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REFLEXIONES DE GERMAN BORREGALES EN 1968 LUEGO DE LA TRAICIÓN DEL DR.

RAFAEL CALDERA
AL PUEBLO VENEZOLANO AL CAMBIAR SU POSICIÓN POLÍTICA HACIA LA IZQUIERDA PRO-CUBANA.

Hay una constante en aparecer lo que no es, que me parece una señal inequívoca de cobardía y falta
de fe en sí mismo. Si la verdad, según Balmes es lo que es, el hombre también es lo que es, nada
más y nada menos. Uno es lo que es. Los elogios o los ataques no desmerecen esta situación que es
permanente. Lo importante es que el hombre tome conciencia de su propio valimiento y se deje de
estarce disfrazando presionado por las conveniencias y los intereses. La felicidad es una resultante
es estar viviendo y obrando de acuerdo con su propia conciencia. En cuanto se altera este orden el
hombre deja de estar tranquilo, vive lleno de temores y su viva esta signada por la angustia y la
inconformidad.

Las nuevas corrientes sociales, muchas de ellas plausibles y legitimas, son en su mayoría una
conspiración contra las tradiciones cristianas y nacionales del hombre y están configurando una
situación inaceptable y peligrosa para la comunidad y para la patria. Con el eslogan “cambio” nada
se considera digno si es viejo y todo se considera bueno, si es nuevo.

De acuerdo con esta apreciación de las cosas nuestros abuelos y padres son una rémora,
simplemente porque son viejos y los muchachos lo mejor, por el único merito que no es merito, de
que son jóvenes. Nada es bueno o malo por ser viejo o por ser joven. El hombre es bueno o es malo
por su propio merecimiento. Las virtudes no son una exclusiva de las edades, son el fruto del hombre
en la lucha perenne por hacerse una personalidad moral, irreprochable y pulquérrima.

Tampoco no es avanzado por ser procaz, asaltante o guerrillero al servicio aprobio exclusivante y
extranjero. El hombre es avanzado por la razón de la inquietud mental de una solidaridad con la
tragedia de los demás, de un amor a la humanidad y a sus buenas causas, de una solícita
preocupación por el bienestar de los pueblos, por su libertad y por su dignificación.

HAY QUE SER LO QUE SE ES

Lo más difícil en la vida es que el hombre pueda ser lo que es en realidad. Generalmente, los
hombres somos lo que otros quieren que uno sea. Por complaciente, por débil, por exceso de
amabilidad, el hombre se convierte en hoja que mese el viento de las pasiones de los otros, sus
conveniencias y sus intereses. Lo peor que le pueda suceder a un hombre es no ser lo que es, lo que
quiere o debe ser.

Estamos viviendo la época de las más fuertes innovaciones en la vida de los pueblos. Como un
huracán, mas demoledor que un ciclón antillano, la moda arrasa hoy con todo lo que en un día fue
motivo de satisfacción, honor de los pueblos, alegría de la consciencia y fundamento de la familia y
de la patria. Nada está quedando en pie. El respeto a los padres, el pudor de la mujer, la moderación
de las costumbres, la piedra de los templos, la nobleza y desprendimiento en el ejercicio de las
profesiones, la lealtad del amigo, la felicidad de las esposas, al amor a los hijos, el celo por el
cumplimiento de la palabra empeñada, el culto del deber, la obediencia del servicio, la discreción
de las palabras, la ética de los compromisos, el recato en el vestir, la responsabilidad, el honor, la
integridad de la soberanía nacional, la defensa de la persona humana, la caridad hacia el prójimo, el
amor a la humanidad.
Para muchos esas tradiciones cristianas de la vida son una rémora. Es decir, ser honrado, bueno,
patriota, respetuoso, honorable, honesto, valiente, buen hijo, bue padre, leal amigo, son prejuicios
que representan una era periclitada del oscurantismo.

Por contrapartida, ser descarado, ladrón, sacrilegio, vulgar, borracho, marihuanero, estafador, son
virtudes modernas que debemos practicar, seguir y acatar. La sotana del sacerdote, la bendición de
los hijos a los padres, el respetar lo ajeno, son cosas viejas, basura de la historia, atraso y retroceso
de tiempos superados.

Ante esa situación, desafiando al mundo, dispuesto a darle la pelea a unos y a otros son alardes
demagógicos de tradicionalismo a ultranza, yo me declaro inadaptado a esas innovaciones. Pero no
es que me confiese un inadaptado impasible, sino que me declaro alzado contra esas innovaciones,
creo mi guerrilla, tomo mi fusil, organizo la reacción más feroz contra todas esas innovaciones.

Si ser honrado, leal, moral, es una rémora, me defino ante todos como el hombre más reaccionario
de la humanidad.

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