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Lavar la ropa es un arte que exige técnica y talento. Por lo general, las tintorerías son
pequeñas empresas que atienden a los clientes ofreciendo calidad, rapidez y confianza en sus
servicios. En este tipo de negocio, 80% de la fórmula del éxito está compuesta por las
personas y el resto por las máquinas. La seguridad de las personas y la salud ocupacional
son los puntos más importantes en las tintorerías.
Cada establecimiento funciona como una pequeña unidad fabril en la cual las máquinas utilizan
vapores a alta presión y aire comprimido para lavar y planchar la ropa a altas temperaturas en
entornos húmedos y escurridizos. El local de trabajo tiene mucho ruido debido al
funcionamiento de las máquinas y el aire es denso y cargado de vapores químicos, porque el
proceso de lavado de la ropa utiliza productos cáusticos. Para eliminar las impurezas de la
ropa, las calderas de alta temperatura cuecen continuamente solventes químicos, que son
reutilizados y reciclados. El proceso lo desempeñan máquinas y trabajo humano. La exposición
a accidentes es grande. Si se comete un error - como inyectar demasiado vapor - los líquidos
hierven y los solventes químicos entran en un estado de ebullición y erupción que puede
provocar quemaduras a los colaboradores. La peligrosidad y la insalubridad son características
de estos centros de trabajo.
Las tintorerías colocan letreros que recuerdan a los trabajadores cómo deben trabajar con
productos químicos a fin de evitar el desperdicio y los accidentes. El problema crónico es la
falta de disposición de los trabajadores a utilizar sus equipos de protección, que los transforman
en verdaderos espantos. No todos los productos químicos exigen ropa de seguridad, pero
algunos - como los ácidos hidrofluorídricos utilizados para sacar manchas de la ropa - son
peligrosos. La ropa de seguridad es incómoda, los molestos lentes disminuyen la visibilidad y
los protectores auriculares reducen la capacidad de oír. Además, no son nada elegantes. Por
ello, los trabajadores no siempre están dispuestos a usarlos, haciendo que los jefes deban
supervisarlos permanentemente y exigirles con contundencia que los utilicen.
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