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EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD EN COLOMBIA

Por Juan Pablo Sarmiento Erazo En este escrito expondré cómo funciona la supremacía de la Constitución, por qué
hablamos de una norma superior respecto a las demás, cuál es su importancia y, dentro de la estructura del Estado, qué
órganos son responsables de su cumplimiento. El tipo de constitución determina tanto su proceso de reforma como su
potencialidad de permanecer en el tiempo y ser desarrollada por el Congreso de la República y los demás órganos del
Estado. La explicación tradicional distingue entre rígida y flexible. La primera exige procedimientos complejos y
solemnes para reformar la Carta Fundamental, tales como Asamblea constituyente, referendo o plebiscito. En todo caso,
en las sesiones de estructura del Estado tenemos claro que el Congreso tiene una función constituyente. En efecto, esto
obedece a que las constituciones deben adaptarse continuamente a situaciones o circunstancias que se van
presentando en la realidad del país. Así, para que el Congreso pueda modificar nuestra Constitución se exige una mayor
votación, aprobación en dos períodos de sesiones, de acuerdo al artículo 375 de la Constitución, que finalmente es
llamado acto legislativo. Por el contrario, la Constitución es flexible cuando puede ser modificada por una ley ordinaria,
o sin mayores formalidades. La Constitución consuetudinaria no siempre hace parte de una flexible, puede haber
constituciones escritas que explícitamente que se reforman por un procedimiento ordinario y simple. El caso que
normalmente se cita es la Constitución de Inglaterra, que no excluye documentos escritos como la Carta Magna de 1215,
la Petición de Derechos de 1629 y la Ley de Derechos de 1688. Todas ellas son fundamentales para el desenvolvimiento
de las tareas del Estado y las garantías ciudadanas. ¿Por qué es importante la supremacía Constitucional? En primer
lugar, podemos afirmar que se garantizan los derechos fundamentales en la medida en que la rigidez de la Constitución,
como lo vimos inmediatamente, obedece y hace imposible que por ley ordinaria se modifiquen o se dejen sin vigencia
normas que contengan derechos fundamentales. Inclusive, en este punto, debemos resaltar que la Constitución
colombiana impone al referendo como único medio mediante el cual se puede reformar la constitución en todo lo que
se refiere a las reformas constitucionales aprobadas por el Congreso, cuando se refieran a los derechos fundamentales y
a sus garantías, así como a los procedimientos de participación popular. En otras palabras, nuestra constitución es tan
rígida en este punto, para garantizar nuestros derechos constitucionales por supuesto, que obliga a que cualquier
modificación de éstos se lleve a cabo por medio de referendo, mecanismo de participación democrática que es mucho
más exigente que otros, tal como lo vimos en la unidad atinente a este tema. Hablamos de que existe una garantía a los
derechos sociales, económicos y culturales con la rigidez y el sistema de control constitucional en cuanto, es claro,
cuando éstos se encuentran regulados o enunciados en la Constitución, el Congreso y los demás órganos políticos están
obligados a desarrollarlos cabalmente. Por lo señalado, tanto las normas discriminatorias, las que contienen omisiones,
los que privilegian a ciertos sectores o grupos poblacionales, se ven obligados, por el órgano competente, sea la Corte
Constitucional o el Consejo de Estado, a desarrollarlos. En tercer lugar, hablamos de estabilidad institucional en la
medida en que las instituciones, que hacen parte de la parte orgánica de la Constitución, tales como el Banco de la
República, las ramas del poder público, las funciones de los magistrados de las Cortes, los Departamentos, los
Municipios, el Congreso, la Presidencia, entre otras, están determinadas, tanto en su composición, como en varias de
sus funciones primordiales. De esta manera, lo que llamamos el “diseño institucional del Estado colombiano”
permanece en la Carta Fundamental, de forma que cualquier modificación requiere de la reforma constitucional, que
como ya mencionamos, es rígida y exige mayorías especiales. Algunos recordarán o conocerán que la Constitución de
1991 en Colombia fue un pacto de paz. Se le llamó así porque en la década de 1980, luego del auge del narcotráfico, los
atentados terroristas y el fortalecimiento de los grupos subversivos con ocasión a los recursos captados por el negocio
ilícito de las drogas, obligaron a que algunos grupos violentos y el gobierno realizaran diálogos de paz. En esta década, el
grupo más sobresaliente era el M-19, el EPL, el ELN y las FARC. Empero, el diálogo se centró en los dos primeros. Fruto
de ese diálogo se decidió convocar a una asamblea constituyente para que se desarrollara y se extendiera una
Constitución que reuniera a todos los grupos armados, los grupos sociales, los políticos y las universidades, y así
procurar una transformación social para garantizar así la paz. No obstante, su objetivo no se logró, pero en buena
medida, sí ha logrado transformaciones que impactan nuestras vidas, aún sin que lo sepamos, tal como la acción de
tutela, la protección a los derechos fundamentales y la restricción a la declaración de los estados de sitio. De nuevo,
quiero ser enfático en que el legislador desarrolla, pero no modifica la Constitución. Como veremos a continuación, lo
que podríamos llamar nivel jerárquico, posiciona a la Constitución no sólo como una norma superior a las demás, sino
como un programa que obliga a todas las ramas del poder a desarrollar lo que la Constitución contiene. Finalmente,
podemos decir que la Constitución controla la influencia y los movimientos políticos del Congreso. Como ocurre en todas
las democracias, los grupos de poder, algunos grupos económicos, y en lamentables casos, algunos ilícitos, logran
financiar campañas y posicionar a algunos congresistas para que desarrollen leyes o políticas ajenas al bienestar general.
Sin embargo, esto logra controlarse en la medida en que existen normas y políticas claras que deben ampliar su alcance
y darle movimiento a los derechos inmersos en la Constitución, las cuales no fueron restringidas por esos alcances
políticos de las mayorías parlamentarias. Supuesto fundamental de la supremacía constitucional Podemos observar
ahora la relación jerárquica de las normas que existen en el ordenamiento jurídico colombiano. Existen miles de normas
que se agrupan o se ubican en alguno de los niveles que observamos, pero que directa o indirectamente son
dependientes de la Constitución. Veamos un ejemplo para explicar esto. El Presidente de la República, por disposición
de una ley marco, es decir, un tipo especial de ley que da lineamientos generales sobre ciertos temas, delega en el
Ministerio de Comercio Exterior, los aranceles relativos a los automóviles que ingresan de Venezuela. Si observamos, la
ley autoriza al Gobierno a intervenir en las relaciones comerciales internacionales, y a su vez, es autorizada por la
Constitución misma que impone su superioridad sobre las demás normas. Con lo expuesto quiero sostener que la
supremacía de la Constitución implica su superioridad, lo que supone que frente a ella, las demás normas deben
someterse o perder valor jurídico. En otras palabras, la Constitución es origen de toda la actividad del Estado, de manera
que cualquier manifestación normativa o de reglamentación, está supeditada a ella. Su superioridad la deja en el
“primer plano dentro de la jerarquía de normas”, como lo explica Jaime Vidal Perdomo, de forma que todo el
ordenamiento jurídico emana de ella. En este sentido, podemos hablar de una “constitucionalidad descendiente”
cuando los mandatos de la Constitución se van concretando, la supremacía se Constitución Política Congreso-Leyes
Gobierno - Decretos Gobierno - Reglamentos Corte Constitucional Consejo de Estado sigue concretando en la medida en
que va descendiendo lo que podríamos llamar “escala normativa”. Con esto tenemos entonces una aplicación directa de
Constitución en cuanto sus valores están inmersos en las demás normas y éstas no pueden ser contrarias a la norma que
le da validez y fundamento. Como podemos observar, en la pirámide encontramos a la Corte Constitucional y a Consejo
de Estado por fuera de esta configuración. Y es claro en cuanto éstos son órganos judiciales, tal como lo observamos en
la exposición de órganos del Estado, y en segundo lugar, porque se trate de órganos encargados de desarrollar el control
a la constitucionalidad de las normas. En otras palabras, tanto la Corte como el Consejo se encargan de quitarle validez a
las leyes, decretos y reglamentos que sean contradictorios con el contenido de la Constitución. Distintas
manifestaciones del control constitucional en Colombia Veamos ahora el control constitucional y sus distintas
manifestaciones. Aseveramos que se trata de la aplicación inmediata de la Constitución debido a que el carácter
vinculante de ésta, distinto a la ilusión de una Constitución como un simple programa o enunciación de principios, nos
permite a todos exigir los derechos que contiene y hacerla operar conjuntamente. En este sentido, podemos enunciar
en primer lugar la Acción de tutela, que permite que cualquier ciudadano, en condiciones de vulnerabilidad, es decir, sin
posibilidad de defenderse de ninguna manera y ante la improbabilidad de poder iniciar otra acción judicial, pueda lograr
que el juez imponga al que está violando el derecho fundamental, una medida para detener su conducta. Los remito al
módulo de acciones judiciales para mirar todas sus particularidades, y profundizar este tema. La segunda acción o más
bien, excepción, se refiere a la obligación que tienen todos los jueces del país de abstenerse de aplicar una norma que
resulte contraria a la Constitución. En otras palabras, evitar que se cause un perjuicio a la persona a la que afectaría esa
decisión, norma o ley. Esto no quiere decir que ese juez le quite eficacia jurídica a la norma, pero en efecto, evita que en
ese caso concreto se le de aplicación. Esto quiere decir que sólo en ese caso concreto se puede causar un perjuicio
preciso y constitucionalmente inaceptable. La ley o decreto no queda afectada en su valor, pero no se aplica en el caso
debatido por cuanto el juez encuentra que ésta riñe con la Constitución. La tercera y cuarta son las más famosas
expresiones de las acciones que sí le quitan validez a las normas que sean contrarias a la Constitución. Su única
diferencia es el órgano que lo conoce y las normas sobre las cuales recaen. La acción de nulidad por inconstitucionalidad
se refiere al control ejercido por el Consejo de Estado sobre los decretos ordinarios y los reglamentos emitidos por los
distintos niveles de la rama ejecutiva, es decir, la presidencia, los ministerios, las superintendencias, etc. Por su parte, la
acción pública de inconstitucionalidad es decidida por la Corte Constitucional y se refiere a todas las leyes emitidas por
el Congreso de la República y los Decretos extraordinarios, estos últimos son aquellos emitidos por el Presidente de la
República en casos en los que se declara un estado de excepción, como por ejemplo, guerra exterior, y algunos que el
Congreso delega en el Presidente, que en realidad son muy escasos. Estas últimas suelen ser objeto de controversias,
como veremos en la siguiente diapositiva, porque el legislador es un órgano de representación popular, mientras que la
Corte es un órgano judicial, y en segundo lugar, porque en algunas ocasiones se toman decisiones que pueden alterar la
disponibilidad presupuestal del gobierno para cubrir ciertos gastos de funcionamiento o de ampliación de cobertura, tal
como es el caso de la inconstitucionalidad de algunas normas del presupuesto que no cubran a todas las personas que la
Corte Constitucional considere que deben incluir. ¿Por qué existe tanto rechazo de algunos políticos y otras ramas del
poder público a la Corte Constitucional? Esta pregunta puede ser respondida desde varios puntos de vista. Debemos
decir que en todo caso el Control de constitucionalidad en todos los países es controvertido.

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