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EN POS DE DEMÉTER

Mª ANGELES DIAZ

*SYMBOLOS*

<http://symbolos.com/>

Triple herma: Afrodita - Hermafrodito - Príapo.


Juan Richepin (dir.), /Nueva Mitología Ilustrada I/. Barcelona 1927

*Sobre los mitos


*Los mitos y las historias de los dioses son símbolos que nos ponen en
contacto con un modo de pensar ancestral, haciéndonos partícipes de las
fuerzas ordenadoras que rigen el mundo. Los mitos son símbolos muchas
veces orales, códigos herméticos que transmiten una enseñanza mostrando
el modo en que los pueblos antiguos entendieron el Ser del Mundo.
Formando un conjunto unitario con el símbolo y el rito, los mitos tratan
acerca de las entidades arquetípicas y de los orígenes sagrados de la
cultura. Se trata de relatos del plano intermediario, los que ponen al
hombre en relación con la deidad, es decir consigo mismo, con su ser
esencial. Por estar sustentados en una misma realidad, la de los seres
humanos y el Cosmos que habitamos y del que formamos parte, los mitos
son universales y es por ello que encontramos tan claros paralelismos
entre los mitos de distintos pueblos tradicionales, pues en realidad
estos se refieren siempre a principios eternos e inmutables. Por eso
comprender la Unidad esencial contenida en las distintas mitologías, es
en realidad comprender lo que sería la verdadera unidad de la cultura
humana.

De ahí que el relato mítico contenga una historia y una metahistoria y


sea núcleo de enseñanzas y revelaciones verdaderamente valiosas, las
cuales amplían y universalizan nuestra conciencia coadyuvando así a la
posibilidad de que se haga en nosotros el Conocimiento. Se trata, pues,
de una enseñanza simbólica e iniciática que utiliza como vehículo de
expresión para trasmitir las verdades más elevadas el lenguaje emotivo
de la poesía y la fuerza intrínseca de la transmisión oral y escrita,
las que tienen que ver con el Verbo divino que el ser humano expresa a
su nivel, si es capaz de vivir de acuerdo al modelo propuesto por los
mitos (los que expresan ese Verbo), ya sea de forma individual o
colectivamente, pues como**dice Federico González, el mito

"además de revelar verdades cosmogónicas y proponer un modelo


ejemplar de vida y realización, es el factor aglutinante que ha dado
cohesión a la existencia de los innumerables pueblos, posibilitando
así su organización social".

Desde luego estas enseñanzas que podemos obtener al estudiar el mito no


están referidas a ningún tipo de norma de conducta ni a reglas morales,
pues éstas nunca han sido cosas estables sino que están expuestas a la
variación continua según los tiempos y grupos humanos. Las conductas a
las que aluden los mitos son arquetípicas y por lo tanto válidas para
todo tiempo y lugar. Desde el punto de vista de la Tradición Hermética,
desde el que siempre nos situamos, es su vigencia y actualidad lo que da
al estudio de los mitos todo su valor, por lo que muy poco nos puede
interesar la visión "arqueologizante" y clasificatoria propia del mundo
"oficialista".

Como Ciencia Simbólica, la mitología expresa a través de las aventuras,


relaciones familiares, amores, lances y demás acontecimientos entre los
dioses (así como el modo en que aparecen implicados en esas aventuras,
sus atributos, etc.), una lectura arquetípica y mágica del mundo, lo
cual forma parte del núcleo de enseñanzas iniciáticas de la Ciencia
Sagrada, la mayor engendradora de ideas, ya que a través de sus
disciplinas, basadas sobre todo en el estudio y comprensión de los
códigos simbólicos, se logra establecer las correspondencias y analogías
permanentes que hay entre las fuerzas invisibles de la naturaleza y el
plano de la manifestación donde estas fuerzas se concretizan.

Los hombres no crean a los dioses, sino que los descubren y los
interpretan, es decir, se nos revela su nombre a través de sus
arquetipos o principios inmutables, los que manifestados en todos los
fenómenos naturales, tanto físicos, anímicos y espirituales, astrales o
telúricos, nos permiten entender parte del misterio de la Vida. Los
mitos son por tanto la explicación simbólica que los hombres dan a todo
aquello que, aun siendo un enigma, se muestra como lo más real de la
existencia. Se trata de la expresión del misterio de la Creación y del
Orden y equilibrio entre los opuestos aparentes (como lo femenino y
masculino, /yin/ y /yang/, simpatía y repulsión) con que ésta se
manifiesta. Sin embargo la principal enseñanza contenida en este código
simbólico se halla en el propio nombre Mito que equivale a misterio;
mito y misterio provienen de la raíz /muein/ que significa callarse, en
alusión al silencio interior con que finalmente debe recibirse la
iniciación a estos códigos sagrados y a los misterios de la existencia.

Cualquier pequeña investigación nos lleva a comprobar que todas las


grandes culturas de la historia, y todos los pueblos arcaicos, han
descubierto al principio de su tiempo a sus dioses, es decir, han
percibido al Ser Universal expresándose en la naturaleza de su entorno,
en su geografía, el paisaje, mares, ríos, fuentes, montañas, volcanes y
astros, especialmente se han fijado en el Sol y la Luna. También los han
observado en los ritmos y los períodos celestes, en todos los fenómenos
naturales y atmosféricos, así como en el efecto que dichas energías
tienen sobre el resto de seres, tanto del reino animal, vegetal como
mineral y por supuesto humano. Estas relaciones de energías cósmicas y
telúricas, productoras de cambios climáticos y rítmicos (tales como
lluvias, periodos de sequía, tormentas o la división de las estaciones
del año, etc.), y la repercusión de todo ello sobre los ciclos vegetales
han mostrado, por ejemplo, a entidades que se revelaban en dichos
procesos agrarios, constituyéndose estas revelaciones en el símbolo de
la impronta con que los dioses han signado a ese pueblo determinado al
otorgarles unos conocimientos y una Tradición cultural y con ella un
ligamen con los verdaderos misterios del Universo.

Es así que algunas leyendas relacionadas con los símbolos agrarios


constituyeron en el tiempo una enseñanza iniciática y espiritual, y el
soporte para ciertos rituales mistéricos con los que se transmitía la
clave de acceso a la Unidad del Ser a través de sus manifestaciones. En
este caso la naturaleza vegetal dado que ésta es una teofanía que
muestra de una manera clarísima que todo está indisolublemente ligado,
incluida la vida y la muerte o la muerte y la resurrección.

Puesto que tiene que ver con nuestros orígenes culturales, nos
referiremos en particular al Panteón griego y romano, especialmente para
empezar diciendo que es inabarcable pues a la gran cantidad de dioses,
semidioses, démones, héroes y ninfas que legislan el Universo, se une
una larga lista de aventuras verdaderamente muy enigmáticas, ya que a
veces idénticos dioses aparecen asociados entre sí con parentescos
diferentes y nacimientos producidos en distintos lugares y
circunstancias, y otras cosas imposibles desde un punto de vista plano o
rasante, pero que cobran significado a medida que se comprende el
sentido trascendente que tienen estas leyendas y se comprueba que tratan
de ideas arquetípicas, esenciales para la verdadera vida intelectual y
espiritual del hombre, ya que suponen modelos ejemplares a seguir por
éste. Se ha comparado la mitología greco-romana con la de las culturas
hindúes y precolombinas, en especial la azteca y la maya, por la
cantidad de dioses que todos estos pueblos llegaron a conocer y de los
que se alimentaron para crear sus grandes civilizaciones.

En efecto, para toda sociedad que se organiza bajo los patrones de sus
dioses, todo acto es un rito, esto es, un gesto o comprensión realizado
de acuerdo a un orden arquetípico, ritmado al compás de los ciclos
cósmicos y telúricos. En este sentido los ritos agrarios nacen con la
agricultura, que es celeste y terrestre a la vez, como también es el
caso de la construcción íntimamente ligada con la agricultura, pues
ambas surgen del asentamiento de los pueblos, y de los que organizan el
espacio y el tiempo mediante la creación de calendarios cosmogónicos,
que son por ello reveladores de la realidad del mito como vehículo de lo
suprahumano y supracósmico.

Es por ser arquetípica que la historia mítica actúa como transmisora de


un Saber inmemorial y suprahumano ligado con el misterio de la Creación.
Por eso la mitología y el conocimiento que ella vehicula constituyen un
medio para ponernos en relación con el plano donde nacen las ideas,
plano que en el mapa del árbol cabalístico se sitúa en Atsiluth.
Se trata de un conocimiento, el que vehicula el mito, que nos
ayuda a ver que nuestra existencia y la del Universo tienen un Principio
que por definición es anterior a toda creación o determinación. Ese
Principio, o Unidad, al manifestarse crea también las relaciones y las
jerarquías entre los dioses. Por eso descubrir los arquetipos y las
ideas con las que estos se expresan e identificarlas en nosotros mismos
supone vivir en el mundo inteligible al que alude Platón, lo que nos
ubica inmediatamente en un tiempo completamente otro al ordinario o
profano. Es el tiempo de los dioses, el tiempo sagrado de los orígenes
que se hace presente y coexiste con el tiempo de los hombres, y es esta
coexistencia en verdad la que salva o rescata al hombre al darle la
posibilidad de reconocer sus estados superiores, pues precisamente hacia
la toma de conciencia de esos estados conduce la iniciación a los misterios

*Deméter y Eleusis

*Todas las Tradiciones Iniciáticas han contado a lo largo de la historia


con Centros o Escuelas de Pensamiento donde se ha transmitido la
iniciación a esos estados del Ser. En Occidente esos centros se
propagaron por toda la cuenca mediterránea. En ellos, sabios, sacerdotes
e hierofantes comunicaban la Ciencia Sagrada a quien lo requería y
reunía además las condiciones para comprenderla. Además de esos Centros
de Enseñanza se expandía una influencia de orden intelectual y
espiritual que actuaba de dínamo generador y punto de referencia axial
para toda la sociedad, es decir que nutrían también la cultura popular,
que en muchos casos fue la que conservó gran parte de estas enseñanzas,
especialmente a través del arte y de la literatura, fundamentalmente el
cuento y la leyenda, así como la música y el teatro.

Concretamente, en Grecia uno de esos Centros sapienciales e influyentes


en la historia del pensamiento tradicional de Occidente fue el santuario
de Eleusis de época prehelénica, consagrado a la diosa Deméter, deidad
que representó durante más de dos mil años el símbolo de la puerta de
entrada a los misterios de la iniciación, y cuya energía contribuyó al
esplendor de esa civilización. Venerada popularmente como deidad de la
vegetación y de la agricultura (especialmente el cultivo del trigo),
tanto por griegos como luego por los romanos quienes le dieron el nombre
de Ceres, el santuario consagrado a la diosa Deméter fue símbolo del
saber acumulado por sabios e iniciados de todas las épocas anteriores,
ya que se dice que la cadena de esta enseñanza enraíza con los orígenes
del mundo, antes del tiempo. A este Centro, verdadero corazón del mundo
mediterráneo, pertenecieron los grandes pilares de nuestra tradición
cultural, nos referimos a Pitágoras, Sócrates y Platón, a través de los
cuales la ciencia arcana ha podido, aunque cada vez de modo más
restringido, seguir alimentando a los hombres y mujeres de todas las
épocas, incluida la nuestra ya que gracias a esos sabios la influencia
espiritual-intelectual de la deidad aún no ha dejado de dar su sustento
al Occidente actual.

Al hablar de corazón y de centro nos referimos a que todo el orbe


cultural y social de una gran cantidad de pueblos de la cuenca formada
por este mar llamado Mare Nostrum por los romanos, tenían en Deméter el
símbolo de la deidad y a ella construyeron templos y santuarios en los
que se enseñaban sus ritos en total acuerdo con la Tradición Universal
de la que éstos eran su representante.

El ritual de iniciación practicado en el templo de la diosa, en la


ciudad de Eleusis, consistía en revivir el drama cósmico, representado
en la historia de dos entidades de la Tierra: Deméter y su hija
Perséfone, y las relaciones que éstas mantienen con otras divinidades,
tanto del Cielo como del Inframundo, que también participan en el relato
mítico contado en clave de tragedia. En él se narra una muerte, la de la
semilla, y un renacer, el del fruto, constituyendo esta imagen el
símbolo de toda generación y de todo proceso existencial tanto material,
como espiritual.

Como decimos el ritual de Eleusis tenía como núcleo principal la leyenda


iniciática de la tragedia vivida por dos diosas: Deméter y Perséfone,
esta última conocida en épocas posteriores también como Proserpina y
Coré, raptada por el dios del inframundo, Hades (Plutón), quien
finalmente será su liberador; lo cual guarda una perfecta analogía con
el propio ciclo de la semilla, también "secuestrada" en las entrañas de
la tierra y sometida a las potencias infernales de la muerte y
finalmente vuelta a la vida una vez la planta aflora. Este fenómeno que
sufre todo vegetal es un símbolo que pone de manifiesto una realidad
asombrosa que muestra la tenue línea que separa la vida de la muerte,
por lo que el proceso vegetal universalmente ha sido considerado un
suceso sagrado y misterioso que evidencia la unión que hay entre las
fuerzas visibles e invisibles, ya que todas ellas necesariamente deben
tomar parte en el acto de regeneración y transmutación de cualquier
planta o cultivo, la lluvia, el viento, el sol y todas las demás fuerzas
cooperantes del Cosmos.

Desde el punto de vista del proceso interno de Conocimiento, advertir


esta realidad de concatenación y unidad con la que se expresa el Ser
Universal supone recuperar un punto de vista perdido ya desde hace
muchísimo tiempo para la gran mayoría, lo cual requiere una instrucción
o una iniciación, es decir, hay que pasar por un proceso interno de
transmutación alquímica en el transcurso del cual paulatinamente ir
tomando conciencia de la sacralidad de este tipo de conocimientos.

Este proceso ha sido visto por muchos de los integrantes de esta cadena
iniciática como una batalla o conquista gradual de la luz contra las
tinieblas, durante cuyo transcurso los velos de la ignorancia,
disimulados en férreos conceptos, deben morir, para renacer a la verdad
de las cosas, a su realidad. Se trata aquí de describir el acontecer de
transmutación por el que pasa la conciencia y que las distintas
tradiciones habitualmente han representado con el paso por la caverna
iniciática. En esa caverna, representación simbólica de las entrañas de
la tierra, el adepto muere, como muere la semilla, a esa condición de
ignorancia o pérdida de memoria, para nacer a una nueva posibilidad o a
un mundo regido por la Ley de la Armonía Universal.

Esto es claro hoy en día en la Masonería, donde el recipiendario debe


superar las mismas pruebas por las que pasa el grano hasta llegar al
final de su ciclo. Es decir, que el alma del adepto muere a su condición
profana en el útero de la Madre Logia (la Cámara de Reflexión, o Prueba
de la Tierra) para nacer, parido entre las dos columnas del templo, a la
luz conferida por la iniciación. Así que aquel que se introduce en la
caverna para morir en ella renace transformado en una nueva planta, de
ahí /neo-fito/ (nueva planta), nombre con que se designa al
recipiendario, lo que significa que nace a la Doctrina y la Enseñanza
tradicional. Este doble nacimiento del iniciado también está simbolizado
en la Diosa Madre Deméter, la que a veces es llamada Dos.
El Rapto de Perséfone por Hades.
El Rapto de Perséfone. Jardines de Versailles. Escultura de Girardon
sobre dibujos de Le Brun.

*La Leyenda iniciática de las dos diosas


*Deméter es una diosa olímpica, una divinidad de la Tierra, hija de
Cronos, nombre griego de Saturno, considerado como el rey de la Edad de
Oro. Y hermana y esposa de Zeus-Júpiter, el Rayo iluminador que viene
del Cielo para inseminarlo todo. De su relación con él nace Perséfone,
otro aspecto telúrico de la diosa. Homero cuenta cómo un día, en que
Perséfone (Coré: la muchacha), que está cogiendo flores en el valle de
Nisa, es raptada por Hades, dios de las profundidades infernales.
Deméter angustiada al advertir la desaparición de la hija emprende una
búsqueda incansable con el afán de hallar a la joven. Hécate, la diosa
solitaria y lunar, vigilante a las puertas del inframundo desde donde
preside la magia de las germinaciones y guardiana de todo el universo,
le cuenta a la madre que la oyó gritar, sin embargo nadie le da a
Deméter señales definitivas de qué le ha sucedido a su hija. Se cuenta
en la leyenda que desde ese día la existencia de la diosa se convierte
en un lamento. Incluso en la oscuridad de la noche, provista de dos
antorchas que prendió en las llamas del Etna^4 <#n4> sale a buscarla.
Nueve días se dice que tardó la diosa en recorrer llena de amargura y
dolor todo el orbe sin hallar señales de la hija amada.
Diferentes tradiciones locales de la cuenca mediterránea cuentan esta
leyenda como propia, y con ella no sólo explican la desaparición de la
semilla engullida por la tierra sino también los largos períodos de
sequía padecidos por ésta, de ahí que la narración mitológica sitúe el
suceso del secuestro de Perséfone en varios lugares de la zona. El
Atica, Creta, Sicilia o Eleusis son algunos de los territorios que
aparecen como escenario del rapto. Sin embargo, insistimos en ello, no
debe deducirse que esos fenómenos por los que atraviesan las simientes y
el mundo vegetal sean los que crearon el mito de las dos diosas, sino
que estos procesos botánicos en los cuales participan por igual las
energías descendentes y ascendentes del cielo y de la tierra, son el
reflejo de los diferentes aspectos con los que se da a conocer la
Unidad, creando en el imaginario, en este caso el de los griegos,
distintos aspectos de la divinidad.

Finalmente, dice Homero que Helios, el Sol, le cuenta el modo en que


desapareció la joven, forzada a subir en un carro tirado por caballos
que conducía Hades, el dios del infierno.

"Hija de Rea, le dice el Sol, la de hermosa cabellera, soberana


Deméter, lo vas a saber, pues grande es el respeto y la compasión
que siento por ti, afligida como estás por tu hija de esbeltos
tobillos. Ningún otro de los inmortales es el culpable más que Zeus,
amontonador de nubes, que se la ha entregado a Hades para que sea
llamada su joven esposa. Sí, a su propio hermano. Y él se la llevó
bajo la nebulosa tiniebla, pese a sus enormes gritos, tras haberla
arrebatado con sus yeguas. Así que tú, diosa da fin a tu copioso
llanto. Ninguna necesidad hay de que guardes ese insaciable rencor.
En absoluto es indigno como yerno entre los inmortales, él, que de
muchos es soberano."^5 <#n5>

Hades, es aquel que, aunque sujeto a las leyes del Cielo (Zeus), tiene
en las entrañas de la tierra su propio reino. Homero deja claro al poner
a Helios por testigo del secuestro, que nada en verdad en la Tierra se
oculta bajo el Sol, y también, que nada ocurre en la manifestación sin
que él intervenga. Es decir que si la creación no puede ser sin el Sol,
es que todo es en alguna medida Sol, y por consiguiente, luz, calor y
color son sinónimos en el sentido de que igualmente lo identifican de
una u otra manera.

Deméter, continúa el relato mítico, al enterarse del fatal desenlace de


la hija, presa del dolor y de la ira, abandona el Olimpo y adoptando una
figura triste y envejecida recorre las ciudades de los humanos, mientras
la tierra permanece yerta a causa de su desolación. El drama vivido por
la diosa es análogo tanto al alma del adepto que espera el fruto de la
iniciación como al que pasa la tierra cuando todas las semillas están
desaparecidas de su faz, ocultas en el Hades, muriendo como simientes y
esperando ser rescatadas para emerger radiantes a la luminosidad natural
del verdor rutilante con que el Sol y la lluvia, símbolo de la
influencia espiritual, engalanan al vegetal.

Errática, la soberana Deméter, diosa del suelo fecundo en el que germina


la vegetación, un día, llegando a Eleusis, mientras se sienta a
descansar en el borde de una fuente recibe y acepta el ofrecimiento que
le hacen unas jóvenes de convertirse en nodriza de un tierno infante
hermano de ellas e hijo de los reyes del lugar. Se trata del príncipe
Demofonte, en cuyo palacio por primera vez después del drama y su
periplo, la diosa esboza una sonrisa, y lo hace con las chanzas de la
ninfa Yambe, criada de los reyes, quien de esa forma simpática e irónica
la anima a que coma algo y que restituya su ánimo y su energía^6 <#n6> .
La diosa, que rechaza una copa de vino que se le ofrece, pide que le
sirvan /ciceón/ (o Kikeón), una crema de cereales y menta que constituye
la bebida con la que Deméter dará la comunión a los que a partir de
entonces pidan su amparo, es decir que dará su doctrina a todos los que
piden ser iniciados e instruidos en sus ritos.

Deméter cría al niño como a un dios. Lo unge con ambrosía y por las
noches lo esconde en el fuego. Lo habría hecho inmortal, cuenta Homero,
si no hubiera sido por la intromisión de la madre, la reina Metanira,
quien una noche al ver a la diosa poner a su hijo en el fuego, y sin
comprender lo que estaba sucediendo, se asusta siendo que ante esta
actitud de incomprensión la diosa se ve obligada a abandonar el cuidado
del pequeño príncipe.

De este modo Deméter no puede trasmitir completamente sus misterios al


niño como ella hubiera querido. Sin embargo, la diosa, que desea
mantener un vínculo duradero con Eleusis pide que le construyan cerca de
allí un templo donde poder permanecer y transmitir sus misterios a los
hombres. Una vez construido el santuario, Deméter se refugia en él. Se
cuenta que su retiro y ocultación hace de la tierra un lugar yermo y
baldío. Zeus, preocupado al comprobar la esterilidad que sufre la tierra
a causa de la reclusión de la diosa envía a un emisario al inframundo
para decir a Hades que devuelva la hija a la madre, a fin de aplacar la
ira de la diosa y que la tierra nuevamente diera frutos.

Iris, la mensajera alada de Zeus es la encargada de cumplir la misión.


Esta, atravesando los mundos según el eje polar y vertical que
establecen Zeus y Hades (el Cielo y el Inframundo), eje que ella misma
como puente de unión y arco de luz y agua establece, lleva desde lo más
alto de las nubes hasta las profundidades de la tierra, donde está la
residencia de Hades, el mensaje, pero éste, que ha hecho de Perséfone su
esposa amada con la que compartir su imperio subterráneo, desoye a la
mensajera.

Zeus al ver que Hades no responde a su demanda decide mandar a Hermes,


su hijo querido, el heraldo más estimado de todos los dioses y
semidioses, quien finalmente logra persuadir al dios del mundo
subterráneo. Es la maña del dios psicopompo quien consigue convencerle
para que finalmente libere a la joven. Antes de dejarla partir, Hades da
a comer a la joven unos granos de granada asegurándose tras la ingestión
de ese fruto (sobre cuyo simbolismo volveremos más adelante) el regreso
de la esposa a su lado, al mundo de los muertos, durante un periodo
anual. Perséfone, según el trato que cierra Hermes, pasará en el
infierno una parte del año, y la otra en compañía de su madre, la
augusta diosa Deméter quien una vez liberada por fin la hija, recobra la
alegría y la tierra vuelve a fructificar.

Homero cuenta como conclusión de la historia vivida por las dos diosas,
que Zeus envió a Rea al templo de Deméter para pedir a ésta su regreso
junto a la estirpe de los dioses inmortales.

"Haz crecer el fruto que da la vida a los hombres",

le pide Rea. Deméter sin demora obedece y restablecido el orden la


tierra vuelve a verdear, pues como lo dice Marsilio Ficino

"lo propio de Deméter es el vestido verde".

Deméter comienza por enseñar sus secretos a Triptólemo, personaje que


por encargo de la diosa enseñará la agricultura a los griegos. Y
provisto de un carro tirado por dragones, símbolo de la dominación de
las furias terrestres, regalo de Deméter, también extenderá las
enseñanzas de los cultivos por toda la tierra^7 <#n7> . Este carro está
referido al arado ya que Deméter se presenta como la primera en
acoplarlo a los bueyes. Hoy en día en Eleusis aún se sigue hablando de
santa Demetra, aunque ha sido bajo el nombre de san Demetrio como ha
pasado a patrocinar la agricultura.

En cuanto a Triptólemo, quien aparece como el primer receptor de los


antiguos misterios de Eleusis, representa el prototipo del iniciado,
esto es, del primero que recibe una ciencia arcana renovada al ponerla
en relación con la agricultura, ciencia que emerge en la época como
símbolo capaz de mostrar los misterios de conjugar los cielos con la
tierra, misterios de los que forman parte la astrología, la astronomía y
la geometría, entre una larga lista de otras ciencias asociadas
igualmente a la agricultura, ya que ésta, como "cultura del agro", no
está sólo delimitada a los procesos vegetales de los cultivos, sino que
ha formado parte muy importante de la cosmovisión de muchos pueblos.

*Un ritual iniciático y uno popular


*El relato sagrado o /hieros logos/, de la leyenda de Deméter y
Perséfone, como ya hemos indicado no sólo es el eje en torno al cual se
realizan las ceremonias de iniciación a los Misterios de Eleusis, sino
que toda la comunidad tomaba también parte de este mito, pues además de
los ritos secretos donde sólo participaban los iniciados existían en
Grecia otros actos populares que entre otras cosas estructuraban el
tiempo y también el espacio, es decir que ordenaban el calendario con
grandes celebraciones en honor a las diosas. Tanto los ritos secretos
como los populares estaban igualmente asociados a los ciclos agrarios,
que por ser duraciones universales han sido celebrados desde siempre por
todos los pueblos antiguos. Federico González dice que estos

"ritos agrarios, y en general todos los mitos y símbolos vinculados


a la naturaleza (y sus ritmos y ciclos), constantemente la
sacralizan al tomarla como la manifestación del Ser y además su
esposa, reflejo invertido de la divinidad, en la que ésta se expresa
de modo inmanente. En particular están ligados a la ronda de las
estaciones: la paralización y anquilosamiento del invierno, el
despertar mágico de la primavera, la riqueza fructífera del verano y
la melancolía del otoño"^8 <#n8> .

Los ritos de Deméter, la diosa dispensadora de las estaciones, eran


actos festivos multitudinarios que a pesar de que experimentaron ciertas
modificaciones a lo largo del tiempo (20 siglos) siempre conservaron dos
fases principales: la desaparición de Perséfone y su retorno.

Unas de entre estas fiestas que tenían que ver con la fertilidad y en
las que sólo participaban las mujeres, eran las denominadas Tesmoforias
que se inauguraban en Atenas todos los años en otoño, después de la
siembra, con una romería en la que las participantes, actuaban en
calidad de legisladoras de la ley de Deméter, lo cual está en relación
con el propio epíteto de la diosa que justamente es Tesmóphoros, esto es
"Legisladora". Estas ceremonias duraban tres días. El último de luna
nueva y total oscuramiento se vivía como el duelo que representaba el
drama del rapto de Perséfone.

Estas ceremonias tenían sus antecedentes en ciertos ritos egipcios de


oscuridad, sequía y de esterilidad de la tierra, en ellas los sacerdotes
también celebraban ritos lúgubres para representar el luto de Isis, la
diosa viuda de Osiris. En dicho acto sagrado se cubría la cabeza de una
vaca con un paño negro, pues sus cuernos son como la tierra una copa
baldía de no recibir del cielo la luz y el agua para germinar.

Luego, en primavera se celebraba el retorno de la diosa Perséfone del


mundo de los muertos. Estos ritos ceremoniales eran conocidos en la
época como pequeñas Eleusinas, mientras que otros ritos llamados grandes
Eleusinas que parece ser tenían lugar cada cinco años en Septiembre,
eran los que acogían los ritos de iniciación.

Estas ceremonias rituales se desarrollaban en nueve días, los mismos que


tardó la infructuosa y estéril búsqueda de Perséfone por Deméter, y
tenían como escenario Atenas y Eleusis, ciudades por donde transitaba
una enorme procesión con varias etapas señaladas durante el recorrido y
en ellas se ejemplificaban escenas significativas concernientes a la
leyenda mítica relatada principalmente por Homero.

El santuario de Deméter, cuyas ruinas aún pueden visitarse, no era


únicamente un templo donde acoger estas u otras ceremonias rituales,
sino que además era un Centro de estudios y de instrucción donde se
impartía la doctrina tradicional, y sólo después de haber pasado un año
recibiendo enseñanza por parte de los maestros, hierofantes y
sacerdotisas del mismo, los adeptos, hombres, mujeres y esclavos (pues
sólo estaban excluidos los asesinos y malhechores), podían acceder al
ritual secreto de iniciación.

Durante la procesión ritual también tenían lugar purificaciones en el


mar y sacrificios de cochinillos como ofrenda a la diosa; según dicen,
tal vez porque estos animales hacen surcos en la tierra cuando escarban
como los que hace el arado, tal vez por la exaltación que la naturaleza
expresa en la fertilidad del animal; el caso es que estos animales
inmolados se dejaban en un pozo de un año para otro, sirviendo los
huesos del año precedente de abono para la tierra que debía producir la
cosecha del siguiente. De este modo se simbolizaba el ciclo regenerativo
que, junto con los procesos biológicos de la agricultura, constituyen el
rito de sacralización de los mismos ritmos de la naturaleza y de su
reciclaje constante para mantener la vida. Sin embargo la inmolación de
cerdos a la diosa tiene otro sentido simbólico desvelado por Homero en
la Odisea. Se trata del pasaje donde Ulises (u Odiseo), en una etapa de
su viaje llega a la isla donde se encuentra la maga Circe. Esta consigue
con hechizos convertir en cerdos a los compañeros del héroe. Y también
lo hubiera hecho con él; sin embargo Ulises, quien recibe de Hermes las
hierbas mágicas, antídoto a los venenos de Circe, no sólo se salva de
caer en la trampa de ésta sino que consigue liberar de ese mundo
tenebroso y "animalesco" también a sus compañeros. Se trata aquí de una
enseñanza simbólica destinada a mostrar la necesidad que el hombre tiene
de liberarse de sus estados inferiores y más superfluos no
alimentándolos. Es más, que sea Hermes, dios de la enseñanza y de la
doctrina esotérica quien le dé el antídoto no puede tener más que un
significado evidente relacionado justamente con su misión educadora. El
mismo sentido simbólico tiene la enseñanza de Cristo cuando advierte no
dar de comer perlas, o margaritas, a los cerdos es decir, no alimentar
las bajas pasiones sino dejar que éstas, como en el caso del sacrificio
hecho a la diosa, se pudran para que de su putrefacción finalmente nazca
una eflorescencia, llamada rosa blanca por los alquimistas.

*El Dios y La Diosa


*En el transcurso del tiempo la comitiva en honor a Deméter también fue
encabezada por una imagen de Dionisos, el dios de la vid, venerado junto
a Apolo en otro gran centro iniciático, el santuario de Delfos. De ese
modo los griegos celebraban juntas las fiestas de la vendimia y las de
las mieses, el trigo principalmente, que junto al olivo conforman los
grandes descubrimientos de la agricultura griega y romana, que añadidos
al pino y la hiedra, plantas que verdean en invierno y por ello ambas
asociadas a Dionisos^9 <#n9> , han formado parte desde siempre de
nuestro paisaje y de nuestra cultura occidental. En realidad podría
hablarse de un coronamiento de los Misterios para esa época, cuando
Dionisos, el dios que tomará entre los romanos el nombre de Baco, entra
a formar parte de las fiestas de Deméter.
En esta procesión ritual y popular se sucedían algunos de los episodios
descritos por Homero en el relato mítico tales como el cruce de un
puente, en recuerdo de Iris mediadora. Asimismo también formaba parte de
la fiesta ritual el lanzarse puyas unos contra otros utilizando un
lenguaje obsceno y jocoso, todo lo cual tiene relación con activar el
deseo carnal tan ligado, para todas las tradiciones culturales, a los
procesos agrarios y de fertilización. De este modo, mediante un lenguaje
licencioso conseguían un estímulo de la energía sexual y de la risa
espontánea y por añadidura también obtenían un antídoto contra la
tristeza, tal cual sucediera a la diosa con las palabras pícaras de la
ninfa Yambe en el palacio de los reyes de Eleusis.

Se sabe que durante algún momento del recorrido varios de los


participantes, protegidos con máscaras gritaban con descaro e insultaban
a los ciudadanos más principales. Esta extraña actuación guarda una
estrecha relación simbólica con los carnavales y otras fiestas análogas
de la tradición cristiana, todas ellas destinadas a cambiar los papeles
de cada cual cometiéndose ciertas transgresiones, en este caso para
satisfacer un deseo de agresión y anarquía que de este modo queda
liberado y delimitado al acto festivo^10 <#n10> . Con respecto a este
tipo de fiestas, René Guénon dice que la impresión que de ellas se
desprende es la de un "desorden" general, en el sentido cabal del
término, circunscrito en límites definidos, y hace referencia a la
"fiesta del asno", que se celebraba en el Medioevo, en la cual el animal
era conducido hasta el coro de la iglesia donde se le veneraba. Asimismo
Guénon también se refiere a la "fiesta de los locos" dándole igual
sentido, en la cual el bajo clero se entregaba a las peores
inconveniencias y parodiaba a la jerarquía eclesiástica y a la liturgia
misma^11 <#n11> .

Al anochecer los peregrinos de la comitiva encendían antorchas, tal como


hacía Deméter cuando buscaba a Perséfone por toda la tierra conocida,
ritualizándose el trágico momento vivido por la Diosa Madre. Al llegar a
Eleusis (procedentes de Atenas, decíamos) entraban en el santuario de
Deméter donde eran reconfortados con la bebida sagrada de la diosa, el
/ciceón/, una pócima de harina y yerbas aromáticas, que, según ya
contamos, ella misma tomara en el palacio de los reyes de Eleusis, al
que llegó haciendo de nodriza del pequeño príncipe, tras su errancia por
el mundo.

Algunos investigadores del tema han recabado datos suficientes con los
que poder asegurar que este brebaje contenía algún tipo de hierba que
podríamos denominar alucinógena, lo cual no es nada extraño, dado que la
ingestión de este tipo de sustancias ha sido siempre bastante común
durante los ritos iniciáticos de muchos pueblos antiguos. Estas plantas,
consideradas sagradas y provechosas tanto para la salud del alma como
para la del cuerpo, son desde antiguo conocidas por sus poderes
sobrenaturales y por su capacidad para abrir la percepción hacia otros
espacios de la realidad y de la conciencia y por consiguiente siempre
fueron utilizadas con gran respeto por todas las culturas de tradición
iniciática, chamánica y sapiencial. Muchas de estas plantas, con poderes
narcotizantes, también han sido empleadas desde antiguo para preparar
ungüentos con los que proteger la piel frente a las quemaduras llegando
esta clase de pomadas incluso a inmunizar y hacer insensible el cuerpo
frente a las agresiones del fuego. Por lo tanto la diosa, que untaba al
príncipe de Eleusis con cremas antes de ponerlo en el fuego, también le
estaba trasmitiendo sus conocimientos sobre esos bálsamos milagrosos.
Por otro lado el hecho de que el /ciceón/ contuviera menta hace pensar,
en efecto, en alguna pócima o droga medicinal pues sabido es que la
antigüedad conocía que a veces las plantas más amargas eran las que
contenían mayores propiedades, por eso las hierbas aromáticas eran
consideradas un regalo especial de los dioses. Sin embargo conviene
aclarar que las plantas sagradas utilizadas en los ritos de iniciación a
los misterios, constituyen un género diferente al de las plantas
medicinales y alimenticias, ya que aunque todo vegetal participe de la
sacralidad de la naturaleza, existen ciertos vegetales que han sido
tenidos desde siempre por altamente sagrados y considerados vehículos
mágicos de la deidad y como tal con capacidad tanto para abrir las
puertas de la percepción como para cerrarlas. Por eso su ingesta, al
poner al ser en comunicación con sus estados inferiores y superiores,
siempre estuvo enmarcada y delimitada por el acto respetuoso y sagrado
que es el verdadero encuadre del rito.

En cuanto a Deméter, madre productora de toda la vegetación, es la


deidad que nos abre el acceso a todos los misterios del Ser a través del
mundo que le es propio, el vegetal, donde está su ámbito. Con respecto
al vino que rechaza, este tiene otro espíritu y otra crianza. No nace de
la tierra su espíritu fogoso, su transmutación obedece a otros
misterios, debe pues ser considerado con otra medida que es la propia de
Dionisos-Baco.

Al contrario de los ritos populares que se celebraban en Eleusis, de los


que existe gran información, sobre el ritual de las iniciaciones
secretas y de la experiencia final /(Epopteia/) se sabe muy poco, aparte
de que para recibirla no se tenía en cuenta ni el sexo, ni ninguna otra
condición jurídica, como decíamos, únicamente ir libre, sin coacción y
solo, tal cual estaría cualquiera el día de su nacimiento o de su
muerte. Eso sí, era cosa imprescindible el que los iniciados estuvieran
dispuestos a hacer voto de silencio. Sin embargo algunos historiadores,
entre ellos Mircea Eliade, han reunido lo poco que sobre los rituales
propiamente dichos ha transcendido, por ejemplo estas dos palabras
dichas por Proclo que son una buena síntesis de los misterios. Cuenta
Proclo que los iniciados miraban al cielo y decían:

"¡Llueve!",

luego volvían la mirada a la tierra y decían:

"¡Concibe!".
Hipólito añade dos noticias más, la de que los participantes a la
iniciación se reunían en torno a un gran fuego y el hierofante exclamaba:

"La divina Brimo ha engendrado un niño sagrado, Brimos".^12 <#n12>

Y Heracles habla así:

"He sido iniciado hace mucho tiempo (o en otro lugar) he visto el


fuego y he visto a Coré"^.

Es seguro que se estaba refiriendo a esa clase de fuego a la que se


refiere Federico González cuando dice:

"si todos los fuegos son el fuego, el fuego Arquetípico no quema,


pues es una Idea –algo invisible–, que la multitud de fuegos
simboliza"^13 <#n13> .

Se habla, no obstante, de que los postulantes asistían a un drama ritual


en el que se representaba la unión de Zeus y Deméter, y cuyos
protagonistas eran el hierofante y la sacerdotisa de la diosa. Asimismo
se cuenta que al final de la ceremonia, y como colofón a la misma, se
les enseñaba a los asistentes una espiga. Por otro lado, y en relación
con los misterios de Dionisos-Baco también se cuenta que Aristófanes,
sacerdote de Eleusis, con una antorcha en la mano, exclamaba:

"¡Llamad al Dios!"

Y los asistentes al ritual gritaban:

"¡Hijo de Sémele, Iaco, (Baco) dador de riqueza!"^14 <#n14>

A pesar de los pocos datos existentes, parece claro que se trataba de


rituales muy misteriosos donde se revelaban los verdaderos secretos
transcendentes relacionados con la muerte y la resurrección, como aquel
alto misterio simbolizado por la espiga, la que habiendo perdido su
verdor y también su raíz, es sin embargo generadora de vida, de modo que
cada uno de sus granos, aparentemente seco, contiene la vida de un campo
y el alimento para un puñado de hombres.

Cristina de Pizán. El Camino del Largo Estudio


<http://symbolos.com/s27demeter2.htm>

La Agricultura. El Rapto de Perséfone.

*NOTAS*
^1 <#1> Federico González. /Simbolismo y Arte/, cap. I: //"Simbolismo y
Cosmogonía". Editorial Symbolos. Barcelona, 1998.
^2 <#2> Ver Federico González y colaboradores, S*Y*MBOLOS Nº 25-26:
/Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha/. Barcelona 2003.
^3 <#3> La importancia popular que tuvo esta deidad es fácil advertirla
hoy con una sola ojeada por la arquitectura de muchas ciudades tanto
europeas como iberoamericanas, y observar en los relieves de sus
edificios antiguos la figura de la diosa a la que se puede reconocer por
las espigas que porta. Igual que la palabra cereal (de Ceres), tan
identificativa de la diosa, hasta el punto de simbolizarla. También
algunas ciudades tienen en su nombre el de la diosa, como por ejemplo la
ciudad española de Cáceres, en cuya región siguen hallándose restos
arqueológicos de bustos de Ceres y lápidas con el nombre de Proserpina.
Precisamente cerca de esa ciudad española se halla Mérida, la antigua
Emérita Augusta, en cuyo magnífico teatro romano pueden verse sendas
esculturas consagradas a Deméter-Ceres, Hades-Plutón y
Perséfone-Proserpina. Un espacio que hoy en día sigue siendo escenario
para espectáculos teatrales y encuentros en las noches de verano.
^4 <#4> Ovidio, /Metamorfosis/. Libro V.
^5 <#5> Homero, /Himno a Deméter/, 75-86.
^6 <#6> Esta anécdota mítica es el origen histórico de ciertos ritmos
en la poesía griega y latina en relación con los versos satíricos, lo
que se conoce en la actualidad como poesía Yámbica.
^7 <#7> En Arcadia, por ejemplo, Triptólemo es el personaje que aparece
como aquel que les enseñó a elaborar el pan. En otras ciudades este
mismo personaje aparece como su fundador. En algunos relatos Triptólemo
es príncipe de Eleusis, hijo del rey Celeo y de la reina Metanira y
hermano mayor de Demofonte, el niño que Deméter cuidara en Eleusis.
Diferentes tradiciones locales atribuyen a Triptólemo otras identidades,
como la de ser el mismo príncipe Demofonte.
^8 <#8> Federico González. /Los Símbolos Precolombinos/, cap. VIII:
/<http://americaindigena.com/18mitologiaypopolvuh.htm>/"La Iniciación".
Editorial Kier. Buenos Aires, 2003.
^9 <#9> "Comienzo a cantar al que ciñe de hiedra sus cabellos". Homero,
/Himno a Dionisos/. También llevaban coronas de hiedra los que
participaban en su cortejo. Por otro lado la frescura de la hiedra le
conviene perfectamente a la temperatura ideal del vino, como si hubieran
sido hechas tal para cual.
^10 <#10> No obstante a pesar del desorden y algarabía que parece
desprenderse de todo ello, y como dato añadido a lo expuesto, diremos
que existe sobre todas estas celebraciones populares una gran
documentación en archivos depositados en bibliotecas de museos de Grecia
y Magna Grecia (Sicilia y sur de Italia) donde se informa, entre otras
cosas, de la sólida organización de las entidades que dirigían los
rituales y administraban los santuarios.
^11 <#11> Ver René Guénon. S/ímbolos Fundamentales de la Ciencia
Sagrada/, cap: XXI. "Sobre el Significado de las fiestas carnavalescas",
Editorial Paidós, donde también añade que hoy en día, difundido como
está ese desorden por doquier y en todos los ámbitos, esas fiestas han
perdido su razón de ser.
^12 <#12> Brimos es uno de los apelativos de la reina de los muertos.
Añadir que los griegos solían decir que los muertos eran gente de Deméter.
^13 <#13> /En el Vientre de la Ballena/. /Textos Alquímicos/.
/<http://simbolismoyalquimia.com/alquimicos/XIII.htm>/XIII. Ed.
Obelisco. Barcelona, 1990.
^14 <#14> Citado por Mircea Eliade en /Historia de las Creencias y las
Ideas Religiosas,/ Tomo I, pág. 45-8. Ed. Paidós.

Sección Estudios Generales <http://symbolos.com/estudios.htm#9>


Estudios Generales

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