Está en la página 1de 4

RESEÑA SOBRE: ESPAÑA, 1868-1874.

NUEVOS ENFOQUES SOBRE EL


SEXENIO DEMOCRÁTICO.
Pablo Barbero Férriz.
Sobre la obra, lo que más me ha llamado la atención es la ambición que presenta en el
título, pretendiendo abarcar todo el Sexenio Democrático pero una vez que te inicias
en la lectura, te percatas de que la monarquía de Amadeo de Saboya y el periodo tras
las Cortes constituyentes de 1869 con el gobierno provisional de Serrano, no aparece
representado en la obra. Por lo que considero el título, parcialmente erróneo.
Bien es cierto que aborda la Gloriosa Revolución desde una perspectiva muy amplia,
profunda, ejemplificando con el uso de la propaganda al servicio del partido
progresista, llevada a cabo por Pedro Calvo Asensio desde su periódico La Iberia.
Relacionando su muerte con el extenso legado que dejará en el partido y
concretamente en Sagasta, que elogiará ampliamente a su mentor.
Creo que el enfoque sobre las libertades que trajo el Sexenio y la trascendencia que
tuvo la Constitución de 1879 es el elemento nuclear de la obra, que permite entender
toda la obra del Sexenio. Destaco el capítulo a la reforma educativa durante el Sexenio,
que me parece de capital importancia, prevaleciendo alguna de sus libertades aún en
día y siendo especialmente reveladora en cuanto a la introducción de la mujer en el
ámbito intelectual, permitiendo que mujeres como Martina Castells consigan logros
impensables unas décadas atrás, como conseguir un doctorado.
Habrá elementos que pese a otorgar una mayor libertad en el estudiante, como podían
ser la compatibilidad de estudios o la no obligatoriedad de asistir a clase, acaben
perjudicando a la propia docencia, pero en términos generales, el balance educativo
fue muy positivo.
En el capítulo que le dedican a la Revolución Gloriosa, haciendo una revisión
historiográfica, no acaba quedando claro el posicionamiento del autor del mismo. Ya
que recapitula las distintas versiones historiográficas sobre si fue una revolución
burguesa que triunfó en España, pese a que no estaba homogeneizada y los apoyos de
los que se vale para conseguir dicho triunfo. No quedando claro si fue la burguesía
exclusivamente o como recapitulaba en las versiones anteriores, con ayuda de
sectores populares.
El tratamiento que dan a la República me ha parecido muy adecuado, centrándose en
la figura de Castelar y el análisis de sus apoyos en las Cortes, hasta que éstas sean
finalmente disueltas con el pronunciamiento de Pavía. En este análisis se ve cómo
evolucionan sus apoyos, pasando de la gran mayoría que lo configuran como
presidente del ejecutivo a una ligera pérdida de apoyos cuando tenga que suspender
las Cortes ante el cantonalismo y ya la pérdida definitiva de apoyos en la sesión del 3
de enero.
RESEÑA SOBRE: DON ÁLVARO O LA FUERZA DEL SINO.
Pablo Barbero Férriz.
Obra de teatro de comienzos del romanticismo español, tras ser introducido por el
duque de Rivas, autor de la obra; tras su exilio en época de Fernando VII por su
participación en el pronunciamiento de Riego. En su exilio en Inglaterra, Italia y Malta,
conocerá a Lord Byron, el cual le introducirá en el romanticismo.
Tras la amnistía de María Cristina en la minoría de edad de Isabel II, retornará a
España, escribiendo en los años 1834-1835 esta obra, renovando las tesis de Lope de
Vega sobre el teatro en el Siglo de Oro español.
Bien es cierto que esta obra, repite cánones del Siglo de Oro, principalmente de Pedro
Calderón de la Barca, siendo una escena prácticamente idéntica respecto a Para vencer
a amor querer vencerle: En la cual el hombre despechado en servicio militar, se lanza
contra la multitud de las tropas imperiales, en ambos escenarios la escena es en Italia.
Acabando malherido y casi muerto tras ser tiroteado, mas no es otra cosa que lo que
anhela; la muerte al no poder estar con su amada.
En el caso de Don Álvaro porque la cree muerta; en el caso de Don César por no verse
correspondido. En ambas obras, los protagonistas ocultan sus nombres para evitar ser
descubiertos. Quizás, aun siendo dos siglos anterior la obra de Calderón, esta escena
comparada es más romántica, ya que Don César se lanza a la carga blandiendo una
coronela.
Más allá de estas similitudes la obra de Rivas introduce un gran crisol de personajes de
todos los estratos sociales: Estudiantes, nobles, oficiales, soldados, una gitana,
posaderos, marginados, canónigos…
El papel de la mujer en esta obra es mucho menor que en las obras de teatro clásico,
aquí la mujer no es relevante por su papel per se, sino por lo que dice Don Álvaro de
ella y lo que no dice, lo que siente. Mientras que en las obras del Siglo de Oro, los
diálogos de las mujeres eran de vital importancia en el desarrollo de la obra.
Aquí toda la trama empieza por un elemento tomado de la obra de Shakespeare: Don
Álvaro de ignota procedencia social pero de muy grata reputación, como así hacen
saber unos contertulios en una posada al comienzo de la obra; pretende a doña
Leonor, hija del marqués de Calatrava. Pero éste ya ha prometido su mano a un noble,
por lo que Don Álvaro confabula para presentarse todas las noches en sus aposentos
para cortejarla y planear la huida, previa ayuda de la criada y su marido el guardia del
cortijo.
Don Álvaro es descubierto por el padre que para limpiar el honor de su familia lo reta a
un combate singular, Don Álvaro, con gran honor niega ese combate arrodillándose
para que el marqués lo ejecute. Pero al tirar su arma D. Álvaro, ésta se dispara al
impactar con el suelo, hiriendo de muerte al marqués.
Álvaro y Leonor huyen pero sus destinos se separan tras una trifulca en la que cae
herido Don Álvaro.
Leonor ingresará en un convento en mitad de un desierto para hacer penitencia
disfrazada de hombre, mientras sus hermanos la buscan para matarla y limpiar el
nombre de Calatrava. Asimismo, Don Álvaro, creyendo muerta a Leonor, decide
emigrar a Italia y enrolarse en el ejército para alcanzar la muerte ya que no puede
estar junto a su amada. Pero los hermanos también lo buscarán a él pese a que goce
de un nuevo nombre: Don Fadrique. Allí, al igual que en territorio indiano se ganará su
buena fama, ascendiendo a capitán de granaderos.
En una taberna coincidirá con Don Carlos, hermano de Leonor, que se hace llamar en
Italia Don Félix, mientras busca al protagonista. A Don Carlos le salvará la vida Don
Álvaro tras una trifulca por un juego de cartas con otros oficiales. Se harán buenos
amigos, hasta que Don Álvaro caiga herido en una carga suicida contra las tropas
imperiales y éste en claro peligro de muerte muestre una gran aflicción al oír el
nombre de la orden de Calatrava, que hará ver a Don Carlos que Don Álvaro puede ser
el infame que busca.
Don Álvaro le hará jurar a Don Carlos que si muere, destruya una posesión suya en su
equipaje. Ante la sospecha de que pueda ser Don Álvaro, el hermano de Leonor
buscará en sus pertenencias algo que delate su identidad, no sin antes plantearse si
incumplir la promesa que había aseverado con anterioridad. Finalmente se resiste a
quebrantarla pero allí encuentra un retrato de su hermana, confirmando las
sospechas.
Tras recuperarse Don Álvaro, Carlos le reta a un duelo para conseguir la muerte del
inicuo. Álvaro se niega tras la buena amistad que les había unida por salvarse ambos
las vidas mutuamente, pero los insultos y la confesión de que Leonor sigue viva y su
propio hermano irá a darle muerte, hacen que se enfrente a Carlos y lo mate.
Para desgracia de nuestro protagonista, ese mismo día, se había emitido una nueva ley
por parte del rey de Nápoles que sentenciaba a muerte a aquellos que disputaran
lances de honor, siendo condenado el protagonista.
Por más que intentan todos los coroneles y generales convencer al rey, éste hace caso
omiso, manteniendo la condena. Pero en el patíbulo las tropas imperiales atacan,
consiguiendo escapar Don Álvaro, jurando que si su vida salva, jurará los votos a Dios.
Este juramento lo lleva al mismo convento en el que está Leonor, sin que ninguno de
los dos lo sepan. Pero allí el otro de los hermanos va a buscar a Don Álvaro, ahora
llamado Padre Rafael. Don Alfonso tras descubrir el pasado mestizo de Don Álvaro se
lo increpa, ya que era hijo de un virrey que abusó de su poder, casando con una inca,
haciendo que Don Álvaro, pese a la férrea aversión que tenía a derramar sangre una
vez jurados sus votos, ceda, hiriendo de muerte a Don Alfonso. Éste, en sus últimos
estertores de vida, pide confesión, negándose Don Álvaro a dársela ya que ha
incumplido su juramento y no es digno de tal obra, por lo que correrá al convento en
busca del penitente que no debía ser molestado a causa de sus votos para que dé
confesión al moribundo. Allí descubre que el penitente es Leonor y se funden en un
abrazo, tras ver que el moribundo es su hermano, Leonor se acerca a abrazarlo, pero
éste, jurando vengar la muerte de su padre y la deshonra de su familia, le clava un
puñal a Leonor, muriendo los dos.
Don Álvaro, sube la montaña encima del convento. Los religiosos del mismo salen al
exterior y ven los cadáveres y la identidad oculta del penitente, que era mujer.
Exclaman el nombre de Padre Rafael mientras éste sube los riscos. Tras llegar a lo más
alto, se gira hacia ellos, con sonrisa malvada y pronuncia un discurso apocalíptico justo
antes de arrojarse al vacío.

También podría gustarte