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PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS.

Publicada en 1973, el título de esta novela del escritor peruano Mario Vargas
Llosa alude al nombre de su protagonista, el militar Pantaleón Pantoja, y a su
equipo de "visitadoras", prostitutas al servicio del ejército. Al principio de la
novela, el capitán de intendencia Pantaleón Pantoja es un joven oficial sin vicio
alguno: no fuma, no bebe y no va con mujeres; su hoja de servicios es impoluta
y por donde ha pasado ha dejado un buen recuerdo. Hace poco que se ha
casado con Pochita, y ambos viven con la señora Leonor, la madre de Pantaleón.
Los superiores de Pantaleón lo eligen entre ochenta oficiales más para una
importante misión. El asunto para el que se requiere su servicio es muy delicado;
deberá trabajar en el máximo secreto, con la máxima discreción. En la provincia
de Iquitos, en la Amazonia, los soldados de las guarniciones viven en malas
condiciones; a la dificultad de vivir en plena selva se añade el problema de que
no tienen mujeres, y se dedican a perseguir y a violar a las de los poblados de
aquella región.

Mario Vargas Llosa


Hasta tal punto es grave el asunto que se han levantado muchas protestas contra
los soldados y el ejército. Los generales están muy preocupados y han ideado
una solución: se creará un servicio de "visitadoras" para desahogo del ejército.
Y quién mejor para organizarlo y dirigirlo que ese joven discreto, honesto y buen
oficial que es el capitán Pantaleón Pantoja.
A Pantaleón no le agrada demasiado la orden de sus superiores; se había
presentado ante ellos esperando algún honroso destino, y va a convertirse en
una especie de alcahuete del ejército. ¿Qué le dirá a su esposa? ¿Y a su madre?
Sus superiores le ordenan que guarde el máximo secreto: no puede decir a nadie
lo que va a organizar en Iquitos. Ni siquiera podrá vestir su uniforme de capitán;
deberá llevar ropa civil. Será un comerciante que se instala en Iquitos por
asuntos de negocios. Pantaleón Pantoja es un excelente oficial, y obedece a sus
superiores sin rechistar.
En cuanto se trasladan a la nueva ciudad, Pantaleón pone manos a la obra. Para
sorpresa de su mujer y de su madre, sus hábitos cambian. El capitán empieza a
salir por las noches y vuelve a casa a altas horas de la madrugada. Y es que
Pantaleón Pantoja se toma su trabajo a conciencia. Ya en el primer informe que
envía a sus superiores, perfecto en su forma y fondo, hace una minuciosa
exposición de cómo está el ambiente de la prostitución en la ciudad de Iquitos.
Deberá reclutar un número determinado de prostitutas, "visitadoras",
proporcional al número de soldados que necesitarán sus servicios. El capitán
Pantoja realiza unos cálculos aproximativos, en los que incluye hasta el número
de coitos semanales más conveniente para los soldados.
Un individuo llamado Porfirio Wong lo pone en contacto con los ambientes de
diversión a los que concurren las prostitutas, y a través de ese mestizo conoce
a Leonor Curinchila, alias Chuchupe, que regenta uno de los locales y que le
pone al corriente de los servicios que realizan estas mujeres con todo lujo de
detalles, de la duración más conveniente de tales servicios y de las tarifas que
cobran. Poco a poco el capitán Pantoja se va convirtiendo en un especialista en
la materia. Del mismo modo que siempre ha cumplido con extrema pulcritud todo
lo que se le ha ordenado, también en esta ocasión dedica todos sus esfuerzos
al cumplimiento de la orden recibida.
El "Servicio de Visitadoras" empieza a tomar forma. Pantaleón ha encontrado un
local que han limpiado y ordenado y que incluirá una enfermería con
medicamentos. Sin embargo, su incuestionable acto de servicio se ve empañado
por la angustia que al pobre capitán le produce la íntima seguridad de que
Pochita y la señora Leonor van a enterarse algún día de la verdad. Lo cierto es
que dirige una compañía formada por prostitutas uniformadas, y se siente
humillado, avergonzado y dolorido cuando la compañía que ha creado desfila
ante sus superiores. Debajo de aquellos uniformes de su ejército están
Chuchupe, Wong (que lleva el estandarte de alférez) y todas sus pupilas. Tarde
o temprano, piensa Pantaleón, su mujer y su madre se enterarán. Y más aún
ahora que en los alrededores de Iquitos está el Hermano Francisco, un
predicador que anatematiza a todos aquellos que considera pecadores y que ha
encandilado a su madre. Ese hombre tiene ya una multitud de seguidores en
toda la Amazonia.
El servicio especial del capitán Pantoja se perfecciona de tal manera que dispone
de un barco y de un avión para el traslado de las visitadoras a las distintas
guarniciones. Su celo ha conseguido un servicio tan extraordinariamente eficaz
que la noticia ha corrido por la ciudad de Iquitos y lo han bautizado con el nombre
de "Pantilandia". El joven capitán lleva las cuentas al céntimo; el médico pasa
una revisión periódica a las prostitutas para prevenir las posibles enfermedades;
y él sigue tan honesto, serio y entero como siempre. Hasta que aparece la
Brasileña, una prostituta recién llegada de Brasil, antigua conocida en los
ambientes nocturnos de Iquitos, y el pobre Pantoja se siente irremediablemente
atraído hacia ella.
Mientras tanto, los rumores sobre Pantilandia se van extendiendo por todo el
departamento de Loreto. No existe un loretano que ignore que un tal Pantaleón
Pantoja dirige el más próspero negocio de prostitución de la región, pero su
mujer, que está esperando un hijo, todavía lo ignora, aunque ya ha oído hablar
de Pantilandia. Al mismo tiempo, la secta del Hermano Francisco va captando
adeptos en toda la selva. A instancias suyas, en una aldea se ha crucificado a
un niño y a un anciano para ahuyentar las lluvias, y también a instancias suyas
se crucifican animales por toda la Amazonia.
Un famoso locutor de Iquitos, el Sinche, se erige entonces en portavoz de la
moral y del antisectarismo pseudocristiano. Al no lograr ser partícipe del negocio
de Pantaleón, el Sinche lo divulga a través de un programa de radio dando
nombres y apellidos: la mujer de Pantaleón conoce finalmente la verdad, y abandona al
marido llevándose consigo a la hija de ambos. Imbuido de su deber militar, Pantaleón aguanta.
Se siente sucio y herido; tiene que pasar revista a las visitadoras y le da la sensación de que se
han transformado en monstruos enormes que avanzan hacia él. Dejando a un
lado sus principios se ha enredado con la Brasileña, y no puede vivir sin ella.
Mientras tanto, el Hermano Francisco y sus seguidores, que se cuentan a miles,
siguen avanzando por la selva. En pocos meses han crucificado a seis personas;
el ejército, ante estas circunstancias, decide enviar un destacamento para
detener y encarcelar al Hermano Francisco. Uno de los generales, Collazos,
propone a Pantaleón ampliar el servicio de visitadoras a los suboficiales y
oficiales; no le parece justo que la tropa goce de tal privilegio y los oficiales no.
El buen Pantaleón se pone manos a la obra. En todas las guarniciones no se
habla de otra cosa; el servicio de visitadoras es un asunto prioritario, y los demás
quedan en un segundo plano.
La desgracia, sin embargo, se cierne sobre el capitán y su organización. Cierto
día, cuando las mujeres viajan en el barco que las lleva a una guarnición próxima
al río, son raptadas por un grupo de hombres que abusan de ellas. Cuando los
soldados acuden a rescatarlas, la Brasileña muere de un disparo; los
secuestradores aprovechan el incidente para clavarla en un árbol y achacar así
la culpabilidad a los seguidores del Hermano Francisco. El capitán Pantoja
organiza un entierro con honores militares para la Brasileña. Los habitantes de
Iquitos y los medios de comunicación se escandalizan ante el despliegue militar
en honor de una prostituta, y las protestas llegan hasta los superiores de
Pantaleón.
Todo el país acaba conociendo lo ocurrido. Pero, a nivel oficial, el ejército nada
tiene que ver con el asunto de las visitadoras: según sus comunicados, jamás
han sido militarizadas y jamás el ejército ha encargado a un oficial semejante
servicio; se trata de un asunto civil que nada tiene que ver con ellos. El capitán
Pantaleón Pantoja se convierte en el único responsable del entierro de la
Brasileña; los soldados que escoltan el féretro, vestidos con sus uniformes, no
hacían más que cumplir sus órdenes. Y los superiores acusan a Pantoja de haber
cubierto de ridículo al ejército.
Negada su existencia, el servicio de visitadoras queda clausurado, y todo el
trabajo y los esfuerzos de Pantaleón desaparecen de un plumazo. Sus
superiores le aconsejan que presente una dimisión honrosa, pero Pantaleón se
niega en redondo: aunque su hoja de servicios se vea afectada, él es un militar
y lo seguirá siendo mientras viva, por más que lo destinen como soldado raso al
fin del mundo. Y mientras se envía a Pantoja a un lugar perdido en los Andes, el
Hermano Francisco muere crucificado a petición propia, antes de caer en manos
de las Fuerzas Armadas; encuentran su cadáver casi irreconocible, días
después, en estado de putrefacción.
CRÍTICA: PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS
DE MARIO VARGAS LLOSA
Pantaleón Pantoja, el militar peruano protagonista de este libro, es de esos
personajes cuadriculados y amantes del detalle que pueden ser una pesadilla
como jefes pero el sueño eterno de los dueños del negocio.
La historia es sencilla. Cansados de que los soldados violen a las civiles en la
inhóspita amazonía peruana, los generales del ejército deciden crear un servicio
de prostitutas que recorra los cuarteles para calmar a la tropa arrinconada por el
calor y la falta de compañía femenina. Para esto llaman al recién ascendido
capitán Pantoja, que luego de superar la sorpresa inicial, pone en marcha un
mecanismo casi industrial de satisfacción sexual.
Lo primero que llama la atención al leer a Vargas Llosa en Pantaleón y las
visitadoras es la manera de narrar la acción de la historia. Con un recurso
llamativo condensa verbos en un sólo párrafo y entrega cantidad de información
en pocas líneas:
No podemos fabricar mártires, basta con los que ellos hacen -revisa cartapacios
de recortes de periódicos marcados con lápiz rojo, celebra conciliábulos con
oficiales del Servicio de Inteligencia, de la Policía de Investigaciones, propone
un plan al Estado Mayor y lo ejecuta el Tigre Collazos-. Tenlos ahí en los
cuarteles… (Pág. 303)
El intercambio constante de lugares, situaciones y personajes (como en La
Fiesta del Chivo) es recurrente. Además, como el mismo escritor apunta en el
prólogo de una de sus ediciones, no había otra manera de contar esta historia
real que burlándose de ella, llamando a la risa del lector que se asombra con los
eufemismos descarados de los militares, la hipocresía de la sociedad amazónica
peruana y las ideas descabelladas pero funcionales de Pantoja que, como si se
tratara de una línea de producción, optimiza tiempos y recursos para que los
pobres soldaditos no se queden sin el Servicio de Visitadoras para Guarniciones,
Puestos de Frontera y Afines (SVGPFA).
De ahí en adelante todo son situaciones hilarantes: los intercambios de mensajes
cifrados entre el capitán Pantoja y los generales, las tablas de cálculo para
determinar cuántas “prestaciones” puede ofrecer cada “visitadora” en un tiempo
X, la composición del himno del servicio de visitadoras, la confección de sus
uniformes…
Vargas Llosa hace del pintoresco y tropical actuar latinoamericano una obra que
bien vale la pena leer. Un libro que puede usarse de dos maneras: como
funcional e inofensivo divertimento o como manual para entender todos esos
titulares periodísticos que a diario llegan de esta parte del planeta para
sorprendernos.
Unidad Educativa “Bolívar” Bachillerato Internacional Mateo Alejandro Burbano
Romero Ensayo sobre la obra “Pantaleón y las visitadoras”
Las artes y ciencias latinoamericanas en toda su diversidad se han caracterizado
principalmente por reflejar en ellas la realidad que afronta dicha sociedad,
insistiendo en generar un cambio en las conciencias de los ciudadanos,
gobiernos y todo nuestro conglomerado andino, Pantaleón y las Visitadoras no
es la excepción, e incluso su profundidad es tal que podría ser entendida y
reflexiona por cualquier ciudadano que se encuentra inmiscuido en la forma de
vida latinoamericana que sin duda atrae y conmueve.
Mario Vargas Llosa emplea en su obra un mecanismo de narración en tercera
persona que se conjuga en momentos con la narración en primera persona
puesto que se limita narrar la vida en los cuarteles militares y de las visitadoras,
es decir la forma de vida de los ciudadanos, militares y de las visitadoras; es
importante mencionar que Vargas Llosa enfoca su obra en la descripción de su
vida y del sistema militar y político de su tiempo, puesto que en la vida del autor
la obsesión por consolidarse como escritor pese al abandono y rechazo de su
padres y tías, características similar a la Pantaleón personaje el cual se
obsesiona por cumplir a cabalidad su trabajo incluso lastimando su matrimonio y
estabilidad emocional. Por otra parte, el autor muestra al lector la realidad política
y militar debido a que el año en que se publica es una época para el Perú de
gobierno militar de tintes comunistas de extremos en los cuales se reflejaba los
abusos y corrupción de los mismos, de esta forma Vargas es el autor de una
obra que se sustenta en su vida, sociedad y su sistema e incluso en su
pensamiento idealista porque intenta sacudir a su comunidad del tabú dela
prostitución mostrado que esta ayuda a reducir el número de violaciones.
Literariamente el texto corresponde a la sección de novela de estilo realista que
narra la historia del personaje protagonista en forma cronológica en todo el
proceso de la ejecución de la misión encargada de crear un servicio de
prostitutas encargadas de saciar las necesidades biológicas de los soldados con
la finalidad de reducir el número de abusos sexuales, historia que se enmarca
en el contexto y espacio selvático del Perú y las concentraciones militares en
toda la extensión territorial puesto que para aquel entonces se encontraban en
constante problemas con la república de Ecuador; es decir es una situación que
importa a todos los ciudadanos de la localidad por lo tanto se presenta un
lenguaje coloquial y de fácil interpretación y con terminologías propias de la zona
como los nombres de Pochita, Zinchi, para lo cual Vargas emplea figuras
literarias tales como la Prosopografía en la descripción del lugar donde se
mantenían los encuentros sexuales con los militares de reclutamiento.
Sin duda cabe recalcar a “Pantaleón y las visitadoras” como “El Príncipe” de
Maquiavelo ya que quita de raíz y desenmascara al sistema político y social,
recordemos que Maquiavelo fragmenta la política supuestamente dogmatizada
y Vargas Llosa muestra los defectos y malos vicios de su sociedad además de
la corrupción de la política que administraba su nación para aquel entonces,
comenzado por mostrar sin temores el problema del abuso sexual y de la
prostitución como el control de los medios por parte de la corrupción a través del
personaje el Zinchi. Y como el sistema militar trata de apoderarse y someter a
aquellos que aún trabajan para el beneficio común como el caso de Pantaleón.
En mi opinión es una novela que conjuga todos los aspectos posibles dentro del
marco literario y contextual que se desarrolla la obra, ya que narra en síntesis
una forma de cultura del pueblo Latinoamericano continente en el cual abundan
problemas de corrupción, de abusos y de la supuesta “vida alegre” característica
original del Latino que sin duda alguna le deja una gran lección al lector, en la
cual el autor nos invita a desprendernos y despojarnos de lo que creemos es
correcto y lo hemos hecho parte de nuestra vida pero que ante los ojos de los
demás lo mostramos oculto es esta la manera mediante la cual se describe a si
mismo inmiscuido dentro de uno de los personajes al cual deberíamos seguir
como claro ejemplo cuya principal característica es trabajar y dar nuestro mejor
esfuerzo y
dedicación eso si evitando confundir el trabajo con el amor y la pasión, confusión
que muchas veces puede llegar a ser perjudicial. Haciendo un llamado a la vez
a los gobiernos dominantes y corruptos que encuentran la solución en ocultar y
lavarse las manos como Pilatos cuando en realidad sus acciones deberían estar
destinadas en arrancar o tratar de dar una solución a los problemas sociales que
nos enmarcan y que en varias ocasiones les consideramos prohibidos; buscando
además hacer un llamado de atención a los medios de comunicación cuya misión
y visión debe enfocarse en contribuir a la comunidad a informarle y ayudarle con
sus problemas más no a transmitir una falsa cizaña. Es por esta razón que
“Pantaleón y las visitadoras” constituye en una descripción y mensaje de
reflexión especialmente para todos los Latinos a quienes durante mucho tiempo
nos ha constado despojarnos de nuestros vicios sociales, es momento de pensar
con tintes de cambios liberales sobres nuestras vidas y sobre todo con nuestra
comunidad y cultura diversa y valiosa en valores, etnias, identidades e integridad.
LINKOGRAFÍA.
 https://www.biografiasyvidas.com/obra/pantaleon_visitadoras.htm
 https://migu3lquintero.wordpress.com/2013/05/17/critica-pantaleon-y-las-
visitadoras-de-mario-vargas-llosa/
 Downloads/310259027-Ensayo-Pantaleon-y-las-visitadoras%20(1).pdf

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