El tiempo para ser valiente
PASAJE CLAVE: Josué 1.1-9 | LECTURAS DE APOYO: Salmo 46; 119.105 | Proverbios 3.5-6 | Juan 14.16-20
Hechos 20.27 | Romanos 8.37 | 1 Corintios 10.11 | Hebreos 4.12; 13.5
INTRODUCCIÓN:
El temor es una emoción paralizante
Produce ansiedad, divide nuestra mente y
acaba con nuestras energías. Además, da lugar
a que cualquier sospecha pueda impedirnos
llevar a cabo la voluntad de Dios. El Señor
jamás deseó que sus seguidores temieran al
futuro y en algunas ocasiones nos sintiéramos
temerosos, no debemos permitir que el temor
o la ansiedad nos controlen.
Uno de mis pasajes favoritos en cuanto al
temor, se encuentra en el relato acerca de la
vida de Josué. Al iniciar su labor al frente del
pueblo de Israel, el Señor le dijo:“Mira que te
mando que te esfuerces y seas valiente; no
temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios
estará contigo en dondequiera que vayas”. La
misma promesa sigue vigente para nosotros.
No hay necesidad para temer si confiamos en
la ayuda poderosa del Señor.
DESARROLLO DEL SERMÓN:
La clave para vencer el temor
El Señor señaló a Josué los aspectos esenciales
para la labor que tenía al frente, aun antes de
hablarle de su condición personal. Por una parte,
el propósito divino de cumplir la promesa de
que el pueblo de Israel poseería la tierra cuya
extensión fue demarcada con toda precisión (Jos
1.3-4); por otra, que Dios mismo estaría con él en
todo lo que emprendiere para lograrlo (v.5).
Además, le hizo ver la importancia de sujetarse
a los preceptos contenidos en la Ley que Dios
había entregado a Moisés y que éste, a su vez,
había ordenado que se obedeciera. Con ese fin el
Señor demandó que Josué no se apartara de la
ley ni a diestra ni a siniestra (v.7); que ese Libro
no se apartara de su boca sino que meditara en él
de día y de noche para guardar y hacer “conforme
a todo lo que en él está escrito”. Luego repitió:
“Porque entonces harás prosperar tu camino y
todo te saldrá bien”.
No está por demás recordar que el apóstol Pablo
enfatizó la validez de todo lo anterior para los
creyentes de siglos posteriores, como nosotros, al
escribir a los corintios para exhortarlos, diciendo:
“Esta cosas les acontecieron como ejemplo y están
escritas para amonestarnos a nosotros a quienes
han alcanzado los fines de los siglos” (1 Co 10.11).
En el caso nuestro tenemos constante acceso a
la Biblia en nuestro idioma, como fuente
inagotable del conocimiento de la persona y
el mensaje de Dios, sin depender de nuestros
sentimientos ni amigos, sino de “todo el consejo
de Dios” (Hch 20.27) para hacer frente a cualquier
problema.
¿Qué implica ser valiente?
La valentía es más que tenacidad para alcanzar el
éxito. Yo la defino como: “la cualidad mental o
espiritual que nos permite confrontar el peligro,
la oposición o los desafíos de la vida con audacia
y firmeza”. Si alguien es valiente no está exento
de tener temor, pero gracias al poder de Dios
puede actuar con toda confianza.
En unos cuantos versículos Dios dijo tres veces
a Josué:“Esfuérzate y sé valiente” (Jos 1.6, 7, 9).
¿A qué se debió esa repetición? A que Dios sabía
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 que el pueblo intentaría intervenir en las
decisiones de Josué, pero Él deseaba que la
sabiduría divina guiara al pueblo y no la lógica
humana. Esto se puso a prueba desde antes
de pasar el río Jordán y ante cada uno de los
obstáculos que experimentaron para conquistar
la Tierra Prometida.
Esta exhortación se aplica a nosotros como
seguidores de Cristo pues tenemos la misma
seguridad que inspira confianza. Gracias a la
presencia del Espíritu Santo y a la promesa hecha
a Josué y repetida a los creyentes (He 13.5),
nuestro Señor siempre está con nosotros
(Jn 14.16-20). Si hemos recibido el don de la
salvación, Cristo Jesús es nuestro amigo fiel que
está dispuesto a acompañarnos en cualquier tarea
que Él nos ordene.
Cómo llegar a ser valiente
I Meditar en la Palabra de Dios. En lugar de
leerla rápidamente, tomemos un pasaje corto y
dediquemos tiempo para pensar en su contenido
porque lo que recibimos es la perspectiva de
Dios tocante a nuestras realidades. Al aplicarla en
nuestra experiencia cotidiana, la Biblia llega a ser
la brújula de nuestra vida.
La meditación contribuirá en varios aspectos,
pues: (1) Tranquilizará nuestro espíritu. Al
enfocarnos en el Señor y su bondad, nuestros
temores se desvanecerán. (2) Purificará nuestro
corazón. La Biblia penetra en nuestro ser
mostrándonos nuestros pensamientos a fin de
que confrontemos nuestros pecados a la luz
de su Palabra (He 4.12). (3) Mejorará nuestra
percepción y clarifica nuestra dirección para
impedir que nos desviemos de sus caminos (Sal
119.105). (4) Aumentará nuestra fe. Dios está
dispuesto a indicarnos qué hacer si confiamos
en Él en cualquier situación (Pr 3.5-6).
I Recordar la fidelidad de Dios. En distintas
ocasiones, al experimentar problemas y angustias
hemos clamados a Él, leído su Palabra, confiado
en sus promesas y Él nos ha ayudado a superar la
adversidad.
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I Observar la valentía de otros creyentes.
Ante grandes desafíos ellos obtuvieron la victoria
porque confiaron en su amparo y fortaleza (Sal
46). Cuando ellos comparten sus experiencias,
sus relatos refuerzan nuestra fe en Dios.
I Hacer la pregunta crítica: ¿Qué sucederá
si no lo hacemos? Toda acción, buena o mala,
tiene consecuencias. Nosotros cosechamos lo
que sembramos, más de lo que sembramos,
después de sembrarlo. Aparentemente es más
fácil rebelarnos contra Dios, pero en última
instancia será demasiado doloroso. Si confiamos
en Él y lo obedecemos Él siempre nos colmará
de bendiciones.
I Tener presente la promesa de Dios: “No
te dejaré ni te desampararé” (He 13.5). Nuestro
Dios omnipotente y amoroso tiene todo a su
disposición para guiarnos y sostenernos a fin de
que seamos “más que vencedores por medio de
aquel que nos amó” (Ro 8.39).
CONCLUSIÓN:
Como humanos, todos somos acosados por
temores reales o imaginarios que pueden
resultar en consecuencias funestas. No obstante,
Dios tiene planes específicos para quienes se
acogen a sus promesas y depositan su confianza
en Él para triunfar en la vida. Estos incluyen
requisitos indispensables para los cuales Él nos
ha capacitado y suplido los elementos necesarios
para cumplirlos.
No dudemos, entonces, que obtendremos la
victoria si dependemos incondicionalmente de
Él, de su Palabra y de la disciplina necesaria
para esforzarnos y ser valientes y lograr hacer
frente a cualquier obstáculo, por formidable
que parezca.
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