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De La Dependencia A La Independencia
De La Dependencia A La Independencia
La socialización
El recorrido
No hay nada nuevo en la idea de un recorrido desde la dependencia hasta la
independencia. Todo ser humano debe hacer este viaje, y muchos llegan a
algún lugar no alejado de su punto de destino, a una independencia con
sentido social incorporado en ella. En tal caso la psiquiatría tiene ante sí un
crecimiento sano, tema que a menudo queda en las manos del estudioso de la
educación o el psicólogo.
La dependencia absoluta
En primer lugar llamaré la atención sobre las etapas muy tempranas del
desarrollo emocional de todo infante. Al principio el infante depende totalmente
de la provisión física que le hacen llegar la madre viva, el útero o el cuidado al
infante alumbrado. Pero en términos psicológicos tenemos que decir que el
infante es al mismo tiempo dependiente e independiente. Debemos examinar
esta paradoja. Está todo lo heredado, incluso los procesos de la maduración y
quizás algunas tendencias patológicas, y tiene una realidad propia, que nadie
puede alterar; al mismo tiempo, el despliegue de los procesos de la maduración
depende de la provisión ambiental. Podemos decir que el ambiente facilitador
hace posible el progreso constante de los procesos de la maduración, pero el
ambiente no hace al niño. En el mejor de los casos permite que el niño advierta
su potencial.
Describiré las necesidades del yo, que son multifacéticas. El mejor ejemplo es
la simple cuestión del sostén. Nadie puede sostener a un bebé a menos que se
identifique con él. Balint (1951, 1958) se ha referido al oxígeno del aire, del que
el infante no sabe nada. Yo podría recordar la temperatura del agua del baño,
que la madre prueba con el codo; el infante ignora que el agua podría haber
estado demasiado caliente o demasiado fría, pero da por sentada la
temperatura corporal. Hablo todavía de la dependencia absoluta. Se trata de
una cuestión de intrusión o no intrusión en la existencia del infante, y deseo
desarrollar este tema.
Vemos que la adaptación sensible a las necesidades del yo del infante sólo
dura un pequeño lapso. Pronto la criatura empieza a obtener placer con el
pataleo, y a sacar algo positivo de la rabia por lo que podrían denominarse
pequeñas fallas de la adaptación. Pero por esa época la madre reemprende su
propia vida, que finalmente se vuelve relativamente independiente de las
necesidades del infante. A menudo el crecimiento del niño corresponde con
total exactitud a la reasunción por la madre de su propia independencia, y
estaremos de acuerdo en que una madre que no puede ir fallando
gradualmente en esta cuestión de la adaptación sensible falla en otro sentido:
debido a su propia inmadurez o a sus propias angustias, falla porque no le da a
su infante razones para tener rabia. Un infante que no tiene ninguna razón para
la rabia, pero que desde luego lleva en sí la cantidad habitual de ingredientes
de la agresividad, sean ellos los que fueren, enfrenta una dificultad especial, la
dificultad de fusionar la agresión con el amor.
La dependencia relativa
Cuando el niño tiene dos años, se han iniciado nuevos desarrollos que le dan
armas para tratar con la pérdida. Será necesario referirse a ellos. También hay
que tomar en consideración factores ambientales importantes aunque
variables. Por ejemplo, puede formarse un equipo madre-niñera, que es en sí
un tema interesante de estudio. Puede haber tías, abuelos o amigos de los
padres, personas adecuadas que por su presencia constante merecen ser
consideradas sustitutos maternos. También el esposo de la madre puede ser
una persona importante en la casa, que ayude a crear un hogar; ese padre
puede ser un buen sustituto materno, o gravitar de un modo más masculino,
brindándole a su esposa apoyo y una sensación de seguridad que ella puede
transmitirle al infante.
Caso clínico
Uno de esos niños era un bebé de cuatro meses cuando la madre falleció
súbitamente. Su desarrollo continuó de manera satisfactoria, sin ningún signo
clínico que indicara una reacción. En mi lenguaje, para este bebé la madre era
"un objeto subjetivo" y la amiga había ocupado la posición de ella. Más tarde el
niño pensaba en la madrastra como si fuera la madre real.
Pero cuando este hermano menor tuvo cuatro años, me lo trajeron porque
estaba empezando a presentar diversas dificultades de la personalidad. En el
juego de la entrevista terapéutica inventó algo que tenía que repetirse muchas
veces. El se ocultaba, y yo introducía una muy leve modificación en, por
ejemplo, la posición de un lápiz sobre mi escritorio. Entonces venía él,
descubría la leve modificación, se encolerizaba y me "mataba". El niño habría
seguido con este juego durante horas.
Hacia la independencia
Una vez que estas cosas han quedado establecidas, como ocurre en la salud,
el niño puede gradualmente enfrentar el mundo y sus complejidades, pues en
él ve cada vez más lo que ya está presente en su propio self. Se identifica con
la sociedad en círculos crecientes de la vida social, pues la sociedad local es
una muestra del mundo personal del self tanto como una muestra de los
fenómenos verdaderamente externos.
"Hacia la independencia" describe las luchas del niño deambulador y del niño
púber. En el período de la latencia, por lo general los niños están satisfechos
con la dependencia que tienen la suerte de poder experimentar. La latencia es
el período en el que la escuela desempeña el papel de sustituto del hogar, lo
cual no siempre ocurre, pero aquí no tenemos espacio para desarrollar más
este tema.