un arresto transitorio de 72 horas,
en contravención con las 48 horas establecidas en el artículo 4 de
la Constitución Bolivariana de Venezuela, al respecto comprende-
mos la contradicción, sin embargo, dadas las condiciones geográ-
ficas de nuestro Estado se complica la transmisión de información
desde el órgano receptor administrativo ante la Fiscalía, según lo
establecido en la Sentencia en cuanto a las 12 horas que se dan
como plazo para informar sobre casos recepcionados (sic) en la
materia que nos ocupa, la inquietud se acrecienta por la necesidad
de la implementación oportuna y diligente de las medidas cautela-
res por parte de órganos competentes para ello”.
Para la Sala es imperativa la debida aclaración de la grave confusión
que subyace tras esa afirmación y, en consecuencia, aclara que, en efecto,
los órganos receptores deben comunicar la existencia de la denuncia al
Ministerio Público dentro de las doce horas siguientes a su recibo, pero
ello no obsta para que, de inmediato, puedan acordar alguna de
las medidas cautelares a que hace referencia el artículo 39 de la
Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia. Así lo estable-
ció la sentencia objeto de esta aclaratoria (p. 66):
8.4 A raíz de la iniciación de la vigencia de la Constitución de 1999,
se hace necesaria la adaptación del procedimiento de denuncia que
establece la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia res-
pecto del artículo 285, cardinal 3, del Texto Fundamental, el cual
otorgó la exclusividad de la investigación penal al Ministerio Público,
lo que obliga a la anulación del parágrafo único in fine del artículo 34
de dicha Ley. En consecuencia, es necesaria la aplicación concate-
nada de las normas de dicha Ley con los preceptos del Código Orgá-
nico Procesal Penal, y en esa medida, una vez que los órganos
receptores de denuncias reciban una denuncia que se funde
en las conductas que tipifica la Ley que se impugnó, deberán
196 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
III
DECISIÓN
Por los razonamientos que anteriormente fueron expuestos, esta Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la Ley, ACLARA, en los
términos que anteceden, la sentencia N° 972 de 9 de mayo de 2006 que
se dictó en el marco de la demanda de nulidad que demandó el ciudada-
200 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
VOTO SALVADO
acciones positivas que habilita en esta materia permite el artículo 51 de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Por tanto, visto que en esta ocasión de una u otra forma han sido ratifi-
cados en la aclaratoria los argumentos expuestos en la sentencia N°
972/2006, quien suscribe, para ser coherente y lineal con su concepción
de la problemática de la violencia de género, reproduce aquí lo esgrimi-
do en el voto salvado del mencionado fallo.
Queda así expresado el criterio de la Magistrada disidente.
(...)
7. ACCIÓN DE AMPARO CON AVOCAMIENTO. INSEMI-
NACIÓN ARTIFICIAL, FECUNDACIÓN IN VITRO,
OTRAS TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA.
BANCOS DE SEMEN, MADRES SUBROGADAS “VIEN-
TRES EN ALQUILER”. FECUNDACIÓN NO CONSENTI-
DA. FILIACIÓN Y CAPACIDAD PARA SUCEDER
Sentencia: Nº 1.456 del veintisiete de julio de 2006.
Normativa citada en el fallo:
CC: Artículos 201, 202, 204, 809 y 1.264.
CASDH: Artículos 17 y 18.
CRBV: Artículos 20, 21, 22, 26, 27, 56, 75,
76, 127, 257 y 335.
CSDN: Artículo 7.
CSETFDCM: Artículo 16.
LOASDGC: Artículo 35.
LOPNA: Artículos 15, 16, 17, 18, 22, 25 y 26.
LSTOMASH: Artículos 1, 2, 16, 17 y 18.
PIDCP: Artículos 23 y 24.
202 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Texto del fallo:
En diligencia del 7 de abril de 2006, el prenombrado abogado actor rati-
ficó la solicitud de que se dicte la sentencia de fondo en la presente
acción de amparo.
En diligencia del 29 de junio de 2006, el abogado EDUARDO MEIER
GARCÍA solicitó a la Sala se pronuncie sobre la imposición de costas,
de conformidad con el artículo 33 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales.
La Sala previas las siguientes consideraciones de hecho y de derecho,
pasa a decidir y al efecto observa:
I
DE LA SOLICITUD DE AVOCAMIENTO
Los abogados de la parte accionante fundamentaron su pretensión en lo
siguiente:
1.- Que “[...]el causante DILMAR JOSÉ GODOY MENDOZA, antes
de morir, deja su semen con la expectativa legítima, y reiterada en
documentos privados y en hechos públicos y notorios, incluso co-
municacionales, y consensuada con su esposa YAMILEX CORO-
MOTO NÚÑEZ de poder engendrar vida, y así intentar la
concepción y gestación del hijo tan ansiado, por lo que acordaron
someterse a un proceso de inseminación artificial o asistida y por
ende, a la utilización de los métodos más apropiados para conser-
var la muestra espermática de DILMAR JOSÉ GODOY MENDOZA,
que como consecuencia de la enfermedad que padecía y que causó
su muerte (sarcoma de ewing extraesqueletico), debía someterse a
tratamiento médico mediante RADIOTERAPIA, lo cual comprome-
tería su fertilidad (como en efecto ocurrió), por lo cual por reco-
mendación facultativa del médico tratante se procedió a preservar
su líquido seminal, por el lapso de dos (2) años desde el 09 de
junio de 2003 y a cargo del GRUPO MÉDICO DE FERTILIDAD
DEL CENTRO MÉDICO DOCENTE LA TRINIDAD”.
2.- Que, con ocasión de la negativa del GRUPO MÉDICO DE FERTI-
LIDAD, C.A. del CENTRO MÉDICO DOCENTE LA TRINIDAD,
de realizar a su representada una “inseminación artificial” con la mues-
tra espermática de DILMAR JOSÉ GODOY MENDOZA, interpusie-
ron una acción de amparo constitucional ante el Juzgado Tercero de
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 20 5
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscrip-
ción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, la cual fue declarada
sin lugar en sentencia del 27 de junio de 2005; fallo que estimaron fue
“...sustentado en el mero positivismo formalista, cuya interpreta-
ción comienza y termina en la ley, e ignora los principios y valores
constitucionales que no sólo integran el ordenamiento jurídico sino
lo que es más importante aún, lo informan y orientan”.
3.- Que el juez que conoció del amparo, lo desestimó al señalar que:
“[...]Después del fallecimiento del padre, la carga de la prueba de
las condiciones antes expuestas recae sobre el cónyuge supérstite,
los propios hijos o los tutores de los mismos, por lo que no habién-
dose demostrado el consentimiento para la reproducción post mor-
tem del ciudadano DILMAR JOSÉ GODOY MENDOZA,
forzosamente ha de declararse impróspera la presente acción[...]”.
4.- Denunciaron que dicho juez de instancia introdujo en su decisión
“[...]criterios o reglas jurídicas que regularían de forma general la
inseminación artificial, imponiendo a su vez límites internos e (sic)
externos al derecho de procrear[...]”.
5.- Que se interpretó caprichosamente la voluntad de DILMAR JOSÉ
GODOY MENDOZA y de YAMILEX COROMOTO NÚÑEZ, toda
vez que “[...]es evidente el consentimiento expreso e inequívoco
(Presupuesto de fertilización in Vitro, Autorización del 22 de febre-
ro de 2004, entre otros, así como se deduce de los Informes Médi-
cos y Sociales) y tácito (por medio de los hechos públicos y notorios,
Programa Sábado Sensacional, Canal VV), legítimamente mani-
festado de la pareja, ha constituido, en todo momento, y sigue cons-
tituyendo un acto de voluntad libre de coacción, tendente a
materializar la fecundación asistida y, en consecuencia someterse
a los procedimientos que faciliten el encuentro del espermatozoide
del marido con el óvulo de la parte accionante en amparo, YAMI-
LEX COROMOTO NÚÑEZ, quien se sometió a las pruebas y pro-
cedimientos (proceso de preparación hormonal, etc.) que harían
viable la concepción, y sólo esperaba completar el ciclo de fertili-
zación in vitro”.
Solicitaron “(...) que, en ejercicio de lo que ha considerado una
facultad excepcional y discrecional, se pronuncie sobre el conteni-
do esencial de los derechos de la ciudadana YAMILEX COROMO-
206 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Y pidieron concretamente que se restablezca la situación jurídica infrin-
gida de la siguiente manera:
1.- Se ordene al Centro de Fertilidad, Grupo Médico de Fertilidad, C.A.
del Centro Médico Docente La Trinidad realizar de forma inmediata la
“inseminación artificial”, con la muestra espermática del causante DIL-
MAR JOSÉ GODOY MENDOZA y en la persona de YAMILEX CO-
ROMOTO NÚÑEZ, “...cumpliendo rigurosamente con todos los
extremos exigidos para tal fin”.
2.- Que en su defecto, se ordene a las autoridades del mencionado Grupo
Médico proceda a la entrega de la referida muestra seminal a la ciudadana
YAMILEX COROMOTO NÚÑEZ, tomando las medidas idóneas para la
conservación, transporte y resguardo de la misma; y se imponga, igualmen-
te, a las autoridades del Centro de Fertilidad, Grupo Médico de Fertilidad
C.A. del Centro Médico Docente La Trinidad, la obligación de no hacer
consistente en “...que por ningún concepto de (sic) deseche la muestra
espermática o semen de DILMAR JOSÉ GODOY MENDOZA”.
En escrito presentado el 24 de mayo de 2006, el abogado EDUARDO
MEIER, en representación de la actora ratificó la solicitud de que se
declare con lugar el amparo constitucional ejercido por su mandante, y
que en consecuencia se ordene a la parte accionada “...completar el
CICLO DE FERTILIZACIÓN IN VITRO en la persona de YAMI-
LEX COROMOTO NÚÑEZ, con la muestra espermática del cau-
sante DILMAR JOSÉ GODOY MENDOZA, cum pliendo
rigurosamente con todos los extremos exigidos para tal fin, inclu-
yendo un estudio de cromosomas de la muestra espermática crio-
preservada, realizado por un ente independiente, nombrado por
esa Sala Constitucional y a las solas expensas del GRUPO MÉDI-
CO DE FERTILIDAD, C.A.”.
II
III
En sentencia dictada por el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, el 27 de junio de 2005, se declaró sin lugar la
acción de amparo constitucional ejercida por la ciudadana YAMILEX
COROMOTO NÚÑEZ contra el GRUPO MÉDICO DE FERTILIDAD,
C.A., del CENTRO MÉDICO DOCENTE LA TRINIDAD, sobre la
base de las siguientes consideraciones:
1.- Que “...el tribunal no puede perder de vista que el derecho a
concebir a los hijos supone situarse en un momento en que éstos aún
no han sido concebidos y en donde la pareja en uso de la autonomía
de su voluntad, escoge cómo, cuándo y cuántos hijos concebir, te-
niendo en cuenta que la paternidad implica una serie de obligacio-
nes, que los padres aceptan al momento de mantener relaciones
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 20 9
IV
PUNTO PREVIO
Conoce esta Sala de esta causa, aun cuando en sentencia del 22 de
junio de 2005 (Caso: Ana Mercedes Bermúdez), se declaró que la
consulta, a la que se refiere el artículo 35 de la Ley Orgánica de Am-
paro sobre Derechos y Garantías Constitucionales, quedó derogada
con la iniciación de la vigencia de la Constitución de la República Bo-
livariana de Venezuela, en tanto que se contrapone a los artículos 26,
27 y 257 constitucionales; ello de conformidad con la Disposición De-
rogatoria Única, por cuanto en esa misma decisión se ordenó la publi-
cación del fallo en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana
de Venezuela y, en protección a la confianza legítima de los justicia-
bles, la no aplicación del criterio durante los treinta días posteriores a
esa publicación para que, dentro de ese lapso, las partes manifesta-
sen, en cada caso concreto, su interés en la resolución de las consul-
tas pendientes en todos los Tribunales de la República. Así mismo, se
declaró que, en el supuesto de que nadie concurriese dentro del perío-
do que se otorgó, el fallo de primera instancia constitucional quedaría
definitivamente firme, por lo que se remitiría el expediente al tribunal
de la causa para su archivo.
La decisión en cuestión fue publicada en la Gaceta Oficial de la Re-
pública Bolivariana de Venezuela N° 38.220 de 1° de julio de 2005.
En el caso de autos, la parte actora desfavorecida con el fallo de prime-
ra instancia, solicitó el avocamiento de dicha causa a esta Sala, en es-
crito del 6 de julio de 2005, y mediante decisión del 24 de febrero de
2006, esta Sala se avocó al conocimiento del proceso de amparo inten-
tado por YAMILEX COROMOTO NÚÑEZ DE GODOY, contra el
mencionado GRUPO MÉDICO DE FERTILIDAD, C.A., y acordó re-
querir al mismo, en la persona del ciudadano Dr. Ibrahim Reyes, infor-
mase a la Sala si la muestra de semen suministrada por el ciudadano
DILMAR JOSÉ GODOY MENDOZA, se mantiene criopreservada en
el laboratorio de fertilidad de ese Grupo Médico.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 21 1
Por ello, avocada la Sala a esta causa, debe decidir en esta oportunidad
si estuvo ajustada o no a derecho la decisión de la primera instancia
constitucional que declaró sin lugar el amparo antes mencionado, de
modo que este pronunciamiento equivale a la consulta obligatoria a la
que se refería el artículo 35 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Dere-
chos y Garantías Constitucionales; por lo que la petición de avocamien-
to, a juicio de la Sala, corresponde a la manifestación de la parte a que
se resolviera la consulta pendiente. Así se decide.
Pasa la Sala a pronunciarse sobre el fondo del asunto sometido a su cono-
cimiento y, al respecto, observa que siendo éste un caso sin precedente
judicial en el país, no sólo por la expectativa de la actora de que se realice a
su favor una fecundación in vitro, sino por la circunstancia de la muerte de
su cónyuge, la Sala estima necesario hacer las siguientes precisiones:
A) DERECHOS CONSTITUCIONALES DENUNCIADOS POR
LA ACTORA COMO VIOLADOS POR LA PARTE PRESUN-
TAMENTE AGRAVIANTE
A.1) DERECHO A PROCREAR: Señaló la actora que se infringió con
“...la inequívoca y consesurada voluntad de una pareja de ejercer el
derecho a decidir libre y responsablemente el número de hijos que
deseen concebir y a disponer de los medios que les aseguren el ejer-
cicio de ese derecho, como es el caso de la inseminación artificial,
que es un instrumento, un medio del cual se está privando a YAMI-
LEX COROMOTO NÚÑEZ, con las consecuencias fatales e irrever-
sibles de no poder gozar siquiera de la mera expectativa de cumplir
su propia voluntad y la de su difunto esposo: procrear un hijo de
ambos (artículo 76 de la CRBV y artículo 16.e Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer)”.
A.2) DERECHO AL LIBRE DESENVOLVIMIENTO DE LA PER-
SONALIDAD: ya que –según afirma la actora, le han impedido “...no
sólo su intención de perpetuar en un hijo (que es una posibilidad
incierta) el amor por su marido fallecido y la concreción de su
deseo de tener hijos de la persona amada, sino de cumplir su pro-
212 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
blecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento
y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satis-
facer las justas exigencias de la moral, del orden público y del
bienestar general en una sociedad democrática.
3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser
ejercidos en oposición a los propósitos y principios de las Nacio-
nes Unidas. (Subrayado de este fallo).
En la Constitución de 1999, se consagran los siguientes derechos civiles
y sociales, que la Sala considera de relevancia en la oportunidad de
resolver el caso de autos:
Artículo 56. Toda persona tiene derecho a un nombre propio, al
apellido del padre y al de la madre, y a conocer la identidad de los
mismos. El Estado garantizará el derecho a investigar la materni-
dad y la paternidad.
Toda persona tiene derecho a ser inscrita gratuitamente en el re-
gistro civil después de su nacimiento y a obtener documentos públi-
cos que comprueben su identidad biológica, de conformidad con la
ley. Éstos no contendrán mención alguna que califique la filiación.
Artículo 75. El Estado protegerá a las familias como asociación
natural de la sociedad y como el espacio fundamental para el de-
sarrollo integral de las personas. Las relaciones familiares se ba-
san en la igualdad de derechos y deberes, la solidaridad, el esfuerzo
común, la comprensión mutua y el respeto recíproco entre sus
integrantes. El Estado garantizará protección a la madre, al padre
o a quienes ejerzan la jefatura de la familia.
Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a vivir, ser criados
o criadas y a desarrollarse en el seno de su familia de origen.
Cuando ello sea imposible o contrario a su interés superior, ten-
drán derecho a una familia sustituta, de conformidad con la ley.
La adopción tiene efectos similares a la filiación y se establece
siempre en beneficio del adoptado o la adoptada, de conformidad
con la ley. La adopción internacional es subsidiaria de la nacional.
Artículo 76. La maternidad y la paternidad son protegidas integral-
mente, sea cual fuere el estado civil de la madre o del padre. Las
parejas tienen derecho a decidir libre y responsablemente el núme-
214 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
ro de hijos o hijas que deseen concebir y a disponer de la informa-
ción y de los medios que les aseguren el ejercicio de este derecho.
El Estado garantizará asistencia y protección integral a la materni-
dad, en general a partir del momento de la concepción, durante el
embarazo, el parto y el puerperio, y asegurará servicios de planifi-
cación familiar integral basados en valores éticos y científicos.
El padre y la madre tienen el deber compartido e irrenunciable de
criar, formar, educar, mantener y asistir a sus hijos o hijas, y éstos
o éstas tienen el deber de asistirlos o asistirlas cuando aquél o
aquélla no puedan hacerlo por sí mismos o por sí mismas. La ley
establecerá las medidas necesarias y adecuadas para garantizar
la efectividad de la obligación alimentaria.
Algunos de estos derechos han sido desarrollados en la Ley Orgánica
para la Protección del Niño y del Adolescente (ver, entre otros, artículo
15. Derecho a la Vida, artículo 16. Derecho a un Nombre y a una Nacio-
nalidad, artículo 17. Derecho a la Identificación, artículo 18. Derecho a
ser Inscrito en el Registro, artículo 22. Derecho a Documentos Públicos
de Identidad, artículo 25. Derecho a Conocer a sus Padres y a ser Cuida-
dos por Ellos, artículo 26. Derecho a ser Criado en una Familia).
Además, esos derechos constitucionales son reconocidos en los instru-
mentos internacionales que a continuación se mencionan, y de la forma
en que lo disponen las normas que se transcriben para una mejor ilustra-
ción del tema objeto del caso de autos, a saber:
La Ley Aprobatoria del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y
Políticos establece en sus artículos 23 y 24:
Artículo 23
1. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad
y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.
2. Se reconoce el derecho del hombre y de la mujer a contraer
matrimonio y a fundar una familia si tienen edad para ello.
(...Omissis...)
Artículo 24
1. Todo niño tiene derecho, sin discriminación alguna por motivos
de raza, color, sexo, idioma, religión, origen nacional o social, po-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 21 5
sición económica o nacimiento, a las medidas de protección que
su condición de menor requiere, tanto por parte de su familia como
de la sociedad y del Estado.
2. Todo niño será inscrito inmediatamente después de su naci-
miento y deberá tener un nombre.
3. Todo niño tiene derecho a adquirir una nacionalidad.
El artículo 16 de la Ley Aprobatoria de la Convención sobre la Elimina-
ción de todas las formas de Discriminación contra la mujer, dispone que:
Artículo 16
1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas adecuadas
para eliminar la discriminación contra la mujer en todos los asun-
tos relacionados con el matrimonio y las relaciones familiares y,
en particular, asegurarán en condiciones de igualdad entre hom-
bres y mujeres:
...Omissis...
d) Los mismos derechos y responsabilidades como progenitores,
cualquiera que sea su estado civil, en materias relacionadas con
sus hijos; en todos los casos, los intereses de los hijos serán la
consideración primordial...
En la Ley Aprobatoria de la Convención sobre los Derechos del Niño,
se dispone que:
Artículo 7
1. El niño será inscrito inmediatamente después de su nacimiento
y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una
nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres
y a ser cuidado por ellos.
...Omissis...
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
dispone en su artículo VI, lo siguiente:
Toda persona tiene derecho a constituir familia, elemento funda-
mental de la sociedad, y a recibir protección para ella.
216 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
La Ley Aprobatoria de la Convención Americana sobre Derechos Hu-
manos en su artículo 17 regula la protección a la familia, de la siguien-
te manera:
...
1. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad
y debe ser protegida por la sociedad y el Estado.
2. Se reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer ma-
trimonio y a fundar una familia si tienen la edad y las condiciones
requeridas para ello por las leyes internas, en la medida en que
éstas no afecten al principio de no discriminación establecida en
esta Convención.
...Omissis....
También consagra el derecho al nombre en el artículo 18, en los siguien-
tes términos:
Toda persona tiene derecho a un nombre propio y a los apellidos
de sus padres o al de uno de ellos. La ley reglamentará la forma
de asegurar este derecho para todos, mediante nombres supues-
tos, si fuere necesario.
Como se desprende de lo expuesto, la familia es la asociación natural de
la sociedad y el espacio fundamental para el desarrollo integral de las
personas, y la misma debe ser protegida por el Estado y sus institucio-
nes, de modo que los derechos de los sujetos que la integran se desarro-
llen en el Texto Fundamental de cada país, además de tener un
reconocimiento expreso y bien preciso en normativas internacionales
como antes se vio.
Ahora bien, el derecho a procrear al igual que el derecho a la salud
forman parte del derecho a la vida, tomando en cuenta lo dispuesto en el
artículo 22 constitucional que reza:
Artículo 22. La enunciación de los derechos y garantías conteni-
dos en esta Constitución y en los instrumentos internacionales
sobre derechos humanos no debe entenderse como negación de
otros que, siendo inherentes a la persona, no figuren expresamen-
te en ellos. La falta de ley reglamentaria de estos derechos no
menoscaba el ejercicio de los mismos.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 21 7
De manera que el hecho de que el Texto Fundamental no señale expre-
samente a la procreación no significa que la misma no esté consagrada
como un derecho humano, pues como se desprende de las normas trans-
critas tanto de la Constitución como de los tratados internacionales, este
derecho deriva del ejercicio de otros inherentes en igual forma a la per-
sona, y sin lugar a dudas el Estado venezolano protege la reproducción,
desde el momento en que señala en el artículo 76 constitucional, el de-
recho que tienen las parejas a decidir libre y responsablemente el núme-
ro de hijos o hijas que deseen concebir y a disponer de la información y
de los medios que les aseguren el ejercicio de este derecho.
Esa decisión de reproducción, es el ejercicio de ese derecho de procrear
hijos y de otros que como ya se apuntó son inherentes a la persona huma-
na, por eso quien decide procrear tiene el derecho a hacerlo sin más
limitaciones que las establecidas por la Constitución y las leyes. Y hoy en
día se han procurado métodos para que quienes de manera natural no
puedan hacerlo, tengan la posibilidad real y efectiva de tener descenden-
cia, en pro de la consolidación y bienestar de la familia; hijos que tienen –
como se ilustra en las transcripciones antes efectuadas– derechos como
el de tener un nombre, apellido, nacionalidad, conocimiento de sus proge-
nitores, cuidado y protección, por sólo mencionar algunos.
B) REPRODUCCIÓN ASISTIDA
La intención de la Sala es estudiar de forma general lo relativo a la repro-
ducción asistida, para ilustrarse sobre el tema científico que rodea la cau-
sa, a cuyo conocimiento se ha avocado, con el objetivo de emitir un
pronunciamiento cónsono con el Derecho como ciencia pero también con
la Medicina, ya que no existe en Venezuela legislación al respecto (salvo
la referencia que hace el artículo 204 del Código Civil), y, por supuesto, la
que hace el artículo 127 de la Constitución, al establecer que “[...] El
Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica, los recursos
genéticos, los procesos ecológicos, los parques nacionales y monu-
mentos naturales y demás áreas de especial importancia ecológica.
El genoma de los seres vivos no podrá ser patentado, y la ley que se
refiera a los principios bioéticos regulará la materia”.
De allí que de este avance científico (reproducción asistida) se han de-
rivado y se derivarán situaciones que deben ser protegidas y resueltas
por esta Sala, a fin de evitar que los vacíos legales atenten contra dere-
chos constitucionales de los ciudadanos.
218 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Vale aquí reiterar lo expuesto en la sentencia N° 1571 del 22 de agosto
de 2001, caso: Asodeviprilara, sobre jurisdicción normativa, en la cual
se sostuvo lo siguiente:
Esta Sala Constitucional, desde sus primeros fallos (José Aman-
do Mejía, Corpoturismo, Servio Tulio León), ha venido sostenien-
do que las normas constitucionales, en particular los Derechos
Humanos, los Derechos que desarrollan directamente el Estado
Social, las Garantías y los Deberes, son de aplicación inmediata,
sin que sea necesario esperar que el legislador los regule, por lo
que, en ese sentido, no actúan como normas programáticas. Para
lograr tal aplicación inmediata, la Sala se ha basado en la letra del
artículo 335 constitucional, por ser el Tribunal Supremo de Justi-
cia el máxime garante de la supremacía y efectividad de las nor-
mas y principios constitucionales y, además, por ser las
interpretaciones de la Sala Constitucional sobre el contenido o
alcance de las normas y principios constitucionales, vinculantes
para las otras Salas del Tribunal Supremo de Justicia y demás
Tribunales de la República.
En base a dicha norma (artículo 335), en los casos concretos don-
de surge alguna infracción constitucional, la Sala ha ejercido la
jurisdicción en forma normativa, dándole vigencia inmediata a la
norma constitucional, y señalando sus alcances o formas de ejer-
cicio, así no existan leyes que la desarrollen directamente.
Se trata de interpretaciones vinculantes que obran como una nor-
mativa restringida, hasta que la Asamblea Nacional legisle sobre
la materia.
De allí que relacionada esta causa estrechamente con el tema de la
reproducción asistida, debe esta Sala tener una visión general de la mis-
ma y sus efectos ético-legales, para emitir un pronunciamiento respecto
a la tutela constitucional pedida.
Así, la procreación humana con asistencia científica ha sido definida como
“...al conjunto de técnicas médicas especiales que implican la ayuda
profesional al acto conyugal con el fin de lograr la procreación de
la especie humana, la obtención y utilización de gametos con tal
finalidad, o la transferencia de embriones con el mismo fin” (tomado
del artículo 2 del PROYECTO DE LEY Nº 46 de 2003, SENADO de
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 21 9
interés por tener un estudio global del tema, ya que lo planteado aquí
requiere de una regulación expresa y, como ya se señaló, al no existir
legislación sobre este tema, la Sala debe analizar algunos aspectos de
su problemática en este fallo para dar respuesta efectiva a la solicitud
aquí formulada.
La Sala advierte, que los aspectos relativos a la clonación no los tratará
en esta sentencia, ya que lo planteado en esta causa no se refiere a ella.
B.1) MODALIDADES DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
En el “Estudio Ético-Legal sobre la Reproducción Asistida” de Laura
Rosell Roldán (publicado en la página www.uclm.es), se señalan las
siguientes modalidades, las cuales se refieren en otras páginas de Inter-
net relacionadas con el tema, como por ejemplo en: www.civte.com
www.somoscolombia.org / www.cerezo.pntic.mec.es y
www.redaccionmedica.com por mencionar sólo algunas. Estas modali-
dades son:
a) Inseminación artificial homóloga: el semen del compañero se
hace llegar al óvulo por medios artificiales y el óvulo es fecunda-
do dentro del útero materno.
b) Inseminación artificial heteróloga: semen de donante; como en
el anterior el semen se lleva artificialmente hasta el óvulo y lo
fecunda en el interior del útero.
c) Fecundación “in vitro” homóloga: consiste en la fecundación del
óvulo en el laboratorio, en un medio artificialmente creado; con pos-
terior transferencia al útero, (con semen de persona conocida).
d) Fecundación “in vitro” con semen de donante: es indiferente la
situación de la mujer (casada o soltera); su óvulo es fecundado
con semen de donante anónimo y luego transferido a su útero.
e) Fecundación “in vitro” con donación de óvulos: el semen pue-
de ser del marido o de un donante anónimo; lo fundamental es
que también el óvulo es de otra mujer distinta de aquella en quien
se implanta después de la fecundación; se da a luz un ser al que
únicamente se ha gestado.
f) Transferencia intratubárica de gametos en mujeres con obs-
trucción de trompas, se realiza en vivo, introduciendo los gametos
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 22 1
más allá de la obstrucción, para que se realice la fecundación y el
cigoto continúe su ulterior desarrollo en su medio natural.
g) Transferencia nuclear: en mujeres con defectos citoplasmáti-
cos de óvulos; es muy parecida a la técnica utilizada en la clona-
ción animal y consiste en introducir el núcleo celular de ovocitos
de la mujer en los óvulos de las donantes, a los que se les ha
quitado el núcleo. El óvulo ya puede ser fertilizado bien de forma
natural si se introduce de nuevo en el útero o in vitro.
Por lo general, se suele utilizar sin distinción los términos de insemina-
ción artificial, fecundación in vitro y otros, cuando en realidad se trata
de distintas técnicas de reproducción asistida, a las cuales en el futuro
pueden añadirse otras.
Como se desprende del documento cursante al folio 73 de la pieza prin-
cipal, a la ciudadana YAMILEX COROMOTO NÚÑEZ DE GODOY,
se decidió someterla a “fertilización in vitro con el semen congelado...”
de su esposo.
B.2) FECUNDACIÓN IN VITRO
Dado que fue esta modalidad la seleccionada para aplicársela a la acto-
ra, resulta de interés conocer que es esta técnica utilizada por muchos
centros dedicados a la reproducción asistida, y:
...básicamente se trata de la fecundación del óvulo (también co-
nocido como ovocito) fuera del cuerpo de la madre, el cultivo
durante los primeros pasos de la división y la ulterior implantación
en el útero de la donante. Tanto en la fecundación extracorpórea,
como en la subsiguiente transferencia del blastocito, tienen espe-
cial importancia 5 puntos principales: 1. Obtención del óvulo, 2.
Maduración del espermatozoide, 3. Fertilización del óvulo, 4. Cul-
tivo de los primeros pasos de división y, 5. Implantación del em-
brión desarrollado “in vitro” en el útero. (Tomado de la página
web www.civte.com).
La fertilización in vitro, es “...el proceso por el cual los óvulos, obte-
nidos por aspiración de folículos estimulados, son fertilizados con
espermatozoides, fuera del cuerpo humano. Los resultantes zigo-
tos/embriones son cultivados en condiciones controladas en una
incubadora por un par de días y luego los embriones son transfe-
222 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
cional que tiene todo niño de conocer a sus padres. Ello, en la Ley 35/
1988, del 22-11 sobre Técnicas de Reproducción Asistida, de España, se
resolvió en el artículo 5.5 previendo la posibilidad de obtener una informa-
ción general sobre el donante que no incluya su identificación, para no
impedir la investigación del mismo; sin embargo, no se le conceden efec-
tos legales; y sólo autoriza el desanonimato sobre la persona del donante
(artículo 8.3) cuando exista peligro comprobado para la vida del hijo o sea
prueba en un proceso penal, pero la misma no implicará en ningún caso,
publicidad de la identidad del donante. Estas disposiciones se repiten en la
nueva Ley española 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproduc-
ción humana asistida (ver, artículos 5.5 y 8.3).
Como antes se apuntó, no existe en el país regulación expresa sobre el
tema de la reproducción asistida, mucho menos sobre la fecundación
de una mujer viuda, con semen crioconservado de su esposo fallecido.
Pero se conocen casos reales que han sido resueltos por los órganos
jurisdiccionales de otros países, uno a juicio de la Sala, digno de refe-
rir: el caso de Corinne y Alain Parpalaix, comentado por la parte acto-
ra, y reseñado por Carmen García Mendieta en el artículo “Mater
Semper Cer t a Est ?”, publ i cado en la pági na web:
www12.brinkster.com, de la manera siguiente:
Concitó la atención pública en Francia el caso de Corinne Parpa-
laix, joven viuda que reclamó judicialmente el semen congelado
de su esposo, depositado tres años antes de la muerte del mismo
en el banco estatal de esperma CECOS. La repercusión del pro-
ceso pasó desde los periódicos hasta las revistas jurídicas, que se
ocuparon profusamente del caso. El Tribunal de Gran Instancia
de Crêteil, en fallo de fecha 1° de agosto de 1984, que dispone la
entrega del esperma a la esposa reclamante, examina varios as-
pectos del problema y constituye un hito en la historia moderna de
la filiación. El Tribunal consideró que las condiciones de conser-
vación y devolución del esperma y la inseminación posterior de la
viuda son cuestiones que no están prohibidas por la ley, y ni si-
quiera están reglamentadas. Sostuvo que el hecho no se opone al
derecho natural, siendo la procreación uno de los fines del matri-
monio. El Tribunal puso énfasis en todo momento en averiguar
cuál había sido la voluntad del difunto marido, Alain Parpalaix.
Así, adjudicó especial relevancia a la actitud del mismo, quien
durante la enfermedad que lo llevó a la muerte (cáncer de tes-
tículos) quiso preservar sus posibilidades de tener un hijo, deposi-
224 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
tando una toma de esperma en el banco demandado. Y, dos días
antes de su muerte, contrajo matrimonio civil y religioso con Co-
rinne. ( Ésta, en definitiva, no logró concebir.)...
Se pregunta la Sala, ¿y es que no puede entonces existir inseminación
artificial ni fecundación in vitro post mortem? Ha pasado en Tokio, en
Inglaterra, en Argentina, por mencionar algunos países, que después de
fallecido el cónyuge (muerte súbita), la viuda ha solicitado se extrajera
y congelara el semen del hombre fallecido, a los fines de que se le
practique la inseminación artificial y, en algunos casos han pedido se
reconozca la paternidad, esto es, la relación familiar entre el bebé y el
padre fallecido (véase, página web www.consumer.es, donde aparece
reseña del caso Diane Blood, en el cual un Tribunal Británico en febrero
de 1998 admitió la paternidad de un hombre fallecido hace ocho años).
Es buena la referencia a la regulación de la reproducción asistida en el
Estado de Tabasco (México), en cuyo Código Civil se legitima y legaliza
la inseminación artificial, la fecundación in vitro y cualquier otro método
de reproducción asistida, pero “...los limita a las parejas casadas y a
las que viven públicamente como si fueran marido y mujer, sin te-
ner algún impedimento para contraer matrimonio entre sí. Dicho
código establece la obligatoriedad del consentimiento de ambos
miembros de la pareja como condición indispensable para acceder
a la asistencia reproductiva y determina que es causal de divorcio
la inseminación de la mujer sin el consentimiento de su pareja. Tam-
bién, reconoce la desvinculación de los padres biológicos y los
padres legales y diferencia a la madre biológica de la madre subs-
tituta o subrogada. En caso de subrogación, considera a la mujer
contratante como la madre legal. El Código Civil para el Estado de
Tabasco contempla varios aspectos relevantes indisolubles de la
aplicación de las TRA. Sin embargo, esta aproximación legal, sin
precedente nacional, no contempla otras implicaciones de la re-
producción asistida: Inseminación post mortem, el anonimato del
donador en la inseminación heteróloga y la disposición de los em-
briones que exceden a los transferidos en un ciclo” (v. artículo “la
Reproducción Asistida en México, por Yolanda Secades y Biol. Emma
Torra, publicado en www.fertilityworld.org).
En el caso que nos ocupa, el tema de la filiación en el supuesto de que
la actora tuviera descendencia por vía de la reproducción asistida,
tendría también solución por aplicación de principios constitucionales
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 22 5
y de Derechos Humanos, señalados en el punto A3) de este fallo, y
que se sintetizan en que todo hijo tiene derecho a conocer a sus pa-
dres; derecho que no se limita a saber quién es, sino a obtener los
efectos jurídicos de tal condición.
Sin embargo, a nivel del Código Civil venezolano, surge una dificultad
legal en este caso, para establecer la filiación paterna del hijo que pudiera
nacer, que no fue concebido durante el matrimonio (artículo 201 del Códi-
go Civil), sino cuando el vínculo se había roto, aunque la esperma fue
recolectada durante el matrimonio. Se trata de una situación no prevista
en el Código Civil, pero que a juicio de la Sala, no puede convertirse en un
traba para que el producto de la inseminación post mortem, no goce de
sus derechos de conocer a sus padres, y llevar sus apellidos.
En casos como éstos (inseminación post mortem), donde consta la exis-
tencia del semen, así como de quien emana y el estado civil de los suje-
tos involucrados en la inseminación, por razones de seguridad jurídica
se hace necesario una orden judicial al respecto, de manera que consta-
tados esos extremos, se declare la filiación paterna del concebido en
estas circunstancias y se ordene su inscripción en el registro civil con
tal filiación, ajustado a lo dispuesto en el artículo 235 del Código Civil.
Al fin y al cabo se trata de una filiación producto de un matrimonio,
producida por estas técnicas aplicadas post mortem, pero donde el na-
cido es hijo del marido de la madre, a menos que tal paternidad sea
desconocida por sus herederos mediante juicio al respecto.
Esta filiación debe ser declarada en sentencia judicial, así no proven-
ga de un proceso contencioso, y si los extremos que hacen presumir la
filiación pueden determinarse por un juez de familia, que ordene y
supervise la inseminación, en estos excepcionales casos podrá ser de-
clarada, a pesar de que no se esté ante el supuesto del artículo 201 del
Código Civil.
La inseminación artificial está contemplada someramente en el artículo 204
del Código Civil, y dicha norma impide al marido desconocer al hijo, si ha
autorizado la inseminación artificial de la mujer, así no sea de él el semen.
En este sentido, la novedosa Ley española 14/2006, de 26 de mayo, sobre
técnicas de reproducción humana asistida, en su artículo 8, numeral 1,
dispone en torno a la determinación legal de la filiación, que: “1. Ni la
mujer progenitora ni el marido, cuando hayan prestado su consenti-
miento formal, previo y expreso a determinada fecundación con con-
226 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Resalta en este tema, la polémica a nivel mundial que ocasiona la venta
de óvulos, basta leer artículos como el que aparece publicado en el dia-
rio “El Tiempo” de Colombia del 25 de junio de 2006, titulado “Los óvu-
los se volvieron un mercado fecundo”, donde se reseña casos reales de
colombianas que se promocionan en la web para donar sus óvulos, a
cambio de grandes sumas de dólares.
También es una realidad la manipulación genética que practican mu-
chos centros dedicados a la reproducción asistida (sea con el fin de
evitar taras o enfermedades graves, seleccionar el sexo del bebé, o
predeterminar ciertas características físicas o psicológicas), con el pro-
pósito de modificar la información y el caudal genético de la especie (en
Venezuela según publicación del 28 de junio de 2006, en el diario “El
Nacional”, “Logran ...(por primera vez con éxito)... embarazo con se-
lección de sexo del bebé”).
Respecto a este punto la Sala, aun cuando consciente de que el tema
reviste importancia por las consecuencias éticas y jurídicas que su prác-
tica conlleva, se abstendrá en esta oportunidad de emitir pronunciamien-
to, y lo hará en el momento que se presente alguna acción relacionada
con este punto tan delicado que, sin lugar a dudas, ante una ausencia de
regulación normativa puede trastocar el fin primordial de la reproducción
asistida y lo referente al genoma humano, como bien jurídico protegible.
En esta oportunidad sólo inquieta a la Sala, el hecho de que a la par de
que existen estos bancos de semen, que hoy en día han permitido a
muchas mujeres cumplir sus sueños de ser madres, la circunstancia de
que a los donantes de semen le es garantizada la confidencialidad de
sus datos (permanecer en el anonimato, véase como ejemplo el artículo
21.1 de la Ley 14/2006 de España sobre reproducción asistida) choca
con el derecho que tiene todo hijo de conocer la identidad de sus proge-
nitores; derechos ambos, el de procrear y el de conocer la identidad de
los padres, consagrados en los textos constitucionales de muchos paí-
ses, como el nuestro, y reconocidos por instrumentos internacionales
como antes lo apuntó la Sala, la cual señala que ésta no es la oportuni-
dad para decidir sobre este tema.
Por otra parte, llama también la atención de esta Sala el tema de las
madres de alquiler o gestantes subrogadas. Estas madres “...llevan a
cabo la gestación de un nasciturus y su alumbramiento, ante la
imposibilidad física de realizarlo por parte de una determinada mujer
228 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
que desea ser madre, de modo que una vez nacido tal hijo sea con-
siderado hijo de la mujer que desea tenerlo y que no puede tener-
lo. Así podría darse el caso de un niño con tres madres, una que
aporta el material genético, otra que lo gesta y lo da a luz y otra
que tiene la patria potestad. En este aspecto se podría producir un
dilema ético e incluso legal si llegado el caso una de las dos prime-
ras quisiera considerar el hijo como suyo pero en España la mater-
nidad viene determinada legalmente por el parto”. (Laura Rosell
Roldán, Estudio Ético-Legal sobre la Reproducción Asistida, trabajo
publicado en la pág web www.uclm.es/ab/enfermeria).
La maternidad subrogada ha sido definida por el informe Warnock (Rei-
no Unido) como “[...] la práctica mediante la cual una mujer gesta o
lleva en su vientre un niño para otra mujer, con la intención de
entregárselo después que nazca” (definición tomada del trabajo Bre-
ve aproximación en torno a la problemática de la maternidad su-
brogada, de María Eleonora Cano, publicado en la página web
www.revistapersona.com.ar).
En este aspecto, conviene mencionar que la novísima Ley 14/2006, 26
de mayo, de España sobre Técnicas de Reproducción Asistida, dispone
respecto a este tema, en su artículo 10, lo siguiente:
Artículo 10. Gestación por sustitución.
1. Será nulo de pleno derecho el contrato por el que se convenga
la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia
a la filiación materna a favor del contratante o de un tercero.
2. La filiación de los hijos nacidos por gestación de sustitu-
ción será determinada por el parto.
3. Queda a salvo la posible acción de reclamación de la paterni-
dad respecto del padre biológico, conforme a las reglas generales
(negrillas de este fallo).
Dicha referencia se hace sólo a título ilustrativo, pues mientras se dicte
una ley que regule los principios bioéticos previstos en el artículo 127 de
la Constitución, la Sala, ante la realidad y la cobertura constitucional que
en esta materia debe existir, no quiere pasar por alto el hecho de que
frente a la práctica de estas técnicas de reproducción asistida, por medio
de donante de esperma, óvulo y/vientre, lo importante en todo caso es que
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 22 9
en materia de filiación, se otorgue la paternidad y maternidad a quienes
hayan manifestado y realmente tenido la voluntad procreacional, es decir,
la voluntad y el afecto para tener su descendencia, y no a quienes han
prestado un servicio para que esa reproducción asistida tenga éxito.
C) CAPACIDAD
La capacidad jurídica o de goce es la aptitud para ser titular de deberes
y derechos; mientras que la capacidad de obrar está referida a la posi-
bilidad de realizar actos jurídicos por voluntad propia.
La diferencia entre una y otra radica en que “...la primera la tene-
mos todas las personas, pues ella viene asociada a la noción de
personalidad (...), en tanto que la capacidad de obrar algunas
personas naturales no la poseen, de manera que no puede actuar
por su propia voluntad, sino a través de otras personas capaces
de obrar que subsanan su capacidad de ejercicio...” (Domínguez
Guillén, Ob. Cit.. p. 33).
En el presente caso, la actora tiene capacidad jurídica y de obrar como
también la tuvo en vida su cónyuge fallecido; tan es así que ejercieron la
capacidad, al contraer matrimonio el 19 de agosto de 2004 (v. folio 9 de la
pieza principal), después de haber tenido una unión de hecho estable y
permanente (v. folio 10 de la misma pieza). Por lo tanto, no podrían ser
estimados como incapaces de realizar o hacer declaraciones de voluntad
dirigidas a producir efectos jurídicos, como en este caso lo serían la soli-
citud de criopreservación de semen y la disposición que del mismo hiciera
en documentos privados el ciudadano Dilmar José Godoy Mendoza.
Ahora bien, se ha presentado aquí la disyuntiva de si la actora puede o
no disponer de esa muestra seminal criopreservada (a solicitud de su
esposo fallecido) a los fines de que sea descongelada para su utilización
en el método de reproducción asistida que le fue sugerido por el Grupo
Médico de Fertilidad, C.A. que aquí ha sido señalado como agraviante.
Para lo cual la Sala estima necesario referirse a la Ley sobre Trasplan-
tes de Órganos y Materiales Anatómicos en Seres Humanos, la cual en
su artículo 1 dispone que:
Artículo 1º.- El trasplante o la disposición de órganos, tejidos,
derivados o materiales anatómicos provenientes de seres huma-
nos, con fines terapéuticos, de investigación y de docencia, se
rige por las disposiciones de esta Ley. Se excluyen de los re-
230 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Artículo 17: Para los efectos de esta Ley, son parientes:
a) El cónyuge no separado de cuerpos.
b) Los ascendientes.
c) El concubinario o concubina que para el momento de la muerte
haya convivido con el donante.
d) Los descendientes.
e) Los padres adoptantes.
f) Los hijos adoptivos.
g) Los parientes colaterales hasta el tercer grado de consanguinidad.
h) Los parientes afines hasta el segundo grado de afinidad.
i) A falta de los anteriores, la persona con quien últimamente haya
convivido el donante.
Cuando los parientes determinados dentro de un mismo literal de
este artículo, y en ausencia de otro, manifiesten su voluntad en-
contrada, prevalecerá la de la mayoría; a todo evento, tendrá va-
lor la prioridad de derechos dentro del orden señalado. En caso
de empate se entenderá negado el consentimiento.
Artículo 18: Perderán sus derechos consagrados en el artículo
anterior:
a) El cónyuge que se encuentre incurso en una cualquiera de las
causales únicas de divorcio, de conformidad al artículo 185 del
Código Civil.
b) Los incapaces de suceder como indignos, de conformidad al
artículo 810 del Código Civil.
Así se desprende que la disposición del esperma, la cual está excluida
del cumplimiento de los requisitos previstos en la Ley de Trasplantes de
Órganos y Materiales Anatómicos en Seres Humanos, exige la acepta-
ción del donante y del receptor. Por tanto, al no tratarse de un caso de
trasplante, para realizar la fecundación in vitro con semen de una per-
sona fallecida no se requiere de la exigencia prevista en el artículo 16
de la mencionada Ley, que dispone:
232 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
El hijo nacido de la inseminación con el semen recogido de manera arti-
ficiosa podrá reclamar la filiación que le corresponde y exigir de sus
padres los derechos que le otorga el artículo 76 constitucional; al fin y al
cabo él es el producto, así sea atípico, de una relación sexual.
Distinta tiene que ser la situación si el semen es recogido fuera de una
relación sexual personal de cualquier tipo, o los óvulos son hurtados del
centro médico que los tenía, o son manipulados para que los fecunde
persona distinta a la que escogió la mujer.
Surge así una contradicción entre los derechos del niño que nacerá, de
conocer y ser asistido por sus padres, y el de la dignidad del padre o
madre timados por el ilegal uso del semen o los óvulos, cuyos derechos
al desarrollo de la personalidad se ven afectados por un hijo no querido,
y que por lo regular será rechazado. Violándosele a uno de los padres el
derecho que le otorga el artículo 76 Constitucional, de decidir libre y
responsablemente el número de hijos o hijas que desea concebir.
A juicio de esta Sala, en casos como éstos, donde por una actividad
ilegítima de alguien, nace un hijo no deseado por alguno de los padres
biológicos, con la carga psíquica contra el hijo, que implica su rechazo,
debe armonizarse la posición del padre o madre defraudado, con los
derechos del niño de conocer y ser asistido por sus padres.
En este otro plano no debería ser perjudicado totalmente el padre o la
madre objeto de un fraude producto de la reproducción asistida, y por ello,
la Sala si bien considera que constitucionalmente (y es de orden público),
el hijo tiene el derecho de conocer a su padre biológico, incluso para po-
der informar a los médicos sobre sus antecedentes genéticos, así como el
derecho de utilizar los apellidos del padre o la madre, para armonizar con
los derechos violados al padre o a la madre (y hasta a ambos, si fuese el
caso, como podría ocurrir si se utilizare un vientre prestado), considera
que el así nacido carece de derechos alimentarios y sucesorales con res-
pecto al progenitor, por ser producto de una manipulación indigna.
En relación con la fecundación no consentida, merece la pena comentar
que la Ley 599 de 2000 de Colombia (Código Penal), en su artículo 108
sanciona la muerte de un hijo fruto de acceso carnal violento, abusivo o
de inseminación artificial o transferencia de óvulo fecundado no con-
sentidas, de la siguiente forma:
234 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
...La madre que durante el nacimiento o dentro de los ocho (8)
días siguientes matare a su hijo, fruto de acceso carnal o acto
sexual sin consentimiento, o abusivo, o de inseminación artificial
o transferencia de óvulo fecundado no consentida, incurrirá en
prisión de cuatro (4) a seis (6) años.
Igualmente, tratándose de supuestos donde no hay consentimiento del
donante, a manera de ilustración cabe aquí la referencia a un caso
resuelto el 31 de julio de 2003, por el Juzgado de Primera Instancia N°
13 de Valencia, España (tomado de la página web www.codigo-
civil.net), en el cual se declaró que la parte promovente se encuentra
incursa en situación de separación de hecho respecto de su esposo,
pudiendo en consecuencia la misma someterse a técnicas de repro-
ducción asistida sin necesitar para ello del consentimiento del mismo.
Ello basado en lo siguiente:
...teniendo en cuenta que, según ya se ha referido anteriormente,
el único interés perseguido por la promovente es el de poder ser
madre a través de la reproducción asistida, y que su esposo se
encuentra desde hace más de once años en estado de coma vigil
irreversible, no se aprecia sin embargo la concurrencia en el pre-
sente caso de obstáculo legal alguno para que la misma pueda
libre y lícitamente ser usuaria de técnicas de reproducción asisti-
da con semen procedente de donante anónimo, ya que es lo cierto
que aquí, evidentemente, se da la situación de separación de he-
cho del matrimonio contemplada en el ya citado art. 6-3 de la ley.
En este sentido, desde la perspectiva del fin de la norma, el esta-
do de coma del marido cuadra perfectamente con la situación de
separación de hecho aludida en el art. 6-3, ya que este precepto
no pretende otra cosa que evitar la determinación legal de pater-
nidades matrimoniales subrepticiamente constituidas a través del
uso, a espaldas del marido, de las técnicas de reproducción asis-
tida, de ahí que la necesidad del consentimiento marital resulte
eliminada para los casos que, por no haber convivencia conyugal,
no pueda generarse duda alguna sobre la eventual paternidad del
esposo, y correlativamente, que esa misma falta de necesidad del
consentimiento es aplicable al supuesto de autos, en el que, evi-
dentemente, el hijo que pueda tener la promovente no podrá nun-
ca serlo también de su esposo, al encontrarse el mismo en estado
de coma vigil irreversible desde hace más de once años.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 23 5
Por lo demás, y a pesar de la presunción de paternidad matrimo-
nial que con carácter general rige en el ordenamiento civil espa-
ñol, no se aprecia empero la concurrencia en el supuesto planteado
de ninguna especial dificultad para que, en caso de llegar a tener
un hijo la promovente, el mismo no resulte inscrito en el Registro
Civil como hijo también de su marido, ya que bastará para ello, al
tiempo de comunicar el nacimiento ante dicho Registro, con apor-
tar además un testimonio de la presente resolución o cualquier
documentación médica fehaciente de la que resulte la situación
en que se encuentra el esposo de la madre. Y finalmente, en la
hipótesis de que, por descuido o por malicia, el así nacido fuese
inscrito como hijo también del esposo, al amparo entonces de lo
dispuesto en el art. 136-3 del Código Civil, una vez fallecido este
último y dentro del año siguiente a ello, sus herederos podrían
siempre impugnar judicialmente dicha paternidad.
Resalta la Sala que la separación de cuerpos, al menos en Venezuela elimi-
na el derecho sucesoral entre los cónyuges (artículo 823 del Código Civil).
C.2) CAPACIDAD PARA SUCEDER
Tanto el semen del hombre como los óvulos de las mujeres, son bienes
biológicos no susceptibles de formar parte de los bienes sucesorales de
las personas.
Mención sobre este tema merece el caso de Julie Garber comentado por María
Eleonora Cano en el trabajo citado supra, la cual era “[...] una joven estado-
unidense que en 1995 y, a raíz de la detección de un cáncer decidió
congelar sus óvulos e inseminarlos con esperma de un donante anónimo,
a los efectos de preservar una futura maternidad que podría resultar da-
ñada. Los embriones se congelaron pero en 1996 Julie falleció dejando
expresa autorización en su testamento, para que dichos embriones fueran
implantados en el vientre de una mujer; la elegida por los padres de la
causante fue la señora Veloff” .
La polémica judicial instaló epicentro en la circunstancia de que, dos meses
antes la Corte de Apelación del Estado de California había declarado que
los embriones, así como el esperma y los óvulos, no eran bienes asimilables
a un trozo de tierra, un cheque u otros bienes; estableciendo, de este modo
la indisponibilidad de los mismos por vía testamentaria”.
236 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Ahora bien, según nuestra Ley sobre Trasplantes de Órganos y Mate-
riales Anatómicos en Seres Humanos, los órganos y tejidos no forman
parte del mundo sucesoral, y aunque la Ley no regula la inseminación o
reproducción asistida, ella contempla al semen y a los óvulos, por lo que
deben tener el mismo status jurídico de los órganos, y así se declara.
Por otra parte, tanto el semen como los óvulos, pueden ser dispuestos por
sus poseedores biológicos para que sean utilizados en vida o post mortem.
En ese sentido será necesario una manifestación de voluntad expresa o
inequívoca según las circunstancias, que denote con claridad la autori-
zación para que sean utilizadas en procesos de fecundación o en otro
sentido, después de la muerte de quien autoriza. Así pues el testamento,
en ese sentido equivale a un documento auténtico.
Tal manifestación de voluntad debe constar en documentos auténticos o
privados, o por una combinación de éstos con otros elementos que prue-
ban la voluntad y sus alcances.
Cuando tal manifestación expresa no existe, o no puede determinarse
su alcance, a juicio de esta Sala, la utilización por parte de cualquiera de
esos elementos biológicos es ilegal, a menos que se usen para salvar
vidas en estado de necesidad. En consecuencia, dichos elementos de-
berán ser destruidos en un tiempo prudencial por su tenedor, una vez
finalizada la obligación destinada a la reproducción asistida.
De allí que es ilegal extraer –si fuese posible– esperma u óvulos de
difuntos, que no hubiesen permisado en vida, tales operaciones, así sea
el cónyuge supérstite quien ordene la extracción y subsiguiente repro-
ducción asistida.
Sin embargo, el texto constitucional protege a la familia (artículo 75) y
entiende la Sala que, en este último caso, se trata de una extensión de la
familia, y el nacido mantendría vínculos filiales.
A juicio de esta Sala, la situación de los nacidos post mortem por sistemas
de reproducción asistida, fuera de los plazos de los artículos 201 y 202 del
Código Civil, sin autorización del donante sufren una disminución en sus
derechos, en materia sucesoral, ya que conforme al artículo 809 del men-
cionado Código “son incapaces de suceder los que en el momento de
la apertura de la sucesión no estén todavía concebidos”.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 23 7
Infringir esta regla es en opinión de la Sala, crear un caos, si a medida
que se liquidara la herencia, o después de partida, aparecieren nuevos
herederos a reclamar la nulidad de lo actuado. Tal posibilidad la consi-
dera la Sala contraria al orden público.
De allí, que en principio, el no concebido para la fecha de la apertura de
la sucesión no hereda al padre que aportó el semen, o a la madre que
consigna el óvulo.
Pero, cuando la persona ha autorizado en vida la reproducción asisti-
da, para que pueda realizarse post mortem, con persona señalada o
señalable, hay una clara voluntad de que nazca alguien con la condi-
ción de hijo, a quien la Constitución y las leyes le reconocen el dere-
cho de conocer a sus padres, lo que para esta Sala es un conocer
integral y jurídico, y el artículo 809 del Código Civil debe ceder ante
esta situación, ya que el conocer a qué tiene derecho este hijo, debe
ser igual al de los otros hijos.
Claro está, que las autorizaciones falsas total o parcialmente podrán ser
atacadas por cualquier interesado.
D) PRUEBAS CURSANTES EN AUTOS
D.1.- Original del Acta de Matrimonio celebrado entre la actora y el
ciudadano DILMAR JOSÉ GODOY MENDOZA, quien fuera titular
de la cédula de identidad N° 15.573.463, el 19 de agosto de 2004. Se
trata de un documento público que merece plena fe y prueba dicho acto.
D.2.- Original de Constancia de Concubinato de los prenombrados
ciudadanos, emitida por la Prefectura del Municipio Libertador el 19 de
septiembre de 2001. Constancia que se desecha por carecer de valor
probatorio, ya que la Prefectura carece de tal competencia.
D.3.- Original de Acta de Defunción del ciudadano DILMAR JOSÉ
GODOY MENDOZA, a causa de “INSUFICIENCIA RESPIRATO-
RIA METÁSTASIS PULMONAR SARCOMA DE EDWIN”, levan-
tada el 15 de noviembre de 2004. Se trata de un instrumento público que
merece plena fe y demuestra la muerte y las causas, y así se declara.
D.4.- Comunicación en original suscrita por el Dr. Ibrahim Reyes,
de la Clínica de Fertilidad del Centro Médico Docente La Trinidad, diri-
gido a la ciudadana YAMILEX COROMOTO NÚÑEZ DE GODOY,
con fecha 24 de febrero de 2005, en la cual se lee, lo siguiente:
238 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
...En respuesta a su solicitud de utilizar el semen congelado en
nuestra Clínica de Fertilidad y perteneciente a su fallecido espo-
so, DIGMER Godoy, cumplo en comunicarle que consultamos a
nuestro abogado asesor, especialista en asuntos médico-legales,
el cual nos indicó que, de acuerdo a la documentación suministra-
da y a los antecedentes del caso, no procede practicar bajo nin-
gún concepto una inseminación con dicho semen, como tampoco
procede entregarlo para que sea eventualmente utilizado para una
inseminación en otro lugar. Por otra parte, como consecuencia de
lo anterior y por estar vencida la autorización del Sr. DIGMER
Godoy para la conservación de dicho semen, le informamos que
el mismo será desechado.
Se trata de un documento auténtico, ya que no fue desconocido por la
parte accionada, y que prueba su contenido.
D.5. Copia de recibo emitido por el Grupo Médico de Fertilidad C.A.
del Centro Médico Docente La Trinidad a DILMAR GODOY con fe-
cha 9 de junio de 2003, por concepto de pago de consulta, congelamiento
de semen y almacenamiento por dos años. Dicho documento al no ser
desconocido, se reputa emana de su autor y prueba su contenido.
D.6.- Original del informe médico suscrito por el Dr. Ibrahim Re-
yes, dirigido a la Sra. Isabel Pinto de Bancentro, en el cual certificó que
la paciente YAMILEX COROMOTO NÚÑEZ “...ha sido evaluada
ya que presenta un problema de Infertilidad primaria matrimonial,
debido a que su pareja el Sr. Dilmar José Godoy Mendoza, titular
de la C.I. 15.573.463, le ha sido diagnosticado un Sarcoma de
Ewing extraesquéletico, por lo que se le ha dado tratamiento de
radiaciones y quimioterapia; para preservar su fertilidad se le con-
gelaron muestras de semen antes de recibir dicho tratamiento...”
(véase, folio 73 de la pieza principal). Documento que al no ser desco-
nocido adquiere certeza legal de quien emana.
D.7.- Original y copia de la solicitud de criopreservación de se-
men, con fecha 5 de junio de 2003 (véanse folios 80 y 81 de la
pieza principal). Documento que no ha sido desconocido ni impugnado
y que se reputa por ello auténtico y prueba su contenido.
D.8.- Original de la comunicación suscrita por la Dra. Lorena Lion,
Médico Oncólogo del Instituto Oncológico “Luis Razetti”, dirigida a
Seguros Bancentro, del 15 de septiembre de 2003, en la cual le indica –
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 23 9
entre otras cosas– refiriéndose al ciudadano DILMAR GODOY que:
“[...] Debido al tratamiento de Quimioterapia actualmente presenta
nivel espermático muy bajo casi nulo por lo que se dificulta la po-
sibilidad de descendencia por los momentos, cuadro que puede
durar tiempo indefinido incluso a durar años en algunos casos.
Por este motivo me dirijo a Ustedes en la posibilidad de brindar
ayuda a este paciente y a su pareja con el fin de poder llevar a
cabo sus deseos de tener familia pronto”. Instrumento que ha sido
aceptado por las partes.
D.9.- Original de la decisión cautelar emanada del Juzgado que
conoció en primera instancia del amparo propuesto, en la cual acor-
dó suspender la destrucción del líquido seminal del ciudadano DILMAR
JOSÉ GODOY MENDOZA, “...a los fines de que tomen todas las
medidas legales pertinentes que aseguren el cumplimiento de lo
ordenado. Esta prohibición de ejecución se decreta por el lapso de
45 días continuos contados a partir de esta fecha o hasta que este
Juzgado publique la sentencia que abrace este amparo, lo que su-
ceda primero...” (ver, folio 14 de la pieza principal).
D.10.- Original DE LA COMUNICACIÓN SUSCRITA POR EL
Dr. Ibrahim Reyes en su carácter de Director del Grupo Médi-
co de Fertilidad, C.A., y dirigido a esta Sala Constitucional del Tri-
bunal Supremo de Justicia, de fecha 28 de marzo de 2006, en el cual
se lee, lo siguiente:
[...] en respuesta a su oficio Nº 06-1438 de fecha 15-03-2006, el
cual fue recibido por nosotros el día viernes 24 de marzo del 2006
y en el cual nos indica ser respondido en un lapso de 48 horas a
partir, le comunico que nuestra Clínica de Fertilidad mantiene crio-
preservado en el laboratorio de fertilidad la muestra de semen
suministrada por el ciudadano Filmar José Godoy Mendoza.
Dicho documento no ha sido desconocido, ni impugnado, por lo que se
reputa emanada del Grupo Médico de Fertilidad, C.A. y prueba su con-
tenido. Así se declara.
E) ANÁLISIS CONCRETO DEL AMPARO PROPUESTO
Tomando en cuenta los hechos alegados por la parte actora como lesi-
vos de los derechos constitucionales indicados supra, así como la tras-
cendencia especial de las circunstancias que rodean a esta acción de
240 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
amparo constitucional, puesto que se originó con ocasión a la negativa
de una actividad médico-científica que también la Sala ha estudiado, y
teniendo en consideración cada una de las pruebas cursantes en las
actas que conforman el presente expediente, la Sala avocada al conoci-
miento de la presente acción de amparo constitucional, la cual fue de-
clarada en una primera instancia sin lugar, decide –de manera expresa,
positiva y precisa– dicha acción con fundamento en las siguientes razo-
nes de hecho y de derecho:
No ha sido controvertido el hecho de que los ciudadanos YAMILEX
COROMOTO NÚÑEZ DE GODOY y su difunto esposo DILMAR
JOSÉ GODOY MENDOZA, acudieron al Grupo Médico de Fertilidad,
C.A. del Centro Médico Docente La Trinidad, en fecha 5 de junio de
2003 con el fin de preservar muestra seminal del referido ciudadano,
quien iba a ser sometido a tratamiento químico, por padecer de “Sarco-
ma de Ewing metastásico a hueso”.
Está demostrada en autos que dicha muestra seminal fue tomada por la
parte accionada y que aún la preserva –según informó a esta Sala en
fecha reciente bajo el proceso de “criopreservación” o “crioconserva-
ción” (técnica de conservación donde se utiliza nitrógeno líquido a –196
grados centígrados tanto para el semen como para embriones).
A juicio de esta Sala, el tiempo que lleva la muestra seminal en conge-
lación no acarrearía problema alguno a pesar de haber transcurrido
los dos años previamente fijados, por cuanto leyes como la española
regulatorias de la materia fijan como tiempo máximo de duración para
la criopreservación el lapso de cinco años; no obstante, hay quienes
consideran que:
Los datos científicos acumulados muestran que la congelación de
semen, espermatozoides o tejido testicular puede prolongarse sin
merma de su seguridad. Por otro lado, la práctica médica actual
ha hecho posible que hombres en edad reproductiva afectos de
patologías que ocasionan esterilidad, puedan beneficiarse preven-
tivamente de la crioconservación de semen y espermatozoides.
En consonancia con estas realidades, se hace aconsejable elimi-
nar las limitaciones contenidas en el artículo 11.1 de la Ley 35/
1988 para el mantenimiento del semen congelado durante cinco
años. La solución más adecuada parece la supresión del citado
plazo, permitiendo la congelación del semen por tiempo indefini-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 24 1
cumplimiento de los requisitos previstos en dicha Ley), o en su defecto
una de las nombradas en el artículo 17, se oponga a dicha voluntad con
una razón motivada en un acto que genere la certeza de que quien actuó
de una forma cambió de parecer, y ese no es el caso de autos.
No puede la institución médica, en este caso, el Grupo Médico de
Fertilidad C.A., que tiene un compromiso previamente pautado con la
actora y su cónyuge fallecido (v. artículo 1.264 del Código Civil), ne-
garse, pues existe en autos documento posterior a la solicitud de crio-
preservación (autorización del 22 de febrero de 2004) que revela de
manera patente que el ciudadano DILMAR GODOY, quien ostentaba
capacidad de goce y de disposición, manifestó la voluntad procreacio-
nal, específicamente a través del procedimiento de reproducción asis-
tida con la muestra custodiada por el Centro Médico Docente La
Trinidad, en los términos siguientes:
...autorizo a la ciudadana YAMILEX COROMOTO NÚÑEZ,
titular de la Cédula de Identidad N° V-14.757.789, quien actual-
mente es mi ‘Concubina’ de profesión T.S.U. Administración
Mención Empresas, para que se encargue de realizar, agilizar,
retirar y efectuar todas aquellas diligencias pertinentes a mi nom-
bre y/o a solicitud, tales como: El pago de sueldo correspondien-
tes a mis quincenas, trámites de mi cuenta de ahorros (Banco
Mercantil) y la que poseemos a nombre de los dos (Banco Fondo
Común), Tramitación de Título Universitario y en fin, el de cum-
plir mi gran sueño el someterse a futuro en la procreación de hijos
a través de ‘Enci-minación (sic) Artificial’ ya que por razones
ajenas a mi voluntad no podré ejercerlo como lo manda la Ley de
Dios, cuyo espermatozoide se encuentra custodiado a través del
Centro Médico Docente La Trinidad, desde el mes de Junio 2003,
Médico tratante: Dr. Hibraim Reyes... (ver, original cursante en
el folio 78 de la pieza principal).
Y para que esta manifestación de voluntad pierda validez, hace falta
otra que le reste certeza respecto al deseo del fallecido, lo cual consis-
tiría en la manifestación escrita de que su esperma fuese destruida en el
caso de fallecer, y éste no es el supuesto de autos, muy el por el contra-
rio, pocos meses antes de su fallecimiento, dicho ciudadano contrajo
matrimonio civil con la actora.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 24 3
De esta forma, la situación jurídica que denuncia infringida la actora, y
que pide a esta Sala sea restablecida, no es más que el reconocimiento de
la relación familiar que tenía con dicho ciudadano en virtud de su unión
matrimonial y el deseo de ambos de tener descendencia, de manera que
se cumpla con la voluntad procreacional que ambos manifestaron y para
lo cual acudieron a la sede donde funciona la parte accionada. Voluntad
procreacional que quedó demostrada con las pruebas cursantes en autos
y que han sido narradas y analizadas en este fallo.
Contrariamente a lo señalado por el ciudadano Rafael Aguiar Guevara,
en su condición de Presidente-Fundador de la Asociación Venezolana
de Derecho Médico, en escrito presentado ante la primera instancia
constitucional en el cual solicitó se le tuviera como tercero coadyuvan-
te, condición que le fue negada por dicho Juzgado, la indicación de una
negativa en el formato de solicitud de criopreservación de su muestra
seminal, no puede conllevar a la negativa de ejercicio de derechos cons-
titucionales a favor de una persona como la actora, en la cual no sólo ya
existía una expectativa legítima de derecho de procrear, sino que ade-
más tenía un tratamiento médico con la parte señalada como agraviante
para la ejecución de una fecundación asistida, lo cual en legislaciones
que regulan la materia en otros países como España, presume otorgado
el consentimiento del cónyuge (ver, artículo 9.2 de la Ley 14/2006, de
26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida).
Así mismo, respecto a la filiación paterna establece el artículo 204 del
Código Civil, lo siguiente:
Artículo 204: El marido no puede desconocer al hijo alegando su
impotencia, a menos que sea manifiesta y permanente.
El desconocimiento no se admitirá, aun en ese caso, cuando
la concepción ha tenido lugar por la inseminación artificial de
la mujer con autorización del marido (negrillas de este fallo)
De manera que el ejercicio del derecho de la actora de procrear, ejercer
la maternidad, no supondría la negación para el posible descendiente de
los derechos civiles y sociales a que tiene derecho, entre otros, por la
Constitución y las leyes venezolanas, ya que se trataría de un descendien-
te del matrimonio. De allí que la Sala tiene por dado el consentimiento
libre, consciente y formal del ciudadano DILMAR GODOY a la actora,
ciudadana YAMILEX COROMOTO NÚÑEZ DE GODOY, de someter-
244 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
se a una fecundación in vitro con la muestra de su semen, la cual se
encuentra criopreservada en la sede de la parte accionada. Así se decide.
Con respecto a la segunda circunstancia controvertida, esto es, el he-
cho de que la enfermedad padecida por el ciudadano DILMAR GO-
DOY pueda ser heredada en caso de ser positiva la fecundación in
vitro, la Sala observa lo siguiente:
El sarcoma de Ewing “...es un tipo específico de tumor óseo maligno
(canceroso) que afecta a los niños”, el cual “...se presenta en cual-
quier momento de la niñez, pero generalmente se desarrolla en la
pubertad cuando los huesos están creciendo rápidamente. ...Omis-
sis... El tumor puede originarse en cualquier parte del cuerpo, ge-
neralmente en los huesos largos de las extremidades, la pelvis o el
tórax, al igual que en el cráneo o en los huesos planos del tronco.
Los síntomas son pocos. El más común es el dolor y, ocasionalmen-
te, inflamación en el sitio del tumor. Los niños pueden romperse un
hueso en el sitio del tumor después de un trauma aparentemente
menor (fractura patológica) y también puede presentarse fiebre. El
tumor se disemina fácilmente (metástasis), por lo general, a los
pulmones y a otros huesos. Al momento del diagnóstico, la metásta-
sis está presente en aproximadamente un tercio de los niños” (to-
mado de la página web www.nlm.nih.gov/medlineplus).
Respecto al factor de riesgo del cáncer de hueso, se observa que “...aun-
que los científicos no están seguros de la causa del cáncer de hue-
so, algunos factores pueden aumentar el riesgo para una persona.
Estos cánceres ocurren con más frecuencia en niños y en adultos
jóvenes. Ocurren especialmente en quienes han tenido tratamien-
tos de radiación o de quimioterapia para otras enfermedades. Los
adultos que tienen la enfermedad de Paget, una condición no can-
cerosa que se caracteriza por un desarrollo anormal de las células
óseas nuevas, pueden tener un riesgo mayor de osteosarcoma. Un
número reducido de cánceres óseos son hereditarios. Por ejemplo,
los niños que tienen retinoblastoma hereditario tienen un riesgo
mayor de desarrollar osteosarcoma” (tomado de la página web
www.ufaqs.com/cancerfacts). Negrillas de este fallo.
De allí que resulta contrario a lo pactado por el Grupo Médico de Ferti-
lidad, C.A. con los Sres. Godoy, el señalar como lo asevera el Sr. Aguiar
Guevara que “[...] no es ético, ni científicamente aceptable, conva-
lidar una inseminación artificial, con semen de DIGMER Godoy,
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 24 5
NO PIRAS MAJTELES que el tribunal aceptó y éste contestó:
“Este tipo de enfermedad tiene una alta transmisibilidad no en el
100% de los casos, habría que estudiar los cromosomas del pa-
ciente, y en el presente asunto no se dio el estudio para tener
certeza si la muestra es normal o no”....
La genética moderna permite entender cómo se heredan las enferme-
dades genéticas basándose en el ADN, genes y cromosomas. De allí
que en este caso, el antecedente de cáncer de hueso por parte del
difunto Sr. Godoy, no es un motivo suficiente para la negativa a prac-
ticar la técnica de reproducción asistida que ya había sido pactada,
mucho menos sin la existencia de un estudio previo de la muestra de
su semen (técnicas de diagnóstico preimplantacional, regulada en Es-
paña en el artículo 12 de la novedosa Ley 14/2006, de 26 de mayo,
sobre técnicas de reproducción humana asistida), siendo además que
hoy en día se practican técnicas terapéuticas sobre el preembrion vivo
in vitro que tratan una enfermedad si la misma existe o impiden su
transmisión, por lo que la Sala considera potestativo de la actora que,
en el presente caso, se efectúe dicho examen, a los fines de determi-
nar la probabilidad de transmisión de su padecimiento, pues ello en
todo caso no obsta para que la actora lleve a cabo la reproducción
asistida; de estimarse necesario dicho examen lo realizará el Instituto
de Medicina Experimental de la Universidad Central de Venezuela,
por medio del Laboratorio de Genética Humana y Experimental, que –
como reseña la página web www.med.ucv.ve.com– “[...] es el Cen-
tro Nacional de Genética del Ministerio de Sanidad y Asistencia
Social y en dicho Centro se realizan actividades tales como: 1.-
Asesoramiento genético. 2.- Consulta a pacientes con riesgo de
problemas genéticos. 3.- Estudios cromosómicos”.
Ello así, por ser dicho ente, especializado en la materia y ajeno a esta
controversia, a los fines de preservar la objetividad en la realización del
estudio, y a expensas de la parte actora, y no del ente accionado como
ésta lo pidió, pues de la voluntad e interés de la actora depende que el
mismo se efectúe.
Por otra parte, de los recaudos cursantes en autos se evidencia que la
actora inició una terapia hormonal, la cual fue interrumpida y en la actua-
lidad no se ha llevado a cabo, la cual es necesaria para la efectiva realiza-
ción de la fecundación in vitro, razón por la cual se ordena que se reinicie
y complete tal tratamiento para que se efectúe dicho método de repro-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 24 7
ducción asistida, lo cual se hará a instancia de la actora, quien tiene un
lapso de cuatro meses para decidir si la fecundación in vitro se la practica
el Grupo Médico de Fertilidad, C.A. u otra institución médica a la cual
trasladará la muestra de semen que deberá ser entregada por la parte
accionada; o simplemente si desiste de practicarse dicha técnica de re-
producción asistida, en cuyo caso deberá desecharse dicha muestra.
Con base en la motivación antes esbozada, la Sala estima que en el
presente caso están dados los presupuestos para declarar parcialmente
con lugar la tutela constitucional solicitada por la ciudadana YAMILEX
COROMOTO NÚÑEZ DE GODOY, pues la actuación del GRUPO
MÉDICO DE FERTILIDAD, C.A. del CENTRO MÉDICO DOCEN-
TE LA TRINIDAD, resulta evidentemente lesiva de los derechos cons-
titucionales invocados por la actora, razón por la cual se revoca la
decisión dictada por el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Ci-
vil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metro-
politana de Caracas, que declaró sin lugar el amparo propuesto, y se le
reestablece así la situación jurídica a la accionante. Así se decide.
Por último, esta Sala observa que en el presente caso se ha declarado
parcialmente con lugar la solicitud de amparo y la parte demandada
tenía razones para litigar, razón por la cual la Sala debe desechar tal
solicitud. Así se declara.
VI
DECISIÓN
DOZA, cumpliendo rigurosamente con todos los extremos exigidos para
tal fin, incluyendo un estudio de cromosomas de la muestra espermática
criopreservada, si así lo estima la actora, la cual será realizada por el
Instituto de Medicina Experimental de la Universidad Central de Vene-
zuela, por medio del Laboratorio de Genética Humana y Experimental,
a las solas expensas de la ciudadana YAMILEX COROMOTO NÚÑEZ
DE GODOY.
3.- Aunque es competencia natural de los Tribunales de Primera Instan-
cia de Familia o de Niños y Adolescentes, a quienes correspondería
esta declaración, esta Sala por haberse subrogado en los Tribunales
nombrados, debido al avocamiento, reconoce la filiación de hijo matri-
monial de quien naciere de esta reproducción asistida, y ordena su ins-
cripción en el Registro del Estado Civil, con tal condición.
4.- Se fija un lapso de cuatro meses para que la accionante decida si la
fecundación in vitro se la practica el Grupo Médico de Fertilidad, C.A.
u otra institución médica a la cual trasladará la muestra de semen que
deberá ser entregada por la parte accionada; o simplemente desista de
practicarse dicha técnica de reproducción asistida, en cuyo caso deberá
desecharse dicha muestra.
5.- Se exime de costas a la demandada, ya que la Sala considera que
tenía motivos para litigar.
(...omissis...)
VOTO SALVADO
...gistrado que suscribe disiente de la mayoría respecto del fallo que
antecede por las siguientes razones:
1. La decisión de la que se discrepa declaró parcialmente con lugar la
demanda que encabeza estas actuaciones y, en consecuencia, condenó
a la demandada a que complete el ciclo de fertilización in vitro de la
demandante con la muestra de esperma de quien fuera su cónyuge, con
la inclusión de un estudio de cromosomas de la muestra espermática;
además, reconoció la “filiación de hijo matrimonial” de quien naciere
como producto de esa reproducción asistida y ordenó su inscripción en
el Registro Civil con tal condición.
Para la fundamentación de tal decisión, la Sala estableció que:
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 24 9
...la entrega de la muestra seminal a una institución como la Clíni-
ca de Fertilidad del Centro Médico Docente La Trinidad, dedica-
da a la aplicación de tratamientos de fertilización asistida e implica
la expresión directa y específica de la voluntad de DILMAR
GODOY, de que se ponga en práctica uno de los métodos de
reproducción asistida, siendo la receptora del semen su esposa,
como surge de las pruebas antes analizadas. (...)
No puede la institución médica, en este caso, el Grupo Médico de
Fertilidad, C.A., que tiene un compromiso previamente pautado con la
actora y su cónyuge fallecido (v. artículo 1.264 del Código Civil), ne-
garse, pues existe en autos documento posterior a la solicitud de crio-
preservación (autorización del 22 de febrero de 2004) que revela de
manera patente que el ciudadano DILMAR GODOY, quien ostentaba
capacidad de goce y de disposición, manifestó la voluntad procreacio-
nal, específicamente a través del procedimiento de reproducción asis-
tida con la muestra custodiada por el Centro Médico Docente La
Trinidad, en los términos siguientes:
...autorizo a la ciudadana YAMILEX COROMOTO NÚÑEZ,
titular de la Cédula de Identidad N° V-14.757.789, Quien ac-
tualmente es mi ‘Concubina’ de profesión T.S.U. Administra-
ción Mención Empresas, para que se encargue de realizar,
agilizar, retirar y efectuar todas aquellas diligencias pertinentes a
mi nombre y/o a solicitud, tales como: El pago de sueldo corres-
pondientes a mis quincenas, trámites de mi cuenta de ahorro (Ban-
co Mercantil) y la que poseemos a nombre de los dos (Banco
Fondo Común), Tramitación de Título Universitario y en fin, el de
cumplir mi gran sueño el someterse a futuro en la procreación de
hijos a través de ‘Enci-minación (sic) Artificial’, ya que por razo-
nes ajenas a mi voluntad no podré ejercerlo como lo manda la
Ley de Dios, cuyo espermatozoide se encuentra custodiado a tra-
vés del Centro Médico Docente La Trinidad, desde el mes de
Junio 2003, Médico tratante: Dr. Hibraim Reyes... (ver, origi-
nal cursante en el folio 78 de la pieza principal).
Y para que esta manifestación de voluntad pierda validez hace falta
otra que le reste certeza respecto al deseo del fallecido, lo cual consis-
tiría en la manifestación escrita de que su esperma fuese destruida en el
caso de fallecer, y éste no es el supuesto de autos; muy el por el contra-
250 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
rio, pocos meses antes de su fallecimiento, dicho ciudadano contrajo
matrimonio civil con la actora.
(...)
...la indicación de una negativa en el formato de solicitud de crio-
preservación de su muestra seminal, no puede conllevar a la ne-
gativa de ejercicio de derechos constitucionales a favor de una
persona como la actora, en la cual no sólo ya existía una expecta-
tiva legítima de derecho de procrear, sino que además tenía un
tratamiento médico con la parte señalada como agraviante para
la ejecución de una fecundación asistida, lo cual en legislaciones
que regulan la materia en otros países como España, presume
otorgado el consentimiento del cónyuge (ver, artículo 9.2 de la
Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción hu-
mana asistida).
1.1 En criterio del disidente, no hay elementos de juicio en el expediente
que permitan concluir que la voluntad que expresó quien fuera cónyuge
de la quejosa, de que se la inseminara con su semen, incluya la fecunda-
ción post mortem y, sin lugar a dudas, ello no puede presumirse ni infe-
rirse; la manifestación de voluntad al respecto debe ser expresa.
Por el contrario, el examen del expediente revela, con absoluta claridad,
que el fallecido no autorizó a su cónyuge “a retirar y utilizar la mues-
tra por (él) entregada para intentar lograr un embarazo, sin re-
querirse (su) presencia ni ninguna autorización adicional de (su)
parte”. En efecto, en el documento conformante del folio 81, el formu-
lario de solicitud de criopreservación de semen, que fue suscrito por el
hoy occiso, se lee que éste, de su puño y letra (salvo prueba en contra-
rio) escribió “NO” en el campo en que habría ido el nombre de su en-
tonces concubina si él hubiera querido que sí se le entregara la muestra
en los términos que se transcribieron; ello, porque dicha cláusula de la
solicitud indica: “en caso de no estar de acuerdo, escriba NO en el
espacio destinado al nombre de la pareja”.
Al respecto, la Sala señaló que “la indicación de una negativa en el
formato de solicitud de criopreservación de su muestra seminal,
no puede conllevar a la negativa de ejercicio de derechos consti-
tucionales a favor de una persona como la actora, en la cual no
sólo ya existía una expectativa legítima de derecho de procrear,
sino que además tenía un tratamiento médico con la parte señala-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 25 1
o la falsedad de esa manifestación o la sustitución de esa voluntad por
cambio de opinión posterior.
En todo caso, es clave la transcripción que se hizo de la autorización del
hoy fallecido de la cual no puede inferirse en forma alguna que su “gran
sueño de someterse a futuro en la procreación de hijos” (sic) inclu-
ya el período posterior a su muerte. Por el contrario, el examen conca-
tenado de este documento con el formulario de solicitud de
criopreservación de la muestra de semen, lleva a la conclusión con-
traria: el donante quería tener control directo sobre dicha muestra, el
cual, como es evidente, no podría ejercer después de su muerte.
A la misma conclusión llegó el Ministerio Público (Cf. f. 82) –cuyos
argumentos no se recogieron en la narrativa del acto decisorio en cues-
tión–, cuyo representante judicial pidió la declaratoria de improceden-
ci a del amparo ante l a ausenci a de viol ación a der echos
constitucionales, por cuanto, según expresó, no existe en el expedien-
te documento alguno que demuestre la voluntad de que se lleve a cabo
la inseminación post mortem.
A este respecto resulta irrelevante, en contrario de lo que asentó el fallo
del que se disiente, el hecho del casamiento posterior del donante con la
hoy quejosa con la ausencia de orden de destrucción de la muestra se-
minal, la cual estaría, por el contrario, implícita, en el límite temporal
que tendría el acuerdo con el centro de fertilización, según se deduce
del argumento de éste (al que sólo se hace somera referencia) de que la
autorización se encontraría “vencida”. En efecto, en la factura que cons-
tituye el folio 76, por concepto de “almacenamiento de semen”, se lee
que el pago que se hizo abarcó un período de dos años, presumiblemen-
te a partir del 09 de junio de 2003, que es la fecha de expedición del
documento, el cual presenta un sello que indica “cancelado”. Esta sería
la vigencia del “compromiso” del Grupo Médico de Fertilidad, C.A. que
la Sala afirmó le impediría a éste negarse a la práctica de la insemina-
ción después de la muerte del donante; por tanto, lógicamente, el “impe-
dimento” ha debido tener el mismo límite temporal.
1.2 Las consideraciones acerca del carácter hereditario de la enferme-
dad del fallecido que se hicieron en el fallo del que se disiente serían
irrelevantes ante el consentimiento de ambos padres, cuando exista (que
no es el supuesto de autos); incluso son irrelevantes, en este caso, ante
el consentimiento únicamente de la receptora, porque consta en autos
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 25 3
que ella conocía la enfermedad del donante –la cual, de hecho, fue el
motivo de la crioperservación– cuando manifestó la que la Sala calificó
de “voluntad procreacional”. El salvante no puede menos que apartar-
se, en forma vehemente, de la afirmación de la mayoría según la cual:
“[l]ejano a la ética es recibir una muestra seminal de una persona
(...); adquirir un compromiso para practicar una actividad científi-
ca como lo es la fecundación in vitro, y luego negarse a ejecutarla
con la excusa de que su descendencia puede heredar la enferme-
dad, cuando de ser así dicho Grupo Médico debió negarse al mo-
mento de ser efectuada la solicitud de criopreservación del semen,
justamente para no contrariar principios médicos, morales y cons-
titucionales, mucho menos para incumplir un compromiso contrac-
tual”. La mera insinuación de la posibilidad de tal negativa da pie para
que se piense que las personas con enfermedades hereditarias no po-
drían tener hijos, lo cual es inaceptable moral y legalmente, sin necesi-
dad de mayor elaboración.
Por lo tanto, la Sala ha debido rechazar el pedimento de la quejosa en el
sentido de que se hagan pruebas cromosómicas a la muestra seminal;
es problema ajeno por completo a la justicia, el que la receptora del
semen quiera comprobar o no el buen estado de aquella antes de la
inseminación. Además, los conceptos en cuanto a la falta de ética por-
que no se hubo tomado en cuenta la posibilidad de transmisión de la
enfermedad que mató al padre son trasladables, en primer lugar a la
donataria de su semen.
También preocupan a quien discrepa del criterio mayoritario las siguien-
tes interrogantes que la Sala no resolvió: ¿Cuántas veces se puede inse-
minar la quejosa de autos?, ¿cuántos hijos puede tener de esa muestra
seminal?; vale decir, ¿después de la ejecución de la sentencia que ante-
cede, tendría derecho a volverse a inseminar para tener más hijos “ma-
trimoniales” de su marido fallecido? En ausencia de una manifestación
expresa de voluntad del hoy difunto, parece imposible hacer, en derecho
y con justicia, estas precisiones. Como es sabido, en el proceso de inse-
minación se produce la fecundación de varios óvulos como garantía
mayor de éxito en la implantación, pero no necesariamente se implantan
todos los embriones a un tiempo, lo cual daría pie, hipotéticamente, a
que la quejosa de autos volviera dentro de, por ejemplo, dos años, a
plantear su pretensión de tener más hijos.
254 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
1.3 El reconocimiento de la filiación “de quien naciere de esta repro-
ducción asistida” como “hijo matrimonial” constituyó evidente ultrape-
tita, ya que nada pidió al respecto la quejosa. Es indudable que si nace
un niño como producto de la fecundación de un óvulo de la demandante
con un espermatozoide de su cónyuge fallecido, es hijo de ambos, pero
no puede ser hijo de un matrimonio que no existirá para el momento de
su concepción, puesto que la muerte de los cónyuges es causal de diso-
lución del vínculo (Artículo 184 del Código Civil). En efecto, si una per-
sona fue concebida después de la disolución del vínculo matrimonial por
la muerte de uno de los cónyuges, ello es ajeno a la paternidad del falle-
cido, que no podría negarse si fue su esperma la que fecundó a quien
fuera su mujer. El artículo 235 del Código Civil, por ejemplo, sería per-
fectamente aplicable en cuanto se trataría de un “hijo concebido fue-
ra del matrimonio cuya filiación haya sido establecida en relación
con ambos progenitores”. Dicha norma establece que: “[e]l primer
apellido del padre y de la madre forman, en ese orden, los apelli-
dos de los hijos. El hijo concebido y nacido fuera del matrimonio
cuya filiación haya sido establecida en relación con ambos proge-
nitores, tomará los apellidos de éstos en el mismo orden que los
hijos concebidos o nacidos durante el matrimonio”.
Con fundamento en estas consideraciones, el Magistrado disidente esti-
ma que la apelación de autos ha debido ser declarada sin lugar, ha debi-
do ser confirmada la sentencia de primera instancia que desestimó la
pretensión con base en la ausencia de legítima manifestación de volun-
tad del donante de la muestra seminal en cuestión, con efectos post
mortem, respecto de la inseminación de la demandante y, en conse-
cuencia, la demanda de autos ha debido ser declarada sin lugar.
2. En el punto anterior el salvante expresó su disenso acerca de la solu-
ción que dio la Sala al caso concreto. Lamentablemente, la mayoría
sentenciadora incurrió, además, en un condenable exceso que revela,
en primer lugar, el hecho de que el aparte de la decisión que se dedica a
“Análisis concreto del amparo propuesto” comienza en la página 38 de
un total de 47 (las páginas 11 a la 37 abarcan el análisis de asuntos
ajenos, como la misma mayoría lo reconoció, al problema que debía
resolverse. En este sentido, parece que el afán de un protagonismo que
la Sala ya se ha ganado por la relevancia e importancia de sus decisio-
nes –de modo que no necesita de otras vías para lograrlo– ha llevado,
una vez más, al sacrificio de principios básicos de la Teoría General del
Proceso, a través de un defecto universalmente rechazado, ello a pesar
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 25 5
de las observaciones y votos salvados y concurrentes que ya se han
rendido al respecto. Esta conducta contumaz abre la grave posibilidad
de moldear el comportamiento de otros jueces que se sientan autoriza-
dos, nada menos que por la Sala Constitucional, a darle la espalda a
principios básicos del Derecho.
No es este un caso aislado de excesos de la Sala respecto del thema
decidendum, lo cual tiñe de mayor gravedad a este defecto; reciente-
mente este salvante se vio obligado a poner de relieve una situación
semejante en el voto concurrente que rindió respecto de la sentencia N°
1420 de 20.07.06, exp. N° 05-2397.
3. En cuanto a los conceptos que emitió la Sala ajenos al caso concreto,
aunque no son en modo alguno vinculantes, precisamente por esa ajeni-
dad –obiter dictum–, son algunos de ellos de tal entidad que quien se
aparta del criterio mayoritario no puede dejar de expresar, en detalle, su
disenso al respecto.
3.1 Para la resolución del caso de autos no había necesidad de aplica-
ción de lo que se califica como “jurisdicción normativa” porque, aunque
no hay una regulación especial, como en otros países, no hay ausencia
de regulación respecto al punto, como reconoce, en sus distintos análi-
sis, el propio veredicto (P.e. artículos 204, del Código Civil). Lo que
correspondía, entonces, era la interpretación de las normas que sí exis-
ten para la regulación de este supuesto o la resolución de este proble-
ma. Además, lo que se conoce, bajo distintas denominaciones, como
“jurisdicción normativa” en Derecho Comparado, es la actividad inter-
pretativa del juez constitucional del ordenamiento jurídico que existe –y
que goza de legitimidad democrática por su origen legislativo– para que
se deriven de él nuevas normas o normas distintas, a través de diferen-
tes técnicas universales de interpretación, pero no para la libre creación
del mismo juez.
Por el contrario, en criterio de quien disiente, habría sido suficiente la
interpretación del artículo 204 del Código Civil para la resolución del
asunto de autos, que es a lo que ha debido limitarse la Sala, esto es, la
determinación de si hubo o no consentimiento del marido para la insemi-
nación post mortem de su mujer; todas las demás disquisiciones, se
insiste, no tenían cabida en este caso.
256 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
3.2 Aunque la decisión señala expresamente que la Sala necesita una
visión general del tema de la reproducción asistida y sus efectos ético-
legales, “para emitir un pronunciamiento respecto a la tutela cons-
titucional pedida” se excedió, con mucho, de tal propósito. Ejemplo de
ello es todo el capítulo B.3 “Determinación de la Filiación en caso de
reproducción asistida”, en virtud de que, según se desprende de la na-
rrativa, la única pretensión de la quejosa es que el demandado le realice
la inseminación artificial con el semen de su cónyuge fallecido –previo
estudio cromosómico de la muestra espermática– o que el demandado
le entregue la muestra seminal para que se le practique el procedimien-
to en otra parte y que no se deseche la muestra en cuestión y nada más.
Por tanto, no puede el salvante suscribir ninguna de las afirmaciones
que se hacen en ese capítulo, con independencia de que, en abstracto,
comparta o no el criterio que allí se vierte.
En último caso, la Sala habría debido centrarse en el problema de la
filiación del futuro hijo de la quejosa y nada más; por tanto, todo el tema
de la fecundación in vitro heteróloga es, definitivamente, ajeno a la cau-
sa de autos. En consecuencia, las afirmaciones a su respecto no consti-
tuyen precedente en el marco de una decisión de justicia constitucional.
3.3 Por otra parte, preocupa mucho la alusión, como argumento de au-
toridad, a información que ofrecen sitios web de cuya credibilidad nada
se indica; recuérdese que en el cyberespacio tiene cabida, sin regula-
ción ni límite alguno, todo lo que cualquiera desee agregar. Es por
demás evidente que no tiene el mismo valor la información que proven-
ga de la Universidad Central de Venezuela o Harvard o la Sorbona o de
la Clínica Mayo, p.e., que la de un blog cuyo autor podría ser, literal-
mente, se insiste, cualquiera.
Sin embargo, véase la cita que se hizo de un caso francés: (la información
se obtuvo, según la mayoría, de una página web cuya dirección es
www.12.brinkster.com –a la que quien salva su voto no logró acceder–);
el Tribunal de Gran Instancia de Créteil, en Francia, en 1984, ordenó la
entrega, a una viuda, del semen de su marido que había sido criopreserva-
do. Así, independientemente de que se desconoce la credibilidad de la
fuente, es revelador que la clave de la resolución del asunto al que se
aludió por el tribunal galo fue, según se reseñó, la determinación de la
voluntad del difunto (“el Tribunal puso énfasis en todo momento en
averiguar cuál había sido la voluntad del difunto marido”), que es lo
único que esta Sala necesitaba establecer para la resolución de este caso.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 25 7
No puede dejar de ponerse de relieve que la fuente de parte de la infor-
mación de que se nutre la sentencia de la que se discrepa es una revista
virtual dirigida a los consumidores, que trata sobre todo tipo de temas de
interés para éstos (compras, automóviles, bricolaje, etc.) y que edita la
Fundación Eroski. ¿Quiénes son estas personas? (según la p. web: “un
nutrido grupo de periodistas, científicos y técnicos de diversas áreas
(salud, medio ambiente, alimentación, nuevas tecnologías, ...), juristas,
diseñadores y programadores que trabajan conjuntamente con la voca-
ción de ofrecer informaciones útiles para que el ciudadano se desen-
vuelva en un mundo complejo”) ¿Merecen credibilidad científica? La
información sobre decisiones judiciales debería obtenerse, al menos, de
sitios propios de los tribunales o gobiernos o, al menos, universidades de
prestigio del país de que se trate.
3.4 Dentro de ese capítulo B.3 la mayoría asumió la posibilidad de rea-
lización de fecundación in vitro post mortem en Venezuela, sin ningún
razonamiento que respalde la posición, ya que lo que le antecede son
referencias a situaciones que ocurrirían en otros estados las cuales se
obtienen a través de publicaciones virtuales como la que se aludió y no
a través de información oficial de dichos países, y la alusión a la dificul-
tad que para ello ofrecería el artículo 201 del Código Civil, cuya aplica-
ción se descartó, simplemente, porque ello no podría convertirse en una
traba para los derechos de los hijos post mortem. De haber tenido cabi-
da el pronunciamiento para la resolución del caso concreto, habría sido
necesaria una mayor elaboración argumentativa para el arribo a aquella
conclusión, lo cual es ajeno a que, indudablemente, toda persona que
efectivamente nazca, independientemente de la forma como sea conce-
bida o traída al mundo, deberá gozar de los derechos inherentes a la
persona humana; el problema aquí es previo, es si la madre tiene dere-
cho a que sea concebido. Sólo después de la concepción y naci-
miento, habrá lugar a debate acerca de los derechos del nacido,
de modo que estos derechos no pueden ser la premisa de la que
se parta para validar la concepción y el nacimiento.
Como consecuencia de las afirmaciones que anteceden, discrepa el di-
sidente de la declaratoria de la Sala acerca de la forma en que debería
reconocerse la filiación de los hijos concebidos mediante inseminación
artificial que se practique después de la muerte de uno de los padres.
Sin embargo, en dicha declaratoria está, a juicio del salvante, la clave
del asunto de autos: siempre debe constar “la manifestación de volun-
258 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
tad de que ese semen se utilice para fecundar (...) al óvulo de persona
determinada que aceptó”. Esa manifestación de voluntad debe ser
específica en cuanto a la fecundación post mortem, la cual no puede
sencillamente deducirse de la manifestación que se hubiere hecho sin
tal precisión, como lo demuestran las mismas citas que hace el fallo de
situaciones en otros países y, además, parece evidente ¿Cómo saber si
el dueño del semen quería tener un hijo para que lo criara, eventualmen-
te, otro hombre?; ¿Cómo se sabe si “el sueño de ser padre” –a que se
refiere la misiva del donante que se tomó como prueba del consenti-
miento– se limitaba a ver el nacimiento de su hijo o al menos a saberlo
concebido? Si el hijo del fallecido nace después de un nuevo matrimonio
de la madre, o la inseminación se practica, con consentimiento del nue-
vo cónyuge, después de ese segundo matrimonio, ¿de quién es el hijo?
¿del proveedor del ADN o del cónyuge actual, a tenor de lo que dispo-
nen los artículos 202 y 204 del Código Civil? (Artículo 202: “Si el hijo
nació antes de que hubieran transcurrido 180 días después de la cele-
bración del matrimonio, el marido y (...) sus herederos, podrán descono-
cerlo con la simple prueba de la fecha del matrimonio y la del parto,
salvo en los casos siguientes: / 1° Si el marido supo antes de casarse del
embarazo de su futura esposa. / 2° Si después del nacimiento el marido
ha admitido al hijo como suyo, (...) comportándose como padre de cual-
quier otra manera / (...)”. “Artículo 204: El marido no puede descono-
cer al hijo alegando su impotencia, a menos que sea manifiesta y
permanente. / El desconocimiento no se admitirá, aun en ese caso, cuando
la concepción ha tenido lugar por la inseminación artificial de la mujer
con autorización del marido”).
3.5 También el capítulo B.4 (“Referencia a la donación retribuida y a los
casos de madres subrogadas) es impertinente para la resolución del caso
concreto y, por lo tanto, constituye, como se dijo, un exceso condenable
respecto del thema decidendum. En todo caso, la afirmación que se hace
en ese capítulo acerca de que “la voluntad procreacional” determinaría la
filiación, se enfrenta con el artículo 197 del Código Civil sin ningún análi-
sis al respecto. (Artículo 197: “La filiación materna resulta del nacimien-
to...”). Esta conclusión, además, es potencialmente muy peligrosa fuera
de contexto; ¿cualquiera que alegue que carecía de esa voluntad al mo-
mento de la procreación puede desconocer a un hijo suyo?
3.6 Todo el aparte C.1 acerca de fecundación no consentida, y el C.2
“Capacidad para suceder”, son impertinentes para el juzgamiento del caso
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 25 9
concreto, por lo que constituyen, de nuevo, un exceso de la Sala; en ellos
se hicieron contundentes apreciaciones sin la necesaria motivación, lo
cual es indeseable aunque se trate de pronunciamientos no vinculantes.
En todo caso, la referencia en el aparte C.1 al artículo 16 de la Ley de
Trasplantes era innecesaria porque no se trataba, en este caso, del reti-
ro de un material anatómico de un cadáver, por lo que es evidente que
no era aplicable. Además, ya el artículo 1 de la Ley excluye la donación
de esperma de los requisitos de ese cuerpo normativo (por lo que tam-
bién sobran las transcripciones de los artículos 2 y 17), para lo cual sólo
se exige aceptación del donante y del receptor. De nuevo, en el asunto
que debió fallar la Sala, lo que había que determinar era si, en vida, el
donante aceptó esa donación a ser hecha después de su muerte.
En el aparte C.2 se concluye que:
...cuando la persona ha autorizado en vida la reproducción asisti-
da, para que pueda realizarse post mortem, con persona señalada
o señalable, hay una clara voluntad de que nazca alguien con la
condición de hijo, a quien la Constitución y las leyes le reconocen
el derecho de conocer a sus padres, lo que para esta Sala es un
conocer integral y jurídico, y el artículo 809 del Código Civil debe
ceder ante esta situación, ya que al conocer a qué tiene derecho
este hijo, debe ser igual al de los otros hijos (sic).
El artículo 809 del Código Civil determina que son incapaces de suceder
“los que en el momento de la apertura de la sucesión no estén to-
davía concebidos”. El salvante disiente expresamente de la afirma-
ción de la mayoría según la cual el artículo 809 del Código Civil “debe
ceder” cuando la persona haya autorizado en vida la reproducción asis-
tida post mortem.
En primer lugar, para que una norma legal “ceda” debe ser desaplicada
o interpretada para el caso concreto por las vías legales y constitucio-
nales para ello (control difuso, art. 4 del Código Civil), no basta que ello,
simplemente, se afirme. En segundo lugar, no es posible concordar con
que el derecho constitucional a conocer la identidad de los padres de
una persona (Artículo 56. Toda persona tiene derecho a un nombre pro-
pio, al apellido del padre y al de la madre, y a conocer la identidad de los
mismos. El Estado garantizará el derecho a investigar la maternidad y la
paternidad. / Toda persona tienen derecho a ser inscrita gratuitamente
260 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
en el registro civil después de su nacimiento y a obtener documentos
públicos que comprueben su identidad biológica, de conformidad con la
ley. Éstos no contendrán mención alguna que califique la filiación) in-
cluya el de sucederlos, lo cual, en todo caso, no se razona en la senten-
cia; al respecto, resulta ininteligible la frase con la que culmina, después
de la coma, el fragmento de la decisión que se transcribió recién.
En definitiva, quien discrepa insiste en que en este y en todos los casos
que sean sometidos a su conocimiento, la Sala como cualquier juez, en
cabal ejercicio de sus potestades jurisdiccionales y, adicionalmente, en
resguardo de la influencia que ejercen sus decisiones, vinculantes o no,
debe ceñirse al juzgamiento del asunto concreto, como lo disponen los
artículos 543 y 244 del Código de Procedimiento Civil. Correlativamen-
te, la Sala, más que ningún otro tribunal de la República, debe abstener-
se de hacer consideraciones sin afianzarlas con el más sólido sustento
argumental y jurídico posible.
En cuanto al litigio a que se refieren estas actuaciones, la demanda,
como se concluyó supra ha debido ser declarada sin lugar, especial-
mente con fundamento en la negativa expresa del donante de la mues-
tra seminal a que se refirió el debate judicial, a que la eventual receptora
del mismo pudiese disponer de él sin su control y, por otra parte, el
vencimiento del contrato de criopreservación de dicha muestra con la
parte demandada.
Queda así expresado el criterio del Magistrado disidente.
(...)
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 26 1
8. PRINCIPIO DE IGUALDAD. EDAD DE JUBILACIÓN PARA
LAS MUJERES. NULIDAD POR INCONSTITUCIONALI-
DAD DE LOS ARTÍCULOS 27 Y 31 DE LA LEY DEL SEGU-
RO SOCIAL, Y ARTÍCULO 3 LITERAL “A” DE LA LEY DEL
ESTATUTO SOBRE EL RÉGIMEN DE JUBILACIONES Y
PENSIONES DE LOS FUNCIONARIOS O EMPLEADOS DE
LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA NACIONAL DE LOS ES-
TADOS Y LOS MUNICIPIOS
Sentencia: Nº 1.457 del veintisiete de julio de 2006.
Caso: Nulidad por razones de inconstitucionalidad contra los
artículos 27 y 31 de la Ley del Seguro Social y el
artículo 3 literal “A” de la Ley del Estatuto Sobre el
Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los Funcio-
narios o Empleados de la Administración Pública
Nacional de los Estados y Municipios intentada por
el abogado Pedro José Martínez Yánez.
Voto Concurrente: Magistrada Carmen Zuleta de Merchán.
Normativa citada en el fallo:
CC: Artículo 1.394.
COPP: Artículo 248.
CRBV: Artículo 252.
LSVCMF: Artículos 32, 34 y 39.
Texto del fallo:
Mediante escrito presentado ante esta Sala el 9 de septiembre de 2004,
el abogado PEDRO JOSÉ MARTÍNEZ YÁNEZ, inscrito en el Insti-
tuto de Previsión Social del Abogado bajo el número 21.610, actuando
262 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
en nombre propio, interpuso recurso de nulidad en contra de los artícu-
los 27 y 31 de la Ley del Seguro Social; y el artículo 3 literal “A” de la
Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los
Funcionarios o Empleados de la Administración Pública Nacional de los
Estados y los Municipios.
El 9 de septiembre de 2004, se dio cuenta en Sala y se ordenó pasar el
legajo al Juzgado de Sustanciación.
Recibido el expediente en el Juzgado de Sustanciación de esta Sala
Constitucional, por auto del 14 de junio de 2005, se admitió el recurso
interpuesto y, en consecuencia, se ordenó la notificación del Presidente
de la Asamblea Nacional, del Fiscal General de la República y, final-
mente, de la Procuradora General de la República. Asimismo, se acordó
el emplazamiento de los interesados.
Practicadas las notificaciones correspondientes, el 20 de octubre de 2005,
se libró el cartel de emplazamiento a los interesados, el cual fue retira-
do, publicado y consignado en el lapso legal correspondiente.
Concluida la sustanciación de la causa, por auto del 2 de febrero de
2006, el Juzgado de Sustanciación, ordenó pasar el expediente a Sala;
recibido éste, el 14 de del mismo mes y año, se fijó el tercer día de
despacho para que tuviera lugar el inicio de la relación y se designó
ponente al Magistrado doctor Francisco Antonio Carrasquero Ló-
pez, quien con tal carácter la suscribe.
El 21 de febrero de 2006, comenzó la relación y se fijó el 14 de marzo
del mismo año, para que tuviera lugar el acto de informes orales, el cual
se realizó con la comparecencia del accionante, así como la representa-
ción de la Asamblea Nacional, la Fiscalía General de la República y la
Procuraduría General de la República.
El 9 de mayo de 2006, se dijo “Vistos”.
I
DEL RECURSO DE NULIDAD
El abogado recurrente fundamentó su pretensión anulatoria en los si-
guientes argumentos:
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 26 3
II
OPINIÓN DE LA ASAMBLEA NACIONAL
Los representantes de la Asamblea Nacional, opusieron en primer tér-
mino, la ilegitimidad del accionante para proponer la presente acción,
sobre la base de los artículos 21 cardinal, 8; y 19 cardinal 5, de la Ley
que rige las funciones de este Máximo Tribunal.
Al respecto alegaron, que “el sentido literal es el punto de partida de
la interpretación, pero al mismo tiempo establece los límites de la
actividad interpretativa. Una interpretación que ya no radica en la
esfera del posible sentido literal, no es interpretación sino modifi-
cación del sentido” y, en tal virtud, “la regulación sobre la materia
no deja espacio al intérprete para modificar su contenido. La nor-
264 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
III
OPINIÓN DE LA FISCALÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA
La representante de la Fiscalía General de la República señaló, en primer
lugar, con excepción de la cuestión relativa a la edad, que las normas
impugnadas disponen tanto para los hombres como para las mujeres igua-
les deberes para el goce del derecho a jubilación, pues en ambos casos se
268 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
establece la obligación de acreditar la misma cantidad de cotizaciones
semanales y asimismo, igual tiempo en la prestación de servicio.
Seguidamente la representación Fiscal precisó, a fines comparativos,
que la derogada Ley del Subsistema de Pensiones, establecía la equipa-
ración de edad, para el otorgamiento de la pensión de vejez y que por
tanto, “queda claro la visión que tuvo el legislador en las normas
transcritas, que aplicando el principio de progresividad, tomará
los estudios demográficos y actuariales como elemento determinante
a la hora de modificar la edad mínima y el número de cotizaciones
necesarias para optar a la pensión de vejez”.
Que por tales razones, “no encuentra el Ministerio Público, funda-
mento necesario para declarar la nulidad parcial por razones de
inconstitucionalidad de las normas recurridas por cuanto no con-
tradicen flagrantemente las denunciadas normas constitucionales”.
IV
OPINIÓN DE LA PROCURADURÍA
GENERAL DE LA REPÚBLICA
La representación de la Procuraduría General de la República argu-
mentó, que la diferencia de edades comprendida en las normas impug-
nadas, obedece a una circunstancia concreta como es la inferior
capacidad que tiene la mujer, de conseguir empleo después de alcanzar
los sesenta (60) años de edad.
De este modo precisó, que la diferencia de edades sobre la cual se
justifica la pretensión anulatoria, no implica violación alguna, “puesto
que es evidente que sus roles en el trabajo, así lo ameritan”.
Al respecto señaló, que al contrario de lo afirmado por el accionante,
las normas impugnadas constituyen “una consideración por parte del
legislador tendente a establecer un trato igualitario y equitativo
del hombre y la mujer, en razón de las diferencias naturales, bioló-
gicas y sociales que existen por su propia condición humana”.
En este orden de ideas, alegó que la diferencia de capacidad para con-
seguir empleo luego de los sesenta años, “justifica un trato distinto
del cual no emerge discriminación alguna, por el contrario lo que
se pretende es equipararlos. Por tanto, se justifica que exista una
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 26 9
V
ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN
Pasa esta Sala, previo estudio de los alegatos en favor y en contra de la
legalidad de la norma impugnada, a decidir sobre la pretensión anulato-
ria y en este sentido, debe observarse de manera preliminar el argu-
mento de ilegitimidad del accionante esgrimido por la representación de
la Asamblea Nacional, sobre la base de los artículos 21 cardinal 8, y 19
cardinal 5, de la Ley que rige las funciones de este Máximo Tribunal.
Al respecto, tal como señaló esta Sala en sentencia N° 2735, del 7 de
agosto de 2003, dictada en el caso Ildemaro Brett Smith, el juicio de in-
constitucionalidad es eminentemente objetivo porque la Sala Constitucional,
al ejercer en forma exclusiva el control concentrado de la constitucionali-
dad de las leyes, toma un acto que tiene el rango o valor de ley y lo contras-
ta directamente con las normas, los altos principios de definición, organización
y funcionamiento del Estado y con los valores históricos, políticos, liberales,
sociales y democráticos que están reconocidos en la Constitución.
270 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Con ello, cualquier ciudadano está habilitado, vale decir, tiene cualidad
o interés procesal, para la impugnación de las leyes por medio de la
acción popular de inconstitucionalidad. Dicho en otros términos, la le-
gislación venezolana no exige un interés procesal legítimo o calificado –
a nadie–, ni por la posible existencia de una especial situación de hecho
que vincule alguna situación jurídico-subjetiva con cierta norma legal
(individualizada), ni por el ejercicio de un cargo público, sea de repre-
sentación popular o sea dentro del poder ciudadano.
Por tanto, reiterando lo señalado en la decisión N° 3125, del 20 de octu-
bre de 2005, dictada en el caso Francesco Casella Gallucci y Alice Ju-
liette García Guevara, el ejercicio de acciones como la de autos, no
requiere de mayores exigencias en la legitimación, por lo que cualquier
persona, natural o jurídica, posee la legitimación para ejercerla y en tal
virtud, la Sala juzga que, en el presente caso, debe aplicarse el criterio
antes referido y declarar el interés y la legitimación del accionante para
incoar la pretensión de nulidad de los artículos 27 y 31 de la Ley del
Seguro Social; y del artículo 3 literal “A” de la Ley del Estatuto sobre el
Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los Funcionarios o Empleados
de la Administración Pública Nacional de los Estados y los Municipios y
así se declara.
Precisado lo anterior, las normas impugnadas son del siguiente tenor:
Artículo 27.- El asegurado, después de haber cumplido sesenta (60)
años de edad si es varón o cincuenta y cinco (55) si es mujer, tiene
derecho a una pensión de vejez siempre que tenga acreditados un
mínimo de setecientas cincuenta (750) semanas cotizadas...
Artículo 31.- El asegurado mayor de (60) años si es varón y cin-
cuenta y cinco (55) si es mujer...
Artículo 3.- El derecho a la jubilación se adquiere mediante el
cumplimiento de los siguientes requisitos a.- Cuando el funciona-
rio o empleado haya alcanzado la edad de 60 años, si es hombre,
o de 55 años si es mujer...
Al respecto, la interpretación normativa en general y para el caso con-
creto, el análisis de la constitucionalidad de las normas transcritas, es
una actividad que, de acuerdo con el criterio establecido por esta Sala
en la sentencia N° 3167, dictada el 9 de diciembre de 2002, en el
expediente N° 02-2154, caso Fiscal General de la República, debe
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 27 1
En el presente caso, la pretensión anulatoria se sustenta en que el
establecimiento de edades distintas entre los hombres y mujeres, para
el otorgamiento del derecho a la jubilación, resulta violatorio del prin-
cipio de igualdad.
Al respecto, tal como sostiene Bronfman (Manual de Derecho Consti-
tucional, Universidad Europea de Madrid, 1998, p. 16), el derecho a la
igualdad, es conjuntamente con la libertad, uno de los principios inhe-
rentes a la naturaleza del hombre y, por tanto, el ordenamiento jurídico
debe reconocer una serie de derechos fundamentales derivados de este
valor, que por su carácter supraconstitucional (Figueruelo, Crisis de la
Justicia y tutela judicial Efectiva. Revista de Derecho Constitucional.
N° 8. Editorial Sherwood. Pág. 26), forma parte del elenco de postula-
dos superiores del Estado.
Así, la igualdad se presenta como una de las decisiones políticas funda-
mentales del estado de derecho, del cual constituye un presupuesto car-
dinal y básico. Es decir, es una regla primaria de los sistemas jurídicos
que se considera a su vez, un aspecto de libertad, pues tal como afirma
Hauriou (Derecho Constitucional e Instituciones Políticas. Barcelona.
Editorial Ariel. Pág. 67), si todos los hombres son plenamente libres, son
por ello mismo iguales.
En consonancia con lo expuesto, nuestro Texto Fundamental reconoce en
el artículo 21 al principio de igualdad, como un “elemento rector de todo
el ordenamiento jurídico,” (Pérez Royo, Curso de Derecho Constitu-
cional, Editorial, 2009, p. 289), es decir, como “un valor inserto en nues-
tro Ordenamiento, que se traduce en un principio general, el cual a
su vez se concreta como derecho subjetivo que afecta a todos los
derechos constitucionales, y como obligación de los poderes públi-
cos de hacerla real allí donde no surja de forma espontánea” (Mo-
las, Derecho Constitucional, Editorial Tecnos, 1998, p. 299).
De este modo, nuestro sistema se adhiere por convicción y por tradición
a la concepción post-revolucionaria de finales del siglo XVIII, de acuerdo
con la cual el principio de igualdad, es uno de los valores sustanciales
del estado de derecho, que dado su carácter metajurídico, preexiste al
ordenamiento sirviéndole de sustrato esencial al Estado y del mismo
modo, fungiendo de límite al Poder Público.
Con ello, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, se
alinea con la filosofía igualitarista de la Revolución Francesa, recono-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 27 3
ciendo expresamente a la igualdad como una de las bases del sistema
político instaurado, sobre el cual surge un deber de protección que tras-
ciende la noción retórica, para asumirlo como una técnica jurídica ope-
rante, que tiende a equilibrar las situaciones jurídicas de los particulares
de una manera no sólo declarativa, sino también real y verdadera.
Con ello, es uno de los fines del Estado, que consiste en el derecho a que
no se establezcan excepciones o privilegios que excluya a uno de lo que
se concede a otro en iguales circunstancias, lo cual implica, que ante
diferencias fácticas, la ley no puede establecer disposiciones uniformes.
En este contexto, García Morillo afirma (Derecho Constitucional, 2000,
p. 171), que es un derecho prototípicamente relacional, por cuanto antes
de concebirlo de manera autónoma, se observa conjuntamente con otro
derecho o en una determinada situación material, es decir, “no se viola
la igualdad en abstracto, sino en relación con –esto es en la regu-
lación, ejecución o aplicación, ejercicio, etc.– el acceso a los car-
gos públicos, la libertad de residencia, el derecho al trabajo o la
tutela judicial efectiva, por sólo poner unos ejemplos” (García
Morillo, Ob. Cit., p. 174).
En efecto, el derecho a la igualdad “no es propiamente hablando un
derecho autónomo de los otros derechos, puesto que difícilmente
puede materializarse en abstracto” (Molas, Ob. Cit., p. 299), es de-
cir, que aparece adminiculado con otros derechos, concretándose siem-
pre en una situación material determinada.
Este derecho, ha ido “superando cada vez más el concepto formal
de igualdad ante la ley y adentrándose en el de igualdad material,
esto es, igualdad dentro de la ley o en la ley. En cierta forma, ello
ha supuesto la ruptura, al menos parcial, de los caracteres de uni-
versalidad, generalidad, abstracción y duración de la ley, al admi-
tirse las leyes singulares o sectoriales –con destinatarios
individuales o grupales concretos–, las leyes temporales –cuya
validez se persigue sólo durante una época concreta– y las leyes
diferenciadoras, que, aun siendo generales o duraderas, otorgan
distintos tratamientos en función de sus características” (García
Morillo, Ob. Cit., p. 172).
Tal fenómeno no es injustificado, pues viene determinado por la consta-
tación de diferencias entre las situaciones fácticas de los sujetos de
derecho y por la obligación que no pocas Constituciones, entre ellas la
274 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
de 1999, imponen a los Poderes Públicos de procurar que esa igualdad
sea real y efectiva. Estas circunstancias, aunadas a la complejidad de la
sociedad moderna y al carácter social del Estado venezolano, explican
que un gran número de normas otorguen, hoy, tratamiento diferente a
supuestos de hecho que se entienden distintos.
Actualmente, la igualdad se constituye en una situación jurídica de po-
der, que permite la “reacción frente a la posible arbitrariedad de los
poderes públicos. No se trata ya de que éstos no puedan, en sus
actuaciones, diferenciar entre individuos o grupos: se trata de que,
si lo hacen, su actuación no puede ser arbitraria. Es, por lo tanto,
un principio negativo, limitativo, que acota un ámbito de actua-
ción de los poderes públicos, y reaccional, que permite a los parti-
culares reaccionar frente a las actuaciones de aquéllos cuando sean
arbitrarias” (García Morillo, Ob. Cit., p. 173).
De este modo, “la igualdad jurídica no implica un trato igual en
todos los casos con abstracción de los elementos diferenciadores.
Se prohíbe la discriminación, pero no toda desigualdad es una dis-
criminación. Se prohíben las normaciones ‘no justificadas’ (es de-
cir arbitrarias o discriminatorias), pero no las normaciones
diferenciadas, si corresponden a supuestos de hecho diferentes”
(Molas, Ob. Cit., p. 301). A mayor abundamiento, los dos corolarios de
la noción de igualdad: a) no asimilan a los distintos; y b) no establecen
diferencias entre los iguales.
En este mismo sentido, el referido autor sostiene, que “la igualdad no
exige tratar de manera igual situaciones diferentes” (Molas, Ob.
Cit., p. 301), sino, que prohíbe la discriminación, que consiste en la dife-
renciación “que se funda en un prejuicio negativo en virtud del cual
los miembros de un grupo son tratados como seres no ya diferentes
sino inferiores (en ciertos aspectos al menos). El motivo de la dis-
criminación es algo más que irrazonable, es odioso, y de ningún
modo puede aceptarse porque resulta humillante para quienes su-
fren esa marginación”. (Bilbao, La Eficacia de los Derechos Funda-
mentales Frente a Particulares, 1997, p. 398).
Al respecto, esta Sala en sentencia del 17 de febrero de 2006, dictada
en el caso José Gómez Cordero señaló:
el principio de igualdad implica un trato igual para quienes se en-
cuentren en situación de igualdad –igualdad como equiparación–, y
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 27 5
un trato desigual para quienes se encuentren en situación de des-
igualdad –igualdad como diferenciación– (vid. sentencia N° 898/
2002, del 13 de mayo). En este último supuesto, para lograr justifi-
car el divergente tratamiento que se pretenda aplicar, el estableci-
miento de las diferencias debe ser llevado a cabo con base en motivos
objetivos, razonables y congruentes.
De lo anterior se desprende que no resulta correcto conferirle
un tratamiento desigual a supuestos fácticos que ostenten un
contenido semejante y que posean un marco jurídico equipara-
ble, pero debe aclararse que igualdad no constituye sinónimo de
identidad, por lo que también sería violatorio del principio de
igualdad darle un tratamiento igualitario a supuestos que sean
distintos (vid. GUI MORI, Tomás. Jurisprudencia Constitu-
cional Íntegra 1981-2001. Tomo I. Editorial Bosch. Barcelo-
na, 2002, p. 332). Lo que podría resumirse en dos conclusiones:
“No asimilar a los distintos, y no establecer diferencias entre los
iguales”, como se dijo ut supra.
Con ello, no cualquier trato desigual resulta discriminatorio, pues sólo lo
es el trato desigual no basado en causas objetivas y razonables. En
efecto, “la igualdad constitucional no prohíbe que el legislador di-
ferencie. Si lo hiciera, el legislador no podría hacer nada. No se
aprobaría ni una sola ley. Lo que prohíbe es que diferencie de una
manera no objetiva, no razonable y no proporcionada. Es decir,
que tome partido ante el ejercicio del derecho a la diferencia” (Pé-
rez Royo, Curso de Derecho Constitucional, 2000, p. 311).
De allí, que el legislador pueda introducir diferencias de trato cuando no
sean arbitrarias, esto es, cuando estén justificadas por la situación real
de los individuos o grupos, con lo cual la vigencia del principio de igual-
dad, no debe analizarse desde una visión puramente formalista.
Sobre este particular, se pronunció la Sala en sentencia N° 165, del 2 de
marzo de 2005, dictada en el caso Julián Isaías Rodríguez, establecien-
do que “es posible que el ordenamiento jurídico establezca diver-
sas regulaciones de carácter particular que no sean violatorias de
los preceptos constitucionales”.
En este sentido, las razones que llevaron al legislador a disponer la dife-
rencia de edades impugnada, encuentran su antecedente, tal como se-
ñaló la representación de la Procuraduría General de la República, en la
276 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
exposición de motivos de la Ley del Seguro Social de 1966, en la cual no
obstante reconocer que las mujeres presentaban un índice de mortali-
dad inferior al de los hombres y que de igual modo, por regla general
lograban mantenerse en mejores condiciones, resultaba un fenómeno
social estadísticamente analizado, que a ellas les era más difícil encon-
trar un empleo remunerado, luego de alcanzar cierta edad, determinada
para el momento en sesenta años.
Tal situación, lejos de ser modificada con la incorporación plena de la
mujer a los distintos campos laborales, ha permanecido en cierta medi-
da, debido a atavismos culturales que aun frente a la prohibición consti-
tucional de discriminación fundada en condiciones de raza, religión,
condición social, sexo y, en general, por cualquier circunstancia que pu-
diera menoscabar el goce del referido principio, mantienen ilegítima-
mente una limitación real y efectiva de acceso al campo laboral de las
mujeres cuando se encuentran en edad avanzada.
Dicha circunstancia, en modo alguno puede escapar a la atención que el
legislador debe poner en el contexto del Estado social de derecho, a los
fines de disponer los elementos normativos necesarios para la parifica-
ción social, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y el
cumplimiento y resguardo de los principios, deberes y derechos del or-
denamiento jurídico venezolano.
Efectivamente, el carácter social acogido por la Constitución de la Re-
pública Bolivariana de Venezuela emula al Texto Fundamental de Wei-
mar, en el objetivo de inyectar justicia a la vida económica y de garantizar
una existencia humanamente digna, donde el Estado responda a las ne-
cesidades de la sociedad y, en consecuencia, corrija las situaciones de
desigualdad injustificada que puede sufrir un sector de la población.
Conforme a las diferencias que presentan ambos sexos, en el acceso al
trabajo, una vez alcanzada cierta edad y por vía de consecuencia, la
disparidad de entrada al sistema de seguridad social que tiene como
función “garantizar la obtención de los medios económicos sufi-
cientes para cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos titu-
lares del derecho a pensiones y jubilaciones” (vid. Sentencia del 2
de marzo de 2005, caso Julián Isaías Rodríguez), el legislador, a los
fines de subsanar la situación de discriminación que sufre el sexo feme-
nino en el desarrollo de actividades remuneradas, ha continuado esta-
bleciendo disposiciones que van en procura del contenido material del
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 27 7
derecho a la igualdad, en tanto buscan reaccionar frente a la situación
real de desigualdad, que obstaculiza el trabajo femenino impidiéndole
cumplir en igualdad de condiciones formales con los hombres, en los
requerimientos de acceso al sistema de seguridad social, pues si no tie-
ne o mantiene la relación de empleo, obviamente no puede acceder al
derecho de jubilación.
Ello así, concluye esta Sala, que las normas impugnadas se encuentran
justificadas en circunstancias objetivas y razonables, como son las des-
igualdades materiales que se verifican entre los hombres y las mujeres
al momento de acceder al beneficio de la jubilación y por tanto, en el
presente caso, la regulación diferenciada, no puede ser calificada de
discriminatoria y así se decide.
VI
DECISIÓN
Por las razones expuestas, esta Sala Constitucional del Tribunal Supre-
mo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República, por
autoridad de la Ley declara SIN LUGAR el recurso de nulidad incoado
por el abogado PEDRO JOSÉ MARTÍNEZ YÁNEZ, contra los artí-
culos 27 y 31 de la Ley del Seguro Social; y el artículo 3 literal “A” de
la Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los
Funcionarios o Empleados de la Administración Pública Nacional, de
los Estados y los Municipios.
(...omissis...)
VOTO CONCURRENTE
En virtud de la atribución conferida en el artículo 53 del Reglamento de
Reuniones de este Alto Tribunal, quien suscribe, Magistrada Carmen
Zuleta de Merchán, consigna su opinión concurrente al contenido de-
cisorio del presente fallo, en los siguientes términos:
El fallo concurrido declaró sin lugar el recurso de nulidad interpuesto
contra los artículos 27 y 31 de la Ley del Seguro Social, y el literal “a”
del artículo 3 de la Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y
Pensiones de los Funcionarios o Empleados de la Administración Públi-
278 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
ca Nacional, de los Estados y de los Municipios porque correctamente
se razonó que la diferenciación de la edad, en razón del género para
gozar del derecho de jubilación, no infringe el derecho a la igualdad, ya
que el legislador puede introducir diferencias de trato cuando estén jus-
tificadas por la situación real de los individuos, lo cual “(...) a los fines
de subsanar la situación de discriminación que sufre el sexo feme-
nino en el desarrollo de actividades remuneradas (...)”, habilita al
legislador para establecer diferencias como la impugnada en procura
del contenido material del aludido derecho.
Ahora bien, la justificación de la diferencia genérica para obtener el
derecho a la jubilación, radica primeramente en razones históricas y
biológicas porque siendo las mujeres y los niños trabajadores los benefi-
ciarios de las primeras leyes sociales en los albores de la revolución
industrial, ha quedado como principio cardinal para el legislador laboral
las razones de salud pública que evidenció el Informe Villarmée cuando
describió las míseras condiciones de vida y de trabajo de las obreras de
las fábricas textiles de Lyon. La diferenciación de la ley no origina daño
social alguno, en cambio sí favorece la protección biológica de la mujer
que por ser naturalmente el género que concibe debe tener una protec-
ción adicional del Estado para asumir la carga del trabajo asalariado.
Además de esta razón hay otras de orden sociológico y de orden econó-
mico como es el menor impacto de costos en el mercado de trabajo que
tiene la jubilación de la mujer trabajadora, y que no podrían ignorarse en
esta oportunidad. De modo que, y a manera complementaria en la sen-
tencia concurrida agregamos el análisis real de la situación de la mujer
en el país según las estadísticas que arrojan los indicadores oficiales del
año 2006 de la Fuerza de Trabajo en Venezuela para extraer las conclu-
siones que justifican la pertinencia social de la normativa cuya constitu-
cionalidad declara la sentencia concurrida.
Así tenemos que, la población total venezolana se estima en 26.820.721
y aproximadamente 49.81%, es decir, 13.360.150 son mujeres, de las
cuales la población activa la conforma 4.664.957 mujeres frente a una
población activa de 7.362.771 hombres. De modo que la población acti-
va de mujeres es muy inferior a la de hombres y de allí el menor impacto
económico que tiene el beneficio de la jubilación de la mujer sobre el
mercado de trabajo; equiparar la edad de jubilación de los hombres a la
de las mujeres implica responsablemente tener a mano el costo del im-
pacto económico sobre el impacto de trabajo que tal equiparación con-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 27 9
lleva, lo cual evidentemente depende de la política social gubernamen-
tal; de manera que el test de igualdad no puede basarse en un mero
análisis jurídico dado que, las normas laborales son instrumento de polí-
tica social y económica que corresponde al legislador aquilatar.
También tenemos que en Venezuela, el 64.02% de la población activa
femenina, o sea, 2.537.971 mujeres se dedican a quehaceres del hogar
frente a sólo 32.601 hombres (equivalente a 2.2% de la población activa
masculina) que de manera accidental y ocasional se dedican a los mis-
mos quehaceres del hogar; ello da cuenta de un dato de origen cultural
que históricamente asigna a las mujeres el rol de atender en exclusiva
las tareas domésticas que es “trabajo invisible”, despreciable económi-
camente; por lo cual nuestro constituyente de 1999 incorporó novedo-
samente el artículo 88 para paliar la inequidad social al disponer: “El
Estado garantizará la igualdad y equidad de mujeres en el ejerci-
cio del derecho al trabajo. El Estado reconocerá el trabajo del
hogar como actividad económica que crea valor agregado y pro-
duce riqueza y bienestar social. Las amas de casa tienen derecho a
la seguridad social de conformidad con la Ley”.
Y ciertamente de las pocas reflexiones doctrinarias sobre el trabajo
doméstico de la mujer cabe citar la del abogado ítalo-venezolano Renzo
Ricciardi, quien rescata de Jean Duché, lo siguiente: Calculad la distan-
cia entre la cocina y la estancia de trastos donde funciona la lavadora,
entre el ropero y las camas; llevad cuenta de los movimientos y núme-
ros de las rotaciones sobre su propio eje de una mujer casera; multipli-
cad todo esto por veinte mil almuerzos y veinte mil cenas; sumad otros
tantos desayunos... y veréis que los menudos desplazamientos provo-
can las grandes fatigas; que cierto número de pasos adelante o atrás, de
la alcoba a la cocina y del comedor al baño, forman algunos kilómetros
diarios; y entonces terminaréis por mirar a la mujer de casa con infinita
compasión y cierto respeto por la técnica del “grupo vajilla”, “grupo
alimentación” y “grupo de lavado y plancha” y “grupo limpieza domés-
tica” en función del consumo de energía de los varios y complejos mo-
vimientos. Será por este motivo que lo americanos, mediante tantos
electrodomésticos, cuyo uso han difundido por todo el orbe, se esfuer-
zan por “economizar” a la mujer; y entra a caso en sus cálculos que una
mujer que derrocha demasiadas energías por fuerza dará escaso rendi-
miento afectivo y sentimental. ¿A quién culpar de todo esto? Al burgués
de 1789 que al proclamar los “Derechos del Hombre” olvidó proclamar
280 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
al mismo tiempo los “Derechos de la Mujer”. (Ricciardi, Renzo. Paraí-
so Terrenal y Alrededores. Bogotá. Ediciones Paulina. 1975. p. 107).
En Venezuela el 20% de la población total, es decir, cerca de 5.364.144
son mujeres jefe de hogar que pugnan por ingresar a todo riesgo al
mercado laboral; ello supone grandes distorsiones para la garantía del
principio de trato igual en las condiciones de trabajo por cuanto existe
una correlación entre la persistencia de la discriminación y el grado de
desempleo, ya que en los países con alto grado de desempleo la discri-
minación no se manifiesta como un problema inquietante porque el alto
grado de buscadores de empleo justifica la colocación a todo riesgo,
situación en la cual las mujeres llevan la peor parte al tener que com-
partir la “doble jornada” que comprende el trabajo asalariado, más la
carga doméstica culturalmente considerada tarea exclusiva de la condi-
ción femenina. Situación ésta que el artículo 76 de la Constitución Boli-
variana de Venezuela conforme con el Convenio N° 156 de la
Organización Internacional del Trabajo OIT pretende combatir con el
compartimiento y corresponsabilidad de las cargas familiares.
En la actualidad, la legislación laboral protectora del trabajo femenino
tiende a resolver el dilema existencial de la madre trabajadora que se
debate entre el trabajo asalariado y las cargas domésticas porque la
emancipación femenina a través del trabajo en la calle y de las nuevas
actividades que traspasan las fronteras del dominio doméstico no ha
alterado el planteamiento de las funciones naturales de la maternidad.
Las mujeres desde finales del siglo XIX han tenido que adaptarse a
nuevas exigencias sociales, y al desafío de compatibilizar hogar y traba-
jo; si a esto se le suma el alto índice de madre soltera es fácil concluir
que si el sustento y el cuidado de la familia recae en la mujer, no puede
entonces resultar injusto ni desigual que –a pesar de estar demostrado
científicamente que la expectativa de vida de la mujer es históricamente
mayor a la de los hombres–, su edad de jubilación deba seguir siendo
menor. Por el contrario, de no ser así bajaría irremediablemente su ex-
pectativa de vida.
En conclusión la división social del trabajo poco equitativa entre hombres
y mujeres en específico, la “doble jornada” y la protección de la mujer
como género que concibe justifica la diferencia en la edad de jubilación
entre hombres y mujeres que mantiene la legislación venezolana.
(...)
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 28 1
Sentencia: Nº 1.617 del diez de agosto de 2006.
Normativa citada en el fallo:
CRBV: Artículo 76.
LOASDGC: Artículos 6, 8, 15 y 18.
LOTSJ: Artículo 5.
Texto del fallo:
Mediante escrito presentado ante la Secretaría de esta Sala Constitu-
cional, el 19 de diciembre de 2005, la ciudadana GABRIELA MERCE-
DES PATIÑO LEAL, titular de la cédula de identidad número
10.868.293, asistida por el abogado Tomás Antonio Pérez, inscrito en el
Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el número 45.397, inter-
puso acción de amparo constitucional contra el oficio CJ-05-8947 del 6
de diciembre de 2005, suscrito por el Presidente de la Comisión Judicial
de este Tribunal Supremo de Justicia.
282 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
El 20 de diciembre de 2005 se dio cuenta del escrito presentado y se
designó ponente a la Magistrada Carmen Zuleta de Merchán, quien con
tal carácter, suscribe el presente fallo.
El 9 de marzo de 2006, esta Sala mediante decisión número 450, ordenó
a la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, remitiera el expediente con-
tentivo de toda la información relacionada con la carrera judicial de la
accionante; asimismo, le requirió información a la Comisión Judicial de
este Tribunal Supremo de Justicia, respecto al conocimiento sobre su
estado de gravidez.
El 17 de marzo de 2006, la ciudadana Gabriela Mercedes Patiño solicitó
pronunciamiento respecto a la admisión de la presente acción de amparo.
El 28 de marzo de 2006, esta Sala Constitucional mediante oficio núme-
ro 06-1629 notificó a la Comisión Judicial de este Tribunal Supremo de
Justicia, a fin de suministrar la información solicitada.
El 30 de marzo de 2006, la ciudadana solicitó nuevamente pronuncia-
miento en la presente causa.
El 17 de abril de 2006, esta Sala dio por recibido el oficio identificado con
la nomenclatura DGRH/DSP/ACJ: 174-2006, para dar cumplimiento a lo
solicitado por esta Sala Constitucional mediante oficio Nº 06-1629.
Mediante diligencia presentada el 20 de abril de 2006, la accionante
solicitó lo siguiente: “...a fin de buscar e indagar la verdad, que en
independencia de la admisión de la acción ya varias veces solici-
tadas (sic) oficie a la Presidenta del Circuito Laboral de Área Me-
tropolitana de Caracas (...) Dra. Marjorie Acevedo Galindo a fin
de que informe si por ante esa Presidencia que dirige, fueron remi-
tidos entre Octubre de 2005 y Noviembre del mismo año, los repo-
sos médicos de mi persona, así como constancia expedida por mi
médico gineco-obstetra Dr. Guillermo Selles por la cual hacía cons-
tar mi estado de gravidez, ya que los mismos fueron consignados
por ante la Coordinación de Secretarías del Régimen Procesal Tran-
sitorio del Trabajo de Caracas, ubicado en el piso 11 del edificio
José María Vargas; además, solicito se solicite al Servicio Médico
de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, mi historia médica,
ubicado dicho servicio en el edificio de la C.T.V., ya que a finales
del mes de octubre de 2005 y/o principios del mes de noviembre de
2005, en la oportunidad del llamado que me hiciera la DEM para
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 28 3
I
DEL AMPARO
La accionante interpuso la presente acción de amparo en los términos
siguientes:
Indicó como antecedente a la interposición de la presente acción de
amparo, su cualidad como abogada seleccionada para formar parte in-
tegrante de los cincuenta (50 ) jueces designados para trabajar como
Juez (temporal) de los Tribunales Transitorios del Trabajo de la Región
Capital, ocupando el cargo en el Tribunal Décimo Noveno de Primera
Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución del Régimen Proce-
sal Transitorio del Trabajo en el Área Metropolitana de Caracas, jura-
mentada el 20 de agosto de 2003.
Que, durante su gestión, ha ocupado un lugar preponderante con califi-
caciones y altos méritos como Juez de Mediación y Conciliación, siendo
ejemplo de ello, haber obtenido una felicitación fechada el 10 de mayo
de 2005, otorgada por la Presidencia del Circuito Judicial del Trabajo,
por el alto porcentaje en mediación, tal como en su momento lo demos-
tró la Inspectoría General de Tribunales.
Manifestó que la situación se contradice con la comunicación que acor-
dó su destitución en razón de la supuesta existencia de “observacio-
nes” que se han formulado en contra de su despacho, siendo esta causal
“observaciones” no tipificada como un fundamento para dictaminar
una destitución.
Ante esta situación, denunció la violación del derecho a la defensa, al
debido proceso y a la maternidad, de conformidad con los artículos 49 y
77 constitucionales, 44 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño
y del Adolescente y el Convenio número 3 de la Organización Interna-
cional del Trabajo.
Respecto al quebrantamiento del derecho a la defensa y al debido pro-
ceso, señaló que la decisión adoptada carece de fundamento alguno,
toda vez que la misma solamente se basa en “las observaciones que
fueron formuladas ante la Comisión Judicial” sin que para ello me-
diara una averiguación con su correspondiente articulación probatoria,
para así haber ejercido los descargos que tuvieren lugar. Tampoco se
consideró la presunción de inocencia, cuya carga de la prueba para des-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 28 5
virtuar su condición le correspondía a la Comisión Judicial, así como la
posibilidad de ser oída en un procedimiento administrativo que no se le
notificó para conocer cuáles eran las “observaciones formuladas ante
ese despacho”.
Subsidiariamente, denunció el quebrantamiento del principio de legali-
dad en materia sancionatoria, al no constatar en las normas reguladores
de la materia, alguna decisión relacionada con la frase “dejar sin efec-
to” empleada para ordenar el cese en sus funciones, lo cual en la reali-
dad comprendió la sanción de destitución, así como la tipificación de la
conducta vinculada con las denominadas “observaciones”.
Agregó, que la conducta asumida por la Comisión Judicial comprende
una extralimitación de funciones al haber dictado una decisión equipa-
rable a una vía de hecho.
En otro orden de ideas, denunció la violación del derecho a la materni-
dad por encontrarse actualmente en estado de gravidez, para lo cual
acompañó documentación médica, a los fines de sustentar su situación.
Sustentó este señalamiento bajo la invocación del artículo 384 de la Ley
Orgánica del Trabajo, el cual establece que “la mujer trabajadora en
estado de gravidez gozará de inamovilidad durante el embarazo y
hasta un año después del parto”, la cual solamente procedería en
aplicación del artículo 102 eiusdem y por calificación previa del inspec-
tor del trabajo mediante el procedimiento establecido en el Título Sépti-
mo, Capítulo Segundo de esta Ley, por lo que la situación denunciada,
menoscaba también el fuero maternal.
Finalmente, con base en los argumentos señalados, solicitó a esta Sala,
lo siguiente:
1°) La nulidad y consecuente suspensión de los efectos del Acto
contenido en el Oficio N° CJ-05-8947 de fecha 06 de diciembre
del año 2005, emanado del Presidente de la Comisión Judicial del
Tribunal Supremo de Justicia, por cuanto el mismo, por las razo-
nes ya expresadas, es violatorio del Debido Proceso previsto en
el artículo 49 en sus numerales 1., 2., 3., 4. y 6 de la Constitución
Nacional, en los términos que ya han sido explicados.
2°) Solicitud de Amparo Constitucional para que se me restituya en
la situación jurídica que en el orden de mi desempeño como Juez
286 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
del Juzgado Décimo Noveno de Sustanciación, Mediación y Ejecu-
ción del Régimen Procesal Transitorio del Trabajo de la Circuns-
cripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, ME HA SIDO
INFRINGIDA POR VIOLACIÓN DEL DERECHO AL DEBI-
DO PROCESO Y DEL DERECHO A LA PROTECCIÓN DEL
FUERO MATERNAL, este último, previsto en los artículos 76 de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, 384 de la
Ley Orgánica del Trabajo, y en el Convenio N° 3 de la Organiza-
ción Internacional del Trabajo, el cual, desde su ratificación por
Venezuela el 20 de noviembre de 1944, guarda jerarquía constitu-
cional y prevalece en el orden interno, siendo de aplicación inme-
diata y directa por los Tribunales y demás órganos del Poder Público,
conforme lo dispuso el Constituyente de 1999 (artículo 23).
II
COMPETENCIA
Corresponde a esta Sala Constitucional determinar su competencia para
conocer del amparo y, al respecto se debe precisar que el mismo ha sido
interpuesto contra el acto administrativo contenido en el oficio CJ-05-
8947, dictado el 6 de diciembre de 2005, dictado por dicha Comisión
Judicial, mediante el cual se dispuso dejar sin efecto la designación de
la accionante como Juez del Juzgado Décimo Noveno de Primera Ins-
tancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución del Régimen Procesal
Transitorio del Trabajo del Área Metropolitana de Caracas.
Ahora bien, la actuación considerada lesiva proviene de los integrantes
de la Comisión Judicial que es una dependencia administrativa de este
Tribunal Supremo de Justicia.
Precisado lo anterior, se observa que en sentencia N° 1/2000, del 20 de
enero, caso: Emery Mata Millán, esta Sala determinó el régimen compe-
tencial aplicable en materia de amparo a la luz de las disposiciones de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y estableció que le
corresponde a ella el conocimiento –en única instancia– de las acciones de
amparo a que se refiere el artículo 8 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales, incoadas contra órganos y altos
funcionarios a que se refiere dicho artículo, así como contra los funciona-
rios que actúen por delegación de las atribuciones de los anteriores.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 28 7
Respecto al contenido de esa disposición normativa, esta Sala ha consi-
derado que la enumeración allí plasmada es enunciativa y no taxativa,
dado que existen órganos con rango similar –dada su naturaleza y atri-
buciones– a los cuales debe extenderse, necesariamente, la aplicación
del fuero especial o la competencia orgánica consagrada en la misma.
En concordancia con dicha interpretación, el artículo 5, numeral 18, de
la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia establece que esta
Sala conocerá de las acciones de amparo constitucional ejercidas con-
tra “los altos funcionarios públicos nacionales”, entre los que están
los integrantes de la Comisión Judicial del Tribunal Supremo de Justicia,
que actúan en dicho órgano por delegación de atribuciones de la Sala
Plena del mismo Tribunal.
Por tanto, al ser la Comisión Judicial una dependencia administrativa de
este Tribunal Supremo de Justicia, órgano de rango constitucional y de
carácter nacional, de conformidad con el artículo 262 de la Constitución,
la Sala reitera (ver fallo N° 189/2004, del 19 de febrero y N° 3117/2004,
del 15 de diciembre) que debe considerarse a dicha Comisión incluida en
los órganos y funcionarios enunciados en el artículo 8 de la Ley Orgánica
de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, y aludidos por
el artículo 5, numeral 18, de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia y, en ese sentido, esta Sala Constitucional es competente para
conocer de la pretensión de amparo propuesta. Así se declara.
III
DE LA ADMISIÓN Y MEDIDA CAUTELAR
Establecida la competencia, esta Sala se pronuncia sobre la admisibili-
dad de la presente acción y, en tal sentido, observa que la misma cum-
ple, prima facie, con todas las exigencias del artículo 18 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales.
Igualmente, se observa que en el presente caso se acciona en amparo
un acto administrativo, por lo que inicialmente se podría afirmar la via-
bilidad del recurso contencioso administrativo frente a la acción de am-
paro. No obstante, determinado que el derecho invocado es el de la
protección a la maternidad, por haberse encontrado la quejosa en esta-
do de gravidez, esta Sala considera por vía de excepción que el meca-
nismo procesal ordinario no es suficientemente expedito para resolver
el asunto planteado.
288 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Asimismo, no se desprende de autos que se encuentre incursa en algu-
na de las demás causales de inadmisibilidad contempladas en el artículo
6 eiusdem, motivo por el cual esta Sala Constitucional admite la presen-
te acción de amparo. Por ende, se ordena la notificación a la Presiden-
cia de la Comisión Judicial, así como del Ministerio Público, esto último,
en cumplimiento del artículo 15 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantía Constitucionales. Así se decide.
Determinado lo anterior, seguidamente esta Sala se refiere a la medida
cautelar solicitada por la quejosa de suspender los efectos del acto dic-
tado por la Comisión Judicial de este Tribunal Supremo de Justicia que
ordenó apartarla del cargo de juez del Juzgado Décimo Noveno de Pri-
mera Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución del Régimen
Procesal Transitorio del Trabajo del Área Metropolitana de Caracas, y,
en este sentido, debe señalar que en la sentencia N° 156, del 24 de
marzo de 2000 (caso: Corporación L’ Hotels, C.A.), esta Sala Consti-
tucional asentó la facultad que tiene el juez constitucional para decretar
medidas cautelares innominadas dentro del proceso de amparo consti-
tucional, para lo cual, no debe analizar los elementos generales que inte-
gran la protección cautelar, como son, el fumus boni iuris o presunción
del buen derecho, y el periculum in mora o peligro que quede ilusorios
los efectos de la decisión por la inaplicabilidad al caso concreto.
En tal sentido, la Sala, en ejercicio de la amplitud que tiene en materia
cautelar, la cual, inclusive le permite apartarse de los términos en que la
accionante solicita la protección, y visto que el acto cuestionado guarda
relación con la designación de un nuevo juez en el cargo que anterior-
mente venía ocupando la accionante, lo cual involucra la presencia de
derechos de terceros, estima improcedente acordar la suspensión de
efectos del acto impugnado; sin embargo, ordena a la Dirección Ejecu-
tiva de la Magistratura, en razón de la aplicación del artículo 76 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, proceda a cum-
plir con los pagos dejados de percibir correspondientes al contrato cele-
brado para prestación de servicios como juez temporal, y mantenga su
situación de percibir las remuneraciones futuras hasta tanto se decida
la presente acción de amparo constitucional. Así se decide.
Con respecto a la petición efectuada por la accionante en diligencia del
20 de abril de 2006, relativa a la posible existencia en los archivos de la
Comisión Judicial y del Circuito Laboral del Área Metropolitana de Ca-
racas de documentación relacionada con su estado de gravidez, ordena
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 28 9
a la Presidencia del Circuito informe si durante el período correspon-
diente a los meses de octubre y noviembre de 2005, le fue notificada la
situación de embarazo de la accionante, con copia de los soportes médi-
cos supuestamente consignados. Igualmente, esta Sala reitera la orden
a la Comisión Judicial, que informe de manera expresa, si tuvo conoci-
miento de la situación de gravidez en que se encontraba la accionante,
para lo cual, se les concede un plazo de cuarenta y ocho (48) horas a
partir de su notificación. Así se establece.
IV
DECISIÓN
Con fundamento en lo anterior, esta Sala del Tribunal Supremo de Justi-
cia, administrando justicia en nombre de la República, por autoridad de
la Ley, declara:
PRIMERO: ADMITE la acción de amparo constitucional interpuesta
por la ciudadana Gabriela Mercedes Patiño Leal contra la Comisión
Judicial de este Tribunal Supremo de Justicia.
SEGUNDO: ACUERDA como medida cautelar que la Dirección Ejecu-
tiva de la Magistratura proceda a cumplir con los pagos pendientes que le
hubiesen correspondido a la accionante, así como las remuneraciones fu-
turas hasta tanto se decida la presente acción de amparo constitucional.
TERCERO: ORDENA la notificación de la Presidencia de la Comi-
sión Judicial de este Tribunal Supremo de Justicia para que comparezca
ante la Secretaría de esta Sala, a fin de conocer el día y la hora en que
se celebrará la audiencia oral y pública, la cual será fijada dentro de las
noventa y seis horas siguientes a la oportunidad en que conste en el
expediente la última de las notificaciones que se realice. Igualmente se
ordena remitir copias certificadas de la presente decisión y del escrito
contentivo de la acción adjunto a la notificación ordenada. Se deja cons-
tancia que la ausencia en el acto del referido Juez no se presumirá
como aceptación de las presuntas lesiones denunciadas.
CUARTO: ORDENA la notificación del ciudadano Fiscal General de
la República del inicio del presente procedimiento, en cumplimiento
del artículo 15 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Ga-
rantías Constitucionales.
290 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
QUINTO: ORDENA a la Presidencia del Circuito Judicial del Trabajo
del Área Metropolitana de Caracas remita la documentación y los so-
portes médicos relacionados con el estado de gravidez de la accionante.
SEXTO: ORDENA a la Comisión Judicial remita la documentación y los
soportes médicos relacionados con el estado de gravidez de la accionante.
Publíquese, regístrese y comuníquese. Cúmplase lo ordenado.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias de la Sala Constitu-
cional del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 10 días del
mes de agosto de dos mil seis (2006). Años 196º de la Independencia y
147º de la Federación.
(...)
Sentencia: Nº 1.742 del nueve de agosto de 2007.
Normativa citada en el fallo:
CSETFDCM: Artículos 4 y 81.
CONV. Nº 183 OIT: Artículo 8.
CSDN: Artículo 5.
CRBV: Artículos 19, 23, 49, 76, 86
89 y 259.
DADDH: Artículos 6 y 7.
DUDH: Artículo 25.
LOASDGC: Artículos 5 y 6.
LOPA: Artículo 19.
LOT: Artículo 384.
LOTSJ: Artículo 21.
Texto del fallo:
El 19 de diciembre de 2005, se recibió en esta Sala Constitucional escri-
to presentado por la ciudadana GABRIELA MERCEDES PATIÑO
LEAL, titular de la cédula de identidad Nº 10.868.293, asistida por el
abogado Tomas Antonio Pérez, inscrito en el Instituto de Previsión So-
cial del Abogado bajo el Nº 45.397, contentivo de la acción de amparo
constitucional interpuesta conjuntamente con solicitud de suspensión de
efectos contra el acto administrativo contenido en el Oficio Nº CJ-05-
8947 del 6 de diciembre del 2005, emanado de la Comisión Judicial del
Tribunal Supremo de Justicia, por la supuesta violación de sus derechos
y garantías constitucionales individuales.
El 20 de diciembre de 2005 se dio cuenta en Sala y se designó Ponente
a la Magistrada Carmen Zuleta de Merchán.
El 9 de marzo de 2006, la Sala Constitucional, a los fines de formarse
mejor criterio sobre el asunto debatido en autos, solicitó a la Dirección
Ejecutiva de la Magistratura la remisión del expediente contentivo de
292 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
toda la información relacionada con la carrera judicial de la accionante.
Asimismo, visto el informe médico presentado por la parte actora a tra-
vés del cual dejó constancia de su estado de gravidez, solicitó a la Co-
misión Judicial que informara por escrito si tenía conocimiento o no sobre
esa situación.
El 7 de abril de 2006, a través del Oficio Nº DGRH/DSP/ACJ: 174-
2006, el Licenciado Luis Alexander Gutiérrez Guillén, actuando en su
carácter de Director General de Recursos Humanos (E) de la Direc-
ción Ejecutiva de la Magistratura, remitió a esta Sala copia simple del
expediente contentivo de toda la información relacionada con la carrera
judicial de la accionante.
Mediante diligencia del 28 de abril de 2006, la ciudadana Gabriela Mer-
cedes Patiño Leal, otorgó poder apud acta a los abogados Tomás Pé-
rez, Migmary Mora y Sandra Santini, inscritos en el Instituto de Previsión
Social del Abogado bajo los números 45.397, 51.500 y 65.877, respecti-
vamente, para que la representasen en la presente causa.
Posteriormente, 18 de mayo de 2006, la Magistrada Luisa Estella Mora-
les Lamuño presentó ante la Secretaría de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia escrito de inhibición, por tener interés ac-
tual en la causa, por estar actualmente ocupando el cargo de Presidenta
de la Comisión Judicial.
Mediante auto del 24 de junio de 2006, el Vicepresidente de la Sala Cons-
titucional del Tribunal Supremo de Justicia se abocó al conocimiento de la
incidencia planteada, declarándola procedente de conformidad con lo es-
tablecido en el artículo 82, cardinal 4 del Código de Procedimiento Civil y,
acordando la convocatoria del Doctor Alberto José Viloria Rendón, en su
condición de Segundo Conjuez de esta Sala, pues la última convocatoria
correspondió al Primer Conjuez, en el expediente Nº 2006-00676.
El 29 de junio de 2006, se libró Oficio Nº 06-2424, dirigido al Doctor
Alberto José Viloria Rendón, a los fines de convocarlo en su carácter
de Segundo Conjuez de la Sala Constitucional para que, en caso de
aceptación, concurriese a fin de constituir la Sala Constitucional Acci-
dental que continuaría conociendo de la causa. El 3 de julio de ese mis-
mo año, se practicó la notificación.
El 12 de julio de 2006, el prenombrado Conjuez aceptó la convocatoria que
se le hiciera para conocer el presente recurso y, ese mismo día, se instaló la
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 29 3
Sala Constitucional Accidental, designándose ponente a la Magistrada Car-
men Zuleta de Merchán, a los fines de dictar la decisión correspondiente.
El 10 de agosto de 2006, a través de la sentencia Nº 1617, esta Sala
admitió la acción de amparo interpuesta y acordó como medida cautelar
que la Dirección Ejecutiva de la Magistratura procediese a cumplir con
los pagos pendientes que le hubiesen correspondido a la accionante, así
como las remuneraciones futuras hasta tanto se emitiese pronuncia-
miento sobre el fondo de la acción de amparo constitucional interpues-
ta. Asimismo, ordenó la notificación de la Presidencia de la Comisión
Judicial de este Tribunal Supremo de Justicia y del ciudadano Fiscal
General de la República, así como la remisión por parte de la Presiden-
cia del Circuito Judicial del Trabajo del Área Metropolitana de Caracas
y de la Comisión Judicial de toda documentación y soportes médicos
relacionados con el estado de gravidez de la accionante.
El 25 de septiembre de 2006 se libraron las boletas de notificación nú-
meros 06-0259, 06-0260, 06-2820 y 06-2821, dirigidas a la Presidenta
de la Comisión Judicial de este Máximo Tribunal, al Fiscal General de la
República, a la Presidenta del Circuito Judicial del Trabajo del Área
Metropolitana de Caracas y al Presidente de la Dirección Ejecutiva de
la Magistratura, las cuales fueron recibidas el 26 de septiembre y el 2 y
3 de octubre de 2006, respectivamente.
Mediante auto del 9 de marzo de 2007, la Sala Constitucional fijó la
audiencia constitucional, la cual se celebró el 22 de marzo de 2007, a las
diez y treinta de la mañana (10:30 a.m.), con la presencia del apoderado
judicial de la parte accionante y de la representante del Ministerio Pú-
blico. En esta misma fecha se produjo una reasignación de la ponencia
del fallo, designándose al Doctor Alberto José Viloria Rendón como nuevo
ponente. En dicha oportunidad la Sala, una vez efectuadas las exposi-
ciones de cada una de las partes, declaró inadmisible la acción de am-
paro interpuesta. Sin embargo, este órgano jurisdiccional visto el carácter
de orden público del fuero maternal alegado y, en protección del mismo,
resolvió abrir “...nuevamente los lapsos para que la accionante, si
así lo estima, intente los recursos a que haya lugar ante la Comi-
sión Judicial del Tribunal Supremo de Justicia o ante el Contencio-
so Administrativo...”, manteniendo vigente la medida cautelar acordada
hasta la fecha en que concluyese el período de inamovilidad laboral. La
Sala se reservó los cinco (5) días siguientes a la celebración de la au-
diencia para la publicación en extenso del referido fallo.
294 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Mediante diligencia del 27 de marzo de 2007 la ciudadana Gabriela
Mercedes Patiño Leal, actuando en nombre propio, inscrita en el Insti-
tuto de Previsión Social del Abogado bajo el Nº 68.531, solicitó copia
certificada de los autos a partir de la sentencia que acordó la admisión
de la presente acción y revocó en todas y cada una de sus partes el
poder apud acta conferido a los abogados Tomás Pérez, Migmary Mora
y Sandra Santini, dejando por tanto sin efectos los poderes y facultades
allí descritos.
El 12 de abril de 2007 la parte actora, mediante diligencia, solicitó cele-
ridad procesal a los fines de que fuese publicado el texto íntegro del
fallo emitido en la audiencia constitucional celebrada el 22 de marzo de
2007; este requerimiento fue ratificado posteriormente a través de dili-
gencias del 23 de abril y 30 de mayo de 2007, respectivamente.
El 31 de mayo de 2007, se reasignó la ponencia del presente expediente
al Magistrado Arcadio Delgado Rosales, quien con tal carácter suscribe
el presente fallo.
Realizada la lectura individual del expediente esta Sala procede a emitir
decisión, previas las siguientes consideraciones:
I
FUNDAMENTOS DE LA ACCIÓN DE AMPARO
La parte actora esgrimió como fundamentos de la presente acción de
amparo constitucional los siguientes argumentos:
Que de acuerdo con lo establecido en el primer aparte de la Resolución
Nº 2003-0191 del 18 de agosto de 2003, emanada de la Comisión Judi-
cial del Tribunal Supremo de Justicia, “...y previo una capacitación
exigente y rigurosa, a la cual fu(e) convocad(a) una significativa
cantidad de abogados a nivel Nacional, fu(e) seleccionada como
parte integrante de los 50 jueces designados para laborar como
Juez (Temporal) de los Tribunales Transitorios del Trabajo de la
Región Capital, con sede en el Edificio ‘José María Vargas’, sien-
do asignada para ocupar tal cargo en el Tribunal Décimo Noveno
de Primera Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución del
Régimen Procesal Transitorio del Trabajo del Área Metropolitana
de Caracas...”, para lo cual fue juramentada el 20 de agosto de 2003.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 29 5
Que durante su gestión puso de manifiesto de manera constante y per-
manente, su “...mejor empeño y conocimientos de lo cual da fe irre-
fragable el hecho cierto de haber ocupado lugar preponderante
con calificaciones de altos méritos como Juez de Mediación y Con-
ciliación; respondiendo así a la alta responsabilidad depositada
en (su) persona por la prenombrada Comisión Judicial...”, siendo
ejemplo de ello el hecho de haber obtenido, el 10 de mayo de 2005, una
felicitación por parte de la Presidencia del Circuito Judicial del Trabajo,
por el alto porcentaje de mediación que había logrado materializar en el
cabal desempeño de sus funciones jurisdiccionales, tal como en su mo-
mento lo demostró la Inspectoría General de Tribunales.
Manifestó que, de manera inexplicable y contradictoria con los recono-
cimientos obtenidos, mediante el Oficio Nº CJ-05-8947 del 6 de diciem-
bre de 2005 suscrito por el Presidente de la Comisión Judicial, se le hizo
saber que se dejaba “...sin efecto (su) designación como Juez del
Juzgado Décimo Noveno (19°) de Sustanciación, Mediación y Eje-
cución, en razón de las observaciones que fueron formuladas ante
es(e) Despacho...”.
Que “...esta causal ‘OBSERVACIONES’ no está tipificada como
fundamento de destitución (que en la realidad y en la practicidad
de los hechos, es lo que significa ‘dejar sin efecto su designación’)
en ninguno de los instrumentos de orden legal o sublegal de los
que informan el Ordenamiento Jurídico, vale decir, que tal ‘razo-
namiento y fundamentación’ es una situación totalmente atípica,
que viola de manera manifiesta, lo dispuesto en el artículo 49 nu-
meral 6 de la Constitución de la República Bolivariana de Vene-
zuela, lo que en la práctica causa a (su) persona un estado de
indefensión evidente...”.
Respecto del quebrantamiento del derecho a la defensa y al debido pro-
ceso, señaló que la decisión adoptada carece de fundamento, toda vez
que la misma solamente se basa en “las observaciones que fueron for-
muladas ante la Comisión Judicial” sin que para ello mediara una ave-
riguación con su correspondiente articulación probatoria, para así haber
ejercido los descargos a que hubiere lugar. Tampoco se consideró la pre-
sunción de inocencia, correspondiendo la carga de la prueba para desvir-
tuar su condición a la Comisión Judicial, así como la posibilidad de ser
oída en un procedimiento administrativo que no se le notificó para cono-
cer cuáles eran las “observaciones formuladas ante ese despacho”.
296 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
En otro orden de ideas, adujo la violación por parte de la Comisión Judicial
de su derecho constitucional a la protección integral de la maternidad, pre-
visto en los artículos 76 y 23 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, en concordancia con lo dispuesto en los artículos 483 de la
Ley Orgánica del Trabajo, 44 de Ley Orgánica para la Protección del Niño
y del Adolescente y el Convenio 3 de la Organización Internacional del
Trabajo, al haber dejado sin efecto su designación como Juez, sin tomar en
cuenta el estado de gravidez en que se encontraba para ese momento.
Sustentó este señalamiento en el artículo 384 de la Ley Orgánica del
Trabajo, el cual establece que “...la mujer trabajadora en estado de
gravidez gozará de inamovilidad durante el embarazo y hasta un
año después del parto...”, la cual solamente procedería en aplicación
del artículo 102 eiusdem y por calificación previa del Inspector del Tra-
bajo mediante el procedimiento establecido en el Título Séptimo, Capí-
tulo Segundo de esta Ley, por lo que la situación denunciada menoscaba
también el fuero maternal.
Subsidiariamente, denunció el quebrantamiento del principio de legali-
dad en materia sancionatoria, al no constar en las normas reguladores
de la materia, nada relacionado con la frase “dejar sin efecto” em-
pleada para ordenar el cese en sus funciones, lo cual en la realidad
comprendió la sanción de destitución, así como la tipificación de la con-
ducta vinculada con las denominadas “observaciones”.
Finalmente, con base en los argumentos señalados, solicitó a esta Sala,
lo siguiente:
...1°) La nulidad y consecuente suspensión de los efectos del Acto
contenido en el Oficio N° CJ-05-8947 de fecha 06 de diciembre
del año 2005, emanado del Presidente de la Comisión Judicial del
Tribunal Supremo de Justicia, por cuanto el mismo, por las razo-
nes ya expresadas, es violatorio del Debido Proceso previsto en
el artículo 49 en sus numerales 1., 2., 3., 4. y 6 de la Constitución
Nacional, en los términos que ya han sido explicados.
2°) Solicitud de Amparo Constitucional para que se me restituya en
la situación jurídica que en el orden de mi desempeño como Juez
del Juzgado Décimo Noveno de Sustanciación, Mediación y Ejecu-
ción del Régimen Procesal Transitorio del Trabajo de la Circuns-
cripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, ME HA SIDO
INFRINGIDA POR VIOLACIÓN DEL DERECHO AL DEBI-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 29 7
II
OPINIÓN DEL MINISTERIO PÚBLICO
El 22 de marzo de 2007, la abogada Roxana Orihuela Gonzatti, inscrita
en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el Nº 46.907, ac-
tuando en su carácter de Fiscal Segunda del Ministerio Público, expuso
las razones de hecho y de derecho por las cuales, en su criterio, la
acción de amparo interpuesta debía ser declarada con lugar. Al respec-
to, la representante de la vindicta pública señaló lo siguiente:
Que “...el Ministerio Público es del criterio de que la accionante
en virtud de haber sido designada en forma temporal, no gozaba
de estabilidad en el cargo y por ende para dejar sin efecto su nom-
bramiento no era requisito indispensable la apertura de un proce-
dimiento administrativo disciplinario previo, situación esta de la
cual estaba en conocimiento en todo momento...”.
En este orden ideas, señaló que “...el hecho de haber señalado la
administración (sic) que dejaba sin efecto el nombramiento de la
accionante con base a las observaciones formuladas no ha de en-
tenderse –como lo alega la accionante– como que se le sancionó
por un hecho no previsto en la ley, en violación del principio de
legalidad constitucionalmente consagrado...”.
Ahora bien, por lo que respecta a la violación a la inamovilidad producto
del fuero maternal, expresó que de los recaudos acompañados “...se
evidencia que para la fecha en que fue dejado sin efecto el nom-
bramiento de la accionante –esto es 06 de diciembre de 2005, noti-
ficado el 08 de diciembre de 2005– la misma se encontraba en
estado de gravidez y por ende gozaba del beneficio denominado
298 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
III
MOTIVACIONES PARA DECIDIR
Una vez analizado el escrito contentivo de la acción de amparo inter-
puesta y los recaudos acompañados a ésta, esta Sala pasa a decidir
previas las consideraciones siguientes:
La presente acción de amparo fue interpuesta contra el acto adminis-
trativo contenido en el Oficio Nº CJ-05-8947 del 6 de diciembre de 2005
suscrito por el Presidente de la Comisión Judicial, a través del cual se
notificó a la accionante que se dejaba “...sin efecto (su) designación
como Juez del Juzgado Décimo Noveno (19°) de Sustanciación,
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 29 9
En el caso de autos, esta Sala observa que la parte accionante tiene a
su disposición el recurso contencioso administrativo de nulidad regulado
en el artículo 21 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, el
cual es un medio procesal que, de manera idónea, puede restablecer la
situación jurídica que supuestamente ha sido vulnerada. Ello por cuanto
el acto que fue impugnado no es un acto del Poder Público que hubiere
sido dictado en ejecución directa de la Carta Magna, sino en ejercicio
de la función administrativa y, por ende, de rango sublegal; razón por la
cual no es la jurisdicción constitucional que ejerce esta Sala la compe-
tente para su control, pues de conformidad con el artículo 259 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela corresponde a la
jurisdicción contencioso-administrativa, en la que puede ser impugnado
dicho acto a través del recurso de nulidad.
En efecto, en el presente caso la Sala verificó que el acto que identificó la
accionante como lesivo de sus derechos constitucionales constituye un
acto administrativo que es susceptible de impugnación directamente en la
sede contencioso-administrativa; por tanto, la actora cuenta con una vía
judicial idónea para el restablecimiento de los derechos presuntamente
vulnerados, la cual es el recurso contencioso administrativo de nulidad, en
el que incluso puede solicitarse alguna medida cautelar contra el referido
acto administrativo a los efectos de evitar se sigan produciendo en el
tiempo los efectos supuestamente lesivos del acto que se ataca.
En tal sentido, con relación a la eficacia del recurso contencioso admi-
nistrativo de nulidad, esta Sala estableció en sentencia Nº 82 del 1° de
febrero de 2001, lo siguiente:
(...) la eficacia del recurso contencioso administrativo de anula-
ción como medio judicial a los fines del cabal restablecimiento de
la situación jurídica infringida, se evidencia de las amplias potes-
tades que por disposición del texto constitucional le han sido otor-
gadas al juez contencioso, dado que no sólo puede anular el acto
administrativo impugnado, sino también ‘...disponer lo necesario
para el restablecimiento de las situaciones jurídicas subjetivas le-
sionadas por la actividad administrativa...’, lo cual demuestra su
absoluta idoneidad, con relación a lo que ocurre con el juez cons-
titucional de amparo, para alcanzar así la efectiva protección de
los derechos y garantías constitucionales que han sido conculca-
dos por el acto administrativo impugnado...
302 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Visto lo anterior observa esta Sala que, en el caso bajo examen, la pre-
sunta agraviada en ningún momento señaló que el recurso contencioso
administrativo de nulidad contra el acto impugnado fuese un medio insu-
ficiente para restablecer el disfrute del bien jurídico lesionado. Es por
ello que considera la Sala que la accionante debió haber ejercido el
referido recurso, mediante el cual podría obtener lo mismo que fue re-
querido en esta acción de amparo constitucional.
En virtud de lo anterior, se desprende que la accionante gozaba del
mecanismo judicial idóneo, como es el recurso contencioso administra-
tivo de nulidad contra el acto impugnado, aunado a ello la quejosa no
demostró que esta vía constituía el medio expedito para lograr el resta-
blecimiento de la situación jurídica alegada como infringida en el pre-
sente caso, razones por las cuales se debe declarar inadmisible la
presente acción de amparo constitucional, toda vez que la misma se
encuentra inmersa en la causal contemplada en el cardinal 5 del artículo
6 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitu-
cionales; y así se declara.
Sin embargo, visto el carácter de orden público del fuero maternal alega-
do, y en protección al mismo, esta Sala abre nuevamente los lapsos a
partir del presente fallo para que la accionante, si así lo estima convenien-
te, intente el recurso de reconsideración ante la Comisión Judicial del
Tribunal Supremo de Justicia o el recurso de nulidad ante la jurisdicción
contencioso administrativa. Continúa vigente la medida cautelar acorda-
da hasta la fecha en que culmine el período de inamovilidad laboral.
DECISIÓN
Por las razones expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala
Constitucional, administrando justicia en nombre de la República Boli-
variana de Venezuela por autoridad de la Ley, declara INADMISI-
BLE la acción de amparo constitucional interpuesta, conjuntamente con
solicitud de suspensión de efectos, por la ciudadana GABRIELA MER-
CEDES PATIÑO LEAL, ya identificada, contra el acto administrati-
vo contenido en el Oficio Nº CJ-05-8947 del 6 de diciembre de 2005,
emanado de la Comisión Judicial del Tribunal Supremo de Justicia.
Publíquese y regístrese. Archívese el expediente.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 30 3
Dada, firmada y sellada en la Sala de Audiencias de la Sala Constitucio-
nal del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 09 días del mes
de agosto de dos mil siete (2007). Años: 197° de la Independencia y
148° de la Federación.
(...omissis...)
VOTO SALVADO
Quien suscribe, Magistrada Carmen Zuleta de Merchán, salva su
voto por disentir del criterio sostenido por la mayoría sentenciadora que
declaró inadmisible la acción de amparo constitucional interpuesta por
la ciudadana Gabriela Mercedes Patiño Leal, actuando en su condición
de Juez del Juzgado Décimo Noveno de Sustanciación, Mediación y
Ejecución del Régimen Procesal Transitorio del Trabajo de la Circuns-
cripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, contra el acto ad-
ministrativo contenido en el oficio N° CJ-05-8947, del 6 de diciembre de
2005, dictado por el Presidente de la Comisión Judicial, que resolvió
dejar sin efecto su designación en dicho cargo.
En tal sentido, se observa que en el caso de autos se invocó la violación
del derecho a la maternidad y su correlativo con la protección laboral,
en atención a las previsiones establecidas en los artículos 76 y 86 cons-
titucionales, concatenados con la normativa legal reguladora en materia
de estabilidad preceptuada en el artículo 384 de la Ley Orgánica del
Trabajo, que implementa la inamovilidad en aplicación del fuero mater-
nal durante el período del embarazo y hasta un año después del parto.
Al respecto, es necesario considerar que las previsiones de nuestro or-
denamiento jurídico interno son cónsonas con la normativa internacional
existente tanto en materia laboral como en derechos humanos. Sobre
este particular, el artículo 25 de la Declaración Universal de los Dere-
chos Humanos, el artículo VII de la Declaración Americana de los De-
rechos y Deberes del Hombre, los artículos 6 y 7 del Protocolo Adicional
a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, artículo 11 de la Conven-
ción de las Naciones Unidas Sobre Todas las Formas de Discriminación
Contra la Mujer, artículo 8 del Convenio 183 de la Organización Inter-
nacional del Trabajo Sobre la Protección de la Maternidad, 2000, así
como el artículo 5 de la Convención Sobre los Derechos del Niño, per-
miten determinar con precisión, la existencia de un sistema en resguar-
304 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
do de la protección del fuero maternal suficientemente preciso, deveni-
do por mandato que los instrumentos internacionales encomiendan ga-
rantizar al ordenamiento jurídico interno. Cabe destacar, que los
instrumentos de orden internacional previos a nuestro actual marco cons-
titucional han sido reconocidos y ratificados por nuestro país, y aquellos
dictados en regencia de nuestra actual Constitución también se encuen-
tran vigentes por la permeabilidad directa en lo que en aplicación se
refiere en los términos de la disposición expresa de los artículos 19 y 23
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, esa nor-
mativa forma parte del ordenamiento jurídico nacional.
La regulación internacional es sumamente vasta en lo referente a esta
materia, siendo producto de la perenne búsqueda de equiparar las inte-
rrelaciones existentes en el ámbito laboral que en un principio estuvie-
ron estigmatizadas por la desigualdad de género relativo al mundo del
trabajo. La búsqueda de tan importante objetivo se encuentra funda-
mentada en la noción de equidad, principio regulador y a su vez última
finalidad en procura de lograr una correcta equivalencia del marco la-
boral que equilibre en igualdad de derechos y obligaciones las relacio-
nes laborales tanto para el hombre como para la mujer.
La lucha en procura del equilibrio también viene regida por otro objetivo
primordial, como es, la noción de trabajo decente, entendida como un
trabajo productivo y adecuadamente remunerado, ejercido en condiciones
de igualdad, libertad y dignidad humana, siendo necesario para la consecu-
ción de este objetivo, otorgar a las mujeres trabajadoras una especial aten-
ción, por encontrarse en situación de desventaja en muchos aspectos.
Garantizar el mismo status legal tanto para hombres como para muje-
res, considerando su diversidad biológica es un aspecto primordial en el
régimen de protección internacional en materia de derechos humanos y
su correlativo tangencial con el derecho del trabajo. Lograr la correcta
implementación de lo que debe entenderse como trabajo decente con-
lleva, necesariamente, a considerar la equidad del género, lo cual debe
lograrse a través de la implementación de dos sistemas de protección
que permitan la correcta equiparación social en el ámbito laboral.
Aunado a la normativa del ordenamiento internacional aplicable a nues-
tro derecho interno, debe sumársele lo acordado en la Plataforma de
Acción de Beijing, aprobada en la Cuarta Conferencia de la Mujer,
1995, donde se contempló la necesidad de acometerse acciones en pro
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 30 5
del adelanto de la mujer y la defensa de sus derechos, considerándose
procurar en los órdenes internos, la estructuración de instituciones y
organizaciones que permitan la efectiva aplicación y vigilancia de las
normas de defensa de derechos de la mujer.
Igualmente, en la Convención sobre la Eliminación de todas las For-
mas de Discriminación contra la Mujer acordada por las Naciones
Unidas, especifica la obligación para los Estados de adoptar en todas
sus esferas, particularmente en lo referente a lo político, económico,
social y cultural, medidas apropiadas, legislativas y de acción para el
desarrollo y adelanto de la mujer. Mención particular merece el artículo
4 de la Convención cuando estipula expresamente la obligación de adop-
tar medidas especiales que protejan la maternidad, sin que ese régimen
de resguardo pueda ser considerado de índole discriminatorio en detri-
mento de género masculino.
Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo ha desarrollado
su actividad normativa para la promoción del empleo de las mujeres y al
fomento de la equidad de género, partiendo del principio de la no discri-
minación. Instrumentos tales como –además de los referidos anterior-
mente– como el Convenio N° 100, 1951 (igualdad de remuneración), la
Recomendación N° 90 (igualdad de remuneración de la mano de obra
femenina y masculina), el Convenio N° 111, 1958 (discriminación: em-
pleo y ocupación) concatenado con la Recomendación N° 111 (relativa
a la definición por parte de los Estados miembros para que formulen
una política que promueva la igualdad de oportunidades de empleo);
instrumentación ésta que encontró mayor respaldo cuando se adoptó en
la Asamblea General de las Naciones Unidas, la ya referida Conven-
ción sobre Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer
(1979), reiterándose la finalidad de remover los obstáculos que impidan
lograr una igualdad efectiva.
Otro instrumento objeto de consideración es el Convenio N° 123, refe-
rente a la protección y no discriminación de las mujeres con responsabi-
lidades familiares, cuya revisión efectuada en el año 1981 dio lugar al
Convenio N° 156, modificándose la antigua noción de la exclusividad de
la responsabilidad de la mujer en la vida familiar. Este nuevo instrumen-
to amplió la noción de quienes están obligados frente al hogar, abarcan-
do en razón de los diversos cambios sociales y culturales del mundo
occidental, el deber también del hombre ante la vida familiar. Esto se
refleja en la Recomendación N° 165 en cuya terminología no se refiere
306 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
más a la noción de mujeres cambiándola por el término trabajadores
de ambos sexos con responsabilidades familiares, teniendo por fina-
lidad implementar la igualdad efectiva de oportunidades, de trato y de
exclusión de cualquier discriminación en contra de los trabajadores que
tengan responsabilidades familiares sin importar su género.
La constante evolución de la normativa internacional, tanto en el senti-
do lato de los derechos humanos, como los instrumentos dictados por la
Organización Internacional del Trabajo, circunscritos al ámbito laboral,
establecen una doble vertiente frente a los Estados. En primer orden,
impone la obligación de que adopte en el sistema jurídico normativo
interno normas que sigan las directrices exigidas. Por otra parte, el de-
ber de los Estados no se reduce únicamente a cumplir con tales princi-
pios solamente a través de la actividad legislativa, sino, además, debe
lograr la idónea consecución mediante la implementación de modelos
estructurales relacionados con instituciones y procedimientos destina-
dos al cumplimiento del marco legal.
En razón de tales principios en materia internacional, nuestro país desde
el punto de vista del espectro normativo considera aplicable los principios
expuestos por disposición del artículo 23 de la Constitución, sin que ello
sea óbice para la adopción de leyes que avance más allá la protección de
los trabajadores, siendo claro lo establecido en el artículo 89 constitucio-
nal, referente al marco de protección de los derechos laborales.
La legislación interna no ha sido ajena a los principios rectores dictados por
las asociaciones internacionales a las cuales se encuentra adscrito nuestro
país. Ejemplo de ello, además de las previsiones mencionadas contempla-
das en la Ley Orgánica del Trabajo, debe mencionarse la Ley de Igualdad
de Oportunidades para la Mujer, el cual reitera para el foro interno, la Ley
Aprobatoria de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer, señalando la igualdad de acceso a todos los
empleos, cargos, ascensos y oportunidades y a idéntica remuneración por
igual trabajo, siendo obligación del Estado, específicamente, del Instituto
Autónomo de la Mujer –creado en esta Ley– de garantizar los principios
aceptados por nuestro país, mediante la aplicación de políticas directas vin-
culadas al resguardo de la mujer trabajadora.
La finalidad de la normativa aplicable, tanto de origen nacional como
internacional, es lograr una correcta equiparación en consideración a
las particularidades del género existentes para que las mujeres, con la
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 30 7
finalidad de equilibrar sus condiciones dentro del ámbito laboral, tanto
desde la implementación y respeto del principio de igualdad traducido
en las mismas oportunidades de acceso y permanencia en el trabajo, así
como su protección en los períodos de gestación y reproducción. El
establecimiento de estos principios se encuentra destinado a asegurar el
derecho de igualdad y a la no discriminación para quienes en razón de
su capacidad para concebir puedan ser susceptibles de sufrir percances
en desmedro de sus derechos laborales. También se garantiza un marco
tuitivo en la esfera jurídica del nasciturus del niño/a ya alumbrado, al
reconocerse en favor de la madre, el derecho de permanecer en su
condición de trabajadora con las derivaciones vinculadas al manteni-
miento por un tiempo determinado de su estabilidad con el pago de las
remuneraciones que se produzcan de la relación de trabajo. Esto tam-
bién incide en el marco de protección existente en pro del interés supe-
rior del niño, en razón de su vinculación con el derecho a la manutención
por parte de la progenitora, además de la necesaria compañía que ésta
debe brindarle en los primeros meses de vida, fundamentales para su
desarrollo psíquico y físico, esenciales para su crecimiento como indivi-
duo de la especie humana.
El establecimiento de normas especiales a favor de la mujer obedece a
un cambio social cuya pretensión es eliminar la disparidad de género en
el trabajo, por la que se ha exigido la promulgación de disposiciones y su
aplicación a través de una política por parte del Estado que asegure el
respeto de estas garantías. Regulaciones vinculadas a la eliminación de
cualquier clase de discriminación en razón del sexo, establecimiento de
igualdad de oportunidades, derecho a percibir el mismo salario, a la po-
sibilidad de recibir igual capacitación, prohibición de acoso del ambiente
de trabajo y un régimen de estabilidad y seguridad social a favor de la
madre, comprenden en sí, avances que originariamente a nivel interna-
cional y luego en el desarrollo de nuestra legislación son logros que
deben ser protegidos por ser auténticos derechos cuya protección a ni-
vel de la estructura del Estado deben ser llevados por los órganos de
administración de justicia.
El presente amparo constitucional se encuentra caracterizado predomi-
nantemente por la invocación del derecho laboral del fuero maternal,
factor que debió ser objeto de consideración por parte de la mayoría
sentenciadora en resguardo de la mujer embarazada quien incoó la ac-
ción, observando el marco temporal de protección que, en desarrollo de
la Constitución, delimita y precisa el artículo 384 de la Ley Orgánica del
308 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Trabajo. La sentencia cuyo criterio no se comparte, debió sopesar la
situación de la accionante cuando se produjo el acto que dejaba sin
efecto su designación como juez temporal, en razón de haberse dictado
la providencia de la Comisión Judicial dentro del periplo donde regía el
régimen excepcional de estabilidad. Hubo una contradicción evidente
frente a la Constitución, que automáticamente convirtió en írrito el acto
desde el momento mismo de su promulgación, por lo que si el órgano
administrativo en ese momento consideró necesario rescindir la desig-
nación de la persona como juez temporal, en todo caso debió respetar
su fuero maternal solicitando la calificación de despido por ante la Co-
misión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial, o
proceder a una suspensión con goce de sueldo, dado que también me-
diaba una situación de embarazo riesgoso, tal como se denota de autos,
que obligaba al reposo con el disfrute de la remuneración, en razón de la
protección especial que inviste a la madre.
Cabe destacar que si bien la accionante no tenía la titularidad del cargo,
su provisionalidad no la excluye del régimen general de protección de la
legislación laboral el cual es aplicable al sistema estatutario. Esto obe-
dece a la igualdad que debe predominar en la aplicación del fuero ma-
ternal para las trabajadoras del sector privado y público, incluyendo,
claro está, al personal que no haya ingresado al sistema estatutario de la
función pública que les resulte aplicable. Además, es de considerar que
las funcionarias también tienen derecho a la protección constitucional, y
no pueden excluirse simplemente por el régimen normativo particular al
cual pertenezcan. Resultaría completamente discriminatorio si las fun-
cionarias tanto de carrera como de libre nombramiento y remoción, aqué-
llas contratadas para el ejercicio de la función pública, e inclusive las
altas funcionarias –haciendo un correcto equilibrio entre la importancia
del cargo y la protección de la maternidad– no estuviesen investidas del
régimen especial de protección, pues ello generaría un quebrantamiento
al derecho de igualdad de toda mujer al régimen de estabilidad aplicable
por su estado de gravidez.
No escapa para quien expresa su disconformidad con respecto al fallo
que esta Sala ha mantenido un criterio incólume sobre la preponderan-
cia del ejercicio de los mecanismos procesales del contencioso adminis-
trativo de modo preferente a la interposición del amparo constitucional,
siendo para el caso particular del régimen de los jueces, la regla a apli-
car (v.gr. vid. s.S.C. 4670/2005, caso: Yulio Solórzano; 5000/2005, caso:
Nelson García; 5054/2005, caso: Yakeline Herrera; 327/2006, caso: Alex
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 30 9
Yánez; 157/2006, caso: Ciro Araque; 355/2006, caso: Carina Gimón;
44/2006, caso: Reina Gutiérrez; 197/2006, caso: María Emma León
Montesinos). No obstante, tal como se ha insistido, la presencia del
embarazo, cuya temporalidad y urgencia –así como las normas funda-
mentales que lo protegen– es de suficiente cabida para dar lugar a la
protección constitucional a través del amparo que, para el presente caso,
sí resultaba procedente por razones de urgencia y con ejercicio prefe-
rente al recurso contencioso administrativo, así sea que este último cuente
con la posibilidad de ser interpuesto conjuntamente con medidas caute-
lares. Inclusive, el amparo resulta idóneo para la presente situación,
toda vez que de otorgarse la medida cautelar, es ampliamente conocido
que el lapso de tramitación de un recurso contencioso administrativo
fácilmente puede superar el tiempo de protección correspondiente al
fuero maternal. Aunado a ello, debe hacerse referencia a lo dispuesto
en el artículo 15 de la Ley de Igualdad de Oportunidades para la Mujer
(G.O. N° 4.635 Ext. del 28.09.93) que establece: “Se prohíbe despedir
o presionar a la mujer trabajadora o menoscabar sus derechos
con ocasión de su estado de gravidez o por motivo de embarazo.
Las trabajadoras que vean afectados sus derechos por estos moti-
vos podrán recurrir al amparo constitucional para que le sean res-
tituidos los derechos violentados” (subrayado del presente voto).
En el presente caso, considera quien disiente, que al vulnerarse el fuero
maternal, se generó un despido nulo contrario a las previsiones del artí-
culo 93 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
que en su parte in fine establece: “Los despidos contrarios a esta
Constitución son nulos”, siendo factible dar lugar a la tutela constitu-
cional por la contravención del derecho a la maternidad de conformidad
con el artículo 76 constitucional. Al respecto, nuestra normativa laboral
preconstitucional establecida en la Ley Orgánica del Trabajo clasifica
los despidos en justificados e injustificados, sin que existiese para ese
momento la estipulación expresa del concepto del despido nulo en los
términos expresos de la actual Constitución. La trabajadora con fuero
maternal antes tenía el procedimiento administrativo contemplado en la
Ley Orgánica del Trabajo; sin embargo, a partir del reconocimiento que
nuestra Constitución hace del despido nulo por violación de derechos
fundamentales, como es la protección de la maternidad y su relación
directa con las previsiones del Derecho del Trabajo, la trabajadora in-
vestida de esta estabilidad puede optativamente escoger la vía adminis-
trativa o la jurisdiccional para procurar la defensa de sus derechos,
310 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
siendo una interpretación contraria violatoria del derecho de acceso a la
justicia en nuestro modelo de Estado Social del Derecho y de Justicia.
Debe reiterarse que la función del amparo es perfectamente válida para
proteger actos provenientes del Poder Público –con la excepción legal
de las sentencias dictadas por las Salas de este Supremo Tribunal– siendo
los actos de la Administración o de aquellos entes que ejerzan función
administrativa, controlables a través de este mecanismo, de conformi-
dad con lo establecido en el artículo 5 de la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales. Siempre debe ser de la
correcta consideración del juez, en caso de mediar elementos de urgen-
cia real y constatable fehacientemente mediante prueba, dar suprema-
cía al amparo con prelación al recurso contencioso administrativo, por
aplicación de la tutela judicial efectiva, la cual, debe ser considerada al
momento de analizarse una causal de inadmisibilidad como la prevista
en el artículo 6.5 de la referida Ley Orgánica de Amparo sobre Dere-
chos y Garantías Constitucionales. Observa con preocupación quien di-
siente, una posición que hace prácticamente inexistente al amparo contra
actos administrativos, y si bien es cierto que existen mecanismos sufi-
cientes dentro del contencioso administrativo, hay situaciones cuya pe-
culiaridad hacen viable el control de las providencias administrativas
mediante el ejercicio de la acción de amparo constitucional.
Finalmente, debe considerase que mantener la medida cautelar si bien en
este caso favorece a la accionante, dentro del contexto procesal no es
una solución factible, en razón de que al declararse inadmisible la acción
principal, necesariamente, conlleva al decaimiento de la medida cautelar.
En suma, quedan así expresados en los términos que anteceden, el pre-
sente voto salvado, por considerarse que la acción de amparo debió
declararse con lugar.
(...omissis...)
VOTO SALVADO
El Magistrado Pedro Rafael Rondón Haaz discrepa de la mayoría que
suscribió la decisión que antecede; en consecuencia, salva su voto con
fundamento en la siguiente consideración:
La mayoría declaró inadmisible la demanda de amparo que se incoó
contra el acto que dejó sin efecto la designación de la demandante como
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 31 1
Juez provisoria, con base en el artículo 6.5 de la Ley Orgánica de Am-
paro sobre Derechos y Garantías Constitucionales, por cuanto la quejo-
sa podía intentar demanda de nulidad contra ese acto administrativo.
Ahora bien, este voto salvante considera que la posición de la mayoría
es violatoria del más elemental derecho al debido proceso que tiene
todo ciudadano. Más aún, en los casos en los que se comprueba, con el
propio fallo objeto de revisión, que la “separación” de la demandante
del cargo de juez se debe a observaciones que, sin duda, tiene una con-
notación de “falta” que permite la calificación del acto de “separación”
que se impugnó como un acto administrativo de naturaleza sancionato-
ria que tenía, para su conformidad a derecho, que estar precedida de un
procedimiento administrativo, pues de lo contrario el acto de “separa-
ción” sería nulo de nulidad absoluta ex artículo 19.4 de la Ley Orgánica
de Procedimientos Administrativos.
Quien suscribe considera que la condición de Juez Provisorio no habilita
ni autoriza a la autoridad jerárquica de personal al desconocimiento de
los derechos constitucionales a la defensa y debido proceso de ese ope-
rador de justicia, aunque sea temporal, que exigen la instauración de un
procedimiento administrativo previo a la decisión de separación del car-
go. Por tanto, la demanda de amparo ha debido declararse procedente.
Por otra parte, este disidente destaca que la demanda de autos se admitió
el 10 de agosto de 2006 y, como medida cautelar, se acordó que la Direc-
ción Ejecutiva de la Magistratura pagara a la demandante lo que le co-
rrespondía como sueldo, razón por la cual la inadmisibilidad objeto de esta
discrepancia, la cual se funda en que la demandante puede deducir pre-
tensión contencioso-administrativa de nulidad, es, cuando menos, contra-
dictoria con el acto jurisdiccional que la Sala emitió en agosto 2006.
En efecto, para el momento en que se admitió el amparo (agosto 2006) la
Sala ya tenía establecido su criterio respecto de la inadmisión de ese medio
de tutela constitucional cuando el agravio estuviera representado por un
acto administrativo, razón por la cual, constituye una vulneración a la con-
fianza legítima que, una vez superada la admisión del amparo, ahora se
considere que la recurrente tiene a su disposición el recurso de nulidad.
Por último, no puede dejar de observar este voto salvante la incorrec-
ción procesal en que incurrió la mayoría cuando, luego de que declaró la
inadmisión de la demanda de amparo (pretensión principal), decidió que
continuaba vigente la “medida cautelar acordada hasta la fecha en que
312 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
culmine el período de inamovilidad laboral”. Si la mayoría hubiera que-
rido proteger a la demandante, en respeto al orden jurídico, ha debido
declarar con lugar la demanda en vez de mantener vigente una cautelar
que, por naturaleza, sigue la suerte de la demanda principal que, en este
caso, fue declarada inadmisible.
Queda así rendido el voto salvado.
(...)
11. CLÍNICAS ABORTIVAS CLANDESTINAS
Sentencia: Nº 1.998 del veintidós de noviembre de 2006.
Normativa citada en el fallo:
COPP: Artículos 8, 250, 253, 256 y 264.
CP: Artículos 77, 84, 99, 433 y 435.
CRBV: Artículos 2, 44 y 49.
LOASDGC: Artículo 4.
Texto del fallo:
Mediante escrito presentado ante esta Sala el 27 de julio de 2005, los
abogados RAFAEL ALBERTO MAIMONE ARAUJO y SULIMAR
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 31 3
RIVAS VIDEL, venezolanos, mayores de edad, titulares de las cédulas
de identidad números 10.507.435 y 10.824.671, respectivamente, e ins-
critos en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo los números
77.466 y 63.755, también respectivamente, en su carácter de defenso-
res del ciudadano JESÚS RAFAEL BONAFFINA CORVOS, vene-
zolano, mayor de edad y titular de la cédula de identidad número
4.023.355, ejercieron acción de amparo constitucional con solicitud de
medida cautelar innominada, de conformidad con los artículos 1 y 2 de
la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constituciona-
les, contra la sentencia dictada el 7 de abril de 2005, por la Sala N° 3 de
la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área Metropoli-
tana de Caracas, que revocó la decisión dictada el 16 de febrero de
2005, por el Tribunal Vigésimo Tercero de Control del mismo Circuito
Judicial Penal; y contra la decisión dictada el 14 de julio de 2005, por la
Sala N° 6 de la Corte de Apelaciones del mismo Circuito Judicial Penal,
que anuló la decisión de fecha 5 de mayo de 2005, emitida por el seña-
lado Tribunal de Control, siendo ambas decisiones, a su entender, viola-
torias del derecho a la libertad personal, de la garantía del debido proceso
y de la presunción de inocencia, establecidas en los artículos 44.1 y 49.2
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, respecti-
vamente, y del principio de afirmación de la libertad, consagrado en el
artículo 9 del Código Orgánico Procesal Penal y desarrollado en el artí-
culo 243 eiusdem.
El mismo día se dio cuenta en Sala y se designó ponente al Magistrado
Doctor FRANCISCO ANTONIO CARRASQUERO LÓPEZ, quien
con tal carácter suscribe el presente fallo.
En fechas 29 de julio, 5 y 12 de agosto, 20 y 26 de octubre y 30 de
septiembre de 2005, y el 17 de enero de 2006, los precitados abogados
diligenciaron a los fines de solicitar, con extrema urgencia, el pronun-
ciamiento sobre la admisión de la presente acción de amparo constitu-
cional, y respecto a la medida cautelar innominada solicitada en el escrito
contentivo de aquélla.
Practicadas las notificaciones, la Secretaría de la Sala, por auto del 28 de
junio de 2006, fijó la oportunidad para celebrar la audiencia oral de las
partes, la cual se realizó el 3 de julio del mismo año, y a la que compare-
cieron el abogado Rafael Alberto Maimone Araujo, en su carácter de
defensor del ciudadano Jesús Rafael Bonaffina Corvos –parte accionan-
te–, y la abogada Mónica Andrea Rodríguez, en representación del Mi-
314 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
nisterio Público. Se dejó constancia de la no comparecencia de los presi-
dentes de las Salas 3 y 6 de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial
Penal del Área Metropolitana de Caracas –parte accionada–, y de la
representación judicial de la ciudadana Elsa Trinidad Cedeño de Ferras –
tercero interesado–. En la audiencia constitucional, las partes presentes,
luego de ser oídas, consignaron de manera escrita los alegatos y opinio-
nes que fueron expresados en dicha audiencia. Los Magistrados Jesús
Eduardo Cabrera Romero, Francisco Antonio Carrasquero López y Ar-
cadio de Jesús Delgado Rosales formularon preguntas a las partes, las
cuales fueron debidamente respondidas.
Siendo la oportunidad legal para dictar sentencia, pasa la Sala a decidir
con base en las siguientes consideraciones:
I
ANTECEDENTES DEL CASO
Área Metropolitana de Caracas. Posteriormente, el 7 de abril de 2005,
dicho órgano jurisdiccional declaró con lugar el recurso de apelación
interpuesto por la representación fiscal, revocó el fallo impugnado y
ordenó al Tribunal Vigésimo Tercero de Control de dicho circuito judi-
cial penal librar las órdenes de capturas correspondientes.
4.- En fecha 5 de mayo de 2005, el Tribunal Vigésimo Tercero de Con-
trol del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas, vista
una nueva solicitud de revisión de la medida de privación judicial pre-
ventiva de libertad decretada contra el ciudadano Jesús Rafael Bonaffi-
na Corvos, efectuada por los abogados Sulimar Rivas Videl y Carlos
Alberto Salas Luis, otorgó medida cautelar sustitutiva a la privación de
libertad al señalado imputado, concretamente, la obligación de presen-
tarse cada ocho (8) días ante la sede de dicho juzgado.
5.- Contra esta última decisión del señalado juzgado de control, interpu-
so recurso de apelación, la Fiscal Quincuagésima Tercera del Ministe-
rio Público de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas. En vista de ello, en fecha 14 de julio de 2005, la Sala N° 6 de
la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área Metropoli-
tana de Caracas, declaró con lugar el referido recurso y, en consecuen-
cia, anuló la decisión apelada, y declaró vigentes la medida de privación
judicial preventiva de libertad dictada contra el imputado el 5 de febrero
de 2005, por el Tribunal Vigésimo Tercero de Control del Circuito Judi-
cial Penal del Área Metropolitana de Caracas.
II
DE LA PRETENSIÓN
Del escrito presentado se extraen las siguientes afirmaciones:
Que la decisión del 7 de abril de 2005, dictada por la Sala N° 3 de la Corte
de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de
Caracas, “...violentó las garantías del debido proceso y afirmación
de libertad, establecidas en la Constitución de la República Boliva-
riana de Venezuela, ya que en primer lugar invadió la racionalidad
de la Juez de Control, quien por mandato del legislador en el artícu-
lo 264 del Código Orgánico Procesal Penal, es la encargada en for-
ma exclusiva de estimar prudentemente la necesidad del
316 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
III
OPINIÓN DE LA REPRESENTACIÓN
DEL MINISTERIO PÚBLICO
IV
DE LAS DECISIONES IMPUGNADAS
En primer lugar, la decisión dictada por la Sala N° 3 de la Corte de
Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Ca-
racas el 7 de abril de 2005, que declaró con lugar el recurso de apela-
ción interpuesto por la representación fiscal, revocó la decisión dictada
en fecha 16 de febrero de 2005, por el Tribunal Vigésimo Tercero de
Control del mismo Circuito Judicial Penal, y ordenó a dicho juzgado
librar las órdenes de capturas correspondientes, sostuvo lo siguiente:
“Establece el artículo 256 del Código Orgánico Procesal Penal, que cuan-
do los supuestos que motivan la privación judicial preventiva de libertad,
puedan ser razonablemente satisfechos con la aplicación de otra medi-
da menos gravosa para el imputado, el Tribunal competente, de oficio o
a solicitud del Ministerio Público o del Imputado, deberá imponerle en
su lugar, mediante resolución motiva, alguna de las medidas cautelares
previstas en esa norma.
Advierte la Sala que toda persona tiene derecho a recurrir de la medida
privativa de libertad, si no están llenos los extremos de ley. Por otro
lado, el artículo 264 del Texto Adjetivo Penal, contempla la figura de la
revisión de las medidas cautelares, facultando a los tribunales a exami-
324 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
nar la necesidad del mantenimiento de éstas cada tres meses, cuando lo
estime prudente, pudiendo sustituirla por una menos gravosa.
Sin embargo, esta facultad está circunscrita a que hayan variado las
circunstancias que originaron la prisión preventiva y los fines del proce-
so puedan ser satisfechos con la imposición al imputado de una medida
menos gravosa, lo que no ha quedado acreditado en el presente caso,
pues no habiéndose recurrido de la prisión preventiva o renunciándose
al recurso, se entienden satisfechos y aceptados por los imputados los
extremos de ley, procediendo la sustitución sólo a causa de modifica-
ción de las mismas.
Así las cosas, a los subjúdices sólo se les impuso por vía de revisión un
régimen de presentación periódica ante el tribunal, y el compromiso de
no ausentarse del país sin la autorización del tribunal, medidas que pu-
dieran devenir en impunidad.
En efecto, a los encartados se les sindica de la comisión de los delitos
de Homicidio culposo y Aborto, en sus distintas modalidades, y las me-
didas cautelares sustitutivas de libertad que se le impusieron no enervan
el peligro de fuga al que alude el artículo 251 del Código Orgánico Pro-
cesal Penal, ya que la magnitud del daño causado fue grave, pues como
consecuencia del presunto aborto falleció una joven de 19 años, y la
clínica donde pudo habérsele practicado, ni siquiera cuenta con los per-
misos del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, esto es, se trata de
una clínica semiclandestina donde presuntamente se realizaban prácti-
cas ilegales de la medicina que generaron problemas de salud pública y
ninguna precaución al respecto tomó el tribunal de Instancia. De lo cual
se infiere que las medidas de marras no son suficientes para garantizar
la finalidad del proceso.
Además, los imputados fueron detenidos en fecha 03/02/05 y para el
momento de la revisión cuestionada, sólo habían transcurrido un poco
más de diez días, lo cual deja en entredicho que en tan poco tiempo
hayan variado los fundamentos de la medida privativa de libertad, sin
siquiera haberse acreditado circunstancias nuevas, excluyentes o modi-
ficativas que hayan evidenciado la variación de los motivos que origina-
ron el dictado de la prisión preventiva, como bien lo señala el Ministerio
Público, pues las constancias de residencia y los informes médicos pre-
sentados por la defensa, no se encuentran previstos en el elenco de
elementos que excluyen la aplicación de la medida de Privación Judicial
Preventiva de Libertad”.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 32 5
En segundo lugar, en la decisión dictada por la Sala N° 6 de la refe-
rida Corte de Apelaciones en fecha 14 de julio de 2005, se estableció
lo siguiente:
Revisadas las actas procesales se observa que existiendo una
decisión de la Sala 3 de la Corte de Apelaciones que había revo-
cado las medidas cautelares y estando aún pendiente por ejecu-
tarse las órdenes de captura de algunos de los imputados, procedió
la Juez de Control a decretar medida cautelar sustitutiva de liber-
tad, de la siguiente manera: (...).
Constató igualmente la Sala que la Juez de Control para decretar las
medidas cautelares antes especificadas lo hace con base a la conside-
ración de unas circunstancias ocurridas con anterioridad a la decisión
de la Sala 3 de la Corte de Apelaciones, lo que se traduce en descono-
cimiento de la misma y con base a una interpretación muy especial que
hace del artículo 253 del Código Orgánico Procesal Penal, circunstan-
cias éstas que permiten sostener a la Sala que no podían haber variado
las circunstancias para que la medida fuera revisada, pues se trataba de
los inicios de ejecución de una decisión emanada de la Sala 3 de la
Corte de Apelaciones.
Por otra parte, si la recurrida había dictado medida judicial privativa de
libertad en contra de los referidos imputados, es porque consideró llenos
los extremos del artículo 250 del Código Orgánico Procesal Penal, para lo
cual debía en primer lugar examinar si el delito imputado por el Ministerio
Público excedía de los 3 años en su límite máximo y así excluir la aplica-
ción del artículo 253, ejusdem. Por ello, no puede el juzgador con poste-
rioridad y sin que haya variado ninguna circunstancia, establecer con base
en el artículo 253 del referido texto legal, que la única medida de coerción
personal era la medida cautelar sustitutiva. En efecto, se juzga que se
infringió por indebida aplicación el artículo 253 del Código Orgánico Pro-
cesal Penal como fundamento para conferir a los imputados medida cau-
telar sustitutiva, en atención que este dispositivo legal debe aplicarse,
haciendo consideración de la pena que merece el delito en su límite máxi-
mo. Acudir a este fundamento legal para conferir la medida cautelar, se
traduce en que el Juzgador está reconociendo que para el caso en con-
creto no procedía en ningún caso medida privativa de libertad, razona-
miento judicial que luce contradictorio.
326 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
De lo precedentemente expuesto se concluye que la Juez de la recurri-
da, al dictar las decisiones apeladas, inobservó el mandato contenido en
la decisión de la Sala 3 de la Corte de Apelaciones e infringió por inde-
bida aplicación el artículo 253 del Código Orgánico Procesal Penal.
(...)
En cuanto a lo alegado por los Abogados SULIMAR RIVAS y CAR-
LOS SALAS, defensores del ciudadano BONAFFINO COVO (sic)
JESUS de que en el caso de autos procede lo dispuesto en el artículo
253, se juzga que la razón no le asiste con base a las razones expresa-
das por esta Sala al declarar la infracción de ley en que incurrió la
juzgadora de Primera Instancia cuando acordó la medida cautelar susti-
tutiva con base en el citado artículo...”.
V
MOTIVACIÓN PARA DECIDIR
Para decidir, la Sala observa:
La presente acción de amparo constitucional fue interpuesta por Rafael
Alberto Maimone Araujo y Sulimar Rivas Videl, actuando como defenso-
res del ciudadano Jesús Rafael Bonaffina Corvos, contra la sentencia
dictada el 7 de abril de 2005, por la Sala N° 3 de la Corte de Apelaciones
del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas, que decla-
ró con lugar el recurso de apelación ejercido por el Ministerio Público
contra la decisión dictada el 16 de febrero de 2005, por el Tribunal Vigé-
simo Tercero de Control del mismo Circuito Judicial Penal y que, en con-
secuencia, revocó tal decisión y ordenó la emisión de las correspondientes
órdenes de captura; y contra la sentencia emitida el 14 de julio de 2005,
por la Sala N° 6 de la Corte de Apelaciones del mismo Circuito Judicial
Penal, que declaró con lugar el recurso de apelación ejercido por el Mi-
nisterio Público contra la decisión de fecha 5 de mayo de 2005, dictada
por el señalado Tribunal de Control, y la cual, en consecuencia, anuló esta
última decisión y declaró vigente la medida de privación judicial preventi-
va de libertad impuesta al ciudadano Jesús Rafael Bonaffina Corvos el 5
de febrero de 2005, todo ello en el marco del proceso penal instaurado
contra el ciudadano antes señalado, por su presunta participación en la
comisión del delito de “...aborto provocado en forma continuada, pre-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 32 7
cia N° 899/2001, del 31 de mayo, de esta Sala). A mayor abundamiento,
cabe afirmar que el derecho a la libertad personal, en palabras del Tri-
bunal Constitucional Federal Alemán, tiene un alto rango entre los dere-
chos fundamentales garantizados, toda vez que es la base de la situación
jurídica general y de la posibilidad de desarrollo de la persona, a saber,
la condición para la libre actuación del ser humano.
Siguiendo esta línea de criterio, CASAL HERNÁNDEZ señala lo siguiente:
...al igual que los demás derechos fundamentales, el derecho a la
libertad personal representa tanto un derecho subjetivo de defen-
sa contra las injerencias estatales como un principio constitucio-
nal que, en cuanto decisión valorativa, repercute en todas las
esferas del ordenamiento jurídico y obliga a los poderes públicos
a tomar las medidas necesarias para asegurar su vigencia. (Cfr.
CASAL HERNÁNDEZ, Jesús María. Derecho a la libertad
personal y diligencias policiales de identificación. Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales. Madrid, 1998, pp. 153, 154).
En este mismo sentido, BORREGO sostiene:
Ciertamente, uno de los derechos que aparte de la vida goza de un
lugar privilegiado en el fuero constitucional, es la libertad personal
y que también se vincula con otros derechos como la libertad de
tránsito, de pensamiento, expresión y tantos más que adquieren re-
levancia para el desarrollo humano. Particularmente, este es un
derecho subjetivo que interesa al orden público (favorable a los
derechos humanos, según expresión de Nikken) y normalmente, es
registrado como un valor fundamental para el enaltecimiento de la
dignidad del ciudadano que ajusta su desenvolvimiento en socie-
dad. En especial, todas las declaraciones que se refieren al tema
de los derechos humanos recogen a este principalísimo fundamen-
to, reflejo inmediato del Estado de Derecho, democrático y con
determinación social. (BORREGO, Carmelo. La Constitución y
el Proceso Penal. Editorial Livrosca. Caracas, 2002, p. 90).
Si bien el derecho fundamental a la libertad personal es la regla general,
es el caso que el propio texto constitucional permite que el mismo pueda
verse limitado en ciertos supuestos excepcionales, como lo son los esta-
blecidos taxativamente en el numeral 1 del artículo 44 de la Constitu-
ción de la República Bolivariana de Venezuela. Uno de dichos supuestos
330 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
es la orden judicial, la cual constituye una garantía inherente e ineludible
al mencionado derecho fundamental. La manifestación más importante
de tal excepción dentro del proceso penal, se ve materializada funda-
mentalmente en el instituto de las medidas de coerción personal, y espe-
cíficamente, en la privación judicial preventiva de libertad –o prisión
provisional– regulada en el artículo 250 de la ley adjetiva penal, siendo
ésta la provisión cautelar más extrema a que hace referencia la legisla-
ción adjetiva penal, tanto a nivel internacional, en los distintos pactos
sobre derechos humanos que regulan la materia como a nivel interno,
así como en el Código Orgánico Procesal Penal (sentencia N° 2.426/
2001, del 27 de noviembre, de esta Sala), de allí que resulte válido afir-
mar que la institución de la privación judicial preventiva de libertad, de-
nota la existencia de una tensión entre el derecho a la libertad personal
y la necesidad irrenunciable de una persecución penal efectiva.
En este orden de ideas, y como lo ha afirmado el Tribunal Constitucional
español, la prisión provisional se sitúa entre el deber estatal de perse-
guir eficazmente el delito y el deber estatal de asegurar el ámbito de
libertad del ciudadano (STC 47/2000, del 17 de febrero). Ahora bien,
debe afirmarse el hecho de que la medida de coerción personal antes
mencionada posea en principio un contenido material que coincide con
el de las penas privativas de libertad, no implica que ella persiga el mis-
mo fin de tales sanciones, es decir, no puede concebirse como una pena
anticipada, toda vez que la misma recae sobre ciudadanos que se ven
amparados por el principio de presunción de inocencia consagrado en el
artículo 49.2 Constitucional y en el artículo 8 del Código Orgánico Pro-
cesal Penal, cristalizándose así el principio indubio pro libertate.
Así, el Tribunal Constitucional Federal alemán ha establecido al respec-
to lo siguiente:
La penalización pronta y adecuada de los delitos más graves no
sería posible en muchos casos, si las autoridades encargadas de
la persecución penal les estuviere prohibido, sin excepción, dete-
ner y mantener en prisión a los presuntos autores hasta que se
dicte la sentencia. Otra cosa es que la plena restricción de la
libertad personal, mediante la confinación a un establecimiento
carcelario, sea una sanción, que el Estado de Derecho, en princi-
pio, permite imponer sólo a quien ha sido juzgado por una actua-
ción sancionada penalmente. Este tipo de medidas, en contra de
una persona acusada de haber cometido un delito, son admisibles
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 33 1
sólo en casos excepcionalmente limitados. De esto se origina que
respecto de la presunción fundamental de inocencia, se excluyan
las acusaciones graves en contra del inculpado, permitiendo la
imposición anticipada de medidas que por sus efectos se equipa-
ran a la pena privativa de libertad. (Crf. Cincuenta Años de Ju-
risprudencia del Tribunal Constitucional Alemán. Compilación
de sentencias por Jürgen Schwabe. Konrad Adenauer Stiftung -
Ediciones jurídicas Gustavo Ibáñez. Bogotá, 2003, p. 94).
De lo anterior se infiere que a través de la medida de privación judicial
preventiva de libertad no se puede anticipar la protección de un bien
jurídico utilizándola como pena, toda vez que tal función le corresponde
al Derecho penal material (sentencia N° 915/2005, del 20 de mayo, de
esta Sala). Por el contrario, la privación judicial preventiva de libertad
debe atender a la consecución de fines constitucionalmente legítimos y
congruentes con la naturaleza de dicha medida, concretándose aquéllos
en la conjuración de ciertos riesgos relevantes, a saber: la sustracción
del encartado a la acción de la justicia, la obstrucción de la justicia penal
y la reiteración delictiva (STC 33/1999, del 8 de marzo, del Tribunal
Constitucional español). En pocas palabras, es una medida que esen-
cialmente se justifica por la necesidad de asegurar el proceso, específi-
camente, garantizar sus resultados y la estabilidad en su tramitación.
Debe reiterar esta Sala que el interés no sólo de la víctima, sino de todo
el colectivo en que las finalidades del proceso penal sean cumplidas,
encuentra un límite tajante en el derecho del procesado a presumirse
inocente hasta tanto exista la plena certeza procesal de su culpabilidad.
En el proceso penal, esta garantía se hace extrema ante la despropor-
cionalidad de la fuerza del aparato estatal frente al individuo, la funesta
posibilidad de fallo injusto que pueda implicar equívocos y, sobre todo, el
reconocimiento de encontrar en la acción delictiva una eventualidad que,
de suyo, no se reconoce como normal y deseable en una sociedad civi-
lizada regida por la justicia. Sin embargo, la protección de los derechos
del imputado a la libertad y a ser tratado como inocente mientras no se
establezca de manera plena su culpabilidad, tampoco puede significar el
absoluto abandono de los mecanismos cautelares destinados a garanti-
zar los objetivos del proceso, esto es, su normal desarrollo y la seguri-
dad del cumplimiento de sus resultas (sentencia N° 2.426/2001, del 27
de noviembre, de esta Sala).
332 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Íntimamente vinculado a lo antes expuesto, se encuentra lo referente a
la configuración de los límites de dicha medida, los cuales han sido deli-
neados por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional español en el
siguiente sentido:
...más allá del expreso principio de legalidad, la legitimidad consti-
tucional de la prisión provisional exige que su configuración y su
aplicación tengan, como presupuesto, la existencia de indicios ra-
cionales de la comisión de una acción delictiva; como objetivo, la
consecución de fines constitucionalmente legítimos y congruentes
con la naturaleza de la medida; y como objeto, que se la conciba,
tanto en su adopción como en su mantenimiento, como una medida
de aplicación excepcional, subsidiaria, provisional y proporcionada
a la consecución de los fines antedichos que constitucionalmente la
justifican y delimitan. (STC 128/1995, del 26 de julio).
Siguiendo el criterio jurisprudencial antes citado, esta Sala estima que los
tribunales de la República, al momento de adoptar o mantener sobre un
ciudadano, venezolano o extranjero, la medida de privación judicial pre-
ventiva de libertad, deben llevar a cabo la articulación de un minucioso
análisis de las circunstancias fácticas del caso que se someta a su consi-
deración, y tomar así en cuenta, además del principio de legalidad (nulla
custodia sine lege), la existencia de indicios racionales de criminalidad
en el caso concreto, y adoptar –o mantener– la antedicha provisión cau-
telar como una medida excepcional, subsidiaria, provisional, necesaria y
proporcional a la consecución de los fines supra indicados.
Precisado lo anterior, considera necesario puntualizar esta Sala, que al
Juez Constitucional no le corresponde determinar en cada caso si concu-
rren o no los presupuestos contemplados en el artículo 250 del Código
Orgánico Procesal Penal, a los fines de la adopción –o mantenimiento–
de la medida de privación judicial preventiva de libertad, toda vez que tal
facultad le corresponde exclusivamente a la jurisdicción penal ordinaria.
Sin embargo, dado el papel nuclear que posee el derecho fundamental a
la libertad personal en el modelo de Estado consagrado en el artículo 2 de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la medida de
coerción personal antes indicada debe ser dictada con todas las garantías,
de manera razonada y sometida al control de las Cortes de Apelaciones,
siendo que éstas deberán revisar si la medida resultó o no inadecuada o
desproporcionada. Ahora bien, se estima que la vía por la cual la alzada
penal efectuará tal revisión es fundamentalmente el recurso de apela-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 33 3
ción. Lo anterior es aplicable mutatis mutandi al supuesto en que el Juz-
gado correspondiente resuelva sustituir, de conformidad con el artículo
264 del Código Orgánico Procesal Penal, una medida de prisión provisio-
nal por una medida cautelar sustitutiva, decisión contra la cual la parte
acusadora (Ministerio Público, como es en el presente caso) podrá inten-
tar el recurso de apelación correspondiente.
Ahora bien, esta Sala considera oportuno resaltar que al Juez Constitu-
cional única y excepcionalmente le corresponde el ejercicio del denomi-
nado control externo de la medida de coerción personal, así como también
de la decisión del Tribunal superior que confirme o revoque la misma,
ello a los fines de velar por la salvaguarda del derecho fundamental a la
libertad personal. Dicho control externo se traduce en supervisar que la
decisión judicial contentiva de la medida se sustente en una motivación
fundada y razonada, en otras palabras, que haya sido dictada de forma
fundada, razonada, completa y acorde con los fines de la prisión pre-
ventiva, concretamente, constatando si los fundamentos de la decisión
son suficientes (es decir, si se han plasmado los presupuestos que auto-
rizan y justifican la medida), razonada (esto es, la expresión del proceso
lógico que individualiza la aplicación de las exigencias constitucionales
al caso concreto) y proporcionada (a saber, si se han ponderado los
derechos e intereses en conflicto del modo menos gravoso para la liber-
tad), neutralizando así cualquier posibilidad de que tal provisión cautelar
sea dictada bajo el manto de la arbitrariedad.
En el presente caso, se observa que la Sala N° 3 de la Corte de Ape-
laciones del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Cara-
cas, en su sentencia del 7 de abril de 2005, luego de declarar con lugar
el recurso de apelación intentado por el Ministerio Público, revocó la
decisión dictada el 16 de febrero de 2005, por el Tribunal Vigésimo
Tercero de Control del mismo Circuito Judicial Penal, siendo que esta
última el señalado juzgado de control revisó, a solicitud del ciudadano
Jesús Bonaffina Corvos y de conformidad con el artículo 264 del Có-
digo Orgánico Procesal Penal, la medida de privación judicial preven-
tiva de libertad dictada contra dicho encartado el 5 de febrero de 2005
y, en consecuencia levantó la misma, imponiéndole las medidas caute-
lares sustitutivas previstas en los cardinales 3 y 4 del artículo 256
eiusdem, referidas a la presentación periódica ante dicho tribunal una
vez cada 8 días, y la prohibición de ausentarse del país sin autoriza-
334 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
ción de tal juzgado, respectivamente; y por último, ordenó emitir la
correspondiente orden de captura contra aquél.
Por su parte, en la decisión dictada el 14 de julio de 2005, la Sala N° 6 de
la Corte de Apelaciones del mismo Circuito Judicial Penal, declaró con
lugar el recurso de apelación intentado por el Ministerio Público contra la
decisión del 5 de mayo de 2005, emitida por el Tribunal Vigésimo Tercero
de Control del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas,
mediante la cual, vista una nueva solicitud de la defensa del ciudadano
Jesús Rafael Bonaffina Corvos, se le concedió a éste una medida caute-
lar sustitutiva a la privación de libertad, concretamente, la obligación de
presentarse cada ocho (8) días ante la sede de dicho juzgado y, en conse-
cuencia, anuló la decisión apelada, y declaró vigente la medida de priva-
ción judicial preventiva de libertad dictada contra el imputado, en fecha 5
de febrero de 2005, por el Tribunal Vigésimo Tercero de Control del Cir-
cuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas.
Del exhaustivo análisis de ambas decisiones de la mencionada alzada
penal, se desprende que la motivación en ellas articulada, a los fines de
revocar la concesión de unas medidas cautelares sustitutivas al encar-
tado, se sustenta en una serie de consideraciones vinculadas esencial-
mente a los siguientes aspectos: 1.- La magnitud del daño causado por
el hecho punible objeto del proceso penal; 2.- Las circunstancias en las
cuales se materializó la presunta comisión del delito (en una clínica abor-
tiva); 3.- El hecho de no haber transcurrido un lapso suficiente para que
pudiesen variar las circunstancias que motorizaron la imposición de la
medida de privación judicial preventiva de libertad; y 4.- La indebida
aplicación del artículo 253 del Código Orgánico Procesal Penal por par-
te del Tribunal Vigésimo Tercero de Control del Circuito Judicial Penal
del Área Metropolitana de Caracas.
Visto lo anterior, esta Sala observa que en el caso de autos, si bien no
transcurrió un holgado espacio de tiempo entre el decreto y la ulterior
sustitución de las medidas de privación judicial preventiva de libertad
impuestas al quejoso, el razonamiento expresado en las sentencias im-
pugnadas mediante la presente acción de amparo, no resulta válido para
justificar el mantenimiento de un peligro de fuga no conjugable con las
medidas cautelares sustitutivas. En tal sentido, las solas características
del delito y la gravedad de la pena no bastan para ese mantenimiento,
sin valorar las circunstancias del caso y de la persona, por lo que las
decisiones accionadas constituyen la expresión larvada de un automa-
tismo ciego en la imposición de la medida de privación judicial preventi-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 33 5
va de libertad, resultando tal proceder abiertamente contrario a los prin-
cipios de excepcionalidad, subsidiariedad, provisionalidad y proporcio-
nalidad que deben informar a tal medida de coerción personal.
A mayor abundamiento, las sentencias aquí impugnadas se encuentran
referidas solamente a algunas de las circunstancias que permiten la
adopción de la medida de privación judicial preventiva de libertad, pero
no expresan la finalidad que se persigue con tal medida, así como tam-
bién carecen del razonamiento seguido para arribar al resultado deciso-
rio limitativo de la libertad personal. Así, la primera constituye una
decisión abstracta y general, que se limita a esgrimir y resaltar que no
ha transcurrido el tiempo suficiente para la modificación de las circuns-
tancias que conllevaron a la medida de prisión provisional, así como la
magnitud del daño causado; mientras que la segunda, además de reite-
rar estos mismos argumentos, señala que el Tribunal de Control aplicó
indebidamente el artículo 253 del Código Orgánico Procesal Penal, siendo
que ninguna de estas circunstancias, a criterio de esta Sala, se vincula
con alguna de las finalidades constitucionalmente legítimas de la priva-
ción judicial preventiva de libertad, así como tampoco pueden constituir
fundamentos válidos para la imposición de dicha medida cautelar.
De todo lo antes expuesto se concluye que inequívocamente las dos (2)
sentencias impugnadas por el hoy quejoso, estructuraron una motivación
inadecuada para sustentar la revocatoria de las medidas cautelares sustitu-
tivas concedidas por el juzgado de control y, consecuencialmente, para con-
siderar como adecuada la medida de prisión provisional, toda vez que no
contienen ninguna alusión a los fines que constitucionalmente legitiman la
limitación de la libertad personal del ciudadano Jesús Rafael Bonaffina
Corvos. De igual forma, no expresaron el juicio de ponderación necesario
para adoptar una medida tan gravosa, ni tampoco llevaron a cabo la valora-
ción de las circunstancias particulares del caso y del encartado.
Siendo así, observa esta Sala que el inadecuado razonamiento explana-
do en las sentencias dictadas en fechas 7 de abril y 14 de julio de 2005,
por de las salas 3 y 6 de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial
Penal del Área Metropolitana de Caracas, respectivamente, con oca-
sión del proceso penal instaurado contra el ciudadano Jesús Rafael Bo-
naffina Corvos, constituyen desde la óptica constitucional, una indudable
vulneración del derecho a la libertad personal y del principio de presun-
ción de inocencia del mencionado ciudadano. Por tanto, se estima que
tal proceder de la mencionada alzada penal, es susceptible de ser sub-
336 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
sumido en el artículo 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos
y Garantías Constitucionales. Así se declara.
En consecuencia, una vez analizados los hechos que rodean el presente
caso, a la luz de los planteamientos explanados a lo largo del presente
fallo, se concluye que las sentencias impugnadas vulneraron los dere-
chos constitucionales del quejoso, razón por la cual esta Sala debe de-
clarar con lugar la presente solicitud de amparo constitucional. En vista
de lo anterior, se anulan las decisiones objeto del presente amparo cons-
titucional, a saber, las sentencias dictadas el 7 de abril de 2005, por la
Sala N° 3 de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del
Área Metropolitana de Caracas, y la decisión dictada el 14 de julio de
2005, por la Sala N° 6 de esa misma alzada penal. Así se decide.
VI
DECISIÓN
En virtud de las consideraciones expuestas, este Tribunal Supremo de
Justicia, en Sala Constitucional, administrando justicia en nombre de la
República por autoridad de la Ley, declara:
1.- CON LUGAR la acción de amparo constitucional incoada por los
abogados RAFAEL ALBERTO MAIMONE ARAUJO y SULIMAR
RIVAS VIDEL, en su carácter de defensores del ciudadano JESÚS
RAFAEL BONAFFINA CORVOS, contra la sentencia dictada el 7
de abril de 2005, por la Sala N° 3 de la Corte de Apelaciones del Circui-
to Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas, y la decisión dic-
tada el 14 de julio de 2005, por la Sala N° 6 de la Corte de Apelaciones
del mismo Circuito Judicial Penal.
2.- Se ANULAN las sentencias dictadas el 7 de abril de 2005, por la
Sala N° 3 de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del
Área Metropolitana de Caracas, que revocó la decisión dictada el 16 de
febrero de 2005, por el Tribunal Vigésimo Tercero de Control del mismo
Circuito Judicial Penal; y la decisión dictada el 14 de julio de 2005, por
la Sala N° 6 de la Corte de Apelaciones del mismo Circuito Judicial
Penal, que anuló la decisión de fecha 5 de mayo de 2005, emitida por el
señalado Tribunal de Control.
Publíquese y regístrese. Archívese el expediente.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 33 7
Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Constitucio-
nal del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 22 días de noviem-
bre dos mil seis. Años: 196 de la Independencia y 147 de la Federación.
(...omissis...)
VOTO SALVADO
Quien suscribe, Magistrada Carmen Zuleta de Merchán, salva su voto
por disentir del criterio sostenido por la mayoría sentenciadora, que de-
claró con lugar la acción de amparo constitucional interpuesta por los
abogados Rafael Alberto Maimone Araujo y Sulimar Rivas Videl, en su
carácter de defensores del ciudadano Jesús Rafael Bonaffina Corvos, y
revocó las decisiones dictadas, el 7 de abril de 2005, por la Sala N° 3 de
la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área Metropoli-
tana de Caracas, y el 14 de julio de 2005, por la Sala N° 6 de esa misma
Corte de Apelaciones, en el proceso penal instaurado contra el mencio-
nado quejoso, por su presunta participación en la comisión del delito de
“...aborto provocado en forma continuada...”.
En efecto, la Sala Constitucional señaló, como fundamento esencial de
la declaratoria con lugar del amparo, que las decisiones adversadas en
el presente caso , “...al momento de revocar las medidas cautelares
sustitutivas concedidas por el juzgado de control y al considerar
como adecuada la medida de prisión provisional, no estructuraron
una motivación lo suficientemente justificada y razonada, toda vez
que no contienen ninguna alusión a los fines que constitucional-
mente legitiman la limitación de la libertad personal del ciudadano
Jesús Rafael Bonaffina Corvos,” concluyendo, al efecto, que esos
fallos carecían de “una motivación suficiente y razonable”, al no
“...justificar el mantenimiento de un peligro de fuga no conjugable
con las medidas cautelares sustitutivas”.
Ahora bien, quien aquí disiente considera que las Salas N° 3 y N° 6 de
la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área Metropoli-
tana de Caracas debían resolver exclusivamente los puntos alegados en
los recursos de apelaciones que intentó el Ministerio Público contra la
concesión de unas medidas cautelares otorgadas al accionante, los cua-
les se referían a que el Tribunal Vigésimo Tercero de Control del mismo
Circuito Judicial Penal había concedido las medidas cautelares sustituti-
vas en forma indebida.
338 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
En tal sentido, las Salas N° 3 y N° 6 de la Corte de Apelaciones analiza-
ron, entre otros supuestos, como se lo imponía el artículo 441 del Código
Orgánico Procesal Penal, si había “...transcurrido un lapso suficien-
te para que pudiesen variar las circunstancias que motorizaron la
imposición de la medida de privación judicial preventiva de liber-
tad...” y al observar que ello no había ocurrido, consideraron que el
Tribunal Vigésimo Tercero de Control del Circuito Judicial Penal del
Área Metropolitana de Caracas acordó las medidas cautelares sustitu-
tivas en contravención con lo señalado en la ley y en la jurisprudencia
de esta Sala. Por tal motivo, se revocó la concesión de esas medidas
cautelares sustitutivas y se dejó vigente la decisión que privó la libertad
del ciudadano Jesús Rafael Bonaffina Corvos, que fue decretada por el
referido Juzgado de Control, el 5 de febrero de 2005.
De manera que, no le era dable a las Salas N° 3 y N° 6 de la Corte de
Apelaciones analizar cualquier otro punto, por cuanto sólo debía resol-
ver los que le fueron sometidos a su consideración en los recursos de
apelaciones intentados.
Además, cabe resaltar que la Sala Constitucional señala en su fallo,
respecto a las dos decisiones proferidas por las Salas N° 3 y N° 6 de la
Corte de Apelaciones, respectivamente, que “...la primera constituye
una decisión abstracta y general, que se limita a esgrimir y resaltar
que no ha transcurrido el tiempo suficiente para la modificación
de las circunstancias que conllevaron a la medida de prisión provi-
sional, así como la magnitud del daño causado; mientras que la
segunda, además de reiterar estos mismos argumentos, señala que
el Tribunal de Control aplicó indebidamente el artículo 253 del
Código Orgánico Procesal Penal, siendo que ninguna de estas cir-
cunstancias, a criterio de esta Sala, se vincula con algunas de las
finalidades constitucionalmente legítimas de la privación judicial
preventiva de libertad, así como tampoco pueden constituir funda-
mentos suficientes para la imposición de dicha medida cautelar”.
A juicio de quien suscribe el presente voto, lo anterior evidencia, su-
mando a que se consideró que no se justificó “el mantenimiento de un
peligro de fuga no conjugable con las medidas cautelares sustituti-
vas”, que la Sala Constitucional se inmiscuyó en la autonomía que tiene
todo Juez en ponderar si, efectivamente, estaban llenos o no los extre-
mos para que se le acordara al accionante las medidas cautelares susti-
tutivas de la privación de libertad. Ese análisis le corresponde hacerlo a
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 33 9
los Jueces Penales dentro del ámbito de su competencia, por lo que este
Máximo Tribunal al hacer las consideraciones sobre la procedencia de
la medida de coerción personal, contrarió lo señalado, en la sentencia
N° 1.278, del 19 de julio de 2001 (caso: Lucas Antonio Gómez), entre
otras, en la que se estableció:
...que en virtud de la autonomía e independencia de la que gozan
los jueces al decidir, los mismos, si bien deben ajustarse a la Cons-
titución y a las leyes al resolver una controversia, disponen de un
amplio margen de valoración del derecho aplicable a cada caso,
por lo cual pueden interpretarlo y ajustarlo a su entendimiento,
como actividad propia de su función de juzgar, sin que el juzgador
de amparo pueda inmiscuirse dentro de esa autonomía del juez en
el estudio y resolución de la causa, salvo que tal criterio viole
notoriamente derechos o principios constitucionales, supuesto que
en el presente caso no se verifica.
En el caso bajo estudio, no se evidenciaba que el criterio adoptado por
las Salas N° 3 y N° 6 de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial
Penal del Área Metropolitana de Caracas, para revocar las medidas
cautelares sustitutivas, hubiese violado notoriamente derechos funda-
mentales del quejoso, toda vez que se trataba de un análisis de una
norma de rango legal que le era permitido hacerlo de acuerdo con la
autonomía de decisión que tienen todos los Jueces, por lo que le estaba
vedado a esta Sala considerar que esas razones no eran suficientes.
Además, no puede dejarse de señalar la naturaleza del delito imputado
para reforzar la potestad de juzgamiento del Juez penal de instancia; y
es que en el caso de autos los hechos por los cuales se inició el proceso
penal, se corresponden con una denuncia de práctica de un aborto a una
ciudadana que, por consecuencia de esos actos, resultó fallecida.
En el estado actual de nuestra legislación, la provocación, procuración y
la práctica del aborto se encuentran tipificados como hechos punibles
en los cuales se responsabiliza a los autores y a los partícipes, siendo la
única excepción el denominado aborto terapéutico, cuando “el faculta-
tivo que provoque el aborto como medio indispensable para salvar
la vida de la parturienta”, lo cual debe analizarse en cada caso en
concreto de acuerdo con la teoría general del delito. No obstante, ad-
vertimos que la práctica del aborto ocurre con mucha frecuencia, perte-
neciendo este hecho punible a la cifra negra de la criminalidad, toda vez
340 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
que por el escándalo social que ello involucra, nadie denuncia a menos
que el aborto ocasione la muerte de la mujer abortante.
Así pues, por hecho comunicacional se sabe que existen regiones, como
el Estado Zulia donde el aborto es la tercera causa de mortalidad ma-
terna, después de la preeclampsia y la sepsis; y de acuerdo con lo
señalado por la Organización Mundial de la Salud, en el mundo 68.000
mujeres mueren anualmente por causa de un aborto, lo que representa
el 13 por ciento de la mortalidad materna (Diario “Panorama” del 18
de julio de 2006).
De estas estadísticas alarmantes sacan provecho muchas “clínicas”
revestidas, la más de las veces, de una apariencia de legalidad, que
funcionan clandestinamente al margen de cualquier control sanitario,
policial, social y gremial; y subrayamos la falta de control gremial por-
que los médicos para escapar del estigma social que se endosa a quie-
nes favorecen el aborto, dejan a los llamados “practicantes” o
instrumentistas la realización de los abortos mal considerados de ciru-
gía menor.
Es este ambiente fraudulento, especulativo y de impunidad el que repul-
sa a la conciencia pública, y nadie más que el Juez de instancia penal
para expresar la valoración de la conciencia social.
Queda así expresado el criterio de la Magistrada disidente.
Fecha ut supra.
(...)
12. CALIFICACIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL. CARÁC-
TER ORGÁNICO DE LA LEY ORGÁNICA SOBRE EL DERE-
CHO DE LAS MUJERES A UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIA
Caso: Pronunciamiento sobre el carácter orgánico de la Ley
Orgánica sobre el Derecho de la Mujer a una Vida
Libre de Violencia, vista la remisión hecha por la
Asamblea Nacional
Voto Concurrente: Magistrado Pedro Rafael Rondón Haaz.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 34 1
Normativa citada en el fallo:
CRBV: Artículos 2, 6, 15, 16, 21, 41, 43, 55, 62,
128, 147, 165, 172, 203, 209, 247, 262,
302, 312, 313, 336 y 338.
Texto del fallo:
El 21 de diciembre de 2006 fue recibido en esta Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, proveniente de la Presidencia de este Alto
Tribunal, memorando fechado el 14 de diciembre de 2006, adjunto al
cual se remitió la “Ley Orgánica sobre el Derecho de la Mujer a una
Vida Libre de Violencia”, sancionada por la Asamblea Nacional el 25
de noviembre de 2006, para que este órgano jurisdiccional se pronuncie
acerca del carácter orgánico del aludido texto normativo, de conformi-
dad con lo preceptuado en el artículo 203 de la Constitución de la Repú-
blica Bolivariana de Venezuela.
En esa misma oportunidad se dio cuenta en Sala y se designó ponente a
la Magistrada Carmen Zuleta de Merchán quien, con tal carácter, sus-
cribe la presente decisión.
I
Examinado el contenido de la “Ley Orgánica sobre el Derecho de la Mujer
a una Vida Libre de Violencia” y estando dentro del término previsto en el
artículo 203 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
para la emisión del pronunciamiento correspondiente, se observa:
La Ley sancionada objeto de análisis tiene por finalidad “garantizar y
promover el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, creando
las condiciones para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia
contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones y ámbitos”. En
su capítulo I, denominado “Disposiciones Generales” (artículos 1 a 3),
342 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
contiene los principios rectores y una enunciación de los derechos prote-
gidos por la Ley; a saber: a la vida, la dignidad e integridad psicológica,
sexual, patrimonial y jurídica de las mujeres víctimas de violencia; igual-
dad, la protección de las mujeres particularmente vulnerables, a la infor-
mación y asesoramiento, así como los demás derechos establecidos en la
Ley Aprobatoria de la Convención sobre la Eliminación de todas las For-
mas de Discriminación contra la Mujer y la Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer.
De igual modo, la mencionada Ley estatuye las medidas de seguridad,
protección y cautelares para salvaguardar la vida, proteger la integri-
dad física, emocional, psicológica y los bienes patrimoniales víctimas de
violencia; crea un fuero especial para el conocimiento de los delitos de
género, así como el procedimiento para su juzgamiento. Define los tipos
de violencia contra las mujeres y le asigna las penas correspondientes,
y en el Capítulo IV describe la estructura administrativa encargada de
velar por las políticas públicas de prevención y atención de las mujeres
víctimas de la violencia.
En el capítulo VII se dispone todo lo relativo para el establecimiento
de la responsabilidad civil, y en el capítulo siguiente se regula las
penas accesorias encaminadas a la orientación del transgresor. Asi-
mismo, regula el procedimiento para juzgar los delitos de género y
ordena la creación de los Tribunales de Violencia Contra la Mujer.
II
Señalado lo anterior corresponde a esta Sala determinar su competen-
cia para pronunciarse acerca de la constitucionalidad del carácter orgá-
nico de la “Ley Orgánica sobre el Derecho de la Mujer a una Vida
Libre de Violencia”, sometida a su análisis. En tal sentido, se observa
que, de acuerdo con la previsión contenida en el artículo 203 de la Cons-
titución de la República Bolivariana de Venezuela, a la Sala Constitucio-
nal le corresponde determinar, mediante un control constitucional a priori,
si revisten el carácter invocado “las leyes que la Asamblea Nacional
haya calificado orgánicas”, al disponer la aludida disposición que:
“Las leyes que la Asamblea Nacional haya calificado de orgánicas se-
rán remitidas antes de su promulgación a la Sala Constitucional del Tri-
bunal Supremo de Justicia, para que se pronuncie acerca de la
constitucionalidad de su carácter orgánico. La Sala Constitucional deci-
dirá en el término de diez días contados a partir de la fecha de recibo de
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 34 3
la comunicación. Si la Sala Constitucional declara que no es orgánica, la
ley perderá este carácter...”. (Subrayado de esta Sala).
En este sentido, la Sala ha venido asumiendo su competencia atribuida di-
rectamente por la aludida norma constitucional y así lo ha declarado en
distintas oportunidades, según se desprende de las sentencias, por ella dic-
tadas, números: 537/2000 y 811, 1.716, 1.719, 2.177, 2.252, 2.265, 2.541,
estas últimas de 2001, entre otras. En consecuencia, esta Sala Constitucio-
nal declara su competencia en el presente caso para pronunciarse acerca
de la constitucionalidad del carácter orgánico de la “Ley Orgánica sobre el
Derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia”. Así se decide.
III
Ahora bien, la nueva concepción de leyes orgánicas constituye una de las
novedades más significativas que la Constitución de 1999 introdujo en
materia de fuentes del Derecho. Sin embargo, la incorporación de esta
categoría legislativa en nuestro ordenamiento jurídico vino a plantear, una
vez más, la necesidad de delimitar el ámbito de la ley orgánica y su articu-
lación con la ley ordinaria, a partir de la interpretación del artículo 203
constitucional en torno al cual se desarrolla el régimen jurídico de las
leyes orgánicas en Venezuela. Si tal delimitación supone partir de la pre-
misa de que las leyes orgánicas, como tales, han de cumplir alguna fun-
ción sustancial es menester aclarar, a juicio de esta Sala, ¿qué sentido
tiene, de cara a la Constitución vigente, calificar una ley como orgánica?
Para dar respuesta a esta interrogante, la cual encierra especialmente
dudas e incertidumbres sobre el concreto establecimiento del ámbito
material de las leyes orgánicas según los términos y condiciones previs-
tas en el texto constitucional, se han ido precisando los rasgos de esta
importante categoría de ley a través de numerosos pronunciamientos de
la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia sobre el tema,
sin que pueda sostenerse, en absoluto, que estén ya resueltos los diver-
sos problemas sobre la ley orgánica y el sentido general de esta figura.
Pues bien, debe esta Sala nuevamente destacar la doctrina que la mis-
ma asentó en torno a la delimitación constitucional de las materias
propias de la ley orgánica, con ocasión del control de constitucionali-
dad que ejerce respecto del carácter orgánico que la Asamblea Na-
cional atribuya a una determinada ley; subrayando que, en general, ha
asumido en su jurisprudencia que con las leyes orgánicas se pretende
344 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
fundamentalmente que las materias reguladas por éstas tengan mayor
estabilidad que aquellas materias que son propias de las leyes ordina-
rias, dada la especial rigidez de aquellas normas respecto de éstas,
cuya aprobación y ulterior modificación o derogación se somete a re-
quisitos especiales –como el concurso más amplio de voluntades en la
Asamblea Nacional– en cuanto regulan la materia de que se trate,
aunque la ratio del número de leyes orgánicas –tanto por determina-
ción constitucional como las que derivan de un criterio material– in-
cluidas en el texto constitucional, encierran diversas motivaciones (p.
ej. prolongar el espíritu de consenso en materias trascendentales o
poner a cubierto el desarrollo de los derechos fundamentales). Así, en
sentencia N° 34 del 26 de enero de 2004 (caso: Vestalia Sampedro de
Araujo y otros), esta Sala, en atención a los diversos fallos que habían
sido emitidos en relación con el contenido del artículo 203 constitucio-
nal, precisó lo que a continuación se transcribe:
1.- En su decisión N° 1971/2001, del 16.10, esta Sala Constitucio-
nal señaló que el artículo 203 de la Constitución de 1999 modificó
el régimen constitucional para la producción por parte del legisla-
dor nacional de normas o leyes con carácter orgánico, al (i) supri-
mir la libertad que el derogado Texto Constitucional de 1961
confería en su artículo 163 al Órgano Legislativo Nacional para
que invistiera, con el voto favorable de una mayoría calificada y,
supuestamente, según su apreciación de la importancia del ámbi-
to regulado, a determinados textos legales con el carácter de pre-
ceptos orgánicos, junto a los así calificados en forma expresa por
la Norma Constitucional, y (ii) adoptar un criterio material para
delimitar los supuestos en que la actual Asamblea Nacional pue-
de, mediante una mayoría calificada, atribuir el carácter orgánico
a determinadas normas legales, todo ello en atención a la función
que dichas disposiciones ocupan en el ordenamiento jurídico, a
saber, la de regular una materia específica, vinculada con dere-
chos constitucionales, la organización de las ramas del Poder
Público o con la producción de otras normas, en forma preferente
a la ley ordinaria que pueda ser dictada respecto de esa misma
materia por el Órgano Legislativo Nacional, todo ello a fin de
impedir la modificación constante de dicho régimen y no concer-
tada de dichas normas orgánicas, en perjuicio de la estabilidad de
las instituciones o del efectivo ejercicio de los derechos protegi-
dos constitucionalmente.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 34 5
Ahora bien, según lo interpretado por la Sala en su decisión N°
537/2000, del 12-06, la clasificación de leyes orgánicas que adop-
ta el artículo 203 del vigente Texto Fundamental, cuando expresa
que son normas de carácter orgánico las que así denomina la pro-
pia Constitución, las dictadas para regular los poderes públicos,
las dictadas para desarrollar derechos constitucionales y las que
se sirven de marco normativo a otras leyes, atiende a criterios de
división lógica distintos, ya que las categorías 1a y 4a, obedecen a
un criterio técnico-formal, es decir, a la prescripción de su deno-
minación constitucional o a la calificación por la Asamblea Na-
cional de su carácter de ley marco o cuadro; mientras que las
categorías 2a y 3a responden a un principio material, relativo a la
organicidad de las ramas en las cuales se divide el Poder Público
y al desarrollo de los derechos constitucionales; por tal motivo,
según lo indicado por la misma Sala en sentencia N° 2573/2002,
del 16-10, la calificación de una ley como orgánica tiene, en nues-
tro ordenamiento jurídico, una significación importante, que viene
determinada por su influencia dentro del sistema de jerarquía de
las leyes en relación con un área específica, por ello, la inclusión
de la expresión orgánica en su denominación revela mucho más
que un nombre, pues con éste se alude al carácter o naturaleza
relevante de una determinada norma dentro de aquel sistema.
En armonía con lo expuesto, y a objeto de profundizar en el
basamento o razón de ser de la norma orgánica, más allá de su
comprensión por la dogmática jurídica, en decisión N° 1723/2002,
del 31.07, esta Sala Constitucional indicó con claridad que la
naturaleza orgánica de la ley también surge, aparte de los crite-
rios de división lógica apuntados anteriormente, del contraste
con las leyes ordinarias, pues mientras las primeras (normas
orgánicas) están asociadas a determinadas materias o cumplen
un determinado fin técnico, respecto de las segundas (normas
ordinarias) el legislador dispone de un amplio poder de configu-
ración; en el mismo sentido, para la calificación de las primeras
se exige una mayoría de las dos terceras partes de sus integran-
tes en el proceso legislativo (artículo 203 constitucional), mien-
tras que las normas o leyes ordinarias pueden ser aprobadas
válidamente por mayoría de votos (artículo 209 constitucional),
siempre y cuando se cumpla con el quórum exigido por la mis-
ma Norma Fundamental (artículo 221).
346 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
En el mismo fallo, la Sala apuntó que las diferencias anotadas no
son producto de un capricho del constituyente, y que, por el con-
trario, tienen su fundamento en atendibles razones de orden polí-
tico-constitucional que, sean cuales fueren, justifican su
cumplimiento riguroso, esto es, que los requisitos establecidos por
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela para
darle carácter orgánico a un proyecto de ley deben necesaria-
mente estar presentes de forma cabal, concurrente, pues, si fuere
de otro modo, se dejaría sin contenido las normas que los estable-
cen y no se daría cumplimiento a los objetivos del constituyente al
erigir tales dificultades y al relacionar dichos instrumentos nor-
mativos con materias o fines determinados de especial impacto,
por ejemplo, en el ejercicio de los derechos constitucionales o en
las relaciones de los particulares con el Estado, según el caso, las
cuales requieren de mayores niveles de discusión, participación,
deliberación y consensos, así como de mayor estabilidad y per-
manencia en el tiempo, que las dirigidas a normar ámbitos donde,
al no estar comprometidas relaciones o situaciones jurídicas tan
delicadas, es necesario mayor flexibilidad y rapidez para su pro-
gresiva y oportuna modificación o reforma.
Para dejar en evidencia la importancia del tópico examinado, a sa-
ber, la justificación de las leyes orgánicas en el ordenamiento jurídi-
co venezolano, la Sala acogió lo expresado por la dogmática
constitucional española, de acuerdo con la cual ‘...es claro que el
propósito perseguido por el constituyente (al consagrar la figura de
la ley orgánica) no fue otro que el dotar a ciertas materias de un
mayor apoyo parlamentario –con respecto a las habituales exigen-
cias de mayoría simple– dotándolas también con ello de una mayor
estabilidad. Con la exigencia de mayoría absoluta (en el ordena-
miento constitucional español) en tales casos se venía a prolongar
en alguna medida el espíritu de consenso que había presidido la
elaboración de la Constitución, proyectándola sobre una serie de
materias’ (Cfr. Juan Pemán Gavín, Las Leyes Orgánicas: con-
cepto y posición en el sistema de fuentes del derecho, en Estu-
dios sobre la Constitución Española, Libro Homenaje a Eduardo
García de Enterría, Tomo I, Madrid, Civitas, 1991, p. 139).
En tal sentido, razonó esta Sala que, desde un punto de vista posi-
tivo, debe tenerse presente que el instituto de la ley orgánica está
reservado a materias de especial trascendencia, tales como: a)
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 34 7
las relativas al funcionamiento de los órganos de más alto rango
de las diferentes ramas en las cuales se divide el Poder Público
[Fuerza Armada Nacional (art. 41), Distritos Metropolitanos (art.
172), Administración Pública Nacional (art. 236.20.), Procuradu-
ría General de la República (art. 247), Tribunal Supremo de Justi-
cia (art. 262), Poder Ciudadano (art. 273), Poder Electoral (art.
292) y Consejo de Defensa de la Nación (art. 323)]; b) a la orga-
nización del territorio y la armonización interterritorial: [fronteras
(art. 15), división político-territorial (art. 16), ordenación del terri-
torio (art. 128), organización municipal (art. 169), límites a los
emolumentos de los funcionarios públicos (art. 147)] c) a la in-
dustria y finanzas públicas [actividad petrolera (art. 302), crédito
público (art. 312), administración económica y financiera del Es-
tado (art. 313)]; d) desarrollo de los derechos constitucionales
[los comprendidos en el Título III de la Constitución, lo relativo a
los refugiados (Disposición Transitoria Cuarta)]; y e) protección
del orden constitucional [jurisdicción constitucional (art. 336.11),
estados de excepción (art. 338)].
Y, desde un punto de vista negativo, que la previsión constitu-
cional de normas o leyes orgánicas responde al orden democrá-
tico estatuido por el pueblo en la Carta Fundamental, que
constituye el cimiento del sistema político venezolano, vinculado
inexorablemente a los principios democráticos, de la participa-
ción y del pluralismo político (artículos 2, 6 y 62 constituciona-
les), los cuales exigen que en el seno de los órganos legislativos
sea el juego de las mayorías (simples, absolutas o calificadas
según la materia objeto de la regulación) el que fije discrecio-
nalmente los criterios político-normativos en función de la con-
vivencia social, política y económica, todo en el marco de las
composiciones y recomposiciones a que están sujetas las fuer-
zas sociales en ellos representadas, discrecionalidad que encuen-
tra cobertura en la textura abierta de los principios rectores de
la política social y económica contenidos en la Constitución vi-
gente, en función de lo cual ésta se erige como una plataforma
de partida que representa la garantía de legitimidad para que
cada uno de los sectores sociales pueda competir, esto es, de
participar directamente o a través de sus representantes electos
en forma democrática, en la tarea de imprimir al Estado una
orientación de uno u otro signo.
348 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Ahora bien, según explicó esta Sala Constitucional en la oportuni-
dad indicada (sentencia N° 1723/2002, del 31.07, ratificada en la
N° 2573/2002, del 16.10) tales principios (democrático, de parti-
cipación y pluralismo político) son fundamentales, ya que, al ser
normativos en el sentido de vincular la actuación del propio Órga-
no Legislativo Nacional, allanan el camino para el encuentro de
‘coexistencias posibles, es decir, un compromiso de las posibilida-
des y no un proyecto rígidamente ordenador que pueda asumirse
como un a priori de la política con fuerza propia, de arriba hacia
abajo. Sólo así podremos tener constituciones abiertas, constitu-
ciones que permitan, dentro de los límites constitucionales, tanto
la espontaneidad de la vida social como la competición para asu-
mir la dirección política, condiciones ambas para la supervivencia
de una sociedad pluralista y democrática. Será la política consti-
tucional que derive de las adhesiones y de los abandonos del plu-
ralismo, y no la Constitución (o el uso impropio de las leyes
orgánicas, agrega esta Sala) la que podrá determinar los resulta-
dos constitucionales históricos concretos’ (Cfr. Gustavo Zagre-
belsky, El Derecho Dúctil, Madrid, Trotta, 1997, p. 97).
En armonía con la fundamentación político-constitucional expuesta
sobre la trascendencia que, para las personas que integran una
sociedad en particular, tienen las normas contenidas en leyes or-
gánicas, la filosofía del derecho, entendida en su perspectiva epis-
temológica respecto de la ciencia del derecho, ha contribuido en
el estudio de la naturaleza de las normas o leyes orgánicas y su
posición dentro del ordenamiento jurídico, a partir de las cons-
trucciones teóricas elaboradas por las distintas ramas de la dog-
mática jurídica.
En efecto, a partir de la observación de que las normas dictadas con
base en el actual artículo 203 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela tienen el efecto de impedir que por leyes
ordinarias o especiales se deroguen disposiciones referidas a la or-
ganización de ciertos poderes o a las formalidades que deben reunir
determinadas leyes, se ha indicado que las normas o leyes orgánicas
poseen las siguientes características: a) son preceptos relativos a los
órganos creadores del derecho y al procedimiento que han de seguir
éstos para emitir declaraciones de voluntad imputables al Estado (Cfr.
H. Nawiasky, Teoría General del Estado, Madrid, Rialp, 1962, trad.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 34 9
de José Zafra Valverde, p. 162), debido a ello, las normas orgánicas
se distinguen de las normas materiales o primarias, en lenguaje har-
tiano, pues mientras éstas dicen cómo se han de comportar los suje-
tos de derechos para evitar la sanción, aquéllas expresan quién
determina y cómo se determina el modo en que los sujetos de dere-
cho han de obrar para evitar las sanciones; b) son facultativas o
permisivas en tanto disposiciones relativas a los presupuestos para el
nacimiento de las normas jurídicas materiales; en tal sentido, algunos
autores llaman a las normas orgánicas normas de competencia (C.
E. Alchourrón y E. Bulygin, Introducción a la Metodología de las
Ciencias Jurídicas, Buenos Aires, Astrea, 1974, pp. 119 y 120), por
oposición a las normas de conducta, y otros las denominan derecho
constitucional lato sensu, al asimilarlas a las normas que conforman
la parte orgánica de la Constitución dedicada a la organización del
Estado (Cfr. H. Nawiasky, Op. Cit., pp. 166); c) son formales, al
igual que las procedimentales y las procesales, en relación con las
normas materiales o de conducta, ya que regulan el ejercicio de un
poder, es decir, la potestad de producir un efecto jurídico, pero, a
diferencia de estas últimas, aquéllas establecen las condiciones bajo
las cuales pueden surgir nuevas normas materiales; d) son premisa
lógica de las normas de conducta o materiales, en el sentido de que
los órganos han de existir previamente para que el derecho pueda
ser estatuido, de allí que se afirme que las normas orgánicas son
normas jurídicas parciales, carentes de autonomía, limitadas única-
mente a fijar los presupuestos para el nacimiento de normas materia-
les o de conducta generales o individualizadas, sin que ello permita
confundirlas con las llamadas normas programáticas (Cfr. H. Nawias-
ky, Op. Cit., pp. 165).
Como expresamente señaló esta Sala en su citada decisión N° 2573/
2002, del 16-10, la Constitución de la República Bolivariana eliminó
la “categoría” de leyes orgánicas por envestidura parlamentaria
prevista en el artículo 163 de la Constitución de 1961 (que de cual-
quier modo no debió ser interpretada como la posibilidad para el
antiguo Congreso de la República de investir de organicidad a las
leyes que le parecieran importantes, sino sólo a las leyes referidas
a la organización de ciertos poderes o a las formalidades que de-
bían reunir determinadas leyes) y limitó a cuatro categorías inequí-
vocas determinables los tipos de leyes orgánicas (las que así
denomine la Constitución, las que se dicten para organizar los po-
350 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
deres públicos, para desarrollar los derechos constitucionales y las
que sirven de marco normativo a otras leyes) con lo cual no hizo
sino ratificar las ideas expresadas por la filosofía del derecho al
explicar que la prohibición para el legislador nacional de derogar
total o parcialmente mediante leyes especiales u ordinarias, apro-
badas por una mayoría absoluta, las normas contenidas en leyes
orgánicas, aprobadas por una mayoría calificada, obedecía al reco-
nocimiento por la propia Norma Constitucional de la naturaleza de
normas constitucionales lato sensu de tales preceptos orgánicos,
no por tener rango superior a la ley ordinaria en el sistema de fuen-
tes, sino por su preeminencia lógica e indispensable para la cons-
trucción del resto del ordenamiento jurídico”.
Obsérvese que si hay una pauta clara que se desprende de la jurispru-
dencia constitucional en este asunto, ésta es sin duda la del aspecto
material que en la definición de ley orgánica impera en la actualidad,
teniendo en cuenta que –a la luz del artículo 203 de la Constitución de
1999– son materias exclusivas de esta categoría de ley, además (i) de
las que en casos concretos así haya considerado el propio texto consti-
tucional (vale decir, las leyes orgánicas por denominación constitucio-
nal), las leyes orgánicas relativas; (ii) a la organización de los poderes
públicos; (iii) al desarrollo de derechos constitucionales; y (iv) las que
constituyan un marco normativo para otras leyes.
En relación a ellas, aprecia la Sala que es perfectamente sostenible,
siguiendo incluso la doctrina y jurisprudencia que ha dominado en Espa-
ña en relación con el principio de competencia, que además de existir
materias reservadas a la ley orgánica, también la ley orgánica está re-
servada para regular tales ámbitos. Esto supone negar que mediante ley
orgánica sea constitucional regular cualquier materia y, a su vez, que
sea de orden jerárquico la relación entre aquélla y la ley ordinaria que
del mismo modo tiene un ámbito material propio; máxime cuando, si-
guiendo a De Otto, esta Sala debe reiterar que la ley orgánica “es,
simplemente, una ley reforzada, dotada de mayor rigidez que la
ordinaria en cuanto regule materias reservadas a la ley orgánica”
(DE OTTO, Ignacio, Derecho Constitucional. Sistema de Fuentes,
Ariel, Barcelona, 1999, p. 114). Así se justifica no solamente la imposi-
bilidad de que las leyes ordinarias modifiquen lo establecido por las le-
yes orgánicas, sino también la paralela imposibilidad de que la ley orgánica
regule materias no comprendidas en la relación taxativa prevista en el
artículo 203 constitucional para la ley orgánica.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 35 1
Ello conduce a sostener, igualmente, el alcance restrictivo que debe darse
a la interpretación de las previsiones constitucionales que establecen
reservas de ley orgánica, particularmente en relación con expresiones
como “organizar los poderes públicos” y “desarrollar los derechos
constitucionales”, teniendo en cuenta que, tal como se ha advertido
del nuevo precepto constitucional que regula las leyes orgánicas (ar-
tículo 203) se desprende “la voluntad de la Constitución de crear
una diversidad de tipos normativos sustentados en su objeto, el
cual es definido a partir del correspondiente ámbito competencial
material, debidamente acotado por la propia Constitución,....”
(PEÑA SOLÍS, José, Los Tipos Normativos en la Constitución de 1999,
Colección Estudios Jurídicos, Tribunal Supremo de Justicia, Caracas,
2005, p. 66). En esta oportunidad, la Sala insiste en que los subtipos de
ley orgánica introducidos por la Constitución de 1999, desde el punto de
vista sustantivo, llevan implícito un contenido, que es aquel que el Cons-
tituyente estimó conveniente regular mediante una ley reforzada, dota-
da de mayor rigidez que la ordinaria en cuanto regule materias de especial
repercusión que han sido reservadas a la ley orgánica, “las cuales re-
quieren de mayores niveles de discusión, participación, delibera-
ción y consensos, así como de mayor estabilidad y permanencia en
el tiempo” (Vid. sentencia de esta Sala N° 34 del 26 de enero de 2004).
Así, aclara esta Sala que la noción constitucional de las leyes orgánicas
impone expandir los puntos de vista hacia un enfoque material restricti-
vo, que da lugar a la prohibición de que la Asamblea Nacional pueda
calificar de orgánica a las leyes que regulen materias distintas a las
contempladas en los supuestos constitucionales antes identificados o
bien aquellas que tengan una finalidad distinta a la allí expresada, como
podría ser la de servir de marco normativo de otras leyes.
Establecido lo anterior, se observa que hemos llegado a un punto crucial
en nuestra reflexión, pues debe centrarse la atención en determinar si en
el concreto supuesto de la legislación denominada por la Asamblea Na-
cional “Ley Orgánica sobre el Derecho de la Mujer a una Vida Libre de
Violencia”, en razón de la materia objeto de dicho texto, esta Sala consi-
dera que es constitucional el carácter orgánico otorgado al mismo, vale
decir, si queda dicha ley dentro o fuera de las previsiones del artículo 203
de la Constitución de 1999, determinantes de que deba o no reputársele
ley orgánica, muy particularmente en cuanto al inciso de dicha norma
alusivo a las leyes que se dicten “para desarrollar los derechos cons-
titucionales”, tratando en suma de esclarecer si en esta expresión tiene
352 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
cabida lo que afecte los derechos fundamentales a la integridad personal,
a la vida y a la igualdad ante la ley, a favor de un grupo poblacional tradi-
cionalmente vulnerable como lo es el de las mujeres.
La jurisprudencia constitucional en Venezuela carece de precisiones de
orden concreto sobre el alcance que debe darse a diversos supuestos de
reserva constitucional de ley orgánica, particularmente sobre las leyes
relativas al desarrollo de los derechos constitucionales; de tal manera que
conviene analizar con mayor detenimiento este subtipo de ley orgánica.
Observa la Sala que el problema central consiste en determinar qué
conexión debe existir entre el derecho constitucional y la ley para que
ésta deba tener carácter orgánico por constituir desarrollo del derecho
constitucional. Resulta claro para esta Sala que no toda ley que tenga
relación con un derecho constitucional debe tener carácter orgánico.
Por tal razón, se estima que puede resultar inevitable aproximarse a
esta cuestión con un cierto casuismo, teniendo en cuenta que la gran
heterogeneidad de contenidos que se incluyen en el Título III, denomi-
nado “De los Deberes, Derechos Humanos y Garantías”, de la Consti-
tución de 1999, desde el punto de vista de la estructura del derecho de
que se trate y del tipo de relación que la ley guarda con el mismo, ha de
conducir a esta Sala a determinar que hay derechos constitucionales no
susceptibles de desarrollo en el sentido del artículo 203 constitucional, y
bien que hay derechos constitucionales cuyo desarrollo por ley orgánica
no agotaría el correspondiente sector normativo, el cual debe ser com-
plementado con disposiciones legales de carácter ordinario en todo lo
que no sea estrictamente desarrollo del derecho constitucional.
A partir de la tesis interpretativa restrictiva del precepto constitucional
que regula a las leyes orgánicas para desarrollar los derechos constitu-
cionales, que permite la armonización conceptual de las variables “de-
sarrollo” y “derechos constitucionales” y reducir al mínimo su contenido,
ha de construirse, a juicio de esta Sala, el ámbito material reservado a
este nuevo subtipo de leyes orgánicas. Acerca del significado de tales
expresiones, salvando las diferencias, pueden encontrarse abundantes
precisiones de orden concreto en la doctrina y jurisprudencia constitu-
cional españolas acerca del alcance que debe darse al supuesto de re-
serva constitucional de ley orgánica para el desarrollo de derechos
fundamentales, en razón de que, como ha dicho la doctrina patria, el
precepto constitucional que regula las leyes orgánicas en Venezuela,
tiene su fuente en la Constitución española de 1978 (PEÑA SOLÍS,
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 35 3
José, Ob. Cit., pp. 92-93). En este sentido, el mencionado autor destaca
que, a partir de la teoría “minimalista” o del “complemento indispensa-
ble” manejada por la doctrina y la jurisprudencia española (Vid., entre
otros, SANTAMARÍA PASTOR, Juan Alfonso, Principios de Derecho
Administrativo. Volumen I. Centro de Estudios Ramón Areces, S.A., 4a
ed., Madrid, 2002, p. 242; y GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y To-
más-Ramón Fernández, Curso de Derecho Administrativo I. Edito-
rial Civitas, S.A., 5 a ed., Madrid, 1989, pp. 155-159), y con las que
guarda congruencia la posición seguida por el constituyente venezola-
no de 1999, las normas que reservan al Poder Legislativo Nacional el
desarrollo de derechos constitucionales, específicamente mediante le-
yes orgánicas, aluden a que la regulación de un derecho sea efectua-
da de forma directa, frontal y global, excluyendo todo intento tendente
a disciplinarlo de manera indirecta.
De modo que, observa la Sala, si cualquier regulación que de forma inclu-
so parcial o indirecta afecta el régimen de los derechos y libertades se
encuentra reservada a la ley orgánica, llevaría sin duda al absurdo de
considerar que la inmensa mayoría de las leyes formales deberían ser
leyes orgánicas, descartando toda posibilidad de que el legislador, me-
diante la aprobación de leyes a través de un procedimiento menos refor-
zado, pueda incidir, aun indirectamente, en el efectivo ejercicio de derechos
constitucionales. En otras palabras, interpretado el término “desarrollo”
en un sentido estricto, sólo cabe atribuir a la ley orgánica toda regulación
general de la norma constitucional que reconoce un derecho o lo que
afecta a cuestiones básicas y esenciales de dicha regulación, que contri-
buya a la mejor aplicación del precepto constitucional porque incida en
aspectos propios de la eficacia del mismo; pero no así cualquier supuesto
en que se incida de manera más o menos directa en la esfera de un dere-
cho constitucional, ni siquiera todo lo que se pueda considerar regulación
de su ejercicio. De esta forma, la Sala debe reiterar el criterio sentado en
sentencia N° 1.723 del 31 de julio de 2002, que declaró que el “Proyecto
de Ley Orgánica del Sistema Venezolano para la Calidad” no tiene el
carácter orgánico que le atribuyó la Asamblea Nacional, luego ratificado
en sentencia N° 2.573 del 16 de octubre de 2002 (“Ley Orgánica contra
la Corrupción”), de acuerdo con el cual no podrá extenderse el sentido
del primer párrafo del artículo 203 de la Constitución de 1999 con el fin de
dar cabida en él a normativas calificadas por la Asamblea Nacional como
leyes orgánicas que “...b) rocen aspectos secundarios de algún dere-
cho fundamental, ya sea por consagrar alguna modalidad en su ejer-
354 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
las leyes ordinarias. Ello obligaría, en un grado más profundo de la cuestión
aquí planteada, a que cuando se presente al examen de esta Sala Cons-
titucional una ley designada orgánica por la Asamblea Nacional que no
reúna los requisitos impuestos por el propio artículo 203 constitucional,
o en cuyo contenido se adviertan preceptos reservados a la ley ordina-
ria, deba sancionarse tal infracción constitucional con el instrumento de
la descalificación, sea de todo el texto legal o de los particulares pre-
ceptos apuntados, con la debida advertencia de que en el segundo su-
puesto planteado tales normas se tendrán por ordinarias y, en
consecuencia, susceptibles de modificación o derogación por una ma-
yoría simple de parlamentarios, tal como así se estableció expresamen-
te en sentencia de esta Sala N° 1.723 del 31 de julio de 2002.
No obstante, estima la Sala necesario esgrimir además el principio de favor
libertatis, sin que ello represente contradecir la concepción restrictiva que
informa las leyes orgánicas, de modo que en caso de incertidumbre u oscu-
ridad sobre el rango de fundamentalidad de algún derecho constitucional
incluido en el mencionado Título III o en otra disposición de la Constitución
de 1999 que le sea similar (lo relativo a los refugiados y asilados que refiere
la Disposición Transitoria Cuarta), se opte por la interpretación que ofrezca
mayores garantías a los ciudadanos, esto es, por la ley orgánica, teniendo
en cuenta que la exigencia de una mayoría reforzada para su aprobación
fortalecería también su estatuto jurídico y su significación fundamentadora,
evitando los vaivenes de las mayorías parlamentarias.
En ese orden de ideas, luego de analizar los fundamentos teóricos ano-
tados, y sin que ello constituya pronunciamiento sobre la constituciona-
lidad del contenido de la normativa propuesta por la Asamblea Nacional,
esta Sala se pronuncia a los efectos previstos en el artículo 203 consti-
tucional, y al respecto considera que es constitucional el carácter orgá-
nico otorgado a la legislación denominada “Ley Orgánica sobre el
Derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia”, pues ésta se ade-
cua a las características jurídicas que tienen las leyes orgánicas, en
cuanto a su forma y contenido, teniendo en cuenta que con la misma se
pretende regular uno de los supuestos previstos en la citada norma cons-
titucional que hacen posible convenir en su carácter orgánico.
En efecto, observa la Sala que la Ley Orgánica en cuestión desarrolla, de
manera centralizada y convergente, la protección constitucional a la que
se refiere el artículo 21.2 de la Constitución de 1999 a favor de las muje-
res, por ser éstas, como ya indicó esta Sala, un grupo poblacional tradicio-
356 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
nalmente vulnerable. Con independencia de las razones de conveniencia
observadas por la Asamblea Nacional para dictar la Ley cuya naturaleza
orgánica se examina bajo la calificación otorgada y de las competencias
que, al respecto, tiene dicho órgano legislativo, esta Sala, luego de apre-
ciar la importancia del contenido del texto normativo, advierte que éste
incluye una regulación sobre las condiciones básicas o esenciales que
garantizan a las mujeres una igualdad ante la ley real y efectiva; no con-
tiene, por consiguiente, un diseño completo y acabado de su régimen jurí-
dico, así como tampoco de otros derechos constitucionales afectados. De
modo que, con la referida Ley Orgánica se pretende disciplinar el conte-
nido primario, las facultades elementales y los límites esenciales de todo
aquello que sea necesario para asegurar una igualdad ante la ley de las
mujeres en el ejercicio efectivo de sus derechos exigibles ante los órga-
nos jurisdiccionales y la Administración Pública.
Además, observa la Sala que la regulación sobre aspectos fundamenta-
les, como los derechos constitucionales a la integridad personal (artículo
55), a la vida (artículo 43) y a la igualdad (artículo 21), entre otros, dirigi-
dos a la protección de la población de mujeres, puede adquirir una vigen-
cia transversal en los distintos ámbitos jurídicos de su vida ciudadana, a
través de una ley orgánica que sirva de marco legal al ordenamiento ordi-
nario, no por tener –se insiste– rango superior a la ley ordinaria en el
sistema de fuentes del Derecho, sino por su preeminencia lógica e indis-
pensable para la construcción del resto del ordenamiento jurídico, cuando
se delimita a las disposiciones legislativas posteriores que desarrollan los
principios que ella pauta. De esto se evidencia que la legislación ordina-
ria, siendo consecuente consigo misma cuando se incida en una concreta
modalidad de ejercicio del derecho fundamental o sirva como fórmula de
colaboración internormativa –siempre que no se trate de un reenvío en
blanco que persiga defraudar la reserva constitucional a favor de las le-
yes orgánicas–, deberá atenerse al marco general trazado por la denomi-
nada “Ley Orgánica sobre el Derecho de la Mujer a una Vida Libre de
Violencia” en la materia en ella discurrida, al reglar las instituciones cu-
yos principios han sido colocados en tal encuadramiento.
Con base en las anteriores consideraciones, este Máximo Tribunal se
pronuncia, conforme a lo previsto en el artículo 203 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, en el sentido de declarar la
constitucionalidad del carácter orgánico de la “Ley Orgánica sobre el
Derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia”. Así se declara.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 35 7
IV
Por las razones expuestas, esta Sala Constitucional del Tribunal Supre-
mo de Justicia, en nombre de la República por autoridad de la Ley, con-
forme a lo previsto en el artículo 203 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, declara LA CONSTITUCIONALIDAD
DEL CARÁCTER ORGÁNICO DE LA “LEY ORGÁNICA SO-
BRE EL DERECHO DE LA MUJER A UNA VIDA LIBRE DE
VIOLENCIA”.
(...omissis...)
VOTO CONCURRENTE
...gistrado Dr. Pedro Rafael Rondón Haaz discrepa parcialmente del
criterio sostenido en la motiva de la sentencia que antecede, pero con-
cuerda en su dispositiva y, en consecuencia, rinde este voto concurrente
con fundamento en los siguientes razonamientos:
La decisión que precede reiteró in extenso el fallo de esta Sala N° 34
de 26 de enero de 2004, veredicto respecto del cual quien suscribe como
disidente salvó el voto en su oportunidad. Por tanto, se reitera dicho
voto salvado en los siguientes términos:
“...gistrado Pedro Rafael Rondón Haaz discrepa de la mayoría senten-
ciadora respecto del fallo que antecede por las siguientes razones:
(...)
Sobre la base de las argumentaciones que anteceden, el fallo del que se
difiere decidió:
“... que, conforme al artículo 203 de la Constitución vigente, no es necesa-
rio el voto favorable de las dos terceras (2/3) partes de los integrantes de la
Asamblea Nacional para dar inicio a la discusión de proyectos de leyes
orgánicas investidas de tal carácter por calificación constitucional que pre-
tendan modificar leyes orgánicas vigentes...” (Subrayado añadido).
En criterio del voto-salvante, exactamente los mismos argumentos con
relación a la naturaleza, relevancia y mecanismos constitucionales de
admisión que empleó la mayoría para llegar a la conclusión anterior, son
358 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
la base teórica para que se concluya en la tesis exactamente contraria,
de conformidad con el principio del paralelismo de las formas y con
auxilio del argumento a fortiori: por una parte, es indudable que no hay
nada que distinga, en su esencia, a las leyes orgánicas que la propia
Constitución califica como tales y las que califica la Asamblea Nacio-
nal, razón por la cual no cabe diferencia alguna respecto de la manera
de modificación de unas y otras; y, por la otra, si el constituyente no hizo
la precisión respecto de las primeras fue porque al afirmarlo respecto
de las segundas, con mayor razón debe entenderse que se aplica a aqué-
llas, que el propio constituyente quiso excluir de los debates y avatares
políticos para su calificación de orgánicas, por su especial relevancia
dentro de ésta, ya de por sí relevante, categoría de leyes.
Entiende quien se aparta del criterio mayoritario que no es necesario el
auxilio de la Filosofía del Derecho ni de complicados razonamientos
para llegar a la conclusión anterior; por el contrario, la lógica más ele-
mental indica, incluso al lego en Derecho, que no puede ser más fácil la
modificación –total o parcial– de una ley orgánica que el propio pueblo
soberano –a través del constituyente– calificó como tal, porque, ab ini-
tio, entiende que entra dentro de las restrictivas categorías que utilizó
para la distinción de las leyes que llamó orgánicas, que la de una que
hubiere sido calificada como tal por el poder público derivado, por el
mandatario del soberano, como lo es la Asamblea Nacional.
Desde otro punto de vista, destaca que la mayoría no razonó en el pro-
yecto, en forma alguna, por qué no aplicarían las mismas reglas para la
modificación de unas y otras leyes orgánicas (por calificación constitu-
cional o legislativa); se limitó a poner de relieve sólo lo obvio: que las
leyes orgánicas por calificación constitucional no requieren de la admi-
sión de su carácter de orgánicas por la Asamblea Nacional, puesto que
dicha calificación sería previa al proyecto mismo y se habría impuesto
al poder legislativo derivado por el poder constituyente. En efecto, de la
lectura de la sentencia de la que se discrepa salta a la vista que todos
los razonamientos que se hicieron giraron en torno a las leyes orgánicas
por calificación legislativa, con la salvedad, cada vez, de las así califica-
das por el constituyente, pero para nada aludió a éstas para el arribo a
la conclusión a la que llegó; conclusión que no puede anclarse en el
argumento a contrario porque, se insiste, unas y otras leyes orgánicas
son idénticas y si cupiera alguna distinción, ésta apuntaría a que las de
calificación constitucional son más importantes aun que las otras, de
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 35 9
modo que sería impensable que los mecanismos de su discusión y apro-
bación pudiesen ser menos restrictivos que los de las últimas.
En todo caso, tampoco resuelve la sentencia de la que se difiere la duda
que plantearon los recurrentes en torno, no a la mayoría necesaria para
la admisión o sanción de una ley orgánica por calificación constitucional
sino, muy concretamente, a cuál sería la mayoría necesaria para la ad-
misión de una ley derogatoria de una ley orgánica preconstitucional; al
efecto, aquéllos plantearon:
(...)
En criterio de quien disiente, asiste la razón a los recurrentes en el
sentido de que, independientemente de los argumentos a que se ha
hecho referencia supra, tanto los del fallo mayoritario como los de
este voto salvado, en torno a las leyes orgánicas por calificación cons-
titucional, cuando una ley post-constitucional, aun cuando no sea or-
gánica, pretenda la modificación –total o parcial– de una ley orgánica
preconstitucional, requerirá, de conformidad con el acápite del primer
aparte del artículo 203 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, la mayoría calificada de dos tercios (2/3) de los presen-
tes en la Asamblea Nacional para la admisión del proyecto respectivo.
Así lo estableció esta misma Sala, con claridad, en sentencia N° 2573
de 16-10-02, caso: “Ley Orgánica contra la Corrupción”) –que ci-
taron los recurrentes–, en los siguientes términos:
(...)
Así, cuando la Sala se planteó la posibilidad de que una ley ordinaria, que
fuese dictada bajo la vigencia de la Constitución de 1999, pretendiese
derogar una ley que hubiese sido calificada de orgánica bajo la vigencia
de la Constitución de 1961 –con base, probablemente, para tal fin, en
criterios distintos a los vigentes, mucho más restrictivos–, la aceptó, con
la salvedad de que esa ley ordinaria tendría que satisfacer la norma cons-
titucional con relación a la mayoría calificada que se reclama para la
modificación de las leyes orgánicas. Por cuanto ello es así, concuerda
quien disiente con los recurrentes en que ‘para poder derogar la Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia se requiere de la mayoría
de dos tercios de los diputados para el momento de iniciarse la dis-
cusión de la ley que efectivamente pretenda derogarla, con indepen-
dencia de si esa ley es orgánica por mandato de la Constitución’.
360 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Por último, sorprende al voto-salvante lo que dispuso el fallo que ante-
cede con relación a la mayoría que se precisa para la sanción (ya no
modificación) de las leyes orgánicas, sin razonamiento alguno que fun-
damente tal estipulación, en forma contraria, de nuevo, a la lógica ele-
mental, a la teleología de las normas constitucionales al respecto en su
conjunto y a la naturaleza misma de la categoría de leyes en cuestión –
a la cual responde la teleología–. De nuevo, de acuerdo con el principio
del paralelismo de las formas, si se precisa una mayoría calificada para
la simple admisión del proyecto de ley, ésta debe ser la misma mayoría
para la sanción del proyecto que ya se admitió y se discutió. También
por argumento a fortiori, si se precisa una mayoría calificada para la
admisión del proyecto de ley, por las razones jurídicas y políticas que la
sentencia analizó con exhaustividad, con mayor razón se necesita la
misma mayoría para su sanción; de lo contrario, bastaría que la mayo-
ría, simple o absoluta –según el caso–, convenga en el carácter orgáni-
co de una ley –lo cual, en todo caso, está sometido a la aprobación de
esta Sala Constitucional– para que luego se evite el consenso político
que quiso el constituyente, para el propósito de la sanción, en franca
contravención a todos los postulados que la mayoría analizó con rela-
ción a la naturaleza y relevancia de las leyes orgánicas, que, según ex-
plicó, justifican la existencia de mecanismos agravados para su discusión
y, necesariamente, se añade, posterior aprobación.
Si ‘sólo será necesaria la mayoría absoluta de los integrantes de la
Asamblea Nacional presentes en la respectiva sesión para la san-
ción de las leyes orgánicas contempladas en el artículo 203 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, cualquie-
ra sea su categoría’, la norma constitucional ha sido burlada, ya que
nada distingue el mecanismo de sanción de las leyes ordinarias del de
las leyes orgánicas.
Con fundamento en los argumentos que preceden, es criterio de quien dis-
crepa de la decisión mayoritaria que antecede, que la Sala ha debido: i) por
una parte, fijar la interpretación que sugirieron los recurrentes, en el sentido
que se expresó, con relación a que para la modificación –total o parcial– de
la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia –ley orgánica preconstitu-
cional– se requiere la mayoría calificada a que alude el acápite del primer
aparte del artículo 203 constitucional; ii) en su defecto, ahora dentro del
marco únicamente de la Constitución vigente, que no hay diferencia alguna
entre las leyes orgánicas por calificación constitucional o por calificación
legislativa –salvo la que se apuntó– razón por la que no cabe ninguna distin-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 36 1
ción en cuanto al mecanismo de su respectiva modificación y, por último,
que la misma mayoría calificada, que el artículo 203 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela estableció para la aprobación de un
proyecto de ley orgánica o de modificación de una vigente, se requiere para
su posterior sanción por la Asamblea Nacional”.
Queda así expresado el criterio de quien rinde este voto concurrente.
(...)
13. RECURSO DE INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL.
LA FLAGRANCIA, EN LOS DELITOS DE GÉNERO
Sentencia: Nº 272 del quince de febrero de 2007.
Caso: Solicitud de Interpretación del numeral 1 del artículo
44 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, intentada por la ciudadana Gabriela Del Mar
Ramírez Pérez, Diputada de la Asamblea Nacional y
Presidenta de la Comisión Permanente de Familia,
Mujer y Juventud de ese órgano deliberante.
Normativa citada en el fallo:
CASDCP: Artículos 8 y 14.
COPP: Artículos 248 y 372.
CRBV: Artículos 22, 44 y 55.
LSVCMF: Artículos 32, 34 y39.
Texto del fallo:
El 8 de junio de 2006, la ciudadana GABRIELA DEL MAR RAMÍ-
REZ PÉREZ, titular de la cédula de identidad número 6.325.607, con el
carácter de Diputada a la Asamblea Nacional y de Presidenta de la
Comisión Permanente de Familia, Mujer y Juventud de ese órgano deli-
362 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
berante, asistida por la abogada Eliana Cherubini Sánchez, inscrita en el
Inpreabogado bajo el número 47.050, solicitó, ante esta Sala Constitu-
cional, la interpretación del numeral 1 del artículo 44 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, “en relación con lo dis-
puesto en los artículos 43, 46 y 55 de dicho texto constitucional y
la interpretación asentada por [esta] Sala Constitucional en sen-
tencias 2.580-2001 y 972-2006”.
El 12 de junio de 2006 se dio cuenta en Sala y se designó ponente a la
Magistrada Carmen Zuleta de Merchán quien, con tal carácter, suscri-
be la presente decisión.
El 17 de julio de 2006 la Sala admitió la solicitud presentada, ordenó la
notificación de la Asamblea Nacional, del Defensor del Pueblo y del
Fiscal General de la República. Asimismo, ordenó emplazar a los intere-
sados mediante un edicto.
El 11 de agosto de 2006 se libró el edicto y el 22 de septiembre de 2006
fue consignado a los autos.
El 4 de octubre de 2006 la Fiscal Tercera ante las Salas de Casación y
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia consignó escrito con-
tentivo de la opinión del Ministerio Público.
El 10 de octubre de 2006 la parte solicitante presentó diligencia median-
te peticion de pronunciamiento en la causa.
El 25 de noviembre de 2006, la Asamblea Nacional sancionó la Ley Orgá-
nica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Efectuada la lectura individual del expediente, esta Sala procede a emi-
tir decisión, previas las siguientes consideraciones:
I
DE LA SOLICITUD DE INTERPRETACIÓN
CONSTITUCIONAL
La parte solicitante alegó, lo siguiente:
Que “el interés jurídico, actual y directo para el ejercicio de la
presente acción, está determinado por las funciones que ejerzo como
Diputada de la Asamblea Nacional y Presidenta de la Comisión
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 36 3
La libertad personal es inviolable; en consecuencia:
1.- Ninguna persona puede ser arrestada o detenida sino en virtud
de una orden judicial, a menos que sea sorprendida in fraganti. En
este caso, será llevada ante una autoridad judicial en un tiempo no
mayor de cuarenta y ocho horas a partir del momento de la deten-
ción. Será juzgada en libertad, excepto por las razones determina-
das por la ley y apreciadas por el juez o jueza en cada caso.
La constitución de caución exigida para conceder la libertad de la
persona detenida no causará impuesto alguno.
Del citado precepto, la parte solicitante y la representación del Ministe-
rio Público, en resumen, solicitan que esta Sala indique cómo se articula
la flagrancia en los delitos de género, para que los órganos policiales
puedan detener a los agresores y ponerlos a disposición del Ministerio
Público sin transgredir el mencionado precepto. En concreto, la parte
solicitante se pregunta ¿cuál es la definición de flagrancia desde la pers-
pectiva de los delitos vinculados a la violencia doméstica? ¿Cuál es el
alcance de la previsión constitucional referida a las limitaciones del de-
recho a la libertad, frente a los derechos constitucionalidad a la integri-
dad persona, a la vida y a la igualdad? ¿Cómo se armoniza el texto
constitucional sin menoscabar el derecho de las mujeres víctimas de
violencia doméstica a estar protegidas como grupo vulnerable? ¿Cuán-
do se estará ante una situación de flagrancia en los delitos de género?
¿En qué supuestos los órganos receptores de denuncia procederían a
requerir una orden judicial para ejecutar la medida cautelar y cuándo
estarían ante un hecho flagrante que justifique la detención preventiva?
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 37 3
En fin, como la regla (privación de la libertad sólo por orden judicial)
cuenta con una excepción (la flagrancia), se pretende que se dilucide el
alcance de la flagrancia en los aludidos delitos, de forma tal que la me-
dida de protección, que es en definitiva lo que constituye la privación de
la libertad del agresor en los delitos de género, no carezca de eficacia.
A tal efecto se ha de comenzar por señalar que la flagrancia como noción
nació en el Derecho Romano. En Roma, con relación al robo, las leyes
distinguían el furtum manifestum o flagrante del furtum non manifes-
tum. El robo manifiesto o flagrante (castigado mucho más gravemente
que el descubierto luego de algún tiempo), era el sorprendido al momento
en que era cometido, así como también el que se descubría mientras el
ladrón se encontraba todavía en el lugar de la consumación del delito;
respecto a las condiciones requeridas para que el robo fuera considerado
manifiesto, la doctrina, según las Instituciones de Gayo y de Paulo, apare-
cía dividida: mientras que para algunos era necesario que el ladrón fuese
sorprendido y apresado en el hecho mismo; para otros, era suficiente con
que se le encontrase todavía en el lugar del hecho. Unos le negaban im-
portancia al sitio del suceso, con tal de que al culpable se le hallara la cosa
robada antes de que pudiera esconderla, mientras que otros desestima-
ban el tiempo y el lugar como factor determinante de la flagrancia, con tal
de que al ladrón se le sorprendiese con los efectos del delito consigo.
En el derecho medieval la institución evolucionó. La flagrancia dejó de
ser una circunstancia agravante para la penalización del delito, y adqui-
rió efectos procesales para hacer más segura la identificación del autor
del delito y, por tanto, ello hacía el procedimiento más rápido en la ins-
trucción y para la celebración del juicio. La noción de la flagrancia fue
muy conocida por los prácticos medioevales, que la aplicaron especial-
mente en relación al arresto, al rito y a las pruebas; además que autori-
zaba al magistrado a proceder de modo sumario o ex abrupto; pues, en
flagrancia el delito era ya de por sí manifiesto, por lo que no eran nece-
sarias ulteriores pruebas para constatarlo; al extremo de que no le era
posible al reo negar la comisión del delito. Empero años después, en el
siglo XVI, el Derecho común del Imperio Germánico con la Ley Caro-
lina dictada por el Emperador Carlos V en 1532 –antecedente inmedia-
to de la legislación del Imperio Español–, reprodujo la distinción del
concepto de robo manifiesto derivado del Derecho Romano.
En nuestra historia republicana, la flagrancia como excepción a la pri-
vación de la libertad ordenada por la autoridad competente se institu-
374 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
yó desde época muy temprana. La Constitución de 1811 hacía una
referencia general a la detención en los casos y bajo las formas pre-
vista en la Ley. Asimismo, la mención de la detención in fraganti en
los textos constitucionales ha sido una constante a partir de la Consti-
tución de 1821; desde entonces, con apenas algunas variaciones de
redacción se mantuvo incólume hasta la Constitución de 1961; pues,
hasta 1999, nadie podía ser preso o detenido sino en virtud de una
orden del funcionario para decretar la detención, lo que relegaba
el tema de la aludida potestad al ámbito legislativo, ya que era la ley la
que en definitiva determinaba cuál era el funcionario autorizado para
decretar la detención in fraganti. Y aunque si bien el Código de En-
juiciamiento Criminal le atribuía esa potestad al juez penal como com-
petencia natural, lo cierto es que a falta de prohibición constitucional
expresa de una interpretación diferente, fueron muchas las normas
que, a título de arresto, asignaban competencia para privar de la liber-
tad a funcionarios distintos de los jueces.
El marco constitucional varía con el artículo 44.1 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela. Sólo por orden judicial se pue-
de privar de la libertad a un ciudadano, salvo que sea sorprendido in
fraganti. En este caso, el detenido deberá ser llevado ante un autoridad
judicial en un tiempo no mayor de cuarenta y ocho (48) horas a partir
del momento de la detención; circunstancia que en interpretación de la
Sala Constitucional ha determinado que varias normas preconstitucio-
nales hayan sido declaradas inconstitucionales (Vid. por ejemplo los fa-
llos núms. 1394/2001 de 7 de agosto y 130/2006 de 1° de febrero), entre
ellas las contenidas en el artículo 34 in fine y en el precepto que surge
de la aplicación conjunta de los artículos 39, numeral 3; y 32, numerales
1 (en lo que se refiere al Juez de Paz), 3, 4 y 5 de la Ley sobre la
Violencia contra la Mujer y la Familia, nulidad que ha ocasionado serias
inquietudes en diversos sectores y que se han canalizado a través de la
interpretación constitucional que en esta oportunidad se dilucida, a los
efectos de dejar esclarecido el concepto de flagrancia para la aplica-
ción de los textos legales que incorporan medidas de discriminación
positiva en los delitos de género.
El concepto de flagrancia en nuestra doctrina y jurisprudencia penal
tradicionalmente se ha limitado a la captura inmediata, es decir, a la
aprehensión del autor del delito en el lugar de los hechos a poco de
haberse cometido el delito. Esta conceptualización de la flagrancia parte
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 37 5
de una separación entre la detención y el delito que no es exacta; con-
fundiendo por un lado, dos figuras que si bien están relacionadas, son
disímiles; además, se ha hecho énfasis en la aprehensión del sujeto cuando
lo importante es la comisión del delito. Se refiere la Sala a la diferencia
existente entre el delito flagrante y la aprehensión in fraganti; y a la
concepción del delito flagrante como un estado probatorio.
En efecto, la doctrina patria autorizada más actualizada, con ocasión a
lo preceptuado en el artículo 44.1 de la Constitución y en el artículo 248
del Código Orgánico Procesal Penal, distingue entre ambas figuras. El
delito flagrante, según lo señalado en los artículos 248 y 372.1 del
Código Orgánico Procesal Penal, constituye un estado probatorio cuyos
efectos jurídicos son: a) que tanto las autoridades como los particulares
pueden detener al autor del delito sin auto de inicio de investigación ni
orden judicial, y, b) el juzgamiento del delito mediante la alternativa de
un procedimiento abreviado. Mientras que la detención in fraganti,
vista la literalidad del artículo 44.1 constitucional, se refiere, sin desvin-
cularlo del tema de la prueba, a la sola aprehensión del individuo (Vid.
Jesús Eduardo Cabrera Romero, El delito flagrante como un estado
probatorio, en Revista de Derecho Probatorio, Nº 14, Ediciones Ho-
mero, Caracas, 2006, pp. 9-105).
Según esta concepción, el delito flagrante “es aquel de acción pública
que se comete o se acaba de cometer, y es presenciado por alguien
que sirve de prueba del delito y de su autor” (Vid. Op. Cit., p. 33).
De manera que “la flagrancia del delito viene dada por la prueba
inmediata y directa que emana del o de los medios de prueba que
se impresionaron con la totalidad de la acción delictiva” (Vid. Op.
Cit., p. 11) producto de la observación por alguien de la perpetración
del delito, sea o no éste observador la víctima; y si hay detención del
delincuente, que el observador presencial declare en la investigación a
objeto de llevar al Juez a la convicción de la detención del sospechoso.
Por tanto, sólo si se aprehende el hecho criminoso como un todo (delito-
autor) y esa apreciación es llevada al proceso, se producen los efectos
de la flagrancia; lo cual quiere decir que, entre el delito flagrante y la
detención in fraganti existe una relación causa y efecto: la detención
in fraganti únicamente es posible si ha habido delito flagrante; pero sin
la detención in fraganti puede aun existir un delito flagrante.
Lo importante a destacar es que la concepción de la flagrancia como un
estado probatorio hace que el delito y la prueba sean indivisibles. Sin las
376 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
pruebas no sólo no hay flagrancia sino que la detención de alguien sin
orden judicial no es legítima. O como lo refiere el autor glosado:
El delito flagrante implica inmediatez en la aprehensión de los
hechos por los medios de prueba que los trasladarán al proceso, y
esa condición de flagrante, producto del citado estado probatorio,
no está unida a que se detenga o no se detenga al delincuente, o a
que se comience al instante a perseguirlo. Lo importante es que
cuando éste se identifica y captura, después de ocurridos los he-
chos, puede ser enjuiciado por el procedimiento abreviado, como
delito flagrante (Vid. Op. Cit., p. 39).
La detención in fraganti, por su parte, está referida o bien a la deten-
ción de la persona en el sitio de los hechos a poco de haberse cometido,
lo cual es la ejemplificación más clásica de la flagrancia, o bien a la
aprehensión del sospechoso a poco de haberse cometido el hecho en el
mismo lugar, o cerca del lugar donde se cometió, con armas, instrumen-
tos u otros objetos que de alguna manera hagan presumir con funda-
mento que él es el autor, es decir, lo que la doctrina impropiamente
denomina la cuasi-flagrancia.
El estado de flagrancia que supone esta institución se refiere a sospechas
fundadas que permiten, a los efectos de la detención in fraganti, la equi-
paración del sospechoso con el autor del delito, pues tales sospechas pro-
ducen una verosimilitud tal de la autoría del delito por parte del aprehendido
que puede confundirse con la evidencia misma. Sin embargo, la valora-
ción subjetiva que constituye la “sospecha” del detenido como autor del
delito queda restringida y limitada por el dicho observador (sea o no la
víctima) y por el cúmulo probatorio que respalde esa declaración del apre-
hensor. Si la prueba existe se procede a la detención inmediata.
Respecto a esta figura la Sala señaló, en su fallo Nº 2580/2001 de 11 de
diciembre, lo siguiente:
En este caso, la determinación de la flagrancia no está relaciona-
da con el momento inmediato posterior a la realización del delito,
es decir, la flagrancia no se determina porque el delito “acaba de
cometerse”, como sucede con la situación descrita en el punto 2
[se refiere al delito flagrante propiamente dicho]. Esta situación
no se refiere a una inmediatez en el tiempo entre el delito y la
verificación del sospechoso, sino que puede que el delito no se
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 37 7
haya acabado de cometer, en términos literales, pero que por las
circunstancias que rodean al sospechoso, el cual se encuentra en
el lugar o cerca del lugar donde se verificó el delito, y, esencial-
mente, por las armas, instrumentos u otros objetos materiales que
visiblemente posee, es que el aprehensor puede establecer una
relación perfecta entre el sospechoso y el delito cometido (cor-
chetes y resaltado añadidos).
Aunque distinguible del delito flagrante, la aprehensión o detención in
fraganti también forma parte del estado probatorio de la flagrancia, al
punto de que es necesario que exista una vinculación entre el cúmulo
probatorio que conforma la sospecha con el delito cometido. Es decir,
que exista la comisión de un delito y que alguien en el sitio de los hechos
probatoriamente pueda ser conectado con él.
Ahora bien, sea delito flagrante o sea aprehensión in fraganti es al Juez
a quien le corresponde juzgar la flagrancia. Para tal fin, el Juez debe
determinar tres parámetros: a) que hubo un delito flagrante; b) que se
trata de un delito de acción pública; y c) que hubo una aprehensión in
fraganti, por lo que es necesario que existan elementos probatorios que
hagan verosímil la existencia de estos parámetros. Luego, toda la proble-
mática de la flagrancia gira alrededor de una decisión que la reconozca y,
por ende, de las pruebas que la sustenten (Vid. Op. Cit., pp. 98 y 100).
En ese orden de ideas, coincide la Sala con la doctrina clásica en la
apreciación de que la simple entrega del detenido por parte de quien lo
detuvo, sea éste un particular o una autoridad policial, aunado a la de-
claración del captor de cómo se produjo la aprehensión no puede bastar
para que el Ministerio Público presente en flagrancia al detenido ante el
Juez. Inclusive, del artículo 8 de la Ley Aprobatoria de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y del artículo 14 de la Ley Apro-
batoria del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y del
propio texto constitucional, se deduce que nadie podría ser detenido bajo
el dicho de una sola parte; pero es justamente esa imposibilidad trasla-
dada a los delitos de género la que preocupa a la parte solicitante.
Para solventar tal situación, y sin entrar a considerar aquí los delitos de
género porque ello implicaría desglosar cada uno de los tipos que se han
recogido legislativamente de la doctrina y de los convenios y tratados
internacionales sobre la materia; vale destacar que en cada uno de ellos
los bienes jurídicos específicamente protegidos son, entre otros, el dere-
cho a la vida, a la igualdad, y a la integridad de la mujer.
378 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
La detención judicial del sujeto activo de los delitos de género, más que
ser una medida preventiva privativa de la libertad en el concepto tradi-
cional del derecho penal o una medida de aseguramiento con fines pri-
vativos como lo establecen la Ley Orgánica para la Protección del Niño
y del Adolescente y la nueva normativa agraria, es una medida positiva
de protección que incardina a la Ley que regula la materia dentro de las
normas de Derechos Humanos. No en vano las mencionadas leyes son
concreción de la Convención de Belém Do Pará, ratificada por Vene-
zuela mediante Ley Aprobatoria del 24 de noviembre de 1994 sanciona-
da por el Presidente de la República el 16 de enero de 1995, y publicada
en Gaceta Oficial de esa misma data.
Al ser ello así, la razón de esta interpretación tiene que partir de la
particular naturaleza de los delitos de género, pues su configuración, y
en especial el de la violencia doméstica, son tan especiales que con
dificultad podrían encuadrarse en una concepción tradicional de la fla-
grancia, por lo que podría dejarse desprovistas a las mujeres-víctimas
de medidas positivas de protección con fines preventivos. Por ello, vista
la particular naturaleza de los delitos de género, y vista la flagrancia
como un estado probatorio, la prueba de la flagrancia de los delitos de
género debe ser exigida en la forma y en el grado que al delito corres-
ponde, ya que, si se requiriera siempre de pruebas directas para el arresto
preventivo de los ilícitos penales, los delitos y en especial los delitos de
género (por realizarse por lo usual en la intimidad) correrían el riesgo de
quedar impunes, pues los delincuentes escaparían siempre de la ley. Por
tanto, la exigencia de la prueba evidente en los delitos de género no se
puede exigir más de lo que la propia prueba puede evidenciar. No en
balde, se ha señalado:
En un Estado social de derecho y de Justicia, donde los derechos
de la colectividad están por encima de los individuales, donde para
mantener el tejido social hay que hacer justicia, la institución cons-
titucional de la flagrancia tiene que estar por encima de algunos
derechos humanos individuales, ya que la lucha contra el delito en
general, es una defensa social que en un estado de justicia se
complementa con el proceso.
Ante la relevancia y la enfermedad social que causan ciertos delitos,
su persecución, respetando los derechos humanos absolutos, se co-
loca por encima de algunos de derechos humanos individuales.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 37 9
La prevención del mal social tiene tanto fundamento constitucional como
los derechos humanos individuales (...) (Vid. Op. Cit., p. 81).
Es la reprobación de lo que se califica como “mal social”, entre otras
circunstancias, lo que debe condicionar la interpretación de las institu-
ciones que inspiran las normas, entre ellas, la flagrancia. Por ello, lo que
se trata aquí es de reconceptualizar viejos conceptos, de precisar cómo
esta institución que nació en el derecho procesal penal adquiere sus
características propias dentro del ámbito de los Derechos Humanos,
volviéndose un concepto novedoso que estatuye las leyes especiales de
discriminación positiva; y de cómo, sin irrespetar el test de la razonabi-
lidad y el de la proporcionalidad, se puede garantizar el derecho de las
mujeres a tener una vida libre de violencia, más aún, cuando es obliga-
ción de la jurisdicción constitucional construir una jurisprudencia pro-
gresiva más próxima con la realidad y con las necesidades sociales, es
decir, más representativa de la complejidad y de la pluralidad de la idea
de justicia tal como está siendo reclamada socialmente.
En ese sentido, el test de la razonabilidad y de la proporcionalidad es el
punto de apoyo de la ponderación entre bienes jurídicos de rango cons-
titucional. Su aplicación implica: la adecuación de los medios implemen-
tados para conseguir un fin válido; la necesidad de instrumentar ese
medio; y la proporcionalidad propiamente dicha entre el medio y el fin.
De estos tres parámetros el segundo es el de mayor dificultad, porque
implica que no debe existir un medio menos gravoso para lograr el obje-
tivo. Trasladadas estas nociones a los delitos de género, la concreción
del test de la razonabilidad y de la proporcionalidad implica que el fin
constitucional (la protección de las mujeres víctimas de la violencia de
género) sólo puede ser logrado de forma efectiva, en lo inmediato, me-
diante las medidas cautelares de protección, entre ellas, la detención del
agresor cuando es sorprendido in fraganti; pero determinar si esta
medida cautelar de protección es la menos gravosa no puede ser hecha
exclusivamente desde la óptica del agresor, que pretende el derecho a
la libertad personal estipulado en el artículo 44 de la Constitución; sino
también desde la óptica de la mujer víctima, que invoca su derecho a la
vida libre de violencia con fundamento en los artículos 55 y 22.1 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Sólo de este
modo la ponderación de los bienes jurídicos constitucionales en conflic-
to adquiere una dimensión real en el ámbito del juzgamiento de los dere-
chos constitucionales en conflicto, recayendo en el juez la responsabilidad
380 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
de ponderar los aludidos bienes jurídicos, y de aquilatar la efectividad
de la medida positiva de protección.
El núcleo del asunto radica en la ponderación que merece los valores
protegidos constitucionalmente a la mujer víctima y al agresor. Este ejer-
cicio de razonabilidad evita que la detención del agresor o del sospecho-
so sea arbitraria, además de tenerse que cumplir con los requisitos legales
establecidos para la flagrancia con las particularidades que para este
tipo de delitos se desprende del tema probatorio. En definitiva, se ins-
trumenta una medida de protección efectiva a favor de la mujer víctima
de la violencia de género, y se le garantiza al agresor o sospechoso que
cuando esa medida se instrumenta se hará en apego a los requisitos que
para determinar la flagrancia instrumenta el ordenamiento jurídico; eso
sí, con una visión real de las dificultades probatorias que aparejan los
delitos de género.
Con base en esta idea, debe superarse en los delitos de género el para-
digma del “testigo único” al que se hizo referencia párrafos atrás; aun-
que como contrapartida, tiene que corroborarse el dicho de la parte
informante con otros indicios esclarecedores que permitan establecer el
nexo de causalidad entre el delito y su autor o sospechoso. En efecto,
es innegable que los delitos de género no se cometen frecuentemente
en público, por lo que la exigencia de un testigo diferente a la mujer
víctima para determinar la flagrancia en estos casos es someter la efi-
cacia de la medida a un requisito de difícil superación. Al ser ello así,
hay que aceptar como válido el hecho de que la mujer víctima usual-
mente sea la única observadora del delito, con la circunstancia califica-
da, al menos en la violencia doméstica; de que los nexos de orden familiar
ponen a la mujer víctima en el estado de necesidad de superar el dilema
que significa mantener por razones sociales la reserva del caso o pre-
servar su integridad física. Por tanto, para determinar la flagrancia no
es imprescindible tener un testimonio adicional al de la mujer víctima, lo
que sí es imprescindible, como se explicará de seguidas, es corroborar
con otros indicios la declaración de la parte informante.
No puede entenderse ni presumirse “que en todos los casos de de-
nuncia de violencia de género se presuponga, de entrada, [que]
hay flagrancia”, pues tiene que corroborarse con otros indicios la de-
claración de la parte informante (Vid. sent. SC/TSJ Nº 1597/2006 de 10
de agosto). De hecho, al recibir la petición del Fiscal del Ministerio
Público, el Juez de Control debe determinar igualmente los tres supues-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 38 1
tos a que se hicieron referencia (que hubo un delito flagrante, que se
trata de un delito de acción pública, y que hubo una aprehensión in
fraganti). Por tanto, la verosimilitud de estos tres supuestos no se de-
ducen únicamente del dicho de la mujer víctima, se debe deducir tam-
bién, como hemos venido diciendo, del cúmulo probatorio que es de fácil
obtención; pues, al ser los delitos de género en su mayoría una subespe-
cie de los delitos contra las personas, la identificación del agresor y la
vinculación de éste con el delito deriva de las pruebas que, por lo gene-
ral, se hallan en la humanidad de la mujer víctima y en la del victimario,
o están en su entorno inmediato.
En ese sentido, para corroborar la declaración de la mujer víctima de-
ben perseguirse dos cosas: a) los elementos que hagan sospechar la
comisión del delito; y b) los elementos que hagan sospechar del autor de
ese delito. Respecto del primero, si el subtipo de delito de género así lo
permite, será el examen médico forense el que determinará la comisión
del delito; no obstante, en los casos de violencia si las lesiones son fácil-
mente visibles, al punto de que el funcionario receptor de la información
puede presumir que la mujer víctima fue objeto de malos tratos físicos,
el examen para determinar la flagrancia bien puede postergarse. Sin
embargo, consciente de que en los delitos contra las personas (al menos
en las lesiones) la prueba que demuestra la comisión del delito es el
examen médico forense, quiere insistir la Sala en que la postergación
del examen es sólo a los efectos de la detención in fraganti, recuérde-
se que se trata de sospechas fundadas. Para acudir a juicio la realiza-
ción del examen médico forense es indispensable.
En lo que atañe a la autoría, el órgano receptor de la información reca-
bará de inmediato los elementos de convicción que hagan sospechar
de la persona señalada por la mujer víctima como el agresor. En este
punto, la Sala no quiere desarrollar exhaustivamente las hipótesis des-
conociendo la experiencia que sobre este tema, como es natural, po-
seen en abundancia los órganos policiales; sin embargo, cabe aclarar
que se trata de simples pero de fundados elementos, por ejemplo: que el
entorno del victimario (o el de ambos si conviven) evidencia una escena
violenta, o si existen signos de lucha o sangre en el cuerpo del señalado,
o si existe reincidencia, etcétera. Lo importante es que se recaben con
diligencia las pruebas necesarias a fin de que la medida de protección a
favor de la mujer víctima no pierda eficacia.
La necesidad de corroborar el dicho de la parte informante con otros indi-
cios esclarecedores que permitan establecer el nexo de causalidad entre el
382 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
delito de género y su autor o sospechoso también aplica para el supuesto en
que haya “persecución”, pues la persecución deriva de la comisión in fra-
ganti del delito. Lo importante es que la persecución sea continua y que se
haya generado con motivo del delito, por tanto puede producirse inmediata-
mente o después en caso de que haya sospecha fundada de quién es el
agresor, obtenida con motivo de la ejecución del delito flagrante.
En definitiva, la flagrancia en los delitos de género viene determinada
por la percepción que se tiene de los elementos que hacen deducir, pri-
ma facie, la relación de causalidad entre el delito y el supuesto autor,
causalidad que deberá demostrarse y/o desvirtuarse en el proceso. Como
consecuencia jurídica directa acarrea la detención in fraganti, esto es,
sin orden de inicio de investigación y sin orden judicial, ello para asegu-
rar la tutela del objeto jurídico protegido, esto es, de integridad física de
la mujer víctima.
IV
DECISIÓN
De conformidad con las razones expuestas, esta Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la Ley, interpreta, en los términos expues-
to en la parte motiva del presente fallo, la norma contenida en el artículo
44.1 del Texto Fundamental, en cuanto a la aplicación de la institución
de la flagrancia a los delitos de género.
Se ORDENA incorporar en la página principal del sitio de Internet de
este Tribunal mención destacada de la existencia de este fallo, con re-
misión a su contenido, con el siguiente texto: “La Sala Constitucional
interpretó el artículo 44.1 de la Constitución de la República Boli-
variana de Venezuela, con ocasión a la instrumentación de la fla-
grancia en los delitos de género”.
Se ORDENA la publicación de la presente decisión en la Gaceta Ofi-
cial, en cuyo sumario se indicará “Sentencia de la Sala Constitucio-
nal que interpreta el artículo 44.1 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, con ocasión a la instrumentación de la
flagrancia en los delitos de género”.
Remítase copia certificada de la presente decisión al Ministro del Inte-
rior y Justicia para que dicho funcionario haga del conocimiento de la
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 38 3
presente sentencia a las consultorías jurídicas de todas las policías del
país (nacionales, estadales o municipales).
Publíquese y regístrese. Cúmplase lo ordenado. Archívese el expediente.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Sesiones de la Sala Constitucio-
nal del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 15 días del mes
de febrero de dos mil siete (2007). Años 196º de la Independencia y
147º de la Federación.
(...)
14. AMPARO EN APELACIÓN. LA DEMANDA DE DIVORCIO
POR EXCESOS, SEVICIA O INJURIAS GRAVES, NO EX-
CLUYE LA INTERPOSICIÓN DE DEMANDAS POR DE-
LITOS DE GÉNERO
Sentencia: Nº 1.987 del veintitrés de octubre de 2007.
Caso: Recurso de Apelación intentado por la representa-
ción judicial del ciudadano José Ignacio Mendoza
Elorza, contra la decisión dictada, el 29 de agosto
de 2006, por la Corte Superior Accidental Segunda
del Circuito Judicial de Protección del Niño y del
Adolescente de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas.
Normativa citada en el fallo:
CRBV: Artículos 29, 49, 55, 78 y 257.
LOASDGC: Artículo 6.
LOPNA: Artículos 1, 4, 5, 8, 26, 28, 32, 270
y 358.
LOSDMVLV: Artículos 1, 5, 14, 15, 70, 71, 72, 87
88, 89, 90, 91 y 92.
384 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Texto del fallo:
El 18 de septiembre de 2006, se recibió en esta Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, mediante Oficio Nº 06-0211, del 13 de
septiembre de 2006, la Corte Superior Accidental Segunda del Circuito
Judicial de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas y Nacional de Adopción
Internacional, remitió a esta Sala Constitucional el expediente contenti-
vo de la acción de amparo constitucional ejercida por los abogados Gus-
tavo Méndez Andrade, Carmen María Trenard y Carmen Sofía
Fuenmayor, inscritos en el Instituto de Previsión Social del Abogado
bajo los números 3.129, 23.144 y 79.701, respectivamente, con el ca-
rácter de apoderados judiciales de ELIZABETH LESLEY HA-
YCOCK DE MENDOZA, titular de la cédula de identidad N°
E-81.680.180, actuando en nombre propio y en representación de sus
hijos adolescentes (cuyas identidades se omiten en cumplimiento a lo
dispuesto en el artículo 65 de la Ley Orgánica para la Protección del
Niño y del Adolescente), contra los autos dictados por el Juzgado Uni-
personal N° 2 en Sala de Juicio del Tribunal de Protección del Niño y
del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas, en las oportunidades respectivas del 17 y 25 de julio y 15 de
agosto de 2006, con ocasión de la demanda de divorcio intentada por la
hoy solicitante contra el ciudadano José Ignacio Mendoza Elorza.
Dicha remisión se efectuó en virtud de la apelación tempestiva inter-
puesta el 30 de agosto de 2006, por la representación judicial del ciuda-
dano José Ignacio Mendoza Elorza, contra el fallo dictado por la Corte
Superior Accidental Segunda mencionada anteriormente, el 29 de agos-
to de 2006, mediante el cual se declaró parcialmente con lugar la acción
de amparo constitucional interpuesta.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 38 5
El 21 de septiembre de 2006, se dio cuenta la Sala y se designó como
ponente al Magistrado Marcos Tulio Dugarte Padrón, quien con tal ca-
rácter, suscribe la presente decisión.
El 18 de diciembre de 2006, mediante decisión N° 2.436, la Sala Cons-
titucional ordenó a la Corte Superior Accidental Segunda del Circuito
Judicial de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas y Nacional de Adopción
Internacional, remitir a esta Sala copias certificadas de la decisión del
15 de agosto de 2006, así como cualquier actuación posterior en el ex-
pediente N° AH51-X-2006-000822 de la Jueza Unipersonal N° 2 en
Sala de Juicio del Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente de
la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas.
Para el 25 de enero de 2007, la Jueza Unipersonal N° 5 en Sala de Juicio
del Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscrip-
ción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, mediante oficio N° 229
del 24 de enero de 2007, remitió –debido a la inhibición efectuada por la
Jueza Unipersonal N° 2 en Sala de Juicio del Tribunal de Protección del
Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Área Metropo-
litana de Caracas– las copias certificadas de la decisión del 15 de agosto
de 2006, así como las demás actuaciones solicitadas.
Realizado el estudio individual de las actas que conforman el presente
expediente, esta Sala Constitucional pasa a decidir previas las siguien-
tes consideraciones.
I
DE LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
La parte actora presentó solicitud de amparo, con fundamento en los
siguientes alegatos:
Que acciona en contra de los autos del 17 y 25 de julio y el 15 de
agosto de 2006, emanados del Juzgado Unipersonal N° 2 en Sala de
Juicio del Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, en razón
del juicio principal contentivo de demanda de divorcio interpuesta por
la hoy accionante en amparo.
Que en la demanda de divorcio solicitó se decretaran algunas medidas
cautelares como: “(...) a) Emitir una orden de salida de la parte agre-
386 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
flagrantemente sus derechos y garantías constitucionales, en vir-
tud que no poseen ahora un lugar estable donde vivir, ni los me-
dios adecuados para su subsistencia.
Ahora bien, esta Superioridad constata a través del cómputo que
corre inserto a los autos (folio 125), que la parte accionante tuvo
oportunidad de ejercer el Recurso Ordinario de Apelación, contra
el auto de fecha 25 de julio de 2006, para agotar la vía ordinaria,
derecho éste que no ejerció.
Tal como lo estableció la Sala Constitucional, en el Exp. N° 05-
2323, en sentencia de fecha 19 de mayo de 2006, con Ponencia de
la Magistrado CARMEN ZULETA DE MERCHÁN (Caso Rubén
Darío Rodríguez Sánchez, en amparo contra decisiones emanadas
de la Sala de Juicio N° 8 del Tribunal de Protección del Niño y del
Adolescente de la Circunscripción del Área Metropolitana de Ca-
racas, en fecha 4 de agosto de 2005), la cual establece:
(...)
Criterio éste que hace suyo este Tribunal Constitucional y, en con-
secuencia, dadas las circunstancias de urgencia que el caso ame-
rita y con prevalencia del principio que rige la materia, consagrado
en el artículo 8 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y
del Adolescente, referido al Interés Superior del Niño, en concor-
dancia con los artículos 75 y 78 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, aunado a la sobrevenida inactividad
jurisdiccional con motivo del descanso judicial, se hizo impreter-
mitible para esta Alzada admitir, tramitar y sustanciar la presente
acción de amparo constitucional, a los fines de emitir un pronun-
ciamiento y dar respuesta al justiciable, que es en definitiva lo que
dio lugar a la interposición de la acción de amparo por violación
de los derechos constitucionales esgrimidos por la accionante, y
así se establece.
En cuanto al auto fechado el 15 de agosto de 2006, se observa de
los autos que la jueza a quo no habilitó el tiempo útil necesario
para proveer sobre lo peticionado; en consecuencia, no podía ni
otorgar ni negar la medida solicitada, pues obró fuera del despa-
cho judicial, aunado al hecho que hace una interpretación errónea
de la resolución N° 72 dictada en fecha 08 de agosto del 2006 y
388 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
publicada en la Gaceta Oficial N° 38.496, de fecha 11 (sic) de
agosto del mismo año, al confundir la citación con la notificación
y así se establece.
En lo que respecta al primer pedimento formulado por la accio-
nante, consistente en ´a) Emitir una orden de salida de la parte
agresora de la residencia común´, es preciso dejar sentado en el
presente fallo que, aun cuando desde el punto de vista estricta-
mente legal, en principio no pareciera encontrarse dentro de los
limites (sic) de la competencia de esta Corte, dictaminar sobre
hechos propios referidos a lo que sería una acción de amparo
constitucional autónomo, dado que lo que pretende la accionante
es que se ventile por ante este Tribunal Constitucional, la viola-
ción directa e inmediata de derechos y garantías constitucionales
por parte de un tercero, que en este caso está representado por el
supuesto agresor, por lo que o le estaría dado decretar o no la
medida solicitada siendo que ésta debe ventilarse por ante el a
quo, bien sea mediante la apertura de un cuaderno separado que
establezca la realidad de los hechos o bien a través de una acción
de amparo autónomo por ante la Primera Instancia. Sin embargo,
esta Corte actuando en Sede Constitucional y en observancia de
los Principios de Inmediación a través del cual se percibió el evi-
dente riesgo manifiesto de los adolescentes por las circunstancias
de hecho vividas, las cuales fueron relatadas por los mismos en la
Audiencia y las que afrontan en la actualidad, referidas a la nece-
sidad de vivienda, alimento, educación y demás garantías consti-
tucionales contenidas en la efectiva Protección Integral de los
adolescentes; igualmente verificada la actitud contumaz del ter-
cero coadyuvante, quien fue debidamente notificado de la pre-
sente acción de amparo constitucional, no haciendo acto de
presencia y, en consecuencia, no ejerció su derecho a la defensa;
y asimismo que el Consejo de Protección del Niño y del Adoles-
cente del Municipio Baruta del Estado Miranda, no resolvió lo
peticionado sino que, contrariamente, ordenó el regreso de los
adolescentes al hogar común sin previsión alguna para la seguri-
dad de la integridad de éstos; vista la omisión y dilación por parte
de la Juez Unipersonal N° II de este Circuito, en tomar la deci-
sión y la posterior negativa a la medida peticionada en una actua-
ción realizada fuera del despacho judicial, esta Corte Superior
Accidental, tomando en consideración que es evidente que el de-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 38 9
jar en manos de un Cuaderno Separado que conlleva una tramita-
ción procesal que requiere de tiempo y que sería imposible trami-
tar con la urgencia del caso en este receso judicial, sin que durante
ese tiempo, se tome una decisión que aunque sea temporalmente,
asegure los derechos constitucionales a la integridad física y al
normal desenvolvimiento de los adolescentes en el seno de su
hogar, toda vez que el Artículo Primero de la Resolución N° 72,
emanada de la Dirección Ejecutiva de La (sic) Magistratura, de
fecha 08.08-2006, (sic) publicada en Gaceta Oficial N° 38.496,
de fecha 09 de agosto del mismo año, que textualmente dice (...)
considera sustancial declarar que, aún a sabiendas que en el pre-
sente caso, tratándose de un amparo contra sentencia, por la pro-
tección del orden constitucional como ejercicio de un deber
jurisdiccional, por ser derechos fundamentales los controvertidos
en la presente causa de amparo y en consideración al orden pú-
blico que esos derechos anuncian, tratándose de un deber del
Estado garantizarlos conforme al artículo 19 y 55 de la Constitu-
ción de la República Bolivariana de Venezuela, éstos deben pre-
valecer frente a cualquier otra consideración de orden procesal, y
así se establece (sic).
En este sentido, sería injustificable que esta Corte disponga ex-
clusivamente la ejecución inmediata e incondicional de los actos
incumplidos por parte de la Juez Unipersonal N° II de este Cir-
cuito, por cuanto en ese supuesto este órgano se limitaría a orde-
nar a dicha jueza que cesa la omisión denunciada y probada en
auto y que por tanto, de apertura al Cuaderno Separado de Medi-
das en la que se tramite todo lo concerniente a la medida cautelar
solicitada por la actuante en Divorcio, puesto que con esta sola
determinación, subsistiría la situación de hecho por la que atra-
viesan los adolescentes sin hogar y la amenaza de que regresar a
éste suponga actos de agresión por parte de su progenitor, hasta
tanto se procese todo lo concerniente al respectivo Cuaderno
Separado, y, sin duda, limitarse a ello por parte de esta Corte
dejaría en un limbo jurídico y de hecho la situación fáctica de
desprotección de los adolescentes. Por tanto, es evidente que
cualquier determinación sobre las omisiones que han ocasionado
la presente acción de amparo, vista la urgencia derivada de la
situación por la que atraviesan los adolescentes; debe también
prever el cese inmediato de tal situación y no conformarse con la
390 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
sola orden para la restitución de los derechos procesales y cons-
titucionales vinculados al debido proceso, puesto que, se insiste,
otros derechos fundamentales están en evidentemente amenaza-
dos. En otros términos, todo aquello que dejó de hacer procesal-
mente la Jueza denunciada, si bien constituyen violaciones
constitucionales directamente vinculadas al debido proceso y a la
tutela judicial efectiva, también es cierto que de haber dejado de
observar estas normas constitucionales está prolongando una si-
tuación de amenaza y violación de derechos constitucionales de
otra índole, cuales son, el de la amenaza a la integridad física,
mental y emocional de los adolescentes y la violación del derecho
a la permanencia en su hogar o domicilio de estos mismos adoles-
centes, afirmándose así una relación concausal sobrevenida por
la omisión jurisdiccional, esto es, que la ya preexistencia de una
causa (la conducta del padre), violatoria de derechos a los ado-
lescentes, le sobreviene una nueva causa que adiciona y prolonga
los efectos de aquella violación (la conducta del padre), violatoria
de derechos a los adolescentes, le sobreviene una nueva causa
que adiciona y prolonga los efectos de aquella violación (la con-
ducta omisiva de la Jueza Unipersonal N° II), y así se establece.
Por otra parte, en cuanto al segundo pedimento de la accionante,
referido a la prohibición del acercamiento del agresor al lugar de
trabajo y a la habitación de la víctima, esta Alzada se declara in-
competente para conocer de dicho petitorio y consecuentemente
emitir un pronunciamiento al respecto, en virtud de que es una si-
tuación de violencia intrafamiliar regulada en la Ley sobre la Vio-
lencia Contra la Mujer y la Familia, por lo tanto le compete conocer
de ello a los Tribunales en materia penal, y así se establece.
En relación a los dichos de la Jueza Unipersonal N° II de este
Circuito Judicial de Protección, debe resaltar esta Corte Superior
que las medidas precautelativas, como la solicitada en el caso de
autos, se decretan tal como se ha sostenido en pacifica (sic) y
reiterada doctrina, inaudita parte, por lo que mal puede alegar que
el accionado en la causa principal no se encontraba citado. Por
otra parte, debe igualmente esta Corte Superior, señalarle a dicha
jueza que los procedimientos administrativos, nacen, se tramitan
y culminan en sede de la misma naturaleza, por lo cual no deben
originarse por derivación del órgano jurisdiccional.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 39 1
Vista la omisión de pronunciamiento del auto de adminisión de fe-
cha 17 de julio de 2006, dictado por la Juez Unipersonal N° II de
este Circuito Judicial de Protección del Niño y del Adolescente en
cuanto al decreto de las medidas cautelares solicitadas por la ac-
cionante y dada la evidente especie de ´declinatoria de competen-
cia material´ efectuada por la prenombrada Juez hacia un órgano
administrativo, es decir, un Consejo de Protección, cuando el ver-
dadero competente para pronunciarse era el propio órgano juris-
diccional, mediante auto de fecha 25 de julio de 2006 y así mismo
analizados los argumentos explanados por el a quo en el auto de
fecha 15 de agosto del presente año, en el cual niega la medida
cautelar, atentando contra la Protección Integral Debida a los ado-
lescentes (cuyas identidades se omiten en cumplimiento a lo dis-
puesto en el artículo 65 de la Ley Orgánica para la Protección del
Niño y del Adolescente), de 15 y 14 años de edad, respectivamen-
te, y por último constatando que dicha circunstancia no fue subsa-
nada por el Consejo de Protección del Municipio Baruta del Estado
Miranda, considera esta Corte en Sede Constitucional, que efecti-
vamente se vulneraron las garantías constitucionales establecidas
en los artículos 49 ordinal 4°, 26 y 257 de la Carta Magna.
Esta Superioridad observa igualmente que tratándose del resguardo
de la integridad constitucional al que están obligados todos los
jueces de la República, conforme al artículo 334 de la Constitu-
ción de la República Bolivariana de Venezuela, en el ámbito de su
competencia, la jueza accionada ha debido asegurar la protección
jurisdiccional debida a la amenaza del Derecho Constitucional a
la integridad personal de los adolescentes (cuyas identidades se
omiten en cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 65 de la Ley
Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente), consa-
grado en el artículo 55 de la Constitución de la República Boliva-
riana de Venezuela, en concordancia con el artículo 78 eiusdem,
y, en consecuencia, no ha debido ´declinar la competencia´ en un
órgano administrativo de protección, cuando además de la juris-
diccionalidad indelegable que le corresponde al órgano judicial,
existen los mecanismos legales que desarrollen el principio cons-
titucional de protección integral a los niños y adolescentes, como
es el caso del artículo 466 de la Ley Orgánica para la Protección
de Niños y Adolescentes, que permitía que la Juez hubiere dicta-
do las medidas de protección en juicio.
392 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Dado lo anterior, resulta importante destacar por parte de este
Tribunal, que es al a quo, por ser el conocedor de la causa princi-
pal contentiva de la Demanda de Divorcio al que le correspondía
decretar las medidas cautelares peticionadas y no debió –se repi-
te– delegar al órgano administrativo la responsabilidad que le era
propia, lo que trajo como consecuencia que la parte afectada hi-
ciera uso del derecho a la defensa, ejerciendo el Recurso de Re-
consideración contra la decisión dictada por el Consejo de
Protección, no obstante, estableció la Sala Constitucional en Sen-
tencia N° 156, de fecha 24-03-00, con ponencial del Magistrado
JESÚS (sic) EDUARDO CABRERA ROMERO, (Caso COR-
PORACIÓN L´HOTELS) lo siguiente:
(...)
Se exhorta a los Jueces de Instancia que no deben delegar la
función jurisdiccional que les es propia en órganos administrati-
vos, a los fines de evitar sentencias contradictorias.
Por todo lo expuesto supra, esta Corte Superior Accidental Segun-
da del Circuito Judicial de Protección del Niño y del Adolescente
de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas y
Nacional de Adopción Internacional, administrando Justicia en nom-
bre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la
Ley, (sic) DECLARA: PARCIALMENTE CON LUGAR la ac-
ción de Amparo Constitucional, interpuesta por la ciudadana ELI-
ZABETH LESLEY HAYCOCK DE MENDOZA, ACTUANDO
EN NOMBRE Y REPRESENTACIÓN DE SUS HIJOS ADO-
LESCENTES (cuyas identidades se omiten en cumplimiento a lo
dispuesto en el artículo 65 de la Ley Orgánica para la Protección
del Niño y del Adolescente), debidamente representada por los abo-
gados GUSTAVO MÉNDEZ ANDRADE, CARMEN MARÍA
TRENARD y CARMEN SOFIA (sic) FUENMAYOR, (...) con-
tra el auto de admisión dictado en fecha 17 de julio de 2006, y los
autos de fechas 25 de julio y 15 de agosto del presente año, por la
Juez Unipersonal N° II de este Circuito Judicial de Protección del
Niño y del Adolescente de esta Circunscripción Judicial, referente
a la demanda de Divorcio propuesta por la prenombrada ciudadana
contra su cónyuge JOSÉ IGNACIO MENDOZA ELORZA, por
violación de las garantías Constitucionales del Debido Proceso y
de las Reglas Atributivas de la Competencia, contempladas en los
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 39 3
artículos 49 y 253 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, respectivamente; en consecuencia, SE ORDENA de
conformidad con lo establecido en el artículo 32 de la Ley Orgáni-
ca de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales: PRI-
MERO: A la Juez Unipersonal N° II de la Sala de Juicio de este
Circuito Judicial aperturar (sic) todos los Cuadernos Separados que
sean necesarios en el Juicio de Divorcio Contencioso, como causa
principal, y en especial abrir el Cuaderno de Medidas, tramitar, ven-
tilar el controvertido y decidir con la urgencia del caso lo concer-
niente a la medida cautelar solicitada. SEGUNDO: La salida de la
parte agresora ciudadano JOSÉ IGNACIO MENDOZA ELOR-
ZA del hogar común, ubicado en la Calle “A”, Quinta IÑAKI, Ur-
banización Altos de Monte Rey, La Trinidad, Municipio Baruta del
Estado Mirando, en un plazo no mayor de tres (03) días, en el cual
de manera voluntaria el referido ciudadano saldrá del hogar sin
oponer resistencia alguna y permitirá el ingreso de sus hijos (cuyas
identidades se omiten en cumplimiento a lo dispuesto en el artículo
65 de la Ley Orgánica Para la Protección del Niño y del Adoles-
cente) en compañía de su progenitora-guardadora ciudadana ELI-
ZABETH LESLEY HAYCOCK DE MENDOZA, hasta tanto se
resuelva en el Cuaderno Separado de Medidas que se ordenó su-
pra aperturar (sic) al a quo, previa la ventilación del controvertido
y la decisión del mismo. TERCERO: Se prohíbe al agresor ejercer
cualquier acto de violencia por si o por interpuesta persona contra
la integridad física, mental o moral de los adolescentes (cuyas iden-
tidades se omiten en cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 65
de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente).
(Omisión de nombres de la Sala).
III
DE LA APELACIÓN INTERPUESTA
El 16 de octubre de 2006, el tercero interesado consignó escrito solici-
tando se declare con lugar la apelación tempestiva interpuesta, con fun-
damento en lo siguiente:
Que siempre se ha comportado como un buen padre de familia y ha hon-
rado sus compromisos y obligaciones para con sus hijos, que ha intentado
en múltiples oportunidades reconciliarse con su esposa y reconstituir el
hogar, pero sin embargo que ha descubierto que su esposa le es infiel,
394 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
siendo que después montó una escena y a partir de ese momento fue
inmediatamente denunciado ante: a) la policía de Baruta; b) el Cuerpo de
Investigaciones Científicas, Penales y Criminalistas; c) la Defensoría
Municipal del Niño y del Adolescente del Municipio Baruta; d) el Consejo
de Protección del Niño y del Adolescente del Municipio Baruta; y e) el
Circuito Judicial de Protección del Niño y del Adolescente de la Circuns-
cripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas.
Que de los cinco organismos públicos señalados, los cuatro primeros
que son órganos administrativos adscritos al Ejecutivo, se respetó y cum-
plió cabalmente con el debido proceso, siendo las partes oportuna y
debidamente emplazadas, oídas y se les dio adecuada e inmediata res-
puesta, pero que “(...) sin embargo, es precisa y lamentablemente, en
el único de los entes involucrados que pertenece directamente al
Poder Judicial, donde paradójicamente se cometieron una serie de
graves vicios e irregularidades que, amén de dar origen a la pre-
sente apelación, nos deben obligar a una profunda reflexión, revi-
sión y urgente corrección del sistema”.
Que el Consejo de Protección del Niño y del Adolescente del Municipio
Baruta, en menos de un mes (del 13 de julio en que se puso la denuncia
al 28 de julio de 2006 que se pronunció), y avalada por cuatro profesio-
nales especialistas sobre la materia se pronunciaron estableciendo ocho
(8) medidas de protección a favor de los adolescentes involucrados, sin
ordenar la salida de su persona ni ninguna de las otras medidas por su
esposa solicitadas, sino que por el contrario ordenaron el regreso de los
adolescentes. Contra esta decisión se ejerció el recurso de reconsidera-
ción, decidida el 11 de agosto de 2006, declarándola sin lugar.
Que paralelamente a esto el 12 de julio de 2006, su cónyuge presentó
ante el Circuito Judicial de Protección del Niño y del Adolescente de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, demanda
de divorcio que se admitió el 17 de julio, pero que no fue sino hasta el
período de suspensión de las actividades judiciales, cuando la actora
impulsó la citación, tal vez aprovechando la notificación que como ter-
cero interesado se le estaba practicando el mismo 25 de julio para un
proceso distinto (amparo), también durante las vacaciones judiciales.
Que ante la negativa de la Sala de Juicio N° 2 de acordar las medidas por
ella solicitadas, subvirtiendo el orden procesal interpuso la acción de am-
paro contra dicho Juzgado Unipersonal de Protección, la cual se declaró
con lugar, no obstante la imposibilidad de estar presente en la audiencia
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 39 5
en razón, que a pesar de haber sido notificado y acudido inmediatamente
para revisar el expediente el 28 de agosto de 2006, dicha actuación fue
infructuosa, “(...) toda vez que, no le sabían dar información ni en la
Oficina de Atención al Publico (sic) (OAP), ni en las Oficinas del
Archivo, ya que dicho expediente supuestamente no se encontraba
disponible; y no fue sino hasta aproximadamente las Once y Media
de la mañana (11:30 a.m.) (...), cuando una Funcionaria del Archi-
vo, de nombre MAITE VIERA, quien le informó a nuestro mandante
que le habían comunicado directamente a ella desde la Secretaría de
la corte Superior: ´...que el expediente no lo podían bajar porque lo
estaban trabajando y, que para que no perdiera más su tiempo, me-
jor regresara el día miércoles 30 de agosto de 2006, (...) que ya para
esa oportunidad, tenían previsto fijar el Auto que establecería la
hora y el día para la celebración de la Audiencia Constitucional...´”.
Que al acudir el día planteado fue sorprendido al enterarse y ser notifi-
cado ese mismo día que el día anterior se había celebrado la audiencia
constitucional, tildándolo de contumaz, siendo desalojado de su vivienda
so pena de ser constreñido con la fuerza pública y que en caso de des-
acato sería sancionado con todas las consecuencias de ley, violándose
de este modo sus derechos constitucionales a la defensa y al debido
proceso, lo cual hace pensar que estamos en otro caso más de la llama-
da “justicia vacional”, y por ello apeló de la sentencia.
Que la funcionaria del archivo de la Corte Superior Accidental Segunda
del Circuito Judicial de Protección del Niño y del Adolescente de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas y Nacional
de Adopción Internacional, actuando valientemente y con hidalguía, ob-
servando la injusta maniobra solicitó la elaboración de un Acta para
dejar constancia de lo ocurrido el día 28 de agosto de 2006, la cual fue
pedida para anexarla a la presente causa, pero le fue negada ésta por la
Coordinadora del Archivo.
Que el amparo debió declararse inadmisible ab initio debido a que junto
con el amparo se acompañó el libelo de divorcio, del cual por adquisi-
ción procesal debió ser apreciado y valorado por la Corte Superior las
confesiones espontáneas como lo son que alega que él es violento, lo
cual es contradictorio al observar que convivieron juntos doce (12) años,
así como el apelante que pide que se le permita como padre pernoctar y
compartir plenamente con los hijos.
396 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Que igualmente la Corte Superior debió notar que los apoderados judi-
ciales de la actora en el juicio de divorcio son los mismos que actúan en
la acción de amparo, entrando en contradicción con el artículo 457 de la
Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente.
Que ha cumplido con las medidas acordadas por el Consejo de Protec-
ción del Niño y del Adolescente, de acudir al programa de fortaleci-
miento familiar, mas no así su cónyuge con sus hijos, aunado al hecho
que el único ingreso económico es el producto de su trabajo indepen-
diente que desarrollaba con todos los elementos que se encontraban en
su casa, de la cual fue desalojado.
Que no se comprobó plenamente la amenaza o violación de derechos,
además que el órgano competente en sede administrativa se pronunció
negando las medidas cautelares, siendo que se le afectó en su hogar
que según la constitución es inviolable, además de ir dicha medida en
contra de la unión familiar y el derecho al trabajo de su persona.
Que el fallo recurrido transgredió la jurisprudencia de la Sala Constitu-
cional sobre la no utilización del interés superior del niño de manera
impropia para efectuar atropellos; que se debe agotar los recursos ordi-
narios antes de interponer el amparo; que la falta de comparecencia del
tercero interesado a la audiencia constitucional no trae consigo la acep-
tación de los hechos; que se debe fijar con tiempo oportuno la audiencia
constitucional; y que incurrió la sentencia en tres (3) casos de falso
supuesto al: a) considerar que los menores no han tenido vivienda, ali-
mentación y educación, b) que posee el progenitor un carácter violento,
y c) que existe la supuesta declinatoria de competencia, todo lo cual es
falso, ya que la accionante en amparo acudió voluntaria y previamente
ante los órganos administrativos.
Que por todo lo anterior pide se declare con lugar la apelación, se revo-
que la medida provisional dictada por la Corte Accidental Segunda y se
ordene el inmediato retorno de su persona al hogar.
IV
DE LA COMPETENCIA
Debe esta Sala, previamente determinar su competencia para conocer
del asunto debatido y al efecto observa:
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 39 7
En virtud de lo dispuesto en la sentencia de esta Sala Nº 1 del 20 de
enero de 2000 (caso: Emery Mata Millán), la cual resulta aplicable
conforme a lo dispuesto en la Disposición Derogatoria, Transitoria y
Final, letra b), de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de la
República Bolivariana de Venezuela y, a tenor de lo establecido en el
artículo 35 de la Ley Orgánica de Amparo Sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, resulta necesario reiterar que le corresponde a esta
Sala Constitucional conocer las apelaciones de las sentencias prove-
nientes de los Juzgados o Tribunales Superiores de la República –salvo
los Contencioso Administrativos–, de las Cortes de lo Contencioso Ad-
ministrativo y, las Cortes de Apelaciones en lo Penal, en tanto su cono-
cimiento no estuviere atribuido a otro Tribunal, cuando ellos conozcan la
acción de amparo en primera instancia.
Conforme lo anterior, visto que la decisión fue dictada en materia de
amparo constitucional por la Corte Superior Accidental Segunda del
Circuito Judicial de Protección del Niño y del Adolescente de la Cir-
cunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas y Nacional de
Adopción Internacional, esta Sala se declara competente para el cono-
cimiento de la presente causa. Así se decide.
V
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
De la lectura del escrito contentivo de la acción de amparo constitucio-
nal interpuesta, se evidencia que:
Se alegó la presunta violación de los derechos constitucionales referi-
dos al derecho al debido proceso, de protección a la integridad física,
deber de protección de los niños y adolescentes, derechos atributivos de
la jurisdicción y competencia, consagrados en los artículos 26, 49, 55, 78
y 257 de la Constitución, cuando los pronunciamientos del 17 y 25 de
julio y 15 de agosto de 2006 del Juzgado Unipersonal N° 2 en Sala de
Juicio del Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente de la Cir-
cunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, que admitie-
ron la demanda de divorcio, instaron al Consejo de Protección a
pronunciarse sobre las medidas y negaron las medidas cautelares por
encontrarse en período vacacional.
1. Previamente y antes de entrar al análisis de cualquier otra considera-
ción, se observa que la accionante en amparo, contra los autos del 17 y
398 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
25 de julio y 15 de agosto de 2006, con ocasión de la demanda de divor-
cio intentada por la hoy solicitante contra el ciudadano José Ignacio
Mendoza Elorza, poseía el recurso de apelación, de conformidad con el
artículo 466 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Ado-
lescente, siendo que dichos autos se produjeron durante tiempo hábil y
antes del receso judicial, motivo por el cual tenía a su disposición el
medio ordinario, suficientemente capaz para obtener la satisfacción de
sus pretensiones sin sufrir ningún daño grave, sobre todo al tomar en
cuenta que el Consejo de Protección del Niño y del Adolescente del
Municipio Baruta, había acordado ya previamente ocho (8) medidas de
protección a favor de los adolescentes involucrados. No obstante lo
anterior, esto no es óbice para que en ciertos casos y bajo ciertas cir-
cunstancias, vista cierta urgencia de la situación concreta junto con los
derechos involucrados –como lo son los derechos constitucionales de
los niños y adolescentes–, signifique que el amparo no sea la vía idónea,
sino todo lo contrario, será la vía más apropiada y expedita, sin embar-
go, ese no es el presente caso, por las razones antes señaladas en las
que ya existen medidas tomadas por un órgano competente.
Así las cosas, estima la Sala que, una vez que el juzgado supuesto agra-
viante expidió sus actos jurisdiccionales el 17 y 25 de julio y 15 de agos-
to de 2006, la quejosa contaba con un medio procesal al cual podía acudir
antes que al amparo constitucional, para el logro la reparación de la
situación jurídica (supuestamente) infringida.
En tal sentido, la supuesta agraviada contaba con la posibilidad de ejer-
cicio del recurso de apelación contra dicho auto de conformidad con lo
que dispone el artículo 466 de la Ley Orgánica para la Protección del
Niño y del Adolescente, para que fuese el tribunal superior quien reme-
diara la situación jurídica cuya lesión alegó la quejosa.
En el asunto bajo examen, no consta en el expediente que la supuesta
agraviada haya utilizado el medio procesal ordinario para el ataque de
los autos objeto de impugnación, como lo es el recurso de apelación a
que se refiere el artículo 466 de la Ley Orgánica para la Protección del
Niño y del Adolescente, ni constan circunstancias que hayan imposibili-
tado su ejercicio.
De modo pues que, a juicio de esta Sala, si la demandante de amparo
disponía de una vía judicial preexistente, su falta de ejercicio configura,
en principio, la causal de inadmisibilidad que preceptúa el artículo 6, car-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 39 9
dinal 5, de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Cons-
titucionales, salvo que el querellante ponga en evidencia razones suficien-
tes y valederas que justifiquen realmente la admisibilidad del amparo, cosa
que no ocurrió. El urgente restablecimiento de la situación jurídica infrin-
gida, la eventual irreparabilidad del daño y la circunstancial inidoneidad e
ineficacia de las vías, medios o recursos judiciales preexistentes (ordina-
rios o extraordinarios) en un caso concreto, son circunstancias determi-
nantes de la admisibilidad y procedencia de una demanda de amparo;
corresponde entonces al supuesto agraviado la puesta en evidencia, en el
escrito continente de su demanda, de tales circunstancias, de lo cual de-
penderá, en gran medida, el éxito de su pretensión.
La escogencia, por parte del querellante, de la demanda de amparo y no
de las vías, medios o recursos judiciales preexistentes (ordinarios o ex-
traordinarios) es la excepción, no la regla, y es posible sólo cuando las
circunstancias a que se hizo referencia supra así lo ameriten, para lo
cual, se insiste, es necesario que el agraviado las ponga en evidencia
ante el Juez, quien, en definitiva, las ponderará en cada caso. La aplica-
ción del criterio que antecede en este caso determina la inadmisibilidad
del amparo por cuanto el supuesto agraviado optó por este remedio pro-
cesal adicional, no obstante que, como antes se señaló, tenía a su dispo-
sición el ejercicio de la apelación que preceptúa el artículo 466 de la
Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente y, además,
no puso en evidencia las razones por las cuales optó por la vía del am-
paro en lugar de dicho recurso.
Por ello, la existencia de esa vía judicial hace que la demanda de ampa-
ro resulte inadmisible, conforme lo regula el cardinal 5 del artículo 6 de
la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constituciona-
les, norma que ha sido interpretada por esta Sala Constitucional en di-
versos fallos. (Vid. Sentencia N° 2.369/23-11-2001 y 1.450/12-07-2007)
En consecuencia, esta Sala, conforme a lo que establece el artículo 6,
cardinal 5, de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, declara con lugar la apelación que se ejerció contra la
sentencia que pronunció, el 29 de agosto de 2006 y publicada in extenso
el 30 del mismo mes y año, la Corte Superior Accidental Segunda del
Circuito Judicial de Protección del Niño y del Adolescente de la Circuns-
cripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas y Nacional de Adop-
ción Internacional que declaró parcialmente con lugar la demanda de
amparo que se incoó contra los autos que emitió el Juzgado Unipersonal
400 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
N° 2 en Sala de Juicio del Tribunal de Protección del Niño y del Adoles-
cente de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas,
en las oportunidades respectivas del 17 y 25 de julio y 15 de agosto de
2006, con ocasión de la demanda de divorcio intentada por la hoy solici-
tante contra el ciudadano José Ignacio Mendoza Elorza. Así se decide.
2. Finalmente, esta Sala quiere destacar que el artículo 4 de la Ley
Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente establece la
obligación del Estado de tomar las medidas necesarias a favor de este
grupo de especial protección, sobre todo al tomar en consideración lo
establecido en los artículos 1, 8, 26, 28, 32 y 358 eiusdem, considera
oportuno señalar el carácter de cumplimiento obligatorio por parte de
los padres representantes de los adolescentes de acatar con todas las
medidas de protección acordadas por el Consejo de Protección del Niño
y del Adolescente del Municipio Baruta, el 28 de julio de 2006, ya que
de no cumplirse traerá las consecuencias y sanciones de la ley especial
–artículo 270 de la precitada ley–, hasta tanto no sean modificadas o
alteradas por el mismo órgano que las dictó o cualquier otro entre com-
petente por ley.
A veces los progenitores parecen olvidar lo establecido en los artículos
5 y 26 ibídem, en el que la familia es responsable, de forma prioritaria,
inmediata e indeclinable, de asegurar a los niños y adolescentes el ejer-
cicio y disfrute pleno y efectivo de sus derechos y garantías, teniendo
los padres responsabilidades y obligaciones comunes e iguales en lo que
respecta al cuidado, desarrollo y educación integral de sus hijos, ya que
en ocasiones pretenden que sólo uno de éstos se encargue del cuidado o
la manutención de éstos, cuando en realidad se trata de una obligación
compartida e indelegable, debido a que todos los niños y adolescentes
tienen derecho a vivir, ser criados y desarrollarse en el seno de su fami-
lia de origen, salvo las excepciones de ley, en los casos en que ello sea
imposible o contrario a su interés superior.
Por otra parte, como bien lo señaló el Consejo de Protección del Niño y
del Adolescente del Municipio Baruta en su respuesta al recurso de
reconsideración, se tomaron las medidas pertinente en protección de los
adolescentes, por lo que las supuestas agresiones contra la madre se
deben considerar como violencia contra la mujer, debiendo acudir ante
los órganos competentes a los fines de acordar las medidas cautelares y
de protección correspondientes a su género sexual y que no son ni el
Consejo de Protección del Niño y del Adolescentes ni los tribunales de
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 40 1
Niño y Adolescentes, sino que son aquellos a los que se refiere la Ley
Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violen-
cia (Vid. artículos 1, 5, 14, 15, 70, 71, 72, 87, 88, 89, 90, 91 y 92).
Por último, se señala que visto el oficio N° I.G.T.- 1427-07, del 1° de
junio de 2007, emanado de la Inspectoría General de Tribunales, en la
que solicita información sobre el estado y decisión de la presente causa,
en razón del inicio del expediente disciplinario N° 060567 en contra de
la ciudadana Fanny Luisa Plaza Martínez, en su condición de jueza tem-
poral de la Sala de Juicio Unipersonal N° 2 del Tribunal de Protección
del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Área Me-
tropolitana de Caracas y Nacional de Adopción Internacional, se orde-
na remitirle a dicho organismo copia certificada del presente fallo.
DECISIÓN
Por las razones expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala
Constitucional, administrando justicia en nombre de la República, por
autoridad de la ley, declara:
PRIMERO: CON LUGAR el recurso de apelación interpuesto por
JOSÉ IGNACIO MENDOZA ELORZA, contra el fallo dictado por
la Corte Superior Accidental Segunda del Circuito Judicial de Protec-
ción del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas y Nacional de Adopción Internacional, el 29
de agosto de 2006, publicada el 30 del mismo mes y año.
SEGUNDO: REVOCA la decisión dictada por Corte Superior Acci-
dental Segunda del Circuito Judicial de Protección del Niño y del Ado-
lescente de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas
y Nacional de Adopción Internacional, el 30 de agosto de 2006, en la
causa relativa a la acción de amparo constitucional interpuesta.
TERCERO: Se declara INADMISIBLE la acción de amparo consti-
tucional ejercida por ELIZABETH LESLEY HAYCOCK DE MEN-
DOZA, actuando en nombre propio y en representación de sus hijos
adolescentes (cuyas identidades se omiten en cumplimiento a lo dis-
puesto en el artículo 65 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño
y del Adolescente), contra los autos dictados por el Juzgado Uniperso-
nal N° 2 en Sala de Juicio del Tribunal de Protección del Niño y del
Adolescente de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, en las oportunidades respectivas del 17 y 25 de julio y 15 de
402 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
agosto de 2006, con ocasión de la demanda de divorcio intentada por la
hoy solicitante contra el ciudadano José Ignacio Mendoza Elorza.
CUARTO: ORDENA remitir a la Inspectoría General de Tribunales
copia certificada del presente fallo.
(...omissis...)
VOTO SALVADO
Quien suscribe, Magistrada Carmen Zuleta de Merchán, salva su
voto por disentir del criterio sostenido por la mayoría sentenciadora que:
a) declaró con lugar la apelación interpuesta por el ciudadano José Ig-
nacio Mendoza Elorza contra la sentencia del 29 de agosto de 2006,
dictada por la Corte Superior Accidental Segunda del Circuito de Pro-
tección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del
Área Metropolitana de Caracas y Nacional de Adopción Internacional;
b) revocó la decisión del 29 de agosto de 2006, dictada por la Corte
Superior Accidental Segunda del Circuito de Protección del Niño y del
Adolescente de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas y Nacional de Adopción Internacional; y c) declaró inadmisible
el amparo interpuesto por la ciudadana Elizabeth Lesley Haycock de
Mendoza, en nombre propio y en representación de sus hijos adolescen-
tes, contra los autos proferidos por el Juzgado Unipersonal N° 2 en Sala
de Juicio del Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, el 17 y 25
de julio y 15 de agosto de 2006.
En resumen, la sentencia disentida señaló que el amparo era inadmisible
porque la accionante pudo haber agotado el recurso de apelación, me-
canismo ordinario suficiente para enervar, a su entender, las lesiones
constitucionales que le imputó al auto del 17 de julio de 2006, que admi-
tió la demanda de divorcio; al auto del 25 de julio de 2006, que delegó en
el Consejo de Protección del Municipio Baruta del Estado Miranda el
proveimiento de las medidas de protección solicitadas; y al auto del 15
de agosto de 2006, que negó la solicitud cautelar.
Disiento respetuosamente de la decisión de esta Sala por las siguientes
razones:
Según jurisprudencia pacífica de la Sala, cuando las vías ordinarias no son
suficientes para enervar las lesiones constitucionales pueden las partes
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 40 3
acudir al amparo constitucional sin que se configure la causal de inadmi-
sibilidad prevista en el artículo 6.5 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales, seria el caso del recurso de ape-
lación, oído en un solo efecto. Así, en el fallo N° 848/2000 (caso: Luis
Alberto Baca, se indicó respecto a los fallos cuya apelación se oye en un
solo efecto, que: “...si contienen violaciones constitucionales en per-
juicio de una de las partes, la lesionada puede optar entre acudir a
la vía de la apelación, caso en que la parte considera que por este
camino restablecerá su situación, o acudir a la acción de amparo”.
Aplicando el mencionado precedente al caso de autos cabe referir que la
parte in fine del artículo 466 de la Ley Orgánica para la Protección del
Niño y del Adolescente estipula que “[l]a resolución que decreta o de-
niega una medida cautelar será apelable en un solo efecto”, es decir,
que el mecanismo ordinario no era suficiente para impugnar las lesiones
constitucionales que la parte accionante adujo sufrir.
La sentencia disentida señaló –y quien suscribe se permite transcribir
in extenso los párrafos pertinentes–, lo siguiente:
(...) esta Sala quiere destacar que el artículo 4 de la Ley Orgáni-
ca para la Protección del Niño y del Adolescente, establece la
obligación del Estado de tomar las medidas necesarias a favor de
este grupo de especial protección, sobre todo al tomar en consi-
deración lo establecido en los artículos 1, 8, 26, 28, 32 y 358 eius-
dem, considera oportuno señalar el carácter de cumplimiento
obligatorio por parte de los padres representantes de los adoles-
centes de acatar con todas las medidas de protección acordadas
por el Consejo de Protección del Niño y del Adolescente del Mu-
nicipio Baruta, el 28 de julio de 2006, ya que de no cumplirse
traerá las consecuencias y sanciones de la ley especial –artículo
270 de la precitada ley–, hasta tanto no sean modificadas o alte-
radas por el mismo órgano que las dictó o cualquier otro ente
competente por ley.
A veces los progenitores parecen olvidar lo establecido en los
artículos 5 y 26 ibídem, en el que la familia es responsable, de
forma prioritaria, inmediata e indeclinable, de asegurar a los niños
y adolescentes el ejercicio y disfrute pleno y efectivo de sus de-
rechos y garantías, teniendo los padres responsabilidades y obli-
gaciones comunes e iguales en lo que respecta al cuidado,
desarrollo y educación integral de sus hijos, ya que en ocasiones
404 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
pretenden que sólo uno de éstos se encargue del cuidado o la
manutención de éstos, cuando en realidad se trata de una obliga-
ción compartida e indelegable, debido a que todos los niños y ado-
lescentes tienen derecho a vivir, ser criados y desarrollarse en el
seno de su familia de origen, salvo las excepciones de ley, en los
casos en que ello sea imposible o contrario a su interés superior.
Por otra parte, como bien lo señaló el Consejo de Protección del
Niño y del Adolescente del Municipio Baruta en su respuesta al
recurso de reconsideración, se tomaron las medidas pertinentes en
protección de los adolescentes, por lo que las supuestas agresiones
contra la madre se deben considerar como violencia contra la mu-
jer, debiendo acudir ante los órganos competentes a los fines de
acordar las medidas cautelares y de protección correspondiente a
su género sexual y que no son ni el Consejo de Protección del Niño
y del Adolescente ni los tribunales de Niño y Adolescentes, sino
que son aquellos a los que se refiere la Ley Orgánica sobre el
Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencias (Vid. ar-
tículos 1, 5, 14, 15, 70, 71, 72, 87, 88, 89, 90, 91 y 92).
Los párrafos trascritos evidencian que la sentencia disentida confundió
el objeto debatido desviando el tema a decidir de una demanda de divor-
cio a un conflicto eminentemente de niños y adolescentes, lo cual con-
dujo a que la mayoría sentenciadora no apreciara las razones por las
cuales le asistía la razón a la parte accionante. En efecto, la ciudadana
Elizabeth Lesley Haycock de Mendoza demandó por divorcio al ciuda-
dano José Ignacio Mendoza Elorza, con base en las normas contenidas
en los ordinales 2° y 3° del Código Civil, es decir, por abandono volunta-
rio y excesos, sevicia o injurias graves que hacen imposible la vida en
común. La aludida ciudadana, visto que entre ambos tienen dos hijos,
demandó ante la jurisdicción de Niños y Adolescentes atendiendo a lo
dispuesto en el literal “i” del Parágrafo Primero del artículo 177 y, como
en cualquier pretensión, solicitó medida cautelar innominada, en los si-
guientes términos:
a) Vista la agresiones (sic) violentas causadas a nuestra repre-
sentada, ésta debió irse del hogar familiar con sus hijos. Por tal
razón debe acordarse una orden de salidad de la parte agresora
de la residencia común, para que la ciudadana ELIZABETH
HAYCOCK DE MENDOZA regrese con sus hijos al hogar al
hogar (sic) familiar
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 40 5
b) Prohibir el acercamiento del agresor al lugar de trabajo y la
(sic) habitación de la víctima;
c) Asesorar a la víctima sobre la importancia de preservar las
evidencias;
d) Proveer a la víctima información sobre los derechos que las
leyes le confieren y sobre los servicios gubernamentales o priva-
dos disponibles, en particular de las Unidades de Atención y Tra-
tamiento a que se refiere el Artículo 14 de la Ley sobre la Violencia
contra la Mujer y la Familia;
e) Elaborar un informe de aquellas circunstancias que haya ob-
servado que sirva al esclarecimiento de los hechos; y
f) Cualquier otra medida aconsejable para la protección personal,
física o emocional de la víctima y del grupo familiar;
g) Medida de embargo preventivo sobre la cuenta corriente (...)
perteneciente al ciudadano JOSÉ IGNACIO MENDOZA ELOR-
ZA, hasta por la mitad del saldo que presente la cuenta al mo-
mento del embargo;
h) Como medida especial y de mucha importancia, solicitamos
se constituya un Equipo Multidisciplinario, con asistencia del
Fiscal del Ministerio Público competente en la jurisdicción de
niños y adolescentes, para que realice una visita oficial en el
hogar conyugal. Esto pretende dejar constancia de la situación
en que vive la familia.
Debe insistir quien disiente en la medida cautelar contenida en el literal
“a”, pues su apreciación era muy necesaria para entender la pertinen-
cia del amparo. Se trataba de una demanda de divorcio por excesos,
sevicia o injuria grave que hacía imposible la vida en común. Por tanto,
la medida cautelar cónsona con esa demanda civil de divorcio (se insis-
te) y capaz de garantizar con eficacia el resultado final de la decisión
(periculum in mora) no podía ser otra que la orden de salida de la
residencia en común, pues, si se lee con detenimiento el mencionado
literal “a” del capítulo X de la demanda, referido a las medidas cautela-
res, podrá observarse que la parte demanda alegó como fundamento de
la medida cautelar “...agresiones violentas causadas a nuestra re-
presentada...”, no a los hijos; y es lógico que sea así porque de lo
406 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
contrario no existiría el supuesto que regula el ordinal 3° del artículo 185
del Código Civil.
El hecho es que siendo una pretensión cautelar de una demanda civil, es
decir, una exigencia a un órgano jurisdiccional, no podía el Juzgado tras-
ladar el deber de decidir en el Consejo de Protección, porque a dicho
órgano no le corresponde mediar en los intereses civiles encontrados de
la parte demandante y la parte demandada en una demanda de divorcio.
El órgano en referencia, en ese tipo de juicios, tutela los intereses de los
hijos habidos dentro del matrimonio, y en la medida de lo posible procu-
ra consolidarlos con los intereses encontrados de los padres; pero el
deber de proveer las peticiones de naturaleza jurisdiccional le compete
al Juez, porque lo contrario atentaría contra el derecho constitucional a
la tutela judicial efectiva. Ese era el escenario básico del problema que
había que preservar, y en el cual el hecho de que la demanda se trami-
tara ante la Jurisdicción de Niños y Adolescentes no cambiaba la natu-
raleza del asunto civil ventilado.
Su inobservancia, en criterio de quien suscribe, acarreó la absolución de
la instancia producto del traslado al Consejo de Protección del deber de
dictar medidas cautelares que fueron peticionadas con ocasión a la po-
testad jurisdiccional de decretar un divorcio, desconociéndose el hecho
de que si las demandas deben plantearse ante el Juez es a él a quien
corresponde dictar las medidas innominadas pertinentes, máxima reco-
gida en el principio de exhaustividad, según el cual el juez debe pronun-
ciarse sobre todo lo alegado y probado en autos.
Finalmente, quiere advertir quien suscribe que la disentida se hizo eco
de un incorrecto razonamiento del Consejo de Protección cuando deter-
minó que el órgano competente para lograr las medidas cautelares peti-
cionadas por la parte demandante eran los Tribunales de Violencia contra
la Mujer. En ese sentido, es verdad que la Ley Orgánica sobre el Dere-
cho de la Mujer a tener una Vida Libre de Violencia contempla tipos
delictivos que pudieran asemejarse al exceso, sevicia o injuria grave
(violencia psicológica –artículo 39), y también que muchas de las medi-
das peticionadas en la demanda de divorcio incoada están reproducidas
en el artículo 87 de la aludida Ley; pero la demanda civil de divorcio por
excesos, sevicia e injurias graves y la demanda por violencia de género
persiguen objetivos distintos porque distinto es el bien jurídico tutelado
así se basen en los mismos hechos, lo que explica que no haya exclusión
de los procesos entre sí y, lo más importante aún, que cada quien está
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 40 7
en el deber de proveer (de forma apreciativa o desestimatoria) las peti-
ciones cautelares que se les formulen a los jueces respectivos para sal-
vaguardar el bien jurídico que le es encomendado tutelar.
Esto es fundamental esclarecerlo porque lo novedoso de la competen-
cia de género con seguridad colocará a la Sala en el futuro en situacio-
nes similares; y ante ello es imprescindible clarificar que al igual que el
delito de giro de cheques sin provisión de fondos no excluye la demanda
mercantil por intimación al pago de títulos valores, por citar un ejemplo,
la demanda de divorcio por excesos, sevicia o injurias graves no exclu-
ye las demandas por delitos de género ni mucho menos permite obligar
a la mujer a transitar dos juicios para lograr un mismo resultado.
Y aunque la disparidad entre ambos procesos sigue siendo sustancial:
en la demanda de divorcio es posible que los excesos, la sevicia y hasta
la injuria haya cesado pero su entidad impide que se continúe la vida en
común, en las medidas de protección en caso de violencia se aspira
tutelar en lo inmediato agresiones presentes o futuras más graves; la
demanda de divorcio por exceso, sevicia e injuria grave puede ser ale-
gada indistintamente por hombres y mujeres, la demanda por los delitos
de género tiene por sujeto pasivo del delito exclusivamente que a muje-
res, el hecho es que para que procede una petición cautelar basta con
que existe un proceso judicial y que se cumplan con los extremos de
presunción de buen derecho y peligro de que quede ilusoria la ejecución
del fallo. Es indiscutible que existen medidas cautelares innominadas
que se asemejan a competencias otorgadas por otras leyes a diversos
tipos de órganos (administrativos o jurisdiccional); pero la diferencia
sustancial es que las medidas sean solicitudes con ocasión de una de-
manda principal y que la petición cautelar sea cónsona con la naturaleza
del bien jurídico en controversia.
Queda así expresado el criterio de la Magistrada disidente.
(...)
408 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Sentencia: Nº 2.146 del trece de noviembre de 2007.
Caso: Acción de Amparo por intereses colectivos y difusos
conjuntamente con medida cautelar innominada in-
terpuesta por el Gobernador del Estado Carabobo, Luis
Felipe Acosta Carlez, contra las imágenes pornográ-
ficas que promueven la prostitución y la violencia, pu-
blicadas por los diarios “Noti Tarde” y “La Costa”.
Normativa citada en el fallo:
CRBV: Artículos 29, 49, 55, 78 y 257.
LOASDGC: Artículo 6.
Texto del fallo:
El 11 de septiembre de 2007, el abogado Frannel Alexander Velásquez
Hernández, inscrito en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo
el número 75.765, actuando en su carácter de apoderado judicial del
ciudadano LUIS FELIPE ACOSTA CARLEZ en su condición de
habitante y Gobernador del Estado Carabobo, interpuso acción de am-
paro constitucional en protección de intereses colectivos y difusos in-
terpuesta conjuntamente con medida cautelar innominada, contra “(...)
las Imágenes Pornográficas que Promueven la Prostitución y la
Violencia (...)”, publicadas en los Diarios “Noti-Tarde” y “La Costa”,
por la presunta violación de los derechos constitucionales consagrados
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 40 9
en los artículos 46, 83,108, 112, 114 y 117 de la Constitución de la Repú-
blica Bolivariana de Venezuela.
El 25 de septiembre de 2007, se dio cuenta en Sala y se designó ponente
a la Magistrada Carmen Zuleta de Merchán, quien con tal carácter sus-
cribe el presente fallo.
El 3 de octubre de 2007, el referido representante judicial presentó es-
crito mediante el cual solicitaba el pronto pronunciamiento de la Sala en
el presente caso y reiterar la urgencia para el otorgamiento de la medi-
da cautelar solicitada.
Realizado el estudio individual de las actas procesales, pasa esta Sala a
decidir, previas las siguientes consideraciones:
I
DEMANDA POR PROTECCIÓN DE INTERESES
DIFUSOS Y COLECTIVOS
La presente acción de amparo constitucional en protección de los inte-
reses difusos y colectivos tiene como fundamento la violación de los
derechos constitucionales establecidos en los artículos 46, 58, 83, 103,
108, 112, 114 y 117 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, y al efecto de evidenciar sus fundamentos, señaló el apode-
rado judicial del ciudadano Luis Felipe Acosta Carlez, lo siguiente.
“Desde hace algún tiempo los medios de comunicación social im-
presos de contenido informativo general en el Estado Carabobo,
vienen publicando de manera insistente, constantes imágenes por-
nográficas en las que aparecen mujeres casi desnudas, ello con
fines comerciales propios de medios impresos que no han sido cali-
ficados como ediciones exclusivamente pornográficas y por ende
de distribución y comercialización restringida”.
Agregó que igualmente en dichos diarios se incluyen imágenes de he-
chos violentos acompañadas de elucubraciones e interpretaciones des-
viadas de la realidad, que atentan contra el honor y la reputación de los
familiares de las víctimas reseñadas, sin siquiera observar las normas
dispuestas en la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adoles-
cente y la Ley Orgánica de Protección al Consumidor.
410 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Indicó que, dichas representaciones impresas amenazan los derechos
subjetivos y la salud psíquica no sólo del ciudadano Luis Felipe Acosta
Carlez sino de la colectividad carabobeña, situación que vulnera lo
establecido en el artículo 83 de la Constitución de la República Boliva-
riana de Venezuela.
Precisó, a los fines de ilustrar a la Sala sobre los referidos hechos que,
en las ediciones del diario “Noti-Tarde” del 16 y 25 de julio y 1, 2, 23 y
27 de agosto de 2007 se “(...) [mostraban] fotografías a cinco, cua-
tro, tres y dos columnas, todas siempre full color de cadáveres y
siniestros, destacando no sólo el dolor de los familiares sino las
escenas dantescas de los acontecimientos”..
Igualmente señaló que el diario “LA COSTA: fechas; 17, 19, 20 y 25
de julio de 2007, Sección: Belleza y Sucesos, páginas: 16, 39 y 40,
donde se muestran fotografías o página completa de cuerpos feme-
ninos sin rostros identificables en las cuales no se indica si se trata
de fotografías de estudio, promocionales de modelos profesiona-
les, no se indica si los modelos son nacionales o extranjeras, no se
aprecia si por esa exposición reciben alguna contraprestación o si
las mismas fueron realizadas con el conocimiento o consentimiento
de las modelos. Asimismo se incluye imagen a cuatro columnas full
color de la reseña de un siniestro”.
Denunció que, tal situación se agravaba por el desmedido y abusivo uso que
hacían dichos medios de comunicación del derecho al ejercicio de liberta-
des económicas, contemplado en el artículo 112 Constitucional, sin importar
que “(...) utiliza[n] a la mujer y a la desgracia humana, como la polí-
tica o lineamiento de la gerencia comercial competitiva”.
Arguyó que, la estrategia comercial utilizada por los accionados resul-
taba aberrante, pues el fin pornográfico que persiguen es muy explícito,
toda vez que publican imágenes de evidente contenido sexual que “(...)
invitan a tener sexo, lo que es sinónimo de promoción a la prostitu-
ción lo cual constituye un ilícito económico (artículo 114 CRBV),
pues no están calificados como ediciones pornográficas”
Alegó la violación de los artículos 46 y 83 de la Constitución de la Repú-
blica Bolivariana de Venezuela, ya que al permitirse la continua publici-
dad de artículos con altos contenidos de violencia y prostitución de
manera descarada, desmedida y sin el debido control de los organismos
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 41 1
e instituciones competentes, se perjudica no sólo los derechos subjeti-
vos de su representado sino la integridad psíquica y moral de la socie-
dad carabobeña.
Arguyó que, los dislates periodísticos que atentan contra los derechos
de los ciudadanos, entre éstos el establecido en el artículo 58 de la Cons-
titución de la República Bolivariana de Venezuela, generan responsabi-
lidades legales de los editores o de quienes lo publican, por lo que a su
juicio deberían ser objeto de limitaciones por parte de los órganos com-
petentes, no obstante, ante la inminencia del peligro que dichas publica-
ciones representan, la presente acción de amparo surge para esa
representación como único medio procesal eficaz e inmediato para apli-
car las medidas correctivas que impongan el cese a la perturbación.
Adujo que, su representado accionaba no sólo como habitante de la
presunta localidad afectada, sino como Gobernador del Estado Cara-
bobo, toda vez que pretende la protección de todos los habitantes de
dicho ente territorial, ante la amenaza de lesión que se viene configu-
rando con respecto a su salud, calidad de vida, higiene mental y con
mayor gravedad para los niños y adolescentes que constituyen la so-
ciedad carabobeña.
Indicó que la acción de amparo no se encontraba incursa en ninguna de
las causales de inadmisibilidad dispuestas en la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales y que según jurisprudencia
de esta Sala Constitucional era este el órgano jurisdiccional competente
para conocer de la acción de protección constitucional interpuesta.
Sostuvo que, quedaba demostrado que todos y cada uno de los requisi-
tos pertinentes para que esta Sala Constitucional declare procedente la
medida cautelar innominada estaban cumplidos –fumus boni juris y
periculum in mora–, por lo que solicitaban que a través del otorga-
miento de la misma, se prohíba a los diarios “Noti-Tarde” y “La Costa”
la publicación de imágenes con contenidos altamente violentos y porno-
gráficos que pudieran vulnerar los derechos señalados supra, hasta tanto
se decida el fondo de la presente acción de amparo constitucional.
Finalmente, requirió “(...) A los fines de restablecer la situación jurí-
dica lesionada y garantizar el ejercicio de los derechos subjetivos
y legítimos de mi mandante así como la protección de la Salud Psí-
quica y Emocional de la Sociedad Carabobeña, como protección
al derecho a la salud Pública; solicitó se ordene la Prohibición
412 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
2.- Que actúan como elementos de control de la calidad de la vida
comunal, por lo que no pueden confundirse con los derechos sub-
jetivos individuales que buscan la satisfacción personal, ya que su
razón de existencia es el beneficio del común, y lo que se persi-
gue con ellos es lograr que la calidad de la vida sea óptima. Esto
no quiere decir que en un momento determinado un derecho sub-
jetivo personal no pueda, a su vez, coincidir con un derecho des-
tinado al beneficio común.
3.- El contenido de estos derechos gira alrededor de prestacio-
nes, exigibles bien al Estado o a los particulares, que deben favo-
recer a toda la sociedad, sin distingos de edad, sexo, raza, religión,
o discriminación alguna.
Entre estos derechos cívicos, ya ha apuntado la Sala, se encuen-
tran los derechos e intereses difusos o colectivos, a que hace
referencia el artículo 26 de la vigente Constitución, y respecto a
los cuales en distintas oportunidades se ha pronunciado (ver, en-
tre otras, sentencias números 483/2000, caso: Cofavic y Quere-
mos Elegir; 656/2000, caso: Dilia Parra; 770/2001, caso: Defensoría
del Pueblo; 1571/2001, caso: Deudores Hipotecarios; 1321/2002,
caso: Máximo Febres y Nelson Chitty La Roche; 1594/2002, caso:
Alfredo García Deffendini y otros; 1595/2002, caso: Colegio de
Médicos del Distrito Metropolitano de Caracas; 2354/2002, caso:
Carlos Humberto Tablante Hidalgo; 2347/2002, caso: Henrique
Capriles Radonski; 2634/2002, caso: Defensoría del Pueblo; 3342/
2002 y 2/2003, caso: Félix Rodríguez; 225/2003, caso: César Pé-
rez Vivas y Kenic Navarro; 379/2003, caso: Mireya Ripanti y otros;
y 1924/2003, caso: O.N.S.A.). Conforme la doctrina contenida
en tales fallos, los principales caracteres de esta clase de dere-
chos, pueden resumirse de la siguiente manera:
DERECHOS O INTERESES DIFUSOS: se refieren a un bien
que atañe a todo el mundo (pluralidad de sujetos), esto es, a per-
sonas que –en principio– no conforman un sector poblacional iden-
tificable e individualizado, y que sin vínculo jurídico entre ellos, se
ven lesionados o amenazados de lesión.
Los derechos o intereses difusos se fundan en hechos genéricos,
contingentes, accidentales o mutantes que afectan a un número
indeterminado de personas y que emanan de sujetos que deben
414 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
una prestación genérica o indeterminada, en cuanto a los posibles
beneficiarios de la actividad de la cual deriva tal asistencia, como
ocurre en el caso de los derechos positivos como el derecho a la
salud, a la educación o a la obtención de una vivienda digna, pro-
tegidos por la Constitución y por el Pacto Internacional de Dere-
chos Económicos, Sociales y Culturales.
DERECHOS O INTERESES COLECTIVOS: están referidos a
un sector poblacional determinado (aunque no cuantificado) e iden-
tificable, aunque individualmente, de modo que dentro del conjun-
to de personas existe o puede existir un vínculo jurídico que los
une entre ellos. Su lesión se localiza concretamente en un grupo,
determinable como tal, como serían a grupos profesionales, a gru-
pos de vecinos, a los gremios, a los habitantes de un área determi-
nada, etcétera.
Los derechos colectivos deben distinguirse de los derechos de las
personas colectivas, ya que estos últimos son análogos a los dere-
chos individuales, pues no se refieren a una agrupación de indivi-
duos sino a la persona jurídica o moral a quien se atribuyan los
derechos. Mientras las personas jurídicas actúan por organicidad,
las agrupaciones de individuos que tienen un interés colectivo obran
por representación, aun en el caso de que ésta sea ejercida por un
grupo de personas, pues el carácter colectivo de los derechos
cuya tutela se invoca siempre excede al interés de aquél.
(...omissis...)
LEGITIMACIÓN PARA INCOAR UNA ACCIÓN POR INTE-
RESES DIFUSOS: no se requiere que se tenga un vínculo esta-
blecido previamente con el ofensor, pero sí que se actúe como
miembro de la sociedad, o de sus categorías generales (consumi-
dores, usuarios, etc.) y que invoque su derecho o interés compar-
tido con la ciudadanía, porque participa con ella de la situación
fáctica lesionada por el incumplimiento o desmejora de los Dere-
chos Fundamentales que atañen a todos, y que genera un derecho
subjetivo comunal, que a pesar de ser indivisible, es accionable
por cualquiera que se encuentre dentro de la situación infringida.
La acción (sea de amparo o específica) para la protección de
estos intereses la tiene tanto la Defensoría del Pueblo (siendo
este organismo el que podría solicitar una indemnización de ser
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 41 5
procedente) dentro de sus atribuciones, como toda persona domi-
ciliada en el país, salvo las excepciones legales.
LEGITIMACIÓN PARA INCOAR UNA ACCIÓN POR INTE-
RESES Y DERECHOS COLECTIVOS: quien incoa la demanda
con base a derechos o intereses colectivos, debe hacerlo en su
condición de miembro o vinculado al grupo o sector lesionado, y
que por ello sufre la lesión conjuntamente con los demás, por lo que
por esta vía asume un interés que le es propio y le da derecho de
reclamar el cese de la lesión para sí y para los demás, con quienes
comparte el derecho o el interés. La acción en protección de los
intereses colectivos, además de la Defensoría del Pueblo, la tiene
cualquier miembro del grupo o sector que se identifique como com-
ponente de esa colectividad específica y actúa en defensa del co-
lectivo, de manera que los derechos colectivos implican, obviamente,
la existencia de sujetos colectivos, como las naciones, los pueblos,
las sociedades anónimas, los partidos políticos, los sindicatos, las
asociaciones, los gremios, pero también minorías étnicas, religiosas
o de género que, pese a tener una específica estructura organiza-
cional, social o cultural, pueden no ser personas jurídicas o morales
en el sentido reconocido por el derecho positivo, e inclusive simples
individuos organizados en procura de preservar el bien común de
quienes se encuentran en idéntica situación derivado del disfrute
de tales derechos colectivos (...)” (Mayúsculas del original).
Igualmente, se advierte que esta Sala en sentencia N° 536 del 14 de abril de
2005 (caso: Centro Termal Las Trincheras, C.A.), indicó lo siguiente:
(...) Los derechos o intereses difusos tienen como rasgo defini-
dor su indeterminación objetiva, pues el objeto de los mismos es
una prestación indeterminada. Así lo determinó esta Sala Cons-
titucional en su fallo N° 1.321 del 16 de junio de 2002 (caso:
Máximo Febres Siso y Nelson Chitty La Roche), en el que se
señaló lo siguiente:
“A su vez, los derechos o intereses difusos son indeterminados
objetivamente, ya que el objeto jurídico de tales derechos es una
prestación indeterminada, como ocurre en el caso de los dere-
chos positivos, a saber, el derecho a la salud, a la educación o a la
vivienda. Un derecho o interés individual puede ser difuso cuando
es indeterminado por su carácter más o menos general o por su
416 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
relación con los valores o fines que lo informan. En la privación
de la patria potestad o en el procedimiento de adopción los dere-
chos del niño y del adolescente pueden ser difusos en la medida
en que la cura o cuidado de la Ley Orgánica para la Protección
del Niño y del Adolescente depende de que el interés tutelable
sea concretado por el juez en cada caso. En suma, difuso no se
opone a individual, ni se identifica con lo colectivo. Difuso se opo-
ne a concreto, claro o limitado; mientras que individual y colecti-
vo se contrarían de manera patente”.
De acuerdo con el criterio sostenido en el fallo parcialmente trans-
crito, el incumplimiento por parte del Estado de su obligación de
garantizar el desenvolvimiento de la población en un ambiente
libre de contaminación, establecida en el último párrafo del men-
cionado artículo 127 Constitucional, genera un derecho difuso en
los ciudadanos, dada la indeterminación objetiva de la prestación
debida por el Estado para cumplir con tal obligación.
Mención aparte merecen las consideraciones sobre la legitima-
ción activa en casos como el de autos, en el que se ha alegado la
afectación de un bien común, como lo es, vivir en un ambiente
con las características señaladas. En el fallo antes referido, la
Sala se pronunció sobre la noción de ‘bien común’, y expresó:
El bien común no es la suma de los bienes individuales, sino aque-
llos bienes que, en una comunidad, sirven al interés de las personas
en general de una manera no conflictiva, no exclusiva y no exclu-
yente. Vivir en una ciudad bella, por ejemplo, constituye un bien
para sus habitantes, y se trata de un bien común porque su goce no
disminuye el de los demás y porque no puede negarse a ninguno de
sus habitantes (cf. Joseph Raz, La ética en el ámbito de lo políti-
co, Barcelona, Gedisa, 2001, trad. de María Luz Melon, p. 65).
Vivir en un ambiente libre de polución y ecológicamente equili-
brado sirve a la comunidad en cuanto tal, y no a la suma de sus
componentes, en el sentido expuesto en el fragmento supra trans-
crito, por lo que ‘el círculo de sujetos interesados (...) desborda
en este caso los límites de la individualidad, legitimándose para
el ejercicio de la acción a todos los miembros de una determina-
da colectividad o sólo a alguno de ellos, para deducir una pre-
tensión común a todos’ (Pablo Gutiérrez de Cabiedes e Hidalgo
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 41 7
Así lo juzgó esta Sala Constitucional, en su decisión N° 656 del 30
de junio de 2000 (caso: Dilia Parra Guillén), oportunidad en que
se destacó lo siguiente:
En ese sentido, la Sala considera que si el artículo 26 de la Cons-
titución de la República Bolivariana de Venezuela contempla, sin
distinción de personas la posibilidad de acceso a la justicia para
hacer valer derechos e intereses, incluso los colectivos y difusos,
tal acceso debe interpretarse en forma amplia, a pesar del recha-
zo que en otras partes y en algunas leyes venezolanas, exista
contra el ejercicio individual de acciones en defensa de intereses
o derechos difusos o colectivos. En consecuencia, cualquier per-
sona procesalmente capaz, que va a impedir el daño a la pobla-
ción o a sectores de ella a la cual pertenece, puede intentar una
acción por intereses difusos o colectivos, y si ha sufrido daños
personales, pedir sólo para sí (acumulativamente) la indemniza-
ción de los mismos. Esta interpretación fundada en el artículo 26
hace extensible la legitimación activa a las asociaciones, socieda-
des, fundaciones, cámaras, sindicatos y demás entes colectivos,
cuyo objeto sea la defensa de la sociedad, siempre que obren
dentro de los límites de sus objetivos societarios, destinados a
velar por los intereses de sus miembros en cuanto a lo que es su
objeto. El artículo 102 de la Ley Orgánica de Ordenación Urba-
nística, sigue esta orientación (...).
De conformidad con lo antes expuesto, se colige que la sociedad
mercantil Centro Termal Las Trincheras, C.A. posee la legitimación
requerida para interponer la presente acción de amparo constitucio-
nal por intereses difusos (...). (Negrillas y subrayado del original).
Asimismo, esta Sala reitera su posición respecto al deber que tiene el
Estado de velar porque el correcto cumplimiento de aquellas activida-
des que sean de interés social, cumplan con su cometido esencial, sin
desmedro de los intereses de la colectividad, y actuando por el contra-
rio, en beneficio y defensa del bien común. Así, en la sentencia del 21
de agosto de 2001 (caso: “ASODEVIPRILARA”) se afirmó:
El Estado debe cumplir a la población en las áreas de interés
social, de acuerdo con lo que la Constitución y las leyes pauten,
sobre todo cuando al Estado le corresponde la vigilancia y el con-
trol de determinadas actividades propias o de los particulares. Si
esa función falla, los ciudadanos tienen el derecho de exigirle al
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 41 9
Estado que cumpla, pero muchas veces el incumplimiento provie-
ne de la omisión de actividades propias de la administración o de
actos administrativos que por su naturaleza causan daños indivi-
duales mínimos, casi imperceptibles, motivo por el cual no son
reclamados por los ciudadanos (permisos ilegales, exenciones
mínimas, autorizaciones, etc.), ya que individualmente no contraen
un perjuicio que amerita acudir a la jurisdicción, o que de hacerlo
resultaría muy oneroso para el demandante, pero que si se suman
o se contemplan como un universo, agravan las necesidades so-
ciales, como –por ejemplo– cuando con mínimos cobros ilegíti-
mos, el cobrador obtiene un lucro desproporcionado a la prestación
debida o a su calidad. Se trata de incumplimientos que aislados
pueden crear daños leves que no vale la pena reclamarlos indivi-
dualmente, pero que observados desde una sumatoria de los mis-
mos resultan lesiones graves para la sociedad o partes de ella.
Pretender que la vía para obtener la reparación de estos daños
son las clásicas demandas por nulidad de los actos administrati-
vos es una irrealidad, ya que es la conducta omisiva o ilegal del
Estado, o de los particulares deudores de la prestación social, la
que en bloque produce los actos dañosos a la actividad, y en cri-
terio de esta Sala, esa desviación de poder continuada, producto
de una falta en la actividad estatal o de su colusión con los parti-
culares, permite a las víctimas acciones por derechos o intereses
difusos, o de otra naturaleza, cuando la prestación incumplida to-
tal o parcialmente atenta contra el débil jurídico y rompe la armo-
nía que debe existir entre grupos, clases o sectores de población,
potenciando a unos pocos a costas del bien común. El restableci-
miento o mejora de la calidad de la vida se convierte en el objeto
de las acciones por derechos o intereses difusos o colectivos, más
que la solución de un problema particular en concreto.
Ahora bien esta Sala observa a la luz de la jurisprudencia transcrita
supra, que en el presente caso la solicitud se ha presentado bajo la
forma de acción de amparo constitucional; no obstante, en atención a
los alegatos expuestos por el solicitante se observa que la misma se
trata de una verdadera demanda por protección de los intereses colec-
tivos y difusos pues se pone en evidencia el alcance e influencia que
sobre la sociedad tienen los medios de comunicación, y que por tal ra-
zón pueden incidir tanto en la calidad de vida de aquélla, como en dere-
chos concretos como lo podrían ser el de la protección de los niños,
420 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
niñas y adolescentes (artículo 78 constitucional) o el derecho a una in-
formación oportuna, veraz e imparcial, sin censura (artículo 58 constitu-
cional), cuyo desconocimiento implica no sólo la afectación de una
persona en particular sino de un conglomerado, lo que justifica la adop-
ción de medidas de carácter general dirigidas a un número indetermina-
do de personas, por tanto esta Sala, tal como lo hizo en el caso
ASOVIPRILARA, estima procedente cambiar la calificación jurídica
de la presente acción, facultad propia del juez constitucional, como ya lo
ha expuesto en sentencias, del 1° de febrero de 2000 (Caso José Amando
Mejía), 19 de octubre 2000 (Caso: Ascánder Contreras Uzcátegui), 9
de marzo de 2000 (Caso: José Alberto Zamora Quevedo) y 14 de marzo
de 2000 (Caso: Claudia Ramírez Trejo), por lo que la presente solicitud
se ventilará como una demanda por vía procesal ajena al amparo, por
derechos e intereses colectivos.
Ello así considera esta Sala que hasta tanto se dicte la ley que establezca
de forma expresa el medio procesal idóneo para la decisión de estas cau-
sas, la Sala Constitucional, por mandato de la Constitución de la Repúbli-
ca Bolivariana de Venezuela, es la competente para conocer de este tipo
de acciones, tal como se señaló en el caso: “Dilia Parra”, citado supra,
que esta Sala ratifica una vez más, de acuerdo con lo establecido en el
artículo 26 del Texto Constitucional cuya interpretación vinculante se ve-
rificó en dicho caso, a tenor de lo establecido en el artículo 335 eiusdem.
Además, considerando que el segundo párrafo del artículo 18 de la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia establece que “Toda persona
tiene derecho a acceso al Tribunal Supremo de Justicia en cuales-
quiera de sus Salas para hacer valer sus derechos e intereses, inclu-
so los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a
obtener con prontitud la decisión correspondiente”; por ser la mate-
ria debatida de índole constitucional, la Sala se declara competente para
conocer de la acción incoada, y así se decide. (Vid. fallo Nº 1522, del 20
de julio de 2007. Caso: Gilberto Rua).
III
DE LA LEGITIMACIÓN DEL DEMANDANTE
Determinada la competencia, pasa la Sala a verificar la legitimación del
demandante en el presente caso, para lo cual se observa:
El ciudadano Luis Felipe Acosta Carlez, aduce actuar en el presente caso
en protección de los intereses colectivos y difusos de los integrantes de la
sociedad del Estado Carabobo y a su vez, como habitante de ese Estado.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 42 1
En relación con el primer carácter, debe esta Sala traer a colación el
criterio expresado en sentencia, del 21 de noviembre de 2000, (Caso:
Gobernador del Estado Mérida y otros vs Ministerio de Finanzas), reite-
rado en distintas oportunidades, entre otras en fallo Nº 1.394, del 17 de
julio de 2006 (Caso: Migdalia Coromoto Escalona) y decisión Nº 154,
del 9 de febrero de 2001 (Caso: Gobernador del Estado Miranda), en la
cual se estableció lo siguiente:
[...] Los derechos e intereses difusos y colectivos persiguen man-
tener en toda la población o en sectores de ella, una aceptable ca-
lidad de vida, en aquellas materias cuya prestación general e
indeterminada de tal calidad de vida corresponde al Estado o a los
particulares. Se trata de derechos e intereses colectivos que pue-
den coincidir con derechos e intereses individuales, pero que con-
forme al artículo 26 de la Constitución vigente pueden ser accionados
por cualquier persona que invoque un derecho o interés compartido
con la ciudadanía en general o con un sector de ella, y que teme o
ha sufrido, como parte integrante de esa colectividad, una lesión en
su calidad de vida, a menos que la ley le niegue la acción.
Ahora bien, correspondiendo al Estado venezolano mantener las
condiciones aceptables de calidad de la vida, no pueden sus com-
ponentes solicitar de él dicha prestación; por ello, dentro de la
estructura del Estado, el único organismo que de pleno derecho
puede incoar tales acciones es la Defensoría del Pueblo, ya que
representa al pueblo y no al Estado venezolano, al igual que otros
entes públicos a quienes la ley, por iguales razones de representa-
tividad, expresamente otorgue tales acciones.
Así las cosas, reiterando el criterio asentado en el fallo parcialmente
transcrito, y considerando que la ley no ha atribuido a los Estados como
entes político-territoriales la facultad de intentar acciones en protección
de los derechos e intereses colectivos y difusos de las comunidades
locales, debe ésta desestimar la legitimidad del accionante para interpo-
ner –en su condición de Gobernador del Estado Carabobo– la presente
acción de protección de intereses colectivos y difusos. Así se declara.
No obstante lo anterior, debe analizarse la legitimidad del accionante
como ciudadano habitante del Estado Carabobo, y a tal efecto se obser-
va que el artículo 26 de la Constitución vigente consagra el derecho a la
tutela judicial efectiva, conforme al cual toda persona tiene la facultad
422 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
de acudir ante el órgano jurisdiccional competente para hacer valer sus
derechos e intereses –incluso los colectivos y difusos– frente a intromi-
siones lesivas, generadas por la conducta positiva o negativa de un de-
terminado agente de cualquier entidad.
Ello así considera esta Sala que el accionante –como ciudadano habi-
tante del Estado Carabobo– posee un interés difuso en que se resta-
blezca la situación que denuncia como infringida; en virtud de lo cual,
reafirmando el contenido del fallo parcialmente transcrito, y en recono-
cimiento del derecho a la tutela judicial efectiva del actor, esta Sala
considera suficiente la legitimidad del actor para incoar la presente ac-
ción. Así se declara.
IV
DE LA ADMISIBILIDAD
Revisadas como han sido las causales de inadmisibilidad previstas en el
quinto aparte del artículo 19 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo
de Justicia, no se evidencia la configuración de alguna en la presente
acción de amparo, de manera que no advierte en su estudio preliminar
esta Sala: ley alguna que disponga su inadmisibilidad; que el conoci-
miento del mismo corresponda a otro Tribunal; que se haya acumulado
a otro recurso con el que se excluya o cuyos procedimientos sean in-
compatibles; que falten los documentos indispensables para su admisi-
bilidad; que contenga conceptos ofensivos o irrespetuosos; que su
contenido resulte ininteligible a los efectos de su tramitación; así como
tampoco se evidencia falta de representación o legitimidad del recu-
rrente, ni tampoco cosa juzgada. De manera que, esta Sala admite la
presente demanda en cuanto ha lugar en derecho, sin perjuicio de la
potestad que asiste a esta Sala de examinar el cumplimiento de los re-
quisitos de admisibilidad y procedencia establecidos en la ley y la juris-
prudencia en cualquier estado y grado del proceso.
En virtud de lo expuesto, se admite la presente demanda por protección
de intereses difusos y colectivos. Así se declara.
Como consecuencia de dicha admisión, esta Sala, en aras de garantizar
el principio de la tutela judicial efectiva y los derechos a la defensa y al
debido proceso, y por cuanto el procedimiento que rige en materia de
demanda por intereses difusos y colectivos se encuentra establecido en
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 42 3
la jurisprudencia de esta Sala (Vid. Sentencia del 22 de agosto de 2001,
caso: “ASODEVIPRILARA”) y del 3 de octubre de 2002 (caso: “Carlos
Humberto Tablante Hidalgo”), se ordena su aplicación.
En tal sentido, se le concede a la parte demandante cinco (5) días de
despacho a partir de la notificación en su domicilio procesal, para que
promueva las pruebas a que se refiere el artículo 862 del Código de
Procedimiento Civil, con la carga de su preclusión de no hacerlo dentro
del referido lapso.
Ahora bien, por cuanto en el presente caso, se presume la existencia de
un grupo de legitimados pasivos, y dado los efectos erga omnes que
podría producir el fallo si fuese declarado con lugar, esta Sala ordena –
dentro de este especial tipo de acciones– que se emplace al Presidente
del Instituto de Protección al Consumidor y al Presidente de la Junta
Directiva del Colegio Nacional de Periodistas.
Igualmente, se ordena publicar un edicto en uno de los diarios de mayor
circulación nacional, llamando a los interesados que quieran hacerse
partes coadyuvantes u oponentes.
Ahora, por cuanto en el presente caso se encuentra identificado el suje-
to pasivo de la presente demanda, se ordena notificar a la representa-
ción judicial de los diarios “Noti-Tarde” y “La Costa”.
Se otorgan diez (10) días de despacho una vez conste en autos, la última
citación o notificación, o de que conste en autos la efectiva publicación
del edicto aquí señalado, si él fuese publicado después de las citaciones
y notificaciones, a fin de que dentro de dicho lapso los emplazados pre-
senten la contestación de la demanda. Los intervinientes solamente po-
drán en igual término, alegar razones que apoyen las posiciones de
aquellas con quienes coadyuvarán.
Se fija el quinto (5°) día de despacho siguiente al fin del lapso de emplaza-
miento, para que tenga lugar la audiencia preliminar prevista en el artículo
868 del Código de Procedimiento Civil, la cual será dirigida por la Sala.
Los coadyuvantes con las partes, tratándose de una acción de intereses
difusos, sólo podrán promover pruebas con relación a los alegatos de las
partes con quienes coadyuven.
424 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Notifíquese al Fiscal General de la República y al Defensor del Pueblo
de la existencia de este proceso, a los fines de que participen como
terceros coadyuvantes si lo estiman conveniente.
V
DE LA MEDIDA CAUTELAR
En relación con la medida cautelar presentada, en virtud de la cual se
solicita que esta Sala ordene a los Diarios “Noti-Tarde” y “La Costa”
la prohibición de publicación de imágenes de sucesos sangrientos o vio-
lentos que hayan ocurrido como consecuencia de algún hecho delictivo
o no, así como aquéllas de contenido pornográfico, en las que muestren
a hombres y mujeres semidesnudos, hasta tanto se decida el fondo de la
presente demanda, debe señalarse que de conformidad con lo expuesto
en el artículo 19, párrafo 11 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia, éste podrá acordar, aun de oficio, las medidas cautelares que
estime pertinente para resguardar la apariencia de buen derecho invo-
cado y garantizar las resultas del juicio, siempre que dichas medidas no
vacíen de contenido, en forma irreversible, la decisión definitiva.
En el presente caso, esta Sala observa que de otorgarse lo peticionado,
en los términos descritos, ello supondría una decisión irreversible coin-
cidente con el fondo del asunto debatido, lo que escapa al límite natural
de toda medida cautelar, cual es procurar un estado de equilibrio interi-
no que permita hacer ejecutable la sentencia de fondo por cualquiera de
las partes involucradas, razón por la cual esta Sala niega la medida cau-
telar solicitada y así se decide.
VI
DECISIÓN
Por las razones precedentemente expuestas, esta Sala Constitucional
del Tribunal Supremo de Justicia, administrando justicia, en nombre de
la República, por autoridad de la ley, declara:
PRIMERO.- COMPETENTE para conocer la demanda por protec-
ción de intereses difusos y colectivos interpuesta conjuntamente con
medida cautelar innominada por el representante judicial del ciudadano
LUIS FELIPE ACOSTA CARLEZ, Gobernador del Estado Carabo-
bo, contra “(...) las Imágenes Pornográficas que Promueven la Pros-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 42 5
Sentencia: Nº 2.359 del dieciocho de diciembre de 2007.
Caso: Avocamiento de la Sala Constitucional, para la deter-
minación del monto indemnizatorio, en el juicio ins-
taurado contra la República por la Sucesión Carmona
Vásquez.
Normativa citada en el fallo:
CC: Artículo 1.196.
CPC: Artículos 249, 524 y 556.
LOTSJ: Artículos 19 y 21.
Texto del fallo:
Esta Sala Constitucional, constituida como Tribunal Accidental, decla-
ró mediante sentencia número 2818, dictada el 19 de noviembre de
2002, procedente la revisión constitucional solicitada por los ciudada-
nos Gladys Josefina Jorge Saad (Vda.) de Carmona y Ramón Oscar
Carmona Jorge, y, en consecuencia, anuló la sentencia dictada, el 15
de mayo de 2001, por la Sala Politicoadministrativa de este Tribunal
Supremo de Justicia que había declarado sin lugar la demanda de res-
ponsabilidad extracontractual interpuesta por los ciudadanos Gladys
Josefina Jorge Saad (Vda.) de Carmona, Ramón Oscar Carmona Jor-
ge, Carlos Eduardo Carmona Jorge y Oswaldo José Carmona Jorge
contra el Estado venezolano por el homicidio del abogado Ramón Os-
car Carmona Vásquez.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 42 7
En esa oportunidad, se ordenó a la Sala Politicoadministrativa la emi-
sión de nueva decisión estableciendo la indemnización a los demandan-
tes por daños causados, acatando los lineamientos constitucionales
dictaminados por esta Sala Constitucional, con ocasión a los cuales se
determinó la responsabilidad del Estado en el presente caso.
En virtud de la decisión número 2818, dictada por esta Sala el 19 de
noviembre de 2002, la Sala Politicoadministrativa, también constituida
como Tribunal Accidental, mediante decisión dictada el 9 de octubre de
2003, planteó ante la Sala Plena un “conflicto de competencia” respec-
to a esta Sala Constitucional, debido al pronunciamiento sobre la conde-
na patrimonial de la República, difiriendo su decisión sobre el fondo del
asunto planteado, o si fuera el caso, sobre la ejecución del fallo, hasta
tanto se produjera la decisión de la Sala Plena.
Visto el anterior pronunciamiento por parte de la Sala Politicoadminis-
trativa contenido en el fallo del 9 de octubre de 2003, la ciudadana Gla-
dys Josefina Jorge Saad (Vda.) de Carmona, interpuso solicitud de
revisión constitucional en contra de esa sentencia.
Tal solicitud de revisión se declaró con lugar mediante sentencia número
1469, pronunciada el 6 de agosto de 2004. En consecuencia, se anuló el
fallo dictado el 9 de octubre de 2003 por la Sala Politicoadministrativa,
exhortando a que emitiera decisión respecto a la indemnización corres-
pondiente a los demandantes. Así mismo, se exhortó a la Sala Plena de
este Máximo Tribunal remitir a esta Sala Constitucional el conflicto de
competencia, debido a que esta instancia constitucional era competente
para decidir la incidencia procesal de conformidad con lo establecido en
el artículo 5.3 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia.
El 3 de agosto de 2005, la ciudadana Gladys Josefina Jorge Saad de
Carmona solicitó ante esta Sala Constitucional el avocamiento de la
causa, alegando la inacción para decidir por parte de la Sala Politicoad-
ministrativa, y el desacato a la orden impartida por esta Sala de estable-
cer la cantidad monetaria correspondiente al pago indemnizatorio.
En virtud de dicha solicitud, esta Sala, mediante decisión número 2569,
del 9 de agosto de 2005, acordó el avocamiento, y ordenó a la Sala
Politicoadministrativa la remisión del expediente contentivo de la de-
manda de resarcimiento de daño patrimonial por responsabilidad extra-
contractual, incoada por la referida ciudadana.
428 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
El 17 de noviembre de 2005, luego de recibidas las actuaciones solicita-
das, esta Sala Constitucional procedió mediante auto número 3545 al
emplazamiento de las partes, y ordenó notificar a la Procuraduría Gene-
ral de la República, en cumplimiento del artículo 84 de la Ley Orgánica
de la Procuraduría General de la República.
El 23 de noviembre de 2005, la ciudadana Gladys Josefina Jorge Saad,
asistida del abogado, consignó documento contentivo de un estudio econó-
mico realizado por el perito, ciudadano Valerio Antonio López, en el que a
solicitud de la referida ciudadana, expone una estimación de la cantidad
dineraria que hubiese percibido Ramón Oscar Carmona Vásquez.
El 30 de noviembre de 2005, el abogado Carlos Karim Masrie, apodera-
do judicial de la parte demandante reiteró en los términos en que fue
interpuesta la demanda originariamente ante la Sala Politicoadministra-
tiva, a los efectos de la solicitud de daño moral.
El 17 de enero de 2006, la ciudadana Gladys Josefina Jorge Saad solici-
tó la ejecución del fallo que condenó a la República, y que al efecto se
estableciera la respectiva indemnización.
Mediante auto número 648, del 29 de marzo de 2006, esta Sala Consti-
tucional instó a las partes, ciudadanos Gladys Josefina Jorge Saad de
Carmona, Ramón Oscar Carmona Jorge, Carlos Eduardo Carmona Jor-
ge y Oswaldo José Carmona Jorge, y a la República, por órgano de la
Procuraduría General de la República, para que conciliaran sobre el
monto indemnizatorio, por lo que ordenó suspender la causa por un pe-
ríodo de tres (3) meses.
El 8 de junio de 2006, la representación de la Procuraduría General de
la República y los demandantes iniciaron las gestiones para estimar el
monto indemnizatorio.
El 6 de julio de 2006, las partes solicitaron prórroga para continuar con
las reuniones conciliatorias.
El 10 de julio de 2006, las partes, de común acuerdo, nombraron como
expertos a los licenciados Eufrosina Gamero Marcano y Valerio Anto-
nio López Peña.
Por auto número 1443, dictado el 26 de julio de 2006, esta Sala acordó
la prórroga peticionada por las partes.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 42 9
El 18 y 20 de agosto de 2006, los peritos designados presentaron sus
respectivos informes.
Presentados los informes de los expertos, consta en autos que las partes
se reunieron a discutir y analizar las propuestas sobre la cantidad a pagar,
sin llegar a un acuerdo definitivo sobre el monto de la indemnización, por
lo que a la primera vez dieron por terminadas las negociaciones.
Terminados los trámites para la conciliación, la Procuraduría General
de la República y los demandantes solicitaron, de conformidad con es-
critos consignados ante esta Sala los días 17 y 20 de enero de 2007, que
esta Sala determinara el monto correspondiente al pago indemnizatorio,
debido a la falta de acuerdo entre las partes.
Efectuada la solicitud, en auto número 502, del 22 de marzo de 2007,
esta Sala Constitucional instó a las partes para que reanudaran el pro-
ceso de conciliación. Asimismo, ordenó a la Procuraduría General de la
República solicitara al Instituto Nacional de Estadística la elaboración
de un estudio técnico relacionado con los ingresos promedios de un tra-
bajador que se dedicara al libre ejercicio de la profesión a la fecha de la
muerte del ciudadano Ramón Oscar Carmona Vásquez, ocurrida el 28
de julio de 1978.
El 24 de mayo de 2007, el Instituto Nacional de Estadística se dirigió a
la Sala a los fines de solicitar prórroga de 15 días hábiles para la consig-
nación del informe solicitado, la cual fue acordada por auto número
1115 del 13 de junio de 2007.
El 25 de junio de 2007, el Instituto Nacional de Estadística rindió infor-
me ante la Procuraduría General de la República consignando el estudio
técnico solicitado por esta Sala Constitucional.
El 29 de junio de 2007, los demandantes impugnaron el informe pre-
sentado por el Instituto Nacional del Estadística, consignado el 25 de
junio de 2007.
Mediante escrito presentado el 9 de octubre de 2007, la Procuraduría
General de la República informó del fracaso definitivo de las negocia-
ciones y solicitó que esta Sala estableciera los montos indemnizatorios.
Ante tal solicitud, esta Sala, emitió auto número 1787 del 5 de octubre
de 2007, solicitando a la Procuraduría General de la República remitiera
430 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
la información relacionada con el proceso de conciliación, a los fines de
anexar constancia de las negociaciones realizadas.
El 26 de octubre de 2007, la Procuraduría General de la República con-
signó los documentos relacionados con la conciliación.
Establecido lo anterior, esta Sala Constitucional, debido a la falta de con-
ciliación entre las partes, asume excepcionalmente la competencia en ejer-
cicio de la facultad de avocamiento y procede a determinar el monto
indemnizatorio en el juicio instaurado contra la República por la Sucesión
Carmona Vásquez, en los términos que, a continuación, se exponen:
PUNTO PREVIO
En primer orden, esta Sala debe establecer categóricamente los efectos
del presente mandato de ejecución.
Esta consideración se hace en virtud que en esta causa se han proferido
las sentencias números 2818/2002 y 1469/2004, dictadas por esta Sala
Constitucional, que establecen con efectos erga omnes, la interpreta-
ción mediante doctrina vinculante del régimen de responsabilidad extra-
contractual del Estado.
Estas decisiones no solamente resuelven el asunto en concreto a través
de la revisión, sino que, además, implementan la interpretación que hace
esta Sala Constitucional sobre esta materia.
Por otra parte, para los efectos de la presente decisión, cabe reiterar
que esta Sala Constitucional se encuentra conociendo excepcionalmen-
te de la causa, en virtud del avocamiento acordado, motivado por la
falta de pronunciamiento de la Sala Politicoadministrativa para la fija-
ción de los conceptos indemnizatorios, no obstante que esta Sala así lo
conminara en la sentencia número 2818/2002. Los sucesivos eventos
ocurridos en el iter del proceso justificaron la sentencia número 2569/
2005, con el ejercicio del avocamiento de esta Sala Constitucional en la
presente causa.
En consideración a lo anterior, esta Sala debe indicar enfáticamente y
con el carácter de validez exclusiva solamente para el presente caso,
que la ejecución que procede a acordar en este fallo obedece a razones
de competencia excepcional, por lo que los criterios que se establezcan
para la indemnización serán válidos únicamente para este caso en con-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 43 1
creto. De ningún modo lo acordado será parte integrante de los criterios
jurisprudenciales en materia de responsabilidad extracontractual del
Estado, y no tendrá efectos de precedente vinculante en las demandas
por responsabilidad contractual o extracontractual de la República que
se diriman en la jurisdicción contencioso administrativa.
Por ende, quedan delimitados al caso concreto los efectos de la presen-
te decisión, los cuales se ciñen a los fundamentos que le preceden. Así
se decide.
DE LA INDEMNIZACIÓN
Esta Sala Constitucional en su sentencia número 2.818/2002, dictada el
19 de noviembre de 2002, estableció la responsabilidad del Estado ve-
nezolano en el homicidio del ciudadano Ramón Oscar Carmona Vás-
quez, y ordenó a la Sala Politicoadministrativa establecer el pago por
concepto de resarcimiento del daño a los miembros de la Sucesión Ra-
món Carmona Vásquez.
En esta decisión se estableció la existencia de un daño cierto ocasiona-
do a la familia Carmona Jorge por la muerte del ciudadano Ramón Os-
car Carmona Vásquez, quien al morir tenía la condición de padre de
familia y cónyuge con todas las obligaciones que implica mantener a un
grupo familiar con hijos menores de edad y con las responsabilidades
económicas derivadas del régimen familiar.
Resulta cierto que el hecho de la muerte de Ramón Carmona Vásquez
ha generado un daño patrimonial a los miembros de la Sucesión Carmo-
na Vásquez; sin embargo, la estimación del daño patrimonial no puede
hacerse con la precisión requerida, en virtud de que jamás podrá cono-
cerse la expectativa real de vida que hubiese podido tener el occiso, ni
puede determinarse con exactitud los ingresos a futuro, debido a su
dedicación al libre ejercicio de la profesión de abogado, por lo que ante
la inexistencia de un ingreso estable, se dificulta la determinación de la
indemnización, y así lo han advertido los cuatro informes técnicos que
constan en el expediente.
A esto debe agregarse que las partes pretenden demostrar un hecho
presunto, como es el ingreso que hubiese podido obtener Ramón Car-
mona Vásquez de haber continuado con vida. Los distintos informes
técnicos han analizado las proyecciones a futuro de las ganancias que
hubieran sido percibidos en el transcurso de la vida, por lo que en un
432 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
caso como el presente, solamente se puede hacer una aproximación
atendiendo a la medida que puede generar una persona laboralmente
hábil que se encuentra en el libre ejercicio de la profesión de abogado,
por ser esta la única forma de lograr un cálculo real ante las incertidum-
bres que generan las suposiciones.
En este punto las partes presentaron durante la conciliación sus respec-
tivos estudios técnicos respecto de las proyecciones a futuro de los in-
gresos del ciudadano Ramón Oscar Carmona Vásquez; sin embargo,
esta Sala debe recordar que los estudios periciales presentados se hi-
cieron con ocasión a las reuniones que esta Sala le instó a las partes
para que intentaran conciliar de común acuerdo la cantidad de dinero
destinada al resarcimiento.
No obstante, las partes no pudieron concertar, por cuanto no hubo mutua
aceptación de los montos presentados, ni acordaron una cantidad estima-
da con base en los estudios periciales consignados en la negociación.
Al resultar infructuosa la conciliación, esta Sala procede de conformi-
dad con los artículos 249 y 556 y siguientes del Código de Procedi-
miento Civil a determinar el justiprecio correspondiente a la
indemnización. En este caso, acuerda tomar el informe solicitado al
Instituto Nacional de Estadística como base para la determinación de
los montos indemnizatorios.
En tal sentido, debe señalarse que los demandantes mediante escritos
presentados el 23 de marzo y 4 de junio de 2007, impugnaron el referido
informe pericial, con base en los siguientes argumentos:
A. El Instituto Nacional de Estadística no puede determinar cuánto
podía ganar un abogado de la talla de RAMÓN OSCAR CARMO-
NA VÁSQUEZ para el momento en el cual se produjo su muerte, ni
hacer proyecciones hipotéticas, por cuanto carece de competencia.
En efecto, cuando esta Sala Constitucional emitió su dictamen
mediante el cual ordenaba, para proceder a la fijación definitiva
del monto a pagar a la familia CARMONA JORGE, que se prac-
ticase una diligencia consistente en oficiar al Instituto Nacional
de Estadística para que estableciese cuánto podía ganar un abo-
gado en el libre ejercicio de la profesión para la época en que fue
asesinado mi esposo RAMÓN CARMONA VÁSQUEZ, se in-
trodujo un escrito de aclaratoria indicando, en uno de sus puntos,
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 43 3
que el ente antes referido era absolutamente incompetente para
resolver la diatriba que se supeditaba a su magisterio.
La Sala, en ejercicio de las potestades probatorias, de conformidad con
el artículo 21.14 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,
así como de las potestades que le asiste al juez en la elaboración de las
experticias complementarias al fallo, de conformidad con los artículos
249, 556 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, desestima las
impugnaciones del informe pericial producido por el Instituto Nacional
de Estadística, por considerar inválidas las argumentaciones presenta-
das por la parte demandante en el escrito antes señalado por carecer de
fundamento jurídico que las sustente. Así se declara.
Expuesto lo anterior, esta Sala procede a estimar el estudio presentado por
el Instituto Nacional de Estadística, el cual se transcribe a continuación:
El Instituto Nacional de Estadística, recibió en fecha 26 de abril
de 2007, oficio del Tribunal Supremo de Justicia de la República
Bolivariana de Venezuela, en Sala Constitucional, en el cual remi-
te copia de la sentencia anteriormente mencionada, donde se ins-
ta a la Procuraduría General de la República solicitar a este
Instituto, para considerar su opinión como la alternativa de un
tercer estudio, vista la falta de existencia en autos de elementos
indispensables por parte de los demandantes, como es el caso de
las declaraciones de Impuesto sobre la Renta, y bajo este pará-
metro, se procede a emitir las siguientes consideraciones:
1) A los fines de estimar los ingresos promedios referidos al
caso planteado, se aplicó el Índice General de Precios al Consu-
midor, del Área Metropolitana de Caracas –Banco Central de
Venezuela, correspondiente al período 1978-2002, debido a que
no se dispone de información sobre las Declaraciones del Im-
puesto sobre la Renta. (Anexo 2). Así mismo, no se utilizó la
Encuesta de Hogares de Muestreo, para Trabajadores por Cuen-
ta Propia, del Instituto Nacional de Estadística, debido a que
corresponde al período 1994-2006.
2) El Ingreso Anual inicial para el año 1978 se estimó en base a
un sondeo entre Profesionales del Derecho, realizado por la Ge-
rencia de Estadísticas Sociales del Instituto Nacional de Estadís-
tica. Tomando como base dicho sondeo, se consideró un ingreso
medio de Trescientos Mil Bolívares (Bs. 300.000) anuales.
434 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Es oportuno informar como referencia, que el salario mensual de
un trabajador no agrícola, era para el año 1978, de Dos Mil Seis-
cientos Cuarenta y Seis Bolívares (Bs. 2.646). El cálculo del in-
greso Anual se obtiene multiplicando el ingreso del año anterior
por el índice del año.
3) Para determinar el período de vida activa de la persona, se
aplicaron los conceptos técnicos de la ‘Esperanza de Vida al Na-
cer’ para una persona nacida en el año 1942, quien había vivido
36 años. Se consideró como tope de vida activa, la edad de 60
años, tal como lo indica el informe técnico del 20 de agosto de
2006, emanado de la Procuraduría General de la República Boli-
variana de Venezuela.
4) El monto total correspondiente a los ingresos anuales indexa-
dos, durante el período considerado, alcanzó la cifra de Setecien-
tos Sesenta Millones Doscientos Treinta y Un Mil Trescientos
Sesenta y Cinco Bolívares exactos (760.231.365). (Anexo: 01).
5) Se incluye la actualización monetaria del 31 de julio de 2002
hasta el 31 de marzo de 2006, de acuerdo con las normas legales
y técnicas correspondientes.
En el presente cuadro se observa la corrección monetaria, del
estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística, que
puede servir de referencia a ese organismo, para la conciliación
entre las partes:
El monto total, incluyendo la actualización monetaria, alcanzó la
cantidad de MIL NOVENTA Y SEIS MILLONES CIENTO UN
MIL OCHOCIENTOS NOVENTA Y SIETE BOLÍVARES (Bs.
1.096.101.897.00).
Establecido lo anterior, esta Sala, en aras de determinar la indemniza-
ción, y en atención al estudio presentado por el Instituto Nacional de
Estadística, determina que la condena monetaria en contra de la Repú-
blica se calcula en MIL NOVENTA Y SEIS MILLONES CIENTO UN
MIL OCHOCIENTOS NOVENTA Y SIETE BOLÍVARES (Bs.
1.096.101.897.00), o su equivalente en Bolívares Fuertes debido a la
operatividad de la conversión monetaria, los cuales deben ser pagade-
ros en partes iguales a los miembros de la Sucesión Carmona Vásquez:
Gladys Josefina Jorge Saad (Vda.) de Carmona, Ramón Oscar Carmo-
na Jorge, Carlos Eduardo Carmona Jorge y Oswaldo José Carmona
Jorge, accionantes identificados en autos, quienes demandaron al Esta-
do venezolano por el homicidio del ciudadano Ramón Oscar Carmona
Vásquez. Así se decide.
No obstante que el informe ha sido solamente proyectado hasta el mes
de marzo de 2006, esta Sala acuerda experticia complementaria a cargo
del Banco Central de Venezuela, para que actualice los montos indem-
nizatorios aquí acordados al ajuste por inflación hasta la fecha de publi-
cación de esta sentencia; y se establezca de manera definitiva a la
cantidad de dinero que a tal efecto deba acordarse por daños y perjui-
cios materiales. Así se decide.
En lo concerniente al daño moral, es de claro conocimiento que no exis-
te cómo cuantificar el sufrimiento humano por lo que en estas situacio-
nes lamentablemente al no mediar una variable objetiva para establecer
un cálculo aproximativo, debe quedar al libre criterio del juez la elabora-
ción de esa determinación, considerando lo establecido en el artículo
1.196 del Código Civil. A tal efecto, esta Sala acuerda establecer para
los hijos del ciudadano Ramón Carmona Vásquez, ciudadanos Ramón
Oscar Carmona Jorge, Carlos Eduardo Carmona Jorge y Oswaldo José
Carmona Jorge, la cantidad para cada uno de CUARENTA MILLO-
NES EXACTOS, o su equivalente en Bolívares Fuertes –dada la futura
operatividad de la conversión monetaria–, que deberán ser cancelados
por el Ministerio del Poder Popular de las Relaciones Interiores y Justi-
cia. Así se decide.
436 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Cabe expresar en este punto que el pago correspondiente al daño mate-
rial y moral antes expresado, deberá ceñirse al procedimiento de ejecu-
ción de sentencias establecido en el Decreto de Ley Orgánica de la
Procuraduría General de la República, en lo concerniente a las conde-
nas en contra de la República. Así decide.
Dado que la indemnización por daño moral es de libre apreciación del
juez, e individualmente otorgada, de conformidad con el referido artículo
1.196 del Código Civil, la Sala acuerda otorgarle a la ciudadana Gladys
Josefina Jorge Saad (Vda.) de Carmona, el derecho a percibir el pago
mensual de una pensión vitalicia de carácter personal e intransferible de
treinta unidades tributarias (30 U.T.), dada su edad y condición de salud
constatada en autos, las cuales serán sufragadas por el Ministerio del
Poder Popular de Relaciones Interiores y Justicia. Así también, expresa
la Sala público reconocimiento a quien a lo largo de este proceso ha sim-
bolizado la constancia y espíritu de lucha de la mujer venezolana en de-
fensa de su familia; siendo esta indemnización conforme con los principios
del Estado Social de Derecho y de Justicia consagrado en la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela. Así finalmente se establece.
Acordado lo anterior, se ordena la ejecución voluntaria del fallo de con-
formidad con el artículo 524 del Código de Procedimiento Civil, norma
de aplicación supletoria de conformidad con lo establecido en el artículo
19 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, por lo que la
misma así se decreta.
En atención a lo establecido en el artículo 85 del Decreto con Fuerza de
Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, se ordena
notificar al Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Interiores
y Justicia y a la Procuraduría General de la República de la presente
decisión. En consecuencia, se suspende el proceso por un lapso de se-
senta (60) días continuos a partir de practicarse la última de las notifi-
caciones. Así finalmente se decide.
DECISIÓN
Con fundamentos en las consideraciones que anteceden, esta Sala Cons-
titucional del Tribunal Supremo de Justicia, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley:
PRIMERO: ORDENA a la República Bolivariana de Venezuela, por
órgano del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores y
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 43 7
Sentencia: Nº 03 del dieciséis de enero de 2008.
Caso: Aclaratoria de la decisión Nº 2.359/07, mediante la
que se ordenó a la República Bolivariana de Vene-
zuela pagar a los demandantes, ciudadanos Gladys
Josefina Jorge Saad (Vda.) de Carmona e hijos, la
cantidad de MIL CIEN MILLONES CIENTO UN
MIL OCHOCIENTOS NOVENTA Y SIETE BOLÍ-
VARES (Bs. 1.100.101.897.00) o su equivalente en
Bolívares Fuertes, por concepto de los daños y per-
juicios causados por la muerte del ciudadano Ramón
Oscar Carmona Vásquez.
Normativa citada en el fallo:
CEPA: Artículo 47.
CPC: Artículos 197 y 252.
LA: Artículos 61 y 70.
LOTSJ: Artículos 17, 19 y 23.
Texto del fallo:
El 19 de diciembre de 2007 la ciudadana Gladys Josefina Jorge Saad
(Vda.) de Carmona, titular de la cédula de identidad número 1.688.763,
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 43 9
asistida por el abogado Carlos Karim Masrie, inscrito en el Inpreaboga-
do bajo el N° 25.009, solicitó aclaratoria de la sentencia dictada por
esta Sala el 18 de diciembre de 2007 bajo el N° 2359.
En esa misma oportunidad se dio cuenta en Sala y se designó ponente a
la Magistrada Carmen Zuleta de Merchán, quien con tal carácter, sus-
cribe la presente decisión.
Posteriormente, el 7 de enero de 2008, la ciudadana Gladys Josefina Jorge
Saad (Vda.) de Carmona consignó dos nuevos escritos mediante diligencia
respaldando la solicitud de aclaratoria y anexando; a tal efecto, decisiones
dictadas por esta Sala Constitucional en materia de “aclaratorias”.
Realizado el estudio individual del presente expediente, esta Sala proce-
de a decidir, previas las siguientes consideraciones:
I
DE LA ACLARATORIA SOLICITADA
El 19 de diciembre de 2007, en su solicitud de aclaratoria, la menciona-
da ciudadana señaló, lo siguiente:
La aclaratoria que se solicita es con referencia a los puntos que de
seguidas se explanan, los cuales son absolutamente incomprensibles y
carentes de logicidad en lo que respecta a los efectos numéricos que
debieron arrojar y que no se ajustan a lo demostrado en autos, sino que
por el contrario, crea situaciones que desmejoran la condición que os-
tentamos en la presente causa. En efecto, los puntos que deben aclarar-
se y rectificarse son los siguientes:
1.- Existen varias experticias, acordadas y aceptadas por las partes, en
ningún momento impugnadas, que cursan en autos, las cuales son razo-
nadas por la Doctrina y Jurisprudencia como pruebas de mayor peso, y
que fueron realizadas y sometidas a la consideración de la Procuraduría
General de la República al haber designado a una experta adscrita a ese
organismo, la cual, de consuno con un experto nombrado por la familia
CARMONA JORGE, en franco apoyo a lo que devengaba RAMÓN
OSCAR CARMONA VÁSQUEZ, determinaron, en base a lo “alegado
y probado” en autos y con sustento en las diferentes normativas legales
relacionadas con el caso, que la cantidad económica a cancelar era de
aproximadamente CUATRO MIL MILLONES DE BOLÍVARES (Bs.
440 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
4.000.000.000,00) en razón a la calidad moral y altura profesional de la
víctima, situación absolutamente demostrada en la causa que se ventiló
ante el Tribunal Supremo de Justicia, de acuerdo con las entidades pro-
batorias determinadas con base a las declaraciones rendidas, recibos de
honorarios y las cuentas aportadas por la parte accionante, evidencian-
do con ello que sus ingresos eran muy superiores a lo señalado en el
informe realizado por el Instituto Nacional de Estadística.
Por ello resulta incomprensible que esta Sala haya tomado como base
un informe, impugnado oportunamente, del Instituto Nacional de Esta-
dística, el cual no concuerda con los ingresos devengados por mi esposo
RAMÓN OSCAR CARMONA VÁSQUEZ, lo que origina una eviden-
te confrontación entre lo “alegado y probado en autos”, previsto en el
artículo 12 del Código de Procedimiento Civil, y este último dictamen, el
cual, evidentemente, no se amolda a las exigencias estatuidas en la cau-
sa respectiva, todo lo cual se traduce en que, de manera imperiosa,
deba RECTIFICARSE el monto a indemnizar materialmente, por cuan-
to, el establecido erróneamente en el fallo dictado por esta Sala el 18 de
diciembre de 2007, no concuerda con las precisiones imbuidas y desa-
rrolladas en el decurso de la causa probatoria en cuestión, lo que produ-
ce, por inferencia lógica, una total vulneración a los derechos humanos
de la familia CARMONA JORGE. Así pido se declare.
2.- Asimismo debo indicar que solicito se ACLARE, por determina-
ción expresa, cuáles fueron los patrones utilizados para establecer tan
baladí e insulso monto indemnizatorio por daño moral que debe ser
cancelado a mis hijos RAMÓN OSCAR, CARLOS EDUARDO y
OSWALDO JOSÉ CARMONA JORGE, hombres hoy, pero niños
cuando mataron a RAMÓN, si es de todos conocido que sus vidas
giraron en torno a un hogar sin padre, lleno de carencias, por cuanto
quien lograba su sustento fue ASESINADO por policías pertenecien-
tes al Cuerpo Técnico de Policía Judicial. Entonces, quiere decir que,
una vida plagada de incidencias y llena de temores, no merece ser
resarcida por quien la cometió, en este caso, el Estado venezolano, el
cual es uno solo. Pareciese que no, sin embargo, ante ello, alego una
estentórea INMOTIVACIÓN producida en el fallo, en lo que respec-
ta al daño moral ocasionado a mis hijos con relación al ASESINATO
de su padre y solicito, expresamente, se RECTIFIQUE el monto a
indemnizar, por cuanto, para lo que han vivido y tenido que soportar, al
perder prácticamente su niñez y el calor de un hogar, no puede ser
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 44 1
resarcido con un monto potencialmente irrisorio y que no se compagi-
na con una lucha titánica de casi tres décadas. Así pido se declare.
3.- Igualmente solicito se ACLARE, por determinación expresa, cuáles
fueron los patrones utilizados para precisar el daño moral que me fue
ocasionado. No veo ninguno en el fallo, ya que, una fijación de una
determinada cantidad, irrisoria por demás, que me mantiene sujeta, para
toda la vida, a un Estado que me lesionó, indudablemente no constituye
un resarcimiento, bajo ningún concepto, del daño moral.
Evidentemente existe una marcada INMOTIVACIÓN, ya que no se
establece el porqué de tan insulsa determinación, precisando, igualmen-
te, que la Sala me otorga un trato discriminatorio con relación a mis
hijos, ya que se me ocasiona un efecto desigual, violando con ello el
principio objetivo de la IGUALDAD DE LAS PARTES, establecido en
el artículo 21 de la Constitución de la República Bolivariana de Vene-
zuela. Asimismo no se aplican en nuestro caso, los criterios jurispruden-
ciales y doctrinarios sostenidos con relación a esta materia, los cuales
se encuentran profundamente consolidados en el devenir de la actividad
jurídica y decisoria de este Máximo Tribunal de la República.
Luché contra un gobierno, me dediqué en cuerpo y alma para poner tras
las rejas a los criminales que cometieron tan horrendo crimen, perdí mi
vida de mujer y se pretende, sin establecer el daño moral, darme un
monto económico que no se compagina con los años de lucha y con el
daño causado. Por ello solicito se emita una AMPLIACIÓN del dicta-
men de fecha 18 de diciembre de 2007 que contenga y resuelva todos
los puntos indicados en el presente escrito, a la vez que RECTIFIQUE,
una vez emitido el dictamen respectivo, con la subsecuente ordenación
correcta y precisa de las cantidades numéricas, la forma de indemniza-
ción del respectivo daño moral que me fue ocasionado, el cual debe ser
establecido en un pago único, justo y total.
Por último, debo indicar que soy la más afectada por tan injusta decisión.
Saben que soy mujer y que durante treinta años me he dedicado a de-
fender un homicidio propiciado por el Estado. No es justo que una mujer
juzgadora, en este caso una Magistrada, y la Sala tiene dos, que saben
lo que yo siento, decidan mi causa y lo hagan en unos términos humana-
mente incomprensibles. Solamente pónganse en mi lugar, aunque sea
por un instante, e imagínense que les suceda lo que a nosotros nos acon-
teció. Volteen sus rostros cuando se encuentren con sus seres queridos
442 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
y piensen que, por algún mal momento del destino, alguien pudiese ha-
cerles daño y arrebatárselos de la vida y se perdiese para siempre el
poder verlos o escucharlos, solamente porque cualquiera dispuso que
así fuera. Únicamente cuando puedan ponerse en mi lugar y ubicarse
de la manera que lo describo, podrán entender el enorme dolor que me
ha agobiado por tantos años, lo cual, me llevó a no rehacer mi vida por
dedicarme a culminar el proceso del homicidio de mi marido RAMÓN
CARMONA VÁSQUEZ.
Posteriormente, el 7 de enero de 2008, la solicitante reiteró su solicitud,
especificando lo siguiente:
“No deja de causarme impresión, cada vez que leo el fallo dictado en la
causa de la FAMILIA CARMONA JORGE, la cantidad de circunstan-
cias mendaces, absolutamente atentatorias en contra de principios ele-
mentales de derecho, violatorias del debido proceso, que vulneran el
conjunto de preceptos consolidados que deben regir los parámetros que
ustedes, como Sala Constitucional, deben necesariamente detentar.
Nunca pensé que tantos años de lucha culminaran con una sentencia que
no reúne las expectativas que un caso tan importante como el nuestro
debió obtener, pero es lamentable, que un hecho que conmocionó a Vene-
zuela, haya tenido un final tan baladí en lugar de esmerarse en decretar
una entidad que pusiera fin a un litigio que marcó el desarrollo de la socie-
dad venezolana, y muy especialmente, el de una familia que con tesón
supo mantener, durante tantos años, la hidalguía de soportar todo un pro-
ceso y terminarlo, cuando es conocido que nadie ha culminado una lucha
de esta magnitud y logrado el final que nosotros conseguimos.
Sólo espero que la aclaratoria, su rectificación numérica y la ampliación
que se dicte, se encargue de corregir los vicios denunciados, ya que no
es posible, que el fallo se haya apoyado en situaciones que escapan del
proceso y deja de un lado todos los elementos probatorios que sustenta-
ron, en todo momento, la cantidad económica indicada por la FAMILIA
CARMONA JORGE en el decurso del debate. Ustedes saben, ciuda-
danos Magistrados, que no existe lo que se plasmó en la Sentencia dic-
tada. Ustedes conocen que no se puede, bajo concepto alguno, indicar
elementos como sustentables cuando no lo son, y excluir los que duran-
te todo momento han soportado un debate que ya tiene casi diez (10)
años y que nunca fueron desvirtuados, sino que por el contrario, se man-
tuvieron indemnes en todo momento y sostuvieron su vigor, demostran-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 44 3
do la entereza de los elementos que determinaron la cuantía que debía
ser pagada a la FAMILIA CARMONA JORGE.
Por ello he querido consignar dos fallos emitidos por esta Sala Constitu-
cional del Tribunal Supremo de Justicia, de fechas veinticuatro (24) de
mayo de 2002 (exp. 01-1274) y nueve (9) de marzo de 2001 (exp. 00-
1435), con ponencias de los Magistrados JESÚS EDUARDO CABRE-
RA ROMERO y ANTONIO GARCÍA GARCÍA, contentivos de sendas
aclaratorias solicitadas en su oportunidad y que resuelven puntos dubitan-
tes y de ampliación que corrigen defectos insertos en los fallos respecti-
vos y que se refieren a los créditos indexados y a los lapsos procesales.
En consecuencia, nuestro fallo debe ser aclarado, corregidos sus facto-
res numéricos y ampliada su determinación en lo que respecta a una
omisión de pronunciamiento, por ser total y absolutamente procedente
en derecho, ya que, no se puede apoyar una sentencia en hechos que no
se han demostrado en autos y utilizar argumentos que desmejoren la
condición de los accionantes, cuando existen pruebas irrebatibles que
arrojan montos dinerarios superiores y que se mantienen, entiéndase
bien, se mantienen incólumes y revestidas con una coraza que nunca
perdió su vigencia y determinación en el proceso, lo que las hace invul-
nerables y detentadoras de toda su entereza procesal.
Espero que no surjan sorpresas, tratando de darnos un trato desigual
con relación a otros que se han resuelto en similares condiciones”.
II
DE LA SENTENCIA CUYA ACLARATORIA SE SOLICITÓ
La sentencia dictada por esta Sala, el 18 de diciembre de 2007, cuya
aclaratoria fue solicitada, ordenó a la República Bolivariana de Vene-
zuela, por órgano del Ministerio del Poder Popular para Relaciones
Interiores y Justicia, pagar a los demandantes, ciudadanos Gladys Jo-
sefina Jorge Saad (Vda.) de Carmona, Ramón Oscar Carmona Jorge,
Carlos Eduardo Carmona Jorge y Oswaldo José Carmona Jorge, la
cantidad de MIL CIEN MILLONES CIENTO UN MIL OCHOCIEN-
TOS NOVENTA Y SIETE BOLÍVARES (Bs. 1.100.101.897.00) o su
equivalente en Bolívares Fuertes por concepto de los daños y perjui-
cios causados por la muerte del ciudadano Ramón Oscar Carmona
Vásquez, entre otros dispositivos.
444 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
En dicha oportunidad la Sala señaló, lo siguiente:
...esta Sala, en aras de determinar la indemnización, y en atención al
estudio presentado por el Instituto Nacional de Estadística, determina
que la condena monetaria en contra de la República se calcula en MIL
NOVENTA Y SEIS MILLONES CIENTO UN MIL OCHOCIENTOS
NOVENTA Y SIETE BOLÍVARES (Bs. 1.096.101.897.00), o su equi-
valente en Bolívares Fuertes debido a la operatividad de la conversión
monetaria, los cuales deben ser pagaderos en partes iguales a los miem-
bros de la Sucesión Carmona Vásquez: Gladys Josefina Jorge Saad
(Vda.) de Carmona, Ramón Oscar Carmona Jorge, Carlos Eduardo
Carmona Jorge y Oswaldo José Carmona Jorge, accionantes identifica-
dos en autos, quienes demandaron al Estado venezolano por el homici-
dio del ciudadano Ramón Oscar Carmona Vásquez. Así se decide.
No obstante que el informe ha sido solamente proyectado hasta el mes
de marzo de 2006, esta Sala acuerda experticia complementaria a cargo
del Banco Central de Venezuela, para que actualice los montos indem-
nizatorios aquí acordados al ajuste por inflación hasta la fecha de publi-
cación de esta sentencia; y se establezca de manera definitiva a la
cantidad de dinero que a tal efecto deba acordarse por daños y perjui-
cios materiales. Así se decide.
En lo concerniente al daño moral, es de claro conocimiento que no exis-
te cómo cuantificar el sufrimiento humano por lo que en estas situacio-
nes lamentablemente al no mediar una variable objetiva para establecer
un cálculo aproximativo, debe quedar al libre criterio del juez la elabora-
ción de esa determinación, considerando lo establecido en el artículo
1.196 del Código Civil. A tal efecto, esta Sala acuerda establecer para
los hijos del ciudadano Ramón Carmona Vásquez, ciudadanos Ramón
Oscar Carmona Jorge, Carlos Eduardo Carmona Jorge y Oswaldo José
Carmona Jorge, la cantidad para cada uno de CUARENTA MILLO-
NES EXACTOS, o su equivalente en Bolívares Fuertes –dada la futura
operatividad de la conversión monetaria–, que deberán ser cancelados
por el Ministerio del Poder Popular de las Relaciones Interiores y Justi-
cia. Así se decide.
Cabe expresar en este punto que el pago correspondiente al daño mate-
rial y moral antes expresado, deberá ceñirse al procedimiento de ejecu-
ción de sentencias establecido en el Decreto de Ley Orgánica de la
Procuraduría General de la República, en lo concerniente a las conde-
nas en contra de la República. Así decide.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 44 5
Dado que la indemnización por daño moral es de libre apreciación del
juez, e individualmente otorgada, de conformidad con el referido artícu-
lo 1.196 del Código Civil, la Sala acuerda otorgarle a la ciudadana Gla-
dys Josefina Jorge Saad (Vda.) de Carmona, el derecho a percibir el
pago mensual de una pensión vitalicia de carácter personal e intransfe-
rible de treinta unidades tributarias (30 U.T.), dada su edad y condición
de salud constatada en autos, las cuales serán sufragadas por el Minis-
terio del Poder Popular de Relaciones Interiores y Justicia. Así también,
expresa la Sala público reconocimiento a quien a lo largo de este proce-
so ha simbolizado la constancia y espíritu de lucha de la mujer venezo-
lana en defensa de su familia; siendo esta indemnización conforme con
los principios del Estado Social de Derecho y de Justicia consagrado en
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
III
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
Corresponde a esta Sala Constitucional resolver, en esta oportunidad, la
solicitud de aclaratoria del fallo dictado por esta Sala, el 18 de diciem-
bre de 2007. Al respecto, observa que:
La aclaratoria o ampliación de la sentencia está prevista en el
artículo 252 del Código de Procedimiento Civil, la cual establece:
Artículo 252. Después de pronunciada la sentencia definitiva o la inter-
locutoria sujeta a apelación, no podrá revocarla ni reformarla el Tribu-
nal que la haya pronunciado.
Sin embargo, el tribunal podrá, a solicitud de parte, aclarar los puntos
dudosos, salvar las omisiones y rectificar los errores de copia, de referen-
cias o de cálculos numéricos, que aparecieren de manifiesto en la misma
sentencia, o dictar ampliaciones, dentro de los tres días, después de dicta-
da la sentencia, con tal que dichas aclaraciones y ampliaciones las solicite
alguna de las partes en el día de la publicación o en el siguiente.
Sobre el alcance de la norma transcrita, ya esta Sala se ha pronunciado
en sentencia del 26 de diciembre de 2000 (caso: Asociación Cooperati-
va Mixta La Salvación, S.R.L.), oportunidad en la que señaló: “...que el
transcrito artículo 252, fundamento legal de la solicitud de aclaratoria,
regula todo lo concerniente a las posibles modificaciones que el juez
puede hacer a su sentencia, quedando comprendidas dentro de éstas, no
446 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
sólo la aclaratoria de puntos dudosos, sino también las omisiones, recti-
ficaciones de errores de copia, de referencias o de cálculos numéricos
que aparecieren de manifiesto en la sentencia, así como dictar las am-
pliaciones a que haya lugar...”.
En el caso de autos, observa esta Sala que la aclaratoria o ampliación
fue presentada el 19 de diciembre de 2007, esto es, al día siguiente en
que fue publicada la sentencia cuya aclaratoria se solicita. En conse-
cuencia, la Sala considera tempestiva la presente solicitud, conforme
con la norma transcrita, aplicable al caso por disposición del artículo 19
de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia. Así se declara.
Precisado lo anterior procede la Sala a examinar la procedencia de so-
licitud interpuesta y, al efecto, observa:
Pretende la parte solicitante, arrogándose una representación de la su-
cesión Ramón Carmona Vásquez que no acredita, que esta Sala revise
los montos que se condenaron a la República a pagar por órgano del
Ministerio del Poder Popular de Relaciones Interiores y Justicia, y se
realicen nuevamente los fundamentos que tuvo la Sala para: “a) conde-
nar a la República a pagar la cantidad de mil cien millones ciento un mil
ochocientos noventa y siete bolívares (Bs. 1.100.101.897.00) por con-
cepto de daños y perjuicios; b) condenar a la República a pagar por
concepto de daño moral a cada uno de los demandantes la cantidad de
cuarenta millones de bolívares exactos (Bs. 40.000.000,00); y c) esta-
blecer por daño moral una pensión mensual vitalicia de carácter perso-
nal e intransferible y no traslaticia en la cantidad equivalente a treinta
(30) unidades tributarias”.
Sobre los motivos que sustentan la presente solicitud, cabe indicar que
exceden a todas luces los límites de la aclaratoria, por cuanto el artículo
252 del Código de Procedimiento Civil permite que el tribunal que dictó
una decisión pueda volver sobre ella a instancia de parte únicamente
para: i) aclarar puntos dudosos; ii) salvar omisiones; iii) rectificar erro-
res de copia, de referencias o cálculos numéricos, que aparecieren de
manifiesto en la misma sentencia; y iv) dictar ampliaciones; lo que no
ocurre en el presente caso.
En tal sentido, esta Sala ha establecido en múltiples oportunidades que
la posibilidad de aclarar o ampliar la sentencia tiene como propósito
rectificar los errores materiales, dudas u omisiones que se hayan podido
cometer en el fallo, pero con la advertencia de que dicha facultad no se
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 44 7
extiende hasta la revocatoria o reforma de ésta, sino a corregir las im-
perfecciones que le resten claridad a sus declaraciones.
Así pues luego de la lectura detenida del escrito contentivo de la solici-
tud de aclaratoria, observa esta Sala que, en el presente caso, no se dan
los presupuestos previstos en la disposición transcrita para proceder a
la aclaratoria o ampliación del fallo emitido por esta Sala el 18 de di-
ciembre de 2007, toda vez que la argumentación formulada por la parte
solicitante refleja la pretensión de obtener la revisión de la referida sen-
tencia utilizando la aclaratoria para manifestar su disconformidad con
los pronunciamientos hechos en la misma.
En efecto, la pretensión de la solicitante es que esta Sala revoque el fallo
y emita una nueva sentencia condenando a la República a pagar montos
superiores a lo ordenado en el fallo del 18 de diciembre de 2007, petitorio
que desborda los parámetros del instituto jurídico de la aclaratoria.
En el fallo objeto de aclaratoria, contrariamente a lo expuesto por la
solicitante en su escrito, se expusieron las razones tanto de hecho como
de derecho que condujeron a la Sala, previa la ponderación de las cir-
cunstancias del caso, y en atención a la totalidad de las actas del expe-
diente, arribar a la determinación objeto de aclaratoria; de modo que no
es cierto que la Sala haya dictado un fallo con visos de inmotivación tal
como lo alega la parte solicitante. Por ende, a juicio de la Sala, resulta a
todas luces improcedente la solicitud de aclaratoria formulada, en virtud
de que no existe ambigüedad ni inmotivación en la sentencia emitida el
18 de diciembre de 2007 que amerite su ampliación, por el contrario,
hay un pronunciamiento unísono, inequívoco e inteligible de esta Sala
Constitucional. Así se decide.
Por otra parte, la solicitante ha planteado la posibilidad de aplicar en esta
causa lo establecido en las decisiones dictadas por esta Sala Constitucio-
nal referentes al caso ASODEVIPRILARA. A tal efecto, dichos prece-
dentes no concuerdan para el caso de autos, por tratarse de demandas
por intereses difusos y colectivos, cuyas características son las que per-
miten dictar sentencias con dispositivos abiertos que puedan variar cuan-
do existan cambios en la situación colectiva objeto de controversia.
Tampoco encuentra esta Sala mayor relevancia al supuesto invocado
en el antecedente de la impugnación del artículo 197 del Código de Pro-
cedimiento Civil, toda vez que no existe aporte alguno que conlleve a
modificar lo establecido en la presente causa, en contrariedad al princi-
448 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
pio de inmutabilidad, inimpugnabilidad y coercibilidad característicos de
la cosa juzgada. Así se decide.
Finalmente, la Sala estima ineludible censurar y rechazar el lenguaje
irrespetuoso que la solicitante se ha permitido utilizar en la solicitud de
aclaratoria presentado el 19 de diciembre de 2007, en inaceptable irres-
peto no sólo de la majestad del Poder Judicial, sino también de la condi-
ción de ciudadanas y ciudadanos de las Magistradas y los Magistrados
que la integran, cuando señaló lo siguiente:
Saben que soy mujer y que durante treinta años me he dedicado a de-
fender un homicidio propiciado por el Estado. No es justo, que una mu-
jer juzgadora, en este caso una Magistrada, y la Sala tiene dos, que
saben lo que yo siento, decidan mi causa y lo hagan en unos términos
humanamente incomprensibles. Solamente pónganse en mi lugar, aun-
que sea por un instante, e imagínense que les suceda lo que a nosotros
nos aconteció. Volteen sus rostros cuando se encuentren con sus seres
queridos y piensen que, por algún mal momento del destino, alguien pu-
diese hacerles daño y arrebatárselos de la vida y se perdiese para siem-
pre el poder verlos o escucharlos, solamente porque cualquiera dispuso
que así fuera. Únicamente cuando puedan ponerse en mi lugar y ubicar-
se de la manera que lo describo, podrán entender el enorme dolor que
me ha agobiado por tantos años, lo cual me llevó a no rehacer mi vida
por dedicarme a culminar el proceso del homicidio de mi marido RA-
MÓN CARMONA VÁSQUEZ.
Posteriormente, en el escrito presentado el 7 de enero de 2008, la recu-
rrente y el abogado asistente insistieron en emplear un lenguaje irrespe-
tuoso para sustentar su solicitud, cuando calificaron de “mendaz” el
fallo cuya aclaratoria se solicita, en los siguientes términos:
No deja de causarme impresión, cada vez que leo el fallo dictado en la
causa de la FAMILIA CARMONA JORGE, la cantidad de circunstan-
cias mendaces, absolutamente atentatorias en contra de principios ele-
mentales de derecho violatorias del debido proceso que vulneran el
conjunto de preceptos consolidados que deben regir los parámetros que
ustedes, como Sala Constitucional, deben necesariamente detentar.
En consecuencia, con fundamento en el artículo 23.1 de la Ley Orgáni-
ca del Tribunal Supremo de Justicia, sanciona a la ciudadana Gladys
Josefina Jorge Saad (Vda.) de Carmona a pagar la suma equivalente a
cien unidades tributarias (100 U.T.), cuyo pago deberá realizar en cual-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 44 9
quier oficina receptora de fondos públicos y acreditarlo ante la Secreta-
ría de esta Sala.
Finalmente, insistiendo la Sala como otras veces lo ha hecho (Vid. Sent.
núms. 1090/2003 y 1109/2006) que es un deber inexorable de todo abo-
gado mantener frente a los órganos que conforman el Poder Judicial
una actitud respetuosa, debiendo abstenerse de realizar cualquier acto o
utilizar expresiones contrarias a la majestad del Poder Judicial, así como
también asesorar a sus clientes sobre el decoro que deben mantener en
sus peticiones, más aún, cuando en ellas se supone que media la partici-
pación del profesional del Derecho, la Sala, de conformidad con lo dis-
puesto en el artículo 47 del Código de Ética Profesional del Abogado, en
concordancia con lo previsto en el artículo 17 del Código de Procedi-
miento Civil, y visto que el abogado Carlos Karim Masrie, inscrito en el
Inpreabogado bajo el N° 25.009, aun cuando no fue él quien presentó
personalmente el escrito, aprobó con su asistencia los términos irrespe-
tuosos contenidos en el escrito de aclaratoria interpuesto por la ciuda-
dana Gladys Josefina Jorge Saad (Vda.) de Carmona, ordena, con
fundamento en lo dispuesto en los artículos 61 y 70 literal “c” de la Ley
de Abogados, oficiar al Tribunal Disciplinario del Colegio de Abogados
de adscripción del identificado profesional para que inicie el respectivo
procedimiento disciplinario, pues conductas como éstas deben ser evi-
tadas y censuradas en respeto de la condición de los abogados como
integrantes del sistema de justicia. Así se decide.
IV
DECISIÓN
Por las razones que anteceden, este Tribunal Supremo de Justicia, en
Sala Constitucional, administrando justicia en nombre de la República
por autoridad de la Ley: emite los siguientes pronunciamientos:
PRIMERO: Declara IMPROCEDENTE la aclaratoria solicitada por la
ciudadana Gladys Josefina Jorge Saad (Vda.) de Carmona, titular de la
cédula de identidad número 1.688.763, de la sentencia dictada por esta
Sala el 18 de diciembre de 2007 bajo el N° 2359.
SEGUNDO: SANCIONA a la ciudadana Gladys Josefina Jorge Saad
(Vda.) de Carmona a pagar la suma equivalente a cien unidades tribu-
tarias (100 U.T.), cuyo pago deberá realizar en cualquier oficina recep-
tora de fondos públicos y acreditarlo ante la Secretaría de esta Sala.
450 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
TERCERO: ordena OFICIAR al Tribunal Disciplinario del Colegio de
Abogados de adscripción del abogado Carlos Karim Masrie, inscrito en el
Inpreabogado bajo el N° 25.009, para que inicie el respectivo procedi-
miento disciplinario y determine la responsabilidad a que hubiere lugar.
Publíquese y regístrese. Cúmplase lo ordenado.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Sesiones de la Sala Constitucio-
nal del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas a los 16 días del mes
de enero de dos mil ocho (2008). Años 197º de la Independencia y 148º
de la Federación.
(...)
Sentencia: Nº 2.491 del veintiuno de diciembre de 2007.
Caso: Acción de Amparo Constitucional interpuesta por la
adolescente cuya identidad se omite de conformidad
con lo previsto en el artículo 65 de la Ley Orgánica
para la Protección del Niño y del Adolescente, asisti-
da por la abogada Belkis Martínez Partidas, Defen-
sora Primera de Protección del Niño y del
Adolescente adscrita a la Unidad de Defensa Públi-
ca del Estado Lara, contra la decisión, dictada el 13
de abril de 2007, por el Juzgado Superior Primero en
lo, Mercantil y Menores de la Circunscripción Judi-
cial del Estado Lara Civil.
Normativa citada en el fallo:
LOASDGC: Artículo 4.
LOPNA: Artículos 328, 452 y 489.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 45 1
Texto del fallo:
El 22 de mayo de 2007, se recibió en esta Sala el escrito contentivo de
la acción de amparo constitucional interpuesta por la adolescente cuya
identidad se omite, de conformidad con lo previsto en el artículo 65 de la
Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente, asistida
por la abogada Belkis Martínez Partidas, Defensora Primera de Protec-
ción del Niño y del Adolescente adscrita a la Unidad de Defensa Públi-
ca del Estado Lara, contra la decisión dictada el 13 de abril de 2007 por
el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil y Menores de la Cir-
cunscripción Judicial del Estado Lara, que declaró sin lugar la apelación
interpuesta por la ahora accionante contra la sentencia dictada el 14 de
febrero de 2007 por la Juez de Juicio Nº 3 del Juzgado de Protección del
Niño y del Adolescente del Estado Lara, mediante la cual se ordenó la
práctica de la prueba heredobiológica solicitada y, en consecuencia,
confirmó la decisión recurrida.
El 25 de mayo de 2007, se dio cuenta en Sala y se designó ponente al
Magistrado Arcadio Delgado Rosales, quien con tal carácter suscribe el
presente fallo.
El 23 de julio de 2007, esta Sala Constitucional, mediante decisión nú-
mero 1.584, admitió la acción de amparo interpuesta, acordó la medida
cautelar solicitada y ordenó realizar la notificaciones correspondientes.
El 15 de noviembre de 2007, una vez verificada la notificación de las
partes, esta Sala fijó la audiencia constitucional para el día jueves 6 de
diciembre de 2007, a las diez y treinta de la mañana (10:30 a.m.).
El 6 de diciembre de 2007, se celebró la audiencia constitucional con la
presencia de la Defensora Pública de la parte accionante, el tercero
interesado y el Ministerio Público, en cuya oportunidad la Sala pronun-
ció la parte dispositiva de la sentencia, declarando improcedente la ac-
ción de amparo interpuesta. Sin embargo, por orden público constitucional
452 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
se anuló todo lo actuado por tratarse de un asunto que debe ser tramita-
do por vía contenciosa y no de jurisdicción voluntaria. Igualmente, sus-
pendió la medida cautelar acordada el 23 de julio de 2007 y anunció que
la sentencia sería dictada, en su texto íntegro, dentro de los cinco días
siguientes al acto celebrado.
I
ANTECEDENTES
La presente causa se inició el 18 de mayo de 2006, mediante la solicitud
de autorización judicial para la práctica de la prueba de ADN, requerida
por la Fiscalía Décima Cuarta del Ministerio Público ante el Tribunal de
Protección del Niño y del Adolescente del Estado Lara, en un niño y sus
padres –quienes para esa fecha eran adolescentes– a los fines de de-
terminar la verdadera identidad biológica de dicho niño, por cuanto la
madre de la adolescente, ciudadana Migdalia del Carmen Silva, no esta-
ba de acuerdo con que a su hija se le practicase la referida prueba
heredobiológica. Dicha solicitud fue admitida por el referido Tribunal de
Protección el 31 de mayo de 2006, que ordenó designarles a los adoles-
centes de autos, Defensores Públicos del Sistema de Protección del
Niño y del Adolescente.
El 18 de julio de 2006, la abogada Belkis Martínez, en su carácter de
Defensora Pública de la adolescente solicitó la reposición de la causa,
alegando que la misma había sido admitida como una demanda de filia-
ción, siendo ésta, una solicitud de autorización judicial.
El 9 de agosto de 2006, el referido Tribunal de Protección repuso la
causa al estado de admisión, admitió la misma como autorización para
la práctica de la prueba de ADN, ordenó oír a los adolescentes de autos
y acordó notificar a la Fiscal del Ministerio Público.
El 11 de agosto de 2006, se escuchó la opinión del adolescente y, el 20
de septiembre de ese mismo año, la adolescente, ahora accionante,
manifestó ante el tribunal de la causa su negativa a practicarse la refe-
rida prueba, ya que –en su opinión– ello atenta contra sus derechos al
honor, reputación, propia imagen, vida privada e intimidad familiar, con-
sagrados en el artículo 65 de la Ley Orgánica para la Protección del
Niño y del Adolescente.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 45 3
El 19 de diciembre de 2006, la Defensora Pública de la adolescente
presentó escrito alegando los fundamentos de hecho y de derecho para
que fuese negada la autorización requerida por la Fiscalía.
El 14 de febrero de 2007, la Sala de Juicio Nº 3 del Tribunal de Protec-
ción del Niño y del Adolescente ordenó la práctica de la prueba heredo-
biológica, decisión que apeló la Defensora Pública de la adolescente,
por considerar que la misma constituía una violación a los derechos de
su representada, consagrados en la Constitución de la República Boli-
variana de Venezuela.
El 13 de abril de 2007, el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercan-
til y Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Lara, declaró sin
lugar la apelación interpuesta por la Defensora Pública de la ahora ac-
cionante, contra la sentencia dictada el 14 de febrero de 2007 por la
Juez de Juicio Nº 3 del Juzgado de Protección del Niño y del Adolescen-
te del Estado Lara, mediante la cual se ordenó la práctica de la prueba
heredobiológica solicitada por el Ministerio Público y, en consecuencia,
confirmó la decisión recurrida.
El 22 de mayo de 2007, la adolescente, cuya identidad se omite de con-
formidad con lo previsto en el artículo 65 de la Ley Orgánica para la
Protección del Niño y del Adolescente, asistida por la abogada Belkis
Martínez Partidas, Defensora Primera de Protección del Niño y del
Adolescente adscrita a la Unidad de Defensa Pública del Estado Lara,
interpuso ante la Secretaría de esta Sala escrito contentivo de la acción
de amparo constitucional, conjuntamente con medida cautelar innomi-
nada, contra la decisión dictada el 13 de abril de 2007 por el Juzgado
Superior Primero en lo Civil, Mercantil y Menores de la Circunscripción
Judicial del Estado Lara, que declaró sin lugar la apelación interpuesta
por la ahora accionante contra la sentencia dictada el 14 de febrero de
2007 por la Juez de Juicio Nº 3 del Juzgado de Protección del Niño y del
Adolescente del Estado Lara, mediante la cual se ordenó la práctica de
la prueba heredobiológica solicitada y, en consecuencia, confirmó la
decisión recurrida.
II
DE LA ACCIÓN DE AMPARO
De la lectura del escrito contentivo de la acción de amparo y de los
documentos acompañados a ésta, se desprenden los siguientes hechos
y argumentos que fundamentan su interposición:
454 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Señaló que, el 13 de abril de 2007, el Juzgado Superior Primero en lo
Civil, Mercantil y de Menores de la Circunscripción Judicial del Estado
Lara declaró “...desistido el recurso y confirma la sentencia apela-
da, sin pasar a analizar el fondo, fundamentando su decisión en
una supuesta falta de formalización del recurso, señalándose como
supuesta por cuanto esta (sic) no está prevista en la Ley, al tratarse
el asunto que nos ocupa de una solicitud que no es encuadrable
dentro del Procedimiento Contencioso en Asuntos de Familia y Pa-
trimoniales, que es el que contempla la formalización del recurso
de apelación de conformidad con el artículo 468 de la Ley Orgáni-
ca para la Protección del Niño y del Adolescente, y lo que es más
grave aun (sic) me colocó en estado de indefensión, al imponerme
mediante un auto la carga de formalizar en un tiempo en el que el
sistema iuris 2000, estaba suspendido por mantenimiento...”.
Indicó que en el caso que nos ocupa “...la Juez de Juicio Nº 3 del
Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente, actuó con abu-
so de poder al ordenar la práctica de la prueba herodobiológica,
cuando lo que se le había solicitado era que se me autorizara a
practicarme la prueba en vista de la negativa de mi madre a permi-
tir la realización de la misma. Sin embargo una vez que el Tribunal
tuvo conocimiento que (sic) me negaba a someterme a practicarme
la prueba, debió negar la autorización solicitada...”.
Denunció que “...el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil
y de Menores actuó con abuso de poder, al declarar desistido un
recurso por falta de una formalización que no está prevista en nin-
guna ley, confirmando sin analizar el fondo, una sentencia que
lesiona disposiciones de orden público, sacrificando de esta mane-
ra la justicia por la omisión de formalidades no esenciales”.
Alegó que la sentencia accionada vulneró sus derechos constituciona-
les al debido proceso, a la integridad física, psíquica y moral, a la tutela
judicial efectiva, al honor, reputación, propia imagen, vida privada e inti-
midad familiar y a la integridad personal, consagrados en la Constitu-
ción de la República Bolivariana de Venezuela.
Finalmente, la accionante solicitó que “...se decreten las medidas pre-
cautelativas a los fines de que cesen las violaciones de los dere-
chos constitucionales respecto a (sic) la situación jurídica
infringida, ordenándose la suspensión inmediata de los efectos de
la sentencia recurrida”.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 45 5
III
DE LA SENTENCIA ACCIONADA
El 13 de abril de 2007, el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercan-
til y Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Lara declaró sin
lugar la apelación interpuesta por la ahora accionante, contra la senten-
cia dictada el 14 de febrero de 2007 por la Juez de Juicio Nº 3 del
Juzgado de Protección del Niño y del Adolescente del Estado Lara,
mediante la cual se ordenó la práctica de la prueba heredobiológica
solicitada y, en consecuencia, confirmó la decisión recurrida en los si-
guientes términos:
Del contenido del anterior artículo transcrito (artículo 328 de la
Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente) se
evidencia que el formalizante está en la obligación de cumplir con
el requisito de la formalización, al establecer el legislador “deberá
formalizar”, lo cual demuestra que no es una facultad, sino por el
contrario, una imposición a la parte que ejerce el medio de impug-
nación, la cual además debe hacerse en forma oral, tal y como lo
prescribe la norma citada. En la formalización se expondrá los
puntos de la sentencia con los cuales no está conforme, con lo
cual se evidencia que en relación con la norma en comento, es
necesario realizar la formalización de la apelación para que surta
los efectos legales pertinentes.
En este sentido, la doctrina patria sobre la materia ha señalado al
respecto que para evitar recursos injustificados o por el simple pru-
rito de dejarlos ejercidos, se impone la obligación de formalizar las
apelaciones, ampliándose así el espectro de los legitimados para
incoar dicho recurso, extendiéndose la posibilidad de ejercerlos a
las partes, al Ministerio Público y a quienes tengan interés directo e
inmediato en la materia del juicio, todo ello en procura del derecho
a la defensa y del debido proceso de las partes en juicio.
En el caso de autos, la Fiscal Décimo Cuarta del Ministerio Públi-
co (sic) apeló de la sentencia de Primera Instancia, por lo que,
por imperativo del art. 328 transcrito, estaba obligada a formali-
zar dicho recurso en el Superior. Sin embargo, en la oportunidad
fijada por este tribunal para tal fin, el acto se declaró desierto, por
ausencia de dicha representación, así como de la otra parte. En
456 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
consecuencia, este Juzgado Superior se ve obligado a desestimar
el medio de impugnación ejercido contra la precitada sentencia,
por lo que dicha decisión queda definitivamente firme. Así se de-
cide (destacado del fallo).
IV
DE LA COMPETENCIA
Debe previamente esta Sala determinar su competencia para conocer
de la presente acción de amparo, a la luz de la jurisprudencia contenida
en la sentencia N° 1 del 20 de enero de 2000 (Caso: Emery Mata Mi-
llán) y el artículo 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales.
En tal sentido, corresponde a esta Sala conocer las acciones de amparo
constitucional que se interpongan contra las sentencias dictadas por los
Tribunales Superiores (excepto los Contencioso Administrativos), Cor-
tes de lo Contencioso Administrativo y Cortes de Apelaciones en lo Penal,
cuando lesionen un derecho constitucional.
En el caso sub júdice, la presente acción de amparo fue interpuesta
contra la decisión dictada el 13 de abril de 2007, por el Juzgado Superior
Primero en lo Civil, Mercantil y Menores de la Circunscripción Judicial
del Estado Lara, que declaró sin lugar la apelación interpuesta por la
ahora accionante contra la sentencia dictada el 14 de febrero de 2007
por la Juez de Juicio Nº 3 del Juzgado de Protección del Niño y del
Adolescente del Estado Lara, mediante la cual se ordenó la práctica de
la prueba heredobiológica solicitada y, en consecuencia, confirmó la
decisión apelada.
Siendo ello así, y tomando en cuenta la reiterada jurisprudencia de la
Sala sobre este aspecto, la misma resulta competente para conocer de
la presente acción de amparo; y así se declara.
V
OPINIÓN DEL MINISTERIO PÚBLICO
La ciudadana María Cristina Vispo López, actuando con el carácter de
Fiscal Cuarta del Ministerio Público ante las Salas de Casación y Cons-
titucional del Tribunal Supremo de Justicia, presentó escrito relativo a la
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 45 7
presente acción de amparo, en el cual expone esencialmente, entre otras
consideraciones, lo siguiente:
Que si bien es cierto que a la adolescente accionante, “hay que respe-
tarle sus derechos legítimos, tales como en primer lugar: al honor,
reputación, propia imagen, vida privada e intimidad familiar, así
como en segundo lugar: a no ser sometida a ningún examen médi-
co o de la laboratorio, también es cierto que la misma ley nos con-
duce a determinar que en esos primeros derechos cabe la
posibilidad de que puedan ser interferidos pero de manera justa y
legal; y, respecto al segundo de los derechos, la misma ley es clara
cuando establece dos excepciones, siendo una de ellas que podrá
someterse a la persona a tales exámenes médicos, cuando a pesar
de que no da su consentimiento para ello...se den otras circunstan-
cias que determine la ley, y, en el caso que nos ocupa, esa otra
circunstancia que es legítima también, la constituye el principio del
Interés Superior del Niño, que garantiza al niño sus derechos, como
en este caso, el derecho que tiene de tener un nombre propio, al
apellido del padre y al de la madre y a conocer la identidad de los
mismos, de conocerlos y a ser cuidados por ellos, y que ese Interés
Superior del Niño prevalecerá por encima de otros derechos igual-
mente legítimos...además de que cuando sea necesario investigar
sobre la maternidad y paternidad, el Estado está obligado a ga-
rantizar esa investigación a los fines de la búsqueda de la verdad,
la cual debe prevalecer en todo proceso” (Destacado de la Fiscal del
Ministerio Público).
Que, “...de la decisión dictada por el Tribunal de Protección del
Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado
Lara, el 14 de febrero de 2007, se observa que la Juez, antes de
dictar su dispositivo, procedió a oír la opinión de los
adolescentes...así como también consideró la necesidad de equili-
brio entre los derechos y garantías de los niños y adolescentes y
sus deberes, dando cumplimiento al artículo 8 de la Ley Orgánica
para la Protección del Niño y del Adolescente, que consagra el
Principio del Interés Superior del niño, como de obligatorio cum-
plimiento y de prevalencia sobre otros derechos”.
Que “la decisión dictada por el Tribunal de Juicio está ajustada a
derecho, y la Juez no actuó con abuso de poder, toda vez que tomó
en cuenta el Principio del Interés Superior del Niño, aplicándolo
458 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
cia dictada el 14 de febrero de 2007 por la Juez de Juicio Nº 3 del
Juzgado de Protección del Niño y del Adolescente del Estado Lara,
mediante la cual se ordenó la práctica de la prueba heredobiológica
solicitada y, en consecuencia, confirmó la decisión recurrida.
En este sentido, observa la Sala que el argumento esencial expuesto por
la accionante como fundamento del presente amparo se refiere a que,
en el presente caso, la sentencia accionada impone una carga procesal
que no está prevista en la Ley “...con su decisión de declarar desis-
tido el recurso por falta de formalización (...) Entonces ¿si la Ley
especial (LOPNA), solo prevee (sic) la formalización del recurso en
los procedimientos contenciosos en Asuntos de Familia y Patrimo-
niales (artículo 489) y en el Procedimiento Judicial de Protección
(artículo 328) cómo es que un Juez garante de la legalidad me
coarta el derecho de recurrir de una decisión que vulnera dere-
chos constitucionales de estricto orden público, por no haber for-
malizado el recurso?”.
Sobre este particular, el Juzgado a quo efectivamente consideró que,
“...por imperativo del art. (sic) 328 trascrito, estaba obligada a
formalizar dicho recurso en el Superior. Sin embargo, en la opor-
tunidad fijada por este tribunal para tal fin, el acto se declaró
desierto, por ausencia de dicha representación, así como de la otra
parte. En consecuencia, este Juzgado Superior se ve obligado a
desestimar el medio de impugnación ejercido contra la precitada
sentencia, por lo que dicha decisión queda definitivamente firme.
Así se decide”, en razón de lo cual confirmó el fallo apelado que había
ordenado la práctica de la prueba herodobiológica solicitada por la Fis-
cal del Ministerio Público.
Al respecto, estima la Sala que de los alegatos esgrimidos por la accio-
nante, así como del análisis de la sentencia accionada y de las actas que
cursan en autos, se desprende que la acción de amparo se fundamenta
esencialmente en la inconformidad del accionante con el criterio aplica-
do por el presunto agraviante respecto de la necesidad de que se forma-
lice el recurso de apelación ante el Juzgado Superior.
En consecuencia, es necesario señalar que del examen que hizo la Sala
de la mencionada sentencia se observa que el a quo, al declarar el
desistimiento de la apelación, erró al fundamentar su decisión en una
norma que no era aplicable al procedimiento de autos, como es el ar-
460 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
tículo 328 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adoles-
cente, el cual está referido al Procedimiento Judicial de Protección. Sin
embargo, el procedimiento pertinente en estos casos, en el cual se per-
sigue determinar la filiación de un niño, prevé una disposición similar en
cuanto se refiere a la necesidad de formalizar la apelación. En efecto,
el artículo 489 eiusdem, relativo al procedimiento contencioso en asun-
tos de familia y patrimoniales establece que:
...La Corte Superior del Tribunal de Protección del Niño y del Ado-
lescente fijará, dentro de los cinco días siguientes al recibo del ex-
pediente, una oportunidad para la formalización del recurso.
El día y hora señalados, el apelante deberá formalizar oralmente
el recurso ante la Sala de Apelaciones...
En razón de lo cual estima la Sala que, independientemente de la norma
que sirvió de fundamento a la decisión accionada, el resultado sería
siempre el mismo, es decir, la necesaria formalización del recurso de
apelación, so pena de ser declarado desistido.
De allí pues, que en el caso sub júdice, no se dan los presupuestos
establecidos en el artículo 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Dere-
chos y Garantías Constitucionales, el cual establece que: “igualmente
procede la acción de amparo cuando un Tribunal de la República,
actuando fuera de su competencia, dicte una resolución o senten-
cia u ordene un acto que lesione un derecho constitucional...”. En
este sentido, la Sala no observa que la alzada haya actuado fuera de sus
competencias, ni haya incurrido en abuso de poder o extralimitación de
sus atribuciones; tampoco se verificaron violaciones a los derechos cons-
titucionales denunciados; por lo que, en atención a las consideraciones
expuestas, esta Sala declara que la acción de amparo ejercida resulta
improcedente; y así se decide.
Sin embargo, de la revisión minuciosa de las actuaciones que integran el
expediente, la Sala evidencia que en el presente caso se cometió una
inexcusable violación al orden público constitucional, por cuanto se tra-
mitó por jurisdicción voluntaria –a través de una solicitud de autoriza-
ción judicial para la práctica de una prueba de ADN– lo que es un asunto
esencialmente contencioso, como es la determinación de la filiación de
un niño, materia esta que, de conformidad con el artículo 452 de la Ley
Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente, debe tramitar-
se a través del procedimiento contencioso en Asuntos de Familias y
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 46 1
visto en el artículo 65 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y
del Adolescente, asistida por la abogada Belkis Martínez Partidas, De-
fensora Primera de Protección del Niño y del Adolescente adscrita a la
Unidad de Defensa Pública del Estado Lara, contra la decisión dictada
el 13 de abril de 2007 por el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mer-
cantil y Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Lara, que
declaró sin lugar la apelación interpuesta por la ahora accionante contra
la sentencia dictada el 14 de febrero de 2007 por la Juez de Juicio Nº 3
del Juzgado de Protección del Niño y del Adolescente del Estado Lara.
2.- Se ANULA por orden público constitucional todo lo actuado en el
presente caso.
3. Se SUSPENDE la medida cautelar dictada por esta Sala el 23 de
julio de 2007.
Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Tribunal de origen.
Cúmplase lo ordenado.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Constitu-
cional del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas a los 21 días del
mes de diciembre de dos mil siete (2007). Años: 197º de la Independen-
cia y 148º de la Federación.
(...omissis...)
VOTO CONCURRENTE
En virtud de la potestad que le confiere el Reglamento de Reuniones de
este Alto Tribunal, quien suscribe, Magistrada Carmen Zuleta de
Merchán, consigna su voto concurrente al contenido decisorio del pre-
sente fallo, en los siguientes términos:
La decisión concurrida anuló por orden público constitucional todo lo
actuado en el juicio que, en jurisdicción voluntaria, inició la Fiscalía
Décima Cuarta del Ministerio Público para practicarle a una niña y a
sus padres –para entonces ambos adolescentes– una prueba heredo-
biológica, a fin de determinar la identidad biológica de la infante, en
virtud de que la madre se negó a que se le practicara a su hija la men-
cionada prueba. En criterio de la concurrida, la determinación de la fi-
liación de un niño o de una niña es un asunto esencialmente contencioso,
y como tal debe tramitarse a través del procedimiento contencioso en
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 46 3
Asuntos de Familias y Patrimoniales, contemplado en el Capítulo IV de
la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente.
Para quien suscribe, pese a que comparte plenamente lo expuesto por
la mayoría sentenciadora, las razones de la anulación trascienden en
mucho a un asunto netamente procesal (jurisdicción voluntaria o con-
tenciosa), pues en el caso de autos se debaten instituciones propias de
la jurisdicción constitucional que es menester advertir para aquilatar en
casos futuros el verdadero alcance del interés superior del niño frente a
los derechos constitucionales de la madre.
Así, el supuesto padre de la niña, dudando de la paternidad, condicionó
su reconocimiento a la práctica y efectivo resultado de la prueba here-
dobiológica; condición que halló eco en la Sala de Juicio N° 3 del Tribu-
nal de Protección del Niño y del Adolescente del Estado Lara quien
ordenó la práctica de la mencionada prueba. En criterio de quien suscri-
be, dicha orden, librada en tales términos, invade la esfera particular de
la ciudadana Migdalia del Carmen Silva y trastoca su derecho a la inti-
midad y al libre desarrollo de la personalidad, pues, con ocasión de la
simple contumacia del señalado como padre, se expone innecesaria-
mente al ámbito público la fase más reservada de la vida privada de
cualquier individuo: sus relaciones sentimentales de pareja; las cuales ni
siquiera el Estado tiene la potestad de cuestionar o increpar.
La orden librada por el Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente
del Estado Lara sólo se explica desde una concepción superada y patriar-
cal de la familia tradicional, en la cual la figura paterna era el núcleo al
cual se subordinaba antaño todo el Derecho de Familia. Hoy día, el con-
cepto de familia ha evolucionado, existiendo como tal la familia confor-
mada por un solo padre o una sola madre, así como otras formas
emergentes de familia atípica que pugnan por reconocimiento jurídico.
En el caso que se ventiló en amparo, la exigencia del “interés superior
del niño” estuvo erróneamente invocado por el Tribunal de Protección
del Niño y del Adolescente del Estado Lara y por el Ministerio Público,
puesto que la infante fue reconocida por su madre, y ello le crea un
vínculo de familia que se basta a todos los efectos jurídicos, sociales y
afectivos. De modo que someter a la madre a una prueba invasiva de su
privacidad no sólo es un exceso judicial sino también una manifestación
de una cultura patriarcal que desconoce el derecho a la libertad y a la
igualdad de la mujer.
464 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
La novedosa Ley de Protección de las Familias, la Maternidad y la Pa-
ternidad, en respeto a la esfera de la intimidad personal, dispone que si
ordenada la prueba heredobiológica el padre se niega a efectuársela,
ello constituye un indicio de la paternidad; pero ante la negativa nunca
se le puede obligar a que se la efectúe. Las mismas razones son aplica-
bles a favor de la madre, porque no puede obligarse a nadie a practicar-
se una prueba que invade la esfera de su privacidad.
El padre que duda de la paternidad del hijo está en la libertad de no
reconocerlo sin que ello estigmatice al hijo, y sin que la madre tenga
necesidad del reconocimiento del padre para proveer a la subsistencia
familiar. Si el interés superior del niño es vital para el nuevo Estado
venezolano también lo es el respeto de la condición de mujer. De allí
que quien concurre considera que la perspectiva de género era condi-
ción importante para la solución del presente asunto, por lo que era
necesario advertir, más allá del tema procesal, que imperó en el ánimo
del Juez una idea equivocada de lo qué es ser madre y cómo se compa-
gina esa condición con la dignidad de la mujer.
Queda así expuesto el criterio de la Magistrada concurrente.
(...omissis...)
VOTO CONCURRENTE
El Magistrado que suscribe, Pedro Rafael Rondón Haaz, manifiesta su
voto concurrente con el dispositivo del presente fallo que declaró la im-
procedencia de la demanda de amparo y la anulación de las actuaciones
que se realizaron dentro de un procedimiento de jurisdicción voluntaria,
en el que se solicitó autorización para la práctica de la prueba heredobio-
lógica; sin embargo, quien concurre estima que la mayoría sentenciadora
debió establecer los efectos jurídicos que producirá la anulación de todas
las actuaciones que, por orden público, declaró la Sala.
En efecto, considera este Magistrado que, en el referido pronuncia-
miento jurisdiccional, debió precisarse cuáles serían las consecuencias
de la anulación que se decretó, toda vez que no se señaló el estado al
cual debía reponerse la causa para que el órgano jurisdiccional compe-
tente se pronunciara respecto de la petición de autorización para la prác-
tica de la prueba heredobiológica que pidió la adolescente y de la cual,
posteriormente, desistió; pretensión respecto de la que, como conse-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 46 5
cuencia de la anulación que se decretó, queda pendiente la correspon-
diente respuesta judicial.
En consecuencia, aprecia quien suscribe que la Sala debió ser más pre-
cisa en la parte motiva y dispositiva del fallo en lo que se refiere a las
derivaciones jurídicas de la nulidad que fue declarada.
Queda así expuesto el criterio del Magistrado concurrente.
(...)
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 46 7
III PARTE
LEY ORGÁNICA SOBRE
EL DERECHO DE LAS MUJERES
A UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIA
468 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
S
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 46 9
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
GACETA OFICIAL
AÑO CXXXIV –MES VI Caracas, lunes 23 de abril de 2007 Número 38. 668
LA ASAMBLEA NACIONAL
DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
DECRETA
Lo siguiente,
CAPÍTULO I
DISPOSICIONES GENERALES
Objeto
Artículo 1. La presente Ley tiene por objeto garantizar y promover el
derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, creando condicio-
nes para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las
mujeres en cualquiera de sus manifestaciones y ámbitos, impulsando
cambios en los patrones socioculturales que sostienen la desigualdad de
género y las relaciones de poder sobre las mujeres, para favorecer la
construcción de una sociedad justa democrática, participativa, paritaria
y protagónica.
Principios rectores
Artículo 2. A través de esta Ley se articula un conjunto integral de
medidas para alcanzar los siguientes fines:
1. Garantizar a todas las mujeres, el ejercicio efectivo de sus derechos
2. Exigibles ante los órganos y entes de la Administración Públi-
ca, y asegurar un acceso rápido, transparente y eficaz a los servi-
cios establecidos al efecto.
3. Fortalecer políticas públicas de prevención de la violencia con-
tra las mujeres y de erradicación de la discriminación de género.
Para ello, se dotarán a los Poderes Públicos de instrumentos efi-
476 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Derechos protegidos
Artículo 3. Esta Ley abarca la protección de los siguientes derechos:
1. El derecho a la vida.
2. La protección a la dignidad e integridad física, psicológica,
sexual, patrimonial y jurídica de las mujeres víctimas de violencia,
en los ámbitos público y privado.
3. La igualdad de derechos entre el hombre y la mujer.
4. La protección de las mujeres particularmente vulnerables a la
violencia basada en género.
5. El derecho de las mujeres víctimas de violencia a recibir plena
información y asesoramiento adecuado a su situación personal, a
través de los servicios, organismos u oficinas que están obligadas
a crear la Administración Pública, Nacional, Estadal y Municipal.
Dicha información comprenderá las medidas contempladas en esta
Ley relativas a su protección y seguridad, y los derechos y ayu-
das previstos en la misma, así como lo referente al lugar de pres-
tación de los servicios de atención, emergencia, apoyo y
recuperación integral.
6. Los demás consagrados en la Constitución de la República Bo-
livariana de Venezuela y en todos los convenios y tratados inter-
nacionales en la materia, suscritos por la República Bolivariana
de Venezuela, tales como la Ley Aprobatoria de la Convención
sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación con-
tra la Mujer (CEDAW) y la Convención Interamericana para Pre-
venir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer
(Convención de Belem do Pará).
CAPÍTULO II
Definición
Artículo 14. La violencia contra las mujeres a que se refiere la presente
Ley, comprende todo acto sexista que tenga o pueda tener como resul-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 48 3
CAPÍTULO IV
DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
DE PREVENCIÓN Y ATENCIÓN
Definición y contenido
Programas
Artículo 17. Los programas son un conjunto articulado de acciones de-
sarrolladas por personas naturales o jurídicas de naturaleza pública o
privada, con fines de prevenir, detectar, monitorear, atender y erradicar
la violencia en contra de las mujeres.
Corresponsabilidad
Artículo 18. El Estado y la sociedad son corresponsables por la ejecu-
ción, seguimiento y control de las políticas de prevención y atención de
la violencia contra las mujeres de conformidad con esta Ley. Corres-
ponde al Instituto Nacional de la Mujer, como ente rector, formular las
políticas de prevención y atención de la violencia contra las mujeres. El
Ejecutivo Nacional dispondrá de los recursos necesarios para financiar
planes, programas, proyectos y acciones de prevención y atención de la
violencia de género, promovidos por los Consejos Comunales, las orga-
nizaciones de mujeres y otras organizaciones sociales de base.
Carácter vinculante
Artículo 19. Las políticas públicas adoptadas conforme a esta Ley tie-
nen carácter vinculante para todos los órganos de la Administración
Pública, dentro de sus respectivos ámbitos de competencia.
Clasificación de los programas
Artículo 20. Con el objeto de desarrollar políticas públicas y permitir la
ejecución de las medidas a que se refiere la presente Ley, se establecen
con carácter indicativo, los siguientes programas:
1. De prevención: para prevenir la ocurrencia de formas de vio-
lencia en contra de las mujeres, sensibilizando, formando y capa-
citando en derechos humanos e igualdad de género a la sociedad
en su conjunto.
2. De sensibilización, adiestramiento, formación y capacitación:
para satisfacer las necesidades de sensibilización y capacitación
de las personas que se dediquen a la atención de las víctimas de
violencia, así como las necesidades de adiestramiento y forma-
ción de quienes trabajen con los agresores.
3. De apoyo y orientación a las mujeres víctimas de violencia y su
familia: para informarla, apoyarla en la adopción de decisiones
488 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
CAPÍTULO V
DE LAS MUJERES VÍCTIMAS DE VIOLENCIA
Atención a las mujeres víctimas de violencia
Artículo 33. Los órganos receptores de denuncias deberán otorgar a
las mujeres víctimas de los hechos de violencia previstos en esta Ley,
un trato digno de respeto y apoyo acorde a su condición de afectada,
procurando facilitar al máximo su participación en los trámites en que
deba intervenir.
En consecuencia, deberán:
1. Asesorar a las mujeres víctimas de violencia sobre la importan-
cia de preservar las evidencias.
2. Proveer a las mujeres agredidas información sobre los dere-
chos que esta Ley le confiere y sobre los servicios gubernamen-
tales o no gubernamentales disponibles para su atención y
tratamiento.
3. Elaborar un informe de aquellas circunstancias que sirvan
al esclarecimiento de los hechos, el cual deberá acompañar a
la denuncia.
4. Cualquier otra información que los órganos receptores consi-
deren importante señalarle a la mujer en situación de violencia
para su protección.
Derechos laborales
Artículo 34. Las trabajadoras o funcionarias víctimas de violencia ten-
drán derecho, en los términos previstos en las leyes respectivas, a la
reducción o a la reordenación de su tiempo de trabajo, a la movilidad
geográfica, al cambio de centro de trabajo, a la suspensión de la rela-
ción laboral con reserva de puesto de trabajo y a la excedencia en los
términos que se determinen.
Parágrafo Único. Las ausencias totales o parciales al trabajo motivadas
por la condición física o psicológica derivada de la violencia de género
sufridas por las trabajadoras o funcionarias, se considerarán justificadas
cuando así lo determinen los centros de atención de salud públicos o pri-
vados, en los términos previstos en la legislación respectiva.
494 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Certificado Médico
Artículo 35. A los fines de acreditar el estado físico de la mujer vícti-
ma de violencia, ésta podrá presentar un certificado médico expedido
por profesionales de la salud que presten servicios en cualquier insti-
tución pública. De no ser posible, el certificado médico podrá ser ex-
pedido por una institución privada; en ambos casos, el mismo deberá
ser conformado por un experto o una experta forense, previa solicitud
del Ministerio Público.
Atención jurídica gratuita
Artículo 36. En aquellos casos en que la víctima careciere de asistencia
jurídica, podrá solicitar al juez o jueza competente la designación de un
profesional o una profesional del derecho, quien la orientará debida-
mente y ejercerá la defensa de sus derechos desde los actos iniciales de
la investigación. A tales efectos, el tribunal hará la selección de los abo-
gados o las abogadas existentes, provenientes de la Defensoría Nacio-
nal de los Derechos de la Mujer, de las defensorías estadales y
municipales, de los colegios de abogados y abogadas de cada jurisdic-
ción o de cualquier organización pública o privada dedicada a la defensa
de los derechos establecidos en esta Ley.
Intervención en el procedimiento
Artículo 37. La persona agraviada, la Defensoría Nacional de los Dere-
chos de la Mujer y las organizaciones sociales a que se refiere el nume-
ral seis del artículo 70 de esta Ley, podrán intervenir en el procedimiento
aunque no se hayan constituido como querellantes.
De la solicitud de copias simples y certificadas
Artículo 38. La mujer víctima de violencia podrá solicitar ante cual-
quier instancia copia simple o certificada de todas las actuaciones
contenidas en la causa que se instruya por uno de los delitos tipifica-
dos en esta Ley, las que se le otorgarán en forma expedita, salvo el
supuesto de reserva de las actuaciones a que se refiere el Código
Orgánico Procesal Penal.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 49 5
CAPÍTULO VI
DE LOS DELITOS
Violencia psicológica
Artículo 39. Quien mediante tratos humillantes y vejatorios, ofensas, ais-
lamiento, vigilancia permanente, comparaciones destructivas o amenazas
genéricas constantes, atente contra la estabilidad emocional o psíquica de
la mujer, será sancionado con prisión de seis a dieciocho meses.
Acoso u hostigamiento
Artículo 40. La persona que mediante comportamientos, expresiones
verbales o escritas, o mensajes electrónicos ejecute actos de intimida-
ción, chantaje, acoso u hostigamiento que atenten contra la estabilidad
emocional, laboral, económica, familiar o educativa de la mujer, será
sancionado con prisión de ocho a veinte meses.
Amenaza
Artículo 41. La persona que mediante expresiones verbales, escritos
o mensajes electrónicos amenace a una mujer con causarle un daño
grave y probable de carácter físico, psicológico, sexual, laboral o pa-
trimonial, será sancionado con prisión de diez a veintidós meses. Si la
amenaza o acto de violencia se realizare en el domicilio o residencia
de la mujer objeto de violencia, la pena se incrementará de un tercio a
la mitad. Si el autor del delito fuere un funcionario público pertene-
ciente a algún cuerpo policial o militar, la pena se incrementará en la
mitad. Si el hecho se cometiere con armas blancas o de fuego, la pri-
sión será de dos a cuatro años.
Violencia física
Artículo 42. El que mediante el empleo de la fuerza física cause un daño
o sufrimiento físico a una mujer, hematomas, cachetadas, empujones o
lesiones de carácter leve o levísimo, será sancionado con prisión de seis
a dieciocho meses. Si en la ejecución del delito, la víctima sufriere lesio-
nes graves o gravísimas, según lo dispuesto en el Código Penal, se apli-
cará la pena que corresponda por la lesión infringida prevista en dicho
Código, más un incremento de un tercio a la mitad. Si los actos de vio-
lencia a que se refiere el presente artículo ocurren en el ámbito domés-
tico, siendo el autor el cónyuge, concubino, ex cónyuge, ex concubino,
496 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Violencia laboral
Artículo 49. La persona que mediante el establecimiento de requisitos
referidos a sexo, edad, apariencia física, estado civil, condición de ma-
dre o no, sometimiento a exámenes de laboratorio o de otra índole para
descartar estado de embarazo, obstaculice o condicione el acceso, as-
censo o la estabilidad en el empleo de las mujeres, será sancionado con
multa de cien (100 U.T.) a mil unidades tributarias (1.000 U.T.), según
la gravedad del hecho.
Si se trata de una política de empleo de una institución pública o empre-
sa del Estado, la sanción se impondrá a la máxima autoridad de la mis-
ma. En el supuesto de empresas privadas, franquicias o empresas
transnacionales, la sanción se impondrá a quien ejerza la máxima repre-
sentación en el país. La misma sanción se aplicará cuando mediante
prácticas administrativas, engañosas o fraudulentas se afecte el dere-
cho al salario legal y justo de la trabajadora o el derecho a igual salario
por igual trabajo.
Violencia patrimonial y económica
Artículo 50. El cónyuge separado legalmente o el concubino en situa-
ción de separación de hecho debidamente comprobada, que sustraiga,
deteriore, destruya, distraiga, retenga, ordene el bloqueo de cuentas
bancarias o realice actos capaces de afectar la comunidad de bienes o
el patrimonio propio de la mujer, será sancionado con prisión de uno a
tres años. La misma pena se aplicará en el supuesto de que no exista
separación de derecho, pero el autor haya sido sometido a la medida de
protección de salida del hogar por un órgano receptor de denuncia o a
una medida cautelar similar por el Tribunal de Control, Audiencia y
Medidas competente. En el caso de que los actos a que se refiere el
presente artículo estén dirigidos intencionalmente a privar a la mujer de
los medios económicos indispensables para su subsistencia, o impedirle
satisfacer sus necesidades y las del núcleo familiar, la pena se incre-
mentará de un tercio a la mitad. Si el autor del delito a que se refiere el
presente artículo, sin ser cónyuge ni concubino, mantiene o mantuvo
relación de afectividad con la mujer, aun sin convivencia, la pena será
de seis a doce meses de prisión. En los supuestos a que se refiere el
presente artículo podrán celebrarse acuerdos reparatorios según lo dis-
puesto en el Código Orgánico Procesal Penal.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 49 9
Violencia obstétrica
Artículo 51. Se considerarán actos constitutivos de violencia obstétrica
los ejecutados por el personal de salud, consistentes en:
1. No atender oportuna y eficazmente las emergencias obstétricas.
2. Obligar a la mujer a parir en posición supina y con las piernas
levantadas, existiendo los medios necesarios para la realización
del parto vertical.
3. Obstaculizar el apego precoz del niño o niña con su madre, sin
causa médica justificada, negándole la posibilidad de cargarlo o
cargarla y amamantarlo o amamantarla inmediatamente al nacer.
4. Alterar el proceso natural del parto de bajo riesgo, mediante el
uso de técnicas de aceleración, sin obtener el consentimiento vo-
luntario, expreso e informado de la mujer.
5. Practicar el parto por vía de cesárea, existiendo condiciones
para el parto natural, sin obtener el consentimiento voluntario,
expreso e informado de la mujer.
En tales supuestos, el tribunal impondrá al responsable o la responsa-
ble, una multa de doscientas cincuenta (250 U.T.) a quinientas unida-
des tributarias (500 U.T.), debiendo remitir copia certificada de la
sentencia condenatoria definitivamente firme al respectivo colegio pro-
fesional o institución gremial, a los fines del procedimiento disciplina-
rio que corresponda.
Esterilización forzada
Artículo 52. Quien intencionalmente prive a la mujer de su capacidad
reproductiva, sin brindarle la debida información, ni obtener su consen-
timiento expreso, voluntario e informado, no existiendo razón médica o
quirúrgica debidamente comprobada que lo justifique, será sancionado
o sancionada con pena de prisión de dos a cinco años.
El tribunal sentenciador remitirá copia de la decisión condenatoria defi-
nitivamente firme al colegio profesional o institución gremial, a los fines
del procedimiento disciplinario que corresponda.
500 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Obligación de aviso
Artículo 57. El personal de salud que atienda a las mujeres víctimas de
los hechos de violencia previstos en esta Ley, deberá dar aviso a cua-
lesquiera de los organismos indicados en el artículo 71 de la misma, en
el término de las veinticuatro horas siguientes por cualquier medio le-
galmente reconocido.
Este plazo se extenderá a cuarenta y ocho horas, en el caso que no se pueda
acceder a alguno de estos órganos por dificultades de comunicación.
El incumplimiento de esta obligación se sancionará con multa de cin-
cuenta (50 U.T.) a cien unidades tributarias (100 U.T.), por el tribunal a
quien corresponda el conocimiento de la causa.
Obligación de tramitar debidamente la denuncia
Artículo 58. Serán sancionados o sancionadas con la multa prevista en el
artículo anterior, los funcionarios y funcionarias de los organismos a que
se refiere el artículo 71 de esta Ley, que no tramitaren debidamente la
denuncia dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes a su recepción.
En virtud de la gravedad de los hechos podrá imponerse como sanción,
la destitución del funcionario o la funcionaria.
Obligación de implementar correctivos
Artículo 59. Toda autoridad jerárquica en centros de empleo, de educa-
ción o de cualquier otra índole, que en conocimiento de hechos de acoso
sexual por parte de las personas que estén bajo su responsabilidad, no
ejecute acciones adecuadas para corregir la situación y prevenir su repe-
tición, será sancionada con multa de cincuenta (50 U.T.) a cien unidades
tributarias (100 U.T.). El órgano jurisdiccional especializado competente
estimará, a los efectos de la imposición de la multa, la gravedad de los
hechos y la diligencia que se ponga en la corrección de los mismos.
Reincidencia
Artículo 60. Se considerará que hay reincidencia cuando después de
una sentencia condenatoria definitivamente firme, o luego de haberse
extinguido la condena, el agresor cometiere un nuevo hecho punible de
los previstos en esta Ley.
502 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
CAPÍTULO VII
DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL
Indemnización
Artículo 61. Todos los hechos de violencia previstos en esta Ley aca-
rrearán el pago de una indemnización por parte del agresor a las muje-
res víctimas de violencia o a sus herederos y herederas en caso de que
la mujer haya fallecido como resultado de esos delitos, el monto de di-
cha indemnización habrá de ser fijado por el órgano jurisdiccional espe-
cializado competente, sin perjuicio de la obligación del agresor de pagar
el tratamiento médico o psicológico que necesitare la víctima.
Reparación
Artículo 62. Quien resultare condenado por los hechos punibles previstos
en esta Ley, que haya ocasionado daños patrimoniales en los bienes mue-
bles e inmuebles de las mujeres víctimas de violencia, estará obligado a
repararlos con pago de los deterioros que hayan sufrido, los cuales serán
determinados por el órgano jurisdiccional especializado competente.
Cuando no sea posible su reparación, se indemnizará su pérdida pagán-
dose el valor de mercado de dichos bienes.
Indemnización por acoso sexual
Artículo 63. Quien resultare responsable de acoso sexual deberá in-
demnizar a la mujer víctima de violencia en los términos siguientes:
1. Por una suma igual al doble del monto de los daños que el acto
haya causado a la persona acosada en su acceso al empleo o
posición que aspire, ascenso o desempeño de sus actividades.
2. Por una suma no menor de cien (100 U.T.) ni mayor de qui-
nientas unidades tributarias (500 U.T.), en aquellos casos en que
no se puedan determinar daños pecuniarios. Cuando la indemni-
zación no pudiere ser satisfecha por el condenado motivado por
estado de insolvencia debidamente acreditada, el tribunal de eje-
cución competente podrá hacer la conversión en trabajo comuni-
tario a razón de un día de trabajo por cada unidad tributaria.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 50 3
CAPÍTULO VIII
DISPOSICIONES COMUNES
CAPÍTULO IX
DEL INICIO DEL PROCESO
Sección Primera: De la Denuncia
Legitimación para denunciar
Artículo 70. Los delitos a que se refiere esta Ley podrán ser denuncia-
dos por:
1. La mujer agredida.
2. Los parientes consanguíneos o afines.
3. El personal de la salud de instituciones públicas y privadas que
tuviere conocimiento de los casos de violencia previstos en esta Ley.
4. Las defensorías de los derechos de la mujer a nivel nacional,
metropolitano, estadal y municipal, adscritas a los institutos nacio-
nales, metropolitanos, regionales y municipales, respectivamente.
5. Los Consejos Comunales y otras organizaciones sociales.
6. Las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres.
7. Cualquier otra persona o institución que tuviere conocimiento
de los hechos punibles previstos en esta Ley.
Órganos receptores de denuncia
Artículo 71. La denuncia a que se refiere el artículo anterior podrá ser
formulada en forma oral o escrita, con o sin la asistencia de un abogado
o abogada, ante cualesquiera de los siguientes organismos:
1. Ministerio Público.
2. Juzgados de Paz.
3. Prefecturas y jefaturas civiles.
4. División de Protección en materia de niño, niña, adolescente,
mujer y familia del cuerpo de investigación con competencia en
la materia.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 50 7
5. Órganos de policía.
6. Unidades de comando fronterizas.
7. Tribunales de municipios en localidades donde no existan los
órganos anteriormente nombrados.
8. Cualquier otro que se le atribuya esta competencia.
Cada uno de los órganos anteriormente señalados deberá crear
oficinas con personal especializado para la recepción de denun-
cias de los hechos de violencia a que se refiere esta Ley.
Parágrafo Único: Los pueblos y comunidades indígenas constituirán
órganos receptores de denuncia, integrados por las autoridades legíti-
mas de acuerdo con sus costumbres y tradiciones, sin perjuicio de que
la mujer agredida pueda acudir a los otros órganos indicados en el pre-
sente artículo.
Obligaciones del órgano receptor de la denuncia
Artículo 72. El órgano receptor de la denuncia deberá:
1. Recibir la denuncia, la cual podrá ser presentada en forma oral
o escrita.
2. Ordenar las diligencias necesarias y urgentes, entre otras, la
práctica de los exámenes médicos correspondientes a la mujer
agredida en los centros de salud pública o privada de la localidad.
3. Impartir orientación oportuna a la mujer en situación de violen-
cia de género.
4. Ordenar la comparecencia obligatoria del presunto agresor, a los
fines de la declaración correspondiente y demás diligencias nece-
sarias que permitan el esclarecimiento de los hechos denunciados.
5. Imponer las medidas de protección y de seguridad pertinentes
establecidas en esta Ley.
6. Formar el respectivo expediente.
7. Elaborar un informe de aquellas circunstancias que sirvan al
esclarecimiento de los hechos, el cual deberá acompañar a la de-
508 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Medidas cautelares
Artículo 92. El Ministerio Público podrá solicitar al Tribunal de Violen-
cia contra la Mujer en funciones de Control, Audiencia y Medidas, o en
funciones de juicio, si fuere el caso, las siguientes medidas cautelares:
1. Arresto transitorio del agresor hasta por cuarenta y ocho horas
que se cumplirá en el establecimiento que el tribunal acuerde.
2. Orden de prohibición de salida del país del presunto agresor,
cuyo término lo fijará el tribunal, de acuerdo con la gravedad de
los hechos.
3. Prohibición de enajenar y gravar bienes de la comunidad con-
yugal o concubinaria, hasta un cincuenta por ciento (50%).
4. Prohibición para el presunto agresor de residir en el mismo
municipio donde la mujer víctima de violencia haya establecido su
nueva residencia, cuando existan evidencias de persecución por
parte de éste.
5. Allanamiento del lugar donde se cometieron los hechos de
violencia.
6. Fijar una obligación alimentaria a favor de la mujer víctima de
violencia, previa evaluación socioeconómica de ambas partes.
7. Imponer al presunto agresor la obligación de asistir a un centro
especializado en materia de violencia de género.
8. Cualquier otra medida necesaria para la protección personal,
física, psicológica y patrimonial de la mujer víctima de violencia.
Sección Quinta: De la Aprehensión en flagrancia
Definición y forma de proceder
Artículo 93. Se tendrá como flagrante todo delito previsto en esta Ley
que se esté cometiendo o el que acaba de cometerse. También se ten-
drá como flagrante aquél por el cual el agresor sea perseguido por la
autoridad policial, por la mujer agredida, por un particular o por el cla-
mor público, o cuando se produzcan solicitudes de ayuda a servicios
especializados de atención a la violencia contra las mujeres, realizadas
a través de llamadas telefónicas, correos electrónicos o fax, que permi-
516 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Jurisdicción
Artículo 115. Corresponde a los tribunales de violencia contra la mujer
y a la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia, el ejer-
cicio de la jurisdicción para la resolución de los asuntos sometidos a su
decisión, conforme a lo establecido en esta Ley, las leyes de organiza-
ción judicial y la reglamentación interna.
Creación de los tribunales de violencia contra la mujer
Artículo 116. Se crean los tribunales de violencia contra la mujer que
tendrán su sede en Caracas y en cada capital de estado, además de las
localidades que determine el Tribunal Supremo de Justicia a través de la
Dirección Ejecutiva de la Magistratura.
Constitución de los tribunales de violencia contra la mujer
Artículo 117. Los tribunales de violencia contra la mujer se organizarán
en circuitos judiciales, de acuerdo con lo que determine la Dirección
Ejecutiva de la Magistratura, la cual podrá crear más de un circuito
judicial en una misma circunscripción, cuando por razones de servicio
sea necesario. Su organización y funcionamiento se regirán por las dis-
posiciones establecidas en esta Ley, en las leyes orgánicas correspon-
dientes y en el Reglamento Interno de los Circuitos Judiciales.
En cada circuito judicial los tribunales de violencia contra la mujer esta-
rán constituidos en primera instancia por jueces y juezas de control,
audiencia y medidas; jueces y juezas de juicio y jueces y juezas de eje-
cución. En segunda instancia lo conforman las Cortes de Apelaciones.
Competencia
Artículo 118. Los tribunales de violencia contra la mujer conocerán en
el orden penal de los delitos previstos en esta Ley, así como del delito de
lesiones en todas sus calificaciones tipificadas en el Código Penal en los
supuestos establecidos en el artículo 42 de la presente Ley y conforme
al procedimiento especial aquí establecido.
En el orden civil, conocerán de todos aquellos asuntos de naturaleza
patrimonial.
524 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Casación
Artículo 119. La Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justi-
cia conocerá del Recurso de Casación.
Sección Novena: De los Servicios Auxiliares
Servicios auxiliares
Artículo 120. Los tribunales de violencia contra la mujer contarán con:
1. Equipos multidisciplinarios o la asignación presupuestaria para
la contratación de los mismos.
2. Una sala de trabajo para el equipo multidisciplinario.
3. Una sala de citaciones y notificaciones.
Objetivos del equipo interdisciplinario
Artículo 121. Cada Tribunal de Violencia Contra la Mujer debe contar
con un equipo multidisciplinario que se organizará como servicio auxi-
liar de carácter independiente e imparcial, para brindar al ejercicio de la
función jurisdiccional experticia bio-psico-social-legal de forma cole-
giada e interdisciplinaria. Este equipo estará integrado por profesiona-
les de la medicina, de la psiquiatría, de la educación, de la psicología, de
trabajo social, de derecho, de criminología y de otras profesiones con
experticia en la materia. En las zonas en que sea necesario, se contará
con expertos o expertas interculturales bilingües en idiomas indígenas.
Atribuciones del equipo interdisciplinario
Artículo 122. Son atribuciones de los equipos interdisciplinarios de los
tribunales de violencia contra la mujer:
1. Emitir opinión, mediante informes técnicos integrales sobre la
procedencia de proteger a la mujer víctima de violencia, a través
de medidas cautelares específicas.
2. Intervenir como expertos independientes e imparciales del Sis-
tema de Justicia en los procedimientos judiciales, realizando ex-
perticias mediante informes técnicos integrales.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 52 5
CILIA FLORES
Presidenta de la Asamblea Nacional
RESOLUCIÓN N° 2007-0053
De conformidad con los artículos 267 y 269 de la Constitución de la Repú-
blica Bolivariana de Venezuela, corresponde al Tribunal Supremo de Justi-
cia la dirección, el gobierno y la administración del Poder Judicial,
CONSIDERANDO
Que el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, consagra el derecho que toda persona tiene de acceder a los
órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e
intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los
mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente; con ga-
rantía de una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparen-
530 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
RESUELVE
I
IMPLEMENTACIÓN DE LOS TRIBUNALES
CON COMPETENCIA EN MATERIA DE DELITOS
DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
EN LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL
DEL ÁREA METROPOLITANA DE CARACAS
Artículo 1: Se procede a la implementación del Tribunal de Violencia
contra la Mujer de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas, en la forma que determina la presente Resolución, el cual
formará parte del Circuito Judicial Penal existente hasta tanto se proce-
da a su reorganización.
Artículo 2: El Tribunal de Violencia contra la Mujer del Circuito Judi-
cial Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Ca-
racas tendrá su sede en Caracas y estará constituido en primera instancia
por seis (6) jueces especializados o juezas especializadas en función de
control, audiencia y medidas y dos (2) jueces especializados o juezas
especializadas en función de juicio. Todos los jueces o juezas de prime-
ra instancia penal ordinario en función de ejecución del Juzgado de Pri-
mera Instancia del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial
del Área Metropolitana de Caracas tendrán competencia como jueces
o juezas en función de ejecución conforme a la Ley Orgánica sobre el
Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Artículo 3: Se suprime, a los jueces o juezas en funciones de control y
de juicio del Juzgado de Primera Instancia (penal ordinario) del Circuito
Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, la competencia para el conocimiento de los delitos que están
tipificados en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia.
Artículo 4: La Sala Accidental Segunda de Reenvío en lo Penal de la
Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas, además de las competen-
cias que tiene asignadas, ejercerá de manera exclusiva, en segunda ins-
tancia, la competencia como Corte de Apelaciones de Violencia contra
la Mujer del Circuito Judicial Penal de dicha Circunscripción Judicial.
532 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
CONSIDERANDO
Que, el artículo 115 de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Muje-
res a una Vida Libre de Violencia, cuya última reimpresión por error
material fue la publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivaria-
na de Venezuela N° 38.770 del 17 de septiembre de 2007, dispone que
corresponde a los Tribunales de Violencia contra la Mujer y a la Sala de
Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia el ejercicio de la juris-
dicción para la resolución de los asuntos sometidos a su decisión, con-
forme a lo establecido en dicha Ley, las leyes de organización judicial y
la reglamentación interna;
CONSIDERANDO
Que, de conformidad con el artículo 116 de la referida Ley Orgánica
sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, fueron
creados los Tribunales de Violencia contra la Mujer que tendrán su sede
en Caracas, en cada capital de estado, y en las demás localidades que
determine el Tribunal Supremo de Justicia a través de la Dirección Eje-
cutiva de la Magistratura;
CONSIDERANDO
Que el Tribunal Supremo de Justicia, en reunión de Sala Plena del veinte
(20) de junio de 2007, aprobó el informe presentado por la Comisión para
la Creación de los Tribunales de Violencia contra la Mujer, en cuyas reco-
mendaciones se encuentra la implementación de los Tribunales de Vio-
lencia contra la Mujer previa la elaboración de un estudio de factibilidad
realizado a tal fin por la Dirección Ejecutiva de la Magistratura.
CONSIDERANDO
Que, según los resultados del estudio efectuado, en algunas Circuns-
cripciones Judiciales del país se ha producido un incremento considera-
ble de expedientes relacionados con los delitos que tipifica la Ley
Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violen-
cia, como es el caso de la Circunscripción Judicial del estado Lara.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 53 7
RESUELVE
I
IMPLEMENTACIÓN DE LOS TRIBUNALES
CON COMPETENCIA EN MATERIA DE DELITOS
DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
EN LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO LARA
RESOLUCIÓN N° 2007-0059
RESOLUCIÓN N° 2007-0054
De conformidad con los artículos 267 y 269 de la Constitución de la Re-
pública Bolivariana de Venezuela, corresponde al Tribunal Supremo de
Justicia la dirección, el gobierno y la administración del Poder Judicial,
CONSIDERANDO
Que el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, consagra el derecho que toda persona tiene de acceder a los
órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e
intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los
mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente; con ga-
rantía de una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparen-
te, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles;
CONSIDERANDO
Que, el artículo 115 de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Muje-
res a una Vida Libre de Violencia, cuya última reimpresión por error
material fue la publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivaria-
na de Venezuela N° 38.770 del 17 de septiembre de 2007, dispone que
corresponde a los Tribunales de Violencia contra la Mujer y a la Sala de
550 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
forma que determina la presente Resolución, el cual formará parte del Cir-
cuito Judicial Penal existente hasta tanto se proceda a su reorganización.
Artículo 2: El Tribunal de Violencia contra la Mujer del Circuito Judi-
cial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Anzoátegui tendrá
su sede en Barcelona y estará constituido en primera instancia por dos
(2) jueces especializados o juezas especializadas en función de control,
audiencia y medidas y un (1) juez especializado o jueza especializada en
función de juicio. Todos los jueces o juezas de primera instancia penal
ordinario en función de ejecución del Juzgado de Primera Instancia del
Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Anzoá-
tegui tendrán competencia como jueces o juezas en función de ejecu-
ción conforme a la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a
una Vida Libre de Violencia.
Artículo 3: Se suprime, a los jueces o juezas en funciones de control y
de juicio del Juzgado de Primera Instancia (penal ordinario) del Circuito
Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Anzoátegui, con
sede en Barcelona, la competencia para el conocimiento de los delitos
que están tipificados en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Muje-
res a una Vida Libre de Violencia.
Artículo 4: La Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal de la
Circunscripción Judicial del estado Anzoátegui, además de las competen-
cias que tiene asignadas, ejercerá, en segunda instancia, la competencia
como Corte de Apelaciones de Violencia contra la Mujer del Circuito
Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Anzoátegui.
Artículo 5: En la extensión El Tigre del Circuito Judicial Penal de la
Circunscripción Judicial del estado Anzoátegui continuarán conociendo
las funciones de control, audiencia y medidas, de juicio y de ejecución
los jueces de primera instancia penal ordinario en funciones de control,
juicio y ejecución de dicha extensión del Circuito Judicial Penal y en
segunda instancia la Corte de Apelaciones, hasta cuando el Tribunal
Supremo de Justicia provea lo conducente.
Artículo 6: En aquellos lugares del Circuito Judicial Penal de la Cir-
cunscripción Judicial del estado Anzoátegui distantes de la sede Barce-
lona o de la extensión El Tigre, donde no estén radicados los tribunales
de primera instancia a los cuales corresponda de conformidad con la
presente Resolución la función de control, audiencia y medidas en ma-
teria de violencia contra las mujeres, los Juzgados de Municipio de la
552 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
RESOLUCIÓN N° 2007-0056
De conformidad con los artículos 267 y 269 de la Constitución de la Re-
pública Bolivariana de Venezuela, corresponde al Tribunal Supremo de
Justicia la dirección, el gobierno y la administración del Poder Judicial,
CONSIDERANDO
Que el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, consagra el derecho que toda persona tiene de acceder a los
órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e
intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los
mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente; con ga-
rantía de una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparen-
te, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles;
CONSIDERANDO
Que, el artículo 115 de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Muje-
res a una Vida Libre de Violencia, cuya última reimpresión por error
material fue la publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivaria-
na de Venezuela N° 38.770 del 17 de septiembre de 2007, dispone que
corresponde a los Tribunales de Violencia contra la Mujer y a la Sala de
Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia el ejercicio de la juris-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 55 7
cual formará parte del Circuito Judicial Penal existente hasta tanto se
proceda a su reorganización.
Artículo 2: El Tribunal de Violencia contra la Mujer del Circuito Judi-
cial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Bolívar tendrá su
sede en Ciudad Bolívar y estará constituido en primera instancia por
dos (2) jueces especializados o juezas especializadas en función de con-
trol, audiencia y medidas y un (1) juez especializado o jueza especializa-
da en función de juicio. Todos los jueces o juezas de primera instancia
penal ordinario en función de ejecución del Juzgado de Primera Instan-
cia del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado
Bolívar tendrán competencia como jueces o juezas en función de ejecu-
ción conforme a la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a
una Vida Libre de Violencia.
Artículo 3: Se suprime, a los jueces o juezas en funciones de control y
de juicio del Juzgado de Primera Instancia (penal ordinario) del Circuito
Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Bolívar, con sede
en Ciudad Bolívar, la competencia para el conocimiento de los delitos
que están tipificados en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Muje-
res a una Vida Libre de Violencia.
Artículo 4: La Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal de la
Circunscripción Judicial del estado Bolívar, además de las competen-
cias que tiene asignadas, ejercerá, en segunda instancia, la competencia
como Corte de Apelaciones de Violencia contra la Mujer del Circuito
Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Bolívar.
Artículo 5: En la extensión Puerto Ordaz del Circuito Judicial Penal de
la Circunscripción Judicial del estado Bolívar continuarán conociendo
de las funciones de control, audiencia y medidas, de juicio y de ejecu-
ción los jueces de primera instancia penal ordinario en funciones de
control, juicio y ejecución de dicha extensión del Circuito Judicial Penal
y en segunda instancia la Corte de Apelaciones, hasta que el Tribunal
Supremo de Justicia provea lo conducente.
Artículo 6: En aquellos lugares del Circuito Judicial Penal de la Cir-
cunscripción Judicial del estado Bolívar distantes de la sede Ciudad
Bolívar o de la extensión Puerto Ordaz, donde no estén radicados los
tribunales de primera instancia a los cuales corresponda de conformi-
dad con la presente Resolución la función de control, audiencia y medi-
das en materia de violencia contra las mujeres, los Juzgados de Municipio
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 55 9
Cuarta: Los jueces que sean designados en los tribunales con compe-
tencia en materia de delitos de violencia contra la mujer en el Circuito
Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Bolívar, deberán
participar, con carácter obligatorio, en un Seminario sobre el contenido
de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre
de Violencia. La Escuela Nacional de la Magistratura se encargará de
la planificación de la programación para la capacitación profesional en
materia de justicia de género de los jueces y juezas de los Tribunales
que son mencionados en la presente Resolución, con fecha de inicio en
el primer trimestre del año 2008.
Quinta: Se derogan todas las Resoluciones e instrumentos de igual
rango normativo anteriores a ésta que colidan con lo que aquí ha sido
dispuesto.
Sexta: La presente Resolución iniciará su vigencia desde la fecha de
su aprobación por Sala Plena. Se ordena su publicación en la Gaceta
Oficial de la República Bolivariana de Venezuela.
Comuníquese y publíquese.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Sesiones del Tribunal Supremo
de Justicia, en Caracas, a los doce (12) días del mes de diciembre de
dos mil siete. Años: 197° de la Independencia y 148° de la Federación.
(...omissis...)
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 56 3
RESOLUCIÓN N° 2007-0055
De conformidad con los artículos 267 y 269 de la Constitución de la Re-
pública Bolivariana de Venezuela, corresponde al Tribunal Supremo de
Justicia la dirección, el gobierno y la administración del Poder Judicial,
CONSIDERANDO
Que el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, consagra el derecho que toda persona tiene de acceder a los
órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e
intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los
mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente; con ga-
rantía de una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparen-
te, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles;
CONSIDERANDO
Que, el artículo 115 de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Muje-
res a una Vida Libre de Violencia, cuya última reimpresión por error
material fue la publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivaria-
na de Venezuela N° 38.770 del 17 de septiembre de 2007, dispone que
corresponde a los Tribunales de Violencia contra la Mujer y a la Sala de
Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia el ejercicio de la juris-
564 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
cual formará parte del Circuito Judicial Penal existente hasta tanto se
proceda a su reorganización.
Artículo 2: El Tribunal de Violencia contra la Mujer del Circuito Judi-
cial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Aragua tendrá su
sede en la ciudad de Maracay y estará constituido en primera instancia
por dos (2) jueces especializados o juezas especializadas en función de
control, audiencia y medidas y un (1) juez especializado o jueza espe-
cializada en función de juicio. Todos los jueces o juezas de primera ins-
tancia penal ordinario en función de ejecución del Juzgado de Primera
Instancia del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del
estado Aragua tendrán competencia como jueces o juezas en función
de ejecución conforme a la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mu-
jeres a una Vida Libre de Violencia.
Artículo 3: Se suprime, a los jueces o juezas en funciones de control y de
juicio del Juzgado de Primera Instancia (penal ordinario) del Circuito Ju-
dicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Aragua, la compe-
tencia para el conocimiento de los delitos que están tipificados la Ley
Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Artículo 4: La Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal de la
Circunscripción Judicial del estado Aragua, además de las competen-
cias que tiene asignadas, ejercerá, en segunda instancia, la competencia
como Corte de Apelaciones de Violencia contra la Mujer del Circuito
Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Aragua.
Artículo 5: En aquellos lugares del Circuito Judicial Penal de la Cir-
cunscripción Judicial del estado Aragua donde no estén radicados los
tribunales de primera instancia a los cuales corresponda de conformi-
dad con la presente Resolución la función de control, audiencia y medi-
das en materia de violencia contra las mujeres, los Juzgados de Municipio
de la Circunscripción Judicial del estado Aragua asumirán la competen-
cia que la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia le otorga a los Juzgados de Primera Instancia en
función de control, audiencia y medidas. A los efectos de la celebración
del juicio oral conforme lo dispone la Sección Séptima del Capítulo IX
de la referida Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia, los referidos Juzgados de Municipio remitirán
las actas procesales al Tribunal de Violencia contra la Mujer en función
de juicio del Circuito Judicial Penal para la continuación del proceso.
566 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
II
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
Primera: Los jueces o juezas del Tribunal de Primera Instancia de Vio-
lencia contra la Mujer utilizarán los sellos oficiales y la papelería con el
membrete impreso del Juzgado de Primera Instancia (penal ordinario)
del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Ara-
gua, hasta tanto sean dotados de los sellos y la papelería pertinentes.
Segunda: Los jueces o juezas en función de control del Juzgado de Pri-
mera Instancia (penal ordinario), del Circuito Judicial Penal de la Cir-
cunscripción Judicial del estado Aragua, cuyas competencias en materia
de delitos de violencia contra la mujer fueron suprimidas por el artículo 3
de la presente Resolución, realizarán inventario de causas por delitos de
violencia contra la mujer y las reorganizarán de la siguiente manera:
1. Cada expediente producto del inventario realizado conservará
su número original al cual se le agregarán las letras “VCM” de
“Violencia Contra la Mujer”.
2. Los expedientes de las causas serán clasificadas por códigos
según las fases procesales en que se encuentren.
3. Una vez que hayan sido ordenados los expedientes conforme a
los criterios anteriormente señalados, serán clasificados según la
fecha del inicio de la causa.
4. Los expedientes que hayan sido debidamente inventariados y
organizados según lo anteriormente especificado, serán remiti-
dos a las respectivas Unidades de Recepción y Distribución de
Documentos (URDD), para su redistribución o envío a los tribu-
nales competentes de conformidad con lo dispuesto en la pre-
sente resolución.
5. Los expedientes que estén identificados según códigos corres-
pondientes a las fases procesales y antigüedad conservarán su
número de expediente hasta la definitiva conclusión de la causa.
6. Las causas que hayan sido concluidas con sentencia definitiva-
mente firme serán inventariadas y remitidas al Archivo Judicial,
en legajos previamente identificados.
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 56 7
RESOLUCIÓN N° 2007-0057
De conformidad con los artículos 267 y 269 de la Constitución de la Re-
pública Bolivariana de Venezuela, corresponde al Tribunal Supremo de
Justicia la dirección, el gobierno y la administración del Poder Judicial,
CONSIDERANDO
Que el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, consagra el derecho que toda persona tiene de acceder a los
órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e
intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los
mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente; con ga-
rantía de una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparen-
te, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles;
CONSIDERANDO
Que, el artículo 115 de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Muje-
res a una Vida Libre de Violencia, cuya última reimpresión por error
material fue la publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivaria-
na de Venezuela N° 38.770 del 17 de septiembre de 2007, dispone que
corresponde a los Tribunales de Violencia contra la Mujer y a la Sala de
Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia el ejercicio de la juris-
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 57 1
Cuarta: Los jueces o juezas que sean designados en los tribunales con
competencia en materia de delitos de violencia contra la mujer en el
Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Cara-
bobo, deberán participar, con carácter obligatorio, en un Seminario so-
bre el contenido de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a
una Vida Libre de Violencia. La Escuela Nacional de la Magistratura se
encargará de la planificación de la programación para la capacitación
profesional en materia de justicia de género de los jueces y juezas de los
Tribunales que son mencionados en la presente Resolución, con fecha
de inicio en el primer trimestre del año 2008.
Quinta: Se derogan todas las Resoluciones e instrumentos de igual rango
normativo anteriores a ésta que colidan con lo que aquí ha sido dispuesto.
Sexta: La presente Resolución iniciará su vigencia desde la fecha de
su aprobación por Sala Plena. Se ordena su publicación en la Gaceta
Oficial de la República Bolivariana de Venezuela.
Comuníquese y publíquese.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Sesiones del Tribunal Supremo
de Justicia, en Caracas, a los doce (12) días del mes de diciembre de
dos mil siete. Años: 197° de la Independencia y 148° de la Federación.
(...omissis...)
VISIÓN DE GÉNERO EN LA DOCTRINA DE LA SALA CONSTITUCIONAL 57 7
RESOLUCIÓN N° 2007-0060
De conformidad con los artículos 267 y 269 de la Constitución de la Re-
pública Bolivariana de Venezuela, corresponde al Tribunal Supremo de
Justicia la dirección, el gobierno y la administración del Poder Judicial,
CONSIDERANDO
Que el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, consagra el derecho que toda persona tiene de acceder a los
órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e
intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los
mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente; con ga-
rantía de una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparen-
te, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles;
CONSIDERANDO
Que, el artículo 115 de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Muje-
res a una Vida Libre de Violencia, cuya última reimpresión por error
material fue la publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivaria-
na de Venezuela N° 38.770 del 17 de septiembre de 2007, dispone que
corresponde a los Tribunales de Violencia contra la Mujer y a la Sala de
Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia el ejercicio de la juris-
dicción para la resolución de los asuntos sometidos a su decisión, con-
578 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
Cuarta: Los jueces o juezas que sean designados en los tribunales con
competencia en materia de delitos de violencia contra la mujer en el
Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Zulia,
deberán participar, con carácter obligatorio, en un Seminario sobre el
contenido de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia. La Escuela Nacional de la Magistratura se
encargará de la planificación de la programación para la capacitación
profesional en materia de justicia de género de los jueces y juezas de los
Tribunales que son mencionados en la presente Resolución, con fecha
de inicio en el primer trimestre del año 2008.
Quinta: Se derogan todas las Resoluciones e instrumentos de igual rango
normativo anteriores a ésta que colidan con lo que aquí ha sido dispuesto.
Sexta: La presente Resolución iniciará su vigencia desde la fecha de
su aprobación por Sala Plena. Se ordena su publicación en la Gaceta
Oficial de la República Bolivariana de Venezuela.
Comuníquese y publíquese.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Sesiones del Tribunal Supremo
de Justicia, en Caracas, a los doce (12) días del mes de diciembre de
dos mil siete. Años: 197° de la Independencia y 148° de la Federación.
(...omissis...)