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El documento resume dos obras: la primera analiza el Sexenio Democrático en España entre 1868 y 1874, centrándose en las libertades que trajo la Constitución de 1869, como la reforma educativa que permitió mayores logros para las mujeres. La segunda reseña la obra de teatro "Don Álvaro o la fuerza del sino" de 1835, que renueva los cánones del Siglo de Oro español a través de la historia de amor y tragedia de Don Álvaro y Leonor, enfrentado a la familia de ella.
El documento resume dos obras: la primera analiza el Sexenio Democrático en España entre 1868 y 1874, centrándose en las libertades que trajo la Constitución de 1869, como la reforma educativa que permitió mayores logros para las mujeres. La segunda reseña la obra de teatro "Don Álvaro o la fuerza del sino" de 1835, que renueva los cánones del Siglo de Oro español a través de la historia de amor y tragedia de Don Álvaro y Leonor, enfrentado a la familia de ella.
El documento resume dos obras: la primera analiza el Sexenio Democrático en España entre 1868 y 1874, centrándose en las libertades que trajo la Constitución de 1869, como la reforma educativa que permitió mayores logros para las mujeres. La segunda reseña la obra de teatro "Don Álvaro o la fuerza del sino" de 1835, que renueva los cánones del Siglo de Oro español a través de la historia de amor y tragedia de Don Álvaro y Leonor, enfrentado a la familia de ella.
SEXENIO DEMOCRÁTICO. Pablo Barbero Férriz. Sobre la obra, lo que más me ha llamado la atención es la ambición que presenta en el título, pretendiendo abarcar todo el Sexenio Democrático pero una vez que te inicias en la lectura, te percatas de que la monarquía de Amadeo de Saboya y el periodo tras las Cortes constituyentes de 1869 con el gobierno provisional de Serrano, no aparece representado en la obra. Por lo que considero el título, parcialmente erróneo. Bien es cierto que aborda la Gloriosa Revolución desde una perspectiva muy amplia, profunda, ejemplificando con el uso de la propaganda al servicio del partido progresista, llevada a cabo por Pedro Calvo Asensio desde su periódico La Iberia. Relacionando su muerte con el extenso legado que dejará en el partido y concretamente en Sagasta, que elogiará ampliamente a su mentor. Creo que el enfoque sobre las libertades que trajo el Sexenio y la trascendencia que tuvo la Constitución de 1879 es el elemento nuclear de la obra, que permite entender toda la obra del Sexenio. Destaco el capítulo a la reforma educativa durante el Sexenio, que me parece de capital importancia, prevaleciendo alguna de sus libertades aún en día y siendo especialmente reveladora en cuanto a la introducción de la mujer en el ámbito intelectual, permitiendo que mujeres como Martina Castells consigan logros impensables unas décadas atrás, como conseguir un doctorado. Habrá elementos que pese a otorgar una mayor libertad en el estudiante, como podían ser la compatibilidad de estudios o la no obligatoriedad de asistir a clase, acaben perjudicando a la propia docencia, pero en términos generales, el balance educativo fue muy positivo. En el capítulo que le dedican a la Revolución Gloriosa, haciendo una revisión historiográfica, no acaba quedando claro el posicionamiento del autor del mismo. Ya que recapitula las distintas versiones historiográficas sobre si fue una revolución burguesa que triunfó en España, pese a que no estaba homogeneizada y los apoyos de los que se vale para conseguir dicho triunfo. No quedando claro si fue la burguesía exclusivamente o como recapitulaba en las versiones anteriores, con ayuda de sectores populares. El tratamiento que dan a la República me ha parecido muy adecuado, centrándose en la figura de Castelar y el análisis de sus apoyos en las Cortes, hasta que éstas sean finalmente disueltas con el pronunciamiento de Pavía. En este análisis se ve cómo evolucionan sus apoyos, pasando de la gran mayoría que lo configuran como presidente del ejecutivo a una ligera pérdida de apoyos cuando tenga que suspender las Cortes ante el cantonalismo y ya la pérdida definitiva de apoyos en la sesión del 3 de enero. RESEÑA SOBRE: DON ÁLVARO O LA FUERZA DEL SINO. Pablo Barbero Férriz. Obra de teatro de comienzos del romanticismo español, tras ser introducido por el duque de Rivas, autor de la obra; tras su exilio en época de Fernando VII por su participación en el pronunciamiento de Riego. En su exilio en Inglaterra, Italia y Malta, conocerá a Lord Byron, el cual le introducirá en el romanticismo. Tras la amnistía de María Cristina en la minoría de edad de Isabel II, retornará a España, escribiendo en los años 1834-1835 esta obra, renovando las tesis de Lope de Vega sobre el teatro en el Siglo de Oro español. Bien es cierto que esta obra, repite cánones del Siglo de Oro, principalmente de Pedro Calderón de la Barca, siendo una escena prácticamente idéntica respecto a Para vencer a amor querer vencerle: En la cual el hombre despechado en servicio militar, se lanza contra la multitud de las tropas imperiales, en ambos escenarios la escena es en Italia. Acabando malherido y casi muerto tras ser tiroteado, mas no es otra cosa que lo que anhela; la muerte al no poder estar con su amada. En el caso de Don Álvaro porque la cree muerta; en el caso de Don César por no verse correspondido. En ambas obras, los protagonistas ocultan sus nombres para evitar ser descubiertos. Quizás, aun siendo dos siglos anterior la obra de Calderón, esta escena comparada es más romántica, ya que Don César se lanza a la carga blandiendo una coronela. Más allá de estas similitudes la obra de Rivas introduce un gran crisol de personajes de todos los estratos sociales: Estudiantes, nobles, oficiales, soldados, una gitana, posaderos, marginados, canónigos… El papel de la mujer en esta obra es mucho menor que en las obras de teatro clásico, aquí la mujer no es relevante por su papel per se, sino por lo que dice Don Álvaro de ella y lo que no dice, lo que siente. Mientras que en las obras del Siglo de Oro, los diálogos de las mujeres eran de vital importancia en el desarrollo de la obra. Aquí toda la trama empieza por un elemento tomado de la obra de Shakespeare: Don Álvaro de ignota procedencia social pero de muy grata reputación, como así hacen saber unos contertulios en una posada al comienzo de la obra; pretende a doña Leonor, hija del marqués de Calatrava. Pero éste ya ha prometido su mano a un noble, por lo que Don Álvaro confabula para presentarse todas las noches en sus aposentos para cortejarla y planear la huida, previa ayuda de la criada y su marido el guardia del cortijo. Don Álvaro es descubierto por el padre que para limpiar el honor de su familia lo reta a un combate singular, Don Álvaro, con gran honor niega ese combate arrodillándose para que el marqués lo ejecute. Pero al tirar su arma D. Álvaro, ésta se dispara al impactar con el suelo, hiriendo de muerte al marqués. Álvaro y Leonor huyen pero sus destinos se separan tras una trifulca en la que cae herido Don Álvaro. Leonor ingresará en un convento en mitad de un desierto para hacer penitencia disfrazada de hombre, mientras sus hermanos la buscan para matarla y limpiar el nombre de Calatrava. Asimismo, Don Álvaro, creyendo muerta a Leonor, decide emigrar a Italia y enrolarse en el ejército para alcanzar la muerte ya que no puede estar junto a su amada. Pero los hermanos también lo buscarán a él pese a que goce de un nuevo nombre: Don Fadrique. Allí, al igual que en territorio indiano se ganará su buena fama, ascendiendo a capitán de granaderos. En una taberna coincidirá con Don Carlos, hermano de Leonor, que se hace llamar en Italia Don Félix, mientras busca al protagonista. A Don Carlos le salvará la vida Don Álvaro tras una trifulca por un juego de cartas con otros oficiales. Se harán buenos amigos, hasta que Don Álvaro caiga herido en una carga suicida contra las tropas imperiales y éste en claro peligro de muerte muestre una gran aflicción al oír el nombre de la orden de Calatrava, que hará ver a Don Carlos que Don Álvaro puede ser el infame que busca. Don Álvaro le hará jurar a Don Carlos que si muere, destruya una posesión suya en su equipaje. Ante la sospecha de que pueda ser Don Álvaro, el hermano de Leonor buscará en sus pertenencias algo que delate su identidad, no sin antes plantearse si incumplir la promesa que había aseverado con anterioridad. Finalmente se resiste a quebrantarla pero allí encuentra un retrato de su hermana, confirmando las sospechas. Tras recuperarse Don Álvaro, Carlos le reta a un duelo para conseguir la muerte del inicuo. Álvaro se niega tras la buena amistad que les había unida por salvarse ambos las vidas mutuamente, pero los insultos y la confesión de que Leonor sigue viva y su propio hermano irá a darle muerte, hacen que se enfrente a Carlos y lo mate. Para desgracia de nuestro protagonista, ese mismo día, se había emitido una nueva ley por parte del rey de Nápoles que sentenciaba a muerte a aquellos que disputaran lances de honor, siendo condenado el protagonista. Por más que intentan todos los coroneles y generales convencer al rey, éste hace caso omiso, manteniendo la condena. Pero en el patíbulo las tropas imperiales atacan, consiguiendo escapar Don Álvaro, jurando que si su vida salva, jurará los votos a Dios. Este juramento lo lleva al mismo convento en el que está Leonor, sin que ninguno de los dos lo sepan. Pero allí el otro de los hermanos va a buscar a Don Álvaro, ahora llamado Padre Rafael. Don Alfonso tras descubrir el pasado mestizo de Don Álvaro se lo increpa, ya que era hijo de un virrey que abusó de su poder, casando con una inca, haciendo que Don Álvaro, pese a la férrea aversión que tenía a derramar sangre una vez jurados sus votos, ceda, hiriendo de muerte a Don Alfonso. Éste, en sus últimos estertores de vida, pide confesión, negándose Don Álvaro a dársela ya que ha incumplido su juramento y no es digno de tal obra, por lo que correrá al convento en busca del penitente que no debía ser molestado a causa de sus votos para que dé confesión al moribundo. Allí descubre que el penitente es Leonor y se funden en un abrazo, tras ver que el moribundo es su hermano, Leonor se acerca a abrazarlo, pero éste, jurando vengar la muerte de su padre y la deshonra de su familia, le clava un puñal a Leonor, muriendo los dos. Don Álvaro, sube la montaña encima del convento. Los religiosos del mismo salen al exterior y ven los cadáveres y la identidad oculta del penitente, que era mujer. Exclaman el nombre de Padre Rafael mientras éste sube los riscos. Tras llegar a lo más alto, se gira hacia ellos, con sonrisa malvada y pronuncia un discurso apocalíptico justo antes de arrojarse al vacío.