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J.

Jijón y Caamaño

Una gran marea cultural en el N. 0. de Sud América.


In: Journal de la Société des Américanistes. Tome 22 n°1, 1930. pp. 107-197.

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Jijón y Caamaño J. Una gran marea cultural en el N. 0. de Sud América. In: Journal de la Société des Américanistes. Tome 22
n°1, 1930. pp. 107-197.

doi : 10.3406/jsa.1930.1060

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UNA Gili\N l\1AREA CULTUR1\L
EN EL N. o. l)E SUI) 1\:\ltHICA,
Pon J. ,Jl,JÚX Y CA.-\.:\·L-\�O.
(Lúniintts XVI-XXV/JI;.

En los postreros años, los progresos de los estudios de la prehistoria


americana han venido a comprobar la existencia de antiguas vincula-
ciones entre las civilizaciones indígenas de la por-ció n set.e nt.r io nn l del
continente y de la América del Sur, consideradas, hasta hace algún tiempo,
por muchos irivesfiguclores corno dos campos separados, en donde, por
propio esfuerzo o influencias del Viejo Mundo, se habían independiente-
mente desarrollado las civilizaciones precolombinas del grupo nahuall y del
grupo quechua, gentes que, al tiempo del descubrimiento, eran Ias depo-
sitarias de lo que podemos llamar la flor de la espiritualidad india y los
sostenedores y alma de los dos grandes imperios precolomhinos, el con ,
quistado por Cortés y el que a Pizarra cupo en suerte dominar.
A esta concepción fragmentaria de la historia de la e vol uc ióu prPco-
Iornbiua del hombre americano, apenas si se oponían las hipótesis at.rov i­
das de los americanistas de primera hora, de las que hay que decir que,
si algunas fueron chispazos de genio, en su mayo1· parte no eran mús <{Uf'
deducciones atrevidas de hechos aislados, cuyo valor hi stór ico era comple-
tamente desconocido.
Y no podía ser de otro modo. El conocimiento del pasado prccó lom-
bino del hombre americano carecía de profundidad. Era, <ligamos, una
extensa llanura en que aparecían confundidos una multitud de ti pos Iixicos ,
una infinita diversidad de lenguas, un ubigru-rado laberinto de arles Ioculos
apenas en Méx ico y en el Perú, las tradiciones hi st.óricu s , discordantes,
complejas e impregnadas de mitos, recogidas por los cronistas castella-
nos, permitían vislumbrar algo de la profundidad h is tór ica de aquella
superficie, en que todo parecía de sord e n y caos.
Digárnoxlo sin· ambages, la etnografía de cuul qu icr país americano,
antes del desarrollo de las investigaciones ar<1ueolúgicas de criterio
hist.ór ico , era, para el americanista, mucho más compleja que para r-I
conquistador o misionero del siglo x ,-1. Citemos un ejemplo, el P<·rú :
en las vitrinas de cualquier gTan m u seo , se v e in n mozcludos artefactos de
108 SOCll�TÉ DES A \IÉRICA�ISTES IJE PAHIS

los tipos mus variudos , provenientes de los mismos lugares, dando la


irnpr-esióu de un infinito florecimiento de artes locales; pues, la explota-
ciún comercial de los antiguos cementerios había revuc-lto las di versas
capas culturales y presentaba junto lo que había sido la obra de distin-
tos siglos.
Las leyendas hi stór­icas , recogidas en los primeros años de la coloni-
zación espuñolu , no eran guía segura. La tradición oral no alcanza más
que un pet-iodo bastante corto, tras el cual desaparece la historia absor-
bida por el mito ; por otra par te , aquellos relatos habían sido recogidos
cutre las tribus que en el último tiempo hab ían ejercido la hegemonia
político-militar, - Incas, Aztecas -, y es bien sabido que los guerreros
triunfantes procuran acumular en sí toda la glo1·ia, apocar el mérito de los
vencidos y reducir toda la historia a la suya propia. Manco Cápac, según
la tradición cuzqueña, había sido quien sacó a todos los antiguos peruanos
del salvajismo ; y ésta era la historia oficial, aun cuando, por todas partes,
las piedras hablaran de antiguos esplendores. Pachacútec o Viracocha
aparecen, en las narraciones de todos los cronistas, como los organiza-
dores sociales del imperio. cuando la orgnnización , sin duda, preced ió ,
en gran parle, a su Iundnción, por cuanto esta gloria debía pertenecer
al aillo vencedor, cuando el cetro, en su tiempo, pasó de llurín- a Ha nán-
Cuzco. Hay, además, que contar con el sincretismo religioso e his tór-ico ,
del que tenemos algunos ejemplos muy notables : en la cosmogonía incaica,
tal cual nos la narra Betanzos , por ejemplo, el dios supremo, el creador
es Il ln-Con-T'it.i-Virncochn , y Viracocha es también Pachacámac, de modo
que, en una sola divinidad, se fundieron varias distintas, originarias de
pueblos di versos. Pero no bastó esta síntesis, pues hay claros indicios de
que, al tiempo de la conquista, principiaba a fundirse yá la personalidad
de Manco Cápac con la del dios Viracocha ; y, en relatos recogidos en
la periferia del imperio, como en Lope de At ie nza , la confusiún se inicia
yá con los Incas histúricos.
Así, pues, sólo la e xca vació n metódica de los yacimenlos precolombi-
nos y la clasificación cronúlogica de los artefactos de ellos extraídos,
basada nó en interpretaciones teór icas , de acuerdo con supuestas leyes
rígidas de evolución, válidas quizás en ciertos lugares, aún mal conoci-
das y siempre discutibles, sino en hechos concretos bien observados,
pueden permitirnos conocer la sucesión histórica de las distintas cul t.uras
americanas, dar profundidad y orden a lo que a primera vista aparece
como una caótica llanura.
El factor tiempo no puede descuidarse, si se quiere resolver científi-
camente el problema del origen y desarrollo de las culturas americanas.
En su Pstudio se han seguido y se siguen aún dos métodos, a nuestro
C.:\A ti HA.:\ .\IAHE..\ CL LTCHAL lOU
modo de ver, incompletos, si no equivocados, por prescindir de la n oc ió n
de í.ieru po.
El primero es el ,¡ue pudiéramos. llamar descr ipt ivo : se recogen y ana-
lizan los restos pr-ehi stóvicos , monurncn tos , artefactos, to pon im ios o
esqueletos de zona determinad:.., a veces, muy grande, y se los estudia
como si todos fuesen coetáneos : el cuadro que así se obtiene de la
cultura aborigen será por deruá s abigarrado; la cerámica maestramente
pintada o el tejido de tapicería a pa rcce rá n junto al dclun lal de totora o
al hacha estallada. Los libros en que así se procede se rvirún de arsenal
para futuros estudios ; pero la pintura que en ellos se hace <lcl pasado
amer icano carecerá de verdad y hasta <le lógica.
El segundo es el que podemos llamar yeo,qrúfico y representa un gTan
adelanto sobre el anterior: en él se examina la d isper-sión en un úrea, pre-
concebida por el autor, - que bien puede ser una div isión que no coincida
con un territorio cul tura l , por sobra o falta de ex tcnsión , - de los diversos
tipos de manifestaciones culturales que se encuentran en el sitio que se
estudia. No hay dudu de que, en tal caso, el conocirn ien to científico que
así se adquiere es mucho más exacto que el ohtenido con el método ante-
rior; pero es aún muy imperfecto, especialmente si se da cabida para la
e xpl icación de los hechos observados a la hipótesis gratuita, según la cual
ha de buscarse PI origen de una costumbre en la tribu más rudimentaria
en que se encuentre.
Este método revelará la existencia de una serie de influencias mutuas ;
pero no podrá decirnos ni la di rección ni el origen de las mareas cultu-
rales, a menos de apoyarse en estudios inspirados por el criterio
histórico.
Los estudios americanistas debieron pasar necesariamente por la etapa
puramente descriptiva, y todavía lamentamos la folla <le trabajos de este
género, que traten <le grandes regiones aún incxplor .. ulus : Colombia, por
ejemplo, bien ,¡uisi<�ramos que fuese recorrida en su totalidad por un
arqueúlogo, que fuese de valle en va Ilv , de pueblo en pueblo, corn pt-audo
las antiguallas ex.traídas de los huacales, y describiese, luego, lodos los
tipos conocidos, catalogando los lugares en 4uc los consiguió. Trus la etno-
grafía arnei-icuna descriptiva, hubo de venir la ctnogcog-rúfica; pero tiempo
es yú. de que se generalice el estudio de criterio histórico, únicamente
pei-mifido al que revuelve la tierra, ahre sepulturas o excava monumentos;
pues sólo t.�l poclrú convertir las e lucubr aciour­s del amcricnu ismo en
hi pó tesis cien líticas.
Pues es preciso ne perder <le vista que la prehistoria dr-I Nuevo Mundo
abraza muchísimos siglos, cincuenta y cuatr o más que la de Caldea, y
que. duran te estos miles de años, los pueblos cobrizos no permanecieron
I IO SOCll�TI� JJES A.'.\JÉHICANISTES DE PAHIS

quietos, y <JlW las migraciones, guerras e influencias com er-c ial es , que nos
revela el estudio de la prehistoria eurnpea desde los albores de la huma-
u irlud . se ver ificaron también en el hemisferio colombino.
Ful iz meut.o , los estudios arqueológicos de criterio histórico, basados en
hechos hien comprobados por excavaciones melódicas, que principiaron
en el Perú, hace yú más de treinta años, se han ido generalizando poco
a poco, por lo que hoy son varios los países acerca de los cuales tenemos
una cronología prehistórica, poco más o menos completa, con sólido fun-
damento cie n t ifico : por ésto, podemos hoy afirmar, con certeza. que exis-
tieron an ig uas vinculaciones entre las culturas indígenas de las dos Amé-
í

ricas que el istmo <le Panamá separa, y hasta podemos determinar algu-
nu s <le las diversas o la s v marcas culturales que se sucedieron en el tiempo
y co nl.ri huv er-ou a dar al mundo descubierto por Colón la fisonomía cul-
tural que presentaba en la época de la conquista española.
De una ele estas mareas queremos tratar someramente en este estudio,
de la que produjo la civilización que llamamos de Tuncahuán, por haber
sido és t e el sitio en que, por vez primera, pudimos estudiarla metódica-
mente ; pero, antes de entrar en materia, parece conveniente recordar
algunos hechos, cuyo conocimiento es indispensable para la exacta com-
prensión del asunto.
. ,.

Fué , si no estarnos equivocados, Lothrop , quien primero puso de mani-


fiesto el significado cultural de las estatuas <le piedra de un tipo especial,
que se encuentran en la reg ión de los lagos 1 y que habían sido yá descri-
tas por Squier 2 y Bovallius :1.
« Las estatuas, a que nos referimos (Lám , XVI, 1-15), son de cuatro a doce
pies de alto, representan seres humanos, asociados a menudo con una forma
animal. Una de sus características es la base en forma de columna, con un
sencillo capitel en el que descansa la figura. Varios tipos dignos de estudio
deben ser notados. Uno, la forma más común, es una figura humana de
pie, que lleva ordinariamente un lagarto en su espalda y hombros. En ótro,
el hombre estú sen lado y lleva en sus hombros la cabeza del animal ; la
tercera variante es aquella en que la figura humana tiene un animal o sólo
su cabeza entre cuyas fauces a parece la cara humana.
« En · estos tres tipos tenemos evidentemente una serie de desarrollo,

J. I .oTIIHoP (S. K;. Nicarsuju a ston» stntues, American Anlhropologist. N. S.


Vol. XIII. Lunca ster , Hl21, p. :31:t-31U.
2. SQt:IEH (E. G.:·. !'ilicarayua.: its people, scenery, mon umerüs an d the proposed
in terocen n u: cnnnl , Lo nd on , :18:J2, Vol. I, p. 301-32,; Vol. 11, p. 33-68.
:l_ Bo,·.\1.1.n:s 1<:.-1'1, • .\'ic:.tr:.tfJU.1.n Arüiq a ities , Stock holrn , 1886, Iám , :1-32.
111

pues la est.i l izac ión de la forma animal se verifica por la el im inació n de las
partes hasta que só l o subsista la ca beza ... Se notará que esta serie está
daramenle relacionada con una concepción n1aya ,v mexicana, pero difiere
en un detalle importante : en el arte de los pueblos mexicanos y mayas,
la figura n ninuil es
representada con una cabeza humana entre ln s fauces.
en las estatuas de Xi curugua , figura un sér humano con su ca hezu incluida
entre las fauces del animal que él lleva en sus espaldas » f. l Iuv , adernús,
otros tipos, entre los cuales el mú s importante es ac¡uel en que la parle
inferior de la cara e stá cubi er tn con uno corno pico de pato. y que recuerda
muy de cerca la estatuilla de Tuxlla "!, que, sin ser del territorio maya,
lleva la i nscr-ipc.ión rná s antigua que se conoce de este puchlo, a eu_yo
arle típico es e v irle n l e que no pertenece; por lo cual, hay <1ue ver en ella
el ejemplar único ele la cultura preimperial. La fecha de cstu inscripción
es 8-6-2-í-17, que, según los córn put os de :Morley, corresponde ni añ o U7
a. dc J. C. :i. La estatuilla de Tux tla asernéju se , a su vr-z , por su ejecución
y trazo, a una clase de estatuas gra11dcs de piedra que se encuentran en
el altiplano dl� Guatemala : pero no es sólo allí en donde se hallan irná-
g-encs netamente emparentadas con las del lago de Nicarng ua, a cuyo
grupo pertenece la famosa figurilla de jade de 'I'ux t.l a ; su dis tribución en
Centro América es extensa, según se ve por la siguiente lista que toma-
mos de Lothrop :
« En .Yicarar¡ua: Acoy apu , Alta Gracia, Blunose, isla de la Ceiba,
.Juigalpa, Los Angeles, Los Cocos, Los Corales, islas :\fodcira y Mascar-
rá n , río Mico , Mornotombo , Nan<laime, Norome, Pe nsacola , río San Pablo,
San Pedro ele Lobago, cerro Santiago, Solentiname, Tancahuela, Tierra
Blanca, La Virgen, punta de Sapote, punta de las Figuras y El Amado
en In isla Zapa tero.
(( En Cost.« Rica : Boquerones, hacienda Santa Hosu , Punarná , bahía
de Salinas, Siete Cueros, .Jiménez, Las Mercedes.
« en Horul u ras : Tegucigalpa, valle de Ulúa , La Florida, China mi te,
Quesal teca, río Guarnpu, El Patato, ríos Putuca .r Cuy ame l y Copún.
« En Guatemala : finca Arévalo, Sta. Cruz de Quiché.
« En .lié.rico: Cornit n » á

l. LoTIIHOP (S. K.i. Pot ter u o]' f,'()s/:1 Ricu n rul .\'ic:u·:i!/lt:t. Co nt.r i bu iou s f'rom t h e
í

Mu scu m of t he Amer-ican Ln d i a n , Ll e yo Iou ndu t ion . vol . VIII, t. 1, p. !IJ, Ne«:


York, J !)26.
2. 11 oun:s : \V. 11. . < J n. :t ne pl« rile st« l uett e (rom. San . \ rul rés ,fo Tu .ct fo. V ern Cru : ,
.\lexicu. Am .. \ntla. �. S. Vol. IX, Lancastcr , rno,, p. ti!H-,01, lá m . XXXV y
XXXVII.
:�. l\10111.1::Y ·'.S. G.·. The in.scri pt io n« :zl f;op:,n. \Yasliinglo11, 1�20, ¡,. ít,:i-;i36.
·L LoT11no1·. J>oll1•r!1,l!lc., l. I, p. !1:1.
112 SUCIÉTI� IJES .UI ÉHICA'.\ ISTES DE PAHIS

De éstas, las mú s i l usl.rut.i vas son las del va lle de Ulúa y las de Copún:
la primera, por cuanto su aspecto con trust a con el de los numerosos res-
tos m.ayas <¡ue a su der redor abundan, lo que hizo sospechar a Gordon
de que se trataba de un artefacto de época anterior t ; y las de Copán ,
por haber sido encontradas en los cimientos de dos estelas fcchndns , la
una <fUC lleva la dala fJ-1 í-0-0-0 ( .\ D t!'i2), y la ót r-a la de H-17-'12-13-
0 (A D :i2:J,i, lo c¡ue, como hien lo dijo Mor lev , ev iden cia ha que, antes
de la erección de Co pán (una de la s más v1eJas ciudades del an tiguo
imperio, cuyos primeros monumentos en estilo maya datan del siglo III),
el lugar bahía sido ocupuIo por los escultores de rústicas estatuas en que
parece difícil reconocer los antecesores de los que cincelaron las estelas 2•
Tenemos, así, un estilo que se e x te ndió desde México hasta Costa Rica,
cuyo paso por el territorio maya, podemos afirmarlo con certeza, se pro-
dujo antes del a110 1 ;iO de nuestra era, y que, por otra parte, estaba aún
en apogeo en el siglo I antes <le .Iesucr-ist.o , época que influye en la con-
cepción de la estatuilla <le Tuxtla. En este lapso de 2:;o a íro s , se produce un
movimiento <le pueblos hacia el sur. La familia lingüística maya se divide
en (los grupos: el )laya propiamente dicho, repartido en varios dialectos,
hablados en un territorio continuo, en el mismo en que florecieron las civi-
lizaciones ele l imperio antiguo, la época de co lonizac i ón y el imperio
moderno; y el 1-Iuazteca que se habla en la costa del golfo de México, desde
Veracruz hasta San Luis de Potosi, y, a alguna distancia, en el interior
del Estado de Tnmnu li pas . Al g-I'upo hunzt.cca filol.',gicamente pertenece
también el dialecto tzikomuseltec, usado en el S. E. <le Chiapas, aun
cuando geogTáficamente se una al grupo maya :1• Ahoru bien, o los Iluaz-
tecas son la avanzada de una migración de Sur a N orle. di rección seguida
por este pueblo en el período de colonización intermediario entre el anti-
guo imperio y el moderno, o son los rezagados en un movimiento migra-
torio hacia el mediodía, como el que se produce después de la caída
de Maya pá n. Lo segundo parece 110 sólo más probable sino seguro : la
cultura h uazteca difiere notablemente de la maya, lo que yú indica
su separación del tro nco común, antes de que ésta se constituyera
definitivamente en la forma típica, aun cuando todavía algo arcaica
en que se presenta en los mús antiguos monumentos (Caxactun,
Uolantun, Tik al , Copán. Plaquita de Ley den ) ; los Iluaztecas no
poseyeron la escritura maya, lo que manifiesta que se separaron cuando

1. Go111>1J'." (B. G.,,. Hescarchc« in tite Ulon valley, Hotul uru», :\Icmoi1·s of t.hc
Pcabod y Mu scurn , Hnr vurrl Cniv,�rsily. Caiu ln-idjro , Vol. I, :-.;o. ·l-, 18«J8, p. 12.
2. :\Ion LEY. Op. cit., p. ­í­21 .Y -í-2:.!.
:1. Hn·1:T iP.;. Lan!JllCs ..unéricuince , En :\IPilld el Coiten. Les La11�11�s d u Monde.
Pa ris , 1 !12-í, ¡,. 1130.
PL.,:-.:<:111. XVI

7 \1

11 1 :! 15

17

1!1

Estatuas de piedra. - 1-3. San .vndrcs de T'u x t la , .\1éxico; 4, 6, 11-15. Isla Zapatero,
Corn it.iri, id.i , Houdur.is ; '), lo,
.\Lxico dcp Cop.in
aaua ; 5. ; 7.

Nicar L, lIor . de , Fmca Aré va

Guatema ia ; 8, !O. Cop.i n , Honduras (Lothr op. Pottcr v ; etc .. , op. cit., t. l , l.irn . IV, VI, VII¡.
16-18. San Agustín, Columbia r Pr cuss. Bcr icbt , etc ... , (lp. cit ., Zeitschr ift íur Ethnologic, t. LII,
p. IOO, fig. 5); Inga-pirca, Cana r , Ecuador (Musco j ijón y Caamano, Quito).
Soc:1i'­T1·_ 1>1.­.., :\.,11 .. R!<:.\'-:I'-.TJ·>, r930. Pr.x xcn r: XVII

Período de Proto-panzaleo 1 (J·:..:u:1dor).


1­1,>. \l.1..:.i;í. L·L·:·,:1 i 1. S.1:1u Elena, ccr c.r de .-\111l·.1!0 (Tu11gur.1;1ua).
,le: l{:ol,.11111,a (Chi111l·or:110¡;
P1.A�c11F XvHI

Periodo de Proto-panzaleo 1 (Ecuador}. - 1-2. Guano (Ch imborazoj ; ; :\1:lcaji < Chi mboruxo :
7. Tunguipampa (cantón Pillara, Tungurahua).
Período de Tuncahuán (Ecuador). -- 4. El Angel (Carchi); S, 6 . Ma nt.; r\tanabíJ.
Período de Proto-panzaleo 11 (Ecuador). - 8. Santiago (Lojaj ; 9. Chiriqui (Pana m.i].
P I,\:\U I i XIX

12

14

Período de Proto-panzaleo 11 (Ecu.idor r. ­ 2. Sant i.u;o I l.oj.i j ; 1, 3-1 1. \hnL1 ( .\f..rnabi).


P 1 .x:«:u E XX

:1

Período de Tuncahuán ! F-.:ti.1,lor:.


1-6. U :\ngcl (Ca rc h i i.
Socnrr i: DES A;-..11::RICAXISTEs, r 930. PLA�CIIE XXI

11

Período de Tuncahuán (Ecuador).


1-11. El Angel (Carchi ).
Socnrr i; DES A�U�RICA�ISTES, 19 30. PLA�CIIE XXII

Período de Tuncahuán (Ecuador).


1-9. El Angel (Carchij.
Pr.\�c:111· XXIII

Período de Tuncahuán (Ecuador)


1-9. El Angel (Carchi)
So(_11 11 J>L:) A.,:i'é1w:_,,;r·-11.�, 1930. PL\:--..-C!,E XXI\'

Período de Tuncahuán , L.:u¡¡dor).


r­ro. J­.1 :\11:..;cl ( Cu rc hi ).
¡;
7

Período de Tuncahuán ( Ecuador).


­ i. lJ /i.n:_;d (C.:rchi¡; ó. Nar no (Ca uar ) ; 7-11. [ovacshr (Ca úar j .
!I

11

Período de Tuncahuán (Ecuador}.


1 - 1 3. - Man ta (\lanah¡.
Pu�r.llE XX \·11

\1
Socn.ri: DE<; .­\�1f.HIC\�1c;­rEs, 1930. Pu�u1E X.XVIII

Estilo de les sellos. - 1 - 5, -; , ro. 12. Man ta (\Lm:1!,í:


Período manteño. -- fi, 8, 9, 1 1, r >· Ma nt a (Mana i í >
Estilo de las sillas de barro. - q. �arrío (Ca nar ).
l"'.'i'A GRA'.'i' :\JAREA Cl"LTCRAL 113
aún no se había inventado ésta 1, lo que sucedió; por lo menos, uno o
dos siglos antes de nuestra era i 8-fi-2-1--17 ; 97 a. de C. : Estatuilla de Tux-
lla); la estatuilla de 'I u x t la no proviene ni del territorio maya ni del
huaztcca, sino de la reg·iún intermedia (Sur del Estado de Verncr uz}, que
debieron rPCOITer los :\layas en un movimiento m.igratorio hacia el sur,
después de separarse de los lluaztecas, en cuya regiún vivían, al tiempo
del descubrimiento, gentes que hablaban un idioma nahuatl y los Totona-
cos; esta figurilla de jade, netamente maJa por la inscripción que lleva,
en su ejecución y estilo no es aún maya, sino, como heruos recordado,
emparentada con el arte que conocemos por las estatuas de Nicaragua.
Llegamos yú a la comprobación de dos hechos :
A) Una migración X cuya d irecció n ignoramos, que extiende un tipo
uniforme-estatuas del estilo de las de �icaragua - desde México hasta
Costa Rica, y que atraviesa el territorio may:, antes del año ViO, cuyo
florecimiento se nota aún el a ño 97 a. <le C.
B) La migración maya <le �. a S., <¡w� deja rezagados a los Huaztecas
cuatro o cinco siglos, por lo menos, antes <le nuestra éru, que se encuen-
tra en Ver-acr uz por el afio 100 a. de C. y que llega al Petén , con una
ci vi lizncióu yá formada, en el pr imcr siglo de nuestra era ( año 96 d. de
C. 8-14--10-13-'t;;; estela 9 de Uaxaclun). El período de cinco o seis
siglos podrá parecer corto para la formación de la cultura maya; pero,
seguramente, nadie lo tachará de excesivo. Hay dos fechas ciertas : la
de la fundación de las grandes ciudades, y la del estado intermediario del
jade de Tuxtla i.
1. La influencia de un pueblo en ót ro, ni siquiera la debida al establccimien lo de
una colonia de mercaderes, supon,! de uiodo necesario la t ra n s m is ió n de la csc ritu ra ;
pero no se comprende cómo pud iern un pueblo, al Irncciouo rsc en <los, con ser var
la una mitad el conocimiento <le la e scrit u ra y carecer de ella la ra . ó í

2. Las fechas más an t igua s mayas, que pnrecen ser las de los monumentos en que
están grabadas, son :
Esla tuilla de Tnxlla X ¡; ­ :! ­· .'¡. 17 �Ji A. de c.
Plaquita de Lcyden 8 H :{ 1 12 ,; 1 ..:\. D.
Unxact un , Estela \J 8 H 10 1 :{ 1" :,
(jlJ A. D.
Ua x actu n , lH 8 11; u u o !Ji A. 1>.
1 !J X rn o o () 'Jí A. D.
-Í- X 18 o o o 1 ;3-¡ A. o.
L'olnutu n , X iX 1 :l ,1 1 1 1 :;11 ..:\. 1) .
t: a x a ct un , 17 X l �J o o o '"- ..:\. D.
1 ;i'
Co¡,ú n 20 !J JO o (J 201.i A. n.

�, o ­ o ­ (J
Tikal !I ·) 21 í; ..:\. D.
Copan 2'1:- :! 10 ­ o ­ o 226 A. D.
l\lOlH.EY .,S. G .•. t n- co rliest 11wy.-i , la tes . XXI·· Cong. l u l. dc s Aurór-ica n i s t cs , Güte-
boq.;, 1 \J:!:i, p. li;i(i.
Societe ,/es Anuirictuiist es de Pu ri«, :,..
11 í �UCIÉTI� J)l<;S A.,1 tHICA;\ ISTES nr: l'AH IS

Tratemos de precisar la m igración X, cuya dir-ecció n parece lúgico supo-


ner fué la misma que la de los :\layas. De varias nos re ve la las trazas la
lingüística en esta. n�giún del continente. Unu de ellas es la nahua, a la
c¡ue se debe la propagación de los idiomas uto-aztecas, representados en Cen-
tro-América por el Pipil de Guatemala y el Salvador, por el Nicarao y Nahual-
taco de Nicaragua, por el Desnguadero y Bagaces de Costa Hica y el Sigua de
Panamá. Según \\raller Lehmunn 1, el Subt.iaba hablado en León de Xica-
ragu.,, y el Maribichicoa usado antiguamente en el río (;uatiguala de El Sal-
vador pertenecerían a la misma familia que el Tlapancco- Y opi de Oa x aca ,
el <¡ue Sapir afirma, a su vez, que pertenece a la familia Ii ngüi sl icu Hoku
de California y Coahuilteca ele Texas y del X. E. de México '2: con lo que
tenemos yá un segundo movimiento, probablemente, en la misma dirección ,
siendo el tercero el ele los Choroteg·ns. Esta familia lingüística en Cent.ro
América estaba representada por los Cholutecas que vivían en el depar-
tamento de este nomhre de Honduras y en parle de la provincia <le San
:Vliguel de El Salvador ; los :\tangues, en la costa pacífica de X icnrugu.i ,
y los Orot iñas , moradores de Xicoy a y los territorios ulcdn ños ; al mismo
grupo lingüístico pertenecen los siguientes idiomas, hablados al N. del
territorio maya : el Chiapaneco que se usa en Chiapas, y el Mazuteco , que
se di vide en tres rumas : el :\laz:1 teco de Guerrero (Tcloloapan ), el de Oaxaca
(Teotitlan del Camino) y el de Tabasco :i.
Tenemos, pues, aquí pueblos desparramados por un gran Lerritot-io , que
seüa lan las etapas de un movimiento migratorio, del que aún se conser-
vaba el recuerdo al tiempo de la conquista. Según Hemesul , los Chiapa-
necos eran oriundos de Nicaragua 1•; Brasseur de Bourbourg dice que, en
un documento qm� él poseía, se aseveraba que los Chiapanecos coloniza-
ron a Nicaragua, mús de mil uños antes del descubrimiento ''; Fray
Grcgorio García narra que los Chorotcgas vinieron de hacia 1" ucvo Méx ico
y llegaron a Soconusco, <londe se dividieron en dos ramas : la únn que
regresó a Chiapas, mientras la ót ra avunz» a Xicar-agua ,;. Para Torque-
mada, (( los indios de Nicaragua y los de Nicoyu ( <¡ue por otro nombre se

-t. L1-:1nr.\N:-. (\Valter). Zenlral Amerikn, l3erlin, -1920. Tcil 1, Vol. 11, p.tll:W-U78.
T'he Holean. :1lfinily o] Su bt.iah« in .\'icara!JIUt.
).

2. SAPIII I Ed ward Am , Au l.h ,

:'.'l. S. Vol. XVII, :\Ienasha, 102:;, p. 402-4:H;, 491-;j:2i.


:J. LE1rnA:-.:-. (\\'alter). Up. cit., Tcil I, Vol. 11, p. ,�Ji-000.
í­. "Vinieron antiguamente de la Prov incin de Xicaragua unas geutcs 11ue cansados
de andar ... se q uecla ron en esta t ie rra de Chiapas ... Ri­:MESAL (Fray Antonio de).
Historie de la Prorincia «le S. Vicenle de Chinp« y Gu atemeln de la orden de nro.
Glorioso Pudre Sarüo LJuminr_¡u. l\la<lrid, 16:W, p. 21Vt.
:_;. UnASSEUn DE Bo unuou nc , Bibliothéq ue me.cico=q u utérnnlien ne, Pa ri s , J8,1, p. �-
fi. "Cucnlan estos Indios, que viu ie ron sus p rogcn i to r es <le h azia Nuevo )fexico,
y l ru xe ro n cousigo <los o tres dioses que adorubau ; y ,¡uc cu la provincia de Soco-
r x.v GJIA� :\IAflEA CCLTLH.\L J 1 ;j

d icr-n :\fongues) antigmunente tuvieron su ha hit acio n cuel despoblado <le


Xoconocheo .... Los de Xico_ya descienden de los Cholotccas ». La inmi-
graci,·,n se dc hió a la opr-es inn de que en su antigua patria fueron víctimas
de parle de los invasores Olomccn s '·
Según Lo.hrua n n , la familia l ing üi st ica chorotegn o ch iaprmeca , tal
como queda dcscrita , no sería mús '{lle una ra ma de la Otom í, a que per-
«uccen una serie de idiomas hablados ('ll un vasto territorio del cen í.ro de
:\h�xico, San I .u is de Potosí, Vc racr-uz , Tlu xcn la, Michoucá n , Guanajuato,
Hidalgo, ()uPrt..'�taro y Puebla ·!.
De estas tres m igrnoi o ues , atcstig·uada por la filología, la primera no
puede ser la X re vo lada entre otros signos culturales por las estatuas de
Nicaragua - ya que se sube es rc l at ivnrn en tc reciente .Y, de seguro, poste-
rior a la fu nclación de Uaxactun, Copán .Y Ti k a l . Hespccto n las otras dos,
la elección es m s difícil; sin embargo, el notable dcsnrr-ol lo cultural de
á

los Chorotegas nos inclina a creer <1ue su avn n cc hacia l sur es el movi-
miento migratorio X, lo que no duda en afirmarlo Lothrop, quien, refirén-
dose al tipo de � icnrug ua , escribe ': « Quién hizo estas estatuas'? Por
varias razones, parece que la respuesta debe ser c¡ue los Chorotegas las
hicieron. En primer lugar, los Muyns , Toltecas, Aztecas y Znpotocas y otras
trihus adelantadas no pueden tomarse en cuenta, tanto por razones esti-
Iist icas , como porque ninguna de ellas, en cuanto se sepa, moró jarnás ,
ni aproximadamente, en el territorio en el cual se han encontrado estas
ctatuus ; por lo contrario, se sa be que los Choroteg·::is ocuparon gran parle
de la re¡;ic'm en la cual Sl' han doscuhicrto ", y todas las estatuas quedan
dentro del hahitat de las mús apar tadns tribus chorotegas. Finalmente,
hay parentesco estilístico directo con los objetos de jade y cerú micu que
se admite son de manufactura chorotega.
« La criscúuu zn <¡ne de estas estatuas de picd ra se deduce es importante,
pues induce a creer que la <le los Chorotegas era una de las naciones m ás
nde lan tudns <le Aruér-ica. en la época más antigua de que tenemos noticia.
Los hallazgos «n Honduras, especialmente los de Co pán y La Florida,
indican que los Chorotegas vivieron allí antes de la llegada de los
Muy as »

n usco Sl� d i v id ic ro n por e icr tas ocasiones en dos pn rt es : la una fup a poblar a la
p1'0\·i11cia dt• �icar:1g-ua: y la o t rn poi,]<', cu lo que a o ra I ln m au pro vi uc ia de Chi apa .
Pa1·:1 po hl a r cstn Ii e r rn , oo nq u i s tu ro n :i los que en ella e sta han , q11c llaman Zoqucs »,
G.\111:1.\ (Fray G1·egori<>J. Ori!Jr>rt de Lo» In d ios . Va le nc ia , '.\J. o<:. \'IJ. p. :;is.

l. To1111ui-;,u1>.\ {F1·ay .Lua n) .. ll1J11:tr1¡11ía i111/i:111,'l. :\ladrid, 172:l, \'ol. 1, l'· :n�.
2. l.i­:mu:­;:­; :\\'alter). 0¡>. cil., Teil 1, \'ol. 11, p. �08-�IO.
:1. Esto no es c x act.o , como luego vc re ru os .
í­. LoT11110P. Pottern , etc ., l. I, p. !J:{ y !H.
SOClt:Tt 1>1·;s ,\_\IJi:IIIC,\:\ISTl·:s l)E l'AHlS

Sean los Subtiabas (lo que pal'cce poco pr obub le ) o los Chorotegas, como
lo afirma Lothrop, a nuest ro modo de ver, con fundam.ento, el pueblo que
e mig ró hacia el sur, dejando, como huellas de su pcrcgr-inaoion , desde
México hasta Costa Hica, y pasando por Copán , a n ícs de la Fundación
de esta ciudad, las esculturas de tipo nicaragüense, el hecho es <¡uc queda
comprobada una migración paralela a la de los Muy as , pero anterior a
ella, de un pueblo que, en tan temprana época, había adquirido una civi-
Iizaciún suficienlemente adelantada para influir en la maya en formación.
De estos dos movimientos migratorios, sabemos que el úno terrninó el pri-
mer siglo de nues tra éru , por lo cual al anterior hemos de concederle,
cuando menos, de ciento a trescientos años de precedencia.
Pero de estos desplazamientos hacia el mediodía que arrastran pueblos
tras sí, no son los citados el único ejemplo � las nacionalidades nahuas de
Centro-América nos proporcionan otro bien notable , ya que fueron allá
desde México, en olas sucesi v as , algunas de las cuales coinciden con la
disolución del imperio tolteca en el siglo XII.
Al contemplar en un mapa la dis n-ibucion geogrúfica de idiomas tales
como el Otomí-Chorotega, el Subtiaha y las lenguas nahuas de Centro-
América, recordando las migraciones de que acabamos de hacer memo-
ria, no se puede menos que suponer que una fuerza expansiva étnica,
semejante a la que, en varias épocas de la historia de Europa, actúa desde
las estepas de Si heria y Husia, obra tum bién en América, e inmediata-
mente se piensa en los Uto-Az tecas que, a su vez, parecen ser empujados
hacia el sur por otros pueblos, entre los cuales saltan a la vista les
Na-dené.
Pero volvamos al interesante tema de las estatuas del tipo de las de
Nicaragua, que no se limitan, como cree Lothrop, al territorio h istru-ico de
los Choro legas, sino que se encuentran más al sur. En nuestro museo par-
ticular se guarda una cslatuilla de piedra dura (Lúm. XVI, 1 U), de unos
treinta centímetros de altura poco más o menos, en todo comparable a las
de Nicaragua; tiene una base a moclo de columna, sobre la que está una
figura humana, nó enteramente de pie, sino en la posición algo encorvada
hacia at rás que se observa en la de la isla Zapa tero 1, y, como ésta, no está
enteramente desprendida de la columna; en la parte superior, por detrás,
en la �spalda y hombros, hay un lagarto, cuya cabeza rota de hió quedar
sobre la del hombre; como en todas las nicaragüenses, se ha tenido cui-
dado de represen lar el úrgano sexual masculino. Esta estatuilla que, si se
desconociera su procedencia, pudiera tomarse por originaria de Cenlro-
América, fué encontrada en la reg ión del Inca-pirca, provincia de Cañar,

J. BoL\LLJC:­,. ()¡,. cit., lú rn , �' 10, 1:!, :n, :,!>-;.


117

Hepúb licn del Ecuador. Uhle encontrú en Chaullahamha (prnvincia de El


Azuay , Ecuador) un fragmento del mismo tipo t ; y el monolito de El Ca<le
', Mauabi ); según los informes que tenemos, presentaría todos los rasg·os
característicos <le las estatuas de Nicaruguu , y hay noticias de que en la
costa ecuatoriana de mú s al sur existen varios semejautes ; la misma con-
cepción , aun cuando un poco má s elaborada, se observa en objetos de cerú­
mica de Esmeraldas, como úno ,¡ue g·uardamos en nuestro musco ( fig. 27,
n" 8), muy parecido a fragmentos puhlicados por Uhle ·!. �lús bien al modelo
costarr-icerise ", que en la finca Arév.rlo (Guatemala) se asocia al de "Nica-
ragua 'i, que a éste corresponden una serie de estatuas de piedra de la pro-
vincia de El Chimborazo ··, con las que se relacionan algunas figurillas de
b.u-ro <le Irnbuburu que representan el dios C <le nuestra clnsificación del
pnn teón de los aborígenes de dicha provincia ecuatoriana fj; claro est que á

no se puecle afirmar crue este tipo sea equivalente al anterior, pero puede
sospecharse que su propagación obedezca a causas semejantes. Con el tipo
nicaragüense tienen cierta afinidad los amuletos ele concha que se encuen-
tran en la ci vi lizucióu que Chle llama mayoide <le El Azuay ', los <1ue, a
su vez, tienen couce pciúu parecida a la de las estatuas de San Agustín
(Colombia) l\ las que, así mismo, se relacionan con el nicarng'üen se o
choroteg-a, a que venimos refiriéndonos t, (Lúm.. XVI, lH-18).
En el Perú, no sería difícil encontrar algunos ejemplos del mismo
motivo, aun cuando más elaborado y complejo, tales como el monolito
Haimondi de Chavín y algún dibujo de Tiahuanaco.
1. L'11u: :\Iax). Lnfluencin« nwy:1s en el Alto Ecuador, Ed , s<•p. del Boletín de la Aca-
demia Xnc iouu! de Historia. Quito, 1CJ22. Vol. IV, p. 20, fig. 108, lám , XXXVIII.
2. l'111.E (:\fax;. Estudios es mernl.deños , Anales de la ln ivcrstdad Central del Ecun-
dor. Quito, t!J:.t7, Vol. XXXlX, Iá m . 17 y 22, fig. 2.
:{. Corn párese IIAn·niA:-; (C. V.) .. Arcluieolo.iicnl. researches in r:osfa Hicu , Stock-
holm, 1�101, lám , l l. fig-. 2 y :l; Iá m , -í-2, fig-. ;i y(¡; l m , ;;:i, fig-. o , l m . ;;,, fig-. 2;
á á

lúm . 6ü, fig. 7 y 8.


4-. Lor nuor- (S. K .. St.on» sculpt.ure [rom. tlie finca Areonlo ; Gusüem aln , lndian
Notes. :\'ew Yo1·k. Vol. 111, 19::213, fig. ;jJ y :,í,.
:;. JIJú:-. Y CA.\\tA�o. Puru hú . Ed . sep. del Boletín <le la Academia Xacional <le
Historia. Quilo, 192,. Vol. 1, Iá m . XXVII.
6 . .l1JC>:-. y C LntA�o. (,"onlrih11ci(m u] c onocirnienl.o <le lo« «bortqene« ,¡,, Im lmhu rn en
fa Rep úhl icu del Ecund or. Madrid , tlJfí., Iá m , Xll, XIII, fig-. t.
lo. ,V111?v:1 con t.rib uriún. :tl conoci mient.o de los .tlJ<Jl'ÍfJ''fleS d,• l m lm lru ru , Ed. sep�
del Bolt>lí11 de la Soci(•dad Ecua tor-i.ma de Estudios l l i st ór-icos Arucr-ica nos , Qui to ,
1 �1::W, ¡,. 1 :1:·,.
,. l�111.i-:. l11/1"1•111�i:1.-: m:1,1¡:t� o n. el Alt o /:.',:11:1,for, lám . XL\"I y XI.Y. fig. tJ:J-138;

p.:, í­­:w.
8. 111., p. 3:-;.
�). P1rn1:ss : K. Tia.). Bericlu ii!J,,,· meine .1.rch/iolo!Ji:;;c/wn u nrl P.tlwnfogische11 For»
�ch1lftf/·"''ei.-.1!11 in Holumhif'f1. ZPitscl11·ift f'ü r Et hrrol og-ie , Ber liu , Vo l , :í2, t!'l21, p. too,
118

Si nos h erno s alargado tanto sobre este asunto, es porque nos permite
fechar un momento del movimiento m.igra torio hacia el sur de los Choro-
tegas, que no Levm inu , ne', en cuanto al pueblo m is mo sino a los elemen-
tos culturales de su ci vi lización , en Costa Hica , pues llega al Ecuador y
parte del Perú.
El hecho aislado <le la propagució n <le un tipo especial de estatuas no
nos autorizaría a hablar de este modo, si concomitan temen te no ocurrie-
sen una serie de otros sumejun tes a los que nos referiremos lueg·o.
Para proseguir en nuestro estudio, debemos ahora referirnos a otro
asunto, que, a pi-irnera vista, pa rcccrú ex truño al terna que tratamos: la
determinación cronolúgica de la sucesión <le culturas en el valle de
Mé x ico : arcaica: teotihuacana y azteca. �o es preciso recordar aquí los
antecedentes de este desculn·imiento, comprobado por estudios poste-
riores, si bien en ciertos lugares la cultura de Teotihuacán se mezcla con
la azteca, indicando que, por lo menos, cuando apureció la última, florecía
aún la anterior. La civ i lizució n arcaica había sentado sus reales en el
valle de Teot i huacá n , antes que se construyera la Pirámide del Sol, cuyos
adobes estún hechos con barro rico en fragmentos arcaicos de un tipo
evolucionado, entre los cuales 110 fallan algunos que parecen indicar una
tra naición entre los dos artes. El prolijo y metód ico unú lis is de la civili-
zacióu arcaica ha permitido al profeso,' Kroeber distinguir, provisional-
mente, cuatro etapas de desarrollo, que designa con los números I a IV :
el I se encuentra bajo El Pedregal de San Angcl : el I I, en El Arbolito;
el Ill, en 'I'ico má n , y el IV en el interior de la Pirámide <lel Sol ele
Teot.ihuncún 1. Opinamos - corno tuvimos ocasión de decirlo yú anterior-
rnen te - <1ue los hallazgos de Atzupo tzu lco nos parecían tan só lo la mani-
festación de « una faz de la cultura arcaica. nó , qui zás , la or ig inu l , lo qtw
es seg·uro respecto a los de El Pedregal de San Angcl , que manifiestan
un desarrollo posterior » 1.
A esta cultura, de la cual no podemos afirmar que conocemos su
manifestación central y prístina, se ha atribuído un papel predominante
en la historia del Nuevo Murido : para Spinden \ es obra <le los Nahuas;
para Gamio ", de los Otomíes; para Chie \ de los Mayas.

1. Kuouuuu .•·1rch:,ii- culture h.orizons in tlie Va/ley o/ Metcico , C11iversity of Cali-


for-n ia Publications i11 \nwrican.\rchacolog-y a n d Ethnolog-y. fiprkelcy, Vol. ti, ";\o.
í, -t 92!;, p. ,.. o�-4o:;.
2 .. l r.ró x Y CAA:\t.\�o. Pu ru lus , Vol. 1, p. 11:i.
3. SP1'.'l1>1·:'.'1 (11.). 'l'h.e nrigin ami d ietrihution o( Agric11llure in Americu, 19th.
lnt. Cong. of Am , \Vashington, 11H'7, p. 2t.HJ­276.
11-. GA:\110 PI.;. Las cxc noucionee del Pedregal de S.1n An qel: Arn , An t h , Lancaster ,
x. S., Hl20, p. 127 y sgs.
:). Cuu:. Orígenes cenl ro-eunericnn os, Bol. de la Ac . Nac . <le llist. (Juito, Vol. IY,
192:.?. p. 1-fi.
l":'.\A GR.\� )IAREA Cl:LTI.RAI.

El distinguido investigador norteamericano H. ,J. Spinden, a propósit.o


de los hallazgos de Atzapotzu lco , ha formulado una teoría, que ha gozado
últimamente <le especial favor. Según (�L la d is tr ibución de los artefactos
arcaicos sería casi la m is ma que la de la agricultura con riego, que coin-
cide con aque ll« en que el maíz es la planta p re pon dor-a nte ; basado en
este hecho y en que, según todos los indicios, el maíz es oriundo del alti-
plano mexicano, deduce <¡ut� ésta Iué la primera planta domesticada en
el Nuevo Mundo ; 4ue las costumbres agrícolas condujeron a la invención
de la cerámica y a la adquisición de los principales elementos culturales
de la civilización americana preh istór ica ; 4uc, siendo los hallazgos de Atza-
potzalco los más antiguos hechos en el valle de Méx ico , pertenecen a los
descubridores del cultivo del maíz; y que las tribus nahuas fueron, proba-
blemente, los autores de estos descubrimientos l.
Según Spinden, caracterizan al arle arcaico los idolillos que representan
seres de apariencia real, faltando en absoluto las figuras grotescas o com-
puestas que simbolizan las deidades toltecas o mayas. La ejecución de
estas figuras es rústica : son só lidas y hechas a mano, ignorándose el
empleo de moldes; las facciones y detalles son tiras o botones de barro,
pegados a la forma incipiente. « Las cabezas son características por su poco
espesor, comparado con el alto; las extremidades se adelgazan rápidamente,
partiendo de un trozo casi vertical, y las manos y los pies son, a menudo,
simples prominencias. Cuando se representan figuras paradas. como sucede
frecuentemente, los pies están fijados por delante y por detrás en un
soporte » '2. La ejecución de los ojos es carnctcr-is tica ". Muy interesar}J.es
son las representaciones de una mujer desnuda, cuya e vol ució n ha estudiado
Spinden, desde México hasta Pauarná 4. Los silbatos arcaicos son del tipo
de resonador, y las esculturas en piedra se asemejan a los objetos de barro,
siendo típicas las que representan :, un varón desnudo, sentado en cuclillas,
con las manos sobre el pecho.
« La cerámica corriente del período arcaico desde México hasta El Sal-
vador está caracterizada por algunas formas propias, de las cuales la olla
globular. con cuello angosto, es, q uizás , la más notable. Vasos de boca

l . SP1:­.DE:­.. O¡,. cit., p. 2"'i:!.


In. A.ncienl cfrili-:-.:tliuns uf .l/exico n rul 1:,,11/r:tl Americn . Arue-r-ican �luse111n
of Na l u ru l l l i st o ry , llandlrnok se1·ies, No. :i. � .. w Yo r'k , 1 � 17, p. ·�:l-fi í­.
x,·11,
:!. 111 • Xot e» 011 t h e .\r1·l,eolo!f.'f o(Safr:tdur. Arn ..Vn l h , La ucu st e r , N.S .. Vo l .
1 �11 :;, I'. í-:i:J.
:L 111 . Aricien t cici li zut ion», ,,fr., fig. 1:i, p. ;;t.
í-. 111 .•Notes; Ple., lú111. XXII.
In. Ancient cioitiznt ion«, ctc., lá m . \"III .
• r , El tipo eostanie('llS(> a 11uc• n o s refc-r-imos ant e s . Vi.Ie nota :l, p. ti 7.
120

ancha son también comunes, con fonclo reclondo o trípodes. Asas y man-
gos son frecuentes, y algunas vasijas tienen picos. Cuando los pies <le
los trípodes son llanos, son anchos, huecos y redondos, con una perfora-
ción en la superficie interna; pero, a menudo, representan caras o pies.
La decoración incisa. es frecuente, y los dibujos son sencillos y geométri-
cos. La decoración pintada es también común ; pero este procedimiento
es muy dis tinto del plúst.ico y, hasta cierto pun lo, n n lagón ico >)1.
Lothrop ha publicado la primera crítica detallada de esta teoría de
Spin<lcn, coincidiendo, en gran parte, con observaciones hechas por noso-
tros en estudios impresos con anterioridad al de Lot.hrop , <{UC parecen
haberle pasado desapercihidas , pero llegando a conclusiones muy distin-
tas, y, a nuestro modo e.le ver, inaceptables.
Tres son las principales objeciones de Lolhrop :
l. La cultura arcaica, tal cual la conocemos por los hallazgos <le México,
no puede ser la prístina y fundamental, pues« presenta amplias divergen-
cias estilísticas que, probablemente, pueden ser distribuidas cronológica-
mente >); y, aun cuando ruda y sencilla, dista mucho de ser los primeros
pasos de un arte naciente. « Además, los detalles del vestido, turbantes
y otros tejidos que se ven en las figurillas, no se prestan a ser interpreta-
dos como manufacturados por un pueblo <¡ue acaba <le inventar la agricul-
tura, pero más bien por un grupo que largo tiempo ha gozado yá de sus
beneficios :! •
>)

Nosotros, en 1 !J22, habíamos manifestado yú nuestra opinión de que


tanto los restos de ..-\. tzapotzulco como los de El Pedregal de San Angel son
manifestaciones de una faz <le la cultura arcaica, nú la original, y que era
preciso « fundarse, para la determinación del carácter <le ésta, en obser-
vaciones extensas más hien que en hechos indiv idua les » :i.
II. Si el arte arcaico, con muy ligeros cambios, pasó al sur de México
hasta el valle de Ulúa y El Salvador oriental, las cuructertst icas morfoló-
gicas de las verdaderas figurillas no se encuentran en las de Costa Hica y
Nicaragua, o sólo de una manera imperfecta.
Il l. Las características de que se vale Spinden en el estudio de las figu-
rillas son de aquellas comunes a lodo arte incipiente, lo que también
dijimos nosotros en 1920, cuando escribimos : ,, Verdad es que estas seme-
janzas son, en gran parte, de aquellas en que coinciden todos los artes,
cuando se encuentran en aquel estado <le evolución en que, libres yá de la
rudeza primitiva, se aproximan al florecimiento de sus cualidades propias;

I , S1'1N1>EN • Xates, Ple .• p •. 1,.:;6.


2. LoTIIHOP. />fJ/frry, etc., t. 11, p. 4-01.
3, .J1JÚ='i Y CA,\,1,,�o. Pur ului , Vol. 1, p. 1 J:i.
t:�A tiR.\:'\ '.\L\l\E.\ c:CLTL"HAL l :! 1
son caracteres de arcaísmo, procesos técnicos, co m urie s a muchos pueblos
en igual g-ra<lo de desarrollo » 1•
Estas consideraciones i ml uce n a Lothrop a neg·ar todo valor a la hipc'>-
tesis de Spindcn, y a nuestras conclusiones concordan tes con las cfo este
distinguido in vcs tigador acerca del origen de los elementos mús antiguos
de las civilizaciones sudame ricanas , que no hay que confundir con los pri-
m itivos , conocidos por los hallazgos hechos e n algunos conchalcs y ceruen-
te rios de los pescadores de la costa del Perú y de Ch i le ". Esta civiliza-
ción primitiva, afirma X ordcusk ióld , « debe haberse conservado más in lacta
en el extremo sur: sería pues natural crrco nt ru r paralelos interesantes a
las civilizaciones de la Tierra del Fuego en la América del N orle. Al
estudiar algunos objetos, fabricados por estas tribus, admira ver 4ue
m.ucho de lo que les es característico se halla en la Arnér-ica del � orle y
falta en las vastas regiones intermedias » \ y la c¡ue Cooper reconoce
como la pr-imr-rn ola cultural en la e xtrernidud sur del cont ine ntev.
Pero las razones expuestas por Lothrop para refutar la t sj s de Spiuden é

de ningura manera disminuyen el valor de nuestras pruebas.


En 1920, hicimos un estudio prolijo de la d ist.r-ibución g·eográfica <le
las i8 formas de cerámica que se encuentran en la provincia de lmbabura
de la Hepúhlica del Ecuador y al 'expresar las conclusiones de este dete-
nido análisis, pusimos de manifiesto la íntima vinculación entre el arle de
<le una parle del Ecuador y el del Sur de Centro-América ; pero no Iué

t • .Juó:'ll y CA,\:\l.\'l;O •.V,w,::1. contribu ciún .ti conocimient o de los nhori qcnes tic /11t/1,t-
lsu ra de fa República del Ecuador. Ed . sep. del Bol. dP la Soc. Ecua 1. de Est. 11 isl.
Am. Quilo, 1920, p. -158.
2. Uu r.s: '.)lax). Los l�jii/.:J.:cnmij¡Jdinr¡sdd Perú. Hev ist a Ll ist ór ica del lnstilulo llis-
tórico del Perú. Lima, ver. 1, 1 HOG, p. :1-2:1.
ÜY.,nz(:,; (Aureliano). Estación peleolitica de T'ult al . Pu lrlicac ioucs del Mu seo d<>
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( � 111.E. Sohre fo ,•slación puleolit ic a d e T'ultul , l 'ru: e:, rt ,t !/ 11 n i II [orme , 1 d., id .. p. :J l ­;j().

lo. t.o« a.ho,·i!Jem•s de ..:lrieú. Id., ut., l'· l�l-17#i.


Iu . Lo» al,oríyencs de Aricú y el hombre umericnnn . Ar-icú, i�H8.
lo. Furul amentos ét nicos !/ ar,¡11t'<>loyfo «le .-lric:í y T'nc nn . SC'g-unda e d ic ióu , (juilo,
i 922, p. 1,.f,-67.
lo. El pr-ohlenu« paleoiitico americnno , Bol. de la Ac. Nac , cfo llist. Quito, \·01. V',
rnt:i, p. :wt­:Hfi.
CAPl>EVII.LE 1A..) .•Votas aceren de la. nrq ueoloiji« de Ttiitul , Bol. de In .\c. :'\ac. de
IJisl. Quito, vet. 11, H)21, p. i-ltJ.
:l. �0111,i-::-.s1-.1ii1.n , Erln nd}. Un» ront ribu tion :, la conruiiesu nce «le Llrtlhro¡,oyh,-
!l'"apltie de l'.-lmérú¡ue. Journal <le la Société des .Américanistes d e París. Pa r i s , :'\. S.,
\'ol. IX, t!H2, p. 22 y 23.
·Í­. CooPEI\ '.J. �l. . f:1ill11rf> di/!11sio11 nrul cu lt u re art>,H i n Sou t lcern S,mth Anv-ric«,
XXI" lnt. Cong. de Arn , Gülehorg·, 1!>2:i, p. ­í­t:J y í­f.í..
122 sor.1f:T�: OES A)l�:HICA�(STES DE PARIS

éste el resultado más interesante ; así, decíamos : « Al estudiar las formas


cerúmicas de Imhabura , hemos tenido, más de una vez, ocasión dt>
advertir có mo tal o cual tipo cerúmico debe ser originario de la cultura
arcaica mexicana; en efecto, cuando una forma, a más de ocurrir en PI
Ecuador, Centro América y el Este de los Estados lT nidos, se observa en
México , pm-éce nos fundada su atribución a la cultura arcaica, pues no
encontramos otra alg·una, cuya n-radiación remota haya podido influir en
regiones tan distantes Lo que es un resultado particular, al que se
llega al examinar tal o cual forma, es una verdad firmemente estnb lr-cida ,
si se compara el lo tal de las formas cerámicas imbahureírn.s y se estudia su
tlispcrsic',n en Arnéricu ; así, si no son muchas las comparaciones que s«
pueden estn hlecer con Yucn tá 11, son nurucrosfsirnas las que existen con
:\léxico, súlo menos frecuentes que las que hay con los ruoun ds de los
Estados Unidos y el sur de Centro-América; tal fenómeno só lo es expli-
cable por la ir-rndiucióu de una civ il izaciún en tiempos remotos, desde
�léxico hacia el N. y el S. ; ésta no puede ser sino la arcaica. ya que son
pocos los puntos de contacto que existen entre el arle imbabur-eüo y el
de las ...\ntillas, por una parle, y entre éste y el del S. de Centro-.\mérica,
por ót ra . A nuestro modo de ver, se és.t.e argumento tan convincente,
qu� por él solo podría hastar para probar la exis tcncia de una antigua
civifización mexicana de extenso influjo, aun cuando no se hubiera encon-
trado, haciendo casi seguro su futuro hallazgo )> 1.
No es, pues, tan só lo un hecho aislado la dis'tr-ibución , desde México
hasta la desembocadura del Amazonas, de un tipo especial de figurillas
femeninas desnudas, con las piernas abiertas, del cual sea temerario h acer
la [ons el oriqo de las culturas de] Nuevo Mundo, como dice Lothrop,
sino que, como él mismo reconocc , « hay muchas formas cerámicas .
que tienen igualmente una distt-ibuciún muy amplia igualmente inexpli-
cable '2 >>. Y es claro que estos hechos ( <1ue no son débiles ni aislados, sino
muchos y concordantes) quedarían sin ex pl icación mientras se quiera recha-
zar la única lúgica y racional.
Pues, en primer lugar, tenemos la dis tribución de la agricultura y el
arte del alfarero que indican propagución desde un punto central del con-
tinente, punto del que es lógico suponer que haya sido uno de aquellos
en que la cultura en épocas posteriores, pero muy antiguas, alcanzó una
de las cumbres de la mentalidad americana; luego es preciso anotar la cos-
tumbre de erigir montículos piramidales para base de templos o habita-
ciones ", que no hay que confundir con la usanza muy distinta, más sencilla
t . J uóN Y CAA"lA5.o. Nuera contribución, ele., p. HlO.
'•º'•·
t. J.0T11HOP. Potterq ; ele., l. 11, p.
3. \Yrssum (C.\. The nmerican in dian, New York, 1917, p. J02.
L"'.\A tiHA.'.\ .\IAHE.­\ CCL"ITH.\L

y primitiva, de amontonar tierra o piedras sobre una tumba, y cuya dislri-


buciún coincide con la de las frn­rnns de cerámica a que antes nos hemos
referido, tules como : 2-e '. 2-g 2, 2-h \ 2-l �. 2-m \ i. ti, :'i-c 7, «;-e,
d y f 8 y 7-b.., de nuestro corpu.-; de cerámica imbubur-eüa, mientras ln s
z-k to, 3 t t, ;i-a, b, c , d 12, f, h 1\ i, g 1-\ G-a-b 1 \ e tn m ue st.ru n la ex ton sióu
hacia el s ur de elernen tos cul tura les mé x ico-oent roamer-icauus .
.Así, para nososf.ros , la prueba de la existencia de una cultura arcaica,
cuyo fundamento es la vida agrícola de gentes cultivadoras del maíz, no
rPposa en los hallazgos del valle de Mé x ico , sino en un« serie de hechos
concordantes que revelan la antigua dis pet-si ón de una ci vil izució n muy
lejana del salvajismo primitivo, pues pertenecía a pueblos dotados de
orgun izución social, que sabían <le arquitectura lo suficiente para cons-
truir pit-ám ides , y de ingeniería, lo necesario para regar sus campos, pero
aún sencillos en otros respectos, como demuestra la carencia de un pan-
teóu elaborado, de figuras g-rotescas. De este modo interpretamos los
restos de Atzapotza lco y El Pedregal de San Auge l , como una manifesla-
ció n de esta cultura arcaica, nó qujzús , original. Y este resultado, a <{Ul'
habíamos llegado en nuestros estudios en 1920, ha recibido nue va compro-
bación por in ves ligaciones est.rut.ig rúfious poxter ioros, en el centro del
Ecuador, en las provincias de El Chimborazo y Maun hi . Si llamamos
mexicana a esta cultura no es porque supongamos c¡ue hava dehido orig-i -
nnrxe precisamente en el valle de Méx ico, sino por cuan to su d is tr ib uc iúu
nos indica c¡uc debe haberse propagado desde un punto central <¡Ul' parect•
encontrarse en alguna parte del antiguo Anahuac 1­; •

'"º·
t. .J IJ<'>N y C.\.\'.\J.\ Xuern corürilruciún , ,·le., fig·. l I (1napa
2. l n., fig. 11 '.mapa.
:1. l 11., fig. 1 1 mapa 1.
't­. 11). � fig·. i8 1. mapa;.
;,. l n., fig·. 18 '111apa
6. l n., p. 30 y :H.
_, · mapa'i.
'. 111., ftg-. .;)­
8. In., lig-. :u irna pu}.
!) . I n., p. -H.
10. l 11., fig·. 18 ( rn a pa · ..
H. l 11.' fig·. ;:?:; t_ma¡,a:.
­.
1 ') l 11.' fig-. :?ti (mapa
l:L l n., fig-. "27 1napa
!4. l 11 •• fi�. 28 mu l'ª;.
15. Ju., fig-. :w (rnapa ,.
16. l 1,., fig·. 3t _mapa
l ""i. l�o1no SP halH".'i a(, ve r-tu lo , nuestra IPol'Ía coi ncrd o co n la tle SpitHil'n t.•11 lo sustan-
cial; los puntos de di\'crgencia son: f . El que no consideramos los hallazg-os dd Vn l h-
dQ :\léxico como la m au ife sta ció n ori�inal �· p1·otulípica de la cu l Iu r-a , sino como u ua
t 2í­ :­;oc,i::n:: DES A \IÉRICA'.'­ISTES IJE PAHIS

Esta migrución hacia el sur de elementos de cultura fun<lamentales no


ha de confundirse con aquella que estudiamos anteriormente, al tratar
de las estatuas de] tipo chorotega o nicaragüense, que, entre otras muchas
características, se distingue de ella por sus dioses, tal como nos los dan a
conocer las figuras que de ellos tenemos. Claro está que, en el estado
actual de nuestros co n oc im icn tos , sería prematuro atr-ibuír a ning·ún puc-
hlo el papel de portado!' de la cultura arcaica ; hemos de contentarnos con,
la constancia de que este movimiento se ver-ificó antes ( no sabernos cuúudo]
de aquel que propagó, en el N. O. de Sud América, elementos de origen,
al parecer, chorotega.
Pero no terminan aquí las relaciones más antiguas entre Centro y Sud
América : hay muchos hechos que nos obligan a admitir una fecundación
de las civilizaciones de la América meridional con ideas y costumbres
mayas 1. Así, para la for-macóin de las culturas del sur influyeron tres

de sus forma s , nú la primera, pero cercana a ella, más por su p ro x lm idad geográfica
que temporal, aun cuando la época de la que tenemos productos no puede ser muy
alejada de aquella en que se or-ig-inó ; 2. ;\O atribuimos, como Spinden, la propagación
<le la cultura arcaica a los Nahuas , que solo en épocas posteriores nos parece de sern-
pefían el importante papel histórico que les cupo en suerte.
Un arte, mús primitivo que el arcaico mexicano, se conoce del área de San .l ua n ,
en el �O. <le Nuev o Mé x ico , en el SO. del estado de Colorado y en las regiones vr­ci­
nas de Arizona y Ut.a h.
La evolución histórica de este territorio cst vincularla con la del país de los P11('-
á

blos, y consta de los siguientes períodos: 1, época de los fabricantes de cestos, eda<l.
inicial; II, Pre-pueblo, o edad ele la Ior-mación ; 111, pr-imera cerámica pintada a dos
colores, edad dedesarrollo; IY, seuuudn cerámica a dos colores, edad de florecimiento
y redistribución; V , ceriunica vidriada de dos colores; VI, cerámica pintada y vidriada
de t re s colores ; VII, cerámica vidriada de dos colores de tiempos históricos.
En el primer período, vivía una población dolicocéfala, que desconocía el arco y
usaba tiraderas, que poseía un arte textil ade lautndo, y cultivaba sólo una clase de
maíz muy primitivo. En la segunda época ya apai·cce uno que otro cráneo deformado
y braquicéfalo.
Al final de la pr-ime ra época, durante la cual se empleaba frecuentemente el barro
con refuerzo vegetal en la construccion de las viviendas y graneros, aparecen primero
vasos de t.ierra sin cocer, con el mismo temple, hechos en canastas que sí rven dt>
moldes; más tarde, prescindieron del uso del molde y fueron poco a poco su st.it uye ndo
las fibras veg·etales con arena en la composición de la pasta (Monnrs (E. 11. ). Chro-
nology o( t he San Juan Area. Proceedings of the National Academy of Scicnces.
\Vashington, Vol. VII, 192!, p. 18-22; lo. The he!Jinnin!J.,; of ¡wltery mukiru] in th,·
San Juan A rea. Authropologícal papars of t he American )luseum of :'\atura) His tor y.
:'\ew York, Vol. XXVIII, par t 11, p. !31-169 y 108).
Parecen indicar relación con el arcaico mexicano les idolillos femeninos de la pri-
mera época (}lomus. T'he heginnings, ele., fig. 8, b , c ; fig. 9, a-c) y los vasos en forma
de pájaros de la segunda l u., fig. rn, a-e).
I . Go:-.z.hi:-:1. So.iREZ !F.,. Estu dio h istorico «obre los r:niiaris. Quito, t8iR, p. 2:.-:12.
C:\A «iH.A:\ -'IAHEA CULTt.:HAL

corrientes sucesivas de distinto origen, aún que emparentadas entre sí,


todas anteriores al fin del primer imperio maya {siglo VII;.
Llegaron éstas en distintas olas, a veces o ntrecruzudas por ohra de movi-

E° scsr« '1-t:=::::::::ic::=:i=
l =::c:=::::::9_:C:=:=i:==::f"
i �

Fig. 12. -- Cnl'le csrjucmút ico ele las excavaciones hechas por el autor- en la que br-ada
de San Scbust.ián , Guano, pr-o vi noia ele El Chimhorazo, Ecuador. Dit-ecc ión :,.¡ _5_

micnt.os secundarios, o retardos locales y se superpusieron a la civiliza-


ción primitiva, de la cual, hasta ahora, sólo se han encontrado vestigios

Go xz.i r.ez Su.\n1-:z. Hist.or-in. rr11er,1l de fo ll"[>1íi.Jlica del Ecue.tor. Quito, Vo] . 1,
18�0. p. 129-1 :l2.
In. Atlas a,·,¡11(•0/óyico. Quilo, 18n2, p. 1,-í-O.
Ir>. Preh istorin ecurüorianu , Quito, 1900, p. 1;>-18.
SAVILLE �1. 11 .. The ,?flli,¡uili,• ... of .\/:ui:,hi. ".'icw Yo rk , ver.r. 190,. p. :¡�1. ¡:;, RI,
�:!; ver. 11, 1�10, ¡,. 1,0, 1�:t. :!,H.
oscuros en la costa central del Perú, faltando en todo el Norte, y que
aparece en forma clnra en los más viejos restos
<h· .\rica y entre los Fueguinos de la época
dvl desc:ubrimic11to.
De modo que, ref i rit: ndonos s,'do a las
m ás antiguas mn rcu s cul l.urn lcs que se
notan en el N. U. ele Sud Arné r ica. tene-
mos cuatro, originarias del �orle:
.\) La más r-ec ie n tc, la maya, <{Ul' ha
poclidu dejarse sentir en d ist iutus o leu-
<las y que se puede fechar entre el I y el
YII siglos de nuestra éra f_Anliguo im-
perio);
B) La chorotcga, que procc (lit', de
la anterior, pero que puede haber
continuado si mul túncanu-nt c con la
i', Lru ;
C) La arcaica, que precedi<'1 a arnbas :
D) La primitiva (pescadores de
A rica-Fueguinos).
Esta cnurnr-rnción 110 excluye la
posibilidad de la existencia de otras
corr ir-n tes.
Claro e st que lu di licu ltud de á

distinguir los aportes el(� cada


una v dP precisur sus huellas
����!J:����;t-g��t1'.5tfj��
rf, •,. {i :1
' es por demás grande:sobre
r¡ t j �íl>c'r--
{d( � �\ }\� l) L, ! , , , ·'r todo a ficientc
causa del de-
conoci-
// ·�
(t n )���,' pj·) ·) �r �
�¡�l�f�l�)�()¡�\>,. miento de la
�¡¡J�,. prehistoria
j { ! i � 1 '/1 d / l ( �d { \ \ 'f'.. . de Amé-

.
'• 1)'(
Jt'( \ }' ) . � ( ',. i-ica v de
,

�·
Fig. rn. - Corle esquemático de las excavaciones hechas por el auLor en la quebrada
de �an Sebast.ián , Guano, pi­ov im-ia de El Chirnborazo , Ecuador. Dirección E-0.

SA\'JLLE. Archaeologic:il resenrc hes 011 lite coas! o]' Eemcrnldns, Ec ntul or: XYI In t,

Am. Ko ng, \,Yic11, 1910, ver. 11, p. :144.


ln. l+ro c cl u m l.iu n d c corat ion < / l ect l, in L< uu d or. Ed , f,Cp. dd Arn , Anth r , Lancas
lcr, l �JJ í-, p. :38,-:390.
1:n
la carencia de estudios cro no lógicos serios, salvo en el valle de Méx ico ,
en el territorio maya, en el Salvador 1, en parle del Ecuador y en la costa
del Perú.
Al estudiar, en t 918, la arqueología de la provincia de El Ch im horuzo , del
Ecuador int.er and ino , territorio en que, al tiempo de la conquista, vivían
los Pur-uhnus , tuvimos la dicha de dar con una est.rat ificación natural, en
que se encontraron muestras de distintas cul í.ura s . En la q ueb rad a de San
Sehnst.iáu tfig. '12, 1 :J), en ( iuano, excavamos un barranco, de cerca de ocho
metros de altura. Principiando por la superficie se notaba, primero, una
capa de ter re no vegetal <le O metro zrn de espesor medio, correspondiente
a la época colombina. Siguen lúego 12 capas, nó muy bien diferenciadas,
cuyo espesor medio es de un met.ro , en las que predominan, en únas , ceni-
zas volcánicas , redistribuidas por el viento, en ót ras , humus ; en éstas
capas, - en las superiores-, se encontraron (a O metro 80 de la super-
ficie) restos de una cerámica muy típica, que corresponden al último
período aborigen, influido yú por el arle cuzqucüo , y, en las inferiores,
fragmentos pertenecientes al estilo revelado por los hallazgos del cemen-
terio de l Iuava lac. Vienen, luégo, tres capas que juntas tienen un espesor
<le 1 metro i-0; la superior parece cor-re spo uder a un período de gran

Cm.E (:\1.). Orí!Jerws cetü ro-n mericn n os , Bol. de la A.c. Xue . <le llist. Qu it.o , Vo l , IV,
f922, p. t­fi.
lo. Influencias nwyas en el Alto Ecu ador. Id. Qu ito , Vol. IV, 1022, p. 20:,-2í-0.
lo. Cicili zuciones nwyoi,J,,s de fa (,'usl:i del Pacifico, Id. Qui lo, Vo l.Y 1, 1923, p. 8'7-92.
I o. Tollecns , M a.y ..ts !/ civiiizucionee sudamericanas. Id. Qui to, v ol. v 11, t 92 í-, p. t-:i:i .
• I raó x Y CAA:\L\:s;o. Pu ru h
ú , Vo l . 1, p. H2-1Vt:-.
Cm.E. Las .. tnfiyuas ciciiizeciones es merald eñn s ..\nal<'s de la l·nivt'rsidad Ce u I rn l
del Ecu a dor-. Qu it o , Vol. XXXVIII, tn2i, p. H2 y sg·s.
In. Est.ud io« esrnerald eños , Id. Quito, vet. XXXIX, 1928, p. 2:i2-2:,i.
Esta hi hl iog raf'ia no es completa y se refiere sólo al Ecuador.
l. Lolhrop ha estudiado recientemente una est1·atificaci<>11 g-eolúg-ica con restos
culturales en el Sa l vad or­ ce ut.ra l . Un cs tvato vo lcúu i co recubre 1111a ca¡,a de tierra
vegetal, quP couliene restos de la ocupación humana, mientras se encuentran en las
capas volcánicas superiores otros fragmcn tos de cerámica residuos ele otra época com-
pletamente separados <le los del estrato inferior por capas estériles.
Los hal luzgos del estrato i nfo r io r cor res pon den a una cultura uniforme, con vasos
trípode s, e st a t u i l la s semejantes a las arcaicas de Mé x ico y cerámica decorada con
líneas grabadas o pintadas: una civilización cla ra rne n te rol ac ionad a con la más anti-
g·11a del Valle de Mé x ico y cpw se extieu<le a Gu at e ma la y l Io u d u ras ,
En el uivc-l s u p er­io r , se e nc uun tr-a n rnc-z c lacl os productos del arle maya de l prime r
imperio, del ro lteca y dP un tipo arcaico, distinto del anterior, esto es de ejecución
primitiva, que alg·uuos autores han tomado como indicio de a n t igücd ad , y que se ase-
meja sólo técnicamente a los hallazgos de las ínfimas capas de Alza potzalco. LOTHHOP
(S. K.·. Pot ters¡ types an d Lhc;,·s"''Jll�11cein/�'lS.1hadfJr. Iwli.111 :"\utcsaml :\lo11ographs.
New Yo1·k, Vol. 1, xe. 4, HJ2i, p. ftj:i-:.!:.!O.
128 SUCIÉTÉ JJES A'.\IÉHICAi\lSTES DE PAHIS

actividad vol cánica , seguido por úno de calma, durante el cual se acumuló
la tierra vegetal, precedido por ro en que las erupciones volcánicas fue-
ó í

ron fuertes, predominando tiempo seco y grandes vientos. En estas tres


capas se encuentran también fragmentos de tipo Iluavalac . A ;_1 metros 20,
en término medio, de la superficie, estaba el piso <le las construcciones
más modernas de las encontradas en el barranco, cuyas paredes tienen, en

\
RU/N,!t1S DE EO/F/C'/OS P,iEh'/S TCRICO$

S.:·,. S• .6.,.,,,.,, - Gll/!lNO


Ouc<Jbr•rlt>• por•/ Sr On ,./<./'Jó" JI C11amano
� ..... .. ,,,.

Fig. 14. - Plano de los edificios encontrados en San Scbast.ián ,

partes, 2 metros H5 de alto 1• Aquél debió ser un pavimento de grandes


cantos laminados, y había sido destruído por acción de las aguas, como si
una inundación. producida por un derrumbamiento de las paredes del cauce
del vecino río, hubiese sepultado, por algún tiempo, el piso de estas casas.
Muy escasos fueron los restos arqueológicos encontrados en este nivel,
y éstos poco característicos, de modo que sólo se puede afirmar que per-
tenecían al arte pui-uhá , esto es, a los estilos que predominan desde el
período de Guano hasta el incaico-puruhá , Bajo este piso, hay un depósito
no removido ni rcdistr ibuido por el viento, de composición perfectamente
uniforme, de cenizas volcánicas muy finas, de 2 metros 40 de espesor, que
recubría complicados edificios ( fig. 14-), con paredes hasta de 1 metro 80 de
altura, las que,en la parte inferior, están sepultadas por O metro 30, poco
más o menos, según los lugares, en ceniza y carbón, riquísimos en frag-

l. En nuc s l ro libro Purului, p. 4í-, se ha deslizado un error de imprenta: se dice


:lo sobre el piso, lea se : 1 metro 50.
<J ue la ven lana es tabu a 2 m e t ros
L':.\A GRAN :\IAREA Cl'LTL"HAL 129
mcntos de alfarería: este d epós i to corresponde, en parte, al emplazamiento
de hogares, pero, sobre lodo, proviene de la cornbust.ión del techo pajizo
de las casas que se incendiaron por la erupción volcún ica que destr uyó la
ciudad. La cerámica aquí recogida, decorada con incisiones grandes, pre-
senta un tipo uniforme, al que no corresponde ninguno de los cernen tr-r-ios
conocidos; hay frag·menlos que revelan la influencia de Tiahuanaco 1.
Esta cerámica tan característica nos sir vió para determinar el período de
Guano. Entre estos ha l lazg os , y en p ro pot-ció n pequeüísima - tres pedazos
entre varios miles - había unos fragmentos que corresponden al estilo
descubrer to al excavar el cementerio de Tuncahuán 2. Esta ciudad anti-
gua estaba pavimentada con piedrecillas pequeñas, bien pisoneadas, de
O metro 20 de espesor y descansaba sobre una Iorrnació n aluvial antigua,
visible unos dos metros hasta el fondo de la actual quebrada =1•
Había, pues, una estratificación natural, en que aparecen superpuestos
tres tipos culturales: el primero, cuya edad es conocida por la manifiesta
influencia cuzqueña, y que hemos l1amado p uruliú-inceico, pertenece,
por consiguiente, a un período casi histórico ; el segundo corresponde
a los hallazgos del cementerio de Huuonlnc , Ahora bien, el análisis
de los objetos provenientes de éste demuestra hasta la evidencia que el
período por él determinado antecede directamente al puruhá-jucaico , y
que sucede, sin ningún intermedio, a aquel a que pertenecen los vnst.ísi-
mos cementerios de Elén-pala �. El tercero tipo de los encontrados en la
estratificación del barranco de San Sebastiun es el que hemos convenido
en llamar Guano, coetúnco con la irradiación setentrional de Tiahua-
naco. Que el orden cronológioo es Guano, Elén-pata, Hua valnc, es segu-
ro, por cuanto en el pr-imer-o aparecen yá todas las formas típicas del
arte puruhá , formas que, sin modificación notable, llegan hasta la época
incaica, por notarse, tanto en el de Guano como en el de Elén-pala, la influ-
encia de T'in huunaco . La decorución del de Guano es exclusivamente pl ás-
t.ica y g-rabada :, ; ésta subsiste, pero atenuada y como elemento secun-
dario, en la de Elén-pata, en que es esencialmente negativa li, la <1ue
se esfuma por degeneraciún en el de Hua valac, en donde es nuevamente
grabada, pero en estilo muy diferente al de Guano'.

1. .J1JÓN Y CAA�L,�o .L), Puru hú , Ed. sep. del Bol. de l a Ac . Xnc , de llist. (juilo,
Vol. 1, 192,, l árn . XL, fig. t.
2. l n., Y o l. 1 , 1 :·, m. XI X, fi �. t , 2. :1 .
:L Ii,., Y ol. f. p. 3!J-.¡., .
. í,. In., Yol. 11, p. 14�1-J;ilJ, lú m . CXII I a C:XXIII.
:,. In., Vol, I. p. :Vi-liO, l.rm . XXX\"I :, 1.11.
ti. l1>., ver. 1, p. íH-10!1, lúm , LIII a CXI.
i , 11>., vor. 11, Iám . CXIII a CXXIH.
Societé des .\ mér icn ni st e» de Pn ri«.
tao SOCIÉTÉ DES A�IÉRICA�lSTES DE PAHIS

Cn problema distinto plantean los escasos restos del estilo de Tuncahu-


án encontrados en el barranco: su número, la forma en que fueron encon-
trados, todo prueba que corresponden a un período más antiguo que pre-
cedió inmediatamente al de Guano, del que sólo quedaban escasos vesti-
gios al tiempo en que fué dest ru idu la ciudad más nntigua. Por otra
parle, en el cementerio de T'uucuh uán fallan todas Lts formas clásicas del
arte puru há , que aparecen en la época de Guano)' suhsislen hasta la con-
quista incaica, si se exceptúan los platos con mango: adernás , el estilo
de Tuncahuán cstú en todas parles libre <le huellas de influencia tiahua-
nacoide y se asocia con vasos clásicos para el arte de Panzalco 1 ( objetos
de comercio), al que pertenecen los enterramientos estudiados por Chle
en Cumbn_ya 1. La sucesión de estas cinco culturas es, pues, clara.
Pero no son estas cinco, las únicas que se encuentran en la provincia
de El Chirnborazo : quedan otras dos que mencionaremos luégo; pero antes,
parece oportuno hacer notar que las yú mentadas cuatro forman una se-
rie continua, que principia con la de Guano, en donde aparecen, por vez
primera, los elementos constitutivos del arte puruh los cuales se modi-
á ,

fican y evolucionan al mudar las modas y estilos de decoración, sin que·


haya indicios para creer que, durante este lapso <le tiempo, haya cambia-
do sustancialmente la pcblución aborigen. Los inmigrantes que introduje-
ron el arle en Puruhá , que, como lo demostramos en otro escrito, parece
originario de un sitio intermedio entre aquel en que, en algún tiempo,
debieron vivir las tribus cuyos restos se encuentran en Antioquia y los
aborígenes de Costa Hica '!, lo enr iquecieron , primero (período de Elén-
pata) con una pintura negativa, de complicados ornamentos, en un gra-
do de es til iz ación semejante al de la que caracteriza al lea medio 11 \
lomados de pueblos vecinos (Panzaleo, Manabí , etc.), para luego (perío-
do de Huavalac) adoptar otra decoración , de origen amazónico \ mien-
tras la anterior se descomponía en acelerada decadencia, que abraza todo
el arte cerámico que se había vuelto rústico y primitivo, cuando se impu-
so el influjo cuzqueño (período puruhú-iu caico ). Si estos artes forman
una serie, no sucede lo mismo con el de Tuncahuán que, como los otros
dos cuya existencia a nunciumos , es fundamentnlmente diverso, aun cuan-
do el influjo de éste se advierta en los posteriores, especialmente en el de

t. C11u: pi.). E.ccavaci()fles arqu,.o/6gicas en la re9ión ele Cumhayá. Anales de la


Universidad Central del Ecuador. Quilo, Vol. XXXVII, 1926, p. ;j-38.
2. J1Jó;­.; v CAAMA�o. Pu ruh á, Vol. 1, p. 128-1:H,.
3. KnoEBER (A. L.) and Snw:--,; (\V. D.·,. The Chie potterp collections from lea.
Cnivcrsity of California Publications in American Arch eo logy and Elhnology. Ber-
keley, Vol. 21, xe. 3, 19:.H·, Iárn , 32-:!!.;.
4-. JJJó:o- v CAA'.\L\:"O. Pu ruhú , Vol. 11, p. f;jti.
C::­iA liHA:\ )lARE_\ cr LTL"RA L 1:n
Elén-pata, por la 'adopcióu de mo tiv os ornamentales de a r te s c¡uc son con-
ti nuación de aquél , o que con él e s tá n emparentados.
Las otras <los culturas, <¡ue dij irnos se encuentran en Puruhú, son las
conocidas por las e xcuvacio ncs hechas en el yacimiento de �Iacají (lliobam-
ba, provincia de El Chimborazo) y en el cementerio de Sta. ElPna (parroquia
de San Hart.o lom cantón de Amhalo, provincia de El Tung-urahua). Que
é ,

estas culturas son anteriores a las y mencionadas, es in ducluhl o , pues no


á

encajan entre ellas; la re lució n recíproca de las dos es también clara: l\fa-
cají o Proto-panzalco I só lo ofrecen decor-acio nr-s gralwdas muy rústicas
y primitivas 1, las que en Sta. Elena o Proto-panzalco II subsisten, si
bien bastante perfeccionadas, mezclándose con otros ad or­n o s negati-
vos �. Si el orden de sucesión de estas <los es seg-uro, a si como su
mayor antigüedad respecto a la de Tuncahuún, no cx ist.e ningún argu-
mento que impida aceptar que, entre ésta y las dos Proto-panzaleos, se
interpongan otras culturas, si no es el de que las numerosas colecciones
a rqueológ icas de la reg ión no ofrecen el rnorior indicio de t.n l cosa

1. J1.1ó:,,; y f:AA:'IL\,o. /'11r11h:í. Vol. 1, p. �1-HJ, lú111. \- a X.


2. Lo ., VoL 1, p. l�)-:!fi, lám. XI a XVIII.
3. El Dr �lax Chie que, en varios de sus escri los, ha nc e pt ad o ínteg-ramcn te Ia
cronología que acabamos <le exponer, en sus últimas pr-ocluc ci om-s parece que no le
sat isfacieru de modo pleno, y hasta a va nza con cierto recelo �dgu11as o hse rvacione s.
Llama la atención el que, en sus m s rec icn tes trabajos, o v i t« vol uutur ia mcn te usar
á

el no m ln-e de Tu uca huán , cuando a esta c i v i Iiznc ió n se rcfi e re y ha s l a o lv ida <¡ue exis-
te en P'u ru há , como si quisiese desconocer que fue allí que pudimos nosotros deter-
minar su posición c rouo lóg ica y significado h i st ór-ico , Um.E. Lu« ant1/¡11.1.<1, ciciiizacio-
nes es mernlileñne . Anales de la Un ivc i-si dad Central del Ecuador, (Juilo, Vol. XXXVIII,
t927, p. too, u o y 112.
Pero más a nuestro caso son los si guicntes púrrafos que se leen e n Etccnrecio-
ncs urqueoloqicu« en. f.'11mh:1y:í (.\. ele la U. C. del Ecu. Quilo, Voí . XXX.\'11, 1926;:
"..\unc¡ue las civilizaciones ele Tuncahuán y Eléu-pala de l:1 l'('gi<',n de Hio ham ba pa-
(( recen cs plónd ida mcntc cst ud iad as poi· el Se ñor .Iijón , 110 es probal>le sean tipos tan
,, sencillos como poi· sus do sc ri pe ion es parece. Apa r­cu t c-uu-n te , e11 (•l ce m cu tcr­io de
« T'uucn h uún , estaban re u n icla s sepulturas de estas t1·es civilizaciones locales, todas ca-
" rnct.crizacl a s por c-Lu so de pi n t.urn ncg.u Iva : " una a l fu r e r i a de dibujos lineales más
« toscos (comp. Boletín <le la Academia Nacional, Xo , G, l m .. 20, fig. 1-3 = supone-
=
á

,, mos do he Ioorsc 2-• y :!í­ ; otra de formas (por ejemplo co m p o l e r-a s ) y dibujos
"muy finos ,'.comp. L. c., lú m , 22 y :!3,; otra con dibujos g·e11cralme11tc e sc-a le r-ad os
,, (l. c., lárn , 20, fig ..'f, ­= '[uiz.;'ts íig. l := y 21, fig. :{ :::..:: debe sc1· ·:Í· • El lipo tres
"de las civilizaciones de Tu ncahu án , sin duda, no es de ca rúc l o r pundi:'1-bad1acoa
" (sic) porque hay numerosas razones p:1ra declararlo m ás bi<'11 de origen pa nz al eo ,,
(p. 25 y 2ü).
Esta s u bcl i v i s ió n del pcrí<ido de 'I'un ca h uúu , propu e stn poi· l .h le , es completamen-
te inaceptable, pues a n i ng úu arle, en n in gún tiempo, se puede exigi1· igual pcrfec-
c ió n en todas las ob ras , igual maestría en lodos los artífices.
Los vasos <le la lárn , XX, fig. :J y ·Í, no tienen clecoruc ióu ueg.i l i v a, como mu�· clara-
132 soc11:;Tt l)ES A)lÉHICAI\lSTES DI·: l'AHIS

En 1 !> 17, practicamos excavaciones met.ód icas intensas en el cerro


.Iubonci l lo y en las ruinas de la ant.ig-un ciudad de :\!anta, en la provi ncia
de :\la nabí, <le la costa ecuatoriana, sin con scg uir da tos suficientes para
determinar detalladamente el orden crouulogioo de los var-ios estilos que
allí se encuentran. Mejor suerte tu vi mos cuando, en 1 !>2:{, vo l v irnos a
Ma nuhi a completar l . ')s
. estudios iniciados seis añ os antes. Conv cnci dos ,
por una parte, de que, no obstante fallar en Man tu ciertos objetos muy
importantes, de significado religioso, tales como las sillas de piedra y los
bajos relieves, este lugar y los cenos de Hojas y .J abo neil lo , ele .... 1wr-
tenecen a un mismo distrito étnico, y que :\lanla bahía sido ocupada con-
tinuamente por un lapso de tiempo mús largo, preferimos dedicar lodo el
tiempo disponible al estudio de estas ruinas: los resultados obtenidos
confirmaron el acierto de la el eccióu ,
El inmenso material recogido, así como las deducciones de los estudios
practicados no se publican aún.
En las inmediaciones de la actual ciudad de :\Ianta, bahía un grupo de
ruinas de antiguas casas del tipo tan común en la costa ecuatoriana,
donde se las conoce con el nombre de corrales, descritas por Saville 1, y
que debieron ser mu.y semejun tes a las de los actuulcs moradores de la
mcnlc

se d
icu en el t
o x sino p i
to , n b
l u ru t lu n
igual l
cu , o lan tei:a
e rnru e n tc a a d e co m
po

de la lám. XXII, que, según Uh le , per cuuce a Ia segu11da subcli visiou ..\dem;',s Ja olla
í

dr- la lig. 3 pi-ov ie nc ele) mismo sepulcro que la co m pot c-ru de la lúru , XX 111, fig. :l.
En cuanto a la co ru pot eru de la lú m , XXI\·, lit>1w decoración ncg a tivu con so ln-c-
pinlura amarilla, por lo cual es e s t i l ís t.ica mc ut c igual a los productos de la segunda
su l,d i v isión.
El plato de la lám , XX, lig-. ·l, es uno dt• los mús hermosos y pe rf'cc í.os cjcmp lar-c-s
dt>l a rl e de T'u nc-n h uú n , cuya unidad queda demostrada.
Hespeclo a la olla de la U11n. XXI, fig. �. o po i-t u na m e n tc- advc-rt imos que se l ra La-
ha de una vasija pa uzu h-o , de aquellas dcs¡,ar!'a11iad.is por el comercio por buena
parle del Ecuador ,;.11.10:­,; Y CAA:\tA�o. Pu ru h Vo l , 1, p. :.?O, y 110 c1·ccmos que el
ú ,

que existan objetos de i mpo r-taci n sea aq.;·umento contra la unidad de art e alguno,
ó

ni hecho inesperado en 11i11gú11 tiempo.


Menos aceptable es a n la cr-ít icu 1¡uc han! Chlt- del pel'íodo de Elt'·11-p:ita, cuan do
ú

esci-ibe « que no parece u n i t'o r m c , R<•pílPnst• ali;', en la l:1111. 82 lus m i s mu s decora-


ciones características p�ira el tipo 111 de T'u uc-a lru n , d ifc re nt c s <le t.ocln s las otras usa-
á

das por el estilo de Elén-pata .. (l:111.E, O]», cit., p. :W1. Es te punto ha sido ya estudiado
por nosotros al i n ves t i ga r la posición crono lóg ica d el arte de Elón-pa a Puruliú ; Vol. í

1, p. 111 ). '.\luy ligt•ra es la a íi rmuc ión de que la decoración de los vasos de la lám ,
LXXXII sea diferente de todas las o trn s u sa d a s poi' t'•slc o s l i lo , pues p:ira co nve n-
ce rsc dclo cout rm-io has ta m i ru r Ia s lú m . LXXI\", fi¡.:. :i y í-, LXX\", LXXYI y LXX\"11,
fig. ·J, :.? :y 3.
Lo único que os to pru c-ba , como s(' dijo o n el tr­x lo, 1p1e q u izú s 110 ley,·> el 1>1•
Uhlc, es que, en la Iorma c ión del a rt e de Elén-pala, influvó el de Pu nzu Ieo 1, e n el que,
talvez , se pueden d is t i ng u i r dos etapas.
l. SAVILLE xr. 11.). Arüiq uit ies uf Jfonahi. '.'\ew York. \"ol. 1, 1�10'7, ¡,. t!J-2:J, lá111.
111; \·01. 11, HllO, p. tit-80, Iám , XI, XXI\" a XX\ºJII.
rx.v r.n.vx .\L\HE.\ Cl"l.'ITHAL

r1•g11111, es decir ·; barbacoas ··. El piso alto de la casa es la hu hituciúu ,


miuut rn s el inferior n hior-Io es <·l dq)c1sito de objetos dt· poco valor ." el
luga1· donde se acumulan los desperdicios.
Entre estos restos de tipo tn n corriente en el litoral ccual ot-inno se des-
tacaba una casa Ioi-mudn por <los cuartos, separados por la pared me<lia-
A
Al. Muro, d& r .. tercu" CCM6t,sc,10n a"f.or;�,'t
�). ., ¡r�unó­"
a
�l. ,. ,. .,

l
f"'mPI
1). 8·�ura .,u,..hd.Ja J,lt"'·�:. Je' c•r•:. •·t.·� •"
�"�· ,. �,� .... '°"�'''"'':,_. 1·•5"'•"1.o) .f.l
f)_ �a¡,u'I ec.,,•r'l,1a.l, .,,..tt.:., .J,i ..:,lhmo
�c:..1• 11 ·�P:,,,.i <�r,;r, ... c..;.it�:J f11m¡,J

/, 6} �d�u1·4 ecun,ul.,,(, �··P�:i de J., pri1,1(',.., c. 1.,fr.,,


1

1
'frc-tv-
c:!.11.- N . . �.e-,.,,�o,;. Í'"ª)''"'f':"r"I d� F" 1:�

!,.., ll _y 1111,, i"' ,J,o dud,,�o del 1.•

a·!,, r ) -f2.,1,.bJ, n,vel d,I h,u,e ro I l,o-¡,�


do? Je- f'.e".,)F-�-t; .. 1:,-. (t'l'l1lru,cion41..,.

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o ..; .... �-·�-.. •• -.

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Fiµ·. 1 :1. - Cnrtc cs1¡i1,·múlit•t1 d,· las excuvac io ne s en l,1s coi-rnlcs cid ¡:1·11po l.
�la1ila. Xl a u a b}, 1-:niadnl'.

nvrn , en que no había abertura alguna, y con puertas ele ingreso al exte-
rior. únu Ircut e a la ,itra. 1 .as paredes, de las que só lo quedaban los cimien-
tos, eran a nc hus , <le adobes , revestidos, por dentro y. fuera, con piedras .
.. \ p1·imcra vista, se notn ha que eru un edificio e x ót ico en el Iugru-, siendo
de tipo claramente incaico, como q ued» confirmado por el hallazgo en el
inter-iot-, juntamente con fragmentos cid tipo que se eucon tró en los cor-
rales vecinos, de un fragnwnlo netamente incaico.
l Iornov i da la t.i.u-rn dcnt.i-o ,Jig. 1 Z'i,; y fuera de los corrales, ademásde ciertos
en te r­rurn ic-n tos, muy notables poi· su ca rúe ter ceremonial, se recogie-
ron, hasta cierta profundidad, infinidad de fragmentos de vasos de la épo-
ca, de ca r-ác te r uniforme. Ern n , v n su
gran mayoría, de hart-o nPgTo (buc-
chero), decorados, ya con fig-uras grabadas, ya con un rcticulado o Iinvns
espirales de muchas vue l tus v is ibh-s , por el div er so g-rado de pulimento
SOCI (�T(� l>ES A.\ll�IUCA'.'i'ISTES DE PARIS

del barro; había. ad cmús , nurnurosus figurillas de tipo no muy fino, hechas
en molde (fig·. t íi ; Lúrn . XXVIII, fj, 8, !t, 1 '1, 1:--l).
Profundizando la o xcavación , upareció un nuevo tipo de fragmentos,
en un estrato perfectamente diferenciado <lel anterior, comprobándose así
que los corrales con su correspondiente acumulo <le desperdicios habían
sido construidos sobre un gran basurero mucho más antiguo.
1 .os fragmentos aquí recogidos
( Lú m. XI X, 1, 3-H.) pertenecen prin-
ci palmen te a vasos globulares o
compoleras, en su mayor parte, roji-
zos; pero, no fallan los negros. Se
advierten dos técnicas : la negativa
<1ue predomina, y la producida por
la d iv ct­su pulimentaciúu de las
paredes, con iclén t.icos motivos orna-
mentales. Son éstos figuras esca-
Ieradus , triúng·ulos o anchas fajas,
elementos con que se han Ior-ruado
dibujos, poco más o menos, compli-
cados. Este tipo de ccr ámica tiene
rnarcadlsimo parecido al de la <le
Prolo-panzalco II de la sierra. No
faltan, entre los hallazgos de esta
capa, precwsas figurillas, hechas
con maestría, frecuentemente, a
mano libre ; se distinguen de las
de la capa superior por el mayor
realismo, personalidad y vnr-iedad
de los lemas.
Esta misma cultura la encontra-
mos en el interior de varios montí-
Fi;.:. 1,,. l',Ti"d" 111,111t,·111,. \L111la. culos ele Lie rru , revestidos de pie-
\);111 .. l i , En1.id,,1·.
i dra ( fig·. 17). Estú n hechos, ordi-
t•:-o..\ 1..;HA:'.',; )1.-\HEA ct·r.n·nAL

sólo ún a , En el frente occidental que es el mús importante se desprende


de la plataforma una escalinata, dividida e n dos o más trnrnos , por am-
plios descansos, e n c . . -r-rrula entre paredones piramidales .
..\1 pie de unos de estos montículos, cuya forma só lo se puede conocer
al c-xca vnr los. hahía un l ln no , en que se notaban numerosos fragn1e11los
del tipo más rnodorno : en él hicimos v.u-ios pozos de un metro y me dio

""f:cuado1•
"f: poc"
Y;!O;L. f'" rp<ol?u 11
Fi¡.:. 17. - J>la110 del mon t.icu!o A, )Jaula.

a dos metros dl' diúrnet ro fig. 18). Hemovida la capa supurficin l (111. o m.
O metro 60), principiaron a aparecer fragmentos de una cerú micu , hasta en-
tonces descouocida , fragmentos que aumentaban hasta la profundidad
media de l metro GO, en donde principiaban a encontrarse nuevamente
restos, aunque escasos, del tipo correspondiente al Prot.o-pnnzqleo II.
Los hallazgos de esta capa se caracterizan por lo fino de la cerúmica y
el carácter convencional y arcaico de las fig·urillas, hechas a mano ( Lárn.
X X\' 1 ; X X V ll, 1-8, iu, 1 1 ) .
Los vasos son :
a) D,�cora<los con técnica negativa y sohrepinlura; los dibujos a
color perdido son, en su mayor pm-tc, cumpl ic.ul ísirnus figuras de ofidios.
Este tipo es el rn i s nro que el de Tu ncu h uáu de la sierra, aun cuando más
rico en ideas ;
b¡ Pintados con fig-uras escu lern dus, <le un modo muy semejante al
de los objr-t os tic Chnu llnbamba (rnuv oi de dr- Chie, dt· El Azuuv }:
136 SüClÉTÉ l.>ES A.\lt:RICA�lSTES DE PAH.IS

e) Con adornos geométricos grabadosi rea lzn do s por d empleo <le


distintos colores en las superficies así limitadas (muy semejante al del
período <le las sillas ele barro de Xarrío, de Uh le] ;

1). · J..�rr ..s n o con poco� ,.e�t0� .;!" la ldtima �poca; terr�n.> e ótre ..,. ·
pade defO.§itad.:i po1· o . i!l
. l.:>.;,
2).

Tzrrvno .zn
pada
�I

e car re

e ólic o , en

lh,vid;,. �C't1 T11ucry.:1� c0nclp.;5 y c ar l- o n y al>tn1da11l,:)imJ .._?ll 1·c_;;l,1_� Je) ¡.:i.:·


1:i·­' e.1.1 ci;: 111 ne"� u;n. . .. . , AD
,i). T,2ll"CT1.J (0'1 uno .::i,•C . ,�ru . f,·��l'nentu d�I reT1.Jd,.., ck t,- . .
-lo . p.:n1-
_r ," . .
::<}!.:;1,1 .'f� lo ��·�e.r.:il�_ 1.:i0hr.¿ e¡; ,-.-�lo� �1.nnan..:,�.
4). J'0,·m.JC•·'" �.-:0L'�lCll a,rn 9u�IJz,e) del 90-mbre.
, '

Fi;.:. 1 �. ­ Hueco 12. Llano del montículo A. Mant.a. �lanahi. EC'uador.

d) Buccheros en que los adornos se han hecho mediante el distinto


grado de pulimento del barro.
Las figurillas, casi siempre de naturaleza sexual, predominando las
femeninas, con nada se pueden comparar más exactamente que con las del
arcaico del valle de México; cuando están adornadas, lo están en el estilo
e de los vasos.
l:�A GRA:'\ :\L\REA CULfVRAL ·137

Ya en los vasos serranos del pc�ríodo de Tuucahuán , la sohrepintu-


ra es, a veces, ornamentación por sí i nde pencl icn te de las figuras negati-
vas. que en principio debe ella realzar t.' iluminar. Como en otro estudio
tu v irno s ocasión de decirlo 1, es una característica de la sohrepiu tura -
mús notable en el Tuncahuún de Mnna hi que en ningún otro de los csti-

Fiµ;. 19. ­ Estilo de las Silfos de hnr ro , Nar­r­ío , pr-o vi n ciu <le Canar, Ecuad or-.

los de este tiempo - el no cen u-se al dibujo negativo; y aun cuando, por
lo general, no forme un dibujo por sí, sino tan só lo campos al ternos de
distinto color, no faltan casos en que afecta la for mn de un ornamento
geométrico, como líneas que se cruzan o triúngu loa.
Pero, juntamente con la sohrepintura :y la decoración negativa, hay
vasos de Tuncahuún en la sierra so lo decorados con figuras pintadas con téc-
nica positiva, o en que las dos técnicas se emplean sirnult.ánearuentc z.
Así, nada hay que ext.rañar de que en el Tu ncahuán de :\ilanabí se
encuentren vasos con fig·uras positivas, en forma de tri{rngulos escalera-
dos, tanto más cuanto que si se comparan las decoraciones del estilo de
Chaullabamba con las de los objetos de T'unca hu án de El Carchi , de El Chim
borazo o de El Azuay , se observan algunos puntos de contacto :i.

l. .J r.ró x Y CAA'.\IA�o. [>11 ruh


á v ol. 1, p. 12,.
,

2. J1.1ó:­: Y CAA�IA'."o. l+uru h ú Vo l . I, lá m • XX, fig-. 3 y í- y lám , XXII.


,

:L Cornpáres,e Cm.E. l,i/711Pnci:ts111,'lya.-: en d Alto Ecu ador. Ed. sep. del Bol. de la Ac.
Nac , <le l l i st . Quito, 1922, fig , IHI, y H1vET el \'1-:11:-.t::Al'. Ell11tu[fl':t/diieunciennede te:
,¡11:tleur. Puri s , IJeu x ie m e fascicule, 1922, láru , XX\'II, fig. 13 y ti'; l"11u:, fig.
88 A y H1n:T el V1m:-.EA1J, lá m . XXX, fig. fi ; Cm.E, fig­. -í-0, '•2, 5,¡. y H1vET el YE1t-
:-.1:u1;, lúm . XXXI, Og. 'i; Cm.E, fig , 2,;, 28, 30 y H,n:T el \"1-:H:\EAt'., lárn. xxx,·, fig.
2, tO; l�111.1-:, fig. :;!J, liOy HrvET Pl \'1-:u:--1-:At:, lá m , LII, fig-. :;, 8; l"11u:, fig. ;Ji, y R1n·:T
el Yt·:R:-.EAc, Iá m . LIY, fig. f, :L
Todas las coru pa rac ion es de a rtef'a cto s de T'uu ca h uá u son tomadas de los de la va-
riedad de El Carchi; las scmoja nz as con la vat'i(?<lad de El .\zuay serfa n mucho m s nu- á

merosas y coucl uyen te-s.


SOCIÉTt� DES A:'\l�HICA�ISTES DE PARIS

Pero la vinculación entre el est.ilo de Chaullabamba .,;v el de 'I'uncahuán


se vuelve más clara al estudiar los productos de esta época encontrados
en :\Ianahí, sc'ilo que estas semejanzas part·ccn acentuarse en los frag-
mentos provenientes de las capas superiores del depósito, mientras el
tipo de Tuncahuán clásico es más puro en las inferiores.
Y á, anteriormente, habíamos sospechado la dependencia del estilo

ºln01Jiu,\ü, (¡)\ .. 2

611\o .. L, ­ Ci'\na.n..o.1�
Ge,. ,u,l,·,

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1

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\

Fi¡.:·. 20. - Plano del rno nt ícu lo N" 2, Maula, Mauab í, Ecuador.

llamado <le lassillasdr burro de Xarr-ío (Hg. 19; Lam. XXVIII, 14-) del
período de Tuucahuáu 1 ; pero aquélla se aclara con el examen de los
objetos manabitas : no só lo los idolillos, sino muchos fragmentos de
vasijas grandes tienen todas las características del arte· de Narrío.
Nos encontramos, pues, en presencia de una época en que se reúnen
las características de tres culturas (Chaullabamba '2, Narr-ío , 'I'uncahuán),
lo que debe interpretarse, a nuestro parecer, como la manifestación del
cruce de dos corrientes : úna más antigua en el lugar (Tuncahu{m), otrn

L Juó:s Y CAA:\IA�o. Puruhú , Vol. 1, p. t3!l.


2. Preferimos llamar de Chaul labamba a la ci vif izn ción que Uhle nombra mayoide
d e l Azua y , para que el nombre ne prejuzgue de Ia cosa.
t;;.\A GHA:.\ :\IAHEA •XLTCRAL 13!t

mús moderna (Chuul labambu r, que da origen a olro estilo, por el desar-
rollo de ciertos elementos importados del N. por estas co rr-ien tes y que,
al vol verse preponderantes, producen el estilo de X a rr io.
En los desmontes exteriores de las terrazas de u na de las pi rúm idc-s
<le Proto-panzaleo 11, se encontraron fragmentos como )os de l tipo e,
esto es de variedad chaullabambina, que parece se r la más rec ic-n le.
Excavamos también en Manta otra pi rám ide , de tipo más sencillo
( fig. 20 ), con terrazas laterales, pero sin la csca leru mon umcnt.al <le las
ó tras ; esta pirú mi de contenía fragmentos numerosos <le vasos, grabados
con un instrumento a modo de peine, en todo comparables al Prot.o-
panzaleo 1 <le la sierra t, aun cuando los dibujos, como en los hallazg·os
de Daule (fig. 22, 2:3, n= 1-7). tengan, dentro de su rusticidad, mayor
riqueza ideográfica, comparable con la de raros vasos s err a n o s ,
Para que la enumcracinn de las culturas que se encuentran en Man la
( todas en menos d� una legua cuadrada) sea com ple la, debemos mencio-
nar los escasos restos de un yacimiento enteramente diverso ch� los «tros ,
Encuénlrase éste en las inmediaciones del actual cementerio ; allí, a
una profun<lidad bastante pequeü a , pero descansando sobre el terreno
virgen, se hallan fragmentos dispersos (Lúm. XXYIII� 1-:;, 7, 1 O, 12),
nú muy abundantes, de vasos de barro rojo, de pasta muy fina, en
que la ornamentación es grabada sobre el barro seco y realzada p<H' el
distinto grado de pulimento o el color poco más o menos oscuro del
fondo.
Los dibujos son grandes figuras muy elaboradas, trazadas mag istral-
mente y con extraordinaria fantasía, casi siempre derivadas de la estili-
zación de la cabeza o de lodo el cuerpo de una serpiente. Ya a Sav i ll e "!,
quien so lo conoció un vaso incompleto de este estilo, so rp rcnrlió su
aspecto cenlroam.éricano del norte. La semejanza entre los motivos
dco.u-al.i vos de est« corúrnioa y la de ciertos sellos cilíndricos �1 ha hecho
que se le designe por esta comparación. No podemos afirmar si este arte
precede o sigue a la época de Tuncahuán, siendo sí segura su vecindad
en el tiempo, ya que entre los adornos grabados en la úna y los pintados·
negativamente en la ót i-a hay gran parentesco.
La posi cion crouo log ica de los demás estilos queda fija por estratifi-
caciones culturales, y la serie natural indica ,1ue a tocios precede el de
los vasos g-rabados con un instrumento a modo de peine o Prolo-panza-
leo l.

1. JrJó:-; Y C:AA,u�o. Pu ruh ú v.u. l. Iá m . IX, fig-. 1, 2, 3; l m . X.


,
á

:!. SAv11.u: · .\l. IL; .. \nti,¡11ilies uf' .ll:rnai.Ji. Xr-w York , Vo l . l , HH>7, fig-. 9, p.,:;�- iG.
:i. lkc11WALD :O. vo111• Un .�,·llo cilíndrico del Guayas. Bol. de la .\1·. Xac . de l l ist .
Quito, \'o!. 111, 1V21, p. 155 y u.o.
·J to SOClÉTÉ DES 1\:\IÉRICA:\ISTES DE PAHIS

Es sorprendente la coincidencia de los resultados obtenidos en Mnuab í

y en El Chimhorazo 1, que se resumen en el siguiente cuadro :

l. Ce r-á m ic« deco1·:ida co u fig·11ras grn­ l. 1 d.


L ad a s , co n i n s l r-u rn o u l o a m od o
1111 /'f'(JIIJ-J>!lll::.:1/1•1, / lig. :!:!. :!:!, 11 '''
dt• peine Prot.o - ¡,an ::.a[NJ J. 1­7 i
fig. 2-:. n"•íi-7; Lá ru . X\'11, X\'111.
1-:1, 7
---------------------- ------------

II. (:1•rr1mic:'1 d e co ra du 1H·g·a1i,a111(·11le, 11. Id.


m o t i vo s gr:i11d1·s : /'r1,/(J-¡1:111 ::.:1- 11 l.:'t111. XI\', f. J-¡'
1

Í'rr,lo-¡1:111::,I""
leo /J 1fig­. :!:L 11º' X, �I, fi;.;. :!í­ 1 ·�
L:í 111. X\' 111. x , XI X. :!

111. Ce rúrn icu con d cco rac ión negatiYa 111. ,:;·r:'1mica con 1]1•cr,r:wi,'111 rtf'g-aliva
y xo lrre pi u t ura T'u nc uh uú n 'fig-. .,· ... 01>1·cpi11t11ra. Dcco rn cio n po-
2:;, 2ti; Lá m . XYJII, ·í­: XX-XX\' s i l i va , ,·011 fi,!.!·uras e scn l o rn da s .
1 )ccor:, e i ,·111 g ra I ia d:1 y n·a Iza el a
con colores T1u1cal11uí11 , Láru .
X\"111. :i­r, XX\'I XX\"11 1­8,
I O- l l
�����������������-��-�� ------ I
IV. Ct•r:'tmiea dt� formas pu ru hn e s , ele- J\'. f:pr{1rni1·,1 g-r:ilJ:ula 1·011 fig­11ras <lf• \
I co r ad a co u adornos gTah,1d11o.;, In- ofidios, 1·11 su lll:1 yor ¡,:1 rtr­ /:'s/ ilo
flujo d,· Tial111n11:1co Guan» � .t- fo.� sel loe rt:! l.ú m. X X\" 111,
t­:i, :, 10, 1:2

V. Ccrú m i cn a,]or1wda con ru ot i vo s ¡,e- V (�e1·:'1mic:1. en su rna.n>1· ¡,:irle 11Pg-1·a


q u eúo s , muy estilizados, de as- con a<lor11os, cu g-1·:i II pa rt «, gTa-:
lH!clo textil, en u�c11ie:1 ncgati,·a, b.ulos. figuras p1·•1u1•1ú1s, mu�-\
alg"unos comunes con el estilo estilizarlas, di· aspecto l e x l i l
m a n t cü o Ht,:11-¡,af:1 1• J/;rn/1•110 fig-. lli; Lá m . XX\"111.1
n, 8, 11.D
1

(1,

VI. Ce rú m icu adorn:ida con n.u-ic-r-s , 1

,·epnlgadn, y fig·u,·as grnliadas, 1

re s to s cf p la pin tura 11ega Li va del


1

n n t e ri o r l l u n rn l u c • \'I. El mismo r- s t i lo , Ha:-.1 ros dP la pr,·-1


vI. l Jec ad e nc ia del u u í.e r io r y o Lj e t o s se11cía < 11• los l 11<·1.t:-..
c uz q u e o s />11rult:í-i11c:,iro, !11- !
j
ñ

ces :;,
1
-�, El e s l i lo de los sr-Il os p1H•,lc s e r e l 11111 el I\' de )J.iual,í. 1

1. Uhle ha propuesto para la reg ion <le los Pastos (Pl'ovincia de El Car­e hi , Ecuador,
y sur del departamento de Xar-i ño , Colombia) la s i g u ie n te cronologín : c i v i l iz a c ió n J,
1:::­,;A GHA::­,; .\IAllEA n:1:n:H.\L 141
De estas diversas culturas, las que nos interesan ahora son las tres
primeras y de éstas, en especial, la última. La de Proto-panzaleo I se
extiende desde el litoral de Mn uabt - no se ha encontrado en Esmeral-
das-, pasando por la hoya del Daul e !provincia de El Guayas) hasta el
cal iejón iutern ndi no , entre El Azuny (Joy . icsh y la provincia de El Tun-
í
)

g-uralnw : la <le Prot o-panza lco l l, desde la costa de :\Ianabí hasta la


Sierra, comprendiendo las provincias de l mbuburn! , Pichincha, León ,

que e qui vale a nucs tr» Tu nca h uá n ; c i v i l iz ac ió n 11, de« a lfa ro r ía s piuladas con fig·uras
y dibujos de color rojo o moreno en fondo claro»; civilización 111," ele vasos pareci-
dos, pero en su docoración de cn rúc te r menos fig-u1·ati,·o, adcrnás los dibujos mas
lineales: se usa <·11 esta clase de vasos solo la pi n lura roja»; civilización I\., « ca rae-
tcr iz ada por la frecuencia de dc cor-nci onr­s pl ás t icus ,, ; ci v i l i z.ac ió n V,« ca ra ctc rizn da
por el uso de la pintura negativa ». Esta y la anterior son una sola, como se ve p<n·
la ex pos ic ió n del mismo autor. Advierte éste <¡ue hay, ad em s , otros estilos <le menor
á

importancia, e11L1·e ellos ,, vasos de un tipo or­d i ua rio , de técnica i n fe rio r y absoluta-
mente indccorados ..... Heprescnlan éstos PI ca rúe ter de otra ci v i l izuc ióu pr-i urit iva ...
Es la vez primera en qtw liemos sabido c¡ue los vasos ornumuut alcs y los d<! cocina
de un misrno cementerio, de una m i s m a l u m l ia , correspondan a dos c i v i l iza c ion e s
diferentes.
Xo es és te el l u gat- Je examinar el o rdr-u que Chie asigna a estas diversas cultu-
ras, pero no podemos callar <pte la edad que les asigna es inadmisible, pues las
tiene a todas como pro-Liab uan aq u cn se s , poi· no encontrar en 11i11g·una Irue l la s de esta
cultura, como si su influjo hubiera podido e x to ucl cr-sc al infinito. lJ11u: i)I,:. Las
ruinas de Cu asrnul . A. de la u. C. del Ecu, Qu ito , Vol. XL, l!J:!8, p. 18:1­231­.
2 .. Ji.1<'.1:-1 v CAA�u�o. Puruhá
,
Vol. 1, l m , XXXV a LIJ.
á

3. lo., Yol. 1, lám. LIII a CX.


í-. In., Vol. 11, lám. CXIII a CXXII.
:;. lo., Vol. JI, l ám . CXXXIII a CXXXVIII.
í • Lo que sabemos ele la sucesión de cu l u ras en I mba bura es bien poco. Anle-
í

r io rmunt.e 'J1Jú:,; Y CAA)IA5óo. Nuec« cont ril.uciún al conocimiento ,fo los nbori qenes de
Lmluchu ra, Ed. sep. del Bol. de la Soc. Ecua l. <le. Est. llisl. Arn . Quilo, 1 <J20, p. t0:i-
lOf,. pudimos dct cr-miua r tres períodos p r ei nca ico s : 1, tolas con pozo 1¡uc son monu-
mentos funerarios; 11, se pu lc i­o s en pozos, sin tola; 111, tolas p i ra rn id ul es <1ue eran
viviendas, con cu tci­rn m icu t os accesorios. Al perrod o de las tolas con pozo atribuimos,
fundirndonos en alg-11nas se mej anzns , c i e r t o tipo de ce rám i ca conocido únicamente
por f1·a�'menlos 111., lú m , XXYI a XXXII) y que sólo más larde descubrimos estaba
e rn pa re nt.ad o con u n estilo de El Ca rch i :'.H1v1·:T el Vzu xu.vu. O¡», cit., lá m , XXIX, llg. 1-
:i, !i, '7 y 8; 1;·,m. XXX, fig. l y :-; ; lú m , XXXI, fig. 13; Iárn • XLII, fig. 1-171, estilo, al
p.-lrcce1·, rc-laciona do con el de Cb aul l a ham ha de El Az uay (l�11u-:. Influencias mayasen el
Alt o Ecu urlor, Qu i to , l \J22, y c¡ue para Chic es la cultura II y la cultura 111 del Carch i
p·111.1-:. Las ruin as ele Cuuemul . A. de la C. C. del Ecuador. Quilo, \·01. XL, 1!)28, lárn ,
i; lá m , :;, fig , I : lú111. G; 7; Iá m . 8; l árn , 1:i,íig. t-:1:,. Ahora I,icn, la cultura 111 es la de
las rui na s de casas rr-rl o n da s de Uuas mul , e11 Ia s que se han cucon t rado timbales incaicos
Carta al autor del S1·. l Jn , Cu r l o s Emilio Grija lvu y es c.o nt.i uu ac ión i n m ed i a t a dela 11,
.., In ,1ue parecen co rr-cs po nd c-r m s c x a ct.arn e n lc los fragmenlos recogidos por nosotros
á

cu (�rcuquí :comp. C11u:. o¡.. cit., lú m , t:l, fig. :i y .11.J<·,:,; Y (:,\A)u:­;o. Op. cit., lárn •
XXXII, fig,. í;. Las tolas viviendas s a he m os que datan del úllirno período aborigen,
H.2 SOCLÉTJ.'.: DES A�IÉHICA�IST.ES DE PARIS

Turnrura hua , Chimhorazo y Loja ; no se ha encontrado en El Azuay ni


en El Carch i ; la de Tuncahuán , en el litoral, en Manahí y Esmeraldas.
v en toda la serranía, menos en Imbabura, Pichincha 1, León, Tungura-
huu ·: domj uio las tres úl t.imus del arte de Pan zaleo I J y en Loja ; es
probable que se halle en El Guayas y El Oro, cuando estas regiones
hayan sido exploradas: pero pnrece seguro que no exista en el centro del
cnl lcjón i 11 tera ud ino ; pues siendo sus productos hermosos, difícilmente
pasnn desapercibidos a los coleccionistas y ant.icuarios. X o sucede lo
mismo con las dos anteriores, especialmente la primera, ya c¡ue tiene una
cerúmica poco atractiva y que los yacimientos en <rue se encuentra son
pobres , y clifíciles de hallar. por su misma antigüedad.
Según el Dr. Max (Jhle, que ha estudiado metódicamente el sur del
Ecuador, el Proto-panzaleo Il de Santiago (Loja) ¡'Lúm. XVllI, 8: XIX, 2)
sería anterior a su ci vi lización mayoidc (Chaullabamba), la que habría
precedido a la de Tunca huá n , sin que diga claramente si se interpuso la
de las sillas de barro de Xarr-io , o si ésta es po ster-ior ".
c­st.o es del '(lle precPdt• a la conquista incaica y perdui·a duran le la dominación cuz q ue ña
( J rró x v C.\.\:'IL\�o. O¡,. ,·il., p. 101-� ; de una ele t�stas sacamos una ocarina, en todo igual a
ot.ras de Cuasmal que, segú11 Uh l e , son de la c iv il izac ió n 111 'comp. JIJó;,¡- Y CA,nu�o.
f .onlrih uci/m «l con or i m ien io t/e los :rhori!J•'tu�s de l nilnib u rn , )ladricl, 1 'J l í-, Iárn . XVII,
fi::,:-. :! :,; C111.E. 0¡>. cil ., lám. G, fig. 1 y 2:. Los objetos e n co n l rn do s en las tolas con pozo
son : El l l os pi t al , tola 11: vaso con pie (.JI.Jú:s Y C.\A'.\IA�o. t lont rihu cion, ele. '.\lad1·id,
HHi-, l ru . XXYIII, fig. '•), olla t e lr- ra _11>., l ám , XXXIII, fig-. 41, tola 111 : olla 2 a.
á

(l1>., lá m . XXXl, fig. 1), tl'Ípode de la forma :{ ;1, tolas VII a XV : uno o dos
trípodes de la misma forma en cada una, tola YI, sepulcro primero : vaso globular,
sin decoración, sepulcro segundo : vaso LrIpo de y otro globular con ct-uce s y grecas
en técnica negativa. •
La base pa1·a at ri butr al período de las tolas con pozo la cerámica conocida por
los frag·mentos del c\guacatal-Crc11q11í fue : 1) el haber cn con trncl o en una de las
tolas con pozo de El Hospital, aisladamente, fuera del scpu lcro , un fragmento serne-
ja nt.e ; 2) ser pa rc-cicla la pasta de que e s tá n hechos los fragmentos en cucst ión a la
de los va so s de las lá m i na s XXVIII, fig. 4 y XXXI, fig. l, de nuestro pr-im er- libro sobre
Iru ha hu ru ; 3) el t e no r la olla, últimamente citada, el labio pintado de rojo y <le la
misma f'or-ma que los de los fragmen los.
En cuanto al vaso decorado negativamente con cruces y grecas, lo hemos compa-
rado con los produc tos del período de Prolo-panzalco II, pero no con scrváudolo en
nuestro po dcr, no estamos scgu1·os de '(lle dicha comparación, fundada sólo en el
recuerdo, sea exacta y 110 pertenezca más bien al período de decoración negativa de
El Ca rch i , En las colecciones del :\luseum of t.he Amer'ica n l ud ia n , Hey c Foun<lation,
de Ncw Yor k , hay va so s imbabureilos que tienen todas las características de Pro to-
pa nza leo JI.
J. liemos visto objetos del estilo <le Tuncahuán, que se dice son del O. <le Quito,
pero cuya proceclencia no es segura.
2. Uu r.r: ''.\l.'i. t.»« antiguas cicill zuciones esmereldeüas, A. de la C. C. del Ecuador.
Qu il.o , vei. XXX\'111, U)2,, p. Hi.
Sin cm ha rjro los restos más antiguos que encontró Uh le en Esmeraldas son del
U�A hHA� )IAREA CCLTlRAL

Las civilizaciones más antiguas del Perú, según la cronología de Uhle,


la que en gran parte estudios posteriores han confirmado, son : l. Período
de los pescadores primitivos de Supe, Chancay y Aricón ; II. Proto-nazca,
Proto-lima y Proto-chimú , que aparecen en el orden enunciado, pero
terminan, poco más o menos, simultáneamente; JI l. I r-radiación de Tia-
hua naco y consecuente formación de estilos locales t.
De los tres primeros, el de Chancay es coetáneo del <le Pro to-Iima , y
só lo manifiesta la existencia <le una población bárbara junto a i'itra má s
adelantada. Hespecto de la de Supe, se expresa así Kroeber : « La com-
pleta diferencia de esta cci-ámica de todas las demás de Supe es clara,
como es su carácter rudo y arcaico, y, en general semejan le a la más
antigua de Ancón , no es, sin embargo, idéntica con ésta ..... En cuanto
a su antigüedad, es, probablemente pero nó necesariamente, muy grande.
La cultura puede ser sólo relativamente antigua, pero atrasada » '2.
La de Ancón convivía con la de Proto-Iirna , como veremos luego;
vi vencías <le :útras más antiguas, o si sólo representan el reflejo de las

período de Tu ncab uán (C11u:. Estudios esmeraldeño«, 11,. Qu i to, Vol , XXXIX, UJ27,
p. 262) y la civilización de Tuncahuán es para él la más antigua de las de El Car-
ch i (l)11u:. Las ruiruis de Cueemal, lo. Quito, Vol. XL, i 928, p. 193;. Además en el
valle de Yunguilla (Az.uay ) excavó un túmulo que contenía fragmentos de los que él
llama mayoidc, y bajo el montículo restos del estilo de Tuncahuán.
L STí'BEI., urul U11LE. Die Ruinenettitte ,:on T'ieh uunuco, Leipzig, 1802.
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KnoEBEll a nrl S'rno xo , Th e Uh.le ¡wllery eollection» ... ((,'hincha, lea, Anc,.ín, Jloche,
Su pe; Ch:wcny, C:�j,trnar,¡uilla). Utri ver-si ty of California Publicalions in American
Archeology aud Ethnology. Berkeley, Vol. 21, Nos , 1-8, t924-t926 (Cada colección
es la materia de un fasciculo: así el título que damos al conjunto es algo arbitrario).
2. Kuoz aun . T'he Uh le pot ters] collections [roni Su pe, Lrri ver si ty of California, ele.
Br-rk ele y , Vol. 2i, xo. 6, t 92;;, p. :.!2:i.
1,i.4 SUCIÉTÉ DES A)IÉHICA�ISTE!', DE PARlS

más adelantadas vecinas en parcialidades de mísera condición econó-


mica.
En 192;5, practicamos extensas ex cavucroncs en las huacas de Aram-
huro , antigua Marunga , en las inmediaciones de Lima, cuyos resulta-
dos, hasta ahora, se conservan inéditos.
En el montículo en que encontró el profesor Kroeber el cementerio
Proto-lima (Nievería anterior a Tiahuanaco ), hajo úno del tipo que él
llama Sub-chancay e inmediatamente al S. del sitio excavado por este arque-
ólogo, hallamos la continuación del mismo cementerio (fig. 21 ), que des-
cansa sobre una plataforma, cuyo muro de adobes vió Kroeber a 5 metros
de la superficie 1 ; esta terraza, de la misma cd ad que la de la huaca,
está edificada sobre un basurero muy grueso, en que, junto a detritus
de cocina, hay innumerables fragmentos de cerámica pintada. Los de las
capas superiores deben datar del tiempo en que se estaba construyendo
la huaca, y corresponden cstilísticamente a los vasos que había en el
santuario de la huaca más alta 2. Mas luego esle tipo se simplifica,
y entonces aparecen fragmentos de vasos, seguramente forasteros, con
decoración negativa y sobrepintura, así como ótros, muy escasos, que
corresponden a los <le los pescadores más antiguos de Ancón. Al fondo
del basurero, predomina una alfarería adornada con puntos o rayas, con
úno o, a lo más , dos colores. Así, es preciso dividir el Proto-limeño de
Uhle, por lo menos, en cuatro fases ; 1, Proto-lima-tiahuanacoide ; 11,
Proto-lima de Niever ia ; 111, Proto-lima de Aramburo o Chancay ; y IV,
Pre-proto-lima ; pues no es fáci l precisar la separación entre las dos últi-
mamente mencionades 3.
Los resultados de mayor monta obtenidos son : haberse comprobado
que tanto la civilización proto-lima como la de proto-nazca se desarro-
llan y perfeccionan sobre una base más antigua, que no es la <le las
tribus de pescadores, lo que no excluye la probabilidad de la influencia
de aportes exteriores importantísimos ; haber determinado, en el Perú,
la edad de la ci vil ización con decoración negativa y sobrepintura 4; haber
así queda por determinar si estas civilizaciones de pescadores son super-

1. In. Cultural slr etificsüions in Perú ..\m. Ant.h., N. S., Vol , 28, Menasha , H)26,
p. 33i-3-H.
2. U11LE. Friih.kulturen, ele., fig. flit ;
3. Es posible c¡ue, al analizar <lelalla<lamcntc el malcrial recogido, podamos pre-
cisar más estas <livisioncs.
4. Ya Chie había encontrado un pe q ueúo fragmento decorado con técnica nega-
ti va en la parle más antigua del templo de Pachacámac. t°HLE. Los principios de la
cioilizecián en la Sierra del Perú. EJ. sep. del Bol. de la Ac. N ac. de Hist. Qui lo, i 920,
p. 4, nota i.
U6 SOCLÉTÉ DES ,DJÉHICA�lSTtS DE l'AHI�

Iización que puede ser originalmente más antigua) convivió con la del
pueblo agricultor más adelantado t.
No se han publicado aún los resultados de los estudios del Dr. Tello
en el cal'lejón de Iluailas (Sierra del Perú), ni siquiera un resumen claro
de sus conclusiones cr­ono lóg icas ; mas fijándose en está o aq uel la afir-
mación, sacada de sus escritos, parece que la más antigua civilización
es la de unos vasos muy primitivos y rústicos, entre los que predominan
los tri podes, aunque no es e lar-o si éstos acompañan o n<', a la alfarería
clásica de Hecuuy , posterior a la cual, parece ser - st�gún la opinión del
D" Tel lo - la de los vasos decorados en un estilo cursivo, como los de

1. Kroe he r distingue en Tvuj i ll o va i-ios estilos: I, Proto-cltimú; 11, Cha v i n : 111,


Estilo de los Lrípod es cursivos; IV, Estilo cursivo modelado; V, Bluuco=neg ro-voj o
rccuuyoi dc : VI, Blanco-neg-ro-rojo geonH'.!ti-ico; V(I, Tiag-11a11acoide; y VIII, Chimú
negro o con colores.
El orden no ico de estilos es : .\¡ m y vin
lóg estos áucos
coet
cro

Pro to=chj ú Cha ,

como lo <lcmuesll·an los hallazgos de Uhle en la Huaca de la Luna de )loche; B¡


Estilos ímportados , cuya succstón exacta no es posible dctenninar con certeza; C)
Chirnú ; D) Incaico.
An t.cs de la época chirnú, las 1·clacioncs de la 1·egi,'m del valle de Chicarnn son
con la s icr­r­a X, y, en general, con el set en trión ; con Tiahuanaco pr iu ci pia la influ-
eucia del S.; en la época chimú la cultura de casi toda la costa es más o menos
u nifo r me .
No se conoce la verdadera ce rú m icn de Cha víu , y si súlo sus imilaciones hechas
por los Proto­ch i mús ; en el arle <le Chavíu se podrían distinguir, segun Kroe hor, dos
épocas: la del mou ol ito Haimoudi, relacionada con Pro to-unzca (Chavín �.1 y la de
las esculluras encontradas por Tello y publicadas pot· él en Inca, que recuerdan las
obras de los Ma ya s ,
El liahuanacoi<le de Trujillo se re lac ioria con el de Supe. No se encuentra más al
N. en la costa, 110 así en la sierra (hallazgos de Chorrle leg , en El Azuay, Ecuador). Xo
se asocia con productos propios de los arles regionales de 'I'ruj il lo , lo que parece
deberse explicar pot· la presencia de fora st.e ros , que empleaban el arle liahuanaquensc
en la confección de las lelas y vasos de que se servían.
El estilo b lanco-uegro-rojo geométrico se parece al del mismo nombre del S.
(posl-liahuanacota) y a nosotros nos parece su hallazgo en Trujillo puramente casual,
im port ación antigua. El estilo cursivo de los trípodes es una in trornis i óu del � ., de
un arle derivado del de Tuncahuán, nó del originario, como pien sa Kroc bcr , i nte r-
prelando e rt-ónee men te nuestros informes.
El estilo cursivo modelado se asemeja en varios respectos al Hccuay c lá s ic o
( figuras plásticas) ; por sus decoraciones depende de Proto-chimú ; por la técnica
ornamental, pero no por los mo t i vos decorativos, recuerda al de los tripod es cursi vos.
El estilo recuayoide se relaciona, tanto por la decoración p in tad a , como por la
en re l ie ve , a la cerámica más moderna de Hecuay, pero no a la de la época de Turi­
ca h u án ,
Ku0En1:m. Archeoloqical eaiploretions in Peru . Part l. Ancien t potteru from Trujillo.
Field :'.\luseum of Natu ra l Ilistory, Ant.ln-opological )lcmoirs. Chicago, ver. 11, x- 1,
t 026.
L:.'.'iA GRA.'.'i :'\IAHl·:A CCLTüHAL

rcvcludo '{Ue la ci vi l izución de los pesca<lores primitivos de Ancún ( civi-

Fig. 21. - Excu vac io ncs del au í.o r en la Huaca Ill <le �larannª·
alr-cdcdorcs <le Lima. Perú.

1. Ter-re no sin huellas humuna«. 17. - Estrato de ba sm-n que separa el pri-
�- 1 a. Co11sli·11cci«"i11 co n adobes pr­ot.o­ mero del segundo cementerio proLo-
ljme os .
ñ
l ime no.
3. l cr. e st ruf.o de basura. I),;. Capa de basura (malcrías vegetales,
�í . :!a. const.rucci.in prolo-limeirn. con fragmentos de n lfu i-cr-ia , <1ue cubre
s. 2o. estrato de basura. e l scgundo cementerio p r­o l.o-Lirnc o ,
ú

ti. Estrato de ceniza. )!l. 1a. const r-ur-ciún proto-l imcna , piso
i. 3er. es tr-a t.o de basura. d e adobes odonte ifor-mes que cubre
X. Xúclco de adobes odoulciformes: 3a. los ccmentcr-ios.
crms tr-ucci n pr-o tr ,-li me n a.
ó
20. Estrato semejante al 18.
9. Pared pr­o to-Ji me nu A B. 21. Piso <le fr-aurncnt.os pequeños <le ha-
l O. Xúcleo principal de la huaca. rrn amasnd o , con trozos de adobes.
11. Acumulamiento de basura posterior 22. He lleno posterior, repleto de cntcrra-
a la 3a. coust.rucoí.',n prot o-Ii rueüa. micnt.os, del tipo sub-chuncay A y B.
J 2. Itel lcn o proto-limef10, p os tcr-ior- a la 23. íu . const.r­ucción proto-limeña <le
3a. co n s tr-u cci óu , adobes odon lciformes.
13. Piso de lrarr-o amasado. 24. Paredes de tapia de la época suh-
1 -í. Cementerio prot.o-Jimcüo , posterior c h an cuy .
a la 3a. construcción , en parle per- 2:.'>. Parceles de las últimas edificaciones
turbado por enlerramieulos poste- pr­ch i s l úricas.
riores. 26. Acumu lamicut,o de adobes caídos.
15. - 2o. ce me nt er-io de momias aco st adas, 2i. Terreno de acur­r­eo posterior.
de la época de Prolo-lima, co nt i nuu- 28, Tci­r­cno remo Y ido por los huaqueros.
ci ón del rlo sou b ic r-Lo por Kroehcr. A B. - Límilc de la e xcavuci ón.
1ü. - Primer cementerio p rot.o-Li m e no.

Societé des Arnerice n.ist es de l+s ris, JO


U�A GIU.:"i )IAREA CCLTt;HAL lí7

Aijn , c¡ue ser-ian todavía más antiguos que los de Chavín. Si interpre-
tamos con fidelidad su pensamiento, no estamos seguros '·
Por lo que se ha dicho en la páginas anteriores, se ve: I, que la cro-
nología ele la preh is tor-ia americana ha alcanzado, por lo menos en lo
que se refiere al Ectrnclor y a la costa del Perú, resultados yú muy apre-
ciables, que permiten proceder en el estudio <le las diversas olas cultu-
rales con bn st a n te certeza : IL que las civilizaciones más antiguas de
que tenemos noticia, salvo la primitiva, cuya extensión a las regiones
set.en tr i oun l cs del O. de Sud-.:\nH�rica podemos lxu-r u nl.ar­, son: a) Proto-
'panzaleo I y ll, la primera faz de Prolo-lima, y la <le los pescadores <le
Ancón y Supe ; b , Tu ncu huún , Proto-nazcn, Prot.o-Ii ma (segunda faz) ;
e) Chaullahamha ·! y Pt-o to-c hirnú.
Vamos, pues, a estudiar brevemente las olas culturales que producen
algunas de las civilizaciones del primer grupo, esto es, Proto-panzaleo I
y II, para fijarnos má s dcton idnmen te en c¡uó se manifiesta en la de Tun-
cahuán .
En Pr-ot.o-p auzn leo 1, considerado en conjunto, es to es, en sus m an i-
Iestaciories de la costa de :\fanabí, de la hoya <lel Daule y del callejón
intcrandino, predominan las siguientes formas cet-árnicas ;
a) platos (l-a de nuestro corpus i m ha bu re ño ), cuyas paredes son un
segmento esférico (Lúm. XVII, 1 ). La dis tr ibuc ión de esta clase de vasos
es vast isi mn , lo que indica que es una de las primarias que debe espe-
rarse hallar en lodo pueblo conocedor de la alfarería :J ;
h) platos (Lúm. X.VIC H)) formados por un casquete esférico, coronado
por una sección cilíndrica. baja ('i-b), acerca de los cuales puede decirse
lo mismo que respecto a los anteriores 't ;
e) ollas globulares f Lá m. X Vil, l l]: fig. 2:1, nºs 1-3, fig. 27, nº G) ; ('l-d
y 2-(). La d isí.r ibucióu de estas formas es la misma <JUC la de los platos \
d) vasijas <le gran abertura, formadas por un casquete esferoidal, de
más de media circunferencia. Este también es un tipo primitivo y funda-
mental ;

1. T1·:1.1.o ,) .. lrü rorl ucciún. a fa Hietnrintuitiq u o del Perú: Lima, i92i.


In. \Vir:1-1\ocha. Inca. Lima, Vol. 1, 1921.
t. Para Uhlc, Cha ul l aburn ba es más antigua <pie Tuncahuftu; nosotros pensamos
lo oou t ra r io (rir/1> not a , p. t-í-3:. l Las excavaciones en Nar-río debieron resolver el
pro hlcrna , (>(�ro fuc1·011 hechas de modo que no pro po rc ioua ron dalos científicos.
U11LE. Sc¡wlluras ricas ert oro de fo. pro+incin del ..1�1rny. Bol. de la Ac, Nac, de
llisl. Quilo, Vol. IV, l!J:!2, p. t08-t H.
�. J1.1ó;,,; y C . \A.,u:­io .•Vueva con tr-ib ucio n , efr., p. 7-10, fig , :i.
4. 1 o., p. 11-13, íi ¡.;. ;j.
:;. lo., p. l:j-22, fig-. 9 y H.
e) grandes cúnt.aros antropomorfos, probablemente .globulares, de
cuello corto, en el que se habían representado la nariz, los ojos, con
elipses de barro extendidas longitudinalmente, y las orejas, con una lira
curva, que va desde la parte superior de los ojos hasta la boca ( véase
Puru lui ; Iá m . VI, fig. 1, 3 y 4);
f) trípodes ollas [Lám . XVII, 7; XVIII, 7; fig. 22, nº" G-12) (forma .'J del
corpus imbabureüo) y trípodes platos' forma no registrada en el corpus).
Los pies de estos vasos presentan cinco variedades muy típicas pura el
arle de México y Centro-América : córricos , huecos, con perforación ova-
lada lateral y, relativamente, altos (Lúm. XYII, 7) ; cortos, rollizos,·
cilíndricos y muy divergentes ; formados por dos cordones, que dejan un
hueco en el intermedio (Hg. 22, nºs f,, 7, 8, 12) ; con cabezas humanas
en relieve ( fig. 22, nº 1 O) : hechos con dos cordones de barro retorci-
dos en espiral ( fig. 22, n" 11). Las ollas lrí podes consideradas en
conjunto son una forma méxico-centro-nmericana 1 y lo son más aún
los platos trípodes; este parentesco es, en el presente caso, todavía más
claro, por la manera como están hechos los pies ;
g) compoterus de plato (Hg. 27, nº 7: fig. 2:1, n" í-G; Lúrn. XVIII,
1, 2), poco hondo, y pie cónico alto (5-b), o de pie corto, ensanchado en la
hase, recipiente alg·o profundo, con un labio ligeramen te inclinado hacia
el interior (;>-(). La compotera es tam hién , como los trípodes, una clase
de vasos de origen méx ico-ccntt-o-a mer icuno , aun4ue su mayor frecuen-
cia ocurre en el área chibcha ·!:
h) vasos con pie anular (Lám. XVII 1, 3 j ( 6-"!). El dotar a los vasos de
pie debió ser un prog-reso del arte cerúm ico reu l izado entre México y
Yucatán , que se desarrolló « con particular vigor en el sur de Centro-
América » :1•
Así, aun sólo Len ierido en cuenta las formas de los vasos de este perío-
do, se ve que la cultura de Proto-panzaleo I es el fruto de una ola venida
del norte. resultado <1ue el estudio de la decoración de la alfarería con-
firmn . Esa consiste, principalmente, en grupos de lineas paralelas ondu-
Iadus , que parecen grabadas con un instrumento a modo de peine, cuan-
do el barro estaba aún fresco : a veces, estas paralelas forman clieurones
o espinas de nrenque : tras limitan cnmpos recargados con innúmeros
ó

grupos <le paralelas corlas, colocadas en <lislin tas d ireccio ncs. Esta técni-
ca, tan singular e inconfundible, recuerda la de la alfarería de N andairne
en Nicarugua , alfarería de formas parecidas a la de Tumbaco (Colombia).

1. .J1.1ú:-- v CAA:\L\�o • .\'111!1':t cont rilru ciún , etc., ¡,. 28-30, fig. 24 y 2:j.
2. r..., p. :H-:l6, fig. 26 y:.ti.
::J.. Ju., p. :J6--1-0, fig. :10 y :H.
1. •:\ ,\ .
e ,HA� .\IAH E.\ u 't.rt · ,u J. I HJ

Fi" ·)•)
,....--.- É pucudcl'rulo -pe nzulco 1 11
. . ' º.Yª dr-] Dau lx-.
Pr ()\'JnCHl df' Fl. e,11a:\'a�·. Ecnado1·
150 SOClÉTÉ D•.·s
L A:\IÉRICANIS..I·¡·s
:., IJF, . nrs
P,\

. . < 1•e El Guayas.


1
.• 1 - -• l•poca
Fi r,... 23. - :,.;.. . -, ., P 1 '< , lo-panzalco I , Huya d e l Dau 1 e, Provincia
uc . .
:,.¡u, 8-9 , )·.poca de Pr-ot.o-pnnza l ('O 11 ' Santa
' El
, <'11,a • in me dinr-inn <'S di' Arn hat o ,
Ecuad or, · · ·
• .
provrncia . < 1 e FI l '' Ecuudor-,
• T'ururu ru 111•1 •
Hil
En � a ndnirne hay, además, vasos con pintura, pero Lothrop advierte
que j arnás se observa ésta en los que tienen adornos grabados, en los
cuales, como en algunos ejemplares de Proto-panzaleo I, se nota un
enlucido rojo, que no se extiende a las regiones decoradas con mCI­
siones, lo que le da efecto ornamental 1.
En Hanchito de Animas y Chalaguile, lugares situados en el país toto-
naco, se han encontrado fragmentos de vaso cuya ornamentación se ase-
meja mucho a la de Proto-panzaleo 1 2• En fin, tiene la decoración
<le este tiempo afinidad muy gTande con la descrita por Spinden, como
propia de los vasos arcaicos de El Salvador \ y un aire de familia con
la que se observa en fragmentos arcaicos del valle de México -�.
Los indígenas en la época de Proto-panzaleo I eran agricultores, cul-
tivaban el maíz, y poseían un animal doméstico, el cobayo o cuy (Cavia
cobaya). � os inclinamos a pensn r <¡ue los huesos de llama, como los de
venado, encontrados en nuestras excavaciones, eran de animales salva-
jes, muertos por los cazadores. Dichos indígenas vivían en una sociedad
organizada, con casas del tipo llamado de colmenu , y tenían hogares
comunes, que tal vez tuvieron valor religioso.
Tenían nociones de arquitectura, pues, en Manabl , construían pirámides
de tierra (fig·. 20), con terrazas sostenidas por muros hechos con piedras
sin desbastar que, por provenir de rocas sedimentarias, se prestaban para
colocarlas {mas junto a ót r-as , clavúndolas en el suelo; y en Chimborazo,
ediflcnban casas de cantos rodados, unidos con barro, o de tapial, cubierto,
en la parte inferior, con un zócalo de piedras lajas, colocadas de punta, y
en la superior, con piedras pequeñas, dispuestas en hiladas horizontales,
todo enlucido con un empañeto bastante fino.
Si el cullivo del maíz, como parecen estar de acuerdo lodos los ame-
ricanistas, es elemento cultural originario de la reg ión méxico-centro-
americana, la arquitectura en sí misma ha de tener igual origen: en efecto,
el arte de construir casas de piedra o de tapia tiene, en la América preco-
lombina, dos centros, al parecer, independientes : el selentrional, del
territorio de los Puehlos a Xicarugua, y el meridional, que abraza el

t. LoT1111or. Potteru, f'/c., l. l, p , 218-222, fig. i t :J.


2. Snt1rnE1. (11.) . Alt-Al e.cico, Lcipzig-, Vol. 1, i88:i, l ám . \'I, fig-. :.4; Vol. 11,
18��1, lúrn . X, fig-. 2, :; y '7.
:L SP1:­.111·::'li • Xote« on t/11• Archeoloyy o]' Snl rn d ar, Am , Anth. Laucas ter , =".S., Vol.
XVII, 191!",, p. ;,'7.
'•· Kuoxmcn . Arch aic culture hori zons in tite 1·;,lley o]' ]le.z·icu. Un ivet-si tv of
California Publications in American Archeology aud Ethnology. Her­kr­ley , Vol , 17,
Ht25. fig. 29-:33, 3'7. -t-2-4'7, 83, 84 y 123.
Perú, Bolivia y el x. O. de la Argentina 1• :\las, a medi<la <{Ue la
i n vcst.igución progresa en la región int.et-mediu , estos dos centros están cada
vez mú s unidos y es mús clara la re lnc iúu que existe entre ambos, de tal
modo que es preciso confesar que han tenido origen común ; esto es espe-
cialmente cicrlo respecto a las pi rá micles con terrazas; por ejemplo. las
más antiguas del Perú siguen el mismo plano que el de algunas ele Ou xuca
o del Pctén '.!. La ag-rupaci1'1n de varias habitaciones en un mismo edi-
ficio - si bien de modo ordenado y regular - parece haber sido pa lrimo-
nio exclusivo de las civilizaciones superiores del Perú, Mé x ico y Centro-
América � perovquizús, debamos tener, como forma rudimentaria e incipiente
de esta <lisposicion, la de las casas colmenas, que aparecen só lo en tiempos
más modernos en la reg·ic'in periférica - entre los Pueblos del S. O. <le
los Estados Cnidos y entre los Diag·uitas dc-I X. O. argentino - pero de
las que, en épocas más a nt.iguas , encontramos ej cm p los en El Chimbo-
rnzo (Ecuudor ) y en Canta (Perú), del período de Proto-Iimn :1•
La técnica, con que es tá n hechas las paredes en la pi rárnido de �fanla
y algunos de los muros de Mucaj i , corresponde a la de los restos arqui-
tectúuicos arcaicos del valle de :\lt.•xico \ con una cxcepción , el muro
de adobes con revestimiento cie piedra, que sugiere una compa ración muy
interesante. Las paredes mayas son masas de concreto, revestidas con pie-
dras labradas; pero, en Copá n , una de las m s antiguas ciudades, en las de
á

los templos, entre el revestimiento interior y el exterior, hay « un alma de


tierra o barro pisoneado, mezclado con piedras rolas " \ o sea. de tapia; lo
que indica que esta disposiciún procedió al empleo del concreto, tan lo más
cuanto que no puede explicarse su carencia por la falta ele material ade-
cuado , habiendo en la vecindad piedras y cal en abundancia 1i. Si esta
e xpl icución fuera acerla<la, el a pa rut.o usado eu la pared de :\Iacají, a que
vurnos refiriéndonos y que, luego, se encuentra también en San Sehastián,
sería uno de aquellos c1ue pcr tenr-cieron a las civilizaciones más anti guas,
sobre las que se desarrolla la maya y, en tal caso, se encontra,·ía turnbién
en otros edilicios de muy remota uu t igúcd ad : tal parece acon tecer en efocto.
Las llamadas << slah houses )) son los más an l iguos edilicios del territorio

1. \V1ss1.1m. Tite n merican in d in n . Ne w Yo1·k, Hli i, p. 100-H t.


2. Cm.E. Los princinio« <le la« :rnli!f11:1s cicili zaciones per1,:111:1s. Ed. sep. del Bol. de
Ia Ac , Nac, de llisl. Qui to, l !1::W, p. :1-9.
3. Cornu n icacióu ver hal de nuust ro distinguido amigo el Dr. Vi Iln r y Córdova
!•. Knoxuen, Arn1ic horizon», ele., p. -í-O;j y .soo, l:ím. XX A.
:;. Sr1:o.nEN. Sludy o/ 111.1ya nrt., :\Iemoirs of lhe Pcaho<ly Mu scurn , l Ia r-va rd Lu ver'
í

s it y , ver. VI, p. to,.


G. Ju., p. 13:L
C:'.\A t,RA:\ :\L\ REA CCLTCK.-\1. l;i3
de los indios Pueblos. Spier describe el único ejemplar conocido : « una
estructura elíptica sernisu hter­rú nea , con muros de adobe, en cuyn base
planchas de piedra han sido colocadas de filo » 1.
La organizacic'>n social, que los restos del período de Prolo-panzaleo
revelan, es turn hiéu un elemento culto, cuyo origen sería ocioso buscar
en las naciones americanas del Este ; pero se encuentra y{t en al época
arcaica, en México ·.?.
Kroeber resume así el estado de civ il iz.ación de Ia s poblaciones más
antiguas del valle de México, y la pintura que hace puede, en gran pn r te ,
aplicarse a Proto-panzaleo 1 : << La edad cultural del Arcaico puede defi-
nirse como oa ractor-iznda , probubl e men te , por la agricultura del maíz,
pero incipiente con respecto al hilado con medios mecánicos. Los sepul-
cros, las hileras de piedras y pavimentos descritos por Garnio, la escalera
con revestimiento de rodados ... y especialmente el gran cono piramidal
de Cuicuilco son, cicr-taruent.e, estr-ucturns arcaicas. Pero éstas son cons-
trucciones primitivas, sin piedras talladas o esculpidas y en las que só lo
se utilizan b loq ues de lava y cantos rodados sin ningún cimiento, y sin
muros verticales. . . La cultura puede, en general, ser comparada por su
grado de de sar­ro l lo con la de los Pueblos, más adelantada en alg·unos
respectos, como el de poseer grandes construcciones corno la pirúmi<lc
de Cuicuilco, cuya ed ificución supone el que a ella haya contribuírlo una
polrlación numerosa, p roba bl ernc nte bajo la di rccciúu de un gobierno,
<le alguna especie de autoridad, más atrasada por la falla de unn verda-
dera arquitectura. Pero la conexión con los Pueblos o sus antecesores
sería, probahlemente, errón eu , pues la Arcuica poseía algunos elemen-
tos cu.lt.ura les característicos de las más modernas de Mé x ico y Centro-
Amér icu , que nunca se han encontrado entre los Pueblos, tales como
estructuras piramidales con terrazas. vasos y metales trípodes » :\
�o vamos a ref'er-ir-uos detalladamente a los hallazgos hechos por Ulrle
en Supe y Ancóu ; quel'emos sol ament e recordar el ca rúct.e r primitivo <le
estas poblaciones <¡ue, por sus artefactos de hueso 1, recuerdan a los
Fueguinos ( Elementos de cultura pr-imordiales. Vide supra), que, por la
probable antropofagía, parecen pertenecer a un bajísimo nivel <le civiliza-

L SPrnn. f.'hJ"(JIWlo!f.'J of X1111i ru in«. Au í.h . papers of t.hc Am . �luscum of Na t u i-a l


l l ist.ory , '.'\Pw York, \'ol. X\'11, 1!117, p. :l:!í-.
2. K1101-:111·:u •• \rclwic lcori zon«, etc ., p. :189, :rno, 1-0:;, .'t,Oli.
:L lu., p . .o:; y í-Oti.
í­. C111.1·:. Informe n la Sr:1. Phreb» .·\. Hear«t «olsre «u« est u dios en Su¡H'. En
K111,i-:�EH. Th» Uh Le /J()l/cry col.Lect ion« [roni S11¡,e. Uu ivcr­s i ty of Cal ifo ru ia Publi-
c:tlions in Arn , Arch . au d Etlinolog·y, Vol . :!t. No , G, J>· 21i:!.
SOCll�TÉ DES Al\lÉRICA�ISTES l.>E PAtHS

cion : y <i bien la sepultura de cuerpos incompletos t puede ser un indi-


cio de barbarie primitiva, ocurre así mismo en pueblos adelantados, como
los Manteños del último períoJo. Pero, aunque esencialmente pescadores,
conocían también la agricultura y culli vahan el maíz, la _yuca y el fréjol.
La decoración de su cerámica, casi exclusivamente grabada, tiene afini-
dades con la arcaica de México ·! y con la de Prolo-panzaleo l :1; pero
estas semejanzas, así como el parecido de las cabecitas de Ancón con las
de México, reconocido por Uhle \ Spinden \ Means ,¡ y Strong, quien
escribe : « rather strongly suggests cer tain archaic figures from Mex ico
more than it does any Peruvian tipe I arn familiar with it » 7, no deben
hacernos olvidar la falta completa de aquellas formas de vasos que son
típicas para las civilizaciones méxico-centro-americanas.
El hallazg·o de un gorro de plumas de papagayo x demuestra relaciones
comerciales, cuando menos, con el Amazonas, las que - quizás - fueron
de origen más trascendental, pues todo induce a creer que los pescadores
primitivos de la costa central del Perú eran de la misma raza que los de
.Arica, cuya civilización, no enteramente libre de aportes sctentrionales,
que es un ejemplo de la primordial americana, parece debe atribuírse a un
substracto étnico uro o de procedencia ara wak 10• •
�o podemos aún ofrecer un anúl isis detallado de la primera faz de
Pr-oto-Iirna , de modo <{Ue só lo haremos algunas referencias ligeras. La
población se sustentaba casi exclusivamente con productos agrícolas.
tales como maíz, Iréjol es , maní; la cerámica era bien cocida, de color
amarillo oscuro, decorada con puntos y Ii nens , pintados con úno o dos

1. L:'11u:, Informe a la Sra. Pluel,e A. Hearet ; etc ... , p. 26:L


2. Compárese : S'r no xo , The Uh.le pollery col lectione [rom Ancon, fig·. i e, m , y
K110EBErt. Archuic hor-izon«, etc., tig. f2:J; S'r noxr., Op. cil., fig. i h, d, y K110EUEH.

Op. cit., fig. H 9 y f 2i ; S·rnoNí;. Op. cit., fig. 7 e, y KttOEBEn. Op , cil., fig. 9.
::L Vide Snt0:--G. O¡J. cil., lá m , ·'t-8, fig. a ( segundo y décimo f,·agmcnlos: y fig. h ;
K1wi-:11i-:1t. The Uhle Potters¡ collections from Supe, Iá m. i9, fig. 1.

'•· C111.1-:. Notas oriqinnles de Ancon. En S'rno xo , oi: cil., p. 1 i�.


:;. SP1-�11E'l. The oriqin. urul d ist ribut.iorc of :t!]riculture in Americn . XIX Int.
Cong. of Am. Washing tou, rnt7, p. 273.
6. �h:.\:--s (Ph. :\.). A s11rney uf uncierü peruuien art , Transact ions of the Connec-
t icut Acaderny of Ar-ts and Scienccs. New llaven, Vol. 2f, 191 i, p. :l89-:l92.
"i , S'ruo xn. Op. cit ; , p. f 54.
8. C 111.i-:. Informe a. la Srn , Phoebe A. Heur st sobre «us estudios en Su pe, En
Knc.>EDF.H. The Uh le p,,tlcry collcctions from Supe, etc i, p. :m9-392.
9. Hr ve r : P.). Les ,;l,;ments co11slil11tif� rle« cioilistüion» du Nord-Uue«t el ti,• Lt nre«!
Su d=Americain, XXI Congo. Int , des Am. Güteborg , 1925, p. t.
iO. CRf:QtJ1-Mo:sT...-011T (G. d e i el H1vET (P.;. L.·1 lun que Uro 011 Pukinu , Jour. de
la Soc. des Am. de Paris. París, Vol. XVIII, i92:;, p. 2H-244; Vol. XVIII, 1926.
p. Hf-1:39; Vol. XIX, f92i, p. :,8-H6.
u"
.1 ;),')
C�A GRA� MAREA CCLTURAL

colores, bastante pulida; hay ornamentos que recuerdan el tipo llamado


por Kroeber « lnterlockin », al estudiar la alfarería <le Chanca y t. Cono-
cían estos antiguos pobladores la naveg ación , como lo demost.r-ó el hallazgo
de una balsa de totora que hicimos en el basural ( en todo comparable,
menos en la vela que faltaba, a las usadas hoy por los rihereüos del Titi-
caca). Cómo puede explicarse el que a esa distancia del mar y de todo
cauce navegable se encuentre una balsa de varios metros de largo ·?
Fué una ofrenda vot iva o, acaso, desde aquellos tiempos ha cambiado
la topografía de la región ? La carencia casi absoluta de toda hucl la de
tejidos en las capas ínfimas del basurero sorprendre mientras, por otra
parte, encontramos un manto hecho del plumón de aves marinas.
En general, el aspecto de esta cultura es de un pueblo agricultor v
sedentario, muy diverso del de las tribus pescadoras de Supe, Ancón y
Chanca ..,v .
Los hechos aducidos en las páginas precedentes nos parecen suficientes
pnra afirmar, como una verdad demostrada, <¡uc, al principio del desa-
rrollo de las sociedades ahoríg·enes del 'N. O. sudamericano, se produjo
una gran marea cultural, venida del setentr-ión , de la cual son efecto las
más antiguas civilizaciones hasta ahora conocidas en esta por ció n de
América, y que esta marea es la de la cultura :arcaica, que nos es cono-
cida por los restos que, de una de sus variedades o etapas, se han encon-
trado en el valle de México.
Pa récenos que a esta marea debe atribuírse la propagación <le muchas
usanzas y práoticas que se ha creído pudiesen ser oriundas del Este ame-
ricano, tales como los bezotes, las flautas de Pan, la cerbatana, los tro-
feos hechos de cabezas humanas 2 y, quizás, la estúlica, si ésta no es
más antig·ua.
En efecto, el bezote o temheta encuéntr·ase en Mé x ico , Yucatán y Cen-
tro América, así como en las hoyas del Orinoco y del Amazonas \ lo quC'
parece indicar que su origen debe buscarse en la cul turu arcaica ; y Hi vet
y Verneau han hecho yá notar <¡ue las formas usadas en México « tienen
una semejanza sorprendente con el tipo común ecuatoriano )) ", lo qu<!
sería inexplicable si fuese oriundo del E. <le Sud-América; só lo una duda
cabe, si no es un elemento primitivo mús ant iguo aún que la época

1. Knorcurcu , Tite Chie ¡wllcry col lect ion s [rotn Ch:,m·:ty. CnivPrsily of Califon1ia,
ele., v..r. 21, x». '7, ¡,. 2i9-290.
:?. H1,·ET. Les éléments consl itu tif's , ele., p. 2 y 3.
:L Hrvz r el Y1m:SEAl;, Eth,wr¡ra¡,hie a ncie n n e de r1;·,¡11ateur. Pa ri s , (er Ia sc i cule ,
t9t2, p. 209-212.
4-. lo., p. 222.
SOCIÉTI:; DES ,\:\II�RICA�ISTES DE PARIS

arcaica, idea <{Ue sugiere su ex t.e ns ión hacia el sc ten tr ió n en la costa


pací fica de N orle América.
Las flautas de Pan, que se hallan en los yacimientos de épocas tan anti-
guas como los de Chaullabamba, Proto-lima y Prolo-nazca, también
creemos son de origen setentrional.
El hecho de haberse practicado, en México, la costumbre de conservar
las cabezas de Ios enemigos, tomados en la guerra y victimados más tarde
en los sacrificios sangrientos ele los Aztecas, como trofeos, después de
extraer los huesos, guardando sólo el pellejo, al parecer, rc-ducido : el qtw
igual usanza haya existido entre los Cunas y otras tribus de Colombia,
y que dichas cuhezus se hallen en los cementerios de Proto-nazca y
Proto-lima (como tuvimos ocasión de comprobarlo, al extraer, de una de
las huacas de Arnmbur o , un cadáver, de cuyo brazo colgaba el pellejo
de una cabeza humana, cortada en el cuello y rellena de pnja) nos hacen
que tengamos por imposible el origen oriental de esta costumbre ; por
iguales razones, pens�unos lo mi srno acerca de la cerbatana, pues 110 com-
prendemos có mo un elemento cultural del E. de Sud-América pueda haber
llegado a Méx ico, cuando, para las épocas más antiguas, todos los hechos
hablan en favor de inmigraciones de cultura del �. hacia el mediodía y
ninguno milita e n pro de la dirección contraria 1.
En cuanto a los portadores de esta ola cultural bien poco es lo que
puede decirse, ya que ni siquiera sabemos quiénes la mantuvieron en
México. Fuéron , acaso, los (Jtomies ? Pensar en los Xahuus es, q uizús ,
andar por camino equivocado, ya que todo induce a creer que sólo pos-
teriormente llegaron al Ana h uuc, siguiendo el movimiento migratorio
general hacia el S., ele (jUe antes hablamos, en el que las praderas de
Norte América desempeñan, para el hemisferio colombino, el mismo
papel que, para Europea, las estepas de Husia y Siberiu. Pero, sean
quienes hayan sido los fundadores de la cultura a rca icu , nos parece que
su propagaciún� má s que por movimientos de pueblos, ha de explicarse
por medios de contacto y relaciones entre naciones vecinas. En cuanto
al Ecuador, hemos y{•, en otra ocasión, aducido las razones por las que
creemos que su introducción fué obra de los pueblos chibchas del suh-
grupo talamanco-barbacoa, cuando éstos, emigrando del norte, llegaron
a la regi(',n ecuatorial :!.

La cultura de Proto-panzaleo II nos aparece, en el estado actual de


nuestros conocimientos, como más importante que la de Prot.o-panza leo I

f. UttLE. Los elementos constit ntico« de ln« cinili zuc.ione« «ur--urnericn nns . A. de la
e. C. del Ecuador. Qui lo, Y ol. XXXVI, 1!)26, p. 2-f 2.
2. J1Jó;s; Y CAA:'\IA�o. Pnru liú, Quito, YoL 11, 192"7, p. Hl2.
L::'-A (illA:\ �IAHEA CI.LTL"HAL

Fi�. :? i , ­ J'.:poca de Pn,to-pa11zalco 11. :'\'" 1. \Jncají. cerca ele Hi11hamba. pr-ov i nc i a de El
Ch irn hor-uzo . E<'11ador. �' · :!-10. �a11l.i Ek11a. in nu-d i a ci o n es de .\ml,111<,, p1·0Yit1cia de
El T'u ngur-a l. uu . Ec11;1d11r. � .. 11. l n rn c-d i ac i o ne+ d(· Aru hat o.
SOClÉTÉ O.ES A:\JÉRlCA�lSTES DE PARIS

por su mayor extensión geográfica ; es, sin embargo, en lo principal, su


heredera y continuadora : las formas de la cerámica, con poca variedad,
son casi las mismas; quizás, la única innovación notable es la de colocar
una figura humana en el pie de las compoteras. Los elementos nuevos
introducidos en este período son :
a J El mayor adelanto arquitectónico, que se manifiesta en la erección
de pir{unides (fig. 17) con terrazas y una fachada con escalera monumen-
tal, con descansos y muros laterales (Manabí) ; y es ocioso advertir que
esta disposición del edificio es netamente centro-americana, y que la
com pat-ación con la cultura maya casi se impone como indispensable t ;
h) La decoración según técnica negativa (fig. 21-, nº5 1, 7-11 ; lám. XVIII,
8 ; XI X, t , ::J- 7, !J-11, 13) o a color perdido, tan característica para la alfa-
rería de lodos los pueblos chibchas y que se encuentra en Julisco, Michoa-
cá n , Yucatán , en el Petén en Guatemala, Honduras, Costa Rica y
Panamá '.!, Se halla también en la sierra del Perú, en donde, como vere-
mos luego, es efecto de la ola cultural posterior a la que nos referimos
que produjo la civilización de Tuncahuán , El origen setentrional de esta
técnica nos parece seguro, ya por su dispersión geográfica, ya porque
casi siempre se asocia con elementos decorativos, derivados de las civi-
lizaciones del norte ;
e) La pintura <le los vasos, imitando el fruto de una cucurbitácea
(fig. 24, nº,; 7 y�);

1. Co m pár-eso : t lenl.lu. (Ve ra-cr-uz}, BA:scnoFT (11.). The netioe ruces o( the Paciflc
Stnle« o]' Americ«. Londres, ver. IV, 1875, p. 442; Hu atu sco (id.), (lo., Vol. IV, p. 443);
T'uwa pú n :id. , (lo , Vo l , IY, p. lt;>6); Cem ponllúr: (id.), Kmc1rnuF.nG (\V.). Die Totoneken,
Bacsslcr-Archiv. Bcrlin, Vol. IX, 192:;, fig. 2G; Monte Albún (Oaxaca), BATHES (L.).
E.r:plor.1lions in .llounl Al bú n; :\léxico, 1902, plano; Ouietujola (id.), JovcE (Th. A.).
Me.cica n Arch.neolocp]: Londres, 1914, fig. :12; Pnlenque, el Palecio ; :\lAuosLAY (A. P.).
Bioloqi« cenl.rtili-u nier icen a, Arcluieolorpj , Londres, Vol, IV, 1896, Iárn , i5 y 21 ;
Pnlenq ue, el Templo d e las inscripciones, Hor.xncs (W. 11. ). A rcheoloqicnl studies among
the ancient cilies o]' J/exico. Field Columbian Museum, Publica tion 8, Anlh. Series.
Chicago, ver. 1, 18\J:;, lám. XXV; ru;«, )lAt;DSLAY. Op: cit., Londres, Vol. III, f 902,
lárn , 6, y t;9 ; Yu.cchilún; edificio No. ,1, )IALEH (T.,'. Researchee in the central part
o]' t.he Ueu nuüsirüla »allet), Momoir s of t.he Peabody Mu seurn of Am. Arch. and Eth.,
Ha rvard Uni vcrait y. Cambridg·e, Vol. 11, No. 2, 1903, fig. 5!;; Tanceh., Lo-rn nor-.
Tul um, \Vashiuglon, 1924, fig. i26; Usucac-cenel ; Ventana, SELEH (E). Die elten
. A nsiedelutujen. von Cluiculú . Berlín, 1901, fig. 2!; Uatcec-cennl, Piedra parada, lo., fig.
:12; Chuculú , templos del E y riel O, fo., fig. 44 y '•9 ; Ynlum-bohoch , fo., fig. 86 y 87;
Tenum pun (llouduras), edificio I, Lor nuor-. The Mueeum Centrnl American Eicpe-
dition ; l92;'j-f 926. Indian notes. New York, Vol. IV, No. i, !92,, lám. 111.
2. SP1:s;n1-::-.. Ancieat ciuilizetions o{ Me xico end Central America, New York, i 9! 7,
p. 62.
LoT11tt0P. Potter-¡ o]' Nicaragua and Costa Rica, N ew York, t. 11, i 926, p. 320-321 ·
C�A GHA� �ARLA CLlLTCRA�

d) Los dihujos formados por grandes figuras escaleradas (:\Ianabí), tan


frecuentes en los arles del norte, mientras que, cuando ocurren en el
Perú, se puede casi siempre determinar su origen setentr ionu l ;
e) El empleo de figuras de dragones, con simetría alterna en la deco-
ración interior de los platos (fig. 23, nº 8; fig. 21, nº 8). Est a decoración
debe ser analizada distinguiendo los elementos de <¡ue es tá compuesta y
su distribución. En cuanto a los primeros, no cahe duda de que son los
mismos que en los arles de Chiriquí, Costa Hica y � icurag ua ; se repiten
hasta lo infinito en lodos los estados que puede recorrcr un dibujo, desde
un modorudo realismo hasta la simplificación en un ornamento geométrico
y que, según el parecer <le cuan los se han ocupado en la muter ia , repre-
senta un cocodrilo.No recordamos ningún ejemplar maya, que pueda adu-
cirse como antecedente directo de las irnág ene s a que nos referimos. El
cocodrilo que, como motivo ornamental y símbolo religioso, es conocido
entre los Mayas, en la forma del dragón de dos cabezas - en la que tam-
bién se presenta en Chiriquí y Recuay- fué , quizás , un elemento común a
las civilizaciones pre-nrnya y chorolega, o por ella tomada de <.�sta, al prin-
cipio de su desarrollo, cuando estuvieron en contacto, como lo demostra-
mos yá , y en que la al parecer inferior i nflu y sobre la que lueg·o adqui-
ó

riría tan admirable desarrollo; así se explicaría el que entre los Mayas
lome, casi siempre, la forma convencional y fanlústica del dragún ; rrrieri-
tras el lugar, que en los arles chorotegas ocupa el cocodrilo, lo reserva el
maya para la serpiente, siendo muy significativo que, en ciertos casos, pueda
se ñulur se cómo un animal se convierte en ótro , conservando aún claros
recuerdos del dibujo original. El cocodrilo representado de un modo un
tanto estilizado y convencional es motivo fundamental del úrea que Spin-
den llama chorotega, esto es, la región comprendida en la parle húmeda
<le la cosla norte de Honduras ( cerca <le La Ceiba) hasta Pu narná 1 , no
sólo por la frecuencia con que se repite, sino porque, a menudo, la fig·ura
de otros animales loma, de la del cocodrilo, las fauces alargadas, el cut. "!rpo
angosto y ondulante, la cola larga y continuadora del tr'onco ".

1. SP1:-.1n�:--. T'Iu: C'hfJrolrffa. culture nre«, XXI Coug , Int , des .\m. Got.ebo rg , 102a,
p. ;,20.
2. LoTHHOP. Up; cit.; = Tiq re : fig. 20, -1-5, ...C,, lúrn . XXXYIII a, h , XXIX L ,
XL, XLI b; = /111,,yen irüermcd inri« entre el }a!Jll:tl' !J la «erpierüe : lárn . XXXV a, b;
� .llorw : Jú111. LXIll a, b, e, d , LXI V, LXV a, 1,.
LEIDL\:--N \Vallcr¡. /Jie Archüolooie r:osla. Hicas . Abhandlungcn d e r n atu r-his tor is-
chcn Gesellschaft zu Xü rcm hcrg. ;\Üremberg-, Vol. XX ,l !113, Tigre-cocodrilo: fig. t-4-.
Cocod rilo-rnono : fig. 38. '
ll AHT�IAN • .'1 rcha.eulogical rescu rches in Costa Hicu, St.ock holm , t 001, TiyrP-cucud rilo :
fig. 2.
160 SOCIÉTÉ DES A:'IIJ�HICA:\ISTJ­:S l>E PARIS

Al sur, en Cundimarcn y en el Tu ncahuán del país Pasto (sur del


departamento colombiano de Nariño y provincia ecuatoriana de El Car-
chi), el mono, del que abundan antecedentes en el úrea chorolega t, sus-
tituye al cocodrilo, sufriendo, a su vez, las transformaciones que éste
experimenta en el norte 1• Casi pudiera decirse que para cada úrea hay
un animal característico : la serpiente para la maya ; el mono en la ch ib-
cha; el puma en la centro-peruana, y el cóndor en la de 'I'iahuanaco : y
es interesantísimo ver cómo, hasta donde se extiende la ola cultural de
Tuncahuán, el animal leit moti» del arte local sufre una serie de tra ns-
formaciones paralelas a las que, en las áreas maya y chorotega ( que, como
se sabe, se influyen mutuamente), experimentan el cocodrilo y la ser-
piente, de tal modo que la comunidad de origen se vuelve evidente.
La colocación del motivo ornamental en simetría alterna se observa en
muchos casos anúlogos del úrea chorotega :i ; así, desde este punto de
vista, es también originaria del sur de Centro América, aunque no faltan
ejemplos de esta disposición al norte del Istmo de Tehuantepec 4:
() La decoración de algunos recipientes con un dibujo negativo, repar-
tido en campos por fajas que se cruzan y recargados con puntos ;,
( fi g. 2 4-, n ° 11 : Lit m . X V 111, 8 ; XI X, 1 , 3) ;
g) Las figuras estilizadas de murciélagos r, que adornan los bordes de
algunas compoteras ( sierra ecuatoriana) :
h) El empleo de figuras humanas como base de las compoteras (fig. 2í-,
nº 1 ). El modo como se han representado éstas, la importancia dada
al órgano masculino, que se observa también en las estatuas chorote-
gas, parecen un detalle vulgar; pero, al averiguar el origen de la cor-
riente cultural que produjo el estilo de Panzaleo 11, se vuelve interesante,
pues no es posible buscar el antecedente de este particular entre los
Mayas 7•
1. Sr1:­.DE:­.. T'he Choroteq«, ele., fig. !i, p. !Hi; LoTIIHOP. Pullery, etc., Iá ms , LX
a LXVIl y LXIX ; fig. 02-66.
2. J1.J<>:­­ Y LLDIA�o. Pu ruhú . Quito, Vol. 1, 1�12i, p. 122 y 12:L
3. IL\nn1A:-.. O¡,. cit., fig. 28f;, Iá m . G, fig. 4, lám. 8, fig. 1 ; L1·:11\IA:--::-. (\Y.:1. JJie
Arclüioloqie Cost« Ricas, flg. 20 �Eslilo chol'olcga); LoT111tol'. Pollery, ele. Barro
policromo rl e Nicof a : lá m , XXX a, Llll e, LIY a; Cerú micu ele Luna : lám . LXXXIX
y XCII, fig. 100 a y h, y 104; Burro ¡)(}lieronw de fo Sierra : l ám , CXLII, fig. 18i;
Certunice serrun e de líneas rojas : fig. 19!i b y J 98; Cerámica neq at.ic« : lám. CLXI
L y c.
4. STREUEL. Ueber Ornamente nu]' Tonqefüssen .111s All=Metcico , IJamburg, HHH,,
flg. 18:.ia y 322.
;.i. )L\cCi_;nov (G. Granl). A study o( Chlriquion. arüiq uities, Mcrn o i rs of thc
Conneeticut Acaderny of Arls and Scien ce s. Ne w Havcn , Vol , 111, 1911, fig-. 18:i y 1�11.
6 . .JIJóN v C.\A;\IA�o. Pu,-uh:í,Yol. I, lám , XV'l , Iig , 2; Iáru. XYII, flg. 2.
7. J1Jó:-. Y CAA!'tu�o. Op . cit., ver. 1, p. 120.
C:'-A GRA'.\ �IAREA Ct:L"ITBAL lnt
Mas nmguna otra cerú mica , de cunnt.as conocemos, tiene tan marcada
afinidad con la de Proto-panzaleo II, como la pr-irn it.iva de El Salvador,
encontrada por Lothrop en una capa de t.icr ra vegetal, bajo cuarenta pies de
cerriz a vo l cá n icn , cuyas características describe así el descubridor : « The
po tsher ds e x cavutcd Irorn thc lo wer leve] on thc Cerro Zapote ... indicnte
vcsse.ls wit h unrcslricled orífices, fairl v thick wul ls , and everlcd and
slightly thickened l ips 1 . The surfacc of he c luv has often heen colorcd
í

w i l h a dull-orang·c wa sh , which al limes is heavv enough to approach the


cousi stencv of a s l i p ". Decoration was obt.a iued : 1) by hrond, i nci sed ,
encircling lines or grooves, and also :3 2) by pattcrns pa in ted in parallel
black lines w hi ch suggest but actual ly are not comb-markings. This black
paint, as a result probably of sorne chem ical action o r poss i hlv of o ver-
firing, has usual ly vanished, and has destoyed the orange w a sh on w hich
it lodged 4. Hence t he patterns oftcn a ppenr as ligh t-colored l ine s stan-
ding out ngainst the orangc fielcl. Th us many speci me ns look u s if they
w ere - pet-hups somc act ual ly are - decorated by t.hc w e l l-k no w n w a x-
painting mct.hod'. Smu ll , conical, solid legs are a feat.ure of th esc ves-
sels i; ».
La cultura revelada por estos hallazgos, y que t iern- marcada afinidad
con la arcaica de Méx ico , se encuentra también en Honduras y Guate-
mala 7•
El anú li sis anterior demuestra que la civ i lizución de Proto-panzaleo II,
como la que la pr ecedió , es originaria de l norle, esto es, depende de los
movimienlos de pueblos y culturas que se efectuaron en tiempos remotos
entre México y Pannrná , y cuyas huellas podemos seguir en el X. O. <le

1. Compárese: .Ir.ióx Y C.u'.\tA�o. Op. ,·it., Vo l , 1, fig-. 'l­ y 12, y LoTIIHOP, l'oltery
ty¡ws nn.d tlieir se,¡11e11c,• i11 HlSal1.:aÚ()r. ludian ;\oles and )lonog-r:1plis. ;\CW York, l. 1,
� o. 4, HJ2í, fig. 4 a-g·.
2. En Prolo-panzaleo II de la s i eti-a es rojo v por lo dernús igual al dcscvi to por
Lot h rop ; en el de la costa naranja, pero s i c m p re un enlucido, pe rfec ta me n í.e recono-
cible.
:1. Es ta clecovnción es más f'r ecue ute en Proto-panzalco J.
'.-. Esto mismo se o b se rvn en muchos vasos de Prot o-pn nznlc-o II de la s i e rra-,
: •. La decoración pintada de Pi-o t o-pun z a l co II es cs cnc in lnn-uto ueg·aliva, aun cu-
ando las fig-uras, como en la <le la fig-. 24, nº 8, sean pos i ti vas , h a n sido hechas poi·
el proce<li-micnlo de la cera ; pero ésto no obsta a '(UC, en ciertos objetos, la pi nt ura
parezca consistir en las líneas neg ras , como c11 los de las lú m , XI, fig-. :l y 4­ y XII,
fi g. t, de J 1.1t>:-. y C.,A'.\L\�o. Pu ru h
ú
,
Yol. l.
(i. Lorrrnor­. Pott ers¡ types aru] t hei r :,;1>1¡1w11ce i11 1�·z S:1ll':ufor, p. 1'70-1�:!, fig·. �-8.
'"i. l n., p. 17,-txo. La co rú m i ca , a ,¡uc vc-n i m o s rtif1rit'·ndo11os, licue marcada seme-
janza con algunas de las variedades del tipo a co lor- perdido de Cliiriquí y Co sta
Hica. Vi de LoT11110P. l'ultery o]' r:osla Itic« urul Sicar:1!f11a, l. 11, );'101. CI.XI = )IAc­
CnwY. <Jp. cit., lám. XXXII b ,
Soc iété des A mér ice n isí es de Pnris . 11
162 :-iOCIÉTÉ DES ..\ ,IÉHlCAri ISTES 1)1:; PARIS

Sud-América, gracias a los restos arqueológicos más antiguos. Si el pe-


. ríodo precedente es el reflejo de la cultura arcaica, a cual debemos alri-
huír Prolo-panzaleo 11 '? H.esponder a esta pregunta es por demás difícil ;
sin embargo, por ciertos indicios, nos atrevemos a ver, en esa civ i lización ,
un producto del movimiento de los Chorotegas hacia el sur, cuya existen-
cia en México y Centro-América comprobamos yú , así como sus efectos
al mediodía del Istmo de Pa numá. Estos indicios son las figuras de dra-
gones, la representación del úrgano masculino, la abundancia de compo-
teras más propias de los arles del sur de Centro-América que del maya,
y, sobre todo, la decoración negativa que no conoce el arte arcaico <lel
valle de México, pero sí el de El Salvador. De éstos, únos excluyen el origen
maya, ótros el arcaico. Podría objetarse que ni en Nicoy a ni en Nicaragua
se emplea la técnica negativa, que es sustituida allí por un procedimien-
to especial, el de hacer resultar una figura sobre fondo neg1·0 1, que, en
este caso, más que la sustitución de una técnica yú conocida por útra, nos
parece el origen de ella, como lo veremos más luego.
El arle chorolega, desde hora muy temprana, se impregna de motivos
mayas, tomados del arte del antiguo imperio; ninguno de éstos hemos
podido reconocer ni en el Proto-panzaleo Il de la costa, más rico en or-
namen los, ni en el de la sierra; lo <1ue no acontece en el estilo de Chaul-
Iabarnba , en el que, junto a elementos que, claramente, pertenecen al ci-
clo chorotega, hay ót.ros de procedencia mnv oi de ; así nos atrevemos a sos-
pechar que la ola cultural que lo produce corresponde a un movimiento
iniciado antes del florecimiento maya, aun cuando puede haber necesitado
de varios siglos para llegar al Ecuador, de modo que pudo hacerse sentir
al mismo tiempo que otras corrientes más modernas; tal parece haber
acontecido, pues el plano de las pirámides ma nabi tns de este tiempo, así
como las preciosas figuras humanas (Lám. XIX, 8, 12, 14) que en ellas
se encuentran, junto con la alfarería típica del período, sugieren la idea
de la influencia de otru civilización centroamericana más adelantada.

L� tercera de las civilizaciones importantes del Ecuador es la que no-


sotros hemos llamado <le Tuncahuáu, junto a la cual, en otros valles, flo-
reció la de Panza leo I.
La civilización de Tuncahuán se caracteriza por una técnica· peculiar,
la decoración neg·aliva con sobrepinturu ; esto es, que los vasos han sido
adornados, primero, mediante un procedimiento a color perdido .Y, des-
pués, adornados con una pintura transparente roja, amarilla o blanca, sin
ceñirse, en muchos casos, al dibujo (fig. 2Zi, n<> 5; fig. 26, n°5 1-2; Lám.

1. Loruuor-. Pullery, etc ., L. 1, p. 14-L


Fig. :.?ó. - Pcrí,,do de T'u n cu h uú n . X 1, :!. T'uucu huüu . ccr-ca dt� ( ;11a110, pr-o v inc ia de El
0•

Clum boruzo . Ecuador. ::,.,,. :i-ó, 8. Guunu. ::,.,, 6. :Sa1·rio, p ro v i 11cia de El Ca1w1·. Fe, uch,r
::'\" 7. �Iacaji, cerea de Hir,h11mhn, pro, inda <le El Ch i m ho r-azo .
SUCll�TÉ IJES A.\l�HICA:\ISTES DE PAHI:-,

XXI, 'I: XXII, 1, 8; XXIV, «.s,


X\V, .1. I), incurriendo e n Frucuen tes
errores al recubrir la fig·ura :neg-ati,·a con la pintura (fig·. 2:;, n'' � ;
Lám. XXI. 2, 1, 8, 9; XXII, 2, fi1 !I; XXIII,{;!: XXIY, t ;1jXXV,
1-:1, 8­·11) o apartúndose com pleturncute de las decoraciones, al colorir
parle de uuu super-Iicie (fig·. ;¿;;, 11º 7; IJún1. XXI, .1, li, J(J; XXII, 3, ;) ;

Fi¡.;·. :?o. - Pc.-íodo de Tu11<. -a huán .


X" 1. T11nc.1h11ú11. cei-cu de c;uano, provincia de El Ch i mb or-azo , Ecuador.
X" :?. Zh11iia¡.r. pro,·i11cia de Loj a , Ecuador.

xxru, 2, í., s, 7, 9: XXlV, :;, 9, 10: XXVL 1. 6-8, 11). Diríase que,
entre la decorución a color perdido y la i lu m iuacióu con una piu t uru truns-
paren le, ha transcurrido algún tiempo : cuando los ca m pos pin tudos de
rojo no se a partan lotalmen te de la or-nnrne u Iu c i n neg-u t.ivn ,· t icne u por
ó

objeto iluminar el dibujo a color perdido (XX[, I: X XII, í, 7: X XIII,


1 , 3 ; X XI V, 1 -:3 ; X X V, ;i ; X X VI , 2-4., 1 O) .
En todos los casos en que st.-' pue<le calcular Iuudndamcu te la posición
cronolúg·ica de los objetos en que se observa este estilo, se nota que es sen-
siblemente Ia misma; así, en Manahí y Puruhú, sigue n Prolo-panzaleo II,
y, en esta última regi<'m, precede H l e st i lo e11 que poi· vez primera se no-
tan los _efectos de la ir-radiación de la cultura de Tiu huan aco : en El Azu-
ay, precede o sigue a la llamada nuuj oide 1, y u n tccecle a las fertiliza-
das por el influjo tiahuanacota; en el Perú, se encuentran f'rug ment.os de
este estilo, que hay que atrihuír a vasos importados de algún lugar de la

l. L.1 conlemporaneidad de la ci vi livuc ióu ele Chnu lta ham ba o mayoi de <le El Az u ay ,
como la llama Chic, queda c x e l u it lu , poi· el hcc ho de oucout.ra rsc las dos c11 los mis-
mos lug-a1·es (�anío. Hespt'clo al ordt•11 dt' su cr-s ióu , y{·a11sp las not as 1 de la p. 1 í-3
�- :! de la I'. f!t, .
C:'...\ iiRA� .\IAREA et: LTCH..\L

sierra del centro, en la parte más antigua del templo de Pachncá mnc y
en las capns medias del basurero sobre el que e st.á edificada parte de una
de las huacas prot o-Iimeüns de Arú mhuro ; en fin, la cerú mica de Hocuay ,
libre de todo indicio t iahuauacotu, se caracteriza por el empleo de este estilo.
Debemos agradecer al Dr ..Julio 'follo el privilegio de haber- podido
examinar detenidamente la numerosa colección de vasos hecha por él en
el Callejón de lluailas, co lccció n que se g·uarda en el Museo arqueolúgi-
cu de la C ni ver si dnd dt• San :\fo reos, de su dirección : y notamos que fa­
cilmen to se pueden distinguir dos tipos en la alfarería <le Hecuay : aquel
en que se repiten, casi sin alt.e raci u , las formas y ornamentos clúsicos de
ó

Tuncahuún, y el otro en que el contorno de las vas ija s y la ornamentaci-


ón pintada en que predomina el pez o serpiente entrelazada, - mot.ivo
principal del estilo llamado por Krocber « interlocking » de Chancay, -
recuerdan otros estilos pel'uanos, irnpr es ión que el examen de otras colec-
ciones en Lima no ha hecho m ás que confirmar. No queremos aventurar-
nos a dar valor cr-onológico a esta subdi vi sióu <le tipos, que nada cx traño
sería la tuviese. de los cuales el segundo es el que, casi exclusivamente,
se encuentra representado en los museos de Europa y de los Estados Uni-
dos, o en las ohras que de la arqueología peruana tratan. A éste fué al que
nos referíamos, cuando cscr-ibiuu ios que « el arte de Hccuay es tá ... re-
pleto de las reminiscencias de los estilos peruanos mús antiguos » 1 ;
y así teníamos que opinar entonces, pues el dibujo de los peces entrela-
zados era tenido como orig·inario de Prolo-nazca t ; pero hoy sabemos
que él no es más que la repet iciún de un motivo común a este estilo y
otros de los más antiguos del Perú ; aún hay que añadir que « si el dibu-
jo del pez entrelazado se encuenlt·a en Proto-nazca, no es, de ningún
modo, un motivo ornamental especialmente frecuente allí » ::.
En todo caso, los dos tipos de alfarería de Hecuay es tá n enteramente
libres de toda influencia de Tiahuanaco, lo que no só lo es indicio, sino
prueba de su mayor a ut.ig ücdnd ; pues el arte tiuhuanacota , que ejerce una
acción muy marcada en toda la costa del Perú ( como lo evidencian los
artefactos chimús antiguos � y los de Supe.", para súlo citar las regio-

1 . .J 1.1,·,� v < :AA'.\IA�o. />11r11h:í, Vol. I, p. :11i.


2. Uu r.e . lIeber die Frñlckult urrn. in d er U11u¡,·l,1111u 1,·,,n /,i111:1. XYI Int. Am . Kong-.
\Yicn, 1 !J08, p. 3;i(i y sgs.
3. Kno1rnE11. T'he Ulile pollery eol lect ion« f'r,mt (,'/,;rnc:iy. Luiver-sity of California,
etc. Her-k el ey, \'ol. e r. �o.,, f!l2f>, p. :!Ri.
í­. lo., T'h.e f:hfo /JfJlfrry collect iori« J(rt>m .l!tJclw. Cni\'(!t·sity of California, Ple.
Berkeley, Vol. :!l, x». !i, 1�1:!:i, l m , fjí- b, e, r, 1 y tj!i c.
á

:;. l n.; Th» Uhle l'""''l'!J c ol lr-ct ion« [rrnn S11¡,,,. Uu i v or­s i t y of California, Ple. Bf'1'­
kr-Iey , \'ol. 21, x». G, );'1111. i:! d, ,:! a-h. ,í- j, l, "77 l,m.
ne s m s veci na s ) , y <¡ll(.� se irradia hasta el Ecuador, en <lon<le encontra-
á

e n e l Az uav a rt efactos típicos de esta cultura t, no es comprensible córn o


hu hies e 1L�ja<lo libre <le su h unl l a una reg-i«'m i n tcrn nd i nn como el Cal-
Iejóu de l Iuo ilns, de tal mo do que se impone la d cd ucción de que el arte
de Hecuny tiene c¡ue ser má s antiguo <1ue la e x pa ns ión Liahuanaquense.
Hay, ademús , que tener presente <¡ue en Huai lus debió florecer otro ar-
te ce rá rnico muy importan te que, desgraciadamente, súlo conocemos por
alguna que otra pieza de las que se dice que provienen <le la serranía, y
por algunas imitaciones fa ln-icadas por los Prot.o-c hirn ús en la regit'rn de
Trujillo, el correspondiente al estilo de los monumentos de ChavÍn. Mér i­
to del Dr. Tcllo Iué descub i-ir- la a soci ació n de estos vasos p rot.o-chimús ,
por su factura y procedencia, con el estilo de Chnv in '!; por otra parle,
su edad es conocida por los hallazgos hechos por r ble en Moche a. Al
mismo Dr. Tel lo se debe haber puesto de manifiesto que ciertas figuras
míticas del .u­Le proto-chimú se derivan de otras muy frecuentes en la cerá-
mica de Hecuay �.
Siendo Chavi n y Hccuav dos estilos de una misma reg ió n , sólo es
posible que se hayan sucedido en el tiempo. En qu{� orxlcn ? Tul lo <la, en
todo caso, la prcccclcncin a Hecuay , y parece con razc'in ; en efecto, la in-
flencia de éste en Pro to-ch imú puede explicarse por herencia de un
motivo mítico ornamental más antiguo mientras que la copia de vasos
de Chuv in hecha por los aborígenes de Trujillo requiere contemporanei-
dad.
La dependencia del estilo de Chavín del de Pro to-uazcn es indiscutible,
especialmente tratúndose del monolito de lhimon<li; el influjo <le ése en
T'inhuanuco ha sido demostrado por Uhle ··, y lo ev idcnciun algunos
ejemplares de la colección Buck de La Paz.

1 . .lJ.J,',:-.. Y C.\A\l.\�o •. llJol'Í!J''"''-" <fo l m bn lntrn . :.\ladrid. l!)l'f., p. :1:n, nota l.


t. Ti-:1.1.0. [n t rod u ccisrn :1 fa Ll ist o rin «nt iqu« <!1•[ Perú . Li n iá , i!l:!l, l."1!11.

:l. K1101:11i-:11. Thc eta; ¡)l)l/1·r1¡ col lecl.ion» from su.-),«, U1111. v; j, J.

La 111ayoda <le los vasos con oc.id os en el est ilo d(• ( :h:, VÍH p rooed eu del vn llr- t)p Ch i-
cama o del de Truj i llo , y muchos poi· la pasta dP que e s Iá n lre ch os , así corno por el
color de la pi nt m-a, no S(! diferencian CH nada de los c l ás i co s vasos de Pro to-ch irnú ;
hay otros negros, pero que en lo demás son iguales a los u n t.e r i o ro s , y como �I buche-
ro era usado también en la costa, es posible que a n és tos sean solo copias fabrica-
ú

das en el li loral. En una tienda de antigüedades del Gi ró u de la Un ión en Lima, vi-


mos, en ,t928, una bot el la de cuello angosto y al to , c11(•1·po piriforme, de barro negro,
con una d e co rac ió n grabada en la pasta húmeda, en el estilo d(! Chav in, que se nos
a seg u ró procedía de c­s l a s ruinas.
·Í­. TELL<> (.J .. \\'ir:i-l{oclw. Inca. Lima, Yol. 1, 1!t2:{, p. 2í2-2:;:;.
5. C11r.E. Los princi piox d o ln« c icili zucio ne« en. l:t si err» ¡wr1w11:i. Ed. sr­p , del Bol.
de la :\c. Nac. di' llisl. ()uito, 19:!0, p. 9-1:3.
rx .\ r. n ..\N :\IAH EA CCLTUlA l.

Todos los datos son, pues, concordantes para atribuír al artP del estilo
<le Tuncahuán una edad sensiblemente igual en el Ecu.ulor y en el Perú,
únicos países de su dominio. en que es posible hablar con fundamento de
la edad de las culturas.
Pero la alfarería con decornciúu negativa que, desde el Ecuador hasta
el sur, constituye un solo horizonte cultural, ya que todos los yacimientos
conocidos son de una misma época, se encuentra también en Colombia,
Panamá y Costa Hica .
El hecho de que una técnica uniforme caract.crise varios tipos locales
(a los que, fundadamente, se debe a rribu ir igual edud , y ésto en un área
inmensa que no a hr-azu menos de doce grados de latitud) justifica In supo-
sición <le c¡ue lo mismo acont.eció en el norte; y, en efecto, un poco de
refle xióu basta para convencerse de <ILW éste no es un hecho tr-i v ia l , ni
uno de aque llos que pueda atribuirse a in vención en distintos centros,
sino '{lle es una moda o costumbre que. q uizá s , tuvo un significado religioso
y que debió ser propagada poi· una ola cultura l.
En efecto, la técnica negativa es yú en sí misma un proceso complejo para
que su ex Ien sióu en A méricu no sea un hecho <¡ue cornpr-ue he una difuxiún
desde un ce n t.ro de orig·en único ; ahora bien : añudir- a este procedi-
m ien to la il uminución de las figuras con un color translúcido es yá una
complejidad más ; que este color se emplee en fajas o campos alternos que
intencionalmente se apartan del dibujo negativo es tr-a aún mayor, para ó

no ver, en tal hecho, la man ifes tación de una marea cultural que, en un
período dado, se e x teudió por casi todo el N. O. de Sud-América.
La iluminación <le la decoración negativa con una pintura positiva trans
lúcida, con la que se han adornado campos alternos o fajas deter-m inadas ,
es una característica constante de este arle, que seguiremos llamando de
T'u ncnh u n , p�r el nombre del lugar en que se determinó su pos ición cro-
núlogica ; se observa en Chir iqui 1, en Colombia, tanto en la sección
interandina comprendida entre la cordillera occidental y la central '!

l. �l.-\cCt;i1nY. O¡,. cit., fig. 1�2, 18:1, l�í-, 18fi, 1X8, 190, 191, 1\1,; lám, XXVII b,
XXX.
l l or.xucs (\V. 11.:: .•+ncien! .-irl of th e pro oince o{ Ch.irio ni , Cotcnn Isi«, úlh. Ann ual
He poct of the Bur'cau of Ethnology, l88-'t--8;i. \Yashinglon, 1888, fig-. 1G:i-Hl2.
2. L:111.E, �f.), Sn:i-:ui-:1. .\.), lh:1ss \V.',, KoPPEL (B.). llultur 11111/ [rul u sl tic sii,/:1-
merikuniecher 'Viil!.-er. Bel'lin, 188!), v ol. J, Iáui . 2, fig-. 1, a. �. G, 8, 11.
Si,:1.1-:n (E.). Peruu nisclie .\lfrrUimer. BevIin , 1893, lúm , :a., fig. 1-5, 12; lám. :¡:;, lig-. -1.
Objetos de An tioqu iu y del Valle del Cuuca en las colecciones del American \luscum
of Natural llistory of Ne w York y e11 las <lel Mu scurn of thc Am er­ica n ludian,
Heye Foundalion.
Hi8

como entre ésta y la oriental •, en el Ecuador ! y en Hecuny \ en cuyos


lugares también se observan ejemplar-es en que la sohrepinlura se aparta
in tcucionu lruen te de la deco ración negativa ··.
Esta suposición se confirma por el estudio de los motivos ornamentales
<le este arte, estudio que, adernás , permite rastrear su origen, y de los que
vamos a pasar, en breve revista, algunos de los principales.

LA SERPIE�TE. ­Este animal, como es bien sabido, oeupa un lugar i mpov-


tantísimo no solo en el arle sino también en la mitología de los pueblos
mé x ico-ccut.roarner-ic.ruos , pero especia lmen te entre los :\layas, c¡uc fueron
quienes, principalmente, se sj r vict-ou de la imag·en del olidio, para expre-
sar ideas religiosas y como motivo oruamentul �,; puede decirse <¡ue,
en to dos aquellos lugares en que la influencia maya es clara, se encucrr-
tru más o m.enos adulterada la ligura <le la serpiente t rasudu según los
principios de la es til izncióu maya ti. Xo es a este respecto une cxcepcton
el úrea cultural ohoro tegn , cu douclo el mot ivo ornamental <le la serpiente

I . Cun olla globular, r-o n d e co rn cióu negatin, y so hrc pi n tu ra roja en el cuerpo de


la vasija, m ie nt ra s el cuello estú adornado con repulgado. La dc coruc ióu ncgnt iva
consiste en una banda Ii m i tadu por nna línea en la parle superior y por t res en la in-
fe r io r , la última de las cunles t er­m i nu en una oda de puntos; el i nt erio r de la Lan-
da cstú dividido en campos iguales por haces <le t re s pa ral clus ; en cada campo hay
una espiral recargada de pu nt os , en lodo co mpa ra bl c a las que s« ven en la fig·. 2;;,
nº , y en la lúm , XXY,, �luseu de Bog-otú).
2. Go:,;z.\LEZ St:.\IIEZ •• \lwríy,•w•s ,Je l mlsnlruru !/ el t::trchi. Quilo, 1910, l m , XV, á

fig-. :i; Iá m , XVI, fig. 1, 2, -í-; lú m , XYII, fig-. 1, 2; Iá m , XIX, fig. 1, .í,; Hr vxr el
VEH:'lit:Ac. Hlluw!Jra¡,ltie nncien ne de ri·,¡,wt,•111·. Par is , Dcux ie rue fa s cicu le, -1922, Iám ,
X\'11, fig. 2; Iám , XXIX, fig. í-; l m . XXX, fig. :i, -í-, :i, 8; l ám , XXXI, fig. J, 2, 3, ,, 8;
á

Iám , Xl.\'111, fig·. 3, n, x, 9; lú m , i.iv, ti:;. :1­:;; lú m . Ll l , fig. 2, 5, 8, 9; lúm , L\',


fig. 2, :;, o , l ám , L \'I, fig-. r , :l, .'¡.; l '111.1-:. Lu« a.riliy,rns eicili znciono« eemernl deñne, A. <le
la C. C. del Ecuador. Quilo, \'ol. XXXYIII. Hl:2,, Iám , 1, fi�·. 1-:J; Cm.E. Las ruinus
de i lu as mn], A. <le la L·. C. del Ecuador. Quilo, Vol. XL, tCJ:28, lúm , 111.
3. SEi.EH. Peru an isch e Al t ert inner, He r l i n , lHJ3, l ám , í-3-·í-°7; Ft;mrnA:-.:'11 (E.). Reicñ
der Inlai, I lnjren i. \Y., l!J:!:!, lú m , fitl-i'l; l l.vuco c ur '.H. el M. d",. La cérumiq u«
ancien ne rl u Pérou . Pa r is , l!t:!í-,l:'1111. í-l y42; LEll­'JA:X:'li(\,V.;,und l>oEUJ:'liG(Il.)/úrnsl­
f/f'Schichlc des ulten J>er11. Bc rl i u. l!:12í-, ){1111. :;:i-:i6.
·•· Chir-iqut : :\bcCt:imv. Op. cit.«, fig·. t8:i, 18,, 18tl, HJ:2; Colombia: Museos citados;
Hecua�·: Fcmou:­.N. O¡,. cit., l ám '71; SEum. Op. cit i, lúm . -í-:2, fig·. 4; Iá m , -í-4, fig. f,
8, l m, -í-;,, fig-. 8.
á

:;. Sl..!eu-:n ,,E. G .. T'lie serpen: symhol i n Americu: Ne w Yo rk , �1. DCCC. 1...1 ; Gon-
nos (Georg e By ron}. T'he serpen t matice in the «ncierü urt o( Central Arneric« u nrl
Me..cico. Ph i lude l ph in , l !Jl):;; SPt:'liDE:'li (11 . .J.} . .11 study o]' .\fay:., art: :\Iemoirs of lhe Pea-
hob y .'.\I u scum of Amei-icau Archeo logy a nd Et hnology, Ha rva rd L'ni ver si l y , Cambridge,
Vol. \'I, !913, p. :J2-'t9.
ti. Sp1:,;oi,::,; • Aricienl cirili zul ion s o( .lfoxico an»! l,',•1111':d Americu , :\°P.w York, 1H1°7,
p. 139, i'•tl, l:i:i.
C�A GRA� .\IAHEA CL"LTl�RAL ·t 69

y su s deri vu do s, de evidente origen 1naya, se repite con frecuencia 1.


La serpiente, de acuerdo con estilizaciones mayas, que deben haber si-
do trasrni t.idus por intermedio de los Chorotcgas, es uno de los principa-
les motivos de la or-narnentución usada en Munahí, durante el período de
Tuuca huán . El fragmento reprod_ucido en la figura 8 de la lámina XXVI
proviene <le un plato con pie. o compotera, en el que, en el fondo del
recipiente, se habían pintado animales míticos, de los <¡ue se ha conser-
vado lo suficiente parn poder reconocer una cabeza de serpiente, o drn-
gún, cuyos anlecedenles 1nayas del antiguo imperio son n1uy claros, como
lo son los de las roprc-seutuciones a ella muy sernojuutes encontradas en
Xicn rug ua y Costa Hica ·!. Otra rvprescntución de la serpiente de plumas
o del dragón de ella derivado, algo diferente, si bien de igual carácter,
había en el fondo del recipiente <l� otra corupo teru (Lúm. XXVI, Ü).
Del dibujo de la serpiente, só lo se ha conservado, de acuerdo con un
procedimiento muy propio de los artes de Centro-América, la s mandíbu-
las en la cle cornc ió n exterior de un vaso de :\Cantar Lárn. X\.III, ;iJ; siendo
notable la energía y frescura del trazo que parece más cercano del modelo
primitivo. <1ue los ejemplos de esta or-uu men tació n que conocemos del
área chorolega :i.

EL DRAGÓ� o Coconnn.o , - Ya en las púginas anteriores, tuvimos oca-


siún de referirnos a este moti Yo ornamental, esencialmente chorotega, que
en la forma más sencilla se encuen lra en el período de Proto-panzaleo 11.
Esta misma figura, con d influjo de la ci v il izaciún maya, se asocia y
confunde con la serpiente emplumada; entonces, el cocodrilo se convierte
en un animal monstruoso. cuyo carúcter original es difícil reconocer en
ciertos ejemplares.
Sufre, a dcmús , la imag·en de este animal, influenciada o nó por la
serpiente maya, otra complicadísima serie de transformaciones, hasta
convertirse en simple motín>, al parecer geom(;trico, lo que acontece
especialmente en Costa Hica y Punumú �.
En la figura primera de la Iámi na XXI\", se ve una compotera de El Angel
(provincia de El Carchi, Ecuador) adornada con dos figuras de dragones o
i. LOTIIHOP. />ollery, etc., l. 1, p. 1-í-6-lf,O, 200-206, t. 11, p. 20ü-:rno; SPINIIF.;,... ThP
r:Jw,-oteyan cnlt ure n ren • XX[ Cong. lnl. des Arn . Góte hor'g , 1 fl2;), p. ;i:l9-;i4-2.
2. Comp. LoT11noP. />ollery, et c , ; lá m . XXX\°, XXX\°111 a, XXXIX, XLIV, XLV,
XL\°I, XLVII, XL\'111. Para co m pruu dor la es ti l ización maya de la ca heza de la ser-·
pieute debe estudiarse con atención lo escrito poi· SPr:•wE:,., A study o]' .llay:1. nrt , en
los lugares citados, e s pe ci a l mo n t e la fig·ura :lO.
:1. Comp. LoT111t0P. Potlery, etc .; t. 1, fig-. 1Jí-, 5:,, 1)7; :\IAcCurwv. Up, cit., fig. 188;
IL\11T:-.1A:-; .• \rch:wo/o.r¡i,:al resea rch es in tlostr« Ricn . Stockholm, 1901, lúm , 1 i y ";8,
fig. :2.
't­. IloDu:s. <J¡,. cit., íig-. 2:í7­�Hí­; \h1C1·1111Y. O¡,. cit., fig. 20G-22G.
170 SOClf:TÉ DES A'.\IÉRICA:"ilSTES IJE PARIS

serpientes en simetría alternada ; detrás y ahajo de cada cabeza, se ve una


estrella ; un dibujo compuesto por dos triúngulos reticulados , el uno
encima <lel otro y de mo.lo que el vértice del uno se junta con uno de los
úngulos de la base del ót.re , sugiere la duela de si se quiso representar
una segunda cabeza 1, en cuyo caso se trataría del dragón hifronte, de
que nos ocuparemos luego, o si es un ·adorno comparable con el apén-
dice cefálico, de que hablaremos en seguida. Sea de ésto lo que fuere, la
figura tiene clara relación con la que Lothrop llama tipo de la serpiente de
plumas, y que demuestra es uno de los motivos ornamentales importados
a Costa Hica y Nicaragua del país maya, durante el antiguo imperio;
para evidenciar la relución del dibujo de la compotera de El Angel con el
motivo de la serpiente, están las líneas escaleradas, que parecen ser la
re pt-eserrtación de las alas, como en la variedad que Lothrop designa con la
letra C ·!; pero la cabeza, que en todos estos tipos es tá siempre colocada
<le perfil, en el vaso a que venimos refiriéndonos, se ha representado de
frente, por medio de un gran triángulo, en el cual se advierten tres líneas
terminadas por gruesos puntos, la del medio, que figura la nariz, más
larga que las ót.ras , que representan los ojos. La sustitución de la cabeza
habitual por ótra triángular, relacionada con una de las estilizaciones
del mono, se nota también en algunos dibujos serpenliformes de Costa
Hica (tipo E de Lolhrop) ::. El campo cuadriculado, que a veces hay
entre la cabeza y el cuerpo del ofidio 4, que en otras es una linea
curva \ o una simple barra G y que corresponde a la orejera del dibujo
maya ol'iginaL se halla representado en la compotera de El Angel por dos
lineas paralelas.
La cabeza triangular, con la singular manera con que están hechos
los ojos y la nariz, se repite en las imágenes de serpientes que, como
apéndices cefálicos, lenguas, u otras añadiduras, se agregan a la figura
del dragón en la cerámica de Hecuay í.
. En el arte chorotcga, muy frecuentemente, el cocodrilo, ya elaborado
por la amalgama con la serpiente, se identifica tamhién con el jaguar x,
del que loma la piel manchada; a esta etapa de la esti liznción corresponde

1. LoT11110P. OJ>. cit., l. 1, fig-. 60.


2. fo., p. 1:io-1:i:{, Iá m , XLIX n LI.
3. lu., p. 1:;:J-15:i, Iá m , LY.
4-. Ju., l m . XLIV b, XL\' a y h.
á

s. fo. , bí m. L 1 v h.
f,. lo., lám , L g­ y h.
7. SF.1.E1t. Peruenische Alt.ertn mer. Be i-l in , Iá m , ,'i,:J, fig. :l, .'i,; Iá m . ·H, fig. 1.
8. La asociación <lcljaguar y del cfragón serpiente se nota en Lo'rrmot-. Pultery, ele.,
t. 1, lám . XXX\' a XL.
C.NA GHA.N MAREA ClºL•ITBAL 171

la figura pintada con decoración negativa, en el exterior del labio de la


compolera de Zhuüag , de la figura 26, nº 2 ( fig. 27. nº 1). Las barras,
unas son el marco <¡ue encierra la cabeza, otras equivalen a las que es·
tán tras la cara triangular de la compotera de El Angel, que acabamos de
estudiar; los puntos que ocupan todo el cuerpo figuran las manchas <le
la piel del tigre, mientras la cabeza, figurada de frente, se relaciona con
otras representaciones, que estudiaremos luego t.
Hemos recor<la<lo como el cocodrilo se asocia y confunde con la
serpiente; una de las consecuencias de esta confusión es que el lagarto,
además del cuerpo serpentiforme, adquiere la cresta de plumas, llamada
poi· Tollo '! upcrulice ccfúlico, y otros agregados del mismo carúcter , que
modifican, hasta cierto punto, la cola convirtiéndola en una ala o aba-
nico 3 ; y para evidenciar aún más la vinculaciún del cocodrilo o dragún
con la serpiente, de la figura parlen brazos o cintas que terminan en la
cabeza de este animal 4.
Todas estas combinaciones, todo este proceso, que no implican tan sólo
una relación artística, sino una comuni<la<l de conceptos m ito lógicos , tra-
ducidos en igual pictografía, se encuentran en el úrea cu lt urn l chorotega
( fig. 27, nº 2) y en regiones muy apartadas, como El Guayas \ de donde
se conoce un extraordinario vaso con estas imúgenes, y en Hecuay . Tello
ha interpretado estas figuras como la represerrtaciún de un dios felino ,; ;
pero, como la demostramos en otra ocasión, son las de un ser mítico, cuyo
prototipo es el cocodrilo ya modificado por la confu sión de éste animal
con la serpiente de plumas, como le comprueba el cuerpo ondulante, las
fa uces largas y angostas 7. Mas, los indios peruanos, <1ue reproducían este
motivo en sus dibujos y esculturas, que recitaban el mito estelar, en que
intervenía el dragón, vivían en un país en donde los únicos saurios que
existen son débiles o inofensivas salamandras, donde ne hay otros ani-
males temibles que el pesado oso, el ágil puma y el majestuoso condor : al

1. Comp. Lo-r11110P. Putle,·.1¡, ele., lú m . XXXVI d, XLV, LI, LI\·, LIX, CXLY a;
IIAH"DtA:-J. Op. cit., lú m . í6, fig·. 7.
2. TELLO. \Vira-Koclw. Inca. Lima, Vol. 1, 192:J, p. 208, 218.
3. �lAcCuHD\". Op: cit.,= Plumas : fig·. 206, 207, 210, l m , XXXIII a; = Apén-
á

dice cefitlico: fig. :.W8, 211, lá m , XXXVIII 1,; LoT11t10P. J>ollery, ctc ., :-_.: Plumas :
fig. i 1 ;= Apéndice cófu l ico : fig. 7,, t �O, l m , LXX\'11 a, CXYII Ji, d, CXIX b :
=
á

Cola abanico : l:.'1111. LXXV.


4. LoT111101>. Potterq , ele., t. I, Iá m . LXX\'11 a, fig. 122.
:¡. SAvtl.LE (M. 11.). Arüiq u ities o]' .llanaLi, Ecu tulor. New York, Vol , 11, 1910, Iárn ,
CXIV, fig. 10. •
6. T1-:1.1.o. \Vira-l\oclrn. Inca, Vo1. 1, p. 203-2J;j, fig. 2-i;j.
í. J1J6::,.; Y CA.UIA�o. Inca No. 1, .Y,J/:t bil.Jliugr:í/ica.. Bol. de la Ac. Xac , de Hi st ,
Quito, Vol. vi. 1923, p. 180-185.
1

Fiµ:. 2i. -- N° 1. 1::poca <le T'uuc ahuú n , Zhnirn¡..:·, Loj a, Ecuador. �· 2. Cococh-ilo de Chiriquí
1,'.\l.o\cC1·1wY. .1 study ofChiriq uiu n anlú¡uities. Xe w l I a v e u , 1911, p. 20�). �" ::i. Fe li no de
Recuay (Ti­:r.1.0. ll'iru-/{och:1. Inca, Lima. l. 1, J!12:1. fig. ;> . �·· L J'.:poca de Tu ncuhuún ,
Manta, Man abt, Ecundor-. � .. 5. 1::poca ele T'u n ca h uú u , El Arure l , El Ca r-chi , Ecuador. �"'
6-i. Éprrca <le Pr­o­panzule« I, Guano, provincia de El Chim hor-az o , Ecuador. � .. �.
Fragmento d<> urr v a so dr- La Tolila, Esmeraldas, Ecuador : '.\'111!-en .Iijó n �· Caurna ño l.
C�A GRA:\ )!AH.EA CCLTLHAL 173
rey de los pantanos y ríos tropicales, al adm ira hle nadador que impasible
devora bestias y hombres, al sér casi in vencible cuya coraza le vuelve
in vu lrierub le , sustituyeron el puma primero, y luego el condor, emperador
de las soledades .uid inn s 1.
La importaneia ,l,� este motivo ( fig. 27, uº :3 / la reconoce Lothrop, no obs -
tuut.e su poea i n cl i nuc ió n a buscar el orig'eu de las civilizaciones de Sud-
Amér ica en las de la del Centro; así escr i he r « Este dibujo 1:el del cocodrilo
de Chiriquí) en realidad se extiende sin modificación por el N. hasta
Xicur ag ua , en donde ocurre en la cerúmica policroma. En la sierra de
Costa Rica, se encuentra como un mo ti vo policromo, pero es mucho má s
frecuente en los vasos simplemente pintados. En Chiriquí, es nuevamente
un adorno de la cerú mica policroma y es tan frecuente que la alfarería ador-
nada con el cocodrilo y sus derivados se clasifica como un barro distinto.
En el área de Hecuuy , en el Perú, es muy cornú n : allí si hien algunos de
los elementos mú s característicos persisten, t.ul e s corno la cresta de plumas
y los lomos cur v i l iucos , el animal se ha trn nsfoi-mado en jaguar. Esta
euc.u-nacióu penetra en las raíces mismas d e] sirnbol ismo ritual del Perú,
y ha dejado profundas huellas en el arle lítico y ce rú mi co de la región )) 1•
Este motivo ornamental, el del dragún-cocodrilo influenciado por la
serpiente de p l umu s , en el arte chorotcga produce una variante <1ue, a
.nuest.ro modo de pensar, Lothrop ha separado arbitrariamente, al inter-
pretarla co_mo distinta y correspondiente de modo exclusivo al jaguar 3.
Heunida a sus relacionadas, en las <¡ue la serpiente y el cocodrilo conservan
mejor sus caracteres específicos, es fáci l seg u ir con claridad la historia
del dibujo, que paulatinamente va adquiriendo rasg·os propios, en los
que se funden los de la serpiente de plumas, del drag-1',n maya y del coco-
drilo chorotega í. Esta mezcla sólo se ex plica por la influencia del arte
del antiguo imperio, esto es, es el fruto de un proceso que de hió iniciarse
allí por el primero o segundo siglo de nuestra era y terminar en el
sétimo.

1. En el a rt« de Tia hua na co , tanto en el clús ico o boliviano como en los tia-
h ua na quun s es o r•pigonalcs <le la costa y s ie rra peruana, so u n u nu-r-o sn s las repre-
se n tac ion e s de có n d ot­es , e11 las cuales el apéndice céfalico. el cuerpo se rpen t ifor­rn e ,
y hasta las palas <le u11 cuadrúpedo d ornur-s t ru n que 110 son 111:ís que vu ri a n t.e s del
cocodrilo c h o r­ot ejrn , pues no falla ni s i qu icrn el campo estelar \'ease B.\ESSLEH •
Ancierü peru ciu n «rt , \'ol. IY, fig. :36í--:3fJfj, :r,í-, :3xin.
• 2. LoT11110P. /'olf,.ry, etc., l. 11. p. -'t-08, 40\J.
:{. 11>., l. 1, p. t:rn-t-í-:i, lá m . XXXV a XLIII, fig·. -'t-:3-íl;�El ca rúct ci: d rucorriano de
estas fig·urns PS espe<:ialme11le claro en la s l m . XXXV a y XXX\'111 a.
á

4. 111., l. 1, p. t í-ti-1:i�I, lú m . XLI\' a XLIX, 1'11 las <Jlll� se n o l a c-o m pn rá n do las


con o t r.i s d,� la m i--m« obra, en las <¡ue se 1·epn,duce11 las fig·ur-as dPI cor-od i-i lo , dragón
y ja¡. :;uar, ejemplos de d iv e raos g-n.1dos <le Iu s ióu .
171 . SOCIÉTÉ DES A:\IÉHICA�ISTES DE PARJS

Hemos dicho también que el dragón sufre en el arle de Nicaragua-


Costa Hica y Panamú toda una serie de transformaciones por simpli,
ficaciún, hasta convertirse en un simple ornamento geométrico, estiliza-
ciones f{Ue han sido estudiadas en· detalle por Holmes y MacCurdy 1,
las que no se derivan del animal realísticamente pintado, sino del complejo
producto de la elaboración, cuyos componentes e historia acabamos de
bosquejar. Lothrop ha pub) icado uu dibujo lomado de un vaso de San-
ta na (Costa Rica), en que el animal, con todas sus facciones míticas, es ya
un simple dibujo lineal, y otro de Filadelfia, en el cual se ha representado
un drag•'rn bifronte, cuyas cabezas, provistas de apéndice cefálico, son
simples lriúngulos escalerados '.!.
De esta etapa de la evolución del ornamento estudiado, se derivan toda
una serie de figuras que adornan vasijas del período de Tuncuhuán ; como
la cornpotera de la figura ·I de la lá m , XX, en la cual, para que no
quede duda de que la figura principal es la del dragón estelar, se han
pintado cuadrados con OJos, correspondientes a las figuras siderales, que
acompañan a dicho animal con mucha frecuencia :1•
Se manifestó ya, có mo el dragón en Centro-América a veces se asimila
)' confunde con el jaguar, y córno este animal, o el puma, le reemplaza en
el Per-ú; pues bien, para que no quepa ni la más pequeña duda de la
conexión entre las figuras de Recuay y las chorotegas, en una vasija
del Callejón de Huailas, c1ue se guarda en el Museo arqueoMgico Prado
y Ugarteche de la Universidad de San Marcos (Lima), hay una cenefa en
la c1ue a una linea escaleradu sigue una a manera de S i nver-tida y horizontal,
con dos esferillas dentro de las curvas, que es la forma bien conocida
con que, desde Nicaragua hasta Chiriquí, se suelen representar las man-
chas de la piel del tigre americano 4.
Otra variante de la est.i lización geométrica de la cabeza del dragón - de
acuerdo con los cá norres del arte del úrea chorotega y de claros antece-
dentes mayas - hay en un fragmento de la época de Tuncahuán encon-
trado en Manta (fig. 27, nº 4 ), y que, como los modelos del N., parece un
simple dibujo géométrico ;, .

EL DRAGÓ:s D� nos CABEZAS. - La imaginación maya creo un ser fa-


buloso ( si es que no lo tornó del fondo mitolúgico común a Mayas y Cho-
rotegas ), que Maudsl ay ha llamado« el dragón de dos cabezas»; la rma-
l. llourns. Op. cit., íig. �7-284,; )IAcCuuuY. O¡,. cit., fig. 20(;-226.
2. Lo-rrrnor-. Potterf , etc., t. 1, fig. 7i, 73.
3. Comp. Hecuay : Fmm)IA�;,;. O¡». cit., lám. 69; Costa Rica : IIAnnL\:S. O¡,. cit., fig.
:-.O, lá m , 77, flg. i, Iám , 79, fig. 1.
-í,. Compárese L1-;11)IAN:-; (\V.). Op. cit., lám. 24, fig. 21, 22.
5. LoTHHOP. />oller!J, etc., l. 1, fig. 7U; 11,\RDIAN. Op: cit., fig. 379.
CNA GRA� �AKEA CULTURAL

gen más sencilla, que de este ser fantástico nos ofrece el arle maya, se
encuentra en un pequeño altar cuadrangular de Copán , c1ue Spi nderi des-
cribe así : « Tiene dos cabezas, una de las cuales pertenece claramente a
la parte delantera y la ótra a la posterior, como se nota por la dir-eccióu
que tienen los pies ; los dibujos del vientre y las piernas del animal son
claramente los de un reptil, y en· el lomo hay un signo del agua muy
marcado; los pies, en el caso presente, tienen garras, pero en muchos
otros ejemplares semejan el casco partido del ciervo o del pecari. La
cabeza delantera es difícil de caracterizar, pero, por regla general, la cara
u hocico es alargado y semejante al del cocodrilo. A menudo, los ojos
tienen plumas y están adornados con una aspa de San Au d rés . . . La
cabeza trasera es mucho más típica y peculiar. Es una cara grotesca con
la nariz respingona. El tocado es un triple símbolo, con un objeto a
manera de hoja en el centro, una concha vista de sde arriba o de la(lo
al un costado, y al otro un objeto oval, con una aspa de San An d rés , Sobre
la frente hay frecuentemente el signo del sol o kin ... La mn n dí hulu in-
ferior es un hueso descarnado, )' a menudo la nariz Lienc una cavidad ([lll'
igualmente indica que es la de un muerto » 1•
Hay otros ejemplares, en los que, aderná s de las cubezas del cocodrilo
y del << Dios narigudo », hay dos o lres por uñudid uru, la úua , poco fre-
cuente, sobre el loino del animal, las otras dos, una a cada lado entre las
piernas; en este caso el cuerpo se ensancha formando una especie de lazo
entre las dos cabezas.
El dragún hifronte, con todas las características propias del arle maya
del antiguo irnperio (200-600 A. D.), se repite, con frecuencia, en el de la
región chorotega, donde a su vez sufre transformaciones prop ias ", que
sirven de modelo a numerosos dibujos del período de Tuucahuán en la
América meridional.
Cna de estas variantes, que podemos llamar realista. es aquella que,
lomada de un vaso con decoración negativa y sobrepintura de Chiriquí,
publica :\facCurdy en la figura 209 de su clás ico libro « A study of
Chiric1uian a nt iq uit.ies » :1• La cabeza delantera es cuadrada y corta y
podría tomarse por la de un felino, si ne fuese por las prominencias
triangulares colocadas sobre la frente y la nuca, que figuran la piel del la-
garto; la posterior tiene, en cambio, una corona de trapecios con la hase
mayor hacia arriba, que, a no dudarlo, repr-esc-ntan plumas; la corona
se extiende también al apéndice cefúlico; esta cara en contra posición con

1. SPINDE:­;. A study of maya urt , p. 53.


2. LoTHHOP. Potterq , ele., l. I, p. lfi0-162.
3. Comp. Hot.oucs , Op . cit., lig. 262.
176 SOCIÉTÉ DES A)lÉRICA�JSTES DE PARIS

la ótr-a es alargada y con la nariz respingona, como para demostrar que


sustituye al imagen del « Dios narigudo ». El apéndice cefálico reem-
p laza rú los símbolos del tocado del prototipo maya? El cuerpo es
ser-pcn tiforrne y doblado a manera de U, las palas cortas, provistas de
garras. No es frecuente el que se conserve la dis tiució n entre las <los cabe-
zas que, por lo general, son iguales, pero sí el que ambas tengan el apén-
dice cefálico, que nace ya de la nuca, ya de la nariz, así como es muy
corriente, tanto en las figuras bifrontes, como en las que tienen una sola
cabeza, que el animal se destaque sobre un campo recargado de puntos,
que probablemente representan el cielo estrellado t.
Este ser mítico con todas sus caracteristicas , incluso el campo estelar
en que se mueve, y en el que los astros son, con frecuencia, cruces, es
uno de los motivos más importantes del arte de Recuay \ en donde la
naturaleza serpentiforme se acentúa, pues el cuerpo ondula con libertad,
siendo a veces una línea quebrada, ótra s una caprichosa S 3.
Es muy corr-ien l.e en el arte chorotega adornar una superficie, el
fondo de un plato por ejemplo, con la imagen dos veces repetida de un
animal, dispuesta en simetría alterna �: de lo que hay también ejem-
plos en el Ecuador desde la época de Proto-panzaleo 11 :, y no faltan en
Recuay ". Siendo ésto así, era fácil el que las dos imágenes se soldaran,
de lo que se nota un principio en ciertas representaciones centro-ameri-
canas i: es verdad que en tales casos siempre debe dudarse si se trata
de la únion de dos dragones bifronles o nó , o de figuras abreviadas del
monstruo alado y bifronte, de que nos ocuparemos luego; tal acontece con
el dibujo de la figura 4 de la lárn , XVIII, tomado de una olla de El Angel
(Lám. XXII, G) del período de Tuncahuán , Xo parece ser la representación
del monstruo alado, porque faltan las alas, siendo de notarse la figuración
del campo estelar. La imagen del dragón bifronte, convertida por sim-
plificación en un dibujo lineal, proporciona al arle de la época de Tunea-

1. El campo estelar se nota en LoT1111<>P. Up . cit., t. 1, fig. ,6, ,8, Iá m , LXXVI a y


LXXVII.
2. Recuay es s<Jlo uno de los lugares en que se cncucn tr n la co rá m ica conocida
con este nombre,« sin duda porque los pr imer­os ejemplares 'flW Iu e ro n llevados a
Europa ... fueron extraídos de Katak, anliguo templo y cementerio situado a poca
distancia de esle lugar». Esta clase de alfarel'ia se halla en el Ca lf ejón de Iluailas y
en las verlienles de la Cord il lera Blanca, en las quebradas de las provincias de lluari,
Pornabamba y Pa l la sca (TELLO. Op. cil., p. 20�).
3. TELLo. Op, cit ., fig. 1:,, 16, 18; SELEH. Up: cit., lám. U, fig. 1 ; lá m . ·Í-Í·, fig. t;.
4. IIAHT:\JAN. Op . cit., lám. 80.
5. Vide supra.
6, Tut.t.o , O¡,. cit., fig. 19.
"i , ll.\HT.\IA"· O¡,. cit., l m , 8t, 82; L1::11.:-.1AN" {\V.). Op. cit., fig·. 20.
á
C'.\A GHA'.\ .\L\RtA ClLlTRAL 177

huúu toda une serie de motivos ornamentales, a cual más importante.


en los que casi siempre es posible reconocer el modelo original, propio
del arte del úrea chorotega.
En el vaso con pie <le la Iám.. XXI V, í, el cuerpo <le animal es una
linea angulosa a manera <le :\1 ; las cabezas es tún vueltas hacia el inle-
rior y son simples triúngulos dentados 1 ; c¡uizús pudiera dudarse del
significado de este ornamento si no fuera por la cruz, puesta en lugar
prominente, que. como en Hocuuy , re¡1l'escn la una estrella -,
Otra figura, que tiene seguramente ig·ual origen, es aquella que tiene
los trazos de una Z invertida ::, con restos de la representación de las
cabezas o sin ellos, que es bastante frecuente en el arte de la época, y de
la que hay una hermosa r-e pr oducción en la figura 2 de la lúrni na Lll,
de la « Ethnographie ancienne <le lÉqurrteur , >,delos Srs. Hivel y Verneau.
Probablemente es tan só lo una modificación del mismo motivo orna-
mental el diseño que se v en la lúm , XXV, 1, en el cual los t.r iú n-
é

gulos escalerados se han mudado en líneas verticales de distintas dimen-


siones 4•
Pero, si del origen y naturaleza de estos ornamentos cabría dudar, si no
dispusiésemos de toda la serie de sus diversas y suce si va s transforma-
ciones, no acontece lo mismo con el que adorna el plato de Guano de
la fig. 25, nº �{. La pintura ncgat iv« y positiva, a la vez, ocupa una
ancha banda dividida en dos partes por líneas verticales ; los campos
así separados tienen igual ornamen tació n , que consiste en una faja
roja que forma los tres lados de un cuadr-i lá tero, siendo el cuarto el labio
del recipiente � en el interior de esta figura se v una faja del color é

del barro ; bajo el cuadrilongo rojo hay mm faja del color del barro ang·u-
losa. que, al l leg nr-« la parle inferior de la banda, tuersc en úngulo ag·udo
y sigue verticalmente y paralela a los lados menores del cuadrilútero
rojo, hasta el lahio del plato ; esta complicada com hinació n <le lineas rec-
tas es un dibujo geométrico muy frecuente en la alfarería de Costa Hica
y Nicu rng ua , en donde se usa, sin mo d ificnc ió n alguna, para representar
¡as cabezas del dragún hifronte .-.. Este mismo dibujo, un poco simplifi-
cado, se v en un vaso del Callejón ele II ua il as del Museo de la C ni ve r-
é

sidad de San :\!arcos de Lima.

1. LoT11110P. 0¡>. cit t. 1, flg. 1!-13, ­¡7, ""iH.


i ,

z. TE1.1.o. t t¡», cil., p. 212, fig. H.


:L Comp. lb11T"A:-.. <>¡,. cil., fig. tG:i; l l or.vu:s , O¡,. cit., fig. 198; \l.u:C111e1,v. O¡i.
eit., fi g. :! :, f,.
-í-. Comp. Lor11110P. O¡,. <'il., l. 1, fig. ""i8 1,; \l.,c<:uwY. <J¡i. eil., fig·. 2:¡1j,
:;. Comp. IIARDtA:-.. <Jp. cit., fig-. :Vi\1, l m , 80, fig. l; Lor111101•. fJ¡,. c it >, l. 1, fig. :!J,
á

lá m , LX e, LXXXI e; t. 11, l m . CXLI\" e. CXL\" a, CXLYII c.


á

Société des Arn.é r icu u is l e« ,le l',cris. 12


178

EL :Mn:'iSTRUO ALADO v BIFROXTE. - Lothrop escribe : « Uno de los dibujos


más típicos de la cerúrnica polícroma de Costa Hica consiste en <los curas
opuestas, limitadas por anchas fajas rojas y unidas entre sí por lazos. El
dibujo en conjunto se asemeja al signo azteca ollin ; aún cuando el parecido
es sólo superficial. El campo normal para este dibujo es el interior de los
platos tri podes, . . . sinembargo ocurre también como decoraciún exte-
rior ... El origen de este dibujo no es claro, pero es paralelo, aun cuando
no semejante, al dragún maya de dos cabezas, por cuanto corno éste par-
ticipa de la naturaleza del jaguar y de la serpiente t ».
Según el mismo autor, se pueden distinguir tres variedades del dibujo
ya mencionado : a) las dos cabezas están unidas por unas líneas a modo
de lazos o alas: h) de un cuerpo común circular nacen dos pares de hr a
z os ; e) adernás de los cuatro brazos, hay dos pares de alas.
El dibujo así constituido puede definirse como el de un sér mi tológ ico
hifronte y alado, con una particularidad muy frecuente, que ha pasado
desadvertida a Lothrop, la boca en el vientre, cuyo origen ha de buscarse,
sin duda alguna, en la tercera cara del drag·ún maya de dos cabezas, del
que proviene también el cuerpo a modo de lazo, y es por estos caracteres
que se comprueba el orig·en del dibujo! más hien que por la naturaleza
medio felino, medio ofidio del animal, que, en muchos ejemplares, tiene
mucho de hombre y no poco de cocodrilo.
Anteriormente '2 habíamos emitido la opinión de que esta complicada
figura se der ivubu de la de un sér semi-humano. con dos cabezas ", que
parece ser una de las variantes de la representación antropomorfa del
dios cocodrilo 1; y la conexión entre ambos es, en efecto, tan clara, que
es inevitable; pero Lothrop ;-, ha demostrado posteriormente que, en la
concepción de diseño tan singular, interviene también otro elemento,
cuya part icipución se puede seguir con claridad cuando se lo ha empleado
como decorución exterior : pues, en tal caso, tiene que tornar un desa-
rrollo longitudinal, poniéndose entonces en evidencia su derivación del
dragón de dos cabezas, motivo ornamental del arte maya del antiguo
imper io ".
El cocodrilo bifrontc, como ya vimos, es un motivo ornamental muy
frecuente en el arte del úrea chorolega y en la zona de su influjo, J está
íntimamente relacionado con el dragón de dos cabezas maya ; esta vin-

i. LoT111toP. Op . r.it., t. JI, p. 300.


2. JJJ<>� Y CAA:\U�o. Puruhú , Vol. 1, p. �1-9:!, fig. 21-31.
:L LoTHHOP. Op: cit., t. 1, p. 212.
·Í­. 1 n . , l. 1 , f g-. t HI a .
; > • l n . , t. 1 1 , p . :rno.

1;. r..; l. 11, l'· :l�8.


C:'>iA liHA� .\JAREA ct.r.rt.n.vt. 17!}

cu lució n explica por que el mismo concepto se ha expresado con un dibujo


antropomorfo y otro animal, el citado por Lothrop como origen de la
figura y el aduc i.Io por nosotros. Pero, es preciso advertir que los ejem-
plos sud-americanos que conocernos no dependen di rectu merrte del úno u
,,tro antecedente, sino <le la figura compleja, combinada al norte del istmo
de Panamú y al sur de los lagos ,le � icaragua.
La re prc sen tac ión de monstruo alado y bifronte, más cercana al modelo
costnrriccnce, que conocernos dt>l período de Tu ncn huán en d Ecuador,
es la que adorna la com po tern de Zhufiag 1, Loja ), ya analizada por noso-
tros en otra pu hl icnció n 1, y que d lector puede ver en la figura 26, nº 2;
más trunsforrnado aparece el mismo dibujo en la compolera de El Carchi,
reproducida por los l)r-- Hi vet y v er neuu en la lúm in a XXIX, figura t,
de su « Et.hnogrupb ie anciennc de rJ;:quateur ». El l)r Uh le ha publi-
cado otra v.u-iau te de mucho i nt.cs-é s ". El interior de una cornpol'ci-a de
Cubuyu l (Carchi) se ha dividido, por medio de fajas rectilíneas, en
nueve campos, d is pucxtos en tres hileras ; en la superior y la inferior se
vé en el campo central lriúngulos, que figuran las cabezas· de l monstruo,
en los laterales, que, probablemente, corresponden é.l las alns , pares <le per-
pendiculares a la base de campo que es triangular; la hilera cenlral está
ocupada en los can1pos externos por líneas r-ect as , terminadas en círculos
con un punto en el centro que fig·uran los brazos ; el campo interior cua-
drangular e stá partido en cuatro lriúngulos, cada uno con dos líneas per-
pendiculares a la base : el proceso, que confunde el monstruo bif'ron tc y
alado de Costa H.ica 1 con la figura de rc vo lución de multiple significado
=

se uncia.
Avanza un poco mús en un dibujo bastante frecuente en El Carchi (Lúm.
X.X, 2), en el ,¡ue ya no queda m ás que una especie de s wast.ik a, cuyos
brazos terminan al terna t i v amen tl� en un lriúngulo escalerudo, reprl�sen ta-
ción de las cabezas, o en círculos que en el ejemplo anterior e,¡uivalían a
los brazos '•.
La íig ura , en Rccuay , no es menos in te re san le : la hoca en el vientre
se ha transformado en la cabeza, de la que s« derivo en un principio, y
absorbe todo el cuerpo del monstruo, las alas en orejas, y en vez de dos,
son cualro las cabezas de cocodrilo de ,1uc dispone el animal .-..

l. J IJÚ::-.; y CAA'.\1.,:--0. P11r11h:í, vet. 1, p. �1.


2. Urn.s , Las :.i11fi!J11as ci cili zacio n ee 1•s111cralde,ias. Anales de la lºniY<'rsidad Ccn-
•ral del Ecuador, ver. XXX\"111, l m, I, fig. 1.á

:L Comp. LoT11110P. O¡,. cit., lúm , LXX\"ll IJ.


i. Comp. l Lvurvr x x . ()¡1. cil , lú m , 70, ,1, -;-:;, fi¡;. í-, 5, l:i.111. �-;-, fig. l. L"11a s i m p l i­
Iicución mayo r m ue s l.rn n las fig-u1·as 6 de lárn . XXIV y 4 de la lúm , XXV.
5. S.i::LJ:m. Op; cit; lúm. 42, fig, 3. Uln.1 va riun t e en la lú m . ,j.;J, fig. :,.
180 SOCIÉTÉ DES A�IÉHICAMSTES HE PARIS

El dragón alado y bifronle, que, como hemos visto, es un motivo orna-


mental de la cerámica de Costa Rica, de la época de Tuncahuán , de El
Carchi y de Loja en el Ecuador, de la del Cal lejón de Huailas en el Perú,
que subsiste en el arte de Elén-pata, en la provincia de El Chimborazo (Ecua-
dor), que se advierte en las canastas de los pescadores más antiguos de
Pisagua (Chile) 1, es una figura demasiado compleja y, seguramente,
preñada de significado mitológico, para que pueda haber sido inventada
independientemente en distintos centros, por sobrehumano fenómeno de
convergencia.
Las canastas de los pescadores más antiguos de Pisagua las data Uhle
del período de Chavín, por la representación de la boca en el vientre,
que es uno de los motivos más característicos de este gran arte escultó-
rico 2, que floreció, como ya lo dijimos, en una área previamente fecun-
dada p·or la ola de cultura que produjo la civilizaciún de Tuncahuán.

LA AnA�A. - Íntimamente relacionada con la figura del dios bifronte y


alado, es la estilización de la araña, propia del arte de El Carchi durante
el período de Tuncahuán , de la misma manera que, en la cerámica polí-
croma de Costa Hica, las representaciones del cangrejo se vinculan con la
del monstruo con alas, dos cabezas y boca en el vientre :i.
En la figura 3 de la Iám. XX se representa el dibujo que se ve en el
interior de una compotera de El Angel, y su examen evita une larga y con-
fusa descripción 4 ; sólo queremos llamar la atención acerca de los cuadri-
longos partidos por diagonales, que son idénticos a los que, en la compo-
tera de Cabuya} publicada por Uhle, representan la boca del vientre
del monstruo alado y bifronle :) y que, como los círculos con ojo colocados
junto a ellos, a los lados del animal, parecen tener significado estelar G.
Otra variante del mismo dibujo, pero ya más alterado, probablemente
por cierta mezcla con el pulpo, se ve en la figura 1- de la lám. XX ',
mientras, en la fig. 5 de la lárn . XX, la araña, si de este animal se
trata, casí se confunde con el monstruo alado y bifronte, y en la figura

1. lJnLE. Furulnmerüos étnicos y erq ueoloqi« de Aric:í y Tecne . Quilo, 1922


fig. 15.
2. TELLO. o». cit., lám. 1 a 1 V, p. 227, fig. C b ; p. 279, fig. D a ; p. 29:1, fig. e, D;
fig. 73, 74-, Ti.
�{. Las representaciones del cangrejo, tales como las de LoT1moP (Op. cit., t. 1,
árn , LXX a LXXIII, especialmente la de la LXXI a), tienen estrecha relación con las
del monstruo alado y hifron le.
4. Comp. IIAnTMA:'I:. Op. c it ., tig. 8·'1-.
:.;. U11LE. Estudios esrnernl de ños ; lárn , 1, fig. 1.
6. Vide: Lo-runor-. Op . cit; l. l, lig. �8 a y b.
, . Comp. Hoi.snss. 0¡>. cit., fig. 198 d y c.
C�A tiRA:'1- )IAREA CL.:LTCHAL 18'1

primera de la lá m . XXIV, es dificilísimo acertar st se ha representado


aún una araüa o un pulpo.

EL Pur�PO. - Ya en otra ocusión pusimos en evidencia có mo , en el arle


de la época de Tuncahuún desde Ch ir iq ui hasta el sur ecuatoriano, el
pulpo es un motivo ornamental principalísimo, de seguro significado reli-
gioso, y sujeto, en toda esta i n mcn su úrea, a las mismas transformaciones,
hasta convertirse en un simple or­nn mcn to g'(�omftrico, de modo de evi-
denciar la comunidad de origen <le estilos territorialmente tan aparta-
dos t.
El pulpo es un motivo orn:uncntal usado por el X. hasta México, y
que se encuentra en la cerámica maya de Co pán y del valle de Ulua '!.
El pulpo en el arte de Chiriquí se representa : ya en forma realista,
ya convencional, ya toclo él, ya súlo los tentúculos, modificados de muy
diversas maneras :{.
En el aspecto más cercano a la realidad, el pulpo en Ch ir-iquí se ha
pintado dentro de un campo circular, en las paredes exteriores de una
ollita del Muscurn of the American lndian, l l ey e Foundation; el cuerpo es
un rombo del que parlen ocho brazos ondulantes que terminan en espi-
rales 4. En la compolera de El Angel de la Iá m . XXIV, 2, grupos de
líneas rectas de distintos tarnaüos , combinadas en haces, limitan una
estrella -.
Es frecuente en Chiriquí que el cuerpo del animal sea el gollete del
vaso, del que arrancan los tentúculos, que ya pueden ser líneas angulo-
sas terminadas por una espiral o por triú ng ul os hor-deudos de puntos,
que figuran las ventosas del cefalópodo, siendo indiferente lJUC partan del
gollete o de una línea trazada en la zona ecuatorial del recipiente ''. De
esta etnpa de la es t.il izuciúu del dibujo se pasa fúcilmenlc a aquella <¡ue
consiste en simples lriúngulos puntados como en la olla de Xn rr io de la
fi g. 2 ¡; ' 11.. 6 í.
Uno de los dibujos más frecuentes y característicos de la alfarería

l. .Juú:-i y Cu'.'t.\�o. Pu ru hú , t. I, p. 12-í--12G.


2. Lorrmor- . Op . cit., Vol. 1, p. 182.
3. )IAc.:CunnY ..Vote on the Archeolorp¡ ,,rCh.iri q ni . Am , Anth. Lnncast.er , �. s.,
ver. XY, 1913, p. 6G1-Gí;,.
In. Tite oc.topu s mol ice in nru-ient Cltirit¡11i:1.n n rt . Am . An th . Lancast e r, N.S.,
ver. xvru. 1916, p. :{í;G-:J83.
4. )IAi:CcnnY. Note, etc., fig. l rn.
a. Com. llourns. O¡,. cit .. fig. t 70 a, que representa otra faz de la es ti li zac ión
del pulpo.
G. )IAcCnwY. The octop us, etc.; p. :J68-:l6!l.
,. Ju., fi:;. :rn-3-í-, :{-;, 39, 40, í-4, 4,;,; ID.,x..«, Ple., fiµ:. H-9, l;,'t-, J;í;•.
182

del período de Tuncahuán del grupo meridional es la espiral punteada


(fig. 2Z'i, nº 7); este ornamento, cas] sin mod ificacióu alguna, se repite :
en · un vaso encontrado en una cueva cerca del Sallo del Tequen-
dama 1, en un puco y una olla de la reg ióu chibcha , que se g·uardan en el
Museo de Bogo tá , decorado, el úno só] o con técnica negativa, ul tro , ó

además, con sobrepintura roja, ligeramcute alterado, pues los puntos se


han transformado en l iuieci ln s , que mediante una pei-penclic nl ar se unen
a la espiral, en dos vasos de Übaqué ", En un vaso n n tropornorfo <le
Pereira (hoya del Cauca) se ve un tatuaje, dispuesto en dos bandas ; la
úna está formada poi· líneas curvas den tadus , en la ót.ru hay en la base
otra curva dentada, de tal modo que las demás curvas parecen partes de
la misma figura :1. Las espirales dentadas, o co ro n ada s de puntos, no son
sino los tentáculos del pulpo, que, ya en Chir-iqui desprendidos del cuerpo,
son por sí solos elemen Lo decorativo, casi siem pre a modo de espiral '•.
En el fondo del recipiente ele una com po teru de Xarrío, dos espirales,
que siguiendo distinta d ireccióu parlen de la circunferencia y se dirigen
al centro, donde se tocan, constituyen otra variante de la misma orna-
rn entaciún �'.
Otro modo <le represen lar el pulpo en Chiriquí consiste en de lirnitnr una
superficie circular, en la que puede o nú haber un ce n Lro , húcin el que se
dirigen tentáculos lri{mgulares, en número de sie te o cuatro y cuatro ten-
táculos, líneas rectas terminadas en .curva y festonadas con puntos ri. A
esta estilización corresponde el dibujo de un vaso de El Angel reproducido
en la figura 27, nº :;, en el que el círculo ha sido sustituido por un trape-
cio y los tentáculos tcrmi nudos en curvas por otros que concluyen en
tr-iú ngul os csca lcrarlos quedando los triangulares, aunque en distinta colo-
cación .
:\IacCurdy ha demostrado córno otra de las modificaciones del pulpo, o
mejor dicho de los dibujos de él derivados, es una serie de líneas rectas
arregladas en grupos y dispuestas en zigzag entrecortado ', motivo deco-
raCi.vo bastante frecuente en la cerúmica de El Carchi, de la época de Tun-
ca huán (Lúm. XXII, 4 :i R.

1. lh:sT111-:Po. Los Cliibclui«, Bogolú, 188:,, fig. ílj.


2. Si-:um. Ü]», cil., lá m . ;jü, fig. 8; l m , :_;1, fig-. li.
á

:1. U 111.E, STurm1-:1., HE1 ss u nd KoPPEL. Op. eil ., V ol. 1, lám , 1, lig. :i.
4. '.\IAcCcrmv. T'he octopu«, etc ., fig-. :rn, :12, :13, .íf, -'t-2; Ilourns. Up . cit., fig. ,tGH,
rro, 1 i 1 ; )IAcC1:nDY. A slurly o( Ch iriquian nn tiq u it ic«, fig. 1 �)í., 198, -l!J!J; \'allP del
Canea: Jo vr.e , Sout.li American Arcluieolorp] , Lorid res , HH2, lárn . 111, fig-. t:L
:;. Comp. Va ll o d e l Cu u en : JoYcE. O¡,. cit., lá m , 111, fig·. 11.
6. l\lAcC,·nnv. The octopu«, etc ., fig·. :12 y 33.
7. Io ., p. 33,.
8. Comp. H o r.vncs . Op. cit., f1g. H,X ; )IAcCunoY. A study, ele., fig. 180, lám ,
XX\'II a.
C:',A GH..\'.\ !\IAREA CU.Tl'RAL 183
�o faltan en Chiriquí vasos en los que los tentúculos del pulpo forman
una figura a modo de lira 1, de los que parecen derivarse adornos como
los de la compotera de la Iárn iua XXIV, ::J 1•
A veces, corno en una compotera de .Ioyncshi , los triáng·ulos que figu-
ran los tentúculos se truecan en líneas curvas, pero, para couser vur el
recuerdo de su significado, o n t re cada uno hay una esfera, y debajo u na
horizontal dentada :�.
Las diversas Lru usfot-maciouc-s del d ibujo descritas nos pn•paran para
comprender aq ue l la s , como la Je la figura :i de la lámina XX V 'i, que es un
antecedente de la í­ de la misma Iárninu , en las que el pulpo se acerca y
asemeja a las postreras est.i lizuciúnes del monstruo alado bif'ron to , y
parle lindes con la figura de re vo lució n de que pasamos a tratar.

LA Damos este nombre a toda una serie ele deco-


Fm1· HA DE REVOLCCl<Í'.'i. ­
raciones propias del arle de Tuncahuitn de El Cnre hi , en que entran uno,
dos o tres elementos. alternativamente. El origen y significado de estas
combinaciones es pr-obahlernente múltiple, pues unas parecen ser la
extrema sirnpl ificación del dios alado y hifronte, trus derivarse de la ó

arn ña , muchas relacionarse con el pulpo.


Un vaso de Chiriquí, que adquirimos en Punamú y se guarda en nuestro
museo , aclor nudo con dccor-ación neg:i.liva y sohrepinlura amarilla (Lá1n.
XVlll, 9), tiene una decoración a este respecto muy digna de estudio. De
la hase <lel gollete nacen, a espacios equidistantes, tres grupos de líneas
rectas distribuí<los cada uno en dos haces de paralelas, inclinados de fuera
hacia adentro, hasta poco más o me.nos la mitnd de su recorrido, punto en
el cual convergen las interiores formando {rngulo y los <los haces loman
d irecció n contraria, avanzando hasta la rcgiún ecuatorial; allí las dos l iu eus
exteriores con una línea horizontal, guarnecida con un ancho fleco de
paralelas verticales, forman dos lriúngulos con hase común, mientras los
dos extremos <le las interiores se unen por medio de otra hor-iz outu l ;
dentro de este último triúngulo se ha inscrito un cua rLo ; este dibujo, que,
evidentemente, se deriva de la figura del pulpo, di vide las paredes
exteriores del hemisferio superior del globo <le la olla en tres campos,

t. ".\lAcCt:nov. Th e oct opu«, <'le., flg. 42.


2. llourns. Op. ci t . , fig. 112. Aco rca cl r- los d i bujo s a modo d<' U ,¡uc hay en el
interior ch� la figura dr-ri vndn del pulpo, ven so Lo..-11110P. ()¡,. cit., lárn . XXIV y
XX.\'l d.
:-L Comp. Hor.snss , Op . ril., fig. 1 :;8, f;,<J, rno . LoT111wP. (J¡,. rit., t. I, fig. 2G, 2i;
1'1AcC1;nnY • .i\ slll(/y, ele., fig. l8;i.
!1-. Comp. Lor nuor-, ( Jp. cil., l. Il , fig. 188; l Io r.xn:». Op. cit., fig. 1 ÜÍJ; ::\lAcCunnY •
...-1. .<;(11r/y, etc ., fig. 190.
en los que con la sobrepintura amarilla se han trazado círculos, que
son el elemento principal <le la decor-ación del vaso: las figuras que ador-
nan estos círculos son iguales en <los de ellos, diferentes en el tercero.
Los de esos son : primero, una línea dentada cuyas puntas miran hacia
el centro, luego, una rueda dentada con dientes hacia afuera y hacia aden-
tro, y por úllimo, una estrella de seis brazos trapezoidales. Los del ter-
cer campo son de adentro hacia afuera : dos círculos concéntricos, que son
el núcleo de una estrella de cuatro puntas triangulares, formadas por
doble línea, cuatro dibujos a modo de clepsidras colocados entre los rayos
de la estrella, y por último una línea dentada. Esta de curnción es: acaso,
otra nueva faz del pulpo, o se trata de la estilización del sapo f "?
Sea cualquiera el significado de este dibujo, es evidente que pertenece
al grupo de los de revolución, tan numeroso en la ccrúrnica del período
de Tuncahuán en El Carchi , como lo evidencia la comparación con el de
la fig·ura 6 de la Iá m , XX, en el f{Ue subsisten la estrella y las clepsidras.
Estas, acom pañudus de triángul os recargados de cruces o líneas para-
lelas, se ven en la figura 8 de la lámina XX 111 2 ; faltan los « relojes de
arena » y los reemplazan triá ng ulos con ojo en la f igura 7 de la lúm. XXII\
y en In !J aparecen tr-iáng ulos rcticulados y una de las simplificaciones
geométricas del dragón hifrontc �.

EL Moxo. - En la alfarería del período de Tuncahuún , en El Carchi,


es muy frecuente la represen tución de monos, que no falta tampoco durante
la misma época en El Chimhorazo y El Azuay , Este animal o se fig·ura de
frente y erg-nido lLúm. XXII: 6 ; XXIV, 8, !1), o de lado, con la cola
estirada y en actitud de correr (Lúm. XXII, 6; XXV, 2), si en do de adver-
tir que ni en El Carch i , ni en El Chimborazo, ni en El Azuay hay monos,
pues los lugares, en que se ha encontrado su repr-escntación , están lodos
en parajes fríos del cal lejó n interandino.
El mono es un dibujo Irecucn le en la cerú mica policroma <le � icoyn ,
en la llamada de Luna de Nicaragua y en la de X andaime.

1. El sapo se representa, con mucha frecuencia, en objetos de metal de Costa


Rica, Chiriquí, el Vall e del Cauca y Cundinamarca; pero su estilización en los dibu-
jos de la ccrá m ica no ha sido estudiada aún.
2. Comp. LoT11110P. <J¡>. cil., t. 1, lárn . LXXXI e. So hre las representaciones de
este género, ve a se las imág eucs ele la ser-pie nt.c : Lo..-111101>. Op. cit., t. 1, fig. -188, y
las del pulpo : :\lAcCnwY . .:1 stu<ly, ele., fig. 190.
:J. Comp. L0Tm1or. Op . cil., l. I, lú m , XXXI e; t. 11, iig. 188 ; :\IAcCn111v. A
study, etc., fig-. J!JO.
·Í­. Comp. Üm.E, STi"nEr., lh:rss u nrl KoPPEL. Op. cit., Vol , I, lárn , 2, fig. !i (:\fani-
za l es}; LoT11110P. <J¡>. cit., L. 1, l;í.111. XX\'I d , LXXXI �; :\lAd..:1.:,wY. A sludy, ct c i
;

fig. HIO.
l":SA íiHA� )UREA Cl�L'ITHAL

En la de Xicoy a , Lothrop distingue cinco variedades: a) aqucl ln en que


se lo ve <le pie o sentado, con un apéndice terminado en una espiral, que
sale de la boca o de la nariz, <[UC rocuerdu el signo de la palabra, de uso
general en Mé x ico , desrl e la época tolteca : h) aquella en la que el dibujo
casi se confunde con el del drag·ún o serpiente de plurnas ; e) aquella en
la que se ve este a ni mn l 111', de lado, sino de frente y de a rr i ha abajo o
vice-versa, y en la que mús parece un sapo: a esta variante pertenece
una de las maneras usadas en el Ecuador para representar este animal
(Lám , XXII, H ; XXIV, 8, 9); d) aquella en qut� se ha trasado con
maestría la silueta del mo no que corre (Variedad segunda de las usadas
en el Ecuador: Iá m . XXII, fi ; XX V, 2.i; de esta dice Lothrop <¡ue « clara-
mente se dur i va de tipos casi idénticos, <¡ue se e nou cu l.ru n en la antigua
cerúmica maya� de lugares como Co pá n y el valle del Ulua, y que se
hallan, adernús , en sellos de las úreas maya y mexicana >> 1 ; e) a<¡uella
en que la cabeza ha sido hecha en relieve y el cuerpo pintado, co ncepción
que, según Lot hrop , pertenece primariamente a los May as ·\ y que recuerda
algunas im.úgenes del felino de Hecuay :1•
En el barro de Luna, que parce<' ser originario de las islas de Zapatero
y Omelepe del lag-o de Nicaragua y del territorio vecino, el mono se
presenta de ordinario en una forma derivada de la variedad e de
Nicoy a 't y a menudo acom pañado de cruces u otros signos, al parecer
estelares,-,. -En la ccrám ica de Xu ndairne , también es la variedad d la
que predomina 1•.
Pero, así como en Costa Hica y Panamá ocupa el cocodrilo el lugar que
entre los Mayas corresponde a la serpiente, así en Cundinamarca el
mono reemplaza al cocodrilo. sufriendo, a su vez, l as transformaciones
que éste experimenta en el N., como le demostrarnos en otro escrito 7,
mientras en el Ecuador: corno en "Nicaragua, le acompañan las cruces o se
destaca sobre un campo punteado, como en la figura 6 de la lámina XXII.
Esta igualdacl de procedimiento en la est.il ización demuestra que el
mono, en el arle chihcha de Currdi nama rca, es un sustituto del cocodrilo
de los pueblos del �., como en Hecuay el fe] ino ; es que el simio, que

t. LoTIIIIOP. <>p. cit., l. 1, p. un.


2. 111., l. 1, p. IG:J-H;O, lá rn , LX a LXIX, fig-. 1,2-6(i.
:L T,,:1.1.0. t l p , cit., fig-. 1; LEll\t.\:-.:-. ;\V.) u nd 1)01-:ni:,;c. 11 ..1. /{11nsty,·schicltl<' d,•s
nl ten Per11. Bcr li n , 192·•, l árn , :,,;.
·Íc. LoT11HoP. <Jp. cit., l. I, p. 210, 211, lá m . XCIV, XCV b.
:J. IH., l. I, lárn. XCIV 1,; B1tA:-.sF01w �.J. F .. Arclineolo qicnl resenrchcs in Nica-
rag,rn.. Stni t hson ia u Cou t r i hu t io n s lo Knowledge, :Jin. \Vashing-lon, 1881, fig-. 8�,
87; S1>1::-,¡111-::,;. Cltorofrff,VI c nlture nren; fig-. :; t.
IJ. LoT111101>. O¡,. cit., l. 1, p. e n , l m , XC\"111.
á

:- • .J1.1l1:,; Y CAA.,u�o. Pu ruh ú ,\"ol. 1, p. 12:!, tt3, fig-. 66-fi9.


18fi SOCIJ�Tt� DES A'.\fl�HICA'.'ilSTES OE PARIS

era una figura común del arte chor-otega , en donde ya tiene algunos de
los adi lamentos propios del cocodrilo-serpiente emplumada 1, debió en la
mitología de estos pueblos a n du r asociado al dragún.
En el Ecuador, el mono no sufre todas las transformaciones que en
Cundinamarca, mas ne se l ihra de cierta esti lización � en la compotcra
de J oyucsh i ( Lám. XX V, H), el cuerpo parece de plumas y esta separado
<le la cabeza por líneas lomadas de una de las estilizaciones de la ser-
picn te ", y en un vaso de El Angel (Lúm. XXIII, 5), la sirnpl ificnción del
dibujo es extrema.
En cuanto a la primera de las variedades ecuatorianas del dibujo del
mono, derivada de la e de Nicoya , ha sido estudiada par Hivet y Verneau,
quienes encuentran cqu ivn lerites exactos en la régiún de Colombia, situ-
ada al O. de la Co rdi llern central ·1• Este dibujo puede presentarse en
forma completa " como en la lámina XXIV, 8, 9, o abreviada, como en
las figuras t y 3 de la lá mi n a LIV de la « Ethnographie ancienne de
I'Équ ateur ,, de los Srs. Hivet y Verneau.

El AR::\IADILLO. - El armadillo proporciona al arte de Costa Rica y de


Chir-iquí muchísimos dibujos ornamentales; repeticiones de algunos de
estos parecen ser los que se notan en los vasos <le El Angel de las fig·uras
9 de la lám. XXII, 2 :, y 3 tj de la lárn. XXIII y en el fragmento de Manta
de la fig. 6 de la lám. XVIII 7•

Hemos analizado someramente algunas de las estilizaciones ideográficas


del arte del período <le Tuncahuán y hemos demostrado cómo ellas
corresponden a un proceso artístico que se inicia entre los pueblos pre-
colombinos de Nicnruguu , Costa Hica y Chiriquí, en donde se ori-
gina al contacto y por influjo <le la ci vil ización maya del antiguo
imperio (200­GOO A. D.). Estas comparaciones son tanto más signifi-
cativas cuanto que se refieren a figuras complejas, de casi seguro
valor religioso, a procedimientos de estilización paralelos, a idénticos
signos ideog rá íicos ; no son, pues, de aquellas comparaciones que pueden

L LoTHROP. Op. cit., t. 1, Iám, LXIII.


:¿_ Lo-r nuor-. O¡,. cit., L. J, lám , XLY.
:l. HtYET et Y1mNEA1:. Eth,w.r¡r:1.phi,� ancien ne de rlqualeur. Pa ris , 1912, p. 214
y sgs.
,í,, Comp. LoT11110P. Op. cit., l. 1, lá m , LXI, LXYI; t. 11, fig. H9 ; 1101.,rns. Op •
cil., fig. 201•; IIAuntA:-.. O¡,. ,·it., lám. 1_;!:;, fig. 2.
!;, LoT11110P. Up : cil., t. 1, fig. : H, 25.
6. �IAcCunoY. A sludy, etc ., fig. 176, 1 ii.
, . LoT11noP. O¡,. cit., t. I, fig­. 2-í-27.
C'.'-A fillA:\ :\I.AHE.\ crr.rt.n.vr, 181

explicarse por simple convergencia. Que la se rpien t«. el cocodrilo, el


felino, el pulpo sean motivos ornamentales, e i n tct-ve ng au en los relatos
mi Lolúgicos, adquiriendo su imagen valor ritual, es un Ie nóruerio bastante
corriente, para que pueda aún apl ica rse la h ipó tes is de la coincidencia
accidental de la escuela de Bast.iun ; pero c¡uc se mezclen y confundan Io s
atributos mi to lóg icos de e st o s varios animales, de acuerdo con una misma
e la borucióu estilíslica. común a varios pueblos. y según un determinado
proceso h is tór-i co , y que ésto suceda en una época definida, cururdo se
propaga una Lécrrica un ifo rmc , es cosa que no cabe explicar, a menos
de dar un salto sobre la l,',gica, sino como la i m hor-r-a lrl e huella de una
gran mu reu cultural, que en tiempos remotos se e x tenclió desde Ccn tro-
América hasta el Perú.
A los ejemplos citados fúcil nos habría sido a ira dj r otros muchos, entre
i',tros el dibujo de la lá m , XX VI, 7, que parece ser el de una figura
humana de origen maya 1, el <le la fig·ura 2 <le la misma Iá m i na -.!, el que
imita una canasta (L«m. XX Y, 1 ,t) \ el de angulos con puntos (Fig·. 2;i,
nº 5) a modo de abreviada rcprcsentución de fn ccio ne s Y.
Las formas cor­á m icas , que propaga el mo v im ient.o cultural de Tunca-
h uá u , son las clúsicas sur-ccn tronmer icana s que, en el Ecuador, hn hia n
ad<¡uiri<lo carta ele ci udnclu n iu , desde Proto-panzaleo 1 � pPro e n el Perú
( en donde son e x tru ira s , y nlgunas, tales como los trípodes y compo-
te rn s \ só lo se encuentran cuando otros dalos demuestran también la
co ue x ión con los arles ecua tor iuuos}, se en cue n Lrn n en Hecuay , j un lamen to
con la decornciún n<�g·ati vn, con sohrepin tura.

Para corn prc nder mejor el orig·en <lel movimiento cultural de Tu nea-
h uá n , es preciso que nos r cfira mos , ahora, al origen de la técrricu nega-
tiva, con so ln-cp int.uru : como lo probarnos :mtcriorrncnle, la decornción a
color ¡wrdido es proced imicn lo segurmnen le originario del nor te , nó pro-
piamen le de la época arcaica, pero generalizado en la América del Sur
y del Centro, en t'�poca muy remota, al parecer por la cul tura chorotcgn ,
En Nicovu , corno ob ser vu Lolhrop, la verdadera técn icu a color per-
dido no existe, siendo sust itu ídu por tru distinta, que no, por ello, es
ó

l. Lor uuor-. <J¡>. cit., l. 1, lúm , XX\'11 h, c.


:!. Va llo del Uf ua : Go,1110::-. ·. Hy ro n <,.;. Heeen rch es i11 th « Ulu u r:tl/"!I· \lcmoirs of
t hr- Pon bod y Mu se u m of Arno r ic a n .\rclieolo!,4"y a n d Etl111olog-�·, I l a rv.u-d E11ive1·sity.
Camhridg-ti, Vol , 1, �o.'•, IH\JH, fig·. 2\1; Lo..-111101'. U¡». cit., t. 1, lá m . XI.[.
:1. LoT11110P. <Jp. cit., l. 1, l m • XL.
á

•· lloun:s. 0¡>. cil., fig. l!.>8 e, :20f; \hcC,·111,Y ..·1 sludy, et c ., fig·. 22";.
;i. :,.;¡ ldpocles 11i corn po tcru s hay en la ce rú m ica purn de Xazca ; ést as se encu­
entran en Prot.o-c hi mú , en donde ya se d<!ja sentir la i nflue uc ia de Hecuay ,
188 SOCIÉTÉ DES A:'\ltRIC:\NISTF.S DE PARIS

menos negativa ; consiste en dejar las figuras del color del fondo general
de las paredes del vaso, pintando el campo destinado para la decorución ,
excepto la figura misma, con negro, de modo que en tono claro resalte
sobre el fondo oscuro ; mas no se contentaron con ésto los artistas nico-
yanos, sino que, para dar más realce al adorno, lo completaron con pin-
celadas de otro color vivo. Lothrop cree, y con razón , que esta técnica es
irrritación consciente de la a color perdido 1• En las cerámicas esencial-
mente a color perdido se observa, alguna vez, emplear esta técnica para
obtener figuras positi vas ; en la alfarería policroma de N icoya , vemos el
caso contrario.
La técnica descrita por Lothrop supone, pues, el previo conocimiento
de la a color perdido ; ahora bien, su sustituciún en Nicoyn es fácilmente
explicable. El efecto artístico buscado con la pintura a color perdido
sólo se consigue plenamente cuando se dispone de una arcilla que a la
cocción tome un color claro: cuando falta, el dibujo es confuso ; si un
pueblo acostumbrado a este procedimiento conoce la fabr-icnción de enlu-
cidos brillantes y sól idos , es natural que acuda a ellos, para conseguir
todo el efecto deseado, pintando el derredor con negro .. Es lo que ha
acontecido en Nicoya, muy diverso de lo que pasa en Nazca, cuando
una figura enteramente pintada con un color que no es el del fondo
se destaca sobre una superficie más oscura.
Pero lo importante para nuestro caso es que los ceramistas de Nicoya ,
con su técnica que imita la a color perdido. hicieron figuras perfectamente
negativas, con sobrepintura \ que son, a nuestra opinión , las que, al ser
imitadas por los pueblos de más al S., dieron origen a la técnica que carac-
teriza al arte de Tuncahuán.
Quiénes fueron los portadores de esta ola de cultura "? Dónde nació ?
La respuesta a estas preguntas parece bastante segura, si se tiene en
cuenta lo expuesto en las páginas precedentes, ya que hemos visto que
es derivación del arte chorotega de Nicaragua y de la costa pacífica de
Costa Rica ; mas como, por otra parte, su dominio propio sólo se extiende
desde Chiriquí hasta Hecuay , es claro que se trata de un estilo chibcha,
entendiendo esta expresión , no en su significado estrecho, esto es, el de
los Muiscas de Cundinamarca, sino en aquel lato que comprende a todos
los pueblos que hablaban idiomas emparentados, siendo, además, seguro
que debió nacer entre aquellos que, en la época de su formación, moraban
en la inmediación del úrea ocupada por los Chorolegas, quizás, en la

l. Lo rrmo r-. Op. eit., l. 1, p. t4�.


2. LoT1moP. O¡,. cit., t. 1, Iárn , XL, XLI, LXXVII, LXX\º11 b, LXXXI e, LXXXII b,
y en numerosas bandas y otros <le talles de muchas figuras reproducidas en esa obra.
C�A GRA� �AR�A CCl�[RAL 189

actual Hepública de Panamá, en donde, últimamente, se han encontrado


ciudades antiquísimas, tal vez, en aquellos famosos Sinú y Pansinú, que
tanto despertaron la codicia de los conquistadores, ciudades muertas. fa­
bulosas necrópolis 1.
Pero si hasta Hecuay se extendiú el dominio del arle del período de
Tuncahuán , como yú hace algunos años lo dernos t.ra mos ':?, no concluyeron
allí los efectos de la marea de cultura que lo produjó ; réstanos, ahora,
señalar algunas de las huellas que de la inlluencia de esta poderosa co-
rriente cultural quedan en parajes aún más apartados.
Uno de los estilos más curiosos del sur es, sin duda, el llamado de la
alfarería draconiana de la región diaguita del x. O. argentino, que Chie
comparó con la de Pro to-nazca :: , y J oyce ·� con la de Recua y, en lo que
Iué seguido por Means ;, y Boman y Grcslcbin ti, sin que estos autores
advirtieran lo fundamental e íntimo de este parecido. Un distinguido his-
toriador, el Sr. Hoberto Levillier, al penetrar, por vez primera, en el
oscuro campo de los estudios arqueológicos, ha tenido el acierto de poner
en evidencia que los llamados dibujos draconianos del N. O. argentino
no son más que la traducción un poco ruda de los que, con técnica nega-
tiva y sohrepintura, ejecutaron los alfareros de Hccuav ; y, en su análisis
húbil meute ilustrado, demuestra evidentemente la der-ivaciún directa de
este estilo del país diaguita de la cultura de la época de Tuucahuán del
Callejón de Huailas i.

1. VEHRILL (A. I l yatt ). Eoccevations in C:oclé procincc, Panamá. ludian Notos. Xe w


York, Vol. IV, 1�2i, p. 4i-61.
2. .Jr.róx Y CA.DL\�o. Puruhá, voi. 1, p. J;j-37, l2i y 128.
:{. Urn.e . Las reluciones prehisl<íricas entre el Perú y la Aryenlina. X\"ll Cong.
lnl. de Am . Buenos Aires, 1912, p. :i18-5:H.
-í-. JoYcE. O¡,. cit., p. 230.
5. �IEA:--.s (Ph. Ai n sw or t h] .• l Sllf'Vl'!J "{ ancietü peruoien art: Transaclions of lhc
Connccticut Acade my of Ar-ts and Scicnces. New l l a veu , Vol , 21, 191"i, p. 3"i1.
G. 130'.'1.\:-. ,:E.' y G11ESLEn1:-. (ll.) ..+lfsu-eri« d rncon ia n« de la reyiün Di:1yuit:1.. Buenos
Aires, 192:3, p.:;._
i. LcHLI.IF.H (H.). Nuera crónica df'[ Tucumán, Lima, \'ol. 1, 1926, p. 64-i9.
Doman opina que el estilo draconiano y el sa nt.arnaria no son coetúneos en f'l �O.
a rg en t.ino y que sc'.llo se diferencian pot· una distinta escuela artística y diversa dis-
ti-ibuc ióu geogrúfica; el estilo sanlamariano es común al �. de la sierra de Atajo y
el dracoui ano al S.; sincmharg-o, uno y otro se hallan, si bien esporúdicamentc, al
�- y al S. de la mentada sierra.
Las razones aducidas por Boman para demostrar la contcrnporauaidad de ambos
estilos, que datarían de la época inmediatamente anterior a la conquista, son: 1) la
superficialidad de los yacimientos en que se encuentran f'rag mon tos draconianos, lo
que no ohsta para suponed os muy antiguos, como lo ha demostrado Chic; 2)
,1uc, fuera de los fragmentos draconianos se encuentran en los mismos yacimientos
190 SOCIÉTÉ DES A:\IÉIUCAi\lSTES IJE l'AIUS

Tenemos, 1,ues, un ejemplo <le la expansión hacia el sur, entre los


grados 2ti y :l3, de la ola cultural chorotega-chihcha, <{UC produjo el arte
de 'l'uncahuán ; pero, en este caso, podemos afirmar, con seguridad, que
se t.rul.a <le un movimiento especial, que parte de la región andina central
del Perú, pero cuya rula no puede haber sido la de la altiplanicie, ya que
no hay huellas de su paso en la reg·iún i ntei-media . en donde el mismo
mo virn ien to se traduce en otros motivos, que no son los típicos de Hccuay
y de la alfarería draconiana. Eliminadas, poi· esta r­azó n , la costa y la
reg ióu andina, no queda otra vía posible que la oriental, por donde,
siguiendo los contrafuertes de la cordillera, pudo la cultura de Hecuay
llegar al país diaguita; así, tenemos la prueba de una ola de cultura, que,
origina1·ia del sur de Cenlro-.:\mérica, avanza por la sierra, cubriendo
también parte del litoral, desde 1 O grados de latitud norte a I O al sur
del Ecuador, para desde allí emprender un nuevo recorrido de otros 22
grados siguiendo, prnhablemenlc, una vía trasandina, y esta m igr-ación
cultural que, por el inmenso recorrido, parece inverosímil, si no estu-
viese plenamente comprobada, data de uno de los mús antiguos períodos,
cuya huella ha descubierto la prehistoria sudume ricuna ; y, cosa singular
e importantísima, loma en los últimos 22'' de su recorrido, con toda pro-
lrahil idnd , por el este de los Andes, cuando, hasta hace poco, uno de los

objetos <le bronce <le tipo incaico; :J) el hallazgo en dichos yacimientos de fragmen-
tos <le alfarería no decorada que parecen pro ven ir de vasos id én t.i cos a los c1ue se
extraen de las se pul tu r-as más modernas, a lo que nosotros observaríamos que las
ollas de cocina son casi siempre las mismas en toda época; 4,c el haberse encontrado
en el interior de urnas f uu cr­ar­ius de pár vu los fragmentos draconianos. De lodos
estos argumentos, salvo el cle l hallazgo de objetos de hronce de tipo incaico, que
suponemos, cuando lo aduce tan ilustre arqueólogo, ha brú sido hecho <'ll condi-
ciones qne no admilanduda sobre la co nt.cui por-aue id ad , no nos parecen concluyentes.
Si Boman est en lo cierto, habrú cpre admitir que, en la région periférica de La
á

Hioja , subsistió por largo tiempo un estilo producido por un movimiento cultural muy
antiguo, cuando los originados por la misma cor­ricn tc habían muer­to en el resto
de América hacía ya muchos siglos ,Bo:.1A::,;. Los ensayos de establecer una cronolo-
gfo prehiwpú nicu en fa región Di:,guil:i . Bol. <le la Ac . Xuc , de Ilist. Quilo, Vol , YI,
1923, p. 1-3!; U11u-:. Cronoloqin !/ ori!J''ll de las ;inliyuas cicili zuciones urye11lin:1s.
Bol. de la Ac , :\ac. de llist. Quito, Vol. YII, 1023, p. 123-1:lO).
Sea de ésto lo <JUC fuere, es incontrovertible la edad inicial del estilo <lracouiano, en
el que, qu izús , ha hrá que distinguir épocas distintas; por lo demás, Ub le ha compro-
bado <JUC las civilizaciones del :'.\'O. argentino llegan al tiempo en que florecía Tiahua-
naco (U11u:. O¡,. cit.;:.
De la ci v i l iz ac ió n de Hccuay , como lo ha d e mos Lr­ad o plenamente Le vil l icr , ha
tomado el estilo draconiano : las im,íg-cncs del el rng-on, las ca he zas con g1·andcs
fauces, y el monstruo alado bif'ron te , si bien e11 este caso pa l'CCC que el modelo
no es la figura ya transformada <le Hccuay, sino sus derivados posteriores <lel
Cal lejóu de lluailas (T ELLO. Op: cit., fig. 2;j-2,).
C�A GRA� �AREA CCLTlHAL l!H
más distinguidos americanistas afirmaba que, si se conocen muchas
migraciones que del este se dirigen al occidente, no había memoria de
ninguna que del país andino descendiese a la llanura amazónica 1•
Como se v erú luego, la marea cultural, que produjo las civilizaciones
del período <le Tunc a huán , no se detuvo en el Callejón de Iluailas, sino
que a va nzó hacia la región del lago 'I'it icaca , pero fraccionúndose en dos
corricn lr-s , úna que podemos considerar como la prolongación <lel movi-
miento original, y ótru que es continuación de la faz de Hecuay , la cual
parece corno que, al tropezar con el macizo del cerro de Paseo, se hubiese
inclinado al E.
Muchos ru-queólog os han tenido tendencia a a tribuir a las civilizaciones
a mazó nicns, representadas especialmente por los restos cncont.rndos en
Muruj«, no súlo gran anligül�dad, sino papel preponderante en la forma-
ció n de las cul turas an di na s ", mas parece que es yft tiempo que desa-
parezcn esta tendencia; en efecto, acabamos ele ver que, hacia el Hu del
período de Tuncahuún, una corriente de cultura chibcha-chorolcga tras-
pone la cordillera; ante este hecho adq uiercn nueva luz los hallazgos de
civilizaciones de igual carácter , hechos por X ordens kiiil<l en Mo xos \ y
advertidas por nosotros últimamente en Las Charcas \ c1ue no queren1os
afirmar sean producidas por la ola cultural que causó la de Tuncahuán-
pues pueden ser las de otra parecida, pero cuyo origen sur-centroameri,
cano no es, por (�slo, menos seguro ; rextu averiguar si son efecto de co-
rrientes culturales que, después de extenderse por la costa atlúnlica norte

De o ro modelo del monstruo lrifr-o nt e , en el •1ue la subsislcncia de la boca del


í

vieut.re es clara, son : I..\FO:-.E <J1;1,:v1mo. Tipos de alfureriu de la. regiún din!Juitu-i:al-
ch:H¡ui. Buenos Aires, lt108, fig-. í-8 y :;o; Bo,L\:,,; y (__i111-:sr.1-:u1:s. O¡,. cit., ligo. 2G.
De eslilizaciones selentrionales del pulpo parecen <lcriYarse: Hovr.vx y GuEsr.Em:"..
Op. cit., fig ..'t,, fila tor-ce ra , objetos l-\'11, sexta fila, objetos 1-Y; L.\Fo:-.1-: <ln:n:1,0.
Vi aj e :1r,¡ueoló!¡ico en i a rc!Ji<jn de .·lnd:ily:tl:í. Hevisla del '.\lusco dl\ la Plu ta . La
Plata, 1905, lá m . Vil, fi¡;. �­ Las l i ra s , que en Chiri1p1í se clcr iva u del pulpo aso-
ciadas con el d rugón , se 110La11 en un vaso publicado poi· LAFO:SE (Ji.;1-:nmo. Tipos, ,,te.,
l,ím.X a.
�¡ siquiera falta el mono en el conjunto de elementos lomados del �- por el arle
draconiano de la Arge nt ina : LAFo::­;E Qm·:nmo. Vi«]«, etc ., lám , YII, fig. 5 y f,.
1. lhvET. L 'orfi·vreric précoloml,i,•,we des Ant.illes, des Guyanes el d u Venez uclu,
.Jour. de la Soc. des Am. de Pa r is , Pa ri s , �- S., Vol , XY, l!Jt:i, p. 1�1:J.
2. )IEA'.'.S (Ph . Ains wort lr . Up . cit i, p. :l2G.
:1. �01mE:ss1.:1üi.1J (E.:,. Urncn qrübcr u nd .\Jou11,/s i m Lolicianischen. Flnch.ln nd,
füisslcr-.\rdii , .. Her-Ii n , Yol. III, HI 13, p. ·20:i-2:;:,.
·Í­. En ia c-o locc ió n Ur-ios te , en S11cre, v i m os t rf pod es con pies figurativos y, en la
del Sr. Dn. Tomás Arana de la m i s m a ciudad, un notable metate con t rcs pies, ente-
ramente ccntroamei-icano poi· su forma, eucont ra do en Escoua, hacienda <lcl dc pa rt.a-
mcnlo de Chuquisaca ..
1!l2 SOCIÉTt IJl<�S A-'IÉHICA�ISTES DE l'AHJS

de Sud-América, penetran en la hoya arnaz ón ica, para avanzar hasta la


falda de la cordillera, lo que parece poco probable, pues el carácter se ten-
trional es menos marcado en las civilizaciones del N. E (Venezuela J Ma-
rajó mismo) que en las vecinas a la cordillera ( Moxos}, o, como nos in-
clinamos a pensar, son producidas por olas secundarias, dependientes de
las grandes mareas culturales del oeste que, en <listin tos tiempos, tras-
pusieron la cordillera, del mismo modo que la ci vil iz ación de Hecuay
cuando llegú al N. O. argentino. Yá Uhle demostró, hace algún tiempo,
la dependencia de la civilización de :\farajó de las del tipo chibcha 1.
Hemos yá mencionado anterionnente el influjo de la civilización <le
Hecuay de la época de Tuncahuán en la de los Proto-chimús <le la costa
norte del Perú z; quizás, ante estos hechos, no parezcan del todo ca-
suales y arbitrarias las semejanzas advertidas por Lhle entre los drago-
nes del N. O. argentino y las figuras mitológicas de Proto-nazca a; pe-
ro, dejando este tema, vamos ahora a proseguir nuestra invcstigaciún
acerca del avance, al sur del Perú v al norte de Bolivia, <le la marea ·cul-
tural de la época de Tuncahuán.
« Quién hubiera pensado hace poco », e scr-ib íu Uhle en 1 B20, « que
la decoración negativa .... de los vasos de Hecuay .... incluye un recu-
erdo de la técnica y, con ésto, también de las civilizaciones chihchas de
Costa Hica al Ecuador? » �. Quién, diremos nosotros, a nuestra vez,
se hubiera atrevido a postular igual tésis para la de Tiahuanaco?
Técnica negativa en la región del Titicaca ? Hace poco, tuvimos la bu-
ena suerte de examinar la preciosa colección que, en La Paz, posee el Sr.
Buck ( favor que debemos agradecer a su propietario) y la del Museo � a-
cional de la misma ciudad, en donde pudimos ver objetos claramente ne-
gativos; más tarde, logramos adquirir dos de este género ( Lárn . XXVII,
9, 12); ya anteriormente habíamos advertido ciertos ejemplos, más o menos
claros, de un proceso semejante a la decoración negativa en vasos de Tia-
huanaco \ pero nunca en los llamados epiqonules ; más , en las colec-
ciones citadas hay numerosas alfarerías en que la duda no es ya posible.

i. Um.E. Los principios de In cioiiizacion. en la sie rrn ¡,erll,'llt:t. Bol. ele la Ac. Nac .
de llist. Quito, Vol. 1, rn21, p. 4,-:i2.
2. Vide supra.. TELLO 'O¡». cit., p. 243-25!)) ha estudiado con maestría el asunto;
pero serta un gravísimo error creer que la civil izución de los constructores de las
huacas <le �loche sea só lo una evo luc ióu y desarrollo de la de Hecuay.
3. Um.E. Las relaciones prelcistárices entre el Perú !/ fa Arqerüinn , p. 518-;i23. Ya
Lafone Quevedo en t 90;; había compara<lo los dibujos draconianos con los prot o-
chimús.
4. U HJ.E. Los principios de las civilizaciones de la sierra per11a.na, p. 4 i.
:;, Quizás es tá d ecorado cou técnica negati,·a el timbal de Tiahuanaco, rcproduci do
en la figura -í- de la lúm ina Xl <le U11LE, S'rü uer., HE1ss und KoPPEL. O¡». c.it «, Vol , l.
L':\A GHA� :'\IAHEA Cl"LTL"RAL 1H3

A este respecto es decisi vo el y aso N" 3 í-3 del Musco Nuciorial de La Paz.
Es uno de tantos en que pudiera reconocer se una transformaciún d o l tipo
sctcntrional de las corn pol.erus que, como se sabe. llegan a Hecunv . El
recipiente es <Je la forma tan común y conocida de Tiahuanaco, de las la-
zas escotadas ; la bus«, un anillo cónico ; entre úna y ot.r« pur te , hay
asas en forma de cintas vcrt.ica lcs ; en las pared es exteriores, hay la fig·u-
ra del cóndor c1ue empolla, del color del barro: que se destaca sohre el
fondo negro, que cubre toda la superficie; aún se diría <1uc, cerca de las
garras del cóndor, hay indicios no tan claros, es verdad, de sobrcpi nt uru
roja. La técnica negativa se nota, igualmente, en varios fr.igmentos del
1nis010 musco. En la col ecci ón Buck son más nurnr-r-osos los vasos en
que, en todo o en parte, se ha empleado el mismo procedimicn lo; los mo-
ti vos ornamentales son de puro estilo t.iahuauaco : no hay ve r d.ul eru so-
brcpintura, sino únicamente el empleo simultáneo de pinlura po s i í.i va ,
para hacer resal íur ciertas fojas u ornamentos, como sucede, con frecuen-
cia, desde Chiriquí hasta El Azuay , De los objetos de nuestra propiedad,
a que nos hemos referido, el uno es un timbal, el o l ro una ollita diminu-
ta, con gollete alto saliente.
El timbal tiene el cordón en realce en la parte media, del tipo clú s ico
de Tiahuanaco, donde fué encontrado; este corclón divide la o rnn men lu­
ción en dos campos distintos: el superior, en el cual, a color perdido, se
ha trazudo en tres campos iguales, divididos pur fojas verticales, una fi­
gura bastante compleja, <¡ue sería difícil precisar si represen la dos cabe-
zas <le cóndor en simetría alterna o un dragón de <los cabezas nn1y esti-
lizado; el inferior, ejecutado tum bién a color perd ido , en el cual hay una
ornamen tnciún positiva de triúngulos escalerados y cs¡,ir,des, derivada de 1
pulpo ; cierra el <li bujo superior, por abajo, una banda po s i Li vn a na ra n-
jnda: yue· limita, por arriba 'y por abajo, el inferior. Estas bandas han
sido claramente sohrepi n taclas , pero suj dú n.Iosc cs tr icl a m e u Le al d ihuj o
general (Lúm. XXVII, 12). La ollita (Lúm. XXYII, !t) estú decoradu con
cóndores cuyo cuerpo es ser-pcn tifor mc.
Estas obscr vnc iones vienen a aclarar los indicios que, desde antes, te-
níamos del influjo de las civilizaciones sct.c ut rio nn lcs en T'iahuu nuco 1,
tales como la presencia de las vasijas lrípodt!s, nó t:111 só lo en la forma
más común de un plato licm isf'ét-ico, soporl.1do p01· L1·<·s p ic-s altos. cón i­
cos , sino en ól.ra aún mú s sing·tdat· cine vimos en la co lecci ón Buck, que es
como una laza escolada, soportada por pies en forma de liras de barro
triangulares.

1 . .J1Jó:­­ y C.,A'.\IA�O. Xueca cout rilsur-ion u] con oc i mio nt o de lo» :,/Jf>T'Íf!Pl/l'S de l mlui-
IJ11r:i. Ed. sep. del Bol. de la Soc. Ecua l. de Esl. 11 ist. .\ m. (Ju i Lo, t veo. p. :l t , n ot a t.
Soeiété <les Américe nistes de Pn ris, 13
SOCIÉTt.: DES A.\I �.:HICA'.\ ISTES l)E l'AHJS

Acabamos <le ref'eri rnos a una forma que pudiera· tenerse como trans-
formación de la cornpotern , especialmente de la de pie anch isi mo , frecu-
ente en el Ecuador, en Pr-oto=pan xal eo lI; lo son también, quizás , los tim-
bales de pies angost.ísimos. El Sr. Posnnn sky nos enseñó. un dibujo he-
cho para una obra que tiene en pre parn ción , <¡ue rcprescn tabu el corle ele
un timbal cascabel, lo que parece conexionado con las cornpotcras sona-
jas del nort.e ; en efecto, un tabique. di vide cerca <le la mitad el vaso ;
la parle comprendida entre éste y la base queda, así, transformada en un
pie que, como en muchas compol.erus del norte>, sean o nó cascabeles, ti-
ene perforaciones.
En la yá varias veces mcn tada colección Buck , hay un fragmento de
un timbal de barro negro, <lecorado con fajas, según la técnica de puli-
mento ; consiste ésa ya en bruñir cuidadosamente la superficie ocupada por
el ornamento, dejando el resto mute , yu en pulir las paredes, dejando sin
brillo el dibujo. Este proccdi mie u to singularísimo tic-ne distribución muy
curnct.e rist icu : se encuentra en la costa ecuatoriana, el es de la época de Pro-
to-panzaleo II hasta la incaica, en la cer-ámicu llamada por Chle mayoicle
de El .·\zuay, y, en el Perú, so lurne n te en la rcg ión de Truj il lo , en el
período ch irnú : como hemos en o l rn s ocasiones expuesto. y, como lo ha
sostenido Chie 1, esta técnica parece derivarse de una muy semejante
descrita por Sp i n dcn , como cn rnctui-ist.icu del estilo arcaico de El Saha-
dor ·!; en Lodo caso, se Lru l.n de un proccd irnic n to que, en el Perú, revela
influencias sctcu trionu les y que en Manabi se usaba en el período de Tun-
cahuán.
Chle cnsuy yú conexionar g·en0licamenle la figura central de la Puer-
ó

ta del Sol de Tiahuanaco con el monolito Haimondi de Chuv iu \ ,y


sus comparaciones son in uy vá lidus , aun cuando, qu izús , se rc-Iierc-n , más
bien que a un antcccdeu e y su consecuencia. a dos derivados <le un mis-
í

1110 tronco; mús clara es, en m uch os casos, la cou c xión con los mot.i vos

or­na mo nta lcs dd Callt�j,,n de lluailas, que, como h e m o s v ist.o , dependen


de ,·,tros <1ue se Ior uuu-on de co nco pt os su r-ce nt rou nu-rica nos .
Así, por ejemplo, el pu mu ' co n se rvu , en <dgunas rcprescul acio nes ,
todas las cn rnutcr is t icas dd drag-1'111 • (le l Iccuuy , tu lc-s como el apéndice
ce Iá l ico , convertido en corona, el signo estelar colgado <lel cuello, la co-

l. {'111.E. 111/111,!nci:is n1.1yr1.s en el Al t o Ecu.ul or. Ed, sep. del Bol. de la .\c. Nac, de
Hisl. (Juilo, 1 !)�:!, p. li.
2. s .. r x ucx ..\'oles o n t e .lrc/1rw,,l11!J!J 11{ or .. \m. An t h , Ln ncns t er , :'\. S.,
h

Su lcud

voi. X\'11, io i n. p. -í:;:.


:l. C°lll.E. Los ¡,ri11,·i¡1ios ,!,, Lu« ci r ili znr ion os ,¡,. l:i «ierrn ¡11>1·11:uu,, p. :¡:J-:,G.
-'a-. Pos x.vxs s v : .\.1. Hl siurw t•.,:i-:,/111�:1,/o ,.,, lu« i1/('oyr:t(í:1s :11Hf'l'Í1·:111:1s, CtJ/1 eepoci«l
ref'ere n cin a Ti/111:111:H"o. He din, HII :i, figo. :!!I y í-1.
CNA liRA:'-í :\IARtA CL'LTUHAL

la terminada en plumas, y hasta hay huellas de la boca en el vientre.


La figura que, generalmente, se interpreta como la del Sol, en que se
ve una cabeza humana, rodeada de radios, que terminan en cabezas de pu-
mas, córidores o peces 1, no es más que un perfeccionamiento estilís-
tico de ót.ras de Hecuay '!.
El cónclor bifronte reemplaza, a menudo. al dragón de dos cabezas :i
y, como éste, tiene boca en el vientre i­.
El mismo animal, sobre todo en las representaciones epigonales de la
costa del Perú, toma un cuerpo ondulante y las cuatro patas del dra-
gón :'i.
Las cenefas de ciertos vasos de Tiahuanaco en que se han figurado ca-
bezas que terminan en un ala, entre la cual y la cara se interpone un cu-
erpo alargado fj' tienen un gran parecido a los adornos que en igual po-
sición se ven en vasos chorotegas y que, por otra parle, allí se derivan de
la figura maya de la serpiente con plumas í, semejanza que, por otro
lado, nos apresuramos a confesar que puede simplemente deberse a un
acaso.
Las Z terminadas en triúngulos cscalerados \ de que yú hicimos men-
ción, y otros ornamentos comunes con los artes del periodo de Tuncahu-
án del nor te , son otros tantos indicios del influjo de la marea cultural,
productora de este período que se advierte en el arte de Tiahuanaco.
Todos estos indicios, salvo el que nos da la presencia, en las orillas del
'I'iticaca, de la t écuica 111:�gat.i va, y la evidenie supervivencia de los con-
ceptos mitolúgicos de Hecuay. en donde provienen del sur de Centro-Amé-
rica, en Tiahuanaco serían aislados, i.n suficie nt cs para demostrar el in-
flujo setenlrional en esta gran cultura andina : juntos, forman un haz que
permite emitir una hipó teais fundada.

A la luz de todas las observaciones juntas en las pagmas precedentes,


aparece más clara la cronología prehistórica del x. O. de Sud-América. A
una po hlución primitiva, con cultura semejante a la de los actuales Fue-
guinos o a la de los pescadores primitivos de Arica, habría sucedido ót.ra ,
cuya ci vilrzación era ir-i-adiación de la arcaica ( Proto-panzaleo 1, Pre-pro to-

L Op. cit., fig. 8 y 27.


Pos'.'lANSKY.
2. Op. cit.; Vol. 1, láru . VI, fig.
LEv1LLIE1t. fj y,; lám , VII, fig. í­ y :í.
:i. Pos:SANSHY. O¡,. cit., fig·. :rn .
.•. ro., fig-. '··
;1. {P.). Ét u de sur le précolom bien. du Bas-Perou ; Pa ri s , J UOU, lám, VI.
BEHT110:-,;
6. Po sxx xsa Y. Op. eit : , Hg. :!!i.
, . Lor nuor-. Op. cit., l. 1, Iá rn . L.
8. Pos:­.A:­;SKY. O¡,. cit., íig . 2:j.
·t !Hi SOCIÉ.TÉ l>ES A'.\IÉRlCA�ISTES UE PARIS

lima); luego, nuevas olas culturales, conexionadas con el avance hacia el


sur de los Choro legas, antes del año 100 anterior a ,J esuct-isto, hnbr-ia n
producido una nueva Iecu ndación ( Proto-panzalco 11); vinieron después
otras mareas, entre ellas la más irnpo rt.a n to derivada del arle chor-otegu ,
yú influído por el de los Mayas del antiguo imperio ( 1 00-GOO .v. D.), que
se extendió por una gran reg ión de América o influyó en los estilos de
Chavín y Tiahuanaco ; y ótrus conexionadas mús bien con otras culturas
superiores de más al norte, que obraron casi simultáneamente, o poco
después.
Quizás el trabajo de los metales date, en el N. del Ecuador, de la épo-
ca de Proto-panzaleo II 1 ; pero los más antiguos objetos metálicos so-
bre cuya edad hay certeza son los extraídos de las tumbas de Tuncahuán ,
que fueron anillos de uso desconocido y propulsores de estólica de un ti-
po muy especial :?_ En el período de las silla» de bn rro de Narrío, se
trabajaban el cobre y el oro, y se practicaban, además, el plaqué con oro
y el dorado por la reducción del metal má s atacable por los ácidos, en
una aleación áureo-argentina. En el Perú existen objetos de oro, de Proto-
nazca, y de cobre, oro y plata, de Proto-chimú. Los Mayas del antiguo
imperio no conocieron los metales, y los amuletos metúl icos hallados en
el Cenote Sagrado <le Chichén It za son casi exclusivamente de factura
costarricense y, por otra parte, es seguro que los antiguos centros tolte-
cas obtuvieron gran parte del oro, cobre y otros metales ciue poseían del
lejano sur :3• Adernús , el D1' Hivet ha demostrado que Colombia es el
centro de una técnica cspeciul y fundamental para la metalurgia ameri-
cana, que él cree originaria del E. de la región de Venezuela y de las
Guayunas ',; nosotros nos inclinaríamos a pensar que fué inventada en la
misma Colombia ; mas. sea de ésto lo que fuere, lo que parece seguro es
que entre las naciones chibchas , cuya civilización dependía de la chorotega ,.
el metal fué yú trabajado cuando aún lo ignoraban los Mayas y los mis-
mos Chorotegas de Centro-América ; así, sea descubierto por los Chibchas
o tomado por ellos de los Caribes, éste es un elemento cultural propaga-
do por la cultura chibcha, especialmente, merced al movimiento expansi-
vo de T'uncuhuún .
El área cultural ch or-otegn ha sido, últimamente, objeto de un intere-
sant ísrno trabajo de Spinden, que, en muchos puntos, llega a conclusio-

i. Ya hablamos do la edad de las lolas con pozo de Imbabura, en una de Ias cuales
encontramos un cincel de cobre, que no es seg u ro d a t.a ru Je l a época <lcl montículo.
�- .l r.ró x Y CAA:\u:­­.o. P.111·11h:í, Vol. L l ám . XX\"I, fí g, 2-1.
:1. Sr1NoE::­,. The Ch()ruleyan c11//111·f' nreu , p. :;.í,t.
·•· H1n·:T. L 'ur/evrerfo précolcnnhien ne des Arüillc«, des Guyanes et r/11 Venezuele ,
p. 18:l-21:1.
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nes semejantes a las nuestras, pues evidencia el influjo de los :\la.vas del
antiguo imperio en la for-mnción de esta ci vi l izac ióu , que� Iuég o , es ta m-
bién fecundada poi' los Toltecas; en lo que no estamos de acuerdo con el
distinguido investigador nm cr-icano es en su o pirrión de que los ChorolC'gas
originarios del sur só lo cu época tardía habrían penetrado en �lt�xico (Oto-
mies), hajo la prcs iún de las tribus chibch as, que só lo en tiempos rela-
tivamente rccien tes penetra ron en Centro-.\ mérica 1. Esta opm1on nos
parece insostenible, pues vuelve imposible la e x pl icación de los innume-
rables hechos que demuestran hasta la evidencia. la propagacic',n al sur,
desde Cenlro-.\mérica, en olas sucesivas. de todo un conjunto de comple-
jos culturales, que forman la hase misma dt! las civilizaciones pucificas
de la. América Mer-id iona l , y que se verificaron desde el t.ie mpo , por lo
menos, en (¡ue se fundaba el antiguo imperio may.1

l. SPr:­mi:::­.. o». c it ), p. !it:l-:i-1-:i.


2. Otro problema muy in�c,·csanle, 11uc dclH' ser estudiado le11iP11do en c ue ntu la
ola cu l tu ra l de que he mo s­Lru taclo l'll ('Stas púg·inas, t•s el 1p1c p l a n t oa n ci e rt os vasos
ele Che r-án , en el estado dP :\lichoacún, :\l{�xico, rpw se guanla11 en el American Mu se um
of Xaturn l Ll ist or­y de �cw Yor­k , decorados c<>11 t.é cu ica nejra ti vn y so hr-e p iu tui­a ro-
ja, con d i hu jos 1¡uc roc uer-da u los de Pi-ot.o-pa nzu Ico II del Ecuador, con los que lic-
1w11, ad e mús , identidad de forma.
Vecino a :\licl1oae(111 e s tá el t•slndo de Gue r rc r-o , dondP vivían los :\lttzaleeas ling·uí-
sl icame n l t' o m p:-1r1•11 la<los con los ( :Itorolc�g-:1 s.

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