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EL MAESTRO DE HOY ENSEÑA DEL SER PARA SER.

Por: Astrid Hernández, Andrea González, Karen Velasco y Cristóbal Castellanos.

En la actualidad, el hecho de pensarse como docente íntegro implica tanto actitudes como

acciones y retroalimentación constante lo cual es un trabajo arduo y en ocasiones agotador. Pero

este ejercicio puede desarrollarse de manera eficaz si proyectamos esta labor de

enseñanza/aprendizaje como una meta para el crecimiento personal. Partimos de la premisa de

que no hay un solo método que nos permita desarrollar todas las capacidades de los estudiantes,

primero porque todos ellos son diferentes y segundo porque en lugar de ser un beneficio se

convierte en un limitante. Es preciso recurrir a varias estrategias que se adapten a nuestro

contexto, claro está, teniendo como punto de referencia uno de todos los métodos existentes.

En esta oportunidad parece pertinente apoyarnos en el modelo pedagógico de Waldorf. Cabe

destacar que éste, al igual que muchas otras metodologías educativas, surge y se pone en práctica

a partir de una necesidad de cambio y acoplamiento a las nuevas generaciones donde la

cooperación entre entidades gubernamentales, familias, estudiantes y docentes es fundamental

para extraer de cada experiencia conocimientos significativos.

Es así como la pedagogía Waldorf, constituye a nuestro modo de ver la primera forma para

rescatar los valores perdidos o aquellos de los que siempre ha carecido la humanidad, y a partir

de ello avanzar en la formación de personas integras, lo cual se resume en reconocer nuestra

esencia y asumirnos como seres espirituales y materiales en el entorno social. Cada respiro, paso

o instante sobre esta tierra debe ser interiorizado por parte de cada niño para ponerle fin, desde el

área de ciencias Naturales, a la destrucción del planeta.


Por lo anterior, es importante que el descubrir y el explorar, rasgos propios de esta pedagogía, se

conviertan en la base de formación de nuestros estudiantes de ciencias naturales y educación

ambiental, para que su aprendizaje sea el de adquirir a través de lo experiencial y espiritual, las

herramientas que le permitan desarrollarse saludablemente como individuo y como parte de un

todo, que es el ecosistema que lo rodea. De este modo se cumpliría la principal característica de

este modelo que es la de “desarrollar individuos capaces por si mismos de dar significado a sus

vidas”. Paymal, 2006. p.233

Nuestra labor como docentes no será otra más que la de guías espirituales que incitamos al

estudiante a encontrarse a si mismo, identificar sus rasgos, sus raíces, su materialidad dentro del

universo para que posteriormente pueda definir esos propósitos que lo conducirían a involucrarse

insaciablemente en el mundo de la investigación, actitud propia de los científicos.

Otro de los rasgos de esta escuela es el arte, el cual estimula la fantasía y la creatividad que a su

vez, sirven de puente entre lo sensorial y lo espiritual. Esto en sus primeros años de vida y más

adelante, se tomarían otro tipo de recursos como libros de apoyo y/o medios electrónicos de ser

necesario; aquí lo realmente importante es establecer un diálogo claro y sincero con los

estudiantes, estableciendo limites desde el principio para que conozcan sus derechos y deberes,

pero que también, les permita abrir su corazón, expresar su emociones e ir día a día afianzando

su personalidad y estableciendo con seguridad su criterio y capacidad para tomar decisiones.

Para finalizar y a modo de conclusión, dejamos a consideración algunos tips de la escuela de

Waldorf que pueden aportar a su ejercicio docente no solo en el área de ciencias naturales sino

en todas las demás.


 Recordar que como maestro, usted es ejemplo y modelo, pero se sugiere ejercer un

vínculo afectivo con cada uno de ellos.

 Inculcar en los estudiantes un sentido de cooperación, amor, respeto e igualdad.

 El auto-reconocimiento de dones y aptitudes por parte del estudiante debe ser unos de sus

principales objetivos. De ello dependerá el éxito del proyecto de vida del estudiante.

 Usar juegos que impliquen movimiento del cuerpo, con ellos se estimula lo sensorial que

remite tanto a lo espiritual como a lo físico.

 La interdisciplinariedad es una herramienta vital para la formación del niño y es

necesario aplicarla según el contexto social y cultural en el que se desarrolla y

dependiendo también su etapa de desarrollo.

 Las primeras señales de frustración y fracaso se dan cuando evalúas con un número y no

por sus competencias.

 Estimular el contacto con la naturaleza permite el auto-reconomiento, el aprendizaje de lo

exterior y el encuentro de un equilibrio optimo entre ambos.

Bibliografia.

Paymal, N (2006). Pedagogía 3000: guía práctica para docentes, padres y uno mismo. Córdoba:

Editorial Brujas

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