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Desde una óptica diferente, que otorga a la invención un status gnoseológico más
elevado, tenemos en cuenta la referencia que hace Carl Hempel, en Filosofía de
la ciencia natural, al relato acerca del descubrimiento de la molécula de benceno
que tuvo como protagonista al químico alemán August Kekule (1829-1896) a
quien en medio de una ensoñación se le presentó la imagen de una serpiente
enlazada por la cola y esa aparición lo condujo a la estructura de la molécula de
benceno. Hempel echa mano a este ejemplo para cuestionar el rol de las
inferencias sistemáticas en los procesos de investigación. “En su intento de
encontrar una solución a su problema, el científico debe dar rienda suelta a su
imaginación, y el curso de su pensamiento creativo puede estar influido por
nociones científicamente discutibles.”(H.34) A pesar de esta consideración positiva
el autor, aclara, inmediatamente el lugar de subordinación que ocuparía la
imaginación en función de la posterior validación de una teoría “Sin embargo, la
objetividad científica queda salvaguardada por el principio de que en la ciencia, si
bien las hipótesis y teorías pueden ser libremente inventadas y propuestas, sólo
pueden ser aceptadas e incorporadas al corpus del conocimiento científico si
resisten la revisión crítica, que comprende, en particular, la comprobación,
mediante cuidadosa observación y experimentación, de las apropiadas
implicaciones contrastadoras.”1
Si cruzamos esta frontera, que significó para el arte la salida del imperio de la
mímesis, y pensamos los indicios metodológicos que nos ofrecen las vanguardias
del siglo XX encontramos algunos relatos reveladores dispersos en la épica
surrealista. En Una ola de sueños, Louis Aragon impugna la teoría del
conocimiento propulsada por el positivismo y su consecuente metodología “ A
estos nadie les hará comprender la verdadera naturaleza de lo real: que no es
más que una relación como cualquier otra, que la esencia de las cosas no está de
ningún modo ligada a su realidad, que hay relaciones diferentes de lo real que el
espíritu puede captar y que son también primordiales, como el azar, la ilusión, lo
fantástico, el sueño”.(Aragon,55) Los métodos propuestos no se postulan como un
medio de alcanzar la verdad sino como el mecanismo inmanente que tienen su fin
en sí mismos. El azar, la ilusión, lo fantástico y el sueño constituyen esa napa de
lo real que se vislumbra por las grietas de lo cotidiano. “Sueños, sueños, sueños,
el dominio de los sueños se expande cada vez más” (55) La proliferación onírica
se abre reclamando su propia consistencia. No se busca la corroboración o la
refutación de una teoría sino la profundización del enigma y la continuidad del
descubrimiento. El sueño no se presenta como para Kekule en camino para
encontrar la verdad sino como la verdad misma.
Leonardo/Breton/Felisberto Hernández
Limón al agua
2
Hempel, Karl, Filosofía de la ciencia natural, Pág. 34,
Cuando se dice algo se genera una existencia que busca echar raíces. El nuevo
ente es capaz de vagabundear sin rumbo durante un tiempo ilimitado. Nosotros
intentaremos seguirlo en su deriva.