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Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando
ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 1 Corintios 13:11
Aunque parezca algo repetitivo comparar la jornada hacia la hombría con escalar una montaña,
en realidad tienen muchas cosas en común. Escalar requiere perseverancia, entrenamiento, y
dependencia en otros. También requiere una variedad de habilidades dependiendo del clima y
del terreno en donde se encuentre. A veces se tendrán que vencer obstáculos para continuar
aceptando tan grande reto. Un alpinista experimentado le dirá que, aunque la llegada a la
cumbre conlleva un sacrificio épico de la vida y de recursos, la recompensa es igual de
fenomenal.
La única forma de llegar hacia la cumbre es seguir escalando hacia arriba y sacrificarse por ir
más allá del deber. A veces tendrá que dar unos pasos atrás, o detenerse para acostumbrarse a
la altitud, pero solamente triunfará si acepta el reto de ir más allá del deber hasta llegar.
Eso es lo que un verdadero hombre hace. Da un paso hacia adelante y va más allá del deber
aunque hayan voces a su alrededor gritándole: "Detente! iEsto duele! iNo es nada divertido!"
Pero, aun así, siga adelante con la meta en mente hasta llegar.
No solamente es difícil responder al llamado de ir más allá del deber con valentía en medio de
momentos miserables, sino también asegurarse que está escalando la montaña correcta.
¿Cómo se puede asegurar un joven que es tiempo de pasar de la colina de la adolescencia a la
montaña de la hombría?
Trazando el rumbo
Aparte tres minutos para contestar las siguientes preguntas: