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Artículo - Evangelización de Los Nuevos Areopagos PDF
Artículo - Evangelización de Los Nuevos Areopagos PDF
a nueva evangelización es uno de los cuños con los que el anuncio cris-
1
Cfr. JUAN PABLO II, Discurso al CELAM (III. Obispos para una renovada evangelización) Puerto
Príncipe (9 marzo 1983).
2
Cfr. BUBER, M., El eclipse de Dios, Salamanca: Sígueme, 2003, 42-43.
3
BENEDICTO XVI, Mensaje para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud 2011, n. 1.
4
Cfr. FISICHELLA, R., La nueva evangelización, Santander: Sal Terrae, 2012, 65-82.
5
BENEDICTO XVI, Primeras Vísperas en la Solemnidad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo (28 ju-
nio 2010).
6
Cfr. ARANDA, A., Una nueva evangelización. ¿Cómo acometerla?, Madrid: Palabra, 2012, 17-46.
7
Cfr. LÓPEZ-GAY, J., «Il rapporto tra la “nuova evangelizzazione” e la missione “ad gentes” se-
condo l’Enciclica “Redemptoris missio”», Seminarium 31 (1991) 91-105; GLIGLIONE, P., «La no-
zione di nuova evangelizzazione nel Magistero e la missione “ad gentes” secondo l’Enciclica “Re-
demptoris missio”», Seminarium 31 (1991) 35-55; LEHMANN, K., «Che cosa significa “nuova
evangelizzazione”», Communio 124 (1992) 63-70.
8
Cfr. Mc 16,15-20.
ba y tertuliaba. Nada de particular, salvo que fue el punto elegido por Pablo
para realizar el más importante de sus discursos en el corazón cultural del
mundo griego 9.
Fue precisamente Juan Pablo II quien hizo una radiografía de los nuevos
areópagos en los que hoy hemos de encaramarnos para poder comunicar a un
mundo sediento de verdad esta buena noticia que entraña el cristianismo. De-
cía así el Papa Woytiπa en su importante encíclica Redemptoris Missio: «existen
otros muchos areópagos del mundo moderno hacia los cuales debe orientarse
la actividad misionera de la Iglesia. Por ejemplo, el compromiso por la paz, el
desarrollo y la liberación de los pueblos; los derechos del hombre y de los pue-
blos, sobre todo los de las minorías; la promoción de la mujer y del niño; la
salvaguardia de la creación, son otros tantos sectores que han de ser ilumina-
dos con la luz del Evangelio. Hay que recordar, además, el vastísimo areópa-
go de la cultura, de la investigación científica, de las relaciones internaciona-
les que favorecen el diálogo y conducen a nuevos proyectos de vida. Conviene
estar atentos y comprometidos con estas instancias modernas» 10.
Desde esta descripción global de las diversas aristas de este perfil que ha
descrito Juan Pablo II, aparece a mi modo de ver un doble escenario que re-
clama la convocada nueva evangelización, de la cual se derivan dos tipos de
areópagos modernos. Uno sería de carácter interno eclesial en donde vivimos
entre la continuidad o las rupturas, la fidelidad o las traiciones al rico patri-
monio espiritual, teológico, cultural, sociocaritativo que hemos venido vivien-
do los hijos de la Iglesia. Y otro representaría el del mundo que nos observa
con desigual mirada y distinta intención, tratando de apoyar lo que represen-
ta el acontecimiento cristiano en la historia, su perenne y lozana novedad, su
función educadora y transformadora, mientras que otros pertenecientes a ese
mismo mundo se ensañan con una cristofobia y eclesiofobia que llega a ribe-
tes rayanos en la maldad calculada o en el esperpento subvencionado 11.
9
Cfr. Hch 17,16-34. Cfr. CALLOUD, J., «Paul devant l’Aréopage d’Athènes», Recherches de sciences
religieuses 69 (1981) 209-248; LEGRAND, L., «Areopagus Speech», en COPPENS, J. (ed.), La no-
tion biblique de Dieu, Gembloux: Duculot, 1976, 336-350; QUINZÁ LLEÓ, X., «Aproximación se-
miológica al discurso de Pablo en el Areópago (Hch 17,19-34)», Miscelánea Comillas. Revista de
Teología y Ciencias Humanas 41 (1983) 237-242.
10
JUAN PABLO II, Redemptoris Missio, 37.
11
Cfr. WEIGEL, G., Política sin Dios. Europa y América, el cubo y la catedral, Madrid: Cristiandad,
2005, 83-86; SCOLA, A., Una nueva laicidad. Temas para una sociedad plural, Madrid: Encuentro,
2007, 45-54.
12
BENEDICTO XVI, Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los Cardenales, Arzobispos, Obispos y Pre-
lados superiores de la Curia Romana (22 diciembre 2005).
13
SEBASTIÁN, F., Evangelizar, Madrid: Encuentro, 2010, 25-26.
14
Cfr. BENEDICTO XVI, Deus caritas est, 2.
15
BENEDICTO XVI, Homilía en la Santa Misa Crismal (5 abril 2012). Cfr. GIUSSANI, L., ¿Se puede
vivir así?, Madrid: Encuentro, 2007, 224.
Para entender ese desafío cultural y pastoral que tenemos delante, nos
vienen bien las palabras de Mons. Joaquim Wanke (Obispo de Erfurt, Alema-
nia oriental), en una carta que escribió el año 2000 sobre Ser Iglesia con actitud
misionera: «a nuestra Iglesia católica en Alemania le falta algo. No es el dine-
ro. Tampoco creyentes. Le falta la convicción de poder ganar nuevos cristia-
nos. Es nuestra carencia más dolorosa. En nuestras comunidades existe la idea
de que misión es algo para África o Asia, pero no para Hamburgo, Munich,
Leipzig o Berlín. En la normalidad de los casos confiamos, para el aumento
del número de cristianos, en el bautismo de los niños pequeños. Tengo la vi-
16
Cfr. JUAN PABLO II, Ecclesia in Europa, 9.
17
JUAN PABLO II, Redemptoris Missio, 32: «Hoy nos encontramos ante una situación religiosa bas-
tante diversificada y cambiante; los pueblos están en movimiento; realidades sociales y religio-
sas, que tiempo atrás eran claras y definidas, hoy día se transforman en situaciones complejas.
Baste pensar en algunos fenómenos, como el urbanismo, las migraciones masivas, el movimien-
to de prófugos, la descristianización de países de antigua cristiandad, el influjo pujante del Evan-
gelio y de sus valores en naciones de grandísima mayoría no cristiana, el pulular de mesianismos
y sectas religiosas. Es un trastocamiento tal de situaciones religiosas y sociales, que resulta difí-
cil aplicar concretamente determinadas distinciones y categorías eclesiales a las que ya estába-
mos acostumbrados. Antes del Concilio ya se decía de algunas metrópolis o tierras cristianas que
se habían convertido en “países de misión”; ciertamente la situación no ha mejorado en los años
sucesivos».
sión de una Iglesia que pueda volver a decir “bienvenidos” a nuevos cristianos.
En esos casos es importante a quién encuentran en la entrada y cómo son aco-
gidos» 18.
Tenemos estos dos interrogantes: Europa ¿ha dejado de ser cristiana o es
un territorio de misión? Habría que plantear la pregunta no de modo adver-
sativo, sino consecutivo: porque ha dejado de ser cristiana, se ha convertido en
tierra de misión. Esto nos permite dibujar con otros trazos y distinto color el
paisaje cristiano del viejo continente.
No obstante, cuando levantamos acta de cómo nos encontramos en la ac-
tualidad desde una perspectiva cultural y social, vemos que el proceso secula-
rizador ha ido mellando el paisaje de este viejo continente que tiene inequívo-
cas raíces cristianas. Esto significa que no nos encontramos únicamente con la
tarea de seguir nutriendo y madurando nuestro pueblo creyente, sino la de
preguntarnos misioneramente qué hacer ante un pueblo en el que ha queda-
do tan profundamente herido el sujeto cristiano.
Como bien se ha dicho, estamos ante un paisaje que se puede calificar
como neopagano imponiéndonos un post-cristianismo 19. El hecho de que
nos preguntemos sobre la realidad que conlleva eso de ser cristiano en medio
de una sociedad que ha dejado de serlo, nos impone una constatación que
indica un cambio notable de escenario como hemos indicado más arriba:
nuestra sociedad se ha secularizado, y más aún, sigue en curso su proceso de
secularización 20.
Podemos señalar cómo ha habido una tendencia desmontadora del cris-
tianismo cultural (no solo del cristianismo teológico y confesional), que par-
tiendo de los postulados de Auguste Comte, Ludwig Feuerbach y Friedrich
Nietzsche, se ha dado una deriva hacia todas las consecuencias de este último
abocando a un «nihilismo revestido de debilidad, sin asomo de tragedia; nihi-
lismo desencantado, al que el ideal del superhombre no le apetece nada» 21.
Tanto es así que alguien tan poco sospechoso hacia la benevolencia ante la se-
18
WANKE, J., Brief eines Bischofs aus den neuen Bundesländern über den Missionsauftrag der Kirche für
Deutschland, citado por BUENO DE LA FUENTE, E., «Los jóvenes, nuevo ámbito de la misión ad
gentes», Revista Misiones extranjeras 244 (2011) 449.
19
Cfr. la lúcida y audaz diagnosis que hace RATZINGER, J., Ser cristiano en la era neopagana, Madrid:
Encuentro, 2006.
20
Cfr. OVIEDO TORRÓ, L., La fe cristiana ante los nuevos desafíos sociales: tensiones y respuestas, Madrid:
Cristiandad, 2001, 19-107.
21
RUIZ DE LA PEÑA, J. L., Crisis y apología de la fe. Evangelio y nuevo milenio, Santander: Sal Terrae,
1995, 55.
cularidad como es Jürgen Moltmann, ha dicho que «jamás ha habido en las so-
ciedades ricas de este mundo tanta desorientación, resignación y cinismo, tan-
to autoaborrecimiento» 22.
El poeta inglés Th. Eliot hizo una descripción vigorosa y provocativa:
«parece que ha pasado algo que no había pasado nunca: aunque no sabemos
bien cuándo, ni por qué, ni cómo, ni dónde. Los hombres han dejado a Dios
no por otros dioses, dicen, sino por ningún dios; y eso no había ocurrido nun-
ca, que los hombres a la vez negasen a los dioses y adorasen a dioses, profe-
sando primero la Razón, y luego el Dinero, y el Poder, y lo que llaman Vida,
o Raza, o Dialéctica» 23.
Estos tres dioses de los que habla Eliot nos los encontramos en tantos po-
ros de la piel social de nuestro mundo actual. La cultura hedonista, nihilista,
relativista fomenta y exalta la entronización de estos tres dioses del dinero, el
sexo y el poder. Bastaría asomarse a las aspiraciones de tantos, tantísimos de
nuestros contemporáneos, a los círculos culturales que frecuentan, los progra-
mas televisivos que les hipnotizan, o las elecciones políticas que jalean y aplau-
den, para ver cómo ha arraigado esta idolatrización de la vida reduciéndola a
esos tres fetiches o amuletos del dinero-sexo-poder. Y estos dioses falsos que
desplazan al verdadero Dios, supone una anulación del hombre y una irreco-
nocible construcción del mundo y de la historia. En este sentido siempre
resultan proféticas las palabras de Henri de Lubac: «No es verdad que el hom-
bre, aunque parezca decirlo algunas veces, no pueda organizar la tierra sin
Dios. Lo cierto es que sin Dios no puede, en fin de cuentas, más que organi-
zarla contra el hombre» 24. Toda una radiografía final del ambiente de novedad
vetusta que describe en este momento de crisis multiforme el areópago cultu-
ral de nuestro mundo.
No obstante, la intención desmontadora del cristianismo se ha topado
con su propia caducidad cultural en esa pretensión. Tanto es así que nos en-
contramos con un regreso a lo religioso tras decenios y decenios de intento de
aniquilación de este ámbito. Y tal horizonte se sitúa entre las llamadas «me-
gatendencias» que ya se detectaban en los últimos años del siglo XX 25. Quizás
22
MOLTMANN, J., La justicia crea futuro, Santander: Sal Terrae, 1992, 12.
23
ELIOT, T. S., Poesías Reunidas 1909/1962, Madrid: Alianza, 1978, 182-183.
24
DE LUBAC, H., El drama del humanismo ateo, Madrid: Encuentro, 1990, 11; cfr. PABLO VI, Popu-
lorum progressio, 42.
25
Cfr. NAISBITT, J. y ABURDENE, P., Megatrends 2000. Ten new directions for de 1990’s, New York:
William Morrow, 1990.
Ante este panorama, con el doble desafío que para la nueva evangeliza-
ción tenemos frente a los dos areópagos (el cristiano-eclesial y el mundano-
neopagano), podríamos quizás desfondarnos y perder el horizonte de una
esperanza capaz de ser instrumento humilde para que el gran protagonista de
la historia, el Espíritu Santo, pueda seguir escribiendo en este capítulo de la
26
Cfr. KEPEL, G., La revanche de Dieu. Chrétiens, juifs et musulmans à la reconquête du monde, Paris:
Seuil, 1991.
27
SCOLA, A., Una nueva laicidad. Temas para una sociedad plural, Madrid: Encuentro, 2007, 15-16.
28
Cfr. RATZINGER, J. y HABERMAS, J., Dialéctica de la secularización. Sobre la razón y la religión, Ma-
drid: Encuentro, 2006, 43-44.
29
Cfr. SANZ MONTES, J., «De la pretensión de Babel a la gracia de Pentecostés. La espiritualidad
cristiana entre la moda y la perennidad», Communio 16 (1994) 233-256; TRÍAS, E., «Razón fron-
teriza y sentido del misterio», en DE HARO, F., Un mundo en transición. Conversaciones con Rémi
Brague, Eugenio Trías, Angelo Scola, Javier Martínez, Massimo Borghesi, Alejandro Llano, Javier Go-
más, Javier Prades, Madrid: Encuentro, 2010, 49-59.
30
Es la anotación que hace el filósofo italiano Massimo Borghesi, partiendo de la comparación en-
tre el final del Imperio Romano y el momento actual, en donde cristianos y paganos están fren-
te a un común desafío: cfr. BORGHESI, M., «Ambigüedad llena de oportunidades», en DE HARO,
F., Un mundo en transición. Conversaciones, 83-91.
31
Cfr. SANZ MONTES, J., «“Quaerere Deum” en la tradición franciscana», en RICHI, G. (ed.), La
búsqueda de Dios, fuente de la cultura, Madrid: Facultad de Teología San Dámaso, 2010, 109-124.
32
JUAN PABLO II, Novo Millennio Ineunte, 1.
33
Cfr. GIUSSANI, L., El Sentido Religioso, Madrid: Encuentro, 2008, 71-88.
34
Una buena síntesis de este importante ensayo de Giussani, lo encontramos en BORGHESI, M.,
«Sentido religioso y acontecimiento cristiano en Luigi Giussani», en ID., Secularización y nihilis-
mo. Cristianismo y cultura contemporánea, Madrid: Encuentro, 2007, 225-241.
35
PAVESE, C., El oficio de vivir, Barcelona: Seix Barral, 1992, 198.
36
PAVESE, C., El oficio de vivir, 290.
37
Fue objeto de un ensayo mío publicado en italiano: SANZ MONTES, J., Il cammino della speranza.
Dalla noia al desiderio, Torino: Marietti, 2009.
Pasar por alto las preguntas que nos constituyen o darlas por supuestas, signi-
ficaría abocarse a una propia incomprensión, o a una vivencia del hecho reli-
gioso como algo postizo, o abstracto, pero en cualquier caso sin incidencia en
la vida o con la fatiga de su impostura 38. Por eso podemos decir que este pun-
to de partida trata de rescatar lo más genuino del ser humano, ese punto que
fue el objeto del encuentro de Cristo con cada persona que encontraba, era la
pregunta decisiva que hallaba en Él la respuesta única adecuada. Es el tiempo
de la persona 39.
38
Cfr. GIUSSANI, L., El rostro del hombre, Madrid: Encuentro, 1997, 104.
39
Cfr. GIUSSANI, L., «È venuto il tempo della persona», CL Litterae Communionis 1 (1977) 12.
40
BENEDICTO XVI, Deus caritas est, 2.
41
RATZINGER, J., Fe, Verdad y Tolerancia, Salamanca: Sígueme, 2005, 121.
42
GIUSSANI, L., Los orígenes de la pretensión cristiana, Madrid: Encuentro, 2001, 9.
43
Cfr. GRELOT, P., Jésus de Nazareth, Christ et Seigneur, Paris: Cerf, 1997, 127-128.
44
CARRÓN, J., ¿Qué significa ser cristiano hoy?, Madrid: Encuentro, 2011, 37.
45
Cfr. SANZ MONTES, J., «Carácter comunional del ser humano», en ID., «Illum totaliter diligas»
(3 EpAg 15). La simbología esponsal como clave hermenéutica del carisma de Santa Clara de Asís,
Roma: Antonianum, 2000, 46-67.
46
Cfr. RATZINGER, J., La fraternidad de los cristianos, Salamanca: Sígueme, 2005.
47
Cfr. FAVALE, A. (ed.), Movimenti ecclesiali contemporanei. Dimensioni storiche teologico-spirituali ed
apostoliche, Roma: LAS, 1992; GONZÁLEZ, F., Los movimientos en la historia de la Iglesia, Madrid:
Encuentro, 1999; SICARI, A., Gli antichi carismi nella Chiesa, Milano: Jaca Book, 2001; RATZIN-
GER, J., Nuove irruzioni dello Spirito. I movimenti nella Chiesa, Cinisello Balsamo: San Paolo, 2006;
BLÁZQUEZ, R., «La Iglesia, “icono” de la comunión trinitaria», en ID., Iglesia, ¿qué dices de Dios?,
Madrid: San Pablo, 2007, 89-113.
48
Véanse las pertinentes reflexiones que hace Pedro Fernández en torno a esta dimensión eclesial
del cristiano analizando la unidad en la diversidad de: parroquia, vida consagrada y nuevos mo-
vimientos eclesiales. Cfr. FERNÁNDEZ, P., Sacramento del Orden. Estudio teológico. Vida y santidad
del sacerdote ordenado, Salamanca: San Esteban, 2007, 253s.
49
Cfr. SANZ MONTES, J., «La reducción racionalista en la teología y la actitud discipular del teó-
logo», Revista Española de Teología 60 (2000) 561-576.
50
Cfr. MERINO, J. A., El silencio de Dios y la rebelión del hombre. Filosofía, ciencia y religión, Madrid:
BAC, 2011.
51
Cfr. ROUCO, A. M., «Exigencia y compromiso del católico en la vida pública», en SERRANO, J.
F. (ed.), Católicos y Vida Pública, Madrid: BAC, 2010, 364-376.
52
Cfr. OLLERO, A., «El papel de los católicos en el debate cultural», en SERRANO, J. F. (ed.), Ca-
tólicos y Vida Pública, 31-45.
53
CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA, Para una pastoral de la cultura, Città del Vaticano: LEV,
1999.
54
Cfr. CENCINI, A., «Alcuni areopaghi della missione», Informationes S.C.R.I.S. 22 (1996) 20-146.
55
Véanse los trabajos breves pero lúcidos de MARÍAS, J., «Visión cristiana del hombre y filosofías
europeas», en BUTTIGLIONE, R. y otros, Cristianismo y cultura en Europa, Madrid: Rialp, 1992,
59-65; GRYGIEL, L., «Algunas características de la tradición cristiana en Europa», en BUTTI-
GLIONE, R. y otros, Cristianismo y cultura en Europa, 121-126; y LOBKOWICZ, L., «Cristianismo
y cultura en Europa», en BUTTIGLIONE, R. y otros, Cristianismo y cultura en Europa, 148-153.
56
Cfr. BENEDICTO XVI, Caritas in Veritate (2009), en donde fija la postura de la Iglesia en esa vo-
cación de construir para Dios un mundo verdaderamente humano, al hilo del magisterio de sus
predecesores PABLO VI, Populorum progressio y JUAN PABLO II, Centessimus annus.
57
ESPARZA, J. J., Los ocho pecados capitales del arte contemporáneo, Córdoba: Almuzara Editorial, 2007.
58
Cfr. BURGGRAF, J., ¿Qué quiere decir género?: en torno a un nuevo modo de hablar, San José de Cos-
ta Rica: Promesa, 2004; MARTÍNEZ, P. y LACALLE, M. (eds.), La ideología de género. Reflexiones crí-
ticas, Madrid: Ciudadela de los Libros, 2009; TRILLO-FIGUEROA, J., La ideología de género, Ma-
drid: Libros Libres, 2009; SCALA, J., La ideología de género: o el género como herramienta de poder,
Madrid: Sekotia, 2010.
59
Véase la tesis doctoral que dirigió la prof. Jutta Burggraf en la Facultad de Teología de la Uni-
versidad de Navarra: MARTÍN LUDEÑA, M., «La ideología de genero y su influencia en la teolo-
gía y en el ecumenismo», Excerpta e Dissertationibus in Sacra Theologia 57/4 (2011) 269-357.
CONCLUSIÓN
En los areópagos modernos vemos que son muchas las áreas a las que lle-
gar poniendo en ellas la luz del Evangelio y proseguir escribiendo con pluma
cristiana las páginas de cada generación. La gloria de Dios al que queremos
conocer y amar cada mañana más y más. La herida del hombre en todas sus
formas, que deseamos vendar y curar con el bálsamo de la ternura y de la mi-
sericordia. Los retos que nos plantea este mundo y sus culturas, con las que
queremos dialogar y ofrecer nuestro diagnóstico y nuestras certezas. Son mu-
60
RATZINGER, J., «Introducción», en CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta sobre la
atención pastoral a las personas homosexuales. Introducción y comentarios: card. Josep Ratzinger [et al.],
Madrid: Palabra, 2005, 3ss.
61
Puede verse la espléndida descripción del fenómeno en RATZINGER, J., Fede. Verità. Tolleranza. Il
Cristianesimo e le religioni del mondo, Siena: Cantagalli, 2003, 117-275. En el umbral de su elec-
ción como sucesor de San Pedro, tuvo una importante conferencia que aborda el mismo tema
desde la perspectiva europea y sus raíces: RATZINGER, J., L’Europa di Benedetto nella crisi delle cul-
ture, Siena: Cantagalli, 2005.
62
Cfr. BORGHESI, M., Secularización y nihilismo. Cristianismo y cultura contemporánea, Madrid: En-
cuentro, 2007, 46-68.
chas las áreas, en las que poder verter una manera concreta de ver la realidad,
de abrazarla, de acompañarla y hasta de salvarla. Es la manera católica, la pro-
pia de los hijos de Dios que se saben al mismo tiempo hijos de la Iglesia e hi-
jos de un tiempo, de una generación que no quiere renunciar a su fe. Una fe
que no solo saber hacerse adoración y escucha del Buen Dios, sino que tam-
bién –y por eso mismo– desea abrazar lo que ese Dios abrazó: la historia. En
el surco de la historia, dejar que nuestra fe católica se haga cultura, se haga po-
lítica, se haga arte, se haga solidaridad, se haga sociedad.
El espacio del tiempo es la coordenada histórica y vital en la que se de-
cide el testimonio que se nos pide a los cristianos como nuevo templo en don-
de adorar a Dios en espíritu y verdad, como decía Jesús 63, es el surco de la cir-
cunstancia en donde nuestra vida vive y convive, en donde Dios se hace
cercano o extraño y el hombre se hace prójimo o rival. Esa trama cotidiana
como espacio de la santidad personal y comunitaria es el leit motiv de aquella
profética, provocadora y admirable homilía que San Josemaría Escrivá pro-
nunció en el campus de la Universidad de Navarra durante una memorable
Eucaristía: «allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están
vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está el sitio de
vuestro encuentro cotidiano con Cristo. Es, en medio de las cosas más mate-
riales de la tierra, donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los
hombres (...) Debéis comprender ahora –con una nueva claridad– que Dios os
llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales, seculares de la vida hu-
mana: en un laboratorio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cá-
tedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de fa-
milia y en todo el inmenso panorama del trabajo, Dios nos espera cada día.
Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más co-
munes, que toca a cada uno de vosotros descubrir» 64.
Un encuentro personal con Cristo: esta es la verdadera dimensión que
define el acontecimiento cristiano en la historia 65. Pero tal encuentro será
siempre personal, no privado, y por tanto la vida nueva que suscita tal abrazo
63
Cfr. Jn 4,24.
64
SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, «Amar al mundo apasionadamente. Homilía pronunciada en el cam-
pus de la Universidad de Navarra (8-X-1967)», en ID., Conversaciones con Mons. Escrivá de Bala-
guer, Madrid: Rialp, 1989, 235-236.
65
«No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro
con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una
orientación decisiva» (BENEDICTO XVI, Deus caritas est, 2).
66
Cfr. Hch 4,32-34. «Qué bien pusieron en práctica los primeros cristianos esta caridad ardiente,
que sobresalía con exceso más allá de las cimas de la simple solidaridad humana o de la benigni-
dad de carácter. Se amaban entre sí, dulce y fuertemente, desde el Corazón de Cristo. Un escri-
tor del siglo II, Tertuliano, nos ha transmitido el comentario de los paganos, conmovidos al con-
templar el porte de los fíeles de entonces, tan lleno de atractivo sobrenatural y humano: mirad
como se aman (TERTULLIANO, Apologeticum, 39)», SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, Ma-
drid: Rialp, 2002, 225,2.
67
CARRÓN, J., ¿Qué significa ser cristiano hoy?, Madrid: Encuentro, 2011, 44.
68
Cfr. BLANCO, P., «Amor, verdad, belleza», en ID., Joseph Ratzinger. Razón y Cristianismo, Madrid:
Rialp, 2005, 208-217.
69
Cfr. RATZINGER, J., La belleza. La Iglesia, Madrid: Encuentro, 2007, 16.
70
CARRÓN, J., ¿Qué significa ser cristiano hoy?, 61-62.
Bibliografía
SANZ MONTES, J., «Carácter comunional del ser humano», en ID., «Illum to-
taliter diligas» (3 EpAg 15). La simbología esponsal como clave hermenéutica del
carisma de Santa Clara de Asís, Roma: Antonianum, 2000, 46-67.
SANZ MONTES, J., «La reducción racionalista en la teología y la actitud disci-
pular del teólogo», Revista Española de Teología 60 (2000) 561-576.
SCALA, J., La ideología de género: o el género como herramienta de poder, Madrid:
Sekotia, 2010.
SCOLA, A., Una nueva laicidad. Temas para una sociedad plural, Madrid: En-
cuentro, 2007.
SEBASTIÁN, F., Evangelizar, Madrid: Encuentro, 2010.
SICARI, A., Gli antichi carismi nella Chiesa, Milano: Jaca Book, 2001.
TRILLO-FIGUEROA, J., La ideología de género, Madrid: Libros Libres, 2009.
VON BALTHASAR, H. U., El complejo antirromano, Madrid: Madrid, 1981.
WEIGEL, G., Política sin Dios. Europa y América, el cubo y la catedral, Madrid:
Cristiandad, 2005.