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¿Qué busca el sujeto? Una perspectiva ética en Totalidad e infinito de E.

Levinas

Javier Parra Santos

La pregunta presentada en el título contiene dos ideas clave de las cuales se desprenderá el intento
de respuesta que realizaré en este ensayo: la idea de sujeto y la de búsqueda. A partir de estas, este
trabajo se desarrolla con un trasfondo que se implica en una interpretación del tercer capítulo de la
obra de E. Levinas Totalidad e Inifinito: El Rostro y la exterioridad (Levinas 2002)1. Esto se evidencia
en la siguiente narración que contiene conceptos esotéricos, y una interpretación hermenéutica del
trabajo aludido.

1) Sujeto y búsqueda

¿Qué define a un sujeto? Si tomamos el objeto de la experiencia que consigue hacer aparecer al
sujeto en la conciencia, ¿qué podríamos eliminar de las características de este objeto sin perder el
concepto? Un acercamiento a la variación eidética de lo que aparece a la experiencia de un sujeto,
podría comenzar con observar o en pensar a un sujeto como un humano, como un animal, como
una figura, pero en todas esas opciones sucumbiríamos en identificar que es lo estrictamente el
sujeto. Por ejemplo, ¿qué podríamos eliminar del concepto de humano para conseguir lo que define
al sujeto? Pareciera que lo correcto sería hacer lo contrario a eliminar: el sujeto se encuentra
también en quien lo interpreta, en quien piensa la pregunta, pregunta que agrega algo más al mero
ser. Entonces, no bastaría pensar en eliminar algo de lo que piense el Mismo, para penetrar capa
por capa a la esencia del sujeto. Simplemente desde aquí, de la propia experiencia, el sujeto es
inevitablemente una relación con algo más. Por otro lado, si considerásemos a este como este sin
más, la pregunta por la definición de este perdería sentido. Sin embargo, naturalmente somos seres
que cuestionan la realidad, por tanto la pregunta no podría ser desestimada.

Si pienso en un ser como sujeto, es un ser que se posiciona como un ser dentro de seres, de una
pluralidad que no es un todo. Levinas nos señala que lo que excede a la relación que define al sujeto,
son justamente los límites que le permiten diferenciarse de otros sujetos, como posibilidad latente
de volver a ser uno: los límites permiten la existencia de la guerra, que es una posibilidad de paz. En
ese sentido la definición de sujeto interpretado de la obra de Levinas compromete
indubitablemente a un ser en búsqueda de religión, como estrecha e intensa unión. Un ser que
inevitablemente busca ese algo para trascender. Es en el enfrentamiento con el rostro de Otro,

1
Cabe destacar que todas las citas de este ensayo corresponden a este libro.
donde Levinas amarra esta búsqueda. La que va al encuentro de una pluralidad de seres como
infinito.

Sigamos profundizando. ¿Por qué un ser estaría inevitablemente comprometido con esta o alguna
búsqueda? Me aventuro a indicar que esto es así, porque todos los seres no están conformes con
su presente en el tiempo, porque sufren sin voluntad, como si de ley natural se tratara. Y de todas
maneras intentan no sucumbir ante la agitación constante, la evaluación en cada instante. No
practican la paciencia (que tomaré más adelante) y finalmente caen derrotados por la política,
porque creen que la respuesta a la búsqueda está en la instauración de la universalidad. La
universalidad como objetividad, como totalización del Otro y apropiación de su obra, como parte
del camino de la verdad realista. En fin, de todas maneras buscan algo. Pero si de trascendencia se
tratara, de gozo, solo la haría posible una búsqueda que instaure la relación ética.

2) Establecimiento de la relación ética

Levinas nos indica que la búsqueda como trascendencia, como destrucción de la guerra en pos de
la paz, tiene que ver directamente con la instauración de una relación ética. Relación entre el Mismo,
y el Rostro de Otro, a través de las posibilidades que instaura el lenguaje. El lenguaje es
comunicación; este es posible porque existen límites entre los seres que los separan. La relación
ética implica franquear estos límites a través de una significación de la exterioridad, de la alteridad
del Otro, que implique ver con mayor claridad que una mera percepción “objetiva” de la fachada.
Levinas nos dice:

El arte otorga a las cosas una fachada: por esto los objetos no son solamente vistos, sino
que son objetos que se exhiben… Pero en ella se constituye lo bello cuya esencia es la
indiferencia, frío resplandor y silencio… Sólo la relación con otro introduce una dimensión
de la trascendencia y nos conduce hacia una relación totalmente diferente de la experiencia
en el sentido sensible del término, relativo y egoísta. (p.207).

La significación de la exterioridad del sujeto es a la percepción de la exterioridad, lo que un símbolo


es al objeto simbolizado. Es una representación, que se podría traducir como un ver más allá de la
percepción, ver más allá que la mera observación de la fachada. ¿Pero cómo observar? Se debe
lidiar primero con el problema del panorama general: la observación de un sujeto a la exterioridad
se caracteriza por la pretensión de la universalidad, y “del privilegio de la objetividad y su pretensión
de coincidir con el ser mismo de los entes”2. Según Levinas, para resolver este problema, tendríamos
la oportunidad y esperanza de trascendencia en el enfrentamiento con el Rostro de Otro;
observando de una manera peculiar en este acto de aparición. Al aparecer ante un Otro, el Yo se ve
enfrentado a la imprevisibilidad del evento. El Otro, como sujeto indeterminado por el Mismo, invita
al Yo a reaccionar, a evaluar, entrar y sortear el surgimiento de una oposición, oposición que es
lucha. El otro invita a elegir la determinación del Otro (totalización) o de su aceptación
(trascendencia). Para su aceptación, en el lenguaje se puede instaurar en el Discurso ético, esto es,
permitir que la reacción ante el Otro sea de responsabilidad ética. Para instaurar el Discurso, el
sujeto debe ser capaz de escuchar el testimonio de sí, que surge al enfrentar la evidencia que se
sostiene a sí misma: la aparición del Rostro. Pero naturalmente estamos expuestos, volcados al
exterior, donde aceptar y no totalizar al Otro, o no adueñarse de su obra, es el acto de un camino
que parece tortuoso ¿Cómo simplemente aceptar que ante el supuesto daño o ayuda del Otro (en
su aparición) todo dependa de la observación del propio testimonio? Levinas apela a la voluntad del
sujeto, para otorgar posibilidad de que escuche el testimonio de sí, porque es la voluntad y no la
obligación, la única que permitiría trascender en la relación exterior de búsqueda del sujeto. Una
obligación no es otra cosa más que la objetivación o totalización descrita. En ese contexto, Levinas
señala que:

Es la exigencia ética del rostro que cuestiona la conciencia que la recibe. La conciencia de la
obligación no es una conciencia, ya que arranca la conciencia de su centro al someterla al
Otro (p. 221)

Recordemos que poder trascender en la aceptación de la mirada del Rostro del Otro, es posible
debido a la separación que establecen los límites. De la búsqueda de algo más, de relación, de
trascendencia de los límites, surge la objetivación y la guerra, y de esta última surge la posibilidad
aún más clara de aceptar no controlar, la posibilidad de convertir la guerra en paz. Ahora bien, a
esta diferencia marcada por los límites, Levinas la describe como una distancia de sí a sí. Como una
separación del sujeto finito del exterior infinito en que se encuentra, pero que a su vez este infinito
contiene al sujeto finito. En otras palabras, el sujeto se encuentra separado del resto de sujetos,
pero a la vez se encuentra inmerso en relación. La voluntad, entonces, podría ser dirigida a la pulsión
decidida de develar esta relación. Y como se señaló anteriormente, es en relación a la

2
Problema que Levinas refiere a los trabajos de Heidegger.
responsabilidad ética que esta voluntad podría3 apuntar. A la responsabilidad que denota igualdad
ante un Padre, a la voluntad como búsqueda de verdad en el monoteísmo.

El monoteísmo significa este parentesco humano, esta idea de raza humana que se remonta
al acceso al otro en el rostro, en una dimensión de altura, en la responsabilidad para sí y
para otro (p. 228)

La relación ética se instaura en el Rostro de Otro, y es partir de su mirada responsable en el camino


monoteísta de igualdad ante el Padre, es que el sujeto encuentra trascendencia a partir de la
búsqueda.

3) La muerte y el tiempo

La voluntad se encuentra entonces en la dualidad entre traición y fidelidad. ¿Traiciono la búsqueda


y me señalo como un sujeto que no busca nada, simplemente para esconder la mirada objetivadora
de los otros seres? ¿Afirmo buscar una verdad pero que es netamente materialista y amenazante
de la vida? O bien, ¿me enmarco en un camino de búsqueda de trascendencia?. Aquí podremos
encontrar una respuesta a la pregunta sobre el testimonio de sí4. Levinas expone que es la
mortalidad ejercida en un cuerpo la que tensiona esta dualidad. El cuerpo entendido como
separación del exterior (que define materialmente los límites), cuerpo que sufre, y el hecho seguro
de la muerte del cuerpo entendido como aplazamiento, la muerte como el mayor sufrimiento. La
observación de este fenómeno sugiere que la separación del sujeto con el exterior es aparente, que
existe una distancia de sí a sí, pero que es superable en el tiempo. Esto debido a que los límites entre
los sujetos que sufren por sus cuerpos, permiten observar que el gran sufrimiento (la muerte)
destruye a estos (límites). Su aplazamiento permitiría enfrentar la posibilidad de enfrentarse a los
grandes dolores en el transcurso de la vida presente. Pero el sujeto generalmente cae en la traición,
en evitar el sufrimiento, y objetiva y culpa al exterior por sus grandes dolores. Su voluntad en esencia
es traicionera:

La voluntad esencialmente violable tiene la traición en su esencia (p. 242, las cursivas son
mías).

3
Es importante señalar que la propuesta de Levinas, no podría estar escrita ni señalada en términos de deber
u obligación, en cuanto a receta a seguir para encontrar respuesta en la búsqueda. Por ejemplo, para la
oración citada:…que esta voluntad debería apuntar.
4
Ver sección anterior “¿Cómo simplemente aceptar que ante el supuesto daño o ayuda del Otro (en su
aparición) todo dependa de la observación del propio testimonio?”
Entonces, pareciera ser una posibilidad en Levinas el enfrentar el miedo a la muerte en el presente.
Significar la muerte como un fenómeno de reacción intersubjetivo. Aceptar y perdonar sin controlar
es aceptar y trascender en el Rostro de Otro. Pero es una tarea muy difícil, la voluntad es
esencialmente traidora. El no ser capaz de observar el Rostro de Otro, absolutamente imprevisible
ante sus “malas” acciones, no permite observar la muerte de cada instante, la impermanencia de lo
desagradable, y de lo agradable. Es por eso que Levinas indica que la voluntad va dirigida a la muerte,
pero es la voluntad heroica que enfrenta al tiempo con fidelidad, como tiempo de ser en el Otro.
Que sufre por acciones del Otro, pero lo enfrenta como si no existiera distancia entre sí y el Otro, ni
de sí a sí. Lo enfrenta porque siempre es su propio dolor.

Cabe destacar que Levinas tensiona aún más la dualidad de la voluntad, al ofrecer como posibilidad
el perdón y aceptación del Otro, o sea aceptar el sufrimiento (muerte) en el presente, y al mismo
tiempo cuestionar la dificultad de aceptar la muerte, cuando es el Otro quien va a cometer el
asesinato del sujeto. Levinas indica que el asesinato sería identificar a la muerte como la nada. Como
muerte que no da ninguna posibilidad. Pero ¿Cómo perdonar y aceptar? Pareciera que la existencia
misma pone a prueba al sujeto. ¿Este aceptaría la muerte por voluntad heroica y fiel, o sería la
obligación de una voluntad alieanada por el otro, por tanto objetivadora? Podemos considerar el
tiempo como pregunta por la duración, por los intereses que tengamos, pero por otro lado,
podemos considerar el tiempo como eternidad. Es la eternidad la que supera el aplazamiento de la
muerte como separación total del sujeto con los otros seres. Concebir el tiempo de esta manera, es
concebir el tiempo como presente y no como interés objetivador de los deseos del pasado o del
futuro. Es aquí que Levinas, responde a la tensión indicando que es la paciencia5 necesitada de
tiempo, la que permite establecer la conciencia: la voluntad heroica es la que se sitúa fuera de sí, y
para tal compromiso debe existir el tiempo.

Ser consciente es tener tiempo. No desbordar el presente, al anticipar y al adelantar el


porvenir, sino mantener una distancia frente al presente: relacionarse con el ser como el ser
por venir, guardar una distancia frente al ser al mismo tiempo que ya se sufre su opresión.
Ser libre es tener tiempo para prevenir su propia caída bajo la amenaza de la violencia
(p.251).

5
Señalada en primera sección de este ensayo.
En adición a lo anterior, Levinas nos indica la necesidad de paciencia, para observar el tiempo.
Observar la distancia de sí a sí, es observar el sufrimiento.

Por el sufrimiento, el ser libre deja de ser libre, pero, no-libre, es aún libre. Permanece a
distancia con relación a este mal por su conciencia misma, en consecuencia, puede cambiar
en voluntad heroica. Esta situación en la que la conciencia privada de toda libertad de
movimientos, conserva una mínima distancia frente al presente; esta pasividad última que
se muda sin embargo desesperadamente en acto y en esperanza, es la paciencia, la
pasividad del sufrir y, sin embargo, el dominio mismo… La prueba suprema de la libertad no
es la muerte sino el sufrimiento (p. 252).

4) Palabras finales

Creo que los seres definidos por sus propios límites, en esencia están en búsqueda de algo. Se busca
una liberación, o un modo para encontrar la verdad de la existencia. Ahora bien, esta búsqueda
implica la existencia de diferentes caminos, en los que se incluyen los caminos que no enfrentan
una búsqueda consciente, como responsabilidad ética. Levinas nos indica que la voluntad que
pudiera ser motor de la trascendencia, es para los sujetos una traición natural. Que
espontáneamente solo obedece a manifestarse en el cambio material. No por nada,

La historia en la que la interioridad de cada voluntad sólo se manifiesta plásticamente – en


el mutismo del producto – es una historia económica (p. 240).

Una historia de objetivación, materialista, donde todos actúan en pos de sus propios intereses:
obrar de acuerdo a la naturaleza de evitar el sufrimiento, y de ser poseído por el Otro. En adición,

La parte de verdad eterna que implica el materialismo se debe a que la voluntad humana
permite que sus obras sean tomadas … (p. 242)

Obras tomadas que son obras de los sujetos, que dejan de ser sujetos y se convierten en objetos de
límites infranqueables, cuya única emergencia de su existencia es la obra que producen en lo
material. Esto no da espacio para la relación ética, sino solo a la relación económica, en una historia
económica de falsa libertad.

Para retomar una senda de búsqueda, de real liberación, se debe trascender a la tendencia natural.
¿Y por qué sería tan poco natural la búsqueda de trascendencia? Porque observar el Rostro de Otro
requiere enfrentar el sufrimiento que se tiene como testimonio de sí de parte del Mismo, aunque
sea provocado por la total alteridad del Otro. Por eso la guerra instaura la posibilidad de paz. Porque
es en la guerra cuando el sujeto se ve enfrentado a la total violencia del Otro, es la situación que
convierte el aplazamiento la muerte en nada, pudiendo ser retomada la idea de su aplazamiento.
Esto solo sería posible si el sujeto tiene esta voluntad heroica, esa bondad por la liberación con
paciencia. Esa bondad como la verdadera justicia en lo invisible.

Interpreto que en esta línea observa Levinas la posibilidad de trascendencia, como necesaria
búsqueda de restitución de la ética. Creo que es coherente significar sus escritos de acuerdo a las
ideas expuestas en este ensayo, debido a su historia. Recordemos que Levinas, judío, estuvo toda la
2ª guerra mundial en un campo de concentración, y que gran parte de su familia fue masacrada por
los nazis. Claramente el desarrolló una conciencia de la barbarie del holocausto, y de la relación
observada con la mirada totalizadora del Otro que se mantenía y desarrollaba por Europa en ese
entonces. Es en contraposición a esto, que el intenta restituir la esperanza y la unión de no solo su
comunidad destruida, sino de todos los sujetos del mundo. Paciencia y voluntad heroica, como
voluntad fuera de sí, de sí como ego totalizador, para enfrentar el sufrimiento presente y no
presente y trascender en la inmanencia del infinito en el Rostro de Otro, de quien daña y también
de quien ama. Esa es la verdadera bondad, y el deseo metafísico. La verdadera igualdad ante el
Padre, y que solo se enfrenta sin controlar, trascendiendo a la manifestación de la verdad oculta en
la historia visible. Esto es con responsabilidad ética, confiando en el más allá de este cuerpo
material, en atreverse a depositar la voluntad más allá de esta vida.

Para terminar, cito por última vez, el final del capítulo estudiado en este ensayo:

Es necesario remontarse hacia el fenómeno primero del tiempo, en el que se arraiga el


fenómeno del “aún no”. Es necesario remontarse hasta la paternidad sin la cual el tiempo
es sólo la imagen de la eternidad. Sin ella, sería imposible el tiempo necesario a la
manifestación de la verdad detrás de la historia visible (pero que sigue siendo tiempo, es
decir, que se temporaliza con relación a un presente situado en él mismo e identificable).
Se trata de la paternidad de la cual la fecundidad biológica no es más que una de las formas
y que, en tanto que efectuación original del tiempo, puede, entre los hombres, apoyarse en
la vida biológica, pero vivirse más allá de esta vida (p. 261).
Referencias

Levinas, E. (2002). Totalidad e Infinito, Ensayo sobre la exterioridad. Salamanca, España, Ediciones
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