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Activos
Activos
La falta de regulación, junto con una incipiente jurisprudencia nacional ajena a la dimensión del
lavado de activos, permitió que en Colombia esta práctica se popularizara y penetrara en las más
altas esferas económicas, políticas y sociales. Así, tocó todos los sectores, en especial el de
bienes terminados y servicios, y aumentó el crecimiento de actividades comerciales y
profesionales, utilizadas como intermediarios para blanquear los dineros. De ahí que, gracias a
este negocio criminal, hayan entrado legalmente a la nación muchos dineros injustificados, que
lograron dinamizar las actividades industrial, comercial, manufacturera y financiera, al reforzar
los resultados formales, y que a nuestra economía se le llame con jocosidad el “pequeño milagro
colombiano”, aduciendo que se ha solventado durante varios años del negocio de los dineros
ilícitos y que por lo menos dos puntos del crecimiento anual, que otrora rodeara el 5%, se deben
al flujo de dineros sucios, favorecidos por la disponibilidad de depósitos bancarios sin mayores
controles y de una gama de instrumentos y mecanismos permisivos del lavado de dineros.
Lo anterior aunque las fuentes oficiales lo refuten, argumentando que la estabilidad en medio de
la crisis se ha debido a los avances logrados en el tema de la regulación bancaria y una tendencia
constante al conservatismo en materia de productos financieros sofisticados.
La lucha contra el lavado de activos y la financiación del terrorismo es un tema de primer orden
en la agenda mundial al lado de la defensa y promoción de los derechos humanos, el medio
ambiente y los ecosistemas, la lucha contra el narcotráfico y la neutralización del terrorismo.
Es así que Colombia desde hace más de doce años, en 1993, se adhirió formalmente a los
postulados de la Convención de las Naciones Unidas de Viena (año 1988) con la expedición de
la Ley 67 de 1993 y del Decreto 671 de 1995, mediante la cual se comprometía a adoptar una
legislación acorde para combatir el lavado de activos, cuyas normas iniciales plasmó en el
Estatuto Orgánico del Sistema Financiero (artículos 102 a 107 y 209 a 211 del Decreto 663 de
1993). A partir de ese momento se empezó a tratar con amplitud y seriedad el tema, cuando la
ley estableció, por primer vez, la obligatoriedad para las instituciones financieras inspeccionadas
de implementar mecanismos de prevención, orientados a evitar la canalización de recursos de
origen ilícito a través de sus operaciones y el compromiso de la Superintendencia Financiera,
como órgano supervisor del Estado, de verificar la funcionalidad, idoneidad y efectividad de esos
mecanismos.
Las medidas que ha adoptado esta Autoridad Financiera están dirigidas a prevenir, controlar,
detectar y reprimir el lavado de activos y la financiación del terrorismo, según reza en el decreto
3420 de 2004. Por su parte, el decreto 4327 de 2005 mediante el cual se fusiona la
Superintendencia Bancaria de Colombia en la Superintendencia de Valores y se modifica su
estructura, crea la nueva Delegatura para Riesgo de Lavado de Activos y le asigna como
funciones, artículo 38, “supervisar la administración y prevención del riesgo de lavado de activos
y del financiamiento del terrorismo, respecto de todas las personas sujetas a inspección,
vigilancia o control de la Superintendencia… supervisar el cumplimiento de las normas
relacionadas con la prevención y control de lavado de activos por parte de las entidades sujetas
a inspección, vigilancia y control y las demás funciones que las normas vigentes otorguen o
lleguen a otorgar a la Superintendencia en materia de supervisión de riesgo de lavado de
activos”.
De por sí el lavado de activos busca dar apariencia de legalidad a unas transacciones, bienes y
fondos mal habidos, por lo que comúnmente se le denomina blanqueo de capitales o reciclaje de
dinero sucio. Este es un proceso de ocultamiento de dineros de origen ilegal, en moneda nacional
o extranjera, y los subsiguientes actos de simulación respecto a su origen, para hacerlos
aparecer como legítimos, buscando básicamente tres propósitos:
conclusiones:
Para nadie es un misterio que el sector bancario y en general el torrente financiero internacional
es atractivo para las acciones de los delincuentes en su afán transferir, proteger, aparentar y
ocultar fondos ilícitos, proceso criminal que se ve favorecido especialmente por la inexistencia o
existencia de mínimas medidas de control en algunos países, denominados “paraísos fiscales”.
Toda esta inspección, vigilancia y control sobre las personas que realicen actividades financiera,
bursátil, aseguradora y cualquier otra relacionada con el manejo, aprovechamiento o inversión
de recursos captados del público, busca finalmente coadyuvar en la preservación de la
estabilidad y seguridad en el sistema financiero y reforzar la confianza pública en el mismo, así
como a promover, organizar y desarrollar el mercado de valores colombiano y la protección de
los inversionistas, ahorradores y asegurados.