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Alianza Universidad Textos James Joll

Historia de Europa desde 1870

Versión española de
Enrique Obregón

Revisión técnica de
Javier Maestro

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Alianza Universidad
Capítulo 4
EL IMPERIALISMO

A finales del siglo xrx, un nuevo equilibrio de poder en Europa fue


el resultado de la unificación de Alemania y su creciente desarrollo in-
dustrial. Un nuevo concepto de la sociedad y del papel del Estado es-,
taba modificando la estructura social y política de los países industriales
de Europa y amenazando la creencia en los principiós del laissez-faire
y del libre comercio, Pero el acontecimiento que tuvo el más profundo
efecto histó!lco fue la expansión de Europa en ultramar, que produjo
nuevas rivalidades imperialistas entre las grandes potencias y difundió
la idea de que el equilibrio de poder había de considerarse como una
cuestión mundial y no solamente limitada a Europa. Estet abrió los. paí-
ses de Africa y Asia a la influencia europea en una escala mucho mayor
que fintes, dando a conocer a sus poblaciones los males, así como los
beneficios, de la tecnología, los métodos administrativos y las ideas
europeos. El mapa de Africa fue dividido como resultado de regateos
entre las potencias colonizadoras y con arreglo a sus intereses adminis-
trativos o diplomáticos. _En el siglo xx, esas líneas divisorias se convir-
tieron a menudo, e ilógicamente, en límites de Estados independientes
que no respondían a la realidad étnica o económica. Los efectos de este
movimiento que afectó a los pueblos de Africa y Asia han sido bien
? resumidos por el pensador político inglés Leonard Woolf 1 :
La civilización europea, con sus ideas de competencia económica, energía, efi-
cacia práctica, explotación, patriotismo, poder y nacionalismo, cayó sobre Asia y
Africa, Pero con ello llevó también, quizá involuntariamente, otra serie de ideas
que había heredado de la Revolución Francesa y de sus precursores del siglo XVIII.
1 Leonard Woolf, Imperialism and Civilisation (Londres, 1928), pp. 34-5.
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104 Europa desde 1870
4. El imperialismo 105
Estas eran las ideas de den1ocracía, libertad, fraternidad, igualdad y humanitaris-
mo_, las cuales ejercieron un profundo efecto sobre la historia posterior del impe- europeas a repartirse el mundo en una pugna por conquistar nuevos
ríalismo, porque rebelaron a lós pueblos sometidos en su contra. mercados industriales y nuevas zonas en las que invertir, y e~ta pugna
llevó en muchos casos a la anexión· directa de territorios como único
Ahora bien, la influencia no fue tan sólo unidireccional. Gracias a ~edi?~ de ·asegu_rar _las inversiones realizadas. El resultad9 fue un<;l agu-
la ~xperiencia imperialista, los países de Europa tomaron contacto, como d1zac1on de la rivalidad entre las potencias que hacía inevitable la guerra.
nunca hasta entonces, con cultUras primitivas y exóticas, y éstas ejercie- Aunque ninguna teoría general da cuenta de cada caso' .específico de
ron a su vez un profundo efecto sobre la sensibilidad europea. A prin- expansión imperialista, y aunque los factores económicos por · s{ solos
cipios del siglo XX, el. arte de Africa, por ejemplo, contribuyó a la re- no son suficientes -para explicar cada situación, sin embargo 1 es cierto
volución pictórica europea iniciada _f'Or Pablo Picasso hacia 1907; y que los grupos de presión económica -ya- fuésen fináocieros en .busca
quince años antes Paul Gauguin ya se había establecido ~n la colonia ~e nuevos campos de inversión, o comerciantes. que buscabaü nuevas sa~
francesa de Tahití, para encontrar en los Mares del Sur s.u pril}cipal ins- hdas para sus mercancías y nuevas fuentes de materias prin1as- desem-
piración en los últimos añOs de su vida. Los sonidos de la música oriental peñaron un papel considerable a la bora de persuadir a los gobiernos
-escuchados en la gran Exposición Internacional de París de 1889- de Europa para que ' se embarcaran _en la expansión colonial. Por otra
se abrieron camino en las obras de compositores como Claude Debussy. ~arte, .los intereses eton~micos no siempre "implicaron un control polí-
Al mismo tiempo, .la ciencia de la antropología ·se desarrolló rápida" tico directo. Gran Bre_tana, por ejemplo, poseía considerables inversio-
mente cuando la colonización convirtió la observación de sociedades poco nes en Arg~ntina, y aunque Lenin la describió como una semicolonia,
conocidas en algo, a la vez, practicable y de crectente- ilnportancia para la verdad es que su situación política distaba mucho de ser un· territorio
gobiernos y administradores. Y el estudio de pueblos poco conocidos verdaderamente colonial. Además, en general e incluso en el caso de
y remotos contribuyó al desarrollo de teorías éticas relativistas y al los países imperialistas, las inversiones en_ otras zonas industrializadas
cuestionamiento de los valores morales y sociales característicos del fin eran rnás imp6rtantes que las inversiones en las colonias. Las inversiones
de siecle (véase capítulo 5). británü:as en -!\mérica del Norte eran mucho mayores que, por ejemplo,
Este nlovimiento de expansión imperialista ha recibido diferentés ex- en.. Africa, mientras que las inversiones francesas en. Rusia representaban
plicaciones; y quizá ninguna sea capaz, por sí sola, de dar cuenta de mas del doble que en las colonias francesas.
desarrollos "que variaran convenientemente según las distintas partes del . Hubo, con todo, otros móviles, además de los económicos, que con-
mundo. La explicación más completa es la qu_e atribuye el movimiento tribuyeron al movin1iento imperialista. El impulso- de ·realizar descubri-
in1perialista a presiones económicas. Este punto de vista fue expuesto por mientos científicos y de explorar territorios desconocidos ayudó a abrir
una serie de críticos del imperialisn10 durante los primeros años del Africa. El deseo de los mision~.ros cristianos de convertir a los paganos
siglo, especialmente el inglés J. A. Hobson y algunos pensadores so- les llevó a establecer centros ·de influencia europea en partes remotas
cialistas de Alemania y Austria; pero adquirió su forma más popular e del mundo. Todos estos móviles se entremezclaron entre sí y con otros
influyente en un panfleto escrito por Lenin en 1916: El imperialismo, menos respetables. La rivalidad entre misioneros católicos y protestan-
fase superior del capitalismo. Aunque, como casi todas las obras de Lenin, tes podía convertirse fácilmente, por ejemplo, en\ una rivalidad entre
fue escrita como un panfleto político surgido en el curso de la con- los gobiernos francés y británico; y fue el asesinato de dos misioneros
troversia cotidiana, no obstante proporcionó una sencilla expiicación jesuitas alemanes ~.n China, en 1897, lo que proporcionó _al gobierno
teórica general del imperialismo, que ha seguido siendo la base del aná- alemán el pretexto para apoderarse del puerto de Kiao-Chow. El comer-
lisis comunista de las relaciones. económicas entre los países industriales cio, la actividad misionera y la exploración estaban inextricablemente uni-
avanzados y las sociedades subdesarrolladas, al igual que del «neocolo- dos entre sí. Los comerciantes escoceses que fundaron la Imperial British
nialismo» que, en su opinión, sigue todavía practicándose incluso des- East Africa Company estaban tan preocupados por la propagación del
pués de la independencia política de las colonias. Según Lenin, con el E_vangelio como por el establecimiento de puestos comerciales. «Cristia-
desarrollo industrial de Europa y la progresiva concentración-- del capital nismo, comercio _Y civilización -según el gran explorador Livingstone-
debida a la creación de trusts y cartels -y al papel cada vez más impar~ iban de la mano» 2 • En Francia, el presidente de la Sociedad Geográfica
tante de los bancos en la financiación de todo tipo de empresas indus- Francesa lo puso también de manifiesto en un discurso pronunCiado
triales y comerciales, a los financieros les resultaba cada vez más difícil en 1874 3 : ·

invertir su dinero de modo provechoso. El mercado europeo estaba


saturado y, en consecuencia, era esencial hallar nuev_os campos de inver- 2 L. Brunschwig, Mythes et réalités de l'impérialisme colonial fran9ais (París~,
sión en ultramar. E~ta necesidad, según Lenin, forzó a las potencias 1960), p. 9.
3 Brunschwig, Mythes et réalítés, p. 23.
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La ciencia abstracta, caballeros, no basta para la humanidad. La ciencia sólo es origen europeo) y a finales del siglo xrx éstas h~bían alcanzad~ Virtual-
realmente fructífera cuando es un instrumento de progreso y producción .. La explo- mente el autogobierne. Por otra parte, en la India, Gran _Breta?a gober-
ración y los descubrimientos no han sido realizados tan sólo en aras de la curio- naba sobre un enorme, variado y _densamente poblado imperio, cuyos
sidad. El descubrimiento de América,· las perseverantes exploraciDnes del ·interior habitantes _diferían -entre sí en religión, lengua y tradición cultural; y
de África ... tienen, _además de un fin científico, uu objetivo político y comercial. todavía má~ - con relación a sus gobernantes británicos.
La existencia de colonias autogobernadas con población británica (aun-
Hasta la más descarada explotación colonial se presentaba coil el dis- que, naturalmente, existía una importante minoría francesa _en Canadá)
fraz científico o humanitario: el rey belga Leopoldo II, cuyo Estado inspiró en muchos ingleses la visión de una federación mundial de habla
Libre del Congo alcanzó notoriedad por su brutal administración y por inglesa ligada por la creencia cOmún en el gobierno. parl~mentar10 Y
los malos tratos infligidos a la población africana, tuvo buen cuidado por lazos de intereses económicos mutuos. En-~ª ~ráctic_a, sin en_;bargo,
de etiquetar su original empresa como Comité d'Etudes du Haut Congo, las discusiones para la creación de una federac1on imperial con vinculas
y proclamar sus desinteresadas intenciones científicas y filantrópicas. . más estrechos -idea con la ql,le Joseph Chamberlain, ministro británico
Una vez comenzado el movimiento imperialista, éste generó su propio de las Colonias entre 1895 y~ 1903, estaba particularmente asociado-
irnpulso. Los gobiernos ocupaban zonas a fin de impedir que otros go- no condujeron a nada. Los dirigentes de las colonias eran de~as1ado
biernos se instalaran en ellas; las necesidades estratégicas de las colo- conscientes de su recién ganado autogobierne y recelaban demasiado. de
nias exigían la defensa de sus fronteras y de las rutas que llevaban a todo lo que oliera a restablecimiento del control central desde Westmms-
ellas, de forma que las potencias imperialistas se sintieron obligadas ·a ter como para aceptar la idea de un parlamento imperial. Por otra
adquirir todavía más territorios. _Además, las cuestiones de prestigio parte, la creencia en el libre comercio era aún lo ~uficientemente fuer~e
desempeñaban un papel importante y era un hecho generalmente acep- como para impedir la adopción de tarifas preferenc1ales para el comercio
tado, a menudo sin demasiada reflexión, que, según palabras clel esta- dentro del imperio y de barreras arancelarias frente al resto del mundo.
dista francés Léon Gambetta, para «Sf'~1ür siendo una gran potencia, Durante toda la primera mitad del siglo xx, sin embargo, muchos po-
o convertirse en una, se debe colonizar:» 4 • líticos) funcionarios y- publicistas británicos siguieron buscando una for~
Además de las nuevas conquistas coloniales de finales del siglo XIX, ma de asociación que adaptara el viejo imperi_o a los nuevos concep~os
muchos países europeos poseían territorios ultramarinos adquiridos en políticos. Después de la Primera Guerra. Mundial, en la cua~ las colo~ias
siglos anteriores. Imperios antaño grandes sobrevivían todavía de una suministraron una importante ayuda militar a Gran Bretana, surgio la
forma disminuida: Portugal poseía importantes zonas en el oeste y el idea de una British Comnionwealth -a la que finalmente se dio expresión
este de Africa, que tanto Gran Bretaña como Alemania esperaban ad- legal en el Estatuto de Westminster de 1931-, una asociación libre de
quirir, si como parecía posible en la década de 1890 Portugal caía en estados independientes vinculados por una lealtad común a la Corona.
tal desorden financiero que se viera obligada a desprenderse de sus co- Este lazo relativamente frágil, aunque dio satisfacción a una nec~sidad
lonias como garantía de los préstamos pedidos por su gobierno. España, emocionai en una época en la que mucha gente creía que el poderío
aunque había perdido la mayor parte del imperio que le quedaba des- británico estaba en declive y aunque proporcionó la maquinaria conve-
pués de su derrota frente a Estados Unidos en 1898 (duro golp@ para niefite para la discusión y coordinación de la política exterior, fue mucho
el orgullo español y fuente de una prolongada crisis de conciencia entre más débil de lo que los imperialistas de finales de siglo habían esperado
los intelectuales españoles) cuando ~Cuba se independizó y Filipinas pasó y deseado. Pero la existencia de los lazos de la Commonwealth, por te-
a estar bajo control norteamericano, todavía conservaba parte de Ma- nues que fueran, supuso una ~constante en _la política b:itánica ~a~t~ la
rruecos -una zona de cierta importancia estratégica- y pequeños te- década de 1960 que contribuyo a la renuencia de los gobiernos bntamcos
rritorios en otros lugares·. Los Países Bajos conservaron hasta el fin a comprometerse de lleno en Europa en los años que siguieron inme-
de la Segunda Guerra Mundial un vasto y rico imperio en el Sudeste diatamente a la Segunda Guerra Mundial.
asiático, que aseguraba la prosperidad de este pequeño Estado, así como La posesión de la India creó problemas diferentes a Gran Bretaña.
una carrera para muchos hQlandeses. ,_ Mientras que los problemas que surgían entre el gobierno británico Y
Sin embargo, Gran Bretaña era la que poseía el mayor imperio ad- Australia Nueva Zelanda o Canadá eran de índole constitucional y eco-
quirido en períodos anteriores, y la posesión del mismo determinó en nómica, ~ naval y militar, la administración de la India planteaba a la
buena parte la naturaleza del posterior imperialismo inglés en el si- vez enormes problemas técnicos y cuestiones tan, funda.mentales- como ~l
glo xrx. Por una parte) en Canadá, Australia y Nueva Zelanda, Gran derecho de un pueblo a gobernar sobre otro o el ob¡eto de tal domi-
Bretaña tenía colonias habitadas casi exclusivamente por poblaciones de nación. Sin embargo, a finales del siglo XIX semejantes dudas .t~d~vía
4 Brunschwig, Mythes et réalités, p. 24.
no poseían demasiado alcance. En la India los administradores br1tamcos

( .
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eran, por lo general, eficientes, justos, abnegados y magnan1mos;- pero importancia estratégica de esos lugares -escribió en 1892, siendo pri-
seguían siendo una casta alejada de la sociedad que gobernaban. Sólo mer ministro, al representante británico en Egipto-. Si se les permi-
gradualmente fue fallando el temple británico, y los liberales, en vez tiera hacer todo lo que quieren, insistirían en la importancia_ de guar-
de atacar casos partículares de mal gobierno en la India, püsieron en n_ecer la Lupa para protegernos de un ataque de Marte» 5 • No fue sólÓ la
tela de juicio el derecho de Gran Bretaña a ·permanecer allí. (Para este necesidad de proteger las colonias existentes lo que llevó a la expai;sión
cambio gradual de actitud, merece la pena compa~ar los relatos de Rudyard hacia nuevos territorios. Las actividades de los comerciantes de vez en
Kipling de la década de 1890 con A Passage to India de E. M. Forster, cuando forzaban a gobiernos renuentes a contraer nuevas responsabili-
publicado en 1924.) Durante generaciones, la India había proporcio- dades. Compañías comerciales como la Royal Niger Company, en Africa
.o.ado un campo de entrenamiento para el ejército británico, además de occidental, o la Imperial British East A/rica Company, en Uganda, se
mantener un ejército indio con mandos diferentes, mientras que la ad- enfrentaron con situaciones que no podíq_n manejar por· su cuenta (gue-
ministración civil de la India ofreció una -carrera a muchos de los gra~ rras con tribus locales que les desbordaban, o la rivalidad de otros eu-
duados más capacitados de Oxford y Cambridge. Había pocas familias de ropeos, como fue el caso de británicos-y franceses en el Níger) y co_n fre-
la clase media en Gran Bretaña. que no tuvieran _algún contacto con el cuencia fueron capaces de movilizar a la opinión pública de la metró-
Imperio indio a través de un hijo en la Administración india o un primo poli, la cual forzaba al gobierno a actuar y a asumir la - responsabilidad
en el ejército. directa sobre el territorio donde operaban las compañías._ En Alemania,
Aparte de esto, el comercio británico con· la India Y las inversiones el propio Bismarck, pese a no ser un «Kolonialmensch» (un «hombre
británicas en dicho país daban a los británicos una buena razón para colonial»), descubrió que, gracias al débil aliento que dio en 1884 y 1885
permanecer allí. ·(se ha estimado que la India consumía el 40 por 100 a los comerciantes y exploradores colonialistas en Africa, a fin de ganarse
de los géneros de algodón exportados desde Lancashire durante las votos y quizá para asegurarse qu"e los intereses económicos alemanes no
últimas décadas del siglo xrx, antes de que la industrialización -convir- quedasen en ningún caso descuidados, habfa creado un poderoso grupo
tiera a este país en uno de los principales competidores eh el sector de presión que ni él ni sus_ sucesores pudieron -ignorar.
textil.) Este profundo compromiso con la India, .así como la necesidad Paso a paso, y por varias razones, los británicos aumentaron enor-
de asegurar las rutas que llevaban a ella y de ,defender sus fronteras, se memente su imperio entre 1880 y 1905, de modo que al final de ese
había convertido en un axioma indiscutido de la política exterior bri- proceso la poblaCión de las cülonias británicas s~ estim~ba en. más ~e
tánica Y tuvo necesariamente una gran influencia en la expansión impe- 34 5 millones de habitantes, en.. una época en la que el Remo Umdo tenia
rialista británica en otras partes del mundo entre 1880 y 1900. Así, unos 40 1nillones de habitantes. El imperialismo -era una causa popular
por ejemplo 1 la construcción del canal de Suez y la apertura después en la Inglaterra de la década de 1890. Algunos lo han atribuido al
de 1869 de una ruta marítima m_-ás corta para llegar a la India, hicieron hecho de que la posición industrial de Gran Bretaña estaba decayendo
que Egipto se convirtiese en una zona de vital importancia para Gran con el aumento en poderío y capacidad productiva de Alemania y Esta-
Bretaña; y si la ocupación de Egipto en 1882 por Gran Bretaña fue dos Unidos, y es cierto que la rivalidad comercial entre Gran Bretaña
debida en parte al deseo de proteger los intereses de los inversores y Alemania se convirtió en la década de 1890 en un lugar común para
, británicos en aquel país, su tetención fue debida a la necesidad de. con- los 1 propagandistas británicos, y que los vendedores alemanes _o~eraban
trolar un sector vital de la ruta a la India. Y una vez en Egipto, los con eficacia en zonas., tales como el Oriente Medio, donde los ingleses
illgleses sintieron la necesidad de expansionarse por el Africa Central y habían mantenido hasta entonces una indiscutida supremacía comercial.
Oriental debido a su preocupación por la seguridad de Egipto y, espe- Ade~ás con razón o sin ella, muchos ingleses creían que las posesiones
cialmente1 del Alto Nilo, pues se pensaba que si otra potencia rival_ colonial~s reportaría_n ventajas económicas inmediatas en forma de ali-
llegaba a controlarlo, amenazaría el suministro de agua del cual depenélía mentos baratos, mientras que el hecho de que los rivales de Gran Bre-
todá la vida económica egipcia. taña, especialmente Rusia y Francia, fueran_ proteccionistas les hacía
Aquí, el in1perialismo desarrolló de nuevo su propio ünpulso. La po- temer que el comercio británico fuera excluido de las áreas que estaban
sesión por Gran Bretaña de un imperio ya· creado, Y especialmente de bajo su control.
la India, hizo qúe muchos políticos, funcionarios y militares britállicos La sensación de que la posición de -Gran Bretaña en el mundo es-
_desearan impedir la expanstón de otras potencias europeas a· zonas 'adya- taba_; siendo desafiada, no sólo lo pone de manifiesto la «rebatiña -por
centes a territorios británicos o a lo largo de las rutas a las posesion,es Afric.l», donde las ganancias territoriales británic:_as fueron mayores, sino
británicas, aun cuando algunos estadistas, como lord Salisbury, se mos-
traron escépticos respecto a la necesidad de tal proceder: «Yo no me s Salisbury a sir E. _Baring, 5 de febrero de 1892. Gwendolen Cecil, Robert,
dejafía impresionar ,mucho por lo que los militares dicen acerca de la Marquis of Salisbury (Londres, 1931),. III, p. 218.
110 Europa desde 1870 4. El imperialismo 111
que también lo confirmaba la política británica en Cbina donde Gran sentimientos populares en Gran Bretaña. Como escribió sir Edward Grey,
:Sretaña .había sido, con n;ucho, _la potencia comercial má~ i:O.fluyente e secretario del Foreign Office en el gobierno liberal que ocupó el poder
1n:portan_te desde q~e forzo a China, tras dos guerras anteriores de aquel a finales de 1905 8 :
mismo siglo, a abrir· sus puertos a los s:omerciantes extranjeros. En la
déca~a. de 1.8_90, ~in embargo, la aparición de Japón como una eficaz Antes de la Guerra de los boer::;, ansiábamos una pelea. Estábamos dispuestos
potencia occ1dentahzada y la derrota que infligió a China en 189 5 cam- a luchar contra Fr~.ncia por Siam, con Alemania por e1 telegrama a Kruger *, y con
bia~on I~ situación. Fra~cia, ~lemania y Rusia al intervenir para salvar Rusia por lo que fuera. Aquí, cualquier gobierno, en los últimos diez años del
l~ 1ntegr1dad del Imperio. Chino frente a las aspiraciones japonesas, re- pasado siglo, podría haber tenido guerra con sólo levantar un dedo. La gente la
c~~maron su ~erecho a opinar sobre el futuro de China, y esta interven- habría pedido a gritos. Tenían ansía de emociones, y la sangre se les s-Übía a la
~1on fu~ seguida por una carrera para obtener, concesiones y esferas de cabeza. Ahora, esta generación ya ha tenido bastantes emociones, ha perdido un
poco de sangre, y está cuerda y normal.
1nf~~enc1a, en la qi:e cada una de la? gra~des potencias europeas desem~
peno _su parte. As1 pues,_ la preem1nenc1a comercial y ··naval de Gran
Bretan~ /en el Ext~emo 0~1en~e fue ~esafiada) en especial por Rusia, cuya A pesar de que el entusiasmo general a favor del Imperio Británico
expan~1on, a traves de S1ber1a, hacia el Asia Central facilitada con la siguió presente durcinte años y de que ~1 pattiotismo resurgió de vez en
construcció1: del ferro~arril transiberiano (terminado e~ 1902), estaba a cuando, sobre todo con ocasión del estallido de la Primera Guerra Mun-
salvo de la 1nterferenc1a de la marina británica. El temor a las actividades dial, a partir de los primeros años del siglo xx la época del imperialismo
r~sas en Extremo Oriente se unió entonces al tradicional temor britá-
popular más estridente ya había pasado. · ·
~1co a la amenaza rusa contra la India, al menos hasta que la victoria -Aunque el imperialismo británico era -er
más notable ejemplo de este
J??onesa en la guerra ruso-japonesa de 1904-5 puso un alto a la expan- fenómeno, tanto por la extensióq del territorio adquirido, como por el
s1on rusa en el norte de China y Corea. entusiasmo popular que despertó, todas las grandes potencias -de Europa
Los intereses y aspiraciones inundiales de Gran Bretaña azuzados se vieron afectadas por el movimiento imperialista, con la excepci9n
por la nueva y ·barata prensa popular con lemas como «El Ímperio en _de Austria-Hungría, demasiado preocupada por el conflicto de naciona-
e! cu~~ nunca se pone e~ son», hallaron su más sorprendente expresión lidades dentro de sus fronteras ,como para levantar la vista hacia fue_ra
(aunque, incluso allí, hubo algunos políticos y burócratas que ansiaban
s1i;-iboh~a er: las celebraciones del septuagésimo quinto aniversario de la
rema V1ctona en 1897, cuando, según palabras del duque de Argyll, «no posesiones coloniales en Oriente Medio, como forma de reafirmar la
podemos deJar de recordar que ningún soberano desde la caída de Roma posición de la monarquía en el mundo).
pudo reunir súbditos de tantos y tan distantes países de todo el n1un- Durante el período que siguió a 1870, Francia amplió su imperio
do» '. Un.a observadora menos favorable, Beatrice Webb, se quejó del norteafricano, en el que Argelia había atraído ya a muchos colonos fran-
«Imperialismo _en el ambiente; con todas las clases embríagadas de mo- ceses, con el establecimiento del protectorado sobre Túnez en 1881, y
numentos y de lealtad histérica~> 7 . ' luego sobre Marruecos en 1912, aprovechando en este último caso co1no
_Sin embargo, este espíritu de autocongratulación nacional no duró pretexto que los -~isturbios e_n la frontera argelina exigían una interven-
mucho. Al C¡lbo de tres años, Gran Bretaña se vio envuelta en una dura cióq de Erancia en Marruecos para mantener el orden. Mientras tanto,
Y enconada guerra eil Africa del Sur contra los boers, los descendientes FraÍlcia adquirió también un gran imperio en Extremo Oriente y Africa.
de los colonos holandes~s en Transvaal y el Estado Libre de Orange, En 'Extremo Oriente, a partir de 1858, cuando los franceses invadieron
cuya independencia hab1a sido reconocida por los británicos en 1881 Anna1n y se apoderaron de algunos estados cuya esti:uctura era demasiado
.Y _1884, tras un pr_i1ner choque militar, y que trataban de afirmar su débil para resistir la penetración europea, y Annam, Conchínchina y Tonkín
derecho a limitar en - su territorio las actividade·s de forasteros en la ex- (las tres provincias que ahora forman parte de Vietnam) fuer-on incor-
plot.a~ió? de ~os ricos yacimientos de oro y diama11tes, alterando así el porados a Camboya para recibir el nombre de Indochina francesa en 1887,
equ1hbr10 social d~ !ª~ pequeñas y conservadoras repúblic_as de granje- y a la que fue agregado el protectorado de Laos seis años más tarde.
ros. Aun~ue los britan1cos ganaron la guerra y obligaron a las repúblicas En la década de 1880, los franceses fueron activamente animados en sus
boers a Integrarse en la Unión de Africa del Sur, la contienda fue más aventuras coloniales por Bismarck, quien esperaba que la expansión en
larga Y dura de lo esperado, y contribuyó notablemente a cambiar los ~, Se trata del telegrama enviado en 1896 por el kaiser Guillermo II al preSi-
dente Ktuger del Transvaal, felicitándole por haber rechazado una incursión de pe-
6
The Let~ers of Queen Victoria 1896-1901 (Londres, 1932), III, p. 181. Max queñas fuerzas irregulares salidas de la colonia de El Cabo, al mando del doctor
Bel~ff, Imperial Sunset (Lond!es,, 1969), I, pp. 20 y ss. Jameson. -
Beatr1ce Webb, 25 de JUn10 de 1897, Our Partnership, ed. Barbara Drake 8 Sir E. Grey al presidente Theodore Roosevelt, diciembre de 1906, en G. M. Tre-
Y Margaret I. Cole (Londres, 1948), p. 140. velyan, Grey o/ Fallodon (Londres, 1937), pp. 114-15.
112 Europa desde 1870 4. El imperialismo 113

Ultramar, desviaría la atención popular francesa de las perdidas provincias esto culminó en 1898 con un enfrentamiento abierto en Fashoda (Alto
de Alsacia~ Lorena. En realidad, mientras que para Gran Bretaña el mante- Nilo). Una expedición francesa enviada a través de Africa para reivindicar
nimiento de su hege1nonía mundial constituía el ~ometido principal de el territorio, se encontró cara a cara con una fuerza expedicionaria bri-
su política exterior, los franceses se veían desgarrados entre su deseo tánica que acababa de lograr la reconquista del Sudán, en poder de los
de imperio y su ansia de revancha en Europa por la derrota de 1870· seguidores del Mahdi, un jefe religioso musulmán. Los franceses se vieron
y la pérdida de territorio francés. Así, por ejemplo, la derrota en 1885 obligados a admitir que oponerse a los británicos en Africa era algo
de tropas francesas en Indochina provocó la caída del gobierno de Jules que estaba por encima de sus posibilidades, a mends que contaran con
Ferry y levantó un clan1or general porque las aventuras coloniale? dis- el apoyo alemán en Europa, apoyo cuyo precio sería la renuncia para
traían a Francia de su verdadera tarea. Como expresó un publicista na- siempre a Alsacia-Lorena, y éste era un precio que ningún gobierno fran-
ci_onalista; <<He perdido dos hijos· y usted me ofrece veinte sirvientes» 9 • cés podía permitirse el lujo de pagar. Aunque el público francés se sintió
Sin embargo, a pesar de- los reveses y de la rivalidad con Gran Bretaña amargado por los éxitos coloniales británicos y aunque la prensa fran-
(que se había anexionado Birmania en 1886) -una rivalidad que per- cesa dirigió una violenta campaña contra Gran Bretaña en la época de
mitió a Siam (Thailandia) sobrevivir como Estado-tapón independiente-, la Guerra de lós boers; es posible que en Francia ese entusiasmo colonial
el Imperio Francés en Extremo Oriente reportó sustanciosos beneficios sólido y continuo estuviese menos extendido que en Gran Bretaña. En
económ_icos, aunque sólo fuera _para unos pocos banqueros y compañías todos los países imperialistas hubo importantes grupos de presión ansfo-
comerciales. Junto -con las Indhts Orientales holandesas y los "territorios sos de granjearse el apoyo popular; pero en Francia, si bien _grupos con
británicos en Malasia, la Indochina francesa producía una considerable intereses económicos, administrativos o militares en las colonias influ-
proporción del suministro mundial de cauCho, por lo que las inversiones yeron en el gobierno en ciertos momentos, rara vez contaron con el
en las plantaciones y en la construcción de ferrocarriles rendían muy apoyo de las masas, y las inversiones en las colonias fueron; por ejempló,
buenos intereses. Así pues, los banqueros franceses de la metrópoli es- mucho menos populares entre la clase media francesa que los préstamos
taban directamente implicados en el desarrollo del Imperio -Francés en a Rusia. Sólo en Argelia, conquistada por Francia entre 1830 y 1850,
Extremo Oriente. Sin embargo y ante todo, la dominación francesa sobre existía una gran población de colonos franceses, y bajo -la Tercera Re-
un pueble antiguo y civilizado en Indochina hizo mucho por mantener pública, Argelia formó parte constitucionalmente de la Francia metropo-
viva en Francia la ~á.utoconfianza de ser una gran potencia que había litana, y por lo tanto no era una colonia.
logrado rehacerse con éxito de la humíllación de 1870, y las colonias No obstante, en cierto aspecto el imperialismo francés sí ejerció un
proporcionaron a Francia un campo donde aún se podían alcanzar glorias efecto más acusado, tanto sobre los pueblos sometidos como en la metró-
militares y donde había oportunidades para los oficiales ambiciosos que poli, que el británico. Mientras que los británicos se contentaban con
quisieran hacer carrera, cosa bastante difícil de lograr en la 1netrópoli administrar sus colonias, ya fuese directamente con funcionarios britá-
en tiempos de· paz. nicos, o bien, indirectamente, a través de los jefes locales con consejeros
La participación francesa en la pugna por AfriCa- fue también consi- británicos (como en el norte de Nigeria o en los principados de la India),
derable, aunque gran parte del territorio que conquistó era lo que lord en eJ primer caso con el fin confesado de preparar con el tiempo a los
Salisbuy denominó en cierta ocasión «suelo menudo» (las arenas del pueblos sometidos para el autogobierno, los franceses estaban mucho
Sabara), con· escasos alicientes para los illversores franceses. Si el sueño más' decididos a que sus pueblos coloniales quedaran asimilados a la
de los imperialistas británicós en Africa, como Ceci_I Rhodes, era estable- sociedad y cultura francesas. La colonización francesa se b(;lsaba en el
cer un , -_lee directo entre El Cabo y El Cairo que atravesara continua- supuesto de que los súbditos franceses en Africa o Asia podían trans-
mente r'u_¡_· territorio británico,, los franceses tenían esperanzas de unir formarse en franceses y que eso colmaría sus ambiciones. (Se ha dicho
sus nuevas colonias en Africa Occidental a través del Africa Central que a los niños africanos, que -'--aprendían de los mismos libros de texto
con su base en Djibuti, en el mar Rojo. Durante la década de 1890, esta que los niños franceses, se- les podía escuchar repetir con _solemnidad
rivalidad anglofrancesa en Afríca Central fue el tema crucial de las re- que sus antepasados galos tenían ojos azules y cabellos rubios y lacios.)
laciones diplon1áticas entre ambos países. Los franceses trataban de arran~ Esto era tan ilusorio como la creencia británica de que los habitantes
car a los británico_s concesiones y acuerdos comerciales y fronterizos fa- de sus colonias podrían ser gradualmente -adiestrados para un !imitado
vorables, y los británicos procuraban 1nantener su posición y conservar autogobierno y que se sentirían agradecidos por ello. En ambos casos,
un máxitno de Africa abiei:to al comercio y la influencia británica. Todo la experiencia de la dominación, los métodüs y las ideas extranjeraS
contribuyeron al 1novimiento para la independencia nacional en las co-
9 En Guy Chapman, The Third Republic of France: ·rhe First Phase 1871-1894 lonias; pero es discutible que los franceses dejaran en sus ex-súbditos
(Londres, 1962), p. 247. una huella cultural más profunda que los británicos.

l
1
COHEA Jap. 1910

114 Europa desde 1870

La colonización no era necesariamente el resultado de la expansión


ultramarina. La potencia colonizadora que tuvo más éxito, en el sentido
de que su imperio. ha durado y de que nunca ha conocida un proceso de
descolonización, fue Rusia. Ya hemos visto como, durante todo el si~
glo XIX, Rusia continuó su expansión hacía el este por el Asia Central -
y Siberia, colocando bajo su dominio a las tribus musulmanas y paganas
que habitaban estos vastos y potencialmerite ricos territorios. Entre 1880
y 1900, la administración fue reorganizada y-, con la construcció11 del
ferrocarril transiberiano, se estimuló la emigración a Siberia, que alcanzó
su 1nomcnto culminante en los años 1907-9, cuando se trasladaron allí
más de medio millón de colonos al año, creando una ruda sociedad de
pioneros parecida a la del Oeste nortea1nericano en sus prilneros tiempos,
desarrollando una importante industria textil y produciendo grandes
cantidades de trigo. Hubo además, entre los militares, funcionarios y
negociantes con intereses económicos en el Extremo Oriente~ ruso, al-
gunos que esperaron extender la influencia rusa todavía más allá, y pe-
netrar en Corea y Manchuria, donde existían importantes fuentes de ma-
terias primas (madera y minerales), así como (según se creía) un cre-
ciente niercado para los productos manufacturados. En 1898, ~usia ocupó
Port Arthur, una base en la costa del norte de China, con lo que obtuvo
un puerto en el Pacífico que, a diferencia del puerto siberiano de Vladi-
vostock, estaba libre de hielos todo el año. Se esperaba con ello que el
respetable poderío naval de Rusia se hiciera sentir en el Extremo Oriente
y proporcionar, además, un nuevo_ tertninal para el ferrocarril transilJeria-
no. Al mismo tiempo iba en aumento la influencia del grupo favorable
a la expansión, aun a riesgo de una guerra con Japón. Estas ambiciones
condujeron en 1904 a la guerra ruSo-japonesa, en la que se luchó precisa-
mente por el control de Corea, país que los japoneses consideraban esen-
cial para su seguridad nacional. La derrota de Rusia frente a Japón su-
puso un desastre inesperado para el gobierno zarista, y puso fin a las·
esperanzas rusas de un imperio extremo-oriental todavía más extenso, al
tiempo que aceleró todas las corrientes de inquietud que luego aflorarían
en la revolución de 1905.
En Rusia, el imperialismo no sólo adoptó la for1na de la colonización
de Siberia_y de la expansión en Extremo Oriente, que llevaría al choque
con Japón. También halló expresión en un intenso programa de rusifica-
ción de los pueblos no rusos del Imperio. Contra esto, mostraron par-
ticular resentimiento los polacos, los ucranianos y los fineses, aunque tan1-
bién afectó a los pueblos tártaros musulmanes del Valga y de Crimea,
así como a los armenios cristianos del -Cáucaso. Incluso los alemanes de
las provincias bálticas, cuna de muchos de los más leales y eficientes bu-
rócratas del Imperio, _vieron cómo su universidad alemana de Dorpart
era cerrada y se vieron obligados a aceptar la sustitución del alemán por
el ruso como idioma de los tribunales de justicia. Con la excepción d~
un breve período entr~ las dos guerras, la mayoría de los habitantes de
esa región, los latvios o letones, lituanos y estonios, tuvieron que soportar
116 Europa desde 1870 4. El imperialismo 117

la supresión alternativa y a veces simultánea de su id~ntidad nacional por fatal para cualquier gobierno que la propusiera, incluso a la vista de
alemanes y rusos. considerables dificultades militares. La alternativa a la retirada era la ex-
pansión, y en 1885 ocuparon Massawa, tras el asesinato de un explorador
Gran Bretaña, Francia y Rusia poseían, cada una a su .manera, vastos __ italiano_. _En 18.90, los italianos estaban en posesión de la colonia que
imperios que les reportaban considerables beneficios econó~icos, aun- -- ------·---1- ellos llamaron Eritrea (recalcando sus lazos históricos con la antigua Roma,
que éstos no fueraµ siempre tan sustanciosos como se había esperado. al tomar el nombre latino del mar Rojo), y habían establecido un pro-
Las otras grandes potencias con aspiraciones imperialistas-, Alemania e tectorado sobre parte de Somalía. En el curso de estos acontecimientos,
Italia, mostraron hasta qué punto la posesi6n de colonias se había con- se vieron implicados con el antiquísimo y un tanto decrépito imperio
vertido en un asunto de prestigio nacional más que de interés,. nacio- cristiano de Etiopía. Al principio, el emperador Menelik, ansioso de for-
nal o económico. En axnbos casos, el logro de la unidad nacion11 hizo talecer su precari-a situación en el trono, estuvo dispuesto a la coopera-
que la generación siguiente se sintiera ansiosa de algo más, de un .nuevo ción e hizo concesiones a los italianos; pero en 1893 denunció -el tratado
quehacer nacional y de una nueva fuente de orgullo nacional. En la que había firmado con ellos, y una vez más el sentimiento nacional ita- -
atmósfera internacional del período de 1880. a 1900, tal ambición sólo liana pidió avance antes que retirada. Con referencias patrióticas a las
podía ser satisfecha mediante la adquisición de colonias, «una- necesidad campañas de Güribaldi (tanto Crispi, el jefe del gobierno, como el go·
de la vida moderna» 10 , como la calificó el jefe del gobierno "italiano, bernador de Eritrea habían sido compañeros de armas de Garibaldi
Crispí. Los italianos ten_ían por lo menos una buena razón para desear. en 1860) y afirmando que habían «renovado en Africa el esplendor de
colonias. Italia, especialmente en el sur, estaba superpoblada. y cada - las victorias de Garibaldi» 11 , el ejército italiano se comprometió cada
año -eran más los italianos que se veían obligados a emigrar. En 1913 vez más y, a principios de 1896, sufrió una inesperada y humillante de-
se alcanzó la cifra de 873.000 emigrantes, unos en busca de u.n trabajo rrota a manos de los etíopes en Adua, dejando casi dos mil prisioneros
temporal en otros países de Europa, otros para establecerse permanen- italianos en poder de Menelik.
temente o por largos períodos en América del Sur, y en número cre- El desastre de Adua no sólo llevó a la caída del gobierno de Crispi
ciente en los años anteriores a 1914, en Estados Unidos_. Así, la idea y a una prolongada crisis política y social en Italia. También condujo
de obtener un imperio -en Africa del Norte (y Túnez estaba ·a menos a un breve rechazo de toda empresa colonial y al deseo entre los nacio-
de 100 millas de Sicilia) resultaba muy atractiva, porque proporcionaría nalistas italianos de borrar a largo plazo la vergüenza de la catástrofe
territorios donde los europeos pudieran establecerse, como lo estaban etíope. Así, una expedición colonial, relativamente anodina, se convirtió
demostrando los franceses en Argelia, y porque haría realidad el sueño en un poderoso mito nacionalista, de modo que Adua no fue olvidada
de fundar un nuevo Imperio Romano en tierras que habían sido una de y e'l sueño de venganza y de volver a fundar un i_mperio italiano en
las más ricas provincias de la antigua Roma. Y así, se produjo una amar- Etiopía siguió vivo para contribuir al programa ecléctico del fascismo
ga desilusión cuando,- en 1881, los franceses, animados por Bismarck, es- italiano e inspirar el ataque de Mussolini contra Etiopía en 1935.
tablecieron su protectorado sobre Túnez. Por ello, en los siguientes En el caso de Alemania, el des.ea de un imperio colonial fue reflejo
quince años la política exterior italiana estuvo en buena medida dictada del profundo sentimiento de inquietud e insatisfacción sobre el lugar
por los celos de Francia. Los italianos construyeron una importante· ma- que ocUpaba Alemania en el mundo a finales del siglo XIX. Bismarck,
rina de guerra y emprendieron una guerra arancelaria contra Francia. aunque a veces había animado a los grupos de presión colonialistas para
A pesar de ello, y a pesar de su Triple Alianza con Alemania y Austría- sus propios fines internos o diplomáticos, estaba funda1nentalmente des-
Hungría, firmada en 1882 y renovada regularmente en los treinta años interesado en la expansión colonial. Su política seguía estando fii:me-
siguientes, que proporcionó cierta -satisfacción a su orgullo nacional al mente centrada en Europa. «Aquí está Rusia, y aquí está Francia, y
reconocer a Italia el Status de gran potencia, los italianos no lograron nosotros estamos en el medio. Ese es mi mapa de Africa» 12 , dijo una vez.
establecerse al otro lado del Mediterráne0 hasta 1911, fecha en que con- No obstante, tras su destitución en marzo de 1890 por el joven empe-
siguieron apoderarse de Libia. rador Guillermo II, hubo muchas fuerzas en Alemania dispuestas a em-
El primer territorio africano que Italia adquirió fue en 1882 en la prender una política más aventurera. La Welpolitik (política mundial)
costa del mar Rojo. Una vez instalados allí, los italianos creyeron que se convirtió en una de las consignas del nueva-:reinado, como la Real-
su prestigio estaba en juego, y que tina política de «renunciación» sería 1 politik lo había sido en tiempos de Bismarck. Las colonias obtenidas por
Alemania en el sudoeste de Africa, Tankanika y el Pacífico nunca fueron
10 En Christopher Seton-Watson, Italy from Liberalism to Fascism (Londres, 1.-
1967), p. 138. William L. Langer, The Diplomacy of Imperialism (Nueva York, 11 Seton-Watson, _Italy from Liberalism to Fascism, p. 179.
1951), p. 272. 12 En A. J. P. Taylor, Bismarck (Londres, 1961), p. 221.
118 Europa desde 1870 4. El imperialismo 119

muy importántes o econón1icamente rentables; pero la posesión de co- la gu'erra en 1914, la desconfianza general que se~tían .ei:t.r~ sí, cJ.ebido
_¡·
lonias parecía a muchos ale_manes simbolizar que habían alc~nzado el a la rivalidad na-Val y a la carrera de armamentos, imposibilito el recono-
status de potencia mundial. Por esta razón, la adquisición ·-de colonias cimiento de una identidad real de intereses. íi
estuvo estrechamente lig,ada, en la mente ___de los alemanes, con. la-cbns- - - -- -------- La construcción de la flota alemana y el apoyo que ésta recibió de i,I
trucción de una gran marina· de guerra, punto de vista que fue asumido T muchos ·sectores de la sociedad alemana, y no sólo de los poderosos con 11'
de todo corazón por el propio kaiser. En 1894, leyó la importante obra 1 un interés económico directo en el armamento nav~l, fue una manifesta-
·del pensador militar norteamericano Alfred Thayer Mahan sobre la In- ción más potente del imperialismo reinante que el desarrollo real de los ¡!
fluencia del poder naval en la historia) publicada cuatro años antes, y
' territorios - coloniales que Alemania consiguió adquirir. A muchos ale-
desde entonc'es, como muchos de sus contemporáneos, se convencjó fir- manes ansiosos de encontrar un nuevo papel para su país Y desilusiona- 1
memente de la abrumadora importancia que el poderío 1narítimo tenía dos al' ver que las colonias potenciales más apetecibles estuvieran ya casi
para el desarrollo y éxito de las naciones, tanto en tiempos de paz/como todas ocupadas, les parecía, dado el ejemplo de Gran Bretaña,-~que 1:1-na 11
de guerra. marina poderosa era el único _medio disponible para proceder a un rea1us- -
La Weltpolitik significó para los alemanes de la década de 1890 el 1¡
te en el equilibrio de poder mundial e1) favor de los intereses de Alema-
descubrimiento de una nueva misión universal para Alemania, digna de
su fuerza industrial, tecnológica, cultural y militar. Fue un ideal que atrajo
nia. Así) según este punte:! de vista, la marina alemana no estaba destina-
da a la consecución directa de colonias, sino que más bien había de ser ~
a los seguidores de clase media del Partido Liberal Nacional, cuyos pa-
dres habían luchado por la unificación alemana y que estaban buscando
un medio de desequilibrar la balanza del poder en favor de Alemania y i!
de quebrantar el predominio mundial de Gran Bretaña. Estas ideas, más
nuevos objetivos para su entusiasmo nacional; y fue un ideal pot cuya bien confusas eran sostenidas de una for1na cruda y simple por el kaiser
populatización in1portantes grupos de presión estuvieron dispuestos a des- y Tirpitz; pe~o también fueron expuestas con may~r sut~l~za y pr~fu~­ 11
embolsar grandes sumas. Así, los fabricantes del acero requerido para cons- didad por ciertos publicistas e historiadores, tanto s1 escr1b1an en t,er~1- 1

truir los buques para la nueva flota de guerra y los propietarios de las minas nos de equilibrio de poder como si soñaban con una esfera economica :i!
que producían el carbón para alimentar sus calderas sufragaron la inunda- ¡i¡
alemana en Europa Central, que se desarrollara junto _fl una expansión
ción de folletos y propaganda de todo tipo que la Liga Naval puso en circu- de la influencia alemana fuera de Europa.
lación para despertar el apoyo popular a favor dé la idea de una gran
tii:I
marina de guerra alemana. En 1897, el almirantazgo alemán, a las ór- El incremento de las ambiciones coloniales e imperialistas de los jil
denes del almirante Tirpitz, se embarcó en un arnbicioso programa naval principales Estados significó que la diplomacia europea debía ocuparse
y, tres años más tarde, acometió una nueva expansión nava~; Las con- a partir de entonces de una zona mucho m~s extensa. Aun~ue Eu,ropa 1
secuencias, tanto en el interior corno en el exterior, fueron. graves. El seguía siendo el centro del escenario internacional, el escenario en s1 era
costo de los armamentos navales tenía que ser sufragado principalmente mucho más grande. Y con la aparición de Estados Unidos y -Japón como
mediante los préstamos que solicitaba el gobierno, y mediante el aumen- importantes potencias navales con crecientes intereses en el Pacífico, s1:1~­
to de contribuciones a cargo de los recursos financieros disponibles en gieron 1 nuevos factores que habrían de a~e~tar profun?am:~te al equili-
los estados del Imperio para fines locales. (Ni siquiera durante la Primera brio mundial y ejercer una influencia dec1s1va en la historia de las rela-
Guerra Mundial quiso el gobie~no alemán aumentar los impuestos di!ec- ciones r internacionales del siglo XX. ,,
tos, mientras que la clase terrateniente prusiana voli;ó toda Su influen- Los críticos del imperialismo de los años anteriores a 1914 predqe-
cia contra cualquier impuesto irr1pórtante que gravara la tierra o la he- ron que las rivalidades coloniales y la pugna por nuevos mercados y cam-
rencia.) Por lo tanto, en 1914 el gobierno alemán se enfrentaba a un pos de inversión llevarí_an inevitablemente ~ la guerr~. De hecho,
cierto n.úmero de problemas financieros y fiscales no resueltos. cuando ésta estalló, se libró principalmente por intereses y fines europeos, 11
Al mismo tiempo, la construcción de una gran marina alemana des- mientras que la esperanza de ganancias colon~ales influyó tan sólo. de
pertó recelos entre los británicüs, ya que en Inglaterra se opinaba que el forma incidental. Sin embargo, el movimiento imperialista afectó direc-
propósito de la flota alemana sólo podría ser el de desafiar la suprema- tamente de tres maneras a las relaciones entre los Estados europeos en 11
cía naval británica, que la mayoría de los políticos británicos considera- los años allteriores a 1914, y contribuyó a la atmósfera que hizo la guerra
ban como un elemento vital para la seguridad y prosperidad de Gran posible. En primer lugar; las alineaciones internaC1onales creada~ en ~orno
Bretaña. Aunque Gran Bretaña y Alemania podían llegar a acuerdos sobre a cuestiones coloniales chocaron a menudo con el esquema de relaoones
casos particulares, y, por ejemplo, resolver su rivalidad específica en el 11
internacionates surgido en Europa durante lo~ afj_o§" posteriore,s. a la Gue-
Próximo Oriente, donde un acuerdo sobre el propuesto ferrocarril de rra franco-prusiana. En segundo lugar, los acuerdos espec1f1cos sob~e
Constantinopla a Bagdad estaba ya dispuesto para la firma cuando estalló cuestiones coloniales particulares llevaron a menudo a una entente mas
'

4. El imperialismo 121
120 Eur~pa desde 1870

general, como _fue el ca~o del arreglo de disputas coloniales ent~ Gran Muchos de estos acuerdos permanecieron parcial- o totaln1ente secre-
Bretaña, Francia y Rusia. En tercer lugar, y quizás ésta fuera la más tos, y aunque en líneas generales eran en su mayoría, conocidos, sie1npre
iinportante, las rivalidades coloniales y la consiguiente carrera de arma- existía la sospecha de que había en ellos más de lo que se veía, ya fuese
mentos (especialmente en el caso de Gran Bretaña v Alemania) afecta- en forma _de compromisos militares o bien en propuestas de reajustes
ron toda la vida internacional, estimulando doctrin~S racisfas y dando territoriales. Así, mientras ~¡ __ complejo sistema diplon1ático _forja_do por
apoyo, o al menos. así parecía, a las toscas teorías evolucionista? que inter- Bismarck sirvió de inomento para sus propó_sitos de n1antener el equili-
pret~ban .las relaciones entre estados en términos de la lucha por la su- brio de Europa y la seguridad de Alemania, también dio a los radicales
perv1venc1a que) como entonces se admitía ampliamente, gobernába el de todos los países nuevos motivos para atacar la diplomacia secreta y un
mundo de la naturaleza. sistema internacional en el cual las cuestiones que implicaban la paz y la
De 1870• a 1890, el escenario internacional estuvo doniinaJo por la guerra, así co1no el destino de millones de personas, eran arreglos a
política exterior ale1nana, una polí_tica pensada para servir a fines pura- puerta cerrada y sin discusión pública. Aunque el sistema de Bismarck
mente europeos. Con el logro de la unificación alemana bajo la jefatura logró temporalmente la estabilidad de Europa, también contribuyó con
sus métodos secretos al aun1ento de los recelos entre los gobiernos
de Prusia, el propósito de la diplomacia de Bisrnarck fue asegurarse de
europeos.
q~: Francia permaneciera .aislada y fuera incapaz de pianear _un desquite
La caída de Bismarck en 1890, resultado del antagonismo personal
behco para recobrar Alsac1a-Lorena. Si Alemania se veía envuelta en hos- entre el anciano estadista y el joven emperador Guillermo II, y del des-
tilida~es con o_tra· potencia europea, siempre existfa el peligro de que acuerdo entre ambos sobre el modo de contener la creciente fuerza del
Francia se pusiera de parte del adversario. En particular, si Austria- socialismo en Ale1nania, así como de las diferencias en materia de polí-
Hungría y Rusia chocaban corno resultado de su rivalidad en los Balea- · tica exterior, condujo a importantes cambios en la situación interna-
nes, y si Ale1nania se veía obligada a alinearse junto a una de ellas ca- cional. El Tratado de Reaseguro con Rusia no fue renovado, pese a que
bría la posibilidad de que F,\ancia se pasara al otro bando. En consec~en­ los rusos estaban interesados en ello. A despecho de todas las diferencias
cia, _uno de los -principales objetivos de Bismarck fue evitar el tener que existentes entre el sistema político de la Tercera República y la autocra-
elegir entre Austria-Hungría y Rusia, y mantener, eh el sudeste de Euro- cia zarista, que entonces atravesaba una de las fases más represivas,
pa, una situación estable que hiciera tal elección innecesaria. - " Francia y Rusia se estaban aproximando. Los rusos, con el inicio de su
Estos habían sido los móviles de la diplomacia de. Bisrnarck antes y ferrocarril transiberiano, se habían embarcado en una nueva etapa de su
·durante el Congreso de Berlín de 1878. Le habían llevado a la firma de expansión en Asia y neceSitaban seguridad en Europa. Tan1bién neceSi-
la. Alianza Dual con A_ustria-Hungría en 1879, en parte porque, si _f\.us- taban capitales extranjeros para financiar éste y otros proyectos para la
tr1a-Hungrfa era un aliado formal de Alemania, a ésta iba a serle más industrialización y modernización de Rusia. En 1887, Bismarck, en parte
fácil influir en su política exterior. Al mismo tiempo, Bismarck deseaba quizás co1no resultado de su característica falta de comprensión de los
~antener buenas relaciones con Rusia: primero, tratando de- formar una lazos existentes entre la econotnía y la diplom~cia, y, en parte, como re-
Liga de los Tres Emperadores de Alemania, Austria-Hungría y Rusia, sultado de su disgusto 1nomentáneo con los rusos a causa de la recién
ostensiblemente para demostrar la solidaridad monárquica ante la amena- impUesta restricción a la posesión de tierras por extranjeros, que afectó
za de una revolución; y luego, con ocasión de la crisis búlgara de 1885-6 a muchos alemanes prominentes, había prohibido la flotación de présta-
que demostró lo inestable que seguía la situación en los Balcanes fir~ mos a Rusia en la bolsa de Berlín. El resultado fue que los rusos se
mand~ directamente un acuerdo secreto con Rusia en 1887 (más ~arde volvieron hacia Francia, de modo que en los años siguientes muchos
conocido corno «Tratado de Reaseguro»), que al menos «mantendría miles de millones de francos fueron invertidos por franceses ep obliga-
ab!e.rta la línea con San Petersburgo», como rezaba la expresión diplo- ciones rusas) en gran parte por inversionistas modestos, quienes, por ese
matlca de entonces, y que en el caso de otra crisis balcánica daría tiempo n1otivo, adquirieron un interés directo en la marcha de las relaciqnes
para entablar negociaciones antes de qué Alemania se .compro1netiera franco-rusas y en la estabilidad interna de Rusia (más tarde, factor im-
con \!~º u otro mando. ~demás, Bismarck había tratado de asegurar la portante en la actitud de los franceses hacia la Revolución Bolchevique).
estab1hdad de Eur:ipa hacl<;ndo entrar a Italia en la Triple Alianza con Por lo tanto, había un terreno abonado para unas relaCiones más
Alema~1a y Austr1a-Hungr1a en 1882, y estableciendo una alianza con estrechas entre Rusia y Francia, especialmente si se tiene en cuenta que
~urnanrn en 1883. En 1883 l?gró persuadir a Gran Bretaña para que ésta·s habían de dar a Francia una sensación de seguridad al sugerir a
esta ma?1fes;ara un .cauto 1nte~es en el mantenimiento del status qua en Al_emania la atnenaza de una guerra en dos fre11tes, algo que Alemania_
el Med1terraneo oriental mediante un acuerdo con Austria-Hungría e estaba dispuesta a evitar a todo trance. En 1890 y 1891, se intercambia-
Italia. ron cortesías entre los dos países, y lo que más llamó la atención del
122 EurÓp.fl desde 1870 4. El imperialismo 123

público fue el saludo del zar mientras era interpretada «La Marsellesa», de asegurarse zonas de influencia en China, en las cuales su comercio
con todas sus reminiscencias revolucionarias, durante una visita de la gozara de un trato preferencial, y adquirir bases en la costa para res-
flota francesa a Rusia. En agosto de 1891, hubo correspondencia.-secreta paldar sus reclamaciones; así, -de_spués de que los alemanes se hubieran
entre los dos gobiernos para tratar vagamente de una acción común apoderado. de Kiao-chow y los rusos hubieran obtenido a_ su vez Port
en caso de guerra, y un año más tarde hubo un acuerdo militar, rati- Arthui;, el gobierno británico se sintió obligado a apoderarse de Wei-
ficado a fines de 1893. Con la alianza franco-rusa, aparentemente en- - Hai-wei (un puerto que el almirantazgo alemán ya había considerado y
frentada a la Triple Alianza de Alemania, Austria-Hungría e Italia, se rechazado) como «consuelo cartográfico», para emplear la expresión de
desvanecían muchas de las ventajas que la diplomacia de Bismarck había lord "Salisbury.
conseguido para Alemania. Los británicos ya no gozaban, pues, de una posición incontestable
En efecto, el predominante interés de las potencias europeas,-durante en China. Ahora otras potencias europeas tenían allí la oportunidad
la década de 1890, en la expansión imperialista hizo que la atención de de comerciar y de obtener ganancias territoriales, y podían disfrutar de
sus gobiernos se centrase .en los acontecimientos de ultra:"mar, y que los laS _ventajas que los británicos habían obtenido hacía algunas décadas
problemas europeos parecieran temporalmente menos importantes. Las en cuanto a exención de las leyes chinas ordinarias y al derecho a -ser
ambiciones de Alemania por convertirse en una potencia mund{al eran juzgados sólo por tribunales especiales, trato desigual que provocó _gran
contrarias a los principios de la política exterior bismarckiana, que siem- indignación entre los chinos. Sin embargo, los británicos vieron" la 'ma-
pre se había.n orientado a fines identificables y objetivos limitados, mien- yor amenaza a su posición en la extensión de la influencia rusa en el
tras que, bajo Gmllermo II, los objetivos eran a menudo tan vagos e in- norte de China, y a finales de 1897 se e~forz-aron en conseguir un apo-
ciertos como grandiosos y ambiciosos. La expansión ultramarina llevó yo diplomático local contra Rusia al fracasar sus intentos de llegar a un
a todas las potencias europeas a una competencia más directa con -Gran acuerdo con ella. Su prime-ta idea, cuando quedó claro que no era po-
Bretaña que cuando habían estado implicadas tan sólo en cuestiones sible ningún entendimiento directo con Rusia, fue llegar a un acuerdo
europeas. Francia y Gran Bretaña eran rivales en Africa y Siam. Rusia con Alemania, que por entonces no era un rival peligroso para Gran
parecía desafiar el predominio británico en Extremo Oriente. Para Ale- Bretaña en el campo colonial, ya que su carrera naval no había hecho
mania, que miraba a su alrededor en busca de «un lugar bajo el sol» m~s que comenzar y aún habrían de pasar cinco años antes de que el
en el ·campo colonial, Gran Bretaña parecía cerrarle el paso a la expan- almirantazgo británico empezara a inquietarse por ella. En fecha tan re;-
sión en todas las partes del mundo. cierlte como 1890 los británicos habían concluido un acuerdo amistoso
Un gran desafío a la posición de Gran Bretaña en Extremo Ori~nte con Alemania por' el cual Gran Bretaña le cedía la pequeña isla de Heli-
se produjo cuando Francia, Alemania y Rusia, en una alineación que goland, en el mar del Norte, a cambio de la rica isla de Zanzíbar, frente
~mpía ~on la naturaleza de las alianzas en Europa, se coaligaron para a la -costa de Africa Oriental. Aunque hubo momentos de malestar, como
mtervemr en nombre de la preservación de la integridad de China al fi_ por ejemplo cuando los ... alemanes mostraron su simpatía por los boers
nalizar la guerra chino-japonesa, con lo que dieron a la cuestión china de Africa del Sur, no destacaron problemas mayores entre ambos países
una dimensión internacional y· pusieron fin a la posición rectora de Gran ni tampoco había razón alguna, así al menos lo ·entendía el gobierno bri-
Bretaña en esta zona. En este caso, los franceses, tras algunas vacilacio- tánfco, para que ambos países dejaran de colaborar en Extremo Oriente.
nes, se mostraron dispuestos a colaborar con los alemanes a pesar de 1Había, sin embargo, otros motivos que indujeron a algunos esta-
todos los perjuicios que sentían contra ellos, tanto porque esperaban distas británicos, especialmente a Joseph Chamberlain, a ver en Alemania
fomentar sus propios intereses en China, como porque deseaban compla- un «aliado natural» de Gran Bretaña. Eri efecto, en unos _momentos en
cer a sus nuevos aliado-s, los rusos. Ciertamente, cuando surgía la oca- que la red de alianzas entre las potencias europeas había quedado fuer-
sión de una acción conjunta en el escenario colonial para ·salvaguardar la temente tejida, algunos dirigentes británicos vieron en el aislamiento de
posición europea contra amenazas locales, las potencias olvidaban de mo- su país un peligro para la posición mundial de Gran Bretaña. Cham-
mento sus diferencias. Cuando la sublevación de los boxers (un movi- berlain estaba convencido, como señaló en un discurso pronunciado en
miento nacionalista dirigido contra la influencia ·de los europeos en 1899, de que 13
China) amenazó, _en 1900, con provocar la-expulsión de los extranjeros,
todas las potencias europeas (así como Japón) contribuyeron con sus En el fondo el carácter ... de la raza teutónica difiere muy poco del de la an-
fuerzas armadas a aplastarla, y los franceses incluso permitieron que sus glosajona ... Nuestro sistema de justicia, nuestra literatura, la propia base y funda-
tropas actuasen bajo el mando de un general alemán. mento sobre el cual se asienta nuestro idioma son lÜs 'mismos en los dos países,
La intervención de las potencias para limitar las ganáncias japonesas
después de la derrota de China en 1895 fue seguida por una tentativa 13 Garvin, Lije aj Joseph Chamberlain (Londres, 1933), Ill, p. 508.
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124 Europa desde 1870 4. El imperialismo 125

y si la un1on entre I_nglater~a y América es un poderoso factor para la causa de alianza inglesa en las condiciones que ellos impusieran. Las negoc~aciones
la paz, una nueva Tnple Alianza entre la raza teutónica y las dos grandes ramas internacionales más afortunadas son las que tra,tan de puntos detallados
de la raza anglosajona ejercería una influencia todavía más poderosa en- el futuro ~Y específicos. Pero, en aquella época, entre Gran Bretaña y Ale1nania
del mundo.
ño existían _ puntos espeCíficos en dis_?uta y, por lo tanto, nada en lo que
basar un acuerdo detallado y limitado. En los años posteriores a 1901,
Por erróneas que sean las premisas de tal argumentación, sus eleva- cuando el programa naval alemán estaba plenamellte en marcha, hubo
dos. ;onos racistas fu~ron comunes a muchos imperialistas británicos. un punto específico del que tratar: la cuestión del desarme naval. Pero
Qurz~s merezca la pena o?servar, por ejemplo, que Cecil Rhodes, que en este punto ninguna de las_ partes estaba dispuesta a hacer _concesiones
amas~ una fottuna en Afr1ca del Sur, llegó a ser primer ministro de la importantes __ a la otra. Mientras lós británicos deseaban un apoyo 'limita- _
colonia de El Cabo y fue el promotor de la expansión británica en el do fuera de Europa para proteger sus iritereses imperiales, los alemanes
país que ahora lleva su nombre (Rhodesia), cuando dotó con sus famo- -_deseaban un coffipromiso británico en Europa que garantizara la seguri-
sas becas en la Universidad de Oxford, lo hizo pensando en los estu- dad alemana mientras llevaban adelan.te sus vagos planes de W eltpolitik,
diantes alemanes tanto como en los norteamericanos y en los ciudadanos por lo que difícilmente cabía llegar a ningún acuerdo.
blancos de las colonias británicas. Hasta qué punto los acuerdos específicos sobre diferencias coloniales
;\unqu~ el kaiser, cuya actitud hacia Inglaterra y bacía sus propios podían llevar a una cooperación más :general dentro de Europa es un
fainiliar~s ingleses (era nieto de la reina Victoria) oscilaba entre la- amis- problema que queda ilustrado por la Entende Cordiale entre Gran Bre-
tad sentimental y la celosa hostilidad, era partidario de una alian2a con taña y Francia en 1904 y por el acuerdo anglo-ruso de 1907. La, crisis
~ran Bretaña, sus mi.nistros y los funcionarios permanentes del Ministe- de Fashoda en 1898 había demostrado que los franceses no eran lo- su-
?e
rio Asuntos ~xter1ores alemán no se dieron p~isa alguna. No estaban ficientemente fuertes -como para desafiar la posición de Gran Bretaña en
particularmente Interesados en ayudar a Gran Bretaña en sus difículta- Africa, si los británicos estaban decididos a mantenerla. Además, la crisis
d~s en Extremo Orientey a menos que a cambio lüs británicos estuvieran había demostrado también que Rusia, el aliado de Francia, no deseaba
dispuestos ? _cooperar en_ Europa, bien adhiriéndose a la Triple Alianza dar a ésta ninguna ayuda inmediata y efectiva fuera de Europa. El
o,. como min1mo, prometiendo una neutralidad benévola en caso de una acuerdo sobre las fronteras del Sudán, que dio término a la crisis, sig-
. guerra d~ Alemania y Austria-H_ungría contra Rusia y Francia. Creían nificó que los franceses tenían que abandonar toda esperanza de amenazar
que el tiempo estaba de su parte y que la rivalidad de Gran Bretaña la posición británica en Egipto presionando desde el Alto Nilo. Sin em-
con Francia y Rusia en el campo colonial forzaría fina_lmente a Gran bargo, aún tenían considerable influencia en el propio Egipto, ya que
Breta~a a una alianza bajo las condiciones alemanas. En cOnsecuencia, las cada una de las principales potencias europeas tenía un voto en la
tentativas hechas en 1898 y de nuevo en 1901 para negociar una alianza Caisse de la Dette, que había sido establecida en la época de ocupación
angloaleman~ no dieron ningún resultado, pues los alemanes deseaban de Egipto para regular las finanzas egipci~s en interés de los inversionis-
un comprom~s~ ?eneral que los británicos no estaban dispuestos a conce- tas europeos. Cualquier _Cambio importante en la organización económica
der, Y los britanicos esperaban apoyo local en Extremo Oriente, algo que de Egipto necesitaba el acuerdo de las potencias representadas eri la
los alemanes pensaban que les enfrentaría innecesariamente con los rusos CaiSse, y en particular el de Francia. En 1902 lord Cromer, representante
~ les obligaría, como nunca se cansaban de repetir, a «sacarle las casta- británico en Egipto, se mostró dispuesto a emprender un plan de refor-
nas ?el fueg~» a Inglaterra. Al final, los británicos encontraron lo que 1
mas financieras de largo alcance, ·y esto significaba que más tarde o
quer1an mediante una alianza con Japón, que firmaron a principios más temprano habrían de celebrarse negociaciones con Francia.
?e 1_90~ y que, al n1enos así lo parecía por aquel entonces, carecía de Al mismo tiempo, resultó que el grupo de presión de los colonialistas
implicaciones para Gran Bretaña fuera del Extremo Oriente. ftanceses, que mantenían estrechas relaciones con Delcassé, ministro de
. . El fraca_so en la co~secució1: de una alianza anglogermana a prin- Asuntos Exteriores, ansiaba redondear el imperio norteafricano de Fran-
cip10s del siglo xx ha sido considerado por algunos historiadores, espe- cia con la adquisición de Marruecos, un plan que requería el consenti-
cialmente en Ale~an1a,. como u~a oportunidad desastrosamente perdida miento de Gran Bretaña; que tenía intereses comerciales y, lo que toda-
q_ue pudo haber impedido. la Pnmera Guerra Mundial. En la práctica, vía era más importante, estratégicos en ese país, debido a la posición que
~i1: embargo, las negoc1ac1ones abortadas tenían pocas posibilidades de ocupaba a la entrada del Mediterráneo. Con arreglo a estos supuestos,
e~tto, puesto que los británicos estaban más atentos a sus intereses mun- se iniciaron en 1903 negociaciones entre Gran Bretaña y Francia. Tras
dial~s que a su involucración en Europa, en tanto que los ale1nanes meses de intrincadas discusiones (modelo de ne_góciación diplomática que
c?nfiaban en que su táctica de esperar hasta que la posición interna- puede ser seguido en detalle en los volúmenes publicados con los docu-
cional de Gran Bretaña se debilitara todavía más, les reportaría una mentos británicos y franceses sobre política exterior) se llegó finalmente
126 Europa desde 1870 4. El imperialismo 127

a un acuer~o en abril de 1904: por medio de un tratado que daba a por Alemania, Francia- y Rusia, y_ dirigida contra Gran Bretaña. Tam-
Gr~~ Bretana mano libre en Egipto, prometía apoyo británico para una poco entonces condujeron a nada las tentativas alemanas para -separar
acc1on francesa en Marruecos y aclaraba cierto número de puntos con- a Francia de Gran Bretaña, puesto que partían de la creencia sostenida
flictivos, como la cuestión de los derechos de pesca en la costa de Te- por el Ministerio alemán de Asuntos Exteriores de que la Entente no
rranova y las respectivas esferas de influencia en Asia. , podía ser en realidad algo serio. El fracaso se debió en buena parte a
En ªl?ariencia, _se trataba sencillamente de un amplio arreglo de dispu- que Delcassé se había comprometido a colaborar con Gran Bretaña.
tas colon1ale_s,. realizado en una nueva atmósfera de, cordialidad, de la que Fue también su mediación la que contribuyó a resolver una grave cri~
la famosa vislta del rey Eduardo VII a París en 1903 fue más bien el sis entre Inglaterra y Rusia cuando la flota rusa, al comenzar su viaje
símbolo que la c~usa; 7 cabe preguntarse si alguno de" los~ dos gobiernos alrededor del mundo que acabó en una derrota total frente a los japo-
albergaba otr~~ 1ntenc1ones que las acordadas. Sin embargo, pronto se neses, disparó sobre algunos buques pesqueros británicos en la zona del
puso de man1f1e.sto que la Entente Cordz'ale repercutía en las relaciones Dogger Bank, en, el mar del Norte, tomándolos, al parecer, errónea1nen-
!as
e..n!re p~te?c1as europeas en general, y no ·sólo en la esfera de la po- te por submarinos japoneses.
hllc~ impenahsta de Gran Bretaña y de Francia. En marzo de 1905 el En 1906, por lo tanto, la Entente entre Gran Bretaña y Francia se
gobierno alemán precipitó una crisis cuando el kaiser desembarcó e~ el vio fortalecida más que debilitada, básicamente porque después del arre-
puerto marroquí de Tánger y declaró que Alemania salvaguardaría sus glo de sus principales disputas coloniales cada uno empezó a preocu-
intereses en Marruecos y que reconocía al sultán como soberano inde- parse más por la sitriación en Europa. La crisis marroquí de 1905-6 no
pendiente. Esta tentativa de afirmar los intereses alemanes en unÜ -d~ s_ólo reveló el aislamiento diplomático de Alemania, sino que también r
los pee.os territorios africanos apr?ve~hables que aún seguían siendo in-
r
reavivó la idea de_ que era probable una guerra entre Francia y Alema- 11
dependientes, y de romper la solidandad de la reciente Entente anglo- nia. En caso de ciue estallase tal guerra se lucharía en Europa y en
francesa, fracasó rotundamente. 1
torno a objetivos europeos más que imperialistas. (En verdad, la crisis 1

Aunque los alemanes l~graron provocar una situación crítica Por la


cual la guerra entre Francia y Alemania pareció una vez más posible 1 de Marruecos fue seguida por un período durante el cual las empresas
mineras francesas y alemanas colaboraron, animadas por sus respectivos
y aunque el gobierno francés se sintió lo suficientemente alarmado como gobiernos, en los intentos de prospección y explotación de los recursos
para forz.ar la dimisión de Delcassé, al que se achacaba la responsabilidad 1 de Marruecos.) Por aquel entonces, los británicos empezaban a consi-
de la cnsis, de hecho el resultado fue una colaboración más estrecha derar el programa naval alemán como una grave amenaza, y en 1903 el
entre Francia y Gran Bretaña, tanto antes como durante la conferencia gobierno decidió construir una base naval en Rosyth (Escocia) para con~
sobre la cuestión marroquí que se celebró en Algeciras en 1906. En la trarrestar la creación de la flota alemana del mar del Norte, y el temor
conferencia fue Alemania, y no Francia, la que se vio aislada y Austria- al establecimiento de una base alemana en la costa atlántica de Marrue-
I-Iungría fue la única potencia que apoyó las propuestas ale~anas para cos explica en buena medida el hecho de que los británicos apoyaran
una reforma en Marruecos y la supervisión de la admínistraci_ón marro- de todo corazón a Francia en 1905 y 1906. Aunque en Gran Bretaña
quí, ·mientras que, y esto todavía es más importante, en los meses a._f)_te- eran muchos los que no creían que Alemania supusiera un peligro real
riores hu_bo conversaciones _de tanteo, sin ningún carácter oficial y sin para la! posición de Gran Bretaña en el mundo; otros, entre e_llos, algu-
compron;1so algu?-o, entre los estados- mayores británico y francés sobre nos miembros del gobierno liberal y algunos antiguos funcionarios del
las me~idas conJuntas a tomar en la eventualidad de una guerra con Foreigri Office, empezaban a opinar lo contrario y, en consecuencia,
Alem~ma. Al cabo de dos añ~s de la firma del acuerdo anglofrancés, sostenían que debían mantenerse los estrechos lazos con Francia.
quedo claro que el nuevo gobierno hberal de Gran Bretaña estaba tan La derrota de Rusia frente a Japón tuvo también el efecto de des-
a:isioso por colaborar ~on los franceses como sus predecesores del Par- alentar a Rusia en sus planes de expansión en el Extiemo Oriente, así
tido Conservador qu~e habían negociado el acuerdo, y que la firma de lo como de despejar la inmediata amenaza rusa a los intereses británicos en
que había parecido un tratado limitado referente tan sólo a cuestiones China. Dadas estas circunstancias, parecía razonable que ~n Bretaña
c?loniales, de hecho tenía 'una significación más profunda para las rela- y Rusia trataran de llegar a un arreglo sobre los principales problemas
ciones mu_!uas entre las potencias europeas y para el equilibrio de poder derivados de su rivalidad imperialista en Asia. Ahora bien, este acuerdo,
en Europa. que los franceses no dejaron de estimular, tardó mucho tiempo en nego~
La nueva amistad entre Francia y Gran Bretaña fue puesta a prrieba ciarse. El gobierno liberal británico estaba preocupado por~ la inestabi-
dur~nte 1904 y 1905 por la guerra entre Rusia, aliada de Francia, y lidad del sistema ruso, que la revolución de 1905 había puesto de mani-
Japon, airado de Gran Bretaña. Los alemanes aprovecharon la ocasióln fiesto, y muchos de sus partidarios radicales se oponían tenazmente a
para adelantar propuestas para formar una liga continental integrada cualquier acuerdo con el gobierno zarista que pudiera mejorar su imagen
128 Europa desde 1870
4. El íri:ipe'rialismo
v credibilidad en el extranjero y contribuir a su fortalecimiento interno. 129
ios militares de ambos lados instaban a los civiles para que no hicieran dolf Hilferding y Rosa Luxemburg quien, h
concesiones, dado que tanto el gobierno de la. India como el eS-tado en los -"P_r-imeros años del si lo xx ' f com_o ya emos yisto, fue,
mayor ruso estaban preocupados por la posibilidad de perder influencia de k- izquierda del Partid gS . ld un~ 1gural 1mportante e influyente
en Persia, una de las principales zonas en litigio. Sin embargo, el acuer~ al igual que J A Hobson o . ocia emocrata a eman. Ambos pensaban,
do fue firmado finalmenle en abril de 1907. Establecía la neutralización · de 1916 so b~e . 1 . ? yl. como Lemn había de repetir en su opúsculo
del Tibet y la retintda de la misión militar británica que había alli, inevit'abl~ de 1 e u:iper1a Ismo/ 9ue -el imperialismo era un producto
mientras que los rusos reconocían la pertenencia de Afganistán a la
esfera británica. Persia fue mantenido como Estado independi~nte, pero
quedó dividido en zonas de influencia rusa y británica con una iona
neutral en medio.
l de hallar nue::, P::ud'~esp '~ºn¡m1rns de~ capditalismo Y c;le su necesidad
sugiriéron ue 1 1· 1 · ~ a ~ _Inv~r? 1 º? e capitales; pero -también
hadan anti¿;,ada 1: fd~:l~~í: l:be~';t'¿ticla 1 ~hfrentes al dominio colonial
ª
de una generación anterior d d e os le. enso~es. del libre comercio
Si bien Rusia no abandonó su interés por el Asia Central ni su inten~ únicamente- al movimiento 'de ee;:1~nº. ,,que le 1mp~r1ahs~o _no se reducía
ción de mejorar su posición en Persia, el acuerdo de 1907 suprimió se- trataba de un fenó p s1on u tramar1na, sino que más bien
algunas de las causas inmediatas_ de fricción con Gran Bretaña. También todos los sectores de l~es~~i~~d,lo penetraba todo y que afectaba a casi
mantuvo a las rusos en la esperanza de que Gran Bretaña no se--epon- El imperialismo del período 1880-1914 f
dría a sus propósitos en Europa en una época en la que, al buscar lución que estaba inpugnand 1 .d d ue un aspe~t~ de una revo-
ventajas que compensaran la humillante derrota en Extremo ,Oriente, el mismo 1 . d d 1 .º as I eas e una generac1on anterior. ,Lo
gobierno ruso había reavivado sus ambiciones en los Balcanes y sus espe- la nece;i¿:d asd;1rl:u i~t e Ii~:e comerclio estaban si.endo cuestionadas y
ranzas de controlar la salida del-mar Negro a través del Bósforo y los a s d . ,, ervenc1on esta ta en muchos campos empezaba
er acepl;a a, tamb1en las relaciones entre los Estados 1 , ·1
Dardanelos. Aunque las relaciones de Gran Bretaña con Rusia n'.lnca d e sus po 1t1cas se basaban h Y os mov1 es
fueron tan estrechas como con Francia, el final de la vieja hostilidad leza del hombre-y 1 , d dora en nuevos supuestos sobre la ·natura-
entre ambos países puede considerarse como otro ejemplo más de cómo terna de muchos Es~ ¿ocie a ' supuestos que afectaban a la política in-
los acuerdos en la esfera imperial reflejaban la creciente preocupación "b ª
. os, tanto como a sus relaciones exteri r
que es pos1 le referirse a cada acto específico d . . !"
~
o es. , . -
de las grandes potencias por los asuntos de Europa .. Los alemanes sos- nos concretos (expectativas ,, . . 7 1mpe:1a Ismo en term1-
pechaban, equiVocadamente, un plan deliberado de Gran Bretaña para estratégicas) cierto n 'm deconom1cas, prest1g10 nacional, necesidades
' u ero e supuestos general b d
rodear y aislar a su país, y nadie podía escapar -a la sensación de que movimiento in1perialista. Estos incluí n 1 ~s su yacedn e::i to o .el
Europa se estaba dividiendo en dos campos armados. Cuando había al- nal y la a menud . a a creencia_ en un est1no nac10-
canzado la cima de su influencia en el mundo, las fuerzas desintegrado-
ras en su seno conducían a lo que algunos historiadores han_ considerado
de l~s pueblos adel~~~~d~:, de ºr1~:sarvl~e~i~Í/~~~~f~:; ~nhn~a
en e~eb_er
trac1on a los países atrasados d b 11 ,, ~ena a 1n1s-
como el primer round de una desastrosa guerra civil europea. losblemas limi:erialistas británÍcos~ !la r~ar~:ardelet~1:nb;e 1bi:nfam~so sde
em argo, as ideas más ptof d . . co» . in
Los críticos del imperialismo que prevalecían a finales del siglo XIX tialismo fµeron las de a uen:n as que msp1ra.ron el_ concepto de impe-
lanzaban sus ataques desde diversos ángulos: los humanita·rios se- sentían darwinistas». Estos con~ bí s fue puled~n ser clas1f1cados como «.social-
ultrajados por la explotación de los africanos en el Congo Belga, por e an as re ac1ones entre Estados como una
la brutalidad con la que los alemanes reprimieron la rebelión en Africa * El poema de Rudyard Kiplin L - d l ·
del Sudoeste en 1904, o por los «métodos de barbarie», como los llam6 Londres, 190.3, p. 79) es una exh~rta~i6:;ga e hombre b?anco (The Five Nations,
un destacado estadista británico del Partido Liberal, que los británicos sus responsabilidades imperiales S . a los norte~mencanos para que acep_ten
· us primeros versos dicen:
emplearon para combatir las guerrillas en la Guerra del T ransvaal, ence- Toma la carga del hombre blanco
rrando a los granjeros del veld en <~campos de concentración», un con-
cepto que habría de adquirir implicaciones todavía más siniestras en el O enbvli~a por delar;-~e a los mejores que criaste.
ga a tus hlJOS al exilio
siglo xx. - para que sirvan a las nece~idades de
espera con todos tus arreos tus cautivo§.;
Una crítica teórica más profunda del imperialismo y de sus efectos tus atu_r_?idos y salvajes pueblos,
sobre la sociedad en su conjunto fue desarrollada por escritores ansiosos tus !ec1en ca~turados pueblos hoscos
de sacar a la luz los lazos existentes entre la expansión imperialista- y la medio demonios y medio niños. '
estructura social y económica interna de los Estados europeos. Entre !'A-erece la pena observar que el tono l d 1
nano colonial está allí «para proc r lgbneraf . e ¡oema es pes1m1sta: el funcio-
éstos destacaron dos pensadores socialistas, el economista austriaco Ru- nancias de otro» y su premio es ~I ar e bn: ,rc1od e otro y trabajar por las ga-
odio de aquellos' a los que guarda». a repro ac1on e aquellos a los que mejora, el

1
1;
l
(

130 Europa desde 1870 4. El. imperialismo


131
lucha perpetua por la supervivencia en la que algunas razas eran consi~ · tor más importante en el desarrollo era la raza
deradas como «superiores» a otras, debido a un proceso evolutivo _ep. el que mantenía!) sil superioridad eran las u b.? que aqi.::_ellas. razas
cual los más fuertes siempre acababan por imponerse. su pureza racial. De ellas según G b. q f tam le~ manten1an inta_cta
había sobre:v:ivido; pero ~e niostraba lneau, a .ra~a aria era la que mejor
Charles Darwin, el científico inglés cuyos libros El origen de las
especies, publicado en 1859, y La ascendencia del hombre, de 1871,
provocaron controversias que afectaron a muchas ramas del pensamiento
turo y opinaba que la pureza racial ~:y _pesim.1sta con respecto al f-11-
siglo xrx y que en consec . . 1 a imposible de,sonservar en el
., ' _ uenc1a, inc uso para los ario ;
europeo, no prestó mucha atención a cualesquiera implicaciones sociales perspect1ya de decadencia. La --extehsa sombr; b d s se ~ern1a una
que sus ideas- pudieran tener, y sus observaciones sobre el lugar de la su apariencia de obta seria de ci .Y !ª. ra e Gob1neau, con
0

guerra en la sociedad, por ejemplo, son a menudo contradictorias. Al , en Alemania que en -Francia S enc1~ etfnograf1ca, tuvo más influencia
. us teor1as ueron aceptad ·
desarrollar su teoría de la selección natural, se ocupó primutdialménte e1 gran compositor Richard W agnet ; I as, primero, por
en demostrar que, en el mundo natural, una especie evolucionaba a Wag_ner, en 1883 por su villd~ .Y su pcircu o, Y t_ras la muerte de
. d ' Y amigos. ero en realidad fu
partir de otra y a menudo reemplazaba a otra en un continuo proceso Y- a dmira or' Houston Stewart Ch b l . d . . e su yerno
de evolución, refutando así la doctrina de que todo en el mundo, tal contribuyó a llevar estas ideas un am er ~lll;' e origen tngl~s, quien
como ahora existe, procede de un único acto simultáneo de creación. fundamentos del siglo XX escrito e~~]~mr;ias ade~'¡':ted con su libro .Los
Sus puntos de vista tuvieron, por supuesto, una enorme influencia en . f:ste. libro inmenso, Pomposo reiter~~i:o pu ica o en 18~9.
las ciencias naturales, espe_ciahnente en biología, aunque también desem- casi, Ilegible, tuvo un considerable yéxito en Al que_ hoy en dia parece "-.
peñaron un papel crucial en la confrontacíón entre ciencia y religión penodol, hy el propio Hitler admiró al autor ha~:ª~¡"p~~~antd ur; _larglo
que estremeció las conciencias de muchos intelectuales a mediados del en SU ec O de muerte en 1927 C l .; O e VlSitar O .....
siglo xrx,- sobre todo en los países protestantes, donde la creencia en la ricos, teológicos y' etnográfico; Jn snªc¡,cu¡,u ¡c~on de detal,les histó-
validez de la decisión individual y en el derecho de cada conciencia desarrollo humano se hallaba d¿min. d . lm er aI?d dcons1dero que el
a escoger libremente por sí misma coexistía con la creencia en una' 1 carácter esencial de cada raza L a o por a nhecbes1 a de preservar el
· as razas que a ían b · ·d
~f:el~a'.lo~uJu~:í.ª(~~g:~~~lt:af~~~fe:fi~::r c~:~t::· 1";1~~ l;e::~~ d~e;:~
literal inspiración divina de las escrituras.
Hacia la década de 1890, este conflicto empezó a remitir, pues los
métodos y conclusiones de las ciencias naturales estaban siendo amplia- germa~1co;_ a veces, Charnberlain es lo bastante realista e enten la por
mente aceptados (véase capítulo 6) y las doctrinas teológicas se adapta-
ron con el fin de dejar al menos algún lugar a las verdades establecidas ~=fi c:an diAerentes estirpes descendían ~os alemanes del ~~gk,º !r~ª v~;
e e a e os como eslavo-celta-germánicos· a menudo Y_
por la ciencia. Las ideas de Darwin, sin embargo, y de algunos de sus tan sólo a los noreuropeos en g~neral ) Un , d 1 padrece refemse
contemporáneos como el filósofo inglés Herbert Spencer, quien fue, al 1 .... · o e os temas e su b
e contraste y conflicto entre estos dos uebl s ; o ra es
rdól ulinba demostración acrisolada de que )esús o~/ e~~rJ.:d:oa rEazlon elab?-
parecer, el primero que utilizó la frase «supervivencia de los más aptos»,
fueron rápidamente aplicadas a cuestione• muy distantes de los proble- e ro era la ·d d d · mensa¡e
mas exclusivamente científicos que habían preocupado a Darwin. Como en llf}a época en ~ecqe~~ io e conservar intabctos los ~alores germánicos
en el caso de Marx, las versiones popularizadas de las enseñanzas de d . ;l s europeos se esta an esparciendo por 1
Darwin inspiraron muchas ideas que el autor quizá no habría aprobado, o, ,Y,~ que ,so o la sangre germánica había hecho de Europa una e ni:'d~
y propagaron otras que no se encontraban en el original, por lo menos orgamca y esta se hallaba ahora amen d d d. 1 . , u 1a
sas. Para H S Chamberlai 1 d _azada e lso uc10n por varias cau-
en la cruda forma en que, más tarde, serían propagadas. El elemento del
darwinismo que pareció más aplicable al desarrollo de la sociedad fue desarrollado · sus· cualidades n, a octrina e una raza de a
en la 1 h 1 . .
h b'
mos que a la
la idea de que el exceso de población con relación a los medios de subsis- a lo largo de un proceso de sel~~ci~;or a ei1stenc1a .Y que las mejo~ó
~~ ~~~ l~ls r:feªm~~esambosuscapbosee una mis~;~u:~;e~Íic~~ t :~a m~::~:~
1
tencia obligaba a una lucha constant~ por la supervivencia, en la cual
vencían los más fuertes o lo_s más «aptos». A partir de aquí, a algunos an una nueva misión 1 d
pensadores sociales les resultó fácil dar un contenido moral a la noción nueva causa nacional . en e mun o y una
de «-aptitud», de modo_ que las especies o -razas que sobtevivían eran inspiración que la luch;u~o~r~orc~f?ªr~ó a la ~eneración joven la misma
dres, es fácil com d ; un1 icac1 °. nacional había dado a sus pa-
aquellas que tenían un derecho moral a ello.
La doctrina de la selección natural pudo, por lo tanto,- ser fácilmente
diel'On reforzar 1 pren er como Idloctrmas de superioridad racial pu-
asociada con otra línea de pensamiento: la desarrollada por el escrito! que tenía Alemanf: d~e<~unncials seub ~ arwlm1lanas ac~rca de la necesidad
;
Aunque las teor1as . ugar ªJº e so_». -
francés Joseph-Arthuf Gobineau, quien publicó, en 1853, el Ensayo raciales tuvieran .;
sobre la desigualdad de las razas humanas. Gobineau recalcó que el fac- ~ania, no representaron un factor desdeñabkª e~i~~rd;~ekt~c~~s~s.e~¿~~é

1
Europa ?esde 1870 4. El Imperialismo 133
132

es el Imperio sino el predominio de la raza_?» 14, se preguntó. en 1;oo y militarmente, como las naciones occidentales. De mOffiento, en los años
lord Roseber; (ex primer ministro británic?J; y ya hemos visto como anteriores a 1914, estos temores, aunque ampliamente expresadoS, no
Joseph Chamberlain (que no guardaba relac:on alguna con H .. S. Cham- eran aún muy graves, si bien conforme fue avanzando el siglo la ame-_
b eran1 i. ) y Cecil Rhodes soñaron con duna ahanza
. .,
de las super10.res razas
Al 1 naza comercial y militar a la posición europea en Asia se convertiría en
anglosajonas, y desearon algún tipo e as~c1ac1on con eman1a, en e_ realidad. Y resulta significativo que los mismos supuestos ideol6gicos
supuesto de que existía cierta afinidad racial. entre: t.eutones. ~ ?nglosa- que dieron al movimiento imperialista su fuerza -la creencia en la
. y lord Milner entre otros destacados 11nper1ahstas br1tarucos, no desigualdad de las razas y en la lucha por la supervivencia- pudieran
¡ones. , , · d' 1 1 l
fue el único en creer que «más fuerte, mas p~1mor 1~ q~e... os azo.s llevar también a las gentes a cuestionar su propia posición, a expresar
materiales es el vínculo consanguíneo, el lenguaJe, la h1stor1a y lag- .t:ad1- graves dudas sobre su propio futuro y a pronosticar «La decadencia de I
ciones comunes» is. La creencia de que las ta?:as h1ancas eran super1o;e.s Occidente» (título de un farnuso libro de Oswald Spengler, que fue
a las negras 0 .amarillas, aunque no fuera expresada con un ropaje teor1- publicado en 1918; véase p. 555.)
co, fue un supuesto básico del imperialismo. ~ese a que algunas de las Esta asociación de ideas racistas con un temor neurótico a un pueblo
potencias imperialistas creyeron que con el tiempo los pueblos some- extraño, destaca con especial claridad en el desarroIIo del antisemitismo,
tidos podrían sar educados y elevados al nivel de. sus domina1c:res, en que ya era un fenómeno notable en las dos últimas décadas del siglo x1x,
el terreno de los hechos esta creencia sólo fue aplicada a una élite muy aunque no alcanzó su horrible culminación hasta el intento alemán de
pequeña v aun entonces (como en el caso .de los británicos en la India) exterminar a los judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial.
con con~iderables reservas, tanto sociales como pr~cticas. En resumidas Desde la Revolución Francesa, la mayoría de los países de Europa habían
cuentas, bajo toda actividad imperialista, independientemente de l~ for- abolido los impedimentos y desigualdades legales que las comunidades
ma concreta que adoptara y cualesq~1_ier~ q1:1~ fuesen sus .causas mme- judías habían sufrido desde la Edad Media, y los judíos estaban, legal-
diatas, subyacía una creencia en la mevltabihdad de una !u.cha por la mente, en pie de igualdad con los demás ciudadanos, en la medida en
supervivencia entre las potencias, de un conflicto. entre naciones :vivas que tenían derecho a votar, a presentarse como candidatos en las elec-
y naciones moribundas; y en esta lucha el lla~amiento a la creencia en ciones, a desplazarse libremente y a ejercer cualquier profesión. Sola~
la supervivencia natural de una raza en particular a menudo desempe- mente en Rusia casi todos los judíos seguían obligados a vivir en ciertos
ñaba un importante papel. . . . distritos y estaban sometidos a dificultades administrativas cada vez ma-
Hubo sin embargo, un lado negatlvo y un lado posltlvo en las teo- yores, no menores, en cuestiones tales como su derecho a elegir una
rías racis~as y seudoevolucionistas del imperialism~. Junto a la e.norme profesión. Sin embargo, la emancipación de los judíos trajo sus propios
au toconfianza de los pueblos europeos que se dedicaban a repattlrs~ ;I problemas. Aunque muchos de ellos ansiaban la asimilación a las socie-
mundo entre sí y a imponer su voluntad sobre las razas some~l~~s, existia dades en las que vivían, estando incluso dispuestos, sí era preciso, a
una creciente i:riquietud ante una posible- amenaza a .la posicion de la.s conyertirse al cristian.ismo, y aunque, como los miembros de otros cre-
razas dominantes, y no sólo por parte de otros Estados europeos, consi- dos religiosos, se vieran afectados por las ideas del libre pensamiento
derados como iguales sino por pueblos, de dentro o de fuera de sus cietitffico, en su mayor parte seguían perteneciendo a una comunidad
propias fronteras, _a l~s que se consideraba inferiores. A ~_este respecto, sepa:éada, claramente identificable, con su religión, costumbres y, en n1u-
reviste interés el hecho de que tantos escritores de la ~ecada de 1 ~~O chosº casos, lenguO:je propios (los judíos empleaban el hebreo para las
empezaran a temer lo que se denomi~ó «el pe~igro amardl?» ( expresion ceremonias religiosas; pero la_ mayoría de los judíos en Europa Oriental
adoptada entusiásticamente por el _kaiser aleman, que tenia el don de hablaban yiddish, un dialecto del alemán).
reflejar y expresar lo que muchos de sus súbditos pensab.an). El temor Para los judíos, la dificultad consistía en cómo lograr que sus recién
a que los chinos, que constituían una import~nt~. co1:1unidad mercantil concedidos derechos civiles se hicieran realidad y en cón10 vencer pre-
en todo el sudeste asiático (y a veces eran sigruf1cativ~mente )l~mados juicios seculares que habían intensificado su separación .de sus conciuda-
por los europeos «los judíos de Asia») pudieran corµpetir con e::ito con danos y que en el siglo XIX estaba cobrando nuevas formas. Mientras
el comercio europeo, se unió, tras la resona?te derrota de Rusia frente persistía la antigua hostilidad cristiana hacia los judíos, como pueblo
a Japón en la guerra de 1904-5, a la angustla de pens.ai; en lo .que ocu- responsable de la crucifixión de Jesús, entre algunos católicos, particu-
rriría si los pueblos de Oriente llegaban a ser tan eficientes, industrial larmente los jesuitas, y en la Iglesia ortodoxa rusa se inventaron, .además,
. contra ellos nuevos agravios qoe surgían de las circunstancias de la
14 Lord Rosebery, Alocución, Universidad d~ G!asgow, 16 de D?vieml;ir.e de 190_0.
W lf J Mommsen «Nationale und Okonom1sche Faktoren 101 bnuschen .-Im- sociedad industrial y de la misma libertad de movimientos que la eman-
pe~iaft~~us ~or 1914», Ílistorisc~e Zei!~chrift, 206/3 (junio 1968). cipación parecía ofrecer a los judíos. Debido a que en la Edad Media
15 A. M. Gollin, Proconsul zn Polztzcs (Londres, 1964), p. 131. se había prohibido a los cristianos prestar dinero a interés, los judíos

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Europa desde 1870 4. El imperialismo 135
134
figuraban entre los grandes prestamistas de Europa. E~ el siglo XIX, l~s valores, según éL eran minados por la omnipresente influencia de los
judíos ricos de Francfort, Viena, Pa~ís º~ Lo_nd:es, d1r1g1dos po~ la mas judíos en la vida francesa. _
famosa y afortunada de todas las dinastias Juclías, los R?tbschild, esta- La propaganda de Drumont s_obre la conspiración judía recibió nuevo
ban estrechamente asociados con los bancos en_ expans1on de Europa, ímpetu merced a un escándalo financiero que estalló en 1891. El famoso
mientras el buhonero judío y el pequeño prestamista de- las zo~as rural,es · ingeniero Ferdinand de Lesseps, cuyo gran logro fue la construcción del
de Hesse (Alemania) o Galitzia, la provincia polaca de Austna-Hungria, canal de Suez un cuarto de siglo antes, lanzó, ya anciano, la idea de ud
seguían desempeñando su función tradicional. canal a través del istmo de Panamá. Esta empresa tropezó con toda el~
Buena parte del antisemitismo que, se desarrolló entre 1880 Y 1900 se de dificultades inesperadas, y sus partidarios fueron amenazados con
tenía, por lo tanto, fundamentos economicos. El iefe, del Part~do S~cial­ la pérdida de todo su dinero, que totalizaba unos 300 millones de dó-
demócrata, August Bebel, denominó en cierta ocas1on al antlse~:ismo lares. Por lo tanto, los promotores, entre los que figuraban dos judíos,
Der Sozialismus des dummen Kerls (el socialismo de los es~pidos), el barón Josepb Reinach y el doctor Cornelius Herz, hicieron todo lo
y era muy fácil que cualquier ataque contra el poder de las alt~s f;nanzas posible para ocultar el fracaso inminente buscando el apoyo de políticos
y los grandes bancos se convirtiese en un· ataque contra los JU~os,. los influyentes, y en 1888 el gobierno autorizó un préstamo estatal para el
cuales formaban un sector fácilmente identificable de la clase capitafüta. proyecto. Sin embargo, esto- no pudo evitar la bancarrota de la compa-
En otros sectores de la vida económica, los judíos eran también el chivo ñía. En su búsqueda~ de un chivo expiatorio, los accionistas acusaron
expiatorio; en Viena, por ejemplo, los ~astres judíos p~oce_dent.~s- -de las de corrupción a cierto número de tpiembros de la Cámara de Diputados,
aldeas de Galitzia se prestaban a trabapr por un precio mferio; al de y a Drumont y a sus -asociados les fue fácil alegar que eran los judíos
los que se encontraban tras aquel fracaso, con lo que aumentó notable-
los sastres vieneses, y se les culpaba del desempleo cuando c?rr1an ma-
mente la circulación de su peri6~Hco antisemita, La Libre Parole.
los tiempos. En muchas zonas rurales, los granjeros y terrate?1entes que
Pocos años después, el asunto Dreyfus (véase también p. 88) brin-
habían pedido dinero a los prestamistas judíos locales !os odiaban cuan- dó otra oportunidad para reavivar los sentimientos antiserrútas, ya que
do éstos les presionaban para que les pagaran en un ano de malas cose- la agitación contra Dreyfus y los que pedían una revisión de su con-
chas. · 1 dena por espionaje fue fácilmente convertida en un ataque contra los
Sin embargo, ni el odio contra los capitalistas judíos, .m a c?mp~- orígenes judaicos de Dreyfus (era uno de los pocos judíos en el estado
tencia económica entre judíos y gentiles en las ciudades, ni el ant1sem1- mayor) y el celo de sus partidarios fue rápidamente atribuido a una cons-
tismo rural fundado en el temor al prestamista entre los campesinos en- piración judía. El caso Dreyfus logró unir a todos aquellos que creían
deudados constituían las únicas bases del antisemitismo. El antisemitismo que la autoridad del Estado, simbolizada por los oficiales que le conde-
económico por erróneo y lamentable que fuera, tenía al mehos una naron, debía ser incuestionable, aun cuando sus decisiones fueran injus-
explicaciód aparentemente racional. ~ás ~ difíciles de c~mprender eran tas\ Hubo personas cuyo ardiente nacionalismo les llevó a exigir que
aquellas formas de odio y temor a los 1ud10s que no surgian del conta;to se ~prübibiese ocupar cargos públicos a todos los ciudadanos de origen
diario, siño que eran experimentadas por personas que ape~as h~bi~n extra:µjero, y esto se refería a los judíos antes que a nadie. Para ellos se
visto a un judío. En Francia, por ejemplo, donde la comun_idad ¡u~ia trataba de un enfrentamiento. entre «la verdadera Francia y el ejército,
sólo constaba de 80.000 individuos, y donde gracias a la atmosfera l~ica de un lado, y la República y los judíos, del otro» 16 •
y liberal de la Tercera Repúb}ica los Judíos fu~ron, en buena med~da, Las pasiones que despertó el asunto Dreyfus forzaron a muchos fran-
asimilados sin dificultad, exist10, a partir de la decada de 1880, un ".1go- ceses a reformular sus creencias políticas y a tomar partido a favor o en
roso movimiento antisemita de carácter popular, con prensa propia Y contra de la República laica y liberal. En el bando republicano hubo un
una literatura muy difundida. En su origen, esto fue,. en buena p~rte, movimiento para apoyar el gobierno de Waldeck-Rousseau, que se había
obra de un publicista llamado Edouard Drumont, quien _aprov~ch,o la comprometido a salvaguardar la constitución y a revisar el caso Dreyfus,
indignación causada en 1882 por la quiebra del ~aneo Unt~n Cjenerale, y fue este movimiento el que se alzó con el triunfo, en parte porque la
que muchos consideraban equivocadamente propiedad de iuclíos, para derecha, aunque vociferante, no efectuó ninguna tentativa para derro-
iniciar una agitación antisemita que adquirió notable e~tensión. En sus car el régimen, limitándose a realizar gestos sin sentido alguno, como
escritos; de los cuales el más notorio fue La France Juzv~) una obra de el del individuo que tiró al suelo el sombrero del presidente de la Repú-
la que vendió más de 100.000 ejemplares cuando fue pubhc~da en 18~6, blica en una carrera de caballos. Sin embargo, entre los nacionalistas y
Drumont combinó varios de los temas comunes a los escritores antise-
mitas de todo el mundo. Drumont odiaba la vida urbana moder_na y es- 16 ]eunesses royalistes de France, diciembre de 1898, en Eugen W.eber, Action
cribió historias sentimentales sobre la vieja Francia, una Francia cuyos Franr;aise (Stanford, 1962),_ p. 25.

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4. El imperialismo 137
136 Europa desde 1870
clubs y las carreras de caballos», para citar -una frase de Léon Blum. El
los conservadores del ala derecha, el caso. Dreyfus llevó directamente a propio Blum era un típico judío francés asimilado. En la época del caso
la fundación de un nuevo grupo monárquico radical, la Action Franr;_azse) Dreyfus, era un joven que se estaba -labrando _una reputación como crí-
que habría de tener una existencia continua hasta la Segunda Guerra tico y escritor. Más tarde se dedicó a la política y llegó a SéF dirigente
Mundial y que, aunque nunca gozó del apoyo masivo. qu~ ~sper~ban- -sus del Partid<) Socialista después de la Primera Guerra Mundial y jefe del
diría-entes proporcionó una ideología coherente y bien- d1fund1da para- gobierno del Frente Popular en 1936. Hizo muy buena carrera, ~ pesar
la Jerech; antirrepublicana, en la cual el antisemitismo ocupaba un lugar de las repetidas pullas de la derecha, empefiada en que «volviera _a Jeru-
destacado. ., . , salén», y se sentía identificado con Francia. «Soy un judío francés -se-
La figura más importante en la elaborac10n de esta i~eologia. fue ñaló hacia el final de su vida, de-spués de las horrendas experiencias de
Charles Maurras, quien en. la época del caso Dreyfus formulo unas ideas la Segunda Guerra Mundial- con una larga línea de antepasados fran-
que mantuvo tenazmente durante una larga vida; cuando, a 1~ ;Jad ceses que sólo hablaron el lenguaje de mi país, y cultivado fundamental-
de setenta y siete años, fue condenado por haber apoyado el regunen mente en su cultura, que no quiso abandonar Francia ni siquiera cuando
de Vichy (que debía mucho a sus idea;), se dice, que exclamó:. «¡Es la se enfrentó a los mayores peligros>:. 17 .
venganza de Dreyfus!». Maurras no solo rec_hazo la democracia .parla- Tal carrera hubiera sido imposible en Alemania o Austria-Hungría,
mentaria al preconizar un sistema representativo de b~se corporat1~a .~ donde el antisen1itismo conoció un desarrollo mucho más vasto, tanto en
profesional en el marco de una mon~rquía re~taurada, sino .que se s1nuo el aspecto ideológico como en el político, si bien fue en Rusia, a partir
obsesionado por el peligro que para la segundad de Francia encarnab~n de 1881, donde los judíos no sólo se vieron expuestos a la discrimina-
los elementos que, según él, no estaban consagrados por entero al pa1s: ción y a la negación de los derechos civiles, sino, además, sometidos pe-
«los cuatro estados conferados», como él llamaba -a masones, protes- riódicamente a la violencia física. A partir de 1880, se desarrolló en el
tantes, judíos y méteques, termino que ac.u~ó para inclu~r -a todas aque- mundo de habla alemana un movimiento antíserilítico con una profusa
llas personas de origen ext~anjer~ <::!ue vivian en ~rancia. ~Estas gentes literatura que atacó a los judíos desde puntos de vista muy diferentes.
debían ser excluidas de la vida pubhca francesa, y esta habia de quedar En Berlín, un movimiento socialcristiano protestante, dirigido por el
restringida a quienes contaran, por lo menos, con tres generaciones de capellán de la corte, Adolf Stücker, unió al antisemitismo un ataque pu~
antepasados franceses. . ritano contra los elementos más ostentosos y rimbombantes de la nueva
El otro portavoz de este nuevo nacionalismo (aunque afirmaba ser clase capitalista alemana, mientras que en Viena el movimiento social-
más republicano que monárquico, y tampoco estaba ?e a7uerdo con !a cristiano católico, bajo la dirección del alcalde reformista Karl Lueger,
abjuración que Action Fram;a!se hacía de tod,a. la historia de Francia combinó también esfuerzos genuinos a favor del bienestar social con un
desde 1789) era Maurice Barres, novelista y cntico de talento que rom- llamamiento a los prejuicios antijudíos de la clase media baja vienesa,
pió con la mayoría de sus amigos en los círculos, literar~os ~avanzados inquieta ante:lo que ella entendía como una amenaza económica de sus_
de París en los tiempos del caso Dreyfus. Para Barres, los 1ud10s e:raba~ rivales judíos.
casi automáticamente excluidos de la vida francesa, ya que la nac1onah- Estos fueron, esencialmente, movimientos prácticos que explotaban
dad era una cuestión de «la tierra y los muertos», un asunto de genei;a- sentimientos ancestrales contra el estereotipado financiero o :prestamista
ciones que habían vivido y habían sido enterrada~ e~ e! suelo de Francia. judío, y ni Lueger ni Stücker se preocuparon mucho del aritísemitismo
Lo mismo que Maurras contemplaba la presencia Judia como un~ ame- idea'lógico. En realidad, Lueger siguió una línea pragmática, pues cuando
naza para la seguridad de Francia, Barres los consideraba, y especialmen- fue criticado "'por recibir a judíos en su casa, replicó: «Yo decido quién
te su participación en la agitaci~n durante e_l caso. Dr~yfus, como una es judío.» Otros, sin embargo, produjeron obras seudocientíficas que re-
amenaza para la solidaridad social de Francia, sohdar1da? q?-~' en su calcaban la diferencia total entre judíos y alemanes, o entte arios Y
opinión, siempre era más importante que el logro de la Just1c1a en un semitas, con la implicación de que los judíos eran un cuerpo extraño que
caso individual. . debía de ser extirpado del Volk alemán. Estas ideas formaróh una parte ·
Y sin embargo, pese a toda la virulencia. de la ac,thddad p~nfletaria importante del pensamiento nacionalista antiliberal de finales del si-
de Dru1nont, y de la inteligencia y elocuencia de retoricas nac1onahstas glo XIX, de modo que, a: partir de entonces, era obvio que cualquier mo-
como Maurras y Barres, el antisemitismo no afectó profundamen~e (al vimiento nacionalista en Alemania había de ser, en mayor o menor me-
menos hasta el régimen de Vichy durante la Segunda Guerra Mudial) ~ dida, antisemita. (Véanse pp. 184-88.)
la vida de los judíos en Francia. Los judíos alcanzaron éxitos en la poh-
tica y la administración, sí bien lo? .prej:iícios ~ ~ontra ellos. nu~c~ desapa- 17 André Blumel, Léon Blum, Juif et Zioniste (París, ;1951), p. 5. Citado en
recieron en el ejército y en el servicio diplomatico_. El. ~nt1sem1~1smo ten- James Joll, Intellectuals in Politics (Londres, 1960), pp. 5-6.
día a juzgarse a menudo como «un tema de discus1on propio de los

1
138 Europa desde 1870 4. El imperialismo 139

Fue este supuesto de que el antisem1t1smo formaba parte intrínseca literatura antisemita (también inspirada en parte por la policía), en la
de· cualquier partido derechista o nacionalista en Alemania, lo que .hizo cual figuraba la conocida obra Los protocolos de los sabios de Sion, do-
virtualmente innecesaria la formación de un partido político específi- cumento que tenía el propósito de ofrecer pruebas de primera mano
camente antisemita. En 1907 se fundó sobre esta base un partido que sobre la existencia de una conspiración mundial judía, pronto traducido
llegó a tener 25 diputados en el Reichstag; pero su influencia directa. y muy pfoj:lagado en lo que Norman Cohn-_calificó de «mundo subte-
estaba ya declinando- por entonces, de modo--que el dirigente socialista rráneo donde las fantasías patológicas disfrazadas de ideas. fueron agita-
Bebe! pudo afirmar confiadamente en 1906: «Es un consuelo pensar das por fulleros y fanáticos semieducados en beneficio de Jos ignorantes
que no tiene perspectivas de ejercer jamás una influencia decisiva en 1-a y supersticiosos» 20 • Lo más siniestro fue que, en uno de los grupos nacio-
vida política y social de Alemania» 18 • Por desgracia, sería más cierto nalistas y antisemitas rusos, la Unión del Pueblo Ruso, fundada en 1905,
decir que el partido nunca llegó a tener una influencia decisiva, preci- se lanzó la idea del exterminio físico de los judíos, idea que fue también
samente porque sus doctrinas habían quedado absorbidas en los supues- compartida por unos pocos fanáticos patológicos de Viena entre 1909 y
tos de muchos otros partidos y grupos. También en Austria, el movi- 1913, cuando vivía allí ·el joven Ado!f Hitler, por aquel entonces pintor
miento antisemita se fundió con otros grupos nacionalistas alemanes; el de brocha gorda con ambiciones artísticas frustradas.
partido fundado por Georg van Schünerer, uno de los antisemitas más Los judíos trataron de responder de varios modos a esta creciente
fanáticos de Austria (aunque era iguahnente .anticatólico), halló su fuer- amenaza del antisemitismo en Europa. Muchos, sobre todo entre los
za entre los alemanes de Bohemia y combinaba el antisemitismo con un más ricos y afortunados, confiaban en lograr asimilarse a las clases entre
odio y un temor no menos racista hacia - los eslavos, en general, y los las Aue vivían. Muchos también (especialmente los de Rusia, donde sus
checos, en particular. condiciones materiales de vida eran cada vez más precarias) emigraron,
En Francia, el ejercicio efectivo de los derechos civiles por patte al East End de Londres o a Estados Unidos, llevando consigo a menudo
de los judíos apenas se vio menoscabado por causa del antisemitismo. utópicas ideas revolucionarias· surgidas de su desesperación. Qtros,. ·-en
En Alemania y Austria, en cambio, los judíos se desenvolvían constan- cambio, sacaron conclusiones diferentes de sus experiencias y pensaron
temente bajo una sensación de humillación y discriminación; y aunque que, en una época de creciente nacionalismo, la única esperanza para
Guillermo II recibió en la corte en alguna ocasión a financieros e indus- los judíos consistía en afirmar su propia identidad nacional y establecer
triales judíos, ni siquiera los más afortunados de ellos podían olvidar su· propio Estado nacional. Esta idea fue propuesta por primera vez en
por mucho tiempo que se les consideraba corno pertenecientes a una raza la década de 1860 por Mases Hess, judío socialista alemán y asociado
inferior. «Siempre llega un momento doloroso en la vida de todo joven de Marx; pero tuvo poca influencia inmediata. Posteriormente, la pri-
judío alemán --escribió el industrial Walther Rathenau, uno de los más mera oleada de pogroms en Rusia, en 1882, llevó a un judío ruso, Lean
destacados- que recuerda toda su vida; es cuando se da cuenta, por Pinsker, a abogar por la «autoemancipación» de los judíos y dio nuevo
primera vez, de que ha llegado al mundo como un ciudadano de segun- ímpetu al movimiento para el establecimiento c;le colonias agrícolas judías
da clase, y que ninguna virtud ni mérito pueden liberarle de esa situa- en Palestina. Sin embargo, el creador del movimiento sionista corno or-
ción» 19 • ganización política efectiva, que finalmente logró crear el Estado de Israel
Sin embargo, en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, medio siglo después, fue el periodista y comediógrafo judío Theodor
fue en Rusia donde el antisemitismo tomó a veces la forma de violencia Herzl, quien, por lo visto, sin conocer los escritos de Pinsker, publicó
física. Allí, unos cinco millones de judíos (casi una quinta parte de toda en' 1896 su opúsculo El Estado judío, en una época en la que sus expe-
la población judía del mundo) vivían en zonas muy determinadas de riencias como periodista en París, durante el proceso Dreyfus, reforzaron
Rusia occidental, el denominado «Asentamiento vallado», y a partir de sus temores de una evalancha de sentimientos antijudíos en Europa. Aun-
1882 se produjeron insistentes pogroms contra ellos. En uno de los que Herzl murió prematuramente en 1904, a la edad de cuarenta y cuatro
peores, en Kischiven, en 1903, fueron asesinados 45 judíos y heridos años, logró crear una organización sionista comprometida en el estable-
400, y 1.300 casas y tiendas fueron arrasadas. Estos átaqués eran a ve- cimiento de un Estado judío autónomo en Palestina, y a pesar de
ces organizados deliberadamente por la policía, ansiosa de desviar el la opÓsición de muchos judíos que pensaban que tal plan significaría
descontento contra el régimen zarista hacía otro blanco, y otras veces el fin de su posibilidad de integración, logró ponerse en contacto con
por particulares. Además, fue en Rusia donde se originó la más tosca los gobiernos alemán, británico y turco, con la esperanza de lograr su
18 P_eter G. J. Pulzer, The R.ise of Political Anti-Semitism in Germany , and
apoyo, así como explicar sus puntos de vista al papa, quien 1~ recibió
Austria (Londres, 1964), p. 204.
19 Walther Rathenau, 'Staat und Judentum', en Gesammelte Schriften (Berlín, 20 Norman Cohn, W arrant far Genocide (Londres, 1967), p. 18. Hay trad. al
1918), !, pp. 188-9. Joll, Intellectuals in Politics, p. 65. castellano publicada por Alianza Ed : El mito de la conspiraczón ¡udía mundial. ,

'
140 Europa desde 1870
Capítulo 5
fríamente, y al rey de Italia. Aunque no logró un éxito inmediato en EL LIBERALISMO Y SUS ENEMIGOS
cuanto a obtener concesiones de los turcos o el apoyo de alguna de las
grandes pot~ncias (si bien el gobierno británico ofreció a los judíos terri-
torio para su establecimiento en Africa Oriental), el congreso sionista
fundado por Herzl continuó acrecentando su influencia y, durante la
Primera Guerra Mundial su dirigente, doctor Chaim Weizmann, pudo
1

arrancar del secretario británico del Foreign Office, Arthur Balfour, la


promesa de que los judíos tendrían un _«hogar nacional>> en Palestina.-
Fueron los supuestos raciales que subyacían en el movimiento im-
perialista lo que intensificó el desarrollo del antisemitismo, de forma
que no es sorprendente que Herzl y los sionistas reaccionaran, en térmi-
nos raciales y nacionales, con un plan para el regreso a Palestina que
daría a los judíos raíces tan profundas y antiguas como las que Barres
ensalzaba en el pueblo francés. En una época en que la adquisición de
territorios ultramarinos era una de las principales preocupaciones- de los
Estados europeos, era también natural que Herzl se volviera hacía las )
grandes potencias con la esperanza de lograr su ayuda para obtener con-
cesiones territoriales en Turquía. Para bien o para mal, Herzl hal:>ía
alineado los destinos del movimiento sionista con los de las potenciás
imperialistas, y al no lograr el apoyo que había esperado obtener del
kaiser, se volvió hacia Gran Bretaña: «Inglaterra, la libre y poderosa A princ1p1os del siglo xx muchos de los mov1m1entos políticos, so-
Inglaterra -como él dijo-, cuya vista abarca los siete mares, compren- ciales e intelectuales que habrían de transformar Europa en los siguientes
derá nuestras aspiraciones» 21 • El ·hecho de que incluso la respuesta de cincuenta años estaban ya en marcha. Además, cada movimiento provocó
los perseguidos fuera expresada en el mismo lenguaje de los imperialis- la reacción correspondiente. El movimiento imperialista discutido en el
tas, índica hasta qué punto las visiones colonialistas y nacionalistas ha- último capítulo no sólo provocó en las colonias el desarrollo de los acon-
bían afectado el pensamiento y acción europeos. tecimientos que habrían de llevar al establecimiento de nuevos Estados
independientes medio siglo más tarde; también llevó a un movimiento
de contestación radical en los propios países imperialistas, un movi-
miento que contribuyó a la vez a forjar las fuerzas revolucionarias del
siglo xx en Europa, y a abrir el camino para la descolonización al des-
truir la confianza en el derecho de los europeos a gobernar sobre
pueblos «atrasados». El movimiento socialista obligó a los gobiernos a
tomarse
1
en serio la legislación social; pero también renovó los temores
a la revolución, lo que dio origen a nuevas ideologías contrarrevolucio-
narias y antisocialistas. La extendida creencia de que el progreso cientí-
fico resolvería casi todos los problemas y de que los métodos de las
ciencias naturales podrían ser aplicados al estudio de la historia, la so-
ciedad o la literatura, dio origen, como reacción, a un nuevo énfasis en
el elemento irracional del hombre y a la impor_tancia de las emociones
instintivas y subconscientes, Conforme el avance industrial y técnico
transformaba el medio, la gente fue reaccionando contra la industriali-
zación y buscó medios para recuperar el contacto con lo que parecía un
.modo de vida más na tura! y sencillo.
21 Theodor Herzl, 13 de agosto de 1900, M. Lowenthal (ed.), The Diaries of Estos contrastes y conflictos hicieron del período comprendido entre
Theodor ·Herzl (Nueva York, 1956), p. 330. Walter Laqueur, A History of Zionism 1880 y el estallido de la Primera Guerra Mundial, uno de los más inte-
(Londres, 1972), p. 112. resantes y creadore~ de toda la historia de la civilización europea. Pero
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