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REVISTA
DE
DERECHO
27
Caracas, Venezuela
2008
2 FERNANDO PARRA ARANGUREN
REVISTA
DE DERECHO
27
Caracas / Venezuela, 2008
4 FERNANDO PARRA ARANGUREN
Dra. Luisa Estella Morales Lamuño Dra. Evelyn Margarita Marrero Ortiz
Presidenta del Tribunal Presidenta de la Sala
y Presidenta de la Sala Dra. Yolanda Jaimes Guerrero
Dr. Francisco Antonio Carrasquero López Vicepresidenta de la Sala
Vicepresidente de la Sala Dr. Levis Ignacio Zerpa
Dr. Jesús Eduardo Cabrera Romero Dr. Hadel Mostafá Paolini
Dr. Pedro Rafael Rondón Haaz Dr. Emiro Antonio García Rosas
Dr. Marcos Tulio Dugarte Padrón
Dra. Carmen Zuleta de Merchán
Dr. Arcadio Delgado Rosales
Dr. Luis Alfredo Sucre Cuba Dra. Yris Armenia Peña Espinoza
Segundo Vicepresidente del Tribunal Presidente de la Sala
y Presidente de la Sala Dra. Isbelia Josefina Pérez Velásquez
Dr. Luis Martínez Hernández Vicepresidenta de la Sala
Vicepresidente de la Sala Dr. Antonio Ramírez Jiménez
Dr. Rafael Arístides Rengifo Camacaro Dr. Carlos Oberto Vélez
Dr. Juan José Núñez Calderón Dr. Luis Antonio Ortiz Hernández
Dr. Fernando Ramón Vegas Torrealba
Resumen
DOCTRINA
DECISIONES JUDICIALES
Presentación
1
El último caso planteado por los medios en torno a este tema, conocido con el nombre de uno
de los demandantes (Telma Ortiz) fue resuelto, sin serlo, en días próximo pasados (decisión
00093/2008 de quince de mayo). Los actores, la persona identificada y su pareja, solicitaron,
según reza el fallo del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Nº 3 de Toledo, Reino de
España, se “prohíba cautelarmente a los codemandados (todos los paparazzi, en particular, y
todos los medios en general) captar, publicar, distribuir, difundir, emitir o reproducir (...)
imágenes o instantáneas de los actores (...), excepción hecha de aquellas imágenes o instantá-
neas tomadas en ceremonias oficiales o actos de carácter protocolario”. El caso concreto fue
resuelto –aunque la sentencia puede ser apelada– porque se denegó el requerimiento de los
actores; no lo fue, sin embargo, porque la decisión se fundamentó en errores procesales, sin
decidir el fondo del asunto. En efecto, la pretensión de la parte actora contuvo tres errores: a)
de estrategia procesal (haber solicitado la adopción de medidas cautelares sin previa interpo-
sición de demanda); b) de fondo, por fundamentar la prohibición requerida en el derecho a la
propia imagen: se ha debido incluir, a juicio de la jueza, el derecho a la intimidad, pero, en este
supuesto uno de los demandantes hubiera carecido de legitimación activa por no aparecer en
las fotos y, los medios que no las reprodujeron carecerían de legitimación pasiva; y c) por
incoherencia, por fundamentar su pedimento en “su condición de ciudadanos particulares sin
proyección pública, pero al mismo tiempo reconocen su participación en actos oficiales por
lo que sí tienen esa dimensión pública, por lo cual consienten que se les trate como personajes
con proyección pública”. Este argumento, indica el fallo, sería suficiente para denegar las
medidas cautelares, sin necesidad de “hacer referencia al parentesco directo de la demandante
con Su Alteza Real la Princesa de Asturias”.
PRESENTACIÓN 9
2
En el ordenamiento jurídico venezolano no es aplicable la opinión emitida por la Corte
Suprema de Justicia del Estado de California el quince de mayo próximo pasado. En efecto,
la legislación estadal de esa entidad de los Estados Unidos de América regula tanto la unión de
parejas heterosexuales (matrimonio) como las del mismo sexo (uniones domésticas), atribu-
yéndole a ambas especies iguales derechos y deberes. El problema consistió en determinar si
la diferencia en los nombres oficialmente dados a cada tipo de relación, viola –o no– la
Constitución de California. En otras palabras, en precisar la adaptación entre la normativa
legal vigente y el texto constitucional, en especial con relación al derecho a contraer matrimo-
nio y el principio de igualdad. Examinado el punto desde este ángulo, la Corte concluyó –en
decisión de 4 votos contra 3– que, en el estado actual de la legislación vigente, es inconstitu-
cional utilizar el vocablo matrimonio para referirse a la unión de parejas heterosexuales. En
consecuencia, declaró la inconstitucionalidad de los artículos correspondientes en cuanto
reservan la voz matrimonio en relación con las parejas heterosexuales exclusivamente. A
modo de solución, establece extender el contenido del término para incluir tanto este tipo de
parejas como las del mismo sexo, por lo no puede entenderse el matrimonio como la unión
“entre un hombre y una mujer” sino el vínculo establecido “entre dos personas”. Esto
significa que, a partir del diecisiete de junio próximo venidero, se celebrarán matrimonios
entre personas del mismo sexo, salvo sea postergada esta fecha, para la cual se ha aducido que
debe esperarse a la sumisión de la ley al voto popular en los próximos comicios de noviembre.
A título de curiosidad, se puede señalar que uno de los votos contrarios expresa una “opinión
concurrente, pero disidente”, con este fundamento: “Desde mi punto de vista, los californianos
deben permitir a sus vecinos homosexuales llamar matrimonio a sus uniones. Pero yo, y esta
Corte, debemos reconocer que la mayoría de los californianos sostuvo un criterio diferente y
explícitamente lo expresó mediante el voto (la definición del matrimonio como la unión entre
un hombre y una mujer fue aprobada por la mayoría de los votantes en las elecciones
celebradas en noviembre de 2000). Esta Corte puede decidir en contra de lo acordado por el
voto popular sólo si la Constitución la obliga. En este caso, la Constitución no lo hace. Por
consiguiente, debo disentir”. La opinión de la Corte Suprema del Estado de California es de
gran influencia en el mundo jurídico norteamericano: recuérdese que declaró inconstitucional
la prohibición de matrimonios interraciales con casi veinte años de anticipación a la decisión
de la Corte Suprema de los Estados Unidos.
12 FERNANDO PARRA ARANGUREN
3
Nº 1.682.
14 FERNANDO PARRA ARANGUREN
4
Se refiere a la Sentencia de la Sala Constitucional Nº 1.682 de quince de julio de 2005.
PRESENTACIÓN 15
SUMARIO:
Introducción
1 . La noción de colisión constitucional.
2 . Naturaleza de las limitaciones de derechos basadas en coli-
siones constitucionales.
*
Universidad Católica Andrés Bello, Abogado Summa Cum Laude, Facultad de Dere-
cho, Decano y Profesor de Derecho Constitucional. Universidad Central de Venezuela,
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Centro de Estudios para Graduados, Especia-
lista en Derecho Administrativo, Profesor de Derechos Humanos. Universidad
Complutense (Madrid, Reino de España), Doctor en Derecho. Instituto Max Planck de
Derecho Público Comparado y Derecho Internacional (Alemania), Investigador invi-
tado. Escuela Superior Alemana de Administración Pública y Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales (Reino de España), Docente invitado. Asociación Venezo-
lana de Derecho Constitucional, Vicepresidente. Asociación Andina de Juristas, Miem-
bro. Autor de varias obras, entre ellas, Dictadura constitucional y libertades públicas
(Caracas, EJV, 1993); Derecho a la libertad personal y diligencias policiales de iden-
tificación (Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1998); y Constitución y Jus-
ticia Constitucional (Caracas, UCAB, 2004). Igualmente, de numerosos artículos difundidos
en publicaciones especializadas y arbitradas.
20 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
INTRODUCCIÓN
Un tema de creciente importancia en el Derecho Constitucional es el de
las colisiones constitucionales y los criterios que pueden ser empleados
para su resolución. Ello obedece a razones diversas, entre las cuales
cabe mencionar el fortalecimiento de la fuerza normativa de la Consti-
tución; el reconocimiento de las diversas dimensiones de los derechos
fundamentales o derechos constitucionales, sobre todo de los deberes
de protección del Estado respecto de estos derechos, y la confluencia
de aportes provenientes de las teorías de las normas y de la argumenta-
ción jurídica, que han centrado su atención en los conflictos entre bie-
nes constitucionales.
Ciertamente, el despliegue de la operatividad jurídica de la Constitución
y, particularmente, de los derechos que ésta garantiza, ha obligado a
depurar los mecanismos usados para examinar la licitud de las interven-
ciones públicas en tales derechos, lo cual ha situado en un primer plano
la pregunta acerca de la entidad de los bienes o intereses en que éstas
pueden fundamentarse. Al margen de la respuesta que merezca esta
cuestión, al abordarla es ineludible toparse con las colisiones constitu-
cionales como fuente última de muchas de las normas o actuaciones
que se traducen en restricciones o injerencias en derechos fundamenta-
les. La identificación de la raíz constitucional de actos limitativos de
tales derechos que aseguran la vigencia de otro derecho del mismo va-
lor, que se proyecta en su faceta objetiva1, ha acentuado la relevancia
1
Vid. Dreier, H., Grundgesetz, Mohr Siebeck, Tübingen, 2004, pp. 66 y ss.; Diez-Picazo, L.,
Sistema de derechos fundamentales, Civitas, Madrid, 2005, pp. 61 y ss.; Bastida, F. y otros,
Teoría general de los derechos fundamentales en la Constitución Española de 1978, Tecnos,
Madrid, 2004, pp. 50 y ss.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 21
2
Respecto de la estructura de las normas sobre derechos fundamentales vid., por todos,
Alexy, R., Teoría de los derechos fundamentales, Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 1993.
3
Vid., entre otros, Sagües, N., Elementos de Derecho Constitucional, Astrea, Buenos Aires,
1999, Tomo 2, pp. 311 y ss; Carbonell, M., Los derechos fundamentales en México, Porrúa/
Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2005, pp. 122 y ss.
4
Vid. Stern, K., Das Staatsrecht der Bundesrepublik Deutschland, Beck, München, 1994,
Tomo III/2, pp. 603 y ss.; Berkemann, J., Zur logischen Struktur von Grundrechtsnormen,
Rechtstheorie, 20, 1989, pp. 467 y ss.
22 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
5
Guastini, R., Distinguendo; studi di teoria e metateoria del diritto, Giappichelli, Torino,
1996, pp. 144-145.
6
Prieto, L., Neoconstitucionalismo y ponderación judicial, en Carbonell, M. (Ed.),
Neoconstitucionalismo (s), Trotta, Madrid, 2003, p. 141.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 23
7
Vid. la sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán del 3 de marzo de 2004, sobre
la reforma constitucional dirigida a ampliar los poderes para practicar medidas que afecten la
inviolabilidad del domicilio; BVerfGE 109, 279.
8
Stern, Op. Cit., p. 650.
24 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
9
Bumke, C., Der Grundrechtsvorbehalt, Nomos, Baden-Baden, 1998, pp. 157 y ss.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 25
10
Stern, Op. Cit., pp. 607 y ss.; Fohmann, L. Konkurrenzen und Kollisionen im
Grundrechtsbereich, EuGRZ 1985, p. 60.
11
Con una orientación amplia vid. Sachs, M., Verfassungsrecht II (Grundrechte), Springer,
Berlín, 2003, pp. 129 y ss.
26 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
12
Vid. Müller, F., Die Positivität der Grundrechte, Duncker & Humblot, Berlín, 1969, pp. 40
y ss.; Otto de, I., La regulación del ejercicio de los derechos y libertades. La garantía de su
contenido esencial en el artículo 53.1 de la Constitución, en Martín-Retortillo, L./Otto de, I.,
Derechos fundamentales y Constitución, Civitas, Madrid, 1988, pp. 137 y ss.
13
Vid. Borowski, M., Grundrechte als Prinzipien, Nomos, Baden-Baden, 1998, pp. 47 y ss.,
103 y 189; desde la óptica de la amplitud del supuesto de hecho iusfundamental vid. Alexy,
Op. Cit., pp. 311 y ss.
14
Vid. la discrepancia entre Alexy y Böckenförde: Alexy, Epílogo a la Teoría de los derechos
fundamentales, REDC, 66, 2002, pp. 14 y ss.; Böckenförde, E. W., Escritos sobre Derechos
Fundamentales, Nomos, Baden-Baden, 1993, pp. 104 y ss.; Staat, Verfassung, Demokratie,
Suhrkamp, Frankfurt, 1991, pp. 159 y ss.
15
Vid. Sachs, Op. Cit., pp. 124 a 131; Medina Guerrero, M., La vinculación negativa del
legislador a los derechos fundamentales, McGraw-Hill, Madrid, 1996, pp. 23 y ss.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 27
16
La jurisprudencia constitucional ha colocado, junto a la clásica prohibición de exceso, una
prohibición de defecto (Untermaßverbot) o de protección deficiente, cuyos perfiles dogmá-
ticos no están aún claramente definidos; Sachs, Op. Cit., pp. 39 a 42.
28 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
17
BVerfGE, 108, 282.
18
El adjetivo estadal lo empleamos para referirnos a los Estados federados
(Bundesländer o Länder).
19
Este criterio no fue unánime entre los miembros de la Segunda Sala del Tribunal Constitu-
cional Federal, a la que correspondió decidir el caso, pues en la opinión separada formulada
por tres de ellos se consideró suficiente el marco normativo existente para mantener la
prohibición.
20
Vid. los comentarios de Baer, Susanne/Wrase, Michael, Staatliche Neutralität und Toleranz:
Das Kopftuch-Urteil des BVerfG, JuS, 2003, pp. 1162 y ss.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 29
21
La alusión a límites inmanentes de los derechos fundamentales es característica de las
teorías internas sobre los límites de estos derechos, pero en la jurisprudencia constitucional
alemana tal expresión también se ha empleado para referirse a límites aplicables a derechos
consagrados en la Ley Fundamental sin una reserva (o remisión) para una restricción a favor
del legislador, como sucede con la libertad religiosa. La inmanencia del límite no implica, sin
embargo, que opere con independencia de la ley.
22
Vid., entre otras, BVerfGE 85, 386 (400 y ss.).
30 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
23
En la misma dirección vid. Brage, J., Los límites a los derechos fundamentales, Dykinson,
Madrid, 2004, p. 88; quien alude a una función constitutiva limitada.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 31
24
BVerfGE 96, 56.
25
La sentencia civil ordinaria que después confirmó la obligación de la madre de proporcionar
la información arriba indicada no pudo ser ejecutada, pues ella se negaba a suministrarla y no
fue considerado lícito acudir al procedimiento de ejecución forzosa por medio de multa u otras
medidas coercitivas; decisión del tribunal estatal de Münster del 29 de julio de 1999; NJW
1999, p. 3787.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 33
26
Cfr., entre otros pronunciamientos, BVerfGE 96, 56 (64); 84, 212 (226-227).
27
Sachs, Grundgesetz, Beck, München, 2003, pp. 44-45, 73-74.
28
Hesse, Hesse, K., Grundzüge des Verfassungsrechts der Bundesrepublik Deutschland,
Müller, Heidelberg, 1993, p. 151.
34 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
29
Böckenförde, Escritos..., pp. 104 y ss.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 35
30
Vid., en este sentido, la posición de Prieto, L,. Op. Cit., p. 147.
36 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
31
Vid., en este sentido, el pronunciamiento del Tribunal Constitucional Federal que declaró
inconstitucional la sanción impuesta a un ciudadano que había desatendido una orden policial
de identificación, pues según la decisión del Tribunal tal sanción había sido aplicada y confir-
mada sin que se hubiera examinado la licitud del requerimiento de identificación, lo cual
representaba una violación del derecho a la autodeterminación informativa; decisión del 7 de
marzo de 1995, EuGRZ 1995, p. 259.
32
Vid., entre otras muchas, BVerfGE 12, 113; 93, 266.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 37
33
Vid., recientemente, entre las posturas escépticas, Lenz, S., Vorbehaltlose Freiheitsrechte,
Mohr Siebeck, Tübingen, 2006, pp. 205 y ss.; entre las posiciones defensoras de la raciona-
lidad de la ponderación, Bernal, C., El principio de proporcionalidad y los derechos funda-
mentales, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2005, pp. 159 y ss.
34
Stern, Op. Cit., p. 650.
38 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
35
Alexy, Teoría..., pp. 87 y ss.
36
Guastini, Op. Cit., p. 145.
37
Alexy, Epílogo..., p. 38.
38
BVerfGE 39, 1; 88, 203.
39
Op. Cit., pp. 27 y 134.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 39
40
BVerfGE 35, 202.
40 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
41
En relación con el principio de proporcionalidad vid. Bernal, C., Op. Cit.; Clérico, L., Die
Struktur der Verhältnismäßigkeit, Nomos, Baden-Baden, 2000.
42
Así, para Alexy el carácter de principios de los derechos fundamentales y los manda-
tos de optimización que en consecuencia comportan son una consecuencia, precisa-
mente, de la significación normativa del principio de proporcionalidad; Teoría..., pp.
111 y ss. La opinión de Hesse en relación con la concordancia práctica apunta en igual
dirección; Op. Cit., pp. 27 y 134.
43
Jakobs, M., Der Grundsatz der Verhältnismäßigkeit, Heymanns, München, 1985,
pp. 83 y ss.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 41
44
Cfr., entre otras, BVerfGE 81, 278 (292 y ss.).
42 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
45
Vid. Sachs, Grundgesetz..., pp. 74-75.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 43
46
Sobre el campo de acción estructural y cognitivo del legislador vid. Alexy, “Epílo-
go...”, pp. 23 y ss.
47
Vid. Alexy, Teoría..., p. 100.
44 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
48
Ibídem.
LAS COLISIONES CONSTITUCIONALES Y SU RESOLUCIÓN 45
49
Respecto de los principales pronunciamientos de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos vid. Casal, Jesús M., Los derechos humanos y su protección, Caracas, UCAB,
2006, pp. 78 y ss.; en cuanto al sistema europeo vid. Jacobs, Francis/White, Robin, The
European Convention on Human Rights, Oxford, Clarendon, 1996, pp. 306 y ss.
46 JESÚS MARÍA CASAL HERNÁNDEZ
50
BVerfGE 65, 1 (43).
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 47
SUMARIO:
I. Introducción
II. La ejecución de los fallos de condena contra la República.
Consideraciones generales.
III. La jurisprudencia anterior al Decreto-Ley de Reforma de
la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la Repúbli-
ca del 2001.
*
Universidad Católica Andrés Bello, Facultad de Derecho, Profesor de Derecho
Administrativo.
48 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
I. INTRODUCCIÓN
1. La ley venezolana le reconoce una serie de privilegios y prerrogati-
vas a la República cuando ésta es llevada a juicio1. Esos privilegios y
prerrogativas, exorbitantes del Derecho común, constituyen excepcio-
nes –de orden público2– al principio general conforme al cual las partes
de un proceso judicial se hallan en un plano de igualdad.
2. Algunas de esas ventajas o beneficios procesales guardan relación con la
sustanciación de la controversia, esto es, con la fase cognoscitiva del juicio
o proceso. Así, cuando la República obra en juicio como parte demandada
no puede producirse la confesión ficta prevista por los artículos 347 y 362
del Código de Procedimiento Civil, porque si los representantes de la Na-
ción no asisten al acto de la contestación de la demanda, ésta siempre ha de
entenderse como contradicha en todas y cada una de sus partes3. Contra
1
En propósito, consúltense Lepervanche Parpacén, René, Privilegios del Fisco en el Dere-
cho venezolano, Revista de Hacienda, Tomo X, N° 19, Caracas, 1945, y Neher Álvarez, Jorge
Andrés, Privilegios y prerrogativas de la Administración en el contencioso-administrativo,
en Liber Amicorum, Homenaje a la obra científica y docente del Profesor José Muci-Abraham,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1994, pp. 419 y ss.
2
El Decreto-Ley de Reforma de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República
(Gaceta Oficial de la República N° 5.554 Extraordinario, del 13 de noviembre de 2001)
establece en sus artículos 13 y 8 que “los privilegios y prerrogativas procesales de la Repú-
blica son irrenunciables y deben ser aplicados por las autoridades judiciales en todos los
procedimientos ordinarios y especiales en que sea parte la República”, y que “las normas de
este Decreto Ley son de orden público y se aplican con preferencia a otras leyes”.
3
Copiado a la letra el artículo 66 del Decreto-Ley de Reforma de la Ley Orgánica de la
Procuraduría General de la República establece que cuando el Procurador General de la
República o los abogados que ejerzan la representación de la República “...no asistan a los
actos de contestación de demandas intentadas contra ésta, o de las cuestiones previas que les
hayan sido opuestas, las mismas se tienen como contradichas en todas sus partes, sin perjui-
cio de la responsabilidad personal del funcionario por los daños causados a los derechos,
bienes e intereses patrimoniales de la República”.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 49
Por su parte, los artículos 347 y 362 del Código de Procedimiento Civil disponen, respecti-
vamente, que “si faltare el demandado al emplazamiento, se le tendrá por confeso como se
indica en el Artículo 362, y no se le admitirá después la promoción de las cuestiones previas
ni la contestación de la demanda, con excepción de la falta de jurisdicción, la incompetencia
y la litispendencia...”; y, que “si el demandado no diere contestación a la demanda dentro de
los plazos indicados en este Código, se le tendrá por confeso en cuanto no sea contraria a
derecho la petición del demandante, si nada probare que le favorezca. En este caso, vencido
el lapso de promoción de pruebas sin que el demandado hubiese promovido alguna, el
Tribunal procederá a sentenciar la causa, sin más dilación...”.
4
El artículo 73 del Decreto-Ley de Reforma de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de
la República establece que “los bienes, rentas, derechos o acciones que formen parte del
patrimonio de la República no están sujetos a embargos, secuestros, hipotecas, ejecuciones
interdictales y, en general, a ninguna medida preventiva o ejecutiva”. Esa norma tuvo como
antecedente el artículo 46 de la Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional, que disponía
textualmente lo siguiente: “Los bienes, rentas, derechos o acciones pertenecientes a la Repú-
blica, no están sujetos a embargos, secuestros, hipotecas, ejecuciones interdictales, ni en
general a ninguna medida de ejecución preventiva o definitiva. Los jueces que conozcan de
ejecuciones de sentencias contra la República, suspenderán en tal estado los juicios, y noti-
ficarán al Ejecutivo Nacional, por órgano del Procurador General de la República, para que
fije, por quien corresponda, los términos en que haya de cumplirse lo sentenciado. Cuando se
decrete alguno de los actos arriba indicados sobre bienes de otras entidades públicas o de
particulares, que estén afectados al uso público, a un servicio público o a una actividad de
utilidad pública nacional, antes de su ejecución el Juez notificará al Ejecutivo Nacional, por
órgano del Procurador General de la República, a fin de que se tomen las medidas necesarias
para que no se interrumpa la actividad a que esté afectado el bien. Vencidos sesenta (60) días
a contar de la fecha de la notificación, sin que el Ejecutivo Nacional se haya pronunciado
sobre el acto, el Juez podrá proceder a su ejecución”.
5
A tenor del artículo 84 del Decreto-Ley de Reforma de la Ley Orgánica de la Procuraduría
General de la República, “en los juicios en que la República sea parte, los funcionarios
judiciales, sin excepción, están obligados a notificar al Procurador o Procuradora General de
la República de toda sentencia interlocutoria o definitiva. Transcurrido el lapso de ocho (8)
días hábiles, contados a partir de la consignación en el expediente de la respectiva constancia,
se tiene por notificado el Procurador o Procuradora General de la República y se inician los
lapsos para la interposición de los recursos a que haya lugar. La falta de notificación es causal
de reposición y ésta puede ser declarada de oficio por el Tribunal o a instancia del Procurador
o Procuradora General de la República”.
6
El artículo 70 del Decreto-Ley de Reforma de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de
la República establece que “toda sentencia definitiva contraria a la pretensión, excepción o
defensa de la República, debe ser consultada al Tribunal Superior competente”.
50 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
7
Supra, nota a pie de página número 4.
8
Según el artículo 85 del Decreto-Ley de Reforma de la Ley Orgánica de la Procuraduría
General de la República, “cuando la República sea condenada en juicio, el Tribunal encargado
de ejecutar la sentencia notificará al Procurador o Procuradora General de la República quien,
dentro del lapso de sesenta (60) días siguientes, debe informarle sobre su forma y oportuni-
dad de ejecución. Dentro de los diez (10) días siguientes de su notificación, la Procuraduría
General de la República participará al órgano respectivo de lo ordenado en la sentencia. Este
último deberá informar a la Procuraduría General de la República sobre la forma y oportuni-
dad de ejecución de lo ordenado en la sentencia, dentro de los treinta (30) días siguientes de
recibido el oficio respectivo”. Por su parte, el artículo 86 eiusdem dispone: “La parte intere-
sada, previa notificación, puede aprobar o rechazar la proposición del organismo público que
corresponda y, en el último caso, el Tribunal debe fijar otro plazo para presentar nueva
propuesta; si la misma no es aprobada por la parte interesada, o si el organismo respectivo no
hubiere presentado alguna, el Tribunal debe determinar la forma y oportunidad de dar cumpli-
miento a lo ordenado por la sentencia, según los procedimientos siguientes: 1. Si se trata de
cantidades de dinero, el Tribunal, a petición de la parte interesada, debe ordenar que se
incluya el monto a pagar en la partida respectiva de los próximos dos ejercicios presupuesta-
rios, a cuyo efecto debe enviar al Procurador o Procuradora General de la República copia
certificada de la decisión, la cual debe ser remitida al organismo correspondiente. El monto
que se ordene pagar debe ser cargado a una partida presupuestaria no imputable a programas.
2. Si se trata de entrega de bienes, el Tribunal debe poner en posesión de los mismos a quien
corresponda. Si tales bienes estuvieren afectados al uso público, a actividades de utilidad
pública o a un servicio público prestado en forma directa por la República, el Tribunal debe
acordar la fijación del precio mediante avalúo realizado por tres peritos, nombrados uno por
cada parte y el tercero de común acuerdo. En caso de desacuerdo, el tercer perito es nombrado
por el Tribunal”.
9
De acuerdo al artículo 74 del Decreto-Ley de Reforma de la Ley Orgánica de la Procuraduría
General de la República, “la República no puede ser condenada en costas, aun cuando sean
declaradas sin lugar las sentencias apeladas, se nieguen los recursos interpuestos, se dejen
perecer o se desista de ellos”.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 51
10
Sobre el tema de la ejecución de sentencias en Venezuela, puede consultarse Ayala Corao,
Carlos, La ejecución de sentencias contencioso-administrativas, y Muci Borjas, José Anto-
nio, La ejecución, según el Derecho venezolano, de los fallos dictados por los jueces conten-
cioso-administrativos, publicados, ambos, en I Jornadas Internacionales de Derecho
Administrativo Allan Randolph Brewer-Carías, coedición de la Fundación de Estudios de
Derecho Administrativo y la Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1995, pp. 511 y ss. y
551 y ss., respectivamente.
11
Sobre el Derecho Administrativo Global, véase Battini, Stefano, Amministrazioni senza
Stato. Profili di Diritto Amministrativo Internazionale, Dott. A. Giuffrè Editore, Milano,
2003, Kingsbury, Benedict, Krisch, Niko y Stewart, Richard B., The emergence of Global
Administrative Law, en Law and Contemporary Problems Vol. 68, Summer & Autumn 2005,
Nos. 3 & 4, Duke University School of Law, pp. 15 y ss., Cassese, Sabino, Oltre lo Stato,
Editori Laterza, prima edizione, Roma, 2006, Cassese, Sabino, La Globalización Jurídica,
Instituto de Administración Pública-Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, S.A.,
Madrid, 2006, y Muci Borjas, José Antonio, El Derecho Administrativo Global y los Trata-
dos Bilaterales de Inversión (Bits), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2007.
52 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
12
En Rubio Llorente, Francisco, Derechos Fundamentales y Principios Constitucionales,
Doctrina Jurisprudencial, Editorial Ariel S.A., Barcelona, 1995, p. 292. Consúltese también
a González Pérez, Jesús, El derecho a tutela jurisdiccional, segunda edición, Editorial Civitas
S.A., Madrid, 1.989, p. 227.
13
Gui Mori, Tomás; Jurisprudencia Constitucional 1981-1991, Estudio y Reseña Completa
de las Sentencias del Tribunal Constitucional, Editorial Civitas S.A., Madrid, 1992, p. 186.
14
Sala Político-Administrativa, Sentencia N° 6.810, del 22 de noviembre de 1990, caso
Parque Nacional “Mochima”, en Revista de Derecho Público, número 44, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 1990, p. 170 y ss.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 53
15
Beltrán De Felipe, Miguel, El Poder de Sustitución en la Ejecución de las Sentencias
Condenatorias de la Administración, Editorial Civitas S.A., Madrid, 1995, p. 23.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 55
16
García De Enterría, Eduardo, Los ciudadanos y la Administración: Nuevas tendencias en el
Derecho español, en Revista Española de Derecho Administrativo, número 59, Civitas S.A.,
Madrid, 1988, p. 332.
56 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
17
El Tribunal Supremo de Justicia ha sostenido que los privilegios y prerrogativas procesales
crean una “desigualdad legítima”, pero que esa desigualdad, permitida por la Constitución, no
puede hacer nugatorio –no puede, esto es, frustrar o burlar– el derecho del demandante (Sala
Constitucional, Sentencia 1.104, del 23 de mayo de 2006, en Revista de Derecho Público N°
106, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2006, pp. 141 y ss.).
18
García De Enterría, Eduardo, Prólogo, en Beltrán De Felipe, Miguel, Op. Cit., p. 17.
19
Moscati, Enrico, Obbligazioni naturali, en Enciclopedia del Diritto, Tomo XXIX, Dott. A.
Giuffrè, Milano, 1979, p. 354.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 57
20
Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, Sentencia del 7 de Octubre de 1993,
asunto Carlos Roberto Russo Gasparini, publicada en Jurisprudencia de los Tribunales de
Última Instancia, número 10, Repertorio Mensual de Jurisprudencia, Oscar Pierre Tapia,
Caracas, 1993, p. 198.
58 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
21
Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo, Sentencia del 27 de noviembre de 1986,
publicada en Jurisprudencia de la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo, Reperto-
rio Mensual de Jurisprudencia, N° 29, Oscar Pierre Tapia, Caracas, 1986, pp. 90 y 91.
22
Sala Político-Administrativa, Sentencia del 11 de julio de 1983, asunto Horacio Morales
Longart, publicada en Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, Repertorio Mensual
de la Jurisprudencia, N° 7, Oscar Pierre Tapia, Caracas, 1983; pp. 27 y 28.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 59
23
Sala Político-Administrativa, Auto del 9 de mayo de 1991, asunto Servicios Técnicos
Sanitarios Municipales, C.A., publicado en Jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia, Repertorio Mensual de Jurisprudencia, N° 5, Oscar Pierre Tapia, Caracas,
1991, pp. 150 y 151.
60 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
24
Entre otros, Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo, Sentencia del 7 de octubre de
1993, asunto Carlos Roberto Russo Gasparini, publicado en Jurisprudencia de los Tribunales
de Última Instancia, Repertorio Mensual de Jurisprudencia, N° 10, Oscar Pierre Tapia,
Caracas, 1993, p. 198.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 61
25
Sala Político-Administrativa, Sentencia del 21 de noviembre de 1996, asunto Instituto
Nacional de Hipódromos (INH). El criterio sentado en el aludido fallo fue ratificado pocos
días después por la propia Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia
mediante sentencia del 28 de noviembre de 1996, asunto Plásticos El Guárico, C.A. vs
Corpoindustria. Las dos decisiones judiciales citadas pueden ser consultadas en Ortiz Álvarez,
Luis, Jurisprudencia de Responsabilidad Extracontractual del Estado (1961-1997), coedición
de la Editorial Jurídica Venezolana (Funeda) y la Fundación de Estudios de Derecho Adminis-
trativo, Caracas, 1997, pp. 1.011 a 1.014, ambas inclusive.
62 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
26
Supra, nota a pie de página número 8. El Tribunal Supremo de Justicia ha precisado cada
una de esas cuotas debe representar “...la mitad de la suma total” (Sala Político-Administra-
tiva, Sentencia número 172, de fecha 14 de febrero de 2008, asunto Banco del Caribe, C.A.,
Banco Universal vs Centro Simón Bolívar).
27
Supra, nota a pie de página número 23.
28
Gaceta Oficial N° 38.421, del 21 de abril de 2006.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 63
29
Supra, nota a pie de página N° 8.
30
En propósito, Sala Político-Administrativa, Sentencia número 6033, de fecha 27 de octubre
de 2005, caso Asfaltos El Morro, C.A. vs Municipio Los Guayos del Estado Carabobo.
31
Sala Político-Administrativa, Sentencia número 1671, de fecha 18 de julio de 2000, asunto
Félix Enrique Páez vs Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (CANTV).
32
Parejo Alfonso, Luciano, La ejecución de las sentencias del orden jurisdiccional contencio-
so-administrativo en el Derecho español, en I Jornadas Internacionales de Derecho Adminis-
trativo Allan Randolph Brewer-Carías, coedición de la Fundación de Estudios de Derecho
Administrativo (Funeda) y la Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1995, p. 499, y Cance-
lado Ruiz, Ingrid, La tutela judicial efectiva y la ejecución de sentencias condenatorias de la
Administración Pública a la luz de la Constitución de 1999, Revista de Derecho Constitucio-
nal, N° 4, Editorial Sherwood, Caracas, 2001, pp. 88 y 95.
64 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
33
Sala Político-Administrativa, Sentencia número 144, del 11 de julio de 1983, asunto Horacio
Morales Longart, publicada en Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, Repertorio
Mensual de la Jurisprudencia, N° 7, Oscar Pierre Tapia, Caracas, 1983, pp. 27 y 28.
34
Ibíd. Para “justificar” el diferimiento del pago de la condena el Tribunal Supremo de Justicia
se ha conformado con sostener, sin mayor análisis previo, que habida consideración que el
monto que la parte perdidosa debe pagar “...es una suma considerable de dinero...”, el “inme-
diato cumplimiento afectaría el normal funcionamiento...” del ente estatal vencido en juicio
(Sala Político-Administrativa, Sentencia número 172, de fecha 14 de febrero de 2008, asunto
Banco del Caribe, C.A., Banco Universal vs Centro Simón Bolívar).
35
Fromont, Michel, La justice administrative en Europe. Convergences, en Chapus, René,
Mélanges. Droit administratif, Montchrestien, París, 1992, pp. 204 y ss.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 65
36
Supra, nota a pie de página número 4.
66 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
37
Sobre el control difuso de la constitucionalidad, véase Brewer-Carías, Allan Randolph, El
control de constitucionalidad de los actos estatales, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
1977, Haro, José Vicente, El sentido y alcance del control difuso de la constitucionalidad, en
Revista de Derecho Constitucional, N° 4, enero-julio de 2001, Editorial Sherwood, Caracas,
2001, y Muci Borjas, José Antonio, El abuso de la forma societaria. El levantamiento del
velo corporativo, Editorial Sherwood, Caracas, 2005, pp. 55 y ss.
38
Gaceta Oficial N° 37.305, del 17 de Octubre de 2001. Véase Muci Borjas, José Antonio,
El ejercicio de la función administrativa por la Administración Pública venezolana, en El
Derecho Público a los 100 números de la Revista de Derecho Público (1980-2005), Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas, 2006, pp. 785 y ss.
39
Muci Borjas, José Antonio, El Derecho Administrativo Global y los Tratados Bilaterales
de Inversión (Bits), Op. Cit., pp. 152 y ss.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 67
40
Sala Político-Administrativa, Sentencia N° 2.697, del 29 de noviembre de 2006, asunto
David Antonio Castillo vs República.
41
Sala Político-Administrativa, Sentencia N° 1.001, de fecha 13 de junio de 2007, asunto
Consorcio Técnico de Ingeniería, Coteinca, C.A. vs Centro Simón Bolívar.
68 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
42
Sala Constitucional, Sentencia N° 1.869, de fecha 15 de octubre de 2007, asunto Municipio
Bolívar del Estado Anzoátegui vs República, ratificada pocos días después por la propia Sala
Constitucional mediante Sentencia N° 2000 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia, de fecha 26 de octubre de 2007, asunto Municipio Tucupita del Estado Delta
Amacuro vs República.
43
Con índices de inflación del 22,50% (2007), 17,00% (2006), 14,40% (2005), 19,20%
(2004), 27,10% (2003) y 31,20% (2002), durante esos años la tasa pasiva anual de los seis
primeros bancos ha sido de 10,89% (2007), 10,20% (2006), 11,74% (2005), 12,93% (2004),
17,58% (2003) y 28,29% (2002).
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 69
44
Sala Constitucional, Sentencia número 2.935, de fecha 28 de noviembre de 2002, asunto
Instituto Autónomo de Salud del Estado Apure.
45
Tribunal Retasador del Juzgado de Sustanciación de la Sala Político-Administrativa, Sen-
tencia número 883 del 28 de noviembre de 2006, asunto Aerovías Nacionales de Colombia,
S.A. (Avianca) vs Banco Central de Venezuela.
46
El Banco satisface los dos extremos exigidos en el asunto Consorcio Técnico de Ingeniería,
Conteinca, C.A. vs Centro Simón Bolívar, C.A. (supra, nota a pie de página número 41), para
dispensarle los privilegios y prerrogativas del Fisco a un ente público no territorial, porque,
primero, es una sociedad cuyo capital pertenece en su totalidad a la República; y, segundo,
por mandato de ley se encuentra obligado a someterse a la normativa presupuestaria.
70 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
47
Supra, nota a pie de página número 41.
48
Sala Constitucional, Sentencia número 1.869, de fecha 15 de octubre de 2007, asunto
Municipio Bolívar del Estado Anzoátegui vs República.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 71
49
Ibíd.
50
Sala Constitucional, Sentencia N° 3.290, de fecha 31 de octubre de 2005, asunto Munici-
pio Manuel Plácido Maneiro del Estado Nueva Esparta vs República. Vale la pena destacar
que para el momento en que esa Sentencia fue dictada (finales de 2005), no constaba aún el
expediente judicial que la partida incluida en el Presupuesto de 2003 para saldar la obligación
derivada de la sentencia 2002 hubiere sido efectivamente ejecutada.
51
Artículo 532, ordinal 2°, del Código de Procedimiento Civil.
72 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
52
Véase Muci Borjas, José Antonio, Los Poderes del Juez Administrativo. Tutela judicial
efectiva y control integral de la actividad administrativa, en Estudios de Derecho. Derecho
Público y Procesal. Homenaje a la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés
Bello en su 50° Aniversario, Tomo III, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2004,
pp. 235 y ss.
53
Orrego Vicuña, Francisco, International Dispute Settlement in an Evolving Global Society.
Constitutionalization, Accesibility, Privatization, Hans Lauterpacht Memorial Lectures (2001),
Cambridge University Press, Cambridge, UK, 2004, p. 53.
54
Ortino, Federico, From “non-discrimination” to “reasonableness”: a paradigm shift in
international economic law?, Jean Monnet Working Paper 01/05, 2004, en http://
www.jeanmonnetprogram.org, p. 33 y ss. Sobre el tema de la racionalidad puede consultarse
López González, José Ignacio, El principio general de proporcionalidad en Derecho Admi-
nistrativo, Ediciones del Instituto García Oviedo, Universidad de Sevilla, N° 52, Sevilla,
1988, Vipiana, Piera María, Introduzione allo studio del principio di ragionevolezza nel
Diritto Pubblico, Casa Editrice Dott. Antonio Milani (Cedam), Padova, 1993, Il principio di
ragionevolezza nella giuriprudenza della Corte Costituzionale. Riferimenti comparatistici.
Atti del Seminario svoltosi in Roma, Palazzo della Consulta, nei giorni 13 e 14 ottobre 1992,
Dott. A. Giuffrè, Milano, 1994, y, Alonso Mas, María José, La solución justa en las resolu-
ciones administrativas, Tirant lo Blanch, Valencia, 1998.
74 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
55
Vale la pena subrayar los paralelismos existentes entre el Derecho internacional y el Dere-
cho nacional: 1. Con base en el artículo 3E de la Constitución italiana y el principio de
proporcionalidad, el Tribunal Constitucional de ese país ha considerado contrarias a la Cons-
titución las normas no funcionales o inadecuadas (Lavilla, Landelino, Constitucionalidad y
legalidad. Jurisdicción Constitucional y Poder Legislativo, en División de Poderes e Interpre-
tación. Hacia una Teoría de la Praxis Constitucional, obra editada y prologada por López
Pina, Antonio, Editorial Tecnos S.A., Madrid, 1987, p. 78). 2. En Venezuela la Corte Primera
de lo Contencioso-Administrativo ha afirmado que en virtud del principio de racionalidad,
toda actuación de la Administración debe guardar relación, ser acorde con la concreta situación
de hecho (Sentencia del 6 de marzo de 1996, asunto Cauchos Valery, C.A. et al vs Instituto
para la Defensa y Protección del Consumidor y Usuario). También puede citarse la Sentencia
dictada por la Corte Suprema de Justicia venezolana en Pleno el 6 de noviembre de 1997
(asunto Ley de Vagos y Maleantes), pues en ésta se sostiene que la ausencia de razonabilidad
no es otra cosa que la indebida valoración de las circunstancias de hecho y de Derecho
aplicables y la consecuente adopción de medidas proporcionalmente inadecuadas al fin per-
seguido; y que puede afirmarse que un acto es irrazonable y, por consiguiente, arbitrario,
cuando su objeto es absurdo, contradictorio o desproporcionado (véase Muci Borjas, José
Antonio, El Principio de Proporcionalidad, el Derecho a la Libre Concurrencia y los Límites
Sustantivos del Poder Reglamentario. Consideraciones en torno al Reglamento para Explo-
tar el Sistema de Televisión por Suscripción que prohíbe a las estaciones de televisión por
aire transmitir publicidad durante la difusión, al público en general, de programas de carác-
ter informativo, en Revista de Derecho Administrativo, N° 5, Enero-Abril 1999, Editorial
Sherwood, Caracas, p. 300).
56
Sarmiento Ramírez Escudero, Daniel, El control de proporcionalidad de la actividad admi-
nistrativa, Tirant lo Blanch, Valencia, 2004, pp. 317 y 318.
57
Subrayemos una vez más los paralelismos existentes entre el Derecho internacional y el
Derecho nacional: 1. Comencemos por Agirrazkuenza, quien observa que en España “...la
formulación del principio de intervención mínima es muy simple, ya que a través del mismo
lo que se pretende subrayar es que entre múltiples y posibles medios o medidas, considerados
previsiblemente adecuados para conseguir el resultado deseado, hay que optar por los que
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 75
causen el menor daño o molesten lo menos posible a los destinatarios de las mismas en cuanto
a individuos particulares, así como a la colectividad”; y, que “este principio de la elección del
medio más suave o de la intervención más favorable a la pervivencia de los mayores márgenes
de libertad posible, entre medios o medidas igualmente congruentes, no es sino un trasunto
del principio favor libertatis que impregna todo el ordenamiento jurídico” (Agirrazkuenza,
Iñaki, La coacción administrativa directa, Editorial Civitas S.A., Madrid, 1990, pp. 382 y
383). 2. Haibronner afirma que en todos los países existen “...dos típicas aplicaciones del
principio (de proporcionalidad) concretadas, por una parte, en que debe tratarse de una
relación ‘ragionevole, adeguata o non sproporzionata’ entre el fin perseguido por la acción
estatal y los instrumentos empleados para conseguirlo y, por otra parte, entre los medios
adecuados debe elegirse el menos restrictivo” (Agirrazkuenza, Iñaki, Op. Cit., p. 378). 3.
Sobre el principio favor libertatis se pronunció la Sala Político-Administrativa del Tribunal
Supremo de Justicia en fallo del 16 de mayo de 2000 (Sentencia número 1108, asunto Carlos
Eduardo Oxford Arias), conforme al cual “los derechos fundamentales deben interpretarse de
la manera más amplia y favorable al administrado para que sus contenidos puedan ser efecti-
vos (favor libertatis)”. Por ello, agrega el Tribunal Supremo de Justicia venezolano, “resulta-
ría inconstitucional, utilizar principios interpretativos de las leyes, para crear impedimentos
o limitaciones a los derechos fundamentales...”, como son la libertad económica o la propie-
dad privada. También la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia, al sostener
que “es bien conocido que disposiciones que reconocen derechos constitucionales [por obra
del] favor libertatis, son de interpretación extensiva, como restrictivas aquellas, que se refie-
ren a la excepción de esta regla“ (citado por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia en la sentencia N° 303, de fecha 8 de marzo de 2004, que decidió el Recurso de
Revisión propuesto contra el fallo Nº 375, dictado por la Sala de Casación Penal del Tribunal
Supremo de Justicia, el 23 de octubre de 2003). En Venezuela la Sala Político-Administrativa
de la Corte Federal y de Casación ha recurrido al criterio de la “menor restricción posible”. En
efecto, en fallo N° 298, del 20 de noviembre de 1962, que declaró la nulidad del artículo 47 del
Decreto reglamentario de la Ley de Ejercicio de la Farmacia, la Corte sostuvo que las restric-
ciones y prohibiciones de los derechos consagrados por la Constitución venezolana y, en
concreto, del derecho constitucional de propiedad privada, “...derogatorias como son del
principio general de la garantía de la propiedad, no pudieron justificarse sino por la situación
confrontada por el legislador, al no poder atender de otro modo, que sacrificando el mero
interés individual, el reclamo y la satisfacción de otros intereses más preciosos y nobles y
urgentes de la sociedad...” (Brewer-Carías, Allan Randolph, Jurisprudencia de la Corte Su-
prema de Justicia 1930-74 y Estudios de Derecho Administrativo, Tomo VI, Instituto de
Derecho Público de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Venezuela, Caracas,
1977, pp. 275 y 276).
58
Sarmiento Ramírez Escudero, Daniel, Op. Cit., pp. 334. Cabe citar –mutatis mutandis–
el fallo dictado por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia venezolano el
11 de junio de 2000 (asunto Jesús Rendón Carrillo), según el cual al momento de restringir
derechos fundamentales, incluida la propiedad privada, “...el legislador... debe acudir al
principio de la proporcionalidad entre los medios empleados y los fines que se persigue,
debiendo ser las medidas impuestas necesarias para fomentar o realizar el objetivo enuncia-
do en ellas, esto es, que no sean posibles otras medidas que representen para el ciudadano
una carga menor –principio de intervención mínima del Estado– para garantizar los bienes
constitucionales en conflicto”.
76 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
59
Ortino, Federico, From “non-discrimination” to “reasonableness”: a paradigm shift in
international economic law?, Op. Cit., p. 33 y ss. A título de recapitulación sobre los
paralelismos existentes entre el Derecho internacional y el Derecho nacional, permítasenos
observar que el Tribunal Constitucional Federal alemán “...ha derivado diferentes principios
jurídicos generales que resultan de la tradición jurídica alemana y de la lógica misma de la
noción de Estado de Derecho. Entre estos principios se encuentra el Principio de Proporcio-
nalidad que, a través de diferentes manifestaciones, impone al Estado un ejercicio moderado
de su poder. Así, por ejemplo, la ‘adecuación entre los medios y el fin’, o la elección del
‘medio más idóneo’ o de la ‘menor restricción posible’ del bien o Derecho protegido por el
ordenamiento, o finalmente de la ‘justa medida’; a través de todas estas expresiones, el
principio de proporcionalidad representa una cierta concretización de la idea de justicia,
tanto en el ejercicio de los derechos como en la imposición de deberes y de cargas, de
equilibrio de intereses contrapuestos... en la línea de su menor perjuicio posible” (López
González, José Ignacio, Op. Cit., p. 41). En James vs United Kingdom se sostuvo: “Una
medida que priva a una persona de su propiedad no sólo debe perseguir, en los hechos y
también conceptualmente, una finalidad legítima ‘en interés del público’, debe también existir
una razonable relación de proporcionalidad entre los medios empleados y el fin que se
procura lograr” (“Not only must a measure depriving a person of his property pursue, on the
facts as well as in principle, a legitimate aim ‘in the public interest’, but there must also be a
reasonable relationship of proportionality between the means employed and the aim sought
to be realizad”) (James vs United Kingdom, E.C.H.R., Series A, Nº 98, 8 E.H.C.R. 123
(1986), citado por Curtis, Jr., Jerome J., Comparison of the Regulatory Takings under the
United States Constitution and the European Convention on Human Rights, en European
Law Review, Volume 14, Sweet & Maxwell, London, 1989, p. 78).
En este mismo orden de ideas, en el asunto Hauer el Tribunal de Justicia de la Comunidad
Europea se planteó la cuestión de “en qué medida los límites que imponen las normas que se
enjuician responden efectivamente a los fines de interés general que persigue la Comunidad o
si, por el contrario, desde la perspectiva de la finalidad que se pretende alcanzar, representan
una intervención desproporcionada e inaceptable sobre las facultades dominicales, que viola
el contenido esencial del derecho de propiedad”. (TJCE, Sentencia del 13 de diciembre de
1979 –Hauer, asunto 44/79– Rep. 1979, en Kröger, Detlef, La propiedad privada como
derecho fundamental en la Unión Europea, en Propiedad, Expropiación y Responsabilidad,
La garantía indemnizatoria en el Derecho Europeo y Comparado, obra coordinada por Barnés,
Javier, Editorial Tecnos, S.A., Madrid, 1995, p. 104).
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 77
60
Sobre los conceptos jurídicos indeterminados, véase García de Enterría, Eduardo, y
Fernández, Tomás Ramón, Curso de Derecho Administrativo, Tomo I, Editorial Civitas,
S.A., Madrid, 1991, pp. 455 y ss. Asimismo el Laudo que resolvió la controversia Enron
Corporation and Ponderosa Assets, L.P vs Argentine Republic: The Tribunal notes that...
fair and equitable treatment is a standard none too clear and precise (Icsid Case Nº ARB/01/
3, Award, May 22nd, 2007, § 256).
61
Gaceta Oficial Nº 36.383, del 28 de enero de 1998.
62
Ibíd.
78 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
63
Gaceta Oficial Nº 37.357, del 4 de enero de 2002.
64
En adición a los Tratados citados en el cuerpo de este ensayo, para el momento en que
culminamos de redactarlo Venezuela había suscrito más de dos docenas de instrumentos
internacionales relacionados con la promoción y protección recíproca de inversiones. En
orden cronológico, esos instrumentos son los siguientes: Acuerdo CJTI-175, suscrito con los
Estados Unidos de América (Gaceta Oficial N° 34.511, del 17 de julio de 1990); República
Argentina (Gaceta Oficial Nº 4.801, del 1º de noviembre de 1994); Ecuador (Gaceta Oficial
Nº 4.802 Extraordinario, del 2 de noviembre de 1994); Chile (Gaceta Oficial Nº 4.830 Ex-
traordinario, del 29 de diciembre de 1994); Estados Unidos Mexicanos, República de Colom-
bia y República de Venezuela (G-3) (Gaceta Oficial N° 4.833 Extraordinario, del 29 de
diciembre de 1994); República Portuguesa (Gaceta Oficial Nº 4.846 Extraordinario, del 26 de
enero de 1995); Barbados (Gaceta Oficial Nº 4.853 Extraordinario, del 8 de febrero de 1995);
República Checa (Gaceta Oficial Nº 36.002, del 17 de julio de 1996); Reino de Dinamarca
(Gaceta Oficial Nº 5.080 Extraordinario, del 23 de julio de 1996); República de Lituania
(Gaceta Oficial N° 5.080, del 23 de julio de 1996); República del Perú (Gaceta Oficial Nº
36.266, del 11 de agosto de 1997); República Federativa del Brasil (Gaceta Oficial Nº 36.268,
del 13 de agosto de 1997); Reino de España (Gaceta Oficial Nº 36.281, del 1º de septiembre
de 1997); República del Paraguay (Gaceta Oficial Nº 36.301, del 29 de septiembre de 1997);
Reino Unido de Suecia (Gaceta Oficial Nº 5.192 Extraordinario, del 18 de diciembre de 1997);
Canadá (Gaceta Oficial Nº 5.207 Extraordinario, del 20 de enero de 1998); Francia (Gaceta
Oficial Nº 37.896, del 11 de marzo de 2004); República de Cuba (Gaceta Oficial Nº 37.913,
del 5 de abril de 2004); República Islámica de Irán (Gaceta Oficial Nº 38.389, del 2 de marzo
del 2006); y, el Protocolo de Colonia, parte integrante del Tratado de Asunción del Mercosur
(Gaceta Oficial N° 38.482, del 19 de julio de 2006).
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 79
65
Icsid Case Nº ARB(AF)/97/2, November 1st, 1999, § 102 y 103, citado en Waste Management
Inc. vs United States of Mexico, Icsid Case Nº ARB(AF)/00/3, April 30th, 2004, nota a pie
de página número 84.
66
Icsid Case Nº ARB(AF)/98/3, June 26th, 2003, § 123.
67
Gaceta Oficial Nº 36.519, del 18 de agosto de 1998.
Parafraseando a Salomoni, vale la pena observar que los Bits, bilaterales en cuanto a su forma,
son o terminan siendo multilaterales en cuanto a sus efectos, pues por causa de la cláusula de
la nación más favorecida (mfn) –rectius, del inversionista más favorecido– que cada uno de
ellos contiene, en realidad conforman una verdadera red, un sistema, cuyas previsiones termi-
nan siendo generales –homogéneas– para todos los inversionistas extranjeros protegidos
(Salomoni, Jorge Luis, Los Tribunales Arbitrales Internacionales y el Contencioso Adminis-
trativo Argentino, en El Derecho Público a los 100 Números de la Revista de Derecho Público
1980-2005, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2006, p. 981).
Sobre la denegación de justicia puede consultarse a Paulsson, Jan, Denial of Justice in
International Law, Cambridge University Press, third printing, Cambridge (UK),
2006, p. 206.
80 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
68
Compañía de Aguas del Aconquija S.A. and Vivendi Universal S.A. vs The Argentine
Republic, Icsid Case Nº ARB/97/3, Award, August 20th, 2007, § 7.4.11 (“...the standard is
commonly understood to include a prohibition on denial of justice...”).
69
Gaceta Oficial Nº 35.269, del 6 de agosto de 1993.
70
Gaceta Oficial Nº 4.801, del 1º de noviembre de 1994.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 81
71
Compañía Del Desarrollo De Santa Elena, S.A. vs The Republic of Costa Rica, Icsid Case
Nº Arb/96/1, Final Award, February 17th, 2000, § 77. En el Laudo se afirma textualmente lo
siguiente: “There is ample authority for the proposition that a property has been expropriated
when the effect of the measures taken by the state has been to deprive the owner of title,
possession or access to the benefit and economic use of his property: ‘A deprivation or
taking of property may occur under international law through interference by a state in the
use of that property or with the enjoyment of its benefits, even where legal title to the
property is not affected. While assumption of control over property by a government does
not automatically and immediately justify a conclusion that the property has been taken by
the government, thus requiring compensation under international law, such a conclusion is
warranted whenever events demonstrate that the owner was deprived of fundamental rights
of ownership and it appears that this deprivation is not merely ephemeral. The intent of the
government is less important than the effects of the measures on the owner, and the form of
the measures of control or interference is less important than the reality of their impact’
(Tippetts, Abbett, McCarthy, Stratton vs TAMS-AFFA, Award Nº 141-7-2 (June 22, 1984),
reprinted in 6 Iran-U.S. Cl. Trib. Rep. 219, 226 (1986), citing 8 Whiteman, Digest of
International Law 1006-20; Christie, What Constitutes a Taking Under International Law?
38 Brit. Y.B. Int’l. Law 307 (1962); Cf. also the Mariposa Development Company case
decided by the U.S.-Panama General Claims Commission (6 UNRIAA 390), where the
tribunal observes that legislation may sometimes be of such a character that ‘...its mere
enactment would destroy the marketability of private property, render it valueless and give
rise forthwith to an international claim.’ (See also Claimant’s Closing Statement, pp. 3-14)”.
Véase también Turk, Jeffrey, “Compensation for ‘Measures Tantamount to Expropriation’
Under NAFTA: What it Means and Why it Matters”, International Law & Management
Review, Spring 2005, Issue I.
72
El Acuerdo entre el Gobierno de la República de Venezuela y el Gobierno de Canadá para
la promoción y la protección de inversiones establece, por ejemplo, que en caso de expropia-
ción el Estado debe pagar “...una compensación pronta, adecuada y efectiva...” (artículo
VII(1)). Consúltese a Van Harten, Gus, Investment Treaty Arbitration and Public Law,
Oxford University Press, Oxford, 2007, p. 91
73
El Acuerdo entre la República de Venezuela y el Gobierno de la República de Belarús sobre
promoción y protección recíproca de inversiones (Gaceta Oficial Nº 38.894 del 24 de marzo
de 2008) contiene una previsión digan de mención, porque obliga a pagar “la compensación...
sin demora en la [misma] divisa en que la inversión se hizo” (artículo 4.2).
82 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
74
Gaceta Oficial Nº 36.010, del 30 de julio de 1996.
75
Ciadi, Asunto Nº ARB/00/5, 23 de septiembre de 2003, Capítulo V.
76
Icsid Case Nº ARB/01/8, May 12th, 2005, § 402.
77
Factory at Chorzów, Merits, 1928, P.C.I.J., Series A, Nº 17, p. 47, ratificado recien-
temente en Siemens A.G. vs The Argentine Republic, Icsid Case Nº ARB/02/8, February
6th, 2007, § 352.
78
Ciadi, Asunto Nº ARB/97/7, 13 de noviembre de 2000, § 97.
EL DERECHO ADMINISTRATIVO GLOBAL Y LAS LIMITACIONES... 83
79
Ciadi Asunto Nº ARB(AF)/97/1, 30 de agosto de 2000, § 131.
80
Icsid Case Nº ARB/02/8, February 6th, 2007, § 403.
81
Gaceta Oficial, Extraordinario Nº 5.390, del 22 de octubre de 1999.
84 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
Derecho a la igualdad y no discriminación
(Con referencia a la Jurisprudencia de la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia
sobre la igualdad y no discriminación en razón de la
orientación sexual de la persona)*
*
Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia Nº 190, de 28 de
febrero de 2008.
**
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, Magistrado Principal (1992-1999),
hoy Magistrado Emérito. Corte Interamericana de Derechos Humanos, ex Vicepresiden-
te. Universidad Católica Andrés Bello, Profesor de Posgrado. Universidades Central de
Venezuela y Santa María, Profesor de diversas asignaturas en varios períodos, en pre y
posgrado. Autor de varias obras y numerosos estudios, y conferencista en múltiples reunio-
nes nacionales e internacionales. Escritorio Jurídico Dávila, Mejía & Asociados, Aboga-
do Consultor.
Por invitación que me hizo la Dirección de esta Revista escribo estos comentarios sobre la
doctrina de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de 28 de febrero de 2008,
relativa a los derechos de igualdad y no discriminación de las personas en razón de su
orientación sexual. La prohibición de discriminación, en general, ha sido materia de Conven-
ciones internacionales y de legislación universal, regional y nacional sobre derechos humanos
y de abundante jurisprudencia de los tribunales internacionales y nacionales. (Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, 1965,
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer,
1979, Opinión Consultiva OC-18/O3 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
2003, citadas sólo como ejemplos).
86 ALIRIO ABREU BURELLI
SUMARIO:
Introducción
1 . Derecho a la igualdad y no discriminación.
2 . Normas constitucionales e internacionales.
3 . Jurisprudencia del Comité de Derechos Humanos de Na-
ciones Unidas.
4 . Jurisprudencia de la Sala Constitucional del Tribunal Su-
premo de Justicia.
INTRODUCCIÓN
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido de mane-
ra reiterada y, especialmente, en la Opinión Consultiva OC-18/03 de 17
de septiembre de 2003 (Condición jurídica y derechos de los migrantes
indocumentados), que el derecho de igualdad y no discriminación perte-
nece a la categoría de ius cogen. Tal declaración tiene varios efectos:
a) el reconocimiento de que es una norma imperativa y jerárquicamente
superior con respecto a cualquier norma de derecho internacional, ex-
ceptuando otras normas de ius cogens; b) que en caso de conflicto
tendrá primacía la norma de ius cogens frente a cualquier otra norma
de derecho internacional; y c) que es nula y carece de efectos legales la
disposición que contradiga la norma imperativa.
El artículo 53 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Trata-
dos, dispone que
(...) Es nulo todo tratado que, en el momento de su celebra-
ción esté en oposición con una norma imperativa de derecho
internacional general. Para los efectos de la presente Con-
vención, una norma imperativa de derecho internacional ge-
neral es una norma aceptada y reconocida por la comunidad
internacional de Estados en su conjunto como norma que no
admite acuerdo en contrario y que sólo puede ser modificada
por una norma ulterior de derecho internacional general que
tenga el mismo carácter.
La doctrina contemporánea es pacífica al considerar el principio de igual-
dad y no discriminación como uno de los pilares del Derecho Interna-
cional de los Derechos Humanos e incluso como elemento integrante
del derecho internacional general o consuetudinario, por cuanto la nor-
DERECHO A LA IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN... 87
mativa del Derecho Internacional debe, por definición, ser la misma
para todos los sujetos de la comunidad internacional.
La igualdad de las personas, consagrada con elocuencia en el
artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y en el Preámbulo de la Declaración Americana, es
uno de los principios fundamentales del derecho internacional
de los derechos humanos (DIDH). La importancia del princi-
pio de no discriminación es tal que la Carta de las Naciones
Unidas y la Carta de la Organización de Estados Americanos
(OEA) aluden reiteradamente a éste. (Carta de las Naciones
Unidas: artículos 1.3; 13b; 55.4. Carta de la Organización de
los Estados Americanos: artículos 3 j y 43 a).
Los conceptos de igualdad y de no discriminación están estre-
chamente vinculados, pero no son idénticos. La forma en que
los principios de igualdad y de no discriminación han sido in-
corporados a los distintos instrumentos internacionales parece
confirmar que son complementarios. La Declaración Univer-
sal de Derechos Humanos consagran estos principios en ar-
tículos distintos. El primer artículo de la Declaración con un
enfoque jus naturalista, declara que las personas “nacen” igua-
les en derechos y deberes. El segundo proclama que toda per-
sona “tiene” los derechos y libertades consagradas por la
Declaración, sin distinción. La relación entre los dos artículos
sugiere que la idea de que la ley no debe establecer ni permitir
discriminaciones entre los derechos de las personas con base
en las características mencionadas es una consecuencia de la
idea reconocida en el primer artículo, en el cual todas las per-
sonas son iguales. Además, es posible concluir que el artículo
2 de la Declaración alude a dos corolarios legales del precepto
filosófico reconocido en el artículo 1, a saber: como todos son
libres por naturaleza, deben ser iguales ante la ley, y ésta no
debe permitir discriminación alguna1.
1
Derecho internacional de los derechos humanos. Oficina en Colombia del Alto Comisiona-
do de las Naciones Unidas para los derechos humanos. Primera Edición, Bogotá 2004. La
doctrina y la jurisprudencia universal sobre la igualdad de las personas y la prohibición de
discriminación, pp. 911 y ss.
88 ALIRIO ABREU BURELLI
La discriminación es definida en las convenciones sectoriales destinadas
a su eliminación, esencialmente como cualquier distinción, exclusión,
restricción o limitación, o privilegio, en detrimento de los derechos
humanos en ellas consagrados. Así, en la Convención Internacional
sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial (1965)
declara en su artículo 1: En la presente Convención la expresión “dis-
criminación racial“ denotará toda distinción, exclusión, restricción
o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen étni-
co que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el
reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los
derechos humanos y libertades en las esferas políticas, económica,
social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública. Idénti-
co texto contiene la Convención sobre Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer (1979), en su artículo 1.
No existe en el Pacto de Derechos Civil y Políticos (diciembre de 1966)
una definición de discriminación, como lo hizo constar el Comité de
Derechos Humanos de Naciones Unidas en la Observación General Nº
18, adoptada en 1989. Consideró, el Comité que, para llenar este vacío, se
deben tomar en cuenta las definiciones sustancialmente idénticas, conte-
nidas en las convenciones sobre la eliminación de la discriminación racial
y la discriminación contra la mujer. Así llegó a la siguiente conclusión:
(...) el Comité considera que el término “discriminación”, tal
como se emplea en el Pacto, debe entenderse referido a toda
distinción, exclusión, restricción o preferencia que se basen en
determinados motivos, como raza, el color, el sexo, el idioma,
la religión, la opinión pública o de otra índole, el origen nacional
o social, la posición económica, el nacimiento o cualquier otra
condición social que tengan por objeto o por resultado anular o
menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condición
de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamen-
tales de todas las personas.
En la misma Observación General, el Comité de Derechos Humanos
expresó que no toda diferenciación de trato constituye discriminación, y
señaló los criterios que permiten distinguir entre discriminación y mero
trato diferenciado. “(...) el Comité observa que no toda diferenciación
de trato constituirá una discriminación, si los criterios para tal diferen-
ciación son razonables y objetivos, y lo que se persigue es lograr un
propósito legítimo en virtud del Pacto Internacional de los Derechos
DERECHO A LA IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN... 89
Civiles y Políticos. Esta doctrina derivada de la jurisprudencia del Co-
mité en el caso Broeks, y presuntamente inspirada por la del sistema
europeo, es la clave de la jurisprudencia desarrollada por el Comité. El
principio de igualdad y la prohibición de discriminación consagrados por
el artículo 26 del Pacto se aplican no sólo a los derechos de las perso-
nas, sino también a las obligaciones que la ley impone a los miembros de
la sociedad”2.
Sobre el principio de que de que no todo tratamiento jurídico diferente
es necesariamente discriminatorio, la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos, ha sostenido:
La noción de igualdad se desprende directamente de la unidad
de naturaleza del género humano y es inseparable de la dignidad
esencial de la persona, frente a la cual es incompatible toda
situación que, por considerar superior a un determinado grupo,
conduzca a tratarlo con privilegios; o que, a la inversa, por con-
siderarlo inferior, lo trate con hostilidad o de cualquier forma lo
discrimine del goce de derechos que sí se reconocen a quienes
no se consideren incursos en tal situación de inferioridad. No es
admisible crear diferencias de tratamiento entre seres humanos
que no se correspondan con su única e idéntica naturaleza.
Sin embargo, por lo mismo que la igualdad y no discrimina-
ción se desprenden de la idea de unidad de dignidad y natura-
leza de la persona es preciso concluir que no todo tratamiento
jurídico diferente es propiamente discriminatorio, porque no
toda distinción de trato puede considerarse ofensiva, por sí
misma, de la dignidad humana”. Ya la Corte Europea de De-
rechos Humanos, basándose ‘en los principios que pueden
deducirse de la práctica jurídica de un gran número de Esta-
dos democráticos’, definió que sólo es discriminatoria una
distinción cuando ‘carece de justificación objetiva y razona-
ble’. Existen, en efecto, ciertas desigualdades de hecho que
legítimamente pueden traducirse en desigualdades de trata-
miento jurídico sin que tales situaciones contraríen la justicia.
2
Derecho internacional de los derechos humanos. Oficina en Colombia del Alto Comisiona-
do de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, pp. 931 y ss.
90 ALIRIO ABREU BURELLI
Por el contrario, pueden ser un vehículo para realizarla o para
proteger a quienes aparezcan como jurídicamente débiles. Mal
podría, por ejemplo, verse una discriminación por edad o con-
dición social en los casos en que la ley limita el ejercicio de la
capacidad civil a quienes, por ser menores o por no gozar de
salud mental, no están en condiciones de ejercerla sin riesgo
de su propio patrimonio.
No habrá, pues, discriminación si una distinción de tratamiento
está orientada legítimamente, es decir, si no conduce a situa-
ciones contrarias a la justicia, a la razón o a la naturaleza de
las cosas. De ahí que no pueda afirmarse que exista discrimi-
nación en toda diferencia de tratamiento del Estado frente al
individuo, siempre que esa distinción parta de supuestos de
hecho sustancialmente diferentes que expresen de modo pro-
porcionado una fundamentada conexión entre esas diferencias
y los objetivos de la norma, los cuales no pueden apartarse de
la razón, vale decir, no pueden perseguir fines arbitrarios, ca-
prichosos, despóticos o que de alguna manera repugnen a la
esencial unidad y dignidad de la naturaleza humana3.
Esta posición sostenida por la Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos coincide con los criterios sobre el principio de que no toda dis-
tinción constituye discriminación expresados por el Comité de Derechos
Humanos (Observación General Nº 18 de 1989) y por la Corte Europea
(caso Guaygusuz versus Austria 1996), en el sentido en que dichas dis-
tinciones deben ser razonables y conformes con la justicia para no in-
currir en discriminaciones, lo cual significa la evolución de un verdadero
derecho a la igualdad.
En este sentido, cabe también observar que el artículo 4 (I parte) de la
Convención Internacional sobre Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial, dispone:
Las medidas especiales adoptadas con el fin exclusivo de ase-
gurar el adecuado progreso de ciertos grupos raciales o étni-
cos o de ciertas personas que requieran la protección que puede
3
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Opinión Consultiva OC-4/84 “Propuesta de
modificación de la Constitución Política de Costa Rica”.
DERECHO A LA IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN... 91
ser necesaria con el objeto de garantizarles, en condiciones de
igualdad, el disfrute o ejercicio de los derechos humanos y de
las libertades fundamentales no se considerarán como medi-
das de discriminación racial, siempre que no conduzcan, como
consecuencia, al mantenimiento de derechos distintos para los
diferentes grupos raciales y que se mantengan en vigor des-
pués de alcanzados los objetivos para los cuales se tomaron.
1. NORMAS CONSTITUCIONALES E INTERNACIONALES
SOBRE LA IGUALDAD DE LAS PERSONAS Y
PROHIBICIÓN DE DISCRIMINACIÓN
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela:
Artículo 21. Todas las personas son iguales ante la ley, y, en
consecuencia: 1. No se permitirán discriminaciones fundadas
en la raza, el sexo y el credo, la condición social o aquellas
que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o
menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condicio-
nes de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona;
2. La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrati-
vas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adop-
tará medidas positivas a favor de personas o grupo que puedan
ser discriminados, marginados vulnerables; protegerá especial-
mente a aquellas personas que por alguna de las condiciones
antes especificadas, se encuentren en circunstancia de debili-
dad manifiesta, y sancionará los abusos o maltratos que contra
ella se cometan. 3. Sólo se dará el trato oficial de ciudadano o
ciudadana, salvo las fórmulas diplomáticas. 4. No se recono-
cen títulos nobiliarios ni distinciones hereditarias.
Declaración Universal de Derechos Humanos:
Artículo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos y, dotados como están de razón y concien-
cia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2. Toda persona tiene los derechos y libertades pro-
clamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza,
color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra
índole, origen nacional o social, posición económica, nacimien-
to o cualquier otra condición.
92 ALIRIO ABREU BURELLI
raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cual-
quier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social.
Artículo 24. Igualdad ante la Ley
Todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia,
tienen derecho, sin discriminación, a igual protección de la ley.
Convención Internacional sobre la eliminación de todas las for-
mas de discriminación racial.
Artículo 1
1. En la presente Convención “discriminación racial” denotará
toda distinción, exclusión o preferencia basada en motivos de
raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto
o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o
ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos
y libertades fundamentales en las esferas política, económica,
social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública.
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discri-
minación contra la mujer.
Artículo 1
A los efectos de la presente Convención, la expresión “discri-
minación contra la mujer” denotará toda distinción, exclusión o
restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado
menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la
mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de
la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y
las libertades fundamentales en las esferas política, económi-
ca, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera.
Convención de los derechos del niño
Artículo 2
1. Los Estados Partes respetarán los derechos enunciados en
la presente Convención y asegurarán su aplicación a cada niño
sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna, independiente-
mente de la raza, el color, el sexo.
94 ALIRIO ABREU BURELLI
un fondo común de recursos. El 22 de enero de 1996 la oficina local del
Registro Civil se negó a aceptar una notificación de su intención de
contraer matrimonio. El 2 de febrero de 1996 las mencionadas Zelf y
Pearl notificaron su intención de contraer matrimonio en otra oficina del
Registro Civil. El 12 de febrero de 1996, el Director General del Regis-
tro Civil les informó que la notificación no podía ser tramitada. Les co-
municó que él mismo procedía legalmente al entender que la Ley de
Matrimonio sólo era aplicable a la unión entre un hombre y una mujer.
Las cuatro actoras solicitaron, entonces, al Tribunal Superior una decla-
ración de que como parejas lesbianas, tenían legítimo derecho a obtener
una Licencia Matrimonial y a contraer matrimonio en virtud de la Ley
de Matrimonio de 1955. El 28 de mayo de 1996, el Tribunal Superior
rechazó la solicitud al considerar entre otras cosas, que el párrafo 2 del
artículo 23 del Pacto no se refería a la unión de personas del mismo
sexo, y que era claro que el texto estatutario de la Ley de Matrimonio
se refería exclusivamente a la unión de un hombre y una mujer.
El 17 de diciembre de 1997, el pleno del Tribunal de Apelación desesti-
mó la apelación de las denunciantes. El Tribunal sostuvo unánimemente
que era patente que la Ley de Matrimonio se aplicaba exclusivamente a
la unión entre un hombre y una mujer. Una mayoría del Tribunal sostuvo
además que no constituía discriminación el hecho de que el matrimonio
en la Ley respectiva se circunscribiera a la unión entre un hombre y una
mujer. El Juez Keith, cuando expuso en detalle las opiniones de la ma-
yoría, no halló en el plan y el texto del Pacto, la jurisprudencia anterior
del Comité, los trabajos preparatorios ni los estudios de expertos, ningún
apoyo para el argumento de limitar el matrimonio a la unión de un hom-
bre y una mujer constituía una violación del Pacto. Las denunciantes
sostuvieron que ha habido violación del artículo 26 porque el hecho de
que la Ley de Matrimonio no contemple la unión entre homosexuales
discrimina contra ellos directamente por motivo de sexo e indirecta-
mente por motivo de su orientación sexual. Declararon que el hecho de
no poder contraer matrimonio les ocasiona un “perjuicio real” por diver-
sos conceptos: se ven privadas de la posibilidad de contraer matrimonio,
que es un derecho civil fundamental, excluidas como miembros de pleno
derecho de la sociedad; su relación es estigmatizada, con la eventual
erosión de la autoestima; y no tienen la posibilidad de elegir si contraer
o no matrimonio, como hacen las parejas heterosexuales.
96 ALIRIO ABREU BURELLI
Agregaron las denunciantes que la diferenciación que hace la Ley de
Matrimonio no puede justificarse por ninguno de los diversos motivos
que podría invocar el Estado. Éstos son que el matrimonio se centra en
la procreación y los homosexuales son incapaces de procrear; el reco-
nocimiento de que el matrimonio homosexual validaría un “estilo de vida
particular”; que el matrimonio es consecuente con la moral y las buenas
costumbres; que el matrimonio es una institución de longevidad; que
están disponibles otras modalidades contractuales/arreglos particulares;
que una liberalización de la institución actual del matrimonio abriría las
compuertas a todos los peligros; que el matrimonio es la estructura óp-
tima para cuidar de los hijos, y que habría que respetar la decisión de-
mocrática del Parlamento. A esas posibles justificaciones las
denunciantes contrapusieron, en primer lugar, los argumentos de que la
procreación no es el objeto central del matrimonio y no constituye un
aspecto distintivo del matrimonio en el derecho neozelandés. En cual-
quier caso, las lesbianas podrían tener hijos utilizando tecnologías re-
productivas y la autorización del matrimonio homosexual no afectaría la
capacidad de procreación de los heterosexuales. En segundo lugar, no
existe un “estilo de vida” homosexual. Por lo demás, la Ley de Matri-
monio no sanciona estilos de vida particulares y no hay prueba alguna
de que un hipotético estilo de vida homosexual presente elementos que
justifiquen una incapacidad para el matrimonio. En tercer lugar, de con-
formidad con los “Principios de Siracusa sobre las disposiciones de limi-
tación y derogación del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos”, la moral pública no puede justificar una discriminación con-
traria al Pacto. En todo caso, según las autoras, la moral pública de
Nueva Zelanda no es partidaria de que se excluya a los homosexuales
del matrimonio. En cuarto lugar, la longevidad o la tradición no pueden
justificar la discriminación. En cualquier caso, la investigación histórica
muestra que en diferentes épocas diversas sociedades en diferentes
partes del mundo han reconocido las uniones homosexuales. En quinto
lugar, si los homosexuales tuvieran que concertar arreglos contractua-
les o particulares de otro tipo para poder recibir los beneficios que se
derivan del matrimonio, los heterosexuales deberían tener que pagar el
mismo precio. Por otra parte, en Nueva Zelanda los arreglos contrac-
tuales no conferirían todos los beneficios del matrimonio. En sexto lu-
gar, la autorización del matrimonio homosexual no tendría por qué dar
lugar a la autorización de los matrimonios polígamos o incestuosos. Hay
razones para no permitir tales matrimonios que no se dan en los matri-
monios homosexuales. En séptimo lugar, las actoras sostuvieron que la
DERECHO A LA IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN... 97
investigación social norteamericana ha demostrado que el efecto de la
paternidad homosexual en los niños no es sensiblemente distinto del de
la heterosexual, incluso en lo que se refiere a la identidad sexual y el
bienestar psíquico o emocional. En cualquier caso, ya hay parejas ho-
mosexuales, como las de las actoras, que cuidan de sus hijos. Las acto-
ras también sostuvieron que en este caso no debe mostrarse ninguna
deferencia hacia la voluntad democrática, expresada por las autorida-
des nacionales y en particular el poder legislativo, ya que está en juego
una cuestión de derechos humanos.
Igualmente las actoras alegaron que ha habido violación del artículo 16.
Según ellas, el artículo 16 tiene por objeto afirmar la dignidad esencial de
las personas mediante su reconocimiento como sujetos de derecho, tanto
en cuanto individuos como en cuanto miembros de una pareja. La Ley de
Matrimonio, al impedir que las autoras obtengan los atributos y beneficios
legales derivados del matrimonio, incluidas las ventajas del derecho de
adopción, sucesión, propiedad matrimonial, protección familiar y pruebas,
priva a las autoras de acceso a una institución importante a través de la
cual las personas adquieren y ejercen personalidad jurídica.
Las actoras sostuvieron, además, que ha habido violación del artículo
17, tanto en sí mismo como en conjunto con el párrafo 1 del artículo 2,
porque el hecho de restringir el matrimonio a las parejas heterosexuales
viola los derechos de las actoras a la familia y la vida privada. Las
actoras afirmaron que sus relaciones tienen todos los atributos de la
vida familiar, pero se ven privadas de reconocimiento civil a través del
matrimonio. Ello equivale a incumplimiento por el Estado de su obliga-
ción positiva de proteger la vida familiar. Es más, el que no se respeten
la elección privada fundamental de la propia identidad sexual y las rela-
ciones derivadas de ésta, constituye una injerencia en la vida privada
amparada por el artículo 17. Este tipo de injerencia es también arbitra-
rio porque es discriminatorio, se basa en el prejuicio y no tiene justifica-
ción por las razones ya expuestas.
Las denunciantes sostuvieron que ha habido violación del párrafo 1 del
artículo 23 en conjunto con el párrafo 1 del artículo 2. Declararon que
sus relaciones reúnen todas las condiciones en que se basa el reconoci-
miento de una familia heterosexual, y que sólo falta el requisito del re-
conocimiento legal. Que el párrafo 1 del artículo 2 exige que el
reconocimiento de la familia no sea discriminatorio, requisito que no
cumple la Ley de Matrimonio. Por último, afirmaron que ha habido vio-
98 ALIRIO ABREU BURELLI
das en el sexo. Esta lectura contextual se ve reforzada por el uso de las
palabras “contrayentes” y “esposos”, que designan a las partes de sexo
opuesto que contraen matrimonio, en los párrafos 3 y 4 del artículo 23.
El consenso universal en la práctica de los Estados respalda este punto
de vista: ningún Estado Parte prevé el matrimonio homosexual; y ningu-
no ha entendido que el Pacto sí lo prevea, por lo que nunca se han
formulado reservas a ese respecto. El Estado Parte observa que su
interpretación del párrafo 2 del artículo 23 es coherente con los tra-
vaux préparatoires del Pacto. El artículo 23 se derivó directamente del
artículo 16 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el
que se establece, en la única referencia específica al sexo que figura en
la Declaración, el derecho de “los hombres y las mujeres... a casarse”.
En los travaux préparatoires del artículo 23 figuran además repetidas
referencias a “el marido y la mujer”. Tal interpretación está confirmada
también por respetables comentarios de especialistas y por decisiones
del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en las que se ha dictami-
nado repetidas veces que la disposición equivalente del Convenio Euro-
peo no abarca a las parejas homosexuales.
El Estado Parte destacó que los términos específicos del párrafo 2 del
artículo 23, que aluden claramente a parejas de distinto sexo, deben
tenerse en cuenta en la interpretación de los otros derechos consagra-
dos en el Pacto que se han invocado. Si se aplica la máxima interpre-
tativa generalia specialisibus non derogant, según la cual las
disposiciones generales no deben derogar las disposiciones específi-
cas, el significado específico del párrafo 2 del artículo 23 no permite
derivar una interpretación contraria de otras disposiciones más gene-
rales del Pacto.
En cuanto al artículo 16, el Estado Parte sostiene que esta disposición
confiere un derecho individual. No es posible interpretar el artículo 16
en el sentido de que crea una obligación de reconocer formas particula-
res de relaciones de una manera dada, porque la personalidad jurídica
que protege el artículo 16 es la de la persona, no la de parejas u otros
grupos sociales. Tanto los travaux préparatoires como los comenta-
rios de especialistas refuerzan la idea de que el artículo 16 tiene por
objeto evitar que los Estados denieguen a las personas la posibilidad de
disfrutar y hacer efectivos sus derechos legales, y no ocuparse de la
capacidad de actuar de la persona. En consecuencia, el artículo 16 no
puede entenderse en el sentido de que establece la adquisición de dere-
chos como consecuencia de una condición jurídica particular, o de que
100 ALIRIO ABREU BURELLI
confiere el derecho de actuar de una determinada manera, por ejemplo,
de contraer matrimonio, en virtud de la ley.
En lo que respecta al artículo 17, tanto por sí solo como conjuntamente
con el párrafo 1 del artículo 2, el Estado Parte se remite a la Observa-
ción general Nº 16, en la que se afirma que el artículo 17 protege contra
“todas esas injerencias y ataques” respecto de la expresión de la iden-
tidad de las personas. Los requisitos de la Ley de Matrimonio, sin em-
bargo, no constituyen una injerencia o un ataque respecto de la familia o
la vida privada de las autoras, que están protegidas por la legislación
general que regula la vida privada, los derechos humanos y el derecho
de la familia. A diferencia de la legislación penal invocada en el caso
Toonen contra Australia, la Ley de Matrimonio no autoriza injerencias
en los asuntos personales ni se inmiscuye de otra manera en la vida
privada o familiar de las autoras, ni trata en general a éstas como miem-
bros de un grupo social. Las autoras no están sujetas a ninguna restric-
ción en la expresión de su identidad ni en las relaciones personales que
pueden entablar, sino que piden más bien que el Estado confiera un
estatuto jurídico particular a su relación.
En cuanto al párrafo 1 del artículo 23, junto con el párrafo 1 del artículo
2, el Estado Parte declara que, contrariamente a lo que se dice en la
comunicación, no considera a las denunciantes, con o sin sus hijos, como
familias. El derecho protege a la familia de varios modos, por ejemplo,
mediante las leyes relativas a la protección de los niños, la protección
de los bienes familiares, la disolución del matrimonio, etc. Aunque algu-
nas de estas esferas no abarcan a las parejas homosexuales, ciertos
sectores están siendo examinados, y varias otras medidas sí se aplican
a las parejas homosexuales, en consonancia con los cambios sociales y
en el marco de un examen cuidadoso y de extensas consultas. Ese trato
diferencial está admitido, ya que la jurisprudencia del Comité es clara
en cuanto a que las concepciones y el trato jurídico de las familias va-
rían ampliamente. En su Observación general Nº 19, el Comité recono-
ce asimismo que la ley y la política relativas a las familias puedan variar
de una forma de familia a otra.
El Estado Parte afirmó, por lo tanto, que el párrafo 1 del artículo 23
permite claramente el trato diferente de diferentes formas de familia.
El trato diferencial de las familias que comprenden a una pareja casa-
da o están encabezadas por ella refleja también la obligación de los
Estados Partes, según el párrafo 2 del artículo 23, de considerar el
DERECHO A LA IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN... 101
matrimonio como una institución aparte. El Estado Parte observa que
está realizando un examen programático del derecho y la política que
afectan a las parejas homosexuales para cerciorarse de que en su
legislación y su práctica relativas a la familia se respeten los valores
sociales, políticos y culturales.
Respecto del párrafo 2 del artículo 23, conjuntamente con el párrafo 1
del artículo 2, el Estado Parte se remitió a sus declaraciones anterio-
res de que el párrafo 2 del artículo 23 no puede interpretarse en el
sentido de que abarca el derecho de una pareja homosexual a con-
traer matrimonio. En todo caso, la imposibilidad de que las parejas
homosexuales contraigan matrimonio en el derecho neozelandés no se
deriva de un trato diferencial de las parejas homosexuales, sino de la
naturaleza misma de la institución del matrimonio reconocida en el
párrafo 2 del artículo 23.
En cuanto al artículo 26, el Estado Parte insiste en que la imposibilidad
de que las parejas homosexuales contraigan matrimonio dimana direc-
tamente del párrafo 2 del artículo 23 del Pacto y, por lo tanto, no puede
constituir discriminación con arreglo al artículo 26. Pasando a los ele-
mentos de discriminación previstos en ese artículo, el Estado Parte ar-
gumenta en primer lugar que el hecho de que los homosexuales no puedan
contraer matrimonio no se deriva de una distinción, exclusión o restric-
ción, sino más bien de la naturaleza intrínseca del matrimonio mismo.
Según la concepción universalmente aceptada en la actualidad, el ma-
trimonio sólo es posible entre personas de sexo opuesto, y así se dispo-
ne en el derecho civil de todos los demás Estados Partes en el Pacto.
Aunque en los últimos años algunos Estados Partes han instituido for-
mas de reconocimiento oficial de las relaciones homosexuales, ninguna
de esas formas ha sido descrita como matrimonio ni posee los mismos
efectos jurídicos que éste. Como tal, el matrimonio se concibe clara-
mente, y así lo reafirma el párrafo 2 del artículo 23, como un acto entre
personas de distinto sexo.
El Estado Parte sostiene que con su intento de interpretar el principio de
la no discriminación de manera que se redefina la institución del matri-
monio, las autoras no buscan la no discriminación sino la identidad de
trato, lo que rebasa con mucho el ámbito del artículo 26. En los travaux
préparatoires del Pacto se reconoce también que el derecho a la no
discriminación no exige la identidad de trato. La institución del matrimo-
nio es un caso claro en que el fondo de la ley necesariamente crea una
102 ALIRIO ABREU BURELLI
diferencia entre las parejas de sexo opuesto y otros grupos o personas,
y por lo tanto la naturaleza de la institución no puede constituir una
discriminación contraria al artículo 26.
En segundo lugar, la imposibilidad de las parejas homosexuales de con-
traer matrimonio en virtud del derecho neozelandés no representa en
todo caso una distinción o diferenciación por motivos de sexo u orienta-
ción sexual. El elemento determinante es la naturaleza de la pareja, no
la de sus miembros. La Ley de Matrimonio concede a todas las perso-
nas los mismos derechos respecto del matrimonio, independientemente
de su sexo y de su orientación sexual, y no establece diferencias entre
las personas sobre esa base. Lo que la ley hace es otorgar un estatuto
civil definido a una forma definida de grupo social. A ese respecto, el
Estado Parte alude a una decisión reciente del Tribunal de Justicia Eu-
ropeo, en la que se dictaminó que la concesión de prestaciones particu-
lares a las parejas de sexo opuesto y no a las parejas homosexuales no
constituía discriminación por motivos de sexo, ya que la disposición se
aplicaba por igual a hombres y mujeres.
En tercer lugar, el Estado Parte arguye que la diferenciación está obje-
tiva y razonablemente justificada si responde a un propósito legítimo en
virtud del Pacto. Al diferenciar entre parejas homosexuales y parejas
de sexo diferente, la Ley de Matrimonio se basa en criterios claros e
históricamente objetivos y se propone cumplir el propósito de proteger
la institución del matrimonio y los valores sociales y culturales que esa
institución representa. La legitimidad de este propósito se reconoce ex-
plícitamente en el párrafo 2 del artículo 23 del Pacto.
Dictamen del Comité
a) Admisibilidad
De conformidad con el artículo 87 de su Reglamento, antes de examinar
las reclamaciones contenidas en la comunicación, el Comité de Dere-
chos Humanos debe decidir si ésta es o no admisible en virtud del Pro-
tocolo Facultativo del Pacto.
El Comité se ha cerciorado de que este mismo asunto no ha sido sometido
a otro procedimiento de examen o arreglos internacionales, a los fines del
apartado a) del párrafo 2 del artículo 5 del Protocolo Facultativo.
Con respecto al agotamiento de los recursos de la jurisdicción interna,
el Comité toma nota del argumento del Estado Parte de que el Consejo
DERECHO A LA IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN... 103
Privado podría haber interpretado el acta de matrimonio, en contra del
procedimiento seguido por el Tribunal de Apelación, en la forma preten-
dida por las autoras. Sin embargo, el Comité observa que el Estado
Parte declaró expresamente que “no se manifestaba en cuanto a la ad-
misibilidad de la comunicación según el apartado b) del párrafo 2 del
artículo 5 del Protocolo Facultativo”. En vista de esta declaración y a
falta de cualesquiera otras objeciones a la admisibilidad de la comunica-
ción, el Comité decide que la comunicación es admisible.
b) Examen de la cuestión de fondo
El Comité de Derechos Humanos ha examinado la presente comunica-
ción a la luz de toda la información que le han facilitado las partes, como
se establece en el párrafo 1 del artículo 5 del Protocolo Facultativo.
La principal queja de las autoras es que el Pacto obliga a los Estados
Partes a ofrecer a las parejas homosexuales la posibilidad de casarse y
que al negar esa posibilidad el Estado Parte viola los artículos 16 y 17 y
los párrafos 1 y 2 del artículo 23 y el artículo 26 del Pacto. El Comité
observa que el párrafo 2 del artículo 23 del Pacto trata expresamente
de la cuestión del derecho al matrimonio. Dado que existe una disposi-
ción específica en el Pacto sobre el derecho al matrimonio, toda alega-
ción sobre la violación de ese derecho ha de considerarse teniendo en
cuenta esa disposición. El párrafo 2 del artículo 23 del Pacto es la única
disposición sustantiva en que se define un derecho, utilizando el término
“hombre y mujer”, en lugar de “todo ser humano”, “todos”, o “todas las
personas”. El uso del término “hombre y mujer” en lugar de los térmi-
nos generales utilizados en otros lugares de la parte III del Pacto, se ha
entendido consistente y uniformemente en el sentido de que la obliga-
ción emanada del Tratado para los Estados Partes, según el párrafo 2
del artículo 23 del Pacto, es reconocer como matrimonio únicamente la
unión entre un hombre y una mujer que desean casarse.
En vista del alcance del derecho al matrimonio conforme al párrafo 2
del artículo 23 del Pacto, el Comité no puede considerar que por el
mero hecho de negar el matrimonio entre parejas homosexuales el
Estado Parte haya violado los derechos de las autoras en virtud de los
artículos 16 y 17, de los párrafos 1 y 2 y del artículo 23 ni del artículo
26 del Pacto.
El Comité de Derechos Humanos, actuando en virtud del párrafo 4 del
artículo 5 del Protocolo Facultativo, opinó que los hechos expuestos
104 ALIRIO ABREU BURELLI
Alegó el solicitante que la orientación sexual “forma parte inseparable
de la personalidad de una proporción más o menos constante de la po-
blación” y es “un fenómeno mulifactorial, esto significa que para su
determinación, intervienen factores de diversa índole, a saber, genéti-
cos, hormonales, biológicos, fisiológicos y psicosociales, entre otros po-
sibles. Que en Venezuela existe un grupo social que se ve obligado a
desarrollar sus actividades en un ambiente de clandestinidad y que,
muchas veces, es víctima de allanamientos, detenciones ilegales y hos-
tigamiento por parte de cuerpos de seguridad del Estado porque “no se
reconoce la protección del ordenamiento legal para estas personas al no
estar expresa”.
Que “el severo e infundado rechazo social que se produce en contra de
las personas homosexuales (...) les impide el ejercicio de sus derechos
legales en condiciones de igualdad...”.
Que “es entonces imprescindible un ordenamiento jurídico que reconoz-
ca la existencia de personas con una orientación sexual distinta de la
mayoría, pero igualmente digna. La no regulación jurídica de esa reali-
dad condena a estas personas a una situación sui generis de minusvalía
jurídica y social, sin poder ni capacidad para reclamar y gozar de dere-
chos que le son espontáneamente reconocidos al resto de la población”.
Que las personas homosexuales no pueden ejercer libremente activida-
des “propias de su condición” como lo son la convivencia con una pare-
ja del mismo sexo, la demostración de afecto en público, heredar o
acceder a una pensión de viudez, como sí puede hacerlo una pareja
heterosexual. Que esta situación es “difícil de explicar” a la luz del de-
recho a la no discriminación “porque entre una pareja heterosexual y
una homosexual, la única diferencia que existe es que una está com-
puesta por dos personas del mismo sexo y la otra por dos personas del
mismo sexo... En los dos tipos de pareja existen los mismos componen-
tes de estabilidad, duración en el tiempo, proyecto de vida y afecto mu-
tuo. Por lo tanto, se discrimina a unas personas por el hecho de poseer
una orientación sexual distinta a la mayoría”.
La solicitud de interpretación se refiere a los artículos 21 y 77 de la
Constitución, en conexión con los artículos 19 al 22 eiusdem, a fin de
que determine si el derecho a la no discriminación incluye la diferencia
por orientación sexual, por “no estar completamente claro si el derecho
a la no discriminación en Venezuela abarca el criterio de la orientación
106 ALIRIO ABREU BURELLI
sexual, o si esta es una discriminación legal permitida por el Estado y
por esa razón existe la anteriormente mencionada diferencia entre los
derechos sociales de una persona homosexual y una heterosexual. Esta
incertidumbre impide el desarrollo y efectos del reconocimiento de las
uniones de hecho homosexuales”.
Alegó el solicitante, en relación con el derecho a la no discriminación,
que “una unión de hecho homosexual en la actualidad no disfruta a ca-
balidad de sus derechos sociales porque en la Constitución no se le
reconoce efectos patrimoniales a este tipo de unión, que posee las mis-
mas características de un concubinato entre hombre y mujer, y más
bien se ven expuestas a cualquier tipo de vejamen social si esta unión
llega a conocerse públicamente”.
Igualmente el solicitante señaló que el artículo 77 de la Constitución
“colide aparentemente con el principio constitucional de la no discrimi-
nación, como con otra norma de carácter constitucional que es el ar-
tículo 21 ordinal 1º, por esta razón, la duda planteada responde a los
fines de este recurso y el asunto reviste de interés porque es una situa-
ción que afecta en el ejercicio de sus derechos humanos a un grupo de
personas”, que, en efecto, el artículo 77 de la Constitución “limita los
derechos de las uniones homosexuales realizando en esa forma una dis-
criminación por orientación sexual. Nos encontramos frente a una si-
tuación donde una determinada norma constitucional (artículo 77) colide
con los principios y valores jerárquicamente superiores consagrados en
el texto constitucional. En este caso –alega el solicitante– el principio
de la no discriminación es jerárquicamente superior.
En definitiva, la solicitud de interpretación pretende: a) que se declare
que el principio de no discriminación abarca a la no discriminación por
orientación sexual; b) que se defina el ámbito de aplicación de esa inter-
pretación, específicamente la posibilidad de reconocer jurídicamente las
relaciones de pareja entre personas del mismo sexo y sus consecuen-
cias patrimoniales”.
Los intervinientes adhesivos (Provea, en representación de varias per-
sonas, Carlos Alberto Nieto y otros en nombre propio), solicitaron, al
igual que el demandante original, que se determine si el artículo 77 cons-
titucional, párrafo 2, colide con el principio superior de igualdad y no
discriminación, en cuanto limita el reconocimiento de las parejas de he-
cho a las formadas entre un hombre y una mujer, excluyendo al parecer
(sic) de ese reconocimiento a las parejas homosexuales.
DERECHO A LA IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN... 107
Sobre la solicitud de declaración de que el principio general de no dis-
criminación abarca a la no discriminación por orientación sexual, la Sala
Constitucional expresó:
...encuentra la Sala que, con fundamento en el artículo 21 de
la Constitución, un individuo no puede ser discriminado en
razón de su orientación sexual, cuando tal condición implique
colocarlo en un plano de desigualdad respecto a aquellos as-
pectos en los que, por su condición de ser humano es igual al
resto de los individuos de la colectividad. Así, en su condición
de trabajador, en su condición de ciudadano y, en general,
respecto del ejercicio de sus derechos individuales (civiles,
políticos, sociales, culturales, educativos y económicos) que
le otorga la condición de persona, es, ante la Ley, igual al
resto de la colectividad.
En consecuencia, resulta claro que el artículo 21 de la Consti-
tución de 1999, en atención a su carácter enunciativo, incluye
dentro de los supuestos de prohibición de discriminación el re-
lativo a la orientación sexual del individuo; en otras palabras,
que el Constituyente dispuso que no puede existir discrimina-
ción entre los individuos de la sociedad que se encuentren en
análogas o similares situaciones de hecho, con fundamento en
su orientación sexual.
Respecto a la segunda petición de interpretación relativa al reconoci-
miento de las uniones de personas del mismo sexo y de sus derechos
familiares y patrimoniales, la Sala consideró:
...si lo que la Constitución protegió en forma reforzada fue el
matrimonio entre personas de diferente sexo, la posibilidad de
extensión de los efectos de esta institución requiere de la mis-
ma exigencia respecto de las uniones de hecho para que se
logre la asimilación sustancial entre ambas instituciones y, por
tanto, a lo único que aquél podría equipararse –bajo pena de
violación del derecho a la igualdad– es a las uniones estables
también entre un hombre y una mujer. En otros términos, la
extensión o aplicación analógica de los efectos de una institu-
ción jurídica como es el matrimonio, a otra como es la unión
estable o el concubinato, requiere evidentemente que esta últi-
ma cumpla con los mismos requisitos sustanciales –que no for-
males– de aquél.
108 ALIRIO ABREU BURELLI
En consecuencia, si el Constituyente de 1999 optó por prote-
ger el matrimonio monogámico entre un hombre y una mujer
–como núcleo esencial que da origen a la familia, en el con-
texto histórico y cultural venezolano– la extensión de sus efec-
tos a las uniones de hecho que, histórica y sicológicamente
también ha sido “núcleo esencial que da origen a la familia”,
debe exigir, al menos, que estas últimas cumplan con los mis-
mos requisitos esenciales, esto es, que se trate de uniones
estables y monogámicas entre un hombre y una mujer, que
éstos no tengan impedimento para casarse (...)que se trate
de unión que se funde en el libre consentimiento de las par-
tes. En consecuencia, mal podría pretenderse la equipa-
ración de uniones estables entre personas de un mismo
sexo respecto del matrimonio entre un hombre y una mu-
jer, cuando la Constitución no incluyó el matrimonio en-
tre personas del mismo sexo en los términos del artículo
77 de su texto. (Cursivas nuestras).
Concluye la Sala en que el derecho a la igualdad que recoge el
artículo 21 de la Constitución es enunciativo y como tal prohí-
be cualquier forma de discriminación, incluso por razones de
orientación sexual del individuo. Asimismo declara que ese
precepto constitucional no colide con el artículo 77 eiusdem en
lo que se refiere a la protección especial o reforzada que éste
establece a favor de determinada categoría de uniones de he-
cho, pues lo que esta última norma recoge es una discrimina-
ción positiva, protección o mejora que implica una distinción
de una situación jurídica frente a otras a la que no son iguales,
que fue la opción que eligió el Constituyente, sin que ello cons-
tituya, “per se, una discriminación de las que proscribe el ar-
tículo 21 constitucional, ni comporta una prohibición,
desconocimiento o condena de otras formas de uniones de
hecho entre personas –de distinto o igual sexo– cuya regula-
ción, en todo caso, corresponde al legislador”.
La Magistrada Carmen Zuleta de Merchán expresó su voto disidente
cuyo contenido ameritaría un análisis separado. Baste señalar algunos
de los aspectos resaltantes: la sentencia
“(...) no sólo simplificó con una metodología de interpretación
literal la cuestión de la diversidad de género sometida a inter-
DERECHO A LA IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN... 109
pretación bajo la luz de la nueva Constitución (...) y del Dere-
cho Internacional de los Derechos Humanos, sino que dejó
invisibilizado el problema de la intolerancia, del menosprecio o
tratamiento degradante; y, en general, de la exclusión social
que afrontan las personas homosexuales o de identidad de gé-
neros diversa; no por falta de reconocimiento de los derechos
fundamentales, sino por la falta de garantías de todos y cada
uno de esos derechos.(...)” “(...) El estado debe propiciar que
sean sacadas de la clandestinidad la relaciones de parejas ho-
mosexuales para impedir los comportamientos al margen de la
Ley que por razones de sobrevivencia suelen adoptar las per-
sonas socialmente excluidas; al no hacerlo, el Estado adopta
‘una mirada impotente’ marginando de las prácticas sociales
comunitarias a esas personas integrantes de grupos sociales
vulnerables y las condena al ostracismo y a los abusos socia-
les; no en vano la tendencia contemporánea de muchos países
de normalizar las distintas formas de convivencia humana...”.
“Hubiese sido mucho más enriquecedor para el debate consti-
tucional si la disentida se hubiese dedicado a plantear las impli-
caciones éticas del reconocimiento de parejas del mismo sexo
que la sentencia ni prohíbe ni condena; planteamientos que
exigen respuestas jurídicas para colmar los vacíos legislativos
tales como: los aspectos relativos al régimen patrimonial de
bienes ante la disolución de la pareja por separación o muerte;
las obligaciones legales de socorro mutuo; la tutela o procura-
duría del compañero o compañera permanente en caso de in-
terdicción legal; el derecho a la constitución de hogar; los
beneficios de la seguridad social como pareja; la prohibición
de declarar en contra del compañero o compañera permanen-
te; la prohibición constitucional de ocupar cargos públicos por
afinidad o consanguinidad; la posibilidad de adquirir la nacio-
nalidad de la pareja; el derecho a la adopción; y la protección
contra la violencia intrafamiliar; los derechos sucesores de
pareja; las visitas íntimas penitenciarias y, en fin, todos los de-
más derechos sociales y económicos reconocidos a los inte-
grantes de una familia...”.
La mayoría sentenciadora interpretó que las normas sobre la materia
consagran: 1. que todas las personas son iguales ante la ley y tienen
derecho, sin discriminación, a igual protección legal. 2. que está prohibi-
110 ALIRIO ABREU BURELLI
da toda discriminación y la ley garantizará a todas las personas protec-
ción contra cualquier discriminación por motivo de raza, color, sexo,
idioma, religión, opiniones políticas, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento cualquier otra condición social. Que esta pro-
tección abarca a todas las personas independientemente de su orienta-
ción sexual. 3. Que la protección especial que la Constitución (artículo
77) concede al matrimonio y a uniones estables extramatrimoniales, exige
que tanto el matrimonio como dichas uniones extramatrimoniales se
constituyan entre un hombre y una mujer. Que ese reconocimiento y
protección constitucional y legal no se extiende a las personas del mis-
mo sexo, sin que por ello exista discriminación.
CONTENIDO Y ALCANCE DEL ARTÍCULO 77 DE LA ... 111
SUMARIO:
Introducción
1 . Fundamentos de la solicitud de interpretación del Artículo 77
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
2 . Consideraciones de la Sala para decidir: 2.1 Género y Especie:
Uniones de Hecho y Concubinato. 2.2 Requisitos de las Uniones
Estables de Hecho (Concubinato). 2.3 Efectos Jurídicos de las
Uniones Estables de Hecho (Concubinato): 2.3.1 Efectos Perso-
nales. 2.3.2 Efectos Patrimoniales. 2.3.3 Alcance de la Sentencia
Declarativa del Concubinato o Unión Estable de Hecho.
Conclusiones
*
La Universidad del Zulia, Abogada, Magíster Scientiarum en Derecho Procesal Civil,
Profesora. Universidad Católica Andrés Bello, Diplomada en Estudios Avanzados en
Derecho de Familia y del Niño. Universidad Rafael Urdaneta, Profesora de Derecho de las
Personas, Derecho de Familia y Derecho de la Niñez y la Adolescencia.
Se refiere a la sentencia Nº 1.682.
112 ANABELLA DEL MORAL
INTRODUCCIÓN
A partir de la entrada en vigencia de la actual Constitución (1999) se
suscitaron diversas interpretaciones del artículo 77, el cual forma par-
te del Capítulo V, referido a los Derechos Sociales y de las Familias
del Título III de dicho cuerpo, relativo a los Derechos Humanos, Ga-
rantías y Deberes, que a la letra dice lo siguiente:
Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, fun-
dado en el libre consentimiento y en la igualdad absoluta de
los derechos y deberes de los cónyuges. Las uniones esta-
bles de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los
requisitos establecidos en la ley producirán los mismos efec-
tos que el matrimonio.
Resulta evidente que el matrimonio regulado y protegido constitucional-
mente es el matrimonio heterosexual, monogámico constituido sobre la
base del libre consentimiento entre el hombre y la mujer que desean
unirse en matrimonio, en un plano de absoluta igualdad jurídica. Sobre
esta primera parte de la disposición constitucional no se presentaron
observaciones, pues ésta ha sido la orientación que la regulación civil
ordinaria le ha otorgado a dicha institución, especialmente en los artícu-
los 44, 49 y 137 del Código Civil. No obstante, no corrió la misma suerte
la segunda parte del artículo, referida a las uniones estables de hecho
entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos de una ley
producida por el legislador ordinario (que para ese momento no existía y
que aun hoy, tampoco la Asamblea Nacional ha dictado) producirán los
mismos efectos que el matrimonio. Y en este sentido surgieron diversas
interrogantes, como por ejemplo: ¿Unión estable de hecho es sinónimo
de concubinato?, ¿el concubinato es sólo un tipo de unión estable de
hecho, pero existen otras?, ¿cuáles otras?, ¿cuál ley va regular estas
uniones, si sólo existe el Código Civil?, ¿cuáles son los requisitos que
debe cumplir una unión estable de hecho si la ley no existe?, ¿es abso-
luta la igualdad entre las uniones estables de hecho y el matrimonio, en
cuanto los efectos personales y patrimoniales, que este último produ-
ce?; estas y otras preguntas se presentaron al momento de interpretar y
aplicar dicha norma constitucional, lo que conllevó por supuesto a solu-
ciones judiciales disímiles.
Algunas de estas interrogantes encontraron respuestas, pero no to-
das las necesarias, en la Sentencia que dictara la Sala Constitucio-
CONTENIDO Y ALCANCE DEL ARTÍCULO 77 DE LA ... 113
nal del Tribunal Supremo de Justicia, con ponencia del Dr. Jesús
Eduardo Cabrera Romero, en fecha 15 de julio de 2005, publicada en
Gaceta Oficial Nº 38.295 el 18 de octubre de 2005, con ocasión del
recurso autónomo de interpretación del artículo 77 de la Constitu-
ción que interpusiera ante la misma la ciudadana Carmela Mampieri
Giulliani, con el objeto de obtener una sentencia que constituyera
una declaración de certeza sobre el contenido y alcance del artículo
77 de la Carta Magna.
A continuación se presentarán los fundamentos de la solicitud de inter-
pretación interpuesta ante la Sala Constitucional y las consideraciones
de la Sala para decidir.
1. Fundamentos de la Solicitud de Interpretación del Artículo 77 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Los principales elementos sobre los cuales el apoderado judicial de la
solicitante fundamentó su recurso de interpretación son los siguientes:
a) El reconocimiento por parte del Juzgado Noveno de Prime-
ra Instancia de Familia y Menores de la Circunscripción Judi-
cial del Área Metropolitana de Caracas del carácter de
concubina de su representada;
b) La utilización del apellido de su concubino y el cambio de
documentos de identificación;
c) La equiparación de la unión concubinaria con el matrimonio
respecto a los efectos que éste produce, siempre y cuando la
primera cumpla con los requisitos de ley;
d) La necesaria determinación de los efectos civiles del matri-
monio que acarrea el concubinato;
e) Aclarar el alcance del artículo 113 del Código Civil con re-
lación al artículo 77 de la Constitución.
f) Determinar si la obligación de contribuir al cuidado y mante-
nimiento del hogar común y a las cargas de la comunidad pre-
vistas en el artículo 139 del Código Civil son extensibles a las
uniones no matrimoniales.
114 ANABELLA DEL MORAL
lencia la unión estable allí señalada...”, que cumple con los requisitos
estipulados en la ley (Código Civil).
Las uniones de hecho, o uniones maritales de hecho como también han
sido llamadas, se han definido como aquellas que se encuentra consti-
tuidas por un hombre y una mujer que conviven en aparente matrimonio,
cuyo comportamiento de pareja debe ser, frente a los terceros, similar
al comportamiento que mantienen los cónyuges. Esto significa que quie-
nes conforman la unión deben convivir bajo un mismo techo y mantener
una cierta estabilidad, perdurando dicha unión a través del tiempo1.
La propia sentencia intenta aproximarse a un concepto de unión estable
al afirmar:
“Unión estable de hecho entre un hombre y una mujer”, repre-
senta un concepto amplio que va a producir efectos jurídicos,
independientemente de la contribución económica de cada uno
de los unidos en el incremento o formación del patrimonio co-
mún o en el de uno de ellos, siendo lo relevante para la de-
terminación de la unión estable, la cohabitación o vida en
común, con carácter de permanencia, y que la pareja sea
soltera, formada por divorciados o viudos entre sí o con
solteros, sin que existan impedimentos dirimentes que im-
pidan el matrimonio (destacado propio).
Resulta claro que la Sala Constitucional, pretendiendo ir más allá de su
ámbito de competencia, y trastocando la reserva legal, no sólo trata de
definir al concubinato sino que además proporciona al legislador ordina-
rio los requisitos que deben cumplir las uniones estables de hecho, a
saber: la cohabitación o vida en común, la permanencia, la singularidad
y que no existan impedimentos dirimentes que impidan el matrimonio:
impedimento de vínculo anterior (art. 50 del Código Civil), impedimento
de orden (art. 50 del Código Civil) e impedimento de rapto (art. 56 del
Código Civil), como impedimentos dirimentes absolutos; impedimento
de consanguinidad (arts. 51 y 52 del Código Civil), impedimento de afi-
nidad (art. 51 del Código Civil), impedimento de adopción (art. 54 del
1
Cfr. Azpiri, Jorge. Derecho de Familia. Argentina. Editorial Hammurabi, SRL. 2000. p. 350
CONTENIDO Y ALCANCE DEL ARTÍCULO 77 DE LA ... 117
2
Morales, Georgina. Las Uniones estables de Hecho en la Doctrina y en el Derecho Compa-
rado. En: Cornieles, Cristóbal y Morais, María (Coord.). VII Jornadas de la Ley Orgánica
para la Protección del Niño y del Adolescente. Caracas, Venezuela. Publicaciones UCAB.
2006. p. 138.
3
Guerrero Gilberto. La Unión More Uxorio en la Constitución Venezolana vigente. En:
Velera, Irene de (Coord.). El Código Civil Venezolano en los Inicios del Siglo XXI. Caracas,
Venezuela. Arauco Ediciones, C.A. 2005. p. 170
CONTENIDO Y ALCANCE DEL ARTÍCULO 77 DE LA ... 119
4
Barrios, Haydée. Sala Constitucional y Las Uniones Estables de Hecho. Breve Análisis
Crítico de la Sentencia dictada el 15 de julio de 2005 por la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, relativa a la Interpretación del artículo 77 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela. En: Cornieles, Cristóbal y Morais, María (Coord.). Ob.
Cit., pp. 197-198.
5
Acosta, Luis. El Nuevo Concubinato en Venezuela. En Revista: Cuestiones Jurídicas.
Maracaibo, Venezuela. Vol. I. Nº 1. Enero-junio de 2007. Universidad Rafael Urdaneta.
Ediciones Astro Data, S.A. p. 21.
120 ANABELLA DEL MORAL
6
Morales, Georgina. Art. Cit. p. 139.
7
Ver en este sentido, artículos 19 y 20 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.
CONTENIDO Y ALCANCE DEL ARTÍCULO 77 DE LA ... 121
titucional, no puede ser otra que otorgar el justo sentido que la Asam-
blea Constituyente (poder constituyente) quiso otorgarle al artículo 77
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Y la disposición constitucional, al margen de los efectos prácticos que
pudieron y puedan presentarse y de las críticas que se suscitaron y se
susciten desde el punto de vista social, es palmaria cuando dice que
las uniones de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los
requisitos establecidos en la ley producirán los mismos efectos que
el matrimonio.
No obstante, la Sala Constitucional expone:
Ahora bien, el matrimonio –por su carácter formal– es una ins-
titución que nace y se prueba de manera distinta al concubinato
o a cualquier otra unión estable, y por ello estas últimas no
pueden equipararse íntegramente al matrimonio y, por tan-
to, no puede pretenderse que automáticamente, todos los
efectos del matrimonio se apliquen a las “uniones estables”.
En consecuencia, no es posible una declaración general que
asimile las uniones (de cualquier tipo) al matrimonio, y por lo
tanto, observa la Sala, hay que distinguir cuáles efectos del
matrimonio se aplican al concubinato y a las posibles otras
uniones estables (resaltado propio).
Esta afirmación es contradictoria con lo que expresa la propia norma
constitucional, pero claro está, la labor de la Sala Constitucional se tor-
na sumamente compleja al pretender regular legislativamente no sólo a
las uniones de hecho sino al concubinato.
En este mismo orden, la Sala Constitucional señala que “...el que la
unión estable en general produzca los mismos efectos que el matrimo-
nio, no significa –se repite– que ella se convierte en matrimonio, sino
que se le equipara, es decir, en lo que sea posible”.
Estudiosos de la materia y de la propia sentencia han dicho:
Antes de cualquier consideración, estimamos necesario desta-
car que la norma constitucional parte justamente de reconocer
que el matrimonio y las uniones estables de hecho son dos figu-
ras distintas, pero por resultar muy cercanas en su contenido y
122 ANABELLA DEL MORAL
8
Barrios, Haydée. Art. Cit. p. 192.
9
Domínguez, María. Las uniones Concubinarias en la Constitución de 1999. En: Revista de
Derecho. Caracas, Venezuela. Nº 17. Tribunal Supremo de Justicia. Organización Gráfica
Carriles. 2005. p. 221.
CONTENIDO Y ALCANCE DEL ARTÍCULO 77 DE LA ... 123
10
Barrios, Haydée. Art. Cit. p. 202.
CONTENIDO Y ALCANCE DEL ARTÍCULO 77 DE LA ... 125
tuirla como sí es el fin del acta de matrimonio, pero una vez reconocida
considera, quien escribe, que no debería existir inconveniente para te-
ner un estado que se ha venido poseyendo, pues si la intención es no
formalizar aán más la unión, ya esto se ha hecho cuando se exige una
declaratoria judicial.
De lo planteado anteriormente, se concluye que el sentenciador no con-
sideró en su justa importancia los efectos personales del matrimonio
equiparables al concubinato, pues no existe la obligación de vivir juntos,
de guardarse fidelidad y no se puede utilizar el apellido del concubino;
sólo existe el deber de socorro mutuo. Tampoco tomó en cuenta el ar-
tículo 139 del Código Civil referido a las obligaciones de los cónyuges
que alude precisamente al deber de los cónyuges de asistirse recíproca-
mente en la satisfacción de sus necesidades, que el sentenciador con-
funde con el socorro mutuo y que la Doctrina civilista en nuestro país
claramente ha distinguido.
2.3.2 Efectos Patrimoniales
Los efectos patrimoniales de la unión concubinaria habían estado re-
gulados hasta ahora por el artículo 767 del Código Civil principalmen-
te, que señala:
Se presume la comunidad, salvo prueba en contrario, en aque-
llos casos de unión no matrimonial, cuando la mujer o el hom-
bre en su caso, demuestra que ha vivido permanentemente en
tal estado aunque los bienes cuya comunidad se quiere esta-
blecer aparezcan a nombre de uno solo de ellos. Tal presun-
ción sólo surte efectos legales entre ellos dos y entre sus
respectivos herederos y también entre uno de ellos y los here-
deros del otro. Lo dispuesto en este artículo no se aplica si uno
de ellos está casado.
En primer lugar, es de resaltar, que la sentencia expone que ya no hay
necesidad de presumir legalmente comunidad alguna, ya que ésta existe
de pleno derecho, si hay bienes, con respecto de lo adquirido al igual
que en el matrimonio, y extiende el alcance de los efectos legales que
ésta produce con respecto a los terceros que tengan acreencias contra
la comunidad, quienes podrán cobrarse de los bienes comunes, tal y
como lo pauta el artículo 168 del Código Civil, que regula la administra-
ción de la comunidad conyugal. En consecuencia, la disposición quedó
parcialmente derogada por la sentencia.
126 ANABELLA DEL MORAL
Por otra parte, la Sala declara que tal comunidad de bienes “...finaliza
cuando la unión se rompe, lo cual –excepto por causa de muerte– es
una cuestión de hecho que debe ser alegada y probada por quien pre-
tende la disolución y liquidación”. Y en tal sentido, quien demanda la
disolución y la liquidación podrá solicitar al juez que dicte las providen-
cias del artículo 174 del Código Civil, el cual estatuye que una vez de-
mandada la separación, el Juez podrá, a petición de alguno de los
cónyuges (en este caso de alguno de los concubinos), dictar las provi-
dencias (medidas preventivas) que estimare convenientes para asegu-
rar los bienes comunes, mientras dure el juicio. Y en esta misma dirección
de protección de los bienes comunes, el Máximo Tribunal indica que
(...) declarado judicialmente el concubinato, cualquiera de los
concubinos, en defensa de sus intereses, puede incoar la ac-
ción prevenida en el artículo 171 del Código Civil en beneficio
de los bienes comunes y obtener la preservación de los mis-
mos mediante las providencias que decrete el juez.
El artículo 171 del Código Civil reza textualmente:
En el caso de que alguno de los cónyuges se exceda de los
límites de una administración regular o arriesgue con impru-
dencia los bienes comunes que está administrando, el Juez po-
drá, a solicitud del otro cónyuge, dictar las providencias que
estime conducentes a evitar aquel peligro, previo conocimien-
to de causa. De lo decidido se oirá apelación en un solo efecto,
si se acordaren las medidas y libremente, en caso contrario.
Si las medidas tomadas no bastaren, el cónyuge perjudicado
podrá pedir separación de bienes.
Si bien se requiere la intervención del órgano jurisdiccional para el
reconocimiento y declaración de la unión, no existe, y así lo dice el
fallo, una acción de separación de cuerpos en el concubinato y menos
un divorcio, pues resulta evidente que la ruptura de la unión, si es
tratada como una verdadera cuestión de hecho, que puede ocurrir en
cualquier forma y de manera unilateral, caso en el cual se determina
que no serán aplicables los artículos 191 y 192 del Código Civil. El
artículo 191 alude a las medidas que provisionalmente puede dictar el
juez en caso de admitida la demanda de divorcio o separación de cuer-
pos, como es precisamente autorizar la separación de cuerpos y de-
terminar quién habrá de continuar viviendo en el hogar común (ordinal
CONTENIDO Y ALCANCE DEL ARTÍCULO 77 DE LA ... 127
11
Ibídem. p. 206.
CONTENIDO Y ALCANCE DEL ARTÍCULO 77 DE LA ... 129
12
Acosta, Luis. Art. Cit. p. 23.
130 ANABELLA DEL MORAL
CONCLUSIONES
En las consideraciones que tuvo la Sala para decidir dio respuesta a los
fundamentos del recurso autónomo de interpretación constitucional del
artículo 77 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
interpuesto por ante la Sala Constitucional.
Como reseña de una sentencia no se pretendió hacer un análisis críti-
co de la misma, sino más bien dar a conocer su contenido y su vincu-
lación con las normas del Código Civil. Sin embargo, no es posible
dejar a un lado que la Sala Constitucional de nuestro Máximo Tribunal
excedió su ámbito de competencia para invadir el espacio de actua-
ción de la Asamblea Nacional.
Constituye un fallo lleno de contradicciones e incongruencias que se
reflejarán negativamente en la práctica, y en determinadas situaciones
se generará mayor inseguridad jurídica de la que ya existía, pues en ella
no sólo se desvirtúa la esencia misma del concubinato sino que también
se está desprotegiendo a la institución del matrimonio.
Ciertamente, urgía una interpretación que estableciera el contenido y
alcance de la norma constitucional, pero es mayor la necesidad de
regular legalmente las uniones estables de hecho con especial refe-
rencia al concubinato.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 133
SUMARIO:
1 . Introito
2 . El concubinato
3 . Las uniones concubinarias según la decisión 1682 del 15-07-
05 de la Sala Constitucional (interpretación del artículo 77 de
la Constitución).
4 . Las uniones estables de hecho según la decisión 190 del
28-02-08 de la Sala Constitucional (igualdad vs uniones de
hecho homosexuales).
*
Universidad Central de Venezuela. Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Abogada.
Especialista en Derecho Procesal. Doctora en Ciencias, Mención “Derecho”. Profesora Aso-
ciado. Jefe de la Cátedra de Derecho Civil I Personas. Investigadora-Docente Instituto de
Derecho Privado. Autora entre otras publicaciones de Ensayos sobre capacidad y otros
temas de Derecho Civil (TSJ, 2001; 2ª edic., 2006).
134 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
1. INTROITO
Hace unos años nos pronunciamos sobre el alcance del artículo 77 de la
Constitución a propósito de las uniones de hecho estables. Quisiéramos
seguir reflexionando y repensando sobre este aspecto con ocasión de dos
decisiones de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia.
En efecto, en abril de 2005, fue publicado en la Revista de Derecho N°
17 del Tribunal Supremo de Justicia nuestro artículo titulado “Las unio-
nes concubinarias en la Constitución de 1999”, en el que indicamos cuá-
les serían –a nuestro criterio– los efectos del matrimonio predicables
respecto del concubinato por aplicación de la disposición del artículo 77
de la Carta Magna.
Posteriormente, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia
en decisión N° 1682 del 15 de julio de 2005 se pronunció –a propósito de
un recurso de interpretación constitucional– sobre el alcance o efectos
del concubinato con relación al matrimonio, según el artículo 77 de la
Constitución de 1999.
Recientemente, la misma Sala Constitucional en sentencia N° 190 del
28 de febrero de 2008 decidió sobre la posible colisión entre el artículo
21 y 77 de la Carta Fundamental, a fin de considerar la procedencia
de los efectos patrimoniales atribuidos a las uniones de hecho estables
entre un hombre y una mujer, pero específicamente con relación a
uniones homosexuales.
Mediante las siguientes líneas deseamos pasearnos, a título de pincela-
da, sobre tales decisiones judiciales, respecto de las ideas desarrolladas
en torno a las uniones concubinarias. No constituye pues el presente
comentario ni un estudio del concubinato a la luz de la Carta Magna,
pues a éste ya nos referimos con anterioridad y ese artículo remitimos1,
ni un análisis detallado de las citadas sentencias, sino simplemente una
breve reflexión sobre algunas ideas que tocan las mismas a propósito de
las uniones de hecho estables. De allí el título de nuestra reflexión “Mas
sobre...”,22 pues se trata de seguir repensando una figura con ocasión
a la interpretación del Máximo Tribunal.
1
Véase: Domínguez Guillén, María Candelaria: Las uniones concubinarias en la Constitu-
ción de 1999. En: Revista de Derecho N° 17, Caracas, Tribunal Supremo de Justicia, 2005,
pp. 215-247.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 135
2. EL CONCUBINATO
El concubinato se presenta como la unión de hecho estable, espontá-
nea, libre y natural entre un hombre y una mujer, sin que uno de ellos
esté casado, que hacen una vida común o marital en semejantes tér-
minos que el matrimonio 2. Se trata de una situación fáctica o de he-
2
Véase sobre el tema: Perera Planas, Nerio: El Concubinato. Maracay, Ediciones EPA, 1983;
González Fernández, Arquímedes E.: El Concubinato (Texto actualizado según Constitución de
1999). Caracas, edit. Buchivacoa, 1999; Ramos Sojo, César: Situaciones de Hecho. Considera-
ciones sobre la recepción del hecho en el Derecho Venezolano. En: Revista de la Facultad de
Ciencias Jurídicas y Políticas N° 85. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1992, pp. 370
y ss.; Ramos Sojo, César: La situación de las parejas no casadas en el ordenamiento jurídico
venezolano. En: Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad
Central de Venezuela N° 66, 1987, pp. 219-241; Morales, Georgina: Las uniones estables de
hecho en la doctrina y en el Derecho Comparado. En: VII Jornadas de la Ley Orgánica para la
Protección del Niño y del Adolescente. Homenaje a Margelys Guevara Velásquez y Carmen
Isolina Ford Alemán. Caracas, Universidad Católica “Andrés Bello”, 2006, pp. 131-180;
Cornieles, Cristóbal: Algunas ideas para la regulación de las uniones estables de hecho. En: VII
Jornadas de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente. Homenaje a
Margelys Guevara Velásquez y Carmen Isolina Ford Alemán. Caracas, Universidad Católica
“Andrés Bello”, 2006, pp. 213-224; Bernard Mainar, Rafael: Efectos Jurídicos Civiles de las
uniones de hecho. En: Revista de la Universidad Católica Andrés Bello N° 56, 2001, pp. 119-
136; Hernández de Sojo Bianco, Milagros: El derecho de los concubinos a heredarse, según el
artículo 77 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En: Temas de Derecho
Civil. Libro Homenaje a Andrés Aguilar Mawdsley. Colección Libros Homenaje N° 14. Cara-
cas, Tribunal Supremo de Justicia, Fernando Parra Aranguren Editor, 2004, Vol. I, pp. 697-712;
González Fuenmayor, Mervy Enrique: Comunidad concubinaria. Invenciones y mejoras:
regulación en el campo del derecho civil y en el campo del derecho del trabajo. Studia Iuris
Civiles. Homenaje a Gert F. Kummerow Aigster. Colección Libros Homenaje N° 16. Caracas,
Tribunal Supremo de Justicia, 2004, pp. 299-366; Roa, Félida: Efectos jurídicos del concubina-
to. En: Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad del Zulia N° 71,
1994, pp. 85-97 (también en: Revista Tachirense de Derecho N° 5-6, Universidad Católica del
Táchira, enero-diciembre 1994, pp. 90-99); D’Jesús, Antonio: El concubinato y la unión no
matrimonial en el prisma del Código Civil venezolano. En: Anuario de Derecho de la Universi-
dad de los Andes N° 22, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Centro de Investigaciones
Jurídicas, Mérida, 2000, pp. 11-22; Acosta Vásquez, Luis A.: El nuevo concubinato en Vene-
zuela. En: Cuestiones Jurídicas N° 1, Revista de Ciencias Jurídicas, Universidad Rafael Urdaneta,
Facultad de Ciencias Políticas, Administrativas y Sociales, Escuela de Derecho, Maracaibo,
Ediciones Astro-Data, enero-julio 2007, pp. 9-28; López Herrera, Francisco: Consideraciones
sobre algunos aspectos del régimen de la comunidad concubinaria: doctrina y jurisprudencia.
En: Estudios de Derecho de Familia. Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 2001, pp. 89-
115; Bocaranda, Juan José: La comunidad concubinaria ante la Constitución de 1999. El
amparo constitucional declarativo. Caracas, Ediciones Principios, 2001; Bocaranda Espinosa,
Juan José: La comunidad concubinaria en el nuevo Código Civil 1982. Caracas, Tipografía
Principios, 1983, pp. 78 y ss.; Bocaranda Espinoza, Juan José: La Comunidad Concubinaria,
Aspectos Sustantivos y Procedimentales. Trabajo de ascenso presentado para optar a la catego-
ría de profesor asistente. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1995; Pernía, Humberto
Alí: El concubinato venezolano: liquidación de la sociedad de gananciales de la comunidad
concubinaria. Mérida, Paredes Editores, 1988.
136 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
cho 3 que por su asimilación sustancial a la institución del matrimonio
es objeto de protección jurídica.
Ahora bien, la constitución de tal unión en “concubinaria”, precisa de
varios requisitos, a saber, que se dé entre un solo hombre y una sola
mujer, estabilidad o consistencia 4, tratamiento recíproco de marido y
mujer, que ninguno de los concubinos esté casado y que se trate de
una unión espontánea y libre5. Veremos, sin embargo, que la Sala Cons-
titucional se pronunció sobre alguno de estos aspectos en la decisión
1682 del 15-7-056.
“El concubinato, desde el punto de vista sustancial, responde a la mis-
ma idea que el matrimonio porque atiende a la circunstancia de una
pareja de hombre y mujer que tienen una comunidad de intereses per-
sonales, afectivos y patrimoniales. Así pues, los concubinos desde la
perspectiva de su esencia se presentan igual que los cónyuges, y de
allí que el texto constitucional los equipare en sus efectos, en el caso
de que tales uniones reúnan los requisitos de ley. Matrimonio y concu-
binato tienen el mismo fin pero difieren en su constitución y prueba; el
matrimonio precisa de las formalidades de ley en tanto que el concubi-
nato surge en forma espontánea y natural prescindiendo de las forma-
lidades de aquél. Esta diferencia en su constitución se revierte en
cuanto a su prueba, que obviamente será más exigente respecto a la
unión de hecho estable, en razón que no existe un acta del estado civil
que acredite tal situación” 7.
La consagración del concubinato ciertamente es anterior a la Constitu-
ción de 1999, toda vez que el Legislador reconoció acertadamente que
debía surtir efecto jurídico la situación de aquella pareja de hombre y
mujer que sin estar unidos formalmente por matrimonio, sustancialmen-
3
A diferencia del matrimonio, que es una situación de derecho que cuenta con una prueba
preconstituida que es la partida de matrimonio.
4
Véase: Núñez y Núñez, Eduardo Rafael: Unión Extramatrimonial. Trabajos I. La Habana,
Ediciones Montero Obispo 521, 1945, p. 14, cita sentencia de la Audiencia de La Habana N°
175 de 27 de abril de 1944, que señala que se precisa que la unión tenga verdadera “consisten-
cia”, lo que la diferencia del encuentro fugaz, propio a satisfacer un deseo carnal, temporal e
instantáneo; por el contrario, se precisa afrontar todos los problemas que impone la vida
diaria, trabajando el uno para el otro, con auxilio mutuo y natural desinterés.
5
Véase sobre la noción y requisitos: Domínguez Guillén, Ob. Cit., pp. 216-221.
6
Véase infra N° 3.
7
Ibíd., pp. 217 y 218.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 137
te presentaban la misma esencia. Es así como el Código Civil8 de 1982
en su artículo 7679 consagra la comunidad concubinaria en una fórmula
más avanzada que el CC de 1942 que establecía una presunción de
comunidad concubinaria, pero obligaba a la concubina a probar su apor-
te a la comunidad10. Dicha consagración responde al reconocimiento de
una realidad11, en su esencia a un sentido de justicia, porque si el matri-
monio y sus efectos están basados en el afecto marital y esfuerzo co-
mún, debe admitirse que la misma situación desde el punto de vista
sustancial puede presentarse –como de hecho es común que se presen-
te en nuestro país– entre hombre y mujer sin que medie entre ellos
formalmente el acto jurídico del matrimonio.
Dicha comunidad concubinaria, de la misma forma que la conyugal12, sólo
precisa de la prueba del concubinato y su tiempo de vigencia, y no se
8
En lo sucesivo CC.
9
Que prevé: “Se presume la comunidad, salvo prueba en contrario, en aquellos casos de
unión no matrimonial, cuando la mujer o el hombre en su caso, demuestre que ha vivido
permanentemente en tal estado aunque los bienes cuya comunidad se quiere establecer apa-
rezcan a nombre de uno solo de ellos. Tal presunción solo surte efectos entre ellos dos y entre
sus respectivos herederos y también entre uno de ellos y los herederos del otro. Lo dispuesto
en este artículo no se aplica si uno de ellos está casado”.
10
El artículo 767 del Código Civil de 1942 disponía: “Se presume la comunidad, salvo
prueba en contrario, en aquellos casos de unión no matrimonial cuando la mujer demuestra
que ha vivido permanentemente en tal estado y ha contribuido con su trabajo a la formación
o aumento del patrimonio del hombre, aunque los bienes cuya comunidad se quiere estable-
cer aparezcan documentados a nombre de uno solo de ellos. Tal presunción solamente surte
efectos legales entre ellos dos y entre sus respectivos herederos y también entre ellos y los
herederos del otro, salvo el caso del adulterio.” Véase sobre el régimen concubinario en la
normativa del Código Civil de 1942: Tovar Lange, Silvestre: El cuasicontrato de comunidad
en el concubinato según la legislación venezolana. Madrid-Caracas, Ediciones EDIME,
1951; Llinasvega, Julián: Teoría del Derecho conculcado en el régimen patrimonial de la
comunidad concubinaria. Instituciones Jurídicas Venezolanas N° 1. Caracas, Gráfica Ameri-
cana C.A., 1967.
11
Véase: Raffalli A., Juan M.: La protección de la familia en la Constitución venezolana de
1999. En: Temas de Derecho Civil. Libro Homenaje a Andrés Aguilar Mawdsley. Colección
Libros Homenaje N° 14. Caracas, Tribunal Supremo de Justicia, Fernando Parra Aranguren
Editor, 2004, Vol. II, p. 368, indica que tales uniones han crecido por décadas en nuestro país
consolidándose como verdaderos núcleos familiares. Y agrega: “Esta realidad social derivó en
cambios legislativos importantes, concretamente en el Código Civil y en las leyes que regulan
la protección del menor, con el fin de acabar con la obsoleta diferenciación de familias legíti-
mas o ilegítimas, así como de hijos naturales o hijos legítimos”.
12
La presunción de gananciales que de conformidad con el artículo 148 del Código Civil rige
el ámbito patrimonial del matrimonio, precisamente encuentra sentido para evitar discusio-
nes subjetivas en torno al aporte de cada uno de los copartícipes; cualquiera que sea éste, las
ganancias son comunes de por mitad. La comunidad concubinaria consagrada en el artículo
767 eiusdem refleja exactamente la misma idea que inspira la comunidad conyugal en sus
artículos 148 y siguientes.
138 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
requiere probar que el trabajo ha contribuido al aumento del caudal co-
mún13. Por ende, son comunes de por mitad las ganancias o bienes habi-
dos en la comunidad concubinaria, al igual que sucede en la comunidad de
gananciales. Se indica la procedencia de la analogía de las normas co-
rrespondientes a la comunidad conyugal, por responder a la misma razón
y sentido14. En tal sentido, se pronunció la Sala Constitucional15.
Se señala como es natural la necesidad de declaratoria judicial de la unión
concubinaria16, toda vez, que a diferencia del matrimonio, se trata de una
situación de hecho que precisa control judicial17 a los fines de delimitar su
tiempo de vigencia18. Se indica que se requiere que el concubinato sea
declarado judicialmente por vía de acción merodeclarativa19, esto es por
13
Véase en este sentido: AMCSCMT3, Sent. 30-11-99, J.R.G., T. 159, pp. 25-27. Véase
también: TSJ/Cas., Sent. 15-11-00, J.R.G., T. 170, pp. 405 y 406, no se exige ahora probar
que el trabajo de la mujer fue fructífero o beneficioso como lo exigía alguna jurisprudencia
consolidada antes de la reforma parcial del Código Civil llevada a cabo en el año de 1982, no
sólo porque tal interpretación destruiría la presunción con que se quiso defender a la mujer
sino que además se colocaría en situación de inferioridad, de desigualdad frente al hombre,
cuyo trabajo se supone siempre más lucrativo (Ibíd., p. 406).
14
Véase en este sentido: López Herrera, Ob. Cit., p. 111; Bernard Mainar, Ob. Cit., pp. 128,
Se actúa con arreglo a las normas de la comunidad conyugal.
15
Véase infra N° 3.
16
Indica la decisión 1682 del 15-07-05 de la Sala Constitucional que veremos infra N° 3: “Se
trata de una situación fáctica que requiere de declaración judicial y que la califica el juez...”
17
Véase: Juzgado Superior Décimo en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscrip-
ción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, Sent. 12-7-06, Expediente N° 5.347, http:/
/falcon.tsj.gov.ve/decisiones/2006/julio/2147-12-5347-13.html “el concubinato es una situa-
ción fáctica o de hecho que –a diferencia del matrimonio– debe necesariamente ser probada
judicialmente, lo cual no ocurrió en el presente juicio”; Ramos Sojo, Situaciones de hecho...,
p. 376, indica que la posesión de estado no tiene valor en sí misma sino a través del control
judicial.
18
Véase sobre la prueba del mismo y la necesidad de declaratoria judicial: Domínguez
Guillén, Ob. Cit., pp. 221-224.
19
Véase: Sala de Juicio del Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente de la Circuns-
cripción Judicial del Estado Barinas, Sent. 23-7-03, Exp. Nº: C- 1784-02, http://
barinas.tsj.gov.ve/decisiones/2004/julio/818-23-C-1784-02-.html; Tribunal de Protección del
Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Apure, Sent. 15-12-05, Exp.
N° 12.433, http://apure.tsj.gov.ve/decisiones/2005/diciembre/443-15-12.433-.html; Juzgado
Tercero de Primera de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario, del Tránsito, Banca-
rio y Constitucional de la Circunscripción Judicial del Estado Trujillo, Sent. 8-6-07, Exp.
9256-05, http://trujillo.tsj.gov.ve/decisiones/2007/junio/1611-8-9256-05-.html
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 139
vía contenciosa20, para luego acceder a la reclamación de los correspon-
dientes efectos jurídicos entre los que ciertamente se podría ubicar la
acción de partición. Es decir, algunas decisiones apuntan que no se puede
acceder directamente a una acción de partición sin previa acción mero-
declarativa de concubinato21. No obstante una cosa es sostener la nece-
20
Esto es, por juicio contradictorio con las debidas garantías. No aplica una mera solicitud de
jurisdicción voluntaria. Véase a propósito de solicitud de únicos y universales herederos; Juz-
gado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción
Judicial del Estado Miranda, Sent. 22-6-05, Exp. 41.117, http://miranda.tsj.gov.ve/decisiones/
2005/junio/101-22-41.117-.html; Juzgado Quinto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y
del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, Sent. 19-9-07,
EXP Nº: St-11.251, http://falcon.tsj.gov.ve/decisiones/2007/septiembre/2120-17-S-11251-.html,
“A criterio de esta Juzgadora, la decisión judicial que declare la existencia de un concubinato
debe tener lugar a través de un juicio contradictorio que revista las debidas garantías, a fin de que
los terceros interesados por dicha situación fáctica ejerzan las defensas pertinentes. Y una vez
declarada judicialmente dicha unión de hecho estable, podrá pretender los correspondientes
efectos jurídicos entre los que vale citar ciertamente la vocación hereditaria. De tal suerte, que no
está dado al presunto concubino o concubina pretender los respectivos efectos derivados de la
sucesión del causante, sin haber previamente dilucidado en juicio contencioso su condición de
tal. El concubinato a diferencia del matrimonio es una situación de hecho que precisa ser
acreditada en juicio contradictorio”; Juzgado Superior Tercero en lo Civil, Mercantil y del
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Lara, Sent. 31-5-06, Asunto KP02-R-2006-
00273, http://lara.tsj.gov.ve/decisiones/2006/mayo/678-31-KP02-R-2006-000273-06-740.html;
Juzgado Quinto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas, Sent. 29-2-08, Exp. 11.732; http://falcon.tsj.gov.ve/
decisiones/2008/febrero/2120-29-S-11732-.html.
21
Véase en este sentido: TSJ/SCC, Sent. RC N° 176 del 13-03-06, http://www.tsj.gov.ve/
decisiones/scc/Marzo/RC-00176-130306-03701.htm, “La Sala observa, que en el caso que
nos ocupa se acumularon dos pretensiones en el libelo de demanda: la acción merodeclarativa
de reconocimiento de unión concubinaria y la de partición de bienes de la comunidad, que no
podían ser acumuladas en una misma demanda, pues es necesario que se establezca en primer
lugar judicialmente la existencia o no de la situación de hecho, esto es, la unión concubinaria;
y, una vez definitivamente firme esa decisión, es que podrían las partes solicitar la partición
de esa comunidad, de lo contrario el juez estaría incurriendo en un exceso de jurisdicción.
...Todas estas razones conducen a la Sala a casar de oficio y sin reenvío el fallo recurrido, ya
que las pretensiones acumuladas en el presente juicio, deben ser tramitadas por procedimien-
tos distintos; por otra parte, la declaración judicial definitivamente firme es requisito indis-
pensable para poder incoar la demanda de partición de comunidad concubinaria, pues ésta
constituye el documento fundamental que debe ser acompañado al libelo de demanda de la
referida partición, además es el título que demuestra su existencia”; Tribunal Supremo de
Justicia/SC, Sent. N° 682 del 29-4-05; TSJ/SC, Sent. Nº 3.584, del 6 de diciembre de 2005;
TSJ/SC, Sent. 2687 del 17-12-01; Juez del Tribunal de Primera Instancia en lo Civil, Mercan-
til, Agrario, del Tránsito y del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Amazonas,
Sent. 6-7-04, Expediente N° 03-5827, http:// www.tsj.gov.ve/tsj_regiones/decisiones/2004/
julio/337-6-03-5827-.html; Juzgado Superior Cuarto en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de
la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, Sent. 16-10-07, Exp. Nº
13.116, http://amazonas.tsj.gov.ve/decisiones/2007/octubre/2141-16-13116-.html; Juzgado
de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del
Estado Zulia, Sent. 1-10-07, Expediente Nºo. 30.523, http://falcon.tsj.gov.ve/decisiones/2007/
140 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
sidad de declaratoria judicial y otra distinta sería pretender formalidades
respecto de las uniones concubinarias, pues se trata de una situación de
hecho22, que nace y se extingue espontáneamente sin necesidad alguna
de registro23, notificación o procedimiento24.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 dis-
pone en su artículo 77:
Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, funda-
do en el libre consentimiento y en la igualdad absoluta de los
derechos y deberes de los cónyuges. Las uniones estables de
hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requi-
octubre/516-1-30523-987.html; Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercan-
til, Bancario y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, Sent. 07-12-04,
Exp. N° 42.541, http://carabobo.tsj.gov.ve/decisiones/2004/diciembre/722-7-42.541-512D-
071204.html; Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil y Menores del Estado Lara,
Sent. 3-4-07, Asunto KP02-R-2007-000205, http://lara.tsj.gov.ve/decisiones/2007/abril/650-
3-KP02-R-2007-000205-.html, “el tiempo de iniciación de esa unión estable y la de la termi-
nación de ésta tal como lo estableció la Sala Constitucional en la sentencia de interpretación
que del artículo 77 de la Constitución vigente ut supra transcrita; requisito éste que por ser
vinculante para los Tribunales de la República Bolivariana de Venezuela, obliga a este Juzga-
dor a establecer, que la pretensión de la parte apelante de que se declare heredera del difun-
to..., sin previamente haber obtenido por la vía jurisdiccional la declaratoria del concubinato
entre ella y el pretendido causante, es contraria al artículo 77 de la Constitución de la Repú-
blica Bolivariana de Venezuela...”.
22
Véase: Cornieles, Ob. Cit., p. 220, se trata de una situación “de hecho”, es decir, una
situación fáctica que genera efectos, por lo que no se debe exigir ningún acto jurídico o
formalidad para constituir una unión estable de hecho. Por ello debe evitarse someter su
constitución y disolución al cumplimiento de formalidades ante un funcionario público. En
todo caso, de considerarlo alguna ley debería ser facultativo y nunca obligatorio, porque se
podría probar por cualquier otro medio de prueba.
23
Indica Núñez y Núñez que equiparar en los efectos no supone igualar, porque al comparar
no sería posible considerarlo igual y pretender por ejemplo una suerte de matrimonio presun-
to que deba ser inscrito en el Registro del Estado Civil, se trata de ser equiparada en sus
efectos por su estabilidad y singularidad (Núñez y Núñez, Ob. Cit., p. 8). La equiparación no
puede tener acceso al Registro Civil porque sería identificarla con el matrimonio (Ibíd., p. 31).
24
Véase: Proyecto de Ley Orgánica del Registro Civil elaborado por el Consejo Nacio-
nal Electoral www.cne.gob.ve/documentos/pdf/
PROYECTO_DE_LEY_ORGÁNICA_DEL_REGISTRO_CIVIL_OCTUBRE_2007.pdf
(consultado en febrero 2008). Artículos 129 al 131. Este último artículo 131 indica en que
se registrara la declaratoria de disolución de las uniones estables de hecho en los siguien-
tes casos: “1. Manifestación de voluntad efectuada unilateral o conjuntamente por los
unidos ante el registrador civil; 2.- Manifestación de voluntad efectuada unilateral o
conjuntamente por los unidos ante Notario Público, la cual será inserta en el registro civil;
3.- Decisión judicial 4.- La muerte de uno de los unidos, por declaratoria del sobreviviente.
Parágrafo único: En los casos de disolución unilateral de las uniones estables de hecho se deberá
notificar al otro unido, quien deberá suscribirla para que surta sus efectos legales”.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 141
25
Destacado nuestro. En la legislación de Bolivia se observa una norma semejante “...Las
uniones libres o de hecho, que reúnan condiciones de estabilidad y singularidad y sean
mantenidas entre personas con capacidad legal para contraer enlace, producen efectos
similares a los del matrimonio en las relaciones personales y patrimoniales de los convivientes
y en lo que respecta a los hijos nacidos de ellas.” (CPE, 194) (Véase: www.geocities.com/
eqhd/concubinato.htm, consultada el 12-3-05).
26
Véase: Domínguez Guillén, Ob. Cit., pp. 229-238.
27
Véase: Juzgado Décimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, sentencia 24-06-04, Expediente
N° 26.759, Acción Merodeclarativa, indica a propósito del artículo 77 de la Constitución “A
criterio de este Juzgado, la norma transcrita no ha limitado ni especificado los efectos del
matrimonio que el concubinato produzca, y por ello no le es dado a este órgano jurisdiccional
interpretar restrictivamente dicha norma jurídica, como tampoco es procedente ese tipo de
interpretación cuando de derechos de los particulares se trata. Por esa razón, los efectos que
producirá el concubinato habrán de ser efectos personales y patrimoniales similares a los del
matrimonio, entre los cuales se encuentra la vocación hereditaria del cónyuge, y en este caso,
de la concubina”; Sala de Juicio del Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente de la
Circunscripción Judicial del estado Portuguesa, Sent. 21-9-04, Exp. N° 2343, http://
portuguesa.tsj.gov.ve/decisiones/2004/septiembre/1179-21-2343-.html (merodeclarativa de
concubinato); Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario, Tránsito
y del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Apure, Sent. 15-11-04, Exp. 4510,
http://apure.tsj.gov.ve/decisiones/2004/noviembre/446-15-4.510-.html (merodeclarativa de
concubinato); Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de
la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, Sent. 30-11-04, Exp. N° 24.681, http://
miranda.tsj.gov.ve/decisiones/2004/noviembre/101-30-24.681-.html, ” ...Si el concubinato
produce los mismos efectos que el matrimonio y el artículo 823 del Código Civil, que se aplica
por analogía al concubinato, establece que: “El matrimonio crea derechos sucesorios para el
cónyuge de la persona de cuya sucesión se trate. Estos derechos cesan con la separación de
cuerpos y de bienes, sea por mutuo consentimiento, sea contenciosa, salvo prueba, en ambos
casos, de reconciliación”, la primera carga que pesaba sobre la presunta concubina ciudada-
na..., fue acreditar la existencia de la relación concubinaria o al menos la presunción a su favor
establecida por el artículo 767 Código Civil, para que el tribunal pudiese juzgar, sin más, el
fondo de la controversia, relativo a la partición y venta de los derechos de la comunidad
concubinaria” (Partición amistosa de comunidad concubinaria: Declinatoria de competencia).
142 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
hecho estable la procedencia de la vocación hereditaria28 respecto del
concubino o concubina por aplicación de la citada norma constitucional.
Interpretación que posteriormente ratificó la Sala Constitucional en su
decisión 1682 del 15-7-0529. Por nuestra parte, sostuvimos entre los
efectos patrimoniales que podían considerarse en este sentido, entre
otros –además de la comunidad concubinaria–, la vocación heredi-
taria, la indemnización por daño moral y la obligación alimenta-
ria30. Entre los efectos personales, luego de pronunciarnos por la
dificultad de pretender igualdad entre los deberes y derechos matrimo-
niales dada la naturaleza espontánea del concubinato, nos referimos a la
patria potestad, la adopción y la fecundación artificial, sosteniendo la
procedencia de estas últimas en torno a las uniones concubinarias31. La
Reforma de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Ado-
lescentes32 consagró recientemente la procedencia de la adopción res-
pecto de las uniones estables de hecho33 como lo preveía el Proyecto
del Tribunal Supremo de Justicia34 y estableció el ejercicio conjunto o
compartido de la patria potestad en relación con tales uniones y respec-
to de la filiación extramatrimonial en todo caso35.
28
Véase artículo 823 del CC: “El matrimonio crea derechos sucesorios para el cónyuge de
la persona de cuya sucesión se trate. Estos derechos cesan con la separación de cuerpos y de
bienes sea por mutuo consentimiento, sea contenciosa, salvo prueba, en ambos casos de
reconciliación”.
29
Véase infra N° 3.
30
Véase: Domínguez Guillén, Ob. Cit., pp. 239-246.
31
Véase: Ibíd., pp. 239-246.
32
Gaceta Oficial Extraordinario Nº 5.859 del 10 de diciembre de 2007.
33
Véase artículo 411: “La adopción también puede ser conjunta o individual. La adopción
conjunta sólo puede ser solicitada por cónyuges no separados o separadas legalmente, y por
parejas conformadas por un hombre y una mujer, que mantengan una unión estable de hecho
que cumpla los requisitos establecidos en la Ley. La adopción individual puede ser solicitada
por cualquier persona con capacidad para adoptar, con independencia de su estado civil. Toda
adopción debe ser plena” (Destacado nuestro).
34
Véase: Proyecto de Reforma Procesal de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente. Caracas, Tribunal Supremo de Justicia, Sala de Casación Social, Magistrado
Juan Rafael Perdomo Coordinador de la Comisión Redactora, 2005, p. 54, señalaba en su
artículo 63 que se reforma el artículo 411 de la LOPNA en los siguientes términos: “La
adopción puede ser solicitada, en forma conjunta por cónyuges no separados legalmente y
por parejas conformadas por un hombre y una mujer que mantengan una unión
estable de hecho, que cumpla los requisitos previstos en la ley, y en forma individual por
cualquier persona con capacidad para adoptar, con independencia de su estado civil.” (Des-
tacado nuestro)
35
Véase artículos 349 y 350.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 143
36
Aun cuando posteriormente añade: “no existe una acción de separación de cuerpos del
concubinato y menos una de divorcio, por tratarse la ruptura de la unión de una situación de
hecho que puede ocurrir en cualquier momento en forma unilateral, los artículos 191 y 192 del
Código Civil resultan inaplicables, y así se declara; sin embargo, en los procesos tendientes a
que se reconozca el concubinato o la unión estable, se podrán dictar las medidas preventivas
necesarias para la preservación de los hijos y bienes comunes”
144 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
naria consagrada en el artículo 767 del CC aun cuando matizada, pues
extiende sus afectos a los terceros y no sólo a los herederos y las
partes 37; debido a la equiparación, que es posible en esta materia, se
regirá por las normas del régimen patrimonial-matrimonial, aun cuan-
do la Sala descarta la posibilidad de una suerte de capitulaciones 38; se
reconoce la vocación hereditaria (incluyendo el respeto a la legítima)39
37
Agrega la sentencia: “Al aparecer el artículo 77 constitucional, surgen cambios profundos
en el régimen concubinario del artículo 767 del Código Civil, ya que existiendo la unión estable
o permanente, no hay necesidad de presumir, legalmente, comunidad alguna, ya que ésta
existe de pleno derecho –si hay bienes– con respecto de lo adquirido, al igual que en el
matrimonio, durante el tiempo que duró la unión y, como comunidad, no es que surte efectos
legales entre ellos dos y entre sus respectivos herederos, o entre uno de ellos y los herederos
del otro, como lo contempla el artículo 767 del Código Civil, sino que, al igual que los bienes
a que se refiere el artículo 168 del Código Civil, los terceros que tengan acreencias contra la
comunidad podrán cobrarse de los bienes comunes, tal como lo pauta dicha norma. A ese fin,
si la unión estable o el concubinato no ha sido declarada judicialmente, los terceros pueden
tener interés que se reconozca mediante sentencia, para así cobrar sus acreencias de los bienes
comunes. Para ello tendrán que alegar y probar la comunidad, demandando a ambos concubinos
o sus herederos”.
38
“A juicio de esta Sala, ello es imposible, porque la esencia del concubinato o de la unión
estable no viene dada –como en el matrimonio– por un documento que crea el vínculo, como
lo es el acta de matrimonio, sino por la unión permanente (estable) entre el hombre y la mujer,
lo que requiere un transcurso de tiempo (que ponderará el juez), el cual es el que califica la
estabilidad de la unión; y siendo ello así, a priori no puede existir una declaración registrada de
las partes constitutivas de la unión, en el sentido de cómo manejarán los bienes que se
obtengan durante ella”.
39
“Como resultado de la equiparación reconocida en el artículo 77 constitucional, en cuanto
a los efectos y alcances de la unión estable (concubinato) con el matrimonio, la Sala interpreta
que entre los sujetos que la conforman, que ocupan rangos similares a los de los cónyuges,
existen derechos sucesorales a tenor de lo expresado en el artículo 823 del Código Civil,
siempre que el deceso de uno de ellos ocurra durante la existencia de la unión. Una vez haya
cesado, la situación es igual a la de los cónyuges separados de cuerpos o divorciados. Al
reconocerse a cada componente de la unión derechos sucesorales con relación al otro, el
sobreviviente o supérstite, al ocupar el puesto de un cónyuge, concurre con los otros herede-
ros según el orden de suceder señalado en el Código Civil (artículos 824 y 825) en materia de
sucesión ab intestato, conforme al artículo 807 del Código Civil, y habrá que respetársele su
legítima (artículo 883 del Código Civil) si existiere testamento. Igualmente, las causales de
indignidad que haya entre los concubinos, se aplicarán conforme al artículo 810 del Código
Civil”. Así los sostuvimos en: Domínguez Guillén, Ob. Cit., p. 233, “...La especialidad del
vínculo y el estrecho afecto que la ley presume une al de cujus con el heredero es el fundamen-
to que inspira la vocación hereditaria; es indudable que tales elementos llevan a sostener tal
vocación respecto de la concubina en la sucesión ab intestato o sin testamento” y especial-
mente nota 65, “Las interrogantes en esta materia deberán tener por norte las normas corres-
pondientes en materia de sucesión hereditaria. Y así por ejemplo, no podría el concubino en
vida desconocer por vía testamentaria la legítima que le correspondería a su concubina en
aplicación de los artículos 883 del Código Civil”.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 145
y una suerte de obligación de alimentos 40. Seguidamente, la Sala ad-
mite la posibilidad del “concubinato putativo” “que nace cuando uno
de ellos, de buena fe, desconoce la condición de casado del otro” y
pudiera proyectarse económicamente41. Así mismo, la Sala considera
nula la venta entre concubinos por aplicación del artículo 1.481 del CC42.
Al margen de las reacciones radicales de rechazo y algunas hasta de
precaria objetividad académica que han propiciado la citada sentencia43,
dictada con ocasión de un recurso de interpretación constitucional44, va-
40
“Ahora bien, equiparando a los concubinos o a los unidos a los cónyuges en lo compa-
tible entre estas figuras y el matrimonio, considera la Sala que mientras exista la unión, cada
uno podrá exigir alimentos al otro partícipe, a menos que carezca de recursos o bienes
propios para suministrarlos, caso en que podrá exigirlos a las personas señaladas en el
artículo 285 del Código Civil. Igualmente, en caso de declaración de ausencia de uno de los
miembros de la unión, la otra podrá obtener una pensión alimentaria conforme al artículo
427 del Código Civil”.
41
“A juicio de esta Sala, en estos supuestos funcionará con el concubino de buena fe, las
normas sobre el matrimonio putativo, aplicables a los bienes”.
42
“Esta ausencia de registro y, por tanto, de publicidad, que puede mantener al concubinato
oculto respecto a los terceros, plantea la pregunta de si es nula la venta entre los concubinos,
tal como lo establece el artículo 1.481 con respecto a los cónyuges.
A juicio de esta Sala, dados los efectos que se reconocen a la “unión estable”, sería una fuente
de fraude para los acreedores de cualquiera de los concubinos, aceptar que uno vendiera al
otro los bienes comunes documentados a su nombre o poseídos por él y, en consecuencia,
quien demuestre que la venta ha ocurrido entre ellos, puede invocar la existencia de la unión
y tratarlos como bienes comunes o, según los casos, pedir la nulidad del negocio.”
43
Véase: Barrios, Haydée y otros: Sala Constitucional y las uniones estables de hecho. Breve
análisis crítico de la sentencia dictada el 15 de julio de 2005 por la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, relativa a la interpretación del artículo 77 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela. En: VII Jornadas de la ¿¿¿Ley Orgánica para la
Protección del Niño y del Adolescente???. Homenaje a Margelys Guevara Velásquez y
Carmen Isolina Ford Alemán. Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 2006, pp. 181-
212, los autores concluyen: “Por tanto, según el criterio de la Sala podemos afirmar; EL
MATRIMONIO –como ejemplo de compromiso formal- HA MUERTO; VIVA LA UNIÓN
ESTABLE DE HECHO– que siendo informal, es el nuevo tipo de compromiso formal”
(Ibíd., p. 212, Destacado y mayúsculas originales); Carrillo Artiles, Carlos Luis: Desatinos y
aciertos de la sentencia de la Sala Constitucional que interpreta el artículo 77 de la Constitu-
ción de 1999, en torno al alcance y contenido de las uniones estables de hecho. En: Tendencias
actuales del Derecho Constitucional Homenaje a Jesús María Casal Montbrun. Caracas,
Universidad Central de Venezuela y Universidad Católica “Andrés Bello”, 2007, 611-632, el
autor indica que la decisión incurre en usurpación de funciones legislativas e invasión flagran-
te de la reserva legal, desnaturaliza la protección del matrimonio, incurre en la asunción de
realidades legales inexistentes, crea limitaciones a la libertad individual y erige invenciones
contradictorias al orden jurídico preestablecido (Ibíd., pp. 631 y 632).
44
Vale indicar que el alcance e implicaciones del recurso de interpretación constitucional
escapa al objeto del presente comentario. Sin embargo, un resumen de la polémica generada en
torno al mismo puede verse en: Torrealba Sánchez, Miguel Ángel: Manual de Contencioso
Administrativo (Parte General). Caracas, edit. Texto, 2006, pp. 537-544.
146 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
mos a comentar superficialmente ciertos aspectos que considera la refe-
rida decisión judicial en torno a los efectos o alcance del concubinato:
Nos mostramos plenamente de acuerdo, porque así inclusive tuvimos
oportunidad de indicarlo, con anterioridad a la decisión en comentarios,
que por aplicación del artículo 77 de la Carta Magna entre los efectos
patrimoniales extensibles al concubinato, además de la comunidad con-
cubinaria que es anterior a la Constitución de 1999, ciertamente se en-
cuentran la vocación hereditaria45, para el caso obviamente que la
muerte tenga lugar en la vigencia de la relación de hecho46. Es sin lugar
a dudas, a la par de la comunidad de bienes, el efecto patrimonial más
importante derivado de la unión marital.
El rechazo de cierto sector de la doctrina que conduce a sostener la impro-
cedencia de la equiparación de los efectos del concubinato al matrimonio, y
por ende la vocación hereditaria del concubinato, alegando; el carácter pro-
gramático de la norma constitucional47, la obligada espera de desarrollo
legislativo48, que una asimilación entre matrimonio y concubinato contraría
45
Véase Domínguez Guillén, Ob. Cit., pp. 232-236.
46
Obviamente si la muerte se produce bajo la vigencia del concubinato. Véase: Juzgado
Segundo de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del estado
Barinas, Sent. 13-3-07, Sol. Nº 07-2031, http://barinas.tsj.gov.ve/decisiones/2007/marzo/803-
14-Sol.Nº.07-2031-07-03-34.html “En este orden de ideas, cabe destacar que por vía
jurisprudencial y vinculante se reconocen en el concubinato derechos sucesorales a tenor del
Artículo 823 del Código Civil, siempre que el deceso ocurra durante la existencia de la unión
concubinaria que para ello se requiere de manera inpretermitible la existencia de una Declara-
ción Judicial, razón por la cual al no cursar en autos sentencia definitivamente firme, declarativa
de tal situación fáctica, es por lo que resulta forzoso para quien aquí decide, negar la admisión
de la presente solicitud; Y ASÍ DECIDE.”; Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil
y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Estado Barinas, Sent. 14-11-07, Exp. N° 07-
2149, http://barinas.tsj.gov.ve/decisiones/2007/noviembre/803-14-07-2149-06-11-07..html
47
Véase sosteniendo el carácter programático del artículo 77 de la Constitución: López
Herrera, Ob. Cit., p. 114.
48
Véase: Carrillo Artiles, Ob. Cit., pp. 612 y 613, el autor afirma que la remisión que hace el
artículo 77 de la Constitución sobre las uniones de hecho que cumplan con los requisitos de
ley, precisa de “una ley especial que a tal efecto dicte la Asamblea Nacional como órganos
federal legislativo”, y que tal ley no ha sido discutida, configurándose una tangible inercia
legislativa que daría lugar a una “acción por inconstitucionalidad por omisión legislativa del
órgano federal” por “silencio del legislador” de conformidad con el artículo 336, numeral 7 de
la Constitución. Al efecto, vale observar que si todas las normas constituciones precisaran de
una ley especial a los efectos de su aplicación, el superado carácter meramente programático
de las disposiciones de la Carta Magna haría nugatorio la aplicación efectiva de la Carta
Fundamental. De allí, que la citada posibilidad del numeral 7 del artículo 336 –podría ser
necesaria en casos excepcionales– y no en todas las normas constitucionales. Tal posibilidad
no es óbice para la aplicación inmediata de la Constitución.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 147
la voluntad de quienes no contraen matrimonio49, o bajo pretexto de la fra-
gilidad o impulso sexual transitorio50, no precisan de mayor análisis porque
la interpretación del citado artículo constitucional no deja margen o espacio
a los prejuicios, aun cuando se tiñan con criterios académicos. Ha sido
49
Véase: Barrios y otros, Ob. Cit., pp. 211 y 212, indican que: “Siendo así, la crisis del
instituto matrimonial no puede ser superada mediante su aniquilación y el reconocimiento a
ultranza de fenómenos sociales similares al matrimonio –como las uniones estables de hecho–
que surgen, precisamente, como consecuencia de dicha crisis... La interpretación que hace la
Sala Constitucional del artículo 77 de la Constitución termina siendo un contrasentido: un
hecho propio y característico de las uniones estables de hecho es que los convivientes, a
través de esa forma de relación buscan evitar la relación matrimonial y, sin embargo, a través
de la interpretación de la Sala esas mismas personas que no quieren esa realidad no sólo se ven
beneficiados por la estructura legal que la regula, sino que ésta les es impuesta con mayor
severidad y les deja un menor ámbito de libertad a su voluntad”. Caben hacer varias observa-
ciones a los comentarios anteriores: Al alegato que los concubinos buscan una realidad distin-
ta al matrimonio y no se verían beneficiados por su estructura legal, debe observarse que poco
importa la voluntad de quienes buscan o pretenden evitar los efectos del matrimonio median-
te el concubinato, porque la norma constitucional es “imperativa” y clara en cuanto a la
equiparación de los efectos de ambas instituciones. Equiparación que procede jurídicamente
al margen de la voluntad de las partes; tal voluntad sólo encuentra aplicación en materia de
Derecho de Familia en la medida que la propia ley lo permita y la Carta Fundamental de 1999
es clara sobre la asimilación de efectos entre matrimonio y concubinato, por lo que su
“estructura legal” tiene que ser interpretada a la luz del artículo 77 de la Constitución. Alegar
que no se puede equiparar ambas instituciones porque quien vive en concubinato pretende
excluir los efectos del matrimonio, no constituye un argumento de derecho, al que se le puede
rebatir que si no se desean los mismos efectos no debe mantenerse una relación sustancialmente
igual a aquél. Vale preguntarse, ¿es que antes de la Constitución de 1999 también era injusta
la procedencia de la comunidad concubinaria consagrada en el artículo 767 del CC? Por otra
parte, el concubinato es una situación de hecho sustancialmente similar al matrimonio que
surge espontáneamente y no mediante un acto jurídico como aquél, afirmar que su nacimiento
es producto de la crisis del matrimonio, además de no ser un argumento jurídico, se presenta
como una afirmación no demostrada en el ámbito extrajurídico.
50
Véase no obstante ser anterior a la sentencia en comentarios: González Fuenmayor, Ob.
Cit., p. 301, que indica: “El concubinato intenta reivindicarse hasta en lo idiomático y
adopta hoy, con mucha frecuencia, el rótulo de ‘unión libre’, e incluso se intenta equipararla
con el matrimonio legítimo, o sea, la situación de hecho con la de derecho. La seguridad y
estabilidad de una institución, cual es la del matrimonio, no pueden parangonarse jurídica-
mente con la versatilidad y fragilidad vincular que caracterizan a la unión libre. Fundada
ésta más en los impulsos sexuales transitorios que en la responsabilidad de permanente
convivencia y en la noble finalidad de crear una familia, su solidez no ofrece garantía alguna.
Darle al concubinato la misma categoría que al matrimonio, en relación a la personas con
capacidad para contraer legítimas nupcias, significaría la destrucción del principio en el cual
se basa la unión: la mutua asistencia y defensa de los cónyuges que consagra el matrimonio
frente a la espontánea constancia que brindan los compañeros o amantes. La inestabilidad
característica del concubinato hace difícil reconocer derechos que sólo subsisten mientras
que las partes viven en común y que desaparecen en el momento en que se separan por
libérrima decisión de cualquiera de ellas”. A lo anterior cabe observar, que en modo alguno
148 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
superado el carácter meramente programático de la Carta Magna51, de lo
contrario no se plantearía la existencia de normas inconstitucionales que
podrían ser desaplicadas por vía del control difuso de la constitucionali-
dad52. La Constitución constituye una norma superior de aplicación inme-
diata en torno a los efectos del concubinato53, pues reconoce a éste como
una institución con un fin sustancialmente semejante al matrimonio, como
indicó una decisión de instancia del Área Metropolitana de Caracas, con
anterioridad a la sentencia en comentario: “la jerarquía de la norma consti-
tucional, aunada a su condición de ley más reciente, derogan cualquier dis-
posición que colida con ella”54.
Hace más de sesenta años una sentencia de un Tribunal de La Habana
se pronunció en torno a la equiparación entre matrimonio y concubinato
a propósito del derecho a suceder, precisamente por aplicación de la
norma constitucional, cuya jerarquía ciertamente es superior: “La equi-
paración constitucional al matrimonio comprende, al considerarlos igua-
les sin identificarlos, todos los efectos sociales y económicos que el
primero produzca en tanto en cuanto se enmarquen y desenvuelvan dentro
de los deberes de asistencia y sucesión que con la protección a la fami-
el concepto jurídico de concubinato tiene que ver con simples “compañeros o amantes”.
Contrariamente, la estabilidad viene dada por su proyección sustancial de vivir como marido
y mujer, y en lo absoluto producto de impulsos sexuales transitorios que descartan per se la
idea de estabilidad del concubinato. La circunstancia de que el concubinato se extinga
unilateralmente sin precisar divorcio no es indicativo de fragilidad o estabilidad, sino de ser
una situación de hecho, porque una relación concubinaria bien podría ser más estable en
tiempo y circunstancias que numerosos matrimonios fugaces. Por otra parte, expresiones
como “legítimo” o “noble finalidad” para referirse al matrimonio por oposición al concubina-
to, denotan una proyección peyorativa superada inclusive con gran antelación al texto cons-
titucional, a saber, en la reforma del CC de 1982. Véase en sentido similar, pronunciándose en
contra del concubinato hace más de medio siglo: Moreno Mocholi, Miguel: El Concubinato.
Madrid, Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, Anuario de Derecho Civil, 1951, señala
radicalmente el autor que el concubinato en todas sus formas y circunstancias sin distingos
suponen la oposición y rechazo más concluyente a la sagrada institución del matrimonio,
revestida de excelsa dignidad (Ibíd., p. 23).
51
Véase: García de Enterría, Eduardo: La Constitución como Norma y el Tribunal Constitu-
cional. Madrid, edit. Civitas, 1994.
52
Véase artículo 20 del CPC y 334, 1er aparte de la Constitución.
53
Véase: Cornieles, Ob. Cit., pp. 213 y 214, la Sala Constitucional ha sostenido que la norma
del artículo 77 es de aplicación inmediata, superando la vieja tesis según la cual era imprescin-
dible el desarrollo legislativo de las disposiciones constitucionales en materia de familia para
que tuvieran vigencia efectiva.
54
Véase: Juzgado Décimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, sentencia 24-06-04, Expediente
N° 26.759.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 149
lia se quieren regular y garantizar; traduciéndose los beneficios econó-
micos a la mujer en la cuota hereditaria que a la viuda correspondería si
la extinción de la unión extramatrimonial ocurre por muerte y si por otro
motivo, por las reglas del Código relativas a la disolución de la sociedad
de gananciales que de hecho existe y que, si antes no era legal y fue
constantemente repudiada por la jurisprudencia, hoy ha asumido ese
carácter en mérito a la Constitución que no es más que una Ley de
grado superior a las demás”55.
La aplicación y vigencia de la Constitución reclaman su aplicación in-
mediata y de ello no escapa la norma del artículo 77. Sostener la nece-
sidad de desarrollo legislativo para la aplicación de la normativa
constitucional, dejaría en desamparo los derechos de rango constitucio-
nal, supeditándolos a la absoluta inercia del Legislador; siendo lo cierto,
que los derechos constitucionales de la persona, no sólo son de aplica-
ción inmediata, sino que el Legislador no puede limitar o restringir el
alcance de los mismos, so pena de “inconstitucionalidad”. Es la inter-
pretación que hemos considerado lógica para lograr la máxima protec-
ción de los derechos de la persona.
Se aprecia una decisión de instancia anterior a la sentencia en comenta-
rio que a la luz del artículo 77 de la Carta Magna indicó:
(...) En consecuencia, resulta obligante a los operadores de
justicia adelantarse a la labor legislativa que compete al Con-
greso Nacional para precisar grosso modo el alcance, con-
tenido e inteligencia sobre los posibles requisitos de ley de
los que habla nuestra Carta Magna para reconocer y en con-
secuencia amparar a la relación concubinaria de la misma
forma que se hace con la institución matrimonial, entendién-
dose en consecuencia cuando ésta sea la vinculación entre
un hombre y una mujer convivientes carente de impedimen-
tos para contraer legalmente matrimonio que se hayan recí-
procamente dispensado en forma estable, permanente y
notoria el trato de marido y mujer, entonces fortalecida y so-
lidificada por el cumplimiento voluntario y consciente de los
55
Véase: Núñez y Núñez, Ob. Cit., p. 21, cita sentencia de 5 de junio de 1943 por el Juzgado
de Primera Instancia del Sur de La Habana.
150 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
deberes y ejercicio de los derechos que la legislación vene-
zolana prevé para el matrimonio (...) 56.
Valdría reconocer que por más que no se esté de acuerdo con la equipa-
ración sustancial entre matrimonio y concubinato, la imperativa redac-
ción y sentido del artículo 77 de la Constitución, no deja mucho espacio
al desacuerdo. Se podrá criticar o rechazar dicha norma constitucional,
pero desconocer su obvia existencia, es casi pretender un papel supe-
rior al Constituyente57. Ni siquiera cabe el alegato de que se trata de
una norma injusta o inconstitucional dentro del texto de la Carta Magna
porque la consagración o equiparación jurídica responde a una justa
realidad sustancial. Finalmente, reiteramos que es improcedente soste-
ner la necesidad de desarrollo legislativo de tal norma, pues amén de
haberse superado el carácter netamente programático de las normas
constitucionales, la aplicación inmediata del dispositivo llevaría necesa-
riamente a calificar de “inconstitucional” cualquier texto normativo de
rango inferior que pretenda limitar en el futuro los alcances de la norma
constitucional, según tuvimos oportunidad de indicar con anterioridad a
la citada decisión de la Sala58.
De manera pues, que la equiparación en su esencia (mas no en su
forma) entre matrimonio y concubinato, en lo que sea por su naturale-
za asimilable es evidente y además con proyección y soporte constitu-
cional. La diferencia entre ambas instituciones no estaría –en la
actualidad– fundamentalmente orientada a sus efectos jurídicos (es-
pecialmente los patrimoniales), sino a su prueba. Pues en definitiva,
uno es una situación de derecho y otro una situación de hecho, y ésta
última precisa una prueba distinta al matrimonio que viene marcada
por el respectivo control judicial con las debidas garantías jurisdiccio-
nales. De allí que la sentencia en comentarios ratifique acertadamen-
te según se indicó, la necesidad de declaratoria judicial de la unión
concubinaria para acceder a reclamar los efectos correspondientes,
que son los que de seguida analiza la Sala.
56
Sala de Juicio del Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción
Judicial del Estado Barinas, Sent. 23-7-03, Exp. Nº: C- 1784-02, http://barinas.tsj.gov.ve/
decisiones/2004/julio/818-23-C-1784-02-.html
57
Es decir, el Juzgador o interprete podría no estar de acuerdo con la equiparación
sustancial entre matrimonio y concubinato que impone el artículo 77 de la Carta Mag-
na, pero no es quien para cuestionar su procedencia, vista la claridad e imperatividad de
la norma constitucional.
58
Véase: Domínguez Guillén, Ob. Cit., p. 247.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 151
También refiere la sentencia bajo análisis, la procedencia de la obli-
gación de alimentos entre concubinos, respecto de la cual igualmen-
te nos mostramos de acuerdo, como en efecto los indicamos con
anterioridad dentro de los efectos patrimoniales 59. Indicamos que en
el concubinato podía tener lugar el deber de socorro económico con-
sagrado en los artículos 139 y 286 del CC. Aun cuando señalamos que
“No obstante, en virtud de la naturaleza espontánea de la unión con-
cubinaria vemos difícil la aplicación de la obligación alimentaria, pues
la procedencia de ésta en caso de cónyuges precisa de la vigencia del
vínculo, pues en principio no existe obligación de alimentos entre ex
cónyuges 60 por lo que tampoco existiría entre ex concubinos 61. De allí
la dificultad de pretender judicialmente tal obligación en el concubina-
to pues éste se extingue por la sola voluntad de una de las partes, y la
vigencia del vínculo es requisito de procedencia de la pretensión de
alimentos” 62. Pero en todo caso, de reconocerse su vigencia sería pro-
cedente 63. La Sala acota que dicha reclamación de alimentos podría
tener lugar en caso de “ausencia” de conformidad con el artículo 427
del CC, porque dicha norma consagra la posibilidad del cónyuge del
ausente de obtener una pensión alimenticia.
59
Véase: Ibíd., pp. 236 y 237. Véase en el mismo sentido: Hernández de Sojo Bianco, Ob.
Cit., p. 708.
60
Salvo en el supuesto excepcional del ordinal 7° del artículo 185 del Código Civil, relativo
a la interdicción con causal de divorcio.
61
Véase: DFMSC8, Sent. 7-12-84, J.R.G., T. 88, pp. 145 y 146, señala la decisión que
nuestro régimen familiar vigente, ni el derogado contemplan la subsistencia de la obligación de
socorro después de disuelto el vínculo o declarado nulo el matrimonio. Agrega la decisión que
“si eso es en el caso de matrimonio disuelto, es dable presumir que en el caso de una unión de
hecho rota ninguno de los convivientes puede pretender que el otro deba socorrerlo económi-
camente”. (Ibíd., p. 146).
62
Por tratarse el concubinato de una situación de hecho, se hace necesaria su prueba en juicio
aunque ya se haya disuelto dicha comunidad, para pretender por ejemplo la existencia de una
comunidad concubinaria o la condición de heredero; en tales casos generalmente el reclamo del
actor procede ante la disolución de la pretendida comunidad concubinaria. La obligación de
alimentos per se supone una unión de hecho vigente pero igualmente el pretensor debe probar
su estado de concubino, a fin de cumplir con uno de los requisitos de la obligación alimentaria,
a saber, el vínculo entre solicitante y obligado.
63
Véase: Domínguez Guillén, Ob. Cit., p. 237, “Sin embargo, de darse el supuesto excepcio-
nal de mantenerse vigente un concubinato respecto del cual media una sentencia de contenido
alimentario, la misma deberá ser cumplida por aplicación de la equiparación de los efectos. El
presente efecto patrimonial, a diferencia de los anteriores, exige la vigencia o permanencia de
la relación concubinaria a los fines de la procedencia de la acción; esto hace inoperante el deber
de alimentos entre concubinos, pues como veremos los efectos patrimoniales suelen reclamarse
cuando ha cesado el cumplimiento de los deberes personales”.
152 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
64
Véase: Ibíd., pp. 239 y 240. “...pensamos que por la propia dinámica derivada de la
relación concubinaria que surge en forma espontánea y de la misma forma se extingue, es muy
difícil pretender una proyección jurídica de los deberes y derechos de contenido personal del
matrimonio al concubinato, especialmente en lo que respecta a la cesación. Así, el deber-
derecho de cohabitación y fidelidad no puede en modo alguno ser exigido judicialmente por el
concubino, porque precisamente el incumplimiento de tales deberes en el matrimonio simple-
mente da lugar a la correspondiente causal de divorcio de conformidad con el artículo 185,
ordinales 1 y 2 del Código Civil, a saber, adulterio y abandono, respectivamente. Mal puede
el concubino pretender una suerte de disolución judicial de su unión porque precisamente la
necesidad de la declaración judicial a falta de muerte es necesaria en la institución matrimonial
a través de la sentencia de divorcio. Contrariamente, el concubino no precisa de declaración
judicial para extinguir o culminar la relación, pues dado el carácter espontáneo de dicha “unión
de hecho” la misma –a diferencia del matrimonio– culminará como situación fáctica, por la
sola voluntad de una de las partes. Recordemos que estamos en presencia de una unión
espontánea y libre por esencia. La necesidad de acudir al órgano jurisdiccional será necesaria
a falta de acuerdo entre las partes a los fines de reclamar los efectos patrimoniales de la unión
y probar así el tiempo de duración de la misma. Obsérvese que la palabra “efectos” está
asociada a “consecuencias, es decir, a las circunstancias derivadas de una situación, precisa-
mente el concubinato surte sus efectos patrimoniales una vez probado judicialmente; en tanto
que los derechos-deberes del artículo 137 del Código Civil fluirán natural y espontáneamente
mientras la relación perdure sin necesidad de declaratoria judicial o de los interesados. Cuando
sea necesaria esta última, generalmente la relación concubinaria habrá cesado y se acudirá a
ella para reclamar los efectos patrimoniales.”
65
Funcionarán como una suerte de obligación natural que se cumple voluntariamente pero
que no es exigible judicialmente.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 153
parte de las relaciones sociales con la venia del concubino, pudiera
servir de elemento de posesión de estado 66 .
Por otra parte, vale indicar que no nos parece que se pretenda establecer
un tiempo límite mínimo que sea indicativo de la estabilidad la relación
concubinaria,67 porque según indicamos tal estabilidad no depende de un
número determinado de años, ya que el ordenamiento no impone un tiem-
po mínimo –a pesar de las referencias legislativas para casos particula-
res–, pues lo que simplemente se descartan son las relaciones que aunque
duraderas no supongan una comunidad de vida68. De allí que no se debe-
ría establecer limitaciones que la norma constitucional no impone; en el
matrimonio cualquiera que sea el tiempo de vigencia de éste, los bienes
habidos forman parte de la comunidad y lo mismo debe acontecer respec-
to de la relación concubinaria. El tiempo indicativo de los dos (2) años
referidos en función de una ley especial, ha de servir simplemente como
criterio orientador que en modo alguno constituye óbice para considerar
uniones estables con un tiempo de duración inferior a tal lapso.
Se aclara que ha de tratarse de la unión entre un solo hombre y una sola
mujer, para aludir a una relación monogámica como el matrimonio69, pues
acota la Sala que si la bigamia está prohibida debe descartarse la coexis-
tencia de relaciones en un mismo plano. Esto es, la vigencia simultánea
de varios concubinatos ubicados sustancialmente en el mismo nivel, a lo
que debe aclararse que la infidelidad no impide en modo alguno la exis-
66
Véase: Ibíd., p. 241, “Por la propia dinámica de la “situación” de hecho concubinaria que
precisa de ser probada judicialmente en cuanto a su tiempo de duración y que generalmente
se acude a ello una vez culminada la misma a falta de acuerdo entre las partes, no vemos
tampoco predicable respecto de la concubina la utilización del apellido de la mujer casada que
establece el artículo 137 de Código Civil por lo menos en lo que respecta al cambio formal ante
el Servicio Nacional de Identificación. Sin embargo, la posibilidad de usar el apellido del
concubino como parte de sus relaciones sociales y no a nivel de negocios jurídicos, si tuviere
lugar con la venia del concubino, podría servir como elemento indicativo de la correspondien-
te posesión de estado.”
67
Alegando el artículo 33 de la Ley de Seguridad Social. Véase referencia en este sentido en
leyes especiales en: Ramos Sojo, La situación de las parejas..., p. 223.
68
Véase: Hernández de Sojo Bianco, Ob. Cit., p. 703, refiere que no establece el legislador un
lapso de duración de esa unión pero se descartan relaciones casuales.
69
Véase: Domínguez Guillén, Ob. Cit., 218, “Y como es obvio, adicionalmente, ha de ser una
relación monogámica, a saber, entre un “solo” hombre y una “sola” mujer”.
154 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
tencia de la relación concubinaria como tampoco afecta al matrimonio70,
salvo que en este último constituye causal de divorcio, al configurarse el
adulterio71. El concubinato –según veremos72– supone la unión de perso-
nas de diverso sexo, por lo que se excluyen relaciones homosexuales73.
La Sala deja claro según se indicó que el concubinato supone la unión
entre “un hombre y una mujer” siendo necesario que ninguno de ellos
esté casado pero luego someramente admite la posibilidad de “concubi-
nato putativo”. Es decir, que surta efectos para el concubino de buena
fe. Realmente tal excepción rompe con el concepto y sentido tradicio-
nal del concubinato, que excluye el estado civil de “casado”, pues la
situación era resuelta por vía de la comunidad ordinaria sin desvirtuar o
desnaturalizar la esencia de la unión de hecho74. Especialmente porque
la norma constitucional es clara en remitir al cumplimiento de los requi-
sitos de ley, de los cuales por aplicación del artículo 767 del CC, se
descarta el matrimonio de uno de los convivientes. A pesar de que se
pudiera considerar injusta dicha exigencia y así lo reseñara hace más de
una década Bocaranda Espinoza, a ello se le adicionan los inconvenien-
tes jurídicos y prácticos que supondría la simultánea aplicación de un
régimen matrimonial y otro concubinario a la hora de una eventual par-
70
Véase Sala de Juicio del Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente de la Circuns-
cripción Judicial del Estado Barinas, Sent. 23-7-03, Exp. Nº: C- 1784-02, http://
barinas.tsj.gov.ve/decisiones/2004/julio/818-23-C-1784-02-.html “...dejando sentado quien
aquí sentencia que acoge parcialmente los criterios de permanencia y estabilidad, que ante-
riormente se citaron de la obra del autor patrio JUAN JOSÉ BOCARANDA mas no el
criterio absoluto señalado como tercera característica para reconocer y declarar al concubina-
to, esto es, el de la singularidad equivalente a mutua exclusividad sexual, de manera destacada
la masculina por resultar cotidianamente en nuestra cultura muy cuestionada en la propia
institución matrimonial, razón por la cual considera quien aquí sentencia que la inclusión de
tal característica-requisito configura en realidad un débito conyugal en la institución matrimo-
nial cuyo incumplimiento deviene en causal para la solicitud de la disolución del vínculo y no
para el reconocimiento de su existencia jurídica lo que ASÍ DEJA POR SENTADO”.
71
Véase artículo 185, ord. 1° CC.
72
Véase infra N° 4.
73
Véase: Domínguez Guillén, Ob. Cit., p. 218, “De tal suerte, que en función de la normativa
civil y constitucional no es procedente la extensión del concepto de uniones de hecho estables
o concubinarias a relaciones entre personas del mismo sexo”.
74
Véase: Ibíd., pp. 220 y 221.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 155
tición75. Se ha indicado así que la circunstancia de que uno de los miem-
bros de la unión de hecho esté casado76, desvirtúa la posibilidad de una
comunidad concubinaria, pero no es óbice para la existencia de una
comunidad ordinaria77, pues constituiría una suerte de enriquecimiento
sin causa aprovecharse del esfuerzo personal y económico de alguien al
margen de su estado civil o su orientación sexual, según veremos al
analizar la decisión 190 del 28-2-08 de la misma Sala78.
Así mismo, la Sala descarta la posibilidad de una suerte de capitulacio-
nes en el concubinato pero admite la nulidad de la venta entre concubi-
nos. Por nuestra parte, no vemos óbice como indicáramos en su momento
sobre la posibilidad de una suerte de acuerdo que tenga exclusiva vali-
dez entre las partes, dada la ausencia de registro de las uniones de
hecho, que tengan por objeto regular el régimen patrimonial como nece-
saria manifestación del principio de la autonomía de la voluntad79. En
cuanto a la prohibición de compraventa entre concubinos –que sos-
tiene la Sala– por extensión de la prohibición del artículo 1.481 del CC,
relativa a los cónyuges, se le objeta el carácter taxativo de las incapaci-
dades80, pues constituye una regla en materia de incapacidad la impro-
cedencia de la analogía. Sin embargo, sería difícil o al menos
inconsecuente consagrar los mismos efectos entre matrimonio y concu-
binato y no considerar las mismas excepciones, por lo que cabría con-
75
Vale indicar que Juan José Bocaranda Espinosa en su citado trabajo de ascenso a la
categoría de asistente titulado, La Comunidad Concubinaria, Aspectos Sustantivos y
Procedimentales, sostenía la posibilidad de la existencia de la comunidad concubinaria no
obstante el estado de casado de alguno de los convivientes, y al efecto distinguía cinco (5)
hipótesis posibles; señalaba que en casos de interferencia extramatrimonial el Juez debe
buscar una solución de equidad. (Ibíd., pp. 39 y 40). En la defensa pública de dicho trabajo en
1995 sostuvo la posible procedencia de la comunidad concubinaria no obstante el estado civil
de casado. Estuvimos presente en tal defensa pública, y es de indicar que la objeción funda-
mental de la mayoría del Jurado (Levis Ignacio Zerpa y César Ramos Sojo) no sólo se
orientaba a tal planteamiento sino en especial a la imposibilidad de explicar cómo procedería
en tales supuestos una posible partición. Véase también reseñando la contradicción que
supondría dos titulares similares: Carrillo Artiles, Ob. Cit., pp. 629 y 630.
76
Creemos que al margen del desconocimiento de tal circunstancia, es decir, de la buena fe
respecto de una de las partes.
77
Véase: Domínguez Guillén, Ob. Cit., pp. 230 y 231.
78
Véase infra N° 4.
79
Véase: Ibíd., p. 238 incluyendo nota 85, se cita también opinión de González Fernández,
Ob. Cit., pp. 233-235. Véase más recientemente, en sentido semejante: Carrillo Artiles, Ob.
Cit., pp. 628 y 629.
80
Barrios y otros, Ob. Cit., p. 209.
156 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
cluir que la disposición del Constituyente no constituye analogía81, pero
tal planteamiento debería llevar a admitir una suerte de capitulaciones
concubinarias (mutatis mutandi) 82, porque una equiparación con el
matrimonio debería operar en la medida de los mayores efectos que
sean predicables. Por su parte, a todo evento y al margen de ser discu-
tible, la invalidez de la venta entre concubinos precisaría de una decla-
ratoria judicial83 de concubinato que evidencia que tal negocio jurídico
tuvo lugar durante el tiempo de vigencia de éste.
Creemos que la norma del artículo 77 es clara en la extensión de los
efectos del matrimonio al concubinato; tanto así que cierto sector de la
doctrina y la jurisprudencia habían referido algunos efectos como la
vocación hereditaria con anterioridad la decisión en comentarios, por-
que ya ha sido superado el carácter meramente programático de las
normas constitucionales. De hecho buena parte de la interpretación de
la Sala, era a nuestro criterio vinculante antes de dicha sentencia, por-
que “la nueva Carta Magna extiende los efectos del matrimonio al con-
cubinato, sin necesidad de desarrollo legislativo, pues cualquier normativa
que pretenda en lo sucesivo restringir el mandato constitucional estaría
viciada de inconstitucionalidad”84. De tal suerte, que a nuestro criterio,
la sentencia, al margen de cualquier impropiedad de la cual no escapa
ninguna obra humana ni jurídica, tiene el mérito de delinear la extensión
de algunos efectos (especialmente los patrimoniales) del matrimonio al
concubinato. Resulta positivo dejar clara la procedencia de la vocación
hereditaria en el concubinato por constituir uno de los efectos patrimo-
81
Es decir, aplicar la misma consecuencia jurídica a un supuesto no previsto por el Legislador.
82
Cambiando lo que pueda cambiarse, en función de la naturaleza de la institución. Por
ejemplo, las capitulaciones matrimoniales necesariamente son previas al matrimonio; por su
parte, el nacimiento espontáneo de la relación de hecho haría difícil pensar en la realización
previa de una suerte de capitulaciones, pero bien podría tener lugar durante la vigencia de la
relación concubinaria, la posible realización de acuerdos patrimoniales dentro de la autonomía
de la voluntad y el orden público, que tuvieran exclusiva validez entre las partes dada la
ausencia de Registro. Es decir, se trata de asumir los mismos efectos, en la medida que pueda
cambiarse o asimilarse, porque lo contrario supondría tratamiento y efectos diferentes que
irían en contra de una equiparación sustancial entre matrimonio y concubinato.
83
Según reiteradamente se ha indicado.
84
Véase: Domínguez Guillén, Ob. Cit., p. 247, y concluimos; “La Constitución refleja una
justa realidad y es que quienes unen su vida y sus esfuerzos con un fin común en las mismas
condiciones sustanciales que los cónyuges merecen el mismo tratamiento por parte del
orden jurídico”.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 157
niales más importantes en juego85. No está de más la labor de la Sala,
considerando que algunos sostienen la necesidad de texto legislativo
para concluir lo obvio, es decir, la equiparación sustancial entre matri-
monio y concubinato. Finalmente, las críticas a dicha sentencia, olvidan
que la Sala simplemente enumeró lo que a su criterio son algunos efec-
tos comunes entre matrimonio y concubinato, por expresa disposición
del artículo 77 de la Constitución. Pero “ciertos” efectos (como la vo-
cación hereditaria), no son tales por obra y gracia de la sentencia, sino
por obvio imperativo constitucional.
4 LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO SEGÚN LA
DECISIÓN 190 DEL 28-02-08 DE LA SALA
CONSTITUCIONAL (IGUALDAD VS UNIONES DE
HECHO HOMOSEXUALES)
En relación con la solicitud de interpretación planteada, el solicitante
realizó varios señalamientos que giran en torno a la orientación sexual
como elemento de discriminación de la persona y el severo e infundado
rechazo social que –a su decir– se produce en contra de las personas
homosexuales; que no pueden ejercer libremente las actividades pro-
pias de su condición como la convivencia con una pareja del mismo
sexo (situación difícil de explicar en función de la no discriminación, si
tiene lugar la estabilidad, el tiempo y el afecto mutuo); que la unión de
hecho homosexual no disfruta de efectos patrimoniales; que la discrimi-
nación por orientación sexual es contraria a los instrumentos internacio-
nales; que el artículo 77 de la Constitución (que alude a hombre y mujer)
colide con el principio constitucional de la no discriminación consagrado
en el artículo 21 eiusdem, y finalmente pide que se defina: “...el ámbito
de aplicación de esa interpretación específicamente la posibilidad de
reconocer jurídicamente las relaciones de pareja entre personas del mismo
sexo y sus consecuentes efectos patrimoniales”86.
85
Véase: Derechos sucesorales de los concubinos. Consulta N° 26.037 del 15-02-06,
a r a n c e l . s e n i a t . g o v. v e / . . . / S u c e s i o n e s _ y _ D o n a c i o n e s / 2 6 0 3 7 _ _ 1 5 - 0 2 -
06__Derechos_sucesorales_concubinos.pdf, se indica que “a criterio de esta Gerencia el
referido fallo emanado de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia es vinculante
y por lo tanto debe reconocerse los derechos sucesorales de los concubinos en los términos
y alcance de la sentencia...”.
86
Destacado de la Sala.
158 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
Luego de explanar los alegatos de las partes intervinientes y la opinión
de la Defensoría del Pueblo, la Sala, en su aparte IV, desarrolló la moti-
vación para decidir, señalando que: 1.- En relación con la interpretación
del artículo 21, cardinal 1 de la Constitución (que prevé que no se per-
mitirán discriminaciones fundadas en la raza, sexo, credo, condición social
o que tengan por objeto menoscabar la igualdad de los derechos de toda
persona) la jurisprudencia de la Sala se ha pronunciado sobre el alcance
y contenido del principio de igualdad, como trato igual para iguales y
trato desigual para quienes se encuentren en situación de desigualdad,
por lo que es constitucionalmente prohibido el trato desigual frente a
situaciones idénticas87. Dentro de la prohibición de discriminación, cier-
tamente –a criterio de la Sala– se encuentra la orientación sexual.
2.- En relación a la colisión del citado artículo con el 77 de la Constitu-
ción porque éste otorga a las uniones de hecho entre hombre y mujer los
mismos efectos que el matrimonio, pero no así a las uniones homosexua-
les, se indicó que dicha norma recoge dos preceptos: una protección
reforzada de la institución matrimonial entre un hombre y una mujer
(relación monogámica entre personas de distinto sexo) y equipara jurí-
dicamente las uniones estables entre un hombre y una mujer al matri-
monio, siempre que cumplan los requisitos de ley. La incorporación de
esto último respondió a una realidad social a favor del concubinato re-
conocida desde el Código Civil de 1942; se cita la decisión 1682 del 15-
07-08 sobre el alcance y efectos de las uniones de hecho entre un hombre
y una mujer que cumpla requisitos de ley; se cita el Diario de Debates
de la Asamblea Nacional Constituyente, donde expresamente no obs-
tante la discusión se optó por la redacción actual relativa a “hombre y
mujer”, lo que evidencia una escogencia deliberada del Constituyente,
que optó por una protección reforzada a una institución jurídica concre-
ta como es el matrimonio entre hombre y mujer y su equiparación igual-
mente entre uniones entre hombre y mujer, como base del nuevo orden
jurídico. Dicha protección reforzada –a criterio de la Sala– ni implica un
trato discriminatorio respecto de las uniones de hecho entre personas
del mismo sexo, pues la equiparación entre matrimonio y concubinato
(entre hombre y mujer) busca “igualar jurídicamente dos situaciones
sustancialmente similares aunque formalmente distintas”, por lo que no
cabe la concepción de que en el trato desigual a situaciones jurídica-
87
Cita decisiones N° 536 de 08-06-00 y 1197 de 17-10-00.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 159
mente también desiguales, exista colisión constitucional ni discrimina-
ción alguna88. Por ende, en criterio de la Sala, la protección reforzada
de matrimonio a personas de distinto sexo es extensible a uniones de
hecho con una asimilación sustancial –bajo pena de violación de la igual-
dad– es decir, uniones de hecho estables entre un hombre y una mujer.
En consecuencia, “mal podría pretenderse la equiparación de uniones
estables entre personas de un mismo sexo respecto del matrimonio en-
tre un hombre y una mujer, cuando la Constitución no incluyó al matri-
monio entre personas del mismo sexo en los términos del artículo 77 de
su texto”. Finalmente, la Sala destaca que la norma constitucional no
prohíbe ni condena las uniones de hecho entre personas del mismo sexo
como expresión del libre desenvolvimiento de la personalidad, simple-
mente no le otorga la protección reforzada lo que ciertamente no cons-
tituye un acto discriminatorio en razón de la orientación sexual. De hecho,
el disfrute de los derechos económicos es posible en casos de uniones
entre personas del mismo sexo no a través de la comunidad concubina-
ria (por no cumplir con el mismo requisito) pero sí a través de la comu-
nidad ordinaria en los términos que la legislación civil lo permite. Como
acontece igualmente respecto de otras uniones de hecho que no cum-
plan lo requisitos de ley como las adulterinas, pues nada obsta para que
dos personas al margen del sexo realicen un aporte de bienes y esfuer-
zos al logro de un fin común, pues lo contrario ciertamente conllevaría a
situaciones injustas que rozarían el límite del enriquecimiento sin causa
si se han unido esfuerzos personales y económicos en una comunidad.
De allí que finalmente concluye la Sala en su decisión que de conformi-
dad con el artículo 21 de la Carta Magna no es posible dentro del marco
constitucional venezolano, la discriminación en razón de la orientación
sexual y declara que el artículo 21, numeral 1° de la Constitución no
con colide con el 77 eiusdem. La decisión presenta un voto salvado89
que refiere que más que determinar si las parejas homosexuales pueden
alcanzar los mismos efectos que el matrimonio, la mayoría sentenciado-
ra debió centrarse en los alcances que la Constitución podía ofrecer a
los tipos de familia que no respondan a los patrones tradicionales y de-
88
Ratifica la Sala que la igualdad supone trato igual a quien está en situación de igualdad según
veredicto N° 989 de 13-5-02 de la propia Sala, reiterado en sentencia N° 2121 del 06-09-03,
“la igualdad como diferenciación toma en cuenta las diferencias que existen entre hechos
aparentemente similares...”.
89
Por parte de la Magistrada Carmen Zuleta de Merchán.
160 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
bió situarse en el período de transición normativa y cultural de la Cons-
titución, resultando impropio la remisión a la comunidad ordinaria, pues
ello no parte de la institución social familiar90.
En sentido semejante se pronunció la Corte colombiana hace más de
una década: “En su Sentencia C-098/96, del 15 de abril de 1996, la Cor-
te Constitucional de Colombia señaló que en las uniones maritales hete-
rosexuales están presentes algunos elementos que no lo están en las
homosexuales, los cuales son suficientes para tenerlas como supuestos
distintos. En este sentido, las uniones maritales de hecho de carácter
heterosexual, en cuanto conforman una familia son tomadas en cuenta
por la ley con el objeto de garantizar su “protección integral” y, en espe-
cial, que “la mujer y el hombre” tengan iguales derechos y deberes (Cons-
titución Política de Colombia, arts. 42 y 43), lo que como objeto necesario
de protección no se da en las parejas homosexuales. La debilidad de la
compañera permanente se encuentra en el origen de las disposiciones
constitucionales y legales citadas y, en consecuencia, el contexto de
desprotección identificado no era otro que el de las parejas heterosexua-
les. En suma, la Corte considera que son varios los factores de orden
social y jurídico, tenidos en cuenta por el Constituyente, los que han
incidido en la decisión legislativa, y no simplemente la mera considera-
ción de la comunidad de vida entre los miembros de la pareja, más aún
si se piensa que aquélla puede encontrarse en parejas y grupos sociales
muy diversos, de dos o de varios miembros, unidos o no por lazos sexua-
les o afectivos y no por ello el legislador se encuentra obligado a reco-
nocer siempre la existencia de un régimen patrimonial análogo al
establecido en las normas objeto de impugnación. Para la Corte, la po-
sición asumida por el legislador podría ser objeto de un examen de cons-
titucionalidad más detenido y riguroso, si se advirtiera un propósito de
lesionar a los homosexuales o si de la aplicación de la ley pudiera espe-
rarse un impacto negativo en su contra. Sin embargo, el fin de la ley se
circunscribió a proteger las uniones maritales heterosexuales sin perju-
90
Concluye que hubiese sido mucho más enriquecedor si la disentida se hubiese dedicado a
plantear las implicaciones éticas del reconocimiento de parejas del mismo sexo que exigen
respuestas jurídicas (régimen patrimonial, interdicción, constitución de hogar, adquisición de
nacionalidad, adopción, derechos sucesorales, visitas penitenciarias, etc.). Agrega: “En fin,
este voto disidente responde a una exigencia ética y pedagógica, cual es la de develar los temas
prohibidos de la sociedad civil que empañan el desarrollo del proyecto constitucional liberta-
rio, pluralista y sobre todo incluyente...”.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 161
dicar las restantes y sin que estas últimas sufrieran detrimento o que-
branto alguno”91.
Vale preguntarse entonces: ¿La equiparación jurídica de rango constitu-
cional en cuanto a efectos entre matrimonio y unión de hecho estable
entre hombre y mujer, es extensible a las uniones homosexuales?, o lo
que es lo mismo desde el punto de la interpretación planteada ¿La no
extensión de los efectos del artículo 77 de la Constitución a las uniones
de hecho homosexuales constituye una violación del principio de igual-
dad y no discriminación?
En la concepción tradicional de nuestro actual sistema de Derecho,
que protege el matrimonio como institución de orden público, sustraída
del principio de la autonomía de la voluntad, con miras a formar una
familia, el matrimonio ciertamente –a diferencia de otras legislacio-
nes–, debe tener lugar– al menos todavía– entre un solo hombre y
una sola mujer 92. Y como el concubinato responde a la misma esen-
cia que el matrimonio93, la norma constitucional del artículo 77 es cla-
ra en precisar – para no dejar lugar a dudas– que debía tratarse
igualmente de una unión de hecho estable entre “un hombre y una
mujer”, dada la remisión al cumplimiento de los requisitos de ley94. Se
ha indicado la necesidad de la diversidad de sexos en este sentido95.
91
Los derechos fundamentales de las personas con diversa orientación sexual
en la jurisprudencia constitucional de Colombia, Comisión Andina de Juristas, http://
www.cajpe.org.pe/rij/bases/juris-nac/orientac.htm Se indica que a consideración del solicitan-
te “la norma violaba el principio de igualdad al no extender a las uniones homosexuales el
régimen patrimonial de las uniones maritales de hecho, no obstante que en aquéllas también se
da una comunidad de vida y sus miembros concurren a la formación de un patrimonio con base
en su trabajo, ayuda y socorro mutuos. La interrogante a responder era, en consecuencia, si la
referida omisión legislativa resultaba inconstitucional”.
92
Véase artículo 44 del CC: “El matrimonio no puede contraerse sino entre un solo hombre
y una sola mujer...”..
93
Véase supra N° 3.
94
Entre los que bien puede ubicarse que se trate de una relación monogámica, a saber, entre
un solo hombre y una sola mujer, y que ninguno de éstos esté casado.
95
Véase en este sentido: Morales, Ob. Cit., p. 138, si bien en otros países se aprecia el
concubinato homosexual generador de efectos jurídicos, “entre nosotros el Constituyente
puso punto final a este debate al imponer la heterosexualidad en las uniones estables de
hecho... cerrando las puertas, por los momentos, a la posibilidad de uniones entre personas
del mismo sexo”; Rafalli A., Ob. Cit., p. 359, “que se trate de parejas heterosexuales, pues se
refiere exclusivamente a las uniones entre un hombre y una mujer”: Domínguez Guillén, Ob.
Cit., p. 218, “De tal suerte, que en función de la normativa civil y constitucional no es
procedente la extensión del concepto de uniones de hecho estables o concubinarias a relacio-
nes entre personas del mismo sexo”..
162 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
96
Y prueba de ello es el voto salvado de la decisión en comentarios.
97
Véase supra N° 3.
98
Véase artículos 44 y 767 del Código Civil.
99
Véase artículo 77 de la Constitución.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 163
lo desigual, lo que es lo mismo, se debe tratar igual sólo lo igual100, y
ciertamente “el género” si bien puede no ser importante para múltiples
relaciones jurídicas, sí lo continúa siendo en nuestro Derecho para insti-
tuciones como el matrimonio, y por consecuencia el concubinato.
Al efecto, indicamos: “Sin embargo, debe reconocerse que no obstante
la igualdad imperante en nuestro sistema el sexo es un elemento dife-
renciador que divide a los seres en dos grandes grupos: mujeres y hom-
bres, distinguiendo así entre el género femenino y el masculino,
respectivamente. En ocasiones la pertenencia al sexo es fundamental y
la ley le concede relevantes efectos jurídicos, así por ejemplo, en nues-
tro sistema el matrimonio debe tener lugar entre un hombre y una mujer,
y la transgresión del requisito de la diversidad de sexos, vicia el matri-
monio de nulidad absoluta”101. La asimilación constitucional entre ma-
trimonio y concubinato con expresa distinción e hincapié de que se trate
de uniones estables de hecho “entre un hombre y una mujer” y que
además “cumplan los requisitos de ley”, donde la doctrina ubica la ne-
cesidad de una relación heterosexual102, permite concluir que el concu-
binato en nuestro derecho vigente no puede tener lugar respecto de
relaciones de hecho homosexuales. Porque no obstante la igualdad y la
no discriminación, respecto de ciertas instituciones jurídicas (como el
matrimonio y el concubinato) la diversidad de sexo continúa siendo ne-
cesaria e importante.
Lo indicado llevó a la Sala a concluir que no existía colisión entre los
artículos referidos 103 y que ello no era óbice para la procedencia de
una comunidad ordinaria entre personas del mismo sexo, o hetero-
100
Véase: Domínguez Guillén, María Candelaria: Ensayos sobre capacidad y otros temas
de Derecho Civil. Colección Nuevos Autores N° 1. Caracas, Tribunal Supremo de Justicia,
2ª edic., 2006, p. 568, se indica que como advierte Del Vecchio –citado por Castán Tobeñas–
la expresión “todos los ciudadanos son iguales ante la ley”, tiene un valor limitado, admi-
tida la igualdad fundamental, deben admitirse diferencias fundadas en los individuos que la
ley debe reconocer...”.
101
Domínguez Guillén, María Candelaria: El Estado Civil. En: Libro Homenaje a José Luis
Aguilar Gorrondona. Colección Libros Homenaje N° 5. Caracas, Tribunal Supremo de Justi-
cia, 2002, Tomo I, p. 379.
102
Véase supra N° 2.
103
La otra opción posible sería haberse planteado la inconstitucionalidad de una norma en el
texto de la Constitución por contrariar un principio constitucional como sería la igualdad,
pero la consecuencia es la misma: dicha norma atiende a la concepción actual que rodea el
matrimonio y el concubinato, concebido entre un solo hombre y una sola mujer.
164 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
sexuales que no sean equiparables al matrimonio, porque lo contrario
rozaría el límite del enriquecimiento sin causa. La posibilidad de recla-
mar una indemnización en las uniones que no reúnan los requisitos de
ley, tiene su apoyo a decir de una decisión judicial en la prohibición de
enriquecimiento sin causa 104. Es decir, es la solución jurídica para lle-
gar al mismo efecto práctico de disfrutar de una comunidad de bienes
en las uniones de hecho estables dentro del marco de nuestro ordena-
miento vigente sin violentar la noción de concubinato105. Comunidad
cuya partición quedaría sometida a semejantes vicisitudes jurídicas y
sentimentales que una comunidad producto de unión heterosexual 106.
104
Véase: Ramos Sojo, La situación de las parejas no casadas..., p. 227, cita sentencia que
distingue a propósito del concubinato si uno o ambos están casados y señala que si el
reclamante no está amparado por la presunción del artículo 767 del CC podrá sin embargo
probar que contribuyó en la producción del patrimonio, basado en el principio general de
que una persona no puede enriquecerse sin justa causa en perjuicio de otra; la reclamación
no se basaría propiamente en la comunidad de hecho sino en la indemnización que da lugar
al enriquecimiento injusto de conformidad con el artículo 1184 eiusdem (Véase: Juzgado
Superior Octavo de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda,
Sentencia 7-12-84, Jurisprudencia Ramírez y Garay, Tomo LXXXVIII, pp. 141-146, es-
pecialmente la página 145).
105
Véase: Domínguez Guillén, Las uniones ..., pp. 230 y 231, “Pensamos que en tales casos
sería posible admitir la existencia de una comunidad ordinaria o una sociedad, porque ésta
simplemente responde a la idea de un aporte común (que puede ser en dinero o en esfuerzo)
a los fines de lograr un fin, también común. Sería absolutamente injusto pretender la inexisten-
cia de dicha comunidad ordinaria en función del estado civil de uno de los socios o comuneros.
Algunos refirieren incluso la posibilidad de una comunidad sobre bienes determinados. Cree-
mos que es una interpretación que aunque no sea compartida por muchos ofrece una salida
justa sin alterar la prohibición expresa de la norma sustantiva o la noción de orden público. Lo
contrario ciertamente conllevaría a situaciones injustas y que rozarían el límite del enriqueci-
miento sin causa si alguien ha unido esfuerzos personales y económicos en una comunidad.
Esto, en modo alguno, supone desplazar el sitial que pretende justamente darle la ley al
estado de cónyuge. Vale indicar, que la posibilidad de la comunidad ordinaria en tales casos se
limita al ámbito patrimonial por lo que no entrarían en modo alguno en aplicación la mayoría
de los efectos patrimoniales y personales que estudiaremos respecto del concubinato”; López
Herrera, Ob. Cit., p. 105, señala que la comunidad concubinaria descarta el concubinato
adulterino, pero “nadie discute que siempre y en todo caso, independientemente de que exista
o no una situación de concubinato o de que éste, en caso de existir, sea adulterino, toda
persona tiene el derecho de ejercer las acciones que legalmente le correspondan, civiles,
mercantiles o laborales, a los fines de que el respectivo deudor –sea quien fuere– le reconozca
y satisfaga el producto del trabajo que ella haya efectuado para él.”
106
Véase comentario de: San Juan Armas, Miriam: División patrimonial en las mediaciones
para la separación y el divorcio. Studia Iuris Civiles. Homenaje a Gert F. Kummerow Aigster.
Colección Libros Homenaje N° 16. Caracas, Tribunal Supremo de Justicia, 2004, p. 758,
indica que en caso de mediación para la partición de la pareja en caso de divorcio debe
considerarse los objetivos de las partes sobre cada tipo de bien y el tipo de vinculación
sentimental que tienen con él.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 165
Queda, sin embargo, fuera del alcance de la unión homosexual la vo-
cación hereditaria, pero bien pudiera resolverla parcialmente el inte-
resado desde el punto de vista práctico por vía de la sucesión
testamentaria, a saber, previendo a favor de alguien (su pareja) una
porción de su haber por vía de legado107. La obligación de alimentos a
las que nos referimos supra respecto del concubinato108, quedaría igual-
mente excluida de la unión homosexual por no operar la equiparación
indicada. Considerar otros efectos personales (diversos a los patrimo-
niales) respecto de las uniones homosexuales excedería el presente
comentario, y pareciera que la propia solicitud al especificarla respec-
to a las consecuencias patrimoniales 109.
Las anteriores consideraciones giran en torno de lo que se planteó
como punto fundamental de interpretación, a saber, la procedencia de
los efectos patrimoniales del concubinato a las uniones de hecho ho-
mosexuales. Si se fuera más allá, además del citado tinte de orden
público que rodea la materia, matrimonio y concubinato constituyen
uniones similares en su esencia con consecuencias que superan lo
económico entre la pareja de que se trate, porque ciertamente se pro-
yectan en relaciones personales o familiares, tocando la creación de
una familia, es decir, de hijos. Y uno de los puntos álgidos, con que
ciertamente tropezaría la equiparación absoluta entre matrimonio-con-
cubinato con unión homosexual, no es mayormente con relación a los
efectos patrimoniales, como a los personales en relación con los hijos.
Es un hecho incuestionable desde el punto de vista natural, psicológi-
co y jurídico, inclusive a nivel constitucional 110 que todo niño tiene
derecho a tener un padre y una madre, esto es, una figura paterna y
una materna. Aspecto que, al margen de prejuicios y falsas premi-
sas 111 no tiene lugar en uniones homosexuales. De allí que la reciente
107
Véase artículos 895 y 927 y siguientes del CC.
108
Véase supra N° 3.
109
Indica la sentencia: Que se defina “...el ámbito de aplicación de esa interpretación,
específicamente la posibilidad de reconocer jurídicamente las relaciones de pareja entre
personas del mismo sexo, y sus consecuentes efectos patrimoniales”. (Destacado nuestro).
110
Véase artículos 56, 75 y 76.
111
Como por ejemplo el argumento referido a que si existen niños problemáticos de padres
heterosexuales, esto evidencia que no necesariamente son los únicos aptos para su educación.
Es decir, se pretende sostener que la igualdad o diversidad de género de los “padres” no
afectaría el desarrollo del menor y lo cierto es que es la necesidad básica del niño de contar con
ambas figuras (padre y madre) es indudable.
166 MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN
reforma de la LOPNA en su artículo 411 admite según indicamos 112,
la adopción en caso de unión estable de hecho que cumpla los requisi-
tos de ley pero agrega expresamente, conformadas “por un hombre y
una mujer”, amén del interés superior del menor, que debe prevalecer
en caso de conflicto inclusive frente a otros derechos e intereses legí-
timos 113. Esto ciertamente al margen de la orientación sexual de quien
formalice la adopción individual114. Tal omisión del Legislador ya se en-
contraba en la LOPNA anterior, y al efecto indica Baumeister “cierta-
mente que en Venezuela el tratamiento del asunto no tiene un mandato
expreso o tácito que regule lo relacionado a la adopción de niños y adoles-
centes por parte de personas con eventuales modificaciones de conducta
sexual, de uno u otro sexo, salvo que con base a que lo hemos considera-
do obvios e implícitos principios morales y normas de buenas costumbres,
dentro de los parámetros que debe entenderse conforman el concepto
abstracto de ‘interés superior del niño y adolescente’ entendamos que
aquéllos forman el sustrato mismo de los criterios que conforman por
obvias restricciones o impedimentos para entender se cumple a cabalidad
la efectiva existencia de ese interés superior”115. De allí que en acertada
opinión del autor una interpretación de los artículos 20 y 21 de la Consti-
tución bajo el criterio de la no discriminación no puede estar por encima
del interés superior del niño especialmente protegido116.
112
Véase supra N° 2.
113
Véase artículos 78 de la Constitución y 8 de la LOPNA.
114
De conformidad con el citado artículo 411 de la LOPNA la “adopción individual
puede ser solicitada por cualquier persona con capacidad para adoptar, con indepen-
dencia de su estado civil”.
115
Baumeister Toledo, Alberto: Algunas consideraciones sobre los efectos de ciertos patro-
nes de conducta sexual frente al ordenamiento jurídico venezolano. En: Temas de Derecho
Civil. Libro Homenaje a Andrés Aguilar Mawdsley. Colección Libros Homenaje N° 14.
Caracas, Tribunal Supremo de Justicia, Fernando Parra Aranguren Editor, 2004, Vol. I, pp.
320 y 321.
116
Véase: Ibíd., p. 323: “Si bien el texto de la novísima Constitución Nacional de 1999
tampoco es nada explícito en torno a la posible gradación e importancia entre los derechos y
garantías individuales que la misma consagra, y que pudiere hacer concebir que las restriccio-
nes para adoptar fundamentadas en patrones de conducta que afecten la sexualidad aparente
ante la sociedad, y una interpretación amplia del contenido de los artículos 20 y 21 de dicha
normativa constitucional podrán dar lugar a considerar que tales restricciones equivalen a
lesionar o violar aquellas garantías y son inconstitucionalmente discriminatorios, ello no
puede ser considerado así cuando la misma Carta Fundamental y la ley especial de la materia,
hacen que esos mismos patrones de conducta puedan aparecer como contrarios al fin mismo
de la institución que favorece en este caso un interés superior protegido, como es la debida
formación de los niños y adolescentes, que es en este caso la institución que pretende
privilegiarse como excepcional y especialísima y que priva en razón del sujeto a quien
beneficia, que no aquel a quien condiciona”.
MÁS SOBRE LAS UNIONES ESTABLES DE HECHO... 167
Sin embargo, la importancia jurídica de la orientación sexual en general
es un tópico que ciertamente excede de un comentario a la sentencia
bajo análisis. Desde esta perspectiva, temas como el planteado siempre
generarán polémica sobre el límite o extensión de los derechos persona-
les, porque cada quien desde su lógica y sana óptica deseará o anhelará
el máximo ejercicio de todos y cada uno de los derechos consagrados a
favor de la persona humana. Sin embargo, en ocasiones algunos de és-
tos entrarán en contradicción con los derechos de los demás o irán en
contra del tan nombrado orden público. El simple alegato del libre des-
envolvimiento de la personalidad consagrado en el artículo 20 de la Car-
ta Magna, no constituye por sí solo suficiente argumento para resolver
el asunto, porque tal principio encuentra como límite –según concluye la
propia norma– los derechos de los demás, el orden público y social117.
En cualquier caso, la interpretación que se pueda hacer de ello general-
mente tendrá dos verdades igualmente defendibles desde la perspectiva
en que cada quien se ubique: los valores que en determinado momento
den soporte al orden jurídico en cuestión permitirán orientarse por una u
otra. En esa posible variación guiada por el tiempo y la evolución de un
orden jurídico y social, radica lo interesante de temas como las uniones
estables de hecho y la orientación sexual.
117
Véase: Domínguez Guillén, María Candelaria: Alcance del artículo 20 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela (libre desenvolvimiento de la personalidad). En:
Revista de Derecho N° 13. Caracas, Tribunal Supremo de Justicia, 2004, pp. 13-40.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 169
SUMARIO:
1 . La equiparación entre el matrimonio y la unión de hecho o
concubinato.
2 . Unión more uxorio y su declaración judicial. La acción con-
cubinaria declarativa y acumulación de pretensiones: 2.1 La
unión more uxorio y su declaración judicial. 2.2 Acción con-
cubinaria declarativa y acumulación de pretensiones: 2.2.1
Incompatibilidad de carácter material. 2.2.2 Incompatibilidad de
carácter procesal. 2.2.3 Fallos del Tribunal (Corte) Supremo (a)
de Justicia vinculados al tema.
3 . Los artículos 767 del Código Civil y 77 constitucional.
4 . El concubinato putativo: 4.1 Lo que afirma la Sala Constitu-
cional del TSJ. 4.2 Efectos del concubinato putativo: 4.2.1
Respecto de los convivientes. 4.2.2 Efectos sobre los hijos.
Conclusiones
*
Universidad de Los Andes. Abogado, Doctor en Derecho. Universidad Católica Andrés
Bello, Profesor Titular. Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Premio por la obra
“Posiciones Juradas”. Autor de varios libros y de numerosos artículos difundidos en publi-
caciones especializadas.
170 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (en lo sucesivo
TSJ) interpretó el artículo 77 de la Constitución Nacional, en decisión
Nº 1.682, de fecha 15 de julio de 2005 (caso: Carmela Mampieri Giulia-
ni), específicamente en la parte que establece:
(...) Las uniones estables de hecho entre un hombre y una
mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley produ-
cirán los mismos efectos que el matrimonio.
De la pluralidad de temas resueltos por la Sala Constitucional, nuestros
comentarios únicamente tocan los puntos indicados en el sumario.
1. LA EQUIPARACIÓN ENTRE EL MATRIMONIO Y LA
UNIÓN DE HECHO O CONCUBINATO
En la decisión interpretativa in commento, la Sala Constitucional del
TSJ equipara parcialmente la unión de hecho o concubinato al matrimo-
nio, en orden a los efectos que éste produce, de la manera siguiente:
(...) Ahora bien, el matrimonio –por su carácter formal– es
una institución que nace y se prueba de manera distinta al
concubinato o a cualquier otra unión estable, y por ello es-
tas últimas no pueden equipararse íntegramente al ma-
t ri mo n i o y, p or t a n t o, no p ue d e p r et e n de r se q ue ,
automáticamente, todos los efectos del matrimonio se apli-
quen a las “uniones estables”...
Estas uniones (incluido el concubinato) no son necesaria-
mente similares al matrimonio...
(...)
Ahora bien, al equipararse al matrimonio, el género
“unión estable” debe tener, al igual que éste, un régimen
patrimonial, y conforme al artículo 767 del Código Civil, co-
rrespondiente al concubinato pero aplicable en la actualidad
por analogía a las uniones de hecho, éste es el de la comuni-
dad en los bienes adquiridos durante el tiempo de existencia
de la unión. Se trata de una comunidad de bienes que se
rige, debido a la equiparación, que es posible en esta ma-
teria, por las normas del régimen patrimonial-matrimonial...
(Cursivas nuestras).
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 171
De lo resuelto por la Sala, tres (3) deducciones pueden extraerse:
i) Como el matrimonio nace y se prueba de manera distinta al
concubinato, o a cualquiera otra unión estable (aun cuando
no indica a qué otras uniones estables se refiere), la diferen-
cia –en su nacimiento como en el orden probático– hace que
tanto las unas como las otras no pueden equipararse íntegra-
mente al matrimonio; y, en consecuencia, los efectos del
matrimonio (personales y patrimoniales) no se producen to-
talmente en la unión fáctica. En tal caso, la unión more uxo-
rio 1 o estable de hecho (concubinato) y cualquiera otra unión
estable, no son necesariamente similares al matrimonio, es
decir, ni iguales, ni equivalentes.
ii) La unión estable de hecho (concubinato) y cualquiera otra
unión estable, no son necesariamente similares al matrimo-
nio, es decir, ni semejantes o parecidas, por lo cual no son
equiparables.
iii) Sin embargo, luego la Sala equipara el género “unión es-
table” al matrimonio, y así debe tener, al igual que éste, un
régimen patrimonial (comunidad de gananciales por causa de
la equiparación).
Todo eso viene a demostrar, sin ninguna vacilación, que la unión de
hecho no puede equiparse al matrimonio (asimilarse, dar por igual o
equivalente de modo total y en cuanto a su naturaleza existencial).
Por una parte, los propios cónyuges no aceptan la equiparación cuan-
do no quieren vivir dentro de la unión fáctica, y tampoco los convi-
vientes de hecho puesto que no desean contraer matrimonio. Por este
motivo no se puede imponer un estatus a los mismos en contra de su
voluntad o consentimiento. No se pueden equiparar, pues se trata de
1
Con las características de estabilidad, permanencia, monogamia, notoriedad y sin impedi-
mento dirimente para contraer válidamente matrimonio; por lo que los convivientes presen-
tan la apariencia de marido y mujer sin las formalidades del matrimonio.
172 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
2
Antropología: ciencia que estudia al ser humano como ser animal y social. Lo cultural
como conjunto de estructuras sociales, religiosas, de manifestaciones intelectuales, artísti-
cas y otras, que distingue o caracteriza a una sociedad concreta o determinada, y que ésta
reactualiza y modifica de modo constante, como consecuencia de los cambios sociales. En
el aspecto doctrinal es de observar que la persona humana adquiere un conjunto de ideas
que le permiten formarse un criterio determinado sobre algo o sobre alguien. La filosofía
tiene a la interpretación como su objeto principal. Es un sistema de principios que permite
dar respuesta a ciertos hechos o interpretarlos, o que mediante la especulación y el razona-
miento aspira a encontrar la explicación de todo lo que le es posible con su discurso. La
ideología pareciera entenderse como la ciencia del origen y clasificación de las ideas. Las
ideas de un grupo u organización. El idealismo es un sistema filosófico que considera la idea
como principio del ser y del conocer. Es el conjunto de ideas tendentes a la conservación o
la transformación del sistema existente. La política guarda relación con la organización y el
gobierno de los asuntos públicos. La sociología, como ciencia, trata de la constitución y
desarrollo de la sociedad humana.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 173
vertirse3 en matrimonio; en cuyo caso –cuando no se transforma o con-
vierte– esa unión queda como de rango inferior que aspira semejársele,
sin que adquiera su mismo y propio contenido, su mismo sistema, que
genere los plenos efectos en la relación interpareja, entre el hombre y la
mujer convivientes. No obstante, ello no significa, de ninguna manera,
que la unión fáctica o convivencial entre un hombre y una mujer quede
desprotegida, más aún, cuando ésta es una realidad social con caracte-
rísticas diferentes al matrimonio, salvo que entre ambas uniones existe
un signo único o igual que no las diferencia, como es la unión de pareja
integrada por el hombre y la mujer.
No obstante, la Constitución pareciera equiparar la unión de hecho al
matrimonio, en ambos casos entre un hombre y una mujer, pero sólo y
de modo relativo en cuanto concierne a los derechos y los deberes recí-
procos, pero que en relación a los hijos la diferencia no existe. Cuando
el hombre y la mujer se unen de hecho, lo hacen indudablemente para
no someterse al régimen matrimonial, y aun siendo una familia con pro-
tección, esa unión fáctica no es equivalente al matrimonio; de manera
que al producirse conflictos en el ejercicio de los deberes-derechos, hay
que asumir o adoptar el caso concreto para llegar a la conclusión solu-
tiva, pero no es posible deducir todos o los mismos efectos del matrimo-
nio. Por eso hablamos de relatividad de los efectos a que se refiere el
artículo 77 constitucional (como por ejemplo, la mujer no puede usar el
apellido de su conviniente), que reconoce y garantiza el derecho del
3
A propósito de esto, el artículo 70 del Código Civil venezolano establece que “Podrá
prescindirse de los documentos indicados en el artículo anterior y de la previa fijación de
carteles, cuando los contrayentes deseen legalizar la unión concubinaria existente en que
hayan estado viviendo. Esta circunstancia se certificará expresamente en la partida matrimo-
nial...” (destacado nuestro). Como se observa, los convivientes de hecho (hombre y mujer)
pueden convertir la unión fáctica en unión de derecho, presumiendo la ley que la convivencia
es estable, conforme a las notas distintivas de la cohabitación, permanencia, fidelidad, noto-
riedad, sin impedimentos dirimentes que impidan la “conversión” del hecho al derecho. El
propio artículo 70 eiusdem constituye una clara demostración en cuanto a que el matrimonio
y la unión more uxorio no son equiparables, no son iguales, y no tienen sus integrantes
absolutamente los mismos derechos del modo como previene el artículo 77 constitucional
(“Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, el cual se funda en el libre consen-
timiento y en la igualdad absoluta de los derechos y los deberes de los cónyuges”). El derecho
facilita al hecho (convivencial) su asunción hermética, y por eso le exime del cumplimiento de
las exigencias del artículo 69 del Código Civil y de la fijación de carteles, pues la convivencia
fáctica así concebida se presume que reúne los requisitos de estabilidad y legalidad para que
asuma su nueva realidad existencial diferente a la anterior que ha desaparecido como tal, pues
no puede continuar existiendo-siendo y no siendo al mismo tiempo.
174 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
hombre y la mujer a contraer matrimonio, pero no autoriza el matrimo-
nio entre dos personas del mismo sexo.
2. UNIÓN MORE UXORIO Y SU DECLARACIÓN JUDICIAL.
LA ACCIÓN CONCUBINARIA DECLARATIVA Y
ACUMULACIÓN DE PRETENSIONES
2.1 LA UNIÓN MORE UXORIO Y SU DECLARACIÓN JUDICIAL
En la decisión interpretativa in commento la Sala Constitucional resuel-
ve lo siguiente:
Refiriéndose al concubinato,
(...) Se trata de una situación fáctica que requiere de declara-
ción judicial y que la califica el juez, tomando en cuenta las
condiciones de lo que debe entenderse por vida en común (...).
Y luego adiciona:
(...) En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los
posibles efectos civiles del matrimonio, es necesario que la “unión
estable” haya sido declarada conforme a la ley, por lo que se
requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca.
En la actualidad, es necesaria una declaración judicial de la
unión estable o del concubinato, dictada en un proceso con
ese fin (...).
De lo resuelto por la Sala Constitucional, se deduce:
i) Que para la existencia de la unión fáctica se requiere de la
declaración judicial;
ii) Para reclamar los posibles efectos civiles del matrimonio,
es necesario que la “unión estable” haya sido declarada con-
forme a la ley, por lo que se requiere una sentencia definiti-
vamente firme que la reconozca, dictada en un proceso con
ese fin, y;
iii) La Sala no resuelve que sea necesario se establezca en
primer lugar judicialmente la existencia de la situación de he-
cho, esto es, la unión concubinaria; y que una vez definitiva-
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 175
mente firme esa decisión, es que podrían las partes solicitar la
partición y liquidación de esa comunidad, ni que de lo contrario
el juez estaría incurriendo en un exceso de jurisdicción.
Hasta ahora, en nuestro país, la unión concubinaria corresponde a una
cuestión fáctica o de hecho (certeza material presunta), que requiere
ser calificada por el tribunal, en beneficio del conviviente que tenga
interés, mediante la correspondiente declaración judicial que establezca
la existencia de la misma (certeza jurídica). La certeza jurídica se
establece, entonces, mediante la fijación de los hechos por el juez a
través de la actualización de los mismos en el tiempo que ocurrieron o
tuvieron lugar durante la convivencia para que la misma sea tal (more
uxorio) y así poderlos calificar jurídicamente y originar sus consecuen-
cias con los elementos de convicción, y producir la sentencia declarati-
va, no constitutiva de derechos; declarativa porque como afirma la Sala
Constitucional en la decisión in commento, dado el carácter vinculante
de la misma, conforme a lo establecido en el artículo 335 de la Constitu-
ción, ordena la publicación del fallo en la Gaceta Oficial de la Repú-
blica, sin perjuicio que desde que entró en vigencia la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, los derechos de los concubinos
han quedado reconocidos constitucionalmente.
Entonces, ¿la sentencia judicial es el único medio de prueba para la
existencia de la unión convivencial fáctica? ¿Los convivientes no pue-
den demostrarla voluntariamente mediante instrumento auténtico?
En la doctrina mayoritariamente parece prevalecer el criterio conforme
al cual para la comprobación de la existencia de la unión more uxorio o
concubinaria entre un hombre y una mujer, es absolutamente necesario
la sentencia judicial, que es el acto que le da certeza y eficacia jurídica.
La decisión judicial no tiene naturaleza constitutiva sino declarativa, pues
la declaración le da certeza jurídica a la sociedad patrimonial, y ello
obedece a que la certeza jurídica en referencia no constituye requisito
esencial para la existencia, sino para la seguridad jurídica. Antes de la
declaración judicial de existencia la unión convivencial tiene existencia
por sí misma, desde el momento en que se reúnan las condiciones exigi-
das para ello, aun cuando no haya sido declarada judicialmente y, por lo
tanto, también carezca de la aludida certeza jurídica, que impide los
efectos jurídicos que le otorga la Constitución y la ley. Por eso, la decla-
ración hace producir los efectos desde que la unión se creó (efecto
176 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
declarativo) y hacia el futuro y no desde que la sentencia quede firme
(efecto constitutivo).
¿Y si los convivientes han otorgado un instrumento público o auténtico
que demuestre la existencia de esa unión, en tal caso no se requerirá
de esa declaración judicial? El problema no se reduce sólo a su de-
mostración instrumental. Ese instrumento sin ninguna duda que la de-
muestra, siempre que esa unión sea calificada de estable, que entre
otras exigencias haya habido cohabitación o vida en común, con ca-
rácter de permanencia y notoriedad, sin que existan impedimentos di-
rimentes que imposibiliten el ejercicio de la capacidad convivencial. Si
el problema está en la comprobación de su inicio, de no expresarse
nada al respecto en ese instrumento, el inicio tiene importancia en
varios aspectos, y uno de ellos corresponde al patrimonial para cono-
cer si los bienes adquiridos por uno solo de los convivientes pertenece
o no a la comunidad concubinaria, dependiendo que uno de los mismos
no esté casado, dentro de la temática que construye el artículo 767 del
Código Civil y conforme a la tutela prevista en el artículo 77 de la
Constitución venezolana. Y, además, la estabilidad de esa unión con-
cubinaria resulta importante en orden a la propia permanencia, por-
que aquella declaración de emitirse únicamente para manifestarla, por
motivos incluso fuera de lo real, sin que contenga expresado el tiempo
que ha durado la misma, habría también que comprobarlo para los
diversos efectos establecidos en la ley. Aquel instrumento público o
auténtico puede verse reducido a una simple declaración bilateral, si
la convivencia que indica sus otorgantes carece de la exigida estabi-
lidad a que se refiere el artículo 77 eiusdem, no obstante poder cons-
tituir una importante presunción para contribuir a la demostración de
la existencia de la unión convivencial. Ese instrumento puede mostrar
una verdad formal, pero puede ser inútil ante la exigencia de la verdad
material que da contenido existencial a la realidad fáctica a tenor de
lo establecido en el artículo 77 ibídem, pues esa verdad formal resul-
tará intrascendente cuando uno de los convivientes pretende demos-
trar la unión estable con ese instrumento otorgado y el otro demuestra
que la unión no ha sido estable. Tal es el caso, por ejemplo, de la falta
de cohabitación, o la ausencia de la singularidad o fidelidad, no perma-
nencia, ausencia de notoriedad, o la existencia de impedimentos diri-
mentes que obstaculizan el ejercicio de la capacidad convivencial. En
cualesquiera de tales casos, esa unión que se afirma convivencial no
es estable y no reúne los requisitos exigidos en la Ley (Código Civil,
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 177
especialmente) para que produzca relativamente los mismos efectos
que el matrimonio, tal como lo preceptúa el artículo 77 in commento.
La declaración que pueden emitir los convivientes puede tener fines
diferentes a la sola demostración de la convivencia. Así, por ejemplo,
conocer cómo quedarán los bienes que se adquieran durante la unión, si
son propios de cada uno de ellos, o no; o para obtener un beneficio
común o particular ante determinada institución, persona jurídica o na-
tural, con ocasión del trabajo u otra circunstancia. En cambio, la decla-
ración judicial deviene de la pretensión de uno de los concubinos que la
dirige al Estado, a través del juez para que el objeto de la acción, que es
la sentencia mediante la actividad procesal, origine la decisión que de-
clare la existencia de la unión fáctica que en el petitum de la demanda
se requiere o solicita.
Ahora bien, para la Sala Constitucional:
(...) como, al contrario del matrimonio que se perfecciona
mediante el acto matrimonial, recogido en la partida de matri-
monio, no se tiene fecha cierta de cuándo comienza la unión
estable, ella debe ser alegada por quien tenga interés en que
se declare (parte o tercero) y probada sus características, ta-
les como la permanencia o estabilidad en el tiempo, los signos
exteriores de la existencia de la unión (lo que resulta similar a
la prueba de la posesión de estado en cuanto a la fama y el
trato, ya que la condición de la pareja como tal debe ser reco-
nocida por el grupo social donde se desenvuelve), así como la
necesidad de que la relación sea excluyente de otra de iguales
características, debido a la propia condición de la estabilidad...
De allí que considere la Sala que, para reclamar los posibles efectos
civiles del matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido
declarada conforme a la ley, por lo que se requiere una sentencia defi-
nitivamente firme que la reconozca.
Por último, para la Sala Constitucional, en la decisión interpretativa in
commento, “Debido a los efectos y alcances señalados, la sentencia
que declare la unión, surtirá los efectos de las sentencias a que
se refiere el ordinal 2° del artículo 507 del Código Civil, el cual
se aplicará en toda su extensión, menos en lo referente a la nece-
sidad de registro de la sentencia, lo cual no está previsto –por lo
tanto, carece de procedimiento– en la Ley” (Cursivas nuestras).
178 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
Dadas las consecuencias que esta decisión interpretativa produce, nos
permitimos citar el artículo 507 del Código Civil en su ordinal 2º que
dispone lo siguiente:
(...) Las sentencias definitivamente firmes recaídas en los jui-
cios sobre estado civil y capacidad de las personas y los de-
cretos de adopción, una vez insertados en los registros
respectivos, producirán los efectos siguientes: ...2º Las sen-
tencias declarativas, en que se reconozca o se niegue la filia-
ción o sobre reclamación o negación de estado y cualquiera
otra que no sea de las mencionadas en el número anterior,
producirán inmediatamente los mismos efectos absolutos que
aquéllas; pero dentro del año siguiente a su publicación podrán
los interesados que no intervinieron en el juicio demandar a
todos los que fueron parte en él, sin excepción alguna, para
que se declare la falsedad del estado o de la filiación reconoci-
dos en el fallo impugnado. No tendrán este recurso los herede-
ros ni los causahabientes de las partes en el primer juicio ni los
que no intervinieron en él a pesar de haber tenido conocimien-
to oportuno de la instauración del procedimiento.
La sentencia que se dicte en el segundo juicio será obligatoria
para todos, así para las partes como para los terceros. Contra
ella no se admitirá recurso alguno.
A los efectos del cómputo del año fijado para la caducidad del
recurso concedido en este artículo, un extracto de toda sen-
tencia que declare o niegue el estado o la filiación, se publicará
en un periódico de la localidad sede del Tribunal que la dictó.
Si no hubiere periódico en la localidad sede del Tribunal, la
publicación se hará por un medio idóneo. Asimismo, siempre
que se promueva una acción sobre la cual haya de recaer un
fallo comprendido en este artículo, el Tribunal hará publicar un
edicto en el cual, en forma resumida, se haga saber que deter-
minada persona ha propuesto una acción relativa a filiación o
al estado civil; y llamando a hacerse parte en el juicio a todo el
que tenga interés directo y manifiesto en el asunto (...).
Significa, entonces, que la sentencia merodeclarativa definitivamente
firme, sobre la existencia de la unión more uxorio, no requiere de su
inserción en el registro respectivo para que de inmediato produzca
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 179
plenos efectos; pero dentro del año siguiente a su publicación podrán
los interesados que no intervinieron en el juicio, demandar a todos los
que fueron parte en él, sin excepción alguna, para que se declare la
falsedad del estado reconocido en el fallo impugnado, pero no tendrán
este recurso los herederos ni los causahabientes de los convivientes
more uxorio en el primer juicio, ni los que no intervinieron en él a
pesar de haber tenido conocimiento oportuno de la instauración del
procedimiento. Esto indica que los terceros 4, así como pueden solici-
tar se declare aquella unión convivencial, en acción principal o como
terceros coadyuvantes 5, también pueden pedir se declare la falsedad
del estado convivencial more uxorio, que fue declarado mediante sen-
tencia definidamente firme, de no haber tenido conocimiento oportuno
de la instauración de ese procedimiento. Por eso, cuando se promueva
la acción merodeclarativa de existencia de la unión more uxorio, el
Tribunal deberá hacer publicar un edicto en el cual, en forma resumi-
da, se haga saber que determinada persona ha propuesto una acción
relativa al estado concubinario; y llamando a hacerse parte en el juicio
a todo el que tenga interés directo y manifiesto en el asunto, de con-
formidad con el artículo 507 in fine del Código Civil.
2.2 ACCIÓN CONCUBINARIA DECLARATIVA Y ACUMULACIÓN
DE PRETENSIONES
Como ya observamos, la Sala Constitucional no resuelve que sea ne-
cesario se establezca en primer lugar judicialmente la existencia de la
situación de hecho, esto es, la unión concubinaria; y que una vez defi-
nitivamente firme esa decisión, es cuando podrían las partes solicitar
la partición de esa comunidad, ni que de lo contrario el juez estaría
incurriendo en un exceso de jurisdicción; como tampoco prohibió la
acumulación de las pretensiones merodeclarativas concubinaria y la
de partición y liquidación de la comunidad patrimonial. Aun cuando se
4
La Sala Constitucional en la mencionada decisión interpretativa, afirma que “(...) los terce-
ros que tengan acreencias contra la comunidad podrán cobrarse de los bienes comunes, tal
como lo pauta dicha norma. A ese fin, continúa afirmando la Sala, si la unión estable o el
concubinato no ha sido declarada judicialmente, los terceros pueden tener interés que se
reconozca mediante sentencia, para así cobrar sus acreencias de los bienes comunes. Para ello
tendrán que alegar y probar la comunidad, demandando a ambos concubinos o sus herederos.
5
Conforme al ordinal 3º del artículo 370 del Código de Procedimiento Civil, “Cuando el
tercero tenga un interés jurídico actual en sostener las razones de alguna de las partes y
pretenda ayudarla a vencer en el proceso” (tercero coadyuvante).
180 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
legisle sobre la unión estable de hecho, aquella unión de tal carácter
que no haya cumplido con los requisitos a que se refiera esa ley, no
por esto dejará de ser una unión de hecho o concubinaria dentro del
contexto del artículo 767 del Código Civil, para el caso de que esta
norma no llegare a quedar expresa o tácitamente derogada. Esta posi-
ble derogación tácita parcial podría haberse producido por la colisión
del artículo 41 del abandonado Proyecto de Ley de Protección a la
Familia, la Maternidad y la Paternidad6, con el artículo 767 del Código
Civil, cuando aquél contemplaba: “Cuando se demuestre entre perso-
nas casadas la existencia de separaciones de hecho prolongadas con-
forme a lo previsto en el artículo 185-A del Código Civil y se haya
extinguido el lapso de caducidad para el ejercicio de la acción penal
por adulterio, las uniones estables de hecho entre parejas de un hom-
bre y una mujer, producirán los mismos efectos filiales, patrimoniales
y sucesorales que en el matrimonio, conforme la normativa de esta
Ley”. Es decir, que la presunción de comunidad concubinaria, a que
se refiere el artículo 767 del Código Civil, no se aplicaría cuando uno
de los convivientes estuviere casado, pero sí cuando se demostrare
entre personas casadas la existencia de separaciones de hecho pro-
longadas conforme a lo previsto en el artículo 185-A del Código Civil,
y se hubiere extinguido el lapso de caducidad para el ejercicio de la
acción penal por adulterio. En tal caso, existiría colisión entre ambas
normas que pudiera devenir en la derogación parcial tácita del artículo
767 del Código Civil en ese aspecto, pero la misma quedaría vigente a
los fines de la presunción de la comunidad concubinaria en aquellos
casos cuando la mujer y el hombre en su casos demuestre que ha
vivido permanentemente en tal estado, sin que los mismos hayan lega-
lizado la unión conforme a esa Ley, porque no les interesaba o no
querían, en cuyo caso podría ocurrir que después cualquiera de los
mismos podría requerir la demostración de la existencia de esa comu-
nidad concubinaria a través de la decisión judicial que así la declare.
Estaremos, entonces, en presencia de la acción merodeclarativa con-
cubinaria, y resulta interesante, al efecto, observar si es procedente o
no acumular en la misma demanda las pretensiones de declaración de
6
La Asamblea Nacional suprimió del Proyecto de Ley para la Protección de las Familias, la
Maternidad y la Paternidad, lo relativo a las uniones de hecho y el concubinato que contem-
plaba como realidades diferentes (G.O. Nº 38.773 del 20 de septiembre de 2007).
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 181
7
Derecho Procesal Civil, Vol. 1, p. 247, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1968.
182 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
amplitud, dificultaría extraordinariamente la expedita acumulación ini-
cial de acciones. Para obviar precisamente la rigidez es para lo que se
crea la figura de la conexión como causa modificadora de la competen-
cia, es decir, un supuesto que autoriza a que el Juez competente para
una cierta pretensión pueda conocer de otra u otras conexas a ella.
El juego de la conexión ha de tenerse, pues, en cuenta, inexcusablemen-
te, para comprender el sentido de la prohibición actual. La conexión,
como aduce Véscovi8, significa la vinculación, relación, enlace o nexo
entre dos o más procedimientos, que determina, generalmente, que de-
ben ser decididos por un mismo juez. La conexión puede aparecer antes
de iniciarse el proceso, y entonces se produce el fenómeno de la acu-
mulación de pretensiones. También puede darse al contestar la deman-
da, en el caso de plantearse reconvención, citación en garantía,
llamamiento de tercero, etc. Lo mismo sucede en el fenómeno de la
tercería. Finalmente, la conexión en el curso de dos procesos puede
conducir al fenómeno de la acumulación procesal (acumulación de au-
tos o de procesos).
La pluralidad inicial de pretensiones que pueden acumularse en la mis-
ma demanda del actor puede ocurrir cuando las mismas son conexas
entre sí. Por eso, ¿es procedente acumular en la misma demanda del
actor la pretensión merodeclarativa de existencia de la unión more uxo-
rio o concubinaria y la de partición y liquidación de los bienes habidos
durante esa unión?
La Sala de Casación Civil del TSJ, en sentencia RC-00176 del 13 de
marzo de 2006 (caso: Ingrid Reyes Centeno contra Roberto Jesús Blan-
co Colorado), resolvió lo siguiente:
(...) La Sala observa, que en el caso que nos ocupa se acumu-
laron dos pretensiones en el libelo de demanda: la acción me-
rodeclarativa de reconocimiento de unión concubinaria y la de
partición de bienes de la comunidad, que no podían ser acumu-
ladas en una misma demanda, pues es necesario que se es-
tablezca en primer lugar judicialmente la existencia o no
de la situación de hecho, esto es, la unión concubinaria;
y, una vez definitivamente firme esa decisión, es que
8
Teoría general del proceso, p. 166, Edit. Temis, Bogotá, Colombia, 1984.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 183
9
Compendio de Derecho Procesal, Vol. 1, p. 171, Edit. ABC, Bogotá, Colombia, 1974.
184 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
esta clase se comprenden las acciones declarativas puras, de condena
y de declaración constitutiva, que forman el grupo general de las accio-
nes declarativas. Por su parte, Juan José Bocaranda10, sostiene que se
entiende como acción concubinaria declarativa aquella que interpone
un concubino contra el otro, para que, declarada por el Tribunal la con-
figuración de la relación extramatrimonial, y establecida la existencia
de la comunidad de bienes, se condene al demandado a entregar al de-
mandante la parte del patrimonio que le corresponde.
Cuando el concubino o la concubina pide al juez o tribunal que declare
la existencia de la unión more uxorio, está pretendiendo la búsqueda de
la certeza jurídica de la misma, para que produzca los efectos legales
correspondientes. Sin embargo, la aspiración de quien pretende no es
quedarse en la mera declaración de certeza (sentencia merodeclarati-
va), sino ir más allá de la misma y con fundamento en la misma y ante la
presunción de comunidad de los bienes habidos durante la unión, a tenor
de lo pautado en el artículo 767 del Código Civil, se proceda a la parti-
ción de los bienes comunes (sentencia declarativa-condenatoria, que
deviene de un proceso mixto en cuanto comprende a las dos pretensio-
nes bajo el rigor de una sola acción); pues como bien afirma Hernando
Devis Echandía11, puede suceder, y es muy frecuente, que el proceso
requerido por el actor sea mixto, es decir, declarativo y de condena; de
declaración constitutiva y de condena; declarativo y de declaración cons-
titutiva y de condena; cautelar y de declaración constitutiva o declarati-
vo. Parece entonces se ejercitarán varias acciones, una para cada clase
de peticiones; pero esto es un error, ya que la acción que inicia un pro-
ceso es siempre una. Lo que puede existir múltiple es la pretensión.
Para ver claramente la verdad de esta afirmación, observa el autor,
basta recordar que toda acción conduce a la sentencia mediante el pro-
ceso; por lo tanto, una es jurídicamente suficiente. Puede decirse en
estos casos que la acción es de naturaleza mixta, ya que persigue una
actividad compleja y mixta del juez. Pero jamás puede hablarse de ejer-
cicio de varias acciones en una demanda, en sentido procesal; o no ser
que se use el término en sentido material, para referirse a los distintos
derechos materiales objeto de la demanda o a las diversas pretensiones
que de ellos quiere deducirse.
10
La comunidad concubinaria ante la Constitución venezolana de 1999, p. 245, Ediciones
Principios-Vigencia, Caracas, 2001.
11
Ob. Cit., p. 175.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 185
De modo, pues, que de nada le serviría la sola declaración judicial –sobre
la existencia de la unión fáctica– de no ser su finalidad, luego e inmedia-
tamente, obtener y en el mismo proceso esa partición patrimonial como
consecuencia de haberse roto o extinguido tal unión; pues la mera
declaración no es susceptible de ejecución. Por eso, la antes citada
decisión de la Sala de Casación Civil del TSJ (RC-00176, del 13 de
marzo de 2006) pareciera no comprender que es un error hablar de
acumulación de acciones del mismo actor en la demanda, pues lo que
existe es acumulación de pretensiones y no de acciones, y sólo se
ejercita una acción. A propósito de ello, en el Código de Procedimien-
to Civil vigente se corrigió el error consuetudinario que contenía ese
equívoco y se estableció que el demandante podrá acumular en el li-
belo cuantas pretensiones le competan contra el demandado, aunque
deriven de diferentes títulos. Cuando la Sala de Casación Civil del
TSJ afirma “que en el caso que nos ocupa se acumularon dos pre-
tensiones en el libelo de demanda: la acción merodeclarativa de
reconocimiento de unión concubinaria y la de partición de bienes
de la comunidad”, podría confundirse “pretensión” con “acción”.
Se ha afirmado que es un error hablar de “acumulación de acciones”
del mismo demandante en la demanda. Lo que existe es “acumulación
de pretensiones y no de acciones”. Sólo se ejercita una acción. Pero la
pretensión no es la acción. La acción es el poder jurídico de hacer valer
la pretensión. Ese poder jurídico existe en el individuo, al decir de Cou-
ture, aun cuando la pretensión sea infundada. La acción, aunque no se
la deba confundir con el derecho (material) hecho valer en juicio, sea,
sin embargo, un derecho (procesal), como sostiene Carnelutti12, sirve
para distinguirla de la pretensión, con la cual se ha confundido a menu-
do y continúa confundiéndosela. Basta para su distinción exacta recor-
dar que, mientras la acción es una relación, la pretensión es un hecho, y
más concretamente, un acto jurídico, ambos conceptos pertenecen, por
tanto, a zonas distintas y aun opuestas de la ciencia, cuales son la está-
tica y la dinámica del derecho.
Acción y pretensión son conceptos distintos y distintos sus elementos
en cuanto a los sujetos, objeto y su causa: i) En efecto, los “sujetos” del
derecho de la acción son: el demandante o actor (sujeto activo) y el juez
12
Instituciones del Proceso Civil, Vol. 1, p. 317, Edic. Jurídicas Europa-América,
Buenos Aires.
186 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
en representación del Estado (sujeto pasivo). Los sujetos de la preten-
sión son: el actor o demandante (sujeto activo) y el demandado (sujeto
pasivo). El “objeto” de la acción es la sentencia, no es la obtención o
logro de las pretensiones contenidas en la demanda. El “objeto de la
pretensión” –en tal caso– es la búsqueda de esa sentencia favorable
que otorgue lo que se pidió o pretendió con la acción propuesta; ii) La
causa petendi y “la causa de la acción”. La causa petendi es la razón
de pedir. La razón de la pretensión es el fundamento que se le da, como
afirma Carnelutti13.
Luego, entonces, ¿cuándo existe verdadera acumulación de acciones
en una misma demanda, de acuerdo con lo expresado por el artículo 78
del Código de Procedimiento Civil? Existe verdadera acumulación de
acciones, en una misma demanda, en dos casos, a saber:
i) Cuando el demandado, en el acto de contestación de la de-
manda, demanda a su demandante, esto es, cuando reconvie-
ne. Con Carnelutti 14 diremos que en este caso sí existe
“acumulación de acciones”, porque hay dos demandas sepa-
radas, e independientemente se está ejerciendo la acción e
imponiendo al juez la obligación de proveer sobre aquélla.
ii) Cuando se acumulan procesos judiciales por separado. Lue-
go, entonces, hay necesidad de referirnos a la “acumulación
de pretensiones”, puesto que cuando se solicita la declaratoria
de existencia de la unión more uxorio o concubinaria, la parti-
ción y liquidación de la misma, existen dos pretensiones en la
misma demanda del actor contra el demandado. Pero no hay
allí dos acciones sino una sola acción. ¿Cuál será la acción?
La acción, como dice Chiovenda15, es el poder jurídico de dar
vida (porre in essere) a la condición para la actuación de la
voluntad de la ley; o como sostiene Alsina16, la acción es un
derecho público subjetivo mediante el cual se requiere la inter-
vención del órgano jurisdiccional para la protección de una pre-
tensión jurídica. Esto es evidente. ¿Cuál es la pretensión? La
13
Ob. Citada, Vol. 2, p. 35.
14
Ob. Cit., Vol. 1, número 373.
15
Principios de Derecho Procesal Civil, Vol. 1, p. 73, Reus, Madrid.
16
Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial, Vol. 1, p. 333, Ediar Soc.
Anon. Editores, 2ª edic., Buenos Aires, 1963.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 187
pretensión es el actuar por el que requiere (demandante) soli-
citando la declaratoria de existencia de la unión more uxorio o
concubinaria y la subsiguiente partición y liquidación de la co-
munidad concubinaria. Como se aprecia, hay una pluralidad de
pretensiones. Dos pretensiones acumuladas en la misma de-
manda del actor.
En la doctrina se han planteado varios criterios para la clasificación de
la “pluralidad de pretensiones”. Nosotros seguiremos la que presenta
Guasp17 con la idea de permitirnos ubicar el sentido que nos interesa de
“pretensión”, no su concepto:
a) Pluralidad simple, o sea, aquella en que las diversas preten-
siones reunidas se reclaman todas de modo concurrente, y para
satisfacer al titular de la pretensión debería el órgano jurisdic-
cional actuarlas todas frente al sujeto pasivo de la misma.
b) Pluralidad alternativa, es aquella en que el titular, si bien
reclama dos o más actuaciones distintas, no pide que sean rea-
lizadas una y otra, sino que la verificación de cualquiera de
ellas basta para satisfacerle.
c) Pluralidad subsidiaria, es aquella en que el demandante
pide al órgano jurisdiccional, en primer lugar, una sola actua-
ción; pero en segundo término, subordinadamente, para el caso
de que la primera petición sea denegada formular otra preten-
sión. De la anterior clasificación nos interesa –en la presente
temática– el tipo correspondiente a la “pluralidad simple de pre-
tensiones”, por reunirse éstas en una misma demanda, de modo
que el órgano jurisdiccional las resuelva todas frente al deman-
dado y en beneficio del actor (de ser procedentes), como lo
constituye el caso relativo a la declaratoria de existencia de la
unión more uxorio o concubinaria y la subsiguiente partición y
liquidación de la comunidad fáctica. Aquí se comenta si es o no
procedente plantear, en la misma demanda del actor, la “acumu-
lación de esas dos pretensiones” en razón de que se ha afirma-
17
Derecho Procesal Civil, pp. 242 y ss., Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1968.
188 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
do que esa acumulación es excluyente, por ser tales pedimentos
contrarios entre sí y tener procedimientos legales incompatibles.
Toda incompatibilidad implica contrariedad o contradicción. Por tanto,
lo incompatible plantea exclusión. Entonces trataremos de comentar el
sentido que tiene el vocablo “incompatibilidad”. Al efecto, podemos ha-
blar de dos tipos de “incompatibilidades”, o más concretamente “incom-
patibilidad de pretensiones”.
2.2.1 Incompatibilidad de carácter material
Esta incompatibilidad se refiere a que dos o más pretensiones son mate-
rialmente excluyentes o incompatibles, cuando los efectos jurídicos o los
simples efectos económicos pueden producir, no pueden subsistir al mis-
mo tiempo, al oponerse entre sí. ¿Existirá esa incompatibilidad en el caso
de la declaratoria de existencia de la unión more uxorio o concubinaria y
la subsiguiente partición y liquidación de la comunidad patrimonial comu-
nitaria? Consideramos que no, ya que el efecto jurídico de la declaración
judicial de existencia de la unión more uxorio, es producir los efectos
personales y patrimoniales a que nos referimos; y esa declaración no
resulta incompatible o excluyente con la partición y liquidación de esa
comunidad patrimonial. Ambas pretensiones –la declaratoria de existen-
cia de la unión more uxorio o concubinaria y la subsiguiente partición y
liquidación de la comunidad concubinaria– pueden perfectamente subsis-
tir simultáneamente en la misma demanda del actor, pues los efectos de
sendas pretensiones no se oponen entre sí, tratándose que las pretensio-
nes de las cuales derivan se han reunido y reclamado de modo “concu-
rrente”, en cuanto coexisten por tener la misma causa o razón de pedir.
Es evidente, pues, que la “incompatibilidad por razón de la materia”, la
constituye la naturaleza de la relación jurídica o del estado jurídico que
forma la materia sobre la cual se pide la actuación del órgano jurisdic-
cional. No está allí en juego el valor de la causa, sino la naturaleza de la
relación jurídica, no obstante, como afirma Rocco en su citada obra, el
criterio de la materia viene a veces a entrecruzarse también con el va-
lor, como subordinado que está a él. En tal caso, son dos criterios que
determinan la competencia, a saber, el valor y la materia de la causa.
Pero conviene observar que en aquellas relaciones o estados jurídicos
en que, por el carácter ideal y no patrimonial de su contenido, no puede
servir el criterio del valor, sirve, objetiva y exclusivamente, el criterio de
la materia. Por eso, a lo mejor, nuestro Código de Procedimiento Civil
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 189
trata en una misma sección “De la competencia del juez por la materia
y por el valor de la demanda” (artículos 28 al 39). Así, por ejemplo, el
articulo 33 eiusdem establece que: “Cuando una demanda contenga
varios puntos, se sumará el valor de todos ellos para determinar el de la
causa, si dependen del mismo título”.
2.2.2 Incompatibilidad de carácter procesal
Esta incompatibilidad, entendida como la imposibilidad de acumular en
la misma demanda pretensiones que, por razón de la materia, no co-
rresponda al conocimiento del mismo Tribunal, que ha de conocer de
la principal, ni aquellas cuyos procedimientos legales sean incompati-
bles entre o que se excluyan mutuamente. De consiguiente, ¿son in-
compatibles los procedimientos relativos la declaratoria de existencia
de la unión more uxorio o concubinaria y la subsiguiente partición y
liquidación de la comunidad concubinaria? No, no lo son, puesto que
declarada judicialmente aquella unión convivencial, al quedar la sen-
tencia definitivamente firme y ejecutoriada no existe impedimento al-
guno para que el mismo tribunal civil ordinario que la dictó, entre en la
fase del procedimiento de partición y liquidación, conforme lo dispues-
to en el artículo 777 y siguientes del Código de Procedimiento Civil.
Existe, además, otra razón dada por la conexión causal en cuanto a
que podrán acumularse y ejercitarse al mismo tiempo las pretensiones
que uno tenga contra otro, siempre que nazcan de un mismo título o se
funden en una misma causa de pedir. Más aún, cuando, como sostiene
Devis Echandía en su citada obra, esta mayor facilidad de acumular
pretensiones del mismo demandante, favorece la economía procesal,
pues disminuye el tiempo, el trabajo y el dinero que significarían va-
rios procesos separados. Y observamos nosotros, ¿acaso no es preci-
samente todo esto lo que se pretende desde el punto de vista de la
economía procesal? Además, ¿qué sentido tiene llevar dos procesos
por separado? Evidentemente ninguno.
Sin embargo, como hemos observado en las dos decisiones supra cita-
das, y aun cuando como observamos, la Sala Constitucional en la deci-
sión interpretativa del artículo 77 Constitucional, in commento, no resolvió
que sea necesario se establezca en primer lugar judicialmente la exis-
tencia de la unión concubinaria; y que una vez definitivamente firme esa
decisión sólo así podrían las partes solicitar la partición de esa comuni-
dad; sin embargo, la Sala de Casación Civil del TSJ llega a disponer que
“si la demandante pretende partir y liquidar los bienes habidos en la
190 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
comunidad concubinaria que afirma existió entre ella y su difunto con-
cubino, ha debido acompañar al escrito introductorio de la demanda co-
pia certificada de la declaración judicial de la existencia del mismo”; y,
además, “en el caso que nos ocupa se acumularon dos pretensiones en
el libelo de demanda: la acción merodeclarativa de reconocimiento de
unión concubinaria y la de partición de bienes de la comunidad, que no
podían ser acumuladas en una misma demanda, pues es necesario que
se establezca en primer lugar judicialmente la existencia o no de la si-
tuación de hecho, esto es, la unión concubinaria; y, una vez definitiva-
mente firme esa decisión, es que podrían las partes solicitar la partición
de esa comunidad, de lo contrario el juez estaría incurriendo en un ex-
ceso de jurisdicción”. Por eso, con Liebman18 preguntamos: ¿Puede el
actor limitarse a pedir la declaración de certeza, o debe –si quiere ac-
cionar– pedir la condena? Pero ¿dónde está la norma que constriña al
actor a pedir en cada caso la tutela jurídica en la forma más completa
permitida por la situación de hecho? Esta norma, dice, no existe, y no se
puede, por eso, limitar su libertad de elección y prohibirle que se con-
tente con la simple declaración de certeza aún el caso de que podría
obtener lo más, esto es, la condena.
Además, afirma la Sala de Casación Civil que de acumularse la acción
merodeclarativa de reconocimiento de unión concubinaria y la de parti-
ción de bienes de la comunidad, que no podían ser acumuladas en una
misma demanda, de procederse así el juez estaría incurriendo en un
exceso de jurisdicción. Es correcto que la actividad jurisdiccional está
sometida en la praxis a ciertos límites que, sobrepasados los mismos,
da lugar a una decisión inválida por incurrir en exceso o da lugar a un
defecto de jurisdicción. Así, en el ámbito civil, que atañe la materia in
commento, existen tres límites a la actividad jurisdiccional, en relación
con los sujetos, el objeto y la actividad.
En cuanto a los sujetos, los convivientes more uxorio no están sus-
traídos al ámbito de la jurisdicción. Al contrario, pueden estar inmer-
sos, no excluidos. En atención al objeto, lo relativo a las pretensiones
de declaración judicial de la unión convivencial y la subsiguiente par-
tición de los bienes comunes, es materia civil strictu sensu, no extra-
ña al mismo, que se rige no sólo por el Código Civil sino por el de su
18
Manual de Derecho Procesal Civil, p. 134, Ediciones Jurídicas Europa-América, Buenos
Aires, 1980.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 191
procedimiento. Por último, la actividad, en orden al lugar, tiempo y
forma de esa actividad. En la doctrina procesal 19 se refiere a que por
razón del lugar existen límites de la jurisdicción, en cuanto a que ésta
no puede conocer de las pretensiones que se formulen fuera del espa-
cio que determina la extensión geográfica de la soberanía del Estado;
por razón del tiempo, existen límites en la jurisdicción, en cuanto a que
ésta sólo puede intervenir en tanto estén vigentes las normas a que su
implantación se debe; y, por razón de la forma existen límites de la
jurisdicción, en cuanto a que ésta sólo puede funcionar del modo que
intrínsecamente le es propio, esto es, mediante la recogida, examen y
actuación o denegación de pretensiones, quedando fuera de su ámbito
normal la posibilidad de que sus mandatos asuman la forma de una
declaración general o espontánea.
Obtener la declaración de certeza concubinaria previamente y en juicio
aparte, acompañando copia certificada de la sentencia como requisito
para su admisibilidad, ¿no podría constituir obstáculo para el ejercicio
de la tutela judicial efectiva y un formalismo inútil?, pues la Constitución
venezolana vigente en su trajinado artículo 26 establece: “Toda persona
tiene derecho de acceso a los órganos de administración de justicia para
hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos, a
la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión
correspondiente. El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible,
imparcial, idónea, transparente, autónoma, independiente, responsable,
equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o reposi-
ciones inútiles”. Y habiendo sido constitucionalizado el proceso judicial
venezolano, el mismo constituye un instrumento fundamental para la
realización de la justicia y no se sacrificará ésta por la omisión de for-
malidades no esenciales, tal como lo contempla el artículo 257 eiusdem.
Por eso, a modo de ejemplo, ¿de qué manera reparar el daño que causa-
ría el conviviente que se insolventó para no partir los bienes comunita-
rios? De modo más concreto: ¿Quién indemniza al conviviente
perjudicado por esa insolvencia intencional?
En otro contexto temático, mientras la unión funcione como pareja esta-
ble pareciera no tener sentido aquella declaración judicial, y tampoco
cuando la unión convivencial es de derecho como en el caso que propo-
19
Guasp, Ob. Cit., p. 112.
192 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
more uxorio o concubinaria, a tenor de lo pautado en el artículo 77 de la
Constitución venezolana vigente.
La experiencia demuestra que el interés económico es el que mueve,
por lo general, hacia aquella declaración judicial; y no tendría ningún
sentido quedarse en la misma y acudir a un proceso judicial separado
para solicitar la partición de los bienes comunes. De allí que nada impi-
de se acumulen sendas pretensiones en la misma demanda, pues no son
incompatibles, contrarias entre sí ni excluyentes y por razón de la mate-
ria corresponden al conocimiento del mismo Tribunal, más aun, cuando
esa acumulación de pretensiones no es contraria al orden público, a las
buenas costumbres o a alguna disposición expresa de la Ley. Los pro-
cedimientos tampoco son incompatibles entre sí; pues el procedimiento
declarativo en referencia no tiene pautado un procedimiento especial20,
por lo cual se ventilará por el procedimiento ordinario21, al igual que el
procedimiento aplicable a la partición o división de bienes comunes que
se tramitará por el mismo procedimiento dentro de las previsiones del
artículo 77 y siguientes del Código de Procedimiento Civil; pues obvia-
20
La Sala Constitucional, en decisión Nº 559 del 18 de abril de 2001 (caso: Omar Jesús
Viera), decidió que, “...Observa la Sala –tal como lo declaró el a quo– que en el presente
caso, había concluido el procedimiento de divorcio, por lo que el Tribunal de Protección del
Niño y del Adolescente no podía proceder –como lo hizo– a homologar el acuerdo efectua-
do sobre la partición de los bienes de la comunidad conyugal, pues conforme a la Resolu-
ción Nº 1030 del 8 de agosto de 1991, publicada en la Gaceta Oficial de la República de
Venezuela Nº 34779 del 19 de agosto de 1991, la partición de la comunidad de bienes está
atribuida a los Tribunales de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil, cuyo procedimiento
lo regulan los artículos 777 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, y como se
desprende del artículo 177 de la Ley Orgánica de Protección del Niño y del Adolescente
antes transcrito, lo relativo a la liquidación de los bienes de la comunidad conyugal, inde-
pendientemente de la existencia o no de hijos menores habidos en el matrimonio, no está
previsto como asunto de su competencia”. (...)
21
Las controversias que se susciten entre partes en reclamación de algún derecho se ventila-
rán por el procedimiento ordinario, si no tienen pautado un procedimiento especial (art. 338,
CPC). Artículo 177 de LOPNA: Competencia de la Sala de Juicio. El juez designado por el
Presidente de la Sala de juicio, según su organización interna, conocerá en primer grado de las
siguientes materias: Parágrafo Primero: Asuntos de familia: ... k) Cualquier otro afín a esta
naturaleza que deba resolverse judicialmente (...) Parágrafo Segundo: Asuntos patrimoniales
y del trabajo:... c) Demandas contra niños y adolescentes; d) Cualquier otro afín a esta
naturaleza que deba resolverse judicialmente.
194 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
mente primero se declara la unión fáctica, cuando corresponda, e inme-
diatamente después de quedar definitivamente firme y ejecutoriada la
sentencia, se procedería –por el mismo tribunal– a la partición y liquida-
ción patrimonial, en cuyo caso, dentro del orden de prioridades procesa-
les, no existe ninguna incompatibilidad, al agotarse la primera fase y
entrarse al cumplimiento de la segunda, pues las mismas no tienen lugar
al mismo tiempo, y tampoco se realiza una en defecto de la otra.
2.2.3 Fallos del Tribunal (Corte) Supremo (a) de Justicia vinculados
al tema:
Con vista a lo resuelto por la Sala Constitucional en la decisión interpre-
tativa en comentario, dada la importancia del tema, citamos cinco (5)
sentencias del Máximo Tribunal de la República:
2.2.3.1 La Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justi-
cia (en lo sucesivo CSJ) en sentencia de fecha 28 de mayo de 1975
(Procuraduría General de la República en solicitud de expropiación),
con fundamento en el artículo 767 del Código Civil, dispuso se pagara a
la concubina la parte correspondiente del precio del bien expropiado
habido durante la unión no matrimonial, sin que ésta hubiese sido pre-
viamente declarada mediante sentencia; observó y dispuso:
(...) Se advierte que durante los lapsos previstos en los car-
teles que fueron publicados en la prensa conforme a la Ley
de la materia para empezar a los sucesores de ...y a los de-
más posibles propietarios, poseedores, arrendatarios, acree-
dores y en general a todo el que tuviera o pretendiera tener
algún derecho en el inmueble a expropiarse, ...El propietario,
conforme a lo expresado en la certificación relativa la pro-
piedad y gravámenes expedida por la Oficina Subalterna de
Registro Público..., es el ciudadano ...Ahora bien, el propie-
tario falleció en fecha..., ab intestato y sin descendientes u
otros parientes, excepto la ciudadana ...con quien mantuvo
unión “no matrimonial” por espacio de diez (10) años. Acom-
pañó al presente escrito, justificativo para perpetua memoria
levantado por ante el Juzgado (...).
El 6 de febrero del año en curso la señora ...expuso:
(...) En mi carácter de concubina del ciudadano ...propietario
de la parcela de terreno objeto de la presente solicitud de
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 195
expropiación, de acuerdo con la presunción establecida en el
artículo 767 del Código Civil, según consta de autos, conven-
go en el justiprecio de dicho inmueble realizado por la Comi-
sión de Avalúo a los fines de la ocupación previa del mismo
...y, en consecuencia, solicito respetuosamente de este Alto
Tribunal, me sea entregada la cantidad que me corresponde
de dicha suma (...).
Con relación a la petición de la señora ... se observa:
(...) Conforme a la disposición transcrita, se observa que en el
presente caso, la señora ... ha demostrado, que vivió perma-
nentemente en unión no matrimonial con ... durante la época
en que éste adquirió el inmueble objeto de la expropiación y
hasta la fecha de su fallecimiento y que contribuyó con su
trabajo a la formación y aumento del patrimonio del de cujus;
y, por otra parte, la referida documentación no fue impugnada
por persona alguna, ni lo que respecta a la mitad restante de
los derechos de propiedad del mencionado terreno (...).
De la anteriormente citada sentencia, deducimos lo siguiente:
i) La demanda no fue declarada inadmisible, pues se supone
que la Sala claramente observó que la justiciable obtenía la
satisfacción completa de su interés mediante la misma deman-
da, y no a través de una acción diferente.
ii) Nada afirmó la Sala en cuanto a la acumulación de preten-
siones de la peticionante, pues la misma alegó ser concubina
del de cujus sin haber previamente demostrado la existencia
de la unión fáctica mediante sentencia de declaración de cer-
teza; y al dar por demostrada esa unión convivencial, requirió
el pago del precio del bien expropiado.
iii) La Sala tampoco observó ningún exceso de jurisdicción, al
admitir la petición de la concubina y encontrar ajustada la mis-
ma al artículo 767 del Código Civil, dando así por demostrada
la unión convivencial con las pruebas que la peticionaria acom-
pañó, sin que la concubina hubiese presentado previamente
sentencia de declaración de certeza de la unión fáctica que
dijo haber existido con el de cujus.
196 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
iv) Por último, la Sala ordenó se pagara a la concubina el pre-
cio del inmueble expropiado. Es decir, la Sala no sólo dirimió el
conflicto planteado sino que impuso el derecho. Es de suponer
que, en esa forma, la Sala encontró plenamente satisfecho el
interés de la concubina peticionaria.
2.2.3.2 La Sala de Casación Civil en sentencia RC- 0323 del 26 de
julio de 2002 (caso: Arcángel Mora contra Ana Ramona Mejías Ruiz),
resolvió lo siguiente:
(...) El artículo 341 del Código de Procedimiento Civil, dispone
que el tribunal admitirá la demanda “si no es contraria al orden
público, a las buenas costumbres o a alguna disposición expre-
sa de la Ley”. De lo contrario debe negar su admisión expre-
sando los motivos de su negativa. Ahora bien, el artículo 16 del
mismo código señala lo siguiente:
(...) Para proponer la demanda el actor debe tener interés ac-
tual. Además de los casos previstos en la Ley, el interés puede
estar limitado a la mera declaración de la existencia o inexis-
tencia de un derecho o de una relación jurídica. No es admisi-
ble la demanda de mera declaración cuando el demandante
puede obtener la satisfacción completa de su interés mediante
una acción diferente(...). (Subrayado de la Sala).
De conformidad con la parte final de la citada norma, las ac-
ciones merodeclarativas que no satisfagan completamente el
interés del accionante no son admisibles, ello en virtud del prin-
cipio de economía procesal, pues nada hace un tribunal al co-
nocer de una acción que no logra su objetivo, como es declarar
certeza sobre un derecho o una relación jurídica que se tiene
como incierta, o ventilar un proceso que sólo pretende pre-
constituir una prueba para un juicio posterior. Por tanto, la sa-
tisfacción completa del interés del actor deviene en condición
necesaria para la admisibilidad de dicha demanda, que de no
cumplirse estaría prohibida por la ley, es decir, por el mismo
artículo 16 del Código de Procedimiento Civil...
En el caso concreto, esta Sala observa que la parte actora
interpuso una acción merodeclarativa para obtener los siguientes
pronunciamientos: a) Que entre él y la demandada existió una
relación concubinaria desde marzo de 1985 hasta junio de 1994;
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 197
b) Que durante dicha unión ambos adquirieron un inmueble; y,
c) Que el cincuenta (50%) por ciento del referido bien le per-
tenece al actor. Ahora bien, es evidente que lo que se pretende
con dicha acción es preconstituir una prueba que podrá usarse
en un juicio de partición de comunidad, con base en la cuota
parte que éste alega tener sobre un inmueble.
Siendo así, la acción de mera certeza propuesta por el forma-
lizante no cumple con el requisito exigido por el artículo 16 del
Código de Procedimiento Civil, pues existe en nuestro or-
denamiento jurídico otra acción que permite al actor sa-
tisfacer completamente su interés, como es la partición
y liquidación de la comunidad concubinaria. Por tanto, la
demanda intentada es inadmisible por prohibición expresamente
del artículo 16 eiusdem.
Todas estas razones conducen a la Sala a casar de oficio y sin
reenvío el fallo recurrido, ya que se hace innecesario un nuevo
pronunciamiento sobre el fondo, de conformidad con el artícu-
lo 320 del Código de Procedimiento Civil y, en consecuencia,
declara inadmisible la demanda incoada por la parte actora,
ciudadano Arcángel Mora, contra la ciudadana Ana Ramona
Mejías Ruiz, por infracción directa de los artículos 341 y 16 in
fine, del Código de Procedimiento Civil, anulándose en conse-
cuencia el mencionado auto de admisión de fecha 12 de junio
de 2000, proferido por el Juzgado Segundo de Primera Instan-
cia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción
Judicial del estado Táchira, así como todas las actuaciones
posteriores al mismo. Así se decide. (Destacado nuestro).
Del contenido señalado se infiere, con fundamento en el artículo 16
del Código de Procedimiento Civil 22, la Sala de Casación Civil deter-
minó la inadmisibilidad de la demanda merodeclarativa concubinaria al
no satisfacer la misma completamente el interés del actor, en aplicación
del artículo 341 eiusdem, respecto a la prohibición de la ley de admitir la
acción propuesta; pues en nuestro ordenamiento jurídico –sostiene–
existe otra acción que permite al actor satisfacer completamente su
22
(...) No es admisible la demanda de mera declaración cuando el demandante puede obtener
la satisfacción completa de su interés mediante una acción diferente.
198 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
interés, como es la partición y liquidación de la comunidad patrimonial
convivencial.
Al resolver de tal modo, en atención a lo que dispone el artículo 16 del
Código de Procedimiento Civil e indicar que la acción que permite al
actor satisfacer completamente su interés es la partición y liquidación
de la comunidad patrimonial convivencial; pareciera indudable que se
obvia la pretensión merodeclarativa y la acción directa sería la mencio-
nada, en cuyo caso se daría por demostrada (tácitamente, o al menos
que se demuestre en el proceso de declaración de certeza) la relación
concubinaria; no obstante que la aplicación del artículo 16 eiusdem, en
tal hipótesis, parece complicar la situación si en el caso propuesto la
acción directa es la de partición y liquidación de la unión concubinaria.
De ser así, entonces resulta más razonable el argumento de la acumula-
ción de la pretensión merodeclarativa concubinaria y la de partición y
liquidación de la misma23; pues mientras los convivientes no “legalicen”
su unión conforme a lo que disponga la ley que se dicte para regular las
uniones more uxorio, su unión seguirá siendo fáctica, en cuyo caso
(ante la acumulación de pretensiones) obviamente no hay posibilidad de
fallos contrarios o contradictorios, las mismas guardan relación, no son
incompatibles, ni tienen procedimientos distintos de modo sustancial, con
alguna variante en el ámbito puramente formalista; con influencia la
acumulación (de modo terminante) en la celeridad procesal24, sin des-
23
No pareciera correcta la afirmación para el ámbito matrimonial, si se observa que en el caso
de la partición y liquidación de la comunidad patrimonial matrimonial, la misma no puede
realizarse si la unión matrimonial no ha sido previamente disuelta o extinguida conforme a
cualesquiera de las causas establecidas en la ley (arts. 184 y 185 del Código Civil); y la
comunidad de bienes en el matrimonio se extingue de la manera como previene el artículo 173
eiusdem, siendo que conforme a esta misma norma “Toda disolución y liquidación voluntaria
es nula, salvo lo dispuesto en el artículo 190”. De modo que pareciera incomprensible que sin
disolverse previamente la unión fáctica, proceda, sin más, a partirse y liquidarse la misma. Lo
que ocurre es que la unión fáctica no puede subsumirse en la estructura o sistema normativo
de la matrimonial para seguir el mismo procedimiento de partición y liquidación de los bienes;
y hasta tanto no se dicte la ley que regule las uniones fácticas, no podrá conocerse las causas
que el legislador estatuya en materia de disolución de las mismas, salvo el conocido modo
voluntario y unilateral por cualquiera de los convivientes, o por decisión de ambos, y las
exigencias para que tal partición y liquidación tenga lugar.
24
Se dice que un proceso está orientado a la celeridad procesal, como afirma Rengel Romberg,
cuando su estructura dialéctica permite llegar rápidamente a la síntesis, esto es, a la sentencia.
Por el contrario, si entre la tesis (demanda) y la síntesis (sentencia) transcurre un largo
período de tiempo, se dice que el proceso carece de celeridad y está dominado más bien por
la lentitud, Estudios Jurídicos, pp. 360 y 361, Academia de Ciencias Políticas y Sociales,
Caracas, 2003.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 199
medro de los recursos económicos de los intervinientes y en cuanto al
tiempo. Es más, en la doctrina se ha llegado a sostener que la tutela
jurídica que se obtiene por la mera declaración no es cualitativamente
distinta de la que se alcanza con la condena, siendo solamente en aqué-
lla más limitada y restringida que en ésta, de modo que, si se las compa-
ra, resulta que la mera declaración es un minus respecto a la condena,
no un aliud25. Luego, entonces, si la tutela que se obtiene con la senten-
cia merodeclarativa, en su esencia no tiene mayor diferencia que la
correspondiente a la tutela que se otorga a la sentencia de condena; y
aun cuando la diferencia que existe se concreta al alcance que compor-
ta una y otra tutela en cuanto a que la primera es más restringida que la
segunda (un minus no un aliud); por el beneficio de la tutela, la restric-
ción no tiene el poder o la fuerza para impedir la acumulación de las
referidas pretensiones, pues obviamente no hay posibilidad de fallos
contrarios o contradictorios, las mismas guardan relación, no son in-
compatibles ni tienen procedimientos distintos de modo sustancial, salvo
insignificantes signos formalistas prohibidos en los artículos 26 y 257 de
la Constitución venezolana vigente.
El thema en discusión encuentra transitorio obstáculo26 en el positivis-
mo jurídico, que todavía ejerce decisiva influencia en la aplicación del
Derecho, y así se obstaculiza –a través de formalismos– que el justicia-
ble tenga acceso a la justicia material del caso concreto. En efecto, el
positivismo jurídico sólo toma en consideración las normas que deben
aplicarse en todo o no aplicarse y por eso es estrictamente normativo,
por ejemplo, en el caso de los artículos 16, 78, 341 y 777 del Código de
25
Ricardo Schmidt, cita que realiza Luis Loreto en la obra Estudios de Derecho Procesal en
honor de Hugo Alsina, pp. 409-438, Buenos Aires, 1946.
26
Si el Derecho es el límite del poder, como afirma Faustino Martínez Martínez, y éste se
configura como la forma más perfecta (de las conocidas) que tenemos de encauzar la arbitra-
riedad con arreglo a ciertos parámetros más o menos lógicos (ese reducto al que muchos se
aferran todavía desde las más altas instancias), es preciso delimitar cómo ha de operar aquél
y si las fórmulas tradicionales que se han estilado para su justificación siguen teniendo validez
o, por el contrario, es necesaria y urgente una revisión de los postulados primigenios que
sustentan el aparato jurídico. El Derecho sigue siendo indispensable para la vida colectiva,
pero cómo ha de operar el mismo, cómo se justifica su presencia, cómo ha de actuar, qué
papel le queda por desempeñar en este mundo globalizado, injusto hasta la médula, complejo
y sin visos de simplificación en el futuro más inmediato, es tarea que se debe resolver desde
el presente y de un modo urgente, en la medida de lo posible, Recensión del libro El derecho
dúctil. Ley, derechos, justicia, de Gustavo Zagrebelsky, en la revista virtual Byblos. Revista
de Bibliografía Histórico-Jurídica. Departamento de Historia del Derecho y de las Institucio-
nes. Facultad de Derecho. Universidad Complutense de Madrid, 2005 (España).
200 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
Procedimiento Civil, en relación con la temática de nuestro discurrir,
pues se aplican o no se aplican y parece que resulta más formal su
aplicación literal, es decir, que fuera de las normas nada es posible;
dejando por fuera la argumentación y la motivación que hagan efectivas
la equidad y la justicia del caso específico, en la solución del mismo,
obviando así el análisis y subsunción de los principios y los valores cons-
titucionales, pues de tomarse en consideración en el razonamiento la
solución podría ser otra, en medio de la contradicción entre la norma
establecida, que tiene ciertas formalidades invariables desde el punto
de vista meramente literal, que las presente rígidas e inflexibles. Y en
atención a los principios, se ha afirmado que los mismos hacen referen-
cia a la justicia y la equidad, mientras las normas se aplican o no se
aplican, los principios dan razones para decidir en un sentido determina-
do, pero, a diferencia de las normas, su enunciado no determina las
condiciones de su aplicación. El contenido material del principio –su
peso específico– es el que determina cuándo se debe aplicar en una
situación determinada. Los principios, además, informan las normas ju-
rídicas concretas de tal forma que la literalidad de la norma puede ser
desatendida por el juez cuando viola un principio que en ese caso espe-
cífico se considera importante27.
Nuestra Constitución es antiformalista (en contraposición al extremis-
mo que significan las formalidades rituales excesivas que se apartan,
por ser tales, de la finalidad de las mismas que es contribuir, como me-
dios o instrumentos, a la realización de la justicia); y ratifica al mismo
tiempo (la Constitución) la necesidad de las formas procesales necesa-
rias o útiles en el ámbito jurídico, en la realización de los actos del pro-
ceso; por lo cual el Código de Procedimiento Civil contempla que “Los
actos procesales se realizarán en la forma prevista en este Código y en
las leyes especiales. Cuando la ley no señale la forma para la realiza-
ción de algún acto, serán admitidas todas aquellas que el Juez considere
idóneas para lograr los fines del mismo” (artículo 7); pero, como afirma
el Tribunal Constitucional español, “ningún requisito formal puede con-
vertirse en obstáculo que impida injustificadamente un pronunciamiento
sobre el fondo”; y que “no son admisibles aquellos obstáculos que pue-
dan estimarse excesivos, que sea producto de un formalismo y que no
se compaginen con el necesario derecho a la justicia, o que no aparez-
27
Donald Dworkin, Los Derechos en Serio, pp. 72 y ss., Ariel Derecho, España, 1999.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 201
can como justificados y proporcionados conforme a las finalidades para
que se establecen, que deben, en todo caso, ser adecuadas a la Consti-
tución” (sentencia 57/1985).
Por eso, según la concepción formalista de la justicia, una primera
acepción de la expresión “formalismo jurídico”, se refiere a cierta teoría
de la justicia, en particular, según la cual acto justo es aquel que es
conforme a la ley, e injusto aquel que está en desacuerdo con ella,
como refiere Bobbio, y más exactamente se debería llamar “formalis-
mo ético”, porque tiene en común con todas las teorías formalistas de
la ética de la afirmación de que el juicio ético consiste en un juicio de
conformidad de un acto con la norma, de donde bueno es el acto rea-
lizado para cumplir con la ley, y malo aquel que se realiza para trans-
gredirla. El término más común para designar esta teoría es el
“legalismo”. Entre los muchos análisis críticos –según sostiene– a que
se ha dado lugar el formalismo, destaca como muy preciso y matizado,
el de Bobbio. Distingue cuatro acepciones. En la primera de ellas de
formalismo jurídico se entiende la teoría de la justicia según la cual el
acto justo es el conforme a la ley, y el injusto el disconforme; con lo
que formalismo jurídico equivale aquí al más estricto legalismo cifrado
en el cumplimiento del deber emanado de la norma. En una segunda
acepción, el formalismo se centra en la delimitación de lo jurídico (res-
pecto de lo moral, lo económico, lo consuetudinario), sin tomar en cuenta
el contenido y sí sólo la forma, como aparece de manera muy acusada
en la fórmula de Kelsen, para el cual lo que caracteriza al derecho no
es esta o aquella materia que sea objeto de regulación ni el fin perse-
guido sino la forma y en particular la regulación mediante el ejercicio
del poder coactivo. Así surge el normativismo; y en relación con él
una tercera acepción del formalismo, que se traduce en la concepción
de la ciencia jurídica como, ciencia formal, cuyo cometido no es la
explicación causal ni la justificación teleológica, sino la construcción,
el sistema y la dogmática. Un cuarto significado del formalismo jurídi-
co se manifiesta, según Bobbio, en la teoría de la interpretación jurídi-
ca, al propugnar la hegemonía de la interpretación lógica y sistemática
sobre la histórica y teleológica (jurisprudencia conceptual frente juris-
prudencia de intereses) y estimar que el juez despliega un cometido
exclusivamente declarativo y nunca creador del derecho. Así pues,
hay cuatro variantes del formalismo: el legalismo, referido a la teoría
de la justicia; el normativismo, concerniente a la teoría del derecho; el
202 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
dogmatismo, que expresa un modo de entender la ciencia del derecho,
y el conceptualismo que se manifiesta en teoría de la interpretación28.
En el contraste de los artículos preconstitucionales 16, 78, 341 y 777 del
Código de Procedimiento Civil con los artículos 26, 49 y 257 de la Cons-
titución vigente, aquéllos no pueden soportar o resistir su presencia ante
la contradicción que pudiera plantearse, dado su característico forma-
lismo in extremis; y de modo concreto con el principio constitucional
según el cual “El proceso constituye un instrumento fundamental para
la realización de la justicia ...No se sacrificará la justicia por la omisión
de formalidades no esenciales” (art. 257 CRBV). Por eso, la justicia
que los justiciables exigen es la que dé respuesta inmediata, eficaz, con
trámites, criterios, directrices, reglas y fórmulas que no sacrifiquen la
justicia material del caso concreto. Se trata de la necesidad de subvertir
los estándares y las reglas reiterada y tradicionalmente establecidas por
el sistema, que chocan con los principios y valores constitucionales.
2.2.3.3 La Sala de Casación Civil en sentencia RC-00371 del 30 de
mayo de 2007 (el mismo caso: Arcángel Mora contra Ana Ramona
Mejías Ruiz), dispuso:
(...) En resguardo del derecho que tienen las partes a la tutela
judicial efectiva y al libre acceso a los órganos de administra-
ción de justicia a fin de materializar el derecho de defensa y el
de petición, contenidos en los artículos 49, 26 y 51 de la Cons-
titución de la República Bolivariana de Venezuela, esta Sala de
conformidad con la disposición legal consagrada en el artículo
320 del Código de Procedimiento Civil, y al principio constitu-
cional que reza “...El proceso constituye un instrumento para
la realización de la justicia...” dispuesto en el artículo 257 cons-
titucional, tiene la prerrogativa de extender su examen hasta el
fondo del litigio, sin formalismos, cuando por sí misma, detecte
la infracción de una norma de orden público o constitucional.
Por tanto, con el fin de aplicar una recta y sana administración
de justicia, la Sala procede a ignorar las denuncias formuladas
en el escrito de formalización, y autorizada por la facultad que
28
Guerrero Quintero, Gilberto, Objeto de la prueba judicial civil y su alegación, 1ª reimpresión,
pp. 110 y ss., Tribunal Supremo de Justicia, Caracas, 2005.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 203
le confiere el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil,
hará pronunciamiento expreso, para casar la decisión recurri-
da en infracciones de orden público y constitucional que se
han verificado en el caso bajo juzgamiento...
Al decidir las cuestiones previas, el Juzgado Cuarto de Prime-
ra Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circuns-
cripción Judicial del estado Táchira, las declaró con lugar e
inadmisible la pretensión del demandante “...por no haber
presentado prueba fehaciente de la existencia de la comuni-
dad concubinaria, con la presentación de la sentencia definiti-
vamente firme que debió agregar a los autos...”, decisión que
fue apelada por la parte actora...
Para decidir, la Sala observa:
El recurrente, en la oportunidad de subsanar la cuestión previa
contenida en el ordinal 6° del artículo 346 del Código de Pro-
cedimiento Civil, referida al defecto de forma del libelo de la
demanda, invocó sentencia dictada por esta Sala en fecha 26
de julio de 2002, en el marco del proceso por el cual pretendió
el “reconocimiento de la comunidad concubinaria y poste-
rior partición del inmueble hoy objeto de esta demanda”,
sosteniendo que “el mismo Tribunal Supremo de Justicia
recomendó este procedimiento de partición”.
Ahora bien, en virtud del señalamiento hecho por el actor al
invocar decisión emanada de esta Sala en la que alega le fue
recomendado el procedimiento de partición y liquidación de la
comunidad concubinaria, se estima oportuno destacar que de
la revisión de las actas que conforman el presente expediente
se pudo constatar la existencia de la referida sentencia, y a los
fines de lograr una mayor comprensión de la situación proce-
sal que envuelve a la presente causa, se hace menester revi-
sar el contenido del fallo en cuestión dictado el 26 de julio de
2002, en el expediente N° 2001-000590, N° 323, el cual tex-
tualmente dice: ...
Como se puede colegir de la anterior transcripción, el ciudadano
Arcángel Mora en un proceso anterior al de autos, demandó a la
ciudadana Ana Ramona Mejías Ruiz en el que pretendió se de-
clarara que: a) entre él y la ciudadana antes mencionada
204 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
en sus artículos 26 y 257, en los que se enaltece al proceso
como instrumento fundamental para la realización de la justi-
cia y se prioriza el derecho de toda persona de acceder a los
órganos de administración de justicia para hacer valer sus
derechos e intereses.
Igualmente, hizo caso omiso a la doctrina imperante tanto en la
Sala Civil, como en la Constitucional, con respecto al princi-
pio pro actione y acceso a la justicia, en el cual se enfatiza
la idea referida a tales principios que forman parte del núcleo
esencial de los derechos fundamentales a la tutela judicial efi-
caz y al debido proceso y, en razón de ello, deben prevalecer
las interpretaciones que los favorezcan. (Ver. Entre otras, Sen-
tencias N° 351, de fecha 30 de mayo de 2006, de esta Sala,
caso: Aura Elena Rincón de Moreno contra Heriz Moreno Toro,
y sentencia de la Sala Constitucional Nº 5043, de fecha 15 de
diciembre de 2005, expediente N° 05-1212, caso: Alí José Ri-
vas Bolívar y otros).
Lo expuesto permite determinar que la sentencia recurrida
generó indefensión de la parte demandante, hoy recurrente, ya
que lo dejó huérfano de defensas, pese a que el mismo proce-
dió conforme a lo precisado por la Sala; por ello, actuó contra-
rio al mandato contentivo en el artículo 15 del Código Procesal
Civil, 26, 49 y 257 de la Constitución de la República Bolivaria-
na de Venezuela. Así se decide.
En atención a lo anteriormente explanado, y en aras de la tute-
la judicial efectiva y del acceso a los órganos de administra-
ción de justicia, con el fin de impedir el quebrantamiento a la
tutela jurisdiccional, esta Sala evidencia que el juez de alzada
debió dar prioridad a lo establecido en la sentencia de fecha 22
de julio de 2002, en la cual se indicaba la forma mediante la
cual el demandante debía canalizar su pretensión.
Lo expresado permite determinar que la sentencia recurrida,
al declarar sin lugar la demanda, aduciendo a razones contra-
rias a las dadas por esta máxima jurisdicción en fecha 22 de
julio de 2002, ocasionó la indefensión de la parte demandante,
hoy recurrente, y la dejó desamparada en el ejercicio de sus
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 207
derechos, pese a que él mismo procedió conforme a lo preci-
sado por dicha decisión, por ello, actuó contrario al mandato
consagrado en el artículo 15 del Código de Procedimiento Ci-
vil, y los artículos 26, 49 y 257 de la Constitución de la Repúbli-
ca Bolivariana de Venezuela. Así se decide.
En esta decisión, aun cuando se mantiene el criterio reiterado de que la
acumulación de pretensiones incompatibles no puede darse en ningún
caso, es decir, ni de forma simple o concurrente, ni de manera subsidia-
ria; y que, por tanto, la inepta acumulación de pretensiones en los casos
en que éstas se excluyan mutuamente o cuyos procedimientos sean in-
compatibles, constituye causal de inadmisibilidad de la demanda; sin
embargo, la Sala cede ante la situación planteada y renuncia en el caso
concreto (con sentido teleológico en la praxis) al criterio de la acumu-
lación de pretensiones que afirma prohibida –ante una situación excep-
cional como la que se observa– con vista a la prevalencia de los artículos
15 del Código de Procedimiento Civil y 26, 49 y 257 de la Constitución
vigente, frente a lo dispuesto en los artículos 16, 78, 341 y 777 del Códi-
go de Procedimiento Civil, es decir, que los desaplica (tácitamente) a fin
de aplicar la Constitución con preferencia, de lo cual, a su vez, se infie-
re que los artículos 16, 78, 341 y 777 eiusdem, son normas de orden
público relativo y, por tanto, renunciables los derechos-deberes que las
mismas contemplan, pues de otra manera la Sala no habría dejando de
tomarlas en cuenta en todo caso.
Con la sentencia in commento queda demostrado que estas normas de
procedimiento, aun cuando se consideren como de orden público, al ser
preconstitucionales se deben adaptar a la Constitución, constitucionali-
zado como ha quedado el proceso judicial venezolano, pues el mismo
constituye un instrumento fundamental para la realización de la justicia
material del caso concreto y no se sacrificará ésta por la omisión de
formalidades no esenciales; por lo cual entonces se permite la tramita-
ción simultánea, en un mismo procedimiento, de las pretensiones de de-
claración de la comunidad concubinaria, su partición y liquidación, lo
cual deja de ser la acumulación prohibida a que se contrae el artículo 78
del Código de Procedimiento Civil, sin que sea necesario que para el
segundo procedimiento previamente se haya declarado, mediante sen-
tencia definitivamente firme, la existencia del vínculo concubinario, en
cuyo caso ésta (la sentencia) merodeclarativa concubinaria no es el
208 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
29
Artículo 777. La demanda de partición o división de bienes comunes se promoverá por
los trámites del procedimiento ordinario y en ella se expresará especialmente el título que
origina la comunidad, los nombres de los condóminos y la proporción en que deben dividir-
se los bienes.
Si de los recaudos presentados, el Juez deduce la existencia de otro u otros condóminos,
ordenará de oficio su citación.
Artículo 778. En el acto de la contestación, si no hubiere oposición a la partición, ni discusión
sobre el carácter o cuota de los interesados y la demanda estuviere apoyada en instrumento
fehaciente que acredite la existencia de la comunidad, el Juez emplazará a las partes para el
nombramiento del partidor en el décimo día siguiente. El partidor será nombrado por mayoría
absoluta de personas y de haberes. Caso de no obtenerse esa mayoría, el Juez convocará
nuevamente a los interesados para uno de los cinco días siguientes y en esta ocasión el
partidor será nombrado por los asistentes al acto, cualquiera que sea el número de ellos y de
haberes, y si ninguno compareciere, el Juez hará el nombramiento (destacado nuestro).
Tanto “el título que origina la comunidad”, a que se refiere el artículo 777 del Código de
Procedimiento Civil, como el “instrumento fehaciente que acredite la existencia de la comu-
nidad “a que se contrae el artículo 778 eiusdem, en relación al thema en discusión, es la
sentencia merodeclarativa de la existencia de la unión concubinaria. Si se observa que la
decisión de la Sala Civil in commento, autoriza la acumulación de las diversas pretensiones
del actor del modo como queda expuesto, entonces cabe afirmar que el título que origina la
comunidad o el instrumento fehaciente que acredite la existencia de la comunidad, como
instrumento fundamental para la admisión de la demanda, se integra o construye en el
mismo momento en que el tribunal dicta la declaración de certeza de existencia de la unión
convivencial en la misma causa, y se puede proceder luego a la partición y liquidación de la
comunidad de los bienes que exista.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 209
(...) la parte actora consignó original de la constancia de con-
cubinato, al cual se le otorga pleno valor probatorio, evi-
denciándose de la misma que la actora convivió en
concubinato durante 19 años con el hoy occiso; copia cer-
tificada de la partida de nacimiento de su hijo, ... quien actual-
mente cuenta con doce años de edad, ... de la cual se evidencia
que dicho ciudadano es hijo del occiso y de su concubina la
ciudadana, Delia Bautista Rodríguez, y su minoridad; y como
consecuencia de lo expuesto debe establecer esta Sala, con
fundamento en las consideraciones de equidad y equilibrio que
deben conducir al juez en la tarea de cuantificar el daño moral,
que la indemnización a la que debe ser condenada la empresa
demandada asciende a la cantidad de CIEN MILLONES DE
BOLÍVARES (Bs. 100.000.000,00) de los cuales CINCUEN-
TA MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 50.000.000,00) deben
cancelársele a la actora, y los otros CINCUENTA MILLO-
NES DE BOLÍVARES (Bs. 50.000.000,00), están destinados
al menor, Eduardo José Rodríguez Rodríguez, quien los recibi-
rá a través de su progenitora, en su condición de representante
legal, los cuales serán custodiados por un Tribunal de Protec-
ción del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial
del Estado Sucre con sede en la ciudad de Cumaná. El Tribu-
nal designado tiene que supervisar que ese dinero sea emplea-
do exclusivamente para la alimentación y el sostenimiento del
menor hasta que cumpla su mayoría de edad, debiéndose ente-
rar la suma que estimara conveniente y en los plazos que a su
arbitrio fueren idóneos, ello, en sujeción a los cometidos antes
enunciados. Así se establece (...) (destacado nuestro).
Con fundamento en lo transcrito, observamos: la demandante alegó ser
concubina del trabajador fallecido, como consecuencia de un accidente
en el trabajo, sin que previamente hubiese probado la existencia de la
unión concubinaria mediante sentencia de declaración de certeza defi-
nitivamente firme, es decir, dio por demostrada esa unión convivencial
consignando la original de la constancia de concubinato, a cuyo ins-
trumento la Sala otorgó pleno valor probatorio, evidenciándose de la
misma que la actora convivió en concubinato durante 19 años con el
occiso. La demandante solicitó se condenara a la demandada al pago de
los conceptos que narra en la demanda. La Sala Social del TSJ, en la
citada sentencia, no observó y menos declaró algún exceso de jurisdic-
210 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
ción. Al contrario, también dio por demostrada la unión convivencial, en
las pretensiones acumuladas, aducida por la actora con la “constancia
de concubinato” promovida por la misma, y condenó a la demandada,
con fundamento en la equidad y equilibrio que deben conducir al juez en
la tarea de cuantificar el daño moral, a la indemnización del mismo en la
expresada suma dineraria, en un 50% para la ex concubina y el otro
50% para su menor hijo habido durante la unión fáctica, como conse-
cuencia de darse por demostrada la unión convivencial, sin necesidad
de que la misma fuese declarada en proceso previo y por separado. Por
eso la Sala dirimió el conflicto judicial e impuso el derecho, al encontrar
plenamente satisfecho el interés de la concubina peticionaria, liquidán-
dose el bien patrimonial de manera directa.
2.2.3.5 La Sala Constitucional del TSJ en decisión Nº 1682, interpreta-
tiva del artículo 77 constitucional, de fecha 15 de julio de 2005, con
carácter vinculante estableció:
(...) A juicio de esta Sala, dados los efectos que se reconocen
a la “unión estable”, sería una fuente de fraude para los acree-
dores de cualquiera de los concubinos aceptar que uno vendie-
ra al otro los bienes comunes documentados a su nombre o
poseídos por él y, en consecuencia, quien demuestre que la
venta ha ocurrido entre ellos, puede invocar la existencia
de la unión y tratarlos como bienes comunes o, según los
casos, pedir la nulidad del negocio (...). (Destacado nuestro).
(...) Ahora bien, como no existe una acción de separación de
cuerpos del concubinato y menos una de divorcio, por tratarse
la ruptura de la unión de una situación de hecho que puede
ocurrir en cualquier momento en forma unilateral, los artículos
191 y 192 del Código Civil resultan inaplicables, y así se decla-
ra; sin embargo, en los procesos tendientes a que se reconoz-
ca el concubinato o la unión estable, se podrán dictar las
medidas preventivas necesarias para la preservación de los
hijos y bienes comunes (...).
En cuanto a la citada decisión, podemos señalar lo siguiente:
i) Cuando uno de los convivientes vende los bienes al otro
en perjuicio del tercero acreedor ¿Quiere decir que, en tal
hipótesis, se da por demostrada la unión concubinaria sin que
el tribunal previamente la declare? En efecto, parece despren-
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 211
derse que si uno de los convivientes tiene bienes a su nombre
o los posee y los enajena al otro, si el tercero acreedor del
enajenante demuestra la venta, puede invocar la existencia de
la unión fáctica y tratar esos bienes como de la comunidad
concubinaria o, según los casos, pedir la nulidad del negocio;
con lo cual se da por demostrada esa unión sin necesidad de
que el tribunal declare su existencia previamente. De ser así,
ninguno de los convivientes tendría necesidad de que la unión
fáctica fuese declarada en proceso previo y por separado al
de la partición y liquidación de los bienes comunitarios; previa-
mente sí pero en el mismo proceso donde se requiere la parti-
ción y liquidación de la comunidad patrimonial, pues quedó
demostrada su existencia al encontrarse, de tal modo, plena-
mente satisfecho el interés de cualesquiera de los concubinos.
ii) Cuando el tercero tiene acreencias contra la comuni-
dad30. Para la Sala Constitucional “los terceros que tengan
acreencias contra la comunidad –supuesto diferente cuando el
tercero tiene acreencias contra uno de los convivientes– po-
drán cobrarse de los bienes comunes, y a ese fin si la unión
estable o el concubinato no ha sido declarado judicialmente,
los terceros pueden tener interés que se reconozca mediante
sentencia, para así cobrar sus acreencias de los bienes comu-
nes. Para ello tendrán que alegar y probar la comunidad, de-
mandando a ambos concubinos o sus herederos”. En este
segundo supuesto, es decir, el tercero tiene acreencias con-
30
Conforme al artículo 180 del Código Civil, “De las obligaciones de la comunidad se
responderá con los bienes de la misma y si éstos no fueren suficientes, el cónyuge que haya
contraído la obligación responderá subsidiariamente con sus bienes propios, a menos que el
otro cónyuge haya consentido el acto, caso en el cual ambos responderán de por mitad con
sus bienes propios.
De las obligaciones contraídas por los cónyuges en la administración de sus bienes propios
responden con éstos y subsidiariamente con los bienes que le correspondan en la comunidad”.
212 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
31
Artículo 165, CC: Son de cargo de la comunidad:
1º Todas las deudas y obligaciones contraídas por cualquiera de los cónyuges en los casos en
que pueda obligar a la comunidad.
2º Los réditos caídos y los intereses vencidos durante el matrimonio, a que estuvieren afectos,
así los bienes propios de los cónyuges como los comunes.
3º Las reparaciones menores o de conservación, ejecutadas durante el matrimonio en los
bienes propios de cada uno de los cónyuges.
4º Todos los gastos que acarrea la administración de la comunidad.
5º El mantenimiento de la familia y la educación de los hijos comunes y también los de uno
solo de los cónyuges en los casos en que tienen derecho a alimentos.
6º Los alimentos que cualquiera de los cónyuges esté obligado por la Ley a dar a sus ascen-
dientes, siempre que no puedan hacerlo con el producto de sus bienes propios.
Artículo 166, CC: También son de cargo de la comunidad las donaciones hechas, por cualquier
causa, a los hijos comunes, de mutuo acuerdo, por los cónyuges.
Si los bienes gananciales no alcanzaren, los cónyuges responderán de la diferencia, con sus
bienes propios, de por mitad.
Artículo 167, CC: La responsabilidad civil por acto ilícito de un cónyuge no perjudica al otro
en sus bienes propios ni en su parte de los comunes.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 213
hacer con las cautelares dictadas?, ¿se llevarán junto la sen-
tencia declarativa al segundo proceso comprensivo de parti-
ción y liquidación? A propósito, en esa sentencia “considera la
Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del matri-
monio, es necesario que la “unión estable” haya sido declara-
da conforme a la ley, por lo que se requiere una sentencia
definitivamente firme que la reconozca; y que la actualida es
necesaria una declaración judicial de la unión estable o del
concubinato, dictada en un proceso con ese fin”. Como se ob-
serva, la Sala no afirma que ese proceso tiene que ser prime-
ramente declarativo de la existencia de la unión concubinaria,
y que después, en proceso aparte, se resuelva la partición y
liquidación que contenga como documento fundamental esa
declaración de certeza.
3. LOS ARTÍCULOS 767 DEL CÓDIGO CIVIL Y 77
CONSTITUCIONAL
Para la Sala Constitucional, en la decisión interpretativa en comenta-
rio, “actualmente el concubinato que puede ser declarado tal es aquel
que reúne los requisitos del artículo 767 del Código Civil, y él viene a
ser una de las formas de uniones estables contempladas en el artículo
constitucional, ya que cumple los requisitos establecidos en la ley (Có-
digo Civil), para ser reconocido como tal unión. Por ahora –a los fines
del citado artículo 77– el concubinato es por excelencia la unión esta-
ble allí señalada”.
Al analizarse el artículo 767 del Código Civil, dentro de la propia inter-
pretación del artículo 77 de la Constitución venezolana vigente, se pro-
duce una interrelación entre el ámbito constitucional y el iusprivatístico,
para adaptar la norma preconstitucional a la Constitución vigente, según
la Constitución, conforme a la Constitución, pero exigente en cuanto a
que la interpretación según la Constitución no puede ser interpretación
contra legem. Al existir valores constitucionales en conflicto o cuando
hay principios en conflicto, la Sala Constitucional del TSJ está obligada
a ponderar cuál prevalece tomando en consideración la unidad normati-
va constitucional y las circunstancias del caso según argumentos razo-
nables. Se trata de dar vida al texto constitucional para elaborar lo que
la doctrina ha denominado “Derecho constitucional viviente”.
214 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
El artículo 767 del Código Civil se refiere a la comunidad universal de
ganancias (art. 1.650 CC) obtenidas durante la unión no matrimonial,
partiendo de la presunción iuris tantum de comunidad patrimonial a
que se contrae esa norma; más aún, cuando al artículo 767 del Código
Civil el legislador lo ubicó en el LIBRO SEGUNDO (De los Bienes,
de la Propiedad y de sus Modificaciones), Título IV (De la Comuni-
dad), contempla en el artículo 759 eiusdem que “La comunidad de
bienes se regirá por las disposiciones del presente Título, a falta de
pacto entre los comuneros o de disposiciones especiales”. Tal y como
puede colegirse, un ámbito material específico comunitario patrimo-
nial se regula en el artículo 767 al prevenir el mismo que “se presume
la comunidad”, con lo cual indica, de modo preciso, que se regula esa
comunidad patrimonial entre convivientes y los efectos que la presun-
ción originan entre ellos y sus respectivos herederos y también entre
uno de los mismos y los causahabientes del otro; siempre y cuando
uno de ellos no esté casado.
La complicada situación de los convivientes en caso de adulterio por
parte de uno o de ambos, en orden a la exclusión de aquella presunción
de comunidad, no sólo por disposición del artículo 767 del Código Civil,
sino especialmente con fundamento en el artículo 77 constitucional, dada
la prevalencia y protección al matrimonio al disponer: “Se protege el
matrimonio entre un hombre y una mujer, el cual se funda en el libre
consentimiento y en la igualdad absoluta de los derechos y los deberes
de los cónyuges...”. Sin embargo, se ha llegado a sostener que el adul-
terio –en la comunidad concubinaria– no priva a la concubina del dere-
cho a reclamar lo que es resultado de la convivencia permanente con el
concubino; tal como así lo sostuvo la Sala de Casación Civil de la
Corte Suprema de Justicia en sentencia del 13 de octubre de 1982, afir-
mando que “la existencia de adulterio en la comunidad concubina-
ria excluye la presunción de la existencia de tal comunidad que
simplificaría la prueba en beneficio de la concubina, pero no la
priva del derecho de reclamar lo que es resultado de la conviven-
cia permanente con el concubino y del incremento de su patrimonio
como resultado de su esfuerzo personal, es decir, la causa ilícita de la
unión no desvirtúa la realidad de la existencia de la unión y de la contri-
bución de la concubina al incremento del patrimonio que figura a nom-
bre del concubino”. No obstante, la misma Sala en sentencia del 7 de
marzo de 1991 (caso: B. Acevedo contra J. Chacón), afirmó que, “Como
expresamente queda excluida la presunción de unión concubinaria en
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 215
los casos en los cuales uno de los concubinos sea casado, en el presente
caso al darse este supuesto, fue aplicado correctamente por el senten-
ciador el artículo 767 del Código Civil, para resolver la controversia”.
Por tanto, para que esa unión produzca los mismos efectos que el
matrimonio, hay que tomar en consideración que su interpretación no
puede realizarse aisladamente del artículo 13732 eiusdem, que exige la
obligación de los cónyuges de vivir juntos y guardarse fidelidad, como
de las demás normas del Código Civil en orden al matrimonio y que
resulten aplicables. El artículo 77 de CRBV es claro al respecto cuan-
do exige el cumplimiento de dos requisitos inevitablemente concurren-
tes: que la unión more uxorio sea estable y cumpla los requisitos
establecidos en la ley. Esto indica que si faltare cualesquiera de ta-
les requisitos impretermitibles, la unión de que se trate no podrá ser
declarada judicialmente a los efectos del artículo 767 del Código Civil,
y por tanto no podrá producir los mismos efectos que el matrimonio en
el ámbito patrimonial, en cuanto comunes de por mitad las ganancias o
beneficios que se obtengan durante la relación convivencial. Esa nor-
ma civil resultaría contradictoria si no se interpretara conforme al ar-
tículo 77 constitucional, pues no hay dos tipos de uniones more
uxorio: las regladas en el artículo 767 en referencia, y otras bajo el
amparo del artículo 77 in commento. La unión fáctica, a que ambas
normas se refieren, es la misma. Por consiguiente, actualmente el con-
cubinato que puede ser declarado tal es aquel que reúne los requisitos
del artículo 767 del Código Civil en el ámbito patrimonial, pero en co-
rrespondencia con el artículo 77 de CRBV en su amplitud hermética
(al incluir los efectos tanto personales como patrimoniales), pues, ade-
más, no caben dos interpretaciones distintas, es decir, una interpreta-
ción para esa norma legal y otra para la norma constitucional.
Y también resuelve la Sala Constitucional que al aparecer el artículo 77
constitucional surgen cambios profundos en el régimen concubinario del
artículo 767 del Código Civil, ya que existiendo la unión estable o per-
manente, no hay necesidad de presumir, legalmente, comunidad alguna,
ya que ésta existe de pleno derecho –si hay bienes– con respecto de lo
adquirido, al igual que en el matrimonio, durante el tiempo que duró la
32
“Con el matrimonio el marido y la mujer adquieren los mismos derechos y asumen los
mismos deberes. Del matrimonio deriva la obligación de los cónyuges de vivir juntos, guardar-
se fidelidad y socorrerse mutuamente...”.
216 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
unión y, como comunidad, no es que surte efectos legales entre ellos dos
y entre sus respectivos herederos, o entre uno de ellos y los herederos
del otro, como lo contempla el artículo 767 del Código Civil, sino que, al
igual que los bienes a que se refiere el artículo 168 del Código Civil, los
terceros33 que tengan acreencias contra la comunidad podrán cobrarse
de los bienes comunes, tal como lo pauta dicha norma. Sin embargo, se
opina34 que la presunción de comunidad concubinaria surte efectos úni-
ca y exclusivamente respecto de los concubinos entre sí; entre los here-
deros de cada uno de ellos; y en las relaciones del hombre o de la mujer,
con los herederos de una u otro. Pero en cambio no funciona respecto
de terceras personas: para éstas la propiedad de los bienes que aparez-
can a nombre de cualquiera de los concubinos se gobierna por las reglas
del Derecho común.
Ahora bien, ante lo afirmado por la Sala Constitucional, es de observar
que la sola existencia de unión concubinaria o more uxorio estable o
permanente, no es suficiente, pues el conviviente que tenga interés en
demostrarla requiere de una decisión judicial que así la declare35; pues
sólo así la presunción iuris tantum hace surgir, a su vez, la presunción
de comunidad que consagra el artículo 767 del Código Civil. Sin embar-
go, el conviviente demandado puede demostrar lo contrario, probando la
ausencia de cohabitación o convivencia con carácter de permanencia,
así como la falta de singularidad en cuanto a la relación permanente
33
Al efecto, el Proyecto de Ley de Protección a la Familia, la Maternidad y la Paternidad, en
su artículo 44 contemplaba: “El documento auténtico contentivo del acta donde consta la
existencia de la unión estable de hecho, donde se determinan la manifestación de voluntad de
los convivientes, la descendencia habida y el patrimonio afectado o excluido de la relación de
hecho por la pareja, será protocolizado por ante la Oficina Subalterna de Registro Público del
Municipio, para que surta sus efectos ante terceras personas”.
34
Francisco López Herrera, Ob. Cit., p. 148.
35
“En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por lo
que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca.
En la actualidad, es necesaria una declaración judicial de la unión estable o del concubinato,
dictada en un proceso con ese fin”. (Destacado nuestro).
Pareciera que aun cuando entre los convivientes haya sido otorgado un instrumento indicativo
de que los mismos llevan vida concubinaria estable, para reclamar los posibles efectos civiles
del matrimonio, debe preceder la declaración judicial que así la declare, como requisito sine
qua non, pues esa declaración documentada no se equipara al acta de matrimonio. La Sala
Constitucional no hizo ninguna aclaración al respecto, no obstante afirma en su decisión que
el matrimonio, por su carácter formal, es una institución que nace y se prueba de manera
distinta al concubinato o a cualquier otra unión estable, y por ello estas últimas no pueden
equipararse íntegramente al matrimonio.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 217
entre el mismo hombre y la misma mujer, y no entre él y varias mujeres,
o entre ella y varios hombres; o que aquél está casado o es ella la que
está casada; o cualquier otro hecho indicativo de la falta de permanen-
cia, o la existencia de impedimento dirimente absoluto que impida el
ejercicio de la capacidad matrimonial. Mientras no se dicte la legisla-
ción específica que regule la unión fáctica, de manera que se establez-
can los requisitos para su existencia, la situación de precariedad que
caracteriza a dicha presunción continuará dependiendo de la sentencia
que declare la existencia de la unión concubinaria o de hecho. Sin em-
bargo, la identidad del matrimonio no puede ser asumida o absorbida por
esa legislación, y las exigencias propias de cada identidad autónoma
tienen que mantenerse como realidades diferentes.
Efectivamente, con la aparición del artículo 77 de la Constitución vene-
zolana vigente, el régimen comunitario patrimonial a que se refiere el
artículo 767 del Código Civil, sufre cambios profundos, porque hace
extender su contenido más allá de lo puramente literal, penetrando ese
régimen para conducirlo a que se someta al propio texto constitucional,
es decir, que los efectos patrimoniales se van a esparcir en todas las
posibilidades de distribución tal y como si esa unión fáctica fuese como
la matrimonial, excepto si uno de los convivientes está casado y otras
situaciones propias y exclusivas del matrimonio, pues en caso contrario
no tendría sentido alguno el matrimonio que sería igual a la unión more
uxorio. Es indudable que este principio –cuando uno de los convivien-
tes está casado– por disposición de la misma norma indica que la es-
tructura y el sistema nuevo que crea el artículo 77 eiusdem hace
referencia a uno de los requisitos establecidos en la ley, puesto que
de no ser así el matrimonio habría quedado reducido a cenizas en cuan-
to concierne a su estructura interpareja o interpersonal y patrimonial,
generándose graves conflictos en la vida familiar.
¿De qué manera se resolvería el conflicto insurgente, cuando uno de los
convivientes pretendiese reclamar judicialmente los gananciales o la le-
gítima a los herederos legitimarios, al cónyuge supérstite no separado
legalmente de cuerpos y de bienes? En el artículo 41 del Proyecto de
Ley de Protección a la Familia, la Maternidad y la Paternidad, que fue
desechado, se establecía: “Cuando se demuestre entre personas casa-
das la existencia de separaciones de hecho prolongadas conforme a lo
previsto en el artículo 185-A del Código Civil y se haya extinguido el
lapso de caducidad para el ejercicio de la acción penal por adulterio, las
uniones estables de hecho entre parejas de un hombre y una mujer pro-
218 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
ducirán los mismos efectos filiales, patrimoniales y sucesorales que en
el matrimonio, conforme la normativa de esta Ley”. Es decir, que si una
persona estaba casada y separada de hecho de la otra por más de cinco
(5) años, como lo previene el artículo 185-A del Código Civil, y a su vez
mantenía unión adúltera con otra, y se había extinguido el lapso de ca-
ducidad para el ejercicio de la acción penal por adulterio, las uniones
estables de hecho entre parejas de un hombre y una mujer producirían
los mismos efectos patrimoniales y sucesorales que el matrimonio.
Entonces, si dentro de esa misma situación, opina Francisco López He-
rrera36, pudiera además existir una comunidad concubinaria entre algu-
no de los cónyuges y una tercera persona, resultaría que la totalidad de
las adquisiciones efectuada por cualquiera de dichos concubinos mien-
tras exista el concubinato, también debería pertenecer a éstos de por
mitad, no obstante que normalmente se tratará de los mismos bienes
gananciales. Ahora bien, es de todo punto imposible asignar simultánea-
mente a tres personas la mitad de un mismo patrimonio; lo cual confir-
ma y ratifica la intención del legislador en el sentido de que no puede
existir la comunidad concubinaria, si uno de los concubinos está unido
en matrimonio con otra persona.
Conforme al artículo 767 del Código Civil, se presume la comunidad,
salvo prueba en contrario37 en aquellos casos de unión no matrimo-
36
Ob. Cit., Vol. 2, p. 155.
37
A propósito de la presunción de comunidad a que se contrae el artículo 767 del Código Civil,
es permisible traer a colación la sentencia Nº 311 del 13 de noviembre de 2001, de la Sala Social
del Tribunal Supremo de Justicia, en el proceso de declaratoria de únicos herederos universa-
les planteado por la conviviente Milagros Lewis Melo y otros (exp. Nº 01-501), cuando
dispuso lo siguiente: “...Ahora bien, el juez sentenciador de la recurrida al establecer que no
puede prosperar la pretensión derivada de una presunta comunidad concubinaria de la ciuda-
dana (...), en base a las pruebas de autos, por cuanto no demostró los tres supuestos básicos
establecidos en el artículo 767 del Código Civil, aplicó, aun cuando no lo menciona expresa-
mente, el delatado artículo 77 de la Constitución de la República, que consagra y equipara los
efectos matrimoniales a las uniones de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los
requisitos de ley, puesto que, como ya se dijo, al verificar si se cumplieron o no los extremos
de la ley para declarar la presunción o no de la comunidad concubinaria, de conformidad con
el artículo 767 del Código Civil, se aplicó lo establecido en el citado artículo 77 de la Consti-
tución de la República...
Ahora bien, el sentenciador de la recurrida no presume la comunidad concubinaria con respec-
to a la ciudadana (...), motivo por el cual niega su carácter de heredera. Siendo así, mal puede
aplicar de la norma delatada, como lo es el artículo 823 del Código Civil, que consagra los
derechos sucesorales en el matrimonio para el cónyuge de la persona de cuya sucesión se trate,
pues en el presente caso se solicita la declaratoria de presunción de comunidad en casos de
unión no matrimonial...”.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 219
nial, cuando la mujer o el hombre en su caso, demuestre que ha vivido
permanentemente en tal estado aunque los bienes cuya comunidad se
quiere establecer aparezcan a nombre de uno solo de ellos. Como se
puede apreciar, esta presunción de comunidad no es iuris et de iure,
pues no se aplica si uno de ellos está casado. La presunción es iuris
tantum de comunidad patrimonial, pues la misma admite prueba en con-
trario, y surge con la sola prueba o demostración en juicio de haber
vivido permanentemente en unión no matrimonial y que el tribunal de-
clare mediante sentencia la existencia de esa unión fáctica; no obstante
que esa presunción de comunidad no es de pleno derecho, aun cuando
durante la misma se hayan adquirido bienes. Bajo el rigor de tal temáti-
ca, la presunción insurgente es iuris tantum (la ley admite la existencia
del hecho, salvo se demuestre lo contrario) y no iure et de iure (de
pleno y absoluto derecho), pues entonces la ley no admitiría prueba en
contrario38, siendo imposible eludir la aplicación de determinadas nor-
mas contenidas en el Código Civil, por la propia remisión que el artículo
77 in commento realiza de modo expreso, al estatuir que las uniones
estables de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los
requisitos establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el
matrimonio. En este caso, esos requisitos legales, dentro del inevitable
juego de las presunciones, tienen que ver con los artículos 148 y 164 del
Código Civil, en concordancia con los artículos 151, 152, 822, 823 y 824
eiusdem, entre otros.
En efecto, según el artículo 148 del Código Civil, entre marido y mujer,
si no hubiere convención en contrario, son comunes, de por mitad, las
ganancias o beneficios que se obtengan durante el matrimonio; mien-
tras que conforme al artículo 164 eiusdem, se presume que pertenecen
a la comunidad todos los bienes existentes mientras no se pruebe que
son propios de alguno de los cónyuges (presunción iuris tantum).
Como puede apreciarse, esas dos normas consagran, cada una de las
mismas, su correspondiente presunción de comunidad patrimonial: la
presunción iuris tantum de la comunidad de bienes durante el matrimo-
38
Según Hugo Alsina, es de advertir que, al decir que se prohíbe la prueba en contrario, no
quiere decirse que no se pueda aportar prueba para destruir el fundamento de la presunción.
Lo que la ley no permite es atacar el razonamiento o demostrar la inexistencia del hecho
presumido, pero nada impide justificar que el hecho que se invoca como antecedente no existe
o no es el que específicamente requiere la ley (Tratado teórico práctico de derecho procesal
civil y comercial, Vol. 3, p. 699, 2º edic., Ediar Soc. Anon. Editores, Buenos Aires, 1961).
220 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
nio, siempre que no exista régimen capitular matrimonial que la excluya
(arts. 141-147, CC); entendiéndose que, a tenor de lo dispuesto en el
artículo 151 del Código Civil, son bienes propios de cada cónyuge los
que adquiera durante el matrimonio por donación, herencia, legado o
por cualquier otro título lucrativo39; los bienes derivados de las acciones
naturales y la plusvalía de dichos bienes, los tesoros y bienes muebles
abandonados que hallare alguno de los cónyuges, así como los vestidos,
joyas y otros enseres u objetos de uso personal o exclusivo de la mujer
o el marido; y que, por estatuirlo el artículo 152 eiusdem, se hacen
propios de cada cónyuge los adquiridos durante el matrimonio: Por
permuta con otros bienes propios del cónyuge, por derecho de retracto
ejercido sobre los bienes propios por el respectivo cónyuge y con dinero
de su patrimonio por dación en pago hecha al respectivo cónyuge por
obligaciones provenientes de bienes propios; los que adquiera durante el
matrimonio o a título oneroso, cuando la causa de adquisición ha prece-
dido al casamiento; la indemnización por accidentes o por seguros de
vida, de daños personales o de enfermedades, deducidas las primas pa-
gadas por la comunidad; por compra hecha con dinero proveniente de la
enajenación de otros bienes propios del cónyuge adquirente; y, por com-
pra hecha con dinero propio del cónyuge adquirente, siempre que haga
constar la procedencia del dinero y que la adquisición la hace para sí.
Conforme a lo contemplado en el artículo 767 del Código Civil, no es
posible admitir que los requisitos exigidos en la ley, para que la unión
estable de hecho entre un hombre y una mujer produzca los mismos
efectos del matrimonio, a tenor de lo preceptuado en el artículo 77 de
la CRBV, se reduzcan a los establecidos en el precitado artículo 76740;
39
Se debe observar que según el artículo 156 del Código Civil, son bienes de la comunidad:
Los bienes adquiridos por título oneroso durante el matrimonio, a costa del caudal común,
bien se haga la adquisición a nombre de la comunidad o al de uno de los cónyuges; los
obtenidos por la industria, profesión, oficio, sueldo o trabajo de alguno de los cónyuges; y, los
frutos, rentas o intereses devengados durante el matrimonio, procedentes de los bienes comu-
nes o de los peculiares de cada uno de los cónyuges.
40
Como ya observamos, para la Sala Constitucional, en la decisión in commento, “es claro
que actualmente el concubinato que puede ser declarado tal es aquel que reúne los requisitos
del artículo 767 del Código Civil, y él viene a ser una de las formas de uniones estables
contempladas en el artículo constitucional, ya que cumple los requisitos establecidos en la ley
(Código Civil), para ser reconocido como tal unión. Por ahora –a los fines del citado artículo
77– el concubinato es por excelencia la unión estable allí señalada, y así se declara”.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 221
pues, en caso contrario, sería más fácil reclamar aquellos efectos con-
viviendo de hecho que contrayendo matrimonio. Por las mismas for-
malidades exigidas para la celebración del acto matrimonial, así como
de los taxativos requisitos establecidos para que el matrimonio se ex-
tinga, los cónyuges estarían en desventaja a la hora de comparar el
ámbito formal para el inicio de la vida convivencial y la matrimonial,
así como el procedimiento para la extinción de uno y otro vínculos.
Más fácil, en todos los aspectos, la disolución de la unión convivencial
que la matrimonial. Pero, además, a la hora de preguntarse y compa-
rar de qué lado hay más derechos y deberes, no hay duda que los hay
en el matrimonio, pues la mayoría de los mismos –no todos– están
legislados. Estaríamos en presencia de una situación fáctica sin exi-
gencias, sin ninguna formalidad y exigua responsabilidad en orden a
los derechos y deberes, con la facilidad que implica romper o extinguir
la unión fáctica, frente a las exigencias establecidas en la ley para
disolver el matrimonio. En la unión fáctica sólo habría que demostrar
que la mujer o el hombre, en su caso, ha vivido permanentemente en
tal estado (unión concubinaria) para que esa unión produjera los mis-
mos efectos personales y patrimoniales del matrimonio, y eso no es
posible puesto que la propia norma constitucional –artículo 77– re-
quiere que la unión convivencial para que produzca los mismos efec-
tos que el matrimonio debe cumplir con los requisitos establecidos en
la ley, y la ley no es sólo el artículo 767 del Código Civil, sino todas las
demás normas legales atinentes a los efectos personales y patrimo-
niales que el vínculo matrimonial genera, dentro de lo posible y real.
4. EL CONCUBINATO PUTATIVO
4.1 LO QUE AFIRMA LA SALA CONSTITUCIONAL DEL TSJ
En el fallo in commento dictado por la Sala Constitucional, declaró la
existencia del concubinato putativo afirmando lo siguiente:
(...) Igualmente, la Sala tiene que examinar la posibilidad para
uno de los miembros de una unión o concubinato, de la existen-
cia del concubinato putativo que nace cuando uno de ellos,
de buena fe, desconoce la condición de casado del otro. A
juicio de esta Sala, en estos supuestos funcionará con el con-
cubino de buena fe, las normas sobre el matrimonio putativo,
aplicables a los bienes (...).
222 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
En atención a lo expresado por la Sala, allí se observan especialmente
tres (3) inferencias:
i) La presencia del concubinato putativo que se genera cuando
el concubino de buena fe ignora la condición de casado del
otro. Pareciera, entonces, que no será putativo ante la existen-
cia de los demás impedimentos dirimentes para contraer váli-
damente matrimonio. De ser así, entonces el concubinato
putativo –a que se refiere la Sala Constitucional– se concreta
únicamente al tipo que la misma determina de manera simplifi-
cada o reducida.
ii) Ese desconocimiento o ignorancia del estado civil del otro
conviviente conduce a que el de buena fe goce de los benefi-
cios o efectos del matrimonio putativo, en relación a los bie-
nes. ¿Se traduce que, en tales casos, al concubinato putativo
se aplican las normas del régimen de bienes en el matrimonio,
pero no las atinentes a los efectos personales del mismo? De
ser así, ¿qué ocurre con los efectos de orden personal interpa-
reja y en relación con los hijos e hijas?
iii) Para la existencia del concubinato putativo debe previa-
mente declararse judicialmente la existencia de la unión fácti-
ca mediante sentencia firme y, desde luego, producirse la
declaración de nulidad de la misma mediante decisión también
firme. Sin la declaración de nulidad no puede hablarse, en pro-
piedad, de concubinato putativo, como no puede afirmarse el
matrimonio putativo sin la sentencia que declare su nulidad.
La buena fe exigida consiste en el subjetivo estado de creencia, por
parte de uno o de los dos convivientes, al tiempo de iniciar la conviven-
cia de modo estable, desde que existe como unión more uxorio, que la
inician válidamente aunque exista un error de hecho o de derecho, siem-
pre que sea excusable, siendo indiferente el conocimiento posterior del
error. La buena fe se presume, salvo prueba en contrario que corres-
ponde a quien la impugna.
Por tanto, en cuanto a la primera inferencia –sobre la presencia del
concubinato putativo que se genera cuando el concubino de buena fe
ignora la condición de casado del otro– indica que ese tipo de concubi-
nato sólo se da cuando el concubino de buena fe ignora la condición de
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 223
casado del otro; en cuyo caso, entonces, no sería putativa la relación
por otra causa distinta a la de existir un matrimonio anterior del convi-
viente de que se trate. Sería putativo únicamente cuando se produjere la
violación del artículo 5041 del Código Civil, por causa de bigamia.
Bajo esta apreciación el concubinato putativo dependerá únicamente de
ese motivo (la existencia de un matrimonio anterior ignorado por el con-
cubino de buena fe), pero no lo será, haciendo nosotros un símil compa-
rativo con lo afirmado por la Sala y por fuerza de lo dispuesto en el
artículo 77 de la CRBV, entre otros, en los casos siguientes:
1) No podrá ser putativo cuando el conviviente ignore que la mujer no
ha cumplido catorce (14) años de edad, o el varón que no ha cumplido
dieciséis (16) años (art. 46, CC); aun cuando no se requerirá la edad
prescrita en el artículo 46, cuando: 1. La mujer menor haya dado a luz
un hijo o que se encuentre en estado de gravidez; y 2. El varón menor,
cuando la mujer ha concebido un hijo que aquél reconoce como suyo o
que ha sido declarado judicialmente como tal (art. 62, CC). No obstan-
te, las personas que no hubiesen llegado a la edad requerida para con-
traer matrimonio válidamente, no podrá impugnarse: 1º Cuando los
contrayentes hayan alcanzado dicha edad sin que se haya iniciado el
juicio de nulidad; 2º Cuando la mujer que no tenga la edad exigida, haya
concebido. Sin embargo, como el matrimonio putativo es aquel declara-
do nulo pero válido para aquel de los cónyuges que lo contrajo de buena
fe, con efectos desde su celebración hasta la sentencia de nulidad, en-
tonces habría que observar que la unión more uxorio sería putativa
para el conviviente que ignoraba la incapacidad del otro en relación a lo
dispuesto en el artículo 46 in commento, pero que no es putativo porque
la Sala sólo se refiere al concubinato putativo cuando el concubino de
buena fe ignora la condición de casado del otro.
2) Tampoco podría ser putativa la unión concubinaria cuando se diere el
caso de adolecer de impotencia42 manifiesta y permanente (art. 47, CC).
41
No se permite ni es válido el matrimonio contraído por una persona ligada por otro anterior,
ni el de un ministro de cualquier culto a quien le sea prohibido el matrimonio por su respectiva
religión (Art. 50, CC).
42
La impotencia permanente y manifiesta imposibilita a la pareja tener hijos directamente.
Sin embargo, existe modernamente la tendencia a no considerar como impedimento para
contraer matrimonio la impotencia, ni siquiera la inexistencia de órganos sexuales.
224 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
Mutatis mutandis, la misma consideración que antecede y en relación
con las subsiguientes anotaciones sobre la misma temática.
3) De igual manera, en el caso del entredicho por causa de demencia ni
el que no se halle en su juicio (art. 47, CC).
4) Tampoco podría ser putativa la unión concubinaria entre convivientes
ascendientes y descendientes, ni entre afines en línea recta (art. 51, CC).
5) No sería putativo el matrimonio entre hermanos (art. 52, CC).
6) No podría ser putativa la unión more uxorio o concubinaria entre tíos
y sobrinos, ni entre tíos y los descendientes de los sobrinos. Tampoco
entre cuñados cuando el que produjo la afinidad quedó disuelto por di-
vorcio (art. 53, CC).
En relación a la segunda inferencia, en cuanto al desconocimiento o
ignorancia del estado civil del otro conviviente, conducente a que el
concubino de buena fe goce de los beneficios o efectos del matrimonio
putativo, en relación a los bienes (efectos de orden patrimonial); la
decisión de la Sala tácitamente excluye los efectos de orden perso-
nal43 entre los concubinos y los hijos, pues la existencia del concubina-
to putativo –como afirma la Sala– nace cuando uno de ellos, de buena
fe, desconoce la condición de casado del otro. A juicio de la Sala, en
estos supuestos funcionará con el concubino de buena fe, las normas
sobre el matrimonio putativo, aplicables a los bienes; bajo cuya aprecia-
ción el concubinato putativo queda reducido o simplificado en sus efec-
tos, cuando uno de los convivientes, el de buena fe, ignora la condición
de casado del otro.
Tal reducción pareciera aparejar, como consecuencia, que el efecto será
patrimonial y no personal (entre los convivientes y en relación a los
hijos), pero que en realidad aquí la simplificación no opera porque es
imposible que el efecto personal convivencial no ocurra. Y en relación
con los hijos, en tal caso, son hijos tal y como si hubiesen sido concebi-
dos y nacidos en la unión matrimonial. Es más, comprobada la filiación,
43
1. Respecto de los convivientes: a) Efectos de carácter personal y familiar; b) Efectos sobre
capitulaciones concubinarias; c) Efectos sobre la comunidad de gananciales; d) Sobre las
donaciones con ocasión del concubinato; e) Efectos sobre la vocación hereditaria intestada; 2.
Efectos sobre los hijos (la Patria Potestad).
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 225
el hijo concebido y nacido fuera del matrimonio tiene la misma condi-
ción que el hijo nacido o concebido durante el matrimonio con relación
al padre y a la madre, y a los parientes consanguíneos de éstos, confor-
me así lo contempla el artículo 234 del Código Civil.
En consideración a la tercera inferencia, es necesario que se produz-
ca previamente la declaración judicial de existencia del concubinato
mediante sentencia firme, como única forma para que pueda existir el
concubinato putativo como consecuencia de la declaración judicial de
su nulidad, aun cuando nada se diga al respecto en la decisión in com-
mento. Ello es así porque conforme al artículo 127 del Código Civil, el
matrimonio declarado nulo produce efectos civiles, tanto respecto
de los cónyuges como respecto de los hijos, aun nacidos antes del
matrimonio, si ha sido contraído de buena fe por ambos contrayentes;
y si sólo hubo buena fe de uno de los cónyuges, el matrimonio surte
efectos civiles únicamente en favor de él y de los hijos. Si hubo mala
fe de ambos cónyuges, el matrimonio sólo produce efectos civiles res-
pecto de los hijos.
Si se habla de concubinato putativo es porque se admite el matrimo-
nio putativo. Así, el matrimonio putativo consiste en aquel que es
declarado nulo o anulado, cuando concurre la circunstancia de reputar-
se válido para uno o ambos cónyuges, y por consiguiente produce efec-
tos para el o los cónyuges de buena fe, siempre en beneficio de los hijos,
desde su celebración hasta la fecha de la sentencia que declare la nuli-
dad. En consecuencia, en contraste comparativo, por concubinato pu-
tativo (putativo: que se predica sin serlo) puede entenderse como el
declarado nulo cuando concurriere la circunstancia de reputarse válido
sólo para el o los convivientes de buena fe, siempre en beneficio de los
hijos y no sólo en el ámbito de los bienes, desde su inicio hasta la fecha
de la sentencia que declare la nulidad. Esto significa que no puede exis-
tir concubinato putativo sin una sentencia que así lo declare, lo cual
podría resultar complicada su comprensión. El calificativo de putativo,
con efectos válidos, tiene que devenir de una sentencia que así lo decla-
re. Como principio general, la nulidad pronunciada mediante sentencia
firme deja las cosas en el mismo estado en que se encontraban antes
del acto declarado nulo, por lo que produce efectos retroactivos (ex
tunc) al día de celebración del acto. Esa sentencia es declarativa por
esa misma circunstancia o motivo.
226 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
De aplicarse ese principio al matrimonio declarado nulo, dejaría el mis-
mo como si jamás se hubiese celebrado, en cuyo caso se crearía tre-
menda problemática en relación con los hijos habidos en esa unión, así
como sobre los bienes adquiridos. Ante esa circunstancia surgió en el
Derecho Canónico la noción del matrimonio putativo (putare: creer,
suponer), para regular los efectos de la nulidad cuando el matrimonio se
contrajo suponiendo uno o ambos contrayentes que el vínculo era váli-
do; que el mismo se había celebrado mediante la buena fe, de uno o de
ambos, al ignorarse el vicio que dio lugar a la nulidad o la anulabilidad
del acto matrimonial, vicio o defecto que existe al momento de la cele-
bración. De allí que esa concepción del matrimonio putativo es una ex-
cepción al mencionado principio general en cuanto a los efectos de la
nulidad. La buena fe se entenderá, entonces, como el desconocimiento
del impedimento matrimonial en el momento de la celebración por par-
te del que contrajo matrimonio, o de ambos; como también el contraído
con vicios del consentimiento.
Sin embargo, se discute en la doctrina que no habrá buena fe por igno-
rancia o error de derecho, y que tampoco existirá la misma por igno-
rancia o error de hecho que no sea excusable, a menos que el error
sea ocasionado por dolo44.
En cuando al error de derecho, el artículo 2º del Código Civil contem-
pla que “La ignorancia de la ley no excusa de su cumplimiento”, por lo
cual el error de derecho no impide los efectos legales que producen los
actos lícitos, como tampoco obviará la responsabilidad por los ilegales.
Ese principio contiene, a su vez, el de la seguridad jurídica, como funda-
mento del orden social, pues si no sería muy fácil sustraerse a las con-
secuencias o los efectos del acto, alegando y probando que se ignoraba
la ley. En efecto, como observa Belluscio45, ¿es que alguien podría ale-
gar que no sabía que no podía casarse con su hija, con su hermana o con
su nuera?, ¿o que le estaba vedado llevar a las nupcias a un impúber o
a un insano?, ¿o que no podía casarse por segunda vez sin estar disuelto
su anterior matrimonio?, ¿o que no podía hacerlo con la viuda de aquel
44
El dolo consiste en la acción o conducta realizada con la finalidad de obtener la ejecución de
un acto determinado, la aserción de lo que es falso o disimulación de lo verdadero; el artificio,
maquinación, astucia, que se utilice son ese fin. Como vicio del consentimiento matrimonial,
el dolo debe ser grave, esencialmente dañoso, determinante, no recíproco.
45
Derecho de Familia, Vol. 2, p. 247, Nº 458, Depalma, Buenos Aires, 1974.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 227
a quien dio muerte?, ¿o que la ley no le permitía abusar del error, enga-
ñar u ofrecer violencia para lograr la celebración?, ¿o que sabiéndose
impotente no podía contraer matrimonio?
Tratándose del error de hecho, se afirma que el mismo debe ser excu-
sable, o de la justa causa para incurrir en error, salvo el caso de dolo
donde el error deviene del engaño o el ardid del otro contrayente o por
la acción de un tercero. Bueno el ejemplo que da Eduardo Zannoni46 en
el caso del bígamo, cuya mala fe se presume porque su anterior matri-
monio no estaba disuelto o anulado, mal podría alegar desconocimiento
del impedimento del ligamen. Por tanto, cabe presumir que el bígamo
sabe que está casado y que no puede contraer válidamente un segundo
matrimonio. Pero supóngase que el bígamo alegara y probara error ex-
cusable, como ocurriría en el siguiente caso: su cónyuge del primer
matrimonio desapareció en ocasión de un secuestro y, tiempo después,
se da la noticia pública de su muerte en ocasión de identificarse un
cadáver por la policía, inscribiéndose su defunción. Pero más tarde re-
sulta que la identificación del cadáver fue errónea porque reaparece el
cónyuge a quien se creía muerto, quien en realidad, sólo había sido rete-
nido por sus secuestradores y finalmente dejado en libertad. Planteada
la nulidad del segundo matrimonio, el bígamo deberá invocar y probar su
buena fe, es decir, la excusabilidad de su error, o lo que es lo mismo, la
razón para errar. Todo ello, sin perjuicio de que si de las propias cir-
cunstancias de la causa estos hechos resultaran acreditados, el juez
debería calificar de buena fe al bígamo aunque éste no hubiera expresa-
mente invocado el error excusable.
Considera la Sala que para reclamar los posibles efectos civiles del matri-
monio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme
a la ley, por lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la
reconozca. Por esa misma razón es de considerar la necesaria declarato-
ria del concubinato putativo, para que produzca los mismos efectos que
el matrimonio putativo. En realidad resulta complicado y hasta difícil
admitir que la unión more uxorio pueda ser declarada nula o anulada por
sentencia firme, cuando para su nacimiento no se utilizó alguna formali-
dad ni el cumplimiento de determinados requisitos, como en el caso del
matrimonio; pero si no antecede tal declaración judicial de nulidad, enton-
ces ¿cómo podría hablarse con propiedad de concubinato putativo?
46
Derecho de Familia, Vol 1, p. 387, 3ª edic., Edit. Astrea, Buenos Aires, 1998.
228 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
¿Concubinato declarado nulo? El matrimonio putativo se reputa válido
para el cónyuge que contrajo matrimonio de buena fe, y siempre en bene-
ficio de los hijos, desde la celebración hasta la fecha de la sentencia de-
clarativa de su nulidad. Por eso resulta dificultoso demandar la nulidad de
la unión de hecho o concubinaria, pues su nacimiento depende de la vo-
luntad recíproca de los convivientes sin ninguna otra formalidad estable-
cida en la ley, y su extinción o disolución se produce por el acuerdo
recíproco, como también por decisión unilateral de uno sólo de los convi-
vientes. Habría que declarar judicialmente, primero, la existencia de la
unión fáctica, y luego declarar la nulidad de la misma, con fundamento en
la existencia de un impedimento dirimente que no autorizaba la celebra-
ción del matrimonio, y que uno de los convivientes actuó de buena fe para
que sea putativo para él. Por ejemplo, si uno de los convivientes de hecho,
de buena fe, desconoce o ignora la condición de casado del otro, en tal
supuesto funcionarán, con el concubinato de buena fe, las normas del
matrimonio putativo aplicables a los bienes, como afirma la Sala Constitu-
cional; es indudable que para que los efectos del matrimonio putativo se
puedan aplicar en la praxis, se requiere una declaración judicial que afir-
me que ese conviviente fue de buena fe, a través de la declaración de
nulidad de la unión fáctica, pues, en caso contrario, no cabría hablar de
concubinato putativo. Como puede observarse, en tal caso, estamos en
presencia de una problemática de difícil comprensión y solución, pues
para la Sala Constitucional la existencia del concubinato putativo nace
cuando uno de ellos, de buena fe, desconoce la condición de casado del
otro, y en estos supuestos funcionarán con el concubino de buena fe, las
normas sobre el matrimonio putativo, aplicables a los bienes.
Con sobrada razón el artículo 127 del Código Civil, estatuye: “El matrimo-
nio declarado nulo produce efectos civiles, tanto respecto de los cónyu-
ges como respecto de los hijos, aun nacidos antes del matrimonio, si ha
sido contraído de buena fe por ambos contrayentes. Si sólo hubo buena fe
de uno de los cónyuges, el matrimonio surte efectos civiles únicamente en
favor de él y de los hijos. Si hubo mala fe de ambos cónyuges, el matrimo-
nio sólo produce efectos civiles respecto de los hijos”. En consecuencia,
¿cuál sería la causa o motivo que sirva de fundamento a la demanda de
nulidad o anulabilidad del concubinato? El tribunal tendría primeramente
que declarar la existencia del concubinato, luego declararlo nulo o anula-
do con fundamento en la norma jurídica específicamente infringida, y,
asimismo, establecer que esa unión es putativa por haberse contraído o
celebrado en violación de un impedimento dirimente que no permitía su
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 229
celebración, pero de buena fe por uno de los concubinos o por ambos,
según las circunstancias fácticas del caso concreto.
El matrimonio putativo, para que sea tal tendría, entonces, que cumplir
varios requisitos:
i) El matrimonio para que pueda declararse como putativo exi-
ge que el mismo se haya contraído. Esto implica que se debe
comprobar la celebración del mismo, pues nadie puede recla-
mar los efectos civiles del matrimonio si no presenta copia
certificada del acta de su celebración, excepto en los casos
previstos en los artículos 21147 y 458, como así lo preceptúa el
artículo 113 del Código Civil. A falta de inscripción del acta
de matrimonio en el Registro destinado a esta finalidad,
como lo pauta el artículo 115 eiusdem, cuando haya indicios de
que por dolo o culpa del funcionario respectivo no se ha inscri-
to el acta de matrimonio, los cónyuges pueden pedir que se
declare la existencia del matrimonio, según las reglas estable-
cidas en el artículo 458, siempre que concurran las circunstan-
cias siguientes: 1° Que se presente prueba auténtica de la
publicación o fijación del cartel de matrimonio, salvo los casos
previstos en los artículos 70, 96 y 101.
ii) Nulidad del matrimonio por sentencia definitivamente firme,
para que pueda reputarse válido para el cónyuge (o ambos) de
buena fe y siempre en relación con los hijos, desde su celebra-
ción hasta la fecha de la sentencia que declare la nulidad. Mien-
tras no se produzca la nulidad, el matrimonio celebrado de modo
irregular continuará produciendo efectos como si fuese válido.
Asimismo, mientras el concubinato no sea declarado nulo no
podrá hablarse de concubinato putativo.
iii) La buena fe. Como quiera que nuestra legislación –afirma
Isabel Grisanti Aveledo de Luigi48– concede efectos, respecto
47
El mismo dispone: “Se presume, salvo prueba en contrario, que el hombre que vivía con la
mujer en concubinato notorio para la fecha en que tuvo lugar el nacimiento del hijo, ha
cohabitado con ella durante el período de la concepción”. Como se observa, lo allí dispuesto
no se refiere a la excepción a que la norma alude.
48
Lecciones de Derecho de Familia, p. 180, 12ª edic., Vadell Hermanos Editores,
Caracas, 2002.
230 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
a los hijos, al matrimonio celebrado de mala fe por ambos con-
trayentes, la buena fe pierde su condición de requisito autóno-
mo del matrimonio putativo y se convierte en presupuesto
subjetivo, que sirve solamente para señalar la extensión de los
efectos con relación a los cónyuges.
Sin embargo, como la sentencia de nulidad que pronuncia el juez es
declarativa, proyectando sus efectos con carácter retroactivo, al día de
la celebración del acto, tal principio en el ámbito matrimonial tiene una
connotación distinta cuando el matrimonio se celebró bajo la creencia
por uno de los contrayentes, o por ambos, que no existía al momento
ningún impedimento que invalidara el acto, ignorando el vicio que poste-
riormente podría conducir a la nulidad del matrimonio. Por eso, el matri-
monio que se declara nulo no será putativo para el cónyuge que actuó
de mala fe, y si ambos actuaron de mala fe no será putativo para ningu-
no de los mismos y, en consecuencia, los efectos de validez no com-
prenderá a ninguno de los contrayentes, es decir, que la doctrina del
matrimonio putativo constituye una excepción al principio general en
orden a los efectos de la nulidad.
Por tanto, para que la unión more uxorio o concubinaria sea reputada
putativa, se requeriría: i) Que la unión more uxorio sea declarada
por el Tribunal competente a través de sentencia definitivamente
firme. Este requisito constituye la primera exigencia para demostrar,
mediante declaración judicial, la existencia de esa unión y de modo
inevitable la fecha de su inicio, pues sin la misma no se puede conocer
con certeza desde cuándo empieza a producir los efectos de putativo
y hasta cuándo; ii) Que tal unión sea declarada nula o anulada por
ese mismo tipo de sentencia y con valor de putativo para el convivien-
te de buena fe, desde su celebración hasta la declaración judicial de
nulidad, y siempre en beneficio de los hijos, aun cuando la Sala Cons-
titucional nada afirmó al respecto. La problemática en este punto está
en que la unión concubinaria no se celebra, pues no existen hasta aho-
ra en nuestra legislación formalidades conducentes a ello, y como he-
mos observado, su nacimiento es sólo consensus, por lo cual se dificulta
la prueba de su inicio de modo claro y determinante; iii) La buena fe,
que significa para el conviviente more uxorio, el desconocimiento de
la existencia en el otro de una causa o motivo que obstaculiza o impide
la celebración del matrimonio entre ellos, es decir, la existencia de un
impedimento dirimente que impide el concubinato entre ellos, condu-
cente a la nulidad del mismo. La buena fe consistirá en la errada creen-
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 231
cia de uno o ambos convivientes, que los mismos iniciaron la unión
concubinaria, sin que al momento existiese algún impedimento legal
que la obstaculizara.
4.2 EFECTOS DEL CONCUBINATO PUTATIVO
La Sala Constitucional afirma la existencia del concubinato putativo
cuando uno de los convivientes more uxorio de buena fe, desconoce o
ignora la condición de casado del otro, en cuyos supuestos funciona-
rán, con el concubinato de buena fe, las normas del matrimonio puta-
tivo aplicables a los bienes (efecto patrimonial). Aun cuando la Sala
no hace referencia a los efectos de carácter personal y familiar (entre
los convivientes y en relación con los hijos e hijas), los mismos son
imposibles de evitar.
En tal caso, aun cuando el criterio de la Sala Constitucional se refiere al
conviviente que desconoce o ignora la condición de casado del otro, en
cuyo supuesto funcionarán, con el concubinato de buena fe, las normas
del matrimonio putativo aplicables a los bienes (efecto patrimonial); no
obstante el concubinato putativo así declarado por sentencia firme,
como requisito sine qua non, produciría de manera inevitable los si-
guientes efectos de orden personal y patrimonial:
4.2.1 Respecto de los convivientes
4.2.1.1 Efectos de carácter personal y familiar: a) cuando el concubi-
nato declarado nulo no produce efectos de putativo a favor de ninguno
de los convivientes, se considera que jamás existió entre ellos el estado
concubinario; b) La unión more uxorio es putativa para ambos convi-
vientes cuando el vínculo se considera válido y legal desde la fecha del
inicio de esa unión, hasta la de la anulación, en cuyo caso el estado
concubinario existe para ellos durante ese período y produce allí todos
los efectos de validez, pero desaparece y se extingue a partir de la
declaración de nulidad; c) Si el concubinato es putativo para uno solo de
los concubinos, el vínculo produce efectos para el pasado, desde la fe-
cha de inicio de la unión concubinaria hasta su anulación (pues de no
declararse la nulidad de la unión, no existirá concubinato putativo, así
como no existe matrimonio putativo si no se declara la nulidad del mis-
mo); y produce todos sus efectos de orden personal y familiar a favor
del concubino de buena fe, pero no determina ningún efecto a favor del
conviviente de mala fe. El primero se considera concubino desde la
232 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
fecha de inicio de esa unión fáctica hasta la anulación; y el segundo,
como si jamás estuvo unido en concubinato.
4.2.1.2 Efectos sobre los pactos concubinarios49: Nada impide que los
convivientes estipulen, pacten o convengan, en relación a los bienes que
adquiera durante la convivencia, sin que se les denomine capitulaciones
concubinarias. Pareciera no comprenderse por qué los convivientes no
pueden al menos celebrar un convenio en el sentido de cómo manejarán
los bienes que se obtengan durante ella, aun cuando no se denomine capi-
tulaciones a ese convenio dentro del contexto a que se contraen los ar-
tículos 141, 143, 144, 145, 146 y 147 del Código Civil, pues puede ocurrir
que un hombre y una mujer se pongan de acuerdo para iniciar una convi-
vencia more uxorio, y con tal finalidad otorguen registralmente un instru-
mento –antes de iniciar tal convivencia– en donde se establezca que los
bienes que cada uno adquiera quedan excluidos de la comunidad concubi-
naria50. ¿Tendrá o no valor tal convenio o pacto entre ellos y ante los
terceros? Si tiene valor de tal modo, la ley no lo prohíbe, pues más bien se
permite que constituyan y reglen entre ellos, mediante convención, un
vínculo de esa naturaleza (art. 1.133, CC). Por tanto, cuando ambos con-
cubinos han sido de mala fe (por ejemplo, ambos saben que están casa-
dos), el convenio queda anulado tanto ad nunc como ex tunc; en caso de
concubinato putativo para ambos convivientes, se considerará válido el
pacto o convenio hasta la fecha de la anulación; y, en caso de concubina-
to putativo para un solo de los concubinos la unión more uxorio es válida
para el que obró de buena fe, y como si no hubieran existido para el otro.
4.2.1.3 Efectos sobre la comunidad de gananciales: a) Si el concubinato
anulado no vale como putativo para ninguno de los concubinos, la comuni-
49
Para la Sala Constitucional, en la sentencia in commento, resulta importante para esta
interpretación, dilucidar si es posible que entre los concubinos o personas unidas, existe un
régimen patrimonial distinto al de la comunidad de bienes, tal como el previsto en el Código
Civil en materia de capitulaciones matrimoniales. A juicio de la Sala, ello es imposible, porque
la esencia del concubinato o de la unión estable no viene dada –como en el matrimonio– por
un documento que crea el vínculo, como lo es el acta de matrimonio, sino por la unión
permanente (estable) entre el hombre y la mujer, lo que requiere un transcurso de tiempo (que
ponderará el juez), el cual es el que califica la estabilidad de la unión; y siendo ello así, a priori
no puede existir una declaración registrada de las partes constitutivas de la unión, en el
sentido de cómo manejarán los bienes que se obtengan durante ella” (destacado nuestro).
50
El número 1 del artículo 4 de la ley 11/2001, de 19 de diciembre, de las uniones de hecho de
la comunidad de Madrid, España, contempla que: “los miembros de la unión de hecho podrán
establecer válidamente en escritura pública los pactos que consideren convenientes para regir
sus relaciones económicas durante la convivencia y para liquidarlas tras su cese”.
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 233
dad de gananciales corresponde a los hijos nacidos en esa unión. Si no
hay hijos, se dividen los bienes entre los dos concubinos; b) En caso de
unión more uxorio putativa para ambos concubinos, se divide entre ellos
los gananciales; c) Cuando esa unión es putativa para uno solo de los
convivientes, los bienes corresponden íntegramente al mismo.
4.2.1.4 Sobre las donaciones con ocasión del concubinato51: a) Si am-
bos concubinos son de mala fe, las donaciones corresponderán íntegra-
mente a los hijos. Si no hay hijos las donaciones quedarán sin efecto; b)
La unión es putativa para ambos convivientes: si la donación fue hecha
a ambos, pertenecerá de por mitad a cada conviviente. Si fue sólo para
uno de ellos, conservará él la donación; c) Concubinato putativo para
uno solo de los convivientes: corresponderán al de buena fe las donacio-
nes hechas a ambos. Las donaciones dadas a favor del concubino de
mala fe deben ser devueltas al donante.
4.2.1.5 Efectos sobre la vocación hereditaria intestada: a) Si ambos
convivientes han actuando de mala fe, cada uno pierde la vocación he-
reditaria intestada respecto del otro; b) Caso de concubinato putativo
para ambos convivientes, si fallece uno antes de la declaración judicial
de nulidad del concubinato52, el ex concubino supérstite no tiene voca-
ción hereditaria ab intestato en tal sucesión, pues el concubinato puta-
tivo produciría efecto hacia el pasado y desde la celebración del
concubinato hasta la fecha de la nulidad declarada del mismo, pero no
hacia el futuro. Lo mismo no ocurre cuando uno de los concubinos falle-
ce con anterioridad a la sentencia que declare la nulidad de esa unión,
51
Es de suponer que reciban donaciones en ocasión de unirse en concubinato, pues la
sociedad va adquiriendo nuevos “valores” y desechando los anteriores que han podi-
do adquirir de sus antepasados o de otros, y va penetrando, como consecuencia del
consumismo y otros antivalores, en el aprendizaje de nuevas culturas y la realización
de “prácticas novedosas” y asunción de modelos transculturizados. Por eso es posi-
ble que familiares o amigos celebren esa unión, aun cuando todavía en estos tiempos
se continúa conservando, de alguna manera, mantener en secreto el inicio de los
amoríos y después la unión se haga pública. En todo eso no hay nada extraño. Las
mentiras de hoy pueden ser “verdades” mañana.
52
Considera la Sala que para reclamar los posibles efectos civiles del matrimonio, es necesa-
rio que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por lo que se requiere una
sentencia definitivamente firme que la reconozca. Por esa misma razón es de considerar la
necesaria declaratoria del concubinato putativo, para que produzca los mismos efectos que el
matrimonio putativo. En realidad no resulta fácil admitir que la unión more uxorio pueda ser
declarada nula por sentencia firme, pero si no antecede tal declaración judicial, entonces
¿cómo hacer para que pueda hablarse con propiedad de concubinato putativo?
234 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
pues el sobreviviente de buena fe lo heredaría; c) Cuando el concubina-
to es putativo para uno solo de los convivientes, si fallece el de mala fe
lo sucede el de buena fe. Si fallece el de buena fe, el otro conviviente no
lo hereda en forma intestada; d) A partir de la sentencia, la nulidad hace
cesar la vocación sucesoria recíproca53. Sin embargo, en el caso del
matrimonio, por ejemplo, si la muerte de uno de los cónyuges tiene lugar
durante el juicio de nulidad, el otro mantiene esa vocación porque el
vínculo matrimonial está produciendo los efectos del matrimonio válido;
a un cuando la nulidad se pronuncie con posterioridad.
4.2.2 Efectos sobre los hijos
a) Efectos sobre la Patria Potestad. Si el concubinato anulado vale
como putativo para ambos convivientes, los mismos deben tenerse como
ascendientes de sus hijos y, por tanto, ejercen los derechos y deberes
correspondientes a la Patria Potestad.
b) Si el concubinato vale como putativo únicamente en relación con uno
de los convivientes, el de mala fe no puede pretender sobre sus hijos
aquellos derechos y la Patria Potestad corresponde al de buena fe.
c) Si ambos convivieron de mala fe, el concubinato anulado no vale
como putativo respecto de ninguno de ellos y corresponde al juez deci-
dir a cuál le otorgará la Patria Potestad54 de los menores.
CONCLUSIONES
Como se ha podido apreciar, la Sala Constitucional, en la sentencia en
comentario, equipara la unión de hecho o more uxorio al matrimonio de
dos maneras diferentes: a) Equiparación parcial. Como el matrimonio
–según la Sala– nace y se prueba de manera distinta al concubinato, o a
cualquiera otra unión estable, la diferencia –en su nacimiento como en el
orden probático– hace que tanto las unas como las otras no puedan equi-
53
El matrimonio crea derechos sucesorios para el cónyuge de la persona de cuya sucesión se
trate. Estos derechos cesan con la separación de cuerpos y de bienes, sea por mutuo consen-
timiento, sea contenciosa, salvo prueba, en ambos casos, de reconciliación (art. 823, CC).
54
Se entiende por Patria Potestad el conjunto de deberes y derechos del padre y la madre en
relación con los hijos e hijas que no hayan alcanzado la mayoridad, que tiene por objeto el
cuidado, desarrollo y educación integral de los hijos e hijas (art. 347, LOPNA). La Patria
Potestad comprende la Responsabilidad de Crianza, la representación y la administración de
los bienes de los hijos e hijas sometidos a ella (art. 348 eiusdem).
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 235
pararse íntegramente al matrimonio; y, en consecuencia, los efectos del
matrimonio (personales y patrimoniales) no se producen íntegramente en
la unión fáctica. En tal caso, la unión more uxorio o estable de hecho
(concubinato) y cualquiera otra unión estable, no son necesariamente si-
milares al matrimonio, es decir, ni iguales, ni equivalentes. Se desprende
de la decisión de la Sala que si la unión fáctica naciera y se probara de
igual modo que el matrimonio, entonces aquélla se equipararía íntegra-
mente al matrimonio y produciría automáticamente todos los efectos del
mismo. Obviamente que ambas instituciones nacen y se prueban de ma-
nera diferente, pero es posible pensar que no sea tal diferencia la que
impida la producción de los mismos efectos (personales y patrimoniales),
sino motivos diferentes, tales como que no son equiparables, no son igua-
les ni similares; aun cuando el artículo 77 constitucional pareciera equipa-
rarlas pero relativamente. Además, la Sala no indica a qué otras uniones
estables se refiere, dejándolas en una zona de penumbra; b) Equipara-
ción total patrimonial. La Sala equipara el género “unión estable” al
matrimonio, y así debe tener, al igual que éste, un régimen patrimonial
(comunidad de gananciales por causa de la equiparación). Se trata de una
equiparación limitada a lo patrimonial, que pareciera dejar de lado lo rela-
tivo a los efectos personales (interconvivenciales y en relación con los
hijos e hijas), al no afirmarlos en ese contexto.
La unión fáctica y su declaración judicial. Para la Sala Constitucio-
nal, la unión concubinaria o more uxorio “Se trata de una situación
fáctica que requiere de declaración judicial y que la califica el juez,
tomando en cuenta las condiciones de lo que debe entenderse por vida
en común”; por lo cual “en primer lugar considera la Sala que, para
reclamar los posibles efectos civiles del matrimonio, es necesario que la
“unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por lo que se
requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca. En la
actualidad, es necesaria una declaración judicial de la unión estable o
del concubinato, dictada en un proceso con ese fin”.
La calificación a que se refiere la Sala la realiza el juez, to-
mando en cuenta las condiciones de lo que debe entenderse
por vida en común. Sin embargo, la expresión “vida en co-
mún” no es lo mismo que la “estabilidad” y tampoco com-
prende la pluralidad de los requisitos establecidos en la ley, a
que contrae el artículo 77 constitucional (“...Las uniones esta-
bles de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los
requisitos establecidos en la ley producirán los mismos efec-
236 GILBERTO GUERRERO QUINTERO
tos que el matrimonio”. Destacado nuestro). Por tanto, para
que la unión fáctica sea declara judicialmente mediante sen-
tencia definitivamente firme a los efectos del artículo 77 en
referencia, el juzgador debe encontrar que esa convivencia es
estable y cumple los requisitos establecidos en la ley. La
vida en común, en comentario, sólo constituye un elemento
integrador del concepto estabilidad.
Dispone la Sala que en la actualidad es necesaria una declaración ju-
dicial de la unión estable o del concubinato, dictada en un proceso
con ese fin. Esta última afirmación es exacta. No obstante, la misma
no indica que en el “proceso con ese fin” sea excluyente de la acumula-
ción al mismo de la pretensión de partición y liquidación de los bienes
comunes convivenciales, del modo como hemos analizado, pues toda
prohibición debe ser expresa, no es tácita ni sobreentendida. La Sala no
prohíbe la acumulación de pretensiones y no obstante la Sala Civil de-
clara inadmisible la demanda por la acumulación en la misma de las
pretensiones merodeclarativa concubinaria, la partición y liquidación de
la comunidad patrimonial, como hemos observado. Por eso, la estabili-
dad y los requisitos se conjugan en los conceptos permanencia, singula-
ridad, cohabitación, notoriedad y la inexistencia de impedimentos
dirimentes que impidan el ejercicio de la capacidad convivencial.
La Sala Constitucional “tiene que examinar la posibilidad para uno de
los miembros de una unión o concubinato, de la existencia del concubi-
nato putativo que nace cuando uno de ellos, de buena fe, desconoce la
condición de casado del otro. A juicio de esta Sala, en estos supuestos
funcionará con el concubino de buena fe, las normas sobre el matrimo-
nio putativo, aplicables a los bienes”. Como se observa, para la Sala la
presencia del concubinato putativo se genera cuando el concubino de
buena fe ignora la condición de casado del otro, reduciendo el alcance
de lo que sería el concubinato putativo únicamente al impedimento diri-
mente absoluto de vínculo anterior (art. 50, CC), cuando existen más
impedimentos de tal carácter que también dan lugar a que la conviven-
cia, en sus efectos, no perjudica al conviviente de buena fe. Por eso
pareciera que no será putativo ante la existencia de los demás impedi-
mentos dirimentes para contraer válidamente matrimonio. De ser así,
entonces el concubinato putativo –a que se refiere la Sala Constitucio-
nal– se concreta únicamente al tipo que la misma determina de manera
simplificada o reducida. Asimismo, el desconocimiento o ignorancia del
estado civil del otro conviviente –según la Sala– conduce a que el de
LA INTERPRETCIÓN DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL... 237
buena fe goce de los beneficios o efectos del matrimonio putativo, en
relación a los bienes. La Sala no dice por qué en los supuestos a que se
refiere funcionará con el concubino de buena fe las normas sobre ma-
trimonio putativo, aplicable a los bienes, y omite referirse (o incluir) los
efectos personales que el concubinato putativo inevitablemente tiene
que producir en beneficio del conviviente de buena fe, y de los hijos e
hijas. ¿Se traduce que, en tales casos, al concubinato putativo se apli-
can las normas del régimen de bienes en el matrimonio, pero no las
atinentes a los efectos personales del mismo? De ser así, ¿qué ocurre
con los efectos de orden personal interpareja y en relación con los hijos
e hijas? Por último, para la existencia del concubinato putativo debe
previamente declararse judicialmente la existencia de la unión fáctica
mediante sentencia firme y, desde luego, producirse la declaración de
nulidad de la misma (unión concubinaria) mediante decisión también fir-
me. La Sala no observa nada al respecto. No obstante, sin la declara-
ción de nulidad no puede hablarse, en propiedad, de concubinato putativo,
como no puede afirmarse el matrimonio putativo sin la sentencia que
declare su nulidad.
EFECTOS PERSONALES Y PATRIMONIALES ENTRE CONCUBINOS... 239
SUMARIO:
Introducción
1 . Generalidades
2 . Desarrollo
Conclusión
INTRODUCCIÓN
Nos ha animado escribir el presente trabajo, la inquietud que nos produ-
ce, la importancia fundamental que en todos los estratos de la vida so-
cial, económica, jurídica, tiene la sentencia del Tribunal Supremo de
Justicia, Sala Constitucional, de fecha 15 de julio de 2005.
*
Universidad Central de Venezuela, Abogada. Doctorados en Derecho Civil y Mercantil,
Ciencias Penales. Especialización Docencia Universitaria. Universidad Central de Venezue-
la y Santa María y Escuela Nacional de Hacienda, Profesora Pre y Postgrado. Derecho de
Alimentos en la Legislación Venezolana, coautora. Autora de artículos y ensayos especia-
lizados publicados en TSJ, universidades y revistas jurídicas. Ponente y asistente a congresos
nacionales e internacionales sobre diversos aspectos relacionados con el Derecho Civil, Mer-
cantil y Penal. Escritorio Jurídico Sojo-Bianco, Abogada en ejercicio y Directora General.
Se refiere a la sentencia Nº 1.682 de la Sala Constitucional del 15 de julio de 2005.
240 MILAGROS HERNÁNDEZ DE SOJO-BIANCO
de casado del otro. Esta situación funcionará a favor del concubino que
ha obrado de buena fe, aplicando las normas sobre matrimonio putativo.
El Concubinato putativo nos inquieta, pues la figura del matrimonio pu-
tativo surge en el caso de que uno o ambos cónyuges hayan contraído
matrimonio, violando algún impedimento dirimente o un requisito esen-
cial para su validez, ignorando la existencia de este vicio. En otras pala-
bras, ha actuado de buena fe. Ahora bien, aplicando este supuesto a las
uniones estables de hecho (Concubinato), se entendería que, quien ini-
ció su vida en pareja ignorando los requisitos necesarios para la validez
de los efectos de esta unión, se favorecería con ellos si demuestra ha-
ber actuado de buena fe.
La sentencia en cuestión dice
(...) El único Concubinato que produce efectos equiparables al
matrimonio, es el que se delinea en este fallo; y se hace tal
acotamiento porque algunas leyes denominan concubina a la
mujer que vive con un hombre, a pesar de que éste tiene impedi-
mento para contraer matrimonio, cuando en realidad no es tal
Concubinato, es contrario al artículo 767 del Código Civil (...)
En consecuencia, de lo anteriormente transcrito, la misma Sala va en
contra de su propia doctrina, pues establece que la unión concubinaria
es sólo entre personas que no tengan impedimento para celebrar matri-
monio; y por la otra, crea una figura jurídica novedosa CONCUBINA-
TO PUTATIVO, que tendría existencia en aquellos casos en que uno
de los miembros de la pareja ignora que el otro se encuentra casado.
Tales postulados son contradictorios, ya que uno de los requisitos del
Concubinato, es que ninguna de las partes tenga impedimento para ce-
lebrar el matrimonio, como puede ser que uno de ellos o ambos se en-
cuentren unidos en matrimonio con otros sujetos.
Consideramos que crear esta figura de Concubinato Putativo traerá in-
necesariamente serios conflictos familiares, pues no hay que ser muy
imaginativo para pensar que en muchas oportunidades se alegará que
se ignoraba que el compañero (a) estaba casado (a). Y surge el proble-
ma siguiente: ¿Una mujer que se une a un hombre casado, ignorando o
alegando ignorar ese estado civil, tendrá derecho a la mitad de los bie-
nes adquiridos por su pareja durante la vigencia de esta unión? Pero
como la pareja es casado, de conformidad con lo previsto en el artículo
EFECTOS PERSONALES Y PATRIMONIALES ENTRE CONCUBINOS... 245
BIBLIOGRAFÍA
SUMARIO:
Introito
1 . Generalidades.
2 . La homosexualidad.
3 . Uniones estables de hecho.
4 . Clases de uniones estables de hecho: 4.1 Uniones de hecho
reconocidas.4.2 Uniones estables de hecho toleradas. 4.3
Uniones estables extramatrimoniales ilícitas.
5 . Decisión de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia.
6 . Observaciones.
*
Universidad Central de Venezuela, Abogada. Doctorados en Derecho Civil y Mercantil,
Ciencias Penales. Especialización Docencia Universitaria. Universidad Central de Vene-
zuela y Santa María y Escuela Nacional de Hacienda, Profesora Pre y Postgrado.
Derecho de Alimentos en la Legislación Venezolana, coautora. Autora de artículos y
ensayos especializados publicados en TSJ, universidades y revistas jurídicas. Ponente y
asistente a congresos nacionales e internacionales sobre diversos aspectos relacionados con el
Derecho Civil, Mercantil y Penal. Escritorio Jurídico Sojo-Bianco, Abogada en ejercicio y
Directora General.
252 MILAGROS HERNÁNDEZ DE SOJO-BIANCO
INTROITO
El abordamiento del presente trabajo es hacer un breve análisis sobre
algunos aspectos que derivan y se encuentran relacionados con la deci-
sión del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional, mediante
el cual se le solicitó la interpretación de normas constitucionales conte-
nidas en los artículos 19, 21, cardinal 1º 22 y 77 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela.
1. GENERALIDADES
El sexo es la condición orgánica que distingue al macho de la hembra en
lo animal y lo vegetal; al hombre y a la mujer en la especie humana,
también como el conjunto de individuos de un mismo orden genital.
El sexo indudablemente reviste suma importancia, desde la simple dife-
renciación primitiva, pasando por los aspectos sociales, económicos,
políticos y jurídicos. En el campo jurídico, que es el que nos correspon-
de, la sexualidad es un componente de primer orden en cuanto a la
capacidad necesaria para celebrar matrimonio. Son muchas las normas
jurídicas que hablan de sexo, entendido como la diferenciación entre
género femenino y el masculino, tales como la Constitución, Código Ci-
vil Venezolano, Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes, Ley para la Protección de las Familias, la Maternidad y
la Paternidad, Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia, Ley Orgánica del Trabajo, y muchas leyes más
que harían interminable su enumeración.
2. LA HOMOSEXUALIDAD
La homosexualidad es una fuerte atracción preferencial hacia personas
del mismo sexo. Se les llama homosexuales a las personas a quienes les
gusta compartir sus cuerpos en lo sexual y también en lo sentimental
con personas de idéntico sexo.
En el mundo quienes abogan por la equiparación completa y en todos
sus efectos del status de la pareja formada por dos hombres o dos mu-
jeres, al de la pareja formada por un hombre y una mujer, hacen hinca-
pié en las características comunes entre ambas. Destacando entre ellas,
la convivencia, el afecto, la existencia de un proyecto de vida en común,
el deseo de la pareja de formalizar su situación jurídica y de poder co-
municarlo al resto de la sociedad. Así como también la importancia de
UNIONES DE HECHO ENTRE PERSONAS DE IDENTICO GÉNERO 253
BIBLIOGRAFÍA
SUMARIO:
*
Universidad Católica Andrés Bello, Abogada. Ministerio de Relaciones Exteriores,
Escuela de Altos Estudios Diplomáticos, Maestría en Diplomacia y Relaciones Internaciona-
les, Magíster. Universidad de Salamanca, Reino de España, Interpretación Constitucional.
Universidad Santa María, Especialización en Derecho Mercantil. Preston University,
Caracas, Doctorado en Derecho Constitucional e Internacional, cursante. Tribunal Supre-
mo de Justicia: Sala de Casación Civil, Secretaria (2001-2004), Abogada Auxiliar (2000).
Banco Mundial: Diversos proyectos en Ecuador, Bolivia y Venezuela. Consultora Legal
(1996-1999). Autora de varios artículos y compiladora de la Doctrina de la Sala de Casación
Civil (2001-20204).
264 ADRIANA PADILLA ALFONZO
1
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha dicho que “no toda distinción de trato
puede considerarse ofensiva de la dignidad humana” (CSJN, “D, de P.V.A. c/O.C.H. s/Impug-
nación de la paternidad”, E.D. Nº 9903, p. 6).
2
CSJN, Fallo: 198:112.
3
CSJN, Fallo: 182:355; 299:146; 300:1049; 301:1185; 302:192.
CONSIDERACIONES RESPECTO A LAS UNIONES DE GÉNERO... 267
son éstas y no otras, las únicas capaces de procrear, por una parte; y
por otra, la de producir en los hijos la estabilidad emocional suficiente, al
observar la diversidad de género y permitir así, el escoger libremente
cuál es la orientación sexual que en el futuro sea de su preferencia,
evitando interferencias o influencias que puedan producir alteraciones a
la libertad soberana de escoger inherente a cada individuo. Tal asevera-
ción nunca podrá ser considerada como moralista o con sesgo homofó-
bico, pues la misma lo único que persigue es proteger el concepto de
familia como el núcleo o célula fundamental de la sociedad, y además,
permitir que el individuo, considerado como unidad social, pueda esco-
ger libremente el destino que a la postre quiera darle a su vida.
Tampoco puede argumentarse, la existencia de algún tipo de discrimi-
nación, pues la norma constitucional es meridianamente clara al esta-
blecer la protección del matrimonio o la unión estable entre un hombre
y una mujer, pues de esta manera está expresamente establecido en el
artículo 77 constitucional. Por lo tanto, asumiendo lo sostenido por la
Sala en su fallo, “no cabe la concepción de que en el trato desigual a
situaciones jurídicas también desiguales, exista colisión constitucional ni
discriminación alguna”.
Ante estos argumentos, se ha opuesto el hecho de las familias disfun-
cionales, de las madres o padres solteros o de incluso, los huérfanos,
quienes por razones obvias no pueden observar en sus hogares las
condiciones familiares ideales, que les permitan desarrollar un criterio
sólido y amplio respecto al destino que el individuo quiera darle a su
vida. Por lo tanto, cabe observar, que la sociedad requiere de indivi-
duos que la integren, que la consoliden, que la unan, y no individuos
que la agoten, que la debiliten, de modo que mal podría determinarse
como un desatino legal, creer que con base a la prohibición de discri-
minación establecida en el artículo 21 constitucional, se pretenda in-
terpretar lo que no dice el artículo 77 eiusdem, por cuanto la prohibición
de discriminación del citado 21 en nada influye con la protección re-
forzada contenida en el 77 ibídem.
Analizando las cosas desde este punto de vista, se observa, socialmente
hablando, que en Europa actualmente se vive una crisis interesante, que
proviene no del hecho de fomentar o legalizar uniones homosexuales,
sino del hecho que los ciudadanos no desean tener hijos, lo cual trae
como consecuencia que la población esté envejeciendo aceleradamente
y por tanto, falle considerablemente, el necesario relevo generacional.
CONSIDERACIONES RESPECTO A LAS UNIONES DE GÉNERO... 269
4
Bidart Campos, Germán, Casos de derechos humanos, Ediar, buenos Aires, 1997, p. 244.
CONSIDERACIONES RESPECTO A LAS UNIONES DE GÉNERO... 273
5
Fiscalía acuerda apoyar los matrimonios gays entre españoles y extranjeros. Nación gay. 20
de diciembre de 2006.
276 ADRIANA PADILLA ALFONZO
2.3 CHILE
A la Cámara de Diputados del Parlamento chileno fue presentado, en
fecha 06 de marzo de 2008, un “proyecto de Ley que modifica el Código
Civil en relación al concepto de matrimonio” y “el proyecto de Ley que
Regula la Unión Civil entre Personas del Mismo Sexo”, abriendo así su
reconocimiento legislativo y la posibilidad de la adopción.
El proyecto de Ley que modifica el Código Civil, en relación al concepto
de matrimonio, consta de un solo artículo, el cual modifica el artículo
102 del Código Civil, que establece actualmente que “el matrimonio es
un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e
indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de pro-
crear y de auxiliarse mutuamente”.
Con el proyecto se busca indicar que “el matrimonio es un contrato
solemne entre dos personas que se unen actual e indisolublemente, y
para toda la vida, con el fin de vivir juntos y de auxiliarse mutuamente”.
Con esta modificación se involucra claramente la igualdad para la crianza
y adopción de hijos.
Reconocimiento de las uniones de género:
España fue el tercer país del mundo, tras Holanda y Bélgica, en aprobar
leyes que permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo. En el
estado de Massachusetts (ver cuadro) este resultado no se logró me-
diante la aprobación de una ley en el Parlamento, sino como resultado
de un procedimiento judicial. Igualmente, a raíz de diversos procedi-
mientos judiciales, poco después de la aprobación en España, Canadá
aprobó una legislación que permite el matrimonio entre personas del
mismo sexo.
CONSIDERACIONES RESPECTO A LAS UNIONES DE GÉNERO... 277
6
Las siguientes citas de normas han sido tomadas de Wardle, Same sex marriage and the limits
of legal pluralism, cit., p. 389, y del Informe General de ILGA para el año 1999, publicado en
www.ilga.org.
278 ADRIANA PADILLA ALFONZO
a) Protección Constitucional
Ecuador
La Constitución de Ecuador, reformada en 1998, prohíbe expresamente
la discriminación en razón de la orientación sexual7.
Argentina
La Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires reconoce el
derecho a la orientación sexual, al igual que lo reconoce la Ciudad de
Rosario y la Provincia de Río Negro8.
Bolivia
La Constitución Política del Estado será avalada o rechazada en un
referéndum, y establece que el matrimonio y la unión libre sólo son re-
conocidos si están conformados por una mujer y un hombre. Sin embar-
go, este documento prohíbe que las personas sean discriminadas por su
orientación sexual.
Nueva Zelanda
El Acta de Derechos Humanos prohíbe la discriminación en razón de
la orientación sexual y se aplica al empleo, la educación, acceso a los
lugares públicos, provisión de bienes y servicios, y acceso a lugares
de hospedaje.
7
“La igualdad ante la ley. Todas las personas serán consideradas iguales y gozarán de los
mismos derechos, libertades y oportunidades, sin discriminación en razón de nacimiento,
edad, sexo, etnia, color, origen social, idioma, religión, filiación política, posición económica,
orientación sexual, estado de salud, discapacidad, o diferencia de cualquier otra índole” (Cons-
titución de Ecuador, 1998, art. 23).
8
Ley 3055, 1996 de la Provincia de Río Negro, cuyo artículo 1º, dice: “ reconócese la
orientación sexual como derecho innato de las personas implícito en la Constitución
Provincial...”.
La Constitución de la Ciudad de Buenos Aires reconoce expresamente el derecho a la orien-
tación sexual en el artículo 11, “Todas las personas tienen idéntica dignidad y son iguales ante
la ley. Se reconoce y garantiza el derecho a ser diferente, no admitiéndose discriminaciones
que tiendan a la segregación por razones o con pretexto de raza, etnia, género, orientación
sexual, edad, religión, opinión, nacionalidad, caracteres físicos, condiciones psicofísicas, so-
cial, económica o cualquier otra circunstancia que implique distinción, exclusión restricción o
menoscabo. La ciudad promueve la remoción de los obstáculos de cualquier orden que limi-
tando de hecho la igualdad y libertad impidan el pleno desarrollo de la persona y la efectiva
participación en la vida política, económica o social de la comunidad”.
CONSIDERACIONES RESPECTO A LAS UNIONES DE GÉNERO... 279
República de Fiji
En la Constitución se prohíbe la discriminación por orientación sexual.
Suiza
Se aprobó una nueva Constitución el 18 de abril de 1999, que prohíbe la
discriminación por la forma de vida. Las asociaciones gays presionaron
por la utilización de “orientación sexual”, pero tuvieron que conformar-
se con “forma de vida”.
b) Protección Legal:
Dinamarca
El Código Penal sanciona la discriminación en razón de la orientación
sexual.
Finlandia
El Código Penal de 1995 penaliza la discriminación en razón de la orien-
tación sexual.
Francia
El Código Penal y el Laboral prohíben la discriminación en razón de la
orientación sexual.
Holanda
La Constitución y el Código Penal prohíben la discriminación en razón
de la orientación sexual.
Noruega
Prohíbe la discriminación en razón de la orientación sexual.
Eslovenia
El Código Penal de 1995 penaliza a quien deniegue a otro un derecho
humano o libertad fundamental incluyendo la orientación sexual.
España
La reforma del Código Penal Español de 1995 reconoce el derecho a
una orientación sexual como una libertad fundamental y en razón de
280 ADRIANA PADILLA ALFONZO
9
Durán y Laguna, Paloma, Los límites del Derecho, Granada, Comares, 1996, p. 120.
10
Vermont, representa un Estado que forma parte de la Federación de los Estados Unidos de
América.
CONSIDERACIONES RESPECTO A LAS UNIONES DE GÉNERO... 281
11
Finnis, Jhon, Law, morality and sexual orientation, 69 Notre Dame Law Review,
1994, p. 1049.
Finnis dice que el stándar moderno también le da protección contra actos innecesarios de
discriminación privada en el hogar o en el empleo a gente con posiciones políticas impopula-
res o excéntricas. También expresa este autor que la posición moderna viene acompañada por
muchas protecciones legales para personas homosexuales con respecto a asaltos, amenazas,
discriminación irrazonable por fuerzas públicas y oficiales, etc.
12
Evolución jurisprudencial en la Corte Europea de Derechos del Hombre, en L.L. 2000-A-
1024, y Revista de Derecho Privado y Comunitario, Nº 20, Rubinzal-Culzoni, Santafé,
Sección Derecho Comparado, Legislación y Jurisprudencia Extranjera. Personas, familia y
sucesiones, pp. 445 y ss.
13
Cour Européenne des Droits de L´Homme, 17-10-86, “Rees c/Reino Unido”, Publio dans
A-106.
282 ADRIANA PADILLA ALFONZO
14
Cour Européenne de Droits de L´Homme, septiembre de 1990, “Cossey c/ Reino Unido”.
Una reseña del caso puede leerse en: Transexualidad: Evolución Jurisprudencial en la Corte
Europea de los Derechos del Hombre cit., p. 1.024.
CONSIDERACIONES RESPECTO A LAS UNIONES DE GÉNERO... 283
15
Cour Européenne des Droits de L´Homme, 30-7-98, affaire “Sheffield et Horshman c/
Royaume-Uni”, Recueil des Arréts et Décisions, 1998, edité par Carl Heymmans Velarg Kg,
Luxemburger, 449-D-50939.
16
Convención Europea de Derechos Humanos, artículo 12: “A partir de la edad núbil, el
hombre y la mujer tienen el derecho a casarse y de fundar una familia y las leyes nacionales
pueden reglamentar ese derecho”.
284 ADRIANA PADILLA ALFONZO
17
Errante, Edgard, Le mariage homosexual aux Etats-Units: les arrets des tribunaux
de l´Etat de Hawai et leurs implications au niveau nacional, en Homosexualité et Droit
cit, p. 293 y ss.
18
Hawai, (en inglés, Hawaii; en hawaiano, Hawai‘i) es un estado de los Estados Unidos. Su
territorio está formado por un archipiélago polinesio del mismo nombre en el Océano Pacífico
norte. Antiguamente eran conocidas como las islas Sándwich. Hawai es el único estado
estadounidense que no se encuentra en América.
CONSIDERACIONES RESPECTO A LAS UNIONES DE GÉNERO... 285
SUMARIO:
*
Universidad Central de Venezuela, Abogado summa cum laude, Doctor en Derecho y
Profesor Titular.
288 JOSÉ PEÑA SOLÍS
operadores jurídicos. Por supuesto, que esa participación tenía una fi-
nalidad añadida: solicitarme una colaboración para la primera monogra-
fía, indicándome que la invitación en ese sentido la había extendido a
otros cinco profesores universitarios.
Debido a la trascendental importancia que le atribuyo al proyecto, pese
al plazo perentorio que me impuso el editor, decidí encarar una tarea
nada fácil: examinar en el indicado lapso, desde la perspectiva constitu-
cional, la sentencia a que alude el título del presente trabajo. Y lo hice, y
lo hago, porque pienso que desde el propio Tribunal Supremo de Justi-
cia, se crea un mecanismo válido, como ya lo afirmé en el Libro home-
naje a Nectario Andrade Labarca, para que la sociedad conozca la
actuación de la Sala Constitucional, mediante el análisis crítico, susten-
tado en parámetros de seriedad académica y científica, de las senten-
cias que profiere.
En esa oportunidad señalé que el encuadramiento de ese análisis dentro
de los señalados parámetros podía llegar a ser descarnado, si así lo
imponía el manejo de los argumentos, sin que ello de ninguna manera
pudiera llegar a ser considerado como un ataque ad hominen, porque
siempre los razonamientos esgrimidos por los juristas deben estar enca-
minados exclusivamente a apoyar o a desmontar las tesis hermenéuti-
cas contenidas en las sentencias objeto del análisis. Y añadí que en la
medida que una sentencia fuera objeto de mayor número de escrutinios,
la sociedad tendría a su disposición un panorama más completo, que a la
postre le permitiría evaluar la actuación de la Sala Constitucional, pro-
duciéndose de esa manera una especie de “control difuso”, como lo
denomina el Profesor español J. Pérez Royo, sobre dicha actuación.
También hacía notar que no existía en nuestro país una tendencia, por
parte de los operadores jurídicos, a examinar las sentencias del Tribunal
Supremo de Justicia, lo que producía un verdadero vacío doctrinario,
que aún existe, en una materia tan importante para el perfeccionamien-
to del Estado de derecho, como lo es la jurisprudencia constitucional,
máxime si se tiene en cuenta su carácter vinculante, cuando es la ex-
presión de la interpretación de normas y principios constitucionales, lo
que ocurre siempre o casi siempre.
Pues bien, no hay más que celebrar entusiastamente esta iniciativa del
Tribunal Supremo de Justicia, ya que la misma revela, como debe ser, el
respeto al pluralismo científico y académico, y permite de alguna mane-
290 JOSÉ PEÑA SOLÍS
3. ANÁLISIS DE LA SENTENCIA
3.1 EL ALCANCE DEL ARTÍCULO 21, NUMERAL 1, DE LA
CONSTITUCIÓN.
3.1.1 El primer planteamiento de los recurrentes
Los recurrentes parten de la premisa de la existencia de “la situación
jurídica concreta y específica de la diferencia entre los derechos socia-
les que disfruta una persona homosexual, situación que requiere nece-
sariamente una interpretación de normas constitucionales”, e
inmediatamente añaden que no está completamente claro si la garantía
de la no discriminación abarca el criterio de la orientación sexual, o si
ésta es una discriminación permitida por el Estado, razón por la cual, a
los fines de resolver el problema, solicitan la interpretación del artículo
21, numeral 1, de la Constitución, e invocan a favor de la tesis de la
inclusión de la orientación sexual dentro de la garantía de la no discrimi-
nación un conjunto de disposiciones contenidas en diversos Tratados en
materia de derechos humanos, suscritos por Venezuela.
3.1.2 La tesis de la Sala Constitucional sobre el contenido y al-
cance del derecho a la igualdad
Consideramos conveniente, en primer lugar, transcribir el texto de la
disposición constitucional, de la cual se solicita la interpretación, porque
el trabajo pudiera eventualmente ser leído por personas de otros países,
razón por la cual pasa a ser una pieza indispensable, para la compren-
sión del mismo. La aludida disposición preceptúa:
Art. 21. “Todas las personas son iguales ante la ley; en con-
secuencia:
1. No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el
sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general,
tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reco-
nocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los
derechos y libertades de toda persona...”.
Ahora bien, una vez transcrito el precepto objeto de la interpretación,
cabe destacar que en forma por demás lacónica la Sala se pronunció
sobre el primer planteamiento de los recurrentes, en los siguientes tér-
minos: “En consecuencia, resulta claro que el artículo 21 de la Constitu-
ción de 1999, en atención a su carácter enunciativo, incluye dentro de
294 JOSÉ PEÑA SOLÍS
condujo a la aprobación del hoy artículo 77, por cierto con algunos erro-
res formales, porque la sesión en la que se aprobó en primera discusión,
no fue en la ordinaria número 29, del 25-10-99, sino en la ordinaria N°
30, del 26-10-99, pero sobre todo no es totalmente cierto, como también
se afirma en la sentencia, que en la segunda discusión haya sido modi-
ficado tal como aparece en la redacción actual, pues en la última sesión
de la Asamblea Nacional Constituyente del 15-11-99, que fue declarada
permanente, la denominada Comisión Especial de Consenso, presentó
un proyecto de la norma que resultó aprobada, pero que difería de la
actual, dado que no establecía que el matrimonio debía ser entre un
hombre y una mujer.
Pero independientemente de esos errores formales, que lógicamente
no debían aparecer en una sentencia de tanta importancia, el mencio-
nado análisis condujo a la Sala Constitucional a sostener que “esa es-
pecificidad expresa una escogencia deliberada del Constituyente de
1999 [limitó los efectos a las parejas estables de hecho integradas por
un hombre y una mujer], actitud que obedece al arbitrio del Constitu-
yente como máxima expresión de producción jurídica que se plasmó
en un precepto cuya claridad no permite a esta Sala una interpreta-
ción distinta de la que imponen los métodos de interpretación literal
y teleológica, y que no implica en su criterio, colisión alguna con el
artículo 21 de la Constitución”.
c) Invocación del contenido del derecho a la igualdad recogido en la sen-
tencia N° 898 del 13-05-02, reiterado en la N° 2121 de 06-08-03, que
aparece articulado a la igualdad de trato que debe dárseles a quienes
estén en un plano de igualdad jurídica, “lo que se determina según crite-
rios valorativos o de razonabilidad que lleven a determinar, en cada caso
concreto, si se justifica o no el trato igual o bien el trato desigual”.
En esta línea de razonamiento, transcribe dos páginas de la última sen-
tencia mencionada, de la cual se desprende que la igualdad de trato
admite una diferencia entre la igualdad como diferenciación y la igual-
dad como equiparación, configurándose la primera cuando en rela-
ción a un mismo supuesto de hecho, pueden darse consecuencias
jurídicas diferentes “según que las distinciones sean relevantes para
justificar un trato desigual”. En cambio la segunda (igualdad por equi-
paración), se configurará cuando las aludidas distinciones sean irrele-
vantes, razón por la cual se dará un trato igual.
ANÁLISIS CRÍTICO DE LA SENTENCIA DE LA SALA... 299
incluyó al matrimonio entre las personas del mismo sexo en los términos
del artículo 77 de su texto”, razón por la cual el dispositivo no puede ser
sino uno: negar la existencia de colisión alguna entre el artículo 21 y el
artículo 77 de la Constitución de 1999.
d) La legitimidad constitucional de las uniones de hecho. La Sala, en un
gesto de “progresismo”, pero que de todas maneras constituye ultrape-
tita –si es que ese vicio se admite en el marco del recurso de interpreta-
ción constitucional–, destaca que la “norma constitucional no prohíbe ni
condena las uniones de hecho entre personas del mismo sexo [no podía
ser de otra manera si las incluye ex novo dentro del género de las unio-
nes estables de hecho], que encuentran cobertura constitucional en el
derecho fundamental al libre desenvolvimiento de la personalidad, sim-
plemente no les otorga protección reforzada, lo cual no constituye un
acto discriminatorio en razón de la orientación sexual de la persona...
Así, es pertinente poner de relieve que la Constitución no niega ningún
derecho a la unión de personas de igual sexo”.
Y finalmente la sentencia recuerda, por supuesto sin que dicho recorda-
torio tenga que ver para nada con el segundo planteamiento interpreta-
tivo de los recurrentes, que es perfectamente posible el disfrute de los
derechos sociales y especialmente de los económicos, por parte de unio-
nes de personas del mismo sexo, no a través de la comunidad concubi-
naria, sino a través de la comunidad ordinaria, “...siempre que no
haya fraude a la ley y dentro de los límites que impone el orden públi-
co”. Por cuanto concentraré el análisis en la parte nuclear de la senten-
cia, me abstendré de examinar esta parte colateral de la misma.
3.2.3 Los errores formales en que incurrió la Sala Constitucional
en la sentencia objeto del análisis
a) La resolución de una colisión entre disposiciones constituciona-
les, mediante el recurso de interpretación. Si se tiene en cuenta que
la propia Sala Constitucional en la sentencia N° 1077 del 22 de septiem-
bre de 2000, mediante la cual “creó” el recurso de interpretación cons-
titucional (caso Servio Tulio León), le atribuyó a éste una finalidad de
tutela preventiva, en virtud de que permite “precaver conflictos innece-
sarios o juicios inútiles, al conocerse previamente cuál es el sentido y
alcance de los principios y normas constitucionales necesarios para
el desarrollo del Estado y sus poderes, y de los derechos humanos de los
ciudadanos”, resulta difícil comprender, pues además no los enuncia,
ANÁLISIS CRÍTICO DE LA SENTENCIA DE LA SALA... 301
tracción de que éstas son una modalidad de unas nuevas figuras consti-
tucionales, creadas por supuesto con un fin determinado, denominadas
uniones estables de hecho, desde luego que no podrá buscarse el senti-
do de las palabras de la norma reguladora de dichas uniones.
Pero si en cambio se pone el acento en la letra de la disposición atinente
a la disciplina de esas nuevas figuras: su naturaleza, su finalidad, rela-
cionándolas lógicamente con la disposición que privilegia a la modalidad
de las uniones concubinarias, procediéndose a contrastar con el artículo
21 constitucional, surge inmediatamente la antinomia entre las dos nor-
mas, que se traduce en la prohibición de discriminación por razones de
sexo (orientación sexual), y la configuración en el artículo 77, de una
clarísima discriminación de las uniones estables de hecho del mismo
sexo, pues se trata de que de todas las modalidades que pueden adoptar
las uniones estables de hecho genéricas, creadas ex novo en el artículo
77 constitucional, a una sola se equipara al matrimonio, en lo concer-
niente a los efectos que éste produce.
Y no vale como lo hace la Sala pretender justificar la equiparación de
las uniones concubinarias con el matrimonio, invocando su igualdad es-
tructural sobre la base de que ambas están integradas por un hombre y
una mujer, porque a los fines de determinar el contenido y alcance de
ese artículo, cuando se plantea su colisión con el principio de igualdad,
la variable fundamental sobre la cual debe reposar la debida compara-
ción, es la “ratio” de la creación de las uniones estables de hecho, sin
ningún tipo de especificación, que se traduce –insisto– en su reconoci-
miento para hacerlas titulares de derechos sociales y patrimoniales.
Por tanto, si la unión de personas que histórica y tradicionalmente ha
producido mayores efectos, los cuales se concretan en derechos socia-
les y patrimoniales, es la matrimonial, resulta lógico en el contexto del
principio de igualdad, que sean las uniones estables de hecho, que tie-
nen un carácter general las que se equiparen con las uniones matrimo-
niales, pero no sobre la base de su integración, que al fin y al cabo
resulta una contingencia, sino sobre la razón de ser de la creación de
estas uniones; de allí pues, que planteado en esos términos, no cabe
duda de la existencia de una antinomia entre el artículo 21 y el artículo
77, ambos de la Constitución, la cual se infiere de la correcta aplicación
del método de interpretación literal, armonizado con principios lógicos
formales, por supuesto cuando el análisis se centra en la referida “ra-
tio” de la norma.
ANÁLISIS CRÍTICO DE LA SENTENCIA DE LA SALA... 313
Por otro lado, también incurre en un error la Sala cuando afirma que
está obligada a aplicar el método de interpretación teleológica, que como
es sabido, es aquel mediante el cual se busca descubrir los valores y
fines de la norma, razón por la cual estaba obligada a averiguar el telos
o ratio del artículo 77 constitucional, por supuesto, no aisladamente,
sino en el marco del planteamiento interpretativo formulado por los re-
currentes, relativo a la indicada colisión normativa.
No obstante, observo que ese fin lo encuentra en equiparación de las
uniones concubinarias con el matrimonio, en lo atinente a los efectos
producidos por éste, y soslaya de esa manera el núcleo del precepto,
que es el idóneo para identificar el referido “telos”, que insisto es la
creación por vía constitucional de las uniones estables de hecho, con la
finalidad antes explicitada, siendo en esa línea argumental las uniones
concubinarias un accidente en el contexto de la norma, pues es necesa-
rio recordar que las mismas ya estaban previstas en el ordenamiento
jurídico venezolano, desde 1942 en el Código Civil, sobre la base de la
figura de la comunidad concubinaria, diseñada a imagen y semejanza de
la comunidad conyugal.
Ha de advertirse que el fin de la norma no puede ser privilegiar, “pro-
tección reforzada”, en términos de la sentencia, a las uniones concubi-
narias, porque si esa hubiera sido la voluntad de la Constitución, el
constituyente se habría abstenido de crear a las uniones estables de
hecho, con la finalidad antes señalada, limitándose sencillamente a cons-
titucionalizar a las uniones concubinarias, y siguiendo la tradición del
Código Civil solamente habría reconocido a este tipo de uniones, pero
no debe olvidarse que las mismas no figuraban en el anteproyecto de
Constitución, y ni siquiera fueron mencionadas cuando la norma fue
aprobada en primera discusión por la Asamblea Nacional Constituyen-
te, y apenas aparecen enunciadas por primera vez, como una solución
transaccional por la denominada Comisión de Consenso designada por
la Asamblea Constituyente, sin que esa enunciación fuera respaldada
por ningún tipo de discurso o doctrina.
Por tanto, cuando la Sala pretende buscar la finalidad del artículo 77, en
las uniones concubinarias, que en el texto del mismo no son más que un
accidente, para determinar si colide con el artículo 21 constitucional,
incurre en un error de enfoque al aplicar el método de interpretación
teleológica, que la conduce a la conclusión errónea de predicar la inexis-
tencia de la antinomia entre esas dos normas.
314 JOSÉ PEÑA SOLÍS
tución; de allí, pues que en este caso concreto resulta posible la confi-
guración de la antinomia descrita.
Es necesario aclarar que por tratarse la venezolana de un tipo de Cons-
titución “abierta”, es perfectamente posible que además de la antinomia
bajo examen, se configuren otras, pero independientemente del número
de ellas, el problema radica en la manera de abordar, o mejor dicho, de
resolver esas antinomias. Naturalmente, que ellas son conocidas por los
tribunales constitucionales, con ocasión del ejercicio de una de sus com-
petencias típicas, verbigracia decisión de recursos de inconstituciona-
les, discernimiento de los conflictos de competencia entre entes
territoriales, pero sobre todo en recursos de amparo, vinculados a casos
concretos, verbigracia la que se puede configurar entre la libertad de
información y el derecho al honor. En otras palabras, la decisión de la
antinomia resulta un medio para llegar al fin constituido por la decisión
sobre el correspondiente recurso.
Esa decisión pasa necesariamente por un proceso hermenéutico, que se
inscribe en la actividad sentenciadora del tribunal constitucional, pero
en el caso venezolano, la cuestión se complica un poco, debido a la
creación, por cierto por vía interpretativa, del atípico recurso de inter-
pretación constitucional, en virtud de que la resolución de la antinomia
pasa a ser un fin en sí mismo, lo que también debe calificarse de atípico
en el marco de una jurisdicción constitucional como la nuestra.
En todo caso, visto que la Sala Constitucional asumió la competencia
para decidir recursos de interpretación, así como la competencia para
resolver a través de estos recursos, colisiones o antinomias entre nor-
mas constitucionales, cabe interrogarse acerca de los efectos del re-
sultado de una resolución de una antinomia constitucional en abstracto,
porque cuando se da en el curso del juicio atinente a otro tipo de re-
curso, casi siempre esos efectos están asociados a un caso concreto.
En cambio, cuando es resuelta en abstracto, en la práctica el aludido
resultado es equivalente, aunque parezca paradójico, a una “declara-
toria de inconstitucionalidad de una norma de la Constitución”, pues a
partir de la misma la norma que por virtud de la declaratoria de preva-
lencia, cede ante la otra, carecerá de eficacia o relevancia jurídica en
todos los casos en que se configure la relación entre la norma preva-
leciente y la norma subordinada, aunque desde luego no sea posible
predicar su nulidad formal.
318 JOSÉ PEÑA SOLÍS
A la luz del razonamiento anterior, aun cuando tengo serias dudas so-
bre la constitucionalidad del recurso de interpretación constitucional,
es lógico que ante la fuerza de los hechos (multiplicidad de recursos
intentados y resueltos), esté constreñido a admitir su existencia y va-
lidez en el ordenamiento jurídico venezolano, pero lo que sí debo re-
chazar a partir de la experiencia derivada del fallo bajo examen, es
que se pueda llegar a “crear” también una especie de recurso de “co-
lisión de normas constitucionales”, encubriéndolo bajo el manto del
recurso de interpretación inconstitucional, debido a que sus consecuen-
cias serían impredecibles para la doctrina constitucional venezolana,
que recién empieza a construirse, dicho sea de paso, muy gradual-
mente, y con no pocos obstáculos.
5. LOS MÉTODOS PARA EXAMINAR UNA ANTINOMIA
CONSTITUCIONAL
5.1 EL CONTENIDO NORMATIVO DE LA CONSTITUCIÓN DE
1999 Y LOS MÉTODOS DE INTERPRETACIÓN PARA
RESOLVER ANTINOMIAS CONSTITUCIONALES
Cabe advertir que el contenido de la Constitución de 1999, siguiendo el
modelo de la española, está constituido por reglas, principios y valores,
caracterizándose las primeras, según enseña Aragón Reyes (2001), por-
que en ellas se determinan los supuestos de hecho con las correspon-
dientes consecuencias jurídicas, y en tal sentido observo que en nuestro
caso constituyen la mayoría de las normas que integran el texto consti-
tucional. Las normas que enuncian principios constitucionales son cláu-
sulas generales con un alto contenido de abstracción que informan a
todo el ordenamiento jurídico, razón por la cual su eficacia se manifiesta
básicamente en la labor hermenéutica desarrollada por los órganos del
Poder Público, especialmente por los tribunales, pero al mismo tiempo
son verdaderas reglas porque denotan la eficacia de una norma del tex-
to constitucional contentiva de una regla.
En lo concerniente a los valores, la doctrina española ha sostenido que
las normas en las que están contenidos tienen un mayor nivel de abs-
tracción que las de los principios, pero en el caso de la Constitución de
1999, observo que el artículo 2, que alude a los valores superiores del
ordenamiento jurídico, forma parte del Título I, en el cual se regulan los
Principios Fundamentales, razón por la cual en estricta puridad lógica
ANÁLISIS CRÍTICO DE LA SENTENCIA DE LA SALA... 319
BIBLIOGRAFÍA
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REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 323
Reflexiones interdisciplinarias
en torno a la SC-0190 y afines
SUMARIO:
1 . Ideas generales.
2 . Las parejas homosexuales: 2.1 Antecedentes. 2.2 La senten-
cia SC 0190 (28/02/08). 2.3 Comentarios. 2.4 ¿Qué dice nuestro
marco constitucional vigente?
3 . Antecedentes jurídicos.
4 . ¿La unión de los homosexuales puede llamarse matrimo-
nio? 4.1 Una experiencia docente. 4.2 Posturas. 4.3 Discri-
minación jurídica. 4.4 Del matrimonio a la adopción.
Palabras finales
*
Universidad Católica Andrés Bello, Profesor Asociado. Dicta las cátedras de Ética de la
Profesión en la Escuela de Administración y Contaduría, Introducción al Estudio del Hombre
y Bioética y Derecho en la Escuela de Derecho. Investigador del Centro de Estudios Reli-
giosos donde coordina el Grupo Transdisciplinario de Bioética. Miembro asociado en la
Directiva del Centro Nacional de Bioética. Miembro del Global Bioethical Network.
Miembro del Comité Científico de la Sociedad Internacional de Bioética, Sección
Latinoamérica.
324 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
1. IDEAS GENERALES
No sé si ya estamos en la Post-postmodernidad, negando las verdades
relativizadas por la Postmodernidad, las cuales ya fueron a su vez des-
absolutizadas por la Modernidad. Lo cierto, es que de este “mar revuelto
de ideas e intuiciones”, “ganancia de pescadores” donde los “progresis-
tas” son los que consideran que cualquier novedad es buena y los “con-
servadores” son los retardatarios que todo lo ven malo, lo niegan o no
quieren cambiar las cosas. ¿Pero, si no es así...? Y, los “progresistas” son
los que tienden a tergiversar y prostituir los conceptos claves de la cultura
y de la sociedad, y viceversa. Creo que ambos grupos estarían debatien-
do sobre “quién es quién” y, posiblemente no se llegaría a ningún resulta-
do. ¿Por qué digo esto? Debido al maremagnum de opiniones, prejuicios,
creencias o juicios personales sin ningún referente u horizonte común.
Así todos tienen la razón, si no hay sustento para las ideas, nadie sabe
nada y todos tienen razón.
En primer lugar, no quisiera que se me tildase de uno o de otro, simple-
mente, desde mi independencia de pensamiento y autonomía ciudadana
expresaré mi punto de vista, ajustado a los fundamentos de mis creen-
cias, mi formación interdisciplinaria, cultura, valores, actitudes y expe-
riencia de vida. No me considero un conservador, pero hay cosas que
creo se deben preservar y actualizar, tanto en el matrimonio como en la
familia actual, obviamente con claros criterios de conyugalidad y paren-
talidad ante los emergentes modelos de familia que se proponen. No
soy tampoco un progresista, ya que en la sociedad las cosas avanzan a
un ritmo diferente de aquel que las personas tratan de imponerle. Pero
sí soy creyente de la presencia de los “signos de los tiempos” del
“kayrós” y de los procesos de “homeostasis social”. No todo puede
ser definido por posturas personalistas o colectivistas, sino por lo que
a través de la razón, el diálogo constructivo y la historia se han ido
decantando en la sociedad, sus “luces y sombras”, sus principios fun-
damentales, derechos y obligaciones de hombres y mujeres.
En segundo lugar, la sociedad ya está saturada y harta de un sinnúmero
de problemas ficticios o individualistas que sólo existen en las mentes
febriles de algunos progresistas y políticos, y en las posturas inflexibles
de ciertas autoridades, cuya única meta es la de lograr o mantener el
poder. Hay quienes se preguntan, ¿cómo es que tras cuatro mil años de
civilización, nadie hubiese concebido una idea tan brillante como la del
“matrimonio de dos homosexuales”? ¿Habrá sido un aborto intelectual
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 325
o un proyecto previsto por potencias extranjeras para desequilibrar el
normal desempeño de la sociedad tradicional? Otros dirán: ¿Dónde está
la moral y las buenas costumbres de la sociedad? ¿O la moral es fruto
de las costumbres y mientras más estrafalarias mejor? La verdad es
que desde hace mucho tiempo la moral social es una temática que co-
mienza a brillar por su ausencia ante un pluralismo mal concebido y
destructivo, en el cual todos podemos decir lo que sea y donde sea, y así
se privilegian los criterios dichos fuera de contexto y, no siendo éstos
más que pretextos o justificativos sin sentido. ¿Por qué no se promueve
el pluralismo y el diálogo constructivo? ¿Será qué no se cuenta con
autoridades capaces de poner las cosas en su sitio o ello es parte de una
estrategia de zozobra, de crear incomodidades e insatisfacciones? ¿Será
parte de la estrategia de intrigas, de “manos negras” y maletines disua-
disadores de conciencias? ¿Quiénes deben ser los primeros que predi-
quen y testimonien la moral? ¿Por cierto y no son éstos los que estructuran
la sociedad? ¿Se podrá legislar sobre esta materia en una sociedad sin
que exista una vida moral estable?
En tercer lugar, se busca realizar transformaciones en todo lo que pa-
rezca tradicional u obsoleto. Es como un afán por rehacer todo lo otrora
hecho, de cambiar referentes y horizontes, de desorientar, para así in-
troducir profundos cambios o metamorfosis radicales en todos los fun-
damentos de la persona y la sociedad. Específicamente, ya no somos
hombres y mujeres, sino hombres y mujeres heterosexuales, hombres y
mujeres bisexuales, hermafroditas, hombres y mujeres transexuales y,
hombres que son mujeres y mujeres que son hombres, entre otros. Así
mismo se busca desinstitucionalizar la familia, donde investigadores como
Lluis Fraquer (1998), expresan que se han difuminado los límites entre
la legitimidad e ilegitimidad familiar, puesto que se han comenzado a
aceptar y reconocer situaciones familiares y vitales que durante centu-
rias fueron rechazadas o simplemente obviadas. Es el caso de las pare-
jas heterosexuales que conviven sin estar casadas, las familias sin hijos,
o las familias adoptivas o cuidadoras. Este mismo proceso de reconoci-
miento y aceptación se ha comenzado a experimentar en las familias
monoparentales, tanto las formadas tras el divorcio, como en menor
medida, las que configuran una madre soltera y su hijo, o las reconstitui-
das, las formadas a partir de otras uniones anteriores. De igual manera,
se observa con preocupación el hecho de que se incrementan las muje-
res que sólo quieren ser madres solteras a los 40, las que buscando ser
mujeres se constituyen en madres adolescentes, las que contra su vo-
326 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
familiares), supone un profundo desconocimiento de la ver-
dad antropológica del amor humano entre un hombre y una
mujer, y su indisociable aspecto de unidad estable y abierta a
la vida. Este desconocimiento es aún más grave, cuando se
ignora la esencial y profundísima diferencia entre el amor
conyugal del que surge la institución matrimonial y las rela-
ciones homosexuales. La “indiferencia” de las administra-
ciones públicas en este aspecto se asemeja mucho a una apatía
ante la vida o la muerte de la sociedad, a una indiferencia
ante su proyección de futuro, o su degradación. Esta “neu-
tralidad” conduciría, si no se ponen los remedios oportunos, a
un grave deterioro del tejido social y de la pedagogía de las
generaciones futuras. (López Castillo, 2000).
En quinto lugar, ha llegado a ser tan permisiva la sociedad, que ya co-
mienza a permitirse que se contraiga matrimonio en casos que otrora
fuesen considerados bajo nulidad, como el de: los menores de edad no
emancipados, las personas ligadas con vínculo matrimonial previo y no
disuelto, los colaterales por consanguinidad hasta el tercer grado, a pa-
drinos y ahijados, a los condenados (como autor o cómplice) de la muer-
te dolosa del cónyuge de cualquiera de ellos.
En sexto lugar, ya comienza a ser vox populi –sobre todo por parte de
las mujeres– ciertos comentarios que deberían ser analizados con aten-
ción: “es que ya no hay hombres”, “a veces es mejor tomarlos fallos
antes que nada” o “nos casamos y después vemos”, “¿para qué ca-
sarme? Yo no voy a aguantar y cuidar hombres”. La inadecuada valo-
ración del amor conyugal y de su intrínseca apertura a la vida comienza
a ser fraccionado por posturas de provisionalidad o alternativas condi-
cionales, en vez de decidir en pro del bien de la familia y la sociedad.
Por ello, no creo que se logre en el presente artículo, ante la comple-
jidad del tema, sino ofrecer un conjunto de ideas que permitan una
apertura a una diversidad de posturas (ya sea extremo, sarcástico o
conceptual). Hay que dialogar y reconocer las verdaderas causas (ideo-
lógicas, sociales y económicas) del actual estado de cosas, y no ceder
ante presiones demagógicas de ciertos grupos o movimientos que no
tienen en cuenta el bien común de la sociedad sino de posturas indivi-
dualistas o grupos minoritarios.
En séptimo lugar y extremando lo señalado anteriormente, estamos ya en
una sociedad acomodaticia y sin una moral definida, donde ni se mencio-
328 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
2.1 ANTECEDENTES
En la sociedad del siglo XXI, el matrimonio continúa siendo la forma de
unión predominante en Occidente, sin que ello implique que las parejas
tengan un débil compromiso por establecer una unión estable y para
toda una vida, sino como una forma de juntarse legalmente y mientras
les convenga. Estas uniones de hecho abarcan un conjunto de múltiples
y heterogéneas realidades humanas, cuyo elemento común es el de ser
convivencias (predominante de tipo sexual) que no son matrimonios.
Lamentablemente la historia nacional ha estado empedrada de malos
ejemplos, aunque no sean la mayoría, sobre todo en nuestras clases más
humildes, ya que han sido mancilladas y se les ha inducido en este pen-
sar reduccionista que se ha caracterizado precisamente, por ignorar,
postergar o aun rechazar el compromiso conyugal formal.
A raíz de los cambios acaecidos en el último medio siglo, donde otros
tipos de “unión” demandan una regulación por parte de los poderes pú-
blicos, la institución del “matrimonio” la que debió ser protegida se debi-
litó ante la flexibilización de los derechos y obligaciones civiles anteriores.
Las uniones de carácter estable, reconocidas mayoritariamente por la
sociedad y denominadas “uniones de hecho”, se encuentran en la ac-
tualidad con barreras jurídicas para su reconocimiento público: el con-
cubinato de hombre y mujer (ya se le ha reconocido en materia de bienes
y descendencia habida) y las uniones de los homosexuales (y de las
lesbianas), así como otras modificaciones en cuanto al número de miem-
bros y combinaciones de sexos (no contemplados en nuestro orden jurí-
dico actual). Por ello, no puede dejar de reconocerse que es uno de los
fenómenos más extensos que interpelan vivamente la conciencia de la
comunidad hoy en día, además del número creciente que las uniones de
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 329
hecho han alcanzando en el conjunto de la sociedad, con la consiguiente
desafección para la estabilidad del matrimonio que ello comporta.
2.2 LA SENTENCIA SC 0190 (28/02/08)
A nivel mundial se han propiciado ciertas iniciativas que insisten en que
se les dé a las uniones de los homosexuales su reconocimiento institucio-
nal e incluso su equiparación con las familias nacidas del compromiso
matrimonial. Ante una cuestión de tanta importancia y de tantas repercu-
siones futuras para toda la comunidad humana, es clave analizar la sen-
tencia SC 0190 del 28 de febrero de 2008, y otras anteriores en relación
con las uniones de hecho y las responsabilidades que se generan de dicha
unión cuando ésta se disuelve o muere uno de sus miembros, como la SC
1682 del 15 de julio del 2005. Sin embargo, en materia de los Derechos de
la Persona, éstos son constitucionalmente reconocidos por conditio sine
qua non, ya lo son por naturaleza ontológica y axiológica, los derechos al
respeto, a la autonomía y a vivir juntos. Sin embargo, otra materia corres-
ponde al Derecho Familiar, lo que es el pacto de amor conyugal y todas
las responsabilidades que nacen del vínculo establecido. De esta asunción
pública de responsabilidades resulta un bien no sólo para los propios cón-
yuges y los hijos en su crecimiento afectivo y formativo, sino también
para los otros miembros de la familia. De este modo, la familia –fundada
en el matrimonio– debe ser considerada, a pesar de ciertas imperfeccio-
nes, un bien fundamental y precioso para la sociedad y el futuro de la
humanidad, cuyo entramado más firme se asienta sobre los valores que
se despliegan en las relaciones familiares, que encuentra su garantía en el
matrimonio estable, de hombre y mujer que cumplan con su parentalidad
y conyugalidad. De esta manera:
El 28 de febrero de los corrientes, la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia finalmente emitió la decisión en
el caso 03-2630, en el cual se pedía su opinión acerca de si la
Constitución reconoce el derecho de las parejas homosexuales
a la protección social y al reconocimiento de sus derechos eco-
nómicos, tal como lo establecen los pactos internacionales de
derechos humanos, según la interpretación autorizada que han
hecho los comités encargados de vigilar el cumplimiento de
dichos pactos.
La Sala Constitucional, con voto salvado de la magistrada Car-
men Zuleta, decidió omitir la resolución de lo planteado, en los
330 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
términos en que fuera formulada la solicitud, y crear una nue-
va interpretación del principio de “grupo vulnerable”, quitán-
dole esta calificación a las personas homosexuales que deciden
realizar esta condición a través de un proyecto de vida con
otra persona del mismo sexo y reconocérsela a quienes no la
necesitan, esto es, a las parejas heterosexuales. Si bien no nie-
ga la posibilidad de protección social para las parejas homo-
sexuales, arroga esta responsabilidad a la Asamblea Nacional,
haciendo dejación de su deber de interpretar el texto constitu-
cional en todas sus consecuencias posibles, conducta contra-
ria a su jurisprudencia previa en casos similares, como por
ejemplo, la decisión 1942, sobre libertad de expresión, en la
que sí se explayó en análisis para convalidar las llamadas “le-
yes de desacato”.
Entonces, desde el punto de vista jurídico la sentencia deja
muchos vacíos, claramente especificados en el voto salvado
de la magistrada Zuleta, y no se expresa sobre lo que ha debi-
do pronunciarse muy nítidamente: la aplicación irrestricta e in-
condicional a favor de las parejas homosexuales de los
principios constitucionales de igualdad ante la ley, interdepen-
dencia e indivisibilidad, progresividad y universalidad de los
derechos humanos, suficientemente sustentada en la argumen-
tación usada en el recurso presentado a su consideración, des-
conociendo, repetimos, toda la jurisprudencia internacional en
esta materia.
2.3 COMENTARIOS
Si bien uno aspira a que las uniones de hecho se minimicen y se fortale-
ciese más la “unión de hecho estable”, como la más deseable en benefi-
cio de las partes, hay que tener presente que no todas las uniones de
hecho tienen las mismas motivaciones ni las mismas repercusiones so-
ciales. De igual manera, no todas las uniones de hecho tienen un fin
práctico de constituir familia (puede tener un carácter puramente fácti-
co de acompañarse esporádica u ocasionalmente, o de tener una coha-
bitación acompañada de relación sexual en forma temporal o permanente)
y si lo hacen, es buscando postergar, ignorar o rechazar la unión matri-
monial establecida como una reacción a “lo establecido”, a “hacerlo a
su manera y no por lo que le impongan” o “por no asumir responsabili-
dades con una persona o la sociedad” o “por continuar una tradición”.
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 331
Ya no es por ignorancia, ni por las excusas supersticiosas o mágicas a
las que a veces se aluden.
Las uniones de hecho generalmente son inestables y su duración es pre-
caria, sujeta a los vaivenes propios de los cambios de personalidad, situa-
ciones laborales o motivaciones. Ello es debido a que las uniones de hecho
son acuerdos que no comportan derechos y deberes matrimoniales, ni
pretenden una estabilidad basada en el vínculo matrimonial, sólo buscan
la compañía, la capacidad de tener una vivienda, distribuir recursos para
sobrevivir o el juntarse como amigos con derecho. La inestabilidad cons-
tante, debida a la posibilidad de interrupción de la convivencia en común
es, en consecuencia, característica de las uniones de hecho. Hay también
un cierto “compromiso”, más o menos explícito, de “fidelidad” recíproca,
por así llamarla, mientras dure la relación (condicionalidad). Obviamente
hay excepciones, pero no son las más comunes.
Considero que una cosa es la persona y su orientación sexual realizada
en privado y sin escándalo, como una expresión de una corporeidad
(bien entendida o no) y otra es la finalidad específicamente humana de
sus actos. No quisiera que ello fuese confundido con un supuesto len-
guaje interpersonal y de las intersubjetividades que se generan con las
instituciones ancestrales de la sociedad.
Es la dimensión social del problema la que requiere un mayor
esfuerzo de reflexión que permita advertir, especialmente por
quienes tienen responsabilidades públicas, la improcedencia de
elevar estas situaciones privadas a la categoría de interés pú-
blico. Con el pretexto de regular un marco de convivencia so-
cial y jurídica, se intenta justificar el reconocimiento institucional
de las uniones de hecho. De este modo, las uniones de hecho
se convierten en institución y se sancionan legislativamente
derechos y deberes en detrimento de la familia fundada en el
matrimonio. Las uniones de hecho quedan en un nivel jurídico
similar al del matrimonio. Se califica públicamente de “bien”
dicha convivencia, elevándola a una condición similar, o inclu-
so equiparándola al matrimonio, en perjuicio de la verdad y de
la justicia. Con ello se contribuye de manera muy acusada al
deterioro de esta institución natural, completamente vital, bási-
ca y necesaria para todo el cuerpo social, que es el matrimo-
nio. (López Castillo, 2000).
332 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
Llama la atención cómo la sociedad de hoy está más a la expensa de los
grupos minoritarios que de la mayoría de la sociedad. Se pide que se
respeten los intereses de los desprotegidos y vulnerados, y nadie vela
por las criaturas que se abortan, los niños de la calle, los mendigos,
enfermos crónicos y discapacitados, las madres (adolescentes y de ba-
rrio, como ahora las llaman) y ancianos abandonados. ¿No es curioso?
2.4 ¿QUÉ DICE NUESTRO MARCO CONSTITUCIONAL VIGENTE?
El matrimonio de hombre y mujer, y las uniones de hecho1, por tratarse
de instituciones distintas, obedecen a opciones y planteamientos perso-
nales que requieren del respeto a la diferencia, tanto en el plano social
como en el jurídico.
La Lex fundamentalis venezolana es clara al respecto CRBV2:
Art. Contenido
77 Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, fun-
dado en el libre consentimiento y en la igualdad absoluta de
los derechos y deberes de los cónyuges. Las uniones esta-
bles de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los
requisitos establecidos en la ley producirán los mismos efec-
tos que el matrimonio.
19 El Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de
progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio
irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos
humanos. Su respeto y garantía son obligatorios para los órga-
nos del Poder Público de conformidad con esta Constitución,
con los tratados sobre derechos humanos suscritos y ratifica-
dos por la República y con las leyes que los desarrollen.
20 Toda persona tiene derecho al libre desenvolvimiento de su
personalidad, sin más limitaciones que las que derivan del
derecho de las demás y del orden público y social.
1
Nuestro ordenamiento jurídico entiende por pareja de hecho la unión estable de convivencia
entre un hombre y una mujer no unidos por matrimonio. Sinónimos de la expresión de “pareja
de hecho” son los términos de “unión paramatrimonial” y convivencia more uxorio”.
2
Publicada en Gaceta Oficial Extraordinario Nº 5.453 de la República Bolivariana de Vene-
zuela. Caracas, viernes 24 de marzo de 2000.
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 333
21 Todas las personas son iguales ante la ley; en consecuencia:
1. No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el
sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en ge-
neral, tengan por objeto o por resultado anular o menos-
cabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones
de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona.
2. La ley garantizará las condiciones jurídicas y administra-
tivas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva;
adoptará medidas positivas a favor de personas o grupos
que puedan ser discriminados, marginados o vulnerables;
protegerá especialmente a aquellas personas que por al-
guna de las condiciones antes especificadas, se encuen-
tren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará
los abusos o maltratos que contra ellas se cometan.
3. Sólo se dará el trato oficial de ciudadano o ciudadana;
salvo las fórmulas diplomáticas.
No se reconocen títulos nobiliarios ni distinciones hereditarias.
22 La enunciación de los derechos y garantías contenidos en
esta Constitución y en los instrumentos internacionales so-
bre derechos humanos no debe entenderse como negación
de otros que, siendo inherentes a la persona, no figuren ex-
presamente en ellos. La falta de ley reglamentaria de estos
derechos no menoscaba el ejercicio de los mismos.
El Derecho, por su parte, deberá ajustarse a las nuevas realidades sociales
(obviamente, si se consideran como un cambio importante para la socie-
dad). La sentencia SC 0190 (28/02/08) trata de dar una adecuada solución
a la realidad sociológica del incremento en el número de uniones entre per-
sonas, difícilmente encuadrables en las categorías jurídicas existentes3.
3
Para que se reconozca la existencia de una “pareja de hecho” deben concurrir las siguientes
circunstancias:
§ Que se trate de una unión entre un hombre y una mujer, por lo que se excluirían, en
principio, las uniones homosexuales.
§ Una relación pública y notoria, esto es, que se comporten frente a terceros como si de un
matrimonio se tratase.
§ Que no estén unidas por matrimonio.
§ Que lleven una vida estable y sea duradera.
§ La existencia de unos intereses comunes en el desarrollo de una vida familiar.
334 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
La convivencia, estable y duradera debe considerarse como una condi-
ción sine qua non de la supervivencia de la sociedad, realidad a la que
los poderes públicos con capacidad normativa deben dar una respuesta
convincente. Ya que sin ser considerada, se incrementará la anarquía y
sus morbosas situaciones, con el consabido deterioro social, recordados
de la antigüedad (Sodoma y Gomorra, Lesbos, Roma). La sentencia
pretende ofrecer una solución al respecto, pero lamentablemente su ar-
gumentación jurídica deja muchas dudas irresolutas. La regulación nor-
mativa debe ser el mecanismo homeostático e igualitario para aquellas
personas que por el libre ejercicio de sus opciones (sean cuales fueren),
están o pudieran sentirse discriminadas. Hasta ahora se han dado solu-
ciones coyunturales o de emergencia a los casos concretos que se les
plantean. Sin embargo, es la normativa, el marco de referencia general,
en donde se han producido avances importantes en los últimos años y
donde se deben plasmar las soluciones con carácter universal en nues-
tra sociedad.
3. ANTECEDENTES JURÍDICOS
La sentencia en cuestión tiene que ver con la orientación sexual y el
reconocimiento de las parejas del mismo sexo. Para los homosexuales,
la sentencia ubica a Venezuela en uno de los últimos lugares en Améri-
ca Latina sobre el tema.
– Contrasta profundamente con la sentencia sobre el mismo
tema dictada por la Corte Constitucional de Colombia (C-075
2007)4 y las posteriores, que equiparan totalmente las uniones
de hecho de personas del mismo sexo y de distinto sexo.
– En igual sentido: Ley de Parejas de Hecho de 2008 en
Uruguay 5 .
4
Estableció que el Estado debe proteger a las parejas del mismo sexo y reconocer sus
derechos patrimoniales en los mismos términos y condiciones de las parejas
heterosexuales. En más de 20 sentencias, desde 1993, ha reconocido que las personas
LGBT gozan del derecho a la libre opción sexual y el derecho a la igualdad y no
discriminación en distintos campos.
5
Uruguay está camino de ser el primer país latinoamericano con una ley de parejas de hecho
que incluya también a las uniones homosexuales. El Congreso del país ha aprobado la pro-
puesta de Ley Concubinario, que concede derechos a la “convivencia de dos personas no
unidas por matrimonio, cualquiera sea su sexo, identidad u opción sexual, que compartan un
proyecto de vida común basado en relaciones afectivas de carácter singular y dotadas de
estabilidad y permanencia”. Algunas regiones latinoamericanas, como la ciudad de Buenos
Aires o ciertos estados mexicanos tienen leyes parecidas, pero no son estatales.
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 335
– El Proyecto Argentino, Ley de Buenos Aires, Ley de La Plata6.
– Ley de Parejas de Hecho de Cohauila, México.
– Ley de Sociedades de Convivencia, de DF, México (16/11/2006),
entre otras, en América Latina, por no citar otras latitudes.
En Europa y específicamente España:
– En la Resolución del 8 de febrero de 1994, del Parlamento
Europeo, sobre la igualdad de los derechos de los homosexua-
les y lesbianas en la Comunidad Europea, que reitera “la con-
vicción de que todos los ciudadanos tienen derecho a un trato
idéntico con independencia de su orientación sexual”.
– La Ley 11/2001, de 19 de diciembre, de Uniones de Hecho
de la Comunidad de Madrid7.
6
Proyecto de ley que equipararía las uniones de hecho con el matrimonio en el país. Su
aprobación definitiva dependería ahora de la Cámara de Diputados.
Según Fundar, el proyecto se aprobó en el Senado el 27 de julio pasado y modifica la ley
14.394 que regula lo relativo al “bien de familia”. “En la reforma proyectada, que ahora debe
pasar a consideración de la Cámara de Diputados, se modifica la definición de familia para que
incluya a las ‘uniones de hecho’”, indicó.
La modificación alcanzaría al artículo 36 de la ley con la siguiente redacción: “A los fines de
esta ley, se entiende por familia la constituida por el propietario y su cónyuge o con quien se
hallare conviviendo por unión de hecho, sus descendientes y ascendientes o, en defecto de
ellos, sus parientes colaterales hasta el tercer grado inclusive de consanguinidad que convivieren
con el constituyente. Podrán gozar también del beneficio establecido por la presente ley, las
madres y los padres que separados, vivan con sus hijos y todas aquellas personas que vivan
solas, sea que hayan integrado una familia o no”.
“Recordemos que la legislación sobre el ‘bien de familia’ establece una protección especial en
relación a la posibilidad de embargo y ejecución por deudas sobre bienes inmuebles que hacen
a la subsistencia de la familia”, advirtió Fundar.
Según el movimiento, “esta iniciativa merece reparos en tanto pretende modificar la defini-
ción de ‘familia’ para hacerla extensiva a las uniones de hecho. Se ubica en una tendencia
normativa que devalúa al matrimonio y lo equipara con otras formas de unión que no asumen
compromisos frente a la sociedad, que no responden a la estabilidad que exige la unión de
hombre y mujer y que se proyecta sobre la educación de los hijos. Otorga valor institucional
a un tipo de unión que se caracteriza, justamente, por querer permanecer al margen de una
regulación legal”.
7
El artículo 7 del Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid, en el artículo 14 de la
Constitución Española que garantiza la igualdad de los españoles ante la Ley sin que pueda
prevalecer discriminación alguna por razones, entre otras, de sexo, opinión o cualquier condi-
ción o circunstancia personal o social.
336 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
– El artículo 9 de la Constitución Española relativo a la obliga-
ción de los poderes públicos de promover la igualdad evitando
situaciones en que pueda producirse discriminación.
– La Ley de Matrimonio de España, aprobada por las Cortes
Españolas el 30 de junio de 2005 y publicada el 2 de julio de 2005.
Lo cierto es que nadie, o por lo menos la mayoría de la población, no les
desea limitar a los homosexuales sus derechos y su libertad de orienta-
ción sexual, siempre y cuando se haga dentro de un contexto de corres-
ponsabilidad y respeto hacia el resto de la sociedad, basado en un “mínimo
ético” social comúnmente aceptado.
Pero hay limitaciones fundamentales derivadas de lo que este tipo de
convivencia genera y las cuales son de carácter plural e intersubjetivo,
entre ellos y el resto de la sociedad, las que obviamente se encuentran
limitadas, aunque se les protege en la esfera de lo personal y lo patrimo-
nial. Tal vez, el problema más delicado está en lo relacionado con la
descendencia o la adopción. Ello supondría una modificación del Código
Civil a las uniones de hecho no formalizadas en sede matrimonial, espe-
cialmente en lo tocante a los convivientes, pues respecto a los descen-
dientes las reformas del Derecho de Familia dan cumplida respuesta a
tales situaciones.
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 337
CCV 40 La afinidad es el vínculo entre un cónyuge
y los parientes consanguíneos del otro.
En la misma línea y en el mismo grado en
que una persona es pariente consanguíneo
de uno de los cónyuges, es afín del otro.
La afinidad no se acaba por la disolución
del matrimonio, aunque no existan hijos, ex-
cepto para ciertos efectos y en los casos
especialmente determinados por la Ley.
44 El matrimonio no puede contraerse sino
entre un solo hombre y una sola mujer.
La Ley no reconoce otro matrimonio con-
traído en Venezuela sino el que se regla-
menta por el presente Título, siendo el
único que producirá efectos legales, tanto
respecto de las personas como respecto
de los bienes.
113 Nadie puede reclamar los efectos civiles del
matrimonio si no presenta copia certificada
del acta de su celebración, excepto en los
casos previstos en los artículos 211 y 458.
126 Ejecutoriada la sentencia que anula un ma-
trimonio, se pasará copia de ella al fun-
cionario o funcionarios encargados de la
conservación de los registros en que se
asentó el acta de su celebración, a los
efectos del artículo 475.
127 El matrimonio declarado nulo produce efec-
tos civiles, tanto respecto de los cónyuges
como respecto de los hijos, aun nacidos an-
tes del matrimonio, si ha sido contraído de
buena fe por ambos contrayentes.
338 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
Si sólo hubo buena fe de uno de los cón-
yuges, el matrimonio surte efectos civiles
únicamente en favor de él y de los hijos.
Si hubo mala fe de ambos cónyuges, el
matrimonio sólo produce efectos civiles
respecto de los hijos.
137 Artículo 137.- Con el matrimonio el ma-
rido y la mujer adquieren los mismos de-
rechos y asumen los mismos deberes. Del
matrimonio deriva la obligación de los cón-
yuges de vivir juntos, guardarse fidelidad
y socorrerse mutuamente.
La mujer casada podrá usar el apellido del
marido. Este derecho subsiste aún después de
la disolución del matrimonio por causa de muer-
te, mientras no contraiga nuevas nupcias.
La negativa de la mujer casada a usar el
apellido del marido no se considerará, en
ningún caso, como falta a los deberes que
la Ley impone por efecto del matrimonio.
138 El Juez de Primera Instancia en lo Civil
podrá, por justa causa plenamente com-
probada, autorizar a cualquiera de los cón-
yuges a separarse temporalmente de la
residencia común.
139 El marido y la mujer están obligados a contri-
buir en la medida de los recursos de cada uno,
al cuidado y mantenimiento del hogar común,
y a las cargas y demás gastos matrimoniales.
En esta misma forma ambos cónyuges de-
ben asistirse recíprocamente en la satisfac-
ción de sus necesidades. Esta obligación
cesa para con el cónyuge que se separe del
hogar sin justa causa.
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 339
El cónyuge que dejare de cumplir, sin cau-
sa justificada, con estas obligaciones, po-
drá ser obligado judicialmente a ello, a
solicitud del otro.
140 Los cónyuges, de mutuo acuerdo, toma-
rán las decisiones relativas a la vida fami-
liar, y fijarán el domicilio conyugal.
140-A Artículo 140-A.- El domicilio conyugal será
el lugar donde el marido y la mujer tengan
establecida de mutuo acuerdo, su residen-
cia. En caso de que los cónyuges tuvieren
residencias separadas, de hecho o en vir-
tud de la autorización judicial prevista en
el artículo 138, el domicilio conyugal será
el lugar de la última residencia común.
El cambio de residencia sólo podrá hacerse si ambos cónyuges están de
acuerdo en ello.
Si bien hay que garantizarles a todos los ciudadanos una mayor seguri-
dad jurídica que los proteja de situaciones discriminativas y de agresio-
nes por su orientación sexual, su conceptuación afectiva o cuasi-conyugal
debería ser legislada. Pero en materia de familia no se puede ser flexi-
ble aunque la experiencia nacional tenga una tendencia a la familia
matricentrada, por una carencia de paternidad responsable que no ha
sido capaz de asumir su papel de padre y sin embargo, se le ha promo-
vido indirectamente y conducido a un machismo irresponsable. ¿Podría
ser esto un argumento válido a ser considerado? ¿Podría legislarse en
materia de parentalidad responsable? ¿Podría el Estado ayudar a las
madres en estado de indefensión y carestía?
4. ¿LA UNIÓN DE LOS HOMOSEXUALES PUEDE
LLAMARSE MATRIMONIO?
Para muchos, la legalización de las uniones de hecho entre los homo-
sexuales no es más que un eslabón de la escalada de sucesos, escara-
muzas y permisividades que tienen por objeto despistar al ciudadano
(o a la persona) sobre los fundamentos más trascendentales del ser
340 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
humano con argumentaciones sentimentalistas y demagógicas. ¿Pero
todo ello es verdad o qué no es verdad? Desgraciadamente, hablar del
pensamiento occidental y de la recta razón a quienes no se mueven
más que por el odio, el rencor, los votos, el poder o las riquezas es
como “arar en el agua”. Ya he mencionado que el pueblo no es tan
tonto como opinan ciertos políticos, y que sí conoce el valor de la
familia y el matrimonio. Difícilmente permitirá que “le metan gato por
liebre”. Es posible que no se casen por la Iglesia, pero sí defienden a
su pareja y les gusta que esté bien definida sexualmente. Obviamente
hay sus excepciones, principalmente en las zonas urbanas, y no es
conveniente generalizar las situaciones.
4.1 UNA EXPERIENCIA DOCENTE
Años atrás, cuando dictaba el Seminario de Matrimonio Civil y Matrimo-
nio Eclesiástico, siempre comenzaba diciendo: ¿Saben cuál es el signifi-
cado de la palabra “matrimonio”? Por supuesto, los estudiantes emitían
cualquier tipo de definiciones tradicionales o el artículo 44 de la Constitu-
ción, y yo les decía al final: La palabra matrimonio deriva de los vocablos
latinos matrix y munium que significan oficio de madre. Así pues, según
su etimología, el matrimonio tiene dos fines, el unitivo y el procreativo, por
ello, el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer, para que de
dicha relación se cumpla con el objetivo de “engendrar y educar a los
hijos” que es justamente lo que hacen las madres. O al menos hacían
nuestras madres en la historia de las diversas comunidades humanas.
Pero aún me cuestiono ¿no cambia una joven cuando en su vientre gesta
a un hijo? ¿No nacen en ella unos sentimientos y actitudes propias de la
maternidad? ¿Qué les ocurre al padre y a la madre primogestas cuando
atienden y ofrecen sus primeros cuidados al neonato?
Por supuesto que esta definición etimológica no dejaba de gustarles a
las jóvenes, quienes se sentían muy por encima de estas “viejas” pre-
tensiones sociales. Es más, “¡Casarme yo!” “¡Tener hijos!” “Eso eran
cosas del pasado”. No muchos años después, los homosexuales recla-
man sus derechos de casarse y tener hijos. Ante estas evidencias, ¿po-
dremos negarnos? ¿Cuál ha sido la experiencia de los matrimonios y
familias en la actualidad? ¿Por qué el mundo se ha ido envejeciendo y
las curvas demográficas se han reducido en sus bases?
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 341
Se imaginan entonces cuando les definía el concepto de matrimonio
eclesiástico:
1055 § 1. La alianza matrimonial, por la que el varón y la mu-
jer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado
por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la
generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo
Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados.
Si bien, el matrimonio civil es un contrato entre los cónyuges, el matri-
monio eclesiástico es un sacramento. Me decían entonces: “¿Saben lo
qué significa vivir toda una vida con una misma persona y si resulta un
loco, un maniático o un enfermo?” “¡No!” Yo en mis adentros decía
“¡Fin de mundo!” ¿Será cuestión de los tiempos? ¿Estamos tan obsesio-
nados en ciertos temas que olvidamos otros fundamentales? No porque
no los comprendiese, sino por que ante unas estadísticas de fracasos
matrimoniales, es difícil luchar “contra la corriente”. Pero uno como
docente y ministro eclesiástico, en definitiva con una autoridad concien-
ciadora, uno tiene que buscar preservar los “referentes” y “horizontes
de la sociedad” y al mismo tiempo abrirse a las diversas perspectivas de
pensamiento y converger a las más racional y protectoras del patrimo-
nio de lo humano.
¿Será entonces justo decir que estos fracasos son debidos a problemas
de falta de comunicación y de un débil compromiso formal de vivir jun-
tos? En su mayoría sí. El contexto ha debilitado tanto el “compromiso”
o la “palabra-deber humana”, que en la actualidad son pocos quienes lo
asumen como una responsabilidad adquirida en su familia o en su es-
cuela. Muchas decisiones se toman sin prever sus consecuencias y se-
cuelas. Es más, “decidir” muchas veces es más satisfacer a la otra
persona, o el aventurarnos a ver qué pasa si hago esto o lo otro, tenien-
do que recurrir al principio de disonancia cognoscitiva de Festinger. Pocos
asumen el principio de la “fidelidad”, del “compartir todo”, “en las ale-
grías y las tristezas, en la salud y en la enfermedad” lo que se tiene y
“durante toda la vida”. Ya todo es mientras dure la atracción sexual, o si
no me hace algo que lo haga abandonar. Todo ello debido a la asunción
de conciencias premorales.
A lo largo de toda la humanidad ha habido cualquier variedad de situa-
ciones, pero cuáles son las que se han preservado. ¿Será que quere-
mos olvidamos de la historia para volver a vivirla? Esta amnesia histórica
342 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
es una falta de quienes dirigen la sociedad, ya que ellos en vez de ser
los promotores de una sociedad armónica, son los que fomentan estas
situaciones para fortalecerse como “progresistas” o como “conserva-
dores”. ¿Es tan difícil y sentarse a conversar respetuosa y éticamente
estos temas?
4.2 POSTURAS
Desde otras vertientes como la biológica, la social, la médica, la psico-
lógica, la jurídica y la teológica, demuestran que hay coincidencias, así
como aspectos complementarios y contradictorios, que reafirman el sig-
nificado etimológico del matrimonio. Aunque ello no impida que en un
futuro los homosexuales y lesbianas pudiesen constituir uniones de he-
cho que pudieran ser estables.
Los Estados podrán reconocer una especie de estabilidad y conceder
unos derechos a los homosexuales o lesbianas que “se asocien de por
vida”, pero deberán inventar o adaptar una fórmula diferente, por ejem-
plo, “sociedades anónimas, limitadas, de seguros mutuos, fraternida-
des u otras”; sin embargo, se deberá respetar y dejar en paz a la
verdadera familia, a la que ya Cicerón definía como Pincipium urbis
et quasi seminarium reipublicae, es decir, “unidad básica de la so-
ciedad y del Estado”.
Algunos afirman que el reconocer como matrimonio a las asociaciones
temporales (parejas de hecho) o a pares de homosexuales o de lesbia-
nas no perjudica para nada a las familias tradicionales. ¿Será cierto
esto? ¿Será que ser tan permisivo es conveniente para la sociedad del
futuro? ¿Será esto verdad? Creo que es importante meditar esta reali-
dad en forma plural y tolerante, pero siempre en defensa de los princi-
pios fundantes del ser humano y no de la degradación que sobre estos
principios se procede emprender para darle a todo una misma posición
principialista sin analizar las consecuencias futuras. Lo que la sociedad
condena en los homosexuales es lo mismo que condena en los hetero-
sexuales: el uso del sexo fuera de los límites de toda razón y moral, el
engaño disimulado y la degeneración social.
No se presentan mayores objeciones a que las parejas homosexuales
puedan unirse en forma libre, pública y estable como dos personas con
independencia de su orientación sexual, siempre que guarden entre sí
una relación de afectividad análoga con las uniones estables. ¿Pero qué
pasa cuando ya no son dos sino tres o cuatro que quieren unirse? Se les
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 343
permitirá unirse. ¿Qué pasará cuando se desee liberar la promiscuidad
como forma de convivencia social aceptada?
La sociedad occidental busca que las personas sean estables, ello ga-
rantizaría a la pareja estable, e impide mantener otra relación similar
con efectos jurídicos, por ser incompatible con cualquier matrimonio.
Sin embargo, los aspectos del individuo-pareja esenciales a la hora de la
creación de una familia, son como se mencionó anteriormente, los roles
de parentalidad y conyugalidad. Su desarrollo es primordial para la crea-
ción del sistema familiar como para el crecimiento de todos sus miem-
bros, sea cual sea la estructura de la familia. Así mismo es importante
que se consideren los nuevos modelos de familias: monoparentales, re-
constituidas y homoparentales, poco o escasamente considerados en el
marco jurídico. Por ejemplo, los efectos personales y patrimoniales de
la pareja estable pueden fijarse por acuerdo entre las partes, ya sea de
forma verbal, en documento privado o público, tanto para la convivencia
como en su término, siempre y cuando se respeten los derechos míni-
mos contenidos en las respectivas leyes, que son irrenunciables. No
cabe pacto de convivencia sometido a plazo o condición. Si no hay pac-
to específico al respecto de signo contrario, los miembros de la pareja
estable o unión de hecho contribuirán al mantenimiento de la casa y a
los gastos comunes con el trabajo doméstico, con su colaboración per-
sonal o profesional no retribuida o con la retribución insuficiente a la
profesión o a la empresa del otro miembro, con los recursos proceden-
tes de su actividad o de sus bienes, en proporción a sus ingresos y, si
éstos no son suficientes, en proporción a sus patrimonios. Cada compo-
nente de la pareja conserve el dominio, el disfrute y la administración de
sus bienes. Algunos criterios que surgen adicionalmente, son:
– Criterios éticos. Si uno se guía por los derechos funda-
mentales de las personas nos daremos cuenta que no debe
establecerse discriminaciones o exclusiones. Por ello, hasta
las personas homosexuales tienen el derecho a unirse de he-
cho, ya que está establecido que no existirá ningún tipo de
discriminación sin importar su inclinación sexual. Las unio-
nes de homosexuales están apoyadas por el hecho de que
“antes había una esclavitud instituida” (Bueno, hoy se han
creado otras modalidades de dependencia), “antes ni se pen-
saba en el voto de la mujer”, hoy, “los negros tienen los mis-
mos derechos que los blancos” y hasta “las lesbianas
manifiestan por sus derechos de ser madre por las técnicas
344 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
de reproducción humana”. La historia va cambiado y por eso
este tipo de uniones pudieran ser aceptadas en la actualidad,
para que los homosexuales se casen y constituir legalmente
familias. Recientemente, se presenta el caso de la mujer tran-
sexual que a través de hormonas y cirugía estética busca su
reconocimiento de convertirse en Thomas Beattie para ca-
sarse con su amante, y tras 10 años se hace embarazar por
inseminación artificial. ¿Qué se puede decir al respecto?
– Criterios legales. En Venezuela no está permitido el matri-
monio entre personas del mismo sexo, tal y como la Constitu-
ción de la República Bolivariana de Venezuela establece en su
artículo 77. Luego, según lo que esta ley establece, sólo se acepta
el matrimonio monogámico y heterosexual entre un hombre y
una mujer, y no de matrimonio monogámico homosexual o com-
binaciones poligámicas y otras promiscuas variantes.
4.3 DISCRIMINACIÓN JURÍDICA
Desde esta perspectiva jurídica, pueden descubrirse también nuevas
luces 8. ¿Por qué el Estado debe regular los matrimonios heterosexua-
les, cuando esto antes sólo se hacía desde la Iglesia o sus jefes aborí-
genes? ¿No se legalizaron los matrimonios civiles para legalizar los
matrimonios entre los creyentes o no, de otros credos al que se ex-
cluían en el siglo XVIII? ¿No fue la flexibilidad ofrecida por el matri-
monio civil la que comenzó a reducir la esencia esponsalicia y familiar
al plantearla como un mero contrato? ¿Constituye eso una discrimina-
ción? ¿Qué significa la discriminación? Puede decirse que es un tipo
de menosprecio hacia algo o alguien en función de una característica
determinada, sea sexo, estado civil, credo, nacionalidad, clase social,
etnia e ideologías. La discriminación ha sido definida como un atenta-
do contra la dignidad humana por los Derechos Humanos desde 1948
y progresivamente en sucesivos documentos específicos al respecto,
hasta nuestros días. A menudo se utiliza en la literatura y la praxis
política la palabra discriminación positiva para significar el hecho de
8
Apoyamos parte de nuestra argumentación en el artículo de Richard Stith y José Pérez
Adán, La legitimación de las uniones homosexuales como uniones familiares supone discri-
minación para el resto de uniones, Revista Istmo, 1-7-2003 (en Internet: http://
www.mujernueva.org/documentos/articulo.phtml?id=917).
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 345
ayudar con algunas ventajas (económicas, fiscales, de vivienda, edu-
cativas, etc.) aquellas personas e instituciones sociales que colaboran
de forma decisiva en la función propia del Estado, es decir, al bien
común. ¿No debería el Estado fortalecer al matrimonio y la familia?
Lo cierto es que el Estado no regula los “afectos” entre personas, ni
legisla y ni regulariza la “amistad” en cualquiera de sus manifestacio-
nes e incluso el celibato y la vida religiosa.
Por eso, en primer lugar, la unión esponsalicia tiene sus características
propias y de las cuales no disfrutan otras instituciones sociales o mani-
festaciones afectivas que, con respecto a la procreación y la educación
de nuevos ciudadanos. Características ancestrales de la sociedad y que
tiene importancia primordial para la misión del Estado. La responsabili-
dad del Estado en cuanto a la familia surge desde la fecundación del
nuevo ser, ante la indefensión de los neonatos, la adecuada educación
de niños y adolescentes con vistas a forjar buenos ciudadanos, las rela-
ciones de justicia que aparecen, a menudo de mayor vulnerabilidad en la
mujer y niños. El bien de la familia es, pues, un bien de primer orden
para la sociedad, y en la medida en que contribuye decisivamente al
bien que tiene que procurar el Estado.
Segundo, generalmente se aduce que el no reconocimiento jurídico de
otras manifestaciones afectivas no implica desprecio ni prohibición. Se
puede pensar en otras relaciones de convivencia como la que surge
entre hermanos, amigos, familiares. Sin embargo, si dichas conviven-
cias, no en virtud de su afecto, sino de su contribución al bien común
con respecto a la ayuda a personas con discapacidades o limitaciones,
la oración y la educación a los más depauperados. El Estado, por el bien
que esto representa, puede regularlas y favorecerlas con ventajas ade-
cuadas. Por ejemplo, en familiares que renuncian a parte de su vida
profesional para cuidar de sus abuelos, enfermos y disminuidos. Así
como a cualquier persona o grupo humano vulnerable o desprotegido.
Tercero, hay que decir, sin embargo, que la jurisprudencia común de un
país suele dar respuesta a estas situaciones sin necesidad de emprender
una nueva legislación adecuada ad hoc y si se hace, es más por moti-
vos políticos e ideológicos que prácticos y reales. De hecho, casi todos
los beneficios de un matrimonio a nivel de herencias, transmisión de
bienes, propiedades compartidas, etc., se pueden regular con acuerdos
y contratos legales ante un notario público, independientemente de que
tengan relaciones sexuales o se manifiesten algún tipo de afecto.
346 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
Cuarto, si consideramos, además, que por razón de afecto se legislara
en favor de las uniones de personas del mismo sexo, entonces sí que
habría una grave discriminación frente a otras estructuras de conviven-
cia –por ejemplo, dos ancianas que viven juntas, tres hermanos en una
casa, cuatro amigos que comparten piso desde hace años... que mantie-
nen una relación de afectividad y compromiso, y sin embargo se verían
privadas de las ventajas legales que se quieren otorgar a las uniones de
homosexuales9. Los justificativos son otros.
Quinto, por este motivo no pienso que sea un acierto, como hacen algu-
nos articulistas, luchar contra la legislación de parejas de hecho homo-
sexuales admitiendo al mismo tiempo su neutralidad moral.
Sexto, no todo lo que es legal es al mismo tiempo moral. Cuando el
talante legislativo de un país queda bajo el influjo del positivismo jurí-
dico –el criterio de bondad radica en aquello que dictamina la ley– o el
sociologismo jurídico –la ley tiene que sancionar la conciencia social
de cada pueblo– se abre la puerta, y la experiencia lo demuestra, a
legislaciones que contradicen la dignidad humana.
Séptimo, tal y como dice el adagio: Lex iniusta nulla lex. La ley debe
respetar la dignidad humana y los derechos humanos fundamentales,
por lo que se debe facilitar el verdadero desarrollo humano, debe favo-
recer la verdadera justicia, de toda la persona y de todas las personas y
los pueblos, debe ser pedagoga de humanidad y propiciadora de la so-
lidaridad humana y de todo tipo de uniones humanas que promuevan la
fraternidad, la asistencia y el desarrollo social. Así como para aquellas
que sean el fundamento de los fines unitivos y procreativos desde la
conyugalidad y parentalidad.
4.4 DEL MATRIMONIO A LA ADOPCIÓN
La adopción está pensada en beneficio del niño adoptado. En primer
lugar, lo que se toma en consideración de los adoptantes no son tanto
los deseos, sino la idoneidad para ejercer la Patria Potestad. Plantear
la cuestión como un problema de discriminación supone, inconsciente-
mente, hacer pasar por delante del interés del menor, las aspiraciones
9
Nos apoyamos en la opinión de Doce argumentos para decir no al matrimonio homo-
sexual, Forumlibertas.com, 21-9-2004.
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 347
y deseos de quienes quieren adoptar. Una cuestión que tiene un com-
ponente importante de idoneidad para adoptar se transforma en un
problema de discriminación por razón de la orientación sexual, como
si se negara a una pareja homosexual, por el hecho de serlo, el dere-
cho a adoptar que se reconoce genéricamente a las parejas hetero-
sexuales, sean o no matrimoniales.
Lo primero que hay que recordar, nuevamente, es que no existe un ver-
dadero derecho a adoptar, tampoco en favor de las parejas heterosexua-
les. En realidad, lo que ha hecho el legislador es declarar legalmente la
no-idoneidad de las parejas homosexuales (o de las de hermanos, o de
las de amigos), para adoptar, teniendo en cuenta el interés del menor,
que es el interés que se trata de proteger mediante la adopción. Ver las
cosas desde la perspectiva contraria equivaldría a anteponer el deseo
de ser padres que puede tener una pareja homosexual, al interés del
adoptando. La pregunta a formular, por tanto, no debe ser la de por qué
se niega a una pareja homosexual el derecho a tener hijos comunes (lo
cual, por cierto, se lo niega en primer lugar la naturaleza, a todas las
parejas homosexuales), sino la de si es lo mejor para un niño ser adop-
tado por una pareja homosexual, o más aún, si es bueno ser adoptado
por una pareja homosexual.
En segundo lugar, la adopción consiste en crear entre dos personas una
relación semejante, desde el punto de vista jurídico y social, a la que hay
entre una persona y sus hijos biológicos. De ahí que sea habitual, desde
los tiempos del Derecho Romano, decir que la adopción imita a la natu-
raleza. Esta frase tan gráfica pone de relieve no sólo el alcance de la
adopción, sino también, en cierta medida, sus propias limitaciones: lo
que la naturaleza permite, pero también lo que la naturaleza impide,
constituye el marco propio de la adopción. La filiación biológica consti-
tuye el modelo a cuya imagen se crean los vínculos “artificiales” de
filiación adoptiva: eso quiere decir que para crear una relación seme-
jante jurídicamente a la natural, la relación creada debe ser asemejable
a la natural. En consecuencia, lo razonable es entender que sólo cabe
establecer un vínculo de filiación adoptiva allí donde podría haber un
vínculo biológico de filiación; el vínculo adoptivo sólo puede crearse en
personas entre las que podría haber un vínculo biológico, y con la misma
estructura subjetiva que determinan los vínculos biológicos.
En tercer lugar, tampoco en este caso es correcto hablar de discrimina-
ción, desde dos puntos de vista: Primero, porque no hay discriminación
348 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
por el simple hecho de ser homosexuales. Tampoco dos hermanos (va-
rones o mujeres), o dos amigos convivientes no homosexuales pueden
adoptar conjuntamente, por las razones ya apuntadas. El problema, pues,
no es de la orientación sexual, sino de la propia estructura de la relación
que se quiere crear, que no consiente ser creada respecto a personas
del mismo sexo. Segundo, con mayor amplitud, no es del todo correcto
afirmar que en nuestro Derecho está prohibida la adopción conjunta por
una pareja homosexual. En realidad, lo que hace nuestro Derecho es
prohibir cualquier adopción conjunta por más de una persona (esta es la
regla general) con dos únicas excepciones: el matrimonio y las uniones
estables heterosexuales. Una pareja homosexual es tratada del mismo
modo, por ejemplo, que dos hermanos del mismo o de distinto sexo que
quieran adoptar conjuntamente un niño, o que dos amigos, del mismo o
distinto sexo que quieran igualmente adoptar un niño. Y conviene seña-
lar que esta opción no supone, de suyo, juicio peyorativo sobre la frater-
nidad, o la amistad, como tampoco, en sí misma, respecto a la
homosexualidad. No es un problema, en sí, de “homofobia”, como no lo
es de “fraternofobia”.
En cuarto lugar, me refiero a la no-idoneidad de las uniones homo-
sexuales para proporcionar al niño adoptado un ambiente de humani-
zación y socialización adecuado. Primero, porque son parejas
enormemente inestables: su duración es brevísima, y las relaciones
homosexuales están caracterizadas, en términos generales, por la pro-
miscuidad y la inestabilidad: pero precisamente los niños dados en
adopción necesitan un entorno especialmente estable, que compense
las carencias que habitualmente han experimentado durante los pri-
meros meses o años de su existencia.
En quinto lugar, la exclusión, a mi entender, de la adopción conjunta por
homosexuales debe ser mantenida. Ello, no por una valoración negativa
de las relaciones homosexuales (del mismo modo que la conveniencia
de mantener la prohibición de que dos hermanos, o dos amigos, puedan
adoptar no entraña valoración negativa de la fraternidad o de la amis-
tad), sino sobre todo por ser contraria a la propia estructura y naturale-
za de los vínculos que crea la adopción y, por otro lado, por ser también
contraria al interés del adoptando, que es el que preside la adopción.
De la aceptación social y legislativa de las uniones de personas del mis-
mo sexo a la posibilidad de la adopción por parte de éstas hay sólo un
paso. Los argumentos que se utilizan para negar la adopción se funda-
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 349
mentan, sobre todo, en la falta de referentes paterno-maternales y su
incidencia en la construcción de la identidad sexual del niño. Personal-
mente, estoy de acuerdo. Me doy cuenta de que en la medida en que la
sociedad acepte esta nueva relación humana como normal, en cuanto a
las ventajas o desventajas para los niños, esta pérdida de referentes no
se considerará como una verdadera carencia, sino algo que queda den-
tro de los criterios de la normalidad. Entonces se podrán proporcionar
pocos argumentos de peso para evitarlo y sólo quedará el recurso a los
resultados estadísticos de estudios sobre la temática que nos ocupa.
El interés de los niños, que es en definitiva el criterio clave en la adop-
ción, hace que se sostenga la necesidad de que sean adoptados por
matrimonios estables, evidentemente heterosexuales, y si es posible con
otros hijos10. Ante el argumento de que es mejor que los huérfanos ten-
gan una “familia” de padres homosexuales antes de ser abandonados,
pienso que los hechos, por sí mismos, lo desmienten11. Recordemos que
no todos tenemos condiciones para ser padres y menos con quienes ya
son altamente vulnerables. Luego si no se es apto y cumple con el perfil
exigido por la ley, obviamente no se le hace ninguna discriminación al no
10
Datos significativos sobre la adopción por parte de parejas del mismo sexo:
1. Algunos estudios serios muestran que los niños de hogares homosexuales son cuatro veces
más propensos a buscar su identidad sexual experimentando conductas homosexuales.
2. Ciertos estudios demuestran que no ocurren situaciones diferentes a las que ocurrirían en
la actualidad (sobre todo en los hogares con problemas matrimoniales y familiares).
3. La probable promiscuidad en las uniones de personas del mismo sexo, como testimonios de
vida. Material ampliamente documentado.
4. Los efectos que ya tienen los niños que necesitan la estabilidad de un hogar, sobre
todo viviendo en orfanatos. Si a éstos, se les añade la necesidad del referente “mascu-
lino” y “femenino” para conformar su propia personalidad (integridad, identidad e
individualidad).
5. La falta de uno de los referentes tiene siempre alguna consecuencia en los niños,
según se demuestra en diversos estudios. Posiblemente, se superan u ocultan, pero
siempre dejan una huella.
Lo que nunca debería hacerse es utilizar a los niños como medio de reivindicaciones de un
grupo social.
11
De hecho, se han publicado bastantes trabajos sobre la paternidad homosexual y los
efectos que conllevan en los niños. Muchos de éstos pretenden mostrar que los niños no
quedan afectados negativamente al ser criados por parejas del mismo sexo. Incluso la Acade-
mia Americana de Pediatría publicó en la revista Pediatrics una declaración con la cual apoya-
ba el derecho de adopción por parte de parejas homosexuales con una argumentación que
hacía referencia a los estudios mencionados (Carlota de Barcino, Adopción por homosexua-
les, ¿Qué interés prevalece?, Mujer Nueva, 30-5-2002: http://www.vidahumana.org/vidafam/
homosex/adopcion.html).
350 LUDWIG SCHMIDT HERNÁNDEZ
ser aceptado para ejercerla. Una cosa es que yo quiera ser piloto de un
jet, otra es que pueda serlo12.
PALABRAS FINALES
No es que en este pugilato reinante, donde el relativismo moral impera,
es comprensible que se intente ir contra naturam e ir implantando,
desde un punto de vista normativo, estas aberraciones institucionales,
hasta un punto laxo, en que la sociedad está mórbida de situaciones que
imperaban en “Sodoma y Gomorra” y en sociedades en las que el poder
y el ocio las llevaron a depravarse.
No debe obviarse el hecho de que estamos en una era en lo que lo
homosexual tiene gran preponderancia y ello tal vez se deba a que los
heterosexuales no han sabido defender su naturaleza ancestral o tal vez
como menciona Miguel Ángel Loma13 “Quizás haga falta que llegue-
mos a refundar Sodoma para que la civilización occidental reconsidere
las cosas y dé un definitivo golpe de timón, colocando la defensa de la
dignidad humana como un valor fundamental de sus actos y sus leyes.
Llegado ese momento quizás haya que recomenzar desde lo más ele-
mental, incluso explicando las instrucciones de uso de los órganos geni-
tales y cuál es la función de los esfínteres”. Tal vez esta postura es algo
sarcástica, pero ¿hasta qué punto será realidad? ¿Ante esta apertura y
profusión de la mal llamada “libertad sexual”?
El tema de los homosexuales en la sociedad es una realidad, que algu-
nos eluden diciendo que es una problemática minoritaria. Pero no deja
de tener importancia, por el impacto que generan sus exigencias ante el
Estado y la permisividad legislativa existente en la actualidad. Se exigen
derechos para unos y se excluyen a otros. La innegable trascendencia
pública de la actual coyuntura política internacional, hace conveniente y
urgente ciertas palabras de orientación, dirigida sobre todo a quienes
12
No se plantea por tanto, el que uno “desee”, sino la “aptitud” para serlo. La concienciación
social tiene que recurrir el siguiente razonamiento: si dichas uniones son “buenas” o “adecua-
das” y no lesionan a las personas ni a la sociedad, menos aún, a los niños, que de por sí, ya son
vulnerables. Parece pura lógica; la realidad antropológica humana, sin embargo, muestra otra
verdad. Por lo tanto, pienso que las razones por las cuales se niega la adopción de niños a
parejas homosexuales sea por una negación a dichas uniones. Sino por los efectos sobre los
niños, desde una perspectiva médica, psicológica y sociológica.
13
Paraísos perdidos en Rev. Arbil Nº 63.
REFLEXIONES INTERDISCIPLINARIAS EN TORNO A LA SC-0190... 351
tienen responsabilidades en esta materia y una consulta reflexionada,
no simplemente sobre ¿qué opina usted de tal o cual cosa? Sino de
talleres de trabajo con la participación de la sociedad. El gobierno y la
sociedad civil, sobre todo por quienes ejercen funciones legislativas, de-
ben darle consistencia jurídica a la institución matrimonial o, por el con-
trario, debilitar aún más la consistencia del bien común que protege a
esta institución natural, partiendo de las pseudocomprensiones imperan-
tes. Así, se plantean dos posturas contrastantes, o se redefine el signifi-
cado y características del matrimonio o se crea el caos que tenderá a
buscar el orden más tarde, como ha pasado ya en la historia de ciertas
sociedades. Obviamente, no es lo deseable con miras a una estabilidad
social, es preferible establecer el diálogo y la definición de conceptos y
condiciones para todas las alternativas o modelos previsibles de uniones
de hecho y de familia.
Lo importante de este debate, es contribuir de manera positiva a un
diálogo que clarifique la verdad de las cosas y de las exigencias que
proceden del mismo orden natural, participando en el debate socio-polí-
tico y en la responsabilidad más por el bien común y la justicia desde la
conyugalidad y parentalidad monogámica y heterosexual. Por ello, he
querido ser explícito en mis planteamientos para que a través de una
comunicación sin “cartas bajo la manga”, se resuelva esta situación que
no es el problema de “unos u otros”, es una realidad que atañe a todos
sin excepción.
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 353
Gilberto A. GUERRERO-ROCCA*
SUMARIO:
1
“Artículo 258.- La ley organizará la justicia de paz en las comunidades. Los jueces o juezas
de paz serán elegidos o elegidas por votación universal, directa y secreta, conforme a la ley.
La ley promoverá el arbitraje, la conciliación, la mediación y cualesquiera otros
medios alternativos para la solución de conflictos”. (Negrillas nuestras).
Aunque debemos destacar aquí la observación planteada por la doctrina patria más autoriza-
da, en el sentido de que, si bien por una parte se reconoce como un derecho constitucional, al
mismo tiempo, ello puede generar la ampliación del campo de control contranatural y excesi-
vo sobre el procedimiento arbitral y los laudos arbitrales, por parte de los tribunales naciona-
les; tal y como extraordinariamente ha sido tratado tanto por Hernández-Bretón, Eugenio
Constitución y Arbitraje: el arbitraje como derecho fundamental. En Arbitraje comercial
interno e internacional. Reflexiones técnicas y experiencias prácticas. Academia de Ciencias
Políticas y Sociales - Comité Venezolano de Arbitraje. Serie Eventos Nº 18, Caracas 2005,
como por De Jesús O., Alfredo La Sala Constitucional y el Arbitraje Comercial. Hacia un
régimen racional de control judicial sobre el Laudo Arbitral.
En un año de Jurisprudencia en materia de Arbitraje Internacional en Venezuela (Octubre
2005/Septiembre 2006). Comité Venezolano de Arbitraje. También Crónica de arbitraje
comercial Nº 3 en Revista del Tribunal Supremo de Justicia, Nº 24, Caracas, 2006. También,
del mismo autor The impact of Constitucional Law on Internacional Comercial Arbitration in
Venezuela. Journal of Internacional Arbitration, 24. UK.
2
El último aparte in fine del Artículo 253 constitucional, estable que: “...El sistema de
justicia está constituido por el Tribunal Supremo de Justicia, los demás tribunales que
determine la ley, el Ministerio Público, la Defensoría Pública, los órganos de investigación
penal, los o las auxiliares y funcionarios o funcionarias de justicia, el sistema penitenciario,
los medios alternativos de justicia, los ciudadanos o ciudadanas que participan en la
administración de justicia conforme a la ley y los abogados autorizados o abogadas autoriza-
das para el ejercicio”. (Negrillas nuestras).
3
Ello, sin desconocer el incuestionable carácter privado y no estatal de los medios alternati-
vos para la resolución de conflictos.
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 355
4
Inclusive, el legislador venezolano ha sancionado leyes que promueven los MARC en áreas
o materias “sensibles” o consideradas como ortodoxas o clásicas, como en materia tributaria,
laboral y administrativa, entre otras. Prueba de ello lo constituye, el notable avance legislativo
recogido en los artículos 312 al 326 del Código Orgánico Tributario (G.O. Nº 37.305 del 17
de octubre de 2001), que desarrolla con elevada exhaustividad el arbitraje en el contencioso
administrativo tributario.
La Ley Orgánica Procesal del Trabajo (G.O. Nº 37.504 del 13 de agosto de 2002) la cual
prevé en su artículo 138 y siguientes, una de las variantes del arbitraje en materia laboral. Así
como también, la inclusión de una etapa obligatoria de conciliación que, hasta la fecha, ha
otorgado un elevado éxito, alcanzando un noventa por ciento (90%) de efectividad por causas
judiciales conciliadas definitivamente a través de ese procedimiento.
También la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario (G.O. Extr. Nº 5.771 del 18 de mayo de
2005), la cual prevé una Audiencia Oral Conciliatoria en materia del Contencioso Administra-
tivo Agrario en su artículo 164, y en materia de conflictos entre particulares en su artículo
206, lo que abre la puerta para la posibilidad de pactar cláusulas compromisorias de arbitraje
en aquellos aspectos disponibles por las partes.
En el campo de la actividad administrativa y del contencioso administrativo general, se
observa que la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República (publicada en
la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 5.554 Ext., del 13 de noviembre
de 2001), estatuye en su artículo 68 que: “Los abogados que ejerzan en juicio la representa-
ción de la República no pueden convenir, desistir, transigir, comprometer en árbitros, conci-
liar o utilizar cualquiera otro medio alternativo para la solución de conflictos, sin la expresa
autorización del Procurador o Procuradora General de la República, previa instrucción escrita
de la máxima autoridad del órgano respectivo”. Adicionalmente, dispone en su artículo 5
eiusdem, para la vía administrativa que: “Los funcionarios públicos que, en el ejercicio de sus
atribuciones realicen en sede administrativa actos de convenimiento, desistimiento, de com-
promiso en árbitros, de conciliación, transacción, o cualquier otro acto de disposición, rela-
cionados directa o indirectamente con los derechos, bienes e intereses patrimoniales de la
República, deben solicitar la opinión previa, expresa y favorable de la Procuraduría General
de la República. El incumplimiento de la obligación prevista en este artículo implica la nulidad
absoluta del acto, sin que se generen derechos subjetivos y sin perjuicio de las demás respon-
sabilidades administrativas, civiles y penales que les sean imputables al funcionario que
realice el acto, por los daños causados a los derechos, bienes o intereses patrimoniales de la
República”. Disposiciones que al mismo tiempo de imponer requisitos y
condicionamientos a los funcionarios públicos para acometer MARC, también reco-
nocen (aun cuando implícitamente), la validez y eficacia de tales medios para asuntos
públicos. También el legislador reconoció y promovió los MARC en leyes de vital importan-
cia para la vida productiva nacional cuando en la Ley Orgánica de Hidrocarburos (publica-
da en la Gaceta Oficial Nº 37.323 del 13 de noviembre de 2001), estatuyó en su Artículo 34,
lo siguiente: “3. En las condiciones deberán estar incluidas y cuando no aparezcan expresa-
mente, se tendrán como incorporadas en las mismas las cláusulas siguientes: b. Las dudas y
controversias de cualquier naturaleza que puedan suscitarse con motivo de la realización de
356 GILBERTO A. GUERRERO-ROCCA
En ese mismo sentido, tal deber que nos ocupa –impuesto por la propia
Carta Magna5– no se agota o tiene como único destinatario al mencio-
nado legislador, esto es, a la Asamblea Nacional como órgano legislati-
vo nacional, sino también al propio operador judicial venezolano (así
reconocido por el Tribunal Supremo de Justicia –en diversas Salas–, y
en lo sucesivo TSJ), quien deviene en compelido a satisfacer dos impor-
tantes exigencias: i) procurar y promover, en la medida de lo posible,
que las partes querellantes se avengan o concilien, mediante el uso de
cualesquiera de los medios adecuados para tal fin; y, ii) la adopción de
medidas judiciales que promuevan y reconozcan la sana operatividad de
tales medios alternativos, ello, mediante la aplicación coherente del prin-
actividades y que no puedan ser resueltas amigablemente por las partes, incluido el arbitra-
je en los casos permitidos por la ley que rige la materia, serán decididas por los Tribunales
competentes de la República, de conformidad con sus leyes, sin que por ningún motivo ni
causa puedan dar origen a reclamaciones extranjeras”. (Negrillas nuestras). También en la Ley
Orgánica de Hidrocarburos Gaseosos (publicada en la Gaceta Oficial Nº 36.793 del 23 de
septiembre de 1999), cuando estatuyó similar previsión en su Artículo 24, numeral 6, literal
b); posibilidad que devino desarrollada de forma reglamentaria cuando el mismo Reglamento
de la Ley Orgánica de Hidrocarburos Gaseosos (Publicado en la Gaceta Oficial Extraor-
dinario Nº 5.471 del 5 de junio de 2000), expresamente alude al arbitraje como mecanismo
idóneo para resolver controversias en su Artículo 19.
Inclusive, en el ámbito de las Inversiones Internacionales y Nacionales, el legislador
patrio ha promovido el arbitraje como mecanismo alternativo válido, cuando en la Ley de
Promoción y Protección de Inversiones (publicada en la Gaceta Oficial Extr. Nº 5.390 del
22 de octubre de 1999), estatuyó un Capítulo especial denominado “Capítulo VI sobre
Solución de Controversias” (Vid. Artículos 21 al 23). Igualmente, en la Ley Orgánica Sobre
Promoción de la Inversión Privada bajo Régimen de Concesiones (publicada en la
Gaceta Oficial Nº 5.394 Extr. del 25 de octubre de 1999), cuando en su artículo 61 prevé el
arbitraje o cualquier otro mecanismo alternativo para resolver las controversias. También, el
legislador patrio ha apostado por la promoción de los MARC en leyes que desarrollan áreas
de naturaleza social, como la Ley de Protección al Consumidor y al Usuario (publicada en
la Gaceta Oficial Nº 37.930 del 4 de mayo de 2004, Vid. Artículos 155 al 162), Ley de
Asociaciones Cooperativas (publicada en la Gaceta Oficial Nº 37.285 del 18 de septiembre
de 2001. Vid. Artículo 63 y siguientes), y en leyes que atribuyen el ejercicio de facultades
de policía administrativa como la Ley de Empresas de Seguros y Reaseguros (publica-
da en la Gaceta Oficial Extr. Nº 5.561 del 28 de noviembre de 2001, Vid. Artículos 256 y 257),
y la Ley Sobre el Derecho de Autor (publicada en la Gaceta Oficial Extr. Nº 4.638 del 1 de
octubre de 1993, Vid. Artículo 130).
5
La propia Exposición de Motivos de la CRBV (G.O. Nº 5.453 Ext. del 24 de marzo de
2000), estatuye que: “...se incorporan al sistema de justicia, los medios alternativos para la
resolución de controversias, tales como el arbitraje, la mediación y la conciliación, todo ello
con el objeto de que el Estado los fomente y promueva sin perjuicio de las actividades que en
tal sentido puedan desarrollar las academias, cámaras de comercio y la sociedad civil en
general”. Vale aquí destacar que la Exposición de Motivos ha sido objeto de análisis por la Sala
Constitucional mediante decisión de fecha 6 de febrero de 2001 (Caso “Olimpia Tours vs
Corpoturismo), como documento ilustrativo o referencial, pues es independiente del texto
constitucional, y al no ser parte de la Constitución, no posee carácter normativo.
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 357
cipio general “Pro MARC” en cada una de las causas sobre las cuales
el juez venezolano detente jurisdicción.
2. ÁMBITOS DEL ARBITRAJE QUE HAN SIDO TRATADOS
POR LA SALA CONSTITUCIONAL VENEZOLANA
En términos muy generales, puede afirmarse que la Sala Constitucio-
nal ha sido coherente con el reconocimiento y desarrollo del arbitraje
en Venezuela conforme al mandato constitucional.
No obstante y, como será tratado, también ha emitido fallos –aislados–
que evidencian una tendencia (común en el pasado en otros países) a
someter y controlar las actuaciones y laudos arbitrales mediante el ejer-
cicio de la jurisdicción constitucional.
Por ello serán analizadas brevemente (infra), decisiones que van desde:
a) El reconocimiento al carácter privado y no jurisdiccional
del arbitraje; aun y cuando forme parte del sistema de justicia
(Vid. Artículo 253 CRBV).
b) El reconocimiento al carácter constitucional del arbi-
traje y, por tanto, al deber del operador judicial de decidir
en favor de dicho medio, mediante la construcción del princi-
pio “pro arbitraje”.
c) El reconocimiento a los poderes cautelares de los árbi-
tros, así como al valor de cosa juzgada de sus Laudos y, por
tanto, el reconocimiento al carácter vinculante que aquéllos
tienen sobre las partes. En ese mismo sentido, que el auxilio
eventual del Poder Judicial al panel arbitral para la recolec-
ción de pruebas o la ejecución de medidas es un recurso
válido en todo procedimiento arbitral, así como también, que la
recurrencia de las partes a la jurisdicción ordinaria –antes de
la constitución del tribunal arbitral– a los fines de obtener tute-
la cautelar no significa una renuncia “tácita” a la futura
formalización del compromiso arbitral, conforme al pac-
to que dará origen al procedimiento arbitral.
d) El reconocimiento a que la sumisión del Estado, o una
entidad estatal (en sentido lato: que incluye cualquier entidad
pública estatal de derecho público o privado) a un procedi-
miento arbitral internacional o nacional, en virtud de tra-
358 GILBERTO A. GUERRERO-ROCCA
6
El artículo 151 de la CRBV (no pocas veces malinterpretado por la jurisprudencia) que
estatuye la inmunidad de jurisdicción en Venezuela, es del tenor siguiente: “En los contratos
de interés público, si no fuere improcedente de acuerdo con la naturaleza de los mismos, se
considerará incorporada, aun cuando no estuviere expresa, una cláusula según la cual las
dudas y controversias que puedan suscitarse sobre dichos contratos y que no llegaren a ser
resueltas amigablemente por las partes contratantes, serán decididas por los tribunales com-
petentes de la República, de conformidad con sus leyes, sin que por ningún motivo ni causa
puedan dar origen a reclamaciones extranjeras”.
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 359
7
Respecto a esta Sentencia Nº 827, del 23 de mayo de 2001 (caso “Grupo Inmensa”) es
importante destacar, que allí la Sala Constitucional fue categórica en señalar que cuando un
juez conozca de una pretensión judicial, en la cual existe un compromiso arbitral, tiene el
deber de remitir la causa, inmediatamente, al panel arbitral constituido o por constituirse;
desde que las disposiciones del Código de Procedimiento Civil (Art. 62 y siguientes), no
contemplan al arbitraje como una causal de “consulta por falta de jurisdicción” ante la Sala
Politicoadministrativa del mismo Tribunal Supremo de Justicia (criterio jurisprudencial que
la Sala Politicoadministrativa no ha cogido hasta este momento).
360 GILBERTO A. GUERRERO-ROCCA
cuales la sala constitucional asentó, entre otras cosas, que los árbitros
son una forma alternativa de justicia, privada y no pública, que no
forman parte del Poder Judicial. Asimismo, que no existe sujeción al-
guna entre la jurisdicción ordinaria y el arbitraje y, viceversa. Siendo,
además, que se constituye en un deber constitucional del operador
judicial promover al arbitraje como mecanismo alternativo para la re-
solución de controversias.
2.- Sentencia Nº 186 de fecha 14 de febrero de 2001 (caso “Fermín
Toro Jiménez”), en donde la Sala Constitucional tuvo oportunidad de
reafirmar que el arbitraje nacional e internacional es reconocido como
mecanismo válido para dirimir controversias conforme a nuestra legis-
lación; esto, cuando desestimó un recurso de nulidad por inconstitucio-
nalidad contra la Ley de Promoción y Protección de Inversiones
(publicada en la Gaceta Oficial Extr. Nº 5.390 del 22 de octubre de
1999, que estatuye un Capítulo especial denominado “Capítulo VI sobre
Solución de Controversias” vid. Artículos 21 al 23), en los términos si-
guientes: “...de la lectura de la normativa constitucional bajo exa-
men se evidencia que, tal como lo señaló la representación judicial
de la República en su escrito de informes, el arbitraje –nacional e
internacional– está admitido en nuestra legislación como parte in-
tegrante del sistema de justicia. Es por ello que la solución arbitral
de controversias, prevista en los artículos 22 y 23 impugnados, no
colide en forma alguna con el Texto Fundamental”. En este mismo
sentido, vale acotar reciente decisión de la Sala Politicoadministrativa
del mismo Tribunal Supremo de Justicia (Nº 927, del 6-6-07), que cono-
ciendo de un recurso de interpretación legal sobre los artículos –antes
referidos–, lo desestimó a trámite en virtud de la cosa juzgada generada
por la primera sentencia de la Sala Constitucional.
3.- Decisión Nº 1981 del 16 de octubre de 2001 (caso “Venezolana
de Televisión vs Electronica Industriale”), en donde la Sala Constitucio-
nal empezó a admitir la posibilidad de que un amparo constitucional au-
tónomo pueda servir como instrumento judicial para atacar la actuación
de los árbitros. Allí, la Sala, si bien desestimó la pretensión presentada
por la empresa del Estado (VTV); no obstante se basó en que aquélla
ya había presentado una nulidad del laudo ante otra Sala del mismo
Tribunal Supremo de Justicia, en donde alegó la falta de jurisdicción del
tribunal arbitral al estimar que quebrantaba la “inmunidad de jurisdic-
ción” contenida en la “cláusula calvo” (Art. 151 CRBV), entre otros
argumentos de cuestionable pertinencia.
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 361
8
Artículo 9.- El acuerdo de arbitraje y adopción de medidas provisionales por el Tribunal.
No será incompatible con un acuerdo de arbitraje que una parte, ya sea con anterioridad a las
actuaciones arbitrales o durante su transcurso, solicite de un tribunal la adopción de medidas
cautelares provisionales ni que el Tribunal conceda dichas medidas.
9
Sobre la problemática que dicha laguna ha generado, léase nuestra obra Tratado de Derecho
Arrendaticio Inmobiliario. Tomo II. En el Capítulo referido al Arbitraje Arrendaticio. 3ª Edic.
Publicaciones UCAB, Caracas 2003.
10
Por ejemplo, el Reglamento de la Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara Internacio-
nal de Comercio, estatuye en su artículo 23, una situación similar en los términos siguientes:
“Las partes podrán, antes de la entrega del expediente al Tribunal Arbitral y en circunstancias
apropiadas aun después, solicitar a cualquier autoridad judicial competente la adopción de
medidas provisionales o cautelares. La solicitud que una parte haga a una autoridad judicial
con el fin de obtener tales medidas o la ejecución de medidas similares ordenadas por un
Tribunal Arbitral no contraviene al acuerdo de arbitraje ni constituye una renuncia a éste y no
afecta los poderes del Tribunal Arbitral al respecto. Dicha solicitud, así como cualquier
medida adoptada por la autoridad judicial, debe ser notificada sin dilación a la Secretaría. Esta
última informará de ello al Tribunal Arbitral”.
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 363
11
Para profundizar sobre el tema de las medidas cautelares en arbitraje, léase artículo de
Redfern, Alan Interim Measures en The Leading Arbitrators´guide to international arbitration.
Edicted by Lawrence W. Newman y Richard D. Hill. Juris Publishing, Inc, USA, 2004.
12
Sobre un análisis extenso y acucioso del tema, y sobre el tratamiento que hizo la Sala, léase
a Tejera Pérez, Victorino La Norma Electa una Vía, Non Datur Recursus Ad Alteram en el
Marco Jurídico Venezolano de Protección y Promoción de Inversiones. Revista del Tribunal
Supremo de Justicia Nº 23, Caracas, 2006. Léase también a de Jesús O., Alfredo Crónica de
Arbitraje Comercial Nº 3 en Revista del Tribunal Supremo de Justicia, Nº 24, Caracas, 2006.
364 GILBERTO A. GUERRERO-ROCCA
13
Sin pretender exceder el ámbito del presente trabajo, es conveniente señalar que, paradóji-
camente, cualquiera pudiera pensar –de manera desprevenida– que la empresa resultó afecta-
da por el fallo de la Sala Constitucional cuando no le fue estimado el “recurso” extraordinario
de revisión constitucional; pero, en realidad, fue mucho más lo que a favor obtuvo del mismo,
pues, prácticamente la sentencia estableció –en nuestro foro, y quizás en forma apresurada–
que la empresa “sí ha renunciado a la jurisdicción venezolana en forma definitiva, por el sólo
hecho de haber interpuesto una solicitud de arbitraje ante el CIADI”. Esto reforzó la posición
de la empresa ante el panel arbitral del CIADI, frente a una defensa perentoria de Venezuela
(por falta de jurisdicción), que denunció que la demandante no había renunciado –conforme a
los términos del Tratado– apropiadamente a todas sus acciones en Venezuela y que, además,
se había reservado y/o continuado con otros recursos.
El exigente tema de los “waiver requirements” en los tratados de Protección de Inversiones
(como requisito previo para el conocimiento de un tribunal arbitral en disputas de inversión),
va más allá de la simple solicitud de arbitraje ante el CIADI. En realidad exigen una renuncia
efectiva, inequívoca y no condicionada tanto respecto de las causas locales en curso, como
también respecto a la posibilidad cierta de “continuar” o “reservarse” acciones o recursos
ante tribunales locales o, inclusive, ante otras cortes internacionales o nacionales (que inclu-
yen o prevén, inclusive, a un arbitraje administrado por una institución distinta al CIADI).
Con lo cual (en nuestra opinión), en el caso concreto, con la interposición de una solicitud
extraordinaria de revisión constitucional (como acción local) para obtener la nulidad de una
sentencia (local) que había negado la solicitud de iniciar un arbitraje (distinto al CIADI), lejos
de significar una “renuncia” en los términos del Tratado aplicable, más bien debía considerar-
se como una acción tendente a “continuar” con mecanismos distintos al arbitraje de inversión,
lo que se configura en un incumplimiento –por parte de la empresa– a los requisitos previos
(de jurisdicción) del tribunal arbitral conforme a las normas CIADI, y en concordancia con las
propias estipulaciones del Tratado específico (en el caso concreto entre Canadá y Venezuela,
cuyo terminología es totalmente similar a los tratados suscritos también por Canadá con
Lituania, Panamá, Ecuador, Barbados, Trinidad y Tobago, Filipinas, Egipto, El Salvador,
Uruguay, Sur África, Líbano, Ucrania, Tailandia, Croacia, Armenia, y Rumania).
En efecto, como fue señalado por un panel arbitral en una disputa de inversión conforme al
Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (siglas en inglés “NAFTA”, caso “Waste
Management, Inc. VS Estados Unidos de México), “Cualquiera que sea el caso, la renuncia
debe ser clara explícita y categórica” (Caso CIADI ARB (AF)/00/3. Laudo del 2 junio de
2000, 454, 18.)
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 365
14
La exigencia contenida en el único aparte in fine del artículo 43 LAC, no es una extravagan-
cia de nuestro legislador, en realidad recoge toda la experiencia comparada sobre el particular,
partiendo desde la Ley Modelo de la CNUDMI, hasta llegar a los Tratados Internacionales
especiales sobre la materia, que han sido suscritos y ratificados por Venezuela, en particular,
la Convención de Panamá de 1975 (“Convención Interamericana de Arbitraje Comercial
Internacional”) y el Tratado de Nueva York de 1958 (“Convención Sobre el Reconocimiento
y Ejecución de Sentencias Arbitrales Extranjeras”).
368 GILBERTO A. GUERRERO-ROCCA
in fine del artículo 6 LAC15; esto es, i) que el pacto de arbitraje sea
independiente o “accesorio” (no contenido en una cláusula principal del
contrato, y por tanto excluido de las condiciones generales de contrata-
ción a que se adhiere el usuario o consumidor); y ii) que la sumisión sea
expresa, constando por escrito.
Lo anterior se puede colegir de la magnífica conclusión a que arribó la
Sala, en la forma siguiente:
Recuérdese que el arbitraje, como medio alternativo de solución
de conflictos, descansa sobre un pilar fundamental que es con-
dición de fondo para la validez del acuerdo de arbitraje: el prin-
cipio de autonomía de la voluntad. Así, no es posible que un
sujeto de derecho sea sometido a un proceso arbitral si no ha
expresado su consentimiento para ello, por lo que es siempre
indispensable la previa manifestación expresa y por escrito de la
voluntad de sometimiento a arbitraje, como lo exige el artículo 6
de la Ley de Arbitraje Comercial, que antes se invocó.
En criterio de esta Sala, esa norma (artículo 6 de la Ley de
Arbitraje Comercial) es plenamente compatible con la
que aquí se impugnó y, ambas, con el Texto Constitucio-
nal: así, cuando el artículo 87, ordinal 4°, de la Ley de Protec-
ción al Consumidor y al Usuario dispone que se considerarán
nulas de pleno derecho las cláusulas o estipulaciones es-
tablecidas en el contrato de adhesión que impongan la
utilización obligatoria de arbitraje, ha de entenderse que la
norma se refiere a las cláusulas principales del contrato por
adhesión, no así a las cláusulas que sean documentadas
separadas e independientes de dicha convención, las
cuales, según el artículo 6 de la Ley de Arbitraje Comer-
cial, pueden establecer válidamente cláusulas arbitrales.
(Negrillas nuestras).
15
Artículo 6º.- El acuerdo de arbitraje deberá constar por escrito en cualquier documento o
conjunto de documentos que dejen constancia de la voluntad de las partes de someterse a
arbitraje. La referencia hecha en un contrato a un documento que contenga una cláusula arbitral,
constituirá un acuerdo de arbitraje, siempre que dicho contrato conste por escrito y la referencia
implique que esa cláusula forma parte del contrato. En los contratos de adhesión y en los
contratos normalizados, la manifestación de voluntad de someter el contrato a arbitra-
je deberá hacerse en forma expresa e independiente. (Destacado nuestro).
370 GILBERTO A. GUERRERO-ROCCA
16
Sobre este particular punto, léase nuestra opinión en “Tratado de Derecho Arrendaticio
Inmobiliario“. Tomo II. En el Capítulo sobre el Arbitraje Arrendaticio. 3ª Edic. Publicaciones
UCAB, Caracas 2003.; también en “Arbitraje Arrendaticio” Revista del Tribunal Supremo de
Justicia Nº 3, Caracas, 2001; y en “¿Sigue siendo el arbitraje un medio alternativo para la
resolución de controversias en materia arrendaticia? (Comentarios al tratamiento
jurisprudencial)”. Revista del Tribunal Supremo de Justicia Nº 18, Caracas, 2005.
También en materia laboral individual, hemos planteado la procedencia de procedimientos
de arbitraje institucionales o independientes (distintos, y al margen del procedimiento
administrado en sede “judicial” conforme a las extrañas e imprácticas normas de la
Ley Orgánica Procesal del Trabajo), como mecanismo idóneo para resolver conflictos con
trabajadores de confianza, internacionales, artísticas y deportistas.
En efecto, en vísperas de la entrada en vigencia de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo (por
el año 2002), tuvimos oportunidad de iniciar esa propuesta en diversos foros, en donde
señalamos lo siguiente:
“...vemos con agrado que en el área laboral, particularmente con la promulgación de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo (“LOPT”), tales medios pasen a obtener un espacio antes sólo
reservado para algunas categorías de conflictos colectivos. En particular, en materia de
arbitraje, pues, con la sola inclusión en dicha Ley de disposiciones que le regulan para el
supuesto de conflictos individuales, el medio en estudio ha logrado ganar una gran batalla,
como lo es, ni más ni menos, el reconocimiento legislativo de su procedencia en esta categoría
de controvertidos (los conflictos individuales del trabajo).
Ahora bien, si por una parte se ha logrado derribar el paradigma de su imposibilidad (en el
pasado) para los conflictos individuales, no obstante, debe adelantarse que su admisibilidad
en el foro venezolano –en materia laboral y, particularmente en conflictos individuales– no se
agota o limita al arbitraje regulado en las disposiciones contenidas en la Ley Orgáni-
ca Procesal del Trabajo, sino que también, dichas normas (paradójicamente), han abierto la
puerta para proyectar y promover la operatividad de tal mecanismo bajo su forma institucional
(Administrado por un Centro de Arbitraje) o independiente (árbitros independientes), a la
par del desarrollado en “sede judicial” en los términos impuestos por la Ley en comento
(Arbitraje en “sede judicial” regulado en los artículos 138 y siguientes que, lamentablemente,
desnaturalizan la figura y que no recogen los más elementales principios que le orientan, pues
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 371
Todo lo expuesto es aplicable, como hemos dicho, a los casos en que se trate de una cláusula
compromisoria de arbitraje en contratos de “adhesión” (para identificarlos habrá que acudir
a los índices reveladores: reproducción en masa de “contratos tipo”; análisis del margen o
espacio de negociación que ha podido tener el trabajador si se indaga sobre sus habilidades o
condiciones singulares –ejemplo, artistas, cargos de confianza o alto nivel, deportistas–).
Pues si se trata de un incuestionable contrato no reputable como de “adhesión”;
entonces, no será necesaria la “ratificación” a que hacemos alusión.
Por último, consideramos que el arbitraje institucional e independiente, a la par del previsto en
“sede judicial” en la LOPT, serán de mucha utilidad, no sólo para deslastrar de causas al Poder
Judicial, y ofrecer mayor celeridad a las partes, sino también, para aquellas categorías especiales
de trabajadores como: (i) los empleados de confianza o alto nivel; (ii) de condiciones, caracterís-
ticas y habilidades especiales (artistas, deportistas, etc.) y, (iii) los de desempeño internacional
http://www.pgr.gob.ve/Doctrina/Opiniones/materia_laboral_leyorganica.htm
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 373
17
Para profundizar sobre los servicios públicos domiciliarios o masivos, y las prestaciones de
interés general, así como su régimen legal y protección judicial, véase nuestro libro Régimen de
Gestión, Control y Protección Constitucional de los Servicios Públicos. Publicaciones del
Tribunal Supremo de Justicia. Colección Nuevos Autores Nº 10, Caracas, 2005.
18
INDECU: Instituto para la Defensa y Educación del Consumidor y el Usuario.
19
CONATEL: Comisión Nacional de Telecomunicaciones.
374 GILBERTO A. GUERRERO-ROCCA
llar dónde discrepamos del fallo (si es que en realidad puede conside-
rarse de esa forma).
Nos explicamos. Consideramos (con la debida humildad y con el debido
respecto que merece nuestra digna Sala Constitucional) que la prohibi-
ción absoluta contenida en la norma cuya nulidad fue invocada (por los
demandantes) y que a la postre fue desechada por la Sala (Art. 87.4
LPCU), no es totalmente constitucional; esto es, ha debido la Sala
optar por anular parcialmente la norma o, quizás mejor, efectuar una
“interpretación constitucionalizante” (o de interpretación conforme
con la Constitución). ¿Por qué?, desde que la solución alcanzada –para
hacer constitucional a la norma y, así declarar sin lugar al recurso de
nulidad en el caso concreto– que consistió en auxiliarse de la disposi-
ción contenida en el artículo 6 LAC, no era la única alternativa, cau-
tela o protección posible, pues, esa individual o singular (por única)
solución, termina “invalidando” a todos los demás pactos o acuerdos de
arbitraje en forma per se o absoluta (como lo es la propia norma 87.4
eiusdem). Es decir, esa única solución anula y excluye (en forma insal-
vable) a todos los acuerdos de arbitraje que no hayan sido pactados en
forma independiente, y que estén incluidos como cláusulas de un con-
trato de adhesión.
Nos preguntamos, si el pilar fundamental en el arbitraje –como acerta-
damente lo sostiene el fallo– es la autonomía de la voluntad de las par-
tes, y que lo censurable es la “imposición” de una cláusula arbitral, ¿no
existe otra forma para indagar la libre voluntariedad del usuario o con-
sumidor que la adopción de un pacto independiente contentivo del com-
promiso arbitral que, además, puede terminar en la práctica –y mucho
más grave– suscribiéndose en la misma forma del contrato principal de
adhesión? (Sólo imaginemos que al momento de suscribir, por ejemplo,
el contrato de línea telefónica, televisión por cable, propiedad horizon-
tal, adquisición de una tarjeta de crédito, compra de una nevera, etc.,
inmediatamente el vendedor o empleado del proveedor del servicio nos
“coloca” para firmar “otra hojita que va con el contrato”).
En efecto, si lo importante es en realidad la libre voluntad para someter
en arbitraje a cualquier disputa de contenido patrimonial, en suficiente
medida para excluir (ni más ni menos), el conocimiento de la jurisdic-
ción ordinaria, no puede menos que pensarse en una voluntariedad –no
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 375
20
Sobre la situación especial de los usuarios y consumidores que regula la LPCU, léase
nuestra opinión en “Las Asociaciones de Consumidores y Usuarios en la nueva Ley de
Protección al Consumidor y al Usuario”. En Revista del Tribunal Supremo de Justicia Nº 19,
Caracas, 2005.
376 GILBERTO A. GUERRERO-ROCCA
21
La opinión que aquí sostenemos respecto a que un compromiso arbitral no enerva las
competencias de policía administrativa de las autoridades o agencias estatales en materia
de consumo, no significa, en modo alguno, que estemos tomando partido –al menos delibera-
damente– por alguna marcada corriente, entre los sistemas y quienes postulan –afirmativa-
mente– la admisión de esta categoría de reclamaciones en arbitraje (en Derecho Anglosajón,
vid. célebre caso de la Suprema Corte de Estados Unidos, 473 US 614 (1985), caso “Mitsubishi
vs Soler Chrysler Plymouth”, y toda su herencia, referida a casos de libre competencia), y
aquellos (sistemas o personas) que –contrariamente– niegan que ello sea objeto de conoci-
miento por parte de un panel arbitral (en líneas muy generales el conjunto de países de
Derecho Civil o Continental, de raíz romano-germánica).
Simplemente sostenemos que esas facultades de las autoridades o agencias estatales persisten
ante un problema vinculado a un contrato entre las partes (aun con cláusula arbitral), si se
cumplen (enunciativamente), las siguientes circunstancias: (i) que la actuación de la autoridad
esté orientada a hacer cesar una “práctica” general del presunto infractor de la normativa
especial; no orientada a dirimir un conflicto inter partes concretamente (recuérdese
que ante esos conflictos existe la cláusula arbitral); (ii) por fuerza de lo anterior y, como es
consustancial, la actuación y decisión de la autoridad o agencia estatal no abarque cualquier
pronunciamiento de naturaleza pecuniaria respecto a las partes, o pretenda anticipar
o prejuzgar sobre lo que sería decidido por los árbitros al momento de conocer una preten-
sión de esa naturaleza (con esto no desconocemos que, en algún grado práctico, tales decisio-
nes pudieran –eventualmente– persuadir al panel arbitral, pero jamás en forma vinculante)
y, en tercer lugar, estimamos –en forma independiente a las dos anteriores–, (iii) que en
cualquier caso, la actuación de la autoridad o agencia estatal no pretenda extender los efectos
de sus decisiones a un ámbito más allá de su territorialidad; esto es, sólo tendría justificación
su accionar –eventual– para el circunscrito territorio en donde ejerce funciones.
378 GILBERTO A. GUERRERO-ROCCA
22
Ambos votos han sido objeto de múltiples reconocimientos por parte de sectores y círculos
especializados, en donde destacan Díaz-Candias, Hernando Why has kompetenz-kompetenz
not been fully recognized in practice in some developing countries?, the venezuelan example,
Journal of International Arbitration, Vol. 24, 2007, y magistralmente por su acucioso, infor-
mado y sesudo análisis De Jesús O., Alfredo en Crónica de arbitraje comercial Nº 3 en
Revista del Tribunal Supremo de Justicia, Nº 24, Caracas, 2006.
380 GILBERTO A. GUERRERO-ROCCA
23
Op. Cit. pp. 125-155.
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 381
24
Estos principios incluso reconocidos por nuestra legislación en los artículos 7 y 25 de la
Ley de Arbitraje Comercial, y admitidos por diversas fallos tanto de la Sala Constitucional
(Sentencia Nº 827, del 23 de mayo de 2001, caso “Grupo Inmensa”), y más recientemente por
la Sala Politicoadministrativa en sentencia Nº 5249, del 3 de agosto de 2005 (caso “Servicios
Forestales de Extracción Seforex, C.A.).
382 GILBERTO A. GUERRERO-ROCCA
25
A continuación se transcribe el Voto Salvado en comento: “De un análisis detallado del caso,
se observa que luego de dictado un Laudo Arbitral, previo el cumplimiento de todo su
procedimiento de rigor, la parte que resultó perdidosa procedió –ex post–, a demandar por
ante un juez de primera instancia venezolano la nulidad de la cláusula compromisoria de
arbitraje contenida en el contrato suscrito originalmente entre las partes. Acto seguido ese
mismo Juez de Primera Instancia dictó una medida cautelar por la cual “suspendió” la
ejecución del laudo arbitral. Semejante conducta procesal encierra graves quebrantamientos
tanto a la institución del Arbitraje Comercial en Venezuela, como a la seguridad jurídica de las
partes, lo cual se entiende por las razones siguientes:
1.- Un Juez de Primera Instancia no es competente para conocer de una nulidad de un laudo
arbitral, y menos aún para dictar medidas cautelares que suspendan su ejecución. Ello
constituye una flagrante violación de la Ley de Arbitraje Comercial venezolana (ex artículo
43) y de la Convención Sobre el Reconocimiento y Ejecución de Sentencias Arbitrales
Extranjeras, mejor conocido como el “Tratado de Nueva York” (1958) ratificado por Vene-
zuela; por el cual, y sólo de manera extraordinaria, los tribunales de un país pueden conocer
excepciones a la ejecución de un laudo debidamente dictado; máxime aun cuando la parte
contra quien obra su ejecución ha participado activamente en el procedimiento arbitral
para la emanación del Laudo, sin haber opuesto en forma una pretendida nulidad de
la cláusula de arbitraje que ahora sólo alega en fase de ejecución. En ese mismo orden,
se debe insistir que de conformidad con el artículo III del mencionado Tratado, corresponderá
conocer –excepcionalmente– de la nulidad y de la ejecución de un Laudo Arbitral a los
tribunales que correspondan de conformidad con la ley procesal aplicable al lugar (foro)
donde se pretenda ejecutar y que, en el caso venezolano no es otro que un Juez Superior de
conformidad con el ya citado artículo 43 de la Ley de Arbitraje Comercial venezolana.
2.- Al margen de la manifiesta incompetencia de un Juez de Primera Instancia para conocer
“veladamente” de la nulidad de un Laudo y ordenar su “Suspensión”; aun cuando en aparien-
cia se haya demandado la “nulidad de la cláusula de arbitraje” (ni más ni menos luego de
dictado el Laudo); de ello se desprende también un flagrante intento de fraude procesal de la
parte que resultó perdidosa en el procedimiento arbitral pues, intenta la nulidad de la cláusula
compromisoria del contrato (como se ha indicado), no sólo ante un juez incompetente (supra),
sino luego de haber participado activamente durante todo el procedimiento arbitral, y
sin haber opuesto en forma esa pretendida nulidad que, sólo ahora, alega. Esa conduc-
ta procesal está lejos de compaginarse con la sana operatividad del Arbitraje Comercial en
cualquier país del mundo, generándose una gran inseguridad jurídica.
3.- La parte perdidosa del arbitraje ha debido oponer en forma desde el propio inicio del
procedimiento arbitral, cualquier pretensión de nulidad de la cláusula de arbitraje ante los
propios árbitros (quienes resultaban competentes para conocer sobre semejante pretensión,
conforme al principio difundido como “Kompetenz-Kompetenz”). Mas al contrario, al haber-
se sometido voluntariamente –y sin ninguna queja– al procedimiento arbitral, desechó cual-
quier posibilidad de solicitar su nulidad: (i) tanto durante el resto del desarrollo mismo del
procedimiento arbitral, y más aún, (ii) luego de dictado el Laudo Arbitral definitivo.
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 383
26
Doctrina de los propios actos, impedimento legal, acción innegable, exclusión. El término
estoppel, derivado del normando antiguo estouper, se aplica a la norma legal y/o testifical
mediante la cual el que ha inducido a otro a actuar de determinada manera (aseverando algo,
con su conducta, con su silencio, por medio de una escritura pública, etc.) no puede negar lo
dicho o hecho, o volverse atrás cuando las consecuencias jurídicas de su aseveración le son
desfavorables (Tomado de N. del T en Séroussi, Roland, Introducción al derecho inglés y
norteamericano, p. 7, Editorial Ariel, S.A. Barcelona, 1998.).
BREVE RESUMEN AL TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA... 385