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La oración de Pablo

* Dr. Andrés Omar Ayala

"En la Unidad cada uno se realizará; en el conocimiento se purificará de la multiplicidad en la Unidad, consumiendo la materia en sí mismo, como
una llama, y la oscuridad por la luz y la muerte por la vida. Si estas cosas verdaderamente han sobrevenido a cada uno de nosotros, debemos vigilar
sobre todo para que la morada sea santa y esté en silencio para la Unidad."
Evangelio de la Verdad, 19

Los códices de Nag Hammadi están escritos en copto, aunque la mayor parte de las obras originales
estaban probablemente escritas griego. Los manuscritos datan del siglo III y el siglo IV. Los códices
de Nag Hammadi se encuentran en la actualidad en el Museo Copto de El Cairo, Egipto.
Sobre la portada del Codex Jung (códice I) de la biblioteca de Nag Hammadi, se encuentra el texto
pseudoepígrafo de una oración gnóstica de marcado perfil valentiniano atribuida al apóstol Pablo.
Su estilo, forma y contenido es muy diferente de las oraciones atribuidas a Pablo en los escritos
canónicos del Nuevo Testamento.
Al manuscrito presente en el Codex Jung le faltan, aparentemente, dos líneas al principio; pero hay
dos manuscritos datados en el siglo XI en el monasterio copto de San Pacomio que contienen el
mismo texto sin lagunas.
De acuerdo a Valentino, existen enseñanzas esotéricas que se originan en Jesús que fueron
transmitidas en secreto. Cuando Jesús hablaba en público lo hacía a través de parábolas que no
expresaban su enseñanza completa. Él solamente transmitió sus enseñanzas secretas a sus discípulos
en privado. El se refería a esto cuando dijo: “A ustedes les he explicado los secretos acerca del
reino de Dios. Pero a los demás sólo les enseño por medio de ejemplos. Así, aunque miren, no
verán, y aunque oigan, no entenderán.” (Lucas 8.10) De modo semejante sucedió cuando Saulo se
encontró con el Señor Resucitado en una visión (2 Corintios 12.2-4; Hechos 9.9-10), él recibió la
enseñanza secreta directamente. Valentino dice haber conocido este secreto de Teudas.
De acuerdo con Valentino, esta tradición secreta es la llave esencial para entender completamente
el mensaje de Jesús. Uno de sus seguidores lo pone en estas palabras: “Las Escrituras son
ambiguas y la Verdad no puede ser extraída de ellas por quienes no conocen la tradición.” Los
valentinianos decían que las enseñanzas secretas tienen sentido solo para aquellos que son
espiritualmente maduros: si una persona las recibe y no está preparada, parecen cosas sin sentido
“porque su valor puede ser juzgado solo desde una base espiritual” (1 Corintios 2.14). De acuerdo
con la tradición valentiniana, Pablo y los otros apóstoles revelaron estas enseñanzas solo a aquellos
que eran “espiritualmente maduros” (1 Corintios 2.6)
Oración del Maestro Saulo.
Paz.
[Divino Propator, infúndeme] tu luz, ¡dame tu piedad! Mi redentor, sálvame, porque soy tuyo: el
que ha surgido de ti. ¡Eres mi mente; llévame! ¡Eres mi casa de tesoros; ábrela para mí! ¡Eres mi
plenitud; condúceme a ti! Eres mi reposo; dame lo perfecto inalcanzable!

Te invoco, a ti que eres y que eras, en el nombre sobre todo nombre, por Jesús el Cristo, el Señor de
señores, el Rey de los siglos; dame tus dones -no te arrepentirás- a través del Hijo del hombre, el
Espíritu, el Paráclito de la verdad. Dame la autoridad cuando te la pida; dame salud para mi
cuerpo cuando te la pida por medio de los mensajeros de la buena noticia, y salva mi eterna alma
luminosa y mi espíritu. Y el primogénito del Pléroma de la gracia - ¡revélalo a mi mente!
Concédeme lo que ningún ojo de ángel ha visto ni oído de gobernante ha escuchado, y lo que no ha
entrado en corazón humano, y que llegó a ser angelical y modelado a imagen del Dios psíquico,
cuando fue formado en el principio, pues tengo fe y esperanza. Y pon sobre mí a tu Amado, el
Elegido, y la Grandeza bendita, el Primogénito, el Primer existente, y el maravilloso Misterio de tu
casa; porque tuyo es el poder y la gloria y la alabanza y la grandeza por siempre. Amén.

El Cristo sea bendito.

La Oración es dirigida al Padre de las Luces, el divino Propator que, en la teología valentiniana es el
Dios absoluto, el Uno, muy por encima de las esferas de los Mundos y no identificado con el
Demiurgo creador de esta realidad presente y su orden de las cosas. Dios es Espíritu omnipresente:
es la Mente Una y Perfecta.

La Mente Infinita es Inteligencia Perfecta, es decir, es Sabiduría, es Conocimiento y es


Entendimiento, que se manifiesta, en mayor o menor grado, en todas partes como: Propósito, Ley y
Orden del Universo.

El entendimiento cíclico del Universo se evidencia en la súplica a aquel que trasciende los Eones, y
habita en la eternidad. Para la percepción ilusoria y fragmentada de los sentidos, eternidad es un
tiempo sin fin; sin embargo, esa percepción es la del Eón. La eternidad es la liberación del tiempo,
tanto físico (la secuencia) como psicológico (el peso del pasado, la fugacidad del presente, y la
angustia del futuro).

La purificación es el don del conocimiento que desmantela la multiplicidad, revela la falsedad de la


aparente dualidad y por eso es posible consumir la propia materia y transformar la muerte en vida.
Esa unificación abre las puertas del Pléroma – la eterna plenitud – que no es un cielo etéreo, sino el
estado bienaventuranza aquí y ahora. La unidad real no viene por la fuerza de voluntad, sino por
medio del conocimiento (gnosis) de la ausencia de todo opuesto, ya que la unidad subyacente es la
existencia desnuda y cualquier limitación no es más que un espejismo.

Lo que “ningún ojo de ángel ha visto” es la unidad con la gloria del Propator, la visión
bienaventurada del Pléroma. Se oyen aquí ecos de Isaías 64.4 y 1 Corintios 2.9; la diferencia clave
es: Isaías dice espera, 1 Corintios 2.9 dice aman. Por lo tanto amar a Dios es esperarle: esperar a
Dios es oír sus palabras que enseñan, convencen, animan, y guían — eso es amar a Dios, entrar en
su conocimiento.

La entrada al Pléroma se realiza al ser revestido del Cristo, el Amado, el Elegido. El Cristo al que se
refiere el texto no es una persona concreta, sino un principio eterno emanado del Propator, el Padre
de las Luces. Jesús expresó plenamente el potencial divino y buscó demostrar a la humanidad cómo
expresarlo. Jesús es visto entonces como el gran maestro de las verdades universales y como el
Señalador del Camino. El término “Cristo” se refiere a la divinidad de toda la raza humana. Jesús
es el gran ejemplo del Cristo en expresión.

* Doctor en Teología, Doctor en Divinidad, Licenciado en Filosofía, Psicoterapeuta Transpersonal. Es profesor de Teología y Filosofía, y disertante
invitado en diversos institutos de formación teológica y religiosa.

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