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Cabe recalcar que un gran número de las relaciones en las que participamos
pertenece a una serie de interacciones, cuyo propósito consiste en promover el desarrollo
y generar un funcionamiento más maduro y adecuado de la otra persona o grupo de
trabajo.
Una parte fundamental de las relaciones son las actitudes que se manifiestan de
parte de parte de la persona que ayuda ya que hace que se estimule o se inhiba el
desarrollo. Como se manifiesta en un estudio de padres e hijos, donde los hijos de padres
que tenían actitudes cálidas y equitativas demostraron un desarrollo intelectual acelerado
y menor excitabilidad que los niños procedentes de otros tipos de hogares ya que son
inestables desde el punto de vista emocional, rebeldes, agresivos y peleadores.
Siguiendo a Rogers (1989), para que se dé una relación de ayuda de calidad y que
cumpla adecuadamente con los objetivos señalados anteriormente. Es necesario que haya
por parte del terapeuta tres elementos que son básicos en toda relación de ayuda:
Un estudio de Quinn arroja alguna luz sobre lo que implica la comprensión de los
significados y sentimientos del cliente. Los resultados de su estudio son sorprendentes
porque demuestran que "comprender" los significados del cliente supone esencialmente
una actitud de querer comprender siendo una parte esencial del proceso terapéutico ya
que el paciente se encontraba en una posición de emisor y el terapeuta como receptor.
Cabe recalcar el hecho de que lo importante son las actitudes y sentimientos del
terapeuta, y no su orientación teórica: sus procedimientos y técnicas revisten menor
importancia que sus actitudes. También merece señalarse de que, para el cliente, la
diferencia reside en la manera en que las actitudes y procedimientos del terapeuta son
percibidos, y que esta percepción es fundamental.
BIBLIOGRAFÍA