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POLITICA EDUCATIVA

UADER
FUENTES UNIDAD III

LA REFORMA EDUCACIONAL EN BUENOS AIRES.


HACIA UNA ESCUELA NACIONALISTA Y VOCACIONAL (Selección)

Discursos del Ministro de Gobierno de la Provincia, Dr. Roberto J.


Noble sobre la nueva orientación de la enseñanza primaria y su
espíritu nacionalista y religioso. Estatutos y autoridades de la
Corporación Nacionalista de Maestros constituida para el
cumplimiento de esos propósitos gubernativos y Comisión
encargada de elaborar la reforma educacional proyectada.

La Plata, 1937

LA REFORMA DE LA EDUCACIÓN Y EL NACIONALISMO Y LA ESCUELA.


La escuela primaria argentina ha sido, en todo tiempo, pero singularmente hasta comienzos del
presente siglo, un instrumento precioso y decisivo en la formación del carácter nacional. Si embargo,
desde hace varias décadas esa virtud fundamental de nuestra enseñanza pública se resentía por la
influencia de factores deletéreos y negativos. Un poco por la rutina y mucho por el predominio de
tendencias pedagógicas puramente librescas y de ideologías que van desde cierto liberalismo incoloro e
inoperante hasta el comunismo corrosivo y destructor, que hoy amenaza la estructura básica de todos
los países civilizados del mundo, la verdad es que nuestra escuela primaria, al igual que la media y la
universitaria, ha caído en un círculo vicioso que necesariamente debía preocupar a los gobernantes
avisados y patriotas de la actualidad argentina. El gobernador de la provincia, doctor Manuel Fresco, ha
sido uno de los primeros en reaccionar vigorosamente contra los peligros que se cernían tanto sobre
ese como sobre otros aspectos no menos delicados y esenciales de la vida nacional. La educación del
niño en la escuela pública, que es una prolongación del hogar, y la consiguiente formación del carácter
de la juventud, esperanza perenne de la Patria, tenían que llamar su atención e inducirlo a desarrollar
una acción gubernativa adecuada y capaz de devolver a la enseñanza primaria de la Provincia los
objetivos y las virtudes perdidos y considerablemente disminuidos. A tal propósito han respondido,
cabalmente, la proyectada reforma de la educación y el vivificador soplo nacionalista que ha infundido
ya a la escuela pública de Buenos Aires y que se ha concretado en la organización y funcionamiento
inmediato de la Corporación Nacionalista de Maestros. El doctor Fresco había afirmado esa nobilísima
orientación de su espíritu al participar de los debates de la convención reformadora de la Constitución
de la Provincia, en 1934. Y es así como en la nueva Carta Fundamental de Buenos Aires figura una
cláusula (artículo 190, inciso 2º) según la cual la educación común tendrá, entre los fines principales, el
de formar el carácter de los niños en el culto de las instituciones patrias, es decir, en el culto de las
instituciones tradicionales que constituyen la base misma de la nacionalidad. Luego, en sus discursos
de candidato y en su prédica y su acción de gobernador, el doctor Freso ha afirmado sistemática y
elocuentemente esos mismos principios para reanimar el espíritu nacionalista de nuestra escuela y
contrarrestar de tal suerte los factores negativos y desquiciantes que desvirtuaban su carácter y
restaban eficacia a su alta misión. Por su parte, el ministro de Gobierno de la Provincia, doctor Roberto
J. Noble, completamente identificado con el doctor Fresco en el inquebrantable propósito de llevar a la
práctica , desde el gobierno, esos ideales afirmativos y reconstructivos de la enseñanza primaria
provincial, ha definido con claridad, en diversas oportunidades, la nueva orientación pedagógica,
vocacional y nacionalista, dando con ello vigoroso impulso al movimiento que hoy se halla en marcha y
al que se refiere la documentación del presente folleto.

EL DR. NOBLE HABLA A LOS MAESTROS.


Ya organizada la Corporación Nacionalista de Maestros y con motivo de la asamblea de constitución
definitiva que la misma realizó en La Plata los días 22, 23 y 24 del mes de diciembre último, la
Dirección General de Escuelas patrocinó un acto público de homenaje a los delegados, el cual se realizó
la noche del último de los días citados, en el teatro Coliseo Podestá y en el que hizo uso de la palabra,
especialmente invitado, el Ministro de Gobierno, Dr. Noble, quien habló así a todos los maestros de la
Provincia, pues que su discurso fue transmitido por radio. En esta ocasión el dr. Noble abordó el
problema en sus aspectos fundamentales, precisando el criterio y los propósitos del Gobierno en los
siguientes términos:
Un instinto seguro y una clara conciencia afirmaron en los grandes hombres rectores de nuestra
historia la convicción y el imperativo de que el problema educacional constituye el centro en el proceso
de la formación del espíritu de la personalidad y de la unidad nacional. Desde Belgrano, que fundó los
primeros institutos técnicos y Sarmiento que sembró de escuelas el territorio, dando realidad a un
sueño atrevido que había suscitado la sorna y el escarnio de los contemporáneos, hasta los hombres de
Estado y los pedagogos más recientes que siguieron y completaron aquella inspiración gloriosa, todos
ellos vieron con certera penetración que nada grande, nada constructivo, nada permanente podía
emprenderse en este país, sin acometer como premisa la difusión y la reforma de la educación pública.
Fue éste, desde su origen, un país bendecido por la mano de Dios, que derramó sobre la dilatada
extensión de sus praderas riquezas incalculables. La entraña de esta tierra predilecta, atesoraba la veta
preciosa, y como por arte de magia, sobre su superficie se multiplicaron las primeras cabezas en
rebaños innumerables, y las primeras semillas en cosechas cuantiosas. Sobre ese fondo fastuoso, el
idealismo romántico de los primeros criollos, y luego la épica rusticidad del gaucho y la ambición
laboriosa del inmigrante y de sus hijos, fueron diseñando el perfil ascendente y audaz de nuestra
historia! ¡La raza probó su fuerza y sus virtudes vernáculas, al abrir la veta recóndita, al convertir en
ganado la fauna indómita, al recoger la espiga de trigo y el grano de maíz!.
Pero esa asombrosa expansión de la riqueza, planteaba precisamente y agudizaba el problema urgente
de constituir una nación (…). El sueño de la riqueza fácil y de la falta de concurrencia atraía grandes
migraciones que se sembraban en nuestro suelo trasladando sus angustias y sus tradiciones foráneas.
Y así fue acentuándose la composición cosmopolita de la comunidad argentina y un materialismo
apresurado alentado por las circunstancias del medio y por la filosofía liberal de la época inspiraba la
conducta de los individuos.

ECHEMOS LAS BASES DE LA ESCUELA FUTURA


Contra la agravación de esos males, uno era el remedio principal: la educación que difundía el
conocimiento de la lengua, de las tradiciones, de la fe y de las historias comunes. Por ello, los
fundadores de la grandeza nacional no ahorraron energías ni dineros para organizarla, divulgarla y
perfeccionarla dotando a la gloriosa escuela argentina, de la cual hoy nos enorgullecemos de la
capacidad técnica, de los elementos materiales que durante toda una época la han colocado en un
plano de igualdad con las naciones más civilizadas del mundo. ¡Vaya hacia ellos nuestro tributo de
admiración y reconocimiento pero animados de su fervor, propongámonos también superarla echando
las bases de la escuela del futuro, de acuerdo con las ideas y necesidades de los nuevos tiempos!.
En momento oportuno se constituye, pues, la Corporación Nacionalista de Maestros de Buenos Aires. El
Poder Ejecutivo de la Provincia la alienta y la auspicia con todo empeño y con arraigada convicción. Los
peligros inherentes al cosmopolitismo y a la desintegración de los valores tradicionales se han agravado
en estos últimos tiempos. ¡ Y una vez más como ha ocurrido siempre en la historia argentina en
momentos de crisis moral, volvemos la mirada hacia la Escuela, porque de ella esperamos la salvación
y la restitución de los más preciados valores nacionales!.
Una nueva generación nace en la escuela a la vida pensante. El hombre de gobierno y el maestro tienen
el deber de substraerla a las inquietudes torturante, a las vacilaciones atormentadas, a las
perplejidades y desvíos que tanto han contribuido a perturbar el destino de las generaciones anteriores;
tienen el deber de infundirle la certidumbre en ciertos principios eternos de conducta moral y colectiva;
el sentimiento de que ha de cumplir una función histórica, indisolublemente unida a la trayectoria de la
patria. ¡Esta generación ha de saber y comprender que ella será grande y feliz con la grandeza y la
felicidad de la patria, o que ella será pequeña e infortunada con la pequeñez y el infortunio (….)

SERA NACIONALISTA O NO SERÁ NADA


La Escuela Nacionalista no constituye, pues, una fórmula trivial. El uso desmedido e incomprensivo de
sus términos puede quitarle su significación verdadera y profunda. Pero la fórmula encierra un vasto
programa, cuyo cumplimiento requiere años de elaborada maduración y cuyo comienzo no admite
demora. El nacionalismo en la escuela implica un concepto, un sentimiento y un acto de voluntad. El
concepto es la noción clara, racional y precisa, perfectamente asimilada por el intelecto y arraigada en
la reflexión de que la Escuela es, antes que nada, un órgano del Estado al servicio de la Nación, que se
propone sobre toda otra finalidad, la formación de individuos aptos y útiles a la comunidad cuyo primer
deber es el servicio a los fines de la Nación y del Estado, con subordinación, y si es necesario con
sacrificio de todo otro interés o finalidad individual, de clase o de doctrina. El sentimiento nacionalista
en la Escuela está alimentado por el cultivo y el ejercicio permanente de la emoción y del orgullo
patriótico cristalizados en la práctica de la disciplina colectiva y en el homenaje a los emblemas de la
Nación, así como en la compenetración afectiva y sincera con los valores tradicionales acumulados por
nuestra historia. Y, por último, el acto de voluntad se expresa en la disposición física y técnica que
capacita al individuo para rendir beneficios a la colectividad, en la forma del trabajo, de la creación de
riqueza o de la especialización intelectual y profesional.
Cabe decir, entonces, que la Escuela debe ser nacionalista, o sino, no será nada. Más aún, una Escuela
que no lo es, constituye un arma que se vuelve contra la seguridad del Estado y de la Nación. Porque la
instrucción que puede todo, lo grande y constructivo, puede también, por ello mismo, todo lo mezquino
y destructivo. La escuela proporciona los medios de comunicación, la habilidad argumentativa, los
recursos de conocimiento, y ellos pueden ser utilizados indiferentemente para el bien o para el mal,
para la patria o contra la patria! Una escuela que no esté firmemente orientada en aquellas directivas,
constituye un peligro público y puede convertirse de un momento a otro en un instrumento de
perturbación y de ruina. Como el acero, es sagrado cuando lo esgrime el hombre de honor y es
ponzoñoso cuando lo esgrime el delincuente.

LA DUDA MATA EL ALMA DEL NIÑO


Por eso el Gobierno de Buenos Aires ha querido proteger a la escuela de toda contaminación peligrosa.
Esta es una materia muy delicada que no admite términos medios; se trata de creer o no creer! La
educación del niño, necesariamente debe tener cierta base dogmática. Porque la sensibilidad y la razón
infantiles no están preparadas para recibir la duda. La duda mata el alma del niño y aniquila en germen
su espíritu. Es así como este gobierno, ha castigado y castigará todo intento de perturbar el candor, la
credulidad y la buena fe del niño con doctrinas internacionalistas y destructivas sean ellas inspiradas
por el comunismo o por cualquiera otra forma más embozada y astuta de la propaganda disolvente. Y
en consecución de este propósito, el gobierno será despiadado e implacable, montará guardia en la
puerta de cada escuela para fulminar la duda mortal cada vez que quiera aproximarse, pues en el
espíritu sensible y diáfano del niño, la palabra ponzoñosa cae como la gota de ácido, que empaña el
contenido.

LA REFORMA EDUCACIONAL EN GESTACIÓN


¡El Gobierno de Buenos Aires quiere y tendrá la Escuela Nacionalista! Tanta ha sido su preocupación en
esta materia, que a los pocos meses del ejercicio del poder, ha iniciado las reformas necesarias para
constituirla. Ha reincorporado a la temática obligatoria de la enseñanza escolar, los principios de moral
cristiana, de acuerdo con la exigencia constitucional y con las directivas formuladas por el Gobernador
de la Provincia en su carta al Director General de escuelas; ha organizado y difundido la educación física
y deportiva y ha promovido en alto grado la emoción patriótica. Pero esta asamblea de maestros no
tendría motivo ni justificación si todo estuviera hecho. Muy al contrario, una tarea pesada nos aguarda.
Falta acometer la reforma de la enseñanza en sus normas y finalidades más íntimas y complejas, y esa
reforma trascendental está ya formulada en los proyectos inspirados y auspiciados por el Gobierno, el
comienzo de cuya vigencia y aplicación anunciamos para el año próximo.
La gloriosa escuela argentina, que ha sido el núcleo de la grandeza nacional, reclama una reforma
urgente. Las nuevas exigencias de la vida moderna, el peligro ya anunciado del cosmopolitismo, con la
consiguiente divulgación de las doctrinas hostiles a la nacionalidad hacen necesaria una reforma
trascendental. (….). La nación del porvenir será a imagen y semejanza de la escuela. Y una escuela
intelectualista hará una República de pedantes, de doctores argumentistas y deliberativos, de ergotistas
cavilosos. El problema asume ya caracteres alarmantes al crear una clase populosa de intelectuales en
disponibilidad que aprovechan sus vacaciones forzosas para sembrar la duda y el desconcierto
mediante los poderosos recursos de persuasión que les proporcionó la escuela, el colegio y la
universidad. La Escuela Nacionalista quiere en cambio una República en acción, de métodos realistas,
sostenida por un idealismo concreto, afirmativo y constructivo. Queremos una enseñanza viviente, no
una enseñanza abstracta; una enseñanza que insuma en sus fines y en sus métodos la personalidad
total, con sus intereses múltiples y sus variadas exigencias. Porque hasta los valores aparentemente
más intelectuales y abstraídos de la realidad, como la ciencia y la lógica, son vividos por el individuo en
función de su persona y de su medio. También, la ciencia, la lógica y la pura especulación intelectual
caben en la enseñanza nacionalista, a condición de que ellas sean no sólo nociones abstractas, sino
también experiencia del intelecto vividas al calor y al servicio de la nacionalidad. No se puede explicar
mejor el concepto que con las palabras de Gentile, el ilustre filósofo que inspiró la reforma de la
educación italiana bajo el Gobierno de Mussolini: “El hombre que hace una distinción entre su persona y
su saber, desconoce la naturaleza del saber. El maestro moderno no puede concebir un saber que no
sea un acto de la personalidad, ni puede concebir una personalidad abstraída de sus ideas, de su modo
de pensar y de sentir, abstraída del mundo que constituye su propia vida! Y como quiera que la
personalidad concreta significa nacionalidad, resumiendo puedo afirmar, que ni la escuela ni la ciencia
reconocen un saber que no sea un saber nacional”.

ENCICLOPEDISMO ABSTRACTO Y DEBILIDAD MORAL


Emparentamos este concepto con el concepto ya invocado por el ministro que habla al dar posesión de
su cargo al señor Director de Escuelas y digamos como Max Schiller que la cultura es una categoría del
ser.
Y en el sentir nada más penoso que el ejemplo ofrecido por algunos jóvenes egresados de nuestros
institutos. Ellos salen con la cabeza atiborrada de nociones abstractas, de datos estadísticos, de cifras y
de fechas. Ese enciclopedismo tan abundante como superficial contrasta generalmente con el
raquitismo físico y el carácter vacilante y dubitativo del individuo. (…). Este tipo de enseñanza fomenta
en el ánimo del escolar tendencias negativas e infecundas. Una de ellas es el menosprecio hacia el
trabajo manual, forma de actividad humana sobre la cual se asienta en definitiva la prosperidad de la
República. Otra de las tendencias funestas es la incapacidad de alentar toda creencia basada en la fe y
la irresistible inclinación a sujetar a la crítica y a la argumentación las convicciones más sagradas y
vitales!
Por eso nuestra reforma, cuyos detalles de organización y aplicación paulatinas, quedan librados a la
pericia de los directores técnicos y de los maestros, comprende todos los aspectos de la formación
personal. Tiende a la diversificación de la educación, en la unidad viviente de individuo, en contraste con
la abstracción de la instrucción intelectualista. Al lado de la educación intelectual, nuestro proyecta
eleva a igual jerarquía la educación moral del carácter y del sentimiento; la educación física que
disciplina al cuerpo y lo rinde eficiente y la educación técnica y vocacional que sitúa al hombre en el
ambiente y le da los medios de vencerlo.
La educación religiosa acaba de ser instaurada en las escuelas. Este Gobierno está convencido de que
ella constituye el medio eficiente para impartir en los niños la fe en los principios morales de la
conducta. La impondrá con inquebrantable decisión salvados los escrúpulos de la libertad de cultos y de
conciencia. ¡La escuela sin Dios no puede ser la escuela nacionalista!

LA DISCIPLINA Y EDUCACIÓN FÍSICA


Para la formación del carácter y de la disciplina física y corporal, este Gobierno ha iniciado también la
práctica sistemática de la educación física. Ha constituido con este propósito la Dirección de Educación
Física. A este organismo corresponde dirigir y concertar todo lo que se refiere a cooperación, deporte,
asistencia social y gimnasia. Este Gobierno quiere una niñez que no sólo sea inteligente e instruida, sino
también viril, disciplinada y equilibrada. Estaremos en condiciones de convocar para el año próximo una
movilización general de los alumnos de la Provincia. Para la realización de estos fines requerimos la
colaboración y el entusiasmo de los maestros. El menor entorpecimiento, el menor obstáculo, la menor
transgresión o manifestación de mala fe o mala voluntad, serán severamente reprimidos por el
Gobierno, pues entendemos que la instrucción física tiene cabida periódicamente dentro del programa
de instrucción general, destinándosele varias horas por semana. De la Dirección (….), que proveerá a los
niños pobres de los útiles y vestuario, los jardines de infantes, las colonias de vacaciones y las colonias
de niños débiles. Porque, como ya tuve oportunidad de expresarlo al poner en posesión de su cargo al
actual Director General de Escuelas, la buena educación requiere una buena base física y biológica y no
la habrá en la Provincia mientras queden niños que en ella padezcan de hambre! La universalidad del
deber de la instrucción que impone el Estado a sus ciudadanos implica el derecho correlativo a subvenir
a las necesidades elementales de la vida.

ENSEÑANZA VOCAIONAL Y TÉCNICA


Queda por enumerar el aspecto más complejo, técnico y especializado de la reforma de la enseñanza.
Se refiere él a la adaptación vocacional, técnica y profesional. Según el criterio de este Gobierno, tres o
cuatro años bastan para asegurar en el niño el conocimiento de los rudimentos imprescindibles de toda
educación. Los dos o tres años restantes serán dedicados a la adquisición de conocimientos técnicos
adaptados a las circunstancias sociales, económicas y naturales de cada zona. En las ciudades, se
propenderá a la enseñanza de las nociones y manualidades propias de la industria y del comercio:
contabilidad, tecnología, mecánica, dactilografía, etc. En la campaña, infundiremos preferentemente la
práctica en las tareas rurales. Con respecto a la mujer, especializaremos su orientación en la
puericultura, las labores caseras, corte y confección, apicultura y las demás formas de actividad que son
específicas del genio femenino.

LA COLABORACIÓN DEL MAGISTERIO


Para realizar el vasto plan expuesto, este Gobierno necesita la colaboración sincera, la íntima
compenetración y la eficiencia técnica de un elemento humano esencial, cuya ausencia, vacilación e
indiferencia, puede perturbar su desarrollo y malograrlo. Este elemento es el maestro. Así como el éxito
de la batalla descansa en la moral del soldado, esta batalla que emprendemos para la reforma y el
enaltecimiento de la escuela descansa en la moral del maestro. El alto nivel de su disciplina y de su
moral combativa determinará el alto nivel de nuestra escuela. Su misión participa de la abnegación del
militar y de la austeridad del sacerdote. Él es el depositario fiel del porvenir de la patria: sus
responsabilidades son tremendas. Su tarea por lo tanto, no es puramente intelectual. No ha de enseñar
sólo a leer y a escribir…. (…)
Dr. Roberto Noble; 1937

LA RAZON DE MI VIDA

EVA PERÓN

SELECCION

VOCACIÓN Y DESTINO.
No, no fue el azar la causa de todo esto que soy, en mi país y para mi pueblo. Creo firmemente que he
sido forjada para el trabajo que realizo y la vida que llevo.
Cuando analizo, en la intimidad de mi alma, el caso que me ha tocado vivir, más y más me convenzo de
la mentira que son el azar y la casualidad.
Si el azar y la casualidad gobernaran el mundo todo sería un grotesco caos; y no podríamos vivir en un
escenario tan variable. No, el azar no gobierna al mundo ni a los hombres. Por fortuna, gracias a Dios
las cosas suceden de otra manera que unos llaman Destino y otros Providencia y casi todos atribuimos
a Dios.
Yo creo firmemente que, en verdad, existe una fuerza desconocida que prepara a los hombres y a las
mujeres para el cumplimiento de la misión particular que cada uno debe realizar.
Si esa fuerza es maravillosamente divina o ha sido puesta por Dios en la naturaleza de la sociedad o del
alma humana, yo no lo sé ni pretendo averiguarlo, pero creo que existe y que nos conduce sin forzarnos
con tal que nosotros no le neguemos nuestra generosidad.
Lo indudable es que esta solución espiritual es también mas fecunda que a otra del azar: el que se cree
hijo de la suerte no se siente obligado a nada, puesto que el azar no tiene personalidad ni puede tener
exigencias de ninguna clase: pero el que sabe hijo de un Destino o de la Providencia o de una fuerza
desconocida pero de un origen superior a su vida y a su naturaleza, tiene que sentirse responsable de la
misión que le ha sido encomendada.
Perdónense estas explicaciones que, sin quererlo, casi han venido a dar con cierto tono de filosofía que
no entiendo y no deseo hacer.
Sin embargo pienso que debí decir todo cuanto he dicho en primer lugar porque así lo siento y en
segundo lugar porque me parece una cosa de simple sentido común.
Mi vida es una prueba de todo lo que he dicho. Si no hubiese llegado a ser lo que soy, toda mi vida
hubiese quedado sin explicación.
¿Por qué yo he sufrido siempre ante la injusticia? ¿Por qué yo no me resigné jamás a ver pobres y ricos
como una cosa natural y lógica? ¿ Por qué siempre sentí indignación ante los dueños del poder y del
dinero que explotaban a los humildes y a los pobres?
¿Por qué no pude librarme nunca de aquella angustia íntima que me ahogaba?
¿Por qué hasta "mi día maravilloso” me sentí sola, desconcertada, como si mi vida no tuviese sentido,
ni razón?
Demasiadas preguntas hubiesen quedado sin respuesta si no hubiese encontrado a Perón en mi
camino, y en él, la causa de mi pueblo.
No, no es el azar lo que pone a los hombres y a las mujeres al frente de las grandes causas.
Por el contrario, parece como que las grandes causas preparasen el alma de sus hombres y de sus
mujeres. Esto en parte puede ser vocación, pero además hay evidentemente otra cuya explicación no
está en nosotros, ni está librada a la suerte del azar.
Por eso yo me permito insistir todavía en este tema con dos palabras más, que quisieran ser de
humilde consejo.
Creo que alguien se ve, de pronto, llevado a un puesto de responsabilidad en la lucha por una gran
causa, debe buscar, en su vida y en sus recuerdos, la explicación de su caso; y la hallará sin duda.
Así sentirá todo el peso de su responsabilidad y trabajará lealmente por la causa que sirve.
Y pienso también que los que sean espectadores de un hecho tal no deben atribuirlo sin más trámite al
azar.
¿No sería más sensato aceptar la presencia de algo más?
Y conste que yo no digo que sea directamente Dios quien determine todas estas cosas, pero sí que en
su magnífico ordenamiento de todas las leyes y de todas las fuerzas habrá creado alguna ley o alguna
fuerza que conduce a quienes libremente y generosamente quieran dejarse conducir.
Esta es la humilde explicación que yo doy de mi vida y de mi caso.
Guardo entre los manuscritos de Perón uno que escribió sobre un tema parecido poco tiempo después
de asumir la Presidencia.
En este borrador, él abordó, con su franqueza habitual, este rato asunto de la vocación y del destino.
Nada me ha parecido mejor que reproducirlo tal como él lo escribió; y como allí aparece toda su alma,
en su sencillez y en su grandeza o sea en su genialidad, yo me ahorro el grave compromiso de
presentarlo...cosa que lo confieso sería tarea imposible para mí.
Para saber cómo es el sol no basta ni su descripción ni su pintura, y nadie, si no es loco, intenta ni
pintarlo ni describirlo. Para saber cómo es, hay que salir a mirarlo y aun mirándolo no se le puede ver
sin deslumbrarse.
Aquí están sus palabras y su pensamiento, su alma y su corazón.
¡ Yo me limito a invitar que salgamos a verlo!

¿INTUICIÓN?
Esto de la intuición me tienta porque muchas veces he oído decir alabanzas de la mía; y auque pocas
veces me detengo a pensar en un elogio, tan frecuentemente se ha hecho el de mi intuición, que alguna
vez he meditado en el tema.
Aquí están mis reflexiones que no intentan siquiera exponer un problema Psicológico -que no doy para
tanto- sino más bien decir lo que pienso con Yo creo que no es un sexto sentido, como dicen algunos, ni
una facultad casi misteriosa de las mujeres, como dicen otros.
No; es simplemente una manera de ser de la inteligencia. Cada uno de los hombres tiene una manera
de ser de su inteligencia, que es distinta en todos. En unos actúa rápidamente, en otros es lenta.
Cada uno ve las cosas según sea lo que quiere conocer en ellas. Yo siempre recuerdo aquel viejo refrán
que dice: "las cosas son del color del cristal con que se miran".
Cuando la gente suele atribuir "intuición” a las mujeres como virtud misteriosa, no se acuerda que
nosotras tenemos que ver las cosas, las personas y la vida de una manera especial.
Nosotras sentimos y sufrimos más el amor que los hombres.
En nosotras la inteligencia se desarrolla a la sombra del corazón y por eso la inteligencia no se ve sino a
través de los cristales del amor.
Y el amor, cuyo misterio sí que es infinito, le hace ver a la inteligencia cosas que ella sola nunca podría
conocer por hábil que fuese.
Los hombres no sienten ni sufren tanto el amor como nosotras las mujeres. Esto no necesita
demostración.
En ellos entonces la inteligencia libremente.
Y por eso en todo a través de u razonamiento frío, casi matemático, tanto más frío y tanto más
matemático cuando menos hayan sentido o sufrido el amor.
Cuando algunos elogian mi "intuición" se refieren siempre al rápido conocimiento que tengo de las
personas con que trato.
A veces he confiado en quienes muchos desconfiaban y otras he desconfiado de quienes todos creían.
Casi siempre el tiempo me ha dado la razón.
¿Esto es una virtud misteriosa? Yo creo que no. por el contrario, todo me parece muy simple. Yo he
mirado siempre a las personas de una manera distinta que no es la que sirve a la inteligencia de los
demás: yo miro a través de un cristal muy fino: el amor de Perón y de su causa.
El amor alarga la mirada de la inteligencia.
Si no fuese así, ¿Podría yo "intuir” tanta cosas que a veces no entiendo del todo?
Recuerdo que una noche me acosté muy tarde y no pude dormir.
Me preocupaba un problema nacional cuya solución había sido propuesta ya al Presidente por los
técnicos del Gobierno.
No había conversado de esto con nadie y no sabía otra cosa que lo que los diarios publicaban.
Era un serio y difícil problema que nunca había intentado ni siquiera entender. ¡Pero la solución no me
gustaba!
Lo peor era que no sabía exactamente por qué.
Evidentemente yo podría decir al día siguiente que no me gustaba la solución, pero debería dar mis
razones. ¡Y no las podía encontrar!
Ni las encontré; pero me decidí a confiarle al Presidente mis sentimientos; y acerté, porque él, que
también había estado pensando, preocupado por el problema, estaba ya dispuesto a revisar la solución
propuesta por sus colaboradores.
¿Extraño? ¿Misterioso? No, es la maravilla del amor iluminando una inteligencia igual que la de todos.
Nada tiene de raro, pues, que esa virtud o sentido extraordinario esté presente en los actos de Perón y
sea admirada por quienes lo conocen y lo tratan.
El, que ama entrañablemente a su pueblo, ve todas las cosas a través de ese gran amor y por lo tanto,
según está también demostrado, tiene que verlo todo de una manera especial, distinta de la orienta la
mirada de los demás.
El ve por su pueblo y para su pueblo.
¿Qué tiene de raro, pues, que iluminado por ese gran amor "intuya" dónde está la felicidad de los
argentinos y la grandeza nacional?
Y yo sí que puedo dar fe que esa virtud, existe en él en una forma maravillosa. Conoce a los hombres de
una sola mirada y aunque intenten muchas veces disfrazarle ante él. Muchas veces lo he visto también
resolver graves problemas de una manera distinta a la que aconsejaban los técnicos y los especialistas,
y más de una vez, ante mi pregunta extrañada, le he oído decir:
-Es cuestión de sentido común.
"Ellos ven el problema desde el punto de vista técnico, que es limitado, como el campo de un
microscopio. Yo tengo que verlo con lentes planares; yo tengo que verlo como lo ve y como lo siente el
pueblo".
Después de meditar esa explicación, he pensado también que el "sentido común" y la "intuición" son
dos virtudes todavía no bien definidas y tal vez sean la misma cosa, pero creo que están en todos los
hombres y en todas las mujeres presentes en mayor o en menor cantidad y que solamente crecen y se
hacen extraordinarias cuando un gran amor las vivifica con la maravillosa fuerza de su infinito poder.
Lo que también puedo asegurar es que en ningún "hombre común” puede hacer o pensar nada con
intuición; porque los hombres mediocres pertenecen a la clase de los que desprecian el amor como
cosa exagerada.

UNA SOLA CLASE DE HOMBRES.


Aquí tengo que repetir una lección que muchas veces he oído del General.
Es la que se refiere al concepto justicialista del trabajo y del capital que a mí me sirve de fundamento
para mis tareas de carácter gremial.
El objeto fundamental del Justicialismo en relación con el movimiento obrero es hacer desaparecer la
lucha de clases y sustituirla por la cooperación entre capital y trabajo.
El capitalismo, para darle todo al capital, explota a los trabajadores.
El comunismo, para solucionar el problema, ideó un sistema de lucha que no terminará sino cuando
haya una sola clase social; pero a esto se llega por la destrucción, que es efecto de una lucha larga, y
sin cuartel, entre capital y trabajo.
El Justicialismo en cambio quiere también llegar a una sola clase de hombres: la de los que trabajan.
Esta es una de las verdades fundamentales del Peronismo. Pero no quiere llegar por la lucha sino por la
cooperación.
No queremos una sola clase proletaria sino una sola clase de hombres desproletarizados que vivan y
trabajen dignamente.
Que los obreros ganen para vivir honradamente como personas humanas y que los patrones se
conformen con ganar también como para mantener la industria, progresar y vivir dignamente.
¡Dignamente, pero no principesca mente!
No queremos que nadie explote a nadie y nada más. Esto es lo que Perón ha querido asegurar para su
pueblo y ha quedado bien asentado en la nueva Constitución.
Yo, sin embargo, por mi manera de ser, no siempre estoy en ese justo punto de equilibrio. Lo reconozco.
Casi siempre para mí la justicia está un poco más allá de la mitad del camino... ¡Más cerca de los
trabajadores que de los patrones!
Es que para llegar a la única clase de argentinos que quiere Perón, los obreros deben subir todavía un
poco más, pero los patrones tienen mucho que bajar.
Lo cierto es que yo, que veo en cada obrero a un descamisado y a un peronista, no puedo ver lo mismo,
si no está bien probado, en un patrón.
Soy sectaria, sí. No lo niego; y ya lo he dicho. Pero ¿podrá negarme alguien ese derecho? ¿Podrá
negarse a los trabajadores el humilde privilegio de que yo esté más con ellos que con sus patrones?
¿Si cuando yo busqué amparo en mi amargo calvario de 1945, ellos, solamente ellos, me abrieron las
puertas y me tendieron una mano amiga?
Mi sectarismo es además un desagravio y una reparación. Durante un siglo los privilegiados fueron los
explotadores de la clase obrera. ¡Hace falta que eso sea equilibrado con otro siglo en que los
privilegiados sean los trabajadores!
Cuando pase este siglo creo que recién habrá llegado el momento de tratar con la misma medida a los
obreros que a los patrones, aunque sospecho que ya para entonces el Justicialismo habrá conseguido
su ideal de una sola clase de hombres: los que trabajan.
No tengo aspiraciones de profeta; pero estoy firmemente convencida de que, cuando el siglo se cumpla,
los hombres recordarán con cariño el nombre de Perón; y lo bendecirán por haberles enseñado a vivir.

EL HOGAR O LA FÁBRICA.
Todos los días millares de mujeres abandonan el campo femenino y empiezan a vivir como hombres.
Trabajan casi como ellos. Prefieren, como ellos, la calle a la casa. No se resignan a ser ni madres, ni
esposas.
Sustituyen al hombre en todas partes.
¿Eso es "feminismo"? Yo pienso que debe ser más bien masculinización de nuestro sexo.
Y me pregunto si todo este cambio ha solucionado nuestro problema.
Pero no. Todos los males argentinos siguen en pie y aun aparecen otros nuevos. Cada día es mayor el
número de mujeres jóvenes convencidas de que el peor negocio para ellas es formar un hogar.
Y sin embargo para eso nacimos.
Allí está nuestro más grave problema.
Nos sentimos nacidas para el hogar y el hogar nos resulta demasiada carga para nuestros hombros.
Renunciamos al hogar entonces... salimos a la calle en busca de una solución... sentimos que la
solución es independizarnos económicamente y trabajamos en cualquier parte... pero ese trabajo nos
iguala a los hombres y... ¡no! No somos como ellos... ellos pueden vivir solos... nosotros no... nosotros
sentimos necesidad de compañía, de una compañía total... sentimos la necesidad de darnos más que
de recibir... ¡No podemos trabajar nada más que para ganar un sueldo como los hombres!
Y por otra parte, si renunciamos al trabajo que nos independiza para formar un hogar... quemamos allí
mismo nuestras naves definitivamente.
Ninguna profesión en el mundo tiene menos posibilidades de retorno como nuestra profesión de
mujeres.
Aun si nos elige un hombre bueno... nuestro hogar no siempre será lo que hemos soñado cuando
solteras.
En las puertas del hogar termina la nación entera y comienzan otras leyes y otros derechos... la ley y el
derecho del hombre... que muchas veces sólo es un amo y a veces también... dictador.
Y allí nadie puede intervenir.
La madre de familia está al margen de todas las previsiones. Es el único trabajador del mundo que no
conoce salario, ni garantía de respeto, ni límites de jornadas, ni domingo, ni vacaciones, ni descanso
alguno, ni indemnización por despido, ni huelgas de ninguna clase... Todo es -así lo hemos aprendido
desde "chicas"- pertenece a la esfera del amor... ¡y lo malo es que el amor muchas veces desaparece
pronto en el hogar... y entonces todo pasa a ser "trabajo forzado"... obligaciones sin ningún derecho...!
¡Servicio gratuito a cambio de dolor y sacrificios!
Yo no digo que siempre sea sí. No tendría yo derecho a decir nada, desde que mi hogar es feliz... si no
viera todos los días el dolor de tantas mujeres que viven así... sin ningún horizonte, sin ningún derecho,
sin ninguna esperanza.
Por eso cada día hay menos mujeres para formar hogares...
¡Hogares verdaderos, unidos y felices! Y cada día el mundo necesita en realidad más hogares y, para
eso, más mujeres dispuestas a cumplir bien su destino y su misión. Por eso el primer objetivo de un
movimiento femenino que quiera hacer bien a la mujer... que no aspire a cambiarlas en hombres, debe
ser el hogar.
Nacimos para constituir hogares. No para la calle. La solución nos la está indicando el sentido común.
¡Tenemos que tener en el hogar lo que salimos a buscar en la calle: nuestra pequeña independencia
económica... que nos libere de ser pobres mujeres sin ningún horizonte, sin ningún derecho y sin
ninguna esperanza!

María Eva Duarte de Perón; 1952


SEGUNDO PLAN QUINQUENAL DE LA NACIÓN
(Selección)

Capítulo IV “EDUCACIÓN”.

Objetivo Fundamental: “En materia de educación el objetivo fundamental de la Nación será realizar la
formación moral, intelectual y física del pueblo sobre la base de los principios fundamentales de la
doctrina nacional peronista que tiene como finalidad suprema alcanzar la felicidad del pueblo y la
grandeza de la Nación mediante la justicia social, la independencia económica y la soberanía política,
armonizando los valores materiales con los valores espirituales y los derechos del individuo con los
derechos de la sociedad”.

Objetivos Generales: “La educación será realizada en todos sus ciclos según las siguientes bases
generales:

a- La acción educativa, en orden al cumplimiento del objetivo fundamental, capacitará a los


ciudadanos para la conducción social, económica y política del país para el ejercicio de las
actividades correspondientes;
b- El pueblo ha de tener libre acceso a todas las fuentes del conocimiento y a todos los centros de
enseñanza;
c- La educación ha de crear en todos los habitantes del país por medio de los centros de
enseñanza, por acción directa de los alumnos e indirecta sobre el ambiente, una clara
conciencia nacional en orden a los objetivos del presente plan;
d- La educación será desarrollada en ciclos especiales que posibiliten la evolución armónica de
las aptitudes físicas, morales e intelectuales, suscitando y estimulando la intuición y la
capacidad creadora acorde con las vocaciones particulares y formando el espíritu que otorga
personalidad a los hombres y a los pueblos;
e- La formación integral de los profesionales, técnicos, intelectuales, artistas, artesanos, etc.
responderá a las necesidades del país conforme a su desarrollo material y espiritual.”

IV. G. 9. La enseñanza de la religión y de la moral será realizada orgánicamente mediante cursos


adecuados a los distintos ciclos educativos y a la formación de profesores especializados.

IV.G.12. Docencia. El Estado promoverá especialmente el ejercicio de la actividad docente mediante:

a- La selección vocacional de maestros, profesores y personal auxiliar;


b- La reglamentación de las carreras docentes, estimulando el espíritu de superación;
c- La creación de condiciones económicas y sociales que permitan al personal docente,
consagrado a la enseñanza, desenvolverse dignamente.

IV.G.13. Enseñanza Privada. La Enseñanza Privada será reglada en orden al cumplimiento de los
objetivos del presente plan.
El Estado auspiciará especialmente el sostenimiento y creación de aquellos centros privados de
enseñanza que posibiliten el libre acceso de los hijos de los trabajadores a sus aulas.
DISCURSO PRONUNCIADO POR EL MINISTRO DE EDUCACION, DOCTOR ATILIO DELL' ORO MAINI,
AL PONER EN POSESION DE SU CARGO AL INTERVENTOR EN LA UNIVERSIDAD DE BUENOS
AIRES, EL 19 DE OCTUBRE DE 1955

La Universidad de Buenos Aires recupera en este acto jubiloso el camino de su destino auténtico. Vengo
a este recinto, en nombre del Excelentísimo Señor. Presidente de la Nación, para dar testimonio de la
firme voluntad con que el gobierno revolucionario se identifica con el clamor del pueblo argentino que
ha padecido, en las aulas de los diferentes órdenes de la enseñanza, la depravación de la dictadura, y
quiere, ahora, liberado de su pesadilla, volver a las jerarquías de la inteligencia para asegurar el libre y
pleno desarrollo de la cultura y dar a .sus hijos la educación moral, intelectual y profesional exigida por
su vocación.
Tan extraordinaria reconquista tiene un singular significado en la Universidad argentina por la hondura
de la subversión que sufriera durante los largos años del régimen depuesto. Bajo las engañadoras
apariencias de una política universitaria, traducida en profusas y vanas declaraciones, la dictadura
desarrolló un lento y progresivo sometimiento de la Universidad a las exigencias de su absolutismo;
sometió el claustro de profesores a la vigilancia más solapada para comprobar el grado de su adhesión,
juzgando su idoneidad, no de acuerdo con los cánones de su competencia científica y docente, o de la
dignidad de su conducta, sino según las artes de la adulación, del servilismo y la complicidad, tanto en
el orden de su nombramiento, como en el de su estabilidad. No proporcionó jamás a los estudiantes
una prueba de atención sobre los medios de perfeccionar su aprendizaje o de asegurar su formación
universitaria, porque no tuvo otro anhelo que conquistar su apoyo masivo, por las buenas o las malas, a
través de dádivas y amenazas alternadas, sometiéndolos, por fin, a todo género de violencias, desde la
clausura de sus asociaciones, la persecución policial y la cárcel hasta el simulacro de organizaciones
repudiadas, puestas en manos de propagandistas políticos asalariados. Así se explica la quiebra total
del mecanismo universitario, frustrado en la intimidad de sus elementos constitutivos, desarticulados
en el ejercicio de la función que los une y solidariza. Desgarra el alma contemplar esta nuestra
Universidad asumida en el más vasto desorden de su régimen docente, poblada por decenas de miles
de estudiantes –convertidos en meros dadores de exámenes-, desprovista, una parte, de vocación y de
conocimientos previos y básicos suficientes, y carente, la otra, de las posibilidades de seguir, en forma
sistemática y gradual, el desarrollo de los cursos de una enseñanza científica asentada sobre la
comunidad y el diálogo, tranquilo y fecundo, de profesores y alumnos, movidos por la identidad del
mismo ideal de trabajo, de indagación y de estudio. Nada puede subsistir ni emprenderse en tales
condiciones: ni los mejores profesores, ni los buenos estudiantes encuentran el estímulo necesario para
su labor. El régimen dictatorial se propuso convertir a la Universidad en instrumento de su dominación
en el ámbito de las ideas, erigiendo sus máximas en el supremo criterio de la educación de nuestras
jóvenes generaciones. De ahí el sacrificio de la libertad de cátedra, el alejamiento de los grandes
maestros, el relajamiento de la disciplina, la subversión de los estudios, la pobreza de los métodos, la
debilidad del gobierno universitario, la profanación del culto y del amor a la verdad, fundamento último
del saber.
No ha podido, sin embargo, esta loca aventura destruir a la Universidad argentina, porque no pudo
doblegar a todos los profesores ni logró, tampoco, arrastrar, tras sus banderas, a la gran muchedumbre
de nuestra juventud estudiosa. Nosotros, los de las generaciones mayores, confortemos nuestro
corazón de argentinos ante el espectáculo de esta Juventud que resistió dádivas y amenazas para
defender, abnegadamente, la dignidad del claustro universitario y la libertad de la conciencia
ciudadana, y dio el concurso de su entusiasmo y de su vida al triunfo de la Revolución Libertadora.
Entramos, ahora, autoridades, profesores y alumnos a asumir las tremendas responsabilidades de la
reconstrucción. Esta etapa tiene otras características y exigencias; impone otros deberes y exige nuevo
género de abnegada consagración en el cumplimiento de las tareas específicas que a cada uno
corresponden dentro de la Universidad.
En primer lugar, intentamos el exacto planteamiento del problema de la universidad argentina en la
actualidad. La subversión producida por el régimen depuesto no es sino la manifestación de una crisis
preexistente, agudizada, naturalmente, por las demasías denunciadas, pero cuya gravedad y hondura
se descubre en el hecho mismo de que haya sido tan fácil avasallarla.
No podemos, pues, volver a los moldes caducos ni conformamos con restablecer una normalidad
aparente de .su funcionamiento docente. Jamás se ha presentado ocasión más propicia para afrontar la
tarea de echar las bases de una total restauración de la estructura, de las funciones y de los métodos
de la Universidad.
El problema no consiste en la corrección de las deficiencias que atañen a la enseñanza profesional que
se imparte en nuestras aulas, sino en la concepción de los fines de la Universidad moderna, dentro de la
cual aquel aspecto está implícito y no es, por cierto, el más importante de la solución que se impone. La
Universidad debe ser, de un modo veraz y entrañable, un centro y fundamento de la vida intelectual del
país, abarcando en su seno, mediante una fórmula integral y comprensiva, la formación universalista de
la cultura, la investigación científica de la verdad y la enseñanza superior. Estos fines no se contraponen
sino que se armonizan recíprocamente. Cada uno de ellos impone una función diferente que se ejerce
mediante una organización adecuada, dentro de la estructura de la Universidad, de acuerdo con
métodos distintos, y todos contribuyen, por igual, al resultado final de promover el adelanto de las
ciencias y de educar integralmente a la juventud en el grado de la enseñanza superior.
La indagación perseverante de la verdad es la fuente misma de la actividad intelectual y del ejercicio
fecundo de la cátedra. Para asegurar sus frutos es preciso modificar la estructura rígida de las carreras
profesionales, abrir caminos a la vocación científica especializada, rehacer el contenido de los planes
de estudio, calificar con criterio severo la preparación de los profesores y orientar la enseñanza según
las modalidades y exigencias de las diferentes regiones del país.
Por su propia naturaleza, la Universidad en sí, en su organización operante, es asiento de la
investigación, y esta función la ejerce no sólo a través de la enseñanza y de la educación, para la
eficacia y excelencia de sus profesores y la esmerada formación de sus discípulos, sino como algo
sustantivo, que tiene en sí misma la justificación, sin desmedro alguno de las tareas que en otro orden
le competen. De este modo ella podrá aportar a la ciencia el flujo de su actividad indagadora,
particularmente en las más elevadas fuentes de la investigación pura, alimentando, al mismo tiempo,
el vasto sector de los grados sucesivos en que se aplican sus descubrimientos, y, sobre todo, le será
dado cumplir la misión de formar a los hombres capacitados y emprendedores, centro de gravedad de
la complejísima red de especializados en que hoy se fragmenta la floreciente actividad investigadora,
misión en la que no hay instituto alguno que pueda reemplazarla.
Desde el punto de vista de la Universalidad de la cultura, por último, la Universidad sufre la misma crisis
que ataca en el mundo a los institutos similares, constituidos sobre una concepción parcial de la cultura
que rompe la armónica relación de las disciplinas que la integran, desarticula la jerarquía ente los
diversos grados del saber y deprime el cabal ejercicio de la inteligencia. De ahí la severa revisión
promovida en el mundo entero sobre el fundamento, la naturaleza y los fines de la institución
universitaria, y, entre nosotros, el nuevo espíritu, innovador y alerta con que debemos asumir el
compromiso de buscar y apreciar bajo cuáles aspectos y con qué recaudos es preciso afrontar la
restauración de una nueva Universidad que abarque, con unidad de fin y variedad de medios, la
formación moral, la enseñanza profesional y la especialización científica, sin limitaciones que
comprometan la universalidad de la cultura y la integridad de la inteligencia.
El Estado no tiene monopolio de la verdad, de la ciencia y de la educación. La triste experiencia
realizada es un argumento que valoriza en los hechos la necesidad de abrir amplios caminos a la
iniciativa privada -sin desmedro de las garantías que han de exigirse a la obtención de los títulos
profesionales- con el objeto de respetar y fomentar los nobles esfuerzos dirigidos al enriquecimiento de
nuestra cultura. Pero tampoco puede renunciar el Estado a su obra docente, en la que invierte tantos
recursos personales y materiales, y en la cual debe dar el ejemplo de una Universidad fundada en el
amor a la verdad, en el culto de las artes y en el respeto a la libertad.
La recuperación universitaria, inspirada en estos ideales, debe ser obra de la Universidad misma. Al
gobierno sólo corresponde ponerla en condiciones de hacerlo y darle los medios necesarios. Todo se
simplifica cuando las intenciones son simples y claras. Nuestro plan, que paso a exponer brevemente,
es muy sencillo y comprende los siguientes puntos:
1. Proclamar el principio de la autonomía como fundamento de la estructura y del cumplimiento de las
funciones de la Universidad; autonomía aplicada en la más extensa medida compatible con los deberes
del Estado, enderezados a asegurar su estabilidad, funcionamiento y desarrollo; solución armónica
consagrada por la Ley Avellaneda, cuyas previsiones consideramos suficientes para fundar en ella esta
etapa de rehabilitación, y para reconocer a¡ cada una el derecho de dictar su propio estatuto según las
exigencias de sus tradiciones, de su respectiva vocación y de las modalidades propias de cada lugar. De
esa diversidad de soluciones surgirá espontáneamente el carácter que en la Argentina ha de revestir
una ley sobre las Universidades con el fin de asegurar la unidad de los principios esenciales y de la
solidaridad de los respectivos aportes al incremento y desarrollo de la cultura nacional.
2. Designar a los Interventores de cada Universidad, acudiendo a aquellos hombres representativos de
sus auténticos ideales que, por el discernimiento de su juicio y el sereno ejercicio de su autoridad,
están en condiciones de ser el fundamento de la comunidad de profesores y alumnos, sin la cual no hay
verdadera Universidad; para cuyo fin es auspiciosa la espontánea solidaridad que hoy nos vincula en
este acto. Los señores Interventores tienen una misión precisa y definida que excede, naturalmente, el
marco de la regularización docente, administrativa y burocrática, y ha de desenvolverse dentro de las
normas generales que regulan la obra del gobierno revolucionario.
No venimos a realizar meras reparaciones ni a trabajar en favor de determinados grupos o tendencias;
ponemos, por encima de todo, el bien de la Universidad misma para el restablecimiento de sus fines
auténticos, de su labor intelectual y de la libertad de su espíritu.
3. Declarar en comisión a todo el personal docente sin excepción. El problema que debemos afrontar no
se resuelve por' medio de leyes, planes y reglamentaciones. Es un problema de hombres. Una escuela
vale por sus maestros. Sobre la cátedra, sobre la sabiduría, la capacidad docente, la independencia, la
integridad moral de los profesores se asienta la Universidad. Sin ellas decae la cultura, malógrase la
formación moral de la juventud, se frustran sus vocaciones, decae y desaparece la investigación y todo
esfuerzo creador, se relaja la disciplina, aniquílase la razón misma de su ser. La medida, pues, tiene
por objeto someter a revisión el elenco actual de los profesores de cada Escuela o Facultad, con el
propósito de proveer los cuadros docentes con los mejores maestros de que disponga el país, como
fundamento de la restauración de la Universidad y garantía de que la autonomía que se le reconoce
será empleada para infundir en ella, ya sea en su estructura, ya sea en su funcionamiento, las reformas
exigidas, a un tiempo, por las modalidades de una severa preparación profesional, por las exigencias de
una auténtica investigación científica, por el fomento y progreso de las artes, sin desmedro alguno de
la formación universalista de cultura.
4. Llamar de inmediato a concurso de títulos y antecedentes, con el objeto de proveer la totalidad de las
cátedras de cada Escuela, y autorizar a los señores interventores para constituir -en su momento-
comisiones asesoras, compuestas por los hombres más eminentes en las disciplinas afines, cuyo fin
consistirá en proponer las ternas que se han de elevar al gobierno para la definitiva designación de los
catedráticos. Es nuestro deseo y, propósito rodear estos actos de las mejores garantías de
imparcialidad y seriedad, para cuyo fin comprometemos, desde ahora, nuestra palabra, abonada por el
fervor con que nos decidimos a emprender esta tarea por todos anhelada.
Por otra parte, somos partidarios decididos de la temporaneidad del ejercicio de la cátedra, quiero
decir, de la periodicidad con que debe examinarse el comportamiento de los catedráticos, con el fin de
asegurar la perseverancia de su consagración y la conservación de las aptitudes que justifiquen su
continuidad. Corresponderá a cada Universidad, una vez constituida, recoger y aplicar este criterio que
esbozo y que complementa el espíritu con que el Poder Ejecutivo hará las designaciones a que me
refiero.
5. Apenas constituido el claustro profesoral nos proponemos llamar a las Facultades a elección de sus
propias autoridades y proceder, de inmediato, a la constitución del gobierno legítimo de cada una de las
Universidades, al cual entregaremos el pleno goce y ejercicio de su respectiva autonomía. Nuestro más
íntimo propósito consiste en lograr, cuanto antes, con la colaboración de todos _especialmente de
profesores y alumnos la restauración de la Universidad. Colmaríase, en realidad, nuestro anhelo si los
cursos del año próximo pudieran desenvolverse en la Universidad, ya reintegrada a la plenitud de su
autonomía. Nada sería más halagador para el Gobierno Revolucionario que recibir en esa forma, de la
Universidad, el concurso de su labor específica al bien común de la Nación.
En cumplimiento del programa esbozado vengo a poner en posesión del gobierno de la Universidad de
Buenos Aires al profesor José Luis Romero. Su nombre es para el Poder Ejecutivo una garantía de que
se cumplirán, en este ámbito de la vida nacional, los propósitos e ideales de la Revolución Libertadora.
Su vasta labor intelectual, especialmente consagrada a la enseñanza desde que se doctorara en la
Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata, se caracteriza por la serena
.Investigación, por la perseverancia del esfuerzo y la claridad del discernimiento. Sus numerosas
publicaciones son un aporte de mérito señalado al prestigio de nuestra cultura. En todas las
circunstancias empeñó su esfuerzo en favor de la dignidad de las aulas. Desempeña actualmente la
vicepresidencia de la Sociedad Argentina de Escritores, tan benemérita por la porfiada defensa de la
integridad y del decoro de las letras y las artes. Ha dado pruebas concretas de su vocación docente y
universitaria. También conoció la amargura de abandonar la cátedra que sirviera con diligencia y amor,
cuando en 1946 fue exonerado de la que desempeñaba en la Universidad de su graduación. La
proverbial y fraterna hidalguía del Uruguay le brindó en seguida la enseñanza de la Filosofía de la
Historia, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo, que ha profesado hasta ahora para
venir, desde allá, a ocupar -en un retorno simbólico del exilio intelectual sufrido por la inteligencia
argentina- el cargo de Rector de nuestra Universidad. Yo me siento feliz de ponerlo en sus manos
porque estoy cierto que lo desempeñará con decoro, probidad y competencia.
Celebremos con júbilo esta ocasión que nos permite reunirnos, desde los más vastos sectores de la
inteligencia argentina, para mancomunar nuestros esfuerzos en favor de la restauración de nuestra vida
espiritual y, en particular, de las universidades en donde se forman los hombres que han de asegurar,
en el futuro, la dignidad y la grandeza de la Patria.
Atilio Dell' Oro Maini; Octubre de 1955
LEY DOMINGORENA

LEY Nº 14.557 DE UNIVERSIDADES PRIVADAS

Derógase el artículo 28 del decreto-ley 6403/58 y se aprueba en su reemplazo el siguiente:


“La iniciativa privada podrá crear universidades con capacidad para expedir títulos y/o diplomas
académicos. La habilitación para el ejercicio profesional será acordada por el Estado Nacional.
Los exámenes que habiliten para el ejercicio de las diversas profesiones serán públicos y estarán a
cargo de los organismos que designe el Estado Nacional. Dichas universidades no podrán recibir
recursos estatales y deberán someter sus estatutos, programas y planes de estudio a la aprobación
previa de la autoridad administrativa, la que reglamentará las demás condiciones para su
funcionamiento
El Poder Ejecutivo no otorgará autorización, o la retirará si la hubiere concedido, a las Universidades
Privadas cuya orientación y planes de estudio no aseguren una capacitación técnica, científica y cultural
en los graduados por lo menos equivalente a la que imparten las universidades estatales y/o que no
propicien la formación democrática de los estudiantes dentro de los principios que informan la
Constitución Nacional".

REGLAMENTACION DEL ARTICULO 28 DE LA LEY Nº 14.557


DECRETO DEL 12 DE FEBRERO DE 1959

Artículo1º- Créase la Inspección General de Enseñanza Universitaria Privada, que dependerá del
Ministerio de Educación y Justicia de la Nación y, tendrá las siguientes atribuciones:
a) Registrar las Universidades Privadas a las que alude el presente decreto.
b) Controlar el cumplimiento de las leyes, decretos y resoluciones atinentes a las mismas.
c) Dictaminar en forma fundada en las circunstancias previstas en el presente decreto, y en toda
oportunidad que su informe le sea solicitado por el señor Ministro de Educación y Justicia.
Articulo 2º- Las Universidades Privadas serán facultadas por decreto del Poder Ejecutivo Nacional para
expedir títulos y/o diplomas académicos cuando hallan cumplido con los requisitos establecidos por la
Ley número 14.557 y los que a continuación se indican, previo dictamen fundado de la Inspección
General de Enseñanza Universitaria Privada:
a) Estar constituidas como entidades con personería jurídica.
b) Sancionar un estatuto constitutivo en el que se establezca:
1º- El objeto, determinado con precisión y claridad.
2º- El propósito de desarrollar sus actividades en consonancia con las instituciones republicanas y
democráticas del país.
3º- En general, una organización adecuada a la naturaleza de la labor científica y de los estudios que se
proponga.
c) Tener un cuerpo docente idóneo, cuyos componentes posean título universitario en la especialidad o,
en su defecto, personalidad científica o cultural relevante que acredite su aptitud para el ejercicio de la
cátedra.
d) Tener un número razonable de inscriptos por curso o período de enseñanza, dentro de cada Facultad,
Escuela o Departamento.
e) Disponer de recursos, locales y elementos suficientes para su constitución y funcionamiento.
f) Presentar a la Inspección General de Enseñanza Universitaria Privada planes de estudios y promoción
para las respectivas carreras.
g) Dar a conocer la nómina y antecedentes del personal docente y autoridades universitarias.
Artículo 3º - Las Universidades Privadas justificaran encontrarse en las condiciones previstas en el
artículo anterior, haciendo las presentaciones que pertinentes ante la Inspección General de Enseñanza
Universitaria Privada la que, previo examen y comprobación de dichas condiciones, elevara la petición
con dictamen fundado, al Poder Ejecutivo Nacional para su resolución.
Si el Poder Ejecutivo Nacional considera que la Universidad peticionante ha cumplido con los requisitos
legales y reglamentarios, dictará decreto disponiendo el registro solicitado, en los términos de la Ley
número 14.557.
Artículo 4º- Para obtener la habilitación para el ejercicio profesional, los egresados de las
Universidades Privadas deberán someterse a un examen final de capacidad profesional que se ajustará
a las siguientes normas:
a) Dicho examen será tomado por tribunales profesionales y profesores de la especialidad de que se
trate, designados por el Poder Ejecutivo Nacional, en igual número, entre profesores de las
Universidades Nacionales; Funcionarios o Magistrados especializados del Estado; profesores de
universidades privadas reconocidas y miembros de Academias, Colegios o Asociaciones profesionales.
El tribunal estará integrado por un profesor designado por la Universidad Privada a la que pertenezca el
egresado que se somete a examen.
b) Los integrantes de los tribunales examinadores, que sean designados en su condición de profesores
de la Universidades Nacionales, Universidades Privadas reconocidas o miembros de Academias,
Colegios o Asociaciones Profesionales, lo serán sobre la base de una terna de candidatos que
presentarán al Poder Ejecutivo los mencionados organismos; los que corresponde designar
directamente al Estado, serán propuestos al Poder Ejecutivo, en terna, por la Inspección General de
Enseñanza Universitaria Privada.
c) En caso de que las Universidades Privadas reconocidas tengan su asiento en las provincias, las ternas
de candidatos que sean Funcionarios o Magistrados especializados de las provincias y miembros de los
Colegios o Asociaciones Profesionales serán presentados al Poder Ejecutivo Nacional por los Poderes
Ejecutivos Provinciales o Colegios, o Asociaciones locales.
d) Los exámenes de habilitación serán públicos, correspondiendo al Ministerio de Educación y Justicia
fijar las fechas, la materia, el procedimiento y el lugar de realización de los mismos,
Artículo 5º- Los títulos profesionales habilitantes serán suscriptos por el Ministerio de Educación y
Justicia y por las autoridades superiores de la Universidad Privada reconocida y Facultad respectiva.
Esos títulos profesionales tendrán la misma validez que los expedidos por la Universidad Nacional y
habilitarán para el ejercicio profesional.
Artículo 6º- Queda expresamente prohibido a las Universidades Privadas reconocidas, revalidar títulos
extranjeros. Dicha atribución será privativa de las Universidades Nacionales.
Artículo 7º- Las Universidades Privadas reconocidas no podrán recibir recursos estatales, y harán
conocer el origen de sus fondos y llevarán un régimen adecuado de sus ingresos y egresos.
Artículo 8º- El Poder Ejecutivo Nacional suspenderá temporariamente o, en su caso, excluirá
definitivamente del registro, a las Universidades Privadas, cuando se comprobare en debida forma legal
y con audiencia de la Universidad interesada, que ésta ha violado las obligaciones establecidas en las
leyes, decretos y resoluciones atinentes a su funcionamiento y a su estatuto normativo.
Artículo 9º- El presente decreto será refrendado por el Señor Ministro Secretario de Estado en el
Departamento de Educación y Justicia.
Artículo 10º- Comuníquese, etc.
Frondizi – Mac Kay. Sancionada el 30 de Septiembre de 1958

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