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ESTUDIANTE:
ÍNDICE
Introducción
Desarrollo
Conclusión
Bibliografía
Anexos
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PRIMER ARGUMENTO
En los campos de batalla de Italia don Álvaro busca la muerte, pero la muerte
parece no querer nada con él. Después de haber salvado a don Carlos, hijo del
marqués de Calatrava, don Álvaro, al ser reconocido, se ve obligado a darle muerte
en desafío. De vuelta a España busca la paz en un monasterio cerca de Córdoba,
pero incluso en aquel yermo le persigue la venganza de los Calatrava: un segundo
hijo del marqués, don Alfonso, encuentra a don Álvaro, lo provoca y muere también
en duelo. Pero, poco antes de morir, don Alfonso apuñala a su hermana Leonor,
que disfrazada de ermitaño hacía penitencia en una cueva de aquel monte y a quien
don Álvaro había llamado, creyéndolo un hombre, para que asistiera en sus últimos
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Los años pasados pesan mucho sobre el drama, en el que, más que la pericia del
artista, se manifiesta el entusiasmo inexperto del neófito. Para romper
decididamente con la tradición literaria del drama clasicista, el duque de Rivas
anuló las unidades de tiempo y lugar, sosteniendo sólo la acción con la fuerza de la
ciega fatalidad, que pesa demasiado sobre los personajes, y que determina
acontecimientos imprevistos, dentro de una atmósfera misteriosa de cálido
sentimentalismo y de inesperadas revelaciones. Pero las pasiones y los caracteres,
las costumbres y las ideas, los tipos y las escenas, nacen de una observación atenta
del alma española, en lo que tiene de más tradicional, vivo y vital, y se dibuja a
través de violentos colores con un lirismo harto exuberante y excesivamente tenso.
Angel de Saavedra, más conocido por su título nobiliario, Duque de Rivas, fue un
escritor español, nacido en Córdoba en 1791 y fallecido en Madrid en 1865. El
duque de Rivas destacó como héroe en la Guerra de la Independencia (1808), pero
sus ideas liberales acabaron por condenarle al exilio durante diez años en
Inglaterra, Italia, Malta y Francia.
En los campos de batalla de Italia, donde se refugia tras el luctuoso hecho, don
Álvaro busca la muerte, pero la muerte se muestra esquiva. Después de haber
salvado a don Carlos, hijo del marqués de Calatrava, don Álvaro, al ser reconocido,
se ve obligado a darle muerte en duelo. De vuelta a España busca la paz en un
monasterio cerca de Córdoba, pero hasta allí le persigue la venganza de los
Calatrava: un segundo hijo del marqués, don Alfonso, encuentra a don Álvaro, lo
provoca y muere también en duelo. Pero, poco antes de morir, don Alfonso apuñala
a su hermana Leonor, que disfrazada de ermitaño hacía penitencia en una cueva
de aquel monte y a quien don Álvaro había llamado, creyéndola un hombre, para
que asistiera en sus últimos momentos al moribundo. Don Álvaro entonces se
suicida precipitándose desde una roca, para sustraerse con la muerte a la
implacable fuerza del destino.
El tema principal de la obra es «la fuerza del sino», es decir, la fatalidad que se
cierne sobre don Álvaro hasta su muerte, como una suerte de determinismo al que
el protagonista no puede escapar. Parece que en Elche nos está ocurriendo lo
mismo. Da la impresión de que, hagamos lo que hagamos, vamos a terminar mal.
Pero nosotros no vivimos en una tragedia romántica, sino en una sociedad del siglo
XXI en la que la fuerza del sino puede ser reconducida por las acciones y las políticas
que adopten los actores sociales y los gobernantes.
No quiero parecer críptico así que intentaré explicar lo que quiero decir. En Elche
nos encontramos enzarzados en una discusión sobre dos cuestiones, muy
importantes para el futuro de nuestra ciudad: el Mercado Central y la
peatonalización del centro. Estas diatribas deben ser zanjadas, y cuanto antes,
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porque las discusiones bizantinas sobre ellas conducen a que no hablemos de los
temas que realmente ocupan y preocupan a los ilicitanos: el empleo, la sanidad, la
educación, la cultura, las políticas sociales, la limpieza de barrios y pedanías, la
movilidad urbana, el agua y el territorio, entre otras cuestiones que a buen seguro
se me escapan. No quiero pensar que, en realidad, es precisamente eso lo que
algunos pretenden, que no se hable de los problemas reales.
Nuestra particular tragedia tuvo su primer acto hace ocho años. Por aquel entonces
Alejandro Soler, redivivo mandamás del PSOE local, pergeñó un proyecto de nuevo
Mercado Central. Como siempre que se proyecta un asunto icónico, surgen
defensores y detractores. Entre estos últimos se encontraba Mercedes Alonso, que
a la sazón tomó la vara de mando municipal de aquél para, acto seguido, proponer
un proyecto calcado del que hasta entonces había despreciado.
El tercer acto está por escribir. Espero que el encargado de hacerlo busque la ayuda
de buenos ingenieros y arquitectos, en Elche los hay, para que el desenlace de la
obra suponga una peatonalización más ambiciosa incluso que la inicialmente
planteada, acompañada de una reorganización integral del tráfico, así como un
replanteamiento del proyecto del Mercado que aúne tres condiciones: respeto por
el centro histórico, sostenibilidad ambiental y acuerdo con los comerciantes de la
zona, placeros incluidos.
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SEGUNDO ARGUMENTO