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María Camila Collazos Chaves

Traducción Apología a Sócrates

(a) Ciertamente, no sé, Atenienses, como quiera que os encontráis después de haber
escuchado a mis acusadores. Yo, en cualquier caso, por poco de mí mismo me olvidé, pues
ellos han hablado convincentemente. Sin embargo, ninguna palabra verdadera han dicho,
me he sorprendido mucho de uno de sus engaños. Dijeron entonces esto, es necesario
que estén precavidos. (b) Entonces no sientan vergüenza en este momento de mí, se
convencerán en la práctica, después no digan que me muestro malo, el desvergonzado
esto creyó de mí, si ya no es que llamen temido a este que dice la verdad. Si esto dicen
entonces, llegado el caso yo por mi parte soy orador. Esto ciertamente, de igual modo yo
digo, quien nada verdadero tienen amado, ustedes de mi parte escucharán todo lo
verdadero (…) atenienses, está bien dicho, al menos, el discurso, de mi parte. (c) Los
discursos y las palabras de ustedes, pero no ordenadas, pero se escucharán al azar
diciendo que se encontraron las palabras –digo que entonces confío en ser genuino- y
ninguno de ustedes debe esperar otra cosa. Entonces llegado el caso no es conveniente,
¡oh hombres!, para el momento como para el adolescente entrar hacia ustedes habiendo
preparado un discurso. Y ciertamente y bien, ¡oh hombres atenienses!, necesito esto de
ustedes y les pido: en el caso que escuchemos en el discurso de ellos sobre mí
defendiéndome y en el ágora sobre la mesa en donde de ustedes mucho tienen
escuchado, y no quedar sorprendidos y no alborotarlo. (d) Así pues, tengo que subir al
tribunal de justicia por primera vez, habiendo (18) llegado a los setenta años. En efecto,
soy extranjero ante el discurso. De igual modo, siendo extranjero no lo alcanzaba, eran de
la misma opinión y en cuanto a mí en aquel grito y costumbre decía en el cual habían sido
educados, peor o mejor, miren, y ahora esto ustedes consideren honesto, de este modo
podrían esperar de mí porque la excelencia del juez es decir el discurso.

Entonces, es justo que me defienda, oh atenienses, primero sobre las falsas


acusaciones en mi contra y los primeros acusadores, después frente a las últimas y los
últimos. (b) En efecto, muchos acusadores en mi contra han llegado a ser antes que
ustedes y hace tiempo y muchos años y nada veraz han dicho, yo les temo más que a
Ánito, aunque estos son también temidos. Pero aquellos son más temidos, oh hombres,
los (5) que apoderándose de muchos de ustedes desde niños los persuadían y hablaban en
contra mía sin ninguna verdad, que hay un hombre astuto llamado Sócrates, que medita y
bajo la tierra todo lo busca y del discurso menor saca uno fuerte. (c) Estos, oh hombres
atenienses, quienes esparcieron esta reputación, son mis terribles acusadores, entonces
los que escuchan piensan que quienes investigan eso no creen ni siquiera en los dioses.
Además, esos acusadores son muchos y me han acusado durante muchos años, y además
les hablaban en una edad en la cual les creerían más fácilmente, algunos de ustedes eran
niños o adolescentes y el caso que trataron sin que nadie apareciera en defensa. Pero lo
más absurdo de todo esto, (d) es que ni siquiera era posible conocer y decir sus nombres,
excepto si uno de ellos es poeta cómico. Y todos ellos quienes los persuadieron con
envidia y falsas acusaciones – y algunos también convencieron a otros porque ellos
mismos se habían persuadido- son los que se me dificultan más, ni siquiera es posible
llamarlos aquí y poner en evidencia a alguno de ellos, pero estoy obligado en defenderme
para pelear como si fuera con sombras y argumentar sin que nadie responda. Como yo
digo, a tener en cuenta que hay dos cases de mis acusadores.

Y presagiaron que hay necesidad de que esas personas primero, yo por mi parte, hablar en
defensa propia. Pues ustedes también escucharon antes de esa persona hablar en mi
contra y mucho más que a estos últimos.

Bien, se debe actuar en defensa propia, hombres atenienses, e intentar de ustedes


eliminar (19) la falsa acusación que ustedes, durante mucho tiempo, llevaron durante
poco tiempo. Quiero, de hecho, que así llegue a ser, si mejor y ustedes y yo y hacer más
en mi defensa, pero presagio que es difícil y no sin embargo pasa inadvertido, tal como es.
(5) No obstante, esto vaya por lo que Dios quiera, pero uno debe persuadir la ley y actuar
en defensa propia.

Tomé, de hecho, de fuera del comienzo, la acusación que es la que ha llegado a ser
difamación contra mí, y Meleto confiar que yo me hice daño por ese mismo dibujo. ¡Bien!,
¿cuál exactamente dicen difamar los que difaman? Como ciertamente, los acusadores
carecen de juramento, conocen bien esto. “Sócrates comete delito y toma más que
suficiente en cuanto a buscar debajo de la tierra y el cielo y hacer la palabra débil más
fuerte y enseñar estas mismas cosas a otros. Tal como este es. Este entonces miraba el
mismo en la comedia de Aristófanes, algún Sócrates allí llevando afirmaba que caminaba
por el aire y otras muchas cosas sin sentido, que yo ni mucho ni poco lloro. (5) Y no digo
deshonrando tales conocimientos si sobre cosas semejantes es hábil –no de tal forma el
gran Meleto forje costumbres- otros entonces de mí esto, hombres atenienses, ninguno
está entre (d) los testigos, de nuevo, de ustedes muchos entrego. Y medito, ustedes y
otros enseñan y muestran de mí todavía escuchan –pero muchos de ustedes son de tal
clase– muestren, de hecho, unos y otros si todavía poco o mucho escuchó (5) cualquiera
de ustedes sobre mí escogiendo semejante, y de afuera de esto percibirán que es de tal
clase y otros sobre mí mucho dirán.

Pero no existe nada de esto, y si han escuchado a alguien que yo intento educar a los
hombres y necesidad…

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