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LA DEPENDENCIA EMOCIONAL EN LAS RELACIONES INTERPERSONALES

Isabel Rodríguez de Medina Quevedo. Universidad de Granada

Resumen

En el presente ensayo detallaremos si la imagen social creada del dependiente


emocional es la ofrecida por la cognición del grupo mayoritario. Revisáremos la
visión ofrecida por la literatura empírica actual sobre su conceptualización. A su vez,
se analizarán los factores sociales que la favorecen. Por último, se señalarán las
características psicológicas - conductuales remarcadas en las últimas publicaciones
empíricas y los efectos negativos/positivos en las relaciones interpersonales de los
individuos dependientes emocionales.

Palabras clave: Apego ansioso, dependencia, relaciones interpersonales,


afectividad.

INTRODUCCIÓN

“El instinto social de los hombres no se basa en el amor en la sociedad, sino en el


miedo a la soledad” (Arthur Shopenhauer)

La sociedad actual viene caracterizada por una mayor influencia de adicciones que
no solo conllevan el uso de sustancias psicotrópicas, sino otras propias de la
sociedad post-industrial, como por ejemplo: la comida, el sexo, la televisión, Internet,
etc. entre ellas las relacionadas con la dependencia emocional.

Goleman (1996) destacaba que existe un claro descenso de la competencia


emocional en las últimas décadas. Los jóvenes actuales sufren de mayores
problemas emocionales (aislamiento, insatisfacción o dependencia) y también de las
enfermedades más comunes del siglo XXI, como la ansiedad o la depresión.

Todas las patologías vienen derivadas de un malestar del sujeto, de un yo interno


inestable que se explota en las convicciones sociales, en una necesidad constante
de cariño y en la importancia del reflejo hacía los demás. Individuos con miedo a la
instropección que determinan a las otros como su fuente de gozo y de ser. Ellos son
lo que los demás quieren y con miedo cubren los espejos con sábanas para no ver
su reflejo. No saben estar consigo mismo y requieren de un contacto continuo social
que le sirven como sábanas que tapan su reflejo en el espejo.

Si las drogas existen para desinhibir al individuo de su propio self, la dependencia


emocional también. La sensación de sentirse amado (Jaak Panksepp, 1998) se
asemeja al placer de los opiáceos. Es decir, toda relación amorosa positiva provoca
en los circuitos cerebrales la misma sensación de placer que las drogas más
sintéticas. La gratificación del drogadicto con su droga se reproduce de forma
biológica igual que el placer de sentirnos conectados con las personas amadas.

El sentirse querido, deseado, mimado, preocupado por otro ser, no sólo es una
función básica, la social, sino que representa una gran cuestión existencial en

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nuestras vidas. Sin embargo, el deseo a veces se transforma en una sensación


demasiada dolorosa, apática y destructiva, transformando una acción racional y
positiva en una emanación de sentimientos negativos y patología.

DESARROLLO

Concepto

Cuando hablamos de dependencia emocional, ¿Cuál es su imagen? Mayormente se


imaginan que son personas pasivas y obedientes, intentando complacer a los
demás. Individuos inseguros e indecisos que no pueden tomar cualquier idea
racional sin el apoyo de los demás.

Primeramente, es importante destacar que la dependencia emocional es diferencial


al trastorno de apego ansioso descrito por Bowlby (1958), el trastorno límite de
personalidad, la adición al amor o la sociopatría.

Son variadas las definiciones que la literatura ofrece, a nuestro parecer, y la más
sencilla a su vez, vendría derivada por la siguiente afirmación: son personas con un
concepto del self paupérrimo e ineficaz buscándolo en los demás. La dependencia
emocional se concibe como una sobredependencia en una relación interpersonal,
afectando a la visión de uno mismo (self) y a la de los otros (Valor et al., 2009).

Otros autores destacan su carácter de enganche o adición. La dependencia


emocional son comportamientos adictivos hacia otras personas produciendo
asimetrías de rol (Villa & Sirvent, 2009). Por último, Jorge Castelló (2010), el autor
español que mayor revisión ha realizado sobre la temática, atiende a los
componentes afectivos y conductuales, definiéndola como un “patrón persistentes
de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir
desadaptativamente con otras personas”.

Desarrollo de la dependencia emocional

La dependencia emocional se desarrolla en el individuo según diversos factores. La


mayoría de los estudios (Bornstein, 1992; Schore, 1994; Castello, 2000; Goleman,
2006; Bornstein, 2011) lo asocian a la sobreprotección de los padres, sin importar la
cultura. Es decir, el autoritarismo parental se vincula con la generación de
dependencias en los niños, adolescentes y adultos. Si en las relaciones parentales
no se ocasiona la capacidad de ofrecer al niño comportamientos independientes y
autónomos, sobreprotegiendo y evitando todo acto de construcción de su ser por si
mismo (en especial en la adolescencia), el individuo tiene una alta probabilidad de
engendrar una dependencia emocional hacia los demás. Es decir, la incapacidad de
que el infante se desarrolle autónomamente y aprenda por ensayo – error durante
este período crítico.

Las modalidades de padres autoritarios se relacionan con el apego inseguro


denominado por Bowlby (1958), donde el niño es muy dependiente de su figura
paternal, teniendo una ansiedad y miedo constante de separación.

La teoría de Schore (1994) destaca la importancia de las relaciones interpersonales


(como la anteriormente citada de los padres) en la remodelación del cerebro. A
través de la afirmación, mundialmente reconocida, de la teoría de la

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neuroplasticidad, Schore (1994) nos muestra que el cerebro va moldeándose


significativamente, movilizando circuitos neuronales, por personas cercanas y
relaciones interpersonales, en especial las negativas. Así pues, una mala
experiencia amorosa o familiar puede provocar una desconfiguración en nuestro
sistema cerebral.

Una vez definido el estilo de apego durante la infancia se desarrolla similarmente en


la edad adulta, manteniéndose estable e influyendo en nuestras relaciones
interpersonales. Si se produce un apego inseguro florecerá incorrectamente la
corteza orbifrontal (Goleman, 2006) limitando la capacidad de regulación de
emociones inquietantes como: miedo, enfado, etc.

Las características del niño con apego inseguro son muy similares a las del
dependiente emocional buscando la proximidad y con desasosiego a perderla. La
dependencia emocional tiene una relación directa con el apego ansioso, pero a la
viceversa no se produce (Castello, 2000).

Shaver (1999, citado en Goleman, 2006), aplica la teoría del apego de Bowlby
(1958) a las relaciones interpersonales adultas, identificando variadas tipologías.
Aproximadamente el 20% de las parejas caen en relaciones ansiosas, personas
indignas de amor que se preocupan excesivamente por el paradero de su pareja y
se encuentran en un vacío sin ellas. Tienen grandes sentimientos de sufrir
abandonos y una obsesión ruminante excesiva. No solo se aplica a las parejas, sino
que experimenta sensaciones similares en las relaciones amistosas y familiares.
Esta preocupación excesiva en mantener la relación interpersonal produce un
ausencia de felicidad y confianza proclive de una ruptura inmediata.

Por otro lado, el rechazo produce dependencia interpersonal. Todos esperamos


conectar con las personas que intervienen en el transcurso de nuestra vida. Cuando
en una relación no se presta la suficiente atención, un individuo no asume su parte
de compromiso, se genera siempre un sentimiento de desamparación que puede
favorecer dependencias emocionales. Este sentimiento negativo tiene un origen
neuronal situado en la corteza cingulada anterior (CCA) siendo la misma región que
se activa cuando se produce un daño físico (Goleman, 2006). Por lo tanto, cuando
se produce el rechazo social se activan los mismos circuitos cerebrales que avispan
de un posible daño físico. Por esta razón, el cerebro se ha modulado de tal forma
que el dolor de la perdida de un ser querido o de la exclusión se asemeja
cognitivamente al impacto físico: “me han partido el corazón”, “se me fue la vida”.

Características de los dependientes emocionales

Los dependientes emocionales son individuos muy motivados a complacer a otras


personas para lograr protección y apoyo. Generalmente, reúnen un perfil psicológico
donde se dejan influir, significativamente, por las opiniones de los demás para
cumplir sus expectativas y deseos. Sin embargo, cuando el individuo adquiere el rol
de complacer a un compañero o la figura de autoridad, normalmente, el dependiente
optar por complacer a la autoridad (Bornstein, 1992), ya que es el personaje capaz
de ofrecer mayor orientación, apoyo y protección. Por esta razón, podemos
generalizar que presentan un déficit de habilidades sociales, con ausencia de
asertividad, un alto índice de egoísmo y una exclusividad impuesta.

Los dependientes emocionales requieren de apoyo incondicional manifestando


actitudes extrínsecas para poder recibir la búsqueda de ayuda. Su rol en la mayoría

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de las ocasiones es de subordinado o antidependiente, ejerciendo, a veces, un


papel pseudoaltruistra o de rescatador.

El perfil diferencial, muestra que tienen un acusado anhelo de estar con las
personas que quieren (“craving”) experimentando emociones negativas cuando no
sienten su cercanía, como el dependiente del tabaco cuando no tiene un cigarro
(abstinencia). Esta razón de adherencia produce que los sujetos dependientes
emocionales adquieran dificultad para romper las ataduras, produzcan una amplía
gama de emociones negativas, sean hiperdependientes de las relaciones
interpersonales , y finalmente, una pseudosimbiosis (estar incompleto sin el otro). A
su vez, esa dependencia tan parasitaria, produce que tengan una gran claustrofobia
hacia la soledad.

En consideración a las relaciones amorosas, presentan una acusada ilusión al


principio, idealizando al compañero, siendo primordial en su vida (después de una
relación buscan otra inmediatamente) y remarcando la exclusividad.

El dependiente emocional transforma el amor en dolor, el placer en disgusto. Su


mayor defecto a nuestro parecer, es su escasa estima, la preocupación excesiva por
los demás, obviando el ítem más relevante del ser, su persona. Ante la siguiente
tesitura es fácil poder deducir que los sentimientos se encuentran a “flor de piel” en
sus relaciones y que la indiferencia o la ruptura pueden llegar a ser más dañinas que
para el resto de los individuos. El rechazo es la principal fuente de dependencia
emocional en las relaciones interpersonales. A nadie le agrada la idea de ser
repudiados u alejados. En algunos casos para mitigar ese dolor, los dependientes
acuden al alcohol u otras drogas permitiendo calmar químicamente su enojo,
ansiedad o depresión, ayudando a sosegar cogniciones que le atormentan.

En resumen, Villa y Sirvent (2009) definen tres componentes generales: adictofílicos


(relacionados con los comportamientos propios de las adicciones), vinculares
(patologías en la relación), cognitivo – afectivo (mecanismos de
negación/autoengaño, sentimientos negativos, integridad del yo).

En relación a la diferencia entre géneros. Las mujeres generan mayores niveles de


dependencia emocional que los hombres sobre auto – informe, pero los hombres
sobre medidas proyectivas (Bornstein, 1992). A su vez, la mayoría de víctimas de
violencia de género suelen destacar como dependientes (Valor et al., 2009). Esta
última tesitura puede ser explicada a través de las diferenciaciones de roles de
género según la cultura.

Ninguno de estos problemas, si se consideran aisladamente, es lo bastante


poderoso cómo para denominarlo patología o causar una gran problemática en el
ser. Pero si se consideran en conjunto, es un indicador de unos cambios en la
sociedad que está consiguiendo envenenarla y que conlleva la dependencia
emocional.

Aunque, la dependencia interpersonal a menudo tiene un impacto negativo sobre las


amistades, el amor e impide el éxito profesional es beneficiosa para: el cumplimiento
de los regímenes de tratamiento (Bornstein, 2011), un rendimiento mayor en la tarea
para complacer al superior, e inferir de un modo superior en la orientación y apoyo
hacía los demás (Bornstein, 1992).

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CONCLUSION

La dependencia emocional es un trastorno emocional de los individuos que afecta,


en especial, a su self y estima en las diferentes relaciones personales. La mayoría
de estudios muestran como las relaciones primerizas son las generadoras de
nuestras futuras actuaciones interpersonales, siendo la más relevante la paterno –
filial. Cuando se favorecen relaciones de apego ansioso el cerebro se modela y
derivarán en un individuo con dependencia emocional. A su vez, el rechazo o
discriminación puede producir una dependencia.

Aunque los diferentes manuales relevantes de la Psicología no recogen esta


patología, los sujetos diagnosticados sufren de una gran dolencia psíquica. El amor
y el cariño, uno de las afecciones más positivas, se convierte en una fuente de dolor
y angustia, provocando una constante infelicidad y vacío existencial.

Es necesario, que los manuales que rigen la actual Psicología Clínica abarquen la
dependencia emocional, buscando programas cognitivos – conductuales o de otra
tipología que mejoren la calidad de vida de los seres que la padecen y medrando, a
su vez, las relaciones interpersonales en todos los ámbitos.

BIBLIOGRAFIA:

Allan Schore (1994). Affect Regulation and the Origin of the Self: The Neurobiology
of Emocional Development. Hillsdale (NJ): Lawrence Erblaum.

Bornstein, R. F. (1992). The dependent personality: Developmental, social, and


clinical perspectives. Psychological Bulletin, 112(1), 3.

Bornstein, R. F. (2011). An interactionist perspective on interpersonal dependency.


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Bowlby, J. (1958). The nature of the child´s tie to his mother. Internacional Journal of
Psychoanalysis, 39, 350-373.

Castello, J. (2010). Dependencia emocional. Características y Tratamiento.


Barcelona: Psicología Alianza Editorial.

Castello Blasco, J (2000). Análisis del concepto "dependencia emocional”, Congreso


Virtual de Psiquiatría.

Goleman D. (1996). Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós

Goleman, D. (2006). Inteligencia social. Barcelona: Kairós.

Panksepp, P. (1998). Affective Neuroscience: The Foundations of Human and


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Villa Moral, M. y Sirvent, C. (2009). Dependencia Afectiva y Género: Perfil


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