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El himno nacional del Perú en quechua

Qispichisqam kanchis
wiñaypaq Kananchis wiñaypaq
Ñawpaqtaqa kanchanta,
pakachun, Kanchanta inti
Pisisun willkachasqa munayman
Hanaqchan llaqtanchismi wiñayman
Pisisun willkachasqa munayman
Hanaqchan llaqtanchis wiñayman
Pisisun willkachasqa munayman
Hanaqchan llaqtanchis wiñayman
RIMAY TAKIKUNA
Ñauchillanpi Anti Orqo hapichun
puka, yuraq unanchanchista,
kallpasqata qayaman willachun
wiñaypaqñan, wiñaypaqñan
wiñaypaqñan qespiyqa qosqa.
Llantullanpi kawsasun thaq nisqa,
Orqomanta Inti paqarpitaq
hatun sullullchayta yupapasun
Chaskichuntaq Jacobpa apun.
Chaskichuntaq Jacobpa apun.
Qispichisqam kanchis
wiñaypaq Kananchis wiñaypaq
Ñawpaqtaqa kanchanta,
pakachun, Kanchanta inti
Pisisun willkachasqa munayman
Hanaqchan llaqtanchismi wiñayman
Pisisun willkachasqa munayman
Hanaqchan llaqtanchis wiñayman
Pisisun willkachasqa munayman
Hanaqchan llaqtanchis wiñayman
¡kausachun Perú!
los Cuatro Suyos
El expresidente Alejandro Toledo está perdido si insiste, a manera de defensa
ante los gravísimos cargos que se le imputan, en que su situación jurídica es
producto de una venganza de sus “enemigos tradicionales” por haber liderado
la llamada Marcha de los Cuatro Suyos, una movilización que llegó al Centro
de Lima el 28 de julio de 2000 y que pudo ser importante en su momento,
pero que en verdad en poco o nada contribuyó a la caída de Alberto Fujimori
y su socio Vladimiro Montesinos.

Para los que tienen poca memoria, habría que recordarles que, al día siguiente
de la Marcha de los Cuatro Suyos, Fujimori y su gabinete, encabezado por
Federico Salas, estaban al frente de las riendas del país mientras el “Doc”
seguía en el SIN como si nada; y que el corrupto régimen se desplomó recién
mes y medio después, cuando ya nadie hablaba de Toledo y su movilización,
con la difusión del video en que Montesinos aparecía sobornando al
congresista tránsfuga Alberto Kouri.

Es más, el 31 de agosto de 2000, a un mes de la marcha que según Toledo se


trajo abajo a la dictadura, Fujimori fue recibido con todos los honores en
Brasilia, adonde fue a participar en la Reunión de Presidentes de América del
Sur al lado de 12 gobernantes, entre ellos el anfitrión Henrique Cardoso, Hugo
Banzer (Bolivia), Ricardo Lagos (Chile), Hugo Chávez (Venezuela) y Andrés
Pastrana (Colombia). Lo recuerdo muy bien porque estuve ahí como reportero
cubriendo ese evento, que dio pie a lo que hoy es la Unasur.

Lejos de insistir en el mito de que la Marcha de los Cuatro Suyos se tumbó a


la dictadura, lo que debería hacer Toledo es dejar de lado los lugares comunes,
los gestos de “indignación” y explicar, si es que insiste en su inocencia, que
nada tiene que ver con las confesiones de Jorge Barata y los depósitos en las
cuentas del amigo Joseph Maiman, quien coincidentemente “prestó” plata al
expresidente para la casa de Las Casuarinas, la oficina de Torre Omega y el
pago de las hipotecas de Camacho y Punta Sal.
El expresidente Toledo la tiene complicada, pero peor será si insiste en sus
historias de que sufre “persecución política” porque es el “héroe” de la
democracia y la lucha contra los corruptos. Eso ya estuvo bueno para los
incautos durante las campañas presidenciales, la que ganó y las que perdió.
Hoy la lucha es más dura, pues las evidencias son contundentes y no de ahora.
Recordemos el caso Ecoteva, que ya puso al líder chakano contra las cuerdas.
Las confesiones de Barata son apenas el tiro de gracia.

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