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y su búsqueda espiritual
CARLOS EYMAR
(Madrid)
8
BOIVIN, JEAN, La classe de Messiaen, París, Christian Bourgeois, 1995,
p. 59.
650 CARLOS EYMAR
9
Ibíd., pág. 207 y ss.
10
HILL & SIMEONE, op. cit., p. 148.
OLIVIER MESSIAEN Y SU BÚSQUEDA ESPIRITUAL 651
11
Ibíd., pp. 150-51.
12
Sigo aquí el texto incorporado a la grabación, Trois petites liturgies de
la présence divine, dir. Kent Nagano, Radiofrance, 1996.
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13
Sigo aquí la edición Suma de Teología, I, Parte I, Madrid, BAC, 1997.
14
Cit. por HILL & SIMEONE, op. cit., p. 153.
OLIVIER MESSIAEN Y SU BÚSQUEDA ESPIRITUAL 653
19
Cit. por RAYMOND, op. cit., p. 235.
20
BRETON, ANDRÉ, Manifiestos del Surrealismo, Barcelona, Guadarrama,
1980, p. 162.
21
Cit. por HILL & SIMEONE, op. cit., p. 167.
22
Vid. un comentario y la reproducción en PERIER, op. cit., p. 84.
23
Cit. por HILL & SIMEONE, op. cit., p. 194.
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ORGANISTA DE LA TRINIDAD
36
Ibíd., p. 42.
37
OMHF, p. 46.
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viene de muy lejos, desde lo alto, pero que, al mismo tiempo, resul-
ta muy simple e ingenua. Es la llamada simbólica y casi impercep-
tible de la Trinidad. «Las armonías —explica Messiaen— suben
lentamente hacia un cielo diatónico, profundamente tranquilo en el
que se destaca la llamada del verderón amarillo» 44. La llamada de
la Trinidad parece confundirse con la voz superaguda del Espíritu
que nos invita a subir, siempre más, hacia las cumbres del Amor
divino. Responder a esa tenue llamada de lo alto significa compartir
el deseo del salmista: «¡Quién me diera alas como de paloma y
volaría y descansaría!» (Sal 54,7).
69
Songs Cycles.
70
Un buen comentario en ARNAULT, op. cit., pp. 62 a 74.
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en el curso del cual, una voz del más allá promete a los enamorados
que la noche tocará a su fin 71. Esta superación de la muerte parece
confirmarse con una esperanzada nota final. «La amada —dice Mes-
siaen— se alza sobre el tiempo, mientras de forma muy misteriosa
sus ojos viajan hacia el pasado y el futuro» 72.
En los quince años del lento declinar de Claire hacia la muerte, la
actitud de Yvonne Loriod con respecto a Messiaen es la de una alum-
na deslumbrada por el genio del maestro. En frecuentes conciertos,
grabaciones o giras, sola o con Messiaen, interpreta con devoción y
facilidad todo su repertorio pianístico. Le acompaña al campo en las
primaveras para grabar los cantos de pájaros que sevirán de base a
sus composiciones. Pero también le lleva en coche a visitar a su mujer
a la clínica o incluso, en alguna ocasión, le hace de asistenta para
poner orden en su caótico apartamento. Posiblemente no se sorpren-
diera cuando, al morir Claire, él le rogó que no le dejara solo. La boda,
tras un luto de dos años, tuvo lugar el 1 de julio de 1961 en la Iglesia
de Sainte Géneviève en París. No hubo música porque Messiaen no
quería molestar a un organista; no obstante, un mirlo, posado en la
bóveda de la Iglesia, cantó de forma conmovedora y la pareja vio en
ello un signo de bendición 73. ¡Qué suerte la mía —exclama Loriod—
haber frecuentado un hombre así!, haber interpretado sus obras, ha-
ber podido admirarle a cada instante: su bondad increíble, su heroís-
mo en los sufrimientos, las incomprensiones, verdaderamente era
(como lo dicen todos sus amigos, sus alumnos y sus antiguos detrac-
tores) un genio y un santo...» 74.
a sus setenta y cinco años, nos lega un testamento de todos sus ha-
llazgos estético-musicales 76.
Ante todo, la ópera le brinda la ocasión para situarse en la Edad
Media, época a la que tanto admira por ser expresión de una civi-
lización que reposa sobre la religión y que tiene siempre presente
esa dimensión de lo maravilloso tan olvidada por la modernidad 77.
El recurso a las curvas, la riqueza y la flexibilidad rítmica del canto
gregoriano que Messiaen tanto ha utilizado en sus obras para órga-
no, encuentran aquí también su lugar. Como la admiración expre-
sada por Guillaume de Machaud y su impresionante Misa de Nôtre
Dame. También aquí encontramos el recurso al leitmotif del tema
de Dios que se va haciendo continuamente presente a lo largo de la
obra con la frecuencia de una letanía.
Tres son, a mi juicio, los aspectos más destacables que vinculan
a Messiaen con la espiritualidad franciscana y que toman cuerpo en
su ópera: la alegría, el amor a la creación y el amor a la música.
Muy lejos del tópico que suele presentarnos a la Edad Media
como una época triste, el mensaje franciscano es el de la ingenuidad
y la alegría en la forma de vivir el cristianismo. Ya hemos señalado
que Messiaen se considera a sí mismo como un músico de la ale-
gría, con una decidida inclinación a la consideración de los miste-
rios gloriosos y gozosos. Evidentemente, Messiaen es un erudito y
un intelectual, pero esa misma erudición, en múltiples aspectos,
denota una capacidad de curiosidad y de asombro, típicamente in-
fantil, como infantil es su especial sensibilidad al color. El primer
cuadro con el que se abre la ópera trata, precisamente, del tema de
la alegría perfecta, recogido en las biografías de Celano. Frente al
miedo que siente el hermano León en su camino, San Francisco le
enseña el camino de la alegría perfecta. Ésta no consiste en el poder
de dar la vista a los ciegos o hacer oír a los sordos; no consiste en
poseer los secretos de las ciencias, conocer el curso de los astros o
penetrar los secretos de los corazones... La alegría perfecta consis-
te en mantenerse contento cuando en una noche fría y lluviosa lla-
76
Sobre la puesta en escena y, en general, sobre la obra, puede verse la
obra colectiva ya citada Saint François d’Assise Messiaen, L’Avant Scène
Opera.
77
CAO, HELÈNE, Saint François D’Assise, p. 4.
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78
Seguimos aquí el libreto incorporado a la grabación Saint François
D’Assise, Festival Salzbourg, 1998.
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79
HALBREICH, HARRY, en la obra Saint François d’Assise, p. 34.
80
Cuadro sexto 127.
OLIVIER MESSIAEN Y SU BÚSQUEDA ESPIRITUAL 681
¡Señor!, ¡Señor!
Música y poesía me han conducido hacia Ti:
por imagen, por símbolo y por defecto de verdad
¡Señor!, ¡Señor!
¡Señor!, ¡ilumíname con tu presencia!
¡Líbrame!, ¡Embriágame!
¡Deslúmbrame para siempre con tu exceso de verdad! 82
81
Cuadro quinto, 98.
82
Cuadro octavo, 158.