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Lo Absurdo Del Lenguaje Incluyente
Lo Absurdo Del Lenguaje Incluyente
COM/EDUCACION/ARTICULO/LA-RAE-CENSURA-EL-LENGUAJE-INCLUYENTE/456444-3
La RAE censuró en 2012 el empleo del lenguaje no sexista con un informe que
cuatro años después está de actualidad. ¿Hasta qué punto es pertinente
emplear términos como ‘la ciudadanía’ en lugar de ‘los ciudadanos’?
Y quien niegue este último punto (practicidad y agilidad) incurre en una falta de
imparcialidad que roza lo irrisorio: hablar en un texto de ellos y ellas, niños y
niñas, personajes y personajas (ah no, eso no), doctores y doctoras,
colombianas y colombianos, es agotador y tedioso, por no decir absurdo.
Hace un tiempo, Nicolás Maduro, se convirtió -muy a su pesar- en el mejor
ejemplo de la problemática que se circunscribe a la pretensión desbordada y
sin base lingüística de incluir ambos sexos en los discursos.
Los defensores del lenguaje no sexista alegan que “una lengua que no se
modifica solo está entre las lenguas muertas”. En otras palabras, una lengua
debe ser el reflejo del momento histórico actual, y evolucionar de forma
análoga a los tiempos que corren. Es producto de una práctica social.
Hay que saber elegir las batallas. Especialmente si lo que se busca es acabar
con el sexismo en todas sus manifestaciones y hacia ambos lados. Porque no
tiene sentido dejar de emplear palabras acabadas con el grafema ‘o’ y
significado genérico, sino se va a hacer lo mismo con las que terminan en ‘a’ y
también integran ambos sexos.
Los puristas del lenguaje no sexista alegan que “los términos colectivos que
dan valor común a hombres y mujeres ocultan a estas últimas”. Pues bien: si le
vamos a poner peros a ‘los ciudadanos’ y abogar por el uso de ‘la ciudadanía’,
que toda esa moralidad mal llevada también afecte a palabras como ‘persona’,
por la que se hace referencia tanto a hombres como mujeres (¿la persono?).
La lucha lingüística por la que abogan los feministas si tiene una razón de ser
que nada tiene que ver con la construcción del genérico: el léxico.
La lengua sí que debe ser un reflejo de los tiempos que corren, de una
sociedad que integra a sus miembros, sujetos de derecho todos ellos. Pero eso
nada tiene que ver con caer en la demagogia, el populismo o la ignorancia.