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Doña Perfecta, la novela española por entregas de Galdós publicada en el año 1876 se
inscribe en un contexto en el que la tradición literaria se mueve entre la generación del 68,
lo realista y la novela de tesis. De hecho, esta obra ha sido tildada como novela de tesis, es
decir, que “el carácter fundamental […] [es] su carga ideológica como corresponde a la
particular, esta novela se publica pocos años después de la revolución del 68, en una época
fundamental de la novela, debido a que el tema central de ella es la tensión entre unos
principalmente por Doña Perfecta y por Don Inocencio, y unos valores modernos
(pertenecientes a Madrid) representados por Don Pepe Rey. Entonces, la pregunta que
surge al unir esas dos ideas es ¿cuál es la carga ideológica que tiene la obra? O, ¿qué
novela plantea una crítica a cierto tipo de religiosidad y a unos comportamientos morales
específicos que se pueden ver en la figura del narrador ante la tensión mencionada
anteriormente entre los personajes. Esto se verá en la posición del narrador ante la tensión,
En primer lugar, hay que tener presente que se trata de un narrador omnisciente en
tanto que parece saber todo de los personajes. La posición del narrador es sutil pero clara,
si se toma con cuidado. Para entender por qué se da de manera sutil, tengamos en cuenta
la estructura de la novela. Está dividida en 33 capítulos de los cuales la mayoría están dados
por medio del diálogo entre los personajes, menos tres de ellos dedicados a cartas de un
personaje a otro y menos el último, que se trata de un comentario del narrador como cierre
de la novela. Gracias al gran número de diálogos y a las cartas de los personajes, el lector
podría sentir que la posición del narrador ante la tensión planteada no es clara; o, por el
contrario, podría pensar que la posición del narrador es objetiva en tanto que deja ver cómo
se muestra la realidad sin hacer muchas ni intensas intervenciones ante lo que sucede. Sin
embargo, algunos comentarios que hace sobre los lugares, los personajes y el uso de un
simbolismo nos muestra que el narrador toma una posición ante el problema planteado.
Esto se puede ver desde el primer capítulo de la novela, debido a que el narrador
nos hace ponernos del lado de Pepe, el de los valores modernos. La historia no solo
forma en que el narrador describe los pueblos debido a que se adhiere a la opinión de Pepe
de que esos pueblos son feos y atrasados, lo cual nos hace sentir empatía con el personaje:
Pobrísimo río ceñía, como un cinturón de hojalata, el pueblo, refrescando al pasar algunas huertas,
única frondosidad que alegraba la vista. Entraba y salía la gente en caballerías o a pie, y el
movimiento humano, aunque pequeño, daba cierta apariencia vital a aquella gran morada, cuyo
aspecto arquitectónico era más bien de ruina y muerte que de prosperidad y vida. Los repugnantes
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mendigos que se arrastraban a un lado y otro del camino, pidiendo el óbolo del pasajero, ofrecían
lastimoso espectáculo. No podían verse existencias que mejor cuadraran en las grietas de aquel
sepulcro, donde una ciudad estaba no sólo enterrada sino también podrida. Cuando nuestros viajeros
se acercaban, algunas campanas tocando desacordemente, indicaban con su expresivo son que
Como se puede ver en la cita, el narrador nos muestra al pueblo como un lugar poco
deseable para estar, más muerto que vivo. Entonces, es fácil hacer el enlace tal que, los
habitantes, aparte de vivir en un pueblo viejo y feo, tienen también costumbres comparables
a su lugar de procedencia.
De hecho, esto se relaciona con el simbolismo que pone el autor en boca del
mencionar. Además, el segundo capítulo se llama “Un viaje por el corazón de España”, lo
que nos muestra que los nombres de los pueblos mencionados, que no existen en la
realidad, funcionan como símbolo de los pueblos que sí existían dentro del país haciendo
más fuerte no solo el hecho de que el narrador toma una posición (en tanto se podría
generalizar la trama a unas costumbres de las entrañas del país); sino que también plantea
la idea de que la novela funciona como una respuesta del autor ante su contexto social.
Pueblos que también funcionan como figura de costumbres religiosas particulares, como
En cuanto a esto, también se puede pensar que el tren funciona como símbolo de conexión
entre ambos mundos, el tren es el que lleva a nuestro caballero moderno al pueblo de
hecho de que la tía de Pepe se llame Doña Perfecta y el clérigo se llame Don Inocencio, no
nos muestra unas características explícitas de los personajes. Por el contrario, nos muestra
una cierta ironía en tanto que, conforme avanza la novela, nos vamos dando cuenta de que
los personajes no hacen tanto honor a su nombre como podría parecer en un principio.
Esto nos lleva a los comentarios y descripciones que el narrador hace sobre los
podemos notar que eso va cambiando gradualmente hasta llegar al final de esta. Podemos
notar, también, que estos comentarios nunca son sobre los pensamientos de los personajes,
lo cual hace engañosa y más sutil la posición del narrador. Veamos algunos casos donde
Aborreciendo tenía la inflamada vehemencia de un ángel tutelar de la discordia entre los hombres.
Tal es el resultado producido en un carácter duro y sin bondad nativa por la exaltación religiosa,
cuando esta, en vez de nutrirse de la conciencia y de la verdad revelada en principios tan sencillos
como hermosos, busca su savia en fórmulas estrechas que sólo obedecen a intereses eclesiásticos.
(Galdós, p.98).
Llama la atención de la cita el hecho de que el narrador afirme que la vehemencia de Doña
Perfecta se daba en parte a la ausencia de bondad que, a su vez, fue causada por la
exaltación religiosa, o sea, por el fanatismo que tiene como fin exclusivo los intereses
eclesiásticos. Otro caso en el que podemos ver la posición del narrador es en la siguiente
Doña Perfecta se levantó indignada, majestuosa, terrible. Su actitud era la del anatema hecho mujer.
Rey permaneció sentado, sereno, valiente, con el valor pasivo de una creencia profunda y de una
Como se puede ver, el narrador tilda a Doña Perfecta de “terrible” sin justificarla en ningún
momento. En oposición a esto, muestra a Pepe como una persona tranquila y con unas creencias
fuertes. Lo que implica coherencia, debido a que en el capítulo tres el narrador habla del profundo
El profundo sentido moral de aquel insigne joven le hacía muy sobrio de palabras en las disputas que
constantemente traban sobre diversos asuntos los hombres del día; pero en la conversación urbana sabía
mostrar una elocuencia picante y discreta, emanada siempre del buen sentido y de la apreciación mesurada y
La toma de posición también se revela en el capítulo 33: “Es cuanto por ahora
podemos decir de las personas que parecen buenas y no lo son”. (Pérez Galdós). Este cierre,
en voz del narrador no solo hace énfasis en el tema principal, sino que alude a las
apariencias que mantenían, o intentaban mantener, los habitantes del pueblo de Orbajosa.
En particular, alude a las apariencias de Doña Perfecta y de Don Inocencio. Esto se puede
ver en oposición a Pepe, como se pudo ver, este se muestra sin hipocresía.
En conclusión, una lectura posible de Doña Perfecta se trata de que es una novela,
en efecto, de tesis que plantea un tema principal: la tensión entre dos mundos, el mundo
Madrid a nombre de Pepe Rey. Si vamos más allá, podemos notar que la novela no sólo
plantea esa tensión, sino que, por medio del narrador, hay una propuesta en la que el mundo
moderno encarado por Pepe Rey es el preferible. Como pudimos ver, no se trata aquí de
que la propuesta sea la ausencia de un sistema moral, sino de una crítica ante el fanatismo
Trabajos citados
Aparici Llanas, María Pilar. Las novelas de tesis de Benito Pérez Galdós. Barcelona: Instituto
'Mila y Fontanals', 1982.
Pérez Galdós, Benito. Doña Perfecta. Madrid: Siruela, 1876.