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Balantidiosis: Balantidium coli

La balantidiasis (o balantidosis) es una infección producida por el protozoario ciliado


Balantidium coli, capaz de infectar, además de humanos, a cerdos, primates y otros animales.
A pesar de que es cosmopolita, no está bien definida su prevalencia, aunque se ha asociado a
la presencia de animales. Es importante considerar la cercanía de humanos con animales, por
ejemplo, aquellas personas que trabajan en zoológicos, rancherías, el campo, etc. La infección
intestinal hace de la balantidiasis una parasitosis en la cual influye la higiene, pues se transmite
por un mecanismo fecal-oral; cabe aclarar que hay otras enfermedades que son parecidas a
esta infección.

Taxonomía
Reino: Protista
Filo: Ciliophora
Clase:Litostomatea
Orden: Trichostomatida
Familia: Balantidiidae
Género: Balantidium
Especie: B. coli

Epidemiología
La balantidiasis no es muy común en humanos, aunque que está muy distribuida en todo el
mundo, así que cabe decir que es de distribución cosmopolita. Aunque la prevalencia es de
0.02 a 1%, en realidad no es un microorganismo muy patogénico y varía de una región a otra,
la mayor prevalencia se encuentra en Filipinas, Papúa-Nueva Guinea, Latinoamérica, este de
Irán y, en general, áreas del Medio Oriente. Nueva Guinea tiene una prevalencia entre los
criadores de cerdos de 28% y entre los pobladores del Altiplano Boliviano es de 29%. No es tan
frecuente como la amibiasis, aunque se han identificado brotes en varios países. La parasitosis
se ve más favorecida en zonas tropicales o pobres y de escasa urbanización, en presencia de
cerdos parasitados y otros animales. Entre los animales que pueden infectarse con Balantidium
coli se encuentran chimpancés, primates, ratas, cobayos y, desde luego, el cerdo.
Los lugares que se han reportado con mayor parasitación son Filipinas, Bolivia y Papúa-Nueva
Guinea. En México se han informado casos de infección en niños. Las prevalencias de
infección varían de 1 a 5%.
Entre los factores que conducen a la balantidiasis humana se encuentran los siguientes:
• Contacto entre cerdos y humanos.
• Deficiente infraestructura sanitaria en las comunidades; es de gran importancia que exista
disposición adecuada del excremento de cerdos y humanos que puedan contaminar el
ambiente, sobre todo las fuentes de agua y los cultivos agrícolas.
• Climas tropicales y subtropicales, donde el calor favorece la sobrevivencia de los quistes.

Ciclo biológico
La fase infectante de B. coli al humano es el quiste y ocurre cuando la persona ingiere
alimentos y bebidas contaminadas (figura 11-4). Una vez que el parásito llega al estómago, la
pared quística es destruida pero emerge el trofozoito, el cual se desplaza con gran movilidad
debido a la presencia de los cilios hasta alcanzar el intestino grueso; en la luz intestinal se
divide en repetidas ocasiones por fisión binaria o por conjugación. Si encuentra un ambiente
deshidratado su enquistamiento se ve favorecido, de manera más específica a nivel de recto y
sigmoides. Debido al peristaltismo, el quiste es expulsado junto con las heces. Si las
evacuaciones son diarreicas, la fase del parásito expulsado es el trofozoito, debido a que un
ambiente hidratado favorece su presencia y no alcanza a enquistarse (figura 11-5). El ciclo se
completa si el individuo parasitado realiza la secuencia mano-ano-boca, es decir, de forma
directa como sucede en los niños o al comer alimentos sin lavarse las manos (autoinfección
externa).

Transmisión
Es posible que el fecalismo a ras del suelo favorece la transmisión a animales como el cerdo y
orangutanes, entre otros. La transmisión puede ocurrir cuando animales como cerdo,
chimpancé, rata u otro, elimina al parásito, lo diseminan en el ambiente y contaminan a
humanos.

Patogenia-Patología
Mecanismos patogénicos
Sus mecanismos patogénicos son mecánicos y líticos. Para los primeros, el parásito posee
gran movilidad por sus cilios; si a esto se añade que es un parásito muy grande, el resultado es
el movimiento del trofozoíto y sus choques con la pared intestinal estimulan el parasitismo de
forma tal que no hay tiempo para que se absorba el agua y las heces se eliminan líquidas
(diarrea). A nivel lítico, en Balantidium coli se ha demostrado la presencia de hialuronidasa.
Es posible que otras enzimas contribuyan a destruir tejidos. También se observa gran
eliminación de moco y, si las lesiones llegan a vasos sanguíneos, entonces aparece diarrea
con moco y sangre (disentería). Balantidium coli ulcera la mucosa intestinal de manera intensa.
Las úlceras son planas y redondas, con aspecto aftoso y tamaño variable.

Las hemorragias se deben a la invasión vascular, con bordes edematizados. En la lesión hay
escasa infiltración de neutrófilos, linfocitos y eosinófilos. Balantidium coli es muy virulento, tiene
la capacidad de atravesar la pared intestinal y provocar peritonitis, o también puede cruzar
pulmón, hígado, ganglios mesentéricos y apéndice. Se ha demostrado que los trofozoítos de
cepas se adaptan y reproducen con mayor rapidez y generan más síntomas.
Entre las condiciones de los humanos que promueven la parasitación se encuentran
hipocondrio o aclorhidria gástrica, infección crónica, desnutrición, alcoholismo y dieta del
huésped rica en carbohidratos y pobre en proteínas.

Cuadro Clínico
Existen algunos factores que favorecen la infección por Balantidium coli, como son el estado
nutricional del paciente, aclorhidria, alcoholismo o cualquier enfermedad crónica, así como la
flora bacteriana intestinal y la carga parasitaria.
El periodo de incubación varía de días a semanas; según Swartzwelder, en la balantidiasis
existen tres formas clínicas:
1. Asintomática. Se reconoce con más frecuencia en pacientes psiquiátricos y hospitales.
2. Crónica. La diarrea alterna con estreñimiento y las heces muestran moco sin sangre; hay
náuseas, vómito, anorexia, cefalea y astenia.
3. Aguda. Se identifican disentería y múltiples deposiciones de sangre y pus, acompañadas de
náuseas, dolor abdominal, tenesmo y pérdida de peso, pujo, úlceras, fiebres, malestar general,
deshidratación y postración.
En forma fulminante ocurren deshidratación, deterioro del estado general y la muerte. En los
lugares donde existe más balantidiasis predominan las formas asintomática y crónica. En
ocasiones se informa abdomen agudo quirúrgico por perforación o apendicitis aguda que
produce la muerte del paciente. También se ha reportado colitis crónica y poliposis inflamatoria
de recto y sigmoides, así como una masa intrapulmonar (Ladas, 1989).

Diagnóstico
B. coli tiene una morfología que permite su fácil identificación, ya que es de gran tamaño y
además presenta una movilidad en espiral característica suya; asimismo, en preparaciones en
fresco son fácilmente identificables con una baja resolución del microscopio (x 100). La colecta
de estas muestras se lleva a cabo a partir de heces diarreicas, las cuales quizá contengan a los
trofozoítos, aunque dicha recolección debe realizarse por varios días, ya que la excreción del
parásito puede ser errática, y si las heces son sólidas o semisólidas, suele encontrarse a los
quistes. Es importante reunir los datos clínicos, por ejemplo, la presencia de disentería es un
signo de gran valor. En el laboratorio se realizan exámenes en fresco de las heces y cultivos
similares a los de E. histolytica. La endoscopia y la biopsia son de utilidad
(rectosigmoidoscopia, inmunofluorescencia indirecta y hemaglutinación indirecta).

Tratamiento
Los medicamentos más suministrados son los que se muestran en el cuadro 11-1; las
tetraciclinas son el antiparasitario de elección. Hay evidencias de que la nitazoxanida (un
antiparasitario de amplio espectro), administrada junto con un antihelmíntico, puede constituir
otro tratamiento eficaz para la balantidiasis.

Prevención:
Para evitar esta infección se requiere seguir las reglas de higiene personal, ya que el agua
potable tiene la cantidad de cloro necesaria para la eliminación de este microorganismo,
aunque se ha observado que no se elimina al quiste de Balantidium. Es necesario lavarse las
manos antes de comer y después de ir al baño, pero sobre todo de inmediato después de la
manipulación de animales, principalmente cerdos, primates y roedores. Debe omitirse al
máximo el contacto con animales (cerdo y primates), para lo cual los trabajadores de los rastros
y zoológicos deben usar el equipo necesario para protegerse: batas, guantes, cubrebocas,
cofias o gorros.

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