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DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 1

UNIVERSIDAD ANDINA “NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ”

FACULTAD CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS

ESCUELA PROFESIONAL DERECHO

ASIGNATURA:

SOCIOLOGÍA JURÍDICA

SEMESTRE:

III

TEMA:

DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD

DOCENTE:

M. Sc. COACALLA VARGAS ELIZALDE

DICENTE:

GRETHEL BRIDGET GARAMBEL APAZA

PUNO – PERÚ

2018
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Este trabajo lo dedico a mis padres, a mi

hermano quienes siempre están conmigo en las buenas

y en las malas, también le dedico a usted M. Sc.

COACALLA VARGAS ELIZALDE por el empeño

que pone para que nosotros seamos mejores personas

académicamente y tengamos una buena formación

profesional, quien en los salones de clases nos enseña

lecciones para saber un poco más sobre la Sociología

y como interviene este en el Derecho al llamarse

Sociología Jurídica.
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Agradezco a Dios por la oportunidad que me

brinda de estar aquí estudiando y viviendo; también a mis

padres por el esfuerzo que hacen para que esa profesional

y una mejor personal en esta vida; también usted M. Sc.

COACALLA VARGAS ELIZALDE por las clases que

enseña y nos deleita un poco con la Sociología Jurídica.


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Contenido
Introducción ............................................................................................................................... 7

CAPITULO I ............................................................................................................................. 8

DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD ......................................................................... 8

1.- Conceptos Generales: ........................................................................................................... 8

1.1.- Delincuencia .................................................................................................................. 8

1.1.1.- Parámetros Sociales y Culturales .......................................................................... 10

2.- La Delincuencia En Menores De Edad............................................................................... 11

2.1.- ¿Qué es un delincuente menor de edad? ...................................................................... 13

2.2.- Factores que Predisponen la Delincuencia .................................................................. 15

2.2.1.- Factores somáticos ................................................................................................ 15

2.2.2.- Factores Familiares ............................................................................................... 17

2.2.3.- Factores Psicológicos ............................................................................................ 19

2.2.4.- Factores Socio-Económicos .................................................................................. 20

2.3.- La Criminalidad Infantil .............................................................................................. 22

2.4.- ¿Cuáles son las infracciones y cuáles las penas? ......................................................... 22

2.5.- La inclinación a la violencia ........................................................................................ 23

2.6.- El delincuente denunciado ........................................................................................... 24

2.7.- Las Llamadas “Causas” .............................................................................................. 25

2.8.- ¿Por qué existe la delincuencia? .................................................................................. 28

2.8.1.- La Necesidad De Cariño: ...................................................................................... 30


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2.8.3.- Ansiedades De La Adolescencia ........................................................................... 33

2.9.- Lo Que Puede Hacer La Comunidad: .......................................................................... 34

2.9.1.- Prevención y Tratamiento ..................................................................................... 35

2.9.2.- La Función De La Escuela: ................................................................................... 36

2.9.3.- Una Mayor Variedad De Enseñanzas: .................................................................. 38

2.9.4.- Ayuda A La Familia: ............................................................................................. 39

2.9.5.- Investigación De Las Causas................................................................................. 40

2.9.6.- Castigo o Remisión Condicional De La Pena Con Régimen De Prueba: ............. 41

2.9.7.- La Policía............................................................................................................... 43

2.9.8.- El Mundo Real Del Trabajo: ................................................................................. 44

2.9.9.- Tratamiento individual para los menores con problemas graves .......................... 45

CAPITULO II .......................................................................................................................... 47

Delincuencia Infantil En El Perú ............................................................................................. 47

1.- Adolescentes infractores: .................................................................................................... 49

2.- Regulación De Las Conductas Infractoras De Los Menores De Edad: .............................. 50

3.- La Propuesta De La Doctrina De La Protección Integral Del Menor En Conflicto Con La


Ley Penal: ................................................................................................................................ 51

4.- Causas De La Delincuencia En Los Menores .................................................................... 53

5.- Situación Actual Sobre La Responsabilidad Penal De Los Menores: ................................ 54

6. Legislación Internacional .................................................................................................... 55

7. Reflexiones En Torno A La Responsabilidad Penal De Menores: ...................................... 56

8.- ¿Responsabilidad Penal De Los Menores De Edad? .......................................................... 60

8.1.- Fórmula Legal En Nuestro País Sobre Inimputabilidad De Los Menores De Edad .... 60
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8.2.- ¿Es Compatible Ello Con El Estado De Derecho? ...................................................... 61

8.3.- El Problema De Los Menores De Edad Y La Responsabilidad Penal ......................... 62

8.5.- ¿Cómo Debería Ser Esta Reacción Penal?................................................................... 63

Conclusiones ............................................................................................................................ 65
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Introducción
En este trabajo se observará el desarrollo del tema principal que es La Delincuencia En

Menores de Edad, en el capítulo I se aclarará primero sobre la delincuencia en términos

generales, ya después se entra a lo que es el tema principal. Donde se hablará como es un

delincuente menor de edad se verá su concepto, factores que influyen a estos delincuentes,

también por qué existe este tipo de delincuentes y finalmente lo que podría hacer la comunidad

por estos infractores; en el capítulo II se tratará principalmente sobre la misma delincuencia

pero en el Perú; aquí también se analizará las acciones de estos vándalos, sus causa y lo más

resaltante su normativa de este y como son sancionados dichos infractores.


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CAPITULO I

DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD

1.- Conceptos Generales:

1.1.- Delincuencia

El latín delinquentĭa, la delincuencia es la cualidad de delincuente o la acción de delinquir. El

delincuente es quien delinque; es decir, quien comete delito (un quebrantamiento de la ley).

La delincuencia, por lo tanto, está vinculada a las personas que violan las leyes y al conjunto

de los delitos. Por ejemplo: “En este barrio ya no se puede salir a la calle: la delincuencia

domina cada rincón”, “El gobierno prometió nuevas medidas para combatir a la delincuencia”,

“La delincuencia de la clase dirigente es el principal flagelo de este país”, “Si no enfrentamos

a la delincuencia, no tenemos futuro”, “La desigualdad social está vinculada al crecimiento de

la delincuencia”.

Al implicar conductas antijurídicas (contrarias al derecho), a la delincuencia le corresponde un

castigo según lo estipulado por la ley. Esta pena dependerá del tipo de delito cometido.

Utilizado para nombrar al colectivo de delincuentes, el concepto de delincuencia está asociado

a un grupo de gente que está afuera del sistema y que debe ser reinsertado en la sociedad. Las
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penas que se purgan en prisión están orientadas a esa tarea de resocializar a los delincuentes

para que puedan volver a formar parte de la sociedad como elementos productivos y no dañinos.

Es importante establecer que existen diversos tipos de delincuencia. Así, por ejemplo, nos

encontramos con la llamada delincuencia juvenil que, como su propio nombre indica, es aquella

que es llevada a cabo por los menores de edad. El abuso de alcohol o drogas, el vivir en un

entorno complicado, formar parte de pandillas violentas o padecer algunos trastornos mentales

son algunas de las principales causas que llevan a los jóvenes a cometer delitos.

Los tribunales de menores son los órganos judiciales encargados de llevar a cabo la resolución

de los delitos realizados por aquellos. De esta manera, sus sentencias pueden determinar desde

el internamiento en un centro específico hasta el pago de multas pasando por la realización de

trabajos a la comunidad.

Por otro lado, nos encontramos con la conocida como delincuencia organizada. Esta es la que

lleva a cabo un grupo que está perfectamente estructurado, que tiene sus jerarquías y que

planifica de manera concienzuda todas y cada una de las acciones delictivas que va a realizar.

En el año 1929 fue cuando por primera vez se recurrió a utilizar este último término citado y

se usó para referirse a todas las actuaciones que estaba llevando a cabo la mafia. Desde ese

momento se comenzó a usar con más frecuencia hasta llegar hasta nuestros días donde se

emplea para citar a todos aquellos delitos que son cometidos por grupos de tres o más personas

con el claro objetivo de conseguir dinero, joyas o incluso poder. Contra este tipo de

criminalidad existen entidades tales como la Interpol.

La lucha contra la delincuencia supone una parte importante de las políticas de Estado ya que

su accionar viola los derechos de los ciudadanos. En todas partes del mundo, pero
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especialmente en las grandes ciudades, la delincuencia se cobra miles de vidas al año, lo que

convierte a este problema en una de las principales preocupaciones sociales.

1.1.1.- Parámetros Sociales y Culturales

Uno de los aspectos a tener en cuenta, en la aproximación al análisis de las relaciones entre la

delincuencia y el miedo es el relativo a la escala de observación. En este sentido, el análisis de

la delincuencia era fundamentalmente una cuestión patrimonializada por los Estados, los cuales

mantenían el control sobre la información del sistema de justicia penal, y, a menudo, la

opacidad de la información impedía los análisis de los impactos y relaciones del delito en las

ciudades.

No es hasta épocas recientes cuando la investigación sobre la delincuencia y el miedo y su

incidencia en las ciudades ha entrado a formar parte de las políticas de la gestión urbana; baste

decir que no es hasta el año 1986 que el Consejo de Europa organiza la primera sesión de

trabajo sobre el rol de las colectividades locales en la prevención de la inseguridad, o incluso

deberemos esperar hasta el décimo congreso de Naciones Unidas sobre Prevención del Delito

y Tratamiento del Delincuente, celebrado en Viena durante el mes de abril de 2000, que por

primera vez, se concluye: "la necesidad de estudiar los efectos de la delincuencia en las zonas

urbanas".

En la actualidad está aceptado que los impactos del delito y la delincuencia tienen, en el medio

urbano, su principal teatro de operaciones, y que es en las ciudades donde emergen los

principales problemas de seguridad y donde deben ponerse a disposición los recursos de

análisis y de respuesta institucional a las disfunciones sociales que generan los nuevos

fenómenos que inciden en la seguridad y en su percepción.


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Jordi Borja y Manuel Castells proponen que, frente a la presión mediática, tecnológica y

económica de la "cultura homogeneizadora" de la globalización, hoy las ciudades son las

estructuras organizativas, sociales y políticas que están en mejor situación para hacer frente a

las perversiones de esa globalización; su proximidad a los problemas reales de los ciudadanos

les permiten estructurar respuestas a partir de su rol histórico de establecer un sentimiento de

pertenencia y de identidad basado no en términos étnicos o culturales, sino en términos de

cotidianidad, de normalidad de las relaciones entre diferentes, en definitiva de aceptación de la

diferencia como algo normal y hasta provechoso para la comunidad en su conjunto.

Así pues, es en este marco de proximidad a la vida ciudadana donde los análisis, sobre los

impactos de la delincuencia en las ciudades, encuentran relevancia y utilidad social; tanto por

ser uno de los problemas principales con los que se encuentran las ciudades y su gestión, como

por la tendencia de la mayoría de la población mundial a concentrarse en las ciudades. El

estudio y análisis de la seguridad, y de las consecuencias de la delincuencia en la vida de las

ciudades, es hoy una necesidad para los gobiernos locales, a la que la comunidad científica ha

de dar una respuesta incorporando su estudio a la cotidianidad investigadora.

2.- La Delincuencia En Menores De Edad

Generalmente, la delincuencia infantil es un fenómeno poco tratado por la literatura

criminológica, proporcionando más énfasis a la delincuencia juvenil. Desde un punto de vista

jurídico penal, cuando hablamos de delincuencia infantil hacemos referencia a aquellos

menores de 14 años, los cuales son exentos de ser responsables penalmente por delitos o faltas

tipificados en el Código Penal. Aunque los criterios de justificación de esta delimitación de

edad ha sido objeto de diversos debates político-criminales, la evidencia empírica ha

demostrado que los delitos cometido por estos menores no son menos leves que los de los

adultos.
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Cada vez hay más menores de edad involucrados en hechos delictivos de variada naturaleza:

desde pequeños hurtos callejeros hasta homicidios, pasando por tráfico de estupefacientes y

secuestros.

La situación no sólo es preocupante porque hace visibles los defectos de nuestra sociedad en

la formación de las nuevas generaciones, sino porque en muchos casos las sanciones que

reciben son percibidas por la comunidad como una burla a la justicia. Así ocurre, por ejemplo,

con muchachos que al ser condenados por homicidio son enviados a centros de rehabilitación,

como acaba de ocurrir con un joven de 16 años que asesinó a un conductor de Transmetro en

Barranquilla

El problema radica en la forma como se debe trazar el límite entre quien por tener plena

conciencia de lo que hace merece ir a la cárcel por los crímenes cometidos, y quien al carecer

de esa capacidad debe ser internado en lugares que le permitan subsanar esa falencia. Frente a

la dificultad práctica de hacer un examen psicológico a todos los posibles autores de un delito

para decidir si se los procesa como adultos o como menores, la ley penal colombiana fijó un

límite de edad (18 años) por debajo del cual se presume que la persona no tiene aptitud de

comprender la ilicitud de su comportamiento; como la norma no tiene excepciones, todo aquel

que no alcance ese umbral (así sea por pocos días u horas) recibe tratamiento de inmaduro, aun

cuando resulte difícil de creer que no esté en condiciones de entender, por ejemplo, que privar

de la libertad a alguien en contra de su voluntad o apuñalarlo son conductas delictivas.

Hay, sin embargo, una opción intermedia que se ha probado con éxito en algunos otros países.

Consiste en mantener como regla general que quien no ha alcanzado determinada edad está en

imposibilidad de distinguir entre actuaciones lícitas e ilícitas, pero incluyendo la facultad de

que, frente a casos concretos en los que haya dudas sobre la madurez psicológica del menor

involucrado en un delito, se lo pueda someter a exámenes que permitan determinar si su grado


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de desarrollo mental le permitía o no valorar su acción como antijurídica; si el análisis

demostrara que podía hacerlo, debería ser juzgado como adulto y, de ser hallado responsable,

sancionado como tal con absoluta independencia de si conforme a las leyes colombianas puede

o no ser considerado como un menor de edad.

Esta solución permitiría que sólo fueran tratados como inmaduros y recluidos en centros que

les permitieran terminar de desarrollarse psicológicamente, aquellas personas que por su corta

edad realmente no tienen la capacidad de distinguir entre una actividad lícita y otra criminal.

También se desestimularía a los grupos delincuenciales que para cometer graves delitos

recurren con cada vez más frecuencia a muchachos que no han alcanzado la mayoría de edad,

con el aliciente de que en caso de ser aprehendidos y condenados sólo irían por poco tiempo a

centros de rehabilitación como si fueran simplemente unos jóvenes díscolos. Pero, sobre todo,

no debe olvidarse que la creciente delincuencia juvenil hace evidente que el Estado está

fallando en la formación de sus nuevas generaciones.

Para prevenir la delincuencia infantil adquiere especial importancia la detección de factores

de riesgo en la etapa temprana que suponen un riesgo para el futuro desarrollo de conductas

antisociales en la etapa de la adolescencia o adulta.

2.1.- ¿Qué es un delincuente menor de edad?

La delincuencia de menores no es un fenómeno nuevo en el mundo. Incluso hay pruebas que

datan del año 306 antes de Jesucristo, puesto que ya en la ley de las XII Tablas existían

disposiciones especiales aplicables a los niños que habían cometido robos. Los romanos

reconocieron que la responsabilidad por esos delitos era atenuada. También puede señalarse

que la delincuencia de menores no es en modo alguno una cosa peculiar de nuestra generación.

Y puestos a la defensiva, muchos pueden decir que no es patrimonio exclusivo de un país o

una cultura.
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Pero tales hechos no son de gran consuelo. No nos ayudan a enfrentarnos con los problemas ni

a medirlos o tratar de resolverlos. Si bien es probable que en muchos países se haya exagerado

o explotado en la prensa o en determinadas películas la amplitud y depravación de la

delincuencia juvenil, no deja de ser cierto que la delincuencia existe virtualmente hoy día en

todos los países del mundo.

En el informe de las Naciones Unidas, Perspectiva para el quinquenio 1960-1964, publicado

por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, se indica : «En el campo del delito y

la delincuencia existe hoy un problema grave y muy extendido, pero que parece revestir

especial gravedad en algunos de los países mhs desarrollados : la delincuencia de menores. Por

una razón u otra, los diversos servicios que los expertos habían previsto para prevenir esta

delincuencia no han tenido, en general, el éxito esperado. Es preciso enfocar en forma muy

amplia el estudio de las causas subyacentes y crear nuevos métodos con qué ponerles remedio.

En realidad, muchos especialistas en educación y psicología rechazan la expresión “joven

delincuente”, que se ha utilizado demasiado frecuentemente y con excesiva facilidad para

referirse a los jóvenes que, por cualquier razón, resultan desagradables. El Segundo Congreso

de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente,

recomendó: Sin tratar de formular una definición modelo de lo que debe entenderse por

delincuencia de menores en cada país, recomienda,

a) que el significado de la frase delincuencia de menores se limite lo más posible a las

transgresiones del derecho penal, y

b) que no se creen, ni siquiera con el fin de protección, nuevas formas legales de delito que

castiguen las pequeñas irregularidades o manifestaciones de inadaptación de los menores, pero

por las que no se procesaría a los adultos.


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Se hace aquí la prudente sugestión de que no apliquemos las palabras cc menor delincuente sin

razón y sin medida. No debe considerarse como delincuente a todo menor que infrinja una regla

juventud rara vez se atiene de modo constante a las pautas formuladas por los adultos, y a lo

que éstos esperan de los jóvenes. En la segunda parte de esa recomendación de las Naciones

Unidas se hace también la sugestión de que no se apliquen las leyes de tal manera que se

castigue a menores que incurran en pequeñas faltas que cometidas por adultos no serían

punibles.

2.2.- Factores que Predisponen la Delincuencia

2.2.1.- Factores somáticos

"Mente sana en cuerpo sano", de un niño físicamente enfermo no se puede exigir un

comportamiento recto y honesto, y menos cuando esa enfermedad se debe al hambre y la falta

de atención.

El hambre y la enfermedad, acompañados del fantasma de la desnutrición infantil. No se puede

estar orgulloso de la propia patria mientras entre ellas vivan niños enfermos y con hambre. Los

factores somáticos se divide en tres grupos: congénitos o hereditarios, los adquiridos en el

momento del nacimiento y los postnatales.

2.2.1.1.- Lo congénito:

Heredosífilis. Puede producir una amplia gama de anomalías, de la oligofrenia profunda a la

inestabilidad mental, de la epilepsia a la deformación del carácter.

Alcoholismo. Sigue siendo uno problema serio, no obstante en su nefasta influencia sobre los

futuros hijos, sino por la precocidad con que se principia a beber. Puede producir conductas

inestables, con fuerte tendencia a la perversión de los instintos, de constitución enfermiza,

escasa inteligencia y la falta de voluntad.


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Tuberculosis. Produce en los descendientes diversas anomalías nerviosas, como la emotividad

e impulsividad.

Lo anterior demuestra la importancia de la herencia en la criminalidad, lo que lleva a la idea

de prevenir aun antes de la concepción, evitando que se produzcan personas enfermas y cuyo

patrimonio biológico contiene factores predisponentes, definitivamente indeseables.

2.2.1.2.- Familia, herencia y adopción

La idea de que la herencia tenga influenza en la criminalidad, no implica que todo crimen tenga

un origen hereditario, ni que este tipo de factores sean, por sí solos, capaces de producir la

desviación criminal.

Según estudios realizados, se cree que un niño que fuera creado en una familia criminal,

aprendiera modelos antisociales de conducta, los cuales a su vez enseñara a sus propios hijos.

Los criminales con ambos padres criminales se encuentran en proporción mayor que aquellos

en los que solo uno de los padres es criminal.

2.2.1.3.- Embarazo y parto

Durante el embarazo múltiples causas pueden obrar para tarar al feto, como son las

enfermedades infecciosas y las intoxicaciones. Grave es también el perjuicio al feto de una

insuficiencia alimentaria de la madre.

El parto influye en la personalidad del individuo y, por lo tanto, en la delincuencia del menor.

Independientemente de todos los traumas y dificultades del parto, es de tenerse en

consideración que un elevado número de madres no recurren al médico, sino que dan a luz

auxiliada generalmente por una partera práctica, la que, además de las deficientes condiciones

asépticas, no existe ningún auxilio efectivo en caso de parto difícil.


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Lo aconsejable es siempre el parto natural; son conocidos los efectos nocivos de la anestesia y

de uso de fórceps cuando no son aplicados por expertos.

2.2.1.4.- Después del nacimiento

Entre las principales afecciones y enfermedades cuya influencia es notable como factor en la

delincuencia de menores, están:

Las glándulas endocrinas, sus relaciones con el comportamiento y con la criminalidad. La

disfunción endocrina provoca serios cambios temperamentales, y que son de especial cuidado

el hipertiroidismo, que hace al niño particularmente inestable e hiperactivo; y el hipotiroidismo

que lo hará, por el contrario, abúlico y flojo. En ambos casos producen trastornos físicos y

psíquicos que pueden tener relevancia criminológica.

La epilepsia. Es ampliamente conocida como enfermedad criminógena. Puede hablarse de una

personalidad epiléptica, caracterizada por la excitación, la agresividad y la suspicacia, agravada

en los menores por falta de inhibidores.

Las secuelas de meningitis o de meningoencefalitis, cuando afectan las estructuras del

sistema límbico, determinan conductas agresivas en los menores.

Las anomalías físicas y funcionales, son importantes en cuanto pueden impedir al menor a

estudiar o trabajar adecuadamente. Se presenta en el menor un complejo de inferioridad y

resentimiento contra la sociedad, lo que posiblemente lo llevará a actitudes antisociales.

2.2.2.- Factores Familiares

La decisiva influencia de la familia es tan señalada en la delincuencia de menores que es la

única de tomarse en cuenta. El factor importante en el origen de la delincuencia es la familia

desorganizada o delincuente.
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2.2.2.1.- Familia Criminógena

Existe un tipo de familia que se podría llamar "típicamente criminógena"; en esta familia es

casi imposible que el menos no llegue a delinquir, ya que generalmente sus primeros delitos

son dirigidos por los mismos padres. Estas familias viven en un ambiente de absoluta

promiscuidad, donde no es extraño el incesto, donde impera la miseria y el hambre, donde los

niños son mandados por los padres a delinquir o a pedir limosna, y cuando son mayores a

prostituirse.

El padre es alcohólico o drogadicto, y labora en los oficios más bajos y miserables como

recoger basura, cargador, etc.; o es delincuente habitual y ratero; su inteligencia es escasa, es

un sujeto instintivo y altamente agresivo. La madre por lo común está viviendo en unión libre,

y los hijos que tiene provienen de diversas uniones, y en más de una ocasión no podría

identificar ciertamente quién es el padre de sus hijos.

Estas familias habitan en barrios o regiones altamente criminógenas, donde ni siquiera la

policía se atreve a entrar. El menor que sale de estas familias es el de mayor peligrosidad, y es

también el de más difícil tratamiento, pues tiene en contra todo, herencia, familia, formación,

ambiente, etc.

No toda la familia donde el padre es delincuente es una escuela del crimen, pero estas

excepciones no son muy comunes, y dependen del contrapeso de la madre, del ocultamiento

de las actividades del padre, o de otros poderosos inhibidores.

Al hablar del delincuente no se hace referencia tan sólo al padre que es ladrón, ratero o

carterista. Se habla también del gran industrial que evade impuestos, del fabricante que adultera

sus productos, de todos los profesionistas que no saben de ética profesional. Todos estos padres

delincuentes pervierten al menor en forma socialmente más dañina, pues es la delincuencia


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"honorable" que va contra los más altos valores de la dignidad humana, y que no tiene la

atenuante de la miseria o la ignorancia, de la herencia o de la escasa inteligencia.

2.2.3.- Factores Psicológicos

El hombre es el ser humano más débil de la creación en la primera parte de su vida, en la que

requiere de cuidados y atenciones extraordinarios, no solamente para poder sobrevivir, sino

formarse y realizarse. Los fundamentos del carácter se forman en la familia; es en la familia

donde se adquiere la primera base y donde se pasa del estado de anomia a la adquisición de las

primeras normas.

Una anormalidad o defecto en las primeras etapas hará que el sujeto llegue el momento crucial

en situación viciada, haciéndolo entrar en una crisis de valores e impidiéndole su correcta

estructuración.

Inadaptación. El problema de la delincuencia implica el problema de la adaptación. Esto no

quiere decir que todo inadaptado llegue a ser delincuente.La respuesta en delincuencia es una

de las manifestaciones de la inadaptación más comunes:

 Inferioridad física y mental del individuo.

 Incapacidad de un individuo para adaptar su conducta a las condiciones del medio.

 Agresividad

Quizá la más preocupante expresión de la inadaptación es la agresividad, producto de la

frustración del inadaptado y que puede llevar con gran facilidad a la agresión, entendida esta

como una conducta verbal o motriz ejercida con cierto grado de violencia sobre las personas o

cosas.
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Adaptación. La adaptación como aptitud para vivir en un ambiente determinado

acomodándose a un medio humano concreto, con interacciones deseables con otros individuos,

se logra tan solo mediante un largo aprendizaje que, mediante la imitación y adquisición de las

normas respectivas. Normas escolar, laboral y social en general

La adaptación presupone una concreta evolución biopsicosocial. Si no se cumplieran estos tres

elementos, el ser humano representara serios problemas de adaptación.

2.2.4.- Factores Socio-Económicos

Al hablar de "clases", el factor económico es un índice que nos revela bastante, pero el

pertenecer a una clase implica no solamente el factor económico, sino una forma de ser, de

comportarse, en mucho es un aspecto cultural.

Existen tres clases económicas comunes:

Clase Baja. Los individuos que viven en este ambiente, aprenden a sobrevivir desde pequeño,

pues desde pequeña edad tiene que luchar por la vida, y esta vida hostil lo hace ser una persona

resentida. Ese resentimiento lo lleva a cometer actos antisociales.

Una de las características es la irritabilidad constante, lo que lo hace reñir con los demás por

los motivos insignificantes. En este medio se vale en cuanto se es "macho" (ya que no se puede

valer por lo cultural, lo intelectual o lo económico) y así, el niño se convierte, desde pequeño

en individuo altamente belicoso y agresivo.

El medio habitacional influye grandemente en su formación, ya que en la mayoría de los casos

se trata de ranchos, o viviendas en malas condiciones, formado por núcleos de viviendas que

tienen un patio común, en que la gente carece de vida privada, en que 10 o 15 comparten una

habitación y también el pan y la pobreza.


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Sin embargo, no todo es negativo en esta clase; en las vecindades se ven ejemplos de amor y

cooperación humanas que se quisieran encontrar en clases elevadas. El niño nunca culpara a

sus padres o a la sociedad, sino que aceptara tranquilamente su culpa. Y no es raro escucharles

la frase tan conocida de "somos pobres, pero honrados".

Clase Media. En esta clase, la desconfianza y el individualismo son dos notas muy resaltantes.

La desconfianza obliga a vivir en estado de alerta y hacer agredir antes de ser agredido; es un

freno, pues impide arriesgarse para realizar muchas cosas.

El individualismo puede llegar a niveles de profundo egoísmo, no pensar en los demás, sino en

sí mismo, en el propio provecho personal.

El individuo que se encuentra en esta clase es educado, nunca expresa sus pensamientos que

pueden herir, su tono es mesurado y tranquilo, su finura y cortesía exageradas. Trata de ser

exactamente lo contrario al niño pobre y cuidado no lo logra, o falla su represión,

demostrándolo a través del desaprecio y la indignación. Se les inculca el deseo de superación

desde la infancia. Se le dan inmerecido valor a los bienes materiales y se impulsa a una

competencia continua y absurda.

Una familia, una sociedad y una escuela pueden provocar en el infante neurosis que en

ocasiones desbordan en la violencia, en faltas de disciplina, en actitudes antisociales o

delictuosas.

Clase Alta. Se caracterizan por la necesidad de demostrar que tiene mucho dinero, gastara en

cosas inútiles. Su actitud será despótica hacia las clases económicas inferiores.

En los niños crecen influenciados por la imitación de los padres, su desprecio a los que tienen

menos que él, a los que cree que tiene derecho de humillar, su deseo de vivir y gozar. De

jóvenes se hacen desobligados y holgazanes y su ansia de vivir los lleva a continuos conflictos
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con la justicia. Estos individuos llegan con facilidad a actitudes antisociales. Generalmente se

mueven en un terreno de predelincuencia, pues difícilmente cometen verdaderos delitos y

cuando los cometen, el dinero e influencias familiares los sacaran fácilmente del problema.

2.3.- La Criminalidad Infantil

La "delincuencia" infantil se dirige generalmente contra la propiedad en sus formas más

simples: robo y daño en propiedad ajena.

El monto de estos pequeños es reducido, y raramente se comete fuera de la escuela o la familia.

Con excepción de aquellos menores que roban por necesidad, o porque son mandados a robar

por sus padres u otras personas mayores, el niño roba para satisfacer pequeños deseos:

golosinas, cine, diversiones, etc. Los daños a la propiedad ajena son causados por juego o como

travesura. Por su escasa fuerza física no son comunes los delitos de lesiones u homicidio, y los

sexuales son escasos y han sido influenciados o provocados por los mayores.

La criminalidad infantil abunda entre los pequeños que realizan una subocupación, como

boleros, vendedores callejeros, etc., aunque en forma alguna es privativa de estos menores.

Es necesario reconocer que ciertas conductas, aunque cargadas de antisocialidad, pueden

considerarse "normales" en la infancia, ya que está en pleno proceso de socialización. ¿Quién

siendo niño no ha robado algo, no ha reñido con sus compañeros, no ha injuriado y mentido,

no ha destruido objetos ajenos? Sin embargo, se presentan cada vez con mayor frecuencia

conductas altamente preocupantes, como el uso de inhalantes, la prostitución infantil y la

violencia indiscriminada

2.4.- ¿Cuáles son las infracciones y cuáles las penas?

Las diferencias de país a país sólo indican el grado de división en que se halla el mundo sobre

las cuestiones de quién es un delincuente y quién no lo es, y de lo que debe hacerse al respecto.
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 23

Una forma de delincuencia ampliamente extendida en El Cairo es la recogida de colillas en la

calle, hecho que en los demás países del mundo no constituye una infracción punible. Una

reciente encuesta realizada en dos zonas urbanas de la India, Lucknow y Kampur, muestra que

en el orden de frecuencia, el vagabundeo ocupaba el segundo lugar entre las infracciones

cometidas por menores. Hace unos cuantos años, en Hong Kong, el número de jóvenes que

comparecieron ante los tribunales llegó a alcanzar la cifra alarmante de 55 000, el 90 y de los

cuales sólo había cometido infracciones administrativas, tales como la venta ambulante sin

licencia. En esos casos, el observador puede preguntarse si esos actos llamados delictivos no

son sino acciones cometidas por niños abandonados, insuficientemente alimentados o

desesperados.

Aun cuando adoptemos la más cauta actitud ante las estadísticas de la delincuencia -ya que su

alcance y amplitud no pueden expresarse en una serie de columnas de números- es indudable

que aumenta en todas partes del mundo. Las infracciones son diversas. Van desde el hurto, el

vandalismo, los daños, las pequeñas extorsiones y los juegos prohibidos hasta las violencias,

la rufianería, la haraganería, la conducta inmoral o deshonesta, la embriaguez y el uso de

estupefacientes.

2.5.- La inclinación a la violencia

En casi todas las ciudades del mundo afectadas por el problema, una de las manifestaciones

más visibles de la delincuencia de menores es la banda de adolescentes que constituye un

fenómeno social de la vida moderna. Pese a las notables diferencias nacionales, las bandas de

muchachos de trece a diecinueve años son grupos, que no tienen finalidades concretas, de

adolescentes desarraigados, inquietos, sin empleo, cuyo más frecuente lugar de reunión es la

esquina de una calle. Algunas bandas, por ejemplo, varias de East Los Ángeles (California)

han cometido homicidios, en tanto que otras se limitan a imitar o a insultar a los transeúntes.
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 24

Pero estas bandas, inofensivas o peligrosas, son un elemento importante en el cuadro general

de la delincuencia de menores. Si se examina la delincuencia en un contexto mundial, es raro

encontrar adolescentes que caen en la delincuencia como resultado de una evolución personal

peculiar; es mucho más frecuente ver grupos de jóvenes que participan en actividades

conjuntas, derivadas de una serie de sentimientos, fidelidades y reglas comunes y que tienen

así sentido y les procuran satisfacción Muchas bandas tienen una organización muy

estructurada; otras presentan poca cohesión y se desintegran rápidamente. La mayor parte de

esas bandas cometen frecuentemente actos que no siempre se traducen en beneficios

económicos y, a los ojos de los demás, su maldad parece gratuita.

2.6.- El delincuente denunciado

En otros tiempos, las tabulaciones de los datos estadísticos relativos a los antecedentes

familiares de los menores delincuentes, parecían siempre indicar que esos jóvenes procedían

de medios sociales poco acomodados. En una segunda conclusión, establecida también en ese

informe de las Naciones Unidas, se indica que esa tendencia ha sufrido un gran cambio. Hoy

día ya no puede decirse que la delincuencia de menores se limita a un determinado grupo socio-

económico. Hay cada vez más indicaciones del aumento del número de adolescentes de clases

adineradas que delinquen.

A pesar de las analogías aparentes, la delincuencia de menores tiene sus propias características

particulares en cada región geográfica y, evidentemente, en cada país. Y entre tantos informes

e interpretaciones, muchas veces contradictorios, sobre la delincuencia de menores, hay una

cosa que está clara. Cada delincuente es un caso único. Ello es así, aun cuando sus actos

exteriores sean semejantes a los cometidos por los demás delincuentes, y aun cuando poco de

lo que diga o haga presente la menor originalidad. Antes de que se pueda comprender

verdaderamente por qué cada delincuente es un caso Unico -y ello es esencial si queremos
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 25

ayudarle- tienen que cambiar las actitudes de los adultos hacia los delincuentes jóvenes. Aun

cuando no hubiera más razones, la gran amplitud e intensidad de la delincuencia juvenil debe

forzar a los adultos a examinar sus propios prejuicios y reacciones ante ella. Rara vez nos

preguntamos el porqué de las cosas y, muchas veces, nos limitarnos a suponer que estamos en

posesión de toda la verdad. Una persona que reconozca francamente que no tiene la menor idea

sobre la razón de existir la delincuencia de menores constituye la excepción a la regla. Sólo los

especialistas, conscientes de Isla grandes lagunas y discrepancias existentes en nuestros

conocimientos sobre la conducta humana, muestran un cierto grado de humildad al tratar de

examinar y resolver en parte este complejo problema. Es verdad que algunos de ellos han

conseguido aislar algunas de las causas de la conducta de determinados menores, pero no todas;

la proporción es muy insuficiente. Pero ello no impide a las personas peor informadas aferrarse

a su creencia. No puede criticarse a nadie por el hecho de tener una opinión personal sobre la

delincuencia; sólo se le puede recordar, y advertir, que es un problema mucho más complicado

de lo que sospecha.

2.7.- Las Llamadas “Causas”

En torno al problema de la delincuencia aparece una de las más ricas colecciones de mitos del

siglo XX. La mayor parte de esos mitos son perjudiciales, ya que hacen creer a un gran número

de personas que tienen mayores conocimientos de los que poseen. En general, se trata de

versiones excesivamente simplificadas de las causas de la delincuencia. Son muchos los que

creen que la causa de la delincuencia puede achacarse claramente al cine. Citan esas películas

que parecen glorificar o exaltar la conducta criminal o delictiva. Se supone que los jóvenes que

ven esas películas quedan virtualmente infectados y que cualquier conducta anormal por su

parte puede achacarse a lo por ellos visto -y posiblemente admirado- en un cine. Pero las más

cuidadosas e intensas investigaciones científicas no han podido establecer el grado de


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 26

influencia directa de esa causa; más aún, es casi imposible tener la seguridad de que esa

influencia directa existe. En los últimos diez años, se han podido señalar algunas películas -

tales como La furia de vivir (Rebel without a cause)- que provocan una gran reacción en

muchos de los menores que las ven por todo el mundo. Esto confirma en sus ideas a quienes

sostienen que las películas incitan activamente a la delincuencia. Pero aun así, y como sucede

en el caso concreto de esa película, pasamos fácilmente por alto el hecho de que la influencia

de la película puede no ser muy profunda o duradera, y que probablemente afectará sobre todo

a los adolescentes que se sientan ya atraídos por una conducta irregular. Siempre habrá

películas que respondan a una disposición de ánimo pasajera de cualquier nación, y

difícilmente podrá afirmarse que esa película haya creado la disposición de ánimo o dado

origen a los problemas causa después de conflictos. El propio tema de la influencia del cine

sobre los niños y adolescentes es objeto de constante controversia y discusión, pero no se sabe

mucho sobre el particular. Hay pocas pruebas científicas de que una película, o muchas de

ellas, puedan inducir a un menor a convertirse en delincuente. Podría decirse en términos muy

generales que algunas películas pueden incitar a una acción delictiva pero que rara vez pueden

considerarse como factor causal de cualquier clase de desviación o de conducta delictiva.

Otro mito muy difundido es el de que las madres que trabajan fuera del hogar son responsables

de la existencia de niños delincuentes. Sin tratar de negar la importancia fundamental de la

relación materno filial, también a este respecto hay muy pocas pruebas científicas de que la

ausencia de la madre deba entrañar inevitablemente una conducta delictiva. Es posible que en

muchos casos en que la madre trabaja los hijos sufran algunas carencias por el hecho de que

ella no esté en el hogar. Pero esto no puede considerarse como una causa de delincuencia

juvenil, cuando hay muchas familias estables y felices, en las cuales las madres trabajan fuera

del hogar sin consecuencias perjudiciales para sus hijos.


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 27

No falta quien estima que el origen del problema se halla en los barrios insalubres. Pero los

trabajos de investigación han puesto de manifiesto que su desaparición, aun cuando sea

altamente recomendable, no constituye por sí sola una solución general para prevenir o reducir

la delincuencia. El agua corriente caliente y fría, la calefacción central y la pintura reciente de

la casa son deseables, pero no reducen ni previenen la delincuencia. Tampoco lo logrará un

terreno de juegos bien equipado, ya que se necesita algo más que una cancha de cemento

material para producir un cambio genuino en las actitudes de un niño o de un adolescente con

inclinaciones delictivas. Algunas personas han llegado a la cruel conclusión de que todos los

delincuentes menores son estúpidos, si no retrasados mentales, y que su falta de inteligencia

explica su conducta. No hay información científica fidedigna que pueda servir de base al

principio de que los menores delincuentes sean en conjunto menos inteligentes que los demás

niños o adolescentes. Es cierto que muchos ninos de familias pobres han tenido puntuaciones

más bajas en algunas pruebas de inteligencia que los muchachos de otras procedencias. Los

educadores han señalado que ello puede obedecer a que sus aptitudes para leer, su vocabulario

y sus conocimientos de cultura general influyen en las pruebas. Es muy frecuente que una

prueba de inteligencia se base en esos factores a los que se da especial importancia en los

hogares de la clase media.

Una de las teorías más extendidas por Europa sobre las causas de la delincuencia fue que la ola

de criminalidad se debía a que los niños habían sufrido las consecuencias de la guerra de 1939-

1945. Pero los estudios a fondo realizados en Inglaterra sobre esos niños, hoy día adultos

jóvenes, demuestran que «la proporción de su criminalidad no es mayor ni menor que el

porcentaje ordinario de delincuencia de menores, quizás porque las circunstancias de

privaciones en que vivieron suscitaron una respuesta muy positiva de la comunidad en general.
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 28

2.8.- ¿Por qué existe la delincuencia?

El delincuente menor de edad -que ha inspirado tantos mitos sobre las causas de su conducta-

ha provocado también una mitología sobre el modo de “curar” la delincuencia. Muchas gentes

estiman que “el aire libre y el sol”, una buena paliza o un N honrado trabajo cotidiano

transformarán al delincuente, que dejará de ser una persona de carácter hostil y destructivo

convirtiéndose en un ser humano equilibrado y normal. Y son frecuentes las advertencias de

personas bien intencionadas en el sentido de que los psicólogos y psiquiatras miman y

consienten a los delincuentes cuando lo que éstos necesitan en realidad es un castigo rápido y

severo. Por comprensiva que sea, puede negar que los actos de los delincuentes son

perjudiciales, ni que en muchos casos provocan la indignación de los demás y perturban la vida

de la comunidad. Muchos ciudadanos respetuosos de la ley estiman justificado condenar la

conducta de delincuentes menores de edad, y piden vigorosamente que se impongan castigos

más rigurosos. Pueden explicar sus propias actitudes, basándose en que también ellos tienen

que soportar molestias y desengaños en bien de la comunidad y de la sociedad, en tanto que el

menor delincuente no tiene escrúpulos cuando se trata de satisfacer sus deseos aunque ello

entra en perjuicio para los demás.

Los adultos que razonan de este modo no tienen en cuenta el hecho de que, para ellos, la vida

es mucho más grata y les ofrece más compensaciones si cumplen las leyes y de que, a la larga,

el propio delincuente sufre más -mucho más- por su conducta antisocial que la propia sociedad.

Los adultos escandalizados e impacientes protestan del trato benigno dado a los delincuentes,

recomiendan frecuentemente el método más expeditivo y eficaz: una paliza.

Las palizas dejan insensibles a algunos delincuentes; en cambio, provocan en otro encono y

otro rencor. EI dolor físico puede asustar en ocasiones a un muchacho y puede, en ciertos casos,

refrenarlo durante algún tiempo. Pero rara vez hace a un ser humano más sensato ni más apto
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 29

para convivir con las gentes que le rodean. El delincuente tiene que aprender a pechar con las

consecuencias de sus actos y comprender que debe aceptar la responsabilidad personal de lo

que hace en su vida. Pero las amenazas -del mismo modo que las palizas o las dádivas- no

permiten lograr ese resultado.

La teoría de que si se aparta a los jóvenes de las esquinas de la calle y se encauza su exceso de

energías se liquidará la delincuencia es muy vieja. Se supone que ello los mantendrá lo bastante

ocupados o los fatigará demasiado para que puedan ser cc malos ». Se ha sostenido que la

delincuencia puede ser consecuencia, en muchos casos, de que los muchachos no encuentren

algo positivo que hacer para dar salida a sus energías. Incluso se ha sugerido que el

aburrimiento, o aún el temor de aburrirse, motivaban la creación de algunas bandas callejeras

de delincuentes. Es muy tentador para la comunidad advertida pensar que un terreno de juego

y un material deportivo más completo y de mejor calidad constituirá una medida preventiva de

resultados definitivos. Pero más de un especialista ha indicado que la delincuencia en sí misma

puede constituir un modo muy apasionante de recreo, y que es difícil para la comunidad

sustituirla con otra forma de divertirse igualmente seductora pero más conforme al orden social.

También en este caso, cabe concebir un programa de prevención más amplio y más profundo,

en el que podrían figurar campamentos de verano, torneos deportivos locales o una

intensificación de la educación física, programas cuyos resultados deberían evaluarse

cuidadosamente, una vez llevados a la práctica. Está también muy extendida la creencia de que

los campos de trabajo tendrían un efecto terapéutico más rápido sobre todos los muchachos

delincuentes. Son muchas las personas que creen que las tendencias delictivas se evaporarían

simplemente una vez se diera al joven a un trabajo honrado n al aire libre. Los campos de

trabajo, por el simple hecho de sacar al delincuente de su medio ambiente, pueden producir en

muchos casos un cambio, que no será necesariamente profundo o permanente.


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 30

2.8.1.- La Necesidad De Cariño:

Casi todos los que han estudiado profesionalmente la conducta humana y han tratado de

analizarla, convienen en que los niños que creen que no se los quiere ni se los estima pueden

sufrir daños muy graves por esa privación, real o imaginaria de cariño. Ello es aplicable

también a los niños que sienten que el cariño de sus padres es tornadizo y depende de

demasiados factores aleatorios. Si se dice constantemente a un niño de seis años que si es bueno

se le querrá, ¿no es normal que ese niño crea que ese cariño es algo condicionado? Si el niño

siente una falta de cariño o tiene el sentimiento de que el cariño es una recompensa que se le

promete, y no responde a un sentimiento firme y auténtico, puede experimentar un temor

abrumador. Ese temor puede encontrar expresión en una conducta agresiva basada en la

ansiedad, y con ello se inicia un largo ciclo. Hablamos tan fácilmente de “cariño” o “amor” y

tendemos a utilizar la palabra en tantas formas triviales que, con frecuencia, es difícil revivir

la experiencia de la necesidad que de é1 pueda tener un niño. Toda relación de amor implica

un riesgo y la posibilidad de un fracaso. El adulto que se ve repudiado o se siente frustrado

puede a veces reponerse de sus emociones y recuperar el equilibrio. Un niño no puede hacerlo.

Debe reconocerse que hay padres que no quieren a sus hijos y muchos otros que no pueden

realmente quererlos por su propia incapacidad y confusión emocionales. El niño a quien sus

padres no quieren en cuanto persona, se siente traicionado o abandonado por ellos.

En ocasiones ni siquiera basta con el cariño verdadero. Cuando el cabeza de familia, la persona

que provee a las necesidades del hogar y ejerza la autoridad es la madre, puede nacer un

sentimiento de rebelión. Los muchachos en su afán de conducirse como adultos tienen que

desgajarse de ese mundo de autoridad femenina y afirmar sus derechos de hombres, aun cuando

ello signifique un desafío a la madre. Cuando no hay de modo permanente un hombre en la

casa esta emancipación resulta difícil. El muchacho está sometido a un estado de tensión
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 31

peculiar. Es posible que, a causa de esa tensión, trate de hacerse con atributos que simbolizarán

para é1 y para el mundo, una masculinidad indudable. Hay toda una serie de actividades, e

incluso de posesiones, que simbolizan la masculinidad de un modo claro e inequívoco: la

habilidad en el combate, la propiedad de un automóvil o una motocicleta, la violencia o el

sadismo, e incluso un determinado vocabulario. Hay un modo de vestirse. No hay más que

pensar en el delincuente menor de edad norteamericano, de quien se ha hecho tanta publicidad,

propietario de una motocicleta, y que viste chaqueta negra de cuero y blue jeans.

En un artículo en que analizaba la delincuencia de menores en Polonia, A. Z. Jordan decía: “El

primer mandamiento del hooligan prescribe que el delincuente debe obligar a los demás a

someterse, pero no someterse nunca él mismo. Un muchacho que no pueda soportar la bebida,

que reciba una paliza en una riña, que se ponga sentimental con una muchacha, que demuestre

alguna emoción en una respuesta, o emplee una «palabra complicada con toda seriedad (es

decir, que hable sin el sarcasmo convencional de los adultos con autoridad), es «un gallina)).

El hooligan cree en la necesidad de mantenerse en pleno vigor físico y vive empleando la fuerza

bruta. Desprecia el sentimentalismo; su ideal de vida es la satisfacción de los instintos”. Esa

descripción puede convenir a muchos menores delincuentes y no sólo a los de un país.

Un psicoanalista inglés, el Dr. Derek Miller, ha escrito: “La adolescencia es un periodo de

inadaptación. Todos los adolescentes sufren perturbaciones”. Es una opinión controvertible,

pero en la mayor parte de las sociedades, se acepta y se comprende que la adolescencia es la

edad en que el joven forma su propia personalidad, por lo general mediante un conflicto, pleno

de sentido, con sus padres o la generación más adulta. Se ha dicho que la adolescencia es un

periodo de hostilidad saludable experimentada por los jóvenes que, al enfrentarse con las

normas y tradiciones de los adultos, se descubren a sí mismos. EI delincuente menor de edad

no constituye una excepción en este punto. EI Dr. Miller indica también que, el delincuente se
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 32

plantea en mayor grado que los demás adolescentes, problemas sobre su propia identidad, su

ansiedad es mayor y su hostilidad más vigorosa. La conducta delictiva puede incluso

proporcionarle una solución.

2.8.2.- La búsqueda de la identidad:

Nada de este mundo preocupa tanto al adolescente como el problema de su propia identidad:

“cómo se ve a sí mismo y cómo estima que el resto del mundo lo ve. Es la lucha por el a

dominio del ego”. Un psicoanalista norteamericano, el Dr. Erik H. Erikson, ha dicho: “…. la

conciencia de la identidad significa preocupación por la diferencia entre la imagen o las

imágenes de sí mismo y la forma en que uno aparece a los ojos de los demás”. Se deben a ello

la vanidad y sensibilidad de los adolescentes, así como la aparente insensibilidad a las

sugestiones y la falta de todo sentimiento de vergüenza frente a las críticas “... Los

adolescentes, en una ocasión u otra, durante periodos más o menos largos, y con una intensidad

variable, deciden de súbito tratar de ser exactamente lo que algunas personas de autoridad no

quieren que sean.... Los jóvenes, puestos en condiciones extremas, pueden, finalmente,

encontrar un mayor sentido de identidad en apartarse de la comunidad o en convertirse en

delincuentes que en aceptar cualquier otra cosa que la sociedad pueda ofrecerles”.

Incluso una identidad negativa de sí mismo, más de un menor delincuente habitual se ha

calificado como “un cero a la izquierda”, puede ser satisfactoria. Quizá sea también una

expresión de rebeldía por parte del joven. Además, un adolescente puede sentir que es

preferible un yo negativo que carecer en absoluto de personalidad, porque tener una

personalidad negativa sirve para desembarazarse si no para extirparlas enteramente, algunas de

las dudas y confusiones experimentadas sobre sí mismo y sobre cómo lo considera el mundo.

Aceptemos o no el criterio -y no es exclusivamente una teoría psicoanalítica- de que las

relaciones del niño con sus padres pueden traducirse en ciertos casos en las agresiones que
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 33

calificamos como delincuencia, no sirve de gran cosa echar la culpa a la familia. Los padres

que no han sabido educar a sus hijos son en muchos casos personas que han fracasado y que lo

ignoran. Muchas veces, especialmente en ciertos medios donde existe un alto porcentaje de

hogares cc deshechos, los padres no han decidido conscientemente dejar de ocuparse de sus

hijos o malcriarlos. En ocasiones están demasiado afanados en tratar de ganarse la vida, otras

veces son incapaces y no pueden ejercer la debida autoridad, y con mucha frecuencia ignoran

su misión de padres porque no tienen ningún recuerdo de su propia infancia que les proporcione

un buen ejemplo o incluso una medida de las cosas. Se ha dicho que los padres que habitan en

barrios miserables no tienen las mismas satisfacciones que las personas de clases sociales más

prósperas. En muchos casos, aparte de las comidas, apenas tienen casi nada que compartir con

sus hijos. Pero, como dijo un psiquiatra de un hospital de Nueva York al referirse a las familias

de los arrabales, “después de todo, ¿quiénes son esos padres en los “malos” hogares? gentes

pobres y desgraciadas también”.

2.8.3.- Ansiedades De La Adolescencia

Los sociólogos y los antropólogos, y otros muchos tratadistas, han definido claramente las

dificultades con que se enfrentan los adolescentes -y en especial los de sexo masculino- en una

sociedad en proceso de cambio, en el momento de la transición en que tienen que dejar de

conducirse como niños y empezar a conducirse como adultos. En la vida moderna, aunque con

muchas diferencias entre las diversas culturas, se da por supuesto que los hijos deben

emanciparse de la autoridad paterna. Pero el momento preciso, así como el modo de realizar

esa emancipación y su naturaleza, son cada vez más inciertos y pueden ser origen de disputas

o conflictos familiares. Por ejemplo, en la vieja India, en China, en el Japón o en Irlanda, se

respetaba hasta la muerte, para bien o para mal, la autoridad del padre. El fin de la adolescencia
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 34

del niño no suponía un cambio en esa autoridad. Había pocos conflictos; los padres tomaban

todas las decisiones mientras vivían y los hijos las acataban.

Hoy día, aun en las sociedades que antaño especificaban de modo muy preciso el momento de

la transformación del niño en hombre, no existe una transición tan clara. El papel del

adolescente es ambiguo y confuso. En muchos casos, la raíz de las tensiones y fermentación de

ideas que caracteriza la adolescencia, se halla en las definiciones de la infancia, de la

adolescencia o de la mayoría de edad que aplica cada cultura. En muchas partes del mundo, la

definición de la mayoría de edad es cada vez menos precisa. Las imágenes antiguas del hombre

como guerrero y protector, iónico proveedor de alimento y abrigo, y padre infalible, se han ido

esfumando.

Al romperse los valores y tradiciones normales sin posibilidad de sustituirlos rápidamente, y

mucho menos de reemplazarlos, son a menudo los adolescentes quienes experimentan más

dificultades. Se ha dicho que el problema social de una generación constituye un problema

psicológico para la siguiente. En Japón los taiyosuku no son los hijos de refugiados o de gente

muy pobre, no se han visto desplazados físicamente ni se les han exigido los violentos reajustes

con que deben enfrentarse muchos africanos. Pero su conducta demuestra el grado en que

también ellos son víctimas del cambio. Los muchachos de las clases más ricas creen muchas

veces que la vida no tiene mucho sentido ni finalidad, aparte de los placeres efímeros,

impulsivos y, en muchos casos, prohibidos. Como muchos de los europeos o americanos de su

misma edad viven pensando sólo en el momento presente.

2.9.- Lo Que Puede Hacer La Comunidad:

¿Por qué es tan importante que la propia colectividad se interese tan profundamente en la

prevención de la delincuencia y la lucha contra ella? La contestación es que un extraño, por

muy sensible o inteligente que sea, no puede lograr tanto como las personas próximas que,
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 35

colectivamente, quieran mejorar la situación. Es de sentido común el axioma según el cual,

cuanto mejor sea la comunidad, en todos sus aspectos, menor será la probabilidad de cualquier

forma de delincuencia. Quizá sólo las gentes más relacionadas puedan evaluar honradamente

su fuerza, conocer sus debilidades y realizar las mejoras requeridas. Las necesidades en materia

de sanidad, los problemas de la vivienda, la situación escolar, los recursos físicos y las

posibilidades de recreo de toda comunidad son factores locales que pueden influir en la

delincuencia. Rara vez son esas las solas causas, pero el hecho de que sean inferiores o

superiores a lo normal, puede agravar o disminuir las tendencias delictivas. Por ejemplo, aun

cuando la idea de que la delincuencia se debe directamente a la vida en barrios miserables sea

un mito, puede decirse que un niño tiene una mayor oportunidad de no ser delincuente si su

familia reside en una morada agradable y no tiene que sufrir la tirantez y depresión derivadas

del hecho de vivir en habitaciones tristes y atestadas de gente.

2.9.1.- Prevención y Tratamiento

Es difícil que un puñado de personas que habiten en la misma vecindad pueda emprender con

éxito un programa de prevención. Tienen que contar con la colaboración del mayor número de

personas posible, de grupos de todas las profesiones, y tienen que tratar de obtener y lograr el

apoyo más amplio y sincero para el plan. Siempre será necesaria la ayuda esclarecida y

científica, de los especialistas, pero ningún programa de prevención logrará éxito si sólo son

ellos quienes lo inspiren y dirijan. El impulso debe proceder de la comunidad, que sólo lo dará

cuando la delincuencia constituya un problema que importe mucho a muchas personas. No sólo

deben participar en él los adultos, sino también los jóvenes, e incluso los propios delincuentes,

en cuantas formas sea posible, y en cada etapa de la empresa.


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 36

No se trata de un acto único de prevención; por el contrario, la comunidad puede realizar

muchos cambios, enderezados a dicho fin. Al hablar de prevención, palabra atractiva pero

ilusoria, se nos presentan, fundamentalmente, dos posibilidades principales.

Una de ellas consiste en tratar de hacer frente a todas las condiciones ambientales que se estime

contribuyen a la delincuencia ; la segunda es tratar de proporcionar servicios preventivos

especiales para determinados niños o grupos de niños, tales como tratamiento psiquiátrico o

psicopedagógico, o trabajo de casos. Se ha sostenido que puede reducirse la delincuencia

mejorando todos los aspectos de la vida relativos al desarrollo de la personalidad de los niños,

y extendiendo y mejorando todos los servicios destinados a la infancia. Sabemos que hay

muchos factores que afectan decisivamente al crecimiento, al desarrollo y a la conducta

definitiva del niño. Entre ellas, se cuentan el hogar, la escuela, la iglesia y las organizaciones

religiosas, los servicios de sanidad y de asistencia social y las organizaciones recreativas

destinadas a los jóvenes.

2.9.2.- La Función De La Escuela:

Uno de los factores más importantes, si nos limitamos a considerar el número de años durante

el cual ejerce una influencia sobre el niño, es la escuela. No puede resolver por sí sola el

problema de la delincuencia, ni tratar siquiera de prevenirlo acometiéndolo con sus propias

fuerzas exclusivamente. Sin embargo, en todo programa comunitario bien planeado, hay que

considerar siempre como crucial la función de la escuela. Cuanto podamos esperar de ella en

lo que se refiere a este problema debe basarse en un razonamiento juicioso, no en fantasías

inspiradas en nuestros buenos deseos. Lo que exactamente pueda lograrse dentro de cada aula

depende también a menudo del tipo de apoyo que la colectividad decida proporcionar. Se ha

indicado que los niños ingresados en la escuela entre los cinco y los siete años de edad tienen

más oportunidad de beneficiarse de los esfuerzos para prevenir la delincuencia. Pero, aunque
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 37

sean mayores de esa edad, se puede influir en ellos, y en muchos casos se les puede ayudar. El

maestro, cuya preparación le ha enseñado a observar, está en condiciones de conocer al niño y

después de observarlo durante un cierto periodo de tiempo, puede el maestro descubrir signos

evidentes o incipientes de problemas personales o sociales que afecten a ese alumno,

proporcionándole ayuda y consuelo en alguna forma. La ayuda puede tener otros orígenes y

cuando se dispense, la escuela debe establecer una ficha relativa al sujeto de que se trate en la

que figuren todos los antecedentes, y que pueda ser consultada en caso necesario. Junto con el

hogar, la escuela proporciona a todos los niños la experiencia básica de aprendizaje de la vida.

Es evidente que la escuela no puede compensar por entero la falta de un hogar normal o de

padres inteligentes y cariñosos. Pero puede hacer mucho para que el niño comprenda sus

propios valores fundamentales, y aprenda a desarrollarlos. Es de esperar que un adolescente

que asista a una buena escuela, llegue a ser un adulto apto y capaz. Es esto, precisamente, lo

que no sucede en el caso de un menor delincuente. Los archivos de un gran número de escuelas

ponen de manifiesto, con una reiteración que llega a la monotonía, que esos adolescentes se

habitúan al fracaso y a la inferioridad en sus años escolares. Por ello, el problema que debe

preocupar a la comunidad y a la escuela es averiguar por qué fracasan los niños. La pregunta

no tiene nada de sencilla y no es fácil contestarla. Las razones del fracaso de un niño no siempre

se perciben de inmediato, y varían para cada uno de los alumnos. El maestro tropieza

frecuentemente con dificultades de orden práctico para descubrirlas: no siempre puede visitar

el hogar del niño, no es psicólogo, ni especialista en sanidad o en trabajo de casos, se debe a

todos sus alumnos, no sólo a los peores y no dispone del tiempo necesario.

El Comisario de Educación de un país ha bosquejado un amplio programa de cuatro puntos,

que puede permitir a muchas escuelas ayudar a resolver los problemas de los menores

delincuentes:
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 38

1. Clases de pocos alumnos para que los maestros puedan dedicar la atención debida a cada

uno de ellos.

2. Formar y nombrar maestros que hayan demostrado sus aptitudes para trabajar de un modo

constructivo con sus alumnos.

3. Proporcionar personal especializado que ayude al maestro a resolver problemas especiales

dentro de la escuela, y establecer servicios clínicos, médicos, psicológicos y sociales, para los

niños que necesiten cuidados que rebasan el marco escolar.

4. Conseguir el apoyo de los padres y unificar los esfuerzos de éstos y del personal docente

para planear y respaldar un programa escolar destinado a resolver el problema de la

delincuencia.

2.9.3.- Una Mayor Variedad De Enseñanzas:

Muchos educadores han expresado la opinión de que en las escuelas se atienen a un plan de

estudios excesivamente rígido sin si@- cado o valor para cada alumno. Después de todo -dicen-

las buenas escuelas reciben alumnos que son ya completamente distintos unos de otros, y deben

capacitar a cada uno de ellos para desarrollarse con arreglo a sus aptitudes. Un plan de estudios

académico y orientado en una sola dirección, que resulta agotador e inútil, concebido para

eliminar a los alumnos que no se preparan para la enseñanza superior, no da la igualdad de

oportunidades a todos los adolescentes, como consecuencia de un enfoque centrado

exclusivamente en el prestigio de los estudios tradicionales, en gran parte teóricos.

En un informe de un Comité Asesor de Expertos en materia de Prevención del Delito y el

Tratamiento de los Delincuentes (Naciones Unidas), se declara que, dada la gran variedad de

las capacidades, intereses y aptitudes personales de la población escolar, el personal docente


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 39

necesita fomentar servicios escolares de carácter más vario y general y que atiendan más

apropiadamente las diferentes necesidades de los alumnos y de la sociedad.

A los alumnos se les estimulará a que trabajen con arreglo a sus propias posibilidades en vez

de forzarlos continuamente a competir con los alumnos más brillantes de la clase. Debe haber

escuelas distintas unas de otras a fin de atender las necesidades, aptitudes y capacidades

diferentes, y todo plan eficaz de estudios debe tener en cuenta las condiciones sociales y

económicas generales y especiales de la comunidad local. Si convenimos en que el niño capaz

de llegar a ser un buen mecánico no debe ser considerado como un ser humano inferior al que

se interese en la medicina, debemos reconocer también que una escuela ha de estar organizada

de modo que permita a ambos beneficiarse de ella. Hacer pasar a todos los alumnos por un solo

molde académico, induce a muchos niños vulnerables a la delincuencia, a aproximarse mucho

más a ella. Lo que las autoridades y la comunidad pueden y deben estudiar es el establecimiento

de distintos tipos de servicios escolares con destino a los niños impedidos de seguir la

educación ordinaria, o a los alumnos, que por cualquier clase de razones, no puedan recibir

enseñanza en una clase corriente.

2.9.4.- Ayuda A La Familia:

Muchas de las perturbaciones observadas en los menores delincuentes obedecen a las

transformaciones de la vida familiar que, a su vez, no hacen sino reflejar cambios más

profundos en la sociedad. El problema de lograr un mejoramiento general en la vida del hogar

parece ser a primera vista tan amplia y delicada, que la mayoría de las personas preocupadas

por é1 no saben cómo abordarlo. Del mismo modo que queremos que los niños gocen de buena

salud, deseamos que sus padres den pruebas de bondad, madurez y cariño. Rara vez es esa la

realidad. En términos de la lucha contra la delincuencia, la mejor solución es prever dos etapas.

En la primera, se tratará de ayudar a los padres a ser más razonables y más eficaces. En la
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 40

segunda, se tratará de desarrollar en los menores los hábitos, las aptitudes, la comprensión y

las tendencias que harán de ellos unos padres mejores para la próxima generación. La escuela,

las iglesias y las organizaciones de juventud, operando conjuntamente, pueden lograr ese

resultado. Es frecuente que, por una multitud de razones, los delincuentes no tengan con sus

padres unas relaciones satisfactorias o de confianza mutua. Rara vez pueden hablar de ningún

problema con un familiar adulto. No se les incita a compartir sus propias vidas o emociones

con sus familias y esta circunstancia, por sí sola, constituye una restricción que es perjudicial

para el niño. Todo programa de educación o de asesoramiento que la comunidad ponga a

disposición de los padres, con tal de que se presente en forma inteligente, puede motivar

cambios decisivos. La fórmula íí educación de los padres D puede significar muchas cosas. No

siempre es conveniente decir abiertamente a una madre que sea mejor madre, pero en

ocasiones, si se la libera de sus preocupaciones económicas o de salud, se encuentra con más

posibilidades de atender a sus hijos y dedicarse a ellos. En términos muy generales, puede

decirse que la educación de los padres supone no sólo comprender la conducta de los niños

sino el proceso de la constitución de un hogar, de la vida de familia y de la personal. Es

comprensible que la mayor parte de los padres se muestren escandalizados e inquietos ante un

delito cometido por uno de sus hijos. Les es imposible reconocer, incluso sin testigos, que la

conducta antisocial del menor puede obedecer a los errores que ellos han cometido en la

educación de su hijo. A veces se encuentran auténticamente perplejos ante las acciones del niño

y, en otros casos, hacen esfuerzos desesperados para achacar la responsabilidad a los demás.

2.9.5.- Investigación De Las Causas

Donde exista la posibilidad, la investigación y los programas de mejoramiento previstos, deben

entrañar medios de evaluación que permitan la mayor objetividad posible. Para que las pruebas

científicas tengan valor incontrovertible, es preciso que los criterios y sistemas de cálculo,
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 41

medida y evaluación sean claros y rigurosos. Los trabajos de investigación individuales o de

instituciones deben comprobarse continuamente, contrastándolos con los hechos. Una vez que

el muchacho ha adquirido los hábitos de delincuencia, se requiere toda nuestra comprensión,

ayuda y paciencia para modificarlos. Como sucede en el caso de la prevención, la lucha contra

la delincuencia y la rehabilitación de un menor delincuente se inicia a menudo en el seno de la

comunidad. En los países muy industrializados, muchas ciudades disponen de diversos

servicios de ayuda y protección a la infancia y la adolescencia: escuelas, iglesias, centros

médicos y clínicas, organizaciones de asistencia a las familias, servicios sociales, campos de

juego e instalaciones de recreo. En algunos países, sobre todo en los prósperos, se cuenta con

servicios especializados que pueden contribuir a la solución de “problemas” de los

adolescentes. Figuran entre ellos los tribunales de menores y sus servicios de remisión

condicional de la pena con régimen de prueba, las divisiones de policía de menores, las clínicas

de orientación psicológica de la infancia, los centros de internamiento, las clases especiales

para los retrasados mentales, los servicios de asesoramiento, las visitas de maestros a los

hogares de los alumnos y servicios de terapia de grupo. En las grandes capitales y en las zonas

metropolitanas, puede haber organizaciones e instituciones de ayuda a los niños y adolescentes,

tanto delincuentes como no delincuentes. En las pequeñas localidades y en las zonas rurales,

esos servicios pueden estar reducidos simplemente a un sacerdote, pastor o rabino, un médico,

un juez, y la policía.

2.9.6.- Castigo o Remisión Condicional De La Pena Con Régimen De Prueba:

Si la naturaleza de la infracción lo justifica, en muchos casos se interna preventivamente al

delincuente en un centro adecuado, hasta que el tribunal se pronuncie sobre el caso. Esto puede

significar días o semanas. EI castigo se inicia en muchos centros de internamiento preventivo,

que se asemejan a las cárceles, y los N internados B traban conocimiento con la experiencia de
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 42

la vida carcelaria. Otros menores delincuentes de muchas partes del mundo se ven confinados

en una cárcel del lugar, se les juzga y sentencia en el mismo local que a los delincuentes adultos.

Algunos menores delincuentes excepcionalmente afortunados pueden verse sometidos a un

tribunal que cuente con diversos servicios especiales: un centro de internamiento bien instalado

y una buena plantilla de especialistas, servicios clínicos para el estudio del niño y personal bien

preparado para el sistema de remisión condicional de la pena con régimen de prueba, y que

mantenga un enlace efectivo con otros organismos de ayuda a la infancia. Pero los contrastes

son enormes. Existen grandes diferencias no ya entre las diversas naciones, sino muchas veces

entre tribunales del mismo país o provincia.

EI establecimiento de tribunales especiales para menores, con jueces adecuadamente

preparados y una legislación y prácticas apropiados es alentador. Muchos estudios,

experimentos e investigaciones han probado las ventajas que representa el hecho de que el

menor delincuente comparezca ante tribunales especiales, y de que se le someta a tratamiento

en instituciones adecuadas. En los últimos cincuenta años, los tribunales de menores y el

sistema de remisión condicional de la pena con régimen de prueba se han extendido en muchos

países de Europa, y cuentan entre las más importantes medidas de tratamiento y de

rehabilitación del menor delincuente. La remisión condicional de la pena con régimen de

prueba se ha definido como: “un procedimiento destinado a delincuentes seleccionados

especialmente...” y que consiste en la suspensión condicional de la pena quedando el

delincuente bajo una vigilancia personal, a la vez que se le da un “tratamiento” o una

orientación personal. Las definiciones de lo que constituye exactamente la cc vigilancia

personal», así como la orientación y el tratamiento 1) varían tanto de unos países a otros como

la definición de menor delincuente. La vigilancia en régimen de prueba se ha generalizado en

formas muy diversas en muchos países. Los informes parecen indicar que, aun cuando no hay
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 43

resultados claros que puedan medirse estadísticamente, constituye una medida efectiva de

prevención y de lucha contra la delincuencia. Una de las ventajas de la libertad condicional con

régimen de prueba es que da más importancia a la reeducación del delincuente que a su castigo.

Implica que, a juicio de un magistrado, o de cualquier otra autoridad judicial competente, no

es de temer una conducta delictiva en lo futuro si se establece una vigilancia preventiva. En un

informe de las Naciones Unidas, La prevención de la delincuencia de menores en determinados

países de Europa», se indica que muchos países, carentes de medios económicos, han tenido

que utilizar como encargados de la vigilancia en el régimen de prueba a personas sin formación

especial que se ofrecen voluntariamente a realizar la tarea.

Dos tareas principales incumben al personal encargado de la vigilancia en el régimen de prueba.

Primero, deben reunir y estudiar cuidadosamente toda la información pertinente acerca del

menor delincuente y de su medio, ya que el tribunal necesita esos datos para tratar de

comprender el significado de la conducta del niño. Segundo, ese personal debe estar capacitado

para orientar y dirigir al menor durante el periodo de prueba, utilizando para ello todas las

técnicas de tratamiento de que disponga así como las que pueda ofrecer la comunidad. Como

el tribunal de menores recibe del funcionario encargado del régimen de prueba los datos

pertinentes sobre el delincuente y como esos funcionarios llevan a la práctica el programa de

tratamiento, no es exagerado decir que deben tener una preparación especial.

2.9.7.- La Policía

En ocasiones, los posibles sistemas de prevención, lucha contra la delincuencia e incluso

rehabilitación tienden a superponerse, ya que en la técnica eficaz puede estar relacionada en

muchos casos con los tres aspectos de la delincuencia. Esto es cierto, por ejemplo, cuando

examinamos las funciones de la policía. La labor respecto de la juventud es un aspecto

importante del trabajo policial, pero sólo constituye una pequeña parte de una función más
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 44

amplia y compleja. Algunos jefes de policía han protestado frecuentemente por el hecho de que

muchos especialistas en cuestiones dela juventud hablan y actúan como si los agentes no

tuvieran más funciones o responsabilidades que las relacionadas con los jóvenes.

Una comunidad no tiene muchas posibilidades de modificar la personalidad de un agente a su

servicio. En el mejor de los casos, sólo puede pedir que se le envíen más policías si el distrito

es particularmente peligroso. Pero, no es imposible que un comité de ciudadanos pida que se

destine a un determinado puesto a alguien especialmente preparado para ocuparse de los

menores, o que se cree una oficina auxiliar especializada en menores en la Comisaria central.

2.9.8.- El Mundo Real Del Trabajo:

Los menores pertenecientes a las clases pobres sufren con mucha frecuencia la desventaja de

la falta de información sobre los empleos, de contactos profesionales, o de ideas sobre lo que

podrían hacer. EI muchacho cuyo padre trabaja como obrero no calificado, rara vez puede

recibir de él la orientación, consejos e información sobre lo que debe hacer para lograr una vida

mejor. El adolescente que no tenga un título de enseñanza secundaria, o una formación

profesional, o no tenga ninguna idea de lo que le gustaría hacer, considera con tristeza y sin

muchas esperanzas la perspectiva del empleo.

Una posible solución, especialmente en los barrios más pobres, es que la comunidad organice

centros de empleo para la juventud, cuya función sea ayudar a los menores a ingresar en el

mundo del trabajo. Tales centros podrían ofrecer orientación y asesoramiento, servicios de

colocación y encaminar a los menores hacia un programa de formación. El objetivo sería dotar

al muchacho de una mayor capacidad de empleo mejorando sus aptitudes Sociales, académicas

y profesionales. Muchos jóvenes especialmente propensos a la conducta delictiva muestran

muy poca preocupación o curiosidad respecto de sus futuras profesiones. A menudo adoptan
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 45

una actitud cínica. Se ha sugerido que se les debería facilitar el conocimiento de adultos a los

que pudieran tomar como modelo. Esto puede querer decir un hombre de negocios, un

bombero, un constructor o a cualquier persona que pudiera inspirarles el menor destello de

interés o de respeto a causa de sus actividades.

2.9.9.- Tratamiento individual para los menores con problemas graves

En los países muy desarrollados, la comunidad que trata de superar los problemas individuales

de un delincuente sin disponer de los recursos de una clínica psicopedagógica próxima y

fácilmente asequible, tiene que limitar severamente sus propios programas y a veces desistir

de ellos. La clínica psicopedagógica se ocupa del estudio, el diagnóstico y el tratamiento de los

niños con problemas graves. Su finalidad general consiste en estudiar las necesidades mentales,

emocionales físicas y sociales del menor, a fin de determinar los factores, personales y

ambientales, causantes de las dificultades del niño.

Los niños pueden ser enviados a una de esas clínicas por su escuela, un tribunal, su familia, o

un trabajador social. El personal de esas clínicas, especializado en psiquiatría, psicología y

trabajo social, puede realizar diversas funciones de gran importancia. Debe determinar la

naturaleza de los problemas del menor y explicar la situación a quienes hayan de cooperar en

el programa de tratamiento. Puede enviar a los niños, previo diagnóstico y estudio, a otras

instituciones de asistencia de la comunidad, darles tratamiento psiquiátrico o psicoterápico,

proporcionar servicios de asesoramiento a otros órganos de la comunidad, y difundir

información relativa al descubrimiento precoz de los síntomas de dificultades de personalidad

que llevan a la conducta delictiva. En principio, la plantilla mínima de una clínica de esa

naturaleza debe constar de un psiquiatra, un psicólogo y un trabajador social, especializado en

el aspecto psiquiátrico.
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 46

En un programa comunitario sistemático, pueden efectuarse estudios de casos con respecto a

tres clases de delincuentes:

a) los menores que mediante trámite oficial caen dentro de la competencia del tribunal;

b) los menores que están en manos de varios organismos que se ocupan de los problemas de la

juventud;

c) los menores que dan signos de ser delincuentes en potencia o que están rodeados por un

medio o factores sociales que amenazan su desarrollo y su bienestar general.

Basándose en esos estudios de casos, se formula una hipótesis sobre los elementos de la

delincuencia. Esa hipótesis puede, a su vez, permitir que se prescriba un tratamiento individual.

Para ayudar a un menor delincuente no basta con identificarlo como tal y proporcionarle un

rápido tratamiento a de primeros auxilios, con la esperanza de apartarle o desviarle de sus

costumbres ya adquiridas. Debemos preguntarnos en primer término por qué se conduce como

lo hace, y estar dispuestos después a ofrecerle posibilidades más satisfactorias. En resumen:

dondequiera que exista la decidida voluntad de ayudar al menor delincuente, firmemente ligada

a un sólido conocimiento del significado y consecuencias del acto delictivo, surgirá un sistema

prometedor para la lucha contra la delincuencia y la prevención de la misma.

Y es de capital importancia, si se quiere que las disposiciones tomadas surtan un efecto

preventivo general, que el grupo de personas interesadas se sienta identificado con el programa

y comprometido a hacer todo lo posible para asegurar su éxito.


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 47

CAPITULO II

Delincuencia Infantil En El Perú

Era el ‘arma secreta’ de una banda de sicarios. Siempre estaba dispuesto a hacer un ‘trabajito’

a cambio de mil soles. Lo llaman ‘Cuchillo’. Tiene 17 años y el lunes fue detenido por la Policía

cuando empuñaba una pistola, abastecida con diez balas. Estaba en una calle de Ventanilla,

esperando a su próxima víctima ‘Cuchillo’, a quien le decomisaron droga al momento de su

captura, es ampliamente conocido por las autoridades. Se le acusa de haber asesinado, el 13 de

diciembre de 2017, a Alfredo Atencia Huamán. De ser hallado responsable de esta infracción

a la ley penal, podría recibir, como máximo, diez años. Todo por ser menor de edad.

Abdul Miranda, gerente de Seguridad Ciudadana de la Municipalidad de Lima, reveló que en

lo que va del año se han intervenido 20 bandas que arrebatan celulares. Varios de los miembros

de estas organizaciones no llegaban a los 18 años.

El incremento de la participación de adolescentes –y hasta niños– en hechos violentos

constituye uno de los problemas más graves que aquejan al país. Y ha sido más visible con las

capturas realizadas las últimas semanas.


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 48

La mayoría de infractores que se encuentran recluidos es por estar involucrados en robo

agravado, violación sexual, hurto y homicidios. Son 1,752 internos por estas faltas, de un total

de 2,099 reclusos a nivel nacional, manifestó a Perú21 Julio Magán, gerente de Centros

Juveniles de Rehabilitación del Poder Judicial.

Explicó que, a diferencia de los adultos, los adolescentes no cometen delitos sino infracciones

a la ley penal. Por ello, la sanción que les impone un juez se denomina medida socioeducativa,

la que se puede cumplir en régimen abierto –acude al Servicios de Orientación de Adolescentes

(SOA) con sus padres– o en régimen cerrado –internamiento en un Centro Juvenil de

Diagnóstico y Rehabilitación (CJDR)–.

Magán dio a conocer que de los 3,941 infractores, 2,099 se encuentran internados en los nueve

CJDR que hay en el país, entre ellos Maranguita, en Lima, y ex Floresta, en Trujillo, dos de los

más peligrosos y en los que continuamente se producen actos de violencia. El resto –1,842– es

atendido en 25 SOA

La infracción más común es la de robo agravado, con un total de 1,584 menores involucrados.

De ellos, 945 se encuentran internos. Le sigue hurto (661 casos y 203 internos), violación

sexual (639 casos y 218 internos) y homicidio (204 casos y 183 internos). En este último caso

se encuentran los que integran bandas de sicarios.

En medio de este panorama, Úrsula Letona, congresista de Fuerza Popular, presentó, hace unos

días, un proyecto de ley que plantea el incremento de la pena de internamiento, de seis a 15

años, a los adolescentes de 16 y de menos de 18 años que cometan homicidio calificado,

secuestro, violación sexual y sicariato.


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 49

“Cada vez hay un mayor número de jóvenes infractores a los que, por su condición de menores,

se les aplica sanciones benevolentes, sin embargo, existen casos críticos en los que se requiere

de una intervención más severa y proporcional por parte del Estado”, sostuvo la legisladora.

Al respecto, el abogado penalista Roberto Miranda dijo que “hay una tendencia para rebajar de

18 a 16 años la edad de la impunidad. Perú ha ratificado la Convención Internacional de los

Derechos del Niño y del Adolescente y todavía tenemos de tratarlos como tal. No se le puede

dar el tratamiento de una responsabilidad penal plena sino semiplena. Seis años, 10 años y

ahora quieren darle 15 años”. Se preguntó si esos 15 años serán suficientes para resocializar a

los menores.

1.- Adolescentes infractores:

Los recientes cambios experimentados en la dinámica poblacional de nuestro país nos colocan

en un escenario de desafíos para el diseño de políticas públicas orientadas a la población

adolescente. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática – INEI, se estima que

para el año 2017 la población adolescente (entre 12 y 17 años de edad) representa el 10.9% del

total de la población en el Perú. Sin embargo, el crecimiento anual de los adolescentes irá

disminuyendo hasta alcanzar al 10% de la población para el 2025. Para poder aproximarnos al

fenómeno de la delincuencia juvenil, es preciso aclarar que, si bien es cierto que la normativa

nacional reconoce como joven a toda persona entre los 15 y 29 años de edad1 , el sistema de

justicia juvenil de nuestro país, hace una distinción entre menores y mayores de 18 años de

edad2: a partir de los 18 años de edad es considerado una persona adulta y puede ser sometido

a todos los procesos judiciales y sanciones penales que correspondan3; si la persona tiene una

edad comprendida entre los 14 y 17años de edad, no puede ser procesada como adulta, pero es

sometida a un proceso especial. En esa misma línea, la Convención sobre los Derechos del

Niño – CDN compromete a los Estados partes a promover el dictado de leyes y procedimientos
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 50

especiales para los menores de edad que han infringido las leyes. De esta manera queda

configurado un límite entre dos sistemas penales claramente diferenciados: el sistema de

administración de justicia para adolescentes y el sistema penal general para mayores de 18

años. Este sistema de justicia debe poseer un carácter especializado a nivel de órganos

judiciales, operadores de justicia responsables de la aplicación del sistema y ejecución de

sanciones penales y medidas alternas. Al respecto, se ha implementado el Plan Nacional de

Prevención y Tratamiento del Adolescente en Conflicto con la Ley Penal – PNAPTA, que está

bajo la supervisión del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos; este Plan tiene una

periodicidad de cinco años. El primer plan tiene una vigencia entre el 2013 al 2018. Este

instrumento es la cristalización de la política pública respecto al tema de los adolescentes

infractores. Así mismo, además, de la ejecución del PNAPTA -aprobado por el Consejo

Nacional de Política Criminal- se produce la transferencias de Centros Juveniles y los Servicios

de Orientación al Adolescente desde el Poder Judicial hacia el Poder Ejecutivo bajo la rectoría

del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, así como la promulgación del Código de

Responsabilidad Penal del Adolescente. Todos estos elementos convergen para estructurar una

respuesta integral en los tres niveles de actuación: 1) Prevención, 2) Administración de justicia,

y, 3) Reinserción social.

2.- Regulación De Las Conductas Infractoras De Los Menores De Edad:

CONADENNA manifiesta que sancionar penalmente a los y las adolescentes atenta contra sus

derechos más esenciales y no soluciona el problema. A mediados de mayo, la Comisión

Nacional por los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (CONADENNA), colectivo que

agrupa a 32 organizaciones de niños y adolescentes, de la sociedad civil, entidades del Estado

y agencias de cooperación internacional, cuya labor es promover y defender los derechos de la

infancia y adolescencia, emitió una alerta informativa a la opinión pública sobre la presentación
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 51

por el grupo Concertación Parlamentaria, de un proyecto de ley (La No. 1113-2011-CR) que

modifica el Código Penal en su artículo 20, numeral 2, referido a la inimputabilidad de los

menores de edad. Los congresistas que presentan la propuesta son: Nicolás Rodríguez Zavaleta

(PAP), Carlos Bruce Montes de Oca (Perú Posible), Luciana León Romero (PAP), Javier

Velásquez Quesquén (PAP), Mauricio Mulder Bedoya (PAP); firma también Renzo Andrés

Reggiardo Barreto (Alianza Solidaridad Nacional). El proyecto reduce de 18 a 16 años la edad

en la que los jóvenes son penalmente inimputables, en los delitos de (especificados en el

proyecto de ley).

3.- La Propuesta De La Doctrina De La Protección Integral Del Menor En Conflicto

Con La Ley Penal:

La finalidad de esta doctrina es brindar a los niños, niñas y adolescentes una protección

garantista, lo cual se encuentra fundamentado en su condición de sujeto de derecho y en la

Convención sobre los Derechos del Niño. Anteriormente, se consideraba a la doctrina de la

situación irregular, que tuvo vigencia durante el siglo XIX y primeras décadas del siglo XX,

como aquella que se centraba en la situación del niño como un sujeto indefenso, incapaz y

vulnerable. Además, esta concebía al niño como un objeto de protección y se le excluía del

ámbito jurídico. Sin embargo, ahora, gracias a la doctrina de la protección integral, el niño es

concebido como un sujeto de derechos y se le logra incorporar en el mundo jurídico para que,

de esta manera, se logre garantizar todos sus derechos reconocidos. Así, la doctrina de la

protección integral logra crear una nueva categoría jurídica –la del “niño”- se encarga de

reunificar los derechos humanos y tiene una finalidad restituida de derechos. Por otro lado, se

concibe a la trilogía niño- familia- Estado y se incorporan como nuevos principios jurídicos al

niño como sujeto de derechos, el interés superior del niño y la no discriminación. En nuestra
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 52

legislación peruana, ello se encuentra regulado en el Artículo II del Título Preliminar del

Código de los Niños, Niñas y Adolescentes (en adelante «CNA.»):

«Art. II del Título Preliminar.- El niño y adolescente son sujetos de derechos, libertades y de

protección específica. Deben cumplir las obligaciones consagradas en esta norma» De igual

manera, en el Artículo IX del Título Preliminar del Código de los Niños, Niñas y Adolescentes,

se encuentra regulado el principio del Interés Superior del Niño:

«Artículo IX del Título Preliminar.- En toda medida concerniente al niño y al adolescente

que adopte el Estado a través de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, del Ministerio

Público, los Gobiernos Regionales, Gobiernos Locales y sus demás instituciones, así como la

sociedad se considerará el Principio del Interés Superior del Niño y del Adolescente y el respeto

a sus derechos»

Entonces, gracias a la influencia de esta doctrina en nuestra legislación nacional podemos

encontrar que los derechos de los niños, niñas y adolescentes se encuentran garantizados y

reconocidos, teniendo como base fundamental el principio del interés superior del niño

(Artículo XI del Título Preliminar del CNA). Es por ello que para una correcta aplicación de

dicho principio, se debe analizar la situación actual del menor durante un conflicto, es decir, es

importante determinar cuáles son los derechos que estarían siendo vulnerados y de esta manera,

poder resguardar la mayor cantidad de sus derechos. Al respecto, esta doctrina también juega

un rol fundamental en el ámbito del derecho penal. Ello implica que el Estado, la familia y la

sociedad comparten una responsabilidad basada en la actuar de los niños, niñas y adolescentes;

es decir, ellos tendrán que velar por un comportamiento, para que vaya de acuerdo a los

requerimientos sociales que se hayan establecido. Gracias a ello, se genera en el adolescente

un sentido de responsabilidad por mantener una conducta acorde a su comunidad. No obstante,

será el Estado el que deberá asumir esta responsabilidad ante la infracción cometida por el
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 53

adolescente en el derecho penal. Por su parte, el principio de interés superior del niño se

encargará de velar por los derechos del adolescente infractor de la ley penal frente a la

seguridad ciudadana.

Por tanto, gracias a la Doctrina de la Protección Integral, se logra reconocer a los niños, niñas

y adolescentes como sujetos de derecho y a su vez, garantizar todos sus derechos, tomando

como base el principio del Interés Superior del Niño y la participación de la familia y el Estado.

4.- Causas De La Delincuencia En Los Menores

La especialista Nydia Jiménez sugiere una serie de factores que pueden implicar la causa de

delincuencia entre los menores de edad. Por un lado, tenemos los factores endógenos, que

implican aquellos factores biológicos propios de la constitución fisio-psíquica de los

delincuentes; estos factores son hereditarios, es decir, se hallan en la constitución biológica y

mental del sujeto. Además, estos pueden determinar el desarrollo de una predisposición al

delito mismo en condiciones ambientales favorables y desfavorables. En consecuencia, ello

también implica una mayor probabilidad de delinquir en relación con aquella que se encuentra

en los individuos considerados normales. Por otra parte, también existen los factores exógenos,

que implican a los factores sociales, propios del medio en que actuaría un delincuente. Si bien

los seres humanos no nacen como tales, poseen una aptitud para delinquir en el momento

propicio para sus estímulos favorables. La delincuencia juvenil es consecuencia también de

dificultades familiares, en el colegio o en el trabajo. Es por ello que el medio social constituye

un ambiente de gran importancia en el que se puede desarrollar la criminalidad. A partir de

ello, analizaremos el ambiente familiar como una de las causas de delincuencia en los menores.

El primer ambiente en el que el niño se desenvuelve es el de la familia, la cual debe cumplir

con su función educadora porque es el ambiente clave para la formación del menor, aún en la
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 54

edad madura. No obstante, existen hechos que van a tener consecuencias directas en el menor,

quien será el que más sufra dentro del núcleo familiar.

Entre estos; un hogar incompleto, pobreza y falta de educación son aspectos que van a incidir

en la vida del menor y que pueden considerarse como causas de delincuencia en la edad

madura. Además, el ambiente escolar interviene en la formación del carácter y desarrollo moral

del menor, es necesario que el menor se interrelacione con otros niños porque debe aprender a

convivir con personas diferentes a su familia y comprender situaciones diferentes a las que

puede vivir en su hogar. Si el menor no logra adaptarse al ambiente escolar, ello puede llevarlo

al vagabundaje y exposición a tentaciones de una vida pródiga. Finalmente, el trabajo en el

menor lo puede vincular a la delincuencia. Ello se debe a la pobreza, lo cual conlleva a que el

menor trabaje en un ambiente que no le corresponde, porque este aún se encuentra en formación

y no está preparado para afrontar trabajos insalubres o ambientes malsanos. Por ello, las causas

de la delincuencia en los menores no solo dependerán de factores intrínsecos a su personalidad

sino también al ambiente que los rodea, el cual se encuentra conformado por su hogar, la

escuela y, en algunos casos, el trabajo. Es importante brindar una adecuada educación, no solo

en los colegios sino que, la formación del menor debe empezar en el hogar, toda vez que se

encuentre informado y apoyado durante su desarrollo físico y emocional.

5.- Situación Actual Sobre La Responsabilidad Penal De Los Menores:

El artículo 40 de la Convención sobre los Derechos del Niño establece cuáles son los

lineamientos que se deben respetar cuando un adolescente es infractor de la ley penal. Por ello,

que el adolescente merece ser tratado respetando su dignidad y valor, fomentando el respeto

por los derechos humanos reconocido y libertades fundamentales de terceros. Además, se

tomará en cuenta la edad del niño y se buscará promover su reintegración para que asuma una

función constructiva en la sociedad. El referido artículo también se encarga de señalar la


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 55

función de los Estados Partes para garantizar la situación aquellos adolescentes infractores de

la ley penal. Por ello, resulta necesaria la aplicación del “Derecho Penal Mínimo”, que

establece una serie de reglas y mecanismos especiales, cuando nos encontramos frente a

menores de edad, que infringen la ley penal. Entre estas reglas, cabe resaltar que la privación

de libertad debe ser aplicada solamente como última ratio, es decir, como un último recurso en

casos excepcionales. Asimismo, se alude a un tratamiento especializado, en el que los menores

sean tratados de manera apropiada y se guarde proporción entre las circunstancias y la

infracción. Ello implica, además, que en dicho tratamiento se tomará en cuenta la personalidad,

aptitudes, inteligencia y valores del menor; sobre todo, las circunstancias que lo llevaron a

cometer la infracción. Por otra parte, el menor deberá recibir apoyo socio familiar, a través del

cual se le brinde asistencia en capacitación profesional y se utilicen todos los medios posibles

para que el menor tenga una comunicación adecuada con el mundo exterior.

6. Legislación Internacional

Entre las normas internacionales que se encargan de regular la situación penal de los menores

de edad contamos con los siguientes instrumentos:

• Convención sobre los Derechos del Niño (20/11/89)

• Reglas Mínimas Uniformes de las Naciones Unidas para la Administración de Justicia

(28/11/1985)

• Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia Juvenil.

(14/12/1990)

• Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre Medidas no privativas de libertad / Reglas de

Tokio (14/12/1990).
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 56

• Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores privados de libertad

(14/12/1990)

• Observación General Nº10 “Los derechos del Niño en la justicia de menores” (25/4/2007)

7. Reflexiones En Torno A La Responsabilidad Penal De Menores:

Uno de los temas que más preocupa a la sociedad y sobre el cual existe mayor polémica en el

mundo entero es el referido a la responsabilidad penal del menor. A la fecha, el debate se ha

centrado en las siguientes interrogantes: ¿Es posible disminuir la edad de 18 a 16 años, para

hacer responsables en el ámbito penal a los menores de edad?, ¿Son idóneas las medidas socio-

educativas existentes en nuestro ordenamiento jurídico, para reducir el nivel de delincuencia

juvenil?, ¿Es posible prolongar el plazo de duración de la medida de internamiento en casos de

delitos graves? Para dar respuesta a estas preguntas resulta necesario esbozar las normas

actualmente vigentes en nuestro ordenamiento jurídico.

Así, principalmente encontramos el Código de Niños y Adolescentes (artículos 183 y

siguientes), en el que “Se considera adolescente infractor a aquel cuya responsabilidad ha sido

determinada como autor o partícipe en un hecho punible tipificado como delito o falta en la ley

penal”.

En dicho cuerpo legislativo se prevén una serie de garantías, derechos y deberes que parten de

reconocer al adolescente como un sujeto de derechos, dejándosele de ver como un objeto de

tutela y represión (lo que en antaño se explicaba en un excesivo paternalismo estatal y fue

desarrollado por la Doctrina de la situación irregular). En tal sentido, el artículo 191 regula

expresamente que el sistema de justicia del adolescente infractor se orienta a su rehabilitación

y a encaminarlo a su bienestar; razón por la que, al momento de emitir sentencia, el juez debe

tomar en cuenta: la existencia del daño causado, la gravedad de los hechos acontecidos, el
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 57

grado de responsabilidad del adolescente, el informe del equipo multidisciplinario y el informe

social correspondiente (artículo 215).

Una vez verificados estos elementos, el juez puede aplicar al adolescente infractor cuya

responsabilidad se haya acreditado en juicio (recuérdese la garantía que suponen los principios

de culpabilidad y legalidad en el derecho sancionador), ciertas medidas socioeducativas

previstas en el artículo 217 del Código de Niños y Adolescentes, como son las siguientes:

a) Amonestación, la que supone la recriminación al adolescente infractor y a sus padres o

responsables del hecho cometido.

b) Prestación de servicios a la comunidad por un período máximo de 6 meses.

c) Libertad asistida por un período máximo de 8 meses: Designación de un tutor para la

orientación, supervisión y promoción del adolescente y su familia (artículo 233).

d) Libertad restringida por un período máximo de 12 meses: Asistencia y participación

diaria del adolescente infractor en el Servicio de Orientación al Adolescente, a cargo de la

Gerencia de Operaciones de Centros Juveniles del Poder Judicial, a fin de sujetarse a un

programa tendente a su orientación, educación y reinserción a la sociedad (artículo 234).

e) Internamiento en un establecimiento para su tratamiento por un período máximo de 6

años.

En este caso, esta medida solo procederá en los siguientes supuestos:

Cuando se trate de un delito doloso tipificado en el Código Penal, cuya pena sea mayor de 4

años; por reiteración en la perpetración de otras infracciones graves; y, por incumplimiento

injustificado y reiterado de la medida socio educativa que le haya sido impuesta (artículo 236);

debiendo terminar la medida compulsivamente al cumplir el infractor los 21 años de edad. Al


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 58

respecto, resulta importante precisar que la norma establece una distinción entre los menores

comprendidos entre los 14 y 16 años, y los menores comprendidos entre los 16 a 18 años; así,

a los primeros, la norma establece que solo se les podrá aplicar una medida socio educativa de

internación no mayor a 4 años; mientras que a los segundos, se establece que se les podrá

aplicar una medida socio educativa de internación de hasta 6 años.

Respecto de las medidas socio educativas mencionadas, cabe resaltar que la más gravosa es la

de internamiento, razón por la que –en una lógica de mínima intervención-, debe ser aplicada

de forma subsidiaria y excepcional; es decir, cuando las otras medidas no sirvan para cumplir

el rol para el que fueron diseñadas: la rehabilitación del menor infractor. Sin embargo,

lamentablemente en la práctica, las estadísticas nos muestran que, por el contrario, la medida

de internamiento resulta ser la más utilizada por nuestros jueces; siendo que, al mes de mayo

de 2012, de un total de 2278 (100%) adolescentes infractores de la ley penal en todo el ámbito

nacional, un total 1558 (68%) se encuentran cumpliendo una medida de internamiento (sistema

cerrado); mientras que un total de 720 (32%) se encuentran en un sistema abierto, es decir, han

sido sentenciados por el Poder Judicial y han sido objeto de una medida socioeducativa no

privativa de libertad. Con relación a este punto, vale la pena reflexionar sobre la influencia que

muchas veces los medios de comunicación y el clamor popular ostenta sobre nuestros jueces

de familia, al solicitar se impongan las sanciones más gravosas que nuestro ordenamiento prevé

(léase, la medida de internamiento); olvidándose del fin rehabilitador que en realidad las

medidas socioeducativas tienen. Dentro de la percepción ciudadana se cree que son frecuentes

los casos de adolescentes infractores, y que estos cometen los delitos más graves que se puedan

imaginar, propiciándose la creación de normas más severas que tengan como objeto la sanción

del menor y no su rehabilitación; lo que en su momento aconteció con la introducción del

pandillaje pernicioso en el Código de Niños y Adolescentes. Al respecto, consideramos que


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 59

esta creencia debe ser contrastada con las cifras que la Gerencia de los Centros Juveniles del

Poder Judicial han lanzado a mayo del 2012 , en las que se señalan que el 60.1% de los

adolescentes infractores se encuentra cumpliendo una medida socio educativa por el delito

contra el patrimonio, lo que contrasta con el 18.9% que cumple una medida por un delito contra

la libertad sexual; y, el 10.9% que la viene cumpliendo por la comisión de un delito contra el

cuerpo y la salud. Asimismo, destaca el reducido porcentaje de menores a los que se impone

una medida por la comisión del tan citado pandillaje pernicioso, el que apenas alcanza el 1%.

En definitiva, estas cifras nos muestran que el nivel de delincuencia juvenil no se concentra en

los delitos más graves que regula nuestro ordenamiento, sino que muchas veces se explica en

las causas que conllevan a que los menores incurran en infracciones; las que son dejadas de

lado en las propuestas legislativas que se formulan con ocasión de este tema. A lo expuesto se

suma la tasa de reincidencia vigente al 2012, conforme a la cual es reincidente el 8.7% de

adolescentes infractores que se encuentran con medida de internamiento; mientras que en el

caso de los que se encuentran cumpliendo una medida socioeducativo en el sistema abierto,

solo es reincidente el 3.8%. Estas cifras muestran que las propuestas legislativas en torno a

prolongar el plazo de duración de la medida de internamiento en el caso de menores infractores,

no resulta un instrumento idóneo para reducir los niveles de delincuencia juvenil; sobre todo

en tanto la tasa de reincidente disminuye en los casos de adolescentes a los que se les impuso

una medida socioeducativa distinta a la del internamiento. Al debate, se suma la iniciativa de

ciertos legisladores por disminuir la edad de 18 a 16 años, para hacer responsables en el ámbito

penal a los menores de edad. Con respecto a este punto, consideramos que cualquier posición

que se quiera tomar sobre este tema, además de revisar lo establecido en la normativa

internacional vigente, debe valorar que en esta materia, la exigencia de responsabilidades y

deberes siempre debe ir de la mano con el otorgamiento de derechos; siendo por ello inviable

cualquier disminución de edad que solo busque extender la responsabilidad, pero que no
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 60

reconozca a los menores el derecho de participar en otros ámbitos en los que la asunción de

dicha responsabilidad, de por sí, lo permita.

8.- ¿Responsabilidad Penal De Los Menores De Edad?

8.1.- Fórmula Legal En Nuestro País Sobre Inimputabilidad De Los Menores De Edad

La inimputabilidad se define como la incapacidad de un sujeto para comprender la ilicitud de

sus actos y la capacidad para adecuar el comportamiento a esta compresión. Esto no solo lo

dice el Código Penal peruano sino la gran mayoría de códigos penales, yo diría casi todos. Esta

fórmula para regular la inimputabilidad, es una fórmula que concibe al ser humano, al

individuo, solo como una perspectiva cognitiva y volitiva. Pero olvida que el ser humano

además de conocimiento y voluntad es una persona que tiene una dimensión afectiva,

emocional y sobre todo cultural. Esta fórmula legal, como casi todo el Derecho Formal, asume

que el individuo es un ser racional. Y no lo somos, porque las decisiones que tomamos, como

mayores o menores, no son racionales. Son decisiones que están impregnadas de emociones,

de afectos y de vicios. Esto lo dice desde hace muchísimos años la psicología y el psicoanálisis.

Hasta que el Derecho Formal no reconozca la naturaleza del ser humano como ser no racional

-pero que en algunas circunstancias puede ser motivado-, hasta que no lo haga y siga operando

con fórmulas legales que conciban al individuo como una dimensión cognitiva y volitiva pero

desconocida por el lado afectivo, emocional y por ende cultural, el tratamiento que se pueda

dar nunca va a ser el mejor.

Si a todo esto se le añade que la inimputabilidad tradicionalmente ha sido concebida como un

defecto o una tara del sujeto -es decir, ¿quiénes son inimputables? Los menores de edad, los

que tienen anomalías psíquicas, los que tienen alteraciones en la percepción y los que tienen

alteraciones en la conciencia, esto es lo que dice la ley-, y la única interpretación más o menos

plausible que queda es que la inimputabilidad es sinónimo de una patología, de un defecto, casi
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una enfermedad. Con lo cual el tratamiento que se le da al inimputable, por ende al menor, es

un tratamiento peyorativo y hasta discriminador porque en realidad el inimputable menor no

es que tenga una concepción alterada de la realidad, concibe la realidad eventualmente de una

manera distinta a la que cual la concibe el resto, ni mejor ni peor, simplemente distinta. La

fórmula legal parece olvidar este necesario punto de partida. Punto de partida además que es

obligatorio, porque nuestra Constitución define al individuo como una persona con dignidad y

una persona que tiene derecho a la autodeterminación y al libre desarrollo de su personalidad,

es decir, también los menores e inimputables tienen ese derecho a la autodeterminación y al

libre desarrollo de su personalidad. El concreto modelo de concebir la realidad no puede ser

per se negativa ni reprochable, simplemente distinta a la que por conceso la mayoría asume

como deseable.

8.2.- ¿Es Compatible Ello Con El Estado De Derecho?

De todo esto, este punto de partida, la necesidad de concebir al individuo como algo más que

conciencia y voluntad, es decir, un ser emocional, afectivo y de influencia cultural, todo esto

trasladado al marco de Estado de Derecho y la culpabilidad penal, hace que solo se pueda exigir

responsabilidad penal a una persona a la cual el Estado solo le haya proporcionado, o mejor

dicho, le haya satisfecho condiciones para ejercer derechos y para cumplir obligaciones. Esto,

en un Estado de Derecho es absolutamente potente por dos cuestiones:

(i) porque solo en democracia el Estado otorga esta facultad a los individuos para

participar en el debate socio político y jurídico que termina por decirnos cuáles son

los bienes jurídicos protegidos por el Derecho Penal y cómo se protegen; y

(ii) un Estado de Derecho no puede admitir que quien no participa libremente en ese

diálogo y en ese debate político, vaya a ser sancionado justamente por contravenir

ese debate político.


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 62

Primera consecuencia, solo puede haber culpabilidad en democracia, solo se puede

responsabilizar penalmente en democracia y solo se puede responsabilizar penalmente a las

personas que han tenido la oportunidad de participar en ese debate político. Así, no solo se

trata en la capacidad para disponer de bienes jurídicos, se trata de algo previo, se trata de

la necesaria participación que ha tenido el sujeto responsable, participación en el debate y

diálogo socio político que determina qué bienes jurídicos se protegen en el Derecho Penal

y cómo se protegen.

8.3.- El Problema De Los Menores De Edad Y La Responsabilidad Penal

Luego de todo este discurso, uno podría pensar que como los menores no participan en este

debate, discurso o diálogo, no deberían ser responsabilizados penalmente. Y es verdad, la

primera exigencia que se le debería hacer al Estado para que un menor responda penalmente,

es que esa persona tenga derecho a participar en el debate político. Da la casualidad que la

participación en el debate político empieza recién a los 18 años, al menos, la posibilidad de

elegir y ser elegido y de ejercer una serie de derechos ciudadanos. Sin embargo, si uno revisa

el marco normativo vigente detecta que los menores sí responden. Y responden penalmente

desde los 14 años. ¿Cómo se puede conciliar eso? Es decir, ¿Cómo se puede conciliar el

discurso teórico que debe legitimar la eventual responsabilidad de menores asumiendo que el

presupuesto sea su participación en el debate político con el hecho real que la ley vigente les

atribuya eventual responsabilidad penal a partir de los 14 años? Y digo, responsabilidad penal

y no una solamente responsabilidad disciplinaria que genere medidas educativas o medidas de

aseguramiento, la responsabilidad de un menor infractor es penal y las sanciones a las cuales

se le someten son de naturaleza penal. ¿Cómo conciliar eso? No lo sé. Pero creería que, en todo

caso, hay formas de aproximarnos a una eventual conciliación.


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 63

8.5.- ¿Cómo Debería Ser Esta Reacción Penal?

En primer lugar, no creo que el asunto se zanje distinguiendo entre dos colectivos, menores y

mayores, y tratando a uno de manera distinta a los otros. Creo que el problema de fondo, de la

inimputabilidad, es un problema de socialización. Es decir, cuando uno se pregunta por qué

nuestro sistema jurídico concibe esa mayoría de edad, la única respuesta racional es porque esa

edad arbitraria, y por ende con algunos defectos, más o menos expresa cierto grado de madurez

en la persona que solo adquiere por socialización, es decir, por pertenencia, contacto e

interacción con otros miembros de un grupo social, que hace que en ese proceso de

socialización, esa persona pueda acceder, conocer e interiorizar principios y valores que rigen

la dinámica de ese grupo social. Por eso, es que una de las causas de inimputabilidad tiene que

ser también, por ejemplo, el formar parte o pertenecer a un grupo social diametralmente opuesto

porque esa persona no comparte los valores e ideales que rigen la dinámica de un grupo social

que luego se plasma en la ley penal. Pero bueno, decía que no creo que la respuesta al problema

planteado sea el establecimiento de la edad en la cual se diferencie de imputables e

inimputables o mayores y menores. Creo que por el contrario, se debe trabajar con fórmulas

escalonadas. Algo de esto ya plantea el Derecho Positivo (es decir, en realidad, el problema de

los menores de edad es un problema mayor, es un problema de cómo influye la edad de una

persona en el tratamiento penal):

¿A partir de qué edad se debería considerar responsable a una persona? La ley dice 14 años,

parece razonable, a mí me satisface. Tal vez sea 12 o 13, también me va a satisfacer. Porque

cuando se habla de edad, siempre va a ser arbitrario, por eso que no creo que la respuesta sea

una edad sino entender que tenemos que trabajar con etapas, con momentos de madurez o de

socialización. A partir de los 14 -también diría a partir de los 13-, creo que un Estado de

Derecho puede admitir legítimamente que una persona empiece a responder. Pero va a empezar
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 64

a responder penalmente porque el grado de participación política que debe tener tiene que ser

como mínimo, compatible con ese grado de responsabilidad.

¿A partir de qué edad se debería considerar plenamente responsable a una persona? Fíjense

ustedes, hoy día el Código Penal dice que la responsabilidad penal plena empieza a los 18.

Luego se corrige y dice que entre los 18 y 21 hay lo que se conoce como una inimputabilidad

restringida. En realidad hoy día, recién a los 21 años, se es plenamente responsable en Derecho

Penal porque se admite que entre los 18 y 21 todavía existe un lapso de 3 años en el cual la

persona puede seguir madurando.

¿A partir de qué edad se debería considerar que una persona pierde ciertas facultades que hacen

que el tratamiento penal hacia ella tenga que atenuarse? Y a partir de los 65 años, la

responsabilidad se atenúa. No sé si esta edad es correcta o no, pero creo que la metodología sí

es correcta: trabajar con etapas y con momentos de desarrollo de madurez y que todos ellos

presupongan participación política en el debate y en el diálogo democrático que es el

presupuesto de responsabilidad penal en un Estado de Derecho. Y esa responsabilidad penal

tendrá que estar en consonancia con el grado de participación, con el derecho a participar en

ese debate político porque es lo único que justifica atribuir responsabilidad en un estado de

Derecho.
DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 65

Conclusiones

Con este trabajo se llega a las siguientes conclusiones:

 Que no existe la edad para que una persona con problemas que tienen como se vio

anteriormente, especialmente los niños llegan al camino que la delincuencia.

 Un delincuente no nace, sino que se hace", y en esto la familia tiene un rol principal;

de hecho, es la pieza clave para un adolescente, pues de la formación que reciba, y de

los valores inculcados durante la niñez, dependerá en parte, el camino que siga.

 Se encuentra que la mentalidad del individuo se va deteriorando a raíz de la

desintegración familiar. Se supone que la familia es la base más sólida de la sociedad.

Al desintegrarse, se desintegra a su vez la persona; entonces es ahí donde el individuo

no le encuentra sentido a su vida. Por lo tanto no aprovechan su tiempo en educación,

deportes y otras actividades de desarrollo, entonces se dedican a deteriorarse ellos

mismos y lo más importante a hacerle el mal a sus semejantes, ya sea robándoles,

hiriéndolos o como se ha dado en otras situaciones, matando a familiares, incluso a sus

propios padres.

 La mejor manera de prevenirse que surjan delincuentes infantiles. También es obvia la

necesidad de integrar estrategias dirigidas a la mejora de ciertas capacidades y

habilidades en los jóvenes con aquellas otras encaminadas a alterar la comunidad, el

medio social, donde toda persona se moldea.


DELINCUENCIA EN MENORES DE EDAD 66

Referencias

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Definicion.de: Definición de delincuencia (https://definicion.de/delincuencia/)

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