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Antes de la palabra, antes de la historia, en los misteriosos albores de la

existencia humana, uno de aquellos seres dirigió su mirada hacia el cielo


nocturno, y contempló deslumbrado.

La primera meditación, contemplar el cielo, el primer mantra, los vocablos


con los que se empezaron a comunicar, la primera adivinación, escuchar
hasta la más sutil brizna del aire y el canto de los pájaros para entender al
mundo, el primer hechizo, las pinturas rupestres donde plasmaban lo que
después se haría realidad, y su magia elemental, conectar con la tierra,
renovarse en el agua, conectar con el aire a través de la respiración y
dominar el fuego, al crearlo a voluntad.
La historia de la magia en sí, se remonta hasta antes incluso de que
nuestro planeta mismo existiera, de un sinfín de probabilidades, en
un evento que sigue siendo un misterio para nosotros, Dios, Diosa,
consciencia cósmica, la esencia o el “azar”, como prefieras llamarle,
en un acto de magia e imaginación, dio inicio a todo lo que
conocemos, y esta magia, esta energía de cambio, sigue presente en
cada rincón y acto de nuestra existencia, esperando a ser notada y
utilizada por aquellos que aprendan a verla.

Volviendo nuestra mirada nuevamente a lo humano, todo empieza


con las primeras tribus definidas, conjuntos de humanos que habían
aprendido a sobrevivir desde hacía muchas generaciones entre la
rudeza de la vida natural, y habían empezado a distinguir algo más,
habían empezado a hacer preguntas complejas y profundas, donde el
chamán, primera mujer (y luego hombre), que ahondaron en los
misterios de la existencia, dieron calma, sosiego, hicieron ritos para
mejorar la vida de todos y predijeron, cada vez con más exactitud, los
diferentes eventos y ciclos no solo de la tierra, sino de las personas
mismas, convirtiéndose él o ella misma, en el portal entre nuestro
mundo “normal” y el mundo de la magia, del éter, de todas las
posibilidades.
Estos chamanes, por primera vez empezaron a intuir sobre el mundo
más allá de nuestros sentidos físicos y a utilizar lo que muchos llaman
el poder de la mente y la imaginación, convocando a los elementos,
logrando lo que en la actualidad llamaríamos milagros. Aquí, magia
religión y ciencia no solo estaban unidos, sino que eran uno solo,
porque el chamanismo fue la primera puerta de la magia abierta por
el ser humano.
Con la llegada de la agricultura, los asentamientos se fueron haciendo
fijos y permanentes, haciendo que hubiera mayor cantidad de
personas en una misma zona, siendo ahora más que tribus, pueblos
en crecimiento. Estos pueblos, profundizando en las viejas
enseñanzas, continuaron la magia y los ritos, pero ahora, las fuerzas
de la magia y la naturaleza se empezaron a personificar, ya no se
trataba solo de plantas, animales y elementos, sino de seres
trascendentales a menudo humanoides, seres de gran poder capaces
de controlar el clima, la vegetación, la salud y varios asuntos más, y
es aquí donde se empiezan a crear los templos y edificaciones
sagradas, donde surge la religión como tal, y donde los sacerdotes
fueron los siguientes en mantener la batuta de ser el portal entre lo
“divino” y lo “material”.
Una de las primeras civilizaciones, hasta el momento conocidas, que
formaron ciudades, un panteón de dioses y cosmología completa,
escritura, arte y astrología, fue la antigua sumeria, ciudad también
llena de prácticas, ritos y cultos a sus diferentes deidades y que podría
considerarse cuna de ciencias, artes y muchos de los panteones que
posteriormente se verían a lo largo del mundo. Fueron los primeros
en desarrollar una astrología más o menos como la conocemos, y sus
mitos e historias, describían la creación, definían a cada dios,
hablaban de la inmortalidad, de semidioses, y tendrían posiblemente,
de los primeros ritos y cultos organizados de la historia.
Luego llegaría el antiguo Egipto, la antigua Grecia y la antigua
china, progresando en ciencias, artes, guerras y, claro, magia. En esta
época es donde empieza a surgir un poco la distinción entre religión
y magia, o más bien, entre alta magia (aquella que se hacia por y con
los dioses, en ritos generalmente auspiciados por los sacerdotes y
aceptada a nivel general en la sociedad) y la baja magia (magia mas
casual, mas salvaje, con deidades, ritos, ingredientes y finalidades no
tan aceptadas por la sociedad).
Magia Egipcia:
Al tratar de manera muy somera con una civilización que duró más
de tres mil años, podemos entender que, aunque algunas cosas
permanecieron prácticamente inalteradas, era inevitable que pasara
por diferentes periodos, algunos de ellos convulsos, en sus últimos
años, Egipto pasó por la invasión y la dominación de diferentes
pueblos extranjeros: hicsos, asirios, persas, griegos, y por último la
dominación romana, generando que así mismo, las actitudes hacia la
magia fueran cambiando paulatinamente.
¿Cómo se entendía la magia en Egipto? Pues aquí, la magia estaba
presente de forma continua en tres importantes facetas de la vida de
los egipcios. Por un lado, hay una magia que se usa en los ritos
funerarios para asegurar la vida en el más allá del difunto. Por otro,
los ritos mágico-religiosos celebrados en los templos para mantener
el Orden del Universo instituido por los dioses. Y, por último, la
magia de lo cotidiano, la que se empleaba para afrontar o prevenir los
peligros que acechan a la gente a lo largo de la vida: el nacimiento,
las enfermedades, los pleitos, los temores nocturnos, etc.
Los textos mágicos escritos en papiros o en pergamino eran
compilados y copiados, en su mayoría, en las casas de la vida,
estancias anexas a los templos donde los escribas aprendían su oficio.
Los libros producidos en las casas de la vida engrosaban después las
librerías de los templos —las llamadas casas de los libros—, algunos
de los cuales gozaban de renombre precisamente por sus preciosas
colecciones de libros.
Sacerdotes de otros santuarios iban a visitar los templos que
albergaban librerías prestigiosas para consultar sus obras, y hacían
copias a su vez de sus libros. Librerías famosas fueron las del templo
de Thoth en la ciudad de Jmun (Hermópolis); la del templo de Ptah
en Menfis; la de Uetyeset-Heru (Edfú), que ocupaba una pequeña
estancia al lado de la sala hipóstila del templo; o la del templo de Ra
en Iunu (Heliópolis), centro mágico de primer orden donde se
guardaban libros de matemáticas, medicina, botánica, zoología y
otros muchos temas. Y fue allí donde Platón fue instruido por los
sacerdotes que le hablaron de un continente perdido, la Atlántida...

Magia griega:

Para descubrir los orígenes de lo que podría clasificarse como magia


griega es necesario examinar la herencia esotérica/religiosa y el
fondo cultural sobre el que se desarrolla.
Mucho antes de que el pueblo a quien damos el nombre de griego
tuviera forma, existía ya en la cuenca del mar Egeo una pequeña bolsa
de civilización que había comenzado a florecer, donde el fetichismo
(uso de objetos para simular personas o deidades en la magia), la
veneración de las piedras sagradas, pilares, árboles y animales,
estaban a la orden del día, hasta que, posteriormente, surgió una
concepción antropomórfica de la divinidad, formando así el panteón
cretense y naciendo los mitos.
El panteón griego puede rastrearse hasta la época homérica. Las
numerosas divinidades de que se componen aparecen en la Ilíada y la
Odisea con sus características típicas y con las leyendas y naturaleza
personales, explicando posteriormente los orígenes de los dioses y
reinterpretando los primeros mitos de acuerdo con el nuevo contexto
sociocultural en una sociedad conformada, a partir de la cosmogonía
y teogonía de Hesíodo (respectivamente, textos que narran el origen
del mundo y de los dioses).
La magia practica como tal, está basada profundamente en el
entendimiento y uso mágico y consciente de los arquetipos y energías
de los mitos, como punto de partida, el Héroe aspirante (practicante)
debe informarse profundamente sobre las historias y deidades
necesarias para su fin, según sus afinidades y conocimientos, hay
deidades y practicas helénicas que, como narrábamos anteriormente,
van desde lo más alto (conexión divina) hasta magia mas “vulgar” o
común, para atraerse amores, alejar enemigos, etc.
Lo mas habitual para los practicantes consagrados, era tener una
deidad tutelar, una guía elegida que fuera la predominante en su
camino y prácticas, no aferrando sus practicas exclusivamente solo
con dicha deidad, pero si, haciéndola centro de la mayoría de ellas. Y
a partir de esta asociación, atraerse dinero, fama, amor o cualquier
otro objetivo, siendo la magia griega, la precursora y dadora de gran
parte de las correspondencias que aún hoy en día utilizamos.

Magia china:

La cosmología correlativa también conocida en China como


“doctrina de la interrelación entre el hombre y el cielo”, se trataba de
una visión mágica del mundo, donde uniendo los conceptos
abstractos con el mundo natural, en contraposición a muchas
culturas que separaban cielo y tierra, los chinos homologaban uno en
el otro para hallar bienestar y bienaventuranza.
Sin embargo, la realidad es que la practica mágica, religiosa y
ancestral china es una combinación compleja de mitos, estilos de vida
y filosofías donde por un lado, en un aspecto más trascendental o
espiritual, está el tao y el confucianismo, así como también por otro
lado, está la adoración, la creencia y la magia que se hace en torno a
las figuras del panteón chino o sintoísta, que trataban precisamente
de deidades organizadas en distintos reinos como el palacio del cielo
o los palacios de los mares, incluyendo numerosas leyendas de
espíritus, genios, dragones y muchos más, que en un punto de vista
mas supersticioso, obligaba al practicante a ciertas practicas para
alejar la mala fortuna y acercar la buena.
Así, de este complejo entramado de filosofía, religión, magia y
superstición, nacen prácticas como el i ching, el feng chui, los
meridianos energéticos y secretos hechizos cotidianos pero muy
poderosos de las matronas chinas.

El ascenso del cristianismo:

Las persecuciones cristianas contra el paganismo en la Roma


Antigua ocurrieron en un período de casi tres siglos, comenzando
durante la decadencia del Imperio Romano, legalizándose e
instaurándose el cristianismo como religión oficial, lo que condujo
gradualmente al exterminio sistemático de las antiguas tradiciones.
Diferentes predicadores de este movimiento a menudo extremista,
en medio de sus enseñanzas de postura negativa hacia las tradiciones
ancestrales europeas y que sedujeron primeramente a los estratos
sociales más bajos (mismos que se rebelaron contra las clases altas
en un proceso muy semejante a la "lucha de clases" marxista y a las
estrategias actuales del marxismo cultural), invirtieron los valores,
siendo una de las causas de la caída del imperio y de la perdida de
gran parte de patrimonio cultural y espiritual de la humanidad,
debido al posterior perseguimiento y eliminación de toda practica o
conocimiento no aceptado por la iglesia.
Es este período de destrucción de la cultura europea al que los
historiadores suelen denominar la "Edad Oscura", un período de
transición entre el Bajo Imperio Romano y la Alta Edad Media
(siglos IV al VII aproximadamente) caracterizado por una escasez
o carencia de literatura latina y escritos históricos contemporáneos,
disminución general de la población, y un limitado trabajo de
construcción y cultura en general.
Después de esto vendría el encuentro con las culturas Nórdicas,
cristianizándolas también, las cruzadas, la baja edad media y la gran
plaga, evento que nuevamente arrasó con gran parte de la cultura y
sociedad europea, pero sentando las bases para lo que seguiría, pues
por un lado, el impacto y choque de la catástrofe empezaría los
movimientos cada vez mas rebeldes de parte de científicos y diversos
actores que empezaban a plantear cosas distintas a lo que la iglesia
proponía, mientras por el otro lado, la abundancia de recursos en
comparación con la cantidad restante de población, ocasiono un
boom de exploración que termino llevando a los europeos hacia
América y África, donde, entre intereses políticos y de recursos,
utilizando la religión como herramienta de colonización y
mansedumbre, conquistaron, saquearon y dominaron violentamente
a los pueblos nativos, pueblos que por supuesto, tenían una
diversidad cultural, religiosa y mágica interesante e importante, pero
en su mayoría, asimilada o eliminada por los conquistadores,
restando solo algunos que otros datos y mitos a la deriva, y algunas
que otras practicas “camufladas” (como la santería.)

LA MAGIA EN ESTOS ULTIMOS SIGLOS

Hacia mediados del siglo xv llega a manos de Cosme de Médicis un


manuscrito del Corpus Hermeticum, quien de inmediato encarga su
traducción al filósofo neoplatónico Marsilio Ficino. Dada la gran
influencia de Ficino en su medio cultural, muy pronto las ideas
herméticas fueron leídas tanto en sus fuentes como en sus
interpretaciones por otros estudiosos como Cornelio Agripa (1486-
1535), John Dee (1527-1608) y Giordano Bruno (1548-1600), entre
los autores más renombrados, iniciando el periodo conocido como la
magia renacentista, magia profundamente permeada por el
neoplatonismo y el hermetismo junto a algunas ideas de místicos
cristianos (jerarquías celestiales, nombres divinos, cábala)
El renacimiento ocultista comenzó cuando el antiguo orden se estaba
desmoronando, y es que normalmente, se tiende a identificar al siglo
XVIII como el "siglo de las Luces'", de la Razón, por lo que, atribuirle
a dicho ambiente ilustrado un activo movimiento ocultista parecería
un contrasentido y, sin embargo, es un hecho histórico que dicha
actividad acompañó a la Revolución Francesa y preparó el
florecimiento mágico del siglo XX.
En el siglo XVIII creció, junto a las ideas racionalistas e ilustradas,
una vasta red de pensamiento mágico y místico, como el presumido
martinismo o masonería, pues aunque algunos masones proclamen
sus orígenes medievales, y algunos hasta egipcios, lo cierto es que el
movimiento masónico en su forma moderna data de 1717, cuando se
estableciera la Gran Logia de Londres, a la cual le siguió pocos años
después, la primera logia francesa en 1721, y posteriormente, en tan
sólo diez años, de 1779 a 1789, año de la Gran Revolución, el número
de logias masónicas en Francia pasó de poco más de cien a más de
600.
La masonería y sus múltiples logias son la germinación y el inicio de
lo que muchos denominarían sociedades secretas, pues la recopilación
de sistemas a partir de las investigaciones de los restos del pasado, y
su sistema de grados y técnicas altamente ocultistas y herméticas,
rápidamente se transformaron más allá de sus muros en liberalismo
y revolución, inspirando a múltiples individuos y creando
inintencionadamente, la mayoría de órdenes y grupos ocultistas que
continuarían investigando y perfeccionando a partir de su
información.
Un rasgo de la magia y del esoterismo en los dos siglos pasados, es
lo que podría llamarse su "cientifización". Seguramente debido al
paradigma científico dominante, muchos de los practicantes
esotéricos comienzan a hablar de "leyes ocultas" que actuarían junto
a las leyes de los científicos, pero que aún no habían sido descubiertas
o estaban en vías de serlo (como la transposición del "'magnetismo
animal" de Mesmer, o la “luz astral" de Lévi). También se comienza
a hablar de "ciencias ocultas", encargadas de investigar los campos
que la ciencia oficial, por prejuicio o ignorancia, no explora (por
ejemplo: el tercer objetivo de la Sociedad Teosófica de Blavatsky dice
literalmente "Estudiar las leyes inexplicadas de la Naturaleza y los
poderes latentes en el Hombre'"), como si ante el abismo que
separaba a la ciencia de la religión tradicional, la magia y el ocultismo
pretendían ser el puente que unía ambos bandos, conciliando la fe y
la razón.
A través de una serie de libros, en especial de la monumental
Doctrina Secreta, Blavatsky modificaría la trayectoria del esoterismo
occidental con la incorporación de elementos procedentes de
tradiciones hindúes y budistas. Después de Blavatsky, el ocultismo
en Occidente se bifurca en una corriente orientalizada (Mezcla de
pensamiento occidental con enseñanzas hindúes, budistas, taoístas,
etc.) y otra que pretende concentrarse en la propia tradición
"occidental", de inspiración hermética y cabalista, como los
Rosacruces franceses o la Orden Hermética de la Aurora Dorada en
Inglaterra, en la que militaron grandes personajes de la historia de
la magia como Aleister Crowley o Dion Fortune.

La Orden Hermética de la Aurora Dorada fue fundada sobre la base


de unos manuscritos ritualísticos supuestamente rosacruces, de
procedencia alemana, a finales de los años ochenta. Su propuesta
mágica se funda sobre una vinculación sistemática entre varios
conjuntos como la cábala, tarot, astrología, alquimia y el hermetismo,
a la cual pertenecieron, multitud de magos y ocultistas eruditos,
como Mac Gregor Mathers, Wynn Wescott, W. B. Yeats, Arthur
Machen, Aleister Crowley y Bram Stoker.
La Golden Dawn ofrecía algo que ninguna fraternidad mágica u
oculta había ofrecido antes:
a) Una instrucción detallada en teoría y práctica de la magia para
que todo iniciado pudiera avanzar en sus prácticas.
b) Un sistema jerárquico complicado e intrigante, que permitía
avanzar según el progreso mágico y espiritual del individuo, y
c) Una serie de rituales básicos para destierros y limpiezas que
incluso hoy en día, se siguen utilizando.

La Aurora Dorada funcionó por unos quince años y luego se deshizo


por pugnas internas, pero los magos de la Golden Dawn realizaron
una labor de síntesis de sistemas esotéricos occidentales y le dieron
una utilidad ritual e iniciática que influye hasta el día de hoy.
Así, a comienzos del siglo pasado, empezaría el “boom”
contemporáneo de la magia y el ocultismo, donde a la par que se
descubría la cuántica y se cocían los eventos de las dos guerras
mundiales, Jung descubría la sombra colectiva, Gerald Garner
empezaría con el movimiento Wicca, Ex miembros de la aurora
dorada fundarían sus propias órdenes y se harían autores de varias
obras, generando una bola de nieve que daría a luz posteriormente a
la magia del caos, el satanismo, la new age, las doctrinas de los
maestros ascendidos, entre muchos otros, llevándonos a la era actual,
era de la información y a la vez, de su opuesto, la desinformación,
obligando a todo aquel que de verdad quiera entender y profundizar,
a leer con los ojos bien abiertos.
Apéndice:

Jacobo Gringberg y la teoría sintérgica

Este breve resumen propone dar una mirada general y panorámica a


la teoría sintérgica de Jacobo Grinberg Zylberbaum, psicofisiólogo y
científico mexicano que se dedicó al estudio de la conciencia a través
de sus correlatos fisiológicos y fenomenológicos, guiado por el
cuestionamiento sobre la génesis de la experiencia, sobre cómo es que
algo es dado a la consciencia en una experiencia individual, propia y
particular. Para ello, pensamos hacer tal abordaje a partir de tres
conceptos que se determinan y significan mutuamente, a través de
los cuales es posible hacer una presentación sintética de los
postulados principales de la teoría sintérgica y la neurofisiología de
Grinberg. Tales conceptos son: experiencia, consciencia y unidad.
Además, nos centraremos en el texto “Sintergia. La creación de la
experiencia”, el cual reúne la obra de Grinberg hasta 1988, año en el
que nuestro autor llega a la conclusión de que “todo lo que existe no
es más que un nivel particular de conciencia, incluso lo que llamamos
materia”.
Sobre Grinberg, una gran nube de incertidumbre y oscuridad se ha
posado. Su desaparición en diciembre de 1994 es tan sólo la punta del
iceberg que representa el impacto que tuvo el pensamiento del
científico mexicano, quien en fechas realmente próximas a su
desaparición se encontraba en planes de viajar al Tíbet para estudiar
los estados de meditación profunda de los monjes tibetanos, después
de la obtención de evidencia y resultados de laboratorio que sugerían
la existencia de la comunicación intercerebral espontánea en
personas que se habían correlacionado a partir de la meditación en
conjunto. En el documental “El secreto del Doctor Grinberg”,
encontramos una mayor profundización en las inconsistencias y
problemas que se presentaron alrededor de la desaparición de
Grinberg y los intentos por dar con él, documental en el cual queda
de manifiesto la escandalosa participación de instituciones
gubernamentales nacionales y extranjeras para encubrir y
entorpecer la investigación, hasta el punto de directamente
impedirla.
Grinberg se dedicó a la investigación de fenómenos desatendidos y
desestimados por la ciencia hegemónica y positiva, tales como la
visión extraocular, los estados modificados de consciencia, el
chamanismo, etc. Siempre conjuntando una metodología de doble
abordaje y comprobación: desde la primera persona, de enfoque
cualitativo, y la tercera persona, de tipo cuantitativo. Este periodo de
investigaciones y publicaciones dispersas, de aproximadamente
quince años, apenas comenzaba a consolidarse en un cuerpo teórico
unificado, por lo que hemos de considerar lo que tenemos de su obra
como un camino en construcción, que abrió una amplia gama de
senderos por transitarse, muchos de los cuales hoy —a veinte seis
años de su desaparición— aún yacen a la espera de ser puestos en
discusión, tanto por la inmensa cantidad de información a la cual
tenemos acceso, como por el curso mismo de las disciplinas de las que
Grinberg fue interlocutor y exponente, como la neurofisiología y la
física contemporánea —relativista y cuántica—, que con sus
descubrimientos y postulados no contradicen o refutan la teoría
sintérgica, sino que parecen clarificar y dar mayor sustento a la teoría
del psicofisiólogo.

Para Grinberg el espacio es lo más fundamental que sustenta todo lo


que es, en un sentido estrictamente ontológico, el espacio es
condición de posibilidad para el ser mismo. Cuando Grinberg se
refiere al espacio como base y fundamento de todo, que es al mismo
tiempo uno, está pensando en que la estructura del espacio es una que
interrelaciona al todo con el todo a través del todo mismo, y piensa
así en una totalidad como instancia máxima de unificación, cuestión
que nos remite al pensamiento de Spinoza, a través de las palabras
mismas de Grinberg: “al leer a Spinoza y su convicción de que el
universo en su conjunto es una unidad, no podemos hacer menos que
preguntarnos cuál es la diferencia real entre sus pensamientos y los
planteamientos actuales que consideran al cerebro como una unidad
compuesta de estrellas neuronales”. Con esto es ya manifiesto que la
unidad no es un mero concepto auxiliar, sino el presupuesto mismo
del que parte y al que llega el entramado total de la teoría sintérgica
de Grinberg, tan cercana al pensamiento ontológico de Spinoza, pues
considera que la totalidad es esencialmente una unidad, y que incluso
desde la particularidad su estructura y funcionamiento es de
interconexión, de coherencia y simetría, de síntesis de energía, de
sintergia. Esto significa, adelantando un poco las conclusiones de
Grinberg, que la estructura del cerebro es mimética respecto de la
del espacio, y por ello es posible la interacción entre ambos, como ya
veremos a continuación al hablar sobre la comprensión
neurofisiológica y fenomenológica de la experiencia.

Lo que Grinberg nos dice pareciera ser evidente, pero el hecho es que
constituye una suerte de giro copernicano, pues lo que es
normalmente considerado un estímulo inicial, como el fenómeno de
la luz, es en verdad el resultado de una serie de procesos neuronales
altamente complejos: la luz no es algo dado externamente sino un
producto nuestro.

Para comprender adecuadamente cómo es que el Yo sintetiza y


expresa a tales conceptos, es necesario hablar antes de la inclusión
como base de la evolución.
La evolución es la tendencia a la organización de entidades capaces
de originar patrones de energía cada vez más complejos. La
evolución comienza y termina con el espacio, pues el espacio es la
organización energética menos compleja (en un universo vacío) y la
más compleja (en un universo lleno de campos neuronales en
ex-pansión). El proceso más constante ha sido la tendencia hacia la
complejidad, cuyo aumento es paralelo a la tendencia de los grandes
conjuntos a organizarse mediante el proceso de inclusión.
La inclusión como base de la evolución refiere a que, desde las
partículas elementales hasta las redes neuronales, la integración de
múltiples elementos da lugar a una unidad con propiedades no
incluidas previamente en los elementos que la conforman, por
ejemplo, una molécula expresa propiedades no incluidas de manera
individual en los átomos que la constituyen, creciendo así de átomo
en molécula, de molécula en célula, tejidos, etc., hasta llegar a las
redes neuronales humanas como la estructura más compleja conocida
que opere a partir de tales procesos de inclusión y convergencia, que
la estructura misma del espacio, sintérgica, también expresa. Pero no
son los procesos neuronales de inclusión y convergencia de la
información los que ocupan la cúspide de la evolución —en la
concepción de Grinberg—, sino su resultado: la consciencia. No se
habla de un concepto abstracto de consciencia, sino de aquella que
siempre es dada como propia, como yoica. El hecho de que algo sea
dado a la consciencia, para un Yo, es la cúspide de la evolución.
El Yo aparece junto con la consciencia —que es la cualidad de la
experiencia— como un punto de observación desde el cual la
experiencia es presentada como un todo, ya que es el mayor nivel de
convergencia en cuanto a capacidad de inclusión de la información, y
por ello es la condición trascendental de que algo sea presentado
fenomenológicamente, pues no es que el Yo sea un mero componente
empírico de la experiencia, ni se está pensando en un Yo como
resultado de la experiencia histórica de vida proyectada en una
unidad psicológica, sino que pensamos en un Yo trascendental que
pese a ser condición de posibilidad, y por ello participa de un ámbito
pre-fenomenológico, es también observable.
La autoalusión es la capacidad del Yo de poder observarse, o sea, de
que el Yo también aparece a sí mismo como parte de la consciencia,
como un elemento constitutivo de la experiencia. Pero no es que el
Yo sea una cosa entre otras, sino que es el punto de referencia de la
dación de las cosas; la cuestión es que es posible identificarse con el
observador y tomar consciencia del sí mismo como un nivel de
integración de la experiencia situado en la cúspide de todos los
procesos psicológicos, fenomenológicos, fisiológicos, etc., ya que es
el resultado último de la creación de la experiencia. Pero la capacidad
de autoalusión no está activa en su totalidad, y ni siquiera en un
punto óptimo o regular, sino cada vez más limitada por el ajetreo
constante de la vida, la pérdida de prácticas de meditación o
concentración, de exploración mental, el uso desmedido de
dispositivos y de entretenimiento audiovisual, etc., además de que el
Yo ha sido desde antaño entendido desde distintas concepciones y
horizontes que gestaron una amplia gama de sentidos e
interpretaciones acerca de su naturaleza, convirtiendo aquello que
nos es más propio en algo ajeno y extraño, algo que, si bien aparece
a cada instante de nuestra experiencia consciente, es raramente
observado e identificado en su plenitud, o tan siquiera como algo más
allá de una cosa entre cosas.
Por ello, Grinberg rescata la importancia de la vipassana, una técnica
de meditación budista —llamada por él meditación autoalusiva—
que supone la observación del propio yo en el presente, integrando
la totalidad del yo en las obser-vaciones. Esta totalidad se observa
incorporando sus elementos a un nuevo todo que a su vez se observa.
Esta técnica contemplativa autoalusiva es de hecho un desarrollo
algorítmico. Es una técnica algorítmica de hace al menos 2500 años.
Su base es la suposición de que el observador es el que unifica la
información y actúa por consiguiente como uno de los más potentes
mecanismos de inclusión.
Pero ¿cómo se realiza tal técnica? La meditación consiste en que el
observador unifique e integre los elementos que aparecen en su
experiencia consciente, para ello comienza a respirar profunda y
naturalmente, situado en una posición cómoda, y a observar los
elementos que aparecen en su consciencia, como pueden ser los
ruidos, aromas, sensaciones táctiles e incluso imágenes visuales, pero
no los observa centrando su atención objetivamente, sino
remitiéndose a la observación misma, al hecho de que todo aquello
vaya ocurriendo. Si la meditación se va desarrollando
adecuadamente, los estados fenomenológicos del sujeto se irán
modificando, y aquello que era percibido de manera inconexa y
separada —pues la atención del observador se encontraba dividida y
puesta de manera individual en cada cosa— ahora se presentará como
parte de un todo con mayor grado de coherencia e inclusión.

Grinberg menciona una intuición bastante tentadora, pero nada


apresurada, y piensa que lo que realmente vive nuestra experiencia
es el todo manifestándose en cada uno de nosotros, por lo que nuestra
consciencia particular no es más que un modo de la totalidad de
experimentarse y tener vivencia de sí misma. Spinoza piensa a la
substancia —o Dios— como un ser infinito de infinitos atributos, que
comprende en sí a todas las cosas, pues todas ellas constituyen parte
de su esencia —que implica la existencia— ya que se siguen de la
necesidad de su naturaleza, o sea: todo lo que es, es Dios, es parte de
la substancia, pero no partes a manera de divisiones, pues la
substancia es indivisible,sino a manera de fragmentos que la
constituyen, como una unidad que muta en multiplicidad, y que
nuevamente, bajo la forma de la multiplicidad, remite a su unidad
originaria. Desde la concepción de Spinoza, es impropio hablar de
divisiones entre el pensamiento y la extensión, entre el sujeto y el
objeto, entre lo divino y lo profano, etc., pues todo ello constituye
únicamente perspectivas fundadas y derivadas de una única totalidad;
la experiencia humana misma, desde su carácter finito, no es más que
un modo mediante el cual la substancia se produce a sí misma, somos
substancia, pero no en su totalidad, y expresamos su esencia eterna e
infinita.
Heráclito de Éfeso solía decir: “no escuchando a mí, sino a la Razón
(lógos), sabio es convenir que todas las cosas son Uno”, y con ello
postulaba la interconexión entre todas las cosas, regidas bajo un
principio único, el lógos, que fundamenta y da sustento a todo lo que
es. Pese a la multiplicidad de interpretaciones gestadas alrededor del
pensamiento de Heráclito —por su propia naturaleza críptica—, es
casi un entendido común el interpretar su pensamiento como una
ontología de la totalidad, que parte de la particularidad —la
perspectiva humana— y se extiende hasta pensar al todo como una
unidad integral, pero ya que ésta no aparece así de primer momento,
pues “ la armonía oculta es superior a la manifiesta”, parece que
vivimos constantemente bajo el supuesto de que tenemos una
inteligencia propia y particular, como si estuviésemos separados del
mundo y de sus elementos constitutivos, y estuviésemos esperando
únicamente a reflejar el mundo exterior en nuestra particularidad, y
no concebimos que en realidad nuestra experiencia particular es
resultado de una interconexión y correlatividad con la totalidad.

La Teoría Sintérgica de Jacobo Grinberg es un esfuerzo por ofrecer


una respuesta a la pregunta por la creación de la experiencia, detrás
de la cual se sintetiza la interrogante por la naturaleza misma de la
existencia, por cómo es que se estructura la totalidad, qué es la
realidad y cuál es el papel que desempeñamos en la melodía absoluta
del ser. Grinberg exploró distintas vías de comprensión y no se cerró
a un único paradigma, ni mucho menos se limitó por prejuicios o
presupuestos cientificistas, por ello se acercó a fenómenos
generalmente dejados de lado por la dificultad de su aproximación y
comprensión, desde prácticas de meditación hasta la posibilidad de la
telequinesis y la visión extraocular, pasando por los estados
modificados y expandidos de consciencia, las sustancias enteógenas
y las prácticas chamánicas. Su obra es tan diversa y convergente que,
en textos como “La Luz Angelmática” y “El Yo como idea”, se
expresa desde narrativas místicas y de fantasía con un profundo
sentimiento espiritual, así como desde una narrativa científica y
rigurosa, hablando de correlatos neurofisiológicos, mecánica
cuántica y detallando metódica y puntualmente la forma en que
desarrolla sus experimentos y formula y consolida sus hipótesis y
conclusiones. La cercanía que alcanzan sus postulados con el
pensamiento de distintas personalidades a lo largo de la historia no
resulta fortuita, pues mantienen en el centro de su reflexión a la vida,
pensada desde la totalidad y la particularidad, con la experiencia
consciente —presente— como punto de partida, desde la cual se
alcanza al todo expandiendo y trascendiendo al Yo, a partir de la
introspección del sí mismo, que llega a encontrar su identidad con la
totalidad.
Para terminar, solamente resta seguir exhortando a la lectura y
recuperación de la obra de Grinberg, de restaurar el diálogo tan
necesario entre distintos horizontes y sabidurías para la comprensión
de lo que es común a todos y todas, de aquello en lo que toda vida y
actividad se funda, lo que nos es más próximo, íntimo y familiar, pero
que al mismo tiempo es tan misterioso y enigmático que las
interrogantes a su alrededor nunca cesan, sino que mutan y cambian
junto con el devenir de la totalidad, pues parece que un rasgo esencial
y fundamental de la totalidad es su autognosis, el hecho de que no
sólo se produce y determina a sí misma, sino que también se
experimenta y conoce, ya que incluso si la experiencia particular
parece única e individual, ésta se circunscribe en un flujo inmenso de
experiencias en interconexión y constante comunicación, en
codeterminación, que constituyen todas al unísono el
desenvolvimiento mismo de la existencia.

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