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Introducción a la

Pedagogía Waldorf
Profundizando la
Pedagogía Waldorf
Profundizando la pedagogía waldorf

En el movimiento antroposófico de las escuelas nos encontramos ante la


tarea de una fundación espiritual nueva, tanto por parte del maestro como
individuo como de las comunidades escolares. En otros tiempos, cuando
la vida esotérica del maestro aún se llevaba en secreto, se daba por su-
puesto que sólo era admitida en una escuela aquella persona para la cual
la Antroposofía hubiere llegado a ser una decisión de vida. Esto hoy es
diferente.

La autocomprensión de la pedagogía antroposófica tiene que ser


reconquistada nuevamente. A ello pertenece en primer lugar todo aquello
que sirve a la preparación interior del maestro y que estáre unido en este
escrito. No se trata por lo tanto de una acumulación de sabiduría sino de
algo que sólo será fructífero si se convierte en el educador en una
práctica de vida.

Así, pertenece a la tarea responsable de un grupo de profesores el dar a


conocer este aspecto esotérico del trabajo a los nuevos colaboradores,
hacerles saber su importancia a través de una conversación y con-testar a
las preguntas que pudieran surgir.

En un principio cualquiera que quiera trabajar con estos contenidos de


una forma seria puede recibir este escrito. Como hasta ahora, algunos
colegas de cada escuela deberían ser responsables personalmente para
que con regularidad —por lo menos una vez al año— en el claustro
pedagógico se hable sobre el significado de los contenidos, y así los
nuevos maestros lleguen a tener conocimiento de ello. Esta edición debe
ser tratada como la edición de un manuscrito y se debe poner el nombre
del dueño y de la escuela que se lo haya dado.

Pero por la situación actual ya no parece correcto exigir la devolución del


ejemplar al dejar el servicio a la escuela. La forma de tratar lo económico,
si se pide un aporte económico para cubrir los gastos o si la escuela carga
con los gastos, puede ser decidida por cada grupo de maestros.

Cada educador, después de un tiempo, llegará a ciertos límites que le den


pie a cambiar algo en sí mismo. En la clase puede ser el niño que siempre
molesta y provoca una antipatía espontánea.
En el claustro de maestros puede ser un colega que con sus llamadas de
atención morales le saca a uno de quicio. El enfrentamiento consciente
con la situación dela época actual exige que yo venza el pesimismo obvio
en mí y que actúe como un verdadero pedagogo contemporáneo.

Las tres situaciones me retan a sobreponerme sobre mi actitud natural.


Esto sólo lo puedo hacer al activar una instancia espiritual en mí, a la cual
también puedo llamar mi ser humano mejor y superior.

El impulso de educación de Rudolf Steiner se basa sobre este esfuerzo


del alma individual. La primera frase de ‘El estudio del hombre...’ dice en
este sentido: “Sólo llegaremos a completar nuestra tarea sino sólo la
vemos como algo intelectual, cómodo sino como algo altamente moral,
espiritual. Y por lo tanto van a poder comprender al emprender hoy esta
tarea, que nos concentremos en la relación con los mundos espirituales
que desde el principio mismo queremos establecer a través de nuestro
trabajo.

”Se exige compromiso y responsabilidad frente a esta tarea, y se apela a


saber estar realmente relacionado con la tercera jerarquía del mundo
espiritual. En el pasaje no estenografiado, Rudolf Steiner crea esta
relación en forma de plegaria, y hace un llamamiento —el 9 de septiembre
de 1919— al Claustro fundador para que busquen esta relación cada día,
por la mañana y por la noche.

Este impulso es la continuación del impulso fundador, y es al mismo


tiempo el cuidado activo del espíritu de la escuela. No se trata tanto de
escuchar en el claustro los recuerdos de Caroline van Heydebrand en
aquel acto, sino más bien que cada uno busque este contacto con el
mundo espiritual cada día.

¿Cómo trabajamos con este contenido espiritual? De los colegas jóvenes


siempre surge la pregunta:¿Cómo se medita y cómo se trabaja desde el
conocimiento del ser humano? Esta pregunta surge independientemente
de cuan estrecha sea su relación con la Antroposofía.
Lo que en tiempos anteriores pertenecía a la búsqueda intima de cada
uno y no pertenecía a una conversación común, en el presente es tan
poco conocido que no se puede sino hablar de ello. Por lo pronto esto se
refiere a cómo se puede llegar a una práctica meditativa. Para muchos las
dos meditaciones de los maestros son poemas a los cuales se accede
con dificultad. Y surge la pregunta de cuál es el camino para transformar
estos versos en una fuente de riqueza que cambie el alma y la vida.

Se tiene que considerar estrictamente que la búsqueda de un camino


individual pertenece esencialmente al camino del conocimiento
antroposófico. Aquí no hay normas. Por eso se debe tomar lo siguiente
como una sugerencia aforística y como condiciones previas. Lo que
concierne al desarrollo de la meditación en sí sigue requiriendo hoy en día
discreción.

No se puede ver la meditación como una actividad aislada. Pertenece a


una relación con la vida. Partiendo de vivencias límite, puede madurar la
decisión de organizarse diariamente un ámbito fuera de tiempo para una
preparación interior.

Esta debería tener lugar a una misma hora en la medida de lo posible y


ser protegida de interrupciones exteriores. En poco tiempo uno llega a
vivenciar este espacio libre como algo esencial para la vida frente a las
exigencias constantes que nos llegan desde afuera y que nunca se llegan
a cumplir del todo.

El tiempo para tal trabajo interior en ningún caso debe ser demasiado
corto. Los cinco minutos mencionados por Rudolf Steiner hoy por hoy ya
no son suficientes porque se necesita esfuerzo para poder llegar a
adquirir la quietud interior. Pero partiendo de esta base, a lo largo del día
uno encuentra elementos que son como gérmenes meditativos, como por
ejemplo el verso de la mañana, un rosal que se ve en el camino hacia la
escuela, una vivencia musical, una conversación profunda, una mirada
llena de confianza de los ojos de un niño o la oración a través de la cual
uno se dirige a una potestad superior. Se llegará a buscar tales elementos
con más consciencia y a reforzarlos.
El que quiere edificar una vida meditativa debe considerar que cada
meditación requiere una preparación correspondiente. Por lo tanto hay
que crear el espacio interior que separa de la vida cotidiana. Esto ocurre
cuando se trabaja sobre un texto de Rudolf Steiner o un pasaje de la
Biblia, al observar una obra de arte, al practicar una actividad artística,
etcétera, según las posibilidades y necesidades individuales.

Dado que en la meditación se trata de unir el contenido de la meditación


(poema, imagen, pensamiento, signo) con la vivencia directa para poder
llegar desde el pensar representativo al sentir desde la cabeza al corazón,
tenemos que preparar el ambiente y el espacio correspondiente
necesario. Con la meditación uno quiere entrar en un ámbito desde el cual
surge una conversación con lo divino. Unión con lo superior, ésta es la
meta.

El cuidado periódico de una vida religiosa, a la cual pertenece


especialmente el tesoro del culto en la escuela en la clase de religión
cristiana libre, es de especial ayuda y eficacia.

Pero también el estudio periódico de textos con contenidos de la Ciencia


Espiritual que no sólo se leen sino que son también trabajados, origina un
cambio interior en la esencia del ser humano. Si uno se dirige a una de
las dos meditación es para maestros, la meta nunca debe ser la de
comprender el contenido.

El efecto más bien está en la forma dada, las sílabas, los ritmos, la
composición y las imágenes. Cuanto más consigo dejarme llevar por
estos elementos, cuanto más me puedo unir a ello de una forma
vivenciada, más fuertemente actúa el mantra. Por eso el hacerse
consciente y el vivenciar su fuerza pertenece al trabajo preparativo.

Además el poema es una unidad, un todo. La secuencia lingüística de las


palabras y los versos es un todo que actúa al mismo tiempo. Intentar
llegar hacia este organismo en su con-junto sólo pertenece al trabajo de
preparación. Nuestra conciencia cotidiana está organizada de tal manera
que acoge el significado de una manera unilateral.
En relación con la meditación tenemos que vencer este comportamiento.
Un medio para conseguirlo es fijarse una vez sólo en las imágenes de las
palabras, otra vez fijarse en los sonidos de los fonemas, una tercera vez
fijarse en el fluir de las sílabas y una cuarta vez sólo fijarse en la
composición, es decir, en la figura temporal del todo.

A esto se añade otra cosa a considerar: cuando trabajamos un poema


tenemos la tendencia a decirlo o leerlo en voz alta desde el comienzo
hasta el final. Seguramente esto es legítimo pero con ello seguimos
estando en el ámbito sensorio-auditivo. Aún leyendo el verso de forma
muda, nuestros órganos fonadores forman las sílabas de forma muda, es
como un hablar interior.

Pero en la meditación queremos llegar a despegar nuestra parte anímico-


espiritual de la parte corporal. Para ello tenemos que liberarnos de esta
actividad del hablar en voz baja. Un camino consiste en el intento repetido
de no recitar los versos interiormente o imaginarlos, sino de escucharlos
interiormente como si fuesen recitados por otra persona.

Tal como expone Rudolf Steiner se trata de formar el silencio, de no


hablar de tal manera que no sólo prescindamos del hablar, sino que
creemos un espacio activo de silencio que escucha.

Podemos vivenciar otra posibilidad de llegar a la construcción de una


meditación cuando leemos el texto de la tercera conferencia de ‘El estudio
meditativo del hombre.

Allí se mencionan los tres pasos: acoger el ‘Estudio del Hombre...’,


meditarlo y recordarlo, no refiriéndose al recordar en el sentido conocido,
sino que sea presencia de conocimiento y amplitud de ideas en el actuar
pedagógico directo. Después, y siguiendo nuestro trabajo periódico en
relación con ‘El estudio del hombre...’ transformaremos lo recibido en
meditación, intentando llevar algunas frases, o pensamientos básicos o
una conferencia como organismo entero a una vivencia interior durante
algún tiempo.

Empezaremos así una especie de proceso digestivo anímico espiritual.


En cualquier caso se trata de construirse una vida interior autónoma en
contra de la corriente de la vida cotidiana, y que pueda llegar a ser una
fuente de fuerzas para poder hacer justicia a las exigencias del día. Un
trabajo tal también es la base para una auto-administración colegial: “El
sustituto para una administración se podrá crear gracias a esta
preparación, ya cogiendo en el trabajo aquello que lleve a la escuela a ser
una unidad.

Elaboraremos lo común a través de esta preparación si trabajamos


seriamente. ”La vivencia de la impotencia, el miedo y la oscuridad siempre
acompañarán a nuestro trabajo. Partiendo de estas vivencias que tiene
cada ser contemporáneo despierto, pedimos fuerzas, valor y luz a la
tercera jerarquía, a las potestades divinas bajo cuyo mandato llevamos a
cabo nuestra tarea.
Sobre el significado de la sección pedagógica en el Goetheanum

Cuando la Escuela Libre Superior de la Ciencia del Espíritu comenzó con


sus actividades, después del Congreso de Navidad de 1923/24, la
Primera Clase constituyó el comienzo en la Escuela Esotérica del camino
de conocimiento antroposófico.

Las diferentes Secciones de la Escuela Libre Superior de la Ciencia del


Espíritu podían recibir entonces, desde esa fuente, la vivificación y el
fortalecimiento para los diferentes campos de trabajo de la vida cultural.

Condición para ser miembro de estas Secciones de la Escuela Superior


era, en primer lugar, pertenecer a la Primera Clase de la Escuela Libre
Superior de la Ciencia del Espíritu; y en segundo lugar, la actividad actual
y concreta en el correspondiente campo de trabajo. Sólo un interés
general por esa disciplina, sin actividad concreta en ella, no sería
suficiente para ser miembro de la Sección.

Los campos de actividad de esas Secciones tienen que ver, por supuesto,
con la vida cultural general el presente, y con las muchas obligaciones
que se desprenden de esas actividades. ¿Cuáles son las tareas de la
Sección Pedagógica de la Escuela Libre Superior de la Ciencia del
Espíritu?

Debido a la proliferación de las Escuelas Waldorf, es necesario un trabajo


interior que establezca el equilibrio. Hasta 1990 se fundaron más de 450
Escuelas y 800 Jardines de Infantes, y continuamente se fundan más,
porque llegan a las escuelas muchos más niños de los que se pueden
acoger. Por eso las escuelas necesitan una corriente interior, siempre
creciente, de profundización y fortalecimiento de la práctica pedagógica,
proveniente de la fuente original de la Antroposofía.

Cada maestro y educador puede esforzarse individualmente para crear


diariamente esta vivificación renovadora. Una posibilidad especial para
esta profundización y vivificación del quehacer pedagógico resulta del
camino de conocimiento meditativo, del conocimiento tal como es dado en
la Primera Clase de la Escuela Libre Superior de la Cienciadel Espíritu.
En un principio esto es un asunto completamente individual. Sin embargo,
durante el proceso surge la pregunta:¿hasta qué punto cada persona por
sí misma es capaz de despertar, a través de este camino meditativo de
auto-disciplina, sus fuerzas de conocimiento dormidas, y posibilitar que las
nuevas fuerzas, que nacen del encuentro con las realidades del mundo
espiritual, fluyan a la práctica pedagógica diaria?

Con esto, la práctica pedagógica se sitúa en la lucha espiritual de la


humanidad del presente. La civilización del presente no nació ni fue
formada desde el conocimiento de la verdadera naturaleza del ser
humano en desarrollo. Nació de las fuerzas de decadencia del pasado.
Por eso sus productos avasallantes como la televisión, los videos, la
música Pop y Rock, el ruido del tráfico, y otros miles de fenómenos
destructivos atacan y dañan en masa al ser humano en formación, en el
Jardín de Infantes, en la educación primaria y en la secundaria; la
didáctica y la educación sólo actuarán en forma efectiva si contraponen
fuerzas vivificantes y muy fuertes.

Estas fuerzas pueden ser reconocidas, descubiertas y aplicadas por


aquellas personas que estén conscientemente preparadas para tomar el
camino que lleva al umbral del mundo espiritual. Este es el camino de
conocimiento hacia el Guardián del Umbral, y por su mediación, a las
verdades espirituales: este es el propósito de la Primera Clase de la
Escuela Libre Superior de la Ciencia del Espíritu.

Y la corriente vivificante que puede fluir desde este camino de


conocimiento hacia la práctica pedagógica concreta, es la meta de la
Sección Pedagógica. Con el acto espiritual inaugural de Rudolf Steiner
con la Fundación de la primera escuela Waldorf y a través de las dos
meditaciones especiales para maestros (Septiembre de 1919 y Octubre
de 1923), así como por la abundancia de las muchas indicaciones
meditativas en las conferencias pedagógicas de Rudolf Steiner, este
trabajo cognoscitivo esotérico se ha convertido en la fuente decisiva para
la práctica pedagógica. A través del Congreso de Navidad de 1923 y de la
fundación de la Primera Clase de la Escuela Libre Superior de la Ciencia
del Espíritu, todas las indicaciones y enseñanzas que fueron dadas antes
de esa fecha tomaron un significado más profundo.
La idea del karma

Las dos primeras partes del texto vienen del tiempo antes de la fundación
de la escuela. En ellas se hace mención de un motivo básico de la
pedagogía antroposófica: la dimensión kármica de la educación.

Extracto de la conferencia del 2 de enero de 1915:

Como ejemplo sea mencionado otro campo en el cual podemos ver


especialmente cómo los términos de la ciencia espiritual pueden cobrar
vida en lo externo.

Quiero elegir como ejemplo el ámbito de la pedagogía, el ámbito de todo


arte educativo. Si partimos de la educación del niño a través del ser
humano adulto, ¿a qué idea e refiere la época materialista cuando habla
dela educación del niño a través del ser humano adulto. En el fondo esta
época materialista sólo ve en ambos, adulto y niño, el resultado de la
visión materialista: un viejo educa a un joven. Pero esto no es así.

El viejo exteriormente sólo es maya y el joven también. Tanto en el viejo


como en el niño tenemos algo que no está directamente comprendido
como maya, que es el ser humano invisible, el que va de encarnación en
encarnación. Seguiremos hablando de esto.

Pero hoy quisiera mencionar algunas cosas que le aclaren en el


transcurso del tiempo, a través de una profundización meditativa, lo que
normalmente existe en la ciencia espiritual y quiero partir del hecho de
que el ser humano que normalmente se nos presenta en el mundo
exterior no puede educar, y que el ser humano que se nos presenta como
niño en el mundo exterior no puede ser educado.

De hecho algo invisible en el educador educa algo invisible en el que ha


de ser educado. Sólo se puede comprender bien este hecho si dirigimos
nuestra mirada a aquello del niño que crece y que tenemos que educar,
que se va desenvolviendo poco a poco como resultado de encarnaciones
anteriores.
Pero cuando todo aquello de la encarnación ha salido ya se terminó la
educación del niño, ya se nos retira el niño, sobre todo en el presente.
Aquello que educamos realmente es el resultado invisible de la
encarnación anterior.

Al niño visible no le podemos educar, no tenemos una influencia sobre él.


De hecho influimos sobre el resultado de la encarnación anterior. Al niño
visible no o podemos educar. Así es el hecho girando la mirada hacia el
niño. Ahora giramos la mirada hacia el educador.

Él sólo puede educar durante los primeros siete años lo que de él se


puede imitar, a través delo que llega a tener una influencia durante los
segundos siete años y finalmente en el tercer septenio puede llegar a
tener influencia a través de lo que actúa desde su fuerza de juzgar
libremente de manera educativa.

Todo aquello que actúa en el educador no está en absoluto en el ser


humano físico exterior. Lo que tenemos dentro de nosotros como
educadores sólo llega a tener una forma física en nuestra próxima
encarnación. Porque todas estas facultades nuestras que pueden ser
imitadas o que fundamentan nuestra autoridad, están presentes en
nosotros como germen, y este germen llegará a formar nuestra próxima
encarnación.

Nuestra futura encarnación como educador habla con las encarnaciones


anteriores del pupilo. Esto de que hablamos como seres humanos de
ahora a los niños de ahora es maya.

Sólo sentimos lo correcto si nos decimos: lo mejor en ti, lo que tu espíritu


puede pensar, lo que tu alma puede sentir, lo que se prepara en ti para
hacer algo de ti en la próxima encarnación, puede tener una influencia
sobre aquello que en el niño se quiere formar; lo que está en él de una
manera plástica desde tiempos remotos.

Primero está en nosotros lo que de manera musical puede obraren lo


educativo.
En el niño se forma de manera plástica aquello sobre lo cual debemos
actuar. Junten Uds. lo que en estos días he dicho sobre lo musical, cómo
se corresponde en su manifestación superior con aquello que en la
iniciación se acerca al ser humano. Lo musical se refiere a todo el aspecto
de lo evolutivo, al futuro, lo plástico-arquitectónico, al pasado.

La obra artística, plástica más maravillosa que se nos presenta es el niño.


Aquello que debemos tener como educadores es el ambiente musical que
puede estar dentro de nosotros como ámbito del futuro. Pero sentir esto,
sentirlo de la misma manera que ha sido mencionado, en el campo
pedagógico, eso da un cierto matiz especial como educador al ponerse
frente al niño; porque es este ponerse frente al niño lo que hace que nos
demandemos lo máximo en nuestra tarea como educadores y crea la
mayor comprensión, incluso en los momentos en los que los alumnos nos
puedan presentar la mayor desobediencia.

En este ambiente es en el que verdaderamente está la fuerza de la


educación. Cuando el mundo un día vea cómo este estar ambientado en
lo musical del educador, conjuntamente con la visión plástica del alumno
es lo que da el ambiente pedagógico; cuando estos ámbitos se
compenetren; cuando se asienten en la demanda del amor, del amor
pedagógico, entonces la pedagogía será penetrada por el aire correcto,
porque entonces las cosas serán dichas, pensadas, sentidas de tal
manera que lo futuro aprenderá a amar lo pasado en la clase que imparta
el educador, y encontraremos una compensación kármica maravillosa
entre el educador y sus alumnos.

Un equilibrio kármico excepcional. Si el educador sólo es egoísta y sólo


pretende que del alumno salga aquello que es él mismo, la educación es
meramente luciférica.

La educación se convierte en luciférica cuando queremos que el alumno


llegue a ser al máximo una copia de nuestras propias opiniones y
sentimientos, cuando sólo nos alegramos si hoy le decimos algo al
alumno y mañana él lo repite o lo copia. Esto es una educación
meramente luciférica.
Pero surge una educación ahrimánica cuando el alumno bajo nuestra
educación llega a ser tan maleducado que acepta lo menos posible de
nosotros.

Entre estos dos extremos existe, al igual que entre pesos y soportes, una
situación de equilibrio. Ésta se da a través de lo musical-plástico que he
mencionado antes. Hemos de aprender a distinguir lo que son las
intenciones del educador en relación con lo que el alumno pueda llegar a
ser.

Si estamos bien ambientados llegaremos a experimentar las mayores


alegrías cuando intentemos acercar algo específico al alumno y nos
digamos: bueno, no ha llegado a ser lo que tú querías, pero sí ha llegado
a ser algo, aunque no lo que le hemos enseñado; pero sí llegó a ser algo.

Esto es lo raro, que el educador sólo puede llegar a deshacerse del


egoísmo cuando se sobrepone sobre el deseo de que lo que él ve como
bien y bueno y, especialmente, que lo que a él mismo le gusta pensar
llegue a ser una copia en el alumno. Si como educadores llegamos a la
ecuanimidad de que el alumno puede llegar a ser lo menos parecido a
nosotros, entonces hemos llegado a lo más bello.

No se puede decir ahora: ¡por favor! dame una receta de cómo se hace
esto; escríbeme algunas reglas de cómo se educa de una manera tal. Eso
es lo especial de la visión del mundo desde el punto de vista espiritual,
que no se puede hacer de esta manera, con reglas, sino que uno se
tienen que comprometer con la ciencia espiritual; uno se tiene que dejar
imbuir por ella de forma que ésta enriquezca los impulsos emotivos y
volitivos en uno mismo.

Entonces, en algunos casos, sí ocurre lo correcto allí donde uno es


puesto en la vida para una u otra tarea. Lo importante es que lo acojamos
vívidamente. Se podría preguntar: ¿cuál es el método correcto con
respecto a la ciencia espiritual?

La respuesta correcta sería: el mejor método desde la ciencia espiritual


consiste en que la mayor cantidad de educadores profundicen en ella de
una manera viva y lleguen a adquirir aquellos sentimientos que surgen
desde la misma ciencia espiritual.
Pero una y otra vez se dirige la pregunta a la ciencia espiritual: ¿cuál es el
punto de vista (la opinión) en relación con esta u otra situación? Si la
ciencia espiritual no tiene un punto de vista (opinión). O si quieren tantos
puntos de vista (opiniones) como en la vida. La ciencia espiritual tiene que
llegar a ser vida ella misma.

Hay que acoger la ciencia espiritual y vivificarla en uno mismo. Entonces


podrá desplegar los frutos en los diferentes ámbitos de la vida. Así se
podrá decir que los seres humanos llegarán a salir de aquello que seca
tanto la vida, que es tan mortífero para ella, y del deseo de lo uniforme. La
ciencia exterior exige la uniformidad.

La ciencia espiritual da la multiplicidad, aquella multiplicidad que a su vez


es la de la vida misma. Así la ciencia espiritual tendrá que actuar de
manera transformadora en relación con la vida y su ámbito más amplio.
Las metamorfosis de la inteligencia

Para arrojar luz sobre algunos aspectos que hacen visible el impulso
fundamental espiritual de esta pedagogía, recordemos a modo de
introducción una tarea especial de la Pedagogía Waldorf sobre la que
Rudolf Steiner habló sólo en una ocasión de esta forma particular.

Este texto está contenido en la quinta conferencia del ciclo ‘La educación
como problema social. ’En estas conferencias, momentos antes de viajar
a Stuttgart para la fundación de la primera Escuela Waldorf, Rudolf
Steiner explica a los miembros de la Sociedad Antroposófica en Dornach
las bases espirituales, culturales y sociales de la pedagogía a inaugurar,
esperando y contando con el apoyo altruista y activo, y con la
comprensión de los amigos de Dornach.

En esta conferencia, Rudolf Steiner caracteriza las metamorfosis de la


inteligencia humana en relación con los tiempos en qué vivimos: Es
importante para el estudiante recordar que Rudolf Steiner de ninguna
manera elude la necesidad de un pensar claro e independiente, cuando
habla de la tendencia hacia lo malo y lo falso en la moderna
intelectualidad.

De hecho, el reconocimiento de esta necesidad es fundamental para


todas las enseñanzas espirituales de Rudolf Steiner.

Con la transición ocurrida a mediados del siglo XV, la inteligencia humana


nuevamente se transforma, y actualmente estamos al principio de este
cambio, de esta transformación de la inteligencia. Nuestra inteligencia
intelectual sigue un determinado camino. Todavía en nuestros días nos
encontramos fuertemente en el desarrollo de la inteligencia como la
tenían los griegos.

Nosotros comprendemos a través de nuestro intelecto aquello que sufre el


impacto de la muerte. Pero también este tipo de inteligencia, que sólo
comprende lo muerto, está en proceso de transformación. Y en el
transcurso de los próximos siglos y milenios esta inteligencia se hará
diferente, muy, muy diferente. De hecho muestra ya una cierta
predisposición. Como humanidad entramos en un desarrollo de la
inteligencia tal, que tenderá a comprender solamente lo falso, el error, el
engaño; que tenderá a pensar sólo lo malo.
Los discípulos de los misterios y sobre todo los iniciados sabían desde
tiempo atrás que la inteligencia humana se desarrolla hacia lo malo, y que
sería cada vez más imposible reconocer lo bueno a través de la mera
inteligencia intelectual.

La humanidad está hoy en esta transformación. Podemos decir: si los


hombres ejercitan su inteligencia y no llevan en sí instintos muy salvajes,
todavía podrán mirar un poco a través de la luz de lo bueno.

Pero esta inteligencia humana tenderá más y más a imaginarse lo malo ya


incorporarlo a la naturaleza moral del ser humano; a introducir el mal
como error en el conocimiento.

Esta era una de las causas por la cual los iniciados se llamaron a sí
mismos ‘los hombres de la preocupación,’ porque si uno observa el
desarrollo de la humanidad desde este aspecto que acabo de describir,
esto causa preocupación, justamente por la forma en que la inteligencia
se está desarrollando.

No es fortuito que la inteligencia llene al hombre moderno de tanto orgullo


y soberbia. Esto es el anticipo de la inteligencia transformada en maldad
en el quinto período post-atlante, en cuyo comienzo ahora estamos. Si el
ser humano no desarrollara otra facultad que la inteligencia, se convertiría
en un ser maligno en la Tierra.

Al pensar en el futuro de la humanidad, no debemos querer desarrollar


unilateralmente la inteligencia.

Esta inteligencia en el período egipcio-caldeo era todavía algo bueno;


pero después entró en relación con las fuerzas de la muerte. Y entrará en
relación con las fuerzas del error, del engaño y de la maldad.

Esto es algo sobre lo que la humanidad no debería engañarse. La


humanidad debe darse cuenta de que debe protegerse contra el
desarrollo unilateral de la inteligencia. No es por nada que sólo a través
de la Ciencia Espiritual de orientación antroposófica se agregará aquello
que puede adquirirse a través de una percepción clarividente renovada de
los mundos espirituales, lo que no puede comprenderse con la
inteligencia intelectual, sino sólo puede comprenderse si uno se
compromete con aquello que la ciencia de la iniciación recoge de los
mundos espirituales a través de la percepción suprasensible.
Pero para ello es necesaria la objetividad. Y en este punto nos
enfrentamos con un profundo misterio del desarrollo cristiano-esotérico. Si
el Misterio del Gólgota no hubiera tenido lugar en el transcurso de la
evolución de la Tierra, entonces los seres humanos no podrían evitar
hacerse malos poco a poco a través de su inteligencia; inevitablemente
caerían en el error.

Ya saben ustedes que con el Misterio del Gólgota no sólo penetró una
enseñanza, una teoría, una visión del mundo o una religión en el
desarrollo de la humanidad, sino que con el Misterio del Gólgota sucedió
algo real.

En el ser humano Jesús de Nazaret vivió el ser divino, el Cristo. Por el


hecho de haber vivido el Cristo en Jesús de Nazaret, al morir Jesús de
Nazaret el ser de Cristo se unió al desarrollo de la Tierra, y ahora forma
parte de este desarrollo.

Debemos tomar consciencia de que esto es una realidad objetiva, es una


realidad que no tiene nada que ver con lo que sentimos subjetivamente.
Debemos tomar consciencia de ello por el bien de nuestro propio
conocimiento, por el bien del proceso de conocimiento en sí. Lo debemos
integrar a nuestro ser moral por el bien de nuestra esencia moral.

Pero el Cristo fluyó hacia dentro de la evolución de la humanidad, y allí


está desde entonces —dentro de lo que uno conoce como la
resurrección— y Él está ante todo en nuestras propias fuerzas del alma.
¡Aprecien al menos una vez esta realidad en toda su profundidad anímica!

Observen la diferencia entre los seres humanos que vivieron antes del
Misterio del Gólgota y los que viven después del Misterio del Gólgota. Es
verdad que son siempre las mismas individualidades, porque las almas
pasan por las repetidas vidas terrestres. Pero al observar al hombre
encarnado sobre la Tierra, debemos hacer esta diferenciación del hombre
que vivió antes del Misterio del Gólgota y el que vive después del Misterio
del Gólgota.
Consideren que cuando se llega al concepto generalizado de Dios, este
concepto generalizado de la divinidad no es el concepto de Cristo.
Se puede llegar al concepto generalizado de Dios cuando uno aprecia la
naturaleza en sus manifestaciones, cuando uno observa al ser humano
físico, hasta el punto donde se le puede observar externamente.

El Ser del Cristo es de tal naturaleza que uno sólo se acerca a él cuando,
durante el transcurso de la vida, descubre algo determinado en sí.
Podemos llegar a un concepto general de Dios al decir: he surgido a la
existencia desde las fuerzas del mundo. Uno puede encontrar el concepto
de Cristo al avanzar más allá del límite que permite la Naturaleza.

Cuando uno no encuentra el concepto de Dios, entonces ese no encontrar


el concepto de Dios es una especie de enfermedad...

Pero no reconocer al Cristo no es una enfermedad, sino una desgracia,


un trágico error de la vida misma. Si uno se imagina el propio ser
naciendo de la Naturaleza y sus fuerzas, se puede llegar, si el alma es
sana, al concepto de Dios.

Al experimentar una suerte de renacimiento interior en el transcurso de la


vida, se puede llegar al concepto del Cristo. El nacimiento lleva a Dios, el
renacimiento guía hacia el Cristo. Para el hombre antes del Misterio del
Gólgota no era posible alcanzar este renacimiento a través del cual el
Cristo como ser vivo puede ser encontrado en el ser humano.

Les pido que concentren su atención sobre esta diferencia: el ser humano
antes del Misterio del Gólgota —porque el Cristo en su Ser esencial no se
había extendido sobre la humanidad— no podía llegar a este
renacimiento, no podía reconocer que en él vivía el Cristo. Después del
Misterio del Gólgota, el ser humano puede reconocerlo. El puede
encontrar la luz de Cristo en sí mismo, si se ejercita interiormente durante
su propia vida.

Y en este renacimiento, en este encontrar la luz de Cristo en uno mismo,


en poder decirse sinceramente y honestamente “No yo, sino Cristo en mí,”
yace la posibilidad de prevenir que el intelecto caiga presa del engaño y
de la maldad. Y esto, en sentido cristiano-esotérico, es el concepto más
elevado de la redención.
Debemos desarrollar nuestra inteligencia, porque no debemos permitirnos
ser no inteligentes, pero al desarrollar la inteligencia nos encaramos
continuamente con la tentación de caer en el error y en la maldad.

Sólo podemos escapar a la tentación si adquirimos un sentido de aquello


que el Misterio del Gólgota introdujo para la evolución de la Humanidad.
Es así que el ser humano encuentra la posibilidad de escapar de la
maldad, del error, a través de su conciencia del Cristo, en la unión con el
Cristo.

El hombre del período egipto-caldeo no necesitaba experimentar el


renacimiento en Cristo, porque sentía todavía su relación con el cosmos a
través de su inteligencia natural. El griego sentía frente a sí la seriedad de
la muerte cuando sucumbía a su inteligencia. Ahora la humanidad vive en
el comienzo de una época en la que la inteligencia se malignizará si el ser
anímico humano no se penetra con la fuerza del Cristo. Párense a pensar
esto, es un asunto muy serio.

Ello muestra como ciertos síntomas de nuestro tiempo deben ser


reconocidos, cómo hay que ser conscientes de que en nuestro tiempo los
seres humanos tienden hacia la maldad, debido al desarrollo creciente de
su inteligencia.

Sería sin embargo una interpretación completamente equivocada creer


que debería suprimirse la inteligencia. La inteligencia no debe ser
suprimida, pero para la persona comprensiva será necesario en el futuro
un cierto valor para entregarse a la inteligencia, porque ello trae ya
consigo la tentación hacia lo malo y hacia el error, y porque debemos
encontrar la posibilidad de transformar esa inteligencia, permeándola del
principio crístico.

La inteligencia humana se haría completamente ahrimánica si el Principio


del Cristo no traspasara las almas humanas.

Ustedes pueden ver cuánto de lo que acabo de caracterizar está ya


ocurriendo, y que ello es perceptible para cualquier persona atenta.
Solamente piénsese lo que traen ya consigo a los seres humanos una
tercera parte de las posibilidades de desarrollo, que amenazan a la
humanidad a través del materialismo.

Consideren ya cuántas crueldades infectan ya nuestra cultura


contemporánea, crueldades que no se pueden comparar con las de los
tiempos bárbaros. Y verán que ya no pueden dudar que se anuncia
claramente la aurora de la degeneración de la inteligencia. No deberían
observarse con superficialidad las así llamadas manifestaciones de la
cultura de nuestra época.

En verdad, no debería dudarse que los seres humanos del presente


tendrían que decidirse a aprehender verdaderamente el Impulso Crístico,
si quieren dirigirse hacia un desarrollo salutífero.

Dos factores ya se pueden ver hoy claramente: hay personas que son
muy inteligentes y que tienen una tendencia a la maldad, y, por otro lado,
hay que notar cómo muchas veces los seres humanos reprimen esta
tendencia a la maldad dejando dormir su inteligencia. Adormecimiento
del alma, o en las almas despiertas, una fuerte tendencia hacia la maldad
y hacia el error: esto ya puede observarse en el presente.

Y ahora recuerden cómo yo les expliqué, una de las noches antes de mi


último viaje, qué diferentes nacen los niños desde hace seis o siete, tal
vez ocho años. Nacen hoy con lo que podría llamarse una expresión
teñida de melancolía en sus caras, claramente visible para aquel que
puede observar estas cosas.

Y yo dije: esto viene porque las almas no bajan con agrado a este mundo
repleto de materialismo. Se podría decir: esta almas experimentan un
cierto temor y preocupación de entrar en un mundo en el que la
inteligencia tiende a la maldad y está en un desarrollo decadente.

Esto también es algo que deben llevar en consciencia aquellos hombres y


mujeres que quieren ser educadores y preparadores para el futuro de la
humanidad. Los niños hoy son diferentes de lo que fueron hace algunas
décadas.
Esto ya se desprende hasta en una observación superficial. Hay que
educarlos y enseñarles de forma diferente a lo que se hacía en épocas
anteriores, hay que enseñar con la consciencia de que con cada niño
debe hacerse un acto de salvación.

Uno debe conseguir que cada niño, en el curso de su vida, pueda


encontrar el Impulso del Cristo, que pueda encontrar en sí mismo un
renacimiento.

Estas cosas, a modo de ejemplo, de las que uno tiene necesidad como
maestro y educador, no se verifican si uno sólo las conoce teóricamente:
sólo se verifican cuando uno las acoge con fuerza en el interior del alma, y
uno sólo puede introducirlas en la educación y en la enseñanza. ¡Se debe
exigir, especialmente de los maestros, que en su alma estén penetrados
de esta gran preocupación por la humanidad frente a las tentaciones que
el intelecto trae consigo!

El orgullo que desarrolla la humanidad actual con respecto al intelecto


podría vengarse de la humanidad poderosamente, si no se amortiguara a
través de una consciencia fuerte, enérgica: “lo mejor en mí como ser
humano en ésta y en las siguientes encarnaciones es lo que yo encuentro
en el interior de mí mismo como Impulso del Cristo.”

Sin embargo, hay que tener muy claro que este Impulso del Cristo no
debe ser el dogmatismo de alguna comunidad religiosa.

Las comunidades religiosas, desde la mitad del siglo XV, han contribuido
más a alejar al Cristo de la humanidad que a acercarlo a ella.

Las comunidades religiosas han aportado todo tipo de ideas, pero con ello
no han acercado al hombre el Impulso de Cristo. Es necesario que el ser
humano sienta que todo aquello que se le puede manifestar en su interior
relacionado con el Misterio del Gólgota está en conexión con aquello que
significa el Misterio del Gólgota para la Tierra.
Si se percibe el verdadero sentido de la Tierra en este misterio, entonces
hay que llegar a decir: la evolución de la tierra no tendría sentido si los
seres humanos cayeran a través de su inteligencia en poder del mal y del
error.

Si se puede percibir dónde yace el verdadero sentido de la evolución de la


Tierra, entonces uno puede reconocer que la evolución de la Tierra sin el
Misterio del Gólgota no tendría sentido.

Hay que embeberse profundamente de este conocimiento, si hoy y en el


futuro se quiere hacer algo por la educación del ser humano y por la
enseñanza. Se deben adoptar estas perspectivas más amplias. Pero
ustedes saben también qué lejos están los hombres del presente de
adoptar estos grandes puntos de vista.

Por eso es fundamental no sólo volver y volver a llamar la atención sobre


la importancia de la enseñanza espiritual científica, sino recalcar la
seriedad que debe apoderarse de nuestra alma, cuando llegamos a
conocer a través de la ciencia espiritual estas realidades de la evolución
de la humanidad.

Porque no sólo nuestro saber, sino toda nuestra vida, debe recibir un
impulso a través de la ciencia espiritual. Si no sentimos esta seriedad, no
somos verdaderos estudiosos de la ciencia del espíritu.

Y les pido que presten especial atención a esta manifestación de la


ciencia espiritual: que la inteligencia humana, abandonada a sí misma, se
orienta al camino ahrimánico y que sólo puede hacerse activa para el bien
al
adoptar el verdadero Impulso del Cristo. Creo que el que acoge en sí toda
la seriedad de esta verdad, llevará también esta seriedad a la relación que
desarrolla interiormente con las distintas concepciones del mundo y
movimientos espirituales del presente. Porque es mucho,
muchísimo lo que hay que hacer.
La ‘ceremonia’ de fundación de la Pedagogía Waldorf

El texto que sigue ahora es la introducción de la primera conferencia de


‘El estudio del hombre’. Se ha agregado a este texto lo que Caroline von
Heydebrand recopiló como recuerdo del acto en el que Rudolf Steiner
inauguró la Escuela Waldorf.

Después de ser cerrada la Escuela Waldorf en la primavera de 1938,


Caroline von Heydebrand contó —seguramente motivada por la situación
especial que se vivía— a los amigos holandeses lo que Rudolf Steiner dijo
e hizo en la inauguración. Les confió a ellos y a los amigos ingleses un
texto escrito para que el recuerdo de aquel acto no se perdiera para las
generaciones futuras que no estuvieron presentes en la fundación de la
Escuela Waldorf.

Ella falleció algunos meses después. Aquí publicamos el texto resumido


que Caroline von Heydebrand dio.

A las palabras de introducción de Rudolf Steiner se le agregaron también


las de agradecimiento que Emil Molt pronunció como cierre de la
inauguración.

A continuación, sigue una cita que Herbert Hahn, a petición de unos


amigos, hizo sobre este acontecimiento, en el año 1967. Esta está basada
en una anotación que él había hecho en Septiembre de 1919. Cuando
mostró a Rudolf Steiner estas anotaciones, le brillaron los ojos y le dijo a
Herbert Hahn: Sí, estos son los imponderables, los que me importan, de
los cuales depende todo, todo.

Las conferencias anteriormente citadas pueden preparar interiormente


una base sobre la que los recuerdos de las palabras de Rudolf Steiner
pueden crecer, a través de un contemplación meditativa, en una imagen
capaz de mostrarnos la sustancia espiritual de la corriente que nutre a la
Pedagogía Waldorf. Esa imagen primordial se hará fuente de fuerzas
presentes y futuras.
Palabras de introducción a la primera conferencia de ‘El estudio del
hombre como base de la pedagogía’

Mis queridos amigos,

Sólo haremos justicia a nuestra tarea, si no la miramos en el sentido


intelectual-anímico sino como un deber moral-espiritual del más alto
grado. Por ello comprenderán ustedes, que al comenzar hoy este trabajo,
queramos establecer al principio la conexión con los mundos espirituales.

Debemos ser conscientes de que no trabajamos sólo como seres


humanos vivientes en el plano físico. Esta forma de actuar ha tomado
auge en los últimos siglos y ha ocupado las mentes casi por completo.
Bajo este punto de vista evolucionó la enseñanza y la educación y se hizo
lo que ahora queremos mejorar con el deber que nos proponemos.

Por eso nos es preciso ser conscientes al comenzar nuestro trabajo


preparatorio, de la necesidad de crear en detalle la comunicación con los
poderes espirituales, bajo cuyo mandato y encargo cada uno de nosotros
tendrá que trabajar.

Les pido por eso, tomar estas palabras introductorias como una especie
de oración hacia aquellos poderes que imaginando, inspirando e
intuyendo deben estar detrás de nosotros, para que cumplamos este
deber.
Recuerdo de Caroline von Heydebrand

Las palabras que siguen no fueron estenografiadas, a petición de Rudolf


Steiner. Caroline von Heydebrand resumió su recuerdo en la siguiente
forma:
Queremos formar nuestros pensamientos de manera que podamos ser
conscientes de que:
Detrás de cada uno de nosotros está su Ángel, que pone con suavidad
sus manos sobre nuestra cabeza; este ángel os da a cada uno de
vosotros la fuerza que necesitáis.

Sobre vuestras cabezas está suspendida rotando la ronda de los


Arcángeles. Ellos llevan de uno a otro, lo que uno tiene para entregar al
otro. Ellos unen vuestras almas. Con ello les vendrá el valor que
necesitáis. (Con el valor los Arcángeles forman un cuenco).

La luz de la sabiduría nos es regalada por los sublimes seres de los Arcai,
que no se cierran en ronda, sino que llegando de principios remotos se
manifiestan y vuelven a desaparecer en lejanías remotas. Ellos sólo llegan
a este espacio en forma de gota.

Palabras finales del curso para la inauguración de la pedagogía del 6 de


septiembre de 1919:

Hoy día quisiera terminar estas consideraciones llevando nuevamente su


atención a algo que quiero encomendar a sus corazones.

Esto es, que ustedes cumplan verdaderamente cuatro cosas:

Primero, que el maestro obre en sus alumnos, en lo general pero también


en cada detalle de la transespiritualización de su profesión, y en la
manera cómo él habla cada palabra, cómo desarrolla cada concepto,
cada sensación. ¡Que el maestro sea un hombre de iniciativa! Que nunca
se deje caer en la negligencia, es decir, que siempre esté plenamente en
lo que esté haciendo en la escuela, cómo se comporta frente a los
alumnos.
Esto es lo primero: Que el maestro sea una persona de iniciativa, en lo
general y en los detalles.

Lo segundo, mis queridos amigos, es que nosotros como maestros


debemos tener interés por lo que existe en el mundo, y por lo que atañe al
ser humano. Nosotros los maestros debemos tener interés por todo lo
mundano y todo lo humano.

Sería sumamente lamentable si el maestro se aislara en alguna forma de


los asuntos de interés humano. Debemos interesarnos por los grandes
asuntos de la humanidad. Debemos interesarnos por los grandes y
pequeños asuntos de cada niño.

Esto es lo segundo: el maestro debe ser un ser humano que tenga interés
en toda existencia mundana y humana.

Y lo tercero es: el maestro debe ser un ser humano que en su interior


nunca entre en un compromiso con lo no veraz. El maestro debe ser en su
interior más profundo completamente veraz. Nunca debe realizar
compromisos con lo no veraz, porque si no veremos como a través de
muchos canales penetra —ante todo en el método— la mentira en
nuestra enseñanza.

Nuestra enseñanza sólo será manifestación de la verdad cuando nosotros


intentemos aspirar minuciosamente hacia lo veraz en nosotros mismos.
Y por último, algo que se dice más fácilmente de lo que se realiza, pero
que es también una regla de oro para la profesión de maestro: el maestro
no debe secarse, no debe agriarse.

Debemos de mantener un estado de ánimo fresco y no marchito. ¡No


secarse ni agriarse! Esto es hacía lo que el maestro debe aspirar.

Y yo se, mis queridos amigos, que si ustedes han acogido en la forma


correcta lo que en estos días hemos iluminado desde todos los ángulos,
entonces se les acercará lo que aparentemente está muy lejano, por vías
del sentimiento y de la voluntad, cuando ustedes estén dando sus clases.
No he dicho nada en estos catorce días que no pueda aplicarse
prácticamente, si ustedes le dan un sitio en sus almas.
Pero nuestra Escuela Waldorf dependerá, mis queridos amigos, de la
manera en la cual ustedes hacen obrar en lo íntimo de sus almas todo lo
que hemos hablado ahora.

Piensen en lo que intenté aclarar para ustedes, para llegar a una


comprensión del ser humano, especialmente del hombre en cierne,
psicológicamente. ¡Recuérdenlo! Y cuando ustedes no sepan enseñar
una u otra cosa, o en qué momento enseñarla, entonces les vendrá por
doquier la idea adecuada sobre la forma de enseñar, cuando ustedes
recuerden lo que hemos hablado en estos quince días.

Por supuesto muchas cosas deberían haber sido dichas muchas más
veces, pero tampoco quisiera hacer de ustedes máquinas de enseñanza,
sino personalidades libres e independientes que enseñan. En este sentido
quiere ser comprendido todo lo que se ha dicho en los últimos quince
días. El tiempo fue tan corto que hubo que apelar a su actividad
entregada y comprensiva.

Espero que piensen cada vez más en lo que se ha dicho acerca de la


comprensión del ser humano y en especial del niño. Les servirá en todos
los problemas metodológicos.

He aquí que cuando ustedes miran hacia atrás a todos los impulsos
dados en estos quince días, nuestros pensamientos se encontrarán. Les
aseguro que yo mismo pensaré en lo tratado en estos quince días.
Porque pesa mucho esta Escuela Waldorf en el ánimo de aquellos que
están comprometidos en su inauguración.

Esta Escuela tiene que tener éxito. Mucho dependerá de que tenga éxito.
Con este éxito se podrán afirmar muchas cosas en la evolución de lo
espiritual, de la cual somos representantes.

Si me permiten al final decir personalmente en pocas palabras lo que


siento, debo decir: para mí esta Escuela Waldorf será verdaderamente
una ‘hija de la preocupación.’ Y yo tendré que regresar repetidamente con
mis pensamientos a esta Escuela Waldorf con preocupación.
Pero podremos trabajar juntos muy bien, si miramos a la situación actual
tan seria. Aferrémonos ante todo al pensamiento que embarga nuestro
corazón, nuestro sentido: que al movimiento espiritual del presente están
unidas las potencias espirituales de la evolución del mundo.

Creamos en estas buenas potencias espirituales, entonces nos inspirarán


en nuestro ser. Y nosotros seremos capaces de ejercer la enseñanza.
Recuerdo del comienzo de ‘El estudio del hombre como base de la
pedagogía’ al final del primer año escolar. De la reunión del Claustro
del 24 de julio de 1920.

La alocución con la cual Rudolf Steiner, al final del primer año escolar,
empieza la reunión de maestros del 24 de julio de 1920, ayuda a la
comprensión de aquello que quiso decir con las palabras de introducción
de ‘El estudio del hombre.’

Al principio, Emil Molt agradece a los maestros su dedicación durante el


año transcurrido, y expresa un agradecimiento especial a Rudolf Steiner.
Entonces recuerda lo que se habló sobre la fuerza, el valor y la luz al
comienzo del curso, en Agosto de 1919.

Sobre esto dijo Rudolf Steiner:

Mis queridos amigos, yo también quiero recordar la hora en que


comenzamos nuestro trabajo, en otoño del año pasado. Los impulsos que
entonces despertaron en nuestras almas, tratando de llegar desde el
mundo espiritual hacia nuestros espíritus, han surtido efecto.

En este preciso momento quisiera recordar y rogar a todos los buenos


espíritus que reinan sobre nuestro trabajo: que fluya hacia nuestros
corazones la bendición y la fuerza para nuestro trabajo. [...]

También les quisiera presentar algo que ya he repetido últimamente en


distintos lugares, algo que tenemos que tener en consideración en
nuestro tiempo. Parece que hoy en día la gente opina que el materialismo
es una visión falsa de la vida, y que hay que rechazarla, porque es
incorrecta. Pero el asunto no es tan sencillo.

El hombre es al mismo tiempo un ser anímico-espiritual y un ser físico-


corporal. Pero lo físico-corporal es una imagen fiel de lo anímico-
espiritual, mientras vivimos entre nacimiento y muerte. Y si, por efecto del
pensamiento materialista, la mentalidad del hombre se vuelve tan limitada,
como ha ocurrido a lo largo del siglo XIX hasta nuestros días, entonces
cada vez más lo físico-corporal se hace fiel copia de lo anímico-espiritual,
que también vive en impulsos materialistas.
Entonces no es algo erróneo decir que el cerebro piensa, pues esto es
realmente lo que está empezando a ocurrir. Por el pensar materialista no
sólo los seres humanos piensan incorrectamente sobre lo corporal, lo
anímico y lo espiritual, sino que además se convierten en seres humanos
que piensan y sienten de forma materialista.

Esto quiere decir que el materialismo provoca que el ser humano se


convierta en un autómata del pensar, y en un ser físico, que piensa, siente
y tiene voluntad solamente de acuerdo con las leyes físicas.

La Antroposofía tiene el deber no sólo de reemplazar una visión


equivocada por una verdadera - pues esto sería un propósito meramente
teórico; el ser de la Antroposofía nos impele a llevar a cabo, no una idea,
sino un verdadero acto: arrancar nuevamente lo anímico-espiritual de lo
corporal-físico, elevar al hombre a la esfera de lo espiritual-anímico, para
que no sea un autómata en el pensar, en el sentir y en la percepción.

La humanidad está hoy en peligro de perder lo anímico-espiritual -de esto


se hablará mañana en la Rama. Lo que ha sido moldeado físicamente por
el alma y el espíritu del hombre corre el peligro de caer en el mundo
ahrimánico, porque los miembros constitutivos superiores del hombre
están dormidos; y lo espiritual-anímico se disolvería en el cosmos.
Vivimos en un tiempo en que los seres humanos se enfrentan al peligro
de perder su alma por los impulsos materialistas crecientes. Esto es una
cosa muy seria.

Tenemos que enfrentarnos con este hecho, que cada vez más será un
secreto a voces y que hará que queramos trabajar más fructíferamente.
Los principios y métodos de la educación Waldorf han surgido de la
consciencia de la necesidad de que la humanidad se dirija a una actividad
espiritual, y no sólo por el placer de cambiar unas teorías. Y con este
espíritu deberíamos trabajar aquí...
Yo también siento profundamente el agradecimiento que expresó el Sr.
Molt, en nombre del Espíritu que debe penetrar la Escuela Waldorf, y que
debe convertirse cada vez más en el Espíritu-guía de Europa Central.

Si el espíritu de la Escuela Waldorf fuera propagado por el mundo,


todavía sería posible salvar a aquellos que se han dejado engullir por el
materialismo, que están perdiendo sus almas, haciendo que nuestra
civilización se torne materialista.

Por supuesto, debemos proteger la Escuela Waldorf para que no se


convierta en una mera atracción. Debemos tener claro que es necesario
ser muy reservados ante todas aquellas personas que, después de saber
que la Escuela Waldorf ha sido fundada, se sienten llamados a dejarse
caer por la Escuela Waldorf para echar un vistazo a lo que ahí ocurre, y
copiar algunas ideas para usarlas en cualquier otro sitio.

Debemos tener claro que lo importante no es fomentar las visitas de


mirones, sino desarrollar el espíritu antroposófico del que nacerán otras
escuelas.

Hace unos meses vino a visitarme una persona que quiere fundar en
Francia algo similar a la Escuela Waldorf, y me preguntó si yo podría darle
algún consejo, y si podría visitar algunas clases en la Escuela Waldorf.

Yo le dije que sólo reconocería como Escuela Waldorf la escuela que


quiere fundar en París si su fundación se organizara exactamente como la
Escuela Waldorf de aquí. Los amigos franceses deberían ante todo
declararse conformes con invitarme a París para dar un curso preparatorio
y explicar claramente cómo se debe fundar la escuela.

De lo contrario, yo me opondría radicalmente a que allí hubiera una nueva


Escuela Waldorf.

No crean que esto es una mera obstinación. Ustedes deben darse cuenta
de que no avanzaremos si no nos mantenemos firmes a lo que es
verdaderamente antroposófico, y dejamos de lado cualquier otro tipo de
trato. Si nos definimos claramente, entonces no se descarta que nosotros
mismos podamos fundar una Escuela Waldorf en París.
Sólo depende de que no nos dejemos persuadir para hacer concesiones.
Hoy en día sólo se llega más lejos manteniéndose firme en un punto de
vista determinado. Uno puede ser conciliador hacia afuera pero,
interiormente, si se trata de principios, lo importante es mantenerse firme
en el propio punto de vista.

Para ello es necesario tener la fuerza de ver las cosas verdaderamente


claras, y no tener la tendencia hacia ninguna concesión. Ustedes conocen
el camino que hemos tratado de seguir con esfuerzo hacia una base
espiritual sólida, en este primer año escolar, al menos en lo que concierne
al fin y al espíritu de la escuela. Espero que con el tiempo esto esté cada
vez más claro.

Ustedes, como maestros de la Escuela Waldorf, penetrarán cada vez más


en la fuerza del espíritu, y encontrarán la posibilidad de desechar las
concesiones. No podemos evitar que todo tipo de gente quiera opinar
desde afuera sobre los asuntos de la escuela. Sin embargo nosotros
tenemos que estar atentos a no hacer concesiones sobre nuestras
opiniones fundamentales, y en general deberíamos sentirnos más bien
tristes que contentos ante los elogios que nos lleguen de otras corrientes
pedagógicas.

Si nos alaban personas que están en la vida pedagógica actual, debemos


pensar que algo hacernos mal. No es cuestión de echar enseguida a
cualquiera que alabe el trabajo, pero debemos tener cuidado y estudiar
muy bien qué es lo que hacemos mal, cuando nos alaban personas que
están en la educación. De esto tienen que estar ustedes totalmente
convencidos. Y porque soy consciente de lo que significa para ustedes
haberse entregado con todo su ser a los asuntos de la Escuela Waldorf,
quisiera añadir un pensamiento más.

Como maestros Waldorf debemos ser verdaderos antropósofos —en


nuestro ser interior, en nuestro corazón— en el más profundo sentido de
la palabra, y debemos tomar en serio una idea que ha sido pronunciada
repetidamente en círculos antroposóficos y que para nosotros es
importante: hemos bajado del mundo espiritual al mundo físico en un
determinado momento.
Aquellas almas que vienen a nosotros como niños han bajado más tarde
del mundo espiritual, es decir han vivido más tiempo en el mundo
espiritual mientras nosotros ya estábamos en el mundo físico.

Darse cuenta que el niño es un ser que trae del mundo espiritual algo que
nosotros ya no pudimos experimentar, porque somos mayores, es algo
sumamente edificante, algo que enciende un calor interior que llena el
alma.

Por este motivo el hecho de ser mayores toma un nuevo significado para
nosotros. Nosotros recibimos de cada niño un mensaje del mundo
espiritual sobre hechos que no hemos podido conocer. Esta conciencia
del mensaje que trae el niño pequeño, hace surgir un sentimiento positivo,
que debe penetrar al Claustro en toda su seriedad.

Estas cosas se hacen prácticas cuando decimos: este niño que tengo
frente a mi ha bajado más tarde que yo del mundo espiritual. De lo que la
vida de niño me muestra, puedo llegar a percibir lo que viene hacia mí, lo
que ha sucedido en el mundo espiritual, desde que yo lo dejé. Guardando
este sentimiento vivo en nuestro interior, realizamos una meditación de
maestros enormemente poderosa y significativa.

Y poniendo en práctica la Antroposofía de esta manera, llegaremos a ser


verdaderamente la clase de maestros que trabajan en el espíritu de la
Antroposofía. Lo mejor que aquí se desarrolla en Antroposofía no es
aquello que los mirones quieren descubrir asistiendo a las clases como
oyentes, sino el espíritu de la Escuela Waldorf que está creciendo en
ustedes, en sus almas. Este espíritu ya ha cobrado vida en este primer
año escolar. Y será nuestro afán —esto es lo que quise decirles hoy—
cultivar este espíritu en el futuro.

Tratemos de actuar desde este espíritu en todo lo que hagamos en la


escuela...
Administración republicana de la escuela

No organizaremos la escuela como se organiza un gobierno, sino que


administraremos nuestros asuntos de manera republicana. En una
verdadera república de maestros, no nos escudaremos detrás de la
cómoda protección de las normativas y reglas que vienen de la dirección,
sino que deberemos aportar nuestras contribuciones para la solución de
los problemas, con entera responsabilidad personal.

Cada uno debe ser plenamente responsable de sí mismo.

Seremos capaces de crear la posibilidad de sustituir el departamento de


administración mediante este curso de preparación, y percibir en el trabajo
aquello que hace de la escuela una unidad. Llegaremos a sentir esta
unidad a través del curso, si trabajamos verdaderamente muy en serio.

Cuando Herbert Hahn habló por primera vez después de la guerra ante el
Claustro de Maestros sobre el acto de inauguración de la Pedagogía
Waldorf, consumado al principio de ‘El estudio del hombre’ conectó lo que
decía con el problema de la dirección de la escuela.

No es republicana en el sentido común de la palabra, sino penetrada


espiritualmente, según se describe en la imagen de la colaboración con
los seres de la Tercera Jerarquía.

Rudolf Steiner habla de su posición como investigador espiritual en el


Claustro de Maestros. Extracto de la conferencia del 22 de septiembre de
1920:

Mis queridos amigos, antes de entrar en los detalles de la discusión,


quisiera decir algunas palabras, para aclarar varias cosas ahora que
estamos al comienzo del año escolar. Se ha hablado de mi propia
posición en el Claustro de Maestros. No les quiero hablar ahora de los
aspectos externos de esta posición, sólo de los aspectos internos.

Parece adecuado hablar de ello en esta reunión, porque ya ha sido


mencionado, al menos implícitamente. En lo que respecta a los asuntos
relacionados con nuestro movimiento espiritual —y la dirección de la
Escuela Waldorf, está intrínsecamente conectada con nuestro movimiento
antroposófica en tanto que asunto espiritual y en tanto que las preguntas
del Claustro de Maestros son de carácter pedagógico-didáctico— en
todas estas preguntas me siento frente a ustedes, mis queridos amigos, y
me sentiré siempre, como investigador espiritual.
Y en este sentido voy a decir hoy algunas cosas sobre el concepto que el
propio investigador espiritual tiene de su posición, y que se aplica también
a la situación particular de la Escuela Waldorf.

Cuando alguien desea relatar cosas del mundo espiritual a un colega, uno
lo hace sabiendo que lo que uno dice será tomado de una cierta manera,
aunque no necesariamente por la autoridad del que lo dice, sino por el
sentimiento de que lo que se está diciendo es el resultado de una
investigación espiritual, que por el momento sólo puede ser relatada por
aquellos que pueden acercarse a ella.

Cuando estos resultados se han puesto a disposición, lo único que


importa es que sean comprendidos; sin embargo al principio tienen que
ser relatados por el investigador. La forma en que uno se acerca a estos
relatos de sabiduría no reposa en la aceptación de la autoridad sino en el
reconocer que es posible adquirir conocimientos de dicha fuente.

Mis queridos amigos, en realidad, todo lo que os he dicho en estos días


parece simple. Sin embargo, el proceso de investigación no es tan simple.
Y sobre todo lo que tiene relación con una rama tan especializada como
la pedagogía.

Esto sólo se puede descubrir después de largos años de búsqueda y con


la experiencia que ello da. Comprender es simple y puede efectuarse
rápidamente; la investigación no es tan simple y exige que uno emprenda
caminos de iniciación.

Pero si aquél que comunica el resultado de estas investigaciones se dirige


a sus colegas, nunca lo hace para parecer una autoridad en el sentido
común de la palabra, como se interpreta la palabra autoridad en el mundo
exotérico exterior.

Les ruego que tomen con gran seriedad y exactitud lo que expreso en
este sentido, es decir, no habla aquel que habla así en el sentido de que
se lo tome como autoridad en el sentido común de la palabra.

Porque, mis queridos amigos, entonces sus palabras no serían efectivas,


no pasarían por medio de las fuerzas imponderables de las que
provienen. La relación entre el que habla y los que escuchan debe ser de
otra naturaleza. La relación tiene que ser tal, que todo lo que se diga sea
recibido por los oyentes en una voluntad completamente libre, y que al
recibirlo, absolutamente nada de la voluntad del que transmite debe pasar
al que escucha, sino que todo debe depender únicamente de la voluntad
de los que escuchan.
Esto es exactamente el carácter que debe tener la relación entre el que
investiga y el que escucha, tal como se puede expresar en un idioma
humano. Uno no habla por aclarar correctamente algo, sino porque la
efectividad del trabajo esotérico descansa hoy en día en tal relación.

Si en nuestro tiempo se quisiera introducir algo en forma autoritaria, ya


sea por el poder de sugestión o por cualquier otro camino de
manipulación psíquica, esto llevaría poco a poco al mayor desastre.
Estamos en el punto de desarrollo de la humanidad en que es necesario
que las personas maduras para ello introduzcan más y más impulsos de
libertad en el mundo.

De ningún modo debemos aceptar lo impuesto por una autoridad, si


trabajamos como debe trabajar un maestro, para darle al mundo lo que
desde el espíritu quiere hacerlo progresar.

Idealmente todo debe ser recibido por la fuerza de la buena voluntad,


llegando así a la comprensión y al sentimiento de que el que habla tiene
algo que decirle. No debe haber otra relación que ésta.

Cuando la relación entre el contenido hablado y el que escucha es la base


de un trabajo práctico que debe llevarse a cabo a través de la
colaboración conjunta, entonces la efectividad de este trabajo está
influenciada por la presencia de una relación basada en otros límites. Si el
investigador espiritual también colabora, entonces la relación deberá estar
basada en un hablar libre de autoridad y un escuchar nacido de la
voluntad libre.

Las relaciones exteriores no pueden ser edificadas de ningún otro modo.

Por ello mi posición hacia el Claustro deberá ser tal que ni yo ni nadie elija
lo contrario a la voluntad de ninguno de los otros miembros del Claustro,
sino que sea aceptada en lo más profundo del corazón y deseada por el
cuerpo docente en su totalidad. No importa si esto está documentado por
una elección o no. La relación interior debe ser de este modo.

En el momento en que no fuera así, la correcta relación ya no existiría.


Debemos cuidar que esta relación se mantenga.
Las agrupaciones en este campo se forman así, no formando sociedades,
sino formando siempre grupos alrededor de las personalidades que
tengan algo que decir en el sentido indicado, y que aquellos que quieran
recibir esto se agrupen en plena libertad de su voluntad alrededor de
ellos.

Por más que el mundo exterior exija esto o aquello para la agrupación, en
el fondo sólo es justificado lo que yo he dicho. Recibirán y sentirán, mis
queridos amigos, que con esto quiero caracterizar mi posición interior
hacia el Claustro, y que les pido por favor tomarlo como tal. La fuerza
curativa en el futuro deberá basarse en esto.

También los detalles deben estar basados en esta dirección. Ustedes


deben sentir cómo yo tengo y tendré siempre el empeño de trabajar para
decidir en pleno acuerdo aquello que puede ser decidido a través mío, ya
que el que me pregunta lo hace desde su convicción.

Si ustedes meditan esto bien a fondo, llegarán a una clara distinción de


aquello que es la relación esotérica entre nosotros y lo que sólo por esta
relación esotérica puede traer bendición.

Mis queridos amigos, hagamos de esto nuestro punto de partida. Ustedes


ya habrán descubierto en más de una observación de la vida que las
cosas que se crean desde el espíritu sólo se desarrollan bien si se
fundamentan en este entendimiento de la relación espiritual. Por tanto,
separen aquello que es necesario en una gran organización exotérica
porque el mundo exterior lo demanda, sepárenlo de aquello que
internamente debe haber entre nosotros; entonces trabajaremos de la
mejor manera hacia el futuro, no sólo de forma racional, sino espiritual, y
así avanzaremos.

Y esto que quise decirles es también una especie de inauguración de


nuestro trabajo de este año, una inauguración a través de la cual espero
que, de nuevo, penetren fuerzas espirituales en nuestro trabajo.
Estén seguros de que rogaré para que fluya la bendición de aquellos
poderes espirituales que acompañan nuestro trabajo, todo el trabajo y
cada detalle que se realice este año.

Que los seres espirituales que acompañan este movimiento hagan fluir su
bendición.

Y si ustedes están conscientes de que todo esto sucede, y si no sólo


actúan en consonancia, sino si piensan en consonancia y sienten en
consonancia, entonces esta consonancia de toda la vida anímica hará
que nuestro trabajo también en este año resulte positivo.

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