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Casanova - Spivak
Casanova - Spivak
- 2006 -
Pascale Casanova
1 Este es un trabajo en curso; sólo busco insistir acerca de la función particular de la traducción, teniendo en
cuenta la diferencia entre el capital lingüístico y el capital propiamente literario, y la especificidad de las
transferencias de este último.
2 Ver James Holmes, José Lambert, Raymond Van den Broeck (bajo la dirección de), Literature and Translation,
New Perspectives in Literary Studies, Lovaina, Bélgica, Acco, 1978; Henri Meschonnic, Pour la poétique, t. II,
Poétique de la traduction, París, Gallimard, 1973; Poétique du traduire, Lagrasse-Verdier, 1999; Jean-René
Ladmiral, Traduire : théorèmes pour la traduction, París, Payot, 1979.
2
3 Fernand Braudel, Civilisation matérielle, économie et capitalisme, t. III, Le Temps du monde, París, Armand
Colin, 1979, p. 9. (Versión castellana: Civilización material, economía y capitalismo. Siglos XVI-XVIII,
Traducción de Isabel Pérez Villanueva y presentación de Felipe Ruiz Martín. México: Alianza Editorial, 3 vols.,
1984.)
3
4 Ver, en especial, Abram de Swaan, “The emergent World Language System”, Internacional Political Science
Review, vol. 14, N° 3, julio 1993. Ver también, del mismo autor, Worlds of the World: The Global Language
System, Cambridge, Polity Press, 2001.
5 Pascale Casanova, La République mondiale des lettres, París, Le Seuil, 1999. (Versión castellana: La república
codificada.
5
hacia una lengua dominada (caso muy raro). Aquí nos interesarán los dos primeros
casos; debido a la inconmensurabilidad de lo que está en juego y, por lo tanto, de su
significación en el mercado literario mundial, no se los puede confundir y se los
debe analizar en términos totalmente distintos.
12 Véase Antoine Berman, L’Épreuve de l’étranger, Culture et traduction dans l’Allemagne romantique, París,
Gallimard, 1984, p. 29.
13 Hay que comprender en la misma lógica las traducciones africanas de Shakespeare, en especial las que fueron
propuestas en swahili por Julius Nyerere, ex presidente de la república de Tanzania (Julio César [1963] y El
mercader de Venecia [1969]). Ver Pius Ngandu Nkashama, Littérature et écritures en langues africaines, París,
L’Harmattan, 1992, p. 339-350.
14 Friedrich Schleiermacher, Uber die verschiedenen Methoden des Übersetzens - Des différentes méthodes de
traduire, París, Le Seuil, 1999, p. 91 (traducido al francés por Antoine Berman). El subrayado es propio.
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15 Wilhelm von Humboldt, Sur la traduction. Partie centrale de l’Introduction à l’Agamenon d’Eschyle, París, Le
Seuil, 2000 (traducido por D. Thouard).
16 Wilhelm von Humboldt, Sur la traduction. Partie centrale de l’Introduction à l’Agamenon d’Eschyle, París, Le
griegos, y para eso, teorizar sobre lo que debía ser la “verdadera traducción”. La
teoría alemana de la traducción y la práctica que surge de ella, están fundadas, en la
realidad, en una oposición término a término con la tradición francesa en este
ámbito. En efecto, en la misma época, en Francia se traduce sin la menor
preocupación por la fidelidad; la posición dominante de la literatura y la lengua
francesas incita a los traductores a incorporar los textos adaptándolos a su propia
estética o a sus categorías de pensamiento. “¿Quién pretendería afirmar que algo de
las lenguas antiguas y germánicas se haya traducido jamás al francés?”,20 lanza
Schleiermacher. Y Schlegel agrega: “Es como si ellos [los franceses] casi desearan
que cada extranjero, en su casa, se comportara y se vistiese según sus costumbres, lo
que lleva a que no conozcan jamás verdaderos extranjeros.”21 “En los sentimientos,
en los pensamientos y hasta en los objetos, el francés procede como en las palabras
extranjeras que adapta a su habla: para cada fruto extranjero, exige un sucedáneo
que haya crecido en su propio suelo”.22
En Alemania, para oponerse a esta tradición, se teorizará entonces sobre el
principio de la “fidelidad”: “Si la traducción debiera permitir a la lengua y al
espíritu de la nación apropiarse de lo que ella no posee […] la primera exigencia
sería entonces una pura y simple fidelidad”,23 afirma Humboldt. Contra el
“afrancesamiento” de los textos, o sea, su reducción a categorías estéticas que se
pretenden universales, los alemanes preconizan la “fidelidad”, es decir, la verdad
objetiva, la referencia fiable al original. En otros términos, garantizan la
conformidad del texto de llegada con el texto de partida, contribuyendo así a que el
alemán sea la única lengua de referencia, es decir, después del francés del siglo
XVIII, el nuevo “latín de los modernos”. La lengua alemana se encuentra entonces
en el momento en que su inmenso programa de traducción está en marcha y
pretende el título de nueva lengua universal.
Así es como se desarrolla la idea de una acumulación real y objetiva de capital
literario y de capital lingüístico-literario entre los intelectuales alemanes. Goethe
escribe: “Con total independencia de nuestras propias producciones, ya hemos
alcanzado un grado de cultura más elevado, gracias a la plena apropiación de lo que
nos es extranjero”.24 Walter Benjamín mismo, en Der Begriff der Kunstkritik in der
deutschen Romantik, escribe a posteriori, como si se tratara de una evidencia: “La obra
romántica durable de los románticos consiste en haber anexado a la literatura
alemana formas artísticas romanas. Su esfuerzo estaba dirigido, con plena
consciencia, hacia la apropiación, el desarrollo y la purificación de esas formas”.25 A
esta operación de simple acumulación de capital en los periodos de fundación
nacional y política, hay que agregar una operación de “aceleración temporal” en
muchos espacios dominados que, por tener mayor antigüedad, están bipolarizados.
En esos campos, a menudo europeos (es decir, dominados entre los dominantes), las
20 Ibid.
21 A. W. Schlegel, Geschichte der klassichen Literatur, Stutgart, Kohlhammer, 1964, p. 17.
22 Johann Wolfgang von Goethe, “Ubersetzungen”, Noten und Abhandlungen zu besserem Verständnis des West-
26 En el campo alemán de fines del siglo XVIII, A. W. Schlegel domina a la perfección las principales lenguas
europeas modernas, el griego, el latín, el francés medieval, el alemán antiguo, las lenguas de oc y el sánscrito.
Tradujo a Shakespeare, Dante, Petrarca, Boccaccio, Calderón y Ariosto, así como a muchos poetas italianos.
27 Ver Hidehiro Tachibana, “Les chants de Maldoror et le modernisme japonais — en torno de Daigaku
Horiguchi”, Lautréamont en Japón o Los cantos de Maldoror y la cultura de la posguerra, Cahier Lautréamont,
Entregas LII y LIII (primer semestre 2000), p. 18-42, AAPPFID. La traducción de Ouvert la nuit de Paul
Morand, por Daigaku Horiguchi se publica en 1924. Luego su gran selección de poesía francesa, Figures au
claire de lune, que contenía trescientos cuarenta poemas de sesenta y seis poetas, que apareció en 1925. Entre
otros, se encuentran los nombres de Valéry, Mallarmé, Verlaine, Gourmont, Régnier, Laforgue, Apollinaire,
Claudel, Fort, Moréas, Louÿs, Max-Jakob, Cocteau, Reverdy, Soupault, Picabia, Éluard, etc.
28 Dezsö Kostolnyi es además el autor de un relato muy irónico titulado Le Traducteur cleptomane, París, Viviane
Hamy, 1994.
29 Xiandai xiaoshuo jiqiao chutan, Canton, Huacheng chubanshe, 1981.
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30 Sin embargo, algunos fueron traducidos y circularon en forma clandestina. La traducción literaria en China,
marginalizada durante mucho tiempo, fue calificada por el escritor Beidao como “revolución silenciosa”. Ver
Beidao, “La traduction, une révolution silencieuse”. Littératures d’Extrème-Orient au XXe siècle, París, Picquier,
1993, p. 125-131.
31 Ver Noel Dutrait, “L’irrésistible poids du réel dans la fiction chinoise contemporaine”, Littérature chinoise —
Le passé et l’écriture contemporaine, Annie Curien y Jin Siyan (bajo la dirección de), Maison de sciences et
l’homme, París, 2001, p. 35-44. Ver también Annie Curien, “Regards d’écrivains chinois contemporains sur la
littérature française du XXe siècle”, France-Asie — Un siècle d’échanges littéraires, Muriel Détrie (bajo la
dirección de), París, You Feng, 2001, p. 275-284.
32 Ver Pierre Bourdieu, “[…] tanto en el espacio del campo artístico como en el espacio social, las distancias
entre los estilos o los estilos de vida se miden siempre mejor en términos de tiempo”, Les Règles de l’art, París,
Le Seuil, 1992, p. 226. (Versión castellana: Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario,
traducción de Thomas Kauf. 4ª. ed., Barcelona, Anagrama, 2002.)
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33 Henrik Stangerup, Le Séducteur, París, Mazarine, 1987 (Traducido al francés por E. Eydoux).
34 Antonio Candido, Littérature et sous-développement. L’endroit et l’envers, traducido al francés por Jacques
Thiériot, París, Anne-Marie Métailié-Unesco, 1995, p. 236. (Versión castellana: Literatura y subdesarrollo, en
América Latina en su literatura (coord. e introducción César Fernández Moreno), México, Siglo XXI editores,
1972.)
35 Max Daireaux, Littérature hispano-américaine, París, Kra, Coll. “Panorama des Littératures contemporaines”,
1930, p. 32.
36 Ibid.
37 Witold Gombrowicz, Journal Paris-Berlin — 1963-1964, t. III bis, París, Christian Bourgois, 1968, p. 55-56
por A. Chatelin).
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39 Ver Roman Jakobson, La poésie moderne russe, apunte I, Praga, 1921, p. 11: “El objeto de la ciencia literaria
no es la literatura, sino la literariedad (literaturnost), es decir, lo que hace de una obra dada una obra literaria.”
Ver B. Eikhenbaum, “La théorie de la ‘méthode formelle”, Théorie de la littérature — Textes des formalistes
russes réunis, présentés et traduits par Tzvetan Todorov, París, Le Seuil, 1965. (Versión castellana: Boris
Eikhenbaum, La teoría del método formal, en E. Volek, Antología del formalismo ruso y el grupo de Bajtín ,
Madrid, Fundamentos, 1992).
40 Y luego, a reforzar el polo autónomo del campo mundial.
41 Sadegh Hedayat, La chouette aveugle, París, José Corti, 1950 (traducido al francés por R. Lescot).
42 Por ejemplo, ver Maarten Steenmeijer, De Spaanse en Spaans-Amerikaanse Literatur in Nederland, 1946-
1985, Mulderberg, Coutinho, 1989, que muestra (en particular nota 16, p. 91) que la traducción francesa de los
autores latinoamericanos en francés desempeñó un papel predominante para su reconocimiento en Alemania, en
Italia, en Estados Unidos y en los Países Bajos (referencia amablemente proporcionada por J. Heilbron).
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Así, la consagración internacional del irlandés James Joyce —la traducción del
Ulises, supervisada por Valéry Larbaud y publicada en París por Adrienne Monnier
en 1929, le permitió escapar a diversas censuras y persecuciones morales de las que
era objeto en casi todas las capitales del ambiente lingüístico inglés y llegar a ser uno
de los grandes escritores de la modernidad—, constituyó una consagración por sí
misma; del praguense Franz Kafka mismo, completamente desconocido a fines de la
década del 20, cuya traducción francesa (y especialmente la de La Metamorfosis en
1928 en la NRF) constituyó la primera etapa de un proceso de universalización y de
canonización póstuma; del nigeriano Amos Tutuola (traducido del “pidgin english”
por Raymond Queneau);43 del mexicano Juan Rulfo; del austríaco Thomas Bernhard;
del yugoslavo Danilo Kis, etc., todos escritores salidos de campos literarios
dominados, son el producto inmediato y directo de su traducción a alguna de las
grandes lenguas literarias. Asimismo, el reconocimiento ganado por los
estadounidenses Henry Miller, John Hawkes o Paul Auster, o por el inglés Malcolm
Lawry,44 escritores especialmente dominados en los campos literariamente
dominantes, está directamente relacionado a su traducción-consagración parisina.
Definir la traducción de los autores dominados como una consagración
específica permite resolver toda una serie de problemas engendrados por la creencia
en la simetría en las operaciones de traducción. Si la traducción puede ser descrita
como una operación por la que un texto llegado de un país literariamente pobre
logra imponerse como literario ante instancias legítimas, se puede entonces integrar
a la categoría “traducción” toda una serie de estrategias que aspiran a facilitar el
pasaje de la frontera literaria: autotraducción, transcripción, escritura directa en la
lengua dominante, transformaciones léxicas de la lengua dominante, doble
traducción simétrica, etc. De este modo, la traslación lingüística ya no sería más que
una de las “traducciones” posibles, es decir, una de las estrategias lingüístico-
literarias desarrolladas por los dominados en su lucha por la legitimidad.
Estos diversos modos de acceso al reconocimiento literario, suerte de continuum
de soluciones que permiten escapar de la indigencia y la invisibilidad literarias, son
indisociables unos de otros, no existe una frontera que los separe verdaderamente,
un mismo escritor puede utilizarlos en momentos diferentes de su proceso de
consagración. Así, en el itinerario de numerosos escritores es posible señalar todas
las etapas de su consagración progresiva, todos los grados y todos los posibles de la
transformación de los textos.
También se pueden comprender todas estas soluciones a la dependencia, que
ponen al traductor en competencia con el autor o que permitirían anularlo, como
una serie de estrategias de los autores para no depender completamente de lo
43 Amos Tutuola, L’Ivrogne dans la brousse, París, Gallimard, 1953 (traducido por R. Queneau). (Versión
castellana: El bebedor de vino de palma, traducción y notas por Teodoro H. Martín, Gijón, Júcar, 1974.)
44 Malcolm Lowry, Au-dessous du volcan, París, Le Club francais du livre - Le Chemin de la vie, 1959. El libro
había tenido cierto éxito en Estados Unidos, un éxito equívoco, ya que no se había vendido como obra literaria,
sino como una “historia de un alcohólico”, al mismo tiempo que otra novela, The lost Week-End, verdadera
confesión de un alcohólico. Fue entonces la traducción francesa la que lo convirtió en un éxito literario. (Versión
castellana: Bajo el volcán, Introducción, traducción y notas de Andrés Vázquez de Prada, Barcelona, Editorial
Bruguera, 1984.)
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45 De lo que hay que imaginarse como un continuum de estrategias muy refinadas, aquí sólo extraigo algunas
posturas y algunas de las soluciones más representativas.
46 Vladimir Nabokov, carta a Hutchinson &Co., 22 de mayo de 1935, citada por Brian Boyd, Vladimir Nabokov,
t. 1, Les Années russes, París, Gallimard, 1992, p. 427 (traducción al francés de P. Delamare).
47 París, Adrienne Monnier, 1929.
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48 Es evidente que la autotraducción no tiene el mismo sentido cuando es realizada por un escritor dominado, que
escribe en una lengua dominada entre los dominantes, y por un escritor originario de un imperio colonial: el tipo
de dominación que supone no es la misma, pero la estrategia sí es la misma.
49 Zulu poems, Londres, 1970; The ancestors and the Sacred Mountains, Londres, 1982.
50 Inferno fue publicada por Mercure de France en 1898. (Versión castellana: Infierno, presentada por Josep
52 Alain Ricard, Littératures d’Affrique noire. Des langues aux livres, París, CNRS-Kartala, 1995, en especial p.
151-172.
53 Les Cahiers de barbarie, 1935.
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La traducción del Ulises de Joyce, supervisada por Larbaud, fue por sí misma
una inmensa consagración. Es más, el nombre y el prestigio de Valéry Larbaud
como descubridor-consagrador-traductor eran tan grandes que cuando descubre
con entusiasmo los primeros episodios del libro publicados en The Little Review, su
sola proposición (en 1921) de llevar a cabo una traducción del Ulises, provoca por un
lado la decisión de Sylvia Beach de transformar Shakespeare and Company en editorial
con el solo fin de publicar Ulises en versión original y por otro lado la decisión de
Adrienne Monnier de editar la traducción francesa. A pesar del gran renombre del
que gozaba Joyce en los medios literarios anglosajones —en especial entre los
exiliados estadounidenses en París—, a principios de la década de 1920 se
encontraba ante la imposibilidad de publicar su novela, sus textos eran
considerados escandalosos y editados por pequeñas editoriales que se topaban con
la censura británica y estadounidense. Los números de The Little Review, donde el
Ulises aparecía en episodios, eran regularmente secuestrados y quemados por
obscenos, hasta que el secretario de la New York Society for the Prevention of Vice
logró que la publicación fuera definitivamente prohibida.57 La sola designación de
un texto como "debe ser traducido" por parte de un gran consagrador alcanza para
consagrarlo como gran texto literario.
Por esta razón, también puede suceder que cuando el traductor es él mismo
muy consagrado, la consagración de un autor sea tan eficaz que permite el amplio
reconocimiento de todo un campo literario, y, por lo tanto, el desplazamiento del
conjunto de un campo nacional a la estructura mundial. Por ejemplo, en el momento
de su descubrimiento del Ulises de Joyce y antes de la etapa de la traducción, Valéry
Larbaud escribió: “Su obra es para Irlanda lo que la obra de Ibsen fue en su tiempo
para Noruega, la de Strindberg para Suecia, la de Nietzsche para la Alemania del
siglo XIX […] En resumen, puede decirse que con la obra de James Joyce, y en
particular esta obra que pronto aparecerá en París,58 Irlanda hace una entrada
triunfal en la alta literatura europea”.59
A la inversa, cuando el traductor es poco dotado o carece de capital específico,
es decir, dotado de poco potencial de consagración, la operación de intercambio de
capital es transferida a otros mediadores más dotados (autores de prefacios,
analistas, críticos prestigiosos, etc.). En este caso, como la traducción ya no
representa más que la acumulación inicial del capital necesario, el traductor debe ser
reemplazado por otros protagonistas del espacio literario en el que el número y el
encadenamiento dependen, en primer lugar, de la posición del traductor; en
segundo, del grado de legitimidad inicial conferido por la traducción misma y, por
último, de su lugar de publicación.
En este sentido, el caso de Kafka es ejemplar: en 1928, cuando era un
desconocido en París, se traduce La Metamorfosis en la NRF. El traductor, Alexandre
Vialatte, también es entonces prácticamente un desconocido. Bernard Groethuysen,
57 Ver “Ulysse: note sur l’histoire du texte”, James Joyce, OEuvres complètes, t. II, París, Gallimard, col.
“Bibliothèque de la Pléiade”, 1995, p. 1030-1033.
58 Hace alusión a la edición del Ulises en lengua inglesa, que aparece entonces en París publicado por Sylvia
Beach.
59 Valéry Larbaud, Ce vice impune, la lecture. Domaine anglais, París, Gallimard, 1936, p. 233-234.
20
visión del vacío, traducción de Enrique Sordo, Barcelona, Seix Barral, 1985.)
64 La NRF, julio de 1939, repetido en Situations, t. I, París, Gallimard, 1947, p. 65-75.
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