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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
DEPARTAMENTO DE PSICOANÁLISIS
2017
1
RELACIÓN MADRE - HIJA: UNA PERSPECTIVA PSICOANALITICA
LÍNEA DE INVESTIGACIÓN
PSICOANÁLISIS Y PROBLEMAS SOCIALES CONTEMPORÁNEOS
DIRECTOR
HECTOR GALLO
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
DEPARTAMENTO DE PSICOANÁLISIS
2017
2
RELACIÓN MADRE - HIJA: UNA PERSPECTIVA PSICOANALITICA
-Sí; soy yo, madre querida -respondió la hija con la misma amabilidad”1.
3
DEDICATORIA
A la memoria de mi hermana:
4
AGRADECIMIENTOS
5
ABSTRACT
6
RESUMEN
Con el fin de formarnos una idea acerca de cómo aparece representada en el Mito
la relación madre-hija, se ha privilegiado el abordaje de tradiciones presentes en
Egipto, Grecia, India y en por lo menos una sociedad mestiza. De igual manera se
da cuenta del modo cómo se han ocupado de este nexo la literatura y los cuentos,
así como algunos saberes en las ciencias sociales y humanas. Estos saberes, sin
duda no son ajenos a la relación madre- hija, pues constituyen un campo
obligatorio de explorar en el abordaje y pretensión de una investigación que se
inscribe en el psicoanálisis.
El capítulo dos, se apoya en un recorrido por la obra del Padre del Psicoanálisis, el
cual estuvo orientado a pesquisar en Freud, una concepción sobre la madre en
relación con la hija; propósito que hizo inevitable abordar diversas tópicas
freudianas como el deseo, la pulsión y la sexualidad, conducentes a dar cuenta de
la madre como quien despierta los primeros afectos y lo hace vía la palabra y el
cuerpo. El examen de la relación de la madre con la hija sigue siendo esta vía,
7
nos orienta a la explicación de su función como algo que compete al despertar de
las zonas erógenas y de la sexualidad en dicha hija.
Desarrolla este capítulo, en los tres tiempos del Edipo en Lacan, la metáfora
paterna, esclareciendo la función del padre en la privación de la ilusión fálica tanto
en la madre como en el niño, función con la cual priva a la madre de tener el falo a
través del hijo y a este de ser el falo que le falta a ella. Asimismo, tiene lugar en
este capítulo la función del Nombre del padre como significante de la ley, es decir,
como quien porta la ley estableciendo las consecuencias de ello para el niño y
para la niña.
8
En este capítulo de igual manera se dará cuenta de la posición asumida por la
niña en la que se afirma que esta se queda a la espera de que aquel que lo tiene
efectivamente se lo dé, lo que la deja en una posición de dependencia en tanto no
obtendrá del padre lo que espera y tampoco lo ha obtenido de la madre, esta falta
conducirá a la niña hacia una posición subordinada, que no será sin
consecuencias para ella.
9
evocaba un “Jummmm”. Asimismo se trae una escena callejera referida al trato de
una madre a su pequeña hija; escena que capturó la atención de la investigadora
y que, con la observación anterior, se traen en esta investigación con un propósito
ilustrativo, analítico de lo que se puede anudar en la relación madre-hija.
10
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................ 13
1. CAPITULO UNO: ESTADO DE LA CUESTIÓN ............................................................... 20
1.1 La madre según algunas mitologías y tradiciones religiosas .................................. 21
1.2 La madre según un relato en la mitología mestiza ................................................... 28
1.3 La madre desde otras perspectivas disciplinarias..................................................... 36
1.4 La madre desde algunos autores psicoanalistas ...................................................... 44
2. CAPITULO DOS: SOBRE LA MADRE EN FREUD .......................................................... 54
2.1 La madre: de la función social al acontecimiento psíquico ...................................... 54
2.2 Madre, deseo, amor y pulsión ...................................................................................... 55
2.3 El deseo una moción vinculada al amor del Otro que habla ................................... 59
2.4 La madre el primero y más intenso objeto de amor .................................................. 62
2.5 Relación parental ............................................................................................................ 64
2.6 La relación madre - hijo ................................................................................................. 68
2.7 Hostilidad: ¿una consecuencia en la relación madre-hija? ..................................... 73
3. CAPITULO TRES: .................................................................................................................. 77
SOBRE LA MADRE EN LACAN. APUNTES QUE HILAN UN DECIR EN LA RELACIÓN
MADRE - HIJA ................................................................................................................................ 77
3.1 La madre: función y agente. Ida y Vuelta Entre Freud y Lacan .............................. 77
3.2 Los tres tiempos del Edipo: a propósito de la relación madre-hijo/hija .................. 79
3.2.1 La triada imaginaria: Primer tiempo del Edipo ................................................... 79
3.2.2 La Privación: Segundo tiempo del Edipo ............................................................ 81
3.2.3 Nombre del Padre: Tercer tiempo del Edipo ...................................................... 83
3.3 La envidia fálica en tanto afecto femenino ................................................................. 84
3.4 Más allá de la madre ...................................................................................................... 88
3.5 Madre, presencia-ausencia ........................................................................................... 90
3.6 El deseo de la madre: eso inconsciente capaz de devorar ..................................... 93
11
3.7 Madre – Mujer – Deseo ................................................................................................. 95
4. CAPITULO CUATRO ............................................................................................................. 98
RELACIONES DE MADRES E HIJAS. UNA PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA .............. 98
4.1 El odioamoramiento un afecto en la relación madre - hija ....................................... 98
4.2 El amor una necesidad en la subjetividad del sujeto .............................................. 102
4.3 La relación madre-hija un nexo íntimo y ¿devastador? Perspectiva clínica ....... 105
4.4 Explorando los hilos del ¡Jummm! ............................................................................. 110
5. CAPÍTULO CINCO ............................................................................................................... 114
LAS RIENDAS DE LA MADRE, DEVUELTA A ELLA: .......................................................... 114
UNA MIRADA DESDE LA PIANISTA, NARRATIVA DE ELFRIEDE JELINEK ................. 114
5.1 Ausencia del padre, un riesgo para la hija ............................................................... 115
5.2 La hija un escupitajo del entusiasmo materno ......................................................... 116
5.3 Una pianista de fama mundial versus afirmación sexual de la hija ...................... 118
5.4 La hija y la relación parental ....................................................................................... 120
5.5 La hija de camino a casa, siempre va a casa .......................................................... 121
5.6 Perder ¿Un intento fallido de ganar, para quedar anclada? .................................. 122
5.7 La hija y su vida: un discreto arancel que cobra la madre ..................................... 123
5.8 Las riendas de la madre, eso que no cesa de tensar ............................................. 125
5.9 Mirar sin tocar. Un sin - sentido cuerpo para gozar ................................................ 127
5.10 El cuerpo cortado: Un real efecto del Otro materno ............................................... 128
5.11 Más allá del principio del placer, el goce .................................................................. 130
5.12 Un hombre en el propio nido. Un amor egoísta ....................................................... 131
5.13 Amor, posesión y devoración: Un entramado de imaginarios sin encuentro ...... 133
CONCLUSIONES ......................................................................................................................... 139
BIBLIOGRAFIA ............................................................................................................................. 142
CIBERGRAFIA .............................................................................................................................. 151
12
INTRODUCCIÓN
La historia que se trae en el epígrafe de este trabajo, y que nos transmite el poeta
Khalil, advierte, sin duda, de lo enigmático de la relación madre-hija, posibilitando
el inicio de este trabajo, en el que se irá destejiendo un ideario social según el cual
a través de la maternidad la mujer realiza integralmente su destino biológico y que
la característica esencial de una madre es dar amor, cuidados y protección.
Ejemplos que ilustran este ideario, tienen lugar en la literatura, la poesía, las
canciones. Sin embargo, literatura oral como la mitología, la tragedia, los cuentos,
dan cuenta de “algo” que, al parecer, no se inscribe en el todo amor de la madre.
Si bien encontramos allí versiones que la refieren como fuente de vida, también
hay representaciones de la madre como un ser capaz de odiar y destruir,
encarnadas principalmente en las malvadas madrastras de los cuentos de hadas;
o en cuentos infantiles como Caperucita Roja, quién parece ser arrojada por su
madre a las fauces del lobo.
El campo de reflexión del que se ocupa esta investigación, sin duda resulta
polémico, al pretender abordar al sujeto madre, no en la perspectiva sacrosanta de
la cultura, un ser capaz de la abnegación y el sacrificio; sino desde el
psicoanálisis, campo en el que es posible desmitificar el ideal social de un amor
absoluto y sacrificial presente en la madre.
13
como displacenteras3. Referencias de las cuales se sugiere una dimensión de la
madre que la sitúa como objeto de amor, asimismo en una función de cuidado,
pero también del lado de lo subjetivo al referirse al placer y displacer que ella
provoca. Anota Freud: “En estas dos relaciones arraiga la significatividad única de
la madre, que es incomparable y se fija inmutable para toda la vida, como el
primero y más intenso objeto de amor…”.4
Sugiere ello una actitud hostil también de la hija hacia la madre, soportada en una
pregunta por el ser mujer que circula de una a otra, bifurcándose hacia la
edificación de la hija como sujeto o la dependencia hacia la madre. Al respecto
afirma Freud: “…en la dependencia de la madre se halla el germen de la posterior
paranoia de la mujer, es que muy bien parece ser ese germen la angustia,
sorprendente pero de regular emergencia, de ser asesinada (¿devorada?) por la
madre”5 En igual dirección nos advierte Lacan, sobre el estrago que en la mayoría
de mujeres resulta la relación con la madre6. Decir “la mayoría de mujeres” da
lugar al no todas, sugiriendo diferencias en la manera como se decide este nexo.
3 Freud, Sigmund. “Moisés y la religión monoteísta”. En Obras completas, Volumen 23, Ed.
Amorrortu, Bs. As, Argentina, p. 188
4 Ibíd.
5 Freud, Sigmund.” Conferencia sobre sexualidad femenina”. En Obras Completas, Volumen 21,
Argentina, 1984, p. 35
14
refiere a la madre como aquella “que cuida de todas sus necesidades a su hijo” 7;
sin embargo, no se trata solo de la satisfacción de la necesidad porque igualmente
agrega en el texto referido que la madre satisface deseos anímicos, atribuyéndole
una función no solo nutricia sino también amorosa.
7 Freud. Sigmund.” Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales”, En: Obras completas, volumen
16. Ed. Amorrortu, Bs. As., Argentina, 1976, p. 303
8 Lacan, Jacques. El reverso del psicoanálisis. Editorial Paidós. (1969 – 1970). Buenos Aires.
15
Descifrando la pregunta de investigación
La pregunta que orienta esta investigación y que precisa por las consecuencias
psíquicas que tiene para algunas mujeres la relación con su madre, implica,
además de una concepción sobre la madre, los conceptos de mujer y transmisión.
10 De Pizani, Alicia. “El Síntoma y la mujer” En: El Crecimiento de la Escuela. Escuela del Campo
Freudiano de Caracas, N° 23, 1997, p. 51
11 Gallano, Carmen. Citada por de Pizani, Alicia. Óp. cit. p. 53
12 Ibíd., Nota de pie de página, en: Nota Introductoria, p. 262
16
Asimismo se trae a Lacan quién en su escrito “Juventud de Gide o la letra y el
deseo”13 se refiere al acto de Medea como el de “una verdadera mujer en su
integridad de mujer”14, La mujer se presenta como portadora de un gran enigma.
Todo saber requiere de un método. En este sentido se trae a Ferrater Mora quien
anota: "Un método adecuado no es sólo un camino, sino un camino que puede
abrir otros, de tal modo que, o se alcanza el fin propuesto, o se alcanzan inclusive
otros fines que no se habían precisado"15 lo cual exige una elección adecuada de
la metodología, acorde con la teoría en la que se inscribe la búsqueda de saber.
Respecto a la dimensión ética, esta se inscribe en el bien decir, que implica el arte
del bien leer y de la escritura. Así la lectura de fuentes se asumió desde una
posición orientada a no reducir la investigación a una descripción del fenómeno,
sino que se preocupó por la captura de las lógicas discursivas, para lo cual se
propuso tomar como objeto de lectura el texto mismo en su literalidad; es decir,
hizo un esfuerzo por la lectura intratextual.
13 Lacan, Jacques: "Juventud de Gide o la letra y el deseo" (1958), Escritos 2, Buenos Aires, Siglo
Veintiuno Editores, 2005, pp. 719-743.
14 Ibíd.
15 Ferrater Mora, Diccionario de filosofía. Ed. Ariel, Barcelona, 1994, con adiciones del autor São
Paulo, 2001
16 Pérez, Juan Fernando. Elementos para una teoría de la lectura. Dcto. spi, p. 2
17
lector, un poco de ʹbuena voluntad´, de esfuerzo, en especial para poner en
suspenso, al leer, algunos preconceptos”.17 Lo que en este caso para la
investigadora resultó complejo, en tanto significó enfrentarse de manera constante
a prejuicios teóricos devenidos de una formación y práctica social e inscrita en el
feminismo.
Es importante anotar que para construir este capítulo, el cuarto, nos servimos,
además, de referencias de otros psicoanalistas, no incluidos en el Estado de la
cuestión por la pertinencia de sus aportes con relación a la pregunta que orienta
esta investigación, aportes puntuados desde el campo preciso de la clínica. Así
mismo, se incluye un apartado construido a partir de situar elementos derivados
17
Ibíd.
La primera enseñanza de Lacan puede situarse más o menos hasta el seminario 19
18
de la escucha y observación espontánea, por parte de la investigadora, de algunos
dichos y situación callejera, que por su pertinencia con el tema se hila como
ilustración de los impasses en la relación madre-hija.
La investigación sitúa las consecuencias psíquicas que para algunas mujeres tiene
la relación con su madre, desde los campos del estado de la cuestión, la
singularidad de la clínica, la escucha-observación espontánea y el análisis de una
obra literaria. Campos que se orientan en Freud y Lacan guiados por el principio
psicoanalítico del no para todos.
19
1. CAPITULO UNO: ESTADO DE LA CUESTIÓN
20
1.1 La madre según algunas mitologías y tradiciones religiosas
En los mitos se refieren a ella tanto como madre e hija de Ra, así, como madre
da a luz al Sol a través de la humedad de la niebla (confusión) (…) su aspecto
es maternal y también es una personificación del cielo nocturno. Representaba
la vaca que había alumbrado al mundo y todo lo que en él hay contenido, que
nutre a los seres (…). Como hija, es su Ojo solar, el intenso calor del sol que
puede matar, la leona feroz que vivía en el desierto, capaz de acabar con la
vida18.
Esta diosa puede ser considerada a veces como madre y otras como hija;
simbolizada como madre, da a luz y amamanta, “es la Madre divina que
renueva todo lo existente”19 y en tanto hija, es representada como mujer
poderosa, terrible y aniquiladora, fue enviada por Ra para castigar a la
humanidad por dejar de rendirle culto20. Pudiera señalarse en el mito una
dimensión en la madre que se fusiona con la hija, pero que admite una suerte
de división entre la madre generadora de vida y una capacidad que posee la
hija en la que se implica la destrucción.
21
De Egipto, se ha pasado a Grecia, de su mitología se trae a Gea, primera Deidad
que existió después de Caos. Se lee en el Diccionario mitológico: “[…] Homero
saluda a Gea como la madre de los dioses y la ensalza como origen de la especie
humana.”21 Al ser Gea la madre de los dioses y quien da origen a la especie
humana, se le considera Madre Universal. Se destaca de ella su poder portador de
los principios creadores de la vida: “Ella sola engendró a Urano (el Cielo) que la
cubre al igual que Ponto (el mar)”.22 La expresión “ella sola” le confiere una
condición de omnipotencia al engendrar sin necesidad de otro y revestirla de
principios que la sitúan del lado de la vida, de la creación; así Gea es enaltecida
como madre universal de la humanidad.
Otra diosa griega asociada a la madre, es Deméter. Madre de los granos y de las
cosechas: “No solo madre de todos los seres, dioses y hombres, sino del grano y
de una hija misteriosa, una doncella, robada a su madre y luego devuelta […] No
era un secreto la pena de Deméter por el rapto de su hija. Por eso fue considerada
en la modernidad, mater dolorosa griega”23.
Cuando su hija Perséfone fue raptada por Hades, el dios del mundo subterráneo,
el dolor de Deméter fue tan grande que descuidó la tierra; no crecieron plantas y el
hambre devastó el universo. Consternado ante esta situación, Zeus, el regidor del
mundo, pidió a su hermano Hades que devolviese Perséfone a su madre […] Feliz
de reunirse de nuevo con su hija, Deméter hizo que la tierra produjese flores
primaverales y abundantes frutos y cereales para las cosechas. Sin embargo, su
dolor retornaba cada otoño cuando Perséfone tenía que volver al mundo
subterráneo. La desolación del invierno y la muerte de la vegetación eran
21 Cañuelo, Susana, Ferrer, Jordi. “Diccionario mitológico”, en: Mitología Griega y Romana. Ed.
Optima, Barcelona, España, 2003. p. 267
22 El Mito de Gea. Mitos y Leyendas. El sitio Web de mitologías y leyendas. Tema por: Theme
2003, p. 57
22
consideradas como la manifestación anual del dolor de Deméter cuando le
arrebataban a su hija24.
23
conocimiento y la ignorancia, la verdad y la mentira, el opresor y el oprimido. De
esta diosa se dice:
Posee gran sabiduría y compasión para todos sus hijos, incluso aquellos que por
su comportamiento se han convertido en demonios. Diosa compasiva que sanea y
reestablece el orden. Madre del universo a su vez madre de todo cuanto existe ya
sea visible o invisible, tangible o intangible, positivo o negativo. Es considerada la
fuerza que está detrás de la creación, la preservación y la destrucción del mundo.
Venerada como el Poder Supremo del Ser Supremo27
En esta diosa tiene lugar una representación de la madre cumpliendo una función
de ordenamiento y preservación del equilibrio en el mundo. Madre del universo
revestida de poder que preserva la vida y la destruye; poderes atribuidos también
a las diosas Hathor y Deméter sugiriendo, en la mitología, una dimensión
todopoderosa de la madre, asociada a su don de dar y quitar, crear y destruir. La
vida y su destrucción parecen ser dimensiones implicadas en algunas de las
versiones mitológicas sobre la madre.
[…] rompo a llorar ante una acción como la que a continuación, yo habré de
ejecutar: mataré a mis hijos [...] ¿Qué necesidad tengo yo de afligir a su padre con
27 Diosa Durga, Ecured: conocimiento con todos y para todos, s.d. [en línea], disponible en:
http://www.ecured.cu/index.php/Diosa_Durga, consulta febrero 2014
28 Calvo Sotelo Joaquín, “Eurípides y la Medea”, en: Teatro Griego. Grandes Clásicos Universales.
24
la desgracia de éstos, procurándome dos veces un mal tan grande? […] Es
absolutamente necesario, decidido está el asunto, y no habrá escapatoria30
“Comprendo cuan malvadas son las acciones que voy a ejecutar, pero más fuerte
que mis pensamientos es esta pasión que causa a los mortales las mayores
desgracias […] ¡Una desgraciada mujer es lo que soy yo!”.31 Medea Reconoce que
su acción es malvada, pero es más fuerte que su razón de madre su pasión de
mujer engañada, así que desde ese lugar se entrega a causar la peor desgracia a
sus seres hasta ese momento más amados.
25
consecuente con su condición de compañera. En ese instante de engaño atroz se
olvida de que es madre para ejecutar el acto mortal. Continúa el autor:
¡Ea, vamos, ármate, corazón mío! […] ¡Desdichada mano mía, coge la espada,
cógela, avanza hasta esta dolorosa barrera de mi vida y no seas cobarde ni te
acuerdes de tus hijos, de que son tus seres más queridos, de que tú los
alumbraste! Aunque sea por un instante, olvídate de tus hijos y después… llora.
¡Una desgraciada mujer es lo que soy!32.
32 Ibíd., p. 281
26
subrayar cómo esa otra resulta amenazante en tanto disputa el amor de aquel a
quien se ama.
Este breve recorrido por diversas culturas permite saber algo sobre la dualidad
mitológica que rodea la concepción sobre la madre en relatos de los que no se
tiene certeza, pero no por ello desestimables en la simbología que han construido
y legado de una sociedad a otra y que se han quedado fijados como referentes
cosmogónicos, antropogónicos o morales. Ahora bien, la mitología es un saber
que no se agota en la época o cultura referida, en este sentido se propone un salto
milenario para dar cuenta de una leyenda en la mitología mestiza en una época
más reciente (año 1.500) y un contexto latinoamericano -Centro América-, que
permitirá conocer una versión sobre la madre y su relación con la hija.
27
1.2 La madre según un relato en la mitología mestiza
En el interés que centra esta investigación, nos servimos del texto Malinche, o el
lado femenino de la sociedad mestiza 33, para ilustrar, de un lado, una noción sobre
la mujer y la madre, y de otro lado, algo de lo que acontece en la relación madre -
hija, según un relato en la cultura periférica, conocida también como mestiza, por
su mezcla principalmente indígena y europea, así como por cierto marginamiento,
debería decirse diversidad, respecto a la cultura occidental. Se ha elegido el relato
mitológico alusivo a la ‘malinche’, en México, a través del cual se hace referencia a
tradiciones culturales y religiosas que se fusionan, en este caso, en la figura de la
Virgen del catolicismo legado por España a pueblos mestizos de Centroamérica.
33Palma, Milagros. “La mujer en la simbólica mítico-religiosa del pensamiento indio y mestizo en
América Latina”, En: Luna, Lola G. (Compiladora) Género, clase y raza en América latina: algunas
aportaciones. Comunicación presentada en el 46 Congreso Internacional de Americanistas, en el
Symposium Barcelona: Universitat de Barcelona. Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad,
1991, pp. 131-149.
28
borrar la indignidad que supone ser hijo de “la chingada”, que es la madre violada
en la cultura mexicana. La violación a la que fueron sometidas las mujeres, derivó
en su consideración como seres indignos, y, buscando borrar esta vergüenza, los
varones profundizaron su desprecio por la mujer e impusieron la veneración a la
madre del catolicismo, aquella que se hace madre de manera virginal. Podría
derivarse de allí una división entre la mujer y la madre, la primera investida de
indignidad, y la otra, inmaculada, madre virginal, pero en ambas la adjetivación
está asociada a una noción del “pecado carnal”, bien porque se le atribuye o bien
porque se le considera libre de él.
Has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al
que pondrás el nombre de Jesús. […] María entonces dijo al ángel: ‘¿Cómo puede
ser eso, si yo soy virgen?’ Contestó el ángel: ‘El Espíritu Santo descenderá sobre ti
y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra’34.
34 Lucas, 1: 26- 38. La Anunciación, en: La Biblia Latinoamericana. Eds. San Pablo y Verbo Divino,
Madrid, España, 2002, p. 151
35 Ibíd.
29
[…] El culto a la madre virginal, la virgen María, se construye alrededor de la
imagen de la mujer-virgen-madre, única en su género, sin encarnación posible de
lo femenino porque la madre no se encarna en la hija, no hay amor entre ellas, su
devenir divino será el hijo36.
Según una alusión que la autora retoma de Eduardo Galeano, Malinche fue
vendida por su madre y a raíz de ello la hija está habitada por la maldad y la
destrucción. Para ilustrarlo, Palma se sirve del libro Memoria del fuego I, de
Eduardo Galeano, donde se reescribe el mito de la Malinche, y comenta:
Enseguida veremos que este odio que posee en cuerpo y alma a Malinche, por el
hecho de su misma infancia [Galeano asevera “que su madre la vendió por
esclava”], explicará su capacidad de maldad, de destrucción. Ella vengará en todo
un pueblo lo que su madre le hizo cuando era pequeña.38
36 Palma, Milagros, op. cit., p. 135. En este párrafo, la autora reconoce que algunos de los
conceptos son tomados de Luce Irigaray.
37 Ibíd.
38 Palma, Milagros, op. cit., p. 144
30
Asumiendo la afirmación de Galeano, referida a la venta de Malinche por parte de
su madre, se deriva de ello una consecuencia para la hija manifiesta en su
comportamiento malévolo y destructor. Aunque en esta versión de la Malinche no
se conocen las circunstancias y motivos que llevan a la madre a vender a la hija, si
se tiene noticia de los efectos que en ella produce el acto de la madre. Acto en el
que la hija justifica la venganza que dirige contra su pueblo originario,
supuestamente ayudando a los españoles. ¿Por qué el acto llevado a cabo por la
madre desata una afrenta contra su pueblo y no hacia la madre? La narración no
esclarece los motivos que llevan a la madre a vender a la hija y años después,
bañada en llanto, suplicar su perdón. Del relato de Galeano se conoce que
pasados los años, la madre implora y obtiene el perdón de su hija:
¿Qué pasiones habitan a una y otra para actuar de la manera señalada? El relato
de Palmas no lo explicita, no obstante, en otra versión de la Malinche40, escrita por
Laura Esquivel,41 se narra cómo efectivamente Malinche fue vendida por su madre
y se describen algunas escenas que echan luz sobre las motivaciones en la madre
para vender a la hija y lo que este acto produjo en la pequeña.
39 Estos párrafos son parte del relato encabezado “1523 Painala La Malinche” en el libro
mencionado de Eduardo Galeano, que la autora cita en francés. En la edición de Siglo veintiuno de
España Editores, se encuentra en las páginas 70 y 71.
40 Obra que en 2008 ganó el premio al mejor audiolibro en español que otorga la Asociación de
31
ese día le propusiera matrimonio. La abuela paterna de la pequeña le reclamó a la
madre por el olvido del cumpleaños:
La madre de la niña, con voz hiriente, le contestó: -Todo se olvida en esta vida,
todo pasa al recuerdo, todo acontecimiento deja de ser presente, pierde su valor y
su significado, todo se olvida. Ahora tengo un nuevo señor y tendré nuevos hijos;
Malinalli será entregada a una nueva familia que se encargará de cuidarla pues
ella forma parte del fuego viejo que yo quiero olvidar43
43
Ibíd,, p. 40
44
Ibíd., p. 39
32
provoca el desprecio de ésta hacia la hija. Con este razonamiento cobra sentido
una afirmación anterior referida a cómo el devenir divino proviene del hijo varón.
Afirmación que encierra una doble dimensión, de un lado, parece ser que es él
quien logra instituir a la mujer como objeto de amor, es a través de él, de su
recuerdo, que la abuela acoge amorosamente a Malinalli; y es también el varón
quien provoca una acción de abandono en la madre al instituirla, con su amor,
como mujer.
Ahora, motivados por la pregunta de investigación, situemos una escena del lado
de la pequeña Malinalli, ya no a sus tres años, sino a los cinco, edad en la que, ya
sin la abuela, es nuevamente entregada por la madre:
En el día que estaba aún por iniciar, por tercera vez en su vida, experimentaría un
cambio total. Cuando el sol saliera, nuevamente la iban a regalar. No se explicaba
qué podía haber de malo en su interior para que la trataran como un objeto
estorboso, para que con tal facilidad prescindieran de ella. Se esforzaba por ser la
mejor, por no causar problemas, por trabajar duro45.
45 Ibíd., p. 21
33
Se advierte en Malinalli un afán por comprender por qué, aunque se esmere en
ser la mejor y no ocasionar problemas, no consigue echar raíces en el amor de la
madre. El ser apartada del lado de su madre le genera un sentimiento de que algo
malo habita en su interior y la hace un objeto estorboso. ¿Qué significa para una
mujer sentirse como un objeto estorboso para la madre? Cuando a la edad de 5
años la madre condujo a Malinalli hasta la salida del pueblo, la pequeña:
Se aferraba a la mano de su madre, como queriendo hacerse una con ella. Pero
su deseo fue en vano. Su madre le soltó los pequeños dedos agarrotados, la
entregó a sus nuevos dueños y dio media vuelta. Malinalli, al verla alejarse, se
orinó y en ese momento sintió que los dioses la abandonaban46
Una escena como esta, sin duda puede echar luces sobre consecuencias
derivadas de la relación con la madre. Querer hacerse una con la madre parecía
ser el deseo de la pequeña, imaginaba que así lograría permanecer a su lado,
pero la madre de Malinalli acababa de ser instituida como mujer con una promesa
nupcial y, situada por fuera de la toda madre, alejó de sí a la hija.
Esta narrativa deja ver cómo la relación de la madre con la hija no se sitúa
precisamente en la armonía engalanada por una tradición que deposita en la
madre una función amorosa acompañada de postulados según los cuales el amor
supone una relación irrestricta de cuidado y bienestar. Afirmación que tiene lugar
no solo en los relatos mitológicos señalados, sino también en los cuentos, de los
cuales es posible establecer alguna referencia a la relación madre-hija, no
obstante aludir ellos, generalmente, a madrastras despiadadas, envidiosas y
crueles que buscan destruir a la hijastra, siempre una joven y dulce doncella, tal y
como se puede leer por ejemplo en el tradicional cuento infantil de Blancanieves.
46 Ibíd., p. 34
34
En el texto Psicoanálisis de los cuentos de Hadas47, el autor retoma una de las
muchas versiones de esta historia, según la cual la madre de Blancanieves murió
como consecuencia de su nacimiento; no se sabe lo que ocurre con ella hasta sus
siete años, a pesar de que a su lado hay una madrastra, pero por ésta llegan los
problemas: en este caso, según Bettelheim, aparece enfrentado el narcisismo de
la madre, al descubrir en el espejo su imagen enfrentada a la de la fresca belleza
de su hija48 y vienen los celos que la muchacha le genera, pues cada día es más
bella. La belleza de la niña desata la hostilidad y odio en la madrastra hasta el
punto de disponer la muerte de la muchacha.
Sin embargo, en la que podría ser la primera versión impresa, escrita por Heinrich
Dickerhoff49, publicada en 1812 con el título La pequeña Blancanieves50, no es la
madrastra quien desea el mal de la hija cuando crece, sino la madre biológica.
Según Dickerhoff, cuando crece la niña cuya madre, una reina, había deseado que
fuese tan “blanca como la nieve", y la supera en belleza, produce sus celos de tal
modo que decide la muerte para su propia hija. Así, la rivalidad que se va a
profundizar es atribuible a que la hija alcanza con la edad sus atributos como
mujer y luce tan o más hermosa que la madre.
En las dos versiones citadas de este cuento, cuando la niña adviene mujer desata
los celos y la rivalidad bien sea en la madrastra o en la madre. En ambas la
hostilidad hacia Blancanieves es guiada por la rivalidad derivada de la belleza de
la niña. Bettelheim anota: “No sabemos por qué la reina de Blancanieves, no
puede envejecer y sentirse, al mismo tiempo, satisfecha del proceso de su hija al
convertirse en una muchacha encantadora”.51 Si bien no es explícito en esta
versión del cuento las motivaciones íntimas que dan origen a la hostilidad de la
47 BETTELHEIM, Bruno. Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Barcelona. Ares y Mares Ed.
Crítica, S.L. 2010, p. 272.
48 Ibíd.
49 Presidente de la Sociedad Europea de Cuentos, quien intervino al respecto en un congreso
35
madre y que desatan su odio y rivalidad, el autor llama la atención sobre un afecto
presente en la madre que no la sitúa del lado de la complacencia ante la belleza y
encanto de la hija.
52 Bourdieu, Pierre. “Los usos sociales del parentesco” En: El Sentido práctico. 1ª Ed, Siglo XXI
editores S.A., Buenos Aires, Argentina, 2007
53 Rousseau, Jean Jackes. Emilio o la Educación (1760) libro V. Disponible en:
http://peuma.unblog.fr/files/2012/06/Emilio-ROUSSEAU.pdf
36
su madre y toda casada la de su esposo. Aun cuando esta religión fuera falsa, la
docilidad que sujeta a la madre y a la hija al orden de la naturaleza borra para con
Dios el pecado del error. No hallándose en estado de ser jueces por sí mismas,
deben admitir la decisión de sus padres y de sus esposos como la de la Iglesia”54
Esta alusión a que la mujer demuestre una buena conducta, siga la voluntad de un
otro varón, así como la religión de la madre, está soportada en una supuesta
naturaleza que sujeta a las mujeres madres e hijas, a la autoridad del padre, el
esposo y la iglesia, sugiriendo de ellas obediencia y sumisión.
En el libro recién citado, Rousseau sostiene cómo la mujer está hecha para
complacer al hombre, para serle agradable e incluso para soportar su injusticia:
“agradarles, serles útiles, hacerse amar y honrar de ellos, educarlos cuando niños,
cuidarlos cuando mayores, aconsejarlos, consolarlos y hacerles grata y suave la
vida, son las obligaciones de las mujeres en todos los tiempos, y esto es lo que
desde su niñez se las debe enseñar”.55 Sí esta es una condición de la educación
de las mujeres, podría preguntarse por esta enseñanza y su relación con la
maternidad, en tanto también dice el autor, que es preciso preparar a la mujer para
la maternidad, asumiendo que la madre rousseauniana será aquella dotada de
paciencia y dulzura, con una solicitud y un cariño que nada logra alterar, y que por
el contrario, logra dar lugar al padre y a la unidad familiar: “es el vínculo entre los
hijos y el padre; ella se los hace amar y le inspira confianza para que los llame
suyos. ¡Cuánta ternura y solicitudes necesita para mantener unida toda la familia!
Por último, nada de esto debe ser en ella virtud, sino placer”.56
54 Ibíd., p. 263
55 Ibíd., p. 254
56 Ibíd., p. 251
37
delectación. Se puede colegir de estos planteamientos rousseaunianos,
atribuciones en la educación que naturalizan la sumisión en la mujer, actitud que
ella, en condición de madre, debe seguir revestida de placer.
57 Badinter, Elisabeth. “El discurso moralizante heredado de Rousseau o Sofía, sus hijas y sus
nietas”, En: ¿Existe el instinto maternal? Historia del amor maternal siglos XVII al XX, Ed. Paidós,
Barcelona, España, 1991, p. 204
58 De Beauvoir, Simone. El segundo sexo, 1949. Ed. Siglo XX, Buenos Aires, 1981, p. 307
59 Ibíd.
60 Investigadora- Consultora en Salud Pública y Desigualdades de Género. España.
38
feministas en relación al concepto de maternidad,61 refiriéndose a Beauvoir,
plantea que la autora “reinterpreta el cuerpo materno indicando que no es un
cuerpo biológico, más bien se trata de un cuerpo cuyo significado biológico se
produce culturalmente al inscribirlo en los discursos de la maternidad, que
postulan a la madre como sujeto”.62
39
Guiomar Dueñas, quién en su texto “Desentrañando la lógica que supone la
inferioridad de la mujer” afirma “una función principal de la madre es la transmisión
del lenguaje”.64 Así la madre es representada con una función socializadora,
representante de la cultura a través del lenguaje. Un enunciado, propuesto por
Virginia Mª Baca65, puede ayudar a comprender el anudamiento propuesto:
Se había señalado antes, derivado del El Emilio, una función de la madre dirigida
a hacer existir al padre y garantizar la unión de la familia. De acuerdo a lo
señalado en el planteamiento sobre el contexto relacional madre-padre-hijo, puede
añadirse lo siguiente: de un lado, no existe madre sin un padre y sin un hijo. Y de
otro lado, una función de la madre compete a la socialización primaria, contexto en
el cual transmite el lenguaje y con él los puntales de la cultura.
64 Dueñas Vargas, Guiomar. “Desentrañando la lógica que supone la inferioridad de la mujer”, en:
Mujer, Amor y Violencia. Tercer Mundo y Universidad Nacional de Colombia, 1991, p. 43
65 Licenciada en traducción e interpretación, Universidad de Málaga, 2008.
40
diferentes maneras de ejercer la maternidad, que no se inscriben necesariamente,
en la incondicionalidad del cuidado y protección. Reconoce Badinter, la presencia
de un sentimiento de amor en el ser humano, no por ello perfecto en la madre, en
tal sentido afirma “Queremos hacerlo todo bien pero, inevitablemente, nos
equivocamos a diario”.68
68 Ibíd.
69 Badinter, Elizabeth. ¿Existe el instinto maternal? Historia del amor maternal. Siglos XVII al XX.
España, Ed. Paidós Ibérica, S.A. 1981, p. 14
70 Ibíd., p. 15
41
existencia de una mujer en la madre, una mujer con aspiraciones que no
necesariamente están en correspondencia con las de la madre y esposa y que
suponen una disimetría entre la madre y la mujer, tal y como ya se tuvo noticia en
referencias anteriores en este capítulo.
71 Scheper-Hughes, Nancy, “Amor materno/ amor alterno”, En: La muerte sin llanto. Violencia
contra mujeres embarazadas, Ed. Ariel, S.A. Barcelona, 1997
72 Ibíd., p. 2
42
pertinente traer dos referencias concretas sobre lo que acontece en esta relación,
propuestas desde enfoques contemporáneos cómo son los estudios de género.
Una mirada desde esta perspectiva al contexto en que se han desenvuelto
muchas mujeres en Colombia, sin duda permite un acercamiento al propósito
enunciado.
Para ello se cita una investigación realizada por María Victoria Uribe, sobre la
cultura política campesina y la violencia en Colombia73, en la que la autora
menciona varios de los temas que plantean las situaciones que viven las hijas en
la relación con sus madres, aludiendo fundamentalmente a la violencia doméstica
como un sistema de castigos naturalizados cuyo fin sería el de domesticar a la
mujer, restarle autonomía, y donde el maltrato físico por parte de las madres a sus
hijas, constituye una práctica que se transmite de unas a otras, reproduciendo el
patrón de castigos que ellas, las madres, a su vez, habían sufrido. Este
sufrimiento, reiterado generación tras generación, aporta una perspectiva en el
abordaje de las consecuencias psíquicas que para algunas mujeres supone la
relación con su madre.
73 URIBE Alarcón, María Victoria. “La Cultura Política Campesina” en: Antropología de la
inhumanidad: un ensayo interpretativo sobre el terror en Colombia. Bogotá: Grupo editorial Norma,
2004, pp. 37-38. (El apartado al que pertenece este párrafo se basa principalmente en el
testimonio de una mujer, Matilde)
74Debold, Elizabeth, Wilson Marie, Malavé Idelisse. La Revolución en las relaciones madre hija. Ed. Paidós
Ibérica, S.A., Barcelona, España, 1994
43
hay en nosotras, todavía se siente, en algún momento, salvajemente abandonada
por su madre”75
75Ibíd.
76Envidia y gratitud, El Destete, Los Efectos de las situaciones tempranas de ansiedad sobre el
desarrollo sexual de la niña, en la obra de Klein; y, Los Bebés y sus madres y, El Desarrollo de la
capacidad de preocuparse por el otro, en Winnicott.
44
la mente del bebé en ‘bueno’ o ‘malo’. Lo que denominamos pecho ‘bueno’ se
convierte en el prototipo de lo que a lo largo de la vida será beneficioso y bueno,
mientras que el pecho ‘malo’ representa todo lo malo y lo persecutorio”.78 De aquí
se desprende que para el imaginario del niño la madre es un pecho protector, que
da seguridad y en tal medida es bueno, pero también, bajo ciertas circunstancias,
puede adquirir el valor de ser un objeto malo y persecutor.
“Los sentimientos del niño parecen ser de tal naturaleza, que al faltarle el pecho
éste se convierte en malo porque guarda para sí la leche, el amor y el cuidado que
estaban asociados con el pecho bueno”.79 En este proceso la madre es inscrita en
el registro psíquico del niño como objeto bueno y malo a la vez. Y agrega Klein:
Nótese en esta cita por lo menos dos aspectos de interés: uno que alude al
proceso de desarrollo mental asociado a lo hostil o gratificante que haya resultado
el pecho materno, atribuyendo a esta vivencia los estímulos placenteros o
displacenteros que se experimentarán a lo largo de la vida, lo que estará asociado
a la necesidad de preservar el amor del otro. Y de otro lado, se produce una
transformación en la imaginarización del niño, dando lugar a que simbolice a la
madre ya no como un pecho, sino que gradualmente va adquiriendo una imagen
http://www.agrupaciondco.com.ar/biblioteca/Melanie%20Klein%20-%20Obras%20Completas/31-
%20Envidia%20y%20gratitud%201957.PDF consulta, marzo 2014
80 Klein, Melanie. El Destete, op. cit.
45
de la madre como persona total,81 que no solo lo nutre sino que lo acaricia. Klein,
alude a los sentimientos del niño dirigidos ahora a la madre, ya no como pecho -
objeto bueno o malo-, sino como persona total, depositaria también de una
simbolización que la hace objeto bueno y malo a la vez.
81 Klein usa el término persona total al referirse a la etapa en que “gradualmente el niño logra
conectar el rostro, o los rostros que lo miran, con la mano que lo acaricia y con el pecho que lo
satisface… (cuando se reasegura y adquiere confianza en el placer brindado por personas totales”)
El Destete, Óp. cit.
82 Ibíd, los paréntesis se traen del texto original
46
quien juega un papel fundamental en los primeros años del niño o de la niña, es la
madre, ya que es con ella que se establece una relación más íntima y directa.
83 Klein, Melanie. “Los efectos de las situaciones tempranas de ansiedad sobre el desarrollo sexual
de la niña”, En: El psicoanálisis de niños. Obras completas de Melanie Klein. 1ª Ed. 5ª reimpresión,
Paidós, Buenos Aires, 2008, p.207
84 Klein, Melanie. El complejo de edipo a la luz de las ansiedades tempranas. 1945. Disponible en:
http://www.elortiba.org/mklein/melanie.Klein.6.9.htm
47
Siguiendo a Kleín se advierte cómo los celos y odio de la niña hacia la madre,
están asociados al deseo de recibir el pene, una vez que percibe la ausencia de
este, al tiempo obtiene un conocimiento inconsciente de que su cuerpo contiene
bebés en potencia, y que es el pene del padre el que da los bebés. Continúa
Kleín, “la niña tiene dudas intensas acerca de su capacidad de poder tener niños.
En diferentes aspectos, se siente en una posición de desventaja al compararse
con su madre”.85 Podría decirse, que la niña en su inconsciente tiene un saber
sobre la imposibilidad de obtener bebés del padre, porque en medio está la madre,
lo que es causa de ansiedad en relación con ella.
De otro lado, Kleín también se refiere a la identificación que la niña hace con la
madre y que deriva en la configuración del superyó en la niña, un superyó, que al
decir de la autora, es cruel:
85 Ibíd.
86 Ibíd.
48
desarrolla en esa etapa por una identificación paterna puede ser también
amenazante y causar ansiedad, pero nunca parece alcanzar las mismas
proporciones que las que derivan de la identificación materna.87
De lo rastreado en los textos citados de Kleín, se infiere una relación madre - hija
que anuda diversos afectos: de un lado para la niña, la madre está dotada de un
poder mágico, proveniente de su pecho bueno y de su cuerpo en tanto contiene el
pene del padre y los bebés; pero así mismo, esto despierta los celos y odio hacia
su madre. De otro lado, la niña experimenta ansiedad en relación a su madre y al
mismo tiempo un proceso de identificación a la imago materna que deriva en un
superyó cruel. A la luz de las teorías de Melanie Klein, hay suficiente motivos
imaginarios para suponer que la relación de la hija con la madre no sea la mejor.
87 Kleín, Melanie, Estadíos tempranos del conflicto edípico, 1928, disponible en:
http://www.elortiba.org/mklein/melanie.Klein.6.9.htm consulta, marzo de 2014
49
En su texto Los Bebés y sus madres, se refiere a ella como “la madre de devoción
corriente”88 nominación que deriva de observar lo que hacen, “por el simple hecho
de que cada una de ellas realiza con devoción la tarea a su cargo, que consiste en
cuidar un niño…”.89 Llama la atención que denomine tarea al cuidado que del hijo
hace la madre y que a la vez la califique a ella como “el sostén, la base para lo
que gradualmente se convierte para el niño en la experiencia de ser”.90
Introduce con ello un elemento que no estaría situado del lado de una tarea de
cuidado, sino del orden de lo psíquico. El sostén es el puntal de la integración
psíquica del bebé, así obtiene los recursos para enfrentarse al mundo. Por ello el
autor considera a la madre cómo “la base de la fuerza de carácter y de la riqueza
de la personalidad en el individuo”92 y asocia a la existencia de salud mental en el
niño, la provisión de un ambiente facilitador: “La madre es ambiente facilitador que
ejerce las funciones maternas de sostén (holding), en la crianza del niño”93.
Nótese una concepción de la madre que la define cómo ambiente facilitador y,
ante el desvalimiento del pequeño, le confiere una función de protección y apoyo.
88 Winnicott. D.W. “La madre de devoción corriente”, En: Los bebés y sus madres. Ed. Paidós,
Buenos Aires, Argentina, 1989, p.20
89 Ibíd., p. 19.
90 Ibíd., p. 24.
91 Ibíd., p. 23.
92 Winnicott, D.W. “La lactancia natural como una forma de comunicación”. En: Los bebés y sus
50
Esta experiencia primordial con la madre, deriva de otra función materna, que
Winnicott denominó “presentación objetal” por medio de la cual la madre introduce
a su bebé en el campo de la cultura. En el texto La lactancia natural como una
forma de comunicación,94 el autor establece tres funciones maternas:
La primera ya señalada que tiene que ver con el holding: traducido también como
dependencia, la madre cumple una función con el niño dependiente, es su sostén.
Sobre esta última Winnicott establece la teoría del objeto transicional, que alude a
un objeto que crea el niño, no se trata de un objeto alucinatorio, sino de un objeto
que ya estaba en la realidad. “Un objeto llamado transicional, en tanto soporta un
movimiento que origina la simbolización: ausencia-presencia; mío, tuyo; integrado,
no-integrado, adentro-afuera”96 y, aunque este no es dado por la madre, será el
símbolo que favorece la unión y separación de ella, será ese objeto el que
acompañe al bebé en ausencia de la madre.
51
Puede señalarse de Klein y Winnicott, dimensiones diferentes referidas a la
madre: mientras para Klein la madre es imaginarizada como un pecho, fantasía
que deviene en su imaginarización como un objeto bueno o malo; en Winnicott, se
subraya una madre que es sostén emocional para el niño y que aporta la
instauración de lo simbólico, favoreciendo su relación con los objetos.
Así mismo hay puntos de encuentro en estos dos autores referidos, por ejemplo, a
cierta percepción de cuidado proveniente de la madre asociada a la experiencia
primordial de amamantamiento, no obstante, también afirman una función de la
madre fundante del desarrollo psíquico y de la salud mental vía la inscripción de
impresiones y el sostén emocional, ambos coadyuvantes en el establecimiento de
las relaciones sociales.
97 Freud, Sigmund. “El material y las fuentes del sueño”. Vol. IV (19OO) Amorrortu editores, p. 219
52
explicadas exclusivamente en el orden biológico porque inauguran un registro otro
que Klein llama impresiones; Winnicott, sostén y Freud, cómo veremos más
adelante, nombra como huellas mnémicas y, en cuyo contexto, articula el deseo,
el amor y la sexualidad, instituyendo con ello tal vez la más y profunda diferencia
con los postulados revisados en los otros dos autores.
Gran importancia reviste en este recorrido el conocer sobre un campo que por la
naturaleza de su quehacer, queda por fuera en el abordaje señalado, lo que
permite considerar la relación madre-hija, destacando los aportes específicos de
una disciplina como el psicoanálisis; reconociendo además, que no son simples
los atajos a afrontar en el propósito que orienta esta investigación, y con el
compromiso implicado de asegurar por lo menos un buen decir en lo que atañe al
desenmarañar algunos de los resortes que anudan la relación madre hija y en ella
las consecuencias psíquicas que tiene para algunas mujeres la relación con su
madre.
53
2. CAPITULO DOS: SOBRE LA MADRE EN FREUD
54
ha optado por examinar con el cuidado y la profundidad necesaria los desarrollos
freudianos al respecto, en tanto éstos constituyen el fundamento de las
conceptualizaciones de otros autores.
Es necesario subrayar que Freud plantea ideas sobre la madre en el contexto del
análisis de los sueños de sus pacientes y de casos singulares en los que recibió a
varones y mujeres que acudieron a verle presentando diversos síntomas. Esto
supone que la madre se asume como un hecho clínico y por ser un hecho clínico,
permite diferenciar la madre como acontecimiento psíquico, de la madre como
acontecimiento natural y como función social.
A partir del desarrollo de la obra freudiana, es posible el planteo que refiere cómo
de la madre se derivan consecuencias psíquicas en términos de deseo, de amor y
de pulsión. Para comprender esto acudimos a la experiencia de satisfacción según
se presenta en “La vivencia de satisfacción”,98 texto en el que Freud describe la
vivencia de satisfacción como un proceso en el que las alteraciones endógenas
Freud, Sigmund. “La Vivencia de satisfacción”, en: Proyecto de Psicología, Vol., I, Bs. As.,
98
55
se descargan a través del grito y el pataleo del niño, requiriendo de una acción
específica que cancele el estímulo interno y satisfaga la necesidad, lo cual precisa
de condiciones externas, esto es del cuidado del Otro. Esta experiencia sucede a
través de tres procesos en el sistema psíquico: la descarga (el berreo), la
investidura del objeto (proveer el alimento) y, un movimiento corporal asociado a la
descarga.
La próxima vez que esta última sobrevenga merced el enlace así establecido, se
suscitará una moción psíquica que querrá investir de nuevo la imagen mnémica de
aquella percepción (…) vale decir, restablecer la situación de la satisfacción
primera. Una moción de esa índole es lo que llamamos deseo.101
Aunque Freud no se refirió al Otro con mayúscula, se asume aquí en el sentido planteado por
Lacan, según lo cual el Otro materno es con mayúscula, en tanto no se refiere exclusivamente a la
madre biológica.
99 Freud, Sigmund. “Acerca del cumplimiento de deseo” en: Sobre la psicología de los procesos
oníricos. La interpretación de los sueños (segunda parte) Vol. V, Amorrortu, editores, Bs. As., p.
557
100 Ibíd.
101Ibíd.
56
biológico, pues inauguran un registro-otro que Freud nombra como huellas
mnémicas y en cuyo contexto articula el deseo.
102 Freud, Sigmund. “La Vivencia de satisfacción”, en: Proyecto de Psicología, Vol., I (1895) Bs.
As., Amorrortu Editores, 1992, p. 362
103 Freud, Sigmund. “El material y las fuentes del sueño”. En: Interpretación de los sueños (primera
57
Además de la satisfacción y del amor, una deriva a la que acude Freud compete a
la sexualidad apuntalada en la experiencia de satisfacción. Al alimentarse del
pecho materno, el niño goza de una satisfacción sexual que después buscará una
y otra vez, en la actividad del chupeteo, el cual está inscrito a las exteriorizaciones
de la sexualidad infantil.106 El desvalimiento del niño, su condición de incapacidad
para proporcionarse a sí mismo los cuidados requeridos para la preservación de la
vida, dan lugar al surgimiento de un registro que ya no tendrá que ver
exclusivamente con el deseo y el amor, sino también con la sexualidad. Cuando
Freud se refiere a la sexualidad, otorga un papel a la madre que se ilustra en la
siguiente cita:
El trato del niño con la persona que lo cuida es para él una fuente continua de
excitación y de satisfacción sexual a partir de las zonas erógenas y tanto más por
el hecho de que esa persona, por regla general la madre, dirige sobre el niño
sentimientos que brotan de su vida sexual, lo acaricia, lo besa y lo mece y
claramente lo toma como sustituto de un objeto sexual de pleno derecho107
106Freud, Sigmund. “Exteriorizaciones de la sexualidad infantil”. En: Tres ensayos de teoría sexual y otras
obras. Vol. VII (1901-1905) Amorrortu Editores, Bs. As., p. 166
Freud, Sigmund, “El hallazgo de objeto”, En: Las metamorfosis de la Pubertad (1905), Obras
107
58
sexualidad en cambio, implica el contacto con un cuerpo y una presencia del Otro
que no se agota en su respuesta a una necesidad.
2.3 El deseo una moción vinculada al amor del Otro que habla
108 Ibíd.
109Ibíd., p. 204
59
Tenemos en la cita evocada, que los sentimientos maternos de ternura tienen su
fuente en la sexualidad y por tal razón sus caricias no están exentas de cierto
apasionamiento, razón por la cual siempre queda como pregunta ¿qué transmite
una madre mediante estos contactos físicos? Digamos que transmite su presencia
calurosa y tranquilizadora, pero también puede transmitir en ese cuerpo a cuerpo
la posible zozobra que la embargue, los temores que la pueden estar asaltando,
sus frustraciones o alegrías. En todo caso, lo que se espera de estos contactos, es
fundamentalmente que la madre transmita el amor, que le enseñe a amar al hijo,
que le transmita la importancia de la suavidad y de la delicadeza en el trato.
Lo anterior quiere decir que la madre no solo deberá cumplir una función nutricia y
preservadora de la vida, sino que a través del cuidado del cuerpo ella también
transmite algo del orden de la sexualidad y, en tal sentido, “deviene la primera
seductora del niño”.111 Conviene anotar que el primer objeto erótico del niño es el
pecho materno, cuya zona erógena está asociada a la conservación de la vida, y
engendra el amor apuntalado en la necesidad de nutrición, pero, como ya se ha
señalado, también el deseo, la pulsión y la sexualidad.
110Ibíd.,
p. 203
111Freud, Sigmund. “Una muestra de trabajo psicoanalítico”. En: Esquema del Psicoanálisis.
Volumen XXIII, (1938) Amorrortu editores, Bs.As., 1991, p. 188
60
excluyentes. De un lado, el deseo como producto de la respuesta amorosa de una
madre, esto quiere decir que la constitución del deseo como moción, se vincula
con el amor del otro, pero además con el hecho según el cual, el otro habla. Si no
estuviera inscrito en el lenguaje, no podría otorgarse a la llamada del niño por
medio del grito o del llanto, una interpretación que sostenga la respuesta de la
madre.
Otra cuestión que se pone en juego cuando la madre presta al niño los cuidados
de los cuales depende para vivir, es que por esa vía ella, si en efecto el niño ha
llegado a ser algo entrañable, transmite un deseo gracias a lo que representa. No
se desea un niño por lo que es, sino por lo que representa y entre las cosas que
un niño puede representar, está ser el objeto que vino a colmar un vacío, razón
por la cual se le esperará con expectativa y se dirá que fue un niño buscado, lo
que significa que ya contaba con un lugar desde antes de nacer.
Según lo expuesto hasta ahora, puede aducirse que la relación con la madre
supone consecuencias que competen a la preservación de la vida, a la
experimentación del amor y del deseo, asimismo a la erogenización del cuerpo, lo
que supone un encuentro con la sexualidad. Estas consecuencias se derivan de la
experiencia de satisfacción.
61
Es preciso señalar que las consecuencias psíquicas de la relación con la madre,
operan tanto para el niño y como para la niña, razón por la cual es necesario
dilucidar algo de lo que acontece en la relación de la madre con el hijo varón y
establecer sí hay un punto que dé lugar a una confrontación de lo que ocurre en la
relación con la hija.
113 Freud, Sigmund, “Moisés y la religión monoteísta”. Vol. XXIII, Amorrortu editores, segunda
reimprensión, 1991, Bs. As., p. 188
114 Ibíd.
115 Freud, Sigmund. Más allá del principio del placer y otras obras, Vol. XVIII (1920-22), Bs.As.
1992, p. 7
62
El principio de placer es la forma de trabajo de las pulsiones sexuales, las cuales
surgen apuntaladas en la satisfacción de la necesidad, por ejemplo, la madre al
amamantar al bebé, con su pezón erogeniza la boca de éste en el acto mismo del
chupeteo, en el cual el niño goza dando lugar a una pulsión oral, lo que marca su
inscripción en el autoerotismo.
Hecha la anterior alusión a los términos placer y displacer, se retoma la cita recién
establecida y de ella se subraya la idea según la cual, “la significatividad de la
madre se fija inmutable para toda la vida, como el primero y más intenso objeto de
amor” a lo que se le añade otra anotación en la que Freud refiere:
Nótese una observación que sitúa en los privilegios que la madre muestra hacia el
hijo, la confianza y fuerza para albergar un sentimiento favorecedor de éxitos en la
vida. Podría decirse, según esta anotación freudiana escenificada en el poeta
Goethe, que la madre, en los casos en que funciona como madre simbólica, es
decir, contando con un más allá entre ella y el niño, lo cual equivale a consentir
116 Freud, Sigmund. “Sobre la sexualidad femenina” (1931) , Vol. XXI, Amorrortu editores, Bs.As.
1992, p. 233
117 Freud, Sigmund. ”Un recuerdo de infancia en poesía y verdad”. Vol. XVII, Amorrortu editores, 3ª
63
una mediación, cumple una función en el psiquismo del hijo favorable para la
autoconfianza y logros a lo largo de su vida.
[…] las mujeres, digo, bajo las desilusiones del matrimonio contraen neurosis
graves y que las perturban toda la vida […] La mujer neurótica, insatisfecha por su
marido, es hipertierna como madre e hiperangustiada hacia el hijo, sobre quien
118 Freud, Sigmund. “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna”, en: El delirio y los sueños
en la Gradiva, Volumen IX (1906-08), Amorrortu editores, Bs. As., 1992, p. 180
119 Ibíd., pp. 174 y 180.
64
transfiere su necesidad de amor, así le despierta una prematura madurez
sexual.120
Nótese cómo en este pasaje se introduce una noción que no había sido señalada
hasta ahora, y es un exceso de ternura que la madre dirige hacia el hijo, producto
de una insatisfacción en la relación con el marido, insatisfacción que produce una
manifestación hipertierna hacia el hijo en quién deposita toda su necesidad de
amor, provocando una madurez sexual prematura. En el estado de la cuestión se
anotó, tanto en Medea como en el relato de Malinalli, un comportamiento en la
madre derivado de la intervención de un hombre, con efectos fatales para los
hijos.
120 Ibíd.
65
una corriente contraria, pero inconsciente de hostilidad; vale decir, donde se
realiza el caso típico de la actitud ambivalente de sentimientos”.121
En el contexto que nos ocupa, podría decirse, que la mujer insatisfecha por su
marido es presa de un sentimiento ambivalente, de un lado alberga hostilidad
hacia el marido y de otro lado, amor excesivo hacia el hijo, lo que sugiere que no
se trataría entonces de un sentimiento de amor exclusivo de la madre; se trata
también de la mujer en quien habita la hostilidad cuya expresión consciente es un
exceso en la ternura que dirige al hijo, revelando de alguna manera que la relación
de una madre con su hijo, se encuentra a su vez en un contexto muy preciso: la
relación con el hombre, con el marido. Lo que resulta singular es que la
insatisfacción con este marido se traduzca en hiperangustia hacia el hijo. De otro
lado, anota Freud:
La desavenencia entre los padres, sobre estimula la vida afectiva del niño, le hace
sentir intensamente amor, odio y celos a la más tierna edad […] semejante
121Freud, Sigmund. Tótem y Tabú. Vol. XIII, (1913) Amorrortu editores, Bs. As., 1991, p. 55
122Freud, Sigmund. “Pulsiones y destinos de pulsión” En: Contribución a la historia del movimiento
psicoanalítico. Vol. XIV (l914), Amorrortu editores, Bs. As., 1975, Nota de pie de página, p. 126
66
conflicto a esa edad contiene todo lo que se requiere para la causación de la
nerviosidad por toda la vida.123
Se halla así un nexo entre la relación de los padres, expresada bien sea en la
insatisfacción sexual, cómo recién se anotó, o en desavenencia, con el despertar
de afectos como amor, odio y celos conducentes a la nerviosidad en el hijo.
Hasta lo que se lleva del texto Freud se refiere a la pareja parental de dos
maneras: de un lado, la insatisfacción de la madre en el contexto de la relación
con el marido, lo que se traduce en una hiperternura hacia el hijo y le ocasiona a
éste hiperangustia, y de otro lado, habla de desavenencia, que no es lo mismo que
insatisfacción. La desavenencia supone la manifestación explícita de un conflicto o
desacuerdo, y la insatisfacción, es situada del lado de la sexualidad. Se trate de lo
uno o de lo otro, lo que Freud subraya es algo que compete a la relación entre los
padres y sus derivaciones en el hijo. Lo que permite plantear consecuencias
subjetivas para el hijo de dicha relación.
123Freud, Sigmund. “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna”, en: El delirio y los sueños
en la Gradiva, Volumen IX (1906-08), Amorrortu editores, Bs. As., 1992, p. 180
124 Ibíd.
125 Gallo, Héctor, Jaramillo Ángela María, [et. al.] Introducción, En: Feminidades: sacrificio y
67
De otro lado, puede inferirse la presencia de una mujer en la madre; mujer que no
es sin el padre. A la vez que se subraya cómo éste ha de cumplir una función
mediante la cual el niño integre la castración, lo que permite el planteamiento
referido a lo ineludible de la función paterna en la constitución del sujeto, proceso
en el que tanto la madre como el padre cumplen una función destinada a reglar la
vida psíquica y sexual del niño.
126 Freud, Sigmund. “La Moral sexual cultural y la nerviosidad moderna” Óp. cit. p. 180
127 Freud, Sigmund. Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Op. cit., p. 22
128 Freud, Sigmund, Más allá del principio del placer, Volumen XVIII (1920) Obras completas,
68
La repetición alude a lo no dialectizable, lo que no se modifica, lo que no logra
asimilarse, eso que vuelve siempre al mismo lugar. Para Juanito el sentimiento de
miedo del que era presa, se repetía cada vez, porque ese miedo estaba “conectado
a una ganancia de otra índole”:129 el deseo y la excitación que implicaba ser
acogido por la madre en su lecho.
Juanito ha percibido que el padre hace cosas con la madre que a él le están
prohibidas, pero, a pesar de esto, también siente ganas de hacer lo mismo, razón
por la cual siente miedo ya que podría sufrir alguna represalia. La cuestión es que
el padre no ve en esto problema y Juanito, por un lado, no entiende por qué el
padre es tan bueno y lo ama tanto que no se hace sentir pudiendo hacerlo y, por
otro lado, experimenta celos de él y rivalidad imaginaria. Este conflicto interno se
traduce en un síntoma que es el miedo, síntoma que transporta una satisfacción
en la repetición de insistir en estar en el lecho de la madre suplantando al padre.
129 Ibíd.
130 Ibíd., p. 8
69
eso, llamaré al doctor A., que te corte el hace-pipí. Y entonces, ¿con qué harías
pipí?”.131
Conjuntar estos elementos permite situar respuestas de la madre, que no son sin
consecuencias para el hijo, y que en este caso se manifiestan en una angustia. La
angustia es desencadenada tras un sueño en el que Juanito “se levanta llorando,
la mamá le pregunta por qué llora, y él dice: «Cuando dormía he pensado que tú
estabas lejos y yo no tengo ninguna mami para hacer cumplidos» (caricias)”. 136
131 Ibíd., p. 9
132 Ibíd.
133 Ibíd., p. 8
134 Ibíd., Nota de pie de página N° 4 (agregada en 1923) p. 9
135 Freud, Sigmund. Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Óp. cit., p. 18
136 Ibíd., p. 22
70
La madre había permitido al niño dormir en su lecho, es decir le había hecho
cumplidos satisfaciendo así el deseo de Juanito; no obstante, aún en
circunstancias de satisfacción del deseo, la angustia permanece; pues fue la falta
de regulación por parte del padre lo que realmente produjo la angustia, es decir, el
no instaurar un límite entre Juanito y la madre.
El cuidado que implica tocamiento del cuerpo y la ternura, no son los únicos actos
maternos que se derivan en consecuencias para el hijo, también está el temor de
la madre, según se advierte en una referencia freudiana referida al tratamiento de
la histeria. En un niño que padecía de ataques, síntoma conocido como
71
hemianestesia, Freud advierte para el éxito en el tratamiento de esta afección, la
importancia de alejar al enfermo de su medio habitual, en tanto:
Resulta extraño que una madre responda esperando lo temido en la relación con
el hijo, cuando se supone que las madres están dotadas del deseo de bienestar
cuando se trata del cuidado de sus hijos.
137 Freud, Sigmund. “Observación de un caso severo de hemianestesia en un varón histérico”, Vol.
I, (1886) Amorrortu editores, Bs.As., 1992. p. 60
138 Ibíd.,
72
2.7 Hostilidad: ¿una consecuencia en la relación madre-hija?
Recién se hizo alusión a la triada amor, odio, celos, que la desavenencia entre los
padres provoca en el hijo. Estos afectos considerados como consecuencias
subjetivas de la relación parental, a su vez provocan impulsos hostiles de los hijos
hacia sus padres, tal y como lo demuestra la experiencia analítica de los sueños,
la cual permite a Freud comprender que desde temprana edad se abren
sentimientos hostiles que se expresan en una preferencia del niño hacia fantasear
la muerte del padre y en la niña, la muerte de la madre, como si cada uno viera en
el progenitor de su mismo sexo una amenaza en tanto competidores del amor. La
siguiente cita da cuenta de ello:
Los sueños de muerte de los padres recaen con la máxima frecuencia sobre el que
tiene el mismo sexo que el soñante; vale decir que el varón sueña con la muerte
del padre y la mujer con la muerte de la madre […] Dicho groseramente, las cosas
se presentan como si desde muy temprano se abriera paso una preferencia
sexual, como si el varón viera en el padre, y la niña en la madre, competidores en
el amor, cuya desaparición no les reportaría sino ventajas139
Freud, Sigmund. “Sueños típicos”. En: El material y las fuentes del sueño. Vol. IV (1900)
139
73
integrante de la neurosis, dice Freud que estos impulsos hostiles “afloran
conscientemente como representación obsesiva.140 Freud, alude a la competencia
de amor vinculado al carácter sexual, donde la hija pequeña ve en la madre a una
persona que le estorba su vínculo de ternura con el padre y ocupa un lugar que
ella muy bien podría llenar”.141 En el texto “El material y las fuentes del sueño”,
Freud condensa dos referencias en una cita que ilustra esta fantasía de la niña:
Una niña de ocho años que yo conozco aprovechó una oportunidad en que la madre
se ausentó de la mesa para proclamarse su sucesora: «Ahora quiero ser la mamá.
Karl, ¿quieres más legumbres? Tómalas, te lo ruego». Una niña de cuatro años, muy
dotada y muy vivaz, en quien es particularmente claro este rasgo de la psicología
infantil, declara sin ambages: «Ahora mamita puede marcharse, después papito debe
casarse conmigo y yo quiero ser su mujer».142
[…] en la que a menudo ella creía ver como un reflejo de su propia infancia. La
pequeña había vuelto a presenciar una áspera disputa entre sus padres y le
susurró al oído a Dora, que llegaba de visita: «¡No puedes imaginarte cuánto odio
140 Freud. S. “Los impulsos”, Fragmentos de la correspondencia con Fliess, carta 64, (1897), Vol. I,
Amorrortu editores, Bs. As., 1992, p. 296
141 Freud, Sigmund, 13 Conferencia, Rasgos arcaicos e infantilismo del sueño. Vol. XV, (1916)
los sueños (primera parte) Vol. IV (19OO) Amorrortu editores, Bs. As., p. 267
74
a esa persona! (aludiendo a la madre) Y si alguna vez se muere, me casaré con
papá».143
“ora asistía al entierro de una mujer vieja, ora se veía a la mesa con su hermana,
vestidas ambas de luto; […] Cuando avanzó en su mejoría, aparecieron fobias
histéricas; la más martirizante era que pudiese sucederle algo a su madre.
143Freud, Sigmund. “El cuadro clínico”, En: Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora)
Vol. VII (1901-1905) Amorrortu, editores, Bs. As. 1992, pp. 50 - 51
144
Freud, Sigmund. “Sueños típicos” Óp. cit.
145 Freud, Sigmund, “Sueños típicos”, En: Lo material y las fuentes del sueño, Vol. IV (19OO)
(primera parte), Amorrortu editores, Bs. As., 1992, p. 268
75
Dondequiera que estuviese, debía correr hasta su casa para convencerse de que
la madre aún vivía”146
Para cerrar este capítulo, resulta útil condensar alguna conclusión sobre la
concepción de la madre en Freud, en tal propósito se acentúa: La madre es
asumida cómo un hecho clínico en tanto ha sido fundamentalmente a partir de la
clínica desde dónde Freud estableció las coordenadas de una función biológica y
psíquica asumida por ella, en las que conjunta la necesidad y el amor, desatando
los puntales de la satisfacción y del deseo. Decir que la madre cumple una
función psíquica, es reconocer que ella va más allá de jugar un papel en la
alimentación y cuidados, porque en ellos se regla la satisfacción, el deseo, el amor
y la sexualidad. Así puede afirmarse que la madre es determinante en la
estructuración del sujeto y que su proceder en la relación con el hijo, siempre
producirá consecuencias.
146 Ibíd.
76
3. CAPITULO TRES:
Según se anunció al inicio del capítulo anterior, además de la obra freudiana, será
necesario pesquisar algo sobre la madre en la obra de Jacques Lacan, aclarando
que de este autor se abordarán de manera particular referencias en el Seminario
4, “La Relación de objeto”, y en el Seminario 5, “Las formaciones del
inconsciente”, que el autor dedica a la concepción de la madre, dilucidando en ello
que consecuencias psíquicas tiene para algunas mujeres la relación con su
madre. Abordar estos seminarios, implica un ir y venir entre Freud y Lacan, en
tanto este último fundamenta sus desarrollos sobre la madre y el Edipo en la
doctrina freudiana.
77
En el apartado sobre la madre en Freud, se anotó que el objeto se inscribe en el
psiquismo en dependencia del Otro, auxiliador ajeno147, por lo general la madre;
alusión referida a la experiencia de satisfacción y a la configuración del deseo.
Resulta útil recordar cómo el niño hace del seno materno un objeto de satisfacción
de la necesidad, no obstante al realizarse la acción específica de la satisfacción,
que tiene implícita la llamada del niño, se establecerá un proceso de comunicación
en el que la demanda ya no estará solo en la satisfacción de la necesidad, sino en
la satisfacción del deseo y es a partir de aquí que el objeto se constituirá como
perdido. Esta pérdida orientará el deseo hacia la búsqueda de tal objeto, que en
esencia es la felicidad. Puede decirse así, que la experiencia de satisfacción
deviene en una vivencia para nada armónica, en la cual el objeto es un punto de
fijación imaginaria que está en el fondo de toda relación con el sujeto.
147 Freud, Sigmund. “La vivencia de satisfacción” En: Proyecto de Psicología, V. I (1895) Amorrortu
editores, Argentina, 1992, p. 362
148 Lacan, Jacques “Las tres formas de la falta de objeto”, Clase II, Seminario 4, La relación de
objeto. Texto establecido por Jacques-Alain Miller. Ed. Paidós, Bs. As., Barcelona, México, 2010,
p. 31
149Los tres tiempos del Edipo, Lacan los aborda de manera particular en el Seminario 5, Las
78
3.2 Los tres tiempos del Edipo: a propósito de la relación madre-hijo/hija
Falo
Madre Niño
En esta mediación materna el falo se introduce como objeto de deseo tanto para la
madre como para el hijo, aunque con una función imaginaria diferente. Para la
madre constituye el objeto que la completa imaginariamente, en tanto para el niño,
79
significa el objeto que es. De esta afirmación puede derivarse una tesis según la
cual es el deseo de la madre el que sitúa al hijo en el lugar del falo imaginario.
Sosteniendo la tesis anterior, puede decirse que la madre cumple una función que
no está situada en el nivel de la necesidad, sino del deseo que se introduce en la
demanda: la madre, en el campo imaginario, hace del niño el objeto que le falta; a
su vez, el niño se ofrece a manera de señuelo150 como si pudiera colmar la falta de
la madre.
No obstante y como se deriva del vocablo señuelo, ello es una falacia, porque no
podrá satisfacer “lo que no puede ser satisfecho, a saber, el deseo de la madre,
que en su fundamento es insaciable”.151 Dice Lacan en el apartado sobre “El falo y
la madre insaciable”, del seminario 4, que “el sujeto se pierde y puede acabar
siendo devorado. El hilo para salir de ahí es que a la madre le falta el falo,
precisamente porque le falta, desea, y solo puede ser satisfecha en la medida en
que algo se lo proporciona”152 y, a manera de señuelo, el hijo se introduce para
obturar la falta de la madre, está ahí para darle la ilusión de completud.
Por Lacan se conoce que esta situación progresa en tanto “el niño ha de descubrir
más allá de la madre, lo que ella ama, el deseo de la madre”.153 ¿Qué significa
desear el deseo de la madre? Lacan en el primer tiempo del Edipo regla la
alienación del sujeto al deseo del Otro (A), establece que “el sujeto se identifica en
espejo con lo que es el objeto de deseo de la madre” 154 desea ser su objeto de
deseo, y lo que ella desea es el falo. Esta experiencia primordial se inscribe de
150 Diccionario de la Real Academia RAE: Cosa que sirve para atraer, persuadir o inducir, con
alguna falacia. Disponible en: http://dle.rae.es/?id=XcUbjzu.
151 Lacan, Jacques. Clase XI “El Falo y la madre insaciable”, En: Seminario IV La Relación de
objeto, Texto establecido por Jacques -Alain Miller, 1957 – 1958, Ed. Paidós, Bs. As., Barcelona,
México, p. 196
152Ibíd., p. 193
153 Lacan, Jacques. Clase XXI “Las bragas de la madre y la carencia del padre”, Óp. cit., 2010, p.
360 -61
154Lacan, Jacques, Clase X “Los tres tiempos del Edipo” Seminario 5: Las formaciones del
Inconsciente, 1957-1958. Texto establecido por Jacques -Alain Miller., 1ª ed. 8ª reimp., Bs. As.
Barcelona, México, Paidós 2009, p. 198
80
manera permanente en el sujeto a manera de “deseo esencial, que es el deseo del
deseo del Otro”155 y en ello se puede establecer que la madre se instaura como
función, función que posibilita el deseo.
La metáfora paterna concierne a la función del padre (…) la función del padre se
encuentra en el corazón de la cuestión del Edipo”156 (…) es por los efectos de su
presencia en el inconsciente que se produce una función de interdicción de la
madre157
155 Lacan, Jacques, Clase XV “La niña y el Falo”, en: Seminario 5 Las formaciones del
Inconsciente.1957-1958. Texto establecido por Jacques-Alain Miller, 1ª ed. 8ª reimp., Bs. As.
Barcelona, México, Paidós 2009, p. 279
156 Lacan, Jacques, Clase IX “La metáfora paterna”, en: Op. cit. p. 165
157 Ibíd., p. 173
158 Ibíd., p. 174
81
madre. Al serle prohibido su objeto, se da una proyección de agresividad hacia el
padre, agresividad imaginaria que aflora en el contexto preciso de la función del
padre en el Edipo, etapa en la que en el niño se establece una rivalidad con el
padre, en tanto “el padre frustra claramente al niño de su madre”.159
Así entonces en el contexto del Edipo, la función del padre se asume como un
significante que viene en lugar de otro significante: S1______S2. Sustituida la
presencia del padre por su función, la función del padre sería el significante del
que se espera sustituya a la madre frente al niño como representante de la ley, de
ahí que se le atribuya el cumplimento de la función de privación. Afirma Lacan:
Nótese en la cita una alusión hasta ahora no advertida, según la cual con el
ingreso de la función privadora del padre, quién es castrada es la madre, ello con
la aclaración, que hace Lacan, de imposibilidad de la castración de la madre, en
tanto no se puede privar a la madre de algo que ella no tiene; no obstante, la
castración tiene lugar, y tiene lugar porque se ha proyectado en lo simbólico como
símbolo. También, aporta la cita, el niño tendrá que arreglárselas con la
aceptación o no de esta privación, subrayando algo en el Edipo que Lacan sitúa
como nodal y que no es sin consecuencias en la estructura psíquica del sujeto.
82
esta ordenación en la que acentúa “la cuestión es to be or not to be (ser o no ser)
el falo…”161
Llegamos así al tercer tiempo del Edipo, que en Freud se toma como el
sepultamiento del Edipo, y en Lacan se regla como la salida del mismo.
Recuérdese que en el segundo tiempo se da un reconocimiento de la falta en la
madre y, del padre como portador del falo precisando que si puede darlo es
porque lo tiene, el padre interviene como el que lo tiene, no como el que lo es.
Este paso del registro del ser al tener, es lo que da cuenta de la instauración de la
metáfora paterna, vía en la cual puede “producirse el giro que reinstaura la
instancia del falo como objeto deseado por la madre, y no ya solamente como
objeto del que el padre puede privar.” 163 Con ello Lacan establece el tercer tiempo
del Edipo.
161Ibíd.,
162Ibíd., p. 192
163Ibíd., p. 199
83
Según este tercer tiempo del Edipo, el Nombre del Padre opera como significante
del padre, que no es la ley, sino quien la porta. Es decir, el Nombre del Padre es el
significante de la ley. En ello se materializa la disolución del Edipo impeliendo
consecuencias diferentes para el niño y para la niña. Para el primero implicará la
identificación a aquel a quien él supone que lo tiene, se identificará a su virilidad.
Para la niña es mucho más simple la cuestión, en tanto “ella no ha de enfrentarse
con esa identificación, ni ha de conservar ese título de virilidad. Sabe dónde está
eso y sabe dónde ha de ir a buscarlo, al padre y se dirige hacia quien lo tiene”.164
En los seminarios enunciados, Lacan señala que el Edipo pasa por una fase inicial
en la imaginación de la niña donde ella ansía tener un pene. Imaginario desde el
cual la niña se sitúa en una posición de envidia, envidia del pene (penisneid),
además, “sitúa el falo más allá de la madre”165 Se subraya de la afirmación que
introduce Lacan sobre el Edipo en esta fase, dos coordenadas, una referida a la
164Ibíd.,
p. 201
165Lacan, Jacques, Clase XII “Del complejo de Edipo” En: Seminario IV La Relación de objeto,
Texto establecido por Jacques – Alain Miller, 1957 – 1958, Ed. Paidós, Bs. As., Barcelona, México,
p. 204
84
envidia del pene y la otra derivada de la afirmación según la cual la niña “sitúa el
falo más allá de la madre”.
Con relación a la primera línea resulta conveniente una palabra sobre la envidia
¿Qué es? ¿Cómo se produce? En su origen etimológico la palabra envidia
proviene del latín invidere compuesta de in (poner sobre algo) y, videre (mirar), así
envidia significa poner la mirada sobre algo.166 Según una acepción en el
diccionario de la Real Academia, la envidia significa: “f. Tristeza o pesar del bien
ajeno”.167 Se resalta del diccionario, la referencia a la envidia como “tristeza o
pesar del bien ajeno”. Uno de los sinónimos de las palabras “tristeza” y “pesar”, es
angustia. Podría afirmarse que la envidia sería una proposición vinculada a la
angustia,168 angustia ante el “bien ajeno”, bien que no se tiene y que se desea.
Uno de los significados del vocablo “bien”, se refiere a: “m. Aquello que en sí
mismo tiene el complemento de la perfección en su propio género”; 169 Así la
envidia se da en el contexto de búsqueda de la perfección imaginaria, perfección
que se le imputa al otro que tiene, en este caso al otro varón.
Por su parte Freud en su texto ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? plantea
la importancia que tiene para los niños la presencia o ausencia del órgano
Fernando Gimeno Cervantes. Paidós, Bs. As., Barcelona, México, 6ª reimpresión, 2004. p. 118.
Disponible en: http://psikolibro.blogspot.com, Consulta, 20 de marzo de 2016
85
masculino y el desconocimiento del órgano femenino. Reconoce el hecho de que
la niña se siente inferior por la falta de pene, dado su valor. Así lo dice el autor: “La
niña siente pesadamente la falta de un miembro sexual de igual valor que el
masculino, se considera inferiorizada por esa falta, y esa «envidia del pene» da
origen a toda una serie de reacciones característicamente femeninas”.171
La envidia es el sentimiento enojoso contra otra persona que posee o goza de algo
deseable, siendo el impulso envidioso el de quitárselo o dañarlo. Implica la relación
171 Freud, Sigmund. ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? En: Presentación autobiográfica
Inhibición, síntoma y angustia ¿Pueden los legos ejercer el análisis? y otras obras, Vol. 20 (1926),
Amorrortu Editores, sexta reimpresión, Bs.As., 1975, p. 199
172 Language Dictionaries, online. Disponible en:
86
del sujeto con una sola persona y se remonta a la relación más temprana y
exclusiva con la madre173
De esta cita interesa puntuar dos aspectos, uno referido a la “envidia como un
sentimiento enojoso”, podría decirse insoportable, desencadenado ante el hecho
de que otra persona posee algo que se quiere para sí; la niña quiere eso que ella
no posee. El otro aspecto subraya “el impulso envidioso” articulado a la relación
primordial con la madre. Siguiendo a Laplanche y Pontalís, quiénes definen el
Impulso como la “súbita aparición, sentida como urgente, de una tendencia a
realizar un determinado acto, el cual se efectúa sin control y generalmente bajo el
dominio de la emoción”,174 podría decirse que la envidia que la hija experimenta
hacia la madre es un acto sin control, urgente e influenciado por la emoción, es un
acto inconsciente en el que envidia la valoración que ella no tiene y el otro si para
el Otro materno.
Dice Lacan en su texto pegan a un niño y la joven homosexual “En una dialéctica
simbólica lo que no se tiene existe tanto como todo lo demás, simplemente está
marcado con el signo menos. La niña entra pues con el menos, como el niño entra
con el más”.175 Ese menos o ese más, trata de la presencia o la ausencia en la
173 Klein, Melanie. Envidia y gratitud. Obras completas, volumen VI, ed. Paidós – Horme, Bs. As.
1957, p. 17
174 Laplanche, Jean, y Pontalís, Jean-Bertrand, op. cit., p. 68. Disponible en:
relación de objeto, Texto establecido por Jacques – Alain Miller, 1957 – 1958, Ed. Paidós, Bs. As.,
Barcelona, México, 2010, p. 125
87
relación fálica. Si la niña está marcada con un menos de valor, cabe interrogar por
los recursos que, desde ese menos de valor, requiere para desprenderse del
deseo devorador de la madre, del que se hablará un poco más adelante.
176Lacan, Jacques, Clase XII “Del complejo de Edipo”, Op. cit. p. 204
177Ibid., p. 205
88
hacer con su falta y orientar su deseo hacia un nuevo objeto de amor por fuera de
sus progenitores. ¿Se regla en ello alguna función de la madre?
Es decir, la madre cumplirá una función que le permita al hijo “saber hacer con la
falta”, siempre que logre situarse en posición causa de deseo para un hombre y en
este sentido logre la posición de una buena madre, lo que implica que el objeto
niño no lo sea todo para la madre. Ha de dar lugar al significante paterno que
introduce una ley más allá de la madre y posibilita al niño el acceso a la
significación fálica como un recurso para separarse del deseo materno y dar lugar
a la constitución de un sujeto en falta.
178 Miller, Jacques –Alain. “El niño, entre la mujer y la madre”, publicado en Virtualia N° 13, Revista
Digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana, 2005. Disponible en: www.eol.org.ar Consulta 28
de febrero de 2016
179Ibíd.
89
3.5 Madre, presencia-ausencia
Lacan define la frustración como “un conjunto de impresiones reales, vividas por
el sujeto en un periodo del desarrollo en el que su relación con el objeto real se
centra habitualmente en la imago del seno materno, calificada de primordial”.181
Así la frustración remite a impresiones reales vividas en el contexto de la relación
con la madre que se localizan en la imago del seno materno.
180 Lacan, Jacques, Clase IV “La dialéctica de la frustración”, En: Seminario 4 la relación de objeto.
Texto establecido por Jacques-Alain Miller, Ed. Paidós, Buenos aires – Barcelona, México, 2010, p.
69
181Ibíd., p. 64
90
La frustración es soportada en el opuesto presencia-ausencia, que tanto Freud
cómo Lacan ilustran con el juego del Fort-Da.182 Juego en el que un pequeño de
18 meses, desde su cuna tiraba un carretel que desaparecía y aparecía,
acompañado del fonema Fort-Da, un significante que reproducía la desaparición y
reaparición de la madre poniendo al niño en contacto con la realidad. Hay en el
par opuesto presencia-ausencia, una dimensión simbólica de la madre expresada
en el juego con la sustitución de la madre por un objeto, en este caso el carretel y
una dimensión que se establece con la presencia de la madre, que la instituye
como real.
Esta dimensión de la madre que la instituye como real articulada al par presencia-
ausencia tiene ilustración en un caso clínico referenciado por Lacan en el
seminario 4, aclarando que se trata de un caso observado por una alumna de Ana
Freud. El caso describe la fobia experimentada por una niña quién soñaba que los
perros la mordían. Se trata de una niña de poco más de dos años, quién se ha
dado cuenta que los niños están dotados de un hace pipí.183 Así se relata el caso:
182
Ibíd., p. 69
183 Palabra usada por Juanito, para referirse al pene cuando interroga a la madre “¿Tú también
tienes un hacepipí?”
91
punto de amarre suficiente para la niña. Es en este momento, cuando surge la
fobia”.184
¿Por qué Lacan sitúa la fobia como una respuesta necesaria ante la certeza del
afalicismo en la madre? Se propone una respuesta en una afirmación de Lacan
extraída del capítulo “La función del velo” del seminario 4, en la que el autor
señala “no tener el falo simbólicamente es participar de él a título de ausencia”.186
La ausencia de la madre sitúa a la niña en la falta, tal vez se pregunta ¿Por qué la
madre permanece lejos de ella? ¿Qué puede desear que no sea ella?, lo que le
falta es el falo y ella quiere completarla. Se dijo en los tres tiempos del Edipo, que
el hijo quiere completar a la madre camelándola. No obstante, la madre que es
ante todo madre objeto de amor, puede en cualquier momento ser madre real a
condición de que frustre ese amor. Algo le falta a la madre y la niña parece querer
completarla, ser su objeto de deseo. Recuerda Lacan como la situación
fundamental referente al falo prevalece en la relación preedipica del niño con la
madre: “la madre es objeto de amor, objeto deseado en cuanto a su presencia”.187
Lo que el juego del Fort-Da ilustra es que la madre es deseada cuando no está, y
cuando está se desea que no esté para volver a desear, este es el juego del par
presencia-ausencia. La ausencia pareciera problemática, de hecho, socialmente
92
se atribuyen ciertos comportamientos problemáticos del niño a la ausencia de la
madre a quién pareciera atribuírsele como papel el cuidado abnegado; no
obstante, el psicoanálisis plantea que el problema es cuando la madre está muy
identificada a su lugar de madre y está siempre presente, cuando no da lugar a su
partición y por lo tanto no tiene un deseo por fuera de sus hijos.
Cada vez más, los psicoanalistas se meten en algo que es, en efecto,
demasiado importante, a saber, el papel de la madre (...) El papel de la
madre es el deseo de la madre, esto es capital. El deseo de la madre no es
algo que pueda soportarse tal cual, que pueda resultarles indiferente.
Siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso
es la madre. No se sabe qué mosca puede llegar a picarle de repente y va y
cierra la boca. Eso es el deseo de la madre188
Se subraya de esta cita dos vertientes que sin duda no son sin consecuencias en
la relación de un hijo con la madre. De un lado, nótese la aseveración según la
cual la madre “Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre” a lo
que se le añade el planteo sobre el deseo de la madre: “No se sabe qué mosca
puede llegar a picarle de repente y va y cierra la boca. Eso es el deseo de la
madre” Deseo que, siguiendo la cita, no es algo que se pueda soportar y que
siempre produce estragos.
188Lacan, Jacques. El reverso del psicoanálisis, Seminario 17, Texto establecido por Jacques-Alain
Miller, ed. Paidós, Bs. As. Barcelona, México, p. 118
93
ser. Ello, volviendo a la metáfora del cocodrilo, puede situarse en lo contingente
pues el cocodrilo cerrará su boca si una mosca llegase a picarlo, es decir, si algo
externo se presenta, sugiriendo que estar en la boca del cocodrilo no significa ser
engullido.
En la boca yace la tibieza que aloja, recuérdese que al nacer las crías, éstas son
trasportadas en las fauces de la madre y depositadas en el agua sin ser
lastimadas, empero la boca es también un agujero que puede tragar. Podría
decirse a partir de la metáfora del cocodrilo, que en el acto de devorar o no a los
hijos hay un punto de elección que proviene de lo íntimo de la madre y que se
requiere de una acción externa para que el deseo de la madre opere, significando
que lo que se regla del lado de lo estragante y oscuro del deseo de la madre es
del orden de lo inconsciente.
En un artículo llamado “Lo que una madre transmite como mujer” 189, Silvia Elena
Tendlarz, hace una elaboración, que por su pertinencia en este apartado, se trae
textual:
La madre, en quien habita una mujer en falta, resulta un ser que produce estragos
de manera inconsciente, por eso, su proceder siempre causará efectos. La
189 Tendlarz, Silvia Elena. “Lo que una madre transmite como mujer”, en: Varité, NEL México,
Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano, abril de 2011. Disponible en: http://www.nel-
mexico.org/articulos/seccion/varite/edicion/Sobre-mujeres-madres-y-ninos/320/Lo-que-una-madre-
transmite-como-mujer Consulta, junio de 2016
190 Ibíd.
94
pregunta que se precisa, en el interés de esta investigación, es ¿Cómo procede la
hija ante el riesgo de que la mosca pique al cocodrilo y este cierre su boca? Y, Sí
el deseo de la madre siempre produce estragos ¿Logra la hija escapar a sus
efectos? O por el contrario, esta es una peculiaridad inevitable en la relación
madre-hija, tal y como se aludirá en el siguiente capítulo, según una referencia
citada por Graciela Graham.
¿Qué significa qué las verdaderas mujeres siempre tengan algo de extravío? Si a
este planteo lacaniano se le añade la pregunta freudiana referida a ¿Qué
demanda una mujer? Tiene sentido afirmar el enigma que reviste a la mujer y sí
además, ella, la mujer es comandada por su deseo ¿Cómo entender que la buena
madre es la que es capaz de dar lugar, en su posición de madre, a la mujer que la
habita?
191
Lacan, Jacques, La metáfora paterna, en: Seminario 5, Las formaciones del inconsciente, Óp.
cit. p. 201
192 Ibíd.
95
Una pista de respuesta, que implicaría otros desarrollos no abordados en este
trabajo, se halla en Lacan, en “Ideas directivas para un congreso sobre la
sexualidad femenina”193, al decir: “la mujer ocupa para un hombre el lugar del
objeto a en la medida que consiente a su fantasma para producir su deseo; pero la
mujer como madre encuentra su objeto a en sus hijos”194
Es preciso entonces volver sobre una afirmación según la cual, los efectos y
consecuencias que subyacen en la relación con la madre, advienen, no del ser
que encarna la madre, sino del deseo de la madre. Este deseo, es atribuible a la
mujer y sus pasiones, según se tuvo noticia por ejemplo con Medea.
Se añade a esta idea, otra señalada en el capítulo anterior y que refiere, que la
hostilidad que se regla en la relación madre-hija, proviene, no de la madre sino de
la mujer que hay en una y otra. Lo que nos remite a la mujer y su deseo, el deseo
de la mujer ¿Qué desea una mujer? ¿Qué del deseo se juega en la maternidad
como decisión y elección del sujeto?
96
Se conjetura algo enigmático asociado a la feminidad y en ella, la presencia de la
madre con la posibilidad de ubicarse en la posición de una buena madre en el
sentido de Miller, y en esa posición ser capaz de transmitir a una hija ese saber
presente en el hecho de que en la madre habita una mujer. Transmisión para nada
simple, según se ha señalado desde el estado de la cuestión, en tanto es
precisamente la mujer que habita en la madre la que genera las vicisitudes en la
relación madre – hija, según se desprende de lo desarrollado hasta ahora en este
trabajo.
97
4. CAPITULO CUATRO
La cita que nos refiere el filme sueco La Sonata de Otoño, nos da noticia de una
ambivalencia presente en la relación madre - hija, que sin duda confirma lo ya
señalado en los capítulos anteriores, sobre lo enigmático de la misma,
posibilitando anudar un saber sobre la relación madre hija, puntuado a lo largo de
este trabajo.
98
reclama una significación mayor en la mujer”.197 Es decir, aunque las condiciones
de elección de objeto sean iguales para el varoncito y para la niña, por ejemplo, “la
experimentación de los celos por el nacimiento de un hermanito”198 lo que
acontece a partir de esta fase, ya en la etapa edipica, es diferente para uno y otro.
Para la niña “el endoso de ligazones afectivas del objeto madre al objeto-padre
constituye el contenido principal del desarrollo que lleva hasta la feminidad”199
Estas supuestas omisiones, parecen advertir que la relación de una hija con la
madre se funda bajo el influjo de múltiples reproches. No obstante, en la
197 Freud, Sigmund. Sobre la Sexualidad femenina, V. XXI (1927-31) El porvenir de una ilusión, El
malestar en la cultura y otras obras, Vol. XXI, Amorrortu editores, p.32
198 Ibíd., p. 230
199 Ibíd., p. 232
200 Ibíd.
201 Ibíd., p. 235
202 Ibíd., p. 236
99
Conferencia 33 que dedica a La Feminidad,203 Freud va más allá del reproche y
alude a la hostilidad, señalándola como el signo bajo el cual se produce el
extrañamiento de la madre que discurre en odio a lo largo de la vida y aunque
puede haber desagravio, una parte de él permanecerá siempre. 204 En el capítulo
anterior, se interrogaba por “algo” que insiste y dificulta el vínculo madre-hija.
¿Podrá atribuirse ese “algo” a esa parte del odio que según la anotación freudiana
permanecerá siempre y se traduce en hostilidad?
Puede decirse que el amor, como el odio alberga intentos devoradores que se
dirigen al ser. El odio al dirigirse al ser y por lo tanto a la existencia, intenta
desprender de éste la esencia que supuso al ser.208 De esta manera, el amor
puede ser capaz de engullir al otro. Esta dimensión no escapa a la relación madre-
hija, sugiriendo una dimensión del amor y el odio constitutivo de la relación madre-
hija, que permite explicar las vicisitudes en este nexo.
Otra clave para leer lo que acontece en la relación madre-hija se deriva, según se
anotó recientemente, del reproche que la hija dirige y juzga en la madre por
haberla parido mujer, seguido de una referencia en el capítulo anterior, según la
p. 110
206 Ibíd.
207 Ibíd.
208 Lacan J. Seminario 20, ed. Paidós, Bs. As. 2009 (Notas tomadas en clase, seminario de
100
cual “la niña deviene una pequeña mujer”.209 Como no señalar una connotación de
doble vía en lo acabado de expresar, de un lado la hija no le perdona a la madre el
haberla parido mujer, y de otro, la niña deviene una pequeña mujer, momento en
el que desencadenan los celos hacia la madre. Al parecer los celos hacia la
madre, son tan inevitables como el volverse mujer.
Cada vez se logra más una puntuación conducente a afirmar que los impasses en
la relación madre hija tienen su núcleo en la mujer que emerge en cada una y
circula de una a otra. Así, podría aventurarse la idea según la cual es desde la
posición de mujer que una hija se asume en su subjetividad como un ser
imperfecto, imperfección que se rectifica con el amor. Graciela Graham, en un
escrito denominado “Madre hija una relación devastadora”, afirma:210
La relación de una madre con una hija está significada por el establecimiento de
un vínculo en el que la hija espera un amor que pide exclusividad y no se contenta
con fragmentos (…) un amor propiamente sin límite, incapaz de una satisfacción
plena y por esta razón está condenado esencialmente a terminar con una
decepción y dejar lugar a una actitud hostil.211
209 Freud. Sigmund. “El Retorno de lo reprimido”, En: Moisés y la religión monoteísta. O.C.
Volumen 23, 1937 – 1939, ed. Amorrortu, Buenos Aires, Argentina, p. 120
Psicoanalista, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, Argentina
210 Graham, Graciela. “Madre-hija, una relación devastadora”. En: El estrago materno. Imago
101
4.2 El amor una necesidad en la subjetividad del sujeto
Lacan en la clase VIII del Seminario 4 que dedica a “Dora y la joven homosexual”,
desarrolla un planteo que alude al momento en el que la joven atenta contra su
vida lanzándose del puente del ferrocarril, y afirma como ello se produce tras dos
hechos: de un lado, el padre había expresado a la joven su prohibición de relación
con una dama de dudosa reputación y de otro, la dama expresa a la joven su
intención de no verla más, le quita la ilusión de su amor; es decir, la joven se
enfrenta a la pérdida del objeto. Así se lee en la obra:
La joven se queda sin recursos. Hasta ese momento había resultado bastante
frustrada de lo que había de habérsele dado, o sea el falo paterno, pero había
encontrado el medio de mantener el deseo por la vía de la relación amorosa
imaginaria con la dama. Cuando esta la rechaza, ya no puede sostener nada. El
objeto se ha perdido definitivamente y ni siquiera aquella nada en la que se ha
basado para demostrar a su padre como se puede amar tiene ya razón de ser. En
ese momento se suicida.212
Lo que esta cita deja ver es como la hija parece estar a la deriva ante la frustración
de no obtener el falo. En la frustración derivada del objeto materno, la hija ha de
comprender que lo que se ama es un ser más allá de lo que se es, lo que se ama,
está en la falta, y esta falta está simbolizada no solo en la madre, sino también al
no habérsele dado el falo paterno. La joven se enfrenta otra vez a la frustración y
busca la salida, ya no eligiendo al padre como objeto de amor, sino en la relación
imaginaria con una dama, quién le anuncia que no la verá más, palabras que se
instauran como un real que instaura la caída del objeto.
Así mismo en la cita se lee como en ese momento hay una pérdida total del objeto
y la joven se queda sin recursos, eligiendo como salida una afrenta que dirige a su
propio ser. Articulando a la anotación sobre el sin límite del amor que espera la
hija, podría acentuarse en la relación de la joven con aquella dama, el deseo de
212Lacan, Jacques, “Dora y la joven homosexual”, en: Seminario 4 La relación de objeto (1956 –
1957), texto establecido por Jacques – Alain Miller, ed. Paidós, Bs. As. Barcelona, México, 2010,
p. 149
102
ser amada, de encontrar en el amor un sustituto que evite la caída total del objeto.
Supone este razonamiento la imperante necesidad del amor en la subjetividad del
sujeto, en este caso de la mujer.
Se dijo en el capítulo anterior que la salida del Edipo hacia una feminidad normal,
está dada en la elección de un objeto de amor. Ahora bien, esta elección no ocurre
de una manera armónica, sin impasses. Se conoce por Freud, que el florecimiento
de la hija, momento probablemente de la formalización de un objeto de amor, lleva
a la madre a convertirse en guardiana de su sexualidad, según se desprende de la
siguiente anotación: Cuando la hija crece “encuentra en la madre la guardiana que
estorba su anhelo de libertad sexual, mientras que el florecimiento de la hija
anuncia a la madre que es llegado el tiempo en que deberá renunciar a cualquier
reclamo sexual.213
Una muchacha, tenía la angustia de coger una flor y aun de arrancar un hongo
porque esto iba contra el mandamiento de Dios, quien no quiere que sean
aniquiladas semillas vivas. -Esto proviene del recuerdo de veredictos religiosos de
la madre contra las medidas precautorias en el coito, pues de ese modo se
aniquilan semillas vivas214
213 Freud, Sigmund. “Sueños típicos”. En Lo material y las fuentes del sueño, Vol. IV (19OO)
(primera parte) Amorrortu editores, Buenos Aires, 4ª reimpresión, 1991, p. 266
214 Freud, Sigmund.Fragmentos de la correspondencia con Fliess, Manuscrito L [anotaciones I]
103
Lo que resulta llamativo de esta cita es una dimensión de la madre materializada
en palabras que adquieren el estatuto de veredicto. Veredicto remite a sentencia.
El diccionario de la Real Academia la define como “dictamen o juicio emitido
reflexiva y autorizadamente”.215 La madre autoriza su palabra y la dirige a la hija
bajo el estatuto de veredicto. Resulta importante en el contexto de esta
investigación que se trate de una palabra que cobra el estatuto de un veredicto.
Orientada por la pregunta ¿Qué consecuencias psíquicas se juegan en la
transmisión materna? podría apuntar desde la cita, que la madre transmite con su
palabra y transmite veredictos y que estos veredictos competen a la sexualidad.
Podría aventurarse una hipótesis referida a cómo el devenir mujer de la hija, “trae
de vuelta” a la mujer que estaba velada en la madre y la confronta con su ser
mujer, con su propia sexualidad, producto de lo cual actúa inhibiendo la sexualidad
de la hija. Afirma Freud: “Cuando la madre inhibe o pone en suspenso la
afirmación sexual de la hija, cumple una función normal que está prefigurada por
vínculos de la infancia, posee poderosas motivaciones inconscientes y ha recibido
la sanción de la sociedad”.216
215 Diccionario de la lengua española. Edición del Tricentenario, obra social la Caixa. Disponible
http://dle.rae.es/?id=DhAstFb
216 Freud, Sigmund. Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica (1915) En:
104
Freud afirma la potestad inconsciente y social de la madre para inhibir la
sexualidad de la hija ¿Qué experiencia infantil e inconsciente deriva en una
función materna dirigida a inhibir la sexualidad de la hija? Y ¿Por qué
particularmente la de la hija? A quién además, se endilga la responsabilidad de
separarse de la influencia inhibitoria del goce sexual proveniente de la madre.
Continúa Freud: “Es asunto de la hija desasirse de esta influencia y decidirse […]
por cierto grado de permisión o de denegación del goce sexual”.217
Se ha sugerido a lo largo de este trabajo un punto que tiene que ver con la
dimensión de mujer que en la madre y la hija circula de una a otra y que,
articulado, puede ser una pista en la comprensión de lo íntimo y al parecer
devastador de la relación madre-hija. Lacan, en una conferencia dictada en 1975
en la Universidad de Yale, se refirió a este tema de la siguiente manera: “Tengo
suficiente experiencia analítica para saber cómo puede ser devastadora la relación
madre-hija”.218
Lacan nos advierte sobre lo devastador que, para la mayoría de mujeres, resulta la
relación con la madre. Así se obtiene de Lacan el significante “devastadora” que,
en no pocos casos, define la relación madre-hija. Sobre esta anotación clínica,
Graciela Graham afirma:
217Ibíd.
218Lacan, Jacques "Conferencia en la Universidad de Yale" (24 de noviembre de 1975), disponible
en:http://elpsicoanalistalector.blogspot.com/2008/12/jacques-lacan-conferencia-en-la.html Consulta
mayo de 2014
Psicoanalista, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, Argentina
105
se trataría de un hecho estructurante que da cuenta de la imposible armonía de
esa relación madre e hija.219
La aversión de estar con la madre más la idea mancillada del amor se deriva como
consecuencia de la observación de una cita amorosa de la madre, se trata de una
transmisión sin palabras. ¿Cuál es el contexto que proporciona eficacia a una
transmisión sin palabra?, esto es ¿por qué la observación de una cita amorosa de
la madre produce en la hija cólera y una idea mancillada del amor? Esta idea
219 Graham, Graciela. Madre – hija, una relación devastadora. En: El estrago materno. Imago
Agenda N° 124. Letra Viva, editorial y libros, Argentina, octubre de 2008, p. 30, disponible
en:www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=768 Consultado 8 de mayo de 2012
220 Freud, Sigmund. Obsesiones y fobias. Su mecanismo psíquico y su etiología, En: Primeras
106
permite traer un planteo de Lacan en el texto “Producción de los cuatro discursos”
en el Seminario 17,221 según el cual el discurso, como concepto, excede a las
palabras y remite a una estructura.
Siendo muy niña -no recuerda el momento preciso-, la soñante oyó decir que su
madre, durante el embarazo cuyo fruto fue ella, cayó en honda desazón y deseó
fervientemente que muriese el hijo que llevaba en su vientre. Adulta y grávida a su
vez, no hizo sino seguir el ejemplo de la madre.222
Dado que entre las consecuencias psíquicas de las vivencias traumáticas está la
repetición, puede verse en este caso como la hija tiende a repetir la historia de la
madre y en este sentido, no separarse de la identificación con ella, es decir, no
desprenderse de un proceso en el que “el yo se ha configurado a semejanza del
221 Lacan, Jacques. “Producción de los cuatro discursos”, En: Seminario 17, El reverso del
psicoanálisis (1969), versión digital, p. 3
222 Freud, Sigmund, Sueños típicos. En lo material y las fuentes del sueño. En: La interpretación de
los sueños (primera parte) Volumen IV (19OO) Amorrortu editores, Bs. As. Argentina, Cuarta
reimpresión, 1991, p. 259
107
Otro a quién se toma como modelo (…) La identificación remplaza a la elección
de objeto; la elección de objeto ha regresado hasta la identificación”.223
Quedé como hija única, asistente de mi madre. “Soy la que mi mamá necesita, tan
disponible y a la mano, un comodín”. Se propone ser obediente y buena hija.
Cuando quiso irse de la casa, la madre lloró todo el día y se enfermó. El padre
guardó silencio (…) la mujer se mantiene en la posición de Partenaire de su
madre, se refugia en el alcohol, lo que la hace permanecer encerrada con su
madre, la hace estar “chupada”224
Nótese una hija fagocitada por la madre, una hija que la madre necesita. Necesita
¿para qué? Lo claro es que la hija se hace comodín para la madre y cuando un
día decide cortar con esa situación, “La madre no solo estalló en un llanto largo,
sino que enfermó”225, logrando con ello retener a la hija, quien buscando
separarse de la madre se hunde en la embriaguez, estado que la lleva a
223Freud, Sigmund. “La identificación”, Psicología de las masas y análisis del yo, en: Más allá del
principio de placer y otras obras, Vol. XVIII (1920-22) Amorrortu editores, Bs. As. Argentina, 4ª
reimpresión, 1992, p. 100
Psicoanalista, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación
Mundial de Psicoanálisis (AMP).
224 Narbona, Raquel. “Un estrago Singular” En: Medio Dicho, Nº 34, 2008, p. 89
225 Ibíd.
108
permanecer en casa junto a ella. La hija no puede sustraerse del deseo de la
madre para que permanezca junto a ella.
La fracción de otra viñeta clínica, tomada del texto “La clínica del estrago”226 nos
ayuda a ilustrar otro hecho en la relación madre-hija:
226 Alkolombre, Patricia. “Clínica del estrago, las fauces maternas”. En: El estrago materno.
Revista Imago Agenda N° 124. Letra Viva, editorial y libros, Argentina, octubre de 2008
227Ibíd., p. 3
109
Al respecto Graciela Graham, citando a Marie Madelaine Lessana,228 afirma que,
la responsabilidad de una mujer es desprenderse del deseo de la madre y agrega
que es necesario que entre una niña y su madre haya habido ravage (estrago),
ella tiene que atravesar ese ravage como una manera de renunciamiento, de
arrancamiento sin sustitución. La autora sitúa el acento de esta relación en dos
aspectos de necesario desciframiento, uno que supone una dimensión necesaria
de estrago y la otra que sitúa en la hija la responsabilidad de separarse del deseo
de la madre sin sustitución, es decir sabiendo hacer con la falta, se puntuaría
desde la clínica. Se colige, según esta cita que el ravage no es un síntoma a curar,
sino una condición de la relación madre hija, una condición estructurante, con la
cual la hija tendrá que lidiar, podrá saber hacerse a una invención que le permita
hacer con su goce.
Citada por Graham Graciela, en: “Madre – hija, una relación devastadora”, en: El estrago
228
materno. Imago Agenda N° 124. Letra Viva, editorial y libros, Argentina, octubre de 2008
110
“La relación con mi madre, es un sentimiento de que a veces uno quiere
que ella no esté, pero no puede estar sin ella, aunque nada de lo que haga
le gusta”.
“Mi mamá me estresa, es estricta y cantaletosa. Qué cansancio. Pero
cuando se enfermó lloré mucho, creí que la perdería…”
“Mi mamá no me da libertad, no me deja casi salir. Siento que no confía en
mí. Pero a mi hermanito si lo deja salir. Eso me produce ira y tristeza.”
“En la relación con la madre, se siente hastío”
¡Qué hubo pues pedazo de estrés!, quédese quieta, si usted supiera cómo
me daban a mí, mi mamá me tiraba a matar229
229Una mujer de más o menos 40 años con una niña de unos 4 años, en un puesto de ventas
callejera, aledaño a Iglesia de Santa Teresita, Laureles, Medellín, 2012
111
sus ventas. No obstante, pueden subrayarse algunos aspectos en lo acontecido
en ese acto de incomodidad de la madre: de un lado, la madre profiere a la
pequeña un mandato de aquietamiento, quedarse quieta es suspenderse en el
lugar de sosiego que la madre imagina para ella y que bien pudiera situarse como
un mandato de permanencia a su lado, pues es cerca de ella a donde la niña ha
sido colocada como respuesta a una incomodidad de la madre, como si en la
quietud se jugara la preservación de la vida “…mi mamá me tiraba a matar”.
De otro lado, vale interrogar ¿Qué subyace en la afirmación “si supiera como me
daban a mí”? A riesgo de especulación, podría leerse como si la madre dijera,
agradezca que no le dé duro como me dieron a mí. Y, aunque se evidencia
maltrato, también parece que algo detiene una repetición exacta de la propia
vivencia de relación con la madre, acentuando un punto posible de separación que
favorece la no repetición exacta de la historia y relación con la madre, a la vez que
permite interrogar afirmaciones sociales o psicológicas según las cuales, quién
maltrata es porque ha sido maltratado en su niñez.
Cómo no interrogar por los recursos que requiere la hija para desprenderse de la
influencia materna, cuando esta además se hace efectiva a través de actos que
inhiben la autonomía y la libertad y que, además, se inscriben como letra en el
cuerpo. Ello, sin duda, supone de decisión y elección conducente a una
movilización subjetiva que permita separarse del Otro materno, de sus veredictos
e imperativos.
Esto desde luego, no es sin la comprensión de que desde que se nace, el sujeto
está inscrito en el lenguaje, es decir, queda enmarcado en el goce del Otro que se
sitúa directamente en el inconsciente. Ante ello la responsabilidad del sujeto es la
112
de ingresar en algún momento en la lógica de la estructura, una de cuyas formas
es posibilitando la instauración del discurso, con lo que se lograría dar sentido a
las marcas del goce del Otro, modificando un S1 en un S2, que instaure un nuevo
orden significante.
113
5. CAPÍTULO CINCO
La madre suele llamar a Erika “su pequeño torbellino”.231 Bien podría establecerse
un contraste entre esta manera de nominar a la hija “torbellino” con su quehacer
profesional, elegido por la madre, y que consiste en ser Pianista, un derivado de
piano, que significa “a paso lento”, podría adjetivar “lentista”. Erika, como un
remolino de viento, busca escabullirse de la madre, pero ella sólo quiere que
Erika sea pianista, que vaya a paso lento, excepto en la presión de la madre para
que la hija le garantice un futuro distinto, en medio de comodidades, futuro posible
230 Jelinek, Elfriede, La pianista, Traducción de Pablo Diener Ojeda, ed. Mondadori, Bogotá, 1986,
p. 27
231 ibíd., p. 7
114
si Erika acata los imperativos maternos, lo que constituye un leit –motiv. a lo largo
de la obra La madre ha forjado la vida de la hija a partir de su deseo y Erika, aún
con su ritmo de ciclón, no logra desprenderse de la dominación materna, sus vidas
transcurren en una relación de amor y odio forjada a fuego lento.
Al nacer Erika, tal y como puede leerse en el epígrafe, la madre se propuso hacer
de la hija un instrumento moldeado a su capricho, ese parece haber sido el deseo
de la madre, deseo del cual la hija nunca lograría separarse.
Erika, contrario a lo que podría sugerir la cita acabada de referir, es una mujer que
casi llega a los 40 años de edad, hija del matrimonio Kohut “vino al mundo
después de veinte años de matrimonio, un mundo que enloqueció al padre, y éste
fue encerrado en un hospicio para evitar que se transformase en un riesgo para la
humanidad”.233 La obra no ofrece detalles sobre el padre y su internamiento; no
obstante podría arriesgarse una afirmación según la cual, en efecto, su locura
constituye un riesgo para la humanidad, para la humanidad de Erika ¿Qué
consecuencias para la hija? El padre no ha posibilitado que Erika asuma la forma
femenina del complejo de Edipo, es decir, tomar al padre como objeto y de esta
manera conducirse hacia la elección definitiva de objeto. Dice Lacan que para que
el ser humano pueda establecer una relación natural, “es necesario la intervención
En literatura, un argumento que se repite o reitera en una obra
232 Jelinek, Elfriede. La Pianista. Ed. Random House Mondadori Ltda. Bogotá – Colombia, 1983,
p.7
233 Ibíd., p. 17
115
de un tercero, que sea la imagen de algo logrado, el modelo de una armonía. No
es decir suficiente: hace falta una ley, una cadena, un orden simbólico, la
intervención del orden de la palabra, es decir del padre”.234
En el flamante piso, construido según el método del futuro, cada una tendrá su
propio reino; Erika aquí, la madre ahí, un reino claramente separado del otro.
También habrá una sala de estar común para la convivencia. Si se quiere. Pero,
de acuerdo con su naturaleza, madre e hija querrán siempre, porque forman una
unidad235
116
Erika, podría decirse, queda puesta en un menos de valor por la madre para quien
la hija parece no constituir un ser humano, sino una cosa que puede moldear y
manejar. En el capítulo sobre la madre en Lacan se hizo una anotación, referida a
la hija, según la cual, “eso que no tiene” la deja en dependencia y subordinación,
desde ese lugar Erika no logra hacerse a un amor por fuera de sus progenitores,
de manera particular, de su madre, pues del padre no se tiene mayor noticia.
Erika comparte la misma casa con la madre, para quien la vivienda resulta
insuficiente para satisfacer sus aspiraciones de confort; en no pocas ocasiones
también comparten la misma habitación y la cama. La madre de Erika pasa la vida
imaginando su vida en un pequeño castillo, que compartirá con su hija, y que será
adquirido producto del escalamiento artístico de “la niña”, así se describe en la
obra: “Ya muy pronto la madre elige para Erika una profesión que de alguna forma
tenga carácter artístico; de este modo se podrá extraer dinero de las delicadezas
alcanzadas con tanto esfuerzo”237
La madre de Erika imagina una vida con su “niña”, una vida que desea a expensas
del triunfo profesional de la hija: Pianista, Erika será pianista, nominación que
proviene del Otro y que la ancla: “Erika lucha contra los lazos maternos y pide con
insistencia que no la llame, pero la madre es indiferente ya que sólo ella determina
los mandamientos”.238 Mandamientos que a la manera de sentencias irán
anudando una relación de amor y hostilidad entre Erika y su madre, en un nexo
devorador capaz de engullir al otro. Lo que se evidencia entre Erika y su madre
toma rasgos de odio que se dirigen al ser y por lo tanto a la existencia de cada
una.
237 Ibíd., p. 7
238 Ibíd., p. 10
117
5.3 Una pianista de fama mundial versus afirmación sexual de la hija
Erika es presa de una lábil subjetividad que le dificulta una vida propia, y se
somete al deseo devorador de la madre, quién ha prefigurado una vida para su
hija signado en un ideal: “Desde su nacimiento estuvo predestinada a las sutilezas
del baile clásico, del canto, de la música. Una pianista de fama mundial, ése sería
el ideal de la madre”239 un ideal que supondría para Erika someterse a la
prohibición materna presentificada tanto en la cotidianidad del mundo doméstico,
en la construcción de lazo social, como en la posibilidad de hacerse a un cuerpo
sexuado. Así se narran algunas consideraciones maternas: “Una muchacha como
ella no ha sido hecha para llevar a cabo tareas duras, pesadas labores manuales,
ni quehaceres domésticos”240 También la madre la protegerá de “que algún
hombre la transforme”.241
La madre le explica a la niña por qué una chica guapa no necesita acicalarse. La
niña responde afirmativamente. (…) Únicamente esta vanidad. La maldita vanidad.
239 Ibíd., p. 27
240 Ibíd.
241 Ibíd., p. 16
242 Freud, Sigmund. “Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica (1915) En:
118
La vanidad de Erika preocupa a la madre y la irrita hasta no poderla soportar. La
vanidad es lo único de lo que poco a poco Erika aún debería ser capaz de
desprenderse244
119
5.4 La hija y la relación parental
En la obra, si bien no se habla más del padre, se alude a “un mundo que
enloqueció al padre” ¿Cuál fue ese mundo que desencadenó la locura del padre y
qué influencia en la posición que la señora Cohut asume como madre? Resulta
pertinente recordar una referencia en el capítulo sobre la madre en Freud, según
la cual “[…] las mujeres bajo las desilusiones del matrimonio contraen neurosis
graves que las perturban toda la vida”
120
5.5 La hija de camino a casa, siempre va a casa
Puede decirse que la madre forcluye la posibilidad de la hija de hacerse a una vida
propia, forclusión que puede darse porque la madre considera a la hija cómo
propiedad o apéndice suya o bien porque ha desplegado sobre ella una manera
de desprecio inconsciente, así su pulsión la dirige a generar dependencia en la
hija, una dependencia que, desde luego, no es sin consecuencias psíquicas para
Erika: “Poco a poco, la existencia de Erika pierde flexibilidad. Se desmorona de
inmediato cada vez que la madre da un manotazo de autoridad (…) y debe acatar:
tengo que irme a casa. A casa. Casi siempre está de camino a casa…”247
247
Jelinek, Elfriede, Óp. cit., pp. 10 -11
248
Miller, Jacques-Alain. Lógicas de la vida amorosa, cuarta conferencia, en: Lógicas de la vida
amorosa, texto establecido por Graciela Brodsky, ediciones Manantial, Argentina, 1989, p. 53
121
5.6 Perder ¿Un intento fallido de ganar, para quedar anclada?
Estar siempre entre las fauces de la madre, era la posición de Erika, ello tiene
esclarecimiento en un acto que bien hubiese podido alejarla de cumplir el deseo
absoluto de la madre, se trata de un error cometido por Erika en un examen de
piano que, según la madre, la llevaría al éxito. Erika siguió sumisamente el camino
trazado por la madre, al no ser por este error, acto que constituye una afrenta a la
madre, como si Erika dijera, tal vez a la manera adolescente “no voy a ser lo que
usted quiere que sea” y pierde el examen.
249Diccionario de la lengua española, edición del tricentenario, Obra Social la Caixa. Disponible en:
http://dle.rae.es/?id=SYE8NhT consulta: 9 de junio de 2016
122
inesperado, y a la vez un medio para lograr la satisfacción, única condición que se
impone al objeto, cuyos rasgos son eminentemente singulares.250
Podría decirse que la pérdida del examen supone lo contingente y en ello se juega
la satisfacción. Erika pierde el examen, trasgrede con ello el imperativo materno
de ser el objeto precioso que la madre le exige, su brillo fálico. Pero, también ha
frustrado su posibilidad de escalonamiento artístico, de lo cual devino, como única
opción, ser profesora de piano. En un acto de venganza triunfa sobre la madre con
su propio fracaso.
Ser una gran pianista era el deseo de la madre, con ello, posiblemente escalaría
por el mundo de fama soñado por la madre, mundo en el que, sin duda, estaría
prendida de su brazo y sería exhibida cual trofeo “moldeado a golpes por ella”. No
lograr el examen de piano, la separa de ser el comodín que la madre imagina para
su confort, pero a la vez la deja sometida a la amonestación materna por haber
derrochado la oportunidad de tener una vida revestida por los semblantes de la
fama, lo cual la ancla a una relación en la que solo caben la madre y ella.
Sin las exigencias del piano la madre perfecciona sus radares guardianes: “Erika
está en constante riesgo de hallarse envuelta en lazos amorosos y de pronto
250 Laplanche, Jean, y Pontalís, Jean-Bertrand. Diccionario de Psicoanálisis, Traducción de
Fernando Gimeno Cervantes. Paidós, Bs. As., Barcelona, México, 6ª reimpresión, 2004 p. 361
251 Jelinek, Elfriede, Óp. cit. p. 193
123
habría un zángano en casa”.252 Idea que constituye una amenaza para la madre,
en tanto “la madre prefiere que la niña se ase al fuego lento de los lazos del amor
materno y no en la cacerola de sensualidades de una pasión amorosa”253
Recuérdese que en psicoanálisis, la amenaza significa castración. La madre se
convierte en castradora de la hija al colocarse en posición guardiana de su
sexualidad “La madre duerme en la cama vecina y observa las manos de Erika.
Las manos han de practicar y no andar por ahí como hormigas debajo de la
sábana y pasar por el frasco de la mermelada”.254
Pudiera conjeturarse, que este acto representaba para Erika una posibilidad de
separación del deseo de la madre, pero cada intento en este sentido, constituye
un acto sin la decisión suficiente para hacer “retroceder la significatividad personal
que lleva a la progresiva separación de los progenitores”255 y lo que acontece es
que Erika, en su lábil subjetividad, queda sin recursos ante la voz de la madre y se
encuentra, más que antes, a expensas del poder materno: “La madre le explica a
Erika que ella no es una más entre muchas; no, ella es única”. 256 […] Erika es la
mejor. Ese es el lazo con el que caza a la hija”257 […] La niña es el ídolo de la
madre y por ello la niña sólo ha de pagar un discreto arancel: su vida”258
252 Ibíd., p. 14
253 Ibíd., p. 193
254 Ibíd., p. 56
255 Sigmund, Freud, El problema económico del masoquismo, en: el yo y el ello, Amorrortu
124
hace contrapunto a la del Nombre del Padre. Por esto puede entenderse que la ley
que introduce este último es pacificadora y socializante; en tanto la del superyó es
insensata y carece de justificación, es una función desencadenada, que no conoce
límites”.259 Ese sin límite, o a la manera freudiana: duro, cruel y despiadada260
dimensión del superyó, es presentificada por la falla del padre, un padre que, al
parecer enloquecido y excluido por la madre, no logra cumplir la función
expresada en este trabajo en el tercer tiempo del Edipo, y en tal sentido operar
reduciendo el riesgo de que sea la vida de la hija el discreto arancel con el cual
pague a la madre.
259 Ortega de Spurrier, Piedad. Las funciones del superyó, Virtualia, revista digital de la Escuela de
Orientación Lacaniana, N° 22, mayo de 2011, p. 2. Disponible en:
http://virtualia.eol.org.ar/022/template.asp?Lecturas/Las-funciones-del-Superyo.html Consulta: 31
de mayo de 2016
260 Sigmund, Freud. “El problema económico del masoquismo”, en: El yo y el ello, Vol. XIX,
125
en el hecho de que ya son más de las once y la madre sigue sola en casa. Este es
un sufrimiento al que no debe someterla262
El señor klemmer se acerca a ella serpenteando y la mira arrobado con sus ojos
azules y cara de ocasión. Con las dos manos toma una de las manos de la
pianista, saluda y dice que le faltan las palabras señora profesora. La madre de
Erika aparece disparada entre los dos e impide explícitamente el apretón de
manos (…) Klemmer acompaña a Erika y su madre a la parada del tranvía, Que
la gente joven se adelante unos pasos (…) puesto que desde atrás la madre tiene
mejor vista y puede controlar mejor. Erika titubea porque la pobre madre ha de
venir atrás a trote corto, tan sola (…) Las riendas de la madre se tensan y tiran a
Erika hacia atrás263
Las riendas de la madre, puede ser un significante que lleva a Erika siempre de
vuelta hacia la madre. Al parecer, por lo acontecido en la obra, los efectos del Otro
materno devienen en un vínculo del cual Erika no logra desprenderse: “Una
colgada del brazo de la otra y entrelazadas en todas sus complicaciones (…) Sólo
la muerte podrá separarlas, y ése es el puerto de destino que aparece escrito en la
etiqueta del equipaje de Erika”.264 Entrelazadas, es otro significante a subrayar:
acudiendo a la metáfora de tejido, entrelazar es trabar los hilos de manera que
126
formen y sostengan una unidad, si un hilo se corta produce un agujero en la
estructura, un respiro, un lugar por donde el sujeto puede hallar una salida.
Lo anterior, que no es para nada banal en lo íntimo del ser de Erika, se le añade,
articulado, la aprehensión de un saber derivado del acto de mirar sin tocar. Erika
mira, no toca, de lo que concluye un sinsentido en el cuerpo, pero necesita mirar
hasta el hastío, luego vuelve a casa. Para comprender lo acabado de referir, se
trae una escena en la que Erika visita un peet show. En la obra se lee:
Erika no quiere tomar parte en ninguna trama, ella solo quiere mirar. Simplemente
estar ahí sentada y mirar. Mirar. Erika, la que mira sin tocar. Erika no siente nada y
jamás tiene la posibilidad de acariciarse (…) Tampoco siente nada cuando se corta
o cuando se pincha, lo único que ha llegado a desarrollar es el sentido de la vista
(…) Erika mira atentamente (…) En ella nada se conmueve ni se excita. Pero aun
127
así tiene que mirar para su propio disfrute, (…) sigue mirando. Ella es tabú para sí
misma. Nada de tocarse265
128
en el manejo de la cuchilla (…) se sienta con las piernas abiertas frente al espejo
de aumento que se usa para el afeitado y realiza un corte que agranda la abertura
que constituye la puerta al interior de su cuerpo, el corte con la cuchilla no le causa
dolor, sus manos, brazos y piernas han sido usados muchas veces para estos
experimentos. Su pasatiempo es hacerse cortes en su propio cuerpo.268
Sobre esta cita, se propone una hipótesis apoyada en una afirmación planteada un
poco más arriba, según la cual, Erika no es colocada en el estatuto de lo humano
por la madre, esta desubjetivación provoca efectos que Erika dirige no solo hacia
su ser, sino hacia su cuerpo. No hay una libidinización del cuerpo que ponga límite
a los excesos y, los cortes devienen como un real del cuerpo. Real efecto de la
voz del Otro en el cuerpo, al producirse, según se desprende de la trama de la
novela, dos situaciones: de un lado una madre sin falta, que no asume la
castración y en este sentido no da lugar a la división subjetiva en la que de la
madre emerja la mujer, protegiendo a la hija de los excesos, y, de otro, Erika, no
se desprende del significante “niña” y en tal sentido no logra salir de una posición
subjetiva ¿adolescente? atribuible a su voluntad de goce.
129
sabemos que una psicosis puede encontrar en un rasgo perverso un recurso de
estabilización.269
Llama la atención que en la obra literaria se situé de manera precisa el dolor como
deseo de placer articulado a la destrucción y al aniquilamiento, ello, en el campo
disciplinar que orienta esta investigación reviste gran importancia en tanto permite
articular al acto de los cortes de Erika, una posición de goce, en el entendido
freudiano del principio del placer. En su texto Más allá del principio del placer,
Freud plantea que en el principio de placer, se encuentra algo que excede los
límites del placer, se trata del goce. El sujeto apunta al goce en un esfuerzo de
reencontrarlo, lo cual sólo puede manifestarse como repetición inconsciente.271
269 Ramírez Mario Elkin. Cuerpo y adolescencia. Blog. Disponible en: http://marioelkin.com/blog-
cuerpo-adolescencia/ Consulta: 17 de junio de 2016
270 Ibíd., p. 110
271 Sigmund, Freud. “Más allá del principio de placer”, (1920) en Obras completas, tomo XVIII, Ed.
130
La compulsión de repetición es un concepto trabajado por Freud para dar sostén
al impulso de los seres humanos a repetir pensamientos, juegos, actos o
situaciones poco placenteras e incluso dolorosas. Al vivenciarse la situación
displacentera, el sujeto busca alejarse de ésta, pero siempre hay un resto que se
reprime. Eso reprimido es lo que retorna y en lo que el sujeto insiste una y otra
vez. Una actividad pulsional conducente a algo de lo cual el sujeto no puede
escapar. Recuérdese la tragedia de Medea quién dice, no tener escapatoria a la
decisión de asesinar a sus propios hijos para vengarse de Jasón. Lo pulsional allí,
sería la insistencia en un acto que sabe la devasta.
Se dijo un poco más arriba, sobre un estudiante alumno de Erika que la frecuenta.
De este acercamiento se describirán, groso modo, algunas escenas con el
272 Sigmund, Freud. “El problema económico del masoquismo”, en: El yo y el ello, 1924, p. 166
273 Ibid., p. 168
131
propósito de dilucidar la posición subjetiva de la madre y desde luego de Erika en
esta relación:
“[…] la paz familiar se nubla porque este Klemer no se quita del medio (…) No se
le ocurrirá irrumpir en su vivienda!”274 Erika es atraída por Klemmer, un joven que,
como se dijera antes, la mira arrobado, y, ese arrobamiento no será sin
consecuencias tanto para Erika como para él. Algunos encuentros y visitas
suceden entre ellos, “la madre sospecha que ese tal Klemmer se va a interponer
entre ella y la niña”275 Empero la madre no está dispuesta a ceder, ella es la
madre, la reina y en tal sentido quien comanda:
No dirigir la palabra es una intención de la madre situada del lado del castigo,
castigo al que se hace merecedora la hija por relacionarse con un hombre y osar
llevarlo a su casa. Negar la palabra o servirse de ella es una manera que
encuentra la madre para justificar las acciones maternas y lo hace en nombre del
amor.
132
en cuyo nombre se soportan diversos actos, no siempre situados del lado del
bienestar.
Erika y Klemmer inician una serie de sutiles encuentros en los que ella se resiste a
la palabra e insinuaciones del señor Klemmer, intenta una distancia que la aparte
del amor que advierte hacia ella y que también ella le prodiga “siente que la invade
la luz, la claridad, el calor (…) la profesora y el discípulo se hallan frente a frente,
de hombre a mujer. Entre ellos, algo ardiente, un muro inexpugnable” 278 por vez
primera en sus 36 años de vida, Erika se siente mujer, hay un hombre causa de
deseo que la despoja de su condición de niña proferida por la madre.
Entre esta mujer y este hombre se teje una relación que por conveniencia de
ambos, no va a proclamarse a los cuatro vientos. Se conoce el poder erótico que
conlleva lo escondido, permanecer ocultos parece atraer más al joven estudiante
que ha logrado escalar una nota con su profesora a quién quiere transformar en su
discípula “ama a esta mujer, entre otras razones, por su rica experiencia en lo
133
referente al repertorio musical, pero esto no ha de llamar a equívocos, ya que él lo
sabe todo mucho mejor”.279
Erika es objeto de dos “amores” una madre vieja que bien podría ser su abuela, y
un joven para quien ella es demasiado vieja, uno y otro comandan su vida. “Erika
se imagina a Klemmer como su novio y ella como su novia y su madre como la
madre de la novia que vivirá con la pareja”.282
134
Quiere ser el instrumento sobre el que le enseñe a tocar”283 […] Erika parece
enfilar a gran velocidad hacia su propio fracaso; ese es el último destino que
anhela. Se desprende de una voluntad que siempre le ha pertenecido a la madre y
ahora se la entrega a Walter Klemmer284
Se siente incapaz de desear a esta mujer, pero, desde hace ya mucho tiempo,
quiere penetrarla. Cueste lo que cueste, seguramente bastará con palabras
135
amorosas. Erika ama a este joven y espera que él la redima. Ella no da ninguna
señal de amor para no quedar en desventaja286
Erika espera ser redimida por este hombre a quien ama, pero ante el cual no dará
la más mínima muestra de afecto, y entonces, acude a la carta, no ha de suceder
nada entre ellos sí el señor Klemmer no ha leído la carta, insistencia ante la cual
Klemmer no tiene otra opción que sacar la carta de su bolsillo e iniciar su lectura.
Erika lo mira y “Espera que alguien decida sobre su destino. Pero, si bien entrega
su voluntad, lo hace bajo una condición: Erika utilizará su amor para que este
muchacho se transforme en su amo”287
Tener un amo parece ser el destino de Erika, podría decirse, empero, también
puede situarse como una consecuencia devenida del imperativo materno que ha
operado como amo de Erika, y que ella busca repetir en la elección de objeto de
amor, una elección en la que se entrega a manera de objeto, Erika se cerca en la
madeja de sí misma, como un objeto y excluye sus sentimientos.
136
Inmovilizada, se propone como significante que ancla a Erika a las crueles y
dulces cadenas, y es lo que Erika espera recibir de ese joven, por quién en
realidad desea ser redimida. Erika ha sido inmovilizada por las dulces y crueles
cadenas que la han atado a la madre, atadura en la cual no solo no logra
establecer una ruptura, sino que ahora repite en un pedido sin límite; no obstante
es un pedido en el que ella dice al otro como actuar a la vez que se coloca en el
lugar de desecho.
Desde este lugar y en una posición que bien puede situarse sadomasoquista,
Erika termina siendo absolutamente agredida por Klemmer quien es “arrastrado
por los deseos de la mujer, quiéralo o no (…) muy pronto siente que el placer lo
transforma”289
Dice Freud, que la hija, en su relación amorosa, suele repetir su mala relación con
la madre. La vida de la pianista ha transcurrido lenta, anclada a la voluntad de la
137
madre, de ella ha recibido cuidados, que semejan al amor, también ha estado
sometida a su capricho que se impone en ultrajes y golpizas y Erika, no ha tenido
suficiente decisión para elegir una vida por fuera de este vínculo que la coloca
como goce del Otro. Y, ahora, yace bajo la voluntad del hombre que dice amar, un
hombre, que la ultraja y golpea, que la hace objeto de goce.
“El nuevo día encuentra a Erika sola, pero atendida por su madre con compresas y
esparadrapo”.291 La madre habría dicho que prefería ella misma herir a la hija y
luego curarla, y he aquí, a la hija herida en su ser y en su cuerpo por ese Otro que
no ha hecho más que alojar el eco del deseo del Otro materno inscrito como huella
en Erika del que devino la elección de un objeto de amor, que a la medida del
objeto primordial, la sitúa en un lugar de desecho.
138
CONCLUSIONES
La madre hay que escindirla de lo que es una mujer. Del lado de la mujer
tenemos, en determinadas circunstancias, un actuar que evoca el sin límite, sobre
todo cuando se trata de la presencia de otra mujer que la rivaliza, o del amor de un
hombre en su vida, desatando muchas veces hostilidad y rivalidad en la relación
madre-hija.
139
Hay una dimensión de la madre que no se inscribe en el todo cuidado y en un
amor irrestricto, dimensión que se encuentra vinculada a la mujer que emerge
tanto en la madre como en la hija y ello en relación con un hombre.
140
Cuando la madre no logra situarse como quien ella no toda es, y se obtura la
función del Nombre del Padre, dará lugar a una dimensión del deseo materno que
sin duda, producirá efectos que, además de lo ya expuesto, se traducen en
síntomas como la angustia, el masoquismo femenino y la perversión, entre otros.
La investigación arroja sin equívocos, que una hija, presa del deseo materno,
puede ser devorada en su ser, en su vida, en la posibilidad de hacerse a un
cuerpo, a la palabra, a una vida propia. Y se puede deducir que esta devoración
deviene de una posición de la madre quien se erige en guardiana de la sexualidad
de la hija.
Los efectos devoradores del deseo de la madre, ilustrado con la metáfora del
cocodrilo, tienen como corolario, que el deseo de la madre emerge de la mujer que
la habita, y es este deseo el que connota el riesgo de devoración.
Psicoanalista, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Ecole de la Cause
freudienne de París.
292 Tendlarz, Silvia Elena. Óp. cit.
141
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