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Parashat || Beshalaj || El Libro de Shemot

Shabat Shirá, la canción de toda la Creación


Extraído de Nosotros y el Tiempo, de Eliahu Kitov

Shabat Shirá
El Shabat en el cual se lee la sección de Beshaláj (Exodo 13:17 17:16) se
denomina Shabat Shirá -Shabat del Cántico- porque en ella encontramos la
shirá que Israel entonó luego de la partición del Iam Suf.
Además de la shirá, la sección contiene varios otros temas: el Exodo de Egipto,
el milagro de la partición del mar, los estatutos y leyes dados al acampar
en Mará, el milagro de la caída del maná, la aparición del manantial que
proveyó de agua al pueblo, y la guerra contra Amalék. No obstante, el tema de
la shirá fue el que el pueblo judío eligió especialmente para designar a este
Shabat, pues ella posee la particularidad de que cada vez que el pueblo de
Israel la recita en el curso de las generaciones, es como si lo hiciera por
primera vez. ¿A qué se debe esto?

Todos los otros pasajes de la Torá fueron dichos por Di s mientras Israel
escuchaba, pero esta shirá la entonaba Israel, y Di-s, junto a todas Sus huestes
celestiales, escuchaban lo que aquellos decían. En ese momento el alma de
Israel se elevó al máximo nivel de exaltación, y su corazón se transformó en un
manantial del cual fluía Torá. El sonido de su voz era como el sonido de Di-s. Y
más aún, este cántico de Torá que manaba desde su interior precedió a la Torá
que escucharon del Todopoderoso en el Monte Sinaí.

La fuerza de la shirá que entonaron en aquel entonces hizo que el júbilo y la


canción se implantaran en los corazones judíos hasta el fin de las
generaciones, y toda vez que el pueblo es librado de sus enemigos y rescatado
de sus tribulaciones, su corazón se inspira para entonar cánticos y alabanzas a
Di-s, Su salvador, en vez de vanagloriarse en razón de su propia
perseverancia. La shirá comienza con las palabras: ...y hablaron
diciendo (Exodo 15:1); es decir, la canción que «hablaron» entonces les
posibilitó continuar «diciendo» en todas las generaciones.

El pueblo judío entonó esta shirá motivado por una fe plena, y no simplemente
a causa del asombro ante tantos milagros y maravillas, pues la impresión
momentánea es transitoria, en tanto que la fe y la creencia quedan grabadas
en el corazón y perduran por siempre. El pueblo de Israel no comenzó a cantar
sino después de haber reconocido que el cautiverio y la aflicción sufridos, y la
prueba y purificación a la que sería sometido en el futuro, son, todas, señales
del eterno amor y benevolencia de Di s hacia ellos. Israel comprendió en ese
momento que no existe alegría ni vida genuina si ésta no se basa en la fe en Di
s, como expresan los versículos: ...y júbilo para los rectos de corazón (Salmos
97:11); y el justo por su fe vivirá (Habakuk 2:4). Asimismo encontramos en las
palabras de la shirá: Y creyeron en Di-s y en Moshé, Su servidor… entonces
Moshé y los Hijos de Israel entonaron este cántico… (Exodo 14:31 15:1).

La shirá cantada junto al mar fue vocalizada en el momento adecuado; en el


preciso instante en que todas las Huestes Celestiales y toda criatura terrenal
estaba colmada de alabanzas hacia Di s, expresando Su grandeza y dominio.
Fue entonces, cuando la gloria de Su soberanía saturó el mundo, que Israel
irrumpió en cántico, como está escrito: Entonces Moshé y los Hijos de Israel
entonaron… (ibíd.). «Entonces» – en ese preciso instante, ni antes ni después.
Si hubieran demorado su shirá, el resto del universo no habría respondido con
su propio canto, pues la impresión de lo acontecido ya se habría disipado. Si
hubieran entonado su shirá antes, cuando abandonaron Egipto, se les habría
dicho: «Agradeced al Faraón por haberos liberado, pero tened en cuenta que
él, sus ejércitos, y todo su poderío, aún existen y vosotros estáis perdidos en el
desierto». Pero ahora que todos los caballos, carros, jinetes y ejércitos del
Faraón fueron ahogados en el mar y había sido despojado de su fuerza y
orgullo, éste era el momento apropiado para la shirá; como expresa el
versículo: Cantaré a Di s pues El es grandemente ensalzado, arrojó al mar al
caballo y a su jinete (ibíd. 15:2). …Di-s reinará por siempre jamás (ibíd. 15:18).

La canción de toda la creación, de boca de Israel

Cantaré a Di s – sólo a El, ¡porque no hay otro fuera de El!


Pues El es grandemente ensalzado – sólo El es exaltado con desmesurado
orgullo. No así el hombre, cuyo orgullo lo degrada. Aunque pretenda elevarse a
los cielos, termina descendiendo al abismo.

Al caballo – símbolo de fuerza y poder entre las criaturas de la tierra…


y a su jinete – el hombre que se enorgullece por su dominio sobre las fuerzas
de la Creación. Pero, ¿quién es el hombre y qué es su orgullo, vano orgullo,
frente a la fuerza de una de las creaciones de Di-s, el poder del mar
embravecido?

Arrojó al mar – El ha arrojado al hombre junto con su orgullo al mar, como


quien alza un objeto liviano y lo lanza hacia abajo nuevamente [esto explica las
diferentes expresiones utilizadas en hebreo: ramá baiám, literalmente «los
levantó en el mar», y iará baiám – «los lanzó (hundió) en el mar»].

¿Qué representa la fuerza del mar embravecido, con sus poderosas olas, en la
presencia de los amados hijos de Di s? Aunque las profundidades del océano
emergen y hierven amenazando con inundar toda la creación, un mero soplo
surge de Sus narices e inmediatamente las aguas se apilaron – como si fueran
arena y no agua, y
las corrientes que fluían quedaron erectas como una pared – como si fueran
bloques de hielo y no hirvientes corrientes de agua.

Las aguas profundas se congelaron en el corazón del mar – las profundidades


del mar no se secaron, sino que continuaron fluyendo como lo habían hecho
desde la Creación, pero cuando alcanzaban el nivel de los pies de aquellos
amados por Di-s, ahí se congelaban, en el corazón del mar.

Eliahu Kitov

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