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Comentario de un soneto contenido en El perro del hortelano1, obra de Lope de Vega

El prolífico escritor madrileño, compositor de un amplio repertorio de comedias, sabía hacer de su


pluma un estandarte de la expresión de pasiones humanas y tramas correspondientes a éstas. Es en
las historias de amor y desengaño donde mejor puede apreciarse esta cualidad del autor mencionado.
El perro del hortelano representa un ejemplo, entre tantos, idóneo de las cualidades expresivas de
Lope de Vega. El llamado ‘Fénix de los ingenios’ es bien conocido por su uso de los sonetos, técnica
que correspondía a una función específica, como es propuesto en el Arte nuevo de hacer comedia:
«Acomode los versos con prudencia a los sujetos de que va tratando: (…) el soneto está bien en los
que aguardan». Aguardar aquí bien puede significar los que anhelan, o que expresan una intensa
digresión emocional2.
Los tópicos de la obra, así como su trama (un conflicto de corte amoroso entre Teodoro y sus
dos enamoradas, Diana y Marcela, donde los celos y el orgullo son materia preponderante), permiten
la inserción de apasionados sonetos para describir el estado emocional de los personajes, como
prescribe el mismo Lope de Vega. En total, pueden rastrearse nueve sonetos dentro de El perro del
hortelano. Aquí se ofrecerá un brevísimo comentario acerca de uno de los sonetos, correspondiente
a los versos 1794 a 1806; se trata de un soliloquio de Marcela, donde recién le había sucedido una
grave decepción por descubrir la indecisión de Teodoro por amarla e ir mejor con Diana, su señora.
Marcela optará por confesar a Fabio que escuchó «las locuras de Teodoro; mas yo [Marcela] sé que
a un hombre adoro, harto parecido a ti» (vv. 1541-1543). El soneto mencionado es ofrecido a
continuación:

¡Qué mal que finge amor quien no le tiene!


¡Qué mal puede olvidarse amor de un año,
pues mientras más el pensamiento engaño,
más atrevido a la memoria viene!

Pero si es fuerza y al honor conviene,


remedio suele ser del desengaño
curar el propio amor amor extraño;
que no es poco remedio el que entretiene.

Mas ¡ay! que imaginar que puede amarse


en medio de otro amor es atreverse
a dar mayor venganza por vengarse.

Mejor es esperar que no perderse,


que suele alguna vez, pensando helarse,
amor con los remedios encenderse.

1
Se dispone aquí de la versión electrónica encontrada en http://www.comedias.org/lope/perro.pdf,
recuperada el 12 de febrero de 2018
2
Véase Guía didáctica, Fundación Siglo de Oro, 2013, disponible en www.fundacionsiglodeoro.org/.../GUIA-
LOPE-EL-PERRRO-DEL-HORTELANO.pdf
El soliloquio de Marcela revela su fracaso en su propósito de remediar su congoja por el
abandono de Teodoro al intentar confabularse con Fabio. No sólo eso, sino que reafirma el poderoso
–y, aparentemente, inamovible– amor por Teodoro que es eje y motor del argumento de la obra entera.
Por otro lado, el soneto puede contribuir a la descripción del personaje de Marcela. El poema
presentado aquí muestra características importantes de Marcela, a saber, la ingobernabilidad de sus
sentimientos por Teodoro, y una cierta pasividad del personaje en sí: «Mejor es esperar que no
perderse…». Este rasgo es apreciable en otro soneto comprendido en los versos 2717 a 2730; un
fragmento versa así: «¿Qué intentan imposibles mis sentidos, / contra tanto poder determinados?»
(vv. 2717-2718).
Por demás, Marcela demuestra prudencia y honestidad en su carácter, lo cual puede
insinuarse es la causa de su pasividad. Contraria a Diana, su señora, Marcela parece preferir una
abstinencia al engaño, como puede verse en el soneto aquí revisado: «¡Qué mal que finge amor quien
no le tiene!» y «Pero si es fuerza y al honor conviene, / remedio suele ser del desengaño / curar el
propio amor amor extraño». Marcela no busca salvaguardar un estatus honorífico ni un título
nobiliario, como bien distingue en su condición Diana durante distintas intervenciones. Ronda esta
división de clases el propósito del desenlace de la historia, al volverse Teodoro noble por efecto de
un engaño. El orgullo nobiliario de Diana parece descubrirse ante Teodoro rumbo al final de la obra:
«Quisiérasme tu crïado, / porque es costumbre de Amor / querer que sea inferior / lo amado».
Es, pues, el amor profesado por Marcela hacia Teodoro, desinteresado y pasional, exento de
fechorías, aunque preso de su condición vulgar. El soneto se apoya en esta actitud y temperamento
de Marcela, en las condiciones de su trama y el ambiente al que está sujeto, aunque no por ello deja
de valerse por sí mismo como pieza poética de prolija intensidad.

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