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HISTORIA DE AMERICA LATINA


Diana Bonnett Vélez “Las Reformas de la época Toledana (1569-1581):
economía, sociedad, política, cultura y mentalidades”, en Historia de
América Andina V.2 Formación y apogeo del sistema colonial, Manuel
Burga, Editor; Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, 2000, pp. 99-
131.
Felipe II quiso, antes que nada, recuperar a la Corona española del estado
deficitario en que se encontraba. Su instrumento fundamental habrían de ser las colonias.
Por ello se interesó en encontrar en tierras americanas las fuentes de ingresos que le
permitieran situar a España, conforme a los cánones mercan ti listas de la época y estar
en la posibilidad de enfrentar las amenazas que le significaba el poderío creciente de las
otras naciones europeas. Las Indias Occidentales cumplirán, dentro de los propósitos del
monarca, la tarea de nutrir con sus caudales las necesidades económicas de la metrópoli.
En relación al virreinato del Perú, las condiciones de la colonia en la primera
mitad del siglo XVI impelieron a Felipe II a revisar cuidadosamente su organización,
buscando acrecentar el poder político, legitimar la conquista, fortalecer el estado
colonial y arrebatar el poder político a las fuerzas locales que desafiando el orden
imperante, habían actuado con intenciones separatistas.
Los acompañantes de Toledo, tanto eclesiásticos como civiles, se encargaron de
llevar a cabo la tarea de conocer primero el estado de la administración religiosa y
secular del territorio, pero sus resultados fueron más allá de este conocimiento. En las
intenciones de la visita aparecieron nuevamente entrelazados los fines humanitarios
propuestos por la Corona y los intereses por hacer crecer la hacienda real. Además, la
necesidad de aplicar los controles pertinentes para lograr una mayor concentración de
los poderes reales. La visita tuvo efectos concretos en la tasación, en la organización de
nuevos pueblos indígenas y en el sistema de trabajo forzado a partir de la mita minera.
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Las reformas toledanas significaban una alteración sustantiva del manejo colonial
de parte de los poderes locales. La reforma se desplegaba en dos direcciones. Por una
parte incluía una recuperación del poder que había sido acaparado por las audiencias, los
cabildos, los oficiales reales, la jerarquía eclesiástica, los encomenderos y los curacas.
Por otra parte, pretendió la desarticulación de los patrones andinos de organización
social y económica, mediante el definitivo establecimiento de las reducciones o
congregaciones de indios.

La sujeción del poder eclesiástico a la autoridad civil en virtud del patronato


reforzaba la política de concentración del poder real. Recuperar los negocios
eclesiásticos de manos de los prelados a la esfera real significaba, en tiempos de Toledo,
desarticular las redes de poder establecidas entre los religiosos y las fuerzas locales.
Decía Toledo: "Hallé cuando llegué a él (al reino del Perú) que los clérigos y frailes,
obispos y prelados de las órdenes eran señores absolutos de todo lo espiritual y en lo
temporal casi no conocían ni tenían superior conocimiento.

Fundamentos
Peter Bakewell ha situado los años de maduración del gobierno del Perú en la
década de 1560. Para Bakewell, la historiografía olvida frecuentemente las raíces que
dieron origen al sistema colonial peruano. Justamente los fundamentos que sirvieron de
soporte a la gran obra toledana se encuentran en esta década de 1560. La labor de Toledo
consistió en "aprovechar y afilar herramientas que otros habían construido".
Las informaciones tomadas en tiempo de Toledo, a partir de los interrogatorios a
los quipucamayocs en distintas regiones del territorio -Cuzco, Jauja, Yucay, Vilcas-,
fueron la base para afirmar la moralidad de la conquista española y reafirmar el
Patronato: "Los incas ganaron su reino por fuerza de armas o por presiones de
desbordamiento", por lo tanto no eran señores verdaderos del Perú. Habían usurpado
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muy recientemente el poder a los verdaderos señores, asentándose a partir de la guerra y


la violencia. Por ello se justificaba la presencia civilizadora de España, restándole
validez a la doctrina de Vitoria, cuando afirmaba que los incas eran los dueños
verdaderos del Perú.
La intromisión de las entidades corporativas en la dirección del Estado fue
general a todas las colonias españolas en América. Tuvo sus orígenes en la
conformación de las dos instituciones, pero también adquirió formas peculiares en cada
territorio. En el virreinato del Perú se agudizó debido a las circunstancias de las décadas
primeras después de la conquista. El poder de las audiencias había venido en aumento
desde los tiempos de Vaca de Castro y con La Casca se había acrecentado su autoridad,
para eludir conflictos y evitar discordias.
La disputa entre ambas potestades Iglesia y Estado en razón del Patronato se
manifestó en la correspondencia dirigida a Felipe II: los provinciales, priores y
visitadores eclesiásticos clamaban por una mayor autonomía en sus asuntos. Los
virreyes, por su parte, procuraban mantener sus fueros, privando a los eclesiásticos de
los poderes que se habían adjudicado. A partir de la Junta Magna de 1568, el rey exigió
una mayor intervención civil en los asuntos de la Iglesia encomendando la misión al
virrey Toledo.

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