Está en la página 1de 11

Texto para comentar

«Pues bien, mi querido Glaucón -proseguí-, este cuadro debemos aplicarlo exactamente a lo que
dijimos antes. Hay que asimilar el mundo que nos es patente por medio de la vista al local de la
prisión, y la luz del fuego que hay en ella a la luz del Sol. En cuanto a la subida al mundo superior y
a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta
la región inteligible no errarás con respecto a lo que constituye mi vislumbre, ya que has
manifestado el deseo de oírme sobre esto. Si es o no verdadero, sólo la divinidad lo sabe. En fin,
he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es
la idea del Bien; pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo
bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al
soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de la verdad y de la inteligencia,
y que por fuerza tiene que verla quien quiera proceder sabiamente tanto en su vida privada como en
la pública.»

Platón. República. Texto 1.- República, Libro VII. (8)


«Pues bien, mi querido Glaucón -proseguí-, este cuadro debemos aplicarlo exactamente
a lo que dijimos antes. Hay que asimilar el mundo que nos es patente por medio de la
vista al local de la prisión, y la luz del fuego que hay en ella a la luz del Sol. En cuanto a la
subida al mundo superior y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas
con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a lo
que constituye mi vislumbre, ya que has manifestado el deseo de oírme sobre esto. Si
es o no verdadero, sólo la divinidad lo sabe. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el
mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del Bien; pero, una
vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en
todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano
de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de la verdad y de la
inteligencia, y que por fuerza tiene que verla quien quiera proceder sabiamente tanto en
su vida privada como en la pública.»
ideas principales
La República es un diálogo didáctico escrito por Platón, filósofo griego del siglo IV a.C., en los primeros
años de funcionamiento de la Academia, tras la vuelta de su primer viaje a Sicilia. El tema central es la
justicia. Como en otros diálogos platónicos, los adversarios son los sofistas. Consta de diez libros.

El Libro VII relata un diálogo entre Sócrates y Glaucón, hermano de Platón. La escena tiene lugar en el
Pireo, en casa de Céfalo. Platón explica, por boca de Sócrates, el estado del alma con relación a cada
clase de conocimiento, valiéndose de una comparación: el mito de la caverna.

"Este cuadro...". Comienza el texto haciendo referencia a la escena descrita en los párrafos anteriores, que
no es otra que la situación imaginada de unos personajes que habitan en el fondo de la caverna.

Finge Platón que unos cautivos se encuentran encadenados en el fondo de una cueva. Allí se proyectan,
me diante la luz de una hoguera, las sombras de los objetos que van pasando por la entrada de la
cueva. Habituados a la oscuridad, toman como reales esas sombras, ya que nunca han percibido otra
realidad más que esa. Si alguien, saliendo de esa situación, llega a contemplar la verdadera realidad se
sentirá dichoso y lamentará la suerte de los demás cautivos. Pero si se propusiera volver a la caverna para
sacar a sus antiguos compañeros del error en que están (toman las sombras por realidades), tratando de
que dirijan su mirada hacia el exterior, la luz les cegará. Es seguro que no le comprenderían y le
maldecirían por la ceguera.

La primera indicación es que para entender la enseñanza que encierra el mito de la caverna "hay que
asimilar el mundo visible y el local de la prisión". El saber es como el ver, y para ver hace falta la luz. En la
oscuridad de la caverna se confunden las cosas con sus sombras. Es el estadio correspondiente a la
imaginación.
Continúa el texto haciendo referencia "a la subida al mundo superior y a la contemplación de éste",
comparándole "con la ascensión del alma hasta la región inteligible".
La liberación de las cadenas y el volverse desde las sombras hacia las imágenes y la luz, su
ascenso desde la caverna hacia el sol, su primer momento de incapacidad de mirar allí a los
animales y plantas y a la luz del sol, pero su capacidad de mirar los reflejos en las aguas y las
sombras de las cosas reales, todo este tratamiento revela el poder de elevar el alma hasta la
contemplación del mejor de todos los entes, tal como en la alegoría del mito de la caverna se
elevaba el órgano más penetrante del cuerpo hacia la contemplación de lo más luminoso en el
mundo visible y corporal. El sol y su luz, nos permiten ver al final, aunque con dificultad, la idea de
Bien.

La subida al mundo superior es comparable al ascenso de la mente hacia la región de lo inteligible,


o mundo de las ideas. La conclusión es que el final de ese proceso de ascensión se encuentra en la
idea del Bien. La idea del Bien constituye el presupuesto necesario de todo conocimiento, y
finalmente, el fundamento del bien obrar.

El auténtico filósofo es el que ha logrado elevar su alma hasta el más alto grado del conocimiento
inteligible. En los confines del mundo intelectual está la idea de Bien, que es la causa de todo lo
bello y lo bueno que hay en el universo; es preciso fijar bien la mirada en esta idea para conducirse
con sabiduría en la vida pública y en la privada. Ella es el principio, eterno e inmutable, del orden
moral y del orden político. Por eso el fin de la educación filosófica, destinada a formar a los
gobernantes del futuro Estado, debe ser el de dirigirlos hacia la idea de Bien.

La idea clave de la utopía platónica es que han de gobernar los filósofos. Quiere, Platón, demostrar
la necesidad de educar a los ciudadanos más selectos para que obren con justicia dentro de una
ciudad (polis) justa. ¿A quién se dará, y cómo, esta educación? A jóvenes escogidos que estén
dotados de determinadas cualidades. Consumado el período de su formación, estarán en
condiciones de gobernar, pues serán los mejores de los hombres y los más hábiles políticos del
mundo.
Este texto presenta para nosotros un doble interés:

1º Un interés histórico. Nos introduce en el centro mismo del pensamiento de Platón, con la
distinción fundamental del mundo sensible y el mundo de las ideas. El filósofo es alguien que ha
roto con las visiones engañosas del mundo sensible para vivir entre las ideas.

2º Un interés perenne. La afirmación de que no es por la vista, sino por la inteligencia como se
puede llegar a la realidad que está en lo alto, pone de manifiesto y nos hace comprender el valor de
la filosofía, cuyo origen está en el asombro o en la admiración. El pensamiento filosófico tiende a
lograr una verdad universal. Busca la verdad, y en consecuencia la reflexión filosófica aparece como
una liberación. De ahí que la filosofía haya sido considerada desde la antigüedad la disciplina
liberal por excelencia.

¿Cómo se elevará el alma progresivamente desde las tinieblas hasta la luz? Una serie de ciencias
prepararán el camino: la aritmética, la geometría, la astronomía. Todas ellas no son más que el
preludio de la verdadera ciencia, la que pone al hombre en situación de dar y entender la razón de
todas las cosas: la Dialéctica. La Dialéctica es ciencia y método a la vez: da al alma la facultad de
elevarse desde los objetos más humildes hasta la suprema idea del Bien, para descender
nuevamente hasta los objetos, recorriendo así en su marcha todos los grados del ser.
Análisis de los términos destacados en el texto

Alma. En el texto, Platón hace referencia a la afinidad del alma con las ideas y su proceso de ascensión hasta la
idea del Bien. Siguiendo la doctrina del orfismo (doctrina mistérica de la antigua Grecia), Platón concibe al hombre
como un ser compuesto de alma y cuerpo. El cuerpo, corruptible y perecedero, es visto por Platón como un lugar
(cárcel) de alojamiento temporal del alma. En el Fedro (mito del carro alado), Platón nos relata cómo el alma se
aferra en su caída al primer cuerpo que encuentra, y le confiere vida. Alma y cuerpo están unidos accidentalmente,
como el barquero y la nave. Al morir el cuerpo, el alma cambia de destino, subiendo o bajando en la jerarquía de
las vidas.

En el alma distingue Platón tres partes: a) Concupiscible: reside en el abdomen, y de ella provienen las pasiones
inferiores: el hambre, la sed, el deseo sexual. Es mortal. Su virtud es la templanza. b) Irascible: reside en el tórax, y
es la fuente de las pasiones nobles. Es inseparable del cuerpo y perece con él en el momento de la muerte. Su
virtud es el coraje, valor o fortaleza. c) Racional: reside en la cabeza, y su función es dirigir las operaciones
superiores del hombre, conocer las ideas y las verdades eternas. Es de naturaleza divina e inmortal. Su virtud es la
sabiduría práctica o prudencia
.
Mundo inteligible / mundo sensible (visible). La realidad aparece en Platón dividida en dos mundos: el mundo
inteligible o mundo de las ideas, y el mundo sensible o de las cosas materiales. Las cosas del mundo sensible son
copias imperfectas de las ideas. A las ideas sólo se tiene acceso mediante la razón, no a través de los sentidos.
Son independientes, eternas e inmutables. Están perfectamente jerarquizadas: en la cumbre se encuentran la
Justicia y la Belleza, y por encima de todas ellas la idea suprema de Bien. El mundo inteligible es el mundo de las
ideas, que Platón compara con el mundo de la luz.
Bien. El término griego agaqon, que traducimos como "bien", significa lo apto, lo apropiado, lo justo, lo que está
en su sitio, es decir, que es propiamente aquello que es. Esto es lo que en Platón constituye la noción de
"idea". Por eso, la determinación de "idea" es la misma que la determinación de "bien". Quiere esto decir que
"bien" coincide con "ser". Aún más, en el bien se condensa la plenitud del ser. La determinación última del ser
a la que podemos llegar en el proceso ascensional del conocimiento es la "idea de las ideas". Platón le da el
nombre de "la idea del bien". "Del bien" es un genitivo apositivo, y equivale, por tanto, a una aposición.
Consecuentemente, la "idea del bien" quiere decir aquella idea que es el bien. El "bien" es la idea suprema.
La idea del bien es condición de la posibilidad de la presencia, es la luminosidad por la cual algo puede estar
presente, es puro brillo, pura luminosidad. Lo compara metafóricamente con el sol del mito de la caverna. En
su conocimiento culmina la dialéctica. El Bien ha de ser la referencia de todo comportamiento ético y de toda
actividad política. El que este objetivo aparezca como necesario en la formación de los que han de ser
gobernantes, pone de manifiesto la importancia que Platón concede al carácter "político" de la filosofía.

Contemplación. La teoría del conocimiento platónica se describe como un proceso ascensional que nos lleva a
la contemplación de las ideas. Contemplar es ver directamente la realidad del mundo de las ideas, lo cual
sólo es posible mediante la razón, no mediante los sentidos. Toda actividad teórica es, para Platón, una
cuestión relacionada con la vista. El mismo concepto de idea significa en griego "visión". Tras ello se
encuentra el convencimiento platónico de que es necesario ver la verdadera realidad más allá del mundo
sensible, y esta realidad está presidida e iluminada por el Bien.
Relaciones de Platón con otros filósofos o corrientes de pensamiento
La originalidad de los primeros filósofos griegos radica en buscar el arjé o principio de las cosas en la naturaleza,
no en la voluntad de un ser divino. De los pensadores que le precedieron, Platón acepta la división que
Parménides hace de la experiencia: el camino de los sentidos fuente de opinión (doxa) y el camino de la razón, vía
de la ciencia (episteme). Contra Heráclito argumenta que si no existe algo permanente no se puede explicar el ser
de las cosas. De Heráclito asume también la dialéctica como método que nos ayuda a leer y comprender la
realidad. De los pluralistas toma Platón el elemento ordenador (Nous) presente en la doctrina de Anaxágoras, pero
rechaza la teoría del caos y el azar presente en el atomismo de Demócrito. Parece también muy vinculado con el
pitagorismo, tras sus viajes a Italia. Por ejemplo, el mundo de las ideas participa de la estructura organizativa y
modélica que Pitágoras otorga a los números.

Pero el influjo más cercano le viene de su maestro Sócrates y de los sofistas, que son sus contemporáneos. Todos
ellos son personajes centrales en los Diálogos platónicos. De Sócrates aprende la necesidad de definir los
conceptos y su intelectualismo moral. Con los sofistas comparte la idea de la necesidad de la educación para
hacer de los hombres buenos ciudadanos, pero la contraposición con los sofistas se pone de manifiesto en la
forma de entender la educación: no se trata de introducir conocimientos en la mente del educando, sino en
enseñar a mirar hacia donde merece la pena mirar.

En el tema del conocimiento, o en el de la ética y la política, un referente obligado por la inmediatez que existe
entre las ideas de ambos, coincidentes en algunos temas o radicalmente opuestas en otros, es Aristóteles. En el
tema del conocimiento, el realismo aristotélico choca frontalmente con el idealismo platónico. Para explicar la
realidad Aristóteles no postula, como Platón, un mundo inteligible (el mundo de las ideas) por encima del mundo de
las cosas sensibles, porque ello implicaría duplicar innecesariamente la realidad. Él sustituye las ideas platónicas
por la noción metafísica de forma, principio activo, que uniéndose a la materia, elemento pasivo e indeterminado,
da lugar a la constitución de un ser o de una sustancia concreta. Se conoce esta teoría como "doctrina
hilemórfica".
Con su teoría de la reminiscencia Platón explica el conocimiento como el recuerdo de lo visto anteriormente por
el alma en el mundo de las ideas. Mientras que según Aristóteles, la mente es como una tabla rasa, y el
contenido de su conocimiento tiene su origen en la experiencia.

Platón y Aristóteles comparten la idea de que hay que ser respetuoso con las leyes para ser feliz. Pero hay
también notables diferencias entre ellos. Al hablar de las virtudes que regulan la actividad del alma, Platón
propone la práctica de tres virtudes, una para cada parte del cuerpo: la prudencia de la razón, la fortaleza del
ánimo y la templanza de la concupiscencia. Solamente practicando estas virtudes podrá el hombre mantener
en equilibrio sus facultades, es decir, realizar la justicia y conseguir así la felicidad. Para él la justicia no es
una virtud ética específica, sino el resultado de mantener en equilibrio las distintas facultades del hombre. En
cambio, Aristóteles considera a la justicia como una virtud ética o práctica importante e independiente, y entra
en matizaciones como la distinción entre lo que es justo por ley y lo que es justo por naturaleza, o señalando
las características entre distintas clases de justicia. En el caso de la prudencia, ésta es para Aristóteles una
virtud intelectual, no una virtud práctica que haya de presidir las decisiones de los gobernantes.

En Política, el modelo aristotélico no es utópico como la República platónica, sino elaborado a partir del estudio
de las Constituciones existentes en ese momento. Hay coincidencia entre ambos filósofos a la hora de
señalar las diferentes formas de gobierno. Para Platón el modelo ideal es el gobierno presidido por los
sabios, filósofos. Para Aristóteles no basta con tener en la mente un gobierno perfecto, sino que ha de ser
realizable y adaptable a todos los pueblos. Según Aristóteles, el mejor gobierno es aquel en el que prevalece
la clase media, pues es el más alejado de los excesos que se cometen cuando el poder cae en manos de
los que no poseen nada o de los que poseen demasiado. Es en el equilibrio entre la ley y la libertad donde se
halla el ideal de gobierno democrático que los atenienses pusieron en práctica en tiempos del legislador
Solón y con Pericles
En cuanto a la repercusión de las doctrinas de Platón,
en el siglo II nos encontramos con el neoplatonismo (Plotino), que es una mezcla de la doctrina platónica con la de
Aristóteles y el estoicismo. El cristianismo, en especial el agustinismo (San Agustín), utilizará múltiples elementos
del platonismo para organizar su cuerpo doctrinal.

Algunos han visto en la República platónica un modelo de utopía política capaz de contribuir a crear una sociedad
justa e igualitaria. La palabra "utopía" no nace hasta el año 1516, con la obra de este título del inglés Thomas
Moro. Desde entonces se llama utopía a toda descripción de la sociedad que se supone perfecta en todos los
sentidos.
Los pensadores del siglo XVII consideran la República platónica como una quimera. Por el contrario, los
pensadores socialistas del siglo XVIII (Cabet, Viaje a Icaria) tratan a Platón como un defensor de la igualdad y la
comunidad. Por su parte, Marx interpreta las "clases" de la República como una idealización del régimen de castas
egipcio.

Bertrand Russell considera, en el año 1920, que el gobierno leninista está "mucho más próximo que cualquier otro
paralelo histórico al de la República de Platón. El partido comunista corresponde a los guardianes de la ciudad
platónica; existe en Rusia un intento de tratar la vida de familia de la misma manera que Platón sugirió".

En el ámbito del nazismo, Hildebrant afirma que la Alemania hitleriana es la realización finalmente iniciada de la
ciudad platónica.
En el mundo anglosajón Toynbee acusa a Platón de ser un defensor de un Estado fuerte de castas rígidas,
en el que una casa privilegiada gobierna paternalmente, controlando con los oportunos medios técnicos a
la mayoría del "ganado humano".

Karl Popper, en su obra La sociedad abierta y sus enemigos, considera el platonismo como el germen de
las doctrinas totalitarias contemporáneas.

El modelo político cerrado y autoritario de Platón, que hace primar los intereses del Estado sobre los de los
individuos, ha estado enfrentado hasta nuestros días con el modelo socrático y aristotélico de una
sociedad abierta basada en el acuerdo racional entre los hombres .

También podría gustarte