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Athenea Digital - núm.

15: 39-55 (primavera 2009) -ARTÍCULOS- ISSN: 1578-8946

Celos y emociones: Factores de la relación


de pareja en la reacción ante la infidelidad

Jealousy and emotion: how partners react


to infidelity
Jesús M. Canto Ortiz; Patricia García Leiva y Luis Gómez Jacinto
Universidad de Málaga

jcanto@uma.es
patricia@uma.es
jacinto@uma.es

Resumen Abstract
Esta investigación está orientada a conocer las This present study explores the differences between
diferencias entre hombres y mujeres en las situaciones women's and men's responses to (hypothetical)
desencadenantes de celos y cómo estas reacciones infidelity, and how these responses are influenced by
son afectadas por ciertas características de las the characteristics of the couple's relationship. 372
relaciones de pareja. 372 personas (250 mujeres y 122 subjects completed questionnaires (a) itemising their
hombres) que han participado en esta investigación jealous reaction to a partner´s hypothetical infidelity
responden ante una hipotética infidelidad de su pareja (emotional or sexual); and (b) the state of their
(infidelidad emocional e infidelidad sexual) con un relationship. A survey of 250 women and 122 men
supuesto rival y a un cuestionario sobre ciertos revealed that the women reported higher intensity of
aspectos de su relación de pareja. emotional distress than the men. in regard to both
emotional and sexual infidelity. There were no
Los resultados revelan que las mujeres experimentan significant differences between men and women in their
una mayor intensidad emocional que los hombres reports of which infidelity troubled them more: both
cuando piensan sobre la infidelidad de su pareja, ya genders are troubled more by emotional infidelity. We
sea emocional o sexual. No hay diferencias importantes also report the influence that the type of relationship
entre hombres y mujeres en cuanto al tipo de has on the emotions provoked by the infidelity.
infidelidad que más les molesta: la infidelidad
emocional. Además se ha analizado la influencia del
tipo de relación de pareja que mantienen los
participantes en la experiencia emocional provocada
por la infidelidad.

Palabras clave: Celos; Infidelidad emocional; Keywords: Jealousy; Emotional jealousy; Sexual
Infidelidad sexual; Emociones jealousy; Emotions

Introducción

El análisis de las emociones ha suscitado en las últimas décadas un interés cada vez más creciente en
la Psicología social (Ovejero, 1999). Incluso la Psicología social de corte más individualista ha

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Celos y emociones: Factores de la relación de pareja en la reacción ante la infidelidad

comprendido que no es posible ignorarlas si tiene como objetivo explicar la conducta humana (Gilbert,
Fiske y Lindzey, 1998). La perspectiva dominante en el estudio de las emociones (Fernández-Abascal,
Jiménez y Martín, 2003), partiendo de presupuestos psicobiológicos e inspirados en los estudios de
Darwin (1872), tuvo como propósito investigar las emociones universales, la búsqueda de indicadores
emocionales universales (Ekman, 1992) y los intentos de identificar las emociones con determinados
estados de activación del organismo (Damasio, 1996). Así, desde esta perspectiva los aspectos
fisiológicos de las emociones constituyeron el principal centro de atención. Sin embargo, cada vez más
se reconoce la necesidad de tener también en cuenta sus componentes cognitivos, lingüísticos, sociales,
culturales e históricos. Las emociones, de hecho, son al mismo tiempo una experiencia somática,
cognitiva, social y cultural (Parrott y Harré, 1996; Ovejero, 2000).

La importancia de la dimensión social y cultural en las emociones asigna un papel muy significativo al
proceso de socialización a la hora de influir en su estructura y en su función. El contexto cultural influye
en las emociones, forma parte de ellas, de tal modo que adquieren su significado real en situaciones
interpersonales hasta el punto que son construidas socialmente (Harré, 1986). Desde una perspectiva
socioconstruccionista, sin negar la existencia de emociones básicas de carácter universal (Armon-Jones,
1986), las emociones han de ser consideradas fenómenos complejos, entre cuyos elementos esenciales
estaría un conjunto de creencias, juicios y derivados del sistema de creencias, principios y valores
morales propios de un grupo social, de tal modo que este sistema de creencias y valores que caracteriza
a cada emoción es aprendido y adquirido por los individuos a través del proceso de socialización.

Debido al interés que comenzó a mostrar la Psicología social por el análisis de las relaciones amorosas
(Yela, 2000; Pines, 2003) y debido, también, al papel que desempeñan los celos como uno de los
factores causales en la violencia de género (Corsí, 2003), se ha iniciado recientemente una línea de
investigación con el propósito de analizar los celos que se producen en las relaciones románticas
(Salovey, 1991; Barrón y Martínez, 2001; García-Leiva, Gómez-Jacinto y Canto, 2001, Gómez-Jacinto,
Canto y García-Leiva, 2001). Los celos son una emoción compleja negativa. Surgen ante la sospecha
real o imaginada de una amenaza a una relación considerada valiosa. Pines (1998) define los celos
como una respuesta a lo que se percibe como una amenaza que se cierne sobre una relación
considerada valiosa o sobre su calidad. Entendidos como una emoción, los celos son una respuesta que
nos alerta de que una relación que queremos mantener está siendo amenazada.

Una importante línea de investigación analiza las diferencias entre hombres y mujeres en su forma de
experimentar los celos, según el tipo de infidelidad de su pareja (Buss, 2000). Desde una perspectiva
evolucionista, una serie de estudios llevados a cabo por David Buss y colaboradores (Buss, 1992; 1994;
Buss, Larsen, Westen y Semmelroth, 1992; Buss, Shackelford, Kirkpatrick, Choe, Lim, Hasegawa,
Hasegawa y Bennett, 1999) obtuvieron que los hombres se sienten más preocupados que las mujeres
por una hipotética infidelidad sexual de sus parejas y que las mujeres se sienten peor que los hombres
ante una hipotética infidelidad emocional. Los psicólogos evolucionistas recurren a la predisposición
genética para explicar estas diferencias entre hombres y mujeres. Los celos serían un mecanismo que
tendría como finalidad el mantenimiento de la relación con la pareja. Al ser muy frecuente la infidelidad
entre los seres humanos, los celos actuarían como una señal de alarma ante una posible amenaza; de
hecho la infidelidad tiene lugar en todas las culturas y en todas las épocas y suele ser la principal causa
de divorcio y maltrato conyugal (Buss y Shackerford, 1997). Para los psicólogos y psicólogas
evolucionistas, las diferencias encontradas entre mujeres y hombres son debidas a los diferentes
problemas adaptativos que han tenido que afrontar durante el curso de la evolución para garantizar el

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Jesús M. Canto Ortiz; Patricia García Leiva y Luis Gómez Jacinto

éxito en la supervivencia y la transmisión de los propios genes. Basándose en la teoría de inversión


parental de Robert Trivers (1972), la psicología evolucionista sostiene que existen importantes
diferencias entre hombres y mujeres en la cantidad de energía que invierten en la reproducción de sus
genes y en el grado de seguridad de tal inversión. Los hombres, que pueden fecundar a un número
indeterminado de mujeres ya que disponen de la capacidad de generar una cantidad elevada de
espermatozoides, realizan una menor inversión de energía que las mujeres para la reproducción con
éxito de sus genes. Sin embargo, en las mujeres el periodo de gestación (nueve meses) determina la
posibilidad de reproducción de sus genes, por lo que realizan una mayor inversión de energía para este
fin: una vez que el óvulo ha sido fecundado, las posibilidades de reproducción de sus genes quedan
reducidas al éxito del zigoto en curso. Esta diferencia de inversión entre hombres y mujeres hace que los
primeros utilicen con más probabilidad estrategias sexuales primando más la cantidad de relaciones
sexuales, mientras que las mujeres se implican más en estrategias sexuales que aseguren la
probabilidad del éxito reproductivo centrando sus recursos sobre un número reducido de descendientes.
Además, existirían, según Robert Trivers (1972), diferencias importantes entre los hombres y las mujeres
en cuanto al grado de seguridad en la inversión parental que se llevaría a cabo tras la fecundación de un
óvulo. La mujer siempre tendría la certeza de que el hijo que espera es suyo, y que, por lo tanto,
perpetuaría sus genes, mientras que para que el hombre se sienta igual de seguro de su paternidad
debe vigilar y controlar el comportamiento sexual de su pareja, asegurándose que, antes de ser la mujer
fecundada, sólo ha mantenido relaciones sexuales con él. Así, pues, en los hombres los celos
constituirían un mecanismo de alerta ante las amenazas a la seguridad de su paternidad. Sin embargo,
para las mujeres la principal amenaza para su cría es que su pareja desvíe recursos hacia las crías de
otras mujeres con las que mantiene relaciones. De ahí que las mujeres evolucionarían hacia los celos
emocionales porque la infidelidad más amenazante para sus hijos consistiría en que el hombre dirigiera
sus recursos a otra mujer y a otros hijos. Las mujeres, con el fin de tener un compañero que le
garantizara los recursos para el cuidado de su prole, requerirían de una pareja que fuera fiel
emocionalmente. Por su parte, la evolución de los hombres hacia los celos sexuales tiene que ver con el
intento de garantizar la paternidad y tener certeza de que las inversiones en la prole lo son en los propios
genes. Así, pues, los hombres para garantizar la transmisión de sus genes necesitarían una pareja
sexualmente fiel y así evitar el riesgo de invertir en un hijo que no fuera suyo (Buss, 2000). Para la
Psicología evolucionista (Pinker, 1997), la mente humana estaría compuesta por distintos módulos, cada
uno de ellos diseñados por la selección natural para resolver un problema adaptativo de nuestros
ancestros. En el ser humano habría, por lo tanto, un módulo innato específico de naturaleza dimórfica
para tratar las situaciones de celos en hombres y en mujeres, responsable de las reacciones
emocionales, cognitivas y conductuales ante los distintos tipos de infidelidad.

Desde una perspectiva cultural (DeSteno y Salovey, 1996; DeSteno, Bartlett, Braverman y Salovey,
2002; DeSteno, Valdesolo, y Bartlett, 2006); Harris, 2000; 2003a; 2003b; Harris y Christenfeld, 1996a;
1996b; Hupka, 1981; 1991; Hupka y Bank, 1996) se han ofrecido explicaciones alternativas que sitúan el
origen de tales diferencias entre hombres y mujeres en el proceso de socialización diferencial y en la
influencia social y cultural. Las diferencias entre hombres y mujeres serían explicables desde las
diferentes adscripciones de unos y otros a las normas y roles de género dominantes en un contexto
ideológico determinado. Las diferencias sexuales serían producto de las diferentes expectativas que
hombres y mujeres atribuyen al comportamiento social (Eagly, 1987). La cultura determina las
condiciones generadoras de celos y las respuestas que se esperan en tales situaciones. Los celos no
deben ser concebidos como una emoción estática y unitaria, sino multifacética, en la que la cultura

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Celos y emociones: Factores de la relación de pareja en la reacción ante la infidelidad

desempeña un papel muy importante. Desde una perspectiva socioconstruccionista, la aparición de los
celos dependerá de los acuerdos socialmente compartidos sobre qué situaciones suponen una amenaza
sobre algún aspecto relevante que el individuo posee, bien sea la propiedad sexual, la valoración del
self, el matrimonio, etc. (Hupka, 1981; Mullen, 1991). Los celos, como cualquier emoción, no deben ser
estudiados al margen de la cultura en la que se han formado y en la que se expresan. La intensidad de la
respuesta de celos, las emociones con las que se asocian, las circunstancias que los provocan y las
conductas asociadas a los mismos, serán especificados como normativos por el grupo social en el que
tienen lugar ya que, en definitiva, tal como afirmaba Mead (1934), la conducta de un individuo no puede
entenderse fuera del grupo social al que pertenece.

La evidencia sobre la diferencia sexual ha sido cuestionada (DeSteno et al., 2002; Harris, 2003a), ya que
hay un buen número de investigaciones en las que los resultados contradicen los planteamientos de
Davis Buss (2000). Christine Harris (2003a), al revisar los datos sobre las diferencias de sexo ante los
dos tipos de infidelidades, nos informa que los resultados que apoyan la hipótesis evolucionista
provienen principalmente de los estudios con autoinformes que utilizan el dilema de elección forzada
diseñado por Davis Buss et a., (1992), al tener que elegir los sujetos el tipo de infidelidad que más celos
les provocarían (infidelidad sexual versus infidelidad emocional). Estos estudios han utilizado
mayoritariamente a estudiantes como participantes y se han obtenido en muchos de ellos datos que
apoyan la hipótesis evolucionista, al afectarles a más hombres que a mujeres la infidelidad sexual.
Christine Harris (2003a) destaca, sin embargo, que existe un número elevado de investigaciones que,
utilizando el dilema de elección forzada, no apoyan la hipótesis de Davis Buss y que cuando se utilizan
otros tipos de medidas raramente se encuentran tales diferencias entre hombres y mujeres. Davis
DeSteno y Peter Salovey (1996) no encontraron evidencia de la interacción sexo por tipo de infidelidad
cuando los participantes utilizaban escalas continuas para estimar el daño que sufrirían ante los dos
tipos de infidelidades, como tampoco la hallaron Viveca Sheppard, Eileson Nelson y Virginia Andreoli-
Mathie (1995), Davis DeSteno et al., (2002), etc. Contrariamente a la hipótesis de Davis Buss (2000),
varios estudios han proporcionado datos que muestran que ambos sexos se alteran más por la
infidelidad sexual (DeSteno et al., 2002; Harris, 2003b).

Los celos, como emoción compleja que es, están influidos por múltiples variables, en las que se puede
destacar, además de los factores culturales, tanto aquellas que tienen que ver con las características
psicológicas de la persona que siente celos como aquellas otras que son propias de la situación y del
tipo de relación (White y Mullen, 1989). Son diversas las variables de la relación romántica que han sido
objeto de investigación (Barrón y Martínez, 2001), pudiéndose destacar: el atractivo físico del rival
(Buunk, 1991), el tipo de rival (Garcia-Leiva et al., 2001), la satisfacción y compromiso de la relación
(White y Mullen, 1989), y la duración de la relación (Aune y Comstock, 1997), entre otras.

En este estudio se quiere analizar las respuestas que emiten los hombres y las mujeres ante el dilema
del tipo de infidelidad (sexual o emocional) que más les afecta, así como evaluar si existen diferencias
entre los hombres y las mujeres en cuanto el grado de reacción emocional que les provocan los dos tipo
de infidelidades (sexual y emocional). Además se quiere analizar cómo es influenciada el tipo de
infidelidad que más les afecta por variables específicas de la relación romántica. Concretamente se
analizará cómo afecta si los participantes tienen pareja o no, el tipo de relación que mantienen, duración
de la misma, el grado de satisfacción, de enamoramiento y de celos que experimentan, el grado de
atractivo de sí mismos y de sus parejas. También se analizará si tiene alguna influencia en su reacción

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Jesús M. Canto Ortiz; Patricia García Leiva y Luis Gómez Jacinto

ante las infidelidades si en algún momento de su relación actual han mantenido relaciones sexuales con
otra(s) persona(s).

Las hipótesis que se plantean son las siguientes:

a) Se espera obtener que a los hombres les afectaría más la infidelidad sexual y a las mujeres la
infidelidad emocional (Buss, 2000).

b) El tipo de infidelidad que más les afecte a los hombres y a las mujeres estará modulado por
variables de la relación romántica (White y Mullen, 1989).

Método

Participantes
En este estudio han participado de forma voluntaria 372 personas heterosexuales. 250 fueron mujeres y
122 hombres, con una edad media de 22,4 años y con edades comprendidas entre los 18 y los 30 años.
La desviación típica fue de 3.17. De los 372 participantes, 210 eran estudiantes de la Universidad de
Málaga y 162 eran estudiantes de la Universidad de Huelva.

De los 372 participantes, 259 mantenían en la actualidad una relación de pareja, mientras que 113 no.
De las personas con pareja, el 18.53% (N = 48) tenían pareja desde hacía menos de un año, el 27.79%
(N = 72) entre 1 y 3 años, el 28.18% (N = 73) entre 3 y 7 años y el 25.48% (N = 66) más de 7 años.

Materiales
En primer lugar se recogieron los datos sociodemográficos de los participantes: sexo y edad, así como
su orientación sexual. Posteriormente se les preguntó si tenían pareja o no, para pasar a evaluar
aspectos de la relación en el caso en que la tuvieran (véase apéndice). De este cuestionario, los ítems
1, 3, 8 y 11 son de naturaleza dicotómica, teniendo que responder los participantes “sí” o “no”. En el item
2 (“¿cuánto tiempo hace que estás con tu pareja?”), cuando se responde 1 equivale a “menos de un
año”, 2 a “entre 1 y 3 años”, 3 a “entre 3 y 7 años” y 4 a “más de 7 años”. En el item 4, pueden
responder entre 1 que equivale a “poco tiempo” hasta 4 que equivale a “para siempre”. En el item 5, 1
equivale a “mala”, 2 a “normal” y 3 a “excelente”. En los ítems 6, 7, 10 y 12, 1 equivale a “poco”, 2 a
“algo” y 3 a “mucho”. Y en el item 9, 1 equivale a “bajo”, 2 a “normal” y 3 a “elevado”.

A continuación se les describió una situación de infidelidad emocional y otra de infidelidad sexual. La
mitad de los participantes leyeron en primer lugar el escenario de infidelidad emocional seguido del
escenario de infidelidad sexual, mientras la otra mitad de los participantes lo leyeron en el orden opuesto.
Así, pues, leyeron los siguientes textos:

“Por favor piensa en una relación de pareja que hayas tenido en el pasado, tengas
actualmente o te gustaría tener en el futuro. Ahora imagina que descubres que tu
pareja está interesada en otra persona:

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Celos y emociones: Factores de la relación de pareja en la reacción ante la infidelidad

Imagina que un día descubres que tu pareja ha conocido y se ha enamorado de otra


persona mientras está comprometida contigo. Imagínatela diciéndole a esta otra
persona te quiero y comportándose con ella de forma cariñosa. Piensa que se ha unido
a ella de tal manera que todos y cada uno de sus pensamientos giran en torno a esa
otra persona y cada vez necesita y desea estar más tiempo con ella”.

Este texto correspondió al escenario de infidelidad emocional. También leyeron un texto correspondiente
al escenario de infidelidad sexual:

“Por favor piensa en una relación de pareja que hayas tenido en el pasado, tengas
actualmente o te gustaría tener en el futuro. Ahora imagina que descubres que tu
pareja está interesada en otra persona:

Imagina que un día descubres que tu pareja está manteniendo relaciones sexuales con
otra persona mientras está comprometida contigo. Imagínatela probando y disfrutando
diferentes y variadas posturas y actividades sexuales de diversa índole con esa otra
persona. Piensa que todas las fantasías sexuales de tu pareja giran en torno a esa
persona y a la relación que mantiene con ella”.

En tercer lugar, los participantes respondieron al cuestionario de reacciones emocionales de Todd


Shackelford, Gregory LeBlanc y Elizabeth Drass (2000) que contestaron después de cada escenario de
infidelidad. Los adjetivos de que constaba esta escala fueron: celoso, decepcionado, deprimido,
desesperado, desmotivado, enfadado, humillado, incompetente, infeliz, inseguro, intolerante, nervioso y
traicionado. El cuestionario constaba de una escala de 7 puntos, donde 0 significaba que no ha sentido
esa emoción y 6 que la había sentido de modo intenso. La fiabilidad del cuestionario cuando los
participantes lo respondieron ante el escenario de infidelidad emocional fue un alfa de Cronbach de 0,82
y cuando lo respondieron ante el escenario de infidelidad sexual fue un alfa de Cronbach de 0,87. En
cada situación planteada de infidelidad se sumaron las puntuaciones emitidas por los participantes en
cada uno de los adjetivos, obteniéndose por cada sujeto una puntuación de reacción emocional global
ante cada uno de los escenarios de infidelidad.

Por último debieron responder al dilema y elegir de las dos infidelidades la que más les afectara y
disgustara.

Procedimiento
Los participantes cumplimentaron en privado y en grupo los cuestionarios siguiendo el orden
anteriormente expuesto. Los participantes recibieron instrucciones de contestar individualmente a todos
los ítems.

Resultados

Para analizar las respuestas de hombres y mujeres ante el tipo de infidelidad que más les afectaba, así
como la modulación de esta elección por las variables de relación de pareja, se utilizó χ 2 como
hipótesis de asociación. Los datos mostraron el patrón descrito por Davis Buss (2000) en lo referente a
las mujeres, pero no en lo que concierne a los hombres, por lo que no se verifica la primera hipótesis de

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Jesús M. Canto Ortiz; Patricia García Leiva y Luis Gómez Jacinto

nuestro estudio. La mayoría de las mujeres sí eligieron la infidelidad emocional como la más estresante
(67.2% vs 32.8%), mientras los hombres se preocuparon casi en la misma proporción por la infidelidad
emocional como por la infidelidad sexual (51.6% vs 48.3%), χ 2 (1, N = 372) = 8.43, p = .003 (véase
Tabla I). Para comparar las diferencias intrasexo, se aplicó una prueba binomial para comprobar si
habían diferencias significativas dentro de cada sexo en el tipo de infidelidad que más les afectaba. En
las respuestas emitidas por las mujeres sí se apreciaron diferencias significativas (proporción infidelidad
emocional = .67 vs proporción infidelidad sexual = .33; p = .000), al sentirse más molestas por la
infidelidad emocional. Sin embargo, en los hombres no se apreciaron diferencias significativas
(proporción infidelidad emocional = .52 vs proporción infidelidad sexual = .48; p = .786).

Esta mayor inquietud hacia la infidelidad emocional se mantuvo en las mujeres independientemente de
que no tuvieran pareja (76.1% vs 23.9%), χ 2 (1, N = 259) = 2.62, p = .070 o la tuvieran (63.7% vs
36.3%), χ 2 (1, N = 113) = 8.62, p = .003. Mientras que los hombres se preocupaban por igual ante los
dos tipos de infidelidad cuando tenían pareja (53.1% vs 46.9%) y cuando no mantenían relación de
pareja (51.2% vs 48.8%), χ 2 (1, N = 259) = 2.51; p = .074; véase Tabla II). Realizando la prueba
binomial para calcular las diferencias intrasexo, cuando las mujeres no tenían pareja (proporción
infidelidad emocional = .76 vs proporción infidelidad sexual = .24; p =. 000) sí se apreciaron diferencias
significativas, como en el caso de las mujeres que tenían pareja (proporción infidelidad emocional = .63
vs proporción infidelidad sexual = .37; p = .000): les preocupaban más la infidelidad emocional. En los
hombres no se apreciaron diferencias significativas, ya que les afectaban por igual ambos tipos de
infidelidades independientemente de que tuvieran o no tuvieran pareja. En los hombres, por tanto, no se
dio la tendencia de preocuparse más por la infidelidad sexual tal como sostienen las tesis evolucionistas.

Infidelidad
Emocional Sexual
Mujer 67.2 32.8
Hombre 51.6 48.3
Tabla I
Porcentaje de participantes que han escogido el tipo de infidelidad que más les afecta en función del sexo

Infidelidad
Emocional Sexual
Sin pareja Mujer 76.1 23.9
Hombre 48.8 51.2
Con pareja Mujer 63.7 36.3
Hombre 53.1 46.9
Tabla II
Porcentaje de participantes que han escogido el tipo de infidelidad que más les afecta en función del sexo y en  
función de si tienen pareja o no

Para analizar las diferencias entre hombres (N = 122) y mujeres (N = 250) en la reacción emocional,
provocada por los dos tipos de infidelidades, medida a través del cuestionario de reacciones
emocionales, se realizó un ANOVA. Ante un escenario de infidelidad sexual, la puntuación media
obtenida por las mujeres fue de 3.89 y la obtenida por los hombres fue de 3.55, F (1.371) = 5.24, p = .
022, mientras que ante un escenario de infidelidad emocional, la puntuación media de las mujeres fue de

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Celos y emociones: Factores de la relación de pareja en la reacción ante la infidelidad

3.65 y la de los hombres fue de 3.27, F (1.371) = 8,22, p = .004. Es decir, las mujeres responden con
una mayor reacción emocional que los hombres ante cualquier tipo infidelidad.

Una de las variables que se analizó para comprobar la segunda hipótesis fue si el período de la duración
de la relación para aquellas personas que tuvieran pareja tenía alguna incidencia en las respuestas ante
el dilema que se les planteaba (véase Tabla III). Las diferencias fueron significativas en aquellas
personas que tenían una pareja entre los 3 y los 7 años χ 2 (1, N = 62) = 3.46; p = .05. Aquí sí se obtuvo
el patrón típico defendido por la psicología evolucionista: las mujeres se preocuparon más por la
infidelidad emocional (64.2% vs 35.8%) y los hombres más por la infidelidad sexual (60% vs 40%). La
prueba binomial para comprobar las diferencias intrasexo así lo constató: a las mujeres les preocupó
más la infidelidad emocional (proporción infidelidad emocional = .64 vs proporción infidelidad sexual = .
36; p =.053), mientras que no hubo diferencias significativas en los hombres (proporción infidelidad
sexual =.60 vs proporción infidelidad emocional = .40; p = .503).

Infidelidad
Emocional Sexual
Hombres Mujeres Hombres Mujeres
Duración de la relación
Menos de 1 año 50.0 69.4 50.0 30.6
Entre 1 y 3 años 46.7 50.9 53.3 49.1
Entre 3 y 7 años 40.0 64.2 60.0 35.8
Más de 7 años 62.5 79.4 37.5 20.6
Convivencia
Sí 48.8 68.6 51.2 31.4
No 57.1 62.2 42.9 37.8
Tiempo que espera que durase la relación
Varios años 36.4 56.7 63.6 43.3
Para siempre 55.2 65.3 44.8 34.7
Cómo describe la relación
Normal 51.4 58.4 48.6 41.6
Excelente 52.4 68.0 47.6 32.0
Seguridad en la relación
Normal 59.4 62.5 40.6 37.5
Elevada 46.8 64.7 53.2 35.3
Atractivo sexual de la pareja para los demás
Normal 58.5 61.0 41.5 39.0
Elevado 44.7 70.2 55.3 29.8
Dejaría a la pareja por otra persona
No 56.2 67.5 43.8 32.5
Sí 35.7 63.9 64.3 36.1
Grado de compromiso
Normal 57.9 63.2 42.1 36.8

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Jesús M. Canto Ortiz; Patricia García Leiva y Luis Gómez Jacinto

Infidelidad
Emocional Sexual
Elevado 49.2 64.2 50.8 35.8
Grado de enamoramiento
Normal 60.0 61.3 40.0 38.7
Elevado 50.8 64.4 49.2 35.6
Ha mantenido relaciones sexuales con otras
personas
No 50.0 64.2 50.0 35.8
Sí 60.0 64.3 40.0 35.7
Autopercepción de celoso/a
Poco 51.7 68.6 48.3 31.4
Algo 51.2 66.5 48.8 33.5
Mucho 45.5 68.4 54.5 31.6

Tabla III
Porcentaje de sujetos que han escogido el tipo de infidelidad que más les afecta en función del sexo y en función de 
ciertas características de la relación

Cuando la pareja convive, la infidelidad emocional fue la que más amenazante para las mujeres (68.6%
vs 31.4%), mientras que a los hombres les afectaron los dos tipos de infidelidades casi en la misma
proporción (51.2% vs 48.8%) χ 2 (1, N = 140) = 4.07; p = .03 (prueba binomial : proporción infidelidad
emocional =.67 vs proporción infidelidad sexual =.33; p = .018, para las mujeres; y proporción infidelidad
emocional = .48 vs proporción infidelidad sexual =.52; p =.880, para los hombres).

Cuando no conviven, tanto hombres (57.1% vs 42.9%) como mujeres (62.2% vs 37.8%) se preocupaban
más por la infidelidad emocional, aunque las diferencias no fueron significativas, χ 2 (1, N = 119) = .446;
p =.315. Concretamente, tras realizar la prueba binomial, se obtuvo que las mujeres sí se preocupaban
más por la infidelidad emocional (proporción infidelidad emocional =.63 vs proporción infidelidad sexual
=.38; p =.006) pero no ocurrió lo mismo en los hombres (proporción infidelidad emocional =.57 vs
proporción infidelidad sexual = .43; p =.500).

Los participantes debían responder a más cuestiones sobre las relaciones de pareja que mantenían. Uno
de los ítems hacía mención al tiempo que esperaban que durase la relación. La inmensa mayoría (209
participantes de 259) esperaban que la relación durase bastante tiempo, incluso para siempre. Sin ser
significativas las diferencias, cuando los participantes esperaban que la relación durase tan sólo algún
tiempo, a lo sumo varios años, los hombres se sentían más preocupados por la infidelidad sexual
(63.6% vs 36.4%), mientras que las mujeres estaban más afectadas por la infidelidad emocional (56.7%
vs 43.3%), χ 2 (1, N = 50) = 1,63; p. =. 182.

Sin embargo, cuando esperaban que la relación fuese para siempre, tanto hombres (55.2% vs 44.8%)
como mujeres (65.3% vs 34.7%) se sintieron más preocupados por la infidelidad emocional, aunque las
diferencias tampoco fueron significativas, χ 2 (1, N = 209)= 1,80; p = .117. La prueba binomial nos
indicó que a los hombres les afectaron por igual los dos tipos de infidelidades (proporción infidelidad
emocional =.55 vs proporción infidelidad sexual =.45; p =.464) y a las mujeres más la infidelidad
emocional (proporción infidelidad emocional =.65 vs proporción infidelidad sexual =.35; p =.002).

47
Celos y emociones: Factores de la relación de pareja en la reacción ante la infidelidad

Se les pidió a los participantes que describieran su relación. Cuando la describían como “normal”, no se
apreciaron diferencias significativas χ 2 (1, N = 132) = .409; p =.330. Los hombres eran afectados en la
misma proporción por ambos tipos de infidelidades (51.4% vs 48.6%) como las mujeres (58.7% vs
41.6%). Cuando describían la relación como “excelente”, sí se apreciaron diferencias significativas, χ 2
(1, N = 127) = 3.40; p =.05. Aunque los hombres se vieron afectados casi en la misma proporción por
ambos tipos de infidelidades (52.4% vs 47.6%), las mujeres se vieron más afectadas por la infidelidad
emocional (68 % vs 32%; proporción infidelidad emocional = .68 vs proporción infidelidad sexual = .32; p
=.000).

También debían indicar el grado de seguridad que sentían en su relación. Cuando los participantes se
sentían muy seguros en su relación, a los hombres les preocupaban casi por igual ambos tipos de
infidelidades (53.2% vs 46.8%), mientras que a las mujeres les preocupaban más la infidelidad
emocional (64.7% vs 35.3%), χ 2 (1, N = 144) = 3,85; p = .03 (prueba binomial aplicada a las respuestas
emitidas por las mujeres: proporción infidelidad emocional =.65 vs proporción infidelidad sexual =.35; p =
.002). Cuando la seguridad en su relación la estimaban como normal, tanto hombres (59.4% vs 40.6%)
como mujeres (62.9% vs 37.1%) se preocupaban levemente más por la infidelidad emocional, χ 2 (1, N
= 115) = .405; p = .330, sin ser las diferencias significativas.

Uno de los ítems que debía ser respondido era sobre el grado en que estimaban que su pareja era
sexualmente deseable para los demás. Cuando los participantes estimaban que su pareja era muy
atractiva (atractivo elevado), los hombres se sentían más preocupados por la infidelidad sexual (55.3%
vs 44.7%), mientras que las mujeres se sintieron más preocupadas por la infidelidad emocional (70.2%
vs 29.8%), χ 2 (1, N = 182) = 4,62; p = .027. Tras aplicar la prueba binomial para comparar las
diferencias intrasexo, se obtienen que los hombres se preocuparon casi en la misma proporción por
ambos tipos de infidelidades (proporción infidelidad sexual = .55 vs proporción infidelidad emocional = .
45; p =.627), mientras que las mujeres lo hicieron más por la infidelidad emocional (proporción
infidelidad emocional =.70 vs proporción infidelidad sexual =.30; p =.003).

Cuando estimaban que el atractivo de su pareja era normal, tanto hombres (58.5% vs 41.2%) como
mujeres (61% vs 39%) se sintieron más preocupados por la infidelidad emocional, χ 2 (1, N = 79) = 4,50;
p =.029. Ahora bien, la mayor preocupación de la infidelidad emocional por parte de las mujeres fue
significativa (prueba binomial: proporción infidelidad emocional = .61 vs proporción infidelidad sexual =.
39; p =.019), pero no lo fue en el caso de los hombres (prueba binomial: proporción infidelidad emocional
= .59 vs proporción infidelidad sexual =. 41; p = .349).

También se les planteaba la cuestión de si dejarían a su pareja si conocieran a alguien que les gustara
más. Sin ser significativas las diferencias, los participantes que afirmaron que “no dejarían a su pareja”
se sintieron más afectados por la infidelidad emocional: los hombres en un 56.5% vs 43.5% y las mujeres
en un 67.5% vs 32.5%, χ 2 (1, N = 221) = 2,147, p = .099. Tras aplicar la prueba binomial para comparar
las diferencias intrasexo, en los hombres la mayor preocupación por la infidelidad emocional no fue
significativa (proporción infidelidad emocional = .56 vs proporción infidelidad sexual =. 44; p = .83) y sí lo
fue en el caso de las mujeres (proporción infidelidad emocional = .63 vs proporción infidelidad sexual =.
37; p =.003). Cuando los participantes afirmaban que “sí dejarían a su pareja”, los hombres se sintieron
más afectados por la infidelidad sexual (64.9% vs 35.1%) y las mujeres por la infidelidad emocional
(63.9% vs 36.1%), χ 2 (1, N = 38) = 3.51; p = .060.

48
Jesús M. Canto Ortiz; Patricia García Leiva y Luis Gómez Jacinto

Uno de los ítems les pedía a los participantes que indicaran “su grado de compromiso en la relación”.
Muy pocos (N = 9) afirmaron que poseían un bajo grado de compromiso. Cuando el grado de
compromiso era “normal”, tanto hombres (57.9% vs 42.1%) como mujeres (63.2% vs 36.8%) se sintieron
más afectados por la infidelidad emocional, χ 2 (1, N = 90) = 0.9; p =.504 (diferencias no significativas).

Sin embargo cuando el grado de compromiso era “elevado”, los hombres se preocuparon por igual ante
ambos tipos de infidelidades (50.8% vs 49.2%), mientras que las mujeres se sintieron más afectadas por
la infidelidad emocional (64.2% vs 35.8%), χ 2 (1, N = 161) = 3.50; p = .044. La prueba binomial en las
respuestas de las mujeres así lo constató: las mujeres se preocupaban significativamente más por la
infidelidad emocional (proporción infidelidad emocional = .64 vs proporción infidelidad sexual =.36; p
=.002).

Los participantes también debían indicar “su grado de enamoramiento”. Tan sólo 4 personas indicaron
que estaban muy poco enamoradas. Cuando los participantes indicaron que su grado de enamoramiento
era “normal”, no hubo diferencias entre hombres y mujeres: tanto hombres (60% vs 40%) como mujeres
(61.3% vs 38.7%) se sintieron más afectados por la infidelidad emocional, χ 2 (1, N = 57) = .002; p = .
612, aunque las diferencias no fueron significativas. Sin embargo, los hombres “muy enamorados” se
sintieron igual de afectados por ambos tipos de infidelidades (50.8% vs 49.2%), mientras que las mujeres
“muy enamoradas” se sintieron más afectadas por la infidelidad emocional (64.4% vs 35.6%), χ 2 (1, N =
198) = 3.25; p = .05. Los resultados en la prueba binomial así lo indicaron: las mujeres se preocupaban
significativamente más por la infidelidad emocional (proporción infidelidad emocional = .64 vs proporción
infidelidad sexual =.36; p = .001).

Los participantes también debían indicar si “en algún momento de su relación actual han mantenido
relaciones sexuales con otras personas”. Las mujeres que “no han mantenido relaciones sexuales” se
sintieron más afectadas por la infidelidad emocional (64.2% vs 35.8%; prueba binomial: proporción
infidelidad emocional= .64 vs proporción infidelidad sexual =.36; p = .000), mientras que los hombres se
sintieron afectados por igual ante ambos tipos de infidelidades (50% vs 50%), χ 2 (1, N = 222) = 3.69; p
= .039. Sin embargo, los hombres que reconocieron haber tenido relaciones sexuales con otras
personas se sintieron más afectados por la infidelidad emocional (60% vs 40%), igual que las mujeres
(64.3% vs 35.7%), χ 2 (1, N = 39) = .056; p =.568 (diferencias no significativas).

Y, por último, también debían indicar “si se consideraban celosos”. Se obtuvo una leve tendencia que las
mujeres que se percibieron “poco celosas” se sintieron más afectadas por la infidelidad emocional
(68.6% vs 31.4%; prueba binomial: proporción infidelidad emocional = .69 vs proporción infidelidad
sexual =.31; p = .011), mientras que los hombres poco celosos se sintieron afectados por igual ante
ambos tipos de infidelidades (51.7% vs 48.3%), χ 2 (1, N = 40) = 2.63; p = .084. El mismo patrón de
resultados se obtuvo cuando los participantes se percibieron como “algo celosos”: las mujeres se
sintieron más afectadas por la infidelidad emocional (66.5% vs 33.5%; prueba binomial: proporción
infidelidad emocional = .66 vs proporción infidelidad sexual =.34; p = .000) y a los hombres las dos
infidelidades les afectaron por igual (51.2% vs 48.8%), χ 2 (1, N = 171) = 4,11; p = .030. Sin embargo, las
mujeres que se percibieron “muy celosas” asumieron que se verían más afectas por la infidelidad
emocional de su pareja (68.4% vs 31.6%; prueba binomial: proporción infidelidad emocional = .68 vs
proporción infidelidad sexual =.32; p = .034), mientras que los hombres “muy celosos” serían afectados
más por la infidelidad sexual (54.5% vs 45.5%), χ 2 (1, N = 48) = 2.15; p =.137, aunque las diferencias no
son significativas.

49
Celos y emociones: Factores de la relación de pareja en la reacción ante la infidelidad

Discusión

Los datos de este estudio no apoyaron las tesis evolucionistas de Davis Buss (2000). En las mujeres se
obtuvieron los planteamientos defendidos por las tesis evolucionistas, al sentirse ellas más preocupadas
por la infidelidad emocional, mientras que los hombres no se preocuparon más por la infidelidad sexual.
De hecho, fueron más hombres que lo hicieron por la infidelidad emocional. Por tanto, a las mujeres les
afectaría más la infidelidad emocional de forma más nítida que a los hombres y manifestarían una mayor
reacción emocional ante cualquier tipo de infidelidad. En las mujeres se dio una asimetría constante en
cuanto su preocupación por la infidelidad emocional, mientras que en los hombres la asimetría no fue tan
constante y estuvo más influida por características de la relación: si poseen una relación con una
duración entre 3 y 7 años, si esperan que la relación no sea para siempre sino tan sólo para unos años,
si se sienten muy seguros en la relación, si ven muy atractiva a su pareja, si la dejarían por otra y si se
consideran muy celosos, en estos casos les preocuparía más la infidelidad sexual.

Los datos confirmaron que existe una elevada variabilidad de respuestas inter e intrasexo en las
respuestas emitidas por los participantes, lo que no encaja fácilmente con los postulados evolucionistas.
Si revisamos la literatura al respecto (Harris, 2003a; Guerrero, Spitzberg y Yoshimura, 2004), se
comprueba que hay un gran número de investigaciones en las que se aprecian todos los tipos de
respuesta posibles: ya que cada vez hay más mujeres que reaccionarían peor ante la infidelidad sexual y
hombres ante la infidelidad emocional (DeSteno et al., 2002; Harris, 2003b; Paul y Galloway, 1994).

La perspectiva sociocognitivista de los celos (Harris, 2003 a; Salovey y Rodin, 1984; Salovey y Rothman,
1991; etc,) ofrece una teoría que asume que la evaluación cognitiva desempeña un papel muy
importante cuando una persona experimenta celos y enfatiza la importancia de la interpretación de una
variedad de amenazas, además de lo que implica la traición. Este enfoque ha resaltado dos factores que
hacen que la infidelidad de la pareja con el rival sean particularmente amenazantes: cuando desafía a
algún aspecto del autoconcepto de la persona que siente celos ante la infidelidad y cuando decrece la
cualidad de algún aspecto de la relación. Por ejemplo, Peter Salovey y sus colegas (Salovey y Rothman,
1991; Salovey y Rodin, 1984) sugieren que los celos son probables que ocurran en respuesta a la
amenaza de un rival que es superior a la persona celosa en aspectos que son importantes para su
autoconcepto. Aquellas personas que dan más importancia a la actividad sexual se verían más afectadas
por la infidelidad sexual y aquellas otras que les dan más importancia a los aspectos emocionales de la
relación se verían más afectadas por la infidelidad emocional, independientemente de que sean hombres
o mujeres.

Ello nos lleva a tener que analizar variables específicas que se darían en la relación de pareja para
intentar comprender qué variables de la relación pueden moldear las respuestas de los participante, tal
como hemos realizado en esta investigación. Una de las variables que ha provocado de forma nítida un
cambio en la tendencia de las respuestas de los hombres ha sido la duración de la relación. Aunque Kim
Aune y Jamei Comstock (1997) obtuvieran que la aparición de los celos y su expresión aumenta a
medida que una relación avanza, ello no contradice que el tipo de infidelidad que más preocupe a los
hombres varíe en función del tiempo de relación: en los momentos iniciales de la relación y cuando
llevan ya las parejas mucho tiempo, la infidelidad emocional sería la más importante. Por el contrario, si
conviven, si están juntos entre 3 y 7 años, si la pareja es muy atractiva y si son muy celosos, los
hombres se preocuparían más por la infidelidad sexual.

50
Jesús M. Canto Ortiz; Patricia García Leiva y Luis Gómez Jacinto

Es bien sabido que las relaciones sociales satisfacen importantes necesidades de los seres humanos
(Baumeister y Leary, 1995). En buena medida el bienestar psicológico de las personas depende de que
éstas sean de calidad. De hecho, las relaciones sociales proporcionan importantes beneficios, por lo que
es muy frecuente que los seres humanos compitan entre ellos para obtenerlas (Salovey, 1991). Por ello
es normal que existan emociones específicas que tienen como finalidad proteger tales relaciones de las
acciones de los rivales (en el ámbito familiar, de pareja, laboral etc.). Una de las emociones que tiene
como finalidad la protección de las relaciones son los celos (DeSteno, Valdesolo y Bartlett, 2006). Pero,
independientemente de su carácter universal, es el contexto cultural el que determina qué situación es
amenazante para el hombre y para la mujer (Hupka, 1981), ya que las emociones no se pueden
comprender sin considerar el contexto social y cultural en el que tiene lugar; es más, la experiencia
misma emotiva transcurre en un contexto que se constituye en parte de la experiencia. Los celos son un
tipo de relación social que se da entre personas que conviven en una cultura y en un momento histórico
determinado, por lo que cualquier manifestación de celos nos dice mucho de la relación, de las
características de esas personas (persona celosa, pareja y rival), así como de la cultura y momento
histórico en la que se den. Ponerse en alerta ante la percepción de una posible amenaza sería una
respuesta adaptativa, pero la intensidad de la reacción, la conducta percibida como amenazante, las
respuestas permitidas y las emociones asociadas serían prescritas socialmente.

Los celos son muy sensibles al contexto cultural y social. Los cambios que han tenido lugar en Occidente
durante los siglos XIX y XX en la institución familiar, en los procesos de elección de pareja y en los
fundamentos en los que se asentaban el matrimonio, han sido muy importantes. Estos cambios también
se reflejan en el desempeño de los roles de género por parte de los hombres y, especialmente, por las
mujeres. Ante tales transformaciones, las actitudes e ideología sexista se han vuelto más sutiles,
reflejándose de forma hostil hacia aquellas mujeres que transgreden el patrón más tradicional asociado a
su género, sobre todo en lo que tiene que ver con las relaciones interpersonales, familiares y sexuales
(Moya, 2004).

La cuestión radica en observar cómo los hombres y las mujeres experimentan los celos y en preguntarse
por los procesos psicosociales que se encuentran en la base de las diferencias inter e intrasexo, ya que
ciertas diferencias intersexo pueden deberse más a la construcción de la identidad (Harris, 2003 a), al
papel desempeñado por la autoestima (DeSteno et al., 2006) y a síndromes aprendidos culturalmente
(Hupka, 1991). Hay que destacar, además, que las teorías científicas también desempeñan un papel
muy importante en el proceso en el que la persona se construye como sujeto social y en el modo en que
justifica sus comportamientos, por lo que la forma en la que se expliquen los celos pueden tener una
cierta incidencia en la justificación o no de ciertos comportamientos agresivos que vienen acompañando
a los celos.

En consecuencia, futuras investigaciones tendrán que ir más allá de la utilización de autoinformes como
instrumento de medida ante situaciones hipotéticas de infidelidad con muestras en las que predominan lo
estudiantes universitarios. Igualmente, las reacciones de personas que han padecido realmente algún
tipo de infidelidad, deberían ser investigadas más sistemáticamente con estudios transculturales donde
los autoinformes podrían sustituirse por métodos de tipo cualitativo más acordes con el comportamiento
psicosocial.

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Celos y emociones: Factores de la relación de pareja en la reacción ante la infidelidad

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Jesús M. Canto Ortiz; Patricia García Leiva y Luis Gómez Jacinto

Apéndice

Cuestiones sobre la relación de pareja, sobre su pareja y sobre sí mismo:

1.¿En la actualidad tienes pareja?

2.¿Cuánto tiempo hace que estás con tu pareja?

3.¿Convives actualmente con ella?

4.¿Cuánto tiempo esperas que dure la relación?

5.¿Cómo describirías la relación?

6.¿Cuán seguro te sientes de la relación?

7.¿Cuán sexualmente deseable crees que es tu pareja para los demás?

8.¿Dejaría a tu pareja por otra persona?

9.¿Cuál es tu grado de compromiso en la relación?

10.¿Cuán enamorado estás?

11.En algún momento de tu relación actual, ¿has tenido relaciones sexuales con otra(s) persona(s)?

12.¿Cuán celoso eres?

Historia editorial
Recibido: 03/07/2008

Primera revisión: 22/02/2009

Aceptado: 28/04/2009

Formato de citación

Canto, Jesús M.;García, Patricia y Gómez, Luis (2009). Celos y emociones: Factores de la relación de
pareja en la reacción ante la infidelidad. Athenea Digital, 15, 39-55. Disponible en
http://psicologiasocial.uab.es/athenea/index.php/atheneaDigital/article/view/528.

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Celos y emociones: Factores de la relación de pareja en la reacción ante la infidelidad

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