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Pedagogía Waldorf
Profundizando la
Pedagogía Waldorf
Profundizando la pedagogía waldorf
El tiempo para tal trabajo interior en ningún caso debe ser demasiado
corto. Los cinco minutos mencionados por Rudolf Steiner hoy por hoy ya
no son suficientes porque se necesita esfuerzo para poder llegar a
adquirir la quietud interior. Pero partiendo de esta base, a lo largo del día
uno encuentra elementos que son como gérmenes meditativos, como por
ejemplo el verso de la mañana, un rosal que se ve en el camino hacia la
escuela, una vivencia musical, una conversación profunda, una mirada
llena de confianza de los ojos de un niño o la oración a través de la cual
uno se dirige a una potestad superior. Se llegará a buscar tales elementos
con más consciencia y a reforzarlos.
El que quiere edificar una vida meditativa debe considerar que cada
meditación requiere una preparación correspondiente. Por lo tanto hay
que crear el espacio interior que separa de la vida cotidiana. Esto ocurre
cuando se trabaja sobre un texto de Rudolf Steiner o un pasaje de la
Biblia, al observar una obra de arte, al practicar una actividad artística,
etcétera, según las posibilidades y necesidades individuales.
El efecto más bien está en la forma dada, las sílabas, los ritmos, la
composición y las imágenes. Cuanto más consigo dejarme llevar por
estos elementos, cuanto más me puedo unir a ello de una forma
vivenciada, más fuertemente actúa el mantra. Por eso el hacerse
consciente y el vivenciar su fuerza pertenece al trabajo preparativo.
Los campos de actividad de esas Secciones tienen que ver, por supuesto,
con la vida cultural general el presente, y con las muchas obligaciones
que se desprenden de esas actividades. ¿Cuáles son las tareas de la
Sección Pedagógica de la Escuela Libre Superior de la Ciencia del
Espíritu?
Las dos primeras partes del texto vienen del tiempo antes de la fundación
de la escuela. En ellas se hace mención de un motivo básico de la
pedagogía antroposófica: la dimensión kármica de la educación.
Entre estos dos extremos existe, al igual que entre pesos y soportes, una
situación de equilibrio. Ésta se da a través de lo musical-plástico que he
mencionado antes. Hemos de aprender a distinguir lo que son las
intenciones del educador en relación con lo que el alumno pueda llegar a
ser.
No se puede decir ahora: ¡por favor! dame una receta de cómo se hace
esto; escríbeme algunas reglas de cómo se educa de una manera tal. Eso
es lo especial de la visión del mundo desde el punto de vista espiritual,
que no se puede hacer de esta manera, con reglas, sino que uno se
tienen que comprometer con la ciencia espiritual; uno se tiene que dejar
imbuir por ella de forma que ésta enriquezca los impulsos emotivos y
volitivos en uno mismo.
Para arrojar luz sobre algunos aspectos que hacen visible el impulso
fundamental espiritual de esta pedagogía, recordemos a modo de
introducción una tarea especial de la Pedagogía Waldorf sobre la que
Rudolf Steiner habló sólo en una ocasión de esta forma particular.
Este texto está contenido en la quinta conferencia del ciclo ‘La educación
como problema social. ’En estas conferencias, momentos antes de viajar
a Stuttgart para la fundación de la primera Escuela Waldorf, Rudolf
Steiner explica a los miembros de la Sociedad Antroposófica en Dornach
las bases espirituales, culturales y sociales de la pedagogía a inaugurar,
esperando y contando con el apoyo altruista y activo, y con la
comprensión de los amigos de Dornach.
Esta era una de las causas por la cual los iniciados se llamaron a sí
mismos ‘los hombres de la preocupación,’ porque si uno observa el
desarrollo de la humanidad desde este aspecto que acabo de describir,
esto causa preocupación, justamente por la forma en que la inteligencia
se está desarrollando.
Ya saben ustedes que con el Misterio del Gólgota no sólo penetró una
enseñanza, una teoría, una visión del mundo o una religión en el
desarrollo de la humanidad, sino que con el Misterio del Gólgota sucedió
algo real.
Observen la diferencia entre los seres humanos que vivieron antes del
Misterio del Gólgota y los que viven después del Misterio del Gólgota. Es
verdad que son siempre las mismas individualidades, porque las almas
pasan por las repetidas vidas terrestres. Pero al observar al hombre
encarnado sobre la Tierra, debemos hacer esta diferenciación del hombre
que vivió antes del Misterio del Gólgota y el que vive después del Misterio
del Gólgota.
Consideren que cuando se llega al concepto generalizado de Dios, este
concepto generalizado de la divinidad no es el concepto de Cristo.
Se puede llegar al concepto generalizado de Dios cuando uno aprecia la
naturaleza en sus manifestaciones, cuando uno observa al ser humano
físico, hasta el punto donde se le puede observar externamente.
El Ser del Cristo es de tal naturaleza que uno sólo se acerca a él cuando,
durante el transcurso de la vida, descubre algo determinado en sí.
Podemos llegar a un concepto general de Dios al decir: he surgido a la
existencia desde las fuerzas del mundo. Uno puede encontrar el concepto
de Cristo al avanzar más allá del límite que permite la Naturaleza.
Les pido que concentren su atención sobre esta diferencia: el ser humano
antes del Misterio del Gólgota —porque el Cristo en su Ser esencial no se
había extendido sobre la humanidad— no podía llegar a este
renacimiento, no podía reconocer que en él vivía el Cristo. Después del
Misterio del Gólgota, el ser humano puede reconocerlo. El puede
encontrar la luz de Cristo en sí mismo, si se ejercita interiormente durante
su propia vida.
Dos factores ya se pueden ver hoy claramente: hay personas que son
muy inteligentes y que tienen una tendencia a la maldad, y, por otro lado,
hay que notar cómo muchas veces los seres humanos reprimen esta
tendencia a la maldad dejando dormir su inteligencia. Adormecimiento
del alma, o en las almas despiertas, una fuerte tendencia hacia la maldad
y hacia el error: esto ya puede observarse en el presente.
Y yo dije: esto viene porque las almas no bajan con agrado a este mundo
repleto de materialismo. Se podría decir: esta almas experimentan un
cierto temor y preocupación de entrar en un mundo en el que la
inteligencia tiende a la maldad y está en un desarrollo decadente.
Estas cosas, a modo de ejemplo, de las que uno tiene necesidad como
maestro y educador, no se verifican si uno sólo las conoce teóricamente:
sólo se verifican cuando uno las acoge con fuerza en el interior del alma, y
uno sólo puede introducirlas en la educación y en la enseñanza. ¡Se debe
exigir, especialmente de los maestros, que en su alma estén penetrados
de esta gran preocupación por la humanidad frente a las tentaciones que
el intelecto trae consigo!
Sin embargo, hay que tener muy claro que este Impulso del Cristo no
debe ser el dogmatismo de alguna comunidad religiosa.
Las comunidades religiosas, desde la mitad del siglo XV, han contribuido
más a alejar al Cristo de la humanidad que a acercarlo a ella.
Las comunidades religiosas han aportado todo tipo de ideas, pero con ello
no han acercado al hombre el Impulso de Cristo. Es necesario que el ser
humano sienta que todo aquello que se le puede manifestar en su interior
relacionado con el Misterio del Gólgota está en conexión con aquello que
significa el Misterio del Gólgota para la Tierra.
Si se percibe el verdadero sentido de la Tierra en este misterio, entonces
hay que llegar a decir: la evolución de la tierra no tendría sentido si los
seres humanos cayeran a través de su inteligencia en poder del mal y del
error.
Porque no sólo nuestro saber, sino toda nuestra vida, debe recibir un
impulso a través de la ciencia espiritual. Si no sentimos esta seriedad, no
somos verdaderos estudiosos de la ciencia del espíritu.
Les pido por eso, tomar estas palabras introductorias como una especie
de oración hacia aquellos poderes que imaginando, inspirando e
intuyendo deben estar detrás de nosotros, para que cumplamos este
deber.
Recuerdo de Caroline von Heydebrand
La luz de la sabiduría nos es regalada por los sublimes seres de los Arcai,
que no se cierran en ronda, sino que llegando de principios remotos se
manifiestan y vuelven a desaparecer en lejanías remotas. Ellos sólo llegan
a este espacio en forma de gota.
Esto es lo segundo: el maestro debe ser un ser humano que tenga interés
en toda existencia mundana y humana.
Por supuesto muchas cosas deberían haber sido dichas muchas más
veces, pero tampoco quisiera hacer de ustedes máquinas de enseñanza,
sino personalidades libres e independientes que enseñan. En este sentido
quiere ser comprendido todo lo que se ha dicho en los últimos quince
días. El tiempo fue tan corto que hubo que apelar a su actividad
entregada y comprensiva.
He aquí que cuando ustedes miran hacia atrás a todos los impulsos
dados en estos quince días, nuestros pensamientos se encontrarán. Les
aseguro que yo mismo pensaré en lo tratado en estos quince días.
Porque pesa mucho esta Escuela Waldorf en el ánimo de aquellos que
están comprometidos en su inauguración.
Esta Escuela tiene que tener éxito. Mucho dependerá de que tenga éxito.
Con este éxito se podrán afirmar muchas cosas en la evolución de lo
espiritual, de la cual somos representantes.
La alocución con la cual Rudolf Steiner, al final del primer año escolar,
empieza la reunión de maestros del 24 de julio de 1920, ayuda a la
comprensión de aquello que quiso decir con las palabras de introducción
de ‘El estudio del hombre.’
Tenemos que enfrentarnos con este hecho, que cada vez más será un
secreto a voces y que hará que queramos trabajar más fructíferamente.
Los principios y métodos de la educación Waldorf han surgido de la
consciencia de la necesidad de que la humanidad se dirija a una actividad
espiritual, y no sólo por el placer de cambiar unas teorías. Y con este
espíritu deberíamos trabajar aquí...
Yo también siento profundamente el agradecimiento que expresó el Sr.
Molt, en nombre del Espíritu que debe penetrar la Escuela Waldorf, y que
debe convertirse cada vez más en el Espíritu-guía de Europa Central.
Hace unos meses vino a visitarme una persona que quiere fundar en
Francia algo similar a la Escuela Waldorf, y me preguntó si yo podría darle
algún consejo, y si podría visitar algunas clases en la Escuela Waldorf.
No crean que esto es una mera obstinación. Ustedes deben darse cuenta
de que no avanzaremos si no nos mantenemos firmes a lo que es
verdaderamente antroposófico, y dejamos de lado cualquier otro tipo de
trato. Si nos definimos claramente, entonces no se descarta que nosotros
mismos podamos fundar una Escuela Waldorf en París.
Sólo depende de que no nos dejemos persuadir para hacer concesiones.
Hoy en día sólo se llega más lejos manteniéndose firme en un punto de
vista determinado. Uno puede ser conciliador hacia afuera pero,
interiormente, si se trata de principios, lo importante es mantenerse firme
en el propio punto de vista.
Darse cuenta que el niño es un ser que trae del mundo espiritual algo que
nosotros ya no pudimos experimentar, porque somos mayores, es algo
sumamente edificante, algo que enciende un calor interior que llena el
alma.
Por este motivo el hecho de ser mayores toma un nuevo significado para
nosotros. Nosotros recibimos de cada niño un mensaje del mundo
espiritual sobre hechos que no hemos podido conocer. Esta conciencia
del mensaje que trae el niño pequeño, hace surgir un sentimiento positivo,
que debe penetrar al Claustro en toda su seriedad.
Estas cosas se hacen prácticas cuando decimos: este niño que tengo
frente a mi ha bajado más tarde que yo del mundo espiritual. De lo que la
vida de niño me muestra, puedo llegar a percibir lo que viene hacia mí, lo
que ha sucedido en el mundo espiritual, desde que yo lo dejé. Guardando
este sentimiento vivo en nuestro interior, realizamos una meditación de
maestros enormemente poderosa y significativa.
Cuando Herbert Hahn habló por primera vez después de la guerra ante el
Claustro de Maestros sobre el acto de inauguración de la Pedagogía
Waldorf, consumado al principio de ‘El estudio del hombre’ conectó lo que
decía con el problema de la dirección de la escuela.
Cuando alguien desea relatar cosas del mundo espiritual a un colega, uno
lo hace sabiendo que lo que uno dice será tomado de una cierta manera,
aunque no necesariamente por la autoridad del que lo dice, sino por el
sentimiento de que lo que se está diciendo es el resultado de una
investigación espiritual, que por el momento sólo puede ser relatada por
aquellos que pueden acercarse a ella.
Les ruego que tomen con gran seriedad y exactitud lo que expreso en
este sentido, es decir, no habla aquel que habla así en el sentido de que
se lo tome como autoridad en el sentido común de la palabra.
Por ello mi posición hacia el Claustro deberá ser tal que ni yo ni nadie elija
lo contrario a la voluntad de ninguno de los otros miembros del Claustro,
sino que sea aceptada en lo más profundo del corazón y deseada por el
cuerpo docente en su totalidad. No importa si esto está documentado por
una elección o no. La relación interior debe ser de este modo.
Por más que el mundo exterior exija esto o aquello para la agrupación, en
el fondo sólo es justificado lo que yo he dicho. Recibirán y sentirán, mis
queridos amigos, que con esto quiero caracterizar mi posición interior
hacia el Claustro, y que les pido por favor tomarlo como tal. La fuerza
curativa en el futuro deberá basarse en esto.
Que los seres espirituales que acompañan este movimiento hagan fluir su
bendición.