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Melanie Klein puso de manifiesto la turbulencia del mundo interno que para una
madre desencadena el hecho de tener un hijo: Regresion y re-elaboracion de
su propio vinculo con su madre, actualización de sentimientos de persecución y
depresión si en la relación ha predominado la amnivalencia. El peligro de
fusión, proyección y extensión narcisista, asi como mayores dificultades a la
separación, se presentan mas habitualmente cuasndo la relación materno-filial
tiene lugar con las mujeres. Tanto para repetir el modelo como para
diferenciarse de el la relación con la madre y la hija quedan de lado. El periodo
de simbiosis parece ser mas prolongado entre madres e hijas mujeres que
entre madres e hijos varones. Freud, entre los años 1931 y 1933 señalo este
hecho sugiriendo su relevancia en el desarrollo diferencial de ambos; ya que
tomo en cuenta los trabajos clínicos de psicoanalistas mujeres como : Deutsch,
Lamp-d-Groot, Brunswick.
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Diversos estudios indican que las madres tienden a experimentar a sus hijas
mujeres como menos separadas de ellas; la calidad de la relación tiende a
retener elementos narcisistas.
A su vez, los varones, como respuesta a ser considerados diferentes, tienden
también a experimentarse distintos a sus madres. En la medida que la
maternalizacion es ejercida por la mujer, el periodo preedipico de las niñas no
solo será más prolongado que el de los varones, sino que aquellas conservaran
siempre, aun de grandes, la tendencia a colocar en el centro de sus
preocupaciones, las relaciones humanas con sentimientos de: fusión, déficit de
separación e individuación, límites del Yo corporal y Yo más difusos.
Etapa preedipica
La madre adquiere para la mente del niño una cualidad omnipotente pues con
ella tendrá una dependencia vital, libidinal y cognitiva. Sabemos que las teorías
infantiles son erróneas por dos motivos: porque predomina la ley del deseo
sobre la realidad y porque hay una insuficiencia de reconocimiento. Freud nos
llama la atención sobre el hecho de que todas las teorías infantiles contienen
alguna parte de verdad. Una vez que el bebe acepta la noción de que la madre
no es omnipotente El niño, engañado por su desconocimiento de la naturaleza
sexual de la relación entre sus padres y por su propio deseo de ocupar el lugar
de único objeto del deseo de la madre, mantiene la creencia de ser “todo lo que
la madre desea” y se ubicara en el lugar de lo que a la madre le falta. Y esto
constituye el narcicismo primario: Es un sentimiento de plenitud, de
omnipotencia, que proviene de la ilusoria ubicación: “Para agradar a la madre
es preciso y suficiente con ser un niño”.
Posteriormente, cuando el niño asiste al sufrimiento de la sexualidad, sufre
dolorosamente sus efectos: el no es todo para la madre y la madre no es un
todo, solo pertenece a la mitad de una clase sexual. A partir de aquí lo más
importante es que cae la creencia en la omnipotencia materna y se imaginara
una teoría sexual infantil: insistirá en la posesión del pene por parte de la
madre y es la teoría sobre la madre fálica.
Este es el momento del descubrimiento de la diferencia de sexos. La teoría de
la mujer fálica es una fantasía que tiende a preservar el poder absoluto de la
madre. Basado en el deseo del niño pero también en el ámbito doméstico,
escenario privilegiado de la relación madre-hijo; en este sentido la fantasia
contiene un núcleo de verdad siendo las madres las que dictan las normas de
la casa. La creencia en la omnipotencia materna es asexual, anterior a la
diferencia sexual. El niño no conoce aun la diferencia anatómica de los sexos
(pene-vagina) pero si la diferencia de los generos y las posiciones en la
estructura del parentesco.
Tanto el varon como la niña desarrollan la teoría de la madre fálica para
restituir el poderío materno.
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El genero mujer se encuentra valorado y representa un ideal tanto para el
varon como para la niña.
Las teorías muestran que la identidad de genero se halla firmemente
establecida antes de los tres años. La madre es para ambos sexos el objeto
primario narcicisante y socializador. El padre tiene una aparición posterior y
secundaria.
Que la madre sea modelo para el niño tiene implicaciones diferentes según los
generos. Para la niña, la madre es un doble absoluto: usara el mismo tipo y
color de ropa, el mismo largo de pelo, etc.; será un ideal. La niña vive el
paraíso de ser igual al ideal , con quien tendera a fusionarse y confundirse.
Los aplausos a su identificación a la madre, la confirman una y oytra vez en el
genero asigrando al nacer, confirmación que reforzara su propio deseo de ser
igual a su ideal, la madre. Por lo tanto, no parece discutible la feminidad inicial
de la niña, ni la del varon.
Sin embargo, salvo en los casos extremos, que concluirán en transexualismo,
los varones rápidamente son alejados de esta condición de feminización
obligatoria. La madre, como ser social, tempranamente estrablecera diferencias
y distenciones en su trato al bebe niña o varon.
La niña, al tomar a la madre como modelo, tiene inicialmente una identidad de
genero idealizada, que la llena de orgullo. La amnivalencia es máxima, porque
por momentos ese ser amado insiste en ser obedecido para seguir dando los
cuidados y el amor.
La autora señala que en esto radica a su juicio, el carácter prevalentemente
conflictivo de la niña con su madre.
Este nucleo de identidad de la niña fuerte e idealizado es un yo ideal femenino
primario, o feminidad primaria porque es el deseo de ser igual a la madre que
es un ser idealizado. Es presexual ya que no contiene el conocimiento sobre la
anatomía y la sexualidad femenina. Las madres de hijas mujeres tienden a no
experimentar a sus niñas como separadas y diferentes de ellas. Los
sentimientos de unidad, de fusión y de continuidad son mas masivos y
prolongados entre madres e hijas mujeres.
El padre tiene menos funciones alimenticias e higiénicas y no está a cargo del
bebe, por lo cual se tiene un vínculo mas exterior, menos exclusivo y mas
distante, con menor intercambios que con la madre. Esto hace que el padre se
instala posteriormente en el interior de la hija o hijo y estará dispuesto a menor
grado de amnivalencia; los niños le otorgaran menor valorización.
Tanto la madre como el padre favorecerán que en la identificación primaria del
varon con la omnipotencia materna, se introduzca una grieta que lo conduzca a
la búsqueda de modelos paternos: la niña vera en su madre un todo mas
completo y pleno de poderes que el varón; la niña idealizara mas a la madre
que el varon.
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El periodo predipico en la niña se caracteriza por:
• Estructura fundamentalmente narcisista del vinculo materno
•mayores dificultades en el proceso de separación/individuación
•Menor sexualizacion del vinculo materno
• La niña no cambia del objeto de genero.
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niña no le atribuye una significación fálica; las contracciones musculares
responsables del orgasmo transcurren en la vagina aun que esta se
desconozca cognitiva y libidinalmente. Una niña anhela adueñarse la posición
de ser madre y anhela todo lo que la madre tiene, anhela hacer un hijo “igual
como hace mama”.
La única vía que disponemos de acceso a las fantasías masturbatorias en la
niñez es el juego. En el contexto del juego a las muñecas, las nenas expresan
activamente (tomando el rol de la madre poderosa) lo vivido pasivamente (ser
niña). Se trata de una feminidad activa por que la niña se esfuerza en
ejercitarla en juegos y fantasías, actividad que no tiene carácter masculino, ni
fálico, sino que se refiere a la identificación a un atributo materno.
En relación a la feminidad, es decir al género, la niña no tiene que cambiar de
objeto, el objeto primario es el objeto de identificación de su género. El
desenlace edipico podrá reforzar o alterar este proceso que tiene lugar durante
el periodo predipico, la niña no cambia de objeto para que se establezca su
feminidad pero deberá cambiar de objeto para cambiar su goce heterosexual.
En cambio el varón conservara a la madre como el objeto de su elección para
el establecimiento de su sexualidad, pero deberá cambiar de modelo para la
construcción de su masculinidad.
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Durante el movimiento edipico la niña busca al padre del que espera la
valorización pero bajo la forma del falo como poder paterno o poder masculino.
Y esto porque la niña se ve enfrentada a la brutal diferencia que otorga el
privilegio masculino en el mundo público; por lo que su sexo esta devaluado.
Las autora piensa que existe una condición específica para el género femenino
y es la constatación de la desigual valorización social de su género ; e
investiga cuales son los efectos sobre el narcicismo de la niña al descubrir a su
sexo como el “segundo sexo”.
La dra. Emilce Dio Bleichmar escribe: “Creemos que la principal
consecuencia psíquica del complejo de castración para la niña es la pérdida del
ideal femenino primario. El colapso narcisista que sufre en su desarrollo no se
limita a la anatomía sino al poderoso proceso social de depreciación de su
género que comienza en la primera infancia y cobrara mayor intensidad en la
latencia y adolescencia.
El descubrimiento de la caída de la omnipotencia materna (castración materna)
impulsa a la niña a la búsqueda del falo en el pene del padre. Posteriormente
descubre el carácter secundario de su rol social en nuestra cultura. Y por ello
deja de ser la feminidad algo idealizado. Y ella se pregunta: ¿Cómo se las
arregla la niña para desear ser una mujer en un mundo paternalista, masculino
y fálico? Las mujeres cambian de ideal en esta etapa.
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