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¿Porqué se pierde la

Biodiversidad?
La pérdida y deterioro de los hábitats es la principal causa de pérdida de biodiversidad. Al transformar
selvas, bosques, matorrales, pastizales, manglares, lagunas, y arrecifes en campos agrícolas, ganaderos,
granjas camaroneras, presas, carreteras y zonas urbanas destruimos el hábitat de miles de especies.
Muchas veces la transformación no es completa pero existe deterioro de la composición, estructura o
función de los ecosistemas que impacta a las especies y a los bienes y servicios que obtenemos de la
naturaleza.

Las últimas estimaciones señalan que en


México se ha perdido alrededor del 50% de los
ecosistemas naturales. Las principales
transformaciones se han llevado a cabo en las
selvas húmedas y secas, los pastizales, los
bosques nublados y los manglares y en menor
grado en matorrales y bosques templados. Los
ecosistemas más accesibles, productivos, con
mejores suelos y en lugares planos han sido los
más transformados. Los principales
remanentes se encuentran en lugares poco
accesibles o poco productivos.

La pérdida de hábitat sucede por el “cambio


de uso del suelo” de ecosistemas naturales
(bosques, selvas, pastizales, etc.) a
actividades agrícolas, ganaderos, industriales,
turísticas, petroleras, mineras, etc., todas
ellas contempladas en las evaluaciones de
impacto ambiental de la Ley General del
Equilibrio Ecológico y la Protección al
Ambiente

Referencia: http://www.biodiversidad.gob.mx/biodiversidad/porque.html
Principales problemas que afectan específicamente a la
Biodiversidad en islas

La biodiversidad de este planeta está en regresión. Esto ha ocurrido varias veces a lo largo de su dilatada
historia y por diferentes motivos. En la situación presente, la causa principal de la llamada sexta
extinción (Leakey & Lewin, 1997) es la expansión e incremento en biomasa de una especie en particular
-los humanos-a costa de las demás. Haciendo uso de la tecnología aparejada a su evolución cultural,
nuestra especie viene compitiendo por terreno y recursos con éxito, a la vez que introduce cantidades
significativas de energía adicional en los sistemas naturales. Como consecuencia, los ecosistemas se
rejuvenecen, se simplifican, y pierden biodiversidad. Tal como lo resume Margalef (1997), la humanidad
devora biodiversidad y oxida la biosfera.

En las últimas décadas del siglo pasado, hemos tomado conciencia del problema. No nos gusta. No nos
conviene. Y si, por razones termodinámicas, esta situación no es reversible ni evitable, sí está en nuestras
manos el reducir el fenómeno y mitigar sus efectos. Surge una nueva tecnología en la que esta audiencia
está implicada: la conservación (de la naturaleza), con sus luces y sus sombras.

La alteración y pérdida de la biodiversidad, aún siendo un problema global, no tiene la misma incidencia
en todos los territorios. Primero, porque la presión humana varía según las culturas y desarrollo
tecnológico alcanzado, y, segundo, porque la resiliencia del medio frente a esta presión, no es
geográficamente uniforme.
En este contexto destacan los territorios insulares, y las estadísticas que vamos obteniendo son, cuanto
menos, preocupantes. En las más de 2000 islas significativas registradas por Naciones Unidas (Dahl 1991),
que suponen alrededor del 3 % de las tierras emergidas (Nunn 1994) se ha producido el 35% de las
extinciones conocidas de plantas, el 45% de insectos, el 61% de mamíferos, el 81% de aves y el 95% de
reptiles (Baillie et al. 2004, Alcover et al. 1998). Por otra parte, casi un tercio de las especies amenazadas
de mamíferos, aves y anfibios a nivel mundial, se encuentran en islas (da Fonseca et. al. 2006). La
evidencia nos señala, pues, que las sociedades isleñas, aún siendo más pequeñas, se enfrentan a un
problema de conservación relativamente mayor que las sociedades continentales. Y para afrontar el reto
-que de eso se trata- debemos empezar por comprender qué tienen de peculiar las islas que hacen de la
conservación un problema, en gran medida, diferente, específico y más acuciante.

Referencia:http://www.revistaambienta.es/WebAmbienta/marm/Dinamicas/secciones/articulos/Mach
ado.htm
¿Por qué preocupa la pérdida de biodiversidad?

La biodiversidad contribuye de forma directa o indirecta a muchos aspectos del bienestar humano, por
ejemplo a la seguridad, las necesidades materiales básicas para una vida buena, la salud, las relaciones
sociables satisfactorias y la libertad de elección y de acción.
A lo largo del último siglo, muchas personas se han beneficiado de la transformación de los ecosistemas
naturales y la explotación de la biodiversidad, aunque la pérdida de biodiversidad y los cambios en los
servicios de los ecosistemas han perjudicado el bienestar de algunos pueblos y han agravado la pobreza
de determinados grupos sociales.
Muchas de las acciones que han provocado homogeneización o pérdida de biodiversidad han reportado
beneficios importantes para el hombre. La agricultura, la pesca y la silvicultura, por ejemplo han
proporcionado rentas que permitieron invertir en la industrialización y el crecimiento económico. Sin
embargo, los beneficios no se han distribuido equitativamente entre la población y los responsables
políticos no han tenido en cuenta buena parte de los costes aparejados a los cambios en la biodiversidad.
La modificación de un ecosistema por parte del hombre para mejorar uno de sus servicios suele suponer
cambios en otros servicios de los ecosistemas. Por ejemplo, las medidas para aumentar la producción de
alimentos pueden traducirse en una menor cantidad de agua disponible para otros usos y en una peor
calidad de ésta. Aunque el hombre ha mejorado unos cuantos servicios de los ecosistemas, muchos otros
han quedado degradados.
Muchos de los costes relacionados con los cambios en la biodiversidad pueden tardar en manifestarse o
pueden aparecer a cierta distancia del lugar en el que se produjo un cambio en la biodiversidad. Algunos
cambios en los ecosistemas se producen de forma gradual hasta que un elemento de presión concreto
traspasa el umbral a partir del cual se suceden cambios rápidos hacia un nuevo estado. Por ejemplo, un
aumento constante de la presión pesquera puede provocar una disminución drástica de las poblaciones
de peces.
La pérdida de biodiversidad es importante en sí misma, ya que la biodiversidad lleva aparejados valores
espirituales, estéticos, recreativos y culturales.

Referencia:http://www.revistaambienta.es/WebAmbienta/marm/Dinamicas/secciones/articulos/Mach
ado.htm

Defaunación: una amenaza peligrosa.

Muchas veces, cuando pensamos en la degradación de los bosques y selvas creemos conocer sus síntomas:
árboles enfermos, muertos o talados, suelos erosionados y basura. Sin embargo, también existen otros
procesos asociados al deterioro que no son muy visibles pero pueden tener consecuencias muy
importantes para los ecosistemas a mediano o largo plazo: uno de ellos es la llamada defaunación.
La defaunación se puede definir como la desaparición de animales de talla grande en un ecosistema. Las
razones por las cuales los animales pueden extinguirse localmente o disminuir su abundancia son la caza,
el tráfico ilegal de especies y la degradación y fragmentación del hábitat. En las selvas tropicales se ha
encontrado, por ejemplo, que la desaparición de animales como tapires, pecaríes, monos y venados,
entre muchos otros, trae consigo alteraciones importantes en la vegetación. Estudios en selvas mexicanas
y latinoamericanas han encontrado que las especies de plantas más afectadas por la defaunación son las
que necesitan que sus semillas sean dispersadas por animales para alcanzar sitios adecuados para
germinar y las que requieren que sus semillas pasen por el tracto digestivo de los animales para poder
germinar.
La desaparición de herbívoros y depredadores de semillas también ocasiona cambios muy importantes en
la comunidad de plántulas del piso del bosque: en una selva bien conservada su abundancia es mucho
menor que en una selva sin herbívoros. Estos daños, a largo plazo, pueden afectar no sólo la estructura
sino también la función del bosque y, en consecuencia, sus valiosos servicios ambientales.
En años recientes se ha puesto mucha atención a la defaunación por su relación con la cacería, ya sea
para subsistencia o comercio. Ahora se reconoce que para pretender una cacería sustentable no sólo se
requiere que los animales objetivo no se extingan, sino que su función en el ecosistema (dispersor,
herbívoro, polinizador o depredador) se mantenga.

Referencia:http://www.semarnat.gob.mx/archivosanteriores/informacionambiental/Documents/05_se
rie/biodiversidad/capitulo2.pdf

La economía de los ecosistemas y la biodiversidad.

El mundo ya ha perdido una gran parte de su biodiversidad y basta con mirar las tensiones actuales en
torno a los precios de las materias primas y los alimentos para darnos cuenta de las consecuencias de
esta pérdida para la sociedad. La extinción de especies y el deterioro de los ecosistemas están
inevitablemente ligados al bienestar del ser humano y, por ello, es apremiante que emprendamos
acciones correctoras. El crecimiento económico y la conversión de ecosistemas naturales para su
explotación agrícola, por supuesto, van a continuar. No podemos, ni debemos, poner frenos a las
legítimas aspiraciones de los países y las personas al desarrollo económico. No obstante, es esencial
garantizar que en dicho desarrollo se tenga en cuenta el valor real de los ecosistemas naturales. Esto es
esencial tanto para la gestión económica como medioambiental
Si las cosas siguen el curso actual, en el año 2050 tendremos que enfrentarnos a las graves consecuencias
de nuestra pasividad:
• el 11 % de las zonas naturales existentes en el año 2000 se habrán perdido, principalmente debido
a la conversión de los terrenos para uso agropecuario, la expansión de las infraestructuras y el
cambio climático;
• prácticamente el 40 % de la tierra actualmente explotada mediante prácticas extensivas habrá
pasado a un uso intensivo, con las consiguientes pérdidas de biodiversidad;
• el 60 % de los arrecifes de coral se habrá perdido, ya en el 2030, debido a la pesca, la
contaminación, las enfermedades, las especies exóticas invasoras y la decoloración de los corales
debido al cambio climático.
La situación actual de los continentes y los océanos demuestra los graves peligros que la pérdida de la
biodiversidad plantea para la salud y el bienestar humanos. El cambio climático no hace más que
exacerbar el problema. Además, al igual que ocurre con el cambio climático, los más afectados por esta
continua pérdida de biodiversidad son los más desfavorecidos. Ellos son los que más dependen de los
servicios de los ecosistemas, prestaciones que están siendo minadas por unos análisis económicos
defectuosos y por errores políticos.
Referencia: http://ec.europa.eu/environment/nature/biodiversity/economics/pdf/teeb_report_es.pdf

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