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02/09/2019
Netflix
‘The King’, la nueva película del australiano David Michôd para la factoría
Netflix (tras ‘War Machine’), tiene numerosos puntos de interés. Es posible,
por ejemplo, elogiar su sosegado esteticismo, que deja por el camino
algunas imágenes memorables: una batalla nocturna iluminada por unos
proyectiles llameantes lanzados desde unas enormes catapultas, unas escenas
intimistas en las que las habitaciones aparecen iluminadas únicamente por
velas (a lo ‘Barry Lyndon’ de Stanley Kubrick), o una imponente batalla
filmada desde las entrañas de la contienda, con planos largos que capturan la
brutalidad del combate (y su dimensión épica, cuando entra en juego la
cámara lenta). ‘The King’, que cuenta la historia de Enrique V apoyándose
libremente en la canónica obra de William Shakespeare, parece construida
siguiendo un principio de efectividad. Todo funciona correctamente, nada
desentona en el plano narrativo y estético. Los temas de la obra –la corrupción
del espíritu humano a manos del poder, los funestos efectos del belicismo
sobre la civilización– fluyen con transparencia por el relato. Y, sin
embargo, la película se resiente de su relativa falta de originalidad. Si se
echa la vista atrás y se recuerda que Michôd dirigió aquel impetuoso, salvaje y
terrorífico thriller titulado ‘Animal Kingdom’, cabe preguntarse si ‘The King’
podría haber sido algo más que una entretenida, pero algo impersonal,
adaptación del clásico de Shakespeare.