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BOLETÍN

DE LA
ACEDMIA NACIONAL DE HISTORIA
VOL. XVIII QUITO, JULIO – DICIEMBRE DE 1939 NUM. 54

LAS RUINAS DE COCHASQUI


La región de Cochasquí se halla situada en la parte alta de las faldas del Sur del
Mojanda, que caen, en suave descenso, desde una altura aproximada de 4.000 metros
sobre el mar, al lecho profundo del río Guayllabamba que se halla de 2.00 a 2.300
metros. Delante de Cochasquí, el campo es muy abierto y casi debería distinguirse
desde Quito.

El descenso lento de Cochasquí al Guayllabamba está interrumpido por la


profunda quebrada del río Pisque que corre por las faldas del Mojanda, del Este al
Oeste.

Un camino de herradura, que se conserva siempre a la altura de 2800 a 2900


metros, cruza toda esta falda del Mojanda, entre Tabacundo y Malchinguí.
Antiguamente descendía otro camino que venía de la región de Otavalo por el Mojanda
y, tocando Cochasquí, tomaba la dirección de Quito.

En varios puntos de aquella región alta, hay todavía pequeños grupos de tolas
del tiempo antiguo, como en las vecindades de Tocachi y cerca de Malchinguí; pero,
casi todas carecen de importancia. Cochasquí se halla a 2.875 metros de altura, y sólo
a unos 200 metros más arriba de dicha hacienda, o sea en alturas de 2.900 a 3.100
metros sobre el mar, el viajero que va de Malchinguí a Tabacundo, puede observar un
terreno más grande, sembrado de unas 20 a 30 tolas situadas a los dos lados del camino.

Estas tolas forman dos grupos algo separados uno de otro, pero que se tocan en
el medio. El grupo Sur se compone de unas 20 tolas del tipo común piramidal, de 5 a
12 metros de altura, que se encuentran diseminadas en la pampa. En el terreno medio,
ocupado por estas tolas, hay un campo grande, de 4 hectáreas o más, sembrado de
innumerables fragmentos cerámicos. Este lugar ha de haber sido habitado por gente
común y al mismo tiempo, ha de haber sido su cementerio ya que en aquellos tiempos
era costumbre enterrar a los muertos bajo las habitaciones de los vivos. (Véase la
Fotog. N°. 1)
Mas arriba del grupo mencionado, en alturas de 3.000 a 3.100 metros sobre el
nivel del mar, hay otro grupo de unas siete tolas muy grandes, todas rectangulares o
levemente romboides, generalmente provisto de grandes rampas hasta de 200 metros de
largo, unidas estrechamente una a otra en dos o tres filas.

Las tolas últimamente mencionadas, que están tapadas por arena, tanto en su
superficie como en sus cuatro lados y que presentan el aspecto de las tolas que abundan
en el Norte, debían haber despertado, desde hace mucho tiempo, el interés de estudiarla,
ya por sus proporciones extraordinarias, ya que por su forma poco común, entre las
tolas de la región cara. Pero, sea por su situación apartada de los caminos frecuentados,
o quizá también por su apariencia exterior poco prometedora, que les da el aspecto de
ser sólo de tierra, como la mayor parte de las tolas de la región Norte del Ecuador, es lo
cierto que, hasta ahora, no se ha hecho observaciones más o menos científicas que
conduzcan a un verdadero estudio de ellas. Sin embargo, en estos meses se pensaba en
Quito emprender en un verdadero estudio científico, sin que fuera posible poner en
práctica estas intenciones por las dificultades que siempre se presentan en la ejecución
de trabajos que aparentemente son poco útiles para el país. Pero, estos proyectos
sirvieron para prevenir intereses particulares de personas que, conociendo el interés que
la ciencia principiaba a tomar por estos restos de la antigüedad, resolvieron estudiarlos
por su parte, solamente con la intención de buscar oro y tesoros en el interior de esas
enormes huacas, sin sentir el menor escrúpulo de destruir completamente esas
construcciones, con tal de alcanzar el fin apetecido. No importaba la afirmación de la
existencia de valiosísimos edificios en el interior de esas construcciones; subsistía la
primera intención de destruirlo todo en busca de los tesoros que suponían enterrados.
Sólo la ingerencia de nuestra Academia Nacional de Historia, encargada de la
protección de los restos antiguos, pudo inhibir el progreso aniquilador de las
valiosísimas construcciones, en momentos en que el daño aun no parecía tan definitivo,
extendiendo de este modo el programa de sus obligaciones que la Ley determina y que,
en el fondo, nada dice de la protección de los monumentos existentes en propiedades
particulares.

DESCRIPCIÓN DE LAS EXCAVACIONES

Los rebuscadores de tesoros dedicaron sus primeros esfuerzos a la apertura de la


tola más grande, que es la primera al ir del lado Sur. (Véase la Fotog. N°.2)

Esta tola tiene una forma levemente romboide y su plataforma superior forma
casi un cuadrado, con sus lados dirigidos a 122° y 202° de la brújula. La extensión de
la plataforma superior, medida en sus lados Norte y Sur, es de 90 metros, por 80 metros
en los lados Este y Oeste.
La arena cae en forma natural, por los cuatro lados de la tola, a la pampa que
forma su asiento y que, por el lado Sureste, mede 21 metros de altura, hasta la esquina
de la plataforma. Una rampa de más de 200 metros de largo, que servia para el acceso
a la plataforma de la tola, se dirigía a la mitad del frente de dicha tola, con una
dirección de 25° del lado Sur, midiendo, en su parte mas extrema del Norte, unos 25
metros de ancho y cerca de 14 metros de altura. (Véase la Fotog. N3).

Las excavaciones, viniendo del lado Norte, se dirigieron, desde el principio, a la


parte central de las construcciones. Con la fuerza producida por el caudal de aguas de
la acequia de la hacienda, les fue posible remover, en pocas semanas, cerca de 5.000
metros cúbicos de tierra libre de construcciones.

De esta manera se descubrió una especie de pasillo o corredor de unos 15 metros


de ancho en la parte de arriba y de unos 7 metros de altura bajo las capas superiores de
la tola, formadas de tierra, de un espesor de 1 a 2 metros. Este pasillo se dirigía en
línea recta a la parte superior de la rampa. (Véase la Fotog. N°.4)

Pero la excavaciones se dirigieron, desde el primer momento, hacia más adentro,


descubriéndose así, después de la perforación de una capa de arena de unos 2 metros de
espesor, una escalera que, con una altura de 9 a 12 metros sobre la pampa exterior, y
con un ancho de 5 a 7 metros, conducía, en la parte frontal del edificio, a una plataforma
de apariencia más antigua.

Por estas excavaciones, más profundas se descubrió el hecho de que se habían


construido dos edificios, uno de carácter más nuevo sobre otro más antiguo,
completamente fuera de uso en el tiempo de la construcción más nueva. El más
antiguo había tenido su entrada en la parte Sur por una base original situada sólo a 9
metros sobre la planicie, de manera que aun la rampa, con su elevación posterior de 14
metros, no podía haber servido para el mismo fin. O quizá no existía en aquel tiempo
la rampa, o bien, si ya existía, fue al menos prolongada posteriormente. De la
mencionada base de acceso, conducía la escalera al piso propio del edificio más antiguo
que estaba a 12 metros más arriba de la planicie. El material más sencillo usado en la
construcción de la escalera permitió ya notar la diferencia del tiempo en las dos
construcciones.

Además, se encontraron poco más o menos 70 cráneos humanos distribuidos en


la gruesa capa de tierra extendida encima de la plataforma más antigua, habiendo sido
especialmente denso el amontonamiento de cráneos humanos, encima de la escalera,
dentro de la misma tierra.

No hay duda de que estos cráneos representaban parte de los restos del enorme
número de cabezas humanas insertadas, al tiempo de la construcción del edificio y del
pasillo superior, en la capa intermedia de tierra que servia de fundamento del edificio
superior, después del abandono del de abajo. Conocidas son tales inserciones en los
fundamentos de edificios nuevos de un gran número de pueblos semi-cibilizados, que
hacían sacrificios humanos y, a veces, también de animales, para conseguir por medio
de estas supersticiones, la firmeza y la seguridad de las construcciones.
Pero, por ahora, no sabemos si en algún otro edificio excavado en otros lugares,
se ha hallado ya un número tan grande de restos de sacrificios ofrecidos para el mismo
fin, como el encontrado en el presente caso.

En la misma tierra se encontraron también algunos esqueletos extendidos y, en


raros casos, acompañados de una ollita insignificante, como ajuar. Estos esqueletos
representan, posiblemente, los sacrificios voluntarios hechos en la creencia de que de
este modo acompañarían, con más seguridad, a su dios, en el otro mundo.

En los dos lados del pasillo se descubrió un revestimiento de murallas muy bien
construido, de bloques labrados de cangagua, con alturas de 5 a 6 metros, por los dos
lados, y en el lado Este del pasillo, una terraza de unos dos metros de ancho y más o
menos dos metros de altura. Seguía a esta, una grada del mismo carácter, situada aún
más afuera y más abajo. (Véase la Fotog. N°.5).

A ambos lados del pasillo corren, pues, dos muros, y en el lado derecho, el muro
va acompañado de dos escaleras que salen hasta el frente del edificio, formado un
ángulo. Por no haber terminado las excavaciones, se ignora hasta donde van las
construcciones del frente Sur; pero, podemos, anotar que, actualmente el muro del lado
Oeste llega a 45 metros de largo, el del Este a unos 20 metros y las gradas hasta 10 y 5
metros de la esquina Sur respectiva, en cuanto a los dos muros del lado Sur, todavía no
están completamente descubiertos.

Bajo la arena que, como en los otros lados, había cubierto también el frente
Oeste del edificio, se pudieron observar los vestigios de algunas escaleras construidas
con bloques labrados de cangagua. Del examen de estos vestigios se puede deducir que
también este lado Oeste del edificio escondido anteriormente en la tola, se había
revestido originalmente de unas doce líneas de gradas de 1,30 metros y de 2 metros de
alto, más o menos.

De las observaciones efectuadas se desprende que el edificio original,


superpuesto a otro más antiguo, se había proyectado en la siguiente forma: dos cuerpos
separados de edificios, el uno al Oeste y el otro al Este, ambos separados por un pasillo
intermedio que iba de Norte a Sur. El edificio del Oeste estaba, posiblemente,
revestido de un muro de la calidad del observado dentro del pasillo, pero adornado, en
su lado Oeste, por una hermosa decoración de numerosas gradas colocadas una sobre
otra. El edificio del Este, a su vez, estaba revestido por un muro con gradas por los
lados Oeste y Sur. No se conoce más del carácter exterior de los dos edificios
parciales.

En las capas de tierra que tapan las construcciones se encontró un canal de más
de 10 metros de largo, consistente en una pieza de barro cocido, en conexión con un
mortero de piedra. Se calcula que en los sacrificios ha de haber servido este canal para
la recepción de la sangre de las victimas, aunque esto no lo damos por cierto. Dos
murallas, de la calidad de las del pasillo, en forma curva y cada de 20 metros de largo,
situadas en el Norte, servían como de refuerzo a la parte más alta de la rampa de ambos
lados.
CARÁCTER DE LAS COSNTRUCCIONES

Los bloques que componen las murallas y las gradas son del mejor tipo conocido
de las construcciones incaicas, del último tiempo, tanto del cuzco, como del Centro y
Sur del Ecuador, abstracción hecha del material de cangagua más deleznable que la
piedra usada en otras partes. También en otras construcciones anteriores de la
localidad, se había usado la cangagua, lo que indica que quizá los Incas del lugar se
vieron presionados a usar ese material en sus obras, porque hasta los 3.900 metros sobre
el nivel del mar, las faldas del Mojanda están cubiertas de cangagua, no encontrándose
la piedra en las capas superficiales.

Todos los bloques de cangagua que componen los muros están tan bien labrados
y exactamente unidos y con una correspondencia tan precisa de sus ángulos, como en
las mejores obras de piedra hechas por los Incas. Las terrazas y gradas decorativas del
lado Oeste del edificio representan otro tipo excelente de las mejores obras incaicas.

Otra importante señal del origen incaico de las construcciones, son los 500
cráneos humanos con que además de los 70 encontrados en los fundamentos del
edificio incaico superior había estado pavimentada la entrada del edificio por la rampa,
a poca distancia de la superficie. No es probable que en esa época incaica hubiera sido
posible, a otra persona que no fuese el Inca mismo, ofrecer hecatombes de sacrificios
humanos, a los dioses peruanos o ecuatorianos. Además, el número de cráneos
hallados en la construcción del edificio nos hace superior que provienen de una sola
acción bélica, de las diferentes que tuvieron lugar en la historia ecuatoriana de aquel
tiempo. Si esta acción fue de Atahualpa, seria posible, si se hubiera tratado, por
ejemplo, de la sangrienta conquista de Tomebamba-, determinar más cercano el tiempo
de las construcciones que hemos estudiado anteriormente.

Pero otro lado, no faltan elementos, fuera de los puramente incaicos, que nos
autorizan para declarar que las construcciones encierran también numerosos elementos
de tipo puramente cara.

Es muy sorprendente que construcciones que presentan tantos caracteres de puro


tipo incaico, se hayan hecho encima de otro edificio de tipo puramente cara, como lo es
también el de la escalera hallada en un nivel más bajo que el edificio superior,
compuesta de globos de cangagua.

El edificio incaico superior, está formado por un núcleo de tierra revestido sólo
exteriormente de muros de tipo inca. No se han encontrado cuartos en el edificio, como
en las casas incaicas; ni se sabe si algunos de ellos debían agregarse posteriormente, en
algunas partes del edificio.
Pero Cieza de León menciona los (aposentos), de Cochasquí , en el sentido de
palacios y cuarteles incaicos, en la descripción de su viaje por las faldas del Mojanda
(años 1540 a 1545, aproximadamente). En aquel tiempo, los edificios incaicos aun no
pueden haber estado tan tapados por la arena.

También la rampa que da acceso a las construcciones, incaicas, es de carácter


puramente cara; no importa si fue agregada al edificio en tiempo de los Incas, o si fue
solamente prolongada por ellos.

Según estas observaciones, el edificio que en parte posee caracteres incaicos,


representa, de todos modos, un tipo mezclado con numerosos y característicos
elementos de tipo cara. Esto no impide que el edificio haya sido un templo del Sol o de
la Luna, a la manera de la los Incas.

CARÁCTER INCOMPLETO DEL EDIFICIO

Las excavaciones del edificio no habían llegado a su fin cuando redactamos


estas notas, ni se han concluido hasta la presente.

Pero esto se conoce hasta ahora la forma entera del edificio, tal como estaba
originalmente bajo el manto de arena de la tola que se ha excavado. Pero, aun faltando
las observaciones a este respecto, se ha de declarar como innegable, que aún no se había
concluido el edificio, cuando fue cubierto por la arena porque no es probable que se
hubiese destruido parte de los muros del pasillo, por ejemplo, antes de que los tapara la
arena. Quizá todo el edificio, en el estado existente, sólo se había principiado, de
manera que, por lo que se llegó a trabajar, no conoceríamos más que una parte del plano
proyectado, al hacerse la excavación. Cuestiones de esta naturaleza sólo pueden ser
resueltas por la continuación de las excavaciones, hasta el descubrimiento del edificio
entero. Pero, si el edificio se presenta incompleto por falta del tiempo necesario para
concluirlo, es probable que la construcción no haya principiado sino al fin del periodo
incaico.

EL ENCUBRIMIENTO DEL EDIFICIO EN FORMA DE TOLA

El edificio se conoció primeramente en forma de tola. Su pasillo del medio


(originalmente de 80 x 15 x 9 metros), estaba tapado con tierra hasta el nivel de la
plataforma. También los lados habían estado cubiertos por arena, de manera tan
uniforme que se volvió imposible el reconocimiento de las gradas decorativas del lado
Oeste. Pero ¿cuál podía haber sido la causa de un encubrimiento tal, de un edificio
entero?.
En los últimos días de la excavación se descubrió, en uno de los rincones del
pasillo, un esqueleto humano en una posición que corresponde a una escena de suplicio.
En vuelto por la arena, el esqueleto se presentó arrodillado, erguido el tronco del
cuerpo, los brazos cruzados delante de la cara que estaba inclinada hacia delante. Un
cerco de palos, artificialmente preparado, lo encerraba como dentro de una prisión.

La observación de estos detalles permite construir la escena de un prisionero


que, encerrado dentro de un cerco artificial para no poder escapar ni moverse, tenía que
recibir heridas mortales, sin la posibilidad de defenderse o refugiarse.

Hay toda probabilidad de que se haya, en este caso, ejecutado un suplicio y


como no es posible que alguna persona hubiese tapado posteriormente con arena, esta
escena, haya sido la naturaleza la encargada de hacerlo por medio de la arena volante
que abunda en esa región, especialmente en los meses de verano, arena que también ha
formado las inmensas capas de cangagua que cubren todas las faldas del Mojanda. De
la misma manera pueden haberse llenado de arena, la fin de siglos, los pasillos
defendidos por paredes muy altas.

Hacemos esta suposición porque creemos que nadie podía haber concebido la
idea de llenar los enormes vacíos de estas construcciones, con miles de metros cúbicos
de arena, sólo con el fin de redondear su apariencia, dándole la forma de una tola. Así
pues, la existencia de la forma de tola es puramente casual. Ejemplos de tal proceso de
encubrimiento con tierra se pueden encontrar, en gran número, en casi todas las partes
del mundo.

LA AGRUPACIÓN DE LAS TOLAS EN LA DIVISIÓN NORTE

Las siete enorme tolas romboides o cuadradas, mencionadas anteriormente,


componen un solo grupo, por varios caracteres que las unen infinitamente una a otra.
Generalmente son del mismo tamaño y de alturas parecidas, todas están provistas de
una larga rampa y, en varias de ellas, de manera idéntica a la del edificio descrito.
Todas las tolas tienen sus frentes y rampas dirigidas uniformemente al Sur,
estrechamente cerradas hasta dejar, en parte, sólo una calle entre una y otra, casi como
en una ciudad. Todas estas tolas representan evidentemente, una unidad, producto
aparente de una sola voluntad que había dispuesto su arreglo en la forma sistemática en
que se ha encontrado. La forma rectangular en todas estas tolas, es la misma. Quizá
su forma exterior ha sido en todas un producto similar de la naturaleza, como en el
edificio original.

“En Cochasquí (micro-área) existen dos características dentro de las construcciones.

1) La Forma y
2) Elemento de construcción”
HALLAZGOS OBJETIVOS HECHOS EN LAS EXCAVACIONES

Las excavaciones que efectúan los rebuscadores de tesoros escondidos, nunca


respetan, naturalmente, los caracteres históricos de los monumentos en debida forma.
Por este motivo, también las excavaciones de Cochasquí, emprendidas con el único fin
de buscar tesoros, causaron grandes daños en los monumentos mismos.

El excavador principal llevó clandestinamente todos los objetos encontrados en


Cochasquí, a su domicilio situado en Puéllaro, imposibilitándonos de esta manera llegar
al conocimiento de detalles especiales de los restos de cultura encontrados en estas
excavaciones. Aún después de nuestra salida de Cochasquí, en donde permanecimos
por varios días con el fin de estudiar las excavaciones, se destruyo la escalera del
edificio más antiguo, en la falsa suposición de que bajo ella se hallaban guardados los
tesoros de oro, buscados ya por los primeros españoles, por la parte Norte del edificio.
Igualmente se ha destruido la cañería de barro cocido, de tipo raro, cuyo destino en el
edificio ha de haber estado en relación con los sacrificios.

De cerca de 600 cráneos humanos excavados, se han salvado, hasta ahora,


solamente tres que fueron regalados por el Sr. Teodoro Gómez de la Torre al Museo de
Arqueología de la Universidad Central. Nunca se podrá lamentar lo suficiente la
desaparición de esta valiosísima colección que hubiera servido para la formación de un
Museo Nacional de Antropología. ¡ Cuantos hubieran deseado una colección de tanto
valor científico, los Museos de otras partes del Mundo, como el de Washington, por
ejemplo!.
Una excursión escolar de Puéllaro se encargo de acabar con esta valiosísima
colección, llevándose a su comarca lo que el excavador había dejado. De este modo, ha
desaparecido todo, se ha dispersado, se ha perdido todo lamentablemente. Así
contribuyen estas excavaciones, que podían haber abortado importantes revelaciones
sobre el pasado histórico del país, a intensificar la ruina intelectual y material de nuestro
ambiente para conducirlo, al fin a una ruina tan completa como la ocasionada en los
tesoros arqueológicos de la Universidad Central, por el irreparable incendio de
noviembre de 1929 ....... .

El carácter nacional y constructivo de los diferentes edificios deben haber sido


los mismos. La gran tola próxima al Este, tiene, además de otros caracteres similares,
el distintivo de estar provista de dos rampas pequeñas, muy cercanas la una de la otra,
por el lado Norte.

Conocemos la frecuente costumbre de los Incas de duplicar los caminos, uno al


lado del otro, como lo indican varios escritores y como se puede observar en ejemplos
existentes, como por ejemplo en la región de Chimbote. El gran palacio de
Tomebamba, cerca de Cuenca, que al mismo tiempo fue cuartel de las tropas del Inca,
tuvo, de igual manera, dos puertas, una al lado de la otra, la una usada, posiblemente,
por el Inca y la otra para la tropa.
Así, un arreglo semejante de las salidas de esta segunda tola de Cochasquí, nos
indica, posiblemente, el empleo de un principio constructivo propio de los Incas.

Ya hemos dicho que la primera tola parece representar un templo al Sol.


Recordando éste, sorprende que la pequeña quebrada por la cual va el cambio de
Otavalo, por el cual pasó Cieza en su viaje por el Mojanda, al Este del grupo de las tolas
grandes, se llama hoy Conventuco, como si hubiera existido en su vecindad un
convento. También se llaman, conventos, hasta el día las casas antiguas que habitaban
las mujeres que servían en los templos del Sol, en el Perú. Es posible que en la
vecindad del supuesto templo incaico del Sol, en Cochasquí, hubiese también un
convento de mujeres encargadas de servir al Sol.

LA ANTIGÜEDAD DE LAS TOLAS EN GENERAL

Las indicaciones que se han dado anteriormente a base de los resultados


obtenidos en las excavaciones, demuestran claramente que todas aquellas tolas
cuadrangulares, deben haber pertenecido, como la primera que ya ha sido excavada, al
mismo tiempo de los Incas. Pero, las otras tolas piramidales del lugar, pertenecen a
otro tiempo, tanto por su disposición diferente en el campo como por el diferente
carácter de su forma.

Una tola piramidal de las de esta última clase, también excavada hace poco,
había contenido en su interior una sepultura de cacique de los siglos V o VI de nuestra
era. Esto nos demuestra que es posible que ese lugar haya estado constantemente
habitado hasta el tiempo de los Incas.

COCHASQUI, el nombre que actualmente tiene el lugar, es semi-moderno por


haberse formado con una raíz quechua, cocha, que significa lago y la terminación cara,
qui, que se traduce casa o población. Cochasquí, significa, pues, Población de los
Lagos. Este nombre alude, probablemente a los tres lagos situados en la altura de
Mojanda: Caricocha, Huarmicocha y Yanacocha, pertenecientes, seguramente, desde
los tiempos antiguos, a la misma jurisdicción.

De la misma manera fue formado el nombre Pomasqui, sede en el tiempo


incaico, de colonias mitimaes traídas por los mismos Incas. Poma o Puma, en quechua
significa león y qui, terminación cara, población, con lo que tenemos que Pomasqui
quiere decir Población de los Leones.

Las dos raíces cocha y poma no se encuentran en otros nombres geográfico


ecuatorianos, de un origen más antiguo; por esta razón la derivación indicada, es segura.

Pero, encontrándose en el lugar construcciones de un origen mucho más antiguo,


que las del tiempo de los Incas, es claro que al darles un nombre, éste debe haber sido
diferente y, después en tiempos de los Incas, sustituido por otro. El nombre primitivo,
que ha durado hasta el tiempo de los Incas, aún no es conocido por nosotros.
LA HISTORIA ANTIGUA DEL LUGAR

La verdadera historia del lugar principia en el tiempo de los Incas. Montesinos,


autor que nos suministra numerosas noticias valiosísimas, no contenidas en obras de
otros autores, refiere que Huainacápac llevó la guerra al Norte del río Guayllabamba.
Con la intención de castigar a algunas tribus rebeldes, establecidas al Norte del río
Pisque, ya mencionado, trató de pasar este río, que corría en un lecho muy profundo,
pero encontró una resistencia pertinaz por parte de las tropas de una reina QUILAGO,
que vivía al Norte de este río.

Según los conocimientos que ya tenemos de las antigüedades de esa región, no


había en toda ella, ninguna población antigua de la importancia de Cochasquí.

Vencida la resistencia de aquella reina, el Inca Huainacápac se hizo amigo de


ella y la galanteaba. Montesinos se expresa a este respecto en términos más claros.

Naturalmente se comprende que el mencionado no era el nombre personal de


reina, sino el de la provincia que dominaba. Montesinos, al juzgar este nombre como
personal de la reina, incurre en un error semejante al que cometió al darnos el nombre
del río Pisque, en la forma de Quispe, que es nombre de río que no existe en aquella
región.

La sílaba co significa agua en infinitas lenguas sudamericanas, desde el araucano


hasta la de los Tucanos, que han vivido, en cierto tiempo hasta la provincia del Carchi.
Por esto, es probable que también los numerosos nombres geográficos de la misma
región, de origen Panzaleo, como Puritaco, Tumbaco, Cachaco y varios más del valle
de Chillo y otros pansaleos, terminados en ico, indiquen un elemento nacional quizá
parecido al tucano, mezclado a otros elementos de origen centroamericano, de los cuales
se componía originalmente toda la población pansalea.

En tal caso, un nombre como el de la reina Quilago, no puede haber sido un


nombre personal, sino un nombre geográfico, como el de Quillaco que hallamos en
otras fuentes. Sin duda, el nombre de la reina era idéntico con el Quillaco que no se ha
podido localizar hasta ahora. Aún más, en las alturas del Mojanda existe otro nombre
Quillaco (diferente, sin duda, de la palabra quechua Chiri-yacu) con que se designa una
quebrada que separa hasta el día, las provincias de Pichincha e Imbabura. No se
necesita de mucha perspicacia para suponer que sobre el Mojanda, alcanzaba hasta esta
quebrada, el territorio dominado por la reina Quillago, aunque sería absolutamente
prematura, por ahora, una hipótesis en el sentido de que históricamente el nombre de
Chillaco, en su origen podría haber sido idéntico con el de Quillaco.

Tenemos más noticias sobre este lugar de nombre Quillaco. Cieza, el autor más
verídico del siglo XVI, dice que la madre de Atahualpa, era una indígena de Quillaco,
mujer de Huainacápac, que fue llevada por el Cuzco, en donde nació Atahualpa.
Balboa dice que Pillahuaso, el vencido por Tupac Yupanqui, residía en Quillaco;
y por sus acciones de armas, como jefe del ejército, este cacique ha recibido el
calificativo de Rey de Quito.

Otras fuentes más; como Gracilazo, dicen que la madre de Atahualpa, era la hija
del Rey de Quito.

Según todas estas noticias, parece que es forzoso aceptar que Quillaco era el
nombre más antiguo de Cochasquí y que Quilago, la reina de Quillaco, hija de
Pillahuaso, el rey vencido por Tupac Yupanqui, había tenido, en el Cuzco, a su hijo
Atahualpa.

La razón lógica posterior por la cual se puede afirmar que también Pillahuaso
había residido en Cochasquí es que toda la región, entre Mojanda y Quito, como lo dice
Cieza en la descripción de su viaje, fue gobernada por caciques de nombre Huaso, como
Collahuaso; y Pillahuaso era, naturalmente, uno de ellos. Otros caciques de nombres
Huaso residieron en Cotollao, Tumbaco, Yaruquí, etc.

La madre de Atahualpa fue por herencia, reina de Cochasquí; natural era, pues,
que también Atahualpa, devuelto en tierna edad a Cochasquí, su Patria y de los Caras,
habiendo recibido de su padre Huainacápac una educación que le preparaba para su
destino posterior de ser Rey de los Caras, conservara cariño al país natal de su madre y
quisiese, seguramente, establecer allí su propia residencia, como rey ecuatoriano,
prefiriendo Cochasquí a Quito. Fundó, en consecuencia, en Cochasquí, un palacio, un
templo del Sol, etc, de acuerdo con su gusto, con todos los distintivos que le
correspondían como Inca, adornando los edificios que construía, con innumerables
trofeos de cabezas humanas. Quito, por esta razón, quedó vacío, en él no hicieron los
Incas construcciones del estilo de las de Cochasquí, ni de otra clase, lo que, hasta ahora,
ha sido la sorpresa de todos.

El núcleo de edificios del grupo Norte, en las ruinas de Cochasquí, hoy cubierto
por la arena que siglos enteros han amontonado sobre esos grandiosos monumentos;
representa la propia capital ecuatoriana, fundada por Atahualpa. Esta es una razón de
enorme peso para que se considere como una obligación nacional el cuidado de estas
ruinas, dándoles nueva vida, como un monumento al último y único Inca que ha tenido
el Ecuador, frente a los famosos Incas del Cuzco.

El Ecuador entero debe interesarse por la conservación de los monumentos de


Cochasquí y el Ministerio de Educación Pública que tiene la suerte de estar dirigido por
un hombre de grandes talentos y que comprende el valor de estos tesoros históricos,
estará ya, seguramente, estudiando la manera de hacer las correspondientes obras de
defensa y seguridad de esas construcciones, y formar, para conmemorar el próximo
centenario de Atahualpa, un maravilloso Parque Nacional en esos campos de Cochasquí
que, dotados de un buen camino, atraerán al turista inteligente.

MAX HULE.
Quito, 26 de Enero de 1933.

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