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Instituto Universitario Nacional

de Derechos Humanos

Madres de Plaza de Mayo

Construcción colectiva del conocimiento y la liberación

Análisis Institucional
Teoría y Práctica

Trabajo Final

“Las instituciones, además de vivirlas, las padecemos,


las transitamos, las aceptamos o criticamos”

Docente:
Fabiana Sánchez

Estudiante:
Jorge Weishein

Año
2015
1. Marco teórico

La intervención en lo social implica identificar previamente una trama de relaciones entre diversos
componentes. No es posible intervenir sin reconocer un escenario en el que participan diferentes
perspectivas instrumentales, en el que están en diálogo distintos campos del saber y en el cual se
presentan diversas formas de expresión cada una con sus metas, sus objetivos, sus finalidades, en
síntesis, con sus intereses. La intervención social facilita la puesta en diálogo de distintas lógicas,
instancias y actores que se disputan la validez de sus normas, su lugar de autoridad, la legitimidad y
el sentido de sus prácticas1. Al decir de Baremblitt, “el campo de intervención, como fue dicho,
presupone un campo de análisis porque se puede entender sin intervenir pero no se puede intervenir
sin entender, a pesar de que durante la intervención se va entendiendo cada vez más” 2.

Este campo de análisis se basa en la práctica cotidiana, se funda en el hacer, y genera preguntas
interrogando a distintos campos del saber. Estas preguntas interrogan la subjetividad de los actores
intervinientes en la producción de conocimiento, exponen representaciones sociales de los
problemas sociales entramados en ese escenario en el que sobresalen la incertidumbre, la injusticia,
el padecimiento, posibilidades concretas de desafiliación y desde el cual se cuestiona esa realidad
singular en la que se vive, se piensa y se trabaja3. La intervención en lo social, al mismo tiempo que
sigue conociendo cada vez más cómo lo macro y lo micro se encuentran en el escenario
construyendo ese lugar particular, anticipa con su hacer de carácter estratégico la recuperación y la
reparación de capacidades y habilidades obturadas por dispositivos instituidos por el poder
hegemónico anudados al deseo de los actores en conflicto4.

La apuesta de la intervención proyecta la reconstrucción de la ciudadanía, la recuperación de


capacidades y formas constitutivas de la identidad de los actores en situación de intervención, en
una situación generadora de novedad5. Esta intervención desde la implicancia institucional6
requiere de flexibilidad y capacidad de adaptación a circunstancias de índole singular 7. La
intervención es un acto político que reivindica la centralidad de la historia de vida de los sujetos y
transita los hitos de sus trayectorias marcadas por los cúmulos de necesidades, padecimientos y
expectativas en tensión, en incluso en contradicción, con sus propias potencialidades y perspectivas.
En estas tensiones y contradicciones anidan representaciones sociales, mitos, dispositivos, valores,
normas que expresan la heterogeneidad de lo social en la que está inscripto el sujeto en la sociedad
capitalista. Intervenir es abrir un camino que permita operar en una gestión participativa con los
dispositivos de violencia que ordenan la institución y aparecen como una condensación microsocial
de intereses dominantes y una cristalización micropolítica de imaginarios sociales efectivos 8 con la
que se trabaja el sujeto, es inducir una descentralización territorial de ese entramado social en el que
se inscribe el sujeto, es anticipar el futuro proyectándose al pasado en busca de la memoria de su
historia, de la propia subjetividad, de la memoria colectiva en la que constituye su identidad, y la
manera singular de participar de la problemática social compleja 9.

Cita de la portada: Gregorio Kaminsky; Dispositivos institucionales, Editorial Lugar, Buenos Aires, Reimpresión,
Marzo 1995, p. 29.
1 Alfredo Carballeda; La intervención en lo social, las Problemáticas Sociales Complejas y Las Políticas Públicas, en:
Escenarios, Revista Institucional de la Escuela Superior de Trabajo Social, UNLP, Año 4, Nro. 8, Septiembre de
2004, (p. 4).
2 Gregorio Baremblitt; Compendio de Análisis Institucional, Ediciones Madres Plaza de Mayo, Buenos Aires, 2005, p.
103.
3 Carballeda, Op. Cit., p. 1
4 Ana María Fernández, La Mujer de la Ilusión, Pactos y contratos entre hombres y mujeres, Paidós, Buenos Aires,
1992, p. 241.
5 Francisco Ferrara; Más allá del corte de rutas, La Rosa Blindada, Buenos Aires, 2003, p. 30 – 31.
6 Kaminsky, Op. Cit, p. 12.
7 Carballeda, Op. Cit., p. 2 – 3
8 Kaminsky, Op. Cit, p. 18.
9 Carballeda, Op. Cit., p. 5 – 6.
No es posible pensar la intervención en problemáticas sociales complejas sin considerar la
singularidad de las prácticas, la transversalidad de los sentidos y la integración de los actores que
participan en ese lugar de encuentro entre lo macro y lo micro10. La mediación a la que se recurre en
la intervención pretende deconstruir los procesos de estigmatización de los sujetos desde un
abordaje singular de sus padecimientos objetivos y subjetivos a fin de recuperar su condición
histórica como actor político sujeto de un acontecimiento11. La intervención confronta a los sujetos
con los procesos históricos de desubjetivación en los que ha sido circunscripto a lo que Agamben
designa nuda vida, la mera vida biológica12, al mismo tiempo que ha sido producido para reproducir
una misma, sola y única institución que al mismo tiempo que ordena su vida lo inhabilita para
inscribirse en otra ya que en ese mismo acto lo convierte en un otro, una amenaza, para otras
instituciones13. La intervención induce a los sujetos a una reinscripción en la historia, en la
subjetividad y en la memoria colectiva14.

La intervención social trabaja con la singularidad, la trayectoria, la historia de vida, la síntesis


negativa de la contradicción dialéctica de la negación particular del positivo universal 15. Esta
perspectiva discute con la sociología funcionalista que trabaja con lo observable y tangible, lo
predecible y controlable, donde el sujeto es un otro pasivo. Esta perspectiva positivista propia de las
ciencias naturales fortalece la reproducción de la función oficial de un establecimiento en relación
al universal instituido en desmedro de las fuerzas productivas e instituyentes. Este aspecto es
retomado por otros autores16 quienes cuestionan el rol tantas veces antiproductivo de las
pseudodisciplinas que ofrecen servicios de análisis institucional. El análisis institucional en tanto
dispositivo de intervención en lo social contempla tres grandes aspectos: La singularidad, la
transversalidad y la integración17.

La singularidad aborda la subjetividad, resultado dialéctico del vínculo entre las personas, entre un
yo y un otro, en el cual un yo se reconoce como síntesis en relación con un otro. El valor de lo
subjetivo radica en su carácter singular y contextual. La subjetividad es abordada desde una mirada
y una escucha intersubjetiva que problematiza a través de la palabra un cúmulo de marcas de la
racionalidad hegemónica y de la lógica material dominante en su trayectoria histórica18. La historia
reciente da cuenta de una profunda transformación de la sociedad moderna en su devenir a
modernidad tardía en la que poblaciones enteras son sometidas a diversas operaciones
desubjetivantes19, e instituciones clásicas dadoras de identidad pasan a excluir masivamente sus
sujetos enclaustrándolos en diversos espacios marginales, al mismo tiempo opresores y productores
de identidad20. Un ámbito de alta fragmentación sujeto a la competencia excluyente es el mercado
productor de identidad en relación al consumo de bienes.

Sin embargo, amplios sectores sociales marginados de este espacio en términos materiales se
inscriben en esta lógica desde su identificación simbólica incluso en tensión con sus propias
condiciones materiales históricas en las que viven. En este sentido resulta fundamental reconstruir y
reinscribir la subjetividad de amplios sectores de la sociedad en el orden social desde un nuevo
lugar de autonomía, libertad y capacidad de poder. La intervención consiste en una recuperación y

10 Carballeda, Op. Cit., p. 6.


11 Ferrara, Op. Cit., p. 31.
12 Ferrara, Op. Cit., p. 22.
13 Ignacio Lewkowicz; Pensar sin estado, La subjetividad en la era de la fluidez, Paidos, Argentina, 2004, p. 46 – 47.
14 Carballeda, Op. Cit., p. 6.
15 René Lourau; El análisis institucional, Introducción, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1981, p. 8 – 9.
16 Baremblitt, Op. Cit., p. 110.
17 Carballeda, Op. Cit., p. 6.
18 Carballeda, Op. Cit., p. 5.
19 Ferrara, Op. Cit., p. 31.
20 Lewkowicz, Op. Cit., p. 47 – 48.
un reconocimiento del sujeto, de sus padecimientos, para luego interpelar las políticas públicas
desde la organización popular comunitaria e inducir procesos de verticalidad en la horizontalidad
construyendo condiciones para alcanzar umbrales cada vez más altos de transversalidad
desarmando atravesamientos que impiden una plena participación democráctica 21.

La transversalidad articula las distintas instituciones descolocadas, desbordadas, desarticuladas,


desfondadas, repetitivas, dogmáticas, sin poder responder conforme su universal, por las políticas
económicas neoliberales del Estado mínimo que las libera a la lógica del libremercado 22. Este
aspecto histórico exacerba una característica central de las instituciones de la modernidad tardía:
priorizan sus funciones privilegiadas al mismo tiempo que reniegan de lógicas singulares y
prácticas particulares con las que están atravesadas pero con las que, sin embargo, al mismo tiempo
se legitiman socialmente tanto para si como entre si23. El Análisis institucional se propone
comprender la realidad, lo real, desde el lugar del otro, un lugar no hegemónico, para poder ver la
singularidad que usualmente no se ve, la condensación microfísica de poder desde la cual se
concibe como sujeto.

El análisis institucional pone a jugar la propia subjetividad de la persona que interviene desde una
situación de implicancia, reconociendo que está involucrada tanto en la transferencia como de la
contratransferencia24. La intervención en lo social desde el análisis institucional es inductiva, en una
situación de inmanencia, desde la implicancia profesional, desde lo horizontal, la participación, para
favorecer funcionamientos instituyentes. El análisis institucional al intervenir en las problemáticas
sociales complejas que atraviesan un establecimiento se trabaja con las y los agentes registrando las
fuerzas en pugna25, las resistencias, las negaciones de las problemáticas, las reproducciones, y
analiza ya sea sus no intervenciones, como sus acciones voluntaristas o su carácter antiproductivo
como puede suceder en el caso de constituirse en obstáculos para el desarrollo de políticas públicas
que amplían el ejercicio de derechos universales -de los cuales es garante junto a otros
establecimientos e instituciones.

La integración responde a la heterogeneidad de problemáticas complejas que atraviesa un


establecimiento con sus instituciones productoras de subjetividades. Esta realidad exige un abordaje
desde la transdisciplinariedad que dialogue con los imaginarios de los sujetos mediante una gestión
descentralizada y participativa, una red de organizaciones, un complejo de saberes, un equipo de
actores que vaya al encuentro del otro, un otro que se sabe y se siente reconocido, aceptado e
invitado a participar del proceso instituyente. La intervención en lo social desarrolla una estrategia
en la que busca develar la desigualdad presente en la vida de una persona desde el no saber, la
incertidumbre, la inmanencia, la interrogación por los sentidos, desde un lugar de igualdad que
legitima el lugar del otro, para llevar a cabo una operación subjetivante con el otro en la que se
indaga en aquello que está oculto, anudado al deseo y lo deshumaniza, desagregando la
especificidad de la complejidad de su problemática, y recuperando la dignidad y la autonomía
constitutiva de toda persona como sujeto de derecho26.

La intervención en lo social disputa la legitimidad del poder instituido. El poder es anudado al


deseo de las personas mediante una estrategia de tres componentes que se retroalimentan entre si: la
instalación de un imaginario social; la producción de coacción o el uso de la fuerza, y el apelo a un
discurso del orden. El sujeto es una síntesis de la contradicción dialéctica entre su condición

21 Kaminsky, Op. Cit, p. 12; 34 – 36.


22 Lewkowicz, Op. Cit., p. 49 – 50.
23 Lourau, Op. Cit., p. 8.
24 Kaminsky, Op. Cit., p. 39 – 40.
25 Baremblitt, Op. Cit., p. 39.
26 Carballeda, Op. Cit., p. 5.
humana y una red de determinaciones históricas de saber y de poder que componen al dispositivo 27.
El poder utiliza dispositivos para instituirse, reproducirse y perpetuarse. Sin embargo, cabe hacer
una salvedad, mientras que el discurso del orden convoca al sujeto desde las normas y la
racionalidad el imaginario social interpela al sujeto de los sentidos y la sentimentalidad 28. El
análisis institucional genera las condiciones para habilitar procesos de creación de imaginarios
radicales transformadores e instituyentes. El análisis institucional crea sentidos desde la inmanencia
desnaturalizando el imaginario social efectivo y desarmando el andamiaje simbólico en el que se
sostiene el uso de la coacción y de la fuerza como expresiones materiales del ejercicio del poder.

El análisis institucional desnuda los componentes de la lógica dominante mediante los cuales se
ejerce la violencia y se logra el disciplinamiento social. El imaginario social efectivo apela al mito
como estrategia de reproducción del poder instituido. Este mito es repetido para alcanzar eficacia y
violencia simbólica, invisibiliza la diversidad, niega la singularidad, invisibiliza su propio proceso
de construcción sociohistórica al cual responde, incide en la cotidianeidad y en la estrategia
biopolítica de las personas, desplaza los sentidos de su estructura ideológica, utiliza exaltaciones
superlativas con las que reprime deseos de los sujetos, cristaliza un real al definir la subjetividad de
las personas y produce consensos en relación a las formas de producción de las condiciones
materiales y simbólicas de reproducción social29. Sin embargo, estos aspectos no aparecen a simple
vista sino que deben ser develados, y para ello es necesario que el equipo transdiciplinario se corra
del lugar del saber para que el objeto vuelva al sujeto y éste lo aborde con el equipo en un camino
de autoanálisis, autoconocimiento y autogestión. Esto implica una escucha respetuosa y una mirada
abierta que conlleven a un intercambio intersubjetivo mediado por la palabra en el que se exprese lo
más estructurante, lo no dicho, lo negado, lo invisibilizado, y exponga al deseo propio atravesado
por el deseo del otro30.

La intervención requiere tanto de amplia inspiración como de libertad de invención. Una


intervención standart consta de diversos procedimientos31: El análisis de la producción de la
demanda, ya que la demanda no es natural ni espontánea sino producida por la oferta, es decir, las
personas que intervienen en un análisis institucional ya están implicadas desde antes de comenzar,
lo cual requiere un análisis de la implicación, el compromiso socio-económico-político-libidinal que
el equipo analítico transdisciplinario, tiene con su tarea, sea conciente o no de ello 32.

2. Análisis descriptivo de la práctica

El análisis de una práctica particular enmarcada en un proceso acordado entre una institución
educativa33 y otra sanitaria34 implica abordar un posicionamiento y un discurso propios de una
racionalidad política que produce y reproduce en esta experiencia una dimensión de estrategias
globales que ordenan lo privado en lo público35. La práctica institucional constituye en si misma un

27 Giorgio Agamben, ¿Que es un dispositivo?, en: Revista Sociológica, Año 26, Número 73, Mayo – Agosto, 2011, p.
250.
28 Fernández, Op. Cit., p. 240 – 241.
29 Fernández, Op. Cit., p. 242.
30 Fernández, Op. Cit., p. 257.
31 Baremblitt, Op. Cit., p. 106.
32 Baremblitt, Op. Cit., p. 107. Cf. Lourau, Op. Cit., p. 10 – 11.
33 Las prácticas institucionales son un requisito establecido por el Instituto Universitario Nacional de Derechos
Humanos Madres de Plaza de Mayo para los estudiantes de 4º y 5º año de la Licenciatura en Trabajo Social.
34 La práctica institucional analizada es llevada a cabo en la Unidad Sanitaria Juan Manuel de Rosas de la región
sanitaria Nº XII, del partido de La Matanza, la que se encuentra ubicada en el barrio del Buen Pastor en la Localidad
de Isidro Casanova. Ver: https://www.google.com.ar/maps/@-34.7228123,-
58.5731432,3a,75y,314.45h,85.5t/data=!3m6!1e1!3m4!1sbYIjAbMaYtNamM7k2AQpIA!2e0!7i13312!8i6656!6m1
!1e1
35 Fernández, Op. Cit., p. 249.
dispositivo de intervención mediante el cual se accede a diversos aspectos de la dinámica y la lógica
institucional desde la integración a la cotidianeidad de sus actores. La institución recibe demandas
ligadas a la salud que dan cuenta de problemáticas sociales mediadas por los sujetos que las
expresan. Las respuestas de la institución constituyen una singularidad que es producida por la
interrelación entre los distintos actores en una coyuntura política particular que organiza la realidad
social. En este sentido, la institución en análisis es funcional al contexto histórico argentino presente
transversalizado por ampliaciones de acceso a derechos y mayor presencia del Estado produciendo
bienestar social, pero al mismo tiempo atravesada por imaginarios y prácticas propias de la lógica
neoliberal que continua disputando su hegemonía a nivel mundial.

La unidad sanitaria opera con una concepción de sujeto que es denominado mayormente como “la
gente” en términos que marcan y guardan distancia de sus demandas de manera tal que las mismas
no interpelen su función ni afecten sus roles en la institución. Sin embargo, la institución se
compone de diversas prácticas, ya que los actores se vinculan a distintos grupos de referencia y
pertenencia. No es posible asociar de forma excluyente determinadas prácticas con actores
definidos, sino que esa diversidad de prácticas y discursos componen la complejidad de esta
institución. Es decir, en la práctica se construyen diferentes subgrupos que otorgan a la unidad
sanitaria una segmentariedad singular36. Existen prácticas fuertemente antiproductivas que
descalifican a los sujetos con estereotipos ligados a su nacionalidad de origen, a sus condiciones
sociales, a su aspecto físico, entre otros. Al mismo, tiempo conviven entre ellas prácticas que
reproducen una lógica médica hegemónica fuertemente centrada en la atención de patologías con un
enfoque técnico, una grafía calificada y un abordaje farmacológico. En este universo, es posible
encontrar prácticas que recuperan la subjetividad de las personas restituyendo sus derechos
vulnerados, aportando autonomía para poder decidir y libertad para actuar en su vida cotidiana. En
este sentido, al decir de Lourau, “la unidad de los agrupamientos observables es pluralista y
heterogénea”37.

Los actores38 que componemos el organigrama institucional con nuestras diversas inscripciones e
identidades circulamos por las distintas prácticas de la institución que constituimos y reproducimos.
Los sujetos y actores que concebimos la institución nos vinculamos con problemáticas que exceden
permanentemente tanto la especificidad de los saberes que nos involucran con el centro de salud
como el rol que ejercemos en el espacio sanitario, poniendo en cuestión nuestra capacidad de
respuesta.

La inserción de estudiantes de la “Universidad de las Madres” en la unidad sanitaria activa


imaginarios diversos, desde expectativas en torno a lo desafiante en el campo de lo social por la
potencialidad de cambios posibles de ser afrontados hasta las más variadas sospechas en torno a la
incidencia en la lógica de trabajo cotidiano de posicionamientos ideológicos adversos. Estos
aspectos aparecen en los discursos de los actores en los espacios comunes durante sus diálogos e
intercambios con los propios estudiantes donde estos imaginarios se expresan ya sea como
preguntas o como comentarios que disparan debates ideológico políticos sobre diversos aspectos.
En estos diálogos aparece la implicancia institucional con las respectivas segmentariedades y
transversalidades de cada subgrupo39. Estos debates involucran tanto la dinámica institucional de la
universidad como de la propia unidad sanitaria, o bien intercambios de ideas sobre las
problemáticas sociales identificadas en el barrio, o vinculadas a los diagnósticos elaborados en “la

36 René Lourau, El análisis institucional, Amorrortu Editores, Bs. As., 1981, en: Mimeo, Biblioteca Virtual Universal,
p. 4.
37 Lourau, Op. Cit., p. 4.
38 Escribo en primera persona plural por concebirme un actor institucional integrado a la unidad sanitaria en tanto
estudiante de trabajo social. En este caso, si bien la práctica no involucra un compromiso económico está sujeta a un
encuadre institucional que define límites a la intervención y me asigna un rol dentro de la institución.
39 Lourau, Op. Cit., p. 8.
sala”, en los que quedan evidenciados posicionamientos políticos que muestran las identificaciones
de los distintos actores con lógicas del ejercicio del poder e incluso las contradicciones que son
puestas en escena en nuestras prácticas institucionales a raíz de los distintos puntos de vista con los
que componemos el equipo de salud de la unidad sanitaria. Incluso, los mismos profesionales de la
salud responden a distintas instancias sanitarias, ya sea el municipio, el programa provincial o el
programa nacional y con diferentes dedicaciones. Como bien afirma Baremblitt, “la realidad de la
organización viene toda junta”40, con todas las problemáticas atravesadas, transversalizadas,
desplazadas, distorsionadas en su causalidad y en sus efectos entre si al mismo tiempo 41.

El sujeto es concebido como paciente – pasivo, incluso en el trabajo en red donde es abordado como
objeto de análisis e intervención, ya sea el caso de “los chicos” de la escuela o “los padres”
marcando con la diferencia de roles una pretensión de legitimidad que justifique el lenguaje y el
abordaje. Lourau advierte que “estos mensajes constituyen la base del lenguaje burocrático, del
lenguaje de la separación dirigentes / dirigidos” 42. Las personas que asisten a la sala solicitando
servicios sanitarios se adecuan a los procedimientos de la lógica institucional. En ocasiones ocurre
excepciones de personas que ante la ausencia de determinadas prestaciones, medicamentos o
servicios exigen una respuesta argumentando con sus derechos.

En algunas intervenciones aisladas, los actores que integran la red, al trasladar el discurso reflexivo
de la tercera persona singular a la primera persona singular en nominativo se involucran con sus
prácticas y posicionamientos con las lógicas de la población barrial y escolar. Sin embargo, estas
identificaciones con la población en tanto grupo de referencia constituyen momentos aislados. La
tendencia tanto en el equipo de la sala como de las personas que integran el espacio de la red es la
toma de distancia de la población desde una pretensión teórica de análisis en la que las personas no
se entienden parte de la realidad barrial ni sujetos de una misma institución junto con los pacientes.
La lógica dominante en cada uno de estos espacios es la tendencia a la subordinación al
heteroanálisis y la heterogestión43 cuya responsabilidad es depositada en la municipalidad, la
provincia o, de modo más general, en el estado.

El modelo dominante es el modelo médico hegemónico con la salvedad de ser puesto en práctica en
un modo desarticulado por ausencias reiteradas de médicos que hacen que ese imaginario genere
permanentes decepciones en la población ya que implica reprogramar turnos, tener que volver a la
sala en otras oportunidades, en caso de emergencia solicitar derivaciones a otros centros de salud, o
postergar la asistencia médica en un contexto de amplia desatención sanitaria y de fuerte
fragmentación social ya que las unidades sanitarias y las poblaciones se circunscriben y
autoconciben en relación a un territorio específico.

La atención primaria de la salud es prioritaria en una unidad sanitaria de primer nivel a pesar de que
la unidad sanitaria esté atravesada por lógicas y prácticas sanitarias propias de otros niveles de
atención. La descentralización del sistema sanitario argentino en la década de los noventa delegó la
responsabilidad sanitaria a las provincias y los municipios, aunque sin la asignación de las
respectivas partidas presupuestarias que trajo como efecto una enorme precarización de la salud
como institución, como universal, como unidad abstracta44. La actual implementación de diferentes
programas de salud recategoriza la función de las unidades sanitarias, sin embargo, al mismo
tiempo conlleva -en algunos casos- la necesidad de enfatizar la atención sanitaria antes que el
desarrollo de estrategias de prevención. Esta realidad resulta más compleja al considerar la división
del abordaje sanitario en Argentina por niveles de atención que -si bien, en el caso de la sala Juan

40 Baremblitt, Op. Cit., p. 107.


41 Baremblitt, Op. Cit., p. 108.
42 Lourau, Mimeo, Op. Cit., p. 17.
43 Baremblitt, Op. Cit., p. 115.
44 Lourau, Mimeo, Op. Cit., p. 4
Manuel de Rosas cuenta con un sistema de radio para comunicarse entre sí- carecen de los medios y
las condiciones para articular entre si. Esto implica que cada nivel de atención requiere el desarrollo
de sus propias estrategias de atención, enorme capacidad de autogestión sanitaria, y el depósito de
gran parte de la responsabilidad -en relación al acceso real a la salud- en los pacientes que deben
velar por la continuidad, la adhesión y la resolución de sus tratamientos y la asimilación de
prácticas saludables por falta de una atención integral de todo el sistema de salud.

La práctica de los estudiantes de la Universidad de las Madres se constituye en una posibilidad de


recreación de las prácticas de la institución al ofrecerse como mano de obra gratuita y sumarse al
equipo de salud de la unidad sanitaria. La trabajadora social del equipo de salud funge como
referente institucional para el diálogo con la universidad y nos integra al abordaje de las
problemáticas sociales que atraviesan temáticas sanitarias prevalentes en el campo de la salud
sexual y reproductiva con población estudiantil de escuelas del barrio. La trabajadora social de la
unidad sanitaria compone con su articulación con los referentes de las organizaciones sociales y los
integrantes de los equipos de orientación escolar y directivos un entramado de relaciones en las que
son construidas la práctica de promoción de salud comunitaria de la unidad sanitaria mediante la
elaboración de respuestas en conjunto con la población escolarizada en relación al acceso a
derechos sexuales y reproductivos.

No existe una instancia de coordinación institucional que reúna a los distintos actores sanitarios y
en la cual sean puestas en situación de análisis sus prácticas institucionales ni tampoco evaluadas en
relación a una meta u horizonte común. Esto implica que cada persona es responsable por su tarea
profesional ante una instancia municipal a la cual da cuenta de su trabajo con cierta periodicidad
mediante la presentación de una planilla de control, al igual que las diferentes planillas que
requieren lo órganos de control de algunos de los programas de salud nacionales y provinciales en
desarrollo en la unidad sanitaria. Este nivel de autonomía e independencia de los actores se traduce
en un amplio nivel de segmentación entre sí que hace compleja la sistematización de un discurso
que contemple y unifique a la institución como una institución con un sentido común que la
represente y la identifique como unidad sanitaria.

El análisis de las prácticas de la institución aparece como queja, de forma mayormente exasperada,
ante situaciones límites o experiencias particulares que sobrepasan la capacidad de intervención de
las personas y la pertinencia de la institución, sin embargo, esas expresiones quedan circunscriptas a
esas prácticas particulares sin que estos emergentes presentes en el modo de intervención social de
la unidad sanitaria sean puestos en debate.

Existen diferentes analizadores naturales, emergentes problemáticos, que permiten analizar la lógica
de trabajo de la unidad sanitaria: las llegadas tarde y las ausencias de los médicos a la unidad
sanitaria, las inasistencias a las citas médicas y las reprogramaciones de turnos de parte de los
pacientes, la baja adhesión a tratamientos médicos por parte de la población en general, la
inexistencia de una estrategia de trabajo con jóvenes varones los cuales están ausentes entre la
población con la cual trabaja la unidad sanitaria, la inexistencia de un fichero de recursos, y el
desconocimiento por parte de los actores de la institución, de profesionales e instituciones públicas
a las cuales derivar situaciones sanitarias y problemáticas sociales que traen las personas del barrio
a modo de consulta a la sala; la discontinuidad de las campañas sanitarias en el barrio, la
organización de actividades de prevención sanitaria en la red junto a organizaciones sociales e
instituciones educativas del barrio, la ausencia de un espacio físico común para la reunión del
equipo de salud de la institución, la precariedad de los bienes mobiliarios y los instrumentos
médicos con los que cuenta la unidad sanitaria, la falta de medicamentos gratuitos para la atención
de patologías prevalentes, entre otros.
 Propuesta de análisis institucional

En el transcurso de la práctica en la Unidad Sanitaria Juan Manuel Rosas tomamos conocimiento en


el equipo de salud de la intervención de la unidad sanitaria San Pedro de un barrio vecino, en el cual
trabajaban previamente algunos profesionales que actualmente trabajan en esta sala. Aquella unidad
sanitaria estaba subordinada a una sociedad de fomento dirigida por una persona que carecía de
legitimidad social por no cumplir con las respectivas normas contempladas para este tipo de
personería jurídica. Esto trae como consecuencia diferentes problemáticas administrativas que
conllevan a la interrupción del servicio sanitario y la reasignación del personal a otras salas por
parte del municipio. Esta sala es tomada por vecinos del barrio San Pedro para su puesta en
funcionamiento mediante la formalización de los requisitos para la normalización de la sociedad de
fomento y el inicio de las prestaciones sanitarias. Esta experiencia de organización barrial para la
institución de una nueva organización barrial ocurre meses más tarde al autoconvocarse un grupo de
vecinos del barrio para destituir a un par de personas a cargo del club del barrio el cual no habiendo
convocado a las respectivas asambleas habían perimido sus cargos y estaban haciendo uso privado
del espacio y los bienes del club. La convocatoria barrial resulta una fuerza instituyente que
compone una nueva comisión directiva y pone en funcionamiento el club al servicio de las familias
del barrio. Estas personas comparten además, espacios de organización de carnavales en las calles y
actividades días patrios o festivos.

Estas experiencias de organización barrial remiten a una práctica democrática existente en el barrio
en función de sus intereses y capacidades, en las que ponen en juego distintos niveles de
implicación45 que permiten pensar en una optimización de los niveles de transversalidad en la
práctica sanitaria de “la salita” del barrio. En este sentido, nuestra propuesta de intervención
consiste en una asamblea barrial junto a vecinos usuarios del sistema de salud cuya convocatoria es
llevada a cabo con las organizaciones sociales e instituciones educativas que integran la red junto
con la unidad sanitaria. El objetivo de esta asamblea barrial es llevar a cabo una supervisión
comunitaria de la atención primaria de la salud que permita revalorizar su función primaria en la
atención sanitaria y recuperar experiencias de la población en relación al impacto de las prácticas
existentes en el bienestar de la vida cotidiana de la gente del barrio.

Esta asamblea es posible llevarla a cabo en el club del barrio y preparar la convocatoria en las
reuniones de la red barrial existente. La propuesta de intervención ofrece operar de forma
democrática, transversal e instituyente en la unidad sanitaria de manera tal que esta intervención
permita desanudar prácticas burocráticas excluyentes poniendo a la institución en acto para ser
hablada, para generar una situación de provocación46, e inducir mayor verticalidad en la
horizontalidad despejando el exceso de instituidos y las resistencias persistentes a las prácticas
democráticas, es decir, mejorar el coeficiente de transversalidad47.

En esta intervención social de análisis institucional nos proponemos construir un diagnóstico


colectivo y un horizonte político común en el cual enmarcar la función primaria de la unidad
sanitaria en el barrio definiendo los elementos claves constitutivos del contexto histórico y la
realidad barrial en la que viven los sujetos. Entendemos que en el diálogo entre los actores aparecen
los desviantes ideológicos, libidinales y organizacionales al ponerle palabras a lo negativo, a lo no
hablado y relevar de este modo los intereses y las problemáticas sociales presentes entre los
habitantes del barrio, poniendo en discusión los sistemas simbólicos y materiales, los imaginarios
efectivos y radicales48 vinculados a la salud, y reconstruir el sentido de las prácticas de la unidad
sanitaria en el barrio. Es dable pensar que el grupo objeto se resista a abordar los analizadores

45 Lourau, Mimeo, Op. Cit., p. 8 – 9.


46 Lourau, Mimeo, Op. Cit., p. 18.
47 Kaminski, Op. Cit., p. 35.
48 Fernández, Op. Cit., p. 241.
racionalizándolos y reduciéndolos a meros intercambios de puntos de vista 49, sin embargo, esta
intervención nos permite resignificar la tarea de los actores que componen el equipo de la unidad
sanitaria con el aporte de nuevos elementos desde la experiencia de los sujetos del barrio que
demandan la práctica sanitaria permitiendo recrear las intervenciones del equipo de salud.

En esta misma asamblea nos proponemos inducir la organización de un grupo de personas que
pueda representar los intereses y demandas del barrio para ser planteadas a las autoridades sanitarias
de la municipalidad de manera que estos funcionarios puedan tomar conocimiento de las diversas
prácticas existentes en relación a la atención primaria de la salud y las demandas de la población en
defensa de la salud pública y sus derechos, tanto de los actores sanitarios que se desempeñan en la
unidad sanitaria como de su acceso a la salud como ciudadanos sujetos de derechos humanos
universales.

En definitiva, nuestra propuesta de intervención no pretende más que inducir las condiciones para la
emergencia de un impensado, un acontecimiento donde los actores puedan devenir sujetos en la
construcción de la salud comunitaria adquiriendo en ese proceso histórico una nueva subjetividad,
haciendo una apuesta que va más allá de lo instituido, a partir del encuentro en el amor y la
fidelidad, convocando a los clientes demandantes de servicios sanitarios y los profesionales que
ofrecen la atención sanitaria a “despojarse de la esclavitud de los saberes y a atreverse a ser-en-la-
situación, partiendo de los recursos existentes y en un pensar / hacer desafiante y arriesgado” 50.

49 Lourau, Mimeo, Op. Cit., p. 18.


50 Ferrara, Op. Cit., p. 33.

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