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Guía de Kaplan, Louise.

Buttiero Román (Número Leg: 24194)

1. “Después de la pubertad, esos padres deben ser despojados de su carácter de destinatarios del deseo”
Hace referencia a que el objeto de amor deja de ser los padres como consecuencia de la disolución del complejo de
Edipo, el tabú del “incesto”, que hace que se tenga que renunciar a ese deseo.
“La pubertad, por consiguiente, instiga un desplazamiento del deseo sexual afuera de la familia y una revisión de la
autoridad moral”
Como consecuencia de este renunciamiento sexual, y de este abandono de la figura de los padres como “seres
omnipotentes”, nos hemos quedado sin objeto de deseo y cuestionamos las reglas y actitudes de nuestros padres
“Para bien o para mal, los primeros seres que deseamos son también nuestros primeros representantes de la
autoridad”
Nuestros objetos de deseo son los padres. Pero a la vez, son los ojos que vigilan y las voces que prohíben. Los que
nos frenan, los que nos ponen límites, a quienes respetamos sin cuestionarnos si lo que nos dicen está bien o mal.
2. En la página 105 dice: “El guión edípico es la culminación de las leyendas infantiles de la pérdida de objetos libidinales.
Sin embargo, también deja una especie de saldo positivo”. Analizar cuál es ese saldo positivo.
Dice en el texto que el niño “adquiere cierta autoridad interior para gobernar sus propios deseos”. Es decir, como
consecuencia de esta pérdida, el niño se fortalece y autonomiza en materia de decidir qué debe o no debe hacer.
Reprime deseos, renuncia a apetitos genitales.
3. “El superyó de la infancia es un depósito de deseos y angustias infantiles”
Es debido a la represión de numerosos deseos, las prohibiciones, prescripciones sociales y el moldeamiento a
partir del superyó de los padres. Deseo y autoridad que están íntimamente asociados.
“El principal resultado de la adolescencia será la domesticación y el reordenamiento del deseo infantil bajo la égida
de la genitalidad adulta. El otro resultado será la domesticación del superyó infantil”.
Se refiere a que en la adolescencia lograremos controlar ese deseo hacia el progenitor acompañados del desarrollo
de nuestros genitales, y el progresivo sentimiento de atracción hacia el sexo opuesto y sus caracteres sexuales.
Además, lograremos cierta armonía en torno a lo que queremos, debemos y podemos ser. Renunciamos a los
diálogos de amor y encontramos otros nuevos, por lo que el adolescente ya no tiene ese sentimiento de culpa por
hacer algo que no debe o que está socialmente mal visto.
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5. Ascetismo corporal: Períodos de abstinencia y entrega. Negativas a comer, se combina con ataques de glotonería. La
negativa a dormir se alterna con permanencia en cama por varios días seguidos.
Tornarse intransigente en sus pensamientos y actitudes: Lo que acontece dentro de la mente se protege de las
tentaciones del cuerpo. O se ama o se odia. No hay armonía entre puntos de vista divergentes.
Transferir el apetito sexual a un destinatario ajeno a la familia: La separación de los padres es un proceso gradual
que la ansiedad del adolescente puede que no soporte y por consiguiente debe recurrir a tácticas drásticas e
inmediatas.
Fuga: El adolescente se retira abruptamente del ambiente familiar. Se escapa, literal o figuradamente.
Convertir el deseo amoroso y la dependencia infantil en odio, desprecio, burla y sublevación: Al revertir sus
emociones a las opuestas, el adolescente puede suponer que no depende más de sus padres. Pero estas
reversiones tendrán el efecto de enredar aún más al adolescente. Las ansias destructivas inicialmente dirigidas
hacia los padres, además, pueden volverse hacia sí mismo.
Sometimiento emocional a los padres: El dilema del incesto se resuelve retrocediendo a la primera etapa de la
historia del deseo, la del diálogo del amor, cuando no existían fronteras entre el sí mismo y el otro.

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6. Las manifestaciones más evidentes de la pubescencia son el vello púbico y axilar en ambos sexos, el crecimiento de
senos en niñas y del escroto testículos y pene en varones. En la niñas se producen cambios menos obvios en el tamaño
y estructura física de los labios vulvares, vagina y clítoris. A los varones les crecerá más vello corporal, aumentaran de
tamaño, se le ensancharán los hombros, se les endurecerán los músculos y su laringe se hará más profunda. En las
niñas se ensanchará el diámetro de la pelvis y se desarrollará el tejido adiposo en caderas, muslos, pantorrillas y
pechos.
Todas las dimensiones musculares y esqueléticas del cuerpo intervienen en la aceleración del crecimiento.
El elemento principal en la iniciación de la aceleración es el aumento en la secreción de andrógenos suprarrenales
y la hormona del crecimiento. Aumentan de tamaño las células musculares y tejidos del corazón, el estómago, los
riñones, el hígado el bazo y los intestinos. Cambios en los huesos, aceleración de la estatura.
7. En la crisis de la separación el niño se da cuenta que él y su madre no son uno. Y tiene sentimientos encontrados con
ella: pasa de ser una bruja a ser la encarnación de la bondad. Cada fase de la infancia aporta su experiencia propia
respecto de quién es la madre, quién es el padre, y quién es sí mismo.
El padre también es víctima de esos sentimientos, a veces es un héroe y a veces el compinche de la madre.
Cuando la conciencia de la separación alcanza su punto más alto, sus reacciones de furia, irritación, humillación y
temor le hacen sentir que es malvado. Las actitudes se deben a que lo que él quiere es despegarse de sus padres.
Y cuando la crisis se aproxima a la resolución final, el niño ya puede mantener una imagen coherente de sí mismo.
Respecto a los pares, mantiene relaciones que pueden considerarse típicas, como la de tener uno o dos amigos
íntimos, los “rivales”, y amigos de algún club o de la escuela. Cuando crezca, recordará a sus amigos y a los grupos
como aquellas relaciones que lo ayudaron a ser quien es hoy.
Cuando se alcanza la madurez sexual, se debe aflojar el vínculo para que el adolescente abandone el nido familiar
y se enfrente a la sociedad como un adulto, aunque estos diálogos de amor de la infancia nunca se pierden.
Continúan ejerciendo influencia en el presente, manifestándose como nostalgia de los apegos de la infancia. En
todos nosotros existirán esas heridas y humillaciones, pero nosotros podremos transformarlas en armas
autodestructivas, o bien utilizarlas para cambiar
8. Los problemas sexuales y morales decisivos consisten en preservar los lazos afectuosos y tiernos con el progenitor del
mismo sexo, eliminar el erotismo vinculado a éste, transferirlo a otro destinatario y humanizar la idealización que se
hizo de ese progenitor. Todos los adolescentes deben enfrentar estos aspectos.
El varon desea obtener del padre los mismos placeres sexuales que obtiene él de su madre. También desea brindar
al padre el placer sexual que imagina que le da la madre. Entonces, en el varón se despiertan impulsos femeninos
y en la niña impulsos masculinos. Estos deseos generan envidia respecto del padre del sexo opuesto porque puede
brindarle lo que él no puede. Además, el varón ama de su padre aquello que él desea ser. Y la niña ama de su
madre aquello que ella quiere ser.
Durante la infancia, los varones y las niñas pueden tolerar la coexistencia de sus impulsos masculinos y femeninos.
La madurez sexual, en cambio, exige una resolución definitiva de la identidad sexual.
Los aspectos dinámicos fundamentales, radican en la manera en que el adolescente llega a una adaptación
homosexual o heterosexual, y el relativo equilibro existente entre el amor a sí mismo y su capacidad de amar a
otros.
9. Todos los adolescentes deben luchar contra sus impulsos homoeróticos. La atracción que ejercen los diálogos madre-
hijo constituirá una complicación más en esa lucha.
Varones:

Durante la pubescencia se produce un rechazo a las mujeres, los varones son agresivos, insultan, son violentos, y todo
esto es para demostrar su masculinidad.

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Respecto al padre, éste es su aliado. Para el hijo, su papá es el mejor del mundo, y detrás de esto lo que busca el niño es
alejarse de la madre de la infancia. Entre los 15 y 17 años la imagen del padre se deteriora y se convierten en rivales.

Respecto a la madre, la imagen de bruja empieza a desaparecer. Pero el tabú del incesto va a hacer que el hijo mantenga
la distancia hasta la remoción.

Respecto a personas del sexo opuesto, a medida que los caracteres sexuales del adolescente empiezan a marcarse más,
el varón admite que las cualidades de las adolescentes tienen cierto encanto, y ahí comienzan a enamorarse con un
sentimiento tierno.

Cuando el varón llega a la adolescencia, el vínculo con el padre es suficientemente fuerte como para dejar atrás las
rivalidades, desidealizaciones y batallas de la pubertad

Respecto a personas del mismo sexo, las amistades comunes y corrientes entre varones adolescentes tienen matices
eróticas y realizan actividades que pueden acercarse peligrosamente a la homosexualidad.

Los grupos sociales masculinos protegen a sus miembros del padre castrador y de la madre posesiva.

Mujeres:
Debido a que desean aferrarse a la madre, ser protegidas y cuidadas, puede que reaccionen queriendo escaparse
entregándose a la promiscuidad heterosexual, buscando en el chico cariño y protección. Otras niñas no necesitan
escaparse pero pude que sutilmente estén tratando de convertirse en un símbolo sexual femenino. Hay también niñas
buenas que son copias fieles de una versión idealizada de la madre.
Algunas niñas de 11, 12, 13 años están dispuestas a hacer todo lo posible para acentuar su masculinidad, y para combatir
los impulsos femeninos, entran en una etapa de extrema grosería que se rinde muy pronto ante la insistencia del erotismo
femenino, aunque la chica después de la pubertad sigue luchando con ese deseo de mantener contacto emocional y físico
con la madre.
Durante la pubertad, la aparición de caracteres femeninos va a despertar en la niña deseos homosexuales y
heterosexuales. Le va a llevar unos años lograr la remoción definitiva de la libido fijada en la madre.
En la relación de la niña con su madre, se alternan los anhelos y el menosprecio, y el padre, símbolo de poder y autoridad,
no suele ser objeto de desprecio de la adolescente.
El hecho de tener una amiga íntima con quien compartir sus secretos y fantasías ayuda a distraerse y no pensar en esa
pasión antes dirigida hacia la madre. La identificación con la mejor amiga contribuye en gran medida a incrementar su
autoestima.
Una de las desviaciones de la relación entre madre e hija es el apasionado enamoramiento que experimenta la adolescente
por otra mujer. Son enamoramientos unilaterales y al apegarse a esta mujer, la niña resuelve parte del problema de la
transferencia y al mismo tiempo recobra la autoestima que perdiera al denigrar a su madre.
10. Los grupos masculinos son un escape para los impulsos sexuales y agresivos de los hombres, y les brindan una forma
de canalizar las idealizaciones antes atribuidas al padre. El hombre diluye las ansias entre una cantidad mayor de
individuos, con lo cual los despersonaliza.
Las lealtades y los ideales grupales llenan el vacío que deja la des idealización del padre. Se transfiere al grupo el amor
por el padre. El hombre, en su grupo, se compara con los demás.
La mujer no suele contar con esas alianzas grupales. Pero puede encontrarse en una situación más favorable en el
aspecto moral. Sus vínculos personales y domésticos pueden dar fuerza a esa sensibilidad compasiva.
Para poder sentir compasión ante el débil, el adolescente debe asumir el hecho de que sus padres no son
omnipotentes. Las nuevas identificaciones con amigos, adultos admirados, ídolos culturales y grupos sociales, ayudan

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a la joven a tolerar el golpe que sufre su narcisismo al reconocer que la mujer que ha tomado como modelo está lejos
de ser una criatura divina.
A medida que uno va creciendo, se va dando cuenta que el mundo es imperfecto. Y comenzamos a tener noción el
tiempo, donde empiezan a jugar el pasado, el presente y el futuro, elaborando una visión de nuestra propia historia
personal.
Empezamos a ver a nuestros padres con mayor claridad, criterio propio y con indulgencia. Reconocemos que son
personas con virtudes y defectos, y nos vamos a dar cuenta también que en ciertos aspectos somos como nuestros
padres.

11. El juego sexual de varones y chicas se limita a las caricias y besuqueos moderados, y sigue teniendo un contenido afìn
a la masturbación: el erotismo es un intento de acostumbrarse a las sensaciones generadas por los propios genitales.
A los adolescentes se les despierta el interés por los caracteres secundarios del otro sexo.
Las manifestaciones eróticas de los jóvenes tienen la finalidad de resaltar su adquisición de la sexualidad adulta,
las diferencias entre varones y mujeres, y la distancia generacional.
Durante el acto amoroso, el joven siente alivio al comprobar que puede apoyarse en las señales del juego
preliminar que le transmite su compañera. Al varón adolescente le brinda confianza la exploración paso a paso
que le posibilitan las caricias y el juego preliminar. Las caricias pueden ser un preámbulo del coito, pero muy a
menudo constituyen un fin en sì mismas.
Casi todos los mamíferos practican juegos sexuales que no conducen al coito. Los tipos de caricias varìan de una
sociedad a otras.
Para los adolescentes, la experiencia de enamorarse por primera vez suele incluir, como principal
acompañamiento erótico, la práctica de acariciarse hasta alcanzar el orgasmo. Es posible que lleguen a consumar
el coito. Pero aun en este caso, las caricias siguen siendo, por lo general, una actividad erótica significativa.
12. Las primeras experiencias sexuales y amorosas se ven envueltas en el narcisismo. Los enamorados se vuelcan por
entero uno al otro. Se creen que están solos en el mundo, como si nadie más existiera, y creen en la perfección de la
persona que tienen al lado
Todo marcha divinamente entre los enamorados en tanto son capaces de reflejar el estado de absoluta perfección.
Muy pronto, uno o los dos miembros de la pareja, sentirá la necesidad de establecer fronteras, separaciones y
diferencias entre sí mismo y el otro. La proximidad de la perfección absoluta comienza a resultar una experiencia
atemorizadora. Aparecen los reproches, las discusiones. Los enamorados se separan y luego, al descubrir que
nadie más en el mundo está dispuesto a reflejarles lo que desean haber sido, o lo que son, o lo que podrían llegar
a ser, se ven empujados de nuevo, uno hacia el otro, para iniciar otra ronda de amor perfecto.
El compañero perfecto resulta ser una persona común. Es una persona con defectos, imperfecciones.
Durante el largo tiempo que les lleva recuperarse de sus primeros desengaños amorosos, algunos adolescentes
encuentran el medio de hacer un poco más tolerable su decepcionante realidad: convierten sus apetencias
personales en un anhelo de perfección para la humanidad. El joven se consagra, a la humanidad. Ingresa en una
unión mística con Dios, la naturaleza, la música, la poesía, la política, la pintura, la danza o la teoría de la evolución.
El adolescente emprende numerosos proyectos, la mayoría de los cuales deja sin completar. Estas alternativas
también forman parte del legado que nos deja la adolescencia. Algunos adultos, cuando se malogran los proyectos
de su vida cotidiana, podrán retomar. Se hacen nuevas amistades, con renovada vitalidad, y se reinician, viejas
actividades culturales. Se adquiere la facultad de sentir nostalgia. Surge un nuevo impulso de aprender, con la
posibilidad de incrementar la sabiduría que se posee.

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