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Comportamiento dentro del rango normal: El niño corre en círculos, no se detiene a descansar, se
choca contra objetos o personas y hace preguntas constantemente.
Comportamiento que indica la posible presencia del trastorno por déficit de atención e
hiperactividad o TDAH, tipo hiperactivo-impulsivo: El niño corre por toda la casa, salta y trepa
excesivamente sobre los muebles, no se sienta tranquilo para comer o leer y suele chocarse contra
las cosas.
Niñez mediana (últimos años de la escuela primaria hasta los años de la pre adolescencia)
Comportamiento dentro del rango normal: El niño juega juegos activos durante períodos
prolongados. Ocasionalmente puede hacer cosas de manera impulsiva, particularmente cuando
está entusiasmado.
Comportamiento que indica la posible presencia del TDAH, tipo hiperactivo-impulsivo: El niño
suele hablar e interrumpir, no puede sentarse quieto durante las comidas, suele estar inquieto
cuando mira televisión, hace ruidos molestos y les quita los juguetes u otros objetos a otros niños.
Adolescencia
Comportamiento dentro del rango normal: El adolescente participa en actividades sociales activas
(como bailar) durante períodos prolongados y puede participar en comportamientos peligrosos
con sus compañeros.
Además, los estudios han encontrado una relación directa entre algunos genes y la
hiperactividad. Se han llegado a identificar hasta 7 cromosomas vinculados de forma
significativa con la aparición de este trastorno. Uno de estos se encuentra estrechamente
relacionado con la producción de dopamina a nivel cerebral, un neurotransmisor que
interviene en la regulación del nivel de atención y cuyas concentraciones son
anormalmente bajas en los niños hiperactivos.
2. Alteraciones cerebrales
Una investigación realizada recientemente en el Departamento de Psiquiatría de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, ha encontrado
que el cerebro de los niños hiperactivos madura más lentamente, sobre todo en el
momento de establecer las conexiones neurales. En otras palabras, las conexiones que se
establecen en la red cerebral que controla el pensamiento y la red que le permite al
pequeño concentrarse en las actividades externas, funcionan de manera más lenta que en
el resto de sus coetáneos. Esto explica por qué les resulta tan fácil distraerse y tan difícil
mantener la concentración durante largos períodos de tiempo.
Asimismo, se ha confirmado la existencia de pequeñas lesiones cerebrales en el lóbulo
frontal (el principal encargado de modular el comportamiento), como consecuencia de la
exposición a algunas toxinas o como resultado de un daño físico.
Además, se conoce que el consumo de cocaína y heroína durante el embarazo, así como la
exposición durante la etapa intrauterina a metales como el plomo y el zinc, el bajo peso al
nacer y el nacimiento prematuro son otros factores que pueden provocar hiperactividad
infantil.
4. El medio social
Por lo general, los factores sociales no se consideran determinantes para la aparición de la
hiperactividad en niños pero desempeñan un papel fundamental en la agudización del
trastorno. Hoy se conoce que algunas situaciones, como un divorcio mal manejado, el
estrés familiar o la violencia doméstica pueden incidir negativamente en el niño y
acentuar los síntomas propios de la hiperactividad.
5. La dieta
Varias investigaciones han intentado desvelar el papel que desempeña la alimentación en
la aparición de la hiperactividad infantil. Hoy se conoce que la comida basura (los
alimentos ricos en grasas y azucares que aportan pocos nutrientes) ejerce una influencia
negativa sobre la conducta y puede exacerbar la hiperactividad. Asimismo, se ha
encontrado que una dieta baja en ácidos grasos omega 3, implicados en el desarrollo y el
funcionamiento cerebral, puede contribuir al desarrollo del trastorno.