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LA LEY 184/2017
A raíz de la reciente sentencia del TJUE, dictada tras la cuestión prejudicial planteada
por el propio juez de la causa, los indicios muestran que el despido obedeció
simplemente a que el trabajador no iba a poder incorporarse en un corto lapso
temporal, y es por ello que el despido ha de calificarse discriminatorio por causa de
discapacidad. Entiende el magistrado que ha de modificarse la doctrina vigente que
considera el despido en estos supuestos como improcedente.
El juez de lo social, tras comprobar todas las pruebas e incluso constatar que al acto de
la vista (seis meses después) el trabajador seguía aún enyesado, decidió plantear una
cuestión prejudicial al TJUE porque entendía existía una contradicción entre su propia
convicción y la doctrina jurisprudencial española en la materia. Y la sentencia ha sido
dictada el 1 de Dic. de 2016 -C-395(2015) (LA LEY 169927/2016)-, por lo que este fallo
es el resultado de lo preceptuado en aquella, en la que se expuso que había que
examinar el carácter duradero de la limitación en la fecha en la que se adopta contra el
trabajador el acto presuntamente discriminatorio.
Lo que resulta evidente es que la limitación que padecía el trabajador era duradera,
como finalmente así ha sido, que ha alcanzado los 10 meses hasta el alta médica, y que
la empresa conocía este dato, a tenor de las pruebas e indicios existentes. Todo ello,
junto con los trascendentales antecedentes laborales del supuesto, en el que el
demandante había superado el período de prueba, se le había renovado su contratación
temporal, e incluso se le había ampliado su jornada parcial a completa, evidencian que
estamos en un supuesto de despido discriminatorio por razón de discapacidad.
Aunque en la fecha del despido no se podía conocer que la incapacidad iba a durar
tanto, y tampoco se ha probado que desde la empresa se presionase al trabajador para
que se reincorporase lo más rápido posible, lo cierto es que la empresa era conocedora
de que no se iba a recuperar a corto plazo, lo que para el juzgador supone una lesión al
derecho a la integridad física, en tanto que ha sido despedido por ejercer su derecho a
alcanzar la recuperación plena.
Por todo ello, la nulidad conlleva que el actor debe ser readmitido en sus anteriores
condiciones laborales, haciéndose los ajustes razonables necesarios en caso de que
padezca alguna limitación, y además se condena a la empresa al pago de una
indemnización de 6.000 € por daños morales, y otros casi 3.000 € por los gastos de la
minuta profesional del letrado actuante.