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En la centuria inaugural de su historia, se da en Venezuela la confronta-

ción dinámica de sus primeros componentes; porque Venezuela no existe, aun


cuando se hallen aquí lo que será su relieve geográfico y habitantes indígenas.
Venezuela comenzará a ser, al incorporar a esos dos ingredientes los otros dos
que le darán vigencia: nombre y pobladores propios y propiamente tal.es.
La palabra Venezuela, amable derivado de Venecia, surge en el último
año del siglo XV luego del recorrido que hacen Alonso de Ojeda, Juan de la
Cosa y Américo Vespucio por la costa de la Tierra de Gracia. Un caserío palafi-
tico a la ribera del golfo de Maracaibo, por sus calles de agua, trae a ellos re-
cuerdos de la bella urbe adriática. De la Cosa anota el delicado toponímico en
el mapa que dibuja entre 1500 y 1 504; y su consagración es definitiva a partir
de 1528, cuando lo· inscribe Carlos V en la Capitulación que celebra r.on los
Welser.
La aparición del hombre "venezolano" es mucho más demorada y c:1m-
pleja que el cambio de metáforas de la Tierra de Gracia, nombre inicial, a Ve-
nezuela, pasando por la fugaz pero igualmente fina denominación de Castilla
del Oro. En otras edades había comenzado el Asia la marcha para el encuentro
de las sangres que tal aparición presupondría: una hipótesis verosímil habla
del poblamiento americano con procedencia asiática entrando por Alaska y a
través del estrecho de Bering; este elemento ocuparla las soledades america-
nas o, en el supuesto de estar ya habitado el hemisferio, se fusionaría con la
gente autóctona. En todo caso, son visitflés las afinidades entre los hombres
del Asia y los de la América prehispánica. También hay razones para pensar
en contactos culturales transpacíficos de pueblos americanos con melanesios
y polinesios de Oceanía.
A la base indígena as( formada, habitante del país que Colón desentrañó
del horizonte de tinieblas, se juntan, transportados por los frágiles navíos ibe-
ros, otros pobladores que han estado cruzándose durante más de un milenio
en su península, el más bullente crisol humano en Europa.
Y al mismo tiempo que la España viene, arrastra en su seguimiento, y por
la fuerza, al A/rica; de este modo, aunque nunca se hubiera especulado sobre
la Atlántida -el soñado mundo inmerso que en otra época pudo ser puente ha-
cia el continente negro-, y aun cuando España no trajera lo africano en su ser,
ya está segura la presencia del componente que faltaba para redondear el ca-
rácter ecuménico que en su gente tiene Venezuela. Asia, Oceanía, Europa,
A/rica, América, todo está representado en el ensayo que Venezuela empieza a
significar.
24 J. L. SALCEDO-BASTARDO

A través del siglo XVI es la naturaleza física el tema y centro de la aten-


ción que podría llamarse "venezolana": costa, perlas, oro, minas, tierras, ríos,
caminos, ciudades. El medio geográfico condiciona entonces - como corres-
ponde a la fase primaria de creación de una nueva realidad- el poblamiento,
las instituciones, la cultura. En efecto, el derecho, el arte, la política, la reli-
gión, la economía, no pueden prescindir de ese hecho primordial que es la es-
pecífica circunstancia natural de América; en la lucha sorda que libran los
ideales, teorías y pensamientos, contra el medio natural, éste se impone de
manera contundente.
Los primeros cincuenta años de Venezuela son años de costa; el interior
es todavía reserva e incógnita a la cual se vacila en penetrar. Una raza nueva,
síntesis de sintesis, surge paulatinamente y acomete establecer aquí su mora-
da. La segunda mitad del siglo XVI es de una actividad febril ; al suelo venezo-
lano se le cruza en todas direcciones, el oro reemplaza a las perlas como se-
ñuelo; los asientos fundamentales se establecen.
No se concluye para 1600 el reconocimiento del territorio, tampoco el
mestizaje, menos la organización institucional -ni siquiera el precario sistema
de los albores-, pero en cierto modo se completa la primera exploración, ca-
racterizada por cruda violencia y se siembra además el germen de lo que du-
rante el Orden Colonial - siglos XVII y XVIII- habrá de mostrarse ya definido
y pleno; todo llega a encaminarse para el tránsito a una fase nueva y más exi-
gente.
De la amalgama de pueblos sobre la nueva geografía, comienza a vivir un
ente que no está en ninguna de sus partes porque está en la combinación de to-
das; cada una de ellas influye en todas ; y todas sobre cada una; cada una ini-
cia la experiencia original de acomodarse para la convivencia.
Queda, para los tiempos venideros, el anuncio de que empieza Venezuela
a tener alma, de que un espíritu complejo - más lento y difícil de f armar que
un producto étnico- ya habla por todos, flor y gloria de la convergencia, de los
múltiples aportes, celebrada en un contorno material sorprendente.
INCOGNITAS PRECOLOMBINAS

En nada es homogénea la sociedad continental hallada en este lado del


Atlántico por los españoles. A más de las resaltantes diferencias flsicas entre
los pobladores de las diversas regiones, diferencias que parecen configurar
unas cuantas variedades étnicas, se señala en América un conjunto de colecti-
vidades con distintos grados y tipos de cultura. Al respecto, el nivel superior se
ubicaría a lo largo de lo que podría ser considerado columna vertebral de
nuestro hemisferio: mesetas elevadas de México y Centroamérica, y las espa-
ciosas cumbres de los Andes.
Sorprende a los estudiosos el adelanto conseguido en varios ramos por
los aztecas, mayas, chibchas e incas, principalmente. En algunos conocimien-
tos, estos pueblos aborígenes, sin haber superado por entero determinados ca-
racteres de la época neolítica, aventajaban a los contemporáneos europeos. En
las matemá ticas de posición y sobre el símbolo del cero - por ejemplo- los ma-
yas se eµcontraban muy por encima de las culturas clásicas. En renglones ta-
les como la arquitectura, la cosmografía, la cronología, el arte de los orfebres,
la ingeniería colosal, la música, e incluso en la organización política y social,
menudean logros notables. Mayas y aztecas sobresalieron en la astronomía,
ciencia poseedora para ellos de un valor sagrado. Ambos pueblos teman, ade-
más, un sistema perfecto de representación numérica.
En la decoración a base de figuras ·geométricas, las sociedades america-
nas ofrecen una riqueza no iguala da ni superada en ninguna otra parte del
Universo. Muchos elogios ha merecido, también la originalidad y desarrollo de
sus cultivos, probablemente sistematizados desde unos cinco milenios atrás, y
donde se aplicaba una admirable técnica para la producción del maiz mediall:-
te la polinización.
La famosa "Piedra del Sol" , monolito mexicano escul~ido cuando reina-
ba Axayácatl, hacia mediados del siglo XV, es buen exponente de esas culturas
precolombinas. Pieza central de ritos y ceremonias solemnes, ésta contiene a
la vez un resumen de la astronomía nahuatl con elementos alusivos a las épo-
cas cosmogónicas, así como medidas para el tiempo y otros símbolos. Causan
admiración los objetos y joyas trabajados por los chibchas que posee el Museo
del Oro, en Bogotá. Sobre el Perú quedan vestigios impresionantes de una ar-
quitectura, tanto más espectacular cuanto que a la majestuosidad de las cons-
trucciones la enriquece la circunstancia de haber sido ellas edificadas con blo-
ques gigantescos, transportados desde largas distancias sin la ayuda de bes-
tias de carga - apenas se contaba con la llama, que no soporta más d e cincuen-
ta y cinco kilos- , labrados sin hierro, montados sin grúas, y ensamblados de
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un modo tan singular que piedras múltiples parecen una sola. Entre los incas,
los caminos, desde Quito al lago Titicaca y hasta Chile, y las fortalezas -los
imponentes pucaras cuya forma permite el completo flanqueo del atacante-
asombraron a los conquistadores; además, en muy pocas partes del mundo de
aquella hora se realizó.de manera tan plena, como alli, la institución imperial.
Debe indicarse, de todos modos, que con respecto a la grafla que pudiera
servir para fijar acaecimientos memorables, tan sóloÍos mayas poseyeron un
sistema relativamente perfeccionado; los incas -exceptuando las cuerclas de
nudos llamadas quipus- carecieron de escritura. Los "textos" aztecas contie-
nen caracteres pictográficos simbólicos; pero algunos signos de valor fonético
los convierten en verdaderos conjuntos de jeroglíficos muy diflciles de tradu-
cir.
Los aborígenes americanos trabajaron metales como el oro, la plata, el
cobre, el estaño, el platino y posiblemente el plomo. Desconocieron el hierro;
tampoco usaron el arado ni la rueda, ni el vidrio. Muchas de las comunidades
asentadas en América se hallaban entre las más atrasadas del globo.
Para ciert¡s sociedades americanas es posible, y quizás hasta fácil, re-
construir su protohistoria -vale decir, la historia anterior al
Descubrimiento-; guardaban ellas abundantes y vividos recuerdos de aconte-
cimientos ocurridos antes de la hazaña colombina.
En el caso venezolano es bien otra la situación. Para el instante de llega-
da del Almirante, el territorio está poco habitado; no existe ninguna concen-
tración humana, establecida con caracteres de fijeza, en lo que pudiera ser
como una gran ciudad. No se podría afirmar que antes hubiera habido aquí
una población extraordinariamente mayor. Minuciosas búsquedas no han re-
velado tampoco -hasta ahora- muestras culturales de va-
¿SUCESOS lor especial que delaten la existencia, en cualquier instante
ANTERIORES7 del pasado, de sociedades más avanzadas de las que aquí
se hallaron en 1498. Hacia atrás no parece haber nada su-
perior ni distinto de las pequeñas y convulsionadas colectividades que el con-
quistador encuentra.

Faltan evidencias plenamente esclarecedoras de esa Venezuela preco-


lombina; sólo se poseen unos cuantos datos de referencia. Quizá el problema
sea de método; el auge presente de las Ciencias Sociales autoriza a esperar
que, con la perfección de los procedimientos para estudios generalizantes y
sintetizantes, se llegue en no lejano futuro a un panorama básico, de nociones
precisas y coherentes, que permita otras y más concretas conclusiones.
A la pregunta sobre qué sucedió en Venezuela antes del arribo de Colón,
solamente son dables algunas pocas y fragmentarias respuestas.
Respecto a la ubicación cronológica de la presencia humana misma en el
suelo que habría de ser "venezolano", problema de prehistoria, difieren los
criterios con un margen tan ancho que va de tres a treinta milenios. Los velo-
ces adelantos en la técnica de fechamiento, estudios estratigráficos, carbono
HISTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA 27

14, fluorina, hacen variar continuamente la edad estimada de los escasos ves-
tigios óseos y cerámicos que han sido desenterrados.

Dentro del perímetro de la moderna Venezuela, en distintas excavacio-


nes, los restos de máxima edad, referidos por varios investigadores a unos
quince mil años antes de ahora, han dado pie para bosquejar dos centros de
actividad humana como los primeros aquí surgidos: uno -oriental- en la
cuenca del Orinoco, otro -occidental- en la región del lago de Maracaibo. En
el orinoquense la alfarerla es de bases anulares o planas; se utiliza la yuca
amarga; ninguna atención parece prestarse a los enterramientos ni a prácti-
cas religiosas. En cambio, en el zuliano la alfarerla es multipoda, en vez de
yuca la dieta se centra en el maiz, y se constata la observancia de hábitos fu-
nerarios; los monticulos de Valencia, y calzadas diversas en el occidente, se
vincularlan a esta primaria zona cultural del oeste.
En cuanto a sucesos más próximos y cercanos al Descubrimiento, hay ra-
zones para sostener que España irrumpe aquí en hora de guerras intertribales;
buena parte de lo que hoy es nuestro pais, en especial la costa de oriente y co-
marcas aledañas, está traumatizada por invasores caribes ligados también
con las Antillas; se sufre, desde aproximadamente una centuria antes de
1498, la situación de la emergencia·bélica prolongada. Se ha opinado que, en
el curso de ésta, llegó a ser frecuente la antropofagia y que la esclavitud era el
castigo usual para el vencido. Las tribus radicadas en suelo venezolano opu-
sieron fuerte resistencia al intruso caribe.
De ese pasado ignoto, quizá la única certeza firme que se tenga sea la de
haberse realizado varias migraciones. En principio hubo la del poblamiento
inicial, con origen probable en el continente asiático; los otros traslados pre-
hispánicos en el territorio venezolano obedecen a las cau-
UN HECHO CIERTO: sas ordinarias de estos fenómenos, motivados en los impul-
MOVIMIENTOS sos biológicos y económicos esenciales: exigencias de nue-
DE PUEBLOS vas y más ricas zonas de recolección, búsqueda de tierras
más propicias para el cultivo, necesidad de nuevos predios
de caza o pesca. Y también concurren con todo ello, las circunstancias del de-
sarrollo demográfico, la presencia ofensiva de otros grupos migrantes, y aun
la movilización por lo que podrían ser valores políticos o religiosos.
En la Venezuela de tal nomadismo, dado el contexto cultural, la impedi-
menta que llevan esos pueblos es bastante sencilla. A causa de la fragilidad de
los productos elaborados y usados por ellos, no es fácil precisar el itinerario
seguido; las rutas son varias, hecho explicable por la relativamente cómoda
geografia, en la cual pueden marcarse tres puntos principales: la cordillera
andina -continuo surtidor de sociedades y culturas-, los rlos -entre ellos el
complejo hidrográfico en torno al Orinoco-, y las amplias costas. Dentro de
una perspectiva continental, el suelo venezolano aparece como una "zona de
encrucijada", dio paso a corrientes humanas e intercambios culturales que
afectaron al hemisferio; en la conocida teorla del antropólogo Osgood, fue el
trazo horizontal de la "H" cuyas dos barras verticales estarian, de norte a sur
y paralelamente, una en el istmo centroamericano y los Andes, y otra arran-
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cando de la península de Florida, en el rosario insular al este del mar.Caribe y


en la tierra firme hacia el Brasil. 1 Concretamente se apunta que una migración
proveniente de América Central habría atravesado nuestro pafs por su eje pa-
ralelo al ecuador, en sentido oeste-este, y bego se desvió hacia el sur; otra se
habría originado en la región brasilio-amazoniense y cruzarla a Venezuela del
sureste al noroeste. Las oleadas caribes desde las Antillas penetraron, muy po-
siblemente, por el oriente, buscando hacia el sur y prosiguiendo al oeste. En
los Andes pudieron generarse otras hacia la zona nororiental venezolana. Por
la costa hubo, probablemente, movimientos en una y otra dirección: hacia el
este desde occidente, y viceversa.
Entre las colectividades incursoras -no todas agresivas- y las aquí radi-
cadas, cada una con sus diferencias y con sus notas peculiares, operóse a la
larga, antes del Descubrimiento, un proceso de mezcla, proceso que es la con-
clusión más segura del pasado precolombino. Revelador y expresivo resulta
así, que el rasgo característico del conglomerado "venezolano" que habrá de
surgir - el de la complejidad por fusión múltiple- sea ya patente en el seno
mismo del ingrediente racial que servirá de base a la construcción humana de
Venezuela.
El problema de las lagunas protohistóricas referidas a sucesos determi-
nados, y a un indiscutible orden de acaecimiento, no es exclusivo de Venezue-
la; podría decirse que es la regla americana frente a la excepción que consti-
tuirían las notables muestras aludidas con sus centros en México, Guatemala,
Ecuador y Perú.
En lo que atañe a Venezuela, varias y poderosas consideraciones -la au-
sencia de escritos, el contar nada más que con la tradición oral y la tradición
plástica, pinturas, grabados, cerámica, etc., e igualmente la falta de organici-
dad en los testimonios disponibles- permiten sostener que la "historia" pro-
piamente empieza en 1498 cuando, por el acto descubridor, Venezuela se re-
vela al mundo y se inserta en la comunidad cultural de Occidente.
Del tiempo anterior se tienen las solas certidumbres ya dichas, de migra-
ciones y mezclas indígenas, aunque con flexible ubicación cronológica, y como
productos objetivos se posee exclusivamente un material arqueológico, toda-
vía no interpretado de manera cabal.
Hay así una cerámica que es expresión de ideas estéticas y religiosas
como de hábitos domésticos y de prácticas industriales. Los museos éÍe Vene-
zuela guardan un respetable conjunto de piezas cuyo exámen y clasificación
están en curso.
Existen igualmente los petroglifos -pintados y grabados- tan abundan-
tes que han sido encontrados en los puntos más diversos del territorio nacio-
nal: Tách,ira y la sierra andina, cordillera de la Costa, llanos del Guárico, sa-
banas de Carabobo, lago de Valencia, La Vi~toria, alto Orinoco. Algunos son de

1. Cf. Dupouy: El Indio en la Historia de Venezuela, p. 216.


HISTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA 29

~ tamaño; utilizan formas geométricas y reproducen también figuras de


::filE:bres y animales; por lo convencional y sistemático de los trazos, no pare-
cen dibujos realizados al azar. El significado de estas pic-
'AA!OS 1N01c1os tografias es objeto de controversia. Se inclinan algunos es-
COM PLEMENTARIOS tudiosos por considerarlas simples motivos de decoración;
otros piensan que son inscripciones de un lenguaje ideo-
.s-ráfico a la espera de ser descifrado, y en las cuales podría estar el registro de
:cmotos sucesos. Sentido teogónico y religioso también se les atribuye. Investi-
6adores, como el doctor B. Tavera Acosta, han creido encontrar en esos testi-
::=:oll.ios plásticos indigenas, huellas de viejas culturas asiáticas, así como ras-
sll'S fenicios y egipcios.
A más de la cerámica y de los petroglifos, se cuenta con collares de con-
citas marinas, de perlas, hueso, oro, y de piedras como el jade, las amatistas,
Z:jaspe rojo y también de ámbar; igualmente se dispone de otros restos liticos,
:es:iles y huesos humanos. Se tiene también un acervo importante de elemen-
:m espirituales e intelectuales como son los mitos; leyendas y tradiciones que
a.luden a hechos pertenecientes a épocas imprecisas, todo ello transmitido
aralmente, recogido por conquistadores, cronistas y misioneros. Una critica no
menos exigente ha de pronunciarse sobre el valor de este material, y habré de
ri..epurar lo que de genuino hay en él y cuanto de falso le ha sido añadido en las
sucesivas transcripciones.
Queda al mismo tiempo otro volumen de información poco explorado: la
toponimia; a través de los nombres de lugares que usaba el aborigen, puede
averiguarse sobre relaciones humanas y contactos de pueblos antes de la lle-
gada de Colón. Las voces indigenas pueden ilustrar tanto sobre esa comunica-
ción, como respecto a las afinidades idiométicas entre las comunidades del he-
:misfe:r;io, y hasta aclarar hechos más arcaicos.
Al conjunto múltiple y creciente de las Ciencias Sociales inc~mbe la tarea
de ayudar a la Historia en la recuperación del pretérito para ·el venezolano.
Provechoso ha de ser, ademés, acudir por vía antropológit:11 al estudio de los
llamados "contemporáneos primitivos", valiosa fuente de información y docu-
mentación cultural.
Con los insustituibles instrumentos del conocimiento cientifico, la verdad
ganará los campos donde la única luz es la de la ficción y la teoría. La fábula
está eh el fin de la penumbra precolombina y en el comienzo tenue y leve de la
historia propiamente venezolana.
FABULA Y FANTASIA

Algo más de un lustro requiere España para clarificar su primera imagen


de la que será la realidad flsica venezolana.
En el tercero de sus viajes, después de una dificil travesía iniciada el
miércoles 30 de mayo de 1498 en Sanlúcar, pasa Cristóbal Colón por Cana-
rias; prosigue dejando atrás las islas de Cabo Verde, "falso nombre -dice-
porque son a tan secas que no vi cosa verde en ellas" ;2 luego una larga sema-
na de calma y de calor tan intenso que temió se le quemasen los navíos y la
gente; al fin, tres montañas juntas en el horizonte. La Providencia muéstrase
en el símbolo a aquellas almas extenuadas, sedientas de milagro: isla de la
Trinidad. Un breve descanso, examen de las costas desde el barco; hacia el 5
de agosto pisa el continente: está el Descubridor en Venezuela.
La llama "Tierra de Gracia". En el donaire del apelativo, cualquiera que
sea su razón, hay un destello de poesia. El bravo navegante relata seducido:
"andadas ocho leguas más al Poniente allende una punta a que yo llamé del
A.guja, hallé unas tierrasÍas más hermosas del mundo y muy pobladas. Llegué
alli una mañana a hora de tercia, y por ver esta verdura y esta hermosura
acordé surgir", C-278; "hallé temperancia suavísima y las tierras y árboles
muy verdes y tan hermosos como en abril en las huertas de Valencia .. .", C-
285 .
En el alumbramiento de Venezuela está el deslumbramiento de Cristóbal
Colón; está seguro, lo tiene "sentado en el ánima" porque son muchos y
"grandes indicios" , que en la amable heredad recién hallada se encuentra el
Paraíso Terrenal. En la carta a los soberanos auspiciadores de su empresa, el
Almirante insiste sobre su creencia edénica; más aún, la maravilla de la natu-
raleza tropical hace tambalear su convicción de la esfericidaa terrestre, ahora
piensa más bien que el planeta tiene forma de una pera, pues sobre la redon-
dez hay una prominencia; alli en·la altura -"más cerca del aire"- debe estar
plantada la Tierra de Gracia; para ser más gráfico en su
AQUI EL EDEN nueva idea, repite: es "como quien tiene una pelota muy
redonda y en un lugar de ella fuese como una teta de mu-
jer alli puesta, y que esta partE;J de este pezón sea la más alta e más propinca al
cielo .. . ", C-284. Colón cree no desvariar; ali está el Paraíso "porque el sitio
es conforme a la opinión de santos y sanos teólogos" que él cita, y asimismo
ahí reconoce las señas principales que da la Sagrada Escritura: el "árbol de la

2. Cristóbal Colón: "Relaciones y Cartas de--", p. 272. En el texto de este capitulo se.le citará:
C-p.
HISTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA 31

vida" -el moriche- y una fuente de la cual resultan los cuatro grandes ríos:
"jamás leí ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuese asi dentro e vecina con
la salada [ J. Y si de ali del Paraíso no sale, parece aun mayor maravilla,
porque no creo que se sepa en el mundo de río tan grande y tan fondo", C-288.
Dos siglos después, Oviedo y Baños, a quien le correspondería ser el pri-
mer historiador de Venezuela, doblado de poeta, persíste sobre análoga idea,
viendo en el corazón de la Tierra de Gracia -en Caracas- circunstancias "pa-
ra acreditarla paraíso". 3
Antes de ser un hecho, Venezuela es una hermosa fantasía; el proceso del
pensamiento aquí se cumple: primero la fábula, luego la historia.
Mas quien sucumbe al hechizo no es sólo Colón, hombre práctico y realis-
ta, aunque, al mismo tiempo, artista y caballero de l¡¡ aventura; sus seguido-
res, rudos y ásperos, participarán también en esta especie de torneo de encan-
tos y visiones milagrosas. El suelo, sus pobladores, la riqueza, en todos sus as-
pectos y en su original plenitud, ejercen fascinación irresistible sobre los viaje-
ros de esta hora de la revelación.
"Quanto a la tierra -confirma Fernández de Oviedo y Valdés para
1548-, todos cuantos la han visto la loan de muy sana é templada é de muy
lindos ayres é buenas aguas, é muy fértil ... ". 4 A una de sus comarcas el Al-
mirante bautizó "Jardines, porque asi se conforman por el nombre'', C-280.
Pedro Mártir de Anglería, por los dates recibidos, describe a los indíge-
nas como "hombres de buena intención y nada suspicaces" ,5 juicio coinciden-
te con el primero -de Colón- que se emitió sobre los habitantes de la Tierra de
Gracia: "mancebos, de buena disposición y no negros, salvo más blancos que
otros que haya visto en las Indias, y de muy lindo gesto y
ELOGIO fermosos cuerpos y los cabellos largos y llanos, cortados a
A LA GENTE la guisa de Castilla,. y tratan la cabeza atada con un pañue-
lo de algodón tejido a labores y colores, el cual creía yo que
era almaizar ...", C-275. Sobre los rasgos morales insiste el Almirante: "e
gente más astuta e de mayor ingenio e no cobardes [ J muy tratables. La
gente nuestra que fue a tierra los hallaron tan convenibles y los recibieron
muy honradamente ... ", C-285, 279.

Respecto a los tesoros, florece muy temprano la leyenda; López de Góma-


ra refiere que en Cubagua habia dicho el Descubridor a sus marinos: "Digovos
que estais en la más rica tierra del mundo: demos gracias al señor. Maravilló-

3. Oviedo y Baños: Historia. de la. Conquista. y Población de la Provincia de Vem1zuela, p. 421.


4. Femández de Oviedo y Valdés: Historia general y natural de las Indias, Islas y Tierra Firme
del Mar Océano, t. II, p. 328. En el texto de este capítulo se le citará: FOV-t-p.
5. Gabaldón Márquez: Muestrario de Historiadores Coloniales, p. 66. Se le citará en el texto de
este capítulo: GM-p.
32 J. L. SALCEDO-BASTARDO

se de ser tan crecido todo aquel aljófar, ca de ver tanto no cabía de placer".6
Oro y perlas, perlas y oro, abren la codicia. Son bienes livianos, fáciles de lle-
var a España junto a la carga gloriosa de hipérboles y de hazañas indistinta-
mente reaJes y ficticias. Todavía no es la hora de la riqueza inmueble ni de los
semovientes humanos: tierra y esclavos del asentamiento. Colón no escondió
su interés por el oro y las perlas; la barrera idiomática no impidió la pregunta
directa a los indios. "Vinieron a la nao infinitisimos en.canoa, y muchos traian
piezas de oro al pescuezo y algunos atados a los brazos algunas perlas: holgué
mucho cuando las vi, e procuré mucho de saber donde la,s hallaban, y me dije-
ron que allí y de la parte del norte de aquella tierra. [ l . Procuré mucho de
saber donde cogían aquel oro, y todos me aseñalaban una tierra frontera de
ellos al Poniente, que era muy alta, mas no lejos; más todos me decían que no
fuese allá porque alli comían los hombres ... ", C-278, 280. Queda también la
noticia del petróleo: "utilísimo en muchas cosas e para diversas enfermeda-
des", licor o aceite que en la Cubagua de tan ponderada opulencia es "llamado
por los naturales stercus demonis", FOV-II-593, como en púdico latín cuenta
un cronista. Otro ha de dejar constancia del nombre que en la cuenca de Ma-
racaibo se da al oro negro; alli ve "algunos ojos o manantiales de betún ama-
nera c:Íe brea o pez derretida, que los indios llaman mene". 7
En el horizonte de las penalidades está el espejismo áureo; vencida la im-
ponente valla del océano, el conquistador se siente transportado a la región de
sus anhelos; y en pos del huidizo señuelo del indio dorado,
LA GRAN PROMESA: de la ciudad dorada, del.reino dorado, se interna alucina-
EL DORADO do por entre la selva que lo engulle pero a la cual le abre
senderos. Sin móvil semejante en magnitud y promesa,
muy dudoso resulta que se hubiera acometido la gesta de la conquista tierra
adentro.
Es ubicuo El Dorado; se le busca por el sur y por el este, se le sabe muy
próximo al oeste, quizás allí en el norte o en el centro. Tan desconcertante
como la ubicuidad es el contenido mismo de la leyenda: no hay dos versiones
iguales; cada quien la moldea al estilo y dimensión gratos a su gusto, y le aña-
de o le quita cuanto a su ilusión complace. Felipe de Utre sitúa entre los Orne-
guas una dilatada ciudad cuyo límite no alcanza la vista; sus casas son infini-
tas; los idolos de su templo tienen cuerpos de niño o de mujer, de tamaño natu-
ral y de oro macizo. En lo que Walter Raleigh transcribe del relato de Francis-
co López sólo falta que, en la corte del "Emperador de G:µayana", el aire y el
agua sean de oro : "todo el servicio de su casa, mesa y cocina era de oro y de
plata, y cuando menos de plata y cobre, por más recio. Tenia en su recámara
estatuas huecas de oro que parecian gigantes, y las figuras al propio, y tamaño
de cuantos animales, aves, árboles y yervas produce la tierra, y de cuantos pe-
ces cría la mar y aguas de sus reynos. Tenia asimismo soga, costales, costas y

6. López de Gómara. En: Historiadores Primitivos de Indias. T. I, p. 203. Será citado en el texto
de este capitulo: LG -t.-p.

7, Cf. Morón: Los orígenes históricos de Venezuela, p. 106.


HISTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA 33

:::,::xes de
oro y plata, rimeros de palos de oro, que pareciesen leña rajada para
~
____a
•• r
s ; en fin, no había cosa en su tierra que no la tuviese de oro contrahe-
-~ .
Es tan aturdidor el espectáculo de la revelación, que el cronista, como
= re el vértigo y el delirio, anota lo más heterogéneo e inconexo: cultura, na-
..:.:...a:.eza, sociedad, pasado, fantasía, futuro; el denominador común es el em-
=::,:o de lo inesperado y la sucesión novedosa de lo raro e increíble; tanto ma-
• es la sorpresa cuanto más grande es el contraste entre lo inédito de la Tie-
::.:. de Gracia -Nuevo Mundo- y la España asaz conocida - Viejo Mundo.
::::z:?do al padre Gumilla se le ocurre seleccionar al Orinoco para tema de ilus-
tración europea, su discurso no puede menos que resultar
-goo1 G10s "Historia Natural, Civil y Geográfica de este gran Río y de
• :i s10Nes sus caudalosas vertientes, describiendo a la vez, Gobierno,
usos y costumbres de los Indios sus habitadores, con nue-
725 y útiles noticias de Animales, Arboles, Frutos, Aceytes, Resinas, Yervas y
:?...dces medicinales: y sobre todo, se hallarán conversiones muy originales a
:=:.eStra Santa Fe, y casos de mucha edificación".

Hasta a un hombre serio, como Alonso de Ojeda, el primer contacto con


~! - érica lo ofusca; por lo que ha visto, presiente que mucho le falta por cono-
~ - Su codicia va anot ando con jadeante minuciosidad lo que, para su segun-
~" aventura, él espera séale concedido por los reyes, y éstos en efecto le capi-
-;:-,: 2n :" Oro o plata o cobre o plomo o estaño o otro qualquier metal e qualquier
--:"ºdad que sea, e todas e qualesquier joyas e piedras preciosas asi como car-
~cos e diamantes e rubís e esmeraldas o valajes o otra qualquier manera o
- .,,mraleza de piedras preciosas, asi como perlas e aljófar de qualquier mane-
:E o calidad que sean, asimismo mostruos, animales o aves de qualquier natu-
~ o qualquier calidad o forma que sean, e todas e qualesquier serpientes e
;escados que sean, e asimismo toda manera de especería e droguería, que
:;:;ño lo ayáis por vuestro e como cosa vuestra" .9
Como toda fábula genuina, la fábula de la Venezuela inminente no cono-
::.e limites; los elementos más dispares, excéntricos y extraños caben en ella
::0_2gadamente. "Peces que de medio arriba parecen hombres en las barbas y
::ahello y brazos", LG-I- 205, andan cerca de Cubagua según López de Góma-
::-a; pigmeos de unos cuatro palmos, en opinión de Federman; perros mudos·
?"1ercos que tienen el ombligo en el espinazo. En sus Noticias Historiales, Fray
?airo Simón relata que se han encontrado aquí tan nuevas cosas "que en las
=mios conforma con las que hay en Europa, Asia y Africa; así en las compos-
:::rras naturales de los hombres y sus costumbres, como en lo demás" ;10 y ci-
::.E.:J.do al padre Antonio Daza, más afortunado cazador de prodigios, colega a
~en llama " tan docto y diligente, escudriñador de verdades", PS-I-30, repite
a pie juntillas la información sobre "unos hombres que se llaman Tutanuchas,

8. Oramas: En pos del Dorado. Odisea de Sir Walter Raleigh, p. 264.


9. Cédulas Reales relativas a Venezuela (1500-1550), p. 4.
:o. Fr. Pedro Simón, t. I , p. 30. En el texto de este capitulo se le citaré: PS-t-p.
34 J. L. SALCEDO-BASTARDO

que quiere decir oreja, hacia la provincia de California, que tienen las orejas
tan largas que les arrastran hasta el suelo y que debajo de una de ellas caben
cinco o seis hombres. Y otra provincia junta a esta que le llaman la de Hono-
pueva, cuya gente vive a las riberas de un gran lago, cuyo dormir es debajo del
agua. Y que otra Nación su vecina llamada Jamocohuicha, que por no tener
vía ordinaria para expeler los excrementos del cuerpo, se sustentan con oler
flores, frutas y yerbas, que guisan sólo para esto. Y lo mismo refiere Gregario
García de ciertos indios de una Provincia de las del Perú, y que de camino lle-
van flores y frutas para oler, por ser éste el matalotaje de su sustento, como el
de las demás comidas. Y que en oliendo malos olores mueren", PS-I-30. Toda-
vía más, el narrador insiste una y otra vez en historias de gigantes. "Refiere:
Que Pedro Sarmiento de Gamboa, andando reconociendo el estrecho de Maga-
llanes, les salieron en exento paraje, donde surgió con su nave una compañía
de gigantes, hombres de más de tres varas de alto, y tan en proporción de
cuerpo y fuerzas que fueron menester las de diez de los nuestros para prender
uno, según era de valiente, aunque al fin lo hubieron de las manos y lo metie-
ron en el navío para llevarlo a España", PS-I-31. En los mismos textos se ha-
bla de un monstruo de más de cinco varas de estatura, contra el cual muchos
individuos batallaron para que "diera con su cuerpo en tierra, lo cual dicen
que hizo sentimiento como si cayera un gran peñasco", PS-I-32; pero este colo-
so no era notable únicamente por las descomunales proporciones, era "herma-
frodita, cubierto de un vello algo pardo, corto y raro todo el cuerpo. Tenia en
la mano un b~stón tan grueso y alto como una entena de un mediano navío,
que lo manejaba como si fuera una caña", PS-I-32 . De otros extraños seres
como el derribado, se oyó "tan grande vocería y algazara que parecía tembla-
ban las laderas", PS-I-33.
Tanto como la senda de las extravagancias es ancha la de las exageracio-
nes; de clase análoga a.las citadas son las que aluden en esta primera hora de
América, a árboles que seis hombres asidos de la mano apenas podían ceñir; a
hombres con dos caras, con varias cabezas, con un solo ojo en la frente, o con
dos en el pecho; a grandes tortugas "tanto que de algunas de ellas se saca tan-
ta cantidad o más de pescado como tiene una ternera o becerro de seys me-
ses", FOV-I-592.
La Tierra de Gracia no entrega sus secretos, consérvase enigmática esti-
mulando la curiosidad hispana; ni siquiera cede su perfil y pareciera retozar
planteando acertijos: ¿isla o tierra firme? La prisa de •los primeros tiempos
hace ver islas por doquier; pareciera que así fuera más fácil digerir la inmen-
sidad; luego las costas se articularán dentro de la unidad real del continente.
Antonio de Herrera, en sus Décadas, a más de un siglo del Descubrimien-
to, evoca la incertidumbre de los primeros tiempos; Colón envió a los reyes
muestras de perlas y un mapa, "cosa que hasta entonces nunca se havia visto
en Poniente; y vieron la figura que de la Tierra embiaba, que aunque la llama-
ba isla, daba gran intención de que podía ser Tierra Firme", GM-92.

Por su parte, Pedro Mártir de Anglería, el primer historiador de América,


certero en su intuición, sacaba en su obra publicada en 1503, sus particulares
HISTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA 35

- ~ o:1es: " Los animales de que arriba hicimos mención, y otras muchas
~ qi:e no se encuentran en ninguna isla, atestiguan que es tierra continen-
:;-::-o :.a principal conjetura con que quieren probar que es así, es que nave-
~ :;>ar as costas de. aquel territorio, desde Paria hacia el Occidente, cerca
::::s :ni! millas y no encontraron señal alguna de fin", GM-65.
EL REGIMEN HISPANO
Y LA EMPRESA
A corta distancia del continente, en la isla de Cubagua y hacia los años
1510-1512, nace el primer establecimiento hispánico de la historia venezola-
na. De alli se irradia el ímpetu conquistador: surgen casi a la par el embrión
de lo que será Cumaná (1515, 1521) y Coro (1527); ya están abiertas las puer-
tas en oriente y occidente para la penetración española en Venezuela.
Prácticamente un siglo dura la tarea de esta primera fase de la· Conquis-
ta. En 1595 funda Antonio de Benio a Santo Tomé de Guayana, y después de
un intervalo prolo:Qgado, Barcelona fundada en 1638 por Juan Urpin, son los
últimos logros de las expediciones armadas. España se asegura la posesión y,
en esa centuria violenta, deja sembradas en nuestro territorio las células pri-
meras de las comunidades que conformarán la estructura humana de la Vene-
zuela por venir.
La España que viene a América es una entidad optimista; ha concluido
con éxito la Reconquista de su suelo para su propia gente y para su fe cristia-
na, y está iniciando -con carácter de estreno mundial- el uso de un sistema
politico conforme a una realidad que habrá de extenderse por Europa: el Esta-
do Nacional, erigido sobre los escombros del feudalismo. El último acto del
proceso de liquidación feudal, y primero de concentración nacional, está pre-
sidido por el matrimonio de Fernando e Isabel. Es una unión, dinástica -Cas-
tilla mantiene su personalidad política y jurídica, con su corte, sus autori-
dades y su propio Derecho; los reinos de Fernando: Aragón, Cataluña, Mallor-
ca y Valencia, también conservan sus peculiares formas; igual Navarra, una
nacionalidad independiente que más adelante se suma a la monarquía
hispana-; pero los sucesores de los Reyes Católicos tendrán un dominio inte-
grado. Será la mayor de las potencias europeas a lo largo de casi todo el siglo
XVI.
Para el advenimiento del sistema absolutista, el poder regio ha extraído
la fuerza de instituciones que son sus rivales -nobleza, clero, cuerpos delibe-
rantes, ciudades. Los habitantes de los burgos, y en general los estratos socia~
les medios, ya en ascenso, han.sido muy importantes al propiciar el derrumbe
de las potestades encarnadas en los señores feudales , y al abrir paso a una
concepción de superiores alcances y más vastas miras. La sociedad medieval
era, en efecto, una sociedad local, explicable a la luz de los limitados medios
de comunicación. El comercio era local. En los individuos acaudalados y con
espíritu de empresa, el rey halló una cooperación eficiente para vencer a las
aristocracias tradicionales que le discutian la preeminencia. A su vez, esos
HI::iTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA 37

...:t:_,gueses necesitaban un gobierno fuerte; de las reciprocas conveniencias sa-


~ :avorecida la refundición de todos los poderes en el soberano.

El absolutismo que distingue a esta hora española, abocado de inmediato


~ :s.¡¡:-
cada dia más nítido en sus tendencias centralizadoras, y a la vez más
~ oso gracias a los múltiples proventos de su hazaña trasatlántica, sepa-
~ en tres órdenes complementarios: politico, económico y religioso.

En lo político, el órgano capital es la monarquía, ilimitada y dis<;:recional,


-.-= d.a su nombre al sistema; a su frente está un personaje que reina- y gobier-
na con prescindencia de cualquier control, dejando inter-
u:snumsMo venir en el gobierno a Consejos y Audiencias que son su he-
"C! co chura. Celosos los reyes de sus facultades, su voluntad es
su ley y la ley del Estado; sólo por expresa delegación suya
_ "'..:"' alguien dictar normas de derecho. No es el absolutismo un régimen sin
. -:::.:c:dad ni doctrina, ni al margen de la legalidad ni contrario a ella; es una
c:=-::-epción institucional regular y muy bien definida, que no engaña sobre su
.- .... -:ca fisonomía ni pretende pasar por lo que no es.
:.a Reina castellana, de manera relevante, vigorizó al Estado frente a la
_ _ :.rlad ciertamente despótica de los grandes señores. Fue Isabel quien ante
..., ::ciies principales expuso de modo tajante su idea de que los reyes son
--~.arios del reino", 11 se opuso a las pretensiones autonómicas de las ur-
~ ~e. en época anterior, ella misma había alentado; abolió los castillos
-.:..... -=-ezas que otrora sirvieron para la defensa militar-, y dispuso una reví-
- ::a os señoríos. Se empeñó ella, además, en la unificación religiosa y ra-
-- ::z Castilla, procur ó la conversión de judíos y musulmanes al catolicismo ;
_ :;::erseguir a los primeros se creó en 1480 el Tribunal del Santo Oficio. Mu-
"= -,,-es y judíos terminaron siendo expulsados de España. Los territorios de
- :}:'(ienes Militares fueron tomados por la Corona y, salvo la de San Juan,
---= prohibidas todas las Ordenes .extranjeras.
Z.: mercantilismo es la versión económica del absolutismo. Se trata de
_ 7T"CP.pción comercial nacionalista; aumenta el egoísmo y la conciencia
-~ a la vez que despierta envidia en los extraños. Todo el proceso en el
r-- sustantivo de las actividades humanas -desde la producción hasta el
consumo- está bajo la conducción del monarca; él fomen-
WTISMO ta y vigila el intercambio, regula los precios, certifica la
o.w1co calidad de las mercancías, planea la explotación de los re-
cursos naturales. Particular significación se concede al
__ _ de las minas; el atesoramiento del oro y metales preciosos, y el evitar
-=:-:queza se escape en beneficio de un competidor, son sus cuidados pri-
---:__a:es. Toda una extensa serie de medidas de una reglamentaridad excesi-
- :x:=..Sguran este sistema ultrainterventor.
::..::ás que una doctrina, el mercantilismo es una práctica de gobierno que
_ :e al soberano acrecer las disponibilidades fiscales para el robustecí-

-:::!__ :e:'llando de los Ríos: Religión y Estado en la España del siglo XVI, p. 70.
38 J. L. SALCEDO-BASTARDO

miento de las bases, militar y burocrática, sobre las cuales hace descansar su
poder. La Corona erige monopolios y los concede a voluntad; excluye a los ex-
tranjeros, y en todo dictamina sin admitir oposición.
Dentro del trascendental aspecto religioso, el absolutismo aparece pleno
en la institución del Real Patronato Eclesiástico y en el temible aparato de la
Inquisición.
Los notables esfuerzos de Fernando e Isabel en la lucha contra los moros,
el proclamar la defensa de la religión como supremo fin del Estado, y una co-
yuntura propicia de las políticas imperial y papal, deparan a los soberanos de
España enormes concesiones de la Silla Apostólica. Estas,
ABSOLUTISMO expresamente extendidas a las Indias, llegan a convertir a
RELIGIOSO los reyes en jefes de hecho de la Iglesia, en sus reinos. Por
tanto, también en lo religioso podrán ejercer ellos su omní-
modo poder; y es que no sólo serán protectores de los sagrados cánones y má-
ximos administradores eclesiásticos, sino que a través del "Pase Regiq" queda
a su arbitrio hasta autorizar el conocimiento de la palabra del Papa entre los
católicos de sus dominios a uno y otro lado del Atlántico. 'El Patronato añade a
la Corona un volumen impresionante de facultades; bajo su autoridad caen
desde el sacristán hasta el obispo; su criterio priva en lo referente al régimen
interno de seminarios y conventos y en todo cuanto concierne a templos, capi-
llas, etc.
Por su parte, el Santo Oficio, además de la unidad de la fe, proporciona a
los reyes un apreciable caudal de bienes, a través de la confiscación de las
propiedades de los herejes condenados. En este tribunal siempre el monarca
fue preponderante; el papa Sixto IV en la Bula de 1478 con la cual autorizó la
Inquisición, dio al poder real la facultad de nombrar los jueces inquisidores;
para 1482 el Sumo Pontífice readquirió esa potestad, pero dejaba a la Corona
el derecho de presentar los candidatos. De uno y otro modo, los guardianes del
dogma fueron siempre, al mismo tiempo, instrumentos del poder político.
En esta hora de la consolidación nacionalista bajo los auspicios del abso-
lutismo, juega también valioso papel la popularización y.el auge de la literatu-
ra castellana con Cervantes, Lope y Calderón. Las letras son así otro factor
para el cambio hacia una construcción unitaria muy distinta de la vieja dis-
persión.
El paso de la gente española a la América, como toda iniciativa de impor-
tancia dentro del absolutismo, es una empresa del Estado, empresa motoriza-
da concretamente en este caso por Castilla y a ella reservada; fue de su Reina
- y contra la opinión de los círculos encumbrados de la Corte, opinión persis-
tente hasta después del feliz desenlace- , de quien Colón recibió auxilio y pa-
trocinio para el Descubrimiento. Por ello, las tierras de América se anexan a
esa Corona y es castellano el derecho que aqui se aplica.
La Conquista y la Colonización - Pacificación y Poblamiento en el léxico
oficial propugnado por Felipe II en 15 7 3- corresponden a la monarquía, pero
se realizan mediante los estratos sociales medianos y distinguidos de la comu-
HISTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA 39

:=dad española. Nunca los consejeros reales ni los sectores más exclusivistas
de :a monarquía compartieron el entusiasmo de Isabel; peor aún, se dieron a
obstaculizar. Así, contra el deseo real de que a América vinieran campesinos,
:¡:,ara lo cual fueron acordadas especiales facilidades (Real Cédula de 10 de
sep:.iembre de 1518), los dueños de tierras se negaron a permitirles la salida.
Ni el absolutismo castellano, ni el hispano, son lo suficientemente vigoro-
sos y capaces para asumir por sí, y para sí solos, el gigantesco programa de
A.=!érica. La vastedad de la obra y la deficiencia relativa de medios, compro-
metidos éstos al mismo tiempo en guerras de Europa, obli-
CO t.ASORACION gan a los reyes a admitir e incluso estimular cierta liberali-
"i"RJVADA dad en la operación y a acoger, en consecuencia, la colabo-
r ación privada. La Corona costeó exclusivamente nada
=::ás que los viajes de Colón, Pedrarias Dávila y Magallanes; consideraba más
,..o . echoso, en vez de exponer su dinero, asociarse a los promotores partícula-
~. precisando los beneficios de las partes en las estipulaciones de una capitu-
éón.
Individuos muy apreciables socialmente, que no los de suprema figura-
dó:l. se tornan empresarios de la aventura americana; y en sus propias esfe-
:as sociales alistan voluntarios. De un modo abrumador van a predominar los
=lrres jóvenes: América no será hecha por viejos. Las expediciones, por lo
.;:.e:;--ás, son de relativamente escasos miembros, algunos pocos centenares o
~ as de hombres; muy rara vez llegan al millar. Con Alfinger vinieron sete-
~ s cincuenta individuos. Los soldados acuden con sus propias armas, en
~ o~ s oficios trae cada quien sus instrumentos, no habrá sueldo sino una
_ :a de las ganancias. La expedición no es una columna militar, disciplinada
~ :nogénea; su programa y su plan se improvisan, generalmente, frente a las
:-c-.::.nstancias. En las mesnadas conquistadoras vienen bachilleres y licencia-
- = clérigos, artesanos, soldados y marinos. Vienen analfabetos, circunstan-
..,. común incluso en la nobleza de ese tiempo; los soldados son de los estratos
~ o s y superiores; el ejercicio de las armas era propio de señores. En gene-
..-iene gente cult a, como lo evidencia el hecho de que a brevísimo plazo hu-
t:r=a. ya en función, pueblos organizados jurídica y civilmente, con sus insti-
:-:frees y sus varias actividades. Si bien en las primeras expediciones hubo
.::.:,·:-echores a los cuales se les conmutó la pena por el riesgoso viaje a las In-
c:.:.=.S desde 1505 se descartó ese arbitrio. En la sociedad hispanoamericana de
:-:.:nera centuria hay más hidalgos, proporcionalmente, que en la europea
e::tonces.
:.a monarquía mantiene en todo caso su dominio incontestable, no se
~~!iende de su obligación americana, ni deja nunca de estar presente y ac-
i:::.a..::::.e en ella: autoriza a los particulares, mas los fiscaliza en el cumplimiento
_a : a ena, y en trueque de los halagos que les ofrece los obliga a las retribu-
a=:es correspondientes.

Apenas con la inhibición de los aristócratas, por definición enemigos de


·- :mvedad , España hace la Conquista y la Colonización subsecuente. Es la
· s;;c:.a popular; la de los segundones -despojados a priori de esperanza, pues
40 J. L. SALCEDO-BASTARDO

el sistema del mayorazgo prefiere al primogénito y le asegura el grueso del pa-


trimonio familiar. Es la España de la gente audaz, intrépida y resuelta, la que
bajo la insignia cristiana de sus reyes y presintiendo en el Nuevo Mundo como
la invitación a una cruzada -de indole análoga a la Reconquista, la Guerra al
Turco y las campañas de Flandes- viene a batirse por Dios, por el rey y por si
misma, a buscar la bienaventuranza eterna, la majestad del imperio y su glo-
ria y riqueza personales. Esa es la España de la penetración y la creación en el
Nuevo Mundo.
RAZONES, TITULOS,
CAPITULACIONES

es la razón de la presencia activa de España en el Nuevo Mundo?


_:: ¼.
títulos? ¿Sobre qué puede fundar sus pretensiones? ¿Qué la inspi-
- - 3 S"..S
• - ~ la mueve? ¿Por qué, por qué ... ?

::::.. 5=-ceso en el cual tan sólo creyeron un navegante, en apariencia iluso,


- ~ a inteligente, plantea a España graves interrogaciones; de súbito
se ==-cnentra en una situación que nadie jamás previó; para la meditación
~ ora convoca a los exponentes cimeros de su pensamiento. Más de
~ es preguntado; más de una junta de teólogos, de canonistas y dejuris-
~ ~.:.damente o en forma integrada, tiene, en diversos momentos, el en-
- :-= examinar todos los aspectos de la trascendental cuestión. Los asuntos
o:::-:-,cia, para un pueblo de idealismo superlativo, son problemas esen-
:?:ra aquella colectividad que ha hecho de la religión y del espiritualis-
=- :;2 de la vida, que en Don Quijote de la Mancha tendrá su simbología
~ va, y que en Ignacio de Loyola ha de mirar un exponente de fe
~ -=-a y desafiante, el hallarse de repente con la responsabilidad de con-
::-::s:::r- :ario un mundo tan distinto y remoto, no es un acontecimiento baladí.
.,.- - ;; en. la discusión sobre la justicia, la legalidad o la moralidad de la
• _-!:::2, va envuelta nada menos que la suerte del alma, la salvación o el
~ e:ernos. Si el desempeño no es legítimo, el dominio carece de funda-
~ será mal adquirido; y la sanción por los afanes de un acto indebido no
~ x:r otra que la condenación perpetua.

:.a polémica es larga ; su sola realización, su curso y su estilo enaltecen al


_____ ¡¡spañol. Sobre todo, asombra la libertad de expresión de la cual se dis-
"" ~,a entonces para tratar estas cuestiones trascendentales. En el inicio, la
..C:.:z ción de la empresa americana se remite a una simple y sencilla consi-
~::::fu de jerarquías: el Papa representa la más alta potestad espiritual y
:.e::::;.c:: C.: d e la tierra, de él dimana lo más genuino de la autoridad de los re-
.z -;-oz de Roma es un mandato para el Orbe, su visto bueno ampara toda
~ Por otro lado, se achaca al indio la inferioridad del infiel, pecador, pri-
r ., 7 retrasado, que lo hace indigno de otro status que no sea el del someti-
42 J. L. SALCEDO-BASTARDO

miento a quien llegue a rescatarlo y, a través de la cristianización e insuflán-


dole alma, lengua, hábitos, etc., lo haga propiamente hom-
UN DEBATE bre. Es la idea que los interesados ponen a circular desde
HONROSO las Antillas: los indios no son seres racionales; pero a la
cual se ha enfrentado allí mismo - en 1511- un dominico
valiente: fray Antonio Montesinos, quien denuncia la crueldad de la Conquis-
ta, levanta su palabra contra encomenderos y dueños de repartimientos, y les
niega la comunión. Este capitulo de la controversia seria definitivamente can-
celado en 1537; el papa Paulo III, en su bula Sublimis Deus, reconoce la racio-
nalidad de los indios, nadie puede esclavizarlos ni privarlos de sus propieda-
des, aunque no estén en la fe de Jesucristo. Triunfaba asila idea que, también,
Bartolomé de las Casas había defendido y logrado aprobar en el Trecenazgo de
Teólogos que en 1518 se reunió en Salamanca.

Poco después una nueva voz autorizada entra al debate: Francisco de Vi-
toria no vaciló en sentar un criterio radical y franco a favor de las víctimas. A
la consulta del propio Carlos V le respondió con la tesis más tarde divul-
gada - desde su Cátedra de prima teología en la universidad salmantina-
en 1528, 1534 y 1539. Para él, los indios son legítimos señores de sus cosas,
pública y privadamente; pone en entredicho que el Sumo Pontífice tenga atri-
buciones para repartir el globo y que el Emperador pueda ser titular absoluto
de una parte de éste. A su juicio, la penetración hispana en América debe fun-
damentarse en otros principios como: la liberación de los aborígenes del opro-
bio de sus tiranías vernáculas, la propagación del cristianismo, y especialmen-
te la sociedad y comunicación natural. Sostiene Vitoria que hay una comuni-
dad mundial y que todo pueblo tiene derecho a comunicarse con los demás,
ninguno puede sustraerse a ese contacto ni rehuir al trato pacífico con los
otros. Sólo sobre la negación al intercambio, si por ejemplo se impidiera a los
españoles entrar a las tierras de los indios, serla justa la guerra y la domina-
ción por la fuerza, pues quien perturba los contactos de los pueblos se excluye
automáticamente de la comunidad, y se margina como malhechor. Obstaculi-
zar la intercomunicación es atentar contra la· unidad, del género humano, ello
lesiona al derecho natural.

En la disputa sobre las razones y títulos de España, las posiciones se pola-


rizan tras los argumentos de Bartolomé de las Casas y de Juan Ginés de Sepúl-
veda. Este último pa:rte de estimar como un hecho, históricamente comproba-
do, la barbarie de los indios, cuyas idolatrías y pecados contra la naturaleza
subraya de modo particular; y asi, conforme al determinismo aristotélico, él
halla incuestionable para los aborígenes la condición de siervos, y el deber co-
rrelativo de someterse a quienes poseen una cultura más refinada, como los
españoles. Por el contrario, para Las Casas, los indios como racionales criatu-
ras de Dios poseen los atributos humanos; antes del Descubrimiento han de-
mostrado ser capaces de religión, de virtud, de libertad, sociabilidad y dere-
chos; la presencia de España en las Indias se justifica, únicamente, para cum-
plir la misión de convertir de manera pacifica a los aborígenes a la religión
cristiana, no por simple bautizo sino por convencimiento de la fe.
HISTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA 43

~n todo caso, complacían al absolutismo naciente con los Reyes Católi-


::a ,, :deas inspiradas en las teorías que divulgara en el siglo XIII el carde-
=-~ Ostia - Enrique de Susa- , con arreglo a cuyo pensamiento llega a elabo-
:"x :.a tabla de subordinaciones que da satisfacción a los escrúpulos espiri-
~ ~uridicos, teológicos, morales y filosóficos de entonces. En ese riguroso
_ :_e: está Dios en la cúspide, como autor, dueño y señor de lo creado; luego
Jesús, el hijo heredero, constituido absoluto monarca del
_ =-:ns mundo; en seguida Pedro -cabeza de la Iglesia- el escogi-
• U'Y do en quien el Maestro delega sus derechos y a quien co-
municó su imperio juntamente con su sacerdocio; después :
-;:--l'Gces, sucesores de Pedro y Vicarios de Cristo. Viene por último el rey
7 --:-..z::a, cuya capacidad de disposición aparece, de este modo, como inobje-

- :o._-olario de una merced de la Santa Sede, avalada en instancia definiti-


:c:- ::a Providencia.
:.OS reyes referían su derecho, en consecuencia, a la gracia que S. S. Ale-
-: -.--: les hizo en las bulas Inter cetera, la primera extendida a fines de
- :- ~a segunda, rectificatoria, en junio del mismo año 1493. Allí consta la
~ --aC!ón" de la tierra firme y de las islas que, por ocupación, pertenecían
~ ranos de España y que ellos "sometieron" al Pontífice, el cual, por
c-.o expreso de derecho apostólico, las otorgaba a su vez a los propios re-
-,-iada quedaría, por el Tratado de Tordesillas del año siguiente, la dife-
-,. con la Corona portuguesa, que fundamentaba sus pretensiones en una
_ ..,.._: general de Martín V - Pontifice de 1417 a 1431. Dos condiciones im-
ei ? apa a los monarcas hispanos: el respeto a los legítimos derechos que
::::stianos pudieran tener por ocupación anterior, y la obligación de mi-
- o instruir en la fe, y de civilizar a los indígenas enseñándoles buenas
~ -
~ .;so de un derecho que juzgan perfecto, se inicia el regalismo más per-
c:::! s:a y absorbente de la época; los reyes celebran transacciones con sus
~ y les hacen obsequio de derechos y beneficios. Es así como surge el
matriz de la Conquista: la Capitulación, punto de arranque cierto
::::rr;::::F'to
_ ~ :Jerecho de la primera hora de América. Este empieza a formarse con
i:Q:"I!las casuísticas, juntamente con las reglas y usos castellanos.
~ esa especie de autorización consensual que es la capitulación, la Coro-
e:: ~era las facultades que se reserva y las compensaciones que reconoce
.:~ctores de la operación, vale decir, los estimulas y privilegios con los
::z..s :ti:ribuye a quienes con su dinero, su energía y su audacia hacen posi-
b expediciones, y al frente de ellas vienen con el título de Adelantados .
.!. ser
otorgadas en beneficio de una persona determinada, a la cual se in-
viste de jurisdicción, las capitulaciones recuerdan en cier-
to modo a las Cartas Pueblas o Fueros que el rey concedía
a las ciudades - en la península- como premio o en reco-
nocimiento de específicas acciones, en particular de las en-
- -,,.as a socavar y destruir el poder feudal, cuya desaparición precisa-
.... ;ienrutiría implantar la monarquía nacional. Pero en la capitulación,
~e un retorno al espíritu señorial de la Edad Media, se advierte la crea-
44 J. L. SALCEDO-BASTARDO

ción multiplicaµa del nuevo estilo cesáreo y nacionalista. Cada adelantado y


sus poderes, configura como una célula de absolutismo, aunque subalter-
no -expresamente- del absolutismo supremo, el del rey dispensador.
Las capitulaciones eran títulos negociables, no muy diferentes, en este
sentido, de lo que serían después las "concesiones" para la explotación de mi-
nerales y servicios en la época republicana. La capitulación excedía en mucho
a un contrato ordinario de derecho privado; una de las partes es precisamente
el soberano, y el objeto es plural y complejo. Las primeras capitulaciones fue-
ron para descubrimientos, después siguieron las de segundos viajes y nuevas
exploraciones, las de poblamiento, las dirigidas al ensayo de rutas desconoci-
das, al establecimiento de centros urbanos, al rescate e intercambio con los in-
dios, y sobre todo a la búsqueda de perlas, oro, palo brasil ... La geografla de
América trasciende a estos extraordinarios documentos: la imprecisión sobre
la recién conocida circunstancia flsica de estas tierras, se refleja en la vague-
dad e indeterminación de muchas cláusulas; igual pasa con la fantasía que en
no pocas de ellas se cuela.
Lo mismo que las bulas pontificias de "donación" a principes reinantes,
las capitulaciones eran instrumentos conocidos desde antes del Descubrimien-
to de América. Mas, en cuanto al Nuevo Mundo se refiere, fue con Cristóbal
Colón con quien se celebró la primera capitulación, su fecha 17 de abril de
1492; ésta consagra en favor del magnífico genovés los títulos de Virrey, Almi-
rante y Gobernador de los territorios que descubra, y otras ventajas de autori-
dad y pecuniarias máximas, prácticamente todo el poder temporal de los re-
yes en el ignoto hemisferio.
En 28 de junio de 1500 suscriben los monarcas la capitulación, en favor
de Alonso de Ojeda, en la cual por primera vez constituyen autoridad sobre
una parte de la que será Venezuela; Ojeda sería gobernador de la isla de Co-
quivacoa: donde había visto con sus propios ojos la pequeña Venecia. De ese
mismo año 1500 son las capitulaciones suscritas con Rodrigo de Bastidas y
Vélez de Mendoza, ambas para descubrir islas y tierra firme, y ampliar asi el
conocimiento geográfico. En 1501 se capitula, desde Granada, con Vicente Yá-
ñez Pinzón y luego con Diego de Lepe; el objetivo es el rescate del oro, plata,
cobre, estaño, azogue y cualquier metal, las piedras verdes -esmeraldas-,
perlas, etc. En 1503 hay una capitulación con Cristébal Guerra, firmada en Al-
calá de Henares; al año siguiente otra con Juan de la Cosa, en Medina del
Ca,mpo; estas dos son para descubrimiento, exploración y poblamiento. Más
adelante las capitulaciones se orientan a la incorporación de las tierras; de esa
clase son las que entre 1520 y 1526 se otorgan a favor de Bartolomé de las Ca-
sas, de Diego Caballero, de Juan d 'Espes y hasta de Ampiés_. Después, las capi-
tulaciones procuran principalmente la Colonización; es bien típica de éstas la
que se pacta con los Welser.
Cuando en lo sucesivo se intensifique el negocio de América, los reyes au-
torizarán a la Casa de Contratación, en Sevilla, para otorgar capitulaciones;
en las Indias esta facultad podrá corresponder también a las Audiencias, los
Virreyes y Gobernadores, pero siempre en nombre del monarca y sujetas a su
inapelable decisión.
HISTORIA FuNDAMENTAL DE VENEZUELA 45

Con la capitulación, testimonio primario del Derecho en América, tam-


~ se aplicarán las leyes, las instrucciones, los usos y costumbres de la gue-
::-a. _os hábitos de formación castrense y las reglas varias que desde la metró-
;c:: se traen con la cultura hispana al Nuevo Mundo.
DOMINACION INTEGRAL

Las capitulaciones que suscribe el monarca son los ejercicios iniciales de


su soberanía sobre América; comenzaba así a disponer libremente del inmen-
so bien que el Descubrimiento y la ocupación, y luego la confirmación pontifi-
cal, le habían deparado.

Aunque no quede a la Corona otro camino que admitir y suscitar la cola-


boración de la sociedad peninsular, colaboración decisiva, sin cuyo concurso
la posesión de las Indias no hubiera pasado de un mero deseo, el rey quiere
asegurarse para su régimen, por todos los medios, la rectoría oficial e inequí-
voca de la empresa. Se aspira a la sujeción completa del Nuevo Mundo, bajo la
inspiración exclusiva y para beneficio determinante de la Corona; en esto re-
vela congruencia el absolutismo que rige a la vida española en la plenitud de
sus facetas esenciales.
Nada escapa, en efecto, a ese propósito centralizador; la dominación ha
de ser integral. España trata, por la índole misma de lo que puede llamarse su
"operación amerieana", mixto de Conquista y Colonización, de superponerse
enteramente al mundo descubierto, y se empeña en hacer éste a su imagen y
semejanza.
La geografia de América, tanto como la voluntad resuelta e intrépida del
español, va a determinar el sentido de la obra. Los accidentes del suelo, el cli-
ma, la gente, la flora y la fauna, el hecho trascen'dental del aislamiento y la
distancia, la barrera oceánica, todo obliga a una adaptación de la idea españo-
la que cuaja en un producto nuevo y propio: el método y los órganos para las
respectivas metas.
Con miras a trabajar cada aspecto capital del orden americano, se forjan,
paulatinamente, los instrumentos institucionales convenientes. Esos instru-
mentos de subordinación son, en principio, los medios simples de una hora
simple y para una tarea -en apariencia- simple; ellos habrán de experimen-
tar y mostrar un progreso -especialización y refinamiento- a la par del desa-
rrollo americano, e incluso algunos desaparecerán por falta de objeto una vez
agotada su razón de ser.
HISTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA 47

Los tiempos iniciales, abiertos a la juventud y a la audacia, serán de gue-


::Ta, d e esfuerzo rudo. Se prescindirá de la violencia cuando no se la estime ne-
cesaria, y al estilo áspero y sumario de la lucha sangrienta seguirá el sistema
:::wdadosamente elaborado de la paz. La finalidad y el objetivo últimos, en
- o caso, serán los mismos: España dueña y guía; España metrópoli; Améri-
ca, reinos o provincias de ultramar, colonia, dependencia.
Sobre cuatro frentes se cumple, con certeza simultánea, tan nítida acción
±_....¡gida al predominio : '
En la esfera físico-política, que atañe a lo práctico e inmediato, busca Es-
paña tomar conocimiento y posesión material de la naturaleza hallada: suelo
:- subsuelo con todo su contenido, tierra firme e islas, mares, ríos, lagos, ani-
males y plantas; imponer sumisión a los recién conocidos pobladores; apre- ·
hender sus bienes y su herencia cultural, muy en especia!
1° cuanto de ello tenga valor. Para esta previa y complicada
finalidad se organizan las numerosas expediciones de pe-
:ietración, las cuales debidamente vienen provistas de la aquiescencia expresa
de los reyes. A medida que se realiza el reconocimiento, y se acomete y amplia
::a ocupación, van surgiendo centros urbanos -pueblos, " ciudades" y
1ugares- , bases a su .v ez para incursiones más profundas.
En los nuevos establecimientos y en sus incipientes jurisdicciones, con
vistas al satisfactorio funcionamiento de la Conquista y para asegurar la conti-
nuidad en el curso y disfrute de ésta, tanto de sus ventajas concretas como de
ias espirituales, España impone sin vacilar los mecanismos de administración
y justicia política necesarios; para ello no inventa sino que traslada -en cuan-
to es admitido por las condiciones americanas- lo ya conocido y probado en la
península. En principio la exigüidad del elemento humano obliga a una con-
eentración de poderes en el adelantado, cabeza de la expedición conquistado-
ra, primera magisttatura que aparece dentro de la nueva situación.
La España de sus Católicas Altezas, emergente triunfal de la l;leconquis-
ta, nación idealista en plan de cruzada permanente, no podía dejar que asunto
tan vital como la religión quedara sin expreso cuidado público y remitido a la
libre conciencia y voluntad de las personas comunes. Para lograr el dominio
en este aspecto, hay un programa de evangelización pura, sobre el cual se per-
siste, no obstante el fracaso por la oposición del medio geosocial indígena. Una
vasta red de misiones alcanzará, en la centuria siguiente,
2° buena parte del fin perseguido. En su polftica religiosa la
Corona actúa dentro de la efectividad del Real Patronato
Eclesiástico, el cual de modo franco le otorga la preeminencia; éste será tal,
que en América, lo mismo que en España, la Iglesia dependerá más del sobera-
no que del Papa, y llegará a ser por eso una maquinaria fundamental para los
designios imperiales. Por esta vía, además, dispondrá España de un canal pri-
vilegiado para el trasiego de su cultura al Nuevo Mundo.
En el orden preferentemente económico, la monarquia define bien sus re-
galfas; nada escapa a la previsiva y minuciosa reglamentación del mercanti-
lismo. El soberano precisa, a cada paso y con toda exactitud, su participación
48 J. L. SALCEDO-BASTARDO

en los beneficios de la operación americana. El sistema del reparto de solares


y tie1Tas es cuidadosamente preparado; en convergencia con los otros medios
de la hora -expediciones, evangelización, repartimiento y encomiendas de
indios- asegura a la metrópoli influencia incontrastable general, y sobre todo,
respecto a cuanto se relaciona con el indigena y el suelo.
3º En la distribución y adjudicación de la tierra se cifra un
muy ímportante estimulo para el riesgo del esfuerzo
trasatlántico; el móvil económico no es nada desdeñable, el ideal de la fama y
la ambición de gloria no excluyen la apetencia del mejoramiento material.
También aqui, en la cumbre se sitúa al monarca, sobre cuya gracia o merced
van a descansar todos los derechos -vida y hacienda- y la persona misma del
vasallo, apenas con la sola excepción de su honra, que es suya e intangible.
Para el aspecto humano y social, stricto sensu,junto a la esclavitud-a la
cual son reducidos los rebeldes-, las encomiendas y repartimientos - pro
piciadores de la servidumbre donde se explota a las grandes mayorlas
aborlgenes- constituyen la cuarta y complementaria pieza de este mecanismo
subyugante. Sobre el indio recaerá el peso de la encomienda, con todas sus im-
plicaciones; para el aprovechamiento del africano importado se reedita en tie-
rras de América el conocido régimen oprobioso del esclavismo. En la enco-
mienda y el repartimiento se combinan el incentivo tentador para los inversio-
nistas y agentes de la operación americana, con los fines globales, próximos y
remotos, de la Corona. La encomienda representa una viable posibilidad, den-
tro de otras opciones, para la cristianización de los aborl-
4º genes y para su incorporación a la cultura de la metrópoli,
en especial por la comunicación del lenguaje. La enco-
mienda llegó, además, a ser presentada como la fórmula adecuada para un
trato más humanitario, comprensivo y equitativo para los indios.
Con semejantes palancas eficaces, no tarda España en abandonar su ac-
titud contemplativa, de perplejidad, de fugaz fascinación ante las bellezas del
paraiso inesperado, y pasa resuelta a la acción. El desempeño será, unas veces
semidiplomático, otras cruel y violento, siempre el enérgico de una potencia
absolutista y emprendedora, factor dirigente esencial de la construcción de
América.
I. PENETRACION Y CONQUISTA

Los primeros tiempos de la Tierra de Gracia son de relativa inactividad·


:_-a los españoles. A un año del desembarco del Almirante viene Alonso de
eda reconociendo la costa: la examina desde Paria hasta más allá de la Gua-
- a. Casi simultáneo con este viaje es el de Cristóbal Guerra en el mismo 1499.
::- nuestro litoral se desplazan otros descubridores y estudiosos: esclarecidos
~%-:egantes, geógrafos y cartógrafos, en general personas prestigiosas y eco-
:....:!ricamente acomodadas. Las perlas, la sal, la noticia del oro, interesan mu-
:...o a los viajeros. Ninguna empresa de poblamiento se promueve por enton-
es ya que estas costas han sido capituladas en exclusividad para Colón y sus
~ deros.

Desde los asientos antillanos, en especial Santo Domingo, se incursiona


--:- las vecindades venezolanas. Mientras la Tierra Firme sigue siendo coto re-
~ ado, brota en una isla estéril -con nombre derivado de un cacique:
:-.hagua- el primer establecimiento hispano de Venezuela. Empieza por un
-L"'VO campamento de buscadores de perlas (1510-1512), dependiente de la
_diencia dominicana, del cual sale la Villa de Santiago, que a partir de 1528
~a ciudad de Nueva Cádiz.

No va a durar mucho el experimento cubagüense; el hombre terminará


--diéndose a la oposición de la naturaleza. En todo caso, Nueva Cádiz estre-
=..--á las primeras instituciones políticas y administrativas españolas en nues-
.::n pais: un Alcalde Mayor, un Veedor, un Tesorero, un Contador, también un
:~ildo, con sus ordenanzas - las primeras de nuestra historia- redactadas en
- c.Sla el 5 de enero de 153 7 y sancionadas al año siguiente por la reina Juana.
::. poder efectivo será el del Alcalde.

Las islas que bordean a Venezuela juegan importante papel en el tiempo


.=cial: Cubagua, Margarita, Trinidad, Curazao ; antes de la acometida defini-
-"Va pareciera reposar el conquistador en estas posiciones periféricas. De Cu-
50 J. L. SALCEDO-BASTARDO

bagua se arranca para la toma de Venezuela; la destrucción de sus astrales y


las apreturas de la vida en medio.tan dificil, la desatada acción de los elemen-
tos, impelen a poblar el continente y la cercana Margarita.
LA HORA Nueva Cádiz va a tener, en su eflmera existencia, jurisdic-
DE LAS ISLAS ción simultánea sobre cuatro núcleos humanos de esa ho-
ra: Cubagua, Margarita, Cumaná y Cabo de la Vela.
En el Valle de San Juan, hacia 1525, se ubica el primer conglomerado es-
pañol de Margarita; hasta becerros y bestias son llevados alli. Tras haber de-
pendido de Cubagua, Margarita pasa a ser Gobernación indep~ndiente. Un
hombre no ordinario, el licenciado Marcelo Villalobos, invirtió parte de su for-
tuna en el empeño; no llegó a visitar la isla, pero tres generaciones suyas, por
unos doce lustros, la gobiernan. La hija del adelantado, doña Aldonza Manri-
que, será gobernadora, impulsará la obra poblacionista; mucho se afanó en el
propósito fallido de incorporar la Tierra Firme a su Gobernación. Un nieto
suyo -Juan Sarmiento de Villandrando-, heredero en el mando insular, bus-
cará inútilmente permiso para conquistar a Guayana. Al progreso margarite-
ño contribuye, a más de la estabilidad poljtica, la expansión del intercambio
con los indios aruac,?-S y con la costa; sus ostiales no se agotan.
Trinidad resultó dura de penetrar; su poblamiento pactado en 1521 con
Rodrigo de Bastidas -progenitor del primer obispo-, no cuajó. Tras largas ne-
gociaciones se formaliza en 1530 el trato con Antonio de Sedeño; tampoco
acertará; la oposición de los indígenas trinitarios y la obstrucción que se ma-
quina, desde Cubagua lo llevan al fracaso. Otros intentos son baldíos, incluso
en 1571 el de Juan Ponce de León. Hasta 1592 no habrá asiento estable en la
isla; ese año, Berrio, a través de su Maestre de Campo Domingo de Vera e
Ibargüen, funda alli a San José de Oruña; ve en Trinidad un sitio clave para la
conquista de Guayana y el Orinoco.
Curazao, donde Vespucio y Ojeda dijeron haberse topado con "treinta y
seis gigantes" en el viaje de 1499, estará por algún tiempo expuesta a las li-
bres incursiones de todos los merodeadores del mar antijlano. Pese a no ser
caribes, los indios curazoleños igual que los de Aruba y Bonaire, " islas inúti-
les", serán secuestrados para la esclavitud. Curazao será otra base para com-
pletar el abordaje a la tierra venezolana.
Mientras aquí pasan estos años preliminares de la Conquista, experimen-
ta el Renacimiento europeo la desaparición d.e eximios exponentes como Leo-
nardo (1519), Rafael (1520), Nebrija (1522), Maquiavelo (1527), Durero
(1528), Ariosto (1533), Erasmo (1536). El cisma religioso se consuma plena-
mente: Lutero se ha manifestado contra la venta de indulgencias en 1527; tres
años después su rompimiento con el Papa es definitivo; pronto el calvinismo se
enseñorearía en Ginebra (1541).
Propiamente la penetración en el territorio de Venezuela, se acomete
como en un movimient-0 de pinzas, por los dos costados del país: oriente y occi-
dente. Bajo el signo de la paz empieza la acción. Un cambio radical muy pron-
to ha de sobrevenir: la conquista de Venezuela termina siendo de las más san-
grienta$ y desordenadas de América.
HISTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA 51

:::>esde 1513 hay religiosos franciscanos tentando radicarse en el área de


- ::::::.aná, son ímprobos los esfuerzos; la zona no es propicia para la evangeliza-
~ que se quiere; de por sí está caldeada por conflictos intertribales; guerre-
caribes procedentes de las islas tienen tiempo asolando, en intermitentes
~ ;as, las comunidades costaneras. A esto se añade que, por parte de los es-
•-:::es, nadie acepta de buen grado respetar la reserva, dispuesta por los so-
beranos, para que alli sólo trabajen los religiosos. Menu-
... ...TA N EIDAD: dean las exacciones por quienes, al diezmar la población
~ Y OESTE aborigen de Santo Domingo, Cuba, Jamaica y Puerto Rico,
vienen abusivamente a reclutar indios para las minas y la
~ cgrlcola. El atropello no cesa. La irritación fomentada con tanta persis-
- determina el fin de las fundaciones católicas. En 1515 se han producido
~ r os mártires entre los clérigos. Para 1521 se pierde un nuevo intento;
.;: :reiterada matanza de frailes llega en plan punitivo la expedición de
.....-:=- io de Ocampo; sobre los restos del sacrificado asiento erige la fortaleza
~-;;::eva Toledo, futura Nueva Córdoba .
....:. occidente entra en 1527 Juan de Ampiés. Trae de Santo Domingo
• ::e bondadoso y hábil para la armonía. Curazao le suministra gente para
=.entura . Sus cordiales relaciones con Manaure - señor de los
:ros-, le permiten situarse en la zona coriana en medio de fructífero en-
=-e:n1.o; Ampiés planta la simiente de la villa - Santa Ana de Coro- que
· --s después será dotada, por el gobernador Ambrosio Alfinger, de cabil-
-es, iglesia y cárcel. Es el primer punto poblado al oeste de lo que será
'5i:'-.:...
:a;hasta alli vienen habitantes de Cubagua cuando fracasa Nueva Cá-
==. .:.as proximidades, en el Cabo de la Vela, se forma una rancheria y so-
~ a parece luego la ciudad de Nuestra Señora de los Remedios.

: - Alfinger llega la que ha sido llamada dominación germana en Vene-


:_ !'aíz de esta incidencia está en los apuros finan,cieros de Carlos V,
también soberano de buena parte de Alemania, y entre cu-
yos acreedores, los prestamistas y banqueros Welser caye-
ron en la tentación americana. Los Welser eran expertos,
además, en el negocio d e las especias; radicados en Augs-
~ factorias en toda Europa, una en Sevilla, otras en Zaragoza y
=fasta ellos proyectóse la m'ágica atracción de El Dorado.
-..:'tC!le a capitulación gestionada por su agencia sevillana desde 1527
- corte se hallaba en Granada, y suscrita finalmente con Enrique
- - ··- - ..;eronimo Sailer, el 27 de marzo de 1528 en Madrid, la Corona da a
E:! prenda el territorio de "Venezuela" -parte central de la que será
• =.:.estra república. No es una enajenación absoluta; cuando en 1519
~ r a expresamente este mundo a la Corona de Castilla, ha esta-
----'-• ;:oa_-iando sus derechos a la libre disposición, que las Indias son into-
-==ansferibles, "prometemos y damos nuestra fe y palabra real -ha
- i-c::- Xos y los Reyes nuestros sucesores de que para siempre jamás
z::2jenadas ni apartadas en todo o en parte, ni sus ciudades ni pobla-
::::nguna causa o razón en favor de ninguna persona; y si Nos o
:::.:esor es hiciéramos alguna donación o enajenación contra lo suso-

-~
- ~-- -
52 J. L. SALCEDO-BASTARDO

dicho, sea nula y por tal la declaramos" . 12 El negocio es malo para los alema-
nes, sin concedérseles ventajas fuera de las comunes, se les cargan más obli-
gaciones de las usuales.
Desde ~n principio los mercaderes teutones tropiezan con una general
oposición; la razón es comprensible: por germanos, por su lengua, idiosincra-
sia, costumbres, y sobre todo por sospechosos de luteranismo, son discordan-
tes para los colonos y las autoridades de las jurisdicciones vecinas. Para la
posteridad, por extranjeros y herejes, ganan la malquerencia común de los
cronistas.
La capitulación autoriza a los alemanes a "descubrir, conquistar y po-
blar", la vasta región; los obliga a fundar dos ciudades y tres fortalezas; a
traer cincuenta técnicos para las minas; todo en el rrúnimo plazo de dos años.
En compensación se les acuerda: el derecho de adjudicar tierras; la exonera-
ción de diversas cargas; la concesión de títulos y honores -Ehinger o Sailer ,
según convinieran ellos, seria Adelantado a perpetuidad-; participación im-
portante en los proventos de la conquista y facilidades para su realización.
Hubo además otros convenios complementarios a la capitulación, como los re-
ferentes al tráfico esclavista y al cobro del uno por ciento del valor del oro y
plata fundidos y marcados en Venezuela y Santa Marta.
Casi tres decenios dura, teóricamente, esta experiencia. En realidad fue
más corta, pues para 1545 ya los Welser están excluidos de la explotación ve-
nezolana, la cual sin embargo siguen pleiteando, a la espera de la decisión ju-
dicial que al fin se dicta en su contra en 1556. Por tanto, los veintiocho años
fueron diecisiete y los diecisiete quedaron realmente reducidos a siete. En pro-
piedad sólo dos gobernadores alemanes hubo en Venezuela: Ambrosio Alfinger
-duro, impiedoso, enérgico-, y Jorge Espira - benévolo, soñador y
desdichado-; ambos contaron, en calidad de Teniente, con el dinámico y tor-
nadizo Nicolás Federman; el primero mandó por tres años y diez meses, el se-
gundo tres años y medio; los dos dejaron sus huesos e:n el tropical escenario de
sus correrías.
Podria reivindicarse para los fracasados Welser la fundación oficial de
Coro en 1529 y la creación del núcleo que daría origen a Maracaibo. También
la incorporación de nuestro oriente a la zona de influencia de la Provincia de
Venezuela, ello durante la interinaría de Enrique Rembold. Persiguiendo El
Dorado, las huestes de los Welser exploraron las regiones occidental y centro-
occidental de Venezuela, hasta la meseta bogotana. Contribuyeron positiva-
mente a la revelación geográfica del país.

En uno de los intervalos sin gobierno, frecuentes en esta época violenta e


incierta, la Audiencia de Santo Domingo, a la cual compete llenar la vacante,
dispone que pase a Coro, con el carácter de autoridad interina, el licenciado
Juan de Frias; éste destaca como su Teniente a Juan de Carvajal.

12. Cf. Uslar Pietri: Del hacer y deshacer de Venezuela, p . 61.


HISTORIA FUNDAMENTAL DE. VENEZUELA 53

~cpios de 1545 llega Carvajal a Coro; trae prohibición expresa de


ausentarse de la ciudad; en ella debe aguardar a Frías. El
alegará después, para desobedecer y clirigirse al interior
con una verdadera romería -casi toda la gente que allí
:r e2 ganado mayor y menor-, que lo forzaron las malas condiciones
--;?!!lcia ; su intención era alcanzar a Sogamoso: una supuesta plaza
.:=aginario El Dorado. Para convencer a sus seguidores que resulta-
~ :.es cómplices de su indisciplina, Carvajal les muestra una provisión
-.-.....-....;~, con la cual se hace pasar por gobernador.
_¿ :c:!Jeld.ía produjo esta vez un fruto extraordinario: la Villa de Nuestra
,:.e ::a Pura y Limpia Concepción de El Tocuyo, el 7 de diciembre de
::::S a:ro paso, sencillamente esencial, en la conquista y definición de Ve-
. El valle interiorano es fértil y acogedor .
.:....a:s costas siguen siendo objeto de incesantes depredaciones; fogosos ca-
.a -;-eces con apoyo en facciones indigenas de las que a la sazón se des-
~ mutuamente, continúan aprovisionándose de la mano servil y es-
,:,:::: la cual procuran mantener la explotación en las ya semidesiertas

~ --.-::ia de El Tocuyo se convierte, al nacer, en la primera base de opera-


:'!!almente fundamental, constituida en Venezuela adentro; allí arraiga
==-~dad que no seguirá la suerte eflmera de otras varias; de ella par-
- ~ Adelantados al frente de sus pequeñas y medianas huestes -"Ex-
+ -s-"- y fundarán otras "ciudades" en distintos puntos del pa1s.
_ ___ a:iios después de fundado El Tocuyo, sale de allí, en enero de 1567,
:..: :.Osada con sus compañeros; siete meses después funda a Caracas.
,,......a antecedencia, en el estrecho pero ameno valle del Guaire, un mesti-
_:=~cisco Fajardo-, viniendo del oriente, plantó el primer establecimien-
.:.::-:10 de la comarca: San Francisco.

:.=:es de que los hombres de Losada erijan en tierras de los caracas la


----.11..".:l de León, futura gran metrópoli de la Venezuela integrada, han que-
=- pie los embriones de Barquisimeto, Valencia, Borburata, y también

~ conquista de oriente prosigue con distintas avanzadas, cuyo centro


- .,.:w es Cumaná, así al fin denominada desde 1569, por decisión de Diego
:::,az de Serpa.
::-=-z pretendida Gobernación de Paria, para la región más nororiental del
.;;.z :racasado en principio. Desde 1530 son unos cuantos los candidatos a
--::do. Ordaz, Ortal, Sedeño, protagonizan acciones infecundas en cuan-
=--car núcleos urbanos perdurables. Ordaz disputa con Sedeño; la reina
_ .z cu estión . Ordaz buscaba hacia el Amazonas; su objetivo era El Dora-
~ º de Herrera y Jerónimo de Ortal sucederían a Ordaz en la aspira-
- ;3:"!ana .
:?..E::nontando el Orinoco, descubierto por Juan Bono de Quejo, entran
:eios a Guayana; se i.p.ternan hasta más allá del Esequibo. Desde Mar-
54 J. L. SALCEDO-BASTARDO

garita, las Antillas y pueblos de oriente se alienta esa penetración orinoqueña;


a ella más tarde se incorpora con apreciables recursos y en acciones definiti-
vas Antonio de Berrío, procedente del Nuevo Reino; desde allá mismo -de Po-
payán a la Sierra Nevadá- otros han venido para la fundación de San Cristó-
bal, Mérida y La Grita. El occidente termina conquistado desde la Nueva Gra-
nada. Estas varias vias de ingreso explican las distintas jurisdicciones que van
constituyéndose sobre el suelo que será "venezolano"
Para fines de la centuria XVI, tras la inactividad postcolombina inmedia-
ta y luego de la expectativa cubagüense, quedan sembradas, como en una ca-
dena funcional a base de eslabones habitados para alcanzar el pleno imperio
sobre el país: Cumaná, La Asunción, Coro, El Tocuyo, Borburata, Barquisime-
to, Valencia, Nirgua, Trujillo, Mérida, San Cristóbal, Caracas, Caraballeda,
Maracaibo, Carora, La Grita, Barloas, San Sebastián, La Guaira, Pedraza, Gi-
braltar, Guanare, La Victoria, fundadas muchas de ellas sobre poblados indí-
genas.
Así empezó la red urbana que estructuró a la Patria. La geografia gober-
nó el proceso. El primer tiempo fue de las islas; siguió el de la costa; después
fue el de los valles y cumbres aledañas, abiertos y accesibles a la audacia his-
pana. Para el futuro, ha de continuar la penetración con la toma paulatina de
los Llanos, tarea para los criollos caraqueños en los siglos XVII y XVIII; mu-
cho más adelante será la selva, todavía en gran parte virgen para mediados
del XX.
La Conquista marcha, todo el tiempo, contra dura oposición. El apego a
su tierra, la preservación instintiva de sus derechos y su libertad, lleva al abo-
rigen al heroísmo de un combate desigual y sin esperanza. Como los araucanos
de Chile, aquí las varias parcialidades indias coinciden en
EL MEDIO repeler la agresión y en contraatacar sin cobardía. Los
v LA LUCHA bosques tupidos les sirven de defensa, refugio y escondite
para ulteriores acciones: el relieve del suelo, sus factores y
accidentes, determinan no sólo la ruta sino el tipo, la forma y duración del es-
a
fuerzo _conquistador. El ambiente está contra el europeo y favor de su primi-
tivo habitante.
Estos decenios que Venezuela gasta en el inicio sangriento de su forma-
ción, han sido igualmente cruentos en el Viejo Continente. Prolongadas luchas
religiosas consumen internamente a los pueblos de Francia (1562-93) y des-
pués a los de Alemania-(1618-48). Entre España y Francia, encabezan Carlos
Vy Francisco I, y luego Felipe II y Énrique II, de 1520 a 1559, una guerra aso-
ladora. La reacción de la Iglesia contra el protestantismo se radicaliza; el Con-
cilio de Trento se instala en el mismo año de la fundación de El Tocuyo; poco
antes, la Compañia de Jesús entra a la batalla de la Contrarreforma (1540).
Inglaterra entre tanto marcha segura hacia su fortalecimiento, en la segunda
mitad del siglo XVI, bajo el largo e importante reinado de Isabel Tudor ( 1558-
1603).
Tremendo capitulo de la violencia en la cruenta aurora de Venezuela es
el de los piratas, corsarios y bucaneros. En el propio 1500 encontróse Ojeda
HISTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA 55

~ ::iarco de ellos, proveniente de Inglaterra, en el golfo de Coquivacoa; se


_ ::..::i otros casos en 1519 y 152 7; desde la década que empieza en 1560 se
----"-' -can las incursiones inglesas, francesas y holandesas. Contribuyen a
- e· incipiente carácter nacional los ataques capitaneados por bandidos,
-=::a---c.dos y crueles, como Jacques Sorés, John Hawkins, Jean de Bon
John Lovell, Andrew Barker, John Myddelton, Walter Raleigh, John
Amyas Presten, cuyo heroísmo - inflado por una literatura sin solvencia
- - es francamente cuestionable; en efecto, sus acciones jugaban con la
=-=esa, y tras ésta la rápida huida; las poblaciones eran minúsculas, casi ab-
-=:ente inermes y tenían distancias enormes entre si. La violencia piráti-
_..:.:ta, pese a todo, un factor aglutinante: obliga a deponer recelos y senti-
~ particularistas en aras de una solidaridad forzosa, y muestra la nece-
- ::- las ventajas de la cooperación entre vecinos. En el martirio, como en la
->cia y en el rechazo y la derrota de los corsarios, se afirma la valentía
x!Jlador de Venezuela. Fortalece al catolicismo de la naciente sociedad la
.agresiva de los protestantes - más oscurantistas yfanáticos que los reac-
i.--:os cortesanos de Felipe II- que destruyen imágenes, queman templos y
=.:oz;i.n en sacrilegios. Hasta precarias "ciudades" de tierra adentro llega
_;.e de la piratería antihispana. Pero a cada desembarco devastador, a ve-
~--:ios en un año, y en total más de treinta entre 1519 y 1595 en nuestro
!riente, españoles y mestizos reconstruyen su asiento y restablecen su
..!l.Stitucional con desafiante y brávo espíritu de arraigo.
En cuanto a los indígenas, incluso los grupos de condición pacifica, cho-
- ::ontra la gente de España. Siguiendo por instinto un plan ofensivo que po-
- eStimarse como piratería vernácula, los caribes asaltan poblados costane-
ievolviendo la destrucción que a ellos se les impone; provienen especial-
-=-:e de la isla Dominica, otros son cumanagotos.
En todo este dificil siglo de la Formación, la lucha se mantiene, no amai-
To América, sólo en aquellas comunidades organiz11das y jerarquizadas,
::.ce la posesión o quiebra de la cabeza implicaba la sumisión general de ex-
:::.:.os grupos -tal el caso de México o Perú- , la conquista fue rápida y certe-
- :;irecisamente se asestaba el golpe en el centro rector y motor de la socie-
-"'. Con unos seiscientos hombres, y en dos años y medio, Cortés conquistó a
meo. En el suelo de Venezuela no había otra posibilidad para el dominio se-
_--o que la derrota o aniquilación, una por una, de las tribus existentes. Más
-= guerra, er a como una cacería .
Para tranquilidad de su conciencia formalista, sensibilizada por los prin-
-~s y las teorías, y muy dentro del estilo hispano de la época, los conquista-
:-es denominan "justa" la guerra de exterminio que han desencadenado. En
bagaje, y con sus armas, traen un ampuloso "Requerimiento", obra delco-
~ do jurista Palacios Rubios, promulgado por el rey Fernando, y archivado
:::::. :a Casa de Contratación sevillana, la cual suministra las copias. El Requeri-
- ;mto, cuando no hay traductores, debe leerse a los indios en castellano, an-
.es de empezar el ataque. El texto, curiosa mezcla de teología, jurisprudencia
=andidez, narra solemnemente la historia desde la creación, y resume la te-
:.;s jurídica reaccionaria contra los indios; se les dice que hay un Dios en el cie-
56 J. L. SALCEDO-BASTARDO

lo, y un Papa, Vicario suyo, en la tierra, quien ha dado América a los reyes de
Castilla, de los cuales son ellos - los indios- vasallos; que vengan en su obe-
diencia y que si no, sepan que se les hará la guerra y resultarán esclavos.
El formulismo no siempre se cumplia. A veces la lectura se hacía desde la
cubierta del barco al aproximarse a la costa; otras desde una o más leguas de
distancia, o en medio de los bosques y poblados vacíos. La obvia no respuesta
de los indios, su pasividad o la huida temerosa ante el inusitado espectáculo
del discurso y de la abigarrada comparsa, era el pretexto para desatar la agre-
sión.
La doctrina de la "guerra justa", con su triple exigencia: de que sea de-
clarada por la autoridad competente, para castigar la culpa del enemigo o
para obtener de éste la debida reparación, y desenvuelta con ánimo recto, la
formulan los pensadores hispanos sobre ideas del Doctor Angélico, antes desa-
rrolladas por primera vez por San Agustín. En la práctica sobrarán falsedades
y explicaciones acomodaticias para hacer ostentación de observancia de los
requisitos; la teoría asaz prodigada pasará a encubrir la campaña de desola-
ción y de crlmenes, ya puesta en acción. Se estima hoy que, en todo el conti-
nente, algo más de dos millones de indios, una sexta parte de un total cercano
a trece millones, fueron aniquilados.
Pero la hoguera trágica no consume solamente indígenas. Las rivalida-
des, odios, envidias y traiciones entre los propios adelantados y sus secuaces
están a la orden del día. La codicia, la ambición y también el idealismo, se crq-
zan en el nacimiento venezolano. Interminable es la crónica de las oposiciones
entre los conquistadores, para defender o acrecer sus derechos, sus títulos y
privilegios. Cada uno aspira absorber a los demás. Las jurisdicciones vagas e
indeterminadas, los conflictos por cualquier causa, los cambios de nombre de
los lugares, los sucesos cotidianos, todo complica la situación. Cualquier senti-
miento de bien es un lujo dificil en las soledades selváticas, inmensas, lejanas
y perdidas de América. Es la hora de la fuerza desnuda; la meta es El Dorado
y nadie quiere llegar tarde. Juan de Carvajal, falsific,ador de títulos, decapita
brutalmente a Felipe de Hutten y al joven Bartolomé Welser; a su turno, la jus-
ticia da rápida cuenta de Carvajal en su ceiba de El Tocuyo. Es una orgía de
bravura, sangre, torpeza y sacrificios, unos estériles, otros muy fecundos. En
pocos lustros, un puñado de valientes españoles ha hurga-
do un mundo extenso, abierto senderos, fundado pueblos y
PASIONES
Y ESPERANZAS
echado los cimientos de una patria. Importantes nombres
de estas jornadas fundamentales y heroicas, además de los
recordados, son: Juan de Villegas, Garci-González de Silva, Juan Rodríguez
Suárez, Pedro Malaver de Silva, Vicente Díaz, Diego García de Paredes, Alon-
so Díaz de Moreno, Juan de Maldonado, Alonso Pacheco, Francisco de Cáce-
res, Juan de Trejo, Gutierre de la Peña, Cristóbal Cobas, Francisco Infante,
Andrés Varela, Sebastián Díaz, Gonzalo Piña Ludueña, Diego de Osario, Juan
Fernández de León, Francisco Loreto. Junto al español que sueña con el regre-
so a la península, para deslumbrar con la riqueza y la fama conseguidas a los
que allá quedaron, viene también el que aspira hacer aquí su vida y empieza a
formar en este suelo su nueva heredad. Caballos, toros, asnos, semillas diver-
HISTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA 57

:;::antas, flores, frutos; los útiles de la metrópoli son trasladados a la nueva

?oco influye ep. esta determinación de permanecer y arraigarse, el que la


~ sea pobre, con poco oro y ninguna plata, el que la costa sea árida y tan
~ y expuesta a mil peligros. Apenas perlas, sal y esclavos son los bienes
?:: un principio se ofrecen, pero sobre la escasez y la miseria hay siempre
eS?9ranza.
:lecuerdan las crónicas la presencia empavorecedora y fantasmal de
rle Aguirre - "el Tirano". Digna de admiración es la formidable hazaña
de los desplazamientos de este vizcaíno alienado: desde el Perú hasta el
~ Venezuela, a pie por entre la selva, con muy pobres medios para la na-
-ó:l fluvial, cruzando cumbres, sabanas, pantanos, sin dotación y ni si-
-::. un mapa, en desafio extraordinario a los elementos y en un alarde cie-
c..e resistencia humana. Personaje extravagante y pintoresco, excelente
_:a ficción literaria, Aguirre se crece tuteando al monarca, aplicando su
--:-o bárbaro; cometió numerosas tropelias, y con su muerte, trágica como
-- existencia, ratificóse una vez más el universal aforismo de que el cri-

~ la empresa de la Conquista cumplen un gran papel los negros; su


-;.a. resistencia y coraje son esenciales para la exploración de una tierra
- :a de Venezuela. A la gesta conquistadora se suman también los mesti-
_ :re ellos sobresale en este crucial primer siglo, Francisco Fajardo, pro-
-: :actor del proceso, viril y tenaz en el inicio de la forja de su propia na-
-=-:a~d:ad. Su inteligencia y sus dotes políticas han sido muy elogiadas. Se le
_-::-,--e hasta la fundación de Caracas, pues su hato de San Francisco
-""=--=.. expresión de su constancia pacífica y de su aptitud negociadora ante
_e:ndos aborígenes del centro, es de los primeros poblados en la zona
~ ocupa la capital de Venezuela.

e~ la fundación de Santo Tomé de Guayana, un lustro antes del siglo


~cia diciembre, sobre la plaza militar establecida en el Orinoco, casi
~ !a fase esencial -la más dura- del proceso de revelación, llegada, po-
~ radicación de los actores, el cual permite en lo inmediatamenté veni-
.:=solidar y perfeccionar la nación en cierne. Unas cuatro décadas más y
~a (1 2 de febrero de 1638) marca lo que podría considerarse fin de una
- ~ase de la acción conquistadora; transitoriamente habrá allí la capital
gobernación, la de Nueva Cataluña; pronto vuelve a la dependencia
-;;sa_

:--.=:_-a el siglo XVII esta violencia parece agotada, inútil la alocada perse-
::e El Dorado, grande el desengaño ante lo que pareciera una burla con-
ce todos los grupos indígenas; en 1546, el ecuánime y escéptico licen-
=~ de Tolosa se atreve a cuestionar el mito áureo "por las grandes
58 J. L. SALCEDO-BASTARDO

mentiras de los indios". 13 Se ha de imponer luego una nueva actitud, una men-
talidad ya mál, serena; otro tipo de acción constructiva presidirá la etapa ve-
nidera de la paciente creación del Nuevo Mundo.

13. Cf. Friede: Los Welser, p. 106.

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