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Durante los años 80 hubo una verdadera catástrofe ecológica: los rios y lagos
estaban contaminados con fosfatos y nitratos, la tierra con metales pesados
y la gente producía toneladas de basura cada mes. Los habitantes empezaban
a quedarse sin aire limpio para respirar y debieron tomar medidas
desesperadas.
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Recipientes de conservas (metálicos). Lo interesante aquí es que cada
persona debe comprimirlos con una prensa magnética. El 70% de este tipo
de recipientes son reciclados.
Recipientes de aluminio. (Que no son los mismos que los de conservas).
El 90% de ellas se recicla.
Las lámparas de luz de día.
Cadáveres de animales. Debe pagarse un precio extra por este tipo
de desechos. Está prohibido enterrarlos.
Aceite vegetal.
Aceite de vehículos. Cambiarle el aceite al automóvil de manera autónoma
está prohibido y sólo puede hacerse por técnicos en estaciones
de servicio autorizadas, y no es gratis.
Residuos compostados: residuos de comestibles, plantas domésticas,
estiercol y la arena del gato, cenizas, aserrín, hojas del césped, ramas,
etc.
Materiales domésticos neutros tales como piedras, porcelana.
Medicamentos caducos.
Claro que es posible tirar la basura al bote pero entonces habrá que
ensuciarse pagando un impuesto que se cobra por cada kilogramo de residuos.
Cada bolsa de basura debe tener una marca adhesiva que indica el pago de ese
impuesto. Tirar 5 kilogramos de basura cuesta alrededor de 2 o 3 francos
(2 o 3 dólares).
Según datos de la OCDE Suiza es uno de los países con mayores tasas generales de
reciclaje y compostado del mundo, ya que se deshace de su basura de la forma
correcta en un 51%. Alemania sigue liderando la lista con un 65%, junto a otros países
europeos y a Corea del Sur.
La contrapartida es que el país es uno de los que más consume. Son el número uno
comiendo chocolates y quesos, están entre los mayores bebedores del mundo y
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gracias a su alto nivel de vida (sus ingresos per cápita superan los 4.800 euros
mensuales, según el Banco Mundial), no suelen privarse de nada a la hora de comprar.
¿Cómo lo hacen?
Las cifras oficiales presentadas por Suiza demuestran que sus habitantes son
capaces de reciclar el 90% de las latas de estaño y aluminio y una cifra algo mayor
(92%) de los envases de vidrio, que es gratuito, para que éstos no sean parte de sus
propios desechos.
En cuanto a los cartones y papeles, en las ciudades suizas suele haber un día
determinado para deshacerse gratis de los mismos, que los habitantes respetan
escrupulosamente, colocando en los puntos de recogida los paquetes
convenientemente atados, según instrucciones que todos conocen y cumplen.
En cuanto a cómo reciclar los desechos orgánicos, existen bolsas específicas para
ello que deben ser adquiridas por los suizos, que de esta forma están pagando por
reciclar y compensando de algún modo su exceso de consumismo.
En varias ciudades las tasas de reciclaje están controladas por tarjetas magnéticas.
Cada ciudadano registra la cantidad de residuos que está depositando, ya que éstos
se pesan al colocarlos en el contenedor. Este sistema asegura la imparcialidad en
cuanto a las tarifas, ya que a fin de mes se contabiliza lo reciclado mediante la
tarjeta y se paga exactamente por lo que cada uno se preocupó de reciclar. También
es un excelente método para medir el grado de compromiso de la ciudadanía con el
reciclaje y para controlar las cifras reales de lo que se recibe.
En cuanto a los desechos orgánicos, en general cada ciudad tiene su propia planta de
compostaje, donde los habitantes pueden solicitar abono para sus jardines y huertos,
producto de lo que ellos mismos consumieron y pagaron para reciclar.
Estas creo que son las principales razones y diferencias con España:
En Suiza, reciclar es libre y gratis , pero tirar basura cuesta dinero -cada bolsa de
basura tiene que tener una etiqueta, y el precio de cada etiqueta difiere en su
precio-. “Así cuanto menos se tire, menos se paga”.
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Son numerosas las campañas publicitarias sobre residuos que se pueden ver tanto en
televisión, prensa, como en las calles, con multitud de carteles informativos que
conciencian al ciudadano de la necesidad y de los beneficios de reciclar.
Además, las autoridades de la capital suiza imponen sanciones que van desde los 40
a 300 francos para los menos cuidadosos en colocar la basura en su lugar.
Intentan por todos los medios que su ciudad, no deje de perder su encanto y limpio
aspecto
Los suizos quizás sean los ciudadanos del mundo que más reciclan.
Es una de las ventajas de vivir en un país pequeño, rico y muy civilizado, donde el
sistema y las infraestructuras funcionan maravillosamente.
El ciudadano suizo suele ser limpio, ordenado, puntal, reservado y muy cuidadoso en
todos los detalles, mirando siempre no solo por ellos mismos sino también en el
entorno que le rodea.